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Full text of "Historia de la dominacion de los arabes en España, sacada de varios manuscritos y memorias arabigas"

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COLECCIÓN 


DE  LOS  MEJORES 


AUTORES  ESPAÑOLES. 


TOMO  XIX. 


mSTOBIA 


DI  LA 


DOMINACIÓN  DE  LOS  ÁRABES 

EN  ESPAÑA. 


parís.  —  BN  LA  IMPBBNTA  DB  PAIN  Y  THÜNOT, 
Calle  lUciiie,  M,  ewca  d«l  OdioB. 


HISTORIA 

DOHmAGION  DE  LOS  ÁRABES 

EN  ESPAÑA, 

8ACADA  DK  TAUOe  KAIWSCRlfaS  T  MBIIOUAS  ARAHGAfl, 

UON  JOSÉ  ilNTONlO  CONDE. 


parís. 

BAUDRT,  UBRERIA  ETHOPEA, 

N*   3,    QUAI   lUUQCAIS,  CEBÚ   DEL    PONT  DES   ABTS, 
I  tTíun  t  iivita,  1,  ciLu  dd  cog,  cncA  do.  lodtm. 
ms  TAKBnn  n»  imtcit,c«li.i  di  la  paix  ;  nom ,  *oin.sTiRD  du  iTUJm> 
«KAm*  anauM,  ciu.s  kicieuid;  uofoi 


1  A 


PROLOGO. 


Ptfeee  Vialidad  de  las  oons  h  amanas  qae  los  mas  importantes  acaecimientos 
delospo^los.  randanzas  de  los  imperios,  rerolaciones y  trastornos  de  las  mas 
boHSM  dinaatias  hayan  de  pasar  á  la  posteridad  por  las  sospechosas  reía- 
cMMsdd  partido  yenoedor.  Los  romanos  escribieron  la  historia  de  saengrande- 
ÓBiiento,  de  sos  ríralidades  y  sangrientas  guerras  con  los  de  Cartago;  y  los 
ocriims  griegos  qne  trataron  de  este  mismo  asunto ,  dependían  del  poeMo 
nanno »  y  asi  no  escasearon  las  adnladones.  Paréoenos  Sdpion  un  héroe  admi- 
nUe  porque  aa  historia  es  obra  de  sus  elogiadores  y  apasionados ;  mas  sin  em- 
1«S0  oompanoe  grande  el  ínclito  Aníbal  aun  en  las  relaciones  de  sus  mortales 
enemigos.  Y  si  el  odio  implacable ,  y  ambiciosa  política  de  los  romanos,  no 
hahisra  abnúado  las  memorias  púnicas,  no  tendríamos  á  este  lamoso  espiten 
^fricaio  por  tan  croel  y  bárbaro  como  nos  le  présenla  Lirio.  Nuestro  Cid  Ruy 
I>»z,  el  célebre  Campeador,  no  aparece  en  los  eácrilos  de  los  árabes  tel  como 
cantan  nuestras  crónicas.  En  estes  ten  humano  como  valiente ,  acoge  y  lleva 
ea  sos  hombros  al  gafo :  en  aquellas  pérfido  y  cruel ,  quema  vivo  al  rendido 
ptenador  de  Valencia,  atropellando  los  concertados  pactos.  Pero  una  sana  y 
jasta  crítica  pide  que  no  nos  contentemos  con  los  testimonios  de  un  solo  par- 
tido, y  qoe  comparemos  las  relaciones  de  ambos  con  imparcialidad  y  discre- 
ción ,  y  GOD  scrtoel  ánimo  de  hallar  la  verdad. 

iHr  eso  me  dediqué  á  ilustrar  la  historia  de  la  dominación  de  los  árabes  en 
Cflpa&a,  compilándola  de  las  memorías  y  escritos  arábigos,  de  manera  que  pueda 
leerse  como  ellos  la  escribieron ,  y  se  vea  el  modo  con  que  refleron  los  acaed- 
nieates  de  este  época  ten  memorable.  Diré  con  sinceridad  que  he  puesto  en  este 
nú  trdbajo  todo  d  estudio  y  diligencia  de  quesoy  capaz ,  no  perdonando  ningún 
giaere  de  Citiga ;  y  tratendo  de  superar  las  dificultades  en  cuanto  he  podido, 
y  apiuveJiándome  de  todas  las  ocasiones  y  auxilios  que  se  me  han  proporeio- 
aado.  Y  bien  ha  sido  necesaria  todita  constencia  que  he  puesto  al  intento; 
porque  no  es  negocio  fácil  el  haber  de  indagar  y  referir  con  sencillez  y  sin 
«ÜBctadon ,  y  siguiendo  el  orden  de  los  tiempos  y  de  los  sucesos ,  así  los  orígenes 
^  una  nación  céldlxe ,  como  su  Incremento ,  sus  conquistas  y  acciones  famosas, 
)«eostambres  con  que  se  distinguía,  su  cultura  y  los  acaecimientos  y  vidst- 
lades  de  sa  poder  en  la  dilatada  serie  deodiocientos  años.  £1  haber  de  coordinar 
CQsastantas  y  ten  varías,  recogiéndolas  de  diferentes  escritores,  el  comparar  sus 
fefcrendas ,  y  el  tomar  partido  en  la  Inoertidumbre  de  sus  relatos ,  es  sin  duda 
aa  trabajo  ímprobo  y  arduo  :  al  que  se  allega  el  de  traducir  todo  esto  de  la 
leogna  de  los  árabes  á  nuestra  castellana ;  y  no  de  libros  Impresos  y  correctos , 
MUS  de  antiguos  y  maltratados  manuscritos.  Mas  sin  este  fatiga  no  podían  rec- 
tificarse ios  heehos,  ni  aclararse  lascosaseomo  fueron,  sino  á  la  luz  de  las  me- 
aiorias  arábigas. 

£n  ks  siglos  de  la  mayor  ignoranci^de  Europa ,  y  cuando  en  ella  solo  sabían 
leer  ios  oblólos  y  los  abades,  erau  doctos  los  arables  así  de  Oriente,  como  de 
Aíirka  y  de  Espada.  Bien  conoció  esta  verdad  el  rey  don  Alfonso  el  Sabio, 


••  . 


▼I  PROLOGO. 

cuando  en  el  afio  de  1854  ordené  que  se  eslablecieáea  en  Sevilla  estudios  gene- 
rales de  latín  y  arábigo.  Y  á  este  insigne  rey  se  debieron  mochas  preciosas  tra- 
ducciones de  obras  arábigas ,  por  la  mayor  parte  astronómicas ,  segan  él  gosto 
de  aquella  edad,  y  de  algunas  de  medicina  y  química.  Pero  siguiéronse  tiempos 
desgradados  de  ignorancia ;  y  basta  la  restauración  de  los  buenos  estudios  en 
Europa ,  no  fué  estimada  la  literatura  de  los  árabes »  ni  se  pensó  en  unir  sus 
preciosos  restos.  Las  bibliotecas  de  España  debieran  de  haber  sido  las  mas 
copiosas  y  escogidas  en  esta  dase  de  manuscritos ;  pues  ademas  de  las  preciosi- 
dades que  pudo  proporcionar  la  conquista  de  Granada ,  hubiera  habido  no  pocas 
ocasiones  de  aumentarlas  con  motivo  de  la  jornada  de  Túnez ,  y  la  ocupación 
de  Oran ,  Ceuta  y  otras  plazas  de  Afric^.  Mas  cuando  la  conquista  de  Granada 
estaba  en  despredo  el  nombre  y  la  literatura  de  los  árabes  :  y  la  extraña  opi- 
nión de  aquel  tiempo ,  en  el  cual  todo  escrito  arábigo  se  tenia  por  un  alcoran,  ó 
libro  de  errores  y  superstición  musulmana,  los  condenó  á  todos  sin  examen ; 
y  el  (tiego  consumió  millares  de  volúmened,  á  pesar  de  la  diligenda  de  lo^ 
moriscos  en  ocultarlos  y  llevarlos  á  África.  León  Africano  dice  que  ce  hospedó 
en  Argel  en  casa  de  un  comisionado  de  aquella  dudad ,  que  había  llevado  á  ella 
mas  de  tres  mil  libros  de  los  moriscos  de  Granada.  Si  en  tiempo  de  Felipe  II I 
se  resarció  en  algo  esta  falta  con  la  presa  de  una  nave,  en  que  iba  la  recámara 
y  librería  de  Muley  Zidan » prindpe  de  Marruecos ,  la  fatalidad  que  persigue 
á  las  letras  hizo  que  desgraciadamente  en  el  año  de  1671  consumiese  un  incendio 
en  el  Escorial  mas  de  ocho  mil  volúmenes ,  la  mayor  parte  arábigos.  Pérdida 
irreparable  I  porque  bien  sabido  es  que  después  de  la  expulsión  de  España  los 
árabes  (tieron  decayendo  en  sn  literatura ,  hasta  hallarse  en  el  día  en  una 
lastimosa  ignorancia  así  los  de  Oriente  como  los  de  África.  Sus  buenos  y  apre- 
dables  lítNt»  son  los  antiguos :  mas  las  copias  de  estos  no  se  multiplican ,  y  los 
originales  perecen.  La  biblioteca  del  Escorial ,  á  pesar  de  las  calamidades  que 
ha  sufrido ,  conserva  todavía  maguí  fleos  restos  de  lo  que  fué ;  pero  las  obras  mas 
grandes  y  preciosas  están  por  la  mayor  parte  incompletas.  No  se  ha  reparado 
esta  pérdida  por  falta  de  atención  y  diligencia  en  promover  el  estudio  de  la 
literatura  arábiga,  tan  conveniente  y  necesario  para  ilustrar  nuestra  historia 
y  geografía  y  como  indispensable  para  conocer  bien  la  índole  de  nuestra  lengua, 
y  los  orígenes  de  muchas  y  muy  floridas  y  elegantes  locodones  suyas.  Nunca 
se  han  aprovechado  las  ocasiones  de  adquirir  manuscritos  arábigos,  trayéndoios 
de  África ,  donde  fueron  á  parar  las  obras  de  nuestros  andaluces,  y  donde  van 
pereciendo  olvidadas  y  desoonoddas  de  sus  bárbaros  dueños.  Por  cierto  que  no 
hemos  Imitado  la  diligenda  y  esmero  délos  sabios  de  Holanda ,  Francia  é  Ingla- 
^  térra  en  traer  de  Oriente  y  de  África  cuantos  manuscritos  han  podido  adquirir; 
allegando  estas  riquezas  literarias,  que  son  ahora  el  principal  ornato  de  sus 
bibliotecas. 

Mas  y  sin  insistir  en  este  asunto ,  ello  es  cierto  que  para  mi  propósito  era  in- 
dispensable consultar  las  memorias  que  nos  han  quedado  de  los  árabes.  Lo  poco 
que  hasta  ahoras  abiamos  de  su  larga  dominadon  en  nuestro  suelo ,  está  tornado 
de  las  ligeras  notídas  de  nuestras  antiguas  crónicas :  las  cuales  así  por  la  rudeza 
de  su  estilo,  demasiada  brevedad  é  inexactitud ,  como  por  la  injuria  de  los 
tiempos ,  han  llegado  á  nosotros  faltas ,  y  oscuras  aun  en  lo  pertenedente  á 
nuestras  cosas ;  y  en  lo  poco  que  de  los  árabes  contienen  no  hay  sino  espedes 
confusas  y  alteradas.  Por  otra  parte  se  deben  considerar  como  relaciones  sospe- 
chosas de  enemigos  que  escribían  cuando  el  odio  era  mas  vehemente ;  cuando  no 
tenían  entro  sí  otra  comunicación  que  la  terrible  y  sangrienta  de  las  armas ;  y 
cuando  en  su  dominación  síempro  odiosa ,  no  velan  en  ellos  sino  sus  tiranos.  De 
aquí  hm  procedido  las  especies  falsas,  desfiguradas  ó  mal  entendidas  que  con- 


PROLOGO.  Tit 

taaioaa  y  oecoreoeit  nneBlra  Uatoria  en  esta  parte  tan  principal  de  ella.  De 
a|iií  pivmiie  que  se  crea  oomnnmente  que  los  moros,  cnando  hicieron  la  en- 
trada en  España,  eran  innumerables  y  ne  tanto  goerreros  ralientes  y  arortu- 
aades.ciiaBtobérbarDecmdes,  sin  caltora  ni  polida  algona.  Qoe  todo  lo 
Osvaten  á  sangre  y  tuego ;  é  inhumanos  y  sin  género  alguno  ^e  piedad  no  per- 
dnaban  edad  ni  sexo ,  ni  dejaban  piedra  sobre  piedra  en  las  poblaciones.  Y  en 
nma ,  que  ddante  de  ellos  huia  despayorída  la  cristiandad ,  atn^llada  del 
fímirde  las  bárbaras  huestes ;  y  detras  de  las  sangrientas  vencedocas  tropas  no 
qwdaba  sinohoiror,  desoladon  y  moros.  Estas  ideas  que  imprimió  el  espanto 
de  las  rápidas  y  asombrosas  conquistas  que  los  árabes  hicieron  en  Persia ,  Siria, 
Egipto ,  África  y  España ,  y  sus  sangrientas  entradas  en  las  Galias  ,^  perpetuadas 
por  la  tradidonen  la  oscuridad  y  tinieblas  de  los  tiempos  bárbaros ,  se  des- 
cilnn  mqqr  tales  como  fueron  en  los  antiguos  escritos  de  ellos;  y  se  re  como 
aa  qáreito  de  fimáticos  aguerridos  entró  en  Andalucía ,  corriendo  y  talando 
los  BNügoardados  campos  de  Lnsitania ;  y  venciendo  un  numeroso  ejército  de 
sniafenidos  godos,  sojuzgó  en  poco  tiempo  fa  España  toda.  Mas  las  condi- 
doaes  que  iaaponian  á  los  vencidos  eran  tales,  que  los  pudrios  en  vez  de  opresión 
hiltahan  comodidad  en  ellas;  y  si  comparaban  su  suerte  con  la  que  antes 
teaianse  CDDsldcraban  harto  venturosos.  El  libre  ejercicio  de  su  religión,  la 
de  fas  templos,  y  la  seguridad  de  sus  personas,  bienes  y  pose- 

I,  recompensaba  la  sumisión  y  el  tributo  que  debian  pagar  á  los  vence- 
dores. Y  la  fiddidad  de  estos  en  guardar  sus  pactos,  y  mantener  justicia  igual 
coa  todas  las  clases ,  sin  distinción  alguna ,  ganaba  la  confianza  de  los  pueblos, 
arien  coman  como  en  particular.  Y  en  estas  prendas ,  generoso  ánimo  y  hospi- 
talidad ,  eran  extremados  los  árabes  de  aquellos  tiempos. 

Si  la  historia  es  la  escuela  práctica  de  los  hombres  debe  respetarse  en  ella 
lareniad ,  y  no  desfigurarla  con  falsedades  y  calumnias.  La  imparcialidad  es 
d  requisito  mas  esencial  en  un  historiador,  y  sin  esta  prenda  ¿  qué  fe  pueden 
relaciones?  No  es  mi  ánimo  el  deprimir  el  mérito  y  utilidad  de  las 
han  precedido  á  esta  que  ahora  publico ,  trato  solo  de  indicar  que 

la  época  de  nuestros  árabes  son  de  poco  provecho  las  que  hasta  ahora 


El  Gronleon  de  I«doro  de  Beja,  conocido  por  el  Pacense,  es  el  único  oontem- 
á  la  venida  de  los  árabes  y  sus  primeras  conquistas  en  España.  Esta 
es  muy  concisa  y  de  muy  corto  tiempo  :  y  por  otra  parte  tan  depravada, 
soiameQie  conserva  los  desfigurados  nombres  de  los  apsitts,  ó  primeros 
eandílloa  árabes  que  mandaron  ea  España,  hasta  el  año séptinfo  'de  Jnzef  el 
Fchri :  esto  es ,  hasta  el  año  754  de  Jesucristo.  Sí  por  desgracia  no  se  Ihiblerau 
podido  las  (teas  que  este  diligente  escritor  dice  haber  compuesto,  tal  vez  no 
seria  tan  escura  y  desconocida  la  historia  de  aquella  edad  calamitosa.  En  lo 
peco  qoe  dice ,  aunque  no  tan  rudo  é  inculto  como  los  que  escribieron  después , 
9t  conoce  que  es  harto  ponderativo  y  declamador ;  y  ofrece  pocas  ideas  de  la 
paüda  y  gobierno  de  los  árabes  vencedores. 

las  qoe  le  siguieron  copiaron  de  él  con  poca  exactitud  :  y  en  lo  que  aña - 
dieroo  de  sos  tiempos  no  fueron  tan  diligentes  como  él ;  y  sí  mocho  mas  bárba- 
ros, eondsoa  y  apasionados.  Entre  estos  los  mas  conocidos  y  acreditados  son 
Salmanticense,  á  quien  se  atribuye  la  crónica  que  llega  hasta  el 
de  Jesucristo  :  el  Cronicón  Abeldense,  que  añadió  el  monge  Vigila,  y 
llega  ai  073.  A  este  siguió  el  Cronicón  de  Sampiro  Asturícnse  hasta  el  982 :  y 
laegocide  l^slagio  Ovetense  que  acaba  en  liOU.  En  todos  estos  no  se  halla  sino 
olgnaa  leve  noticia  de  las  cosas  de  los  árabes  :  el  suceso  de  una  batalla ;  la 
■aoiade  una  entrada  ó  rompimiento  \  el  nombro  desfigurado  de  algún  caudillo  ; 


▼III  PROLOGO. 

y  todo  ello  oaonro  y  teoeliiüeo.  No  hay  quebnscar  U  serio  de  losreyeBimnliiiieB, 
niespede  cierta  de  n  goMenio  6  de  sob  coetaiiiliraB.  Lob  Anales  oomplaleiifles 
que  llegan  al  año  1119;  los  eompostdanos  al  1248,  y  los  toledanos  al  1990, 
aon  todos  rodos ,  áridos  y  concisos,  y  no  merecen  sino  el  nombre  de  apunta- 
mientos, en  queso  nota  el  dia  ó  año  de  nna  batalla  ó  encuentro  de  los  enemigoB, 
ó  algún  acaecimiento  de  los  mas  notables.  Los  mas  importantes  sucesos  se  cuen- 
tan en  dos  palabras.  Por  ejemplo :  la  batalla  que  ks  árabes  llaman  de  Zalaca , 
por  el  sitio  en  que  se  dio  cerca  de  Badajoz,  quefuémuy  célebre  y  sangrienta, 
y  en  la  que  nuestro  rey  don  Alfonso  Seito  peleó  contra  lodo  éí  poder  de  los 
reyes  árabes  de  España ,  y  las  fuerzas  reunidas  de  los  moros  almorávides ,  que 
habían  yenido  de  África  para  auxiliaries;  la  cuentan  asi  estos  anales.  Los  com- 
plutenses dicen  :  In  era  iicxxiv.  nn.  vi.  x.  ral.  novudeis.  dU  SS.  Servandi 
et  GemuMi,  fuit  illa  arraneada  m  Baduzo,  id  e$t,  Saeraliai  letfiíü 
ruphu  rex  dornnus  jádefomus.  Los  eompostdanos  :  Era  mcxxiv  :  fmU  iUa  dU 
Badajoz.  Los  toledanos :  £ra  iicxxiv ,  arranearon  moroi  al  rey  dan  Aloneo 
en  Zagalla. 

De  estos  cronicones,  y -de  algunos  escritos  arábigos  formó  don  RuyXimenez, 
arzobispo  de  IViledo,  su  Historia  de  los  árabes  :  la  primera  latina  que  viola 
Europa  de  aquellos  célebres  pueblos  de  Oriente.  Este  docto  prelado  vivió  entre 
muzárabes ,  entre  quienes  era  vulgar  y  común  la  lengua  arábiga ,  que  d  arzo- 
bispo hablaba  coom)  la  suya  propia.  Aunque  su  historia  es*  harto  preciosa  no 
tiene  la  eztendon  y  claridad  conveniente  en  la  sucesión  de  las  dinastías  ará- 
bigas de  España  :  y  ademas  de  ser  escasa  y  oscura  no  pasa  dd  año  639  de  loa 
árabes,  esto  es  1140 de  Jesucristo.  Este  escritor  comparó  mal  lacorrespondenda 
de  los  años  de  la  era  dé  César  con  los  años  lunares  de  los  árabes.  Error  que 
extravió  á  céld>res  escritores  de  nuestras  cosas,  y  pusieron  la  entrada  de  los 
moros  en  España  en  el  año  713 ,  y  la  batalla  de  Jerez  en  noviembro  de  714. 

La  historia ,  que  se  dice  dd  moro  Rads ,  y  que  se  supone  tradudda  dd.  ará- 
bigo por  maestre  Mahamad,  y  Gil  Pérez,  dérigo,  de  orden  de  don  Donis,  rey 
de  Portugal ,  es  una  mezquina  oompiladon  de  los  bárbaros  cronicones  antiguos , 
con  algunas  noticias  tomadas  de  malos  libros  arábigos :  toda  llena  de  errores ,  y 
fábulas  absurdas.  Únicamente  merece  alguna  consideración  en  la  parte  geográ- 
fica ,  que  aunque  muy  depravada  sirve  en  este  punto  para  d  conodmiento  de 
aqud  medio  tiempo.  Es  asimismo  tan  escasa,  como  bárbara  y  ruda;  y  no  con- 
tiene mas  que  los  nombres  de  algunos  reyes  de  Córdoba :  y  de  un  rdnado  de 
dncuenta  añoa,  Ion  edebre ,  como  esel  de  Abderahman  111,  solo  dice,  «  que  reinó 
cincuenta  anos :  é  fué  muy  granado  en  sus  fechos;  é  dejó  Qjos  é  fijas,  é  fué 
elegido  por  mandado  de  Amiral)omdin. » Y  después  de  esta  aridez  y  talla  de 
exactitud  y  verdad  no  pasa  del  hijo  de  estq  Abderahman  en  el  año  366  de  los 
árabes.  Con  la  autoridad  y  nombre  de  este  historiador  arábigo  Izá  ben  Ahmed 
Razif ,  que  dertamente escribió  historia  de  España,  que  citan  muchos  escritores 
árabes,  se  han  esparcido  no  pocas  fábulas  en  las  crónicas castdlanas. 

La  que  se  intitula  Crónica  general  es  obra  llena  de  excelentes  cosas ,  de  nobles 
descripdones  y  discretos  conceptos ;  y  es ,  á  mi  parecer,  la  mas  elegante  y  culta 
que  en  lengua  vulgar  se  escribió  en  Europa  por  aqudlos  tiempos.  Pero  no  por 
eso  deja  de  abundar  en  fábulas  y  ridiculas  omsejas  de  moros  y  judies.  Por  mas 
que  el  sabio  rey  don  Alfonso  diga  que  « fizo  fiscer  este  libro  después  que  ovo  ayun- 
tados todos  los  antiguos  libros,  et  todas  las  crónicas ,  et  todas  las  historias  del 
latió ,  et  dd  hebrayro,  et  dd  arábigo,  que  eran  ya  perdidas  et  caldas  en  olvido ; » 
sin  embargo  no  mejoró ,  ni  ñié  mas  conodda  y  derta  la  historia  de  nuestros 
árabes. 

Lo  mismo  acaeció  en  las  crónicas  particulares,  recopiladas  en  tiempo  de  don 


meLOGo.  IX 

AkMoclOineno,  y  en  las  po8lerior8B;eii  las  que  solo  se  meiiekNiaii  aquellas 
pnaseosas  ifoe  tienen  ralaeioDooD  kssoeesoB  de  Doeslios  reyes;  yno  se  delie^ 
áicfenr  lo  que  pasaba  entre  los  moros.  ^ 

látelos  hialoríadoies,  aan  los  mas  dedos  y  crítieos,  no  han  reparado  esta 
porlede  nuestra  historia ;  y  esto  ha  sido  sin  duda  alguna  por  falta  de  erqdidon 
srtlágn:  pues  sin  ella  era  imposible  hacer  otra  cosa  que  copiar  lopocoqnede 
eslsdioai  losantigoos,  y  conjetorar  sobre  ello  :  lo  que  en  realidad  noesmas 
fse  palpar  tinieblas,  y  andar  á  oscuras  y  desatinados.  No  merece  mencionarse 
laabsnrda  fábnla,  que  con  titulo  de  traducción  dé  la  historia  de  Taríf  Aben 
T^aiCy  poblleó  el  morisco  Miguel  de  Luna,*  que  la  fingió,  manifestando  sv 
igBaranda  en  la  materia ,  y  su  impudente  osadía  literaria. 

Cnanto  he  dicho  hasta  aquí ,  exponiendo  mi  juicio,  acerca  de  nuestros  anti- 
gnos  escritores  de  la  historía de  esta  época,  no  ha  sido  con  ánimo  de  deprimirlos, 
■i  de  ensalzará  sucostaá  los  escritores  arábigos.  Debo  ser  impardal;  y  acerca 
éd  Bteitode  estos  diré  mi  parecer  con  igual  franqueza. 

Los  árabes  han  tenido  siempre  gran  copia  de  escritores,  porque  en  esto  no 
les  attetajan  las  naciones  mas  cultas ,  antiguas  ó  modernas.  Y  si  desde  sus 
tncBos  tiempos,  y  cuando  ya  no  escribían  solo  poesías ,  y  canciones  de  amores, 
y  de  afen  turas  y  valerosos  hechos,  sino  que  se  dieron  al  estudio  de  las  ciencias 
,  y  trasladaron  á  su  lengua  todo  lo  bueno  que  de  ellas  habia  en  Grecia ; 
el  mismo  fervor  se  hubiesen  entonces  aplicado  á  leer  y  traducir  las  bis- 
griegas  y  latinas,  hubieran  imitado  los  buenos  ejemplos  que  dieron 
naciones.  Y  ahora  en  vez  de  impertinentes  y  pueriles  biógrafos,  secos 
y  vanos  autores  de  hadices,  ó  historias  tradicionales,  llenos  de 
pcanpa ,  y  de  lascivas  gracias  de  estilo,  tendriamos  en  ellos  buenos  historia- 
dora: pn9  los  árabes  ni  en  lengua  ni  en  ingenio  ceden  á  ninguna  otra 


Hadgi  Challa  cuenta  mas  de  mil  y  doscientos  historiadores  en  su  Biblioteca 
«iental ;  pero  los  mas  de  ellos  son  compiladores  y  abreviadores  de  diez  ó  doce 
principales :  y  erano  ni  aun  estos  están  libres  de  preocupaciones  y  errores,  por 
lidia  de  critica  y  dé  conocimiento  de  las  naciones,  de  sos  leyes  y  costumbies , 
los  modernos,  con  menos  sabiduria  y  disposición  para  escribir  de  cosas  antiguas, 
ka  han  cofMo  sin  reflexión ;  y  han  pn^gado  muchas  fábulas,  que  dan  oca- 
óan  á  las  disputas  y  desconfianzas  de  los  críticos. 

Algunos  de  sus  autores,  como  Aben  Ishak  Tabarí,  Aben  Ornar  él  Wakedi , 
d  Hesandi,  Seif  Alezdi,  Aben  Keibi ,  Novairi  y  otros,  tratan  en  sus  historias 
de  vacilas  naciones  y  de  tiempos  difeirentes.  Algunos  se  han  reducido  á  ciertos 
imMoK  y  ciertas  épocas :  otrosá  los  sucesos  de  so  pais  ó  de  sus  contemporáneos. 
A^Aben  Hegig,  óRechicse  limitó  ala  historia  de  África ;  y  Aben  Hayan ,  el 
■ejcr  historiador  de  las  cosas  de  España ,  se  dñó  á  este  asunto,  y  á  los  reina- 
dos de  los  Omey  as  en  Córdoba.  Los  infinitos  escritores  que  han  venidodespues 
no  han  hecho  sino  copiar  á  su  modo,  y  apropiarse  las  noticias  de  los  antiguos 
compilaciones  con  masó  menos  discreción  y  critica.  Y  no  pocos,  por  un 
excesivo  á  lo  maravilloso,  no  se  contentaron  con  repetir  los  sucesos  anti- 
9oaM>  los  hallaron,  sino  que  los  presentan  enriquecidos  con  adornos  de  su 
haii^inafiím ,  llenando  la  historia  de  circunstancias  fingidas :  llegándola  manía 
dealganoB  á  desfigurar  y  disfrazar  los  acaecimientos  de  que  fueron  testigos  y 
porticiptntes.  Pero  el  gusto  mas  oranun  de  los  árabes  es  epitomar  á  los  antiguos, 
mí  historiadores  como  geógrafos ;  de  manera  que  han  hedió  por  lo  común  de  la 
Uiloria  y  geografía  un  esqueleto ,  que  solo  contiene  nombres  de  pueblos  y  de 
leyesj  y  de  épocas  impertinente^  minudosas :  llegándola  ridicula  prolíjidail 
de  aligónos  á  contar  hasta  las  horas  de  la  vida ,  ó  del  reinado  de  los  príncipes; 


X  PROLOGO. 

cuando  pasan  por  alto  ctrcoastancias  y  anoeaos  ée  ka  mas  Importanta.  Loa 
árabes  antiguos  son  mas  pantoales  y  exactoa ,  y  tienen  mas  conformidad  en  sos 
relaciones :  los  modernos,  á  excepción  de  al¿an  otro,  como  Abaifedá  y  ben 
Gbaledon,  son  inconexos  y  desigoales;  nnas  veces  concisos,  y  otras  prolijos, 
y  redandantes  en  descripciones,  especialmente  de  aqndlas  batallas  en  qoe 
fueron  venturosos ;  y  con  dos  palabras  refieren  aquellas  en  qoe  quedaron  ven- 
cidos, tal  vez  con  horrible  matanza.  Tai  es  el  genio  de  estos  escritores  por  lo 
común,  pues  ya  he  significado  que  esla  censura  no  comprende  á  todos,  porque 
hay  algunos  buenos  hlsloiiadores  que  no  deben  confundirse  con  la  turba  de 
escritores  de  poco  mérito. 

Losautores  arábigos ,  conocidos  en  Europa ,  y  publicados  en  día  por  los  doc- 
tos Seldeno,  Pocok,  Erpenio,  Goiio,  Schultensy  Reiscfae,  son  de  muy  corta 
utilidad  para  nuestra  hkleria.  Ni  en  la  de  las  dinastías  de  Abulfiíragi ,  ni  en 
loe  anales  de  Aben  Batrik  de  Alejandría  se  hace  mención  de  nuestras  cosas.  En 
los  anales  de  Elmacin ,  abreviadim  de  los  de  Tabari ,  hay  una  ligera  reladon 
de  la  conquista  de  España ,  en  que  se  nota  el  año  en  que  acaeció,  y  el  falleci- 
miento de  los  principales  Omeyas,  reyes  de  Cordel ;  y  todo  esto  en  dos  pala- 
bras.  Los  anales  muslímicos  de  Abulfedá  ni  siquiera  notan  la  entrada  de  los 
árabes  en  España ,  ni  mencionan  sus  primeros  amlres  ó  prefectos ,  ni  sus  guer- 
ras. Únicamente  dicen  algo  del  último  tiempo  de  los  Omeyas,  la  muerte  de 
algunos  y  su  fisonomía  :  alguna  cosa  de  los  Hamudes  de  Málaga  y  Edrises ; 
pero  todo  en  extremooscuro  y  superficial.  La  historia  sarracénica  que  publicó  en 
ingles  Simón  Ocley ,  tomada  del  Wakedi  y  de  otros ,  no  pasa  de  la  conquista  de 
Siria  y  algo  de  Egipto.  Y  así  para  nuestro  asunto  no  es  de  provecho. 

El  señor  Gardonne  escribió  en  francés  una  Historia  de  las  conquistas  de  los 
árabes  en  África  y  en  España*  que  han  traducido  los  alemanes  y  los  ingleses. 
Pero  este  escritor  no  consultó  otros  historiadores  arábigos,  que  los  que  habla 
extractedo  nuestro  sabio  arzobispo  don  Rodrigo,  algo  de  las  notas  de  Heriielot , 
en  que  se  halla  lo  que  refiere  el  Novairi ,  y  lo  que  leyó  en  nuestros  castellanos 
acerca  de  los  sucesos  del  reino  de  Granada.  Incurrió  en  el  error  cronológico  del 
ya  dicho  arzobispo ,  á  quien  copia ,  en  cuanto  al  año  de  la  entrada  de  los  árabes 
en  España.  Llama  á  Taric  ben  Zeyad  con  el  nombre  de  Taric  ben  Malic  el 
Meafir  :  y  como  si  ítaese  diferente  persona  el  caudillo  árabe  le  llama  en  la 
página  siguiente  Tarid  ben  Ziad  ben  Abdullah.  Hace  entrar  á  Muza  en  España 
en  el  año  97  de  la  Hegira ,  ó  sea  715^de  nuestro  cómputo ,  cuando  ya  en  aquel 
año  había  salido  de  España  para  Siria  de  orden  del  califa.  Habla  de  la  conquista 
de  Morola  como  si  la  hubiese  hecho  Taric ,  coando  los  escritores  árabes  refieren 
la  capitulación  de  Toriola  hecha  por  Abdelaziz  en  el  año  de  94.  Y  copia  sin 
discreción  las  relaciones  de  nuestras  crónicas ,  los  milagros  y  otras  soñadas 
proezas ,  de  que  no  hay  mendon  en  los  escritores  árabes.  Y  sos  descuidos  llegan 
hasta  d  punto  de  señalar  la  entrada  de  Jelid  ben  Hatim  en  Fez ,  cuando  todavía 
no  existia  esta  ciudad  :  porque- Fez  no  se  fundó  baste  el  año  192. 

£1  señor  De  Guignes,  en  su  Historia  de  los  Hunnos,  abrazó  modia  erudición 
tártara  y  china ;  pero  de  nuestros  árabes  no  trae  mas  que  algunos  nombres  y 
notidas  superficiales ,  con  errores  notables  y  extrañas  equivocaciones.  Por 
ejemplo :  dice  qoe  el  rey  Hixém  II  fué  depuesto  por  su  primer  hagib  ó  minis- 
tro Almanzor  en  el  año  399.  Es  notable  error  y  folsedad  :  porque  este  célebre 
Almanzor  fué  muy  leal  toda  su  vida ,  y  la  empleó  y  la  perdió  por  engrandecer 
el  estedo  de  su  rey  Hixém.  Y  después  de  veinte  y  cinco  años  de  gloriosos  servi- 
cios, y  grandes  pruebas  de  acendrada  lealted ,  murió  peleando  por  su  rey  en  el 
año  392  :  esto  es,  siete  años  antes  que  el  rey  Hixém  fuese  depuesto ,  según  el 
errado  cómputo  del  señor  De  Guignes.  Y  otra  prueba  bien  clara  de  la  lealtad  de 


PROLOGO.  «  XI 

que  floa  dos  hijos  le  snoedieroo  en  el  eargode  hagíb  ,  y  sinrieron 
itieyHizém  U  con  ki  misma  fldelidad,  sino  con  la  misma  fortuna  que  su 
ladre. 

La  ffistoría  de  los  árabes  del  señor  de  Marígni  apenas  menciona  ias  oonquis- 
tolde  estoa-en  África  y  eo  España. 

Eo  noeslros  dias  han  creído  algunos  que  se  podía  formar  la  historia  de  los 

árabes  de  Eapada  sobre  los  fragmentos  históricos  que  publicó  Casírí  en  su  obra 

de  h  Biblioleea  Eacorialense.  £1  ingles  Morphy  y  nuestro  crítico  Masdeu  lo  han 

hecko  así ,  sin  otra  gaia.  No  hablaré  del  méritode  estas  dosobras ;  pero  el  amor 

ib  Tcrdad  me  obliga  ¿  decir  que  los  fragmentos  traducidos  por  Gasirí  han  sido 

pva  las  tinieblas  de  nuestra  historia  como  la  luz  de  los  relámpagos ,  que  des- 

iiBbnuí  y  desatínan  mas  que  aclaran  ó  Ilustran.  Hay  en  dichos  fragmentos 

fcecMBlea  eqaivoGacÍ€mes  de  personas,  lugares  y  tiempos »  que  no  puede  cor • 

fegird  qne  do  eonsnlte  los  originales  que  leyó  Gasirí ,  y  copió  y  trasladó  con 

precípítacíoa ,  oon   naocfaos  yudos,  y  expresando  á  las  veces  cosas  muy  diver- 

«as,  y  aun  contrarias  de  lo  que  en  ellos  se  dice.  Sería  menester  un  largo  dis- 

ano  para  notar  tantas  errores  historíeos  y  cronológicos :  bastará  en  prueba  de 

h  mdad  apontar  algunos.  Dice  en  la  página  65  del  tomo  II  qne  los  Beni  Alaf- 

lis  —py^fgiTm  A  dominar  en  Badajoz  año  de  la  Hegira  tf61 ;  y  que  después 

atendieron  sa  imperio  á  Zaragoza  y  otras  ciudades  de  España.  En  esto  hay 

iMCafaie  error ;  porque  la  dinastía  de  los  Beni  Alafias  dejó  de  existir  el  año 

déla  Hcg^  497 ;  y  por  consiguiente  no  pudo  principiar  setenta  y  cuatro  años 

Mefmto  de  so  extinción.  También  es  absolutamente  incierto  que  esta  familia , 

fie  Silo  dio  caatro  reyes  al  Algarbe ,  tuviese  dominio  en  Zaragoza  y  otras  du- 

Mes.  Y  salo  on  Labib  ben  Alalias,  hermano  del  primer  rey  de  Badajoz ,  fué 

will é gobernador  deTortosa;  pero  nunca  fueron  rayesen  la  parto  oriental. 

b  la  pá^na  103  nombra  cuatro  personages,  reyes  de  España  y  deSerilla ;  los 

lits  piBucrus  de  la  dinastía  de  los  Beni  Abed,  y  el  cuarto  rey  de  Sevilla  de 

sira  bmilia  diferente.  Mas  esto  es  una  confusión.  £1  que  llama  Abu  Chalad 

Wfe  hi|o  dd  rey  Abulcasem ,  pero  no  llegó  á  reinar  en  parte  alguna.  £1  Abul- 

oeem  ca  el  mismo  que  Muhamad  Almotamed  ,  rey  de  Seyilla ,  á  quien  suce- 

diéea  el  reino  so  hijo  Abu  Amm,  apellidado  Almotamed  Biia;  y  á  este  su 

h^Mahamad ,  apdlidado  Almotamed  Bila ,  que  fué  el  último  de  los  Beni  Abed, 

y  ■Bo  de  sos  mochos  hijos  fué  el  Abu  Chaled  Jezld  el  Radhi ,  á  quien  su  padre 

di»  el  gobierno  de^Algeziras :  y  fué  el  que  en  el  año  484  recibió  á  Juzef  cuando 

á  aasillar  á  los  reyes  de  España;  y  luego  pasó  á  Ronda,  donde  le  asesinó 

.  caodillo  de  los  Almorávides.  £1  Abu  Muhamad  Omar  ben  Almodafar 

reinó  en  Sevilla  :  fué  sucesor  de  Gehwar  en  Córdoba ,  y  perdió  la  ciudad 

7  el  estado  que  ganó  el  rey  de  Sevilla.  En  la  página  104  introduce  un  Almanzor, 

rey  daCalat  llamad  (que  Casiri  traduce  Alamedilla) ;  pero  no  hubo  tal  cosa  ni 

tal  reino  en  España.  Calat  Hamad  era  un  fuerte  en  el  estado  de  Magréb  el 

Waat ,  ó  medio;  esto  es ,  en  el  reino  de  Túnez ;  y  es  un  absurdo  lo  de  Átame- 

ddla.  En  ta  página  113  dice  que  los  Benimerines  de  África  principiaron  en  el 

079  de  la  Hegira ;  y  es  otro  error.  Según  todos  los  historiadores  los  Benimc- 

principlaron  el  año  610  de  la  Hegira  en  la  parte  occidental  de  África ;  y 

iron  de  Fez  contra  los  Almohades  :  y  en '  667  ocuparon  á  Marruecos. 

Hay  en  U  misma  obra  equivocaciones  no  menos  extrañas ,  como  el  Itamar  rey 

«le  las  Almorávides  á  Jacub  Juzef  que  fué  rey  de  los  Almohades ;  el  confundir  á 

los  valles  con  los  reyes,  á  los  hijos  con  los  padres,  atribuyendo  á  los  unos  las 

'líTieacfl  y  eropleoa  de  los  otros ,  como  á  don  Sancho  las  conquistas  del  rey  de 

f ^cakada  Mohanuid  11 :  equivocar  á  los  galos  con  los  gallegos ,  la  ciudad  de 

^la^  crn  la  de  Ronda ,  á  Gosutía  ron  Ecija ,  y  al  Cid  (::ampeador  con  el 


XII  PROLOGO. 

emperador  don  Alonso ,  estropeando  para  esto  nna  relación  may  importante 
que  trae Ben  Besam,  excelente  escritor,  á  quien  «^  mal,  y  no  pudo  traducir 
bien.  Haciendo  de  esta  manera  que  desaparezca  de  la  historia  arábiga  de  España 
el  héroe  de  Castilla ,  de  quien  hacen  frecuente  mendon  los  autores  árabes;  y 
dando  ocasión  á  los  críticos  para  que  miren  como  fábulas  las  crónicas  enteras 
y  los  famosos  hechos  del  Cid ,  y  hasta  su  existencia,  como  si  fueran  patrañas  y 
consejas,  ó  como  los  romances  de  los  do6e  Pares,  ó  bandos  de  Zegríes  y  Aben- 
oerrages  de  Cines  Pérez  de  Hita.  No  bastb  por  derto  el  oonodmiento  de  la  len- 
gua arábiga  sin  crítica  y  erúdidon  en  la  historia  para  hacer  útiles  y  oportunos 
extractos  de  los  libros  en  que  están  esperadas  las  noticias  sin  orden  ni  con- 
derto.  Un  historiador  mas  moderno  sude  abreviar  ó  desfigurar  un  suceso  ó 
rdadon  que  escribió  exactamente  otro  mas  antiguo ;  y  el  que  sin  estudio  y  justa 
reflexión  extracta  á  la  ligera  y  copia  sin  discernimiento  está  expuesto  á  incurrir 
en  muy  graves  errores. 

Por  lo  dicho  hasta  aquí  es  fádl  conocer  que  he  procurado  estudiar  cuantos 
libros  y  autores  han  llegado  á  mi  noticia  de  los  que  podían  tener  conexión  con 
mi  asunto.  Fuerza  ha  sido  examinarlos  todos  para  aprovecharme  de  sus  noti- 
cias y  compararlas  y  rectificarlas  con  impardaiidad.  Y  lo  mismo  he  hecho  con 
los  escritores  arábigos,  cuyas  obras  nombraré  después  al  dar  razón  de  los 
manuscritos  de  que  me  he  valido. 

Esta  Historia  de  la  domlnadon  de  los  árabes  en  España  está  compilada  de 
varias  memorias  y  libros  arábigos  escogidos ,  antiguos  y  acreditados;  y  me  he 
propuesto  dedr  lo  que  dios  refierai ,  y  lo  hago  casi  siempre  con  sus  propias 
palabras  fidmente  traduddas.  Así,  al  mismo  tiempo  que  se  ven  los  hechos  de 
aquella  nadon ,  se  puede  conocer  d  genio  y  estilo  de  que  usan  para  historiar- 
los. He  omitido  si  las  referencias  tradidonales  en  que  los  árabes  fundan  sus 
nanradones,  por  excusar  la  mdesta  y  prolija  cadena  de  sus  historiadores,  sos 
nombres,  apellidos,  patrias  y  demás  circunstancias  que  expresan  dios  á  la 
larga  y  á  cada  paso. 

Los  lectores  pues  deben  ponerse  en  d  caso  de  leer  este  libro,  cual  d  estu- 
viera escrito  por  un  autor  árabe :  porque  en  efecto  es  un  extracto  y  traduodon 
fiel  de  muchos  de  ellos.  Y  asi  no  deberán  extrañar  la  diferencia  notable  entre 
las  narradoues  de  esta  historia  y  las  de  nuestros  libros :  ni  la  poca  noticia  que 
se  da  de  nuestros  reyes  ó  caudillos ,  de  sus  proezas  y  su  gobierno.  Este  libro  es 
como  dreversodennestra  historia,  y  así  como  en  ella  se  dice  bien  poco  ó  nada 
de  la  sucesión  y  orden  de  las  dinastías  arábigas  y  de  las  costumbres  morís- 
cas,  así  en  esta  se  habla  muy  poco  de  las  de  León  y  Castilla.  Y  d  fuese  de  otro 
modo  deberia  parecer  increíble.  Los  nombres  de  Roderico,  Teodomiro,  Ata- 
naildo ,  Alfonso ,  Ramiro,  Ordoño  y  Veremundo  son  los  únicos  que  se  mencio- 
nan en  los  antiguos  libros  árabes.  Y  en  los  tiempos  posteriores  los  Alfonsos, 
Fernandos,  Gardas,  Sanchos,  Remondes,  Armengaudos,  Gacuipes,  condes 
de  Barodona ,  Ruderi^o  el  Campidor,  Albarhanis,  el  conde  de  Gomia  y  Alman- 
rig.  En  términos  que  para  ellos  ha  sido  tan  desconocida  y  oscura  nuestra  his- 
toria ,  como  para  nosotros  la  suya. 

De  propódto  he  conservado  en  arábigo  castellanizadas  las  terminadcmes ,  y 
ciertos  nombres,  dignidades  y  empleos  políticos  y  militares,  que  traduddos 
suden  ofrecer  una  dgnificadon  vaga  y  en  general  menos  clara  y  distinta  de  la 
que  les  conviene  en  las  costumbres  arábigas.  Así  se  hallarán  á  cada  paso  amires, 
valles,  vazires,  cadies,  alcaides,  jeques,  hagibes,  almucademes,  arraya- 
oes  ,  etc. ,  y  otros  nombres  de  expedidones  y  conquistas  como  algihed ,  algara , 
que  distinguen  d  intento  y  fin  de  la  guerra ,  entrada ,  tala ,  correría  ó  conquis- 
ta. Porque  los  escritores  arábigos  distinguen  con  prolijidad  cada  cosa  de  estas. 


PROLOGO.  XIII 

SJB  entargo  procaro  qoe  noeaoflen  oseoridad  en  el  oonteito.  Asimismo  oonsenro 
ai  les  |Niiiieti)8  tiempos  las  depravaciones  que  los  árabes  ha^^  nombres 

4e  Muertiají  ciudades  y  proyindas :  porqne  esto  pnede  ayadar  á  conocer  los  orí- 
foies  de  modios  de  los  nombres  qne  ahora  tienen  y  rastrear  los  primitivos. 
TwaúAea  algunas  veces  he  nsado  los  nombresque  ellos  dan  á  sos  horas  ó  divisio- 
nes del  día.*  eomohoradeazohbi»  hora  dd  alba:  horade  adoba,  de  diadaro: 
de  adobar,  al  mediodía:  alazar,  de  media  tarde :  almagrib ,  á  puesta  del  sol : 
alaiemaó  alazá,  al  anodiecer,  al  oscurecer, ya  entrada  la  noche;  porqneesto, 
una  vez  entendido,  no  produce  confnslon ,  y  expresa  sas  costumbres  religiosas 
de  dividir  él  tiempo  por  las  horas  de  sus  oraciones  ó  azalaes. 

Gomo  la  eradidon  y  la  poesía  eran  una  parte  prindpal  de  la  educación  caba- 
fleresea  de  nuestros  árabes,  y  sirven  tanto  para  notar  su  ingenio  y  sus  cos- 
tambras,  no  lie  querido  privar  á  mi  historia  de  este  ornato  de  gusto  tfábigo: 
pues  BO  hay  entre  ellos  historia  alguna  de  mérito  que  no  esté  adornada  de  ver- 
sQscon  mas  ó  menos  profusión.  Por  eso  he  insertado  los  que  me  han  pareddo 
■asear^cterfstícos,  y  que  por  lo  regular  tienen  reladon  con  los  sucesos  histori- 
óos. Aim  en  esta  parto  he  querido  imitarlos  en  la  traducción ,  hadéndola  en 
Boeslros  versos  de  romance;  que  es  género  de  compoddon  la  mas  usada  en  la 
■¿ti ka  jffábiga ,  de  donde  procede  sin  duda.  Y  los*he  hecho  imprimir  como 
cuas  loa  escriben  -.  porque  cada  dos  versos  de  nuestros  romances  equivalen 
í  «loarálHgo,  que  ellos  dividen  en  dos  partes.  Y  asi  nuestro  primer  verso 
eqvvale  á  la  prÍBoera  mitad  ó  primer  emistíquio  árabe,  que  ellos  llaman 
qdrilbait  ó  entrada  del  verso.  Y  nuestro  segundo  verso  al  otro  emistíquto  árabe, 
qae  ñaman  ogzilbaitócabodelverso;  y  ambos  emistiquios  son  de  igual  número 
de  rilabas.  La  calla  ó  consonancia  está  en  ogadlbait,  ó  cabo  del  verso.  De  modo 
que  una  estrolá  de  nuestros  romances,  compuesta  de  cuatro  versos,  corresponde 
á  caatro  cmistiquioB.  ó  sean  dos  versos  arábigos.  He  debido  notar  esto  porque 
a»  se  extráñela  novedad  en  el  modo  de  im|»ímir  los  versos  castellanos.  Lo  he 
faedho  9tí  porque  saltea  losojos  esa  prueba  material  dd  origen  arábigo  de  nues- 
traraétrica.  Guando  pueda  publicar  una  traducdon  que  tengo  hecha  de  varias 
psüsíai  árabcn ,  probaré  en  un  discurso  preliminar  la  gran  influencia  de  la  poesía 
«ábígaan  la  castellana. 

£n  todo  el  discurso  de  la  historia  u^  de  las  fechas  y  aftos  arábigos ,  y  entre  pa- 
rtelesis  nota  el  correspondiente  año  de  Jesucristo.  En  general  se  debe  tener 
ptCB^ife  que  cada  año  arábigo  coindde  con  dos  de  la  era  cristiana:  esto  es,  con 
BB  dd  piindpio  ó  dd  fin  de  cada  año.  No  siempre  he  reduddo  los 
y  diaspor  evitar  esta  proiyidad,  que  por  otra  parte  es  negodoiádl  para 
qaicB  tenga  interés  de  verificar  fedias:  saUendoqued  añode  los  árabes  es 
hmar.ytienedañoccMnun  354  dias  y  el  intercalar  356.  Por  eso  sucede  queso 
priadpiovaria,  retrocediendo  cada  año  hada  enero  diez  diasú  once.  Ycoando 
el  año  común  árabe  con  el  intercalar  nuestro  retrocede  doce  dias.  De 
qoeendeqpado  de  34  aftos  corred  prindpiode  su  año  por  todos  nues- 
Asf  que  convienesaber  enquédia  y  mes  nuestro  prindpia  encada 
d  primer  mes  de  los  árabes.  Eldrden  de  sus  meses,  que  llaman  lunas,  es 
ddgidento  :  Muharram,  Safer,  Rabie  primera,  Balrie  segunda,  Giumada 
primen,  Giumada  segunda,  Regeb,  Xaban,  Ramazan,  Xawál,  Dylcada, 
Dylhas^.  ^^^^  BM  á^  cuenta  desde  la  aparidon  de  una  luna  nueva  bástala 
apirkion  de  otra  nueva  luna  :  y  este  intervalo  nunca  ezoede  los  tremta  dias, 
d  baja  de  veinte  y  nueve;  y  adiós  computan  alternadamente.  Pero  d  último 
■es,  DyOufgta,  en  el  año  intntalar  tiene  siempre  trdnta  dias. 

Us  mas ant^iuas  épocas  de  los  árabes,  dice  Homaidi  que  ftieron temadas 
de  las  aeaedmieotes  memorables  ó  de  las  grandes  seqdas  ó  de  las  eitraoidi- 


XIV  PROLOGO. 

narias  Harías.  Después 0oni|MitaroD  desde  la  ruodaekm  de  la  Caaba  ó  casa  coa* 
drada ,  que  es  ei  templo  antiquísimo  de  la  Meca ,  que  creen  fundado  por  Abra- 
bam  O  por  Ismael.  Luego  contaron  desde  la  época  de  la  guerra  etiópica,  estoes, 
de  la  expedición  del  señor  del  Elefante,  y  por  eso  á  esta  época  llamaban  de 
Alfd  ó  del  Elefante.  Por  último  con  ocasión  de  Maboma  y  de  su  Hegira ,  fuga  ó 
retirada  de  Meca  á  Medina,  principiaron  á  contar  por  ella ;  y  es  ei  cómputo 
que  siguen.  Según  los  mas  acertados  cálculos  convienen  los  cronólogos  en  que 
la  Hegira  principió  á  16  de  junio  del  año  622  de  Jesucristo. 

En  cuanto  al  estilo  en  que  va  escrita  esta  bistoria ,  siendo  una  traducción  de 
varios  escritores,  deberá  notarse  alguna  desigualdad  ,  aunque  no  tanta  á  mi 
entender,  que  repugne  á  la  índole  de  nuestro  idioma  ó  á  la  variedad  que  per- 
mite muy  bien  la  narración  bistórica.  Pero  mi  principal  conato  ba  sido  el  mos- 
trarme fiel  y  exacto,  y  dar  á  la  obra  el  carácter  que  le  corresponde,  siendo 
como  es  una  compilación  arábiga.  Otro  con  mayor  inteligencia  y  manejo  en  el 
castellano  bubiera  bedio  en  esta  parte  mucbo  mas  :  así  lo  confieso,  porque  asi 
lo  conozco.  Pues  nuestra  rica  lengua  debe  tanto  á  la  arábiga ,  no  solo  en  pala- 
bras ,  sino  en  modismos ,  frases  y  locuciones  metafóricas  que  puede  mirarse  en 
esta  parte  como  un  dialecto  arábigo  aljamiado.  El  estilo  y  expresión  de  la  Cró- 
nica general  de  don  Alfonso  X,  el  libro  del  Conde  Lucanor,  y  algunas  otras 
obras  del  infante  don  Juan  Manuel ,  como  la  Historia  de  Ultramar,  están  en 
sintaxis  arábiga;  y  no  las  falta  sino  éí  sonido  material  de  las  palabras  para 
tenerlas  por  obras  escritas  en  muy  propia  lengua  árabe. 

Resta  decir  y  señalar  los  escritores  y  las  obras  arábigas  que  me  ban  servido 
para  formar  esta  bistoria.  Este  es  un  requisito  esencial  para  responder  á  los  lec- 
tores de  mi  buena  fe  y  de  mi  veracidad  :  pues  no  bastarla  protestar  con  pala- 
bras la  sinceridad  de  mi  ánimo ,  ageno  de  la  disimulación  y  supereberia.  Y  es 
razón  que  otros  instruidos  ya  en  el  árabe ,  ó  que  se  instruyan  en  adelante, 
puedan  cotejar  los  originales ,  y  ponerse  en  estado  de  juzgar  de  mi  trabuco  y 
corregir  mis  yerros  é  imperfecciones ,  ilustrando  mas  y  mas  el  asunto  con 
utiUdad  y  provecbo  de  todos.  Básteme  á  mi  la  sola  satisfacción  que  pueda  caber- 
me de  baber  dado  principio  á  la  empresa. 

Los  manuscritos  de  que  me  be  valido  son  los  siguientes  : 

La  obra  de  Abu  Abdala  Mubamad  ben  Abi  Nasr,  el  Homaidi  de  Córdoba  , 
que  contiene  una  breve  crónica  de  la  conquista  de  España ,  sucesión  de  lo» 
amires  ó  prefectos  de  ella :  la  serie  de  los  Beni  Omeyas ,  reyes  de  Córdoba ,  y 
vidas  de  varones  ilustres  de  España.  Escribía  este  autor  por  los  años  450  de  la 
Hegira :  y  continuó  esta  obra  Abmed  ben  Yabye  ben  Abmed  ben  Omeira,  ed- 
dobi  de  Mallorca ,  que  llegó  basta  el  año  560.  £1  Homaidi,  ademas  de  ser  harto 
antiguo  y  cita  á  Abdelmelic  ben  Habib  Zalemi ,  á  Abdala  ben  Junes,  á  Abdala 
ben  Wabib,  á  Alaitz  ben  Saad ,  y  á  Abul  Casem  Abderabman  ben  Abdala  ben 
Abdelbakem :  todos  los  cuales  fueron  escritores  de  los  primeros  tiempos  de  los 
árabes;  y  trataron  de  sus  conquistas  en  Occidente.  Es  un  tomo  en  folio  escrito 
en  papel  morenoy  grueso. 

Asimismo  me  ha  servido  para  los  sucesos  de  la  conquista,  gobierno  de  los 
walíes  y  amires,  la  época  de  la  ¡HÍmera  dinastía,  y  medios  tiempos  de  la 
dominación,  arábiga ,  la  historia  de  Aben  Alabar,  el  Codai,  valenciano :  y  el 
suplemento  á  la  mima  obra  de  varones  ilustres  de  España  y  de  África.  Este 
escritor  era  muy  docto;  y  extractó  y  copió  mucho  de  la  célebre  historia  de 
España  de  Abu  Meruan  ben  Hayan  ben  Cbalf ,  el  mas  diligente  y  famoso  histo- 
riador de  la  dinastia  de  los  príncipes  Beni  Omeyas.  Y  también  se  sirvió  de 
kw  anales  de  Abul  Hasan,  boi  Besam,  y  de  otros  autores  de  menos  mnabre, 
entre  otros  de  Iza  ben  Ahmed  ben  Mdiamad  ben  Muza  el  Razif ,  de)  Mocri 


PROLOGO.  XV 

.ika  Abdala  ben  Abdelaziz  ben  Saad  Axatí ,  y  de  Mahamad  Aba  Becar  ben 
ioBÍ  ben  GaMm  XelM  en  su  His}oria  de  Aben  Abed ,  rey  de  Sevilla.  Y  también 
■e  bi  aerrldo  un  pimoeo  fragmento  de  historia  de  España ,  qne  hay  al  fin  de 
crte  códiee  del  Godai ,  en  que  se  refieren  la  entrada  y  primer  tiempo  de  los  ára- 
bes. En  este  fragmento  se  dta  á  Ahmed  ben  Abi  Alfeyadh.  Son  tres  tomos  en 
fioiia,  escrítoa  en  papel ;  y  la  copia  mas  antigua  qne  he  visto  no  pasa  de  nuestro 
agio  XV. 

ftra  el  medio  tiempo  de  la  dominación  arábiga  roe  he  valido  también  de  la 
«Iva  de  Meraodi ,  intttolada  Prados  áureos :  pues  este  o¿ld>re  y  antiguo  histo- 
riador, qpe  trató  de  los  sucesos  de  todas  las  naciones  en  su  tiempo,  refiere  en 
mm  breves  artículos  sobre  España  importantes  acaecimientos  del  año  327  de 
tas  árabes,  y  la  expedición  de  Abderahman  III ,  talas  y  conquistas  reciprocas 
de  ZaiMn  por  las  tropas  del  rey  de  Córdoba ,  y  los  cristianos  acaudilladíos  por 
d  rey  Radmir  de  Galicia.  Llegan  sus  noticias  hasta  el  año  de  336 ,  en  que 
este  aiutor :  el  cual  menciona  á  los  reyes  de  Galicia  Odron  y  Adfons, 
es,  Onkmo  y  Alfonso  de  León ,  que  ellos  comprendían  bajo  el  nombre  de 
Gaücin.  Son  dos  tomos  en  cuarto  gruesos ,  y  de  mediana  antigüedad ,  copla 
aíríeaoa. 

ParaloB  sneesosde  la  guerra  civil ,  que  se  suscitó  después  de  acabada  la  di- 
de  los  Omeyas  en  España ,  entre  los  diferentes  régulos,  ó  reyes  de  taifas 
cOos  decian,  independientes  y  confederados  unos  contra  otros,  y  que  se 
ifividicnn  las  provincias  de  España,  me  ha  servido  la  historia  de  varones 
ilasbes  españoles  de  Abnl  Casem  Chalaf  ben  Abdelmelic  ben  Bascual  de  Gór- 
diAe,  qoe  eomprende  lo  acaecido  desde  el  primer  siglo  de  la  Hegira  hasta  el 
n  que  vivió  el  autor.  Un  tomo  en  folio,  escrito  en  papel  acartonado 


Ht  le  qoe  hace  á  la  época  de  los  moros  Almorávides  y  de  los  Almohades 

enteramente  la  Hlstoría  de  Fez  de  Abdel  Ualim  de  Granada, 

Mugente  del  año  726 ,  que  vio  y  extractó  los  principales  historiadores 

de  Afrkay  de  Españi^,  y  muchas  veces  cita  los  registros  de  las  cámaras  regias , 

mnyautfentlcospan  loe  sucesosde  los  reyes.  Es  un  tomo  en  cuarto 

en  papel;  copia  africana  de  mediana  antigüedad.  Este  autor  en  su  obra 

eitracló  entre  otras  la  de  Aly  ben  Muhamad  ben  Aly  Zerích  ó  sea  Zara ,  que 

díeen  eiros  manuscritos,  intitulada  Libro  del  Amigo  apacible  en  el  jardin  del 

Cartas,  de  los  sucesos  de  los  reyes  de  Occidente,  é  historia  déla  ciudad  de  Fez. 

£n  cuanto  al  último  período  de  la  dominación  arábiga  he  consultado  las  obras 

de  Lizan-Edin  ben  Alcbatib  Asalemani ,  secretario  de  los  reyes  de  Granada.  Sus 

escritos,  y  de  los  que  nw  he  aprovechado, son  la  Historia  de  las  di* 

de  Africay  España  anverso,  y  con  notas  suyas  en  prosa.  La  Historia  de 

i,  qne  intituló  Plenilunio  de  la  dinastía  Nasrlna  en  Granada.  Y  tres 

f<Áio  de  Memorias  biográficas.  Copias  todas  de  mediana  antigüedad. 

A^bnismo  me  be  valido  para  las  cosas  de  Granada  de  la  historia  desús  reyes, 

escrita  por  Abdala  Algiazami  de  Málaga.  Y  también  de  la  que  escribió  Ahmed 

Almasarsi  del  reinado  del  augusto  de  Granada ,  el  rey  Juzef  Abul  Hagiag«  Y  de 

ladekisBeniMerínes,  escrita  en  verso  y  prosa  por  Ismail  ben  Juzef ,  amir  de 

Málaga,  intitulada  el  Olor  de  la  rasa.  Copias  todas  de  poca  antigüedad. 

He  consultado  los  anales  de  Abulfeda,  los  de  Xakiki  y  del  Fesani :  códices 

i;  pero  de  harta  antigüedad ,  y  los  anales  de  AbenSohna ;  copia  muy 


He  extractado  también  de  la  obra  de  Abu  Teib  de  Ronda,  que  entre  las  bis- 
y  anécdotas  de  varios  poetas,  y  de  prindpes  generosos  con  ellos,  ofireoe 
y  notídas  muy  curiosas  de  nuestros  árabes. 


XVI  PROLOGO. 

Por  último  haré  meDcíoii  de  la  obra  rara  de  Abdala  Aly  ben  Abderahman  ben 
Hazeíl  de  Granada ,  qae  trata  de  las  expediciones  saoras,  ó  goerraa  contra  cris- 
tianos: de  arte  militar,  de  baoer  frontera ,  de  ardides  yestratagemas  de  guerra, 
armas, máqninasycabiilleria.  Este  autor  me  ha  soministrado  machas  notícíasde 
sucesos  militares  y  trances  de  batallas ,  que  no  mencionan  otros  esGrítoies :  y 
es may  Gorioso  en  los  usos  y  costumbres  de  los  árabes  españiÁes.  Untomoen 
folio ,  escrito  en  papel  moreno  y  grueso,  de  harta  antigüedad. 

La  mayor  parte  de  estos  manuscritos  están  en  la  Biblioieca  Real  pública  de 
Madrid,  yenla  del  Escorial:  y  algunos  pocos  son  mios  y  de  núsamigoa. 

En  prueba  de  mi  deseo  y  eficacia  de  mejorar  mi  obra  cqIó  posible,  añadiré 
que  en  el  año  de  1807  hice  una  re?erente  súplica  al  señor  don  Garios  IV,  pan 
que  se  mandase  sacar  una  copla  exacta  de  un  manuscrito  arábigo ,  que  existe 
en  la  Biblioteca  Real  de  Paris,  á  fin  de  apro?edianne  de  las  noticias  que  con- 
tiene. La  obra  es  historia  de  España  y  su  descripción,  por  Ahmed  el  Blocri 
Almagrebi.  Tuto  la  dignación  S.  M.  demandar  que  se  hiciese  dicha  copia, cos- 
teando generosamente  los  gastos.  Guidanm  de  este  trabajo  y  de  su  correocioa 
los  dos  sabios  orientalistas  franceses,  los  señores  Sacy  y  Langles :  biyo  cuya 
dürecdon  no  podia  menos  de  sidir  la  copia  con  la  mayor  exactitud.  Sal»endoyo 
que  estaba  concluido  este  trabajo  insté,  y  logré  que  en  1818  se  remitiera  á 
Madrid  por  la  embajada  de  Paris ,  á  cuyo  cargo  había  corrido  la  empresa,  y 
que  la  habia  desempeñado  tan  completamente.  Pero  al  fin  no  he  podido  apro- 
vecharme de  esta  preciosa  copia,  ni  yerla ,  ni  aun  indagar  su  paradero*  para 
indicarlo  en  provecho  de  otros  que  puedan  ser  mas  felices. 

Gomo  era  preciso  guardar  orden  y  método  en  la  laiga  narración  de  esta  histo- 
ria ,  la  he  dividido  en  cuatro  partes.  La  primera  trata  de  la  entrada  de  los 
árabes  en  España ,  y  la  sucesión  de  los  amires  ó  caudillos  de  la  conquista, 
dependientes  de  los  ralifas  de  Oriente.  La  segunda  contiene  el  establecimiento 
de  la  monarquía  de  los  Beni  Omeyas,  y  la  sucesión  de  estos  reyes.  La  tercera 
comprende  la  guerra  civil  y  división  de  los  reinos  en  España  :  venida  de  los 
moros  Almorávides  y  Almohades;  y  la  sucesión  de  estas  dinastías.  Y  la 
cuarta  es  toda  dd  rrino  de  Granada  :  último  período  de  ládominadoQ  arábiga 
en  España. 


♦. 


HISTORIA 


MLA 


DOMINACIÓN  DE  LOS  ÁRABES 


EN  ESPAÑA. 


PRIMERA  PARTE. 

El  mi  ánimo  escribir  la  historia  de  la  dominación  de  los  árabes  en 
España ,  desde  su  entrada  y  conquista  de  ella :  larga  serie  de  acaecimien- 
tüs  grandes  y  de  circunstancias  memoraUes ,  en  gran  parte  desconoci- 
das, mezclada  la  verdad  con  tradicionales  fábulas ,  que  autorizó  el 
tiempo  y  la  popular  ignorancia ,-  pero  antes  de  venir  al  principio  de 
estas  cosas  será  bien  decir  de  los  árabes  qué  gente  eran ,  y  cuáles  sus 
oístmnbrcs  :  qué  causa  les  «movió  á  salir  de  los  campos  del  Yemen  y 
cnodncír  las  vencedoras  insignias  del  Islam '  basta  los  extremos  de 
f«iente  y  occidente ,  y  la  opinión  y  nombre  que  por  sus  maravillosas 
conquistas  tenían  entonces,  para  decir  después  cómo  sojuzgados  los 
oioradores  de  Egipto,  de  la  Cirenaica ,  los  pueblos  de  la  antigua  Cartago 
j  de  ambas  Mauritanias,  basta  las  últimas  tierras  donde  el  sol  se  pone , 
pasaron ,  no  sin  ventura ,  á  Espada ,  y  fundaron  en  ella  tan  poderoso  y 
floreciente  imperio. 

CAPITULO  I. 

De  kw  antigaos  árain». 

Los  árabes,  asi  llamados  de  la  dilatada  región  que  habitan  entre 
la  IVrsia ,  la  Siria ,  el  Egipto  y  la  Etiopia ,  eran  idólatras  antes 
del  üempo  de  su  famoso  legislador  Mabomad.  Las  dos  Arabias,  la 
Feliz  por  su  apacible  «.^enqple  y  aromas,  y  la  Desierta  por  sus  llanuras 
de  arena  menos  poblada ,  eran  la  región  de  diferentes  cabil^s  ó  tribus , 
acunas  que  moraban  en  poblados ,  y  muchas  errantes  que  vagaban  mu- 
dando sus  tiendas  y  pabellones  á  sitios  abundantes  de  yerba  y  agua  para 
comodidad  de  los  rebaños  que  pastoreaban ,  conservando  en  sus  ran- 
cherías aqueOa  vida  patriaroil  que  aprendieron  de  sus  abuelos ,  hijos  de 
Ismad.  Hablar  délas  costumbres  de  estos  antiguos  árabes  será  describir 

*  !«!>■,  jsi  §e  lUma  la  creencia  de  los  mahometanos ;  la  vox  significa  y  se  declara  por  con- 
,  scipvídad  y  reaignacion  en  la  Tolantad  de  Dios ,  manirestada  en  su  Alcorán ;  y  do  esta 
d  Oaoiario  nuMlimos  loa  McUrlM  de  Maboina. 

1 


2  HISTORU  BE  LA  DOMIMAaOll 

las  Tfrtodes  y  los  vicios  de  la  Intancit  de  la  sociedad.  Decía  Saad  bea 
Ahmed ,  que  fué  cadi  de  la  dudad  do  Toledo ,  que  se  deben  considerar 
dos  generaciones  de  árabes ,  una  que  ya  pas6  y  otra  de  los  que  todavía 
restan.  Los  que  acabaron ,  que  eran  muchas  gentes ,  como  las  tribus  de 
Ad,  de  Tbemud  ^  Tesm  j  Jadis ,  ha  nmcbo  que  perederon ,  y  nos  faltan 
sus  tnemorias  y  los  medios  de  arerigoar  sus  prosapias  y  desoeiuieDcias. 
En  cuanto  á  los  que  permanecen  son  das  castas  de  Gahtan  y  Adnan,  y 
sus  épocas  ó  estados  fueron  dos,  de  ignorancia  y  de  Islam.  El  estado  de 
los  árabes  cuando  la  ignoraneia  era  célebre  entre  las  naciones  por  su 
poderío  y  sus  hazañas :  el  imperio  estaba  en  la  cabila  ó  tribu  de  Cahtaa , 
y  la  principal  fan\ilia  de  los  reyes  entre  los  Homiares  :  de  estos  hubo 
reyes,  señores  y  tóbeos  ó  sucesores  :  los  otros  árabes  en  los  tiempos  de 
ignorancia  eran  dedos  clases,  unos  moradores  de  las  dudades ,  y  otros 
rústicos  pastores  :  los  de  las  poblaciones  vivían  de  sus  labranzas,  siem- 
bras y  plantíos ,  de  la  cria  de  sus  ganados,  de  la  industria  y  tráfico  que 
hadan  lejos  y  fuera  de  sus  pueblos.  Los  rústicos  pastores  pasaban  su 
vida  en  los  campos  y  andaban  por  los  desiertos,  y  se  sustentaban  déla 
lechey  de  la  carne  de  sus  camellos,  y  se  mudaban  buscando  sitios  yer- 
bosoa  para  apacentar  sus  ganados,  y  los  arroyos,  manantiales  y  pozos,  y 
asentaíban  sus  tiendas  en  vdles  y  sitios  de  ymí>a  y  agua ,  sin  dejar  de 
andar  asi  errantes  y  vagando :  esta  era  su  costumbre  en  las  temporadas 
de  primavera  y  estio ,  y  á  la  venida  delinviemo ,  cuando  ya  falta  la 
yarba  y  fmtoa  al  campo,  se  mudaban  á  las  campiñas  de  Iraca  ó  Caldca , 
y  á  los  confines  de  Siria ,  y  procuraban  pasar  el  tiempo  de  su  mesta  ó 
invernadero  con  la  posible  comodidad ,  llevando  con  buena  paciencia  las 
indemencias  de  la  estación. 

En  cuanto  á  sos  sectas  eran  diferentes ,  pues  Homiar  adoraba  al  sol , 
Canenah  á  la  lima ,  MisMa  la  estrella  Aldebaran ,  Laham  y  Jedam  la 
estrella  de  Júpiter ,  Tay  la  consteladon  de  Sohail,  Kais  la  Ashcra  al 
Obur,  Asad  la  de  Mercurio,  Tzaquif  un  templillo  en  las  alturas  de 
Nabla  que  se  llamaba  Alat :  entre  dios  había  algunos  que  creían  la  re- 
surrecdon  de  los  muertos ,  y  decían  que  era  conveniente  sacrificar  su 
camello  ó  su  caballo  sobre  su  sepdiura....  Su  sabiduría,  y  de  lo  que 
mas  se  preciaban ,  era  de  saber  su  lengua  y  la  propiedad  de  su  habla, 
el  hacer  versos  y  elegantes  discursos.  Sabían  el  curso  de  los  astros,  su 
nacer  y  pon^^e ,  y  cuáles  eran  entre  sí  opuestos ,  de  manera  que  cuando 
el  uno  sale  el  otro  se  traspone ,  y  cuál  trae  lluvia ,  y  cuál  tiempo  sereno ; 
y  esto  nacía  de  su  continua  atendon  mirando  al  cido  de  día  y  de  noche 
por  sus  necesidades  y  manera  de  vida ,  que  no  era  por  cicnda  metó- 
dica :  de  fflosofia  sabían  poco ,  no  lo  quería  Dios  ni  los  bizo  para  esto ; 
y  este  era  su  estado  en  tiempo  de  ignorancia  :  en  tiempo  del  Islam ,  esto 
es  bien  conocido,  y  lo  diré  si  Dios  quiere. 

En  los  tiempos  poco  anteriores  al  Islam  los  árabes  estaban  gobernados 
por  sus  amfres  ó  reyes  de  taifas ,  esto  es ,  de  ciertas  tribus  que  ocupaban 
alguna  comarca ,  ó  vagaban  errantes  por  ellas :  como  pueblos  indcp^i- 
dientes  y  vagos ,  divididos  por  valles,  aduares  y  poaos,  andaban  por  lo 
común  en  guerras  entre  si  y  conans  f^dnos,  auaeiteéas  «iempre  por 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAAa.  S 

,  qnerdlas  y  desavenencias  de  rústicos  postores  sobre  sos 
y  abrerÍMleros ,  robos  y  venganzas ,  que  fácilmente  se  terminaban 
f  «apoiiian  por  el  consejo  y  autoridad  de  sus  amires  6  ancianos ,  que 
nfian  ser  los  mayorales  ó  caudillos  de  sus  tribus ,  6  por  la  mediación 
4e  ilgiuHi  cabila  impardal.  Los  mas  poderosos  amires  ó  reyes  de  taifas 
vtamertMT  protegidos  de  los  soberanos  de  Pcrsia,  y  otros  de  los  reyes 
ó  cnperadores  griegos.  Seocapaban  mucho  en  criar  y  enseñar  caballos, 
AsprnT  con  destreza  el  arco  y  manejar  con  soltura  la  espada  y  la  lanza, 
refdTíeDdo  con  facilidad  y  gentileza  sus  caballos,  y  en  esto  sobresalian 
á  ooiqielencia.  Se  preciaban  principalmente  de  su  antigua  nobleza  is- 
■Bditica  y  de  SQ  independencia ,  de  la  gracia  y  elegante  expresión  de 
akqgu  j  de  MU  poesías  euUimes  y  oonoeptoosaa,  de  aoboqpitalidad 
j  gceeroBa  proteccíoii. 


CAMTÜLOII. 

D«l  piiiioipio  del  blaoi» 

Nad6  Máhcmiad  en  Mecca ,  ciudad  del  Hegiaz ;  c^bre  por  suantiguo 
templo  Alharain ,  frecuentado  de  todos  los  pueblos  de  Oriente  desde  re- 
BotQs  tiempos  y  tenido  por  fundación  de  Ismael ,  y  dedicado  al  verda- 
faroDioB.  EraMahomaddelacabiladeCoraix,  una  de  las  mas  ilustres 
IrAus  de  Arabia,  yde  la  familia  masnoble  y  principal  de  ella '.  Con  sa 
ingenio,  valor  y  política  acreditó,  no  sin  graves  dificultades,  entre  sus 
f  entes  sn  noeva  secta  :  si  alguno  duda  de  su  heroico  valor  y  esforzado 
áoimo,  pregúntelo  á  los  campos  de  Honain ,  de  Bedre  y  de  Ohod.  Pro- 
paso á  los  pueblos  la  creencia  y  adoración  de  un  solo  IKos  todopoderoso 
j  eterno,  criadcff  de  los  cielos  y  de  la  tierra ,  y  de  cuanto  hay  en  dios  : 
h  perfecta  resignación  en  su  divina  voluntad,  que  todo  lo  tiene  dis- 
pooslo  por  sos  sabios  y  eternos  decretos,  que  premia  en  laotravidaá 
los  boenos  en  paraísos  de  delicias  inefables,  y  castiga  á  los  malos  en 
foego  akMmentador  :  ordenó  asimismo  ciertas  prácticas  de  limpiesa  y 
porificacion,  y  oración  diaria,  limosna,  ayuno  en  el  mes  de  Ramazan, 
y  pem^rinacion  religiosa  al  templo  Alb  iram. 

Logró  Mahomad  destruirla  idolatría  de  Arabia  en  poco  tiempo :  rranió 
las  tribns  divididas,  inspirando  á  sus  secuaces  el  fanatismo  del  Islam  y 
el  ardiente  deseo  de  extender  su  creencia  en  todo  lo  descubierto  de  la 
liem.  Contaban  los  árabes  poco  antes  de  Mahomad  sus  años  desde  la 
época  de  la  guerra  etiópic^,  que  llamaban  la  entrada  del  sedmr  del 
AlD^ódel  Elelante*;  peR>  después  de  la  célebre  Hegira,  fuga  ó  reli- 

1  S«  f^án  le  Itond  AbdaUh ,  hijo  de  Abdelmolalcb ,  hijo  de  Basem ,  hijo  de  Abdmenar,  hijo 
#  Kmb,  Irije  de  Kelab ,  hijo  de  Morra ,  hijo  de  Gaab ,  hijo  de  Lova,  hijo  de  Galeb,  hijo  do 
f  iÉff,  m*  49  Malee ,  hijo  de  Alnadhr,  hijo  de  Keoanah ,  hijo  de  Hoiaimah ,  hijo  de  Modrcca , 
^  de  Aljas,  hijo  de  Modbar,  hijo  de  Matar,  hijo  de  Maad,  |ijo  de  Adnan :  su  madre  se  llamó 
Sft  la  mltmñ  tfébu.  Ena  genealo«ia  es  eieru  según  todos  los  cronologistas  árabes ,  «jue 


CB  qae  Adnan  era  uno  de  los  descendientes  de  Ismael. 
<  la  esta  guerra  acaudiUafca  i  ka  árabes  Abdelmoialeb ,  abuelo  de  Maboma ,  que  defendió 
*•  HB  y  deslrujé  el  ejáreito  del  rey  de  Etiopia.  Las  circunstancias  de  esta  guerra,  que  se 


4  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

rada  de  Mahomad  y  de  los  sayos  de  Mecca  á  Medina  Yatrib  ^ ,  principia- 
ron á  contar  sus  años  desde  este  famoso  acaecimiento :  tenia  entonces 
Mahomad  cincuenta  y  cuatro  años ',  pues  habia  nacido  á  la  hora  del  alba 
del  dia  martes,  ocho  de  la  luna  de  Rebie  primera ,  correspondiente  en 
los  meses  de  los  cristianos  al  dia  Ü2  de  Nisan ,  del  año  882  de  Alejandro 
( de  J.  G.  572) :  de  suerte ,  que  según  los  mas  acertados  cómputos  cro- 
nológicos principió  la  cuenta  de  la  Hegira  á  17  de  julio  del  año  622  de 
nuestro  Señor  Jesucristo. 


CAPITULO  IIL 

De  las  expediciones  militares  de  los  primeros  califas  contra  griegos  y  persas. 

Habia  fallecido  Mahomad ,  año  11  de  la  Hegira  ( 632 )  en  dia  lunes 
á  12  de  la  Rebie  primera,  sin  dejar  declarado  sucesor  de  su  imperio,  y 
los  principales  muslimes  de  común  acuerdo  nombraron  seis  electores, 
que  eligieron  sucesivamente  los  cinco  primeros  califas  ó  sucesores  de 
Mahomad.  Abu  Becre ,  que  fué  el  primero ,  no  menos  celoso  que  el  le- 
gislador de  propagar  la  ley  alcoránica ,  se  determinó  á  enyiar  sus  gentes 
fuera  de  la  Arabia ,  para  llevar  á  otros  pueblos  el  conocimiento  de 
Dios ,  y  hacerlos  tributarios  de  su  imperio.  Apaciguadas  algunas  desa- 
venencias domésticas,  y  resuelta  la  espedicion ,  escribió  el  califa  uns 
proclama  en  Medina ,  y  se  envió  á  todas  las  provincias  de  Arabia .-  dccii 
así:  «En  tu  nombre,  o  Dios  hacedor  de  ciclos  y  tierra ,  Señor  miseri- 
•  3»  cordioso  y  clemente :  Abdala  Athic  bcn  Abi  Gohafa  Abu  Becre ,  á  todoi 
9  los  muslimes  seguidores  de  la  ley  de  Dios ,  salud  y  prosperidad  :  load< 
»  sea  Dios ,  y  engrandezca  las  perfecciones  de  su  siervo :  esta  carta  e 
»  para  que  sepáis  que  he  determinado  enviar  á  Siria  gentes  escogida 
»  de  vosotros  para  sacar  aquel  pais  de  poder  de  infieles ;  y  quiero  qu< 
»  sepáis  también ,  que  trabajando  por  la  propagación  del  Islam  obedc 
»  ceis  á  Dios ,  segnis  las  intenciones  del  enviado  de  Dios ,  y  todos  vucs 
»  tros  pasos  serán  recompensados  del  Señor  con  abundantes  premio 
V  en  el  Paraíso. » 

Convocados  los  árabes  para  la  guerra  acudieron  sin  dilación  y  como 
porfía  de  todas  las  tribus,  asi  los  habitantes  de  las  ciudades ,  como  k 
moradores  del  campo ,  atravesando  las  arenosas  llanuras  del  Hegiaz 
dejando  sus  rancherías  y  aduares  los  de  los  valles  del  Yemen ,  y  le 
pastores  de  las  montañas  de  Omán .-  cuantos  calienta  el  sol  desde  1 
punta  septentrional  de  Belis  sobre  d  Eufrates ,  hasta  el  estrecho  li 
Babelmandeb  al  mediodía ,  y  desde  Basor|  sobre  el  golfo  Pérsico  á  ] 
parte  del  oriente ,  hasta  Suez  y  confines  del  mar  Rojo  al  occidente 
vinieron  muchedumbre  sin  cuento,  todos  voluntarios,  y  pobres  toái 

menciona  en  el  Alcorán,  las  escribieron  varios  autores,  y  entre  ellos  con  mocha  eleganc 
Jusurben  Saidde  lllora  en  su  comentario  al  poema  Elborda,  nu. 

i  Este  era  su  antiguo  nombro  :  después  se  llamó  Medinalalnabí ,  ciudad  del  profeta ;  y  p 
excelencia  Medina. 

s  Asi  dice  Tabari ;  pero  en  verdad  no  tenia  sino  cincuenta  «fios. 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  S 

*  tnnas  y  tostidos ;  pero  llenos  de  fervor  y  religioso  zelo :  todos 
é(^  y  confiados  en  los  venturosos  sucesos  de  las.  primeras  guerras 
M  Profeta,  y  animados  de  sus  promesas.  Se  reunieron  en  poco  tiempo 
inoBKrables  tropas  de  á  pié  y  de  á  cabaUo  en  Medina ,  y  acamparon 
il enlomo  de  la  dudad. 

Ub  habitantes  de  la  ciudad  salieron  todos  á  presenciar  el  alarde  de 
^  Bamerosas  huestes ;  .y  en  presencia  de  ellas  el  califa  Abu  Becre 
ttcargóel  mando  general  de  sus  huestes  á  lezid  ben  Abi  Sofian,  y  de- 
Inie de  todos  Ic  mandó  pasar  ¿  la  conquista  de  Siria.  Hizo  una  breve 
<ndoo  rogandaá  Dios  que  amparase  á  los  suyos ,  y  les  diese  esfuerzo 
JonderadoD ,  y  no  los  dejase  caer  en  manos  de  sus  enemigos.  Después 
MIóá  lezid  en  voz  alta ,  que  todos  oyeron  con  maravilloso  silencio  .* 
■  1^,  á  tu  cuidado  confio  la  expedición  de  esta  santa  guerra ,  y  te 

>  ocaffgo  el  mando  y  acaudiUamiento  de  nuestra  gente :  no  la  oprimas , 

*  ni  trates  con  altanería  ni  aspereza ;  mira  que  todos  son  muslimes : 

*  entiende  que  van  en  tu  compañía  prudentes  y  esforzados  caudillos , 
>coosoltalo5en  las  ocasiones,  no  presumas  demasiado  de  tu  parecer, 

*  >|X0Tédiate  de  sus  consejos,  y  cuida  siempre  de  obrar  sin  precipita- 
» cioo,  no  como  temerario  y  sin  juicio.  Con  todos  has  de  ser  justo ,  que 
>qoieQiiofuerejastoy  cabal,  no  prosperará.»  Alas  tropas  dijo :  «Cuan- 

>  dooiooDtreisenla  pelea  á  vuestros  enemigos,  haced  como  buenos  mus- 

*  íbks,  acordaos  de  ser  dignos  descendientes  de  Ismael :  en  la  orde- 

>  miza  y  dispofiidon  de  las  huestes ,  y  en  las  batallas ,  seguid  vuestras 

>  taminas ,  seguid  y  obedeced  á  vuestros  caudillos :  no  cedáis  ni  volváis 

>  h  espalda  á  vuestros  enemigos ,  pues  peleáis  por  la  causa  de  Dios ,  no 

>  os  fle?en  otros  viles  deseos :  asi  nunca  temáis  entrar  en  las  peleas ,  ni 

*  o^qnnte  el  excesivo  número  de  los  contrarios.  Si  Dios  os  diere  la 

>  Tietoría,  no  abaseis  de  vuestro  vencimiento  ni  ensangrentéis  vues- 

>  tnse^Nidas  en  los  rendidos,  ni  en  los  niños,  ni  en  las  mugeres  y 
•débiles ancianos:  en  las  entradas  y  paso  por  tierra  de  enemigos  no 

>  bgais  talas  de  árboles ,  ni  destruyáis  sus  palmas  y  frutales ,  ni  estra- 

*  pm  Di  queméis  sus  campos  ni  sus  casas ;  y  de  ellos  y  de  sus  ganados 
'  tunad  cuanto  os  convenga.  No  destruyáis  ninguna  cosa  sin  necesidad , 

*  «copad  hs  ciudades  y  fortalezas ,  y  destruid  aquellas  que  pueden  ser 

*  3^á  vuestros  contrarios.  Tratad  con  piedad  á  los  rendidos  y  hu- 

*  aullados ,  y  asi  Dios  usará  con  vosotros  de  su  misericordia.  Oprimid  á 
■  lijs  soberbios  y  rd>eldes ,  y  á  los  que  sean  pérfidos  á  vuestras  condi- 
'  Ánes.  No  ham  falsía  ni  doblez  en  vuestros  convenios  y  tratos  con  los 

*  eonaigos,  y  siempre  seáis  con  todos  fieles ,  leales  y  nobles ;  y  man- 
Ned  constantes  vuestra  palabra  y  prometimiento.  No  turbéis  la 

*  qoietud  de  los  monges  y  soUtarios ,  ni  destruyáis  sus  moradas ;  pero 

*  iralad  con  rigor  de  muerte  á  los  enemigos  que  resistan  armados  las 

>  ondicioues  que  les  impongamos. » 

U>idió  estas  tropas  en  dos  grandes  ejércitos :  partió  el  primero  á  Si- 
'ñ,  y  diú  el  mandó  del  segundo  á  Chalid  ben  Walid ,  y  con  las  mismas 
F^mones  salió  para  las  Iracas  y  confines  de  Pcrsia.  Hizo  Dios  ven- 
^^^¡f^  estas  QX|)^ciones ,  ^  dio  á  los  muslimes  repetidas  y  muy  scfia- 


6  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

ladas  Tictorias  de  los  griegos  y  persas.  Entraron  por  foena  de  amas  en 
las  ciudades  de  Tadmor,  Hira ,  flaoran ,  Bosra ,  Remesa ,  Damasco  y 
Balbec :  la  fama  de  estas  conquistas  infundía  general  terror  en  los  ene- 
migos, de  suerte  que  ni  los  mas  numerosos  ejércitos,  ni  la  forlalesa  de 
las  ciudades  resistia  el  ímpetu  de  las  huestes  muslímicas.  Siempre  pe» 
leaban  con  gentes  atemorizadas  y  [dispuestas  á  la  fuga ;  y  por  el  contra- 
rio ,  los  ¿rábes  acometían  seguros  de  la  YictcH*ia ,  despredando  los  peli- 
gros y  horrores  de  las  batdías.  En  el  año  13  de  la  Hegira  (634 ),  al 
mismo  tiempo  que  la  antigua  y  populosa  ciudad  do  Damasco  se  hdiia 
entregado  ¿  los  dos  caudillos  de  las  tropas  árabes,  Abn  Obeida  y 
Ghalid ,  después  de  largo  y  sangriento  cerco ,  el  califa  Aba  fiecre  falle- 
ció ;  imperó  dos  aitos ,  tres  meses  y  nueve  dias. 

Fué  elegido  por  califa  ó  sd^ano  sucesor  Omar  ben  Alchitab ,  que 
también  fué  dueño  de  la  fortuna ,  y  quiso  Dios  que  en  su  tiempo  pu- 
siesen los  muslimes  sus  vencedoras  banderas  sobre  los  soberbios  alca- 
zaresí  de  los  poderosos  reyes  de  Persia ,  y  destruyeron  aquella  antigua 
y  famosa  monarquía.  Conquistada  toda  la  Siria ,  el  caudillo  Amrú  ben 
Alas  entró  por  orden  del  califa  en  Egipto  el  ano  20  de  la  Hegira  ( 640 ) , 
y  después  de  muy  gloriosas  hazañas  se  apoderó  de  la  gran  ciudad  de 
Alejandría  y  de  todas  las  otras  ciudades  de  aquella  región  feracísima , 
llena  de  marayillosos  monumentos  de  la  sabiduría  y  del  poder  de  los 
antiguos  egipcios  y  griegos :  hizo  tributarios  seis  millones  de  coftos , 
sin  contar  los  judíos ,  que  eran  muchos.  £1  celo ,  la  frugalidad  y  rigo- 
rosa disciplina  de  los  caudillos  y  tropas  muslimes  hicieron  inútiles  todo< 
los  esfuerzos  de  los  griegos  para  oponerse  y  contener  el  ímpetu  de  tan 
rápidas  conquistas.  Seria  necesario  un  gran  libro  para  referir  las  proezas 
y  extraños  hechos  de  armas  de  algunos  esforzadc»  caudillos ,  aun  de  lo< 
menos  famosos. 


CAPITULO  IV. 

Entrada  de  los  árabes  en  AfHea,  y  conquista  de  la  Cirenaica. 

Después  do  la  muerte  del  califa  Omar  ben  Alchitab ,  aeaedda  en  1 
luna  de  Dilbagia ,  año  33  de  la  Hegira  (643 ) ,  en  el  califado  de  Olma 
ben  Afán ,  d  año  29  de  la  misma  entró  en  África  el  caudillo  Abdal 
ben  Saad  ben  Abi  Serah ,  el  Carsi  i  pocos  años  después  Moavia  be 
Horeig  Azocuní  hizo  tres  expediciones  de  conquista  e^lfrica ,  la  prj 
mera  el  año  33  de  la  Hegira  (653)  antes  de  la  muerte  del  califh  Otmai 
y  la  segunda  y  tercera  algunos  años  después  deeste  califa.  En  el  año  S 
«ntró  Móavia  con  mucha  gente  ilustre  de  los  Muhageríes  y  Alansaries 
y  fué  en  su  compañía  el  índito  Abdelmelic  ben  Meruan ,  y  conquistare 
ciudades  y  grande»  alcázares ,  y  la  antigua  ciudad  de  Cirene ;  y  allegan 
muy  grandes  riquezas  y  despojos  en  aquella  tierra.  Para  que  no 
cansaran  de  los  afanes  de  la  santa  guerra  había  cedido  d  califa  Otmai 

*  HnhaBeHeSy  los  que  Mlleron  c^n  Mahoma  en  su  foga ;  y  Alansarfes  tat  auxiliares* 


VE  LOS  ÁRABES  EH  ESPAÑA.  7 

Moivfa  bal  Horeig  y  á  los  demás  caudillos  él  qafnto  que  le  perteiaeia 
ei  i»  deqiojos ,  que' era  muy  grande,  para  qae  pudiesen  gratíflcar  y 
fRmkr  á  los  muslimes  que  se  distinguían  en  ocasiones  de  batallas  y 
eo  otros  serricios  de  importancia.  £1  año  35  de  la  Hegira  (655)  murió 
dcalib  Otman  á  manos  de  conspiradores ,  babiendo  reinado  cerca  de 
toaños. 

Eáelaik>40  (660)  envió  este  sabio  caudillo  al  noble  Abdelmelic  ben 
Mtroao  con  una  poderosa  bueste  de  ochenta  mil  hondires  á  Gebda ,  y 
k  eonqoistarcm ,  haciendo  en  esta  expedición  admirables  proezas ;  y  no 
faé  oieiios  señalado  en  yictorías  el  año  45.  En  el  siguiente  de  46  (665) 
ntróen  África  acaudillando  diez  mil  caballos  el  famoso  Ocba  beuNafe, 
d  Férí ,  y  recuperó  la  ciudad  de  Girene  que  babia  sacudido  el  yugo  de 
bsBMKÜines ,  confiada  en  la  fortaleza  de  sus  muros  y  mucbedumbre  de 
SK  habitantes.  En  el  cerco  arruinó  Ocba  ben  Nafe  muchos  antiguos  y 
gnodes  edificios  que  había  en  aquella  ciudad ,  que  era  la  principal  y 
cubeta  de  toda  la  tierra.  Edificó  en  eUa  mezquitas,  y  estableció  escuetas 
pn  enseñar  la  lcn([ua  y  las  doctrinas  delaley  álos  niños  y  mancebos , 
foe andaban  antes  pcrdídosy  sin  amparo. 


CAPITULO  Y. 

Conqoisl^  de  JlerherU»  i  fondaetos  da  Cairvan. 

Mientras  en  esto  se  ocupaba  el  ínclito  Ocba  ben  Nafe ,  el  califa  Moa- 
TÚ  ben  Abi  SoOan  unió  d  gobierno  de  Egipto  y  de  África ,  como  si 
fvran  dos  pequeñas  provincias ,  y  dio  el  mando  ¿  Mubegir  binar,  el 
Aisarí.  Envidioso  este  caudillo  de  la  gloria  y  pública  estimación  que 
nrecia  Od)a  bca  Nafe  al  ejército  y  á  los  pueblos ,  escribió  contra  ¿1  al 
^Vt ,  j  por  sus  artes  y  sugestiones  mandó  el  califa  á  Mubegir  que  de- 
Friese  á  Ocba  del  gobierno  de  Circne.  El  Wali  Muhegir  envió  á  este 
So  á  Moslama  ben  Machlad ,  encargándole  que  le  tratase  con  atención 
jomcha  honra,  porque  recelaba  que  las  tropas  intentasen  alguna  re- 
SBlenda  por  el  mucho  amor  y  respeto  que  le  tenían.  liego  Muslama  al 
<anpo  donde  estaba  Odm  y  le  presentó  la  carta  del  califa :  mandábale 
Q  eOa  que  luego  que  la  recibiese  se  pusiese  en  camino  y  fuese  á  su  pre- 
><^rá :  (lióle  también  Muslama  otra  carta  del  Wali  Muhegir  que  le  or- 
^ci^qne  obedeciese  sin  excusa  alguna ,  autorizando  en  ella  á  Muslama 
?  ^  ios  otros  caudillos  para  que  le  prendiesen  si  no  la  obedecía.  Partió 
U)a  sin  entrar  en  su  casa ,  y  al  llegar  á  Alcazaralme  descansó  y  hizo 
lOí  oración ,  y  al  acabarla  dijo  en  voz  alta :  Señor  Alá,  no  me  quites  la 
vida  hasta  que  maniOestcs  mi  honradez ,  y  me  defiendes  de  Muhegir  ben 
nm  Diñar.  Cuando  llegó  esto  4  noticia  del  Wali  no  dejó  de  temer  los 
efectos  de  esta  oración. 

Coando  entró  Ocba  en  tierra  de  Egipto  le  salió  á  recibir  Muslama 
^  Machlad ,  que  se  habia  adelantado  á  Ocba  para  avisar  de  su  llegada, 
I  coa  él  salieron  muchos  caballeros  y  principales  caudillos ,  que  le  hi- 


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8  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

deron  mucha  honra ,  y  le  aposentaron  j  trataron  con  atención  y  respeto . 
Allí  le  fué  ordenado  hacer  declaración  de  su  conducta  en  el  gobierno , 
de  lo  que  había  hecho  y  había  mandado  hacer,  y  que  diese  razón  de  sus 
comunicaciones  con  Muheghr,  y  de  las  diferencias  que  entre  ellos  habían 
ocurrido.  Salió  pocos  dias  después  para  presentarse  al  califa  MoaTÍa ,  y 
cuando  le  recibió  en  su  corte  delante  de  sus  consejeros  y  caudillos  le  dijo 
el  noble  Ocba  ben  Nafe  *.  Conquisté  pueblos  y  regiones  de  infieles,  lle- 
vando á  ellas  el  conocimiento  de  Dios  y  de  su  santa  ley :  edifiqué  man- 
siones y  mezquitas ;  y  en  premio  de  estos  seryicios  envías  á  Abdel  Ánsar 
para  que  me  prenda  :  si  esto  no  es  á  sinrazón,  tu  justicia  lo  diga. 
Moavia  le  respondió :  Ya  estoy  informado  de  la  causa  de  estos  agravios : 
ya  sé  quien  es  Muhegir,  y  quien  es  Ocba.  Yo  estoy  muy  contento  de  tu 
cdo  y  de  tu  justo  y  noble  proceder.  Ordenó  el  califa  que  volviese  á  to- 
mar el  mando  de  la  conquista ;  si  bien  algunos  dicen  que  quien  le  resti- 
tuyó al  mando  fué  lezid ,  el  hijo  de  Moavia ,  después  de  la  muerte  de  su 
padre ,  que  acaeció  el  año  60  (679) ;  y  esto  es  lo  mas  cierto. 

£1  califa  lezid  distinguió  y  honró  mucho  á  Ocba,  y  le  dijo  -.  Ya  tienes 
tu  provincia,  ve  á  ella,  yo  quiero  que  repares  tu  agravio.  Partió  Ocba 
con  mucha  diligencia  para  África  :  durante  su  ausencia  Muhegir,  por 
envidia  y  odio  á  sus  cosas  y  memoria ,  había  mandado  destruir  un  lugar 
que  Ocba  había  cercado ,  y  había  trasladado  la  población  á  dos  millas 
de  donde  pasa  el  camino  para  Túnez ,  y  había  mandado  edificar  y  cercBr 
una  ciudad  allí  en  Audan ,  que  todavía  quedan  rastros  de  ella :  destruyó 
todas  las  obras  de  Ocba  haciendo  salir  la  gente  de  Gairvan.  Llevaba  Ocba 
la  deposición  de  Muslama  de  orden  del  califa  lezid,  y  cuando  se  la  co- 
municó le  mandó  quedar  en  Fustat  de  Egipto ,  y  esto  fué  ya  entrado 
el  aiSo  62.  Pasó  Ocba  en  África  y  depuso  á  Muhegir ,  y  le  puso  en 
{Misiones.  No  extrañó  Muhegir  estas  providencias,  que  ya  esperaba 
después  de  la  muerte  del  califa  Moavia  su  favorecedor.  Asimismo  man- 
dó Ocba  que  no  siguiese  la  puebla  de  Muhegir,  y  que  los  moradores  tor- 
nasen á  Gairvan ,  haciendo  de  ella  ahora  mas  cuenta  que  había  hecho  en 
su  anterior  gobierno.  No  falta  quien  diga  que  Gairvan  fué  poblada  por 
el  Wali  Moavia  ben  Horeig,  que  al  llegar  al  sitio  de  Gairvan  de  ahora, 
que  era  un  vaHe  de  muy  espesa  arboleda,  acogida  de  salvages  fieras, 
leones,  pardos,  tigres  y  serpientes,  dijo  con  altas  voces  •.  Salid  de  este 
lugar ,  fieras  que  moráis  en  este  valle ,  salid ,  dejad  este  bosque  y  espesa 
selva ;  y  lo  dijo  tres  veces  ó  en  tres  dias ,  y  no  quedó  allí  fiera ,  león , 
onza  ó  sierpe ,  que  no  dejase  luego  aquel  bosque.  Mandó  ¿  su  gente 
cercarlo  de  altos  muros ,  y  fijó  en  medio  su  lanza  y  les  dijo :  Este  es , 
este  es  vuestro  Gairvan.  Guando  acabó  Ocba  estas  cosas  pasó  á  la  con- 
quista de  Sus,  llevando  consigo  en  fierros  á  Muhegir.  Sojuzgó  aqueUa 
tierra ,  y  llegando  á  la  orilla  del  mar  se  metió  en  él  con  su  caballo  basta 
tocar  el  agua  en  las  cinchas ,  y  dijo  :  ¡  Oh ,  señor  Alá !  si  estas  profundas 
aguas  no  me  detuvieran,  yo  seguiría  para  llevar  mas  adelante  el  cono- 
cimiento de  tu  ley  y  santo  nombre. 

Estaba  Ocba  en  Sus  y  le  avisaron  que  los  berberíes  de  África  se  ha- 
bían rebelado :  dio  orden  á  su  hueste ,  y  tomó  con  mucha  diligencia 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  9 

Uda  África :  el  caudillo  de  los  berberíes  Aben  Cabina,  que  poco  antes 
iiiBa  á  los  desiartos  de  las  tropas  muslimes,  sigaió  la  marcha  de  la  bucste 
de  Ocha,  y  mataba  á  los  muslimes  que  se  rezagaban  ó  salían  de  sus  com- 
paiías.  Gomo  á  su  llegada  á  Cairvan  hallase  sosegada  y  allanada  la  re- 
beMoD,  diYidió  Ocba  su  ejército  y  lo  repartió  en  las  comarcas  para 
mayor  eomodidad  de  los  pueblos  y  de  su  gente.  Con  un  campo  volante 
de  caiMdleria  corrió  Ocba  la  tierra  de  Záb  y  ocupó  un  lugar  llamado 
Téhnda :  alU  fué  acometido  de  innumerable  muchedumbre  de  berberíes 
y  crisliaiioa.  Dispuso  y  ordenó  su  gente  en  batalla,  hizo  sus  oraciones  y 
eihortó  á  sus  muslimes  á  la  pelea :  mandó  quitar  las  prisiones  á  Mu- 
hegir,  que  luego  yino  á  su  presencia,  y  le  dijo  Ocba  :  Hoy ,  amigo,  es 
día  de  libertad,  de  martirio  y  de  ganancia,  la  mas  preciosa  para  los 
moBlimea ;  no  quiero  que  pierdas  tan  buena  ocasión.  Así  es  la  verdad, 
respondió  Muhegir ,  y  te  doy  gracias  porque  me  concedes  esta  oportu- 
nidad ,  que  cierto  d^eo  la  misma  ventura.  Mandóle  Ocba  dar  un  buen 
caballo  y  armas ;  y  luego  cada  uno  de  ellos  rompió  la  vaina  de  su  espa- 
da, y  todos  los  caballeros  muslimes  hicieron  lo  mismo.  Trabóse  entre 
huestes  atroz  pelea,  y  fué  horrible  la  matanza :  casi  todos  los 
murieron  allí  como  buenos ,  que  rodeados  de  la  multitud  de 
los  enemigos  muy  pocos  escaparon.  Quedaron  prisioneros  Muhamad 
boa  Ans,  el  Ansari,  y  lezid  ben  Chalaf  y  pocos  caballeros  mas,  que 
rescató  de  los  enemigos  Aben  Mesad,  señor  de  Cafisa,  y  los  envió  h 
Zohair  ben  Gais,  el  Balni ,  que  le  había  dejado  Ocba  ben  Nafe  en  el  go- 
bierno de  Cairvan  cuando  su  salida  á  la  conquista  de  Sus ,  y  á  Ornar  ben 
Aly ,  el  Goreisi ,  caudillos  ambos  de  valor  y  de  mucha  autoridad.  Fué 
erta  sangrienta  batalla  de  Téhuda  el  año  63  (682). 

B  berberí  Aben  Gabina ,  muy  ufano  y  envanecido  de  esta  victoria , 
vino  con  sus  huestes  hacia  Cairvan  :  salieron  contra  él  los  caudillos 
ZolMár  y  Ornar.  Traía  el  berberí  mas  de  treinta  mil  hombres ;  pero  con 
el  favor  de  Dios  vencieron  los  muslimes,  y  huyó  Aben  Cabina  y  los  suyos 
en  desorden ,  pers^uidos  de  siete  mil  caballos ,  que  era  toda  la  gente  de 
Zobaír.  Esta  victoria  animó  á  los  muslimes ,  y  acreditó  mucho  mas  á 
este  noUe  caudillo  :  le  escribió  Abdelaziz  ben  Meruan ,  que  era  Wali  de 
Egipto ,  dándole  gracias  á  él  y  á  todo  ejército  por  su  constancia  y  valor, 
y  á  nombre  dd  califa  le  encargó  el  mando  de  la  conquista  de  África,  y 
le  envió  gente  y  armas  para  reforzar  aquel  ejército,  que  no  podía 
atender  á  la  conquista  y  sosegar  las  inquieludes  y  revueltas  de  los  ber- 
beríes. Entre  tanto  Zohair  allegó  la  gente  que  estaba  en  A  trabólos,  y 
con  esta  y  la  que  llegaba  de  l^pto  salió  de  Barca ,  donde  se  habían 
rennido,  y  se  poso  en  marcha.  Cuando  llegaron  estas  tropas  á  Cunia  les 
salió  al  encuentro  una  hueste  innumerable  que  parecía  una  inundación. 
Tuvo  Zohair  consejo  con  los  caudillos  y  principales  caballeros ,  y  dijo 
á  las  tropas :  O  compañías  de  muslimes,  ya  vuestros  amigos  se  os  han 
adelaotÁJo,  y  gozan  las  delicias  del  paraíso :  ya  otra  vez  el  Señor  á 
quien  adoramos  os  franquea  las  puertas  de  la  bienaventuranza ,  asi  que 
no  temáis  el  inmenso  gentío  de  estos  bárbaros ,  que  hoy  peleando  como 
vaKeotes  ó  tendremos  la  apetecida  victoria ,  ó  el  paraíso  y  su  triunfal 


10  HISTORIA  DE  LA  DOMINACaOll 

coiüna.  Se  Ofmso  á  la  reiolactoQ  de  entrar  eD  balalU  Abq  Siigea 
parte  de  la  caballeria  egipcia  siguió  á  este  caudOlo,  j  no  ifuisievoB  ar- 
riesgarse; en  el  momento  qae  Zobair  j  sos  valiente^  acometían  á  Ion 
enemigos,  esta  catmllería  se  retiró  del  campo  con  precipitada  muflía. 
Los  árabe»  honradoB  de  Zobair  pelearott  con  marayOIoso  valar,  pero 
fueron  yencidos  de  los  innumerables  enem^os,  y  la  bnaate  de  los  mwH 
limes  se  dispersó  por  diferentes  partes,  y  Zobair  con  algunos  pocon 
tornó  á  Barca ,  aSo  64 ,  y  mantuvo  con  mucba  constancia  aquella  froor- 
tera.  Con  esta  victoria  los  berberíes  ocuparon  aquella  comarca  de 
Cairvan ,  y  se  apoderaron  también  de  la  ciudad. 

Con  noticia  de  este  desmán  vino  á  África  AbdelmeUc  ben  Meruan  ^ 
encontró  en  Barca  á  Zobair  ben  Cais,  y  juntas  las  tropas  de  ambos  hi-- 
cieron  cruda  guerra  á  los  berberíes ,  y  recuperaron  la  ciudad  de  Cair- 
van y  y  allanaron  aquellas  gentes.  Continuó  gobernando  la  provincia  de 
Barca  el  Wali  Zobair,  y  fué  muerto  en  una  celada  por  los  cristianos  e(Mi 
muchos  de  los  suyos.  Hasan  ben  Naaman ,  él  Gasani » era  Wali  de  ügqplo 
cuando  la  muerte  de  Zobair;  y  le  mandó  Abdelmdic  que  siguiese  la 
conquista  de  África :  para  esta  empresa  allegó  la  gente  de  aqneUa 
frontera,  y  reunió  cuarenta  mil  hombres  de  muy  escogida  gente.  Coa 
esta  hueste  se  dirigió  contra  la  ciudad  de  Cartagena  la  antigua,  que 
era  la  principal  de  África ,  y  la  cercó  y  apuró  tanto  que  al  cabo  de 
largo  sitio  la  entró  por  fuerza,  destruyó  sos  muros,  mató  en  eUa  ma- 
chos cristianos  y  griegos  que  la  dcfendian  i  muchos  de  sus  habitantes 
se  pasaron  á  Sicilia  y  á  Espada ,  perdiendo  sus  bienes.  En  este  tiempo 
vino  con  gran  poder  contra  él  la  reina  de  los  berberíes ,  que  se  llamaba 
Cabina ,  que  en  aquellas  partes  era  muy  poderosa :  mantuvo  la  guerra 
con  varia  fi^rluna  por  algnnos  aBos  i  pero  al  fin  en  una  sangrienta  ba- 
talla la  vencieron  los  muslimes  y  la  hicieron  prisionera  con  los  prínd- 
pales  de  su  corte :  las  tropas  que  la  cautivaron  la  dcgaron  con  vida  fOt 
ser  muger  y  reina ,  y  la  llevaron  á  presencia  del  caudillo  Hasan :  pro- 
puso á  Cabina  las  condiciones  que  aseguraban  la  quietud  de  la  tierra,  la 
obediencia  y  tributos  á  los  califas ,  y  la  exhortó  á  que  siguiese  la  ver- 
dadera creencia  :  se  negó  á  toda  propuesta,  y  la  mandó  descabeur,  y 
asi  se  biso,  y  puso  la  cabeza  canforadaen  una  preciosa  ccqa,  y  la  envió 
á  Abddmélic  ben  Meruán  con  las  nuevas  de  esta  insigne  victoria  y  mny 
ricos  presentes. 

Poco  tiempo  después,  excitado  de  la.fama  de  las  grandes  riqueaas  que 
los  muslimes  hallaban  en  las  ciudades  de  África ,  quiso  venir  ¿  ella  el 
hermano  de  Abdelmelic ,  y  este  condescendió  á  su  deseo ,  y  lo  envió  al 
gdiierno  de  Barca  en  lugar  de  Hasan  ben  Naaman ,  á  quien  depuso  dd 
mando  de  aquella  provincia.  Entró  en  África  Abdelaiiz  ben  Meruán,  y 
luego  que  Ikgó  á  Barca  despojó  al  Wali  Hasan  de  cuanto  tenia ,  y  lo 
tomó  para  si :  Hasan  no  mucho  despuea  adoleció,  y  de  puro  pesur  y 
despecho  murió. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  11 

GAPITUIX)  VI. 

Conquista»  de  Muza  en  Almagréb  ó  Mauritania. 

For  teden  dd  Wali  Abdeteziz  ben  Menián  oorrtalas  tierras  de  Alma- 
pib  el  caudillo  Muza  ben  Noeeir ,  f  se  distinguió  mucho  sa  yalor  y 
d  alio  78  (697)  de  la  Hegira ,  y  adelantó  las  conquistas  á  las 
de  poniente  y  liasta  los  desiertos  del  mediodía  :  enyió  A  Abde- 
ben  MemAn  muy  preciosos  despojos',  y  esclaTOS  y  [esclavas  de 
hormoaura ,  y  muy  escogidos  caballos ,  sabiendo  su  condición 
afanu  Logró  persuadir  á  los  berberíes ,  que  eran  Aulad-Arabi ,  ó  hijos 
de  los  Arabea ;  y  tratándolos  con  blandura ,  de  su  propia  voluntad  pi- 
dieron  qae  les  diese  lugar  en  sus  tropas ,  y  reunió  de  los  roas  valientes 
éoee  mil'del  pais  de  Gadam  y  Záb.  Muy  complacido  de  esto  escribió 
AbdelaEÍ2  ben  Mernán  al  califa  celebrando  el  valor  y  la  prudencia  del 
caudillo  Musa  ben  Noseir,  y  reGriendo  sus  grandes  servicios. 

Tenido  el  año  83  de  la  Hegira  (702)  ^  bien  informado  el  califa  de  las 
esedentes  prendas  del  caudillo  Muza  ben  Noseir ,  le  dio  el  mando  do 
hs  tropas  muslimes  de  África  y  el  encargo  de  la  conquista  de  AJmagréb, 
y  le  nombró  amir  de  África  :  este  ínclito  capitán  fué  aquel  héroe  que 
entrando  en  España  abrió  tan  glorioso  campo  á  las  victoriosas  armas  de 
ka  árabes.  Para  mantener  en  obediencia  los  pueblos  subyugados ,  y 
adelantar  sus  empresas ,  allegó  numerosas  tropas  asi  de  Siria  y  Egipto, 
como  de  Barca  y  de  Cartagena  la  antigua ,  y  del  país  de  los  Berberíes. 
Con  estas  hnestes  altanó  las  tribus  rebeladas ,  venció  y  apaciguó  las  be- 
gentes  que  moraban  en  Dará ,  Sabrá  y  Tcfilct.  Para  evitar  quo 
Iribitó  fuesen  incitadas  á  la  rebelión  y  ayudadas  de  las  de  Sus  y 
otras  de  los  desiertos,  envió  á  su  hijo  Abdelaziz  con  diez  mil  caballos  á 
oorrer  la  tierra  ymantener  frontera  contra  aquellos  pueblos.  Era  Ab- 
ddanx ,  aunque  muy  joven  y  en  la  flor  de  su  edad ,  muy  apacible  y  de 
haHa  prudencia  en  sus  pocos  años ,  y  asi  logró  ya  con  suavidad  y  per** 
,  ya  con  propio  valor,  domar  aquellas  tribus  bárbaras  y  guer- 


CAPÍTULO  VIL 

Imperio  del  ealila  "Walid  ben  Abdelmelic. 

El  año  86  (705)  murió  el  califa  Abdelmelic ,  y  le  sucedió  en  el  im- 
perio ao  hijo  Walid  ben  Abdelmelic ,  que  confirmó  á  Muza  ben  Noseir 
ea  d  mando  de  las  tropas  de  África  y  gobierno  de  ella.  Apellidábase  el 
ca|Ma  Walid  Abulabás ,  la  madre  que  le  parió  se  llamaba  Abbasia ,  hija 
de  Alabas .-  el  tiempo  de  este  califa  fué  de  los  mas  venturo^  para  los 
UDiUmes  por  las  muchas  conquistas  que  hicieron  en  Grecia  y  Mawa- 
nlnabar .-  su  hermano  Muslema  y  su  sobrino  Coteiba ,  hijo  de  Muslema , 
hicieron  nioy  felices  expediciones  en  Sogda ,  Fergana ,  Bochara  y  Pagros 
contra  Jos  torcos  :  Cotaiba  enUró  ra  Samarcanda  y  qiiNnó  los  idoios<(ue 


12  HISTORIA  DE  LA  DOMmAClON 

estaban  adornados  de  clavos  de  oro  :  hizo  paz  con  eDos  y  se  allanaron 
á  las  condiciones  del  tributo  de  mil  millares  de  doblas  al  año.  Por  otra 
parte  Mnhamad  el  Tsakifi  entró  en  la  India  y  Sindia ,  y  venció  al  rey 
Daharo;  y  los  muslimes  le  cortaron  la  cabeza.  En  el  año  86  (705)  man- 
dó Walid  edificar  la  grande  A^ama  de  Damasco ,  y  siendo  necesario 
el  espacio  que  ocupaba  una  iglesia  que  lenian  los  cristianos ,  les  mandó 
pagar  p<Mr  ella  cierta  suma  de  dinero ,  y  como  ellos  no  quisiesen  ven- 
derla, la  mandó  derribar  de  propia  autoridad  sin  darles  nada :  trabaja- 
ban en  la  obra  doce  mil  pedreros ;  pero  no  se  acabó  este  edificio  en  sa 
tiempo,  sino  en  el  de  su  hermano  Suleiíaan.  Envió  por  gobernador  de 
Egipto  á  su  hermano  Abdala ,  que  impuso  tributo  á  los  monges  de  un 
diñar  ^  al  año,  y  este  fué  el  primer  tributo  que  pagaron  los  monges. 

Con  igual  ventura  hacian  íai  guerra  Muza  ben  Noseir  y  sn  hijo  Abde- 
laziz  en  tierras  de  Almagréb ,  rompiendo  las  taifas  innumerables  de  los 
berberies  á  caballo,  que  intentaban  ecliarlos  de  su  pais,  sujetaron  las 
principales  alcabilas  do  ellos ;  y  después  de  larga  y  obstinada  guerra  con 
los  de  la  tribu  Zeneta  se  avinieron  con  ellos ,  y  se  pacificaron ,  y  tomó 
Muza  rehenes  de  las  tribus  moras  de  Masmuda ,  Zanhaga,  Ketama  y 
Hoara,  que  eran  las  mas  antiguas  y  mas  numerosas  de  la  tierra.  Asi  él 
como  su  hijo  Abdelaziz  trataban  bien  y  con  blandura  á  los  sometidos , 
y  los  defendían  de  las  incursiones  y  algaras  de  los  rebeldes.  De  esta 
manera  ganaron  los  ánimos  de  aquellas'  gentes  bárbaras.  Envió 
Muza  á  su  hijo  Meruán  á  tierra  de  Tanja '  para  mantener  aUi  frontera, 
y  puso  un  fuerte  presidio  en  ella  de  diez  mil  hombres,  iodos  árabes  y 
egipdos ,  mandados  por  el  caudillo  Taric  ben  Zeyad  el  Ncfeci ,  que  era 
de  su  mayor  confianza ;  y  este  corria  toda  la  tierra  de  Algarbe  hasta  las 
fuentes  del  rio  Moluya  y  los  montes  de  Aldaren.  Cuidaba  con  ardiente 
celo  el  Wali  Muza  de  instruir  á  las  tribus  berberies  en  la  ley  alco- 
ránica, qué  abrazaban  sin  repugnancia ,  que  así  lo  queria  Dios,  por- 
que saliesen  de  su  ignorancia  y  barbarie ,  y  también  fué  bien  recibida 
de  muchos  cristianos  infieles,  que  moraban  en  Azile,  Tctewan.y 
Tanja;  pero  otros  muchos  se  pasaron  á  España  perdiendo  sus  bienes, 
según  las  avenencias  concertadas  en  la  entrada  de  sus  ciudades.  En 
pocos  años  toda  aquella  tierra  de  Almagréb  quedó  sujeta  y  tributaria , 
sin  deseo  ni  esperanza  de  otra  mejor  suerte. 

Después  de  la  muerte  de  Abdala  puso  el  califa  Walid  por  gobernador 
de  E^pto  á  Gorraho  ben  Xaric ,  que  fué  cruel  y  avaro ;  pero  duró  poco 
tiempo  su  tiránico  gobierno,  y  respiraron  los  pueblos  que  con  inhuma- 
nidad oprimía  y  desesperaba  :  al  contrario  en  África  los  pueblos  bende- 
cían el  gobierno  y  la  justicia  de  Muza  ben  Noseir  y  de  sus  hijos,  que 
mandaban  en  dilatadas  provincias.  Las  tribus  berberies  por  la  mayor 
parte  habían  abrazado  el  Islam;  y  siendo  naturalmente  belicosas é  in- 
quietas, seguían  voluntarias  la  vida  de  los  árabes ,  y  no  querían  otra 
ocupación  que  la  de  la  guerra.  Los  moradores  pacíficos  délas  ciudades 

1  Diñar,  asi  llaman  la  moneda  de  oro :  cada  diñar  es  de  valor  de  veinte  dirhames  ó  roonedaa 
de  plata. 
f  ^anj« ,  la  antigua  Tins» ,  «¡ue  lUmanios  Tánger. 


DE  LOS  AEAB£S  EN  ESPAÑA.  13 

j  de  hs  aldeas ,  y  los  del  campo ,  oontribuianjcon  sos  fratos  y  ganados , 
j  daban  á  las  huestes  muy  hermosos  caballos ,  que  volaban  como  águilas 
en  aquellos  dilatados  desiertos. 


CAPITULO  VIII. 

PropuMU  ó  intentos  de  pasar  á  Espafia. 

En  este  tiempo  algunos  cristianos  de  Gezira  Alandalus ,  que  es  la 
peoinsulade  España,  ofendidos  ^  de  surey  Ruderic,  que  era  señor  de 
toda  España  dc^e  la  Galia  Narbonense  hasta  dentro  de  la  Mauritania 
ó  tierra  de  Tanja ,  Tinieron  á  Muza  ben  Noseir ,  y  le  incitaron  á  pasar 
coo  tropas  á  España ,  apartada  de  África  por  un  estrecho  de  mar  llama- 
do. Alzacác^  ó  de  las  angosturas  :  representábanle  aquella  empresa 
como  fácQ  y  segura,  y  ofrecieron  que  le  ayudarían  en  ella  con  todas 
sos  fuerzas  :  tanto  puede  el  deseo  inconsiderado  de  yenganza.  Era 
Moza  emprendedor  ambicioso ;  pero  tan  prudente  como  amante  de 
gloría ,  no  despreció  la  propuesta ,  y  disimuló  con  ellos  algún  tiempo 
509  intenciones :  informóse  con  secreto  del  estado  de  España ,  de  su 
gente  y  calidad  de  la  tierra ,  de  las  divisiones  de  su  gobierno ,  del  poder 
dd  rey,  y  de  los  bandos  y  desayenencias  que  á  la  sazón  habia  entre  sus 
sencNres.  Se  cuenta  que  un  principal  cristiano  de  Tanja  le  refirió  con 
macha  verdad  cuanto  convenia  saber  de  la  condición  y  estado  de  los 
pocMos ,  del  mal  gobierno  del  rey  Ruderíc ,  de  su  falta  de  justicia ,  y 
como  por  esta  causa  era  muy  poco  amado  de  sus  gentes ,  que  todos  le 
tenían  por  un  injusto  usurpador  del  reino  de  los  godos. 

Excitaban  el  ánimo  de  Muza  para  emprender  esta  conquista  las  apa- 
cibles descripciones  que  hacían  de  España  los  moradores  de  Tanja  y 
otros  africanos  :  hablaban  de  su  delicioso  temperamento,  de  su  daro  y 
sereno  délo,  de  sos  mjichas  riquezas ,  de  la  calidad  y  virtud  maravi- 
llosa de  sus  plantas  y  frutos,  de  la  sucesiva  bondad  del  tiempo  en  todas 
hs  estaciones ,  sus  oportunas  lluvias ,  sus  rios  y  copiosas  fuentes ,  los 
magníficos  restos  de  sus  antiguos  monumentos,  sus  vastas  provincias  y 
muchasy  ricas  ciudades.  En  suma,  que  las  amenidades  de  España  no 
las  puede  igoalar  ni  expresar  el  mas  elegptnte  discurso ,  ni  en  la  carrera 
de  sus  excelencias  hay  quien  se  la  adelante,  que  en  esta  competencia 
aventaja  á  todas  las  regiones  de  oriente  y  occidente  :  que  España  es 
Siria  en  bondad  de  délo  y  tierra ,  Yemen  ó  feliz  Arabia  en  su  tempe- 
ramento ,  India  en  sus  aromas  y  flores ,  Hegiáz  en  sus  frutos  y  produc- 
ciones ,  Catay  ó  China  en  sus  in*ecíosas  y  abundantes  minas,  Adena  en 
hs  utilidades  de  sus  costas  :  que  en  ella  hay  ciudades  y  magníficos  mo- 

I  Debié  de  ler  cala  ofensa  la  de  los  amores  del  rey  don  Rodrigo  con  la  Caba,  hija  del  conde 
^  ialían ,  como  se  refiere  en  la  crónica  general  que  mandó  eicribir  el  rey  don  Alfonso  el 
^Ai9,  Um  Hombrea  de  la  Caba ,  de  su  doncella  Alifa ,  y  loda  la  serie  de  este  cuento  descubre 
irae  M  ñeeion  morisca ,  fundada  en  las  hablillas  y  canciones  Tulgares  que  corrían  entre 
I  criatianoo. 


H  HISTORIA  DE  LA  BOMINAaON 

numentos  ñt  sos  antigiios  reyes  j  de  los  jonios  que  fueron  siempre 
pueMo  sabio ,  y  que  todavia  se  conservan  restos  de  ellos  en  España ,  co- 
mo de  Hércules  el  grande  en  la  estatua  de  Gezira  Cadis,  y  el  ídolo  de 
Galicia ,  y  las  grandes  ruinas  de  Mérida  y  Tarracona ,  que  no  se  ha 
visto  cosa  semejante. 

Persuadido  Muza ,  y  resuelto  con  la  esperanza  de  tan  rica  y  gloriosa 
conquista ,  escribió  al  califa  y  le  propuso  la  importancia  de  esta  empre- 
sa :  decíale  como  con  ayuda  de  Dios  había  hecho  tributarios  á  los  zenetes 
y  otras  tribus  berberíes ,  de  Záb  y  Derár,  Sahra ,  Mazamuda,  y  Sus ; 
que  los  vencedores  muslimes  tremolaban  las  banderas  del  Islam  en  las 
torres  de  Tanja ;  que  de  esta  ciudad  hasta  la  opuesta  costa  de  Andalucía, 
no  hay  mas  que  un  estrecho  de  mar  de  doce  millas ,  que  con  su  licencia 
7  mandamiento  baria  pasar  en  España  los  conquistadc^es  de  África  j 
para  llevar  á  ella  el  conocimiento  de  Dios  y  la  ley  alcoránica.  El  calila 
aplaudUó  este  intento,  fondado  asi  en  las  tradiciones  que  babia  del  cya- 
viado  de  Dios,  que  prometía  la  extensión  de  la  ley  en  el  último  occi- 
dente, y  la  conquista  de  las  úlUmaS  regiones»  como  en  la  confiawa  de 
su  constante  fortuna. 


CAPITULO  IX- 

Bamda  do  Tarie  en  E»p«ft«. 

Habida  licencia  dd  califa,  ordenó  Muza  bea  Noseir  que  d  caudillo 
Taric  ben  Zeyad  con  escogida  caballería  desembarcase  en  la  cresta 
costa  de  Andalucía ,  para  reconocerla  tierra  y  asegurarse  de  loque  había 
informado  el  señor  de  Tanja.  Con  ayuda  y  consejo  de  este ,  pasó  Taric 
con  quinientos  caballeros  árabes  en  cuatro  barcos  grandes  de  Tanja  á 
Scbla,  y  de  esta  á  Andalucía ,  y  d  paso  fué  muy  venturoso  ^ :  entraron 
en  su  compañía  con  otros  nobles  caudillos  Abdelmdic  d  Moaferi  de 
Wasit,  que  se  estableció  después  en  Gezira  Alhadrá ,  y  Almondar  ben 
Méasemai  de  Hanesa  y  Zaido  ben  Kesidd  Sekseld.  (¿rrieron  estos  va- 
lientes muslimes  aquella  tierra  de  las  marismas  de  Andalucía ,  tomaron 
algunos  ganados  y^cnte  sin  que  nadie  se  les  opusiese.  Con  esta  presa  y 
feliz  suceso  tornó  Taric  á  Tanja  con  sus  caballeros ,  y  fueron  redbidos 
con  general  contento :  fué  esto  en  la  luna  de  Ramazan ,  año  91 . 

Consideró  Muza  esta  entrada  como  fdiz  presagio  de  la  futura  proa- 
perídad  de  sus  armas  cu  España,  y  con  la  mayor  diligenda  y  presteza , 
aderezadas  las  barcas  necesarias  para  pasar  un  buen  ejérdto ,  encargó 
su  mando  al  caudillo  Taric  ben  Zeyad,  dejando  en  su  lagar  en  d  pre- 
sidio de  Tanja  k  m  precio  hijo  Meruán  ben  Muza.  To(k)s  los  ^árabes 
querían  pasar  á  la  expedición,  y  todo  dispuesto  atravesaron  venturo- 
samente d  estrecho ,  y  desembarcaron  en  Gezira  Alhadrá,  la  ida  Verde, 

1  BftU  primera  entrada  ó  reconocuoienlo  qve  hizo  Taric  en  España  faé  en  el  me»  de  |olie  del 
alio  TM :  el  Bdobi ,  maltratado  ea  esta  parte  de  so  historia ,  no  menciona  aiat  la  snlHMÉi  del 
afio  92,  y  á  este  copiaron  los  mas  de  ios  historiadores  árabes. 


M  LOS  ÁiUB£S  £N  ESPAÑA.    .  15 

ta  «Hmcton  ftiroredó  el  desembarco.  Opasteron  los  cristianos 
Ktisteiicla  ]K^  impedir  el  que  desembarcaran ;  pero  fueron 
y  se  retfraroii  atemoricados.  ForlüBcóse  Taric  con  su  gente  en 
d  MODle  de  la  punta  de  Gezira  AHiadrá ,  que  desde  entonces  en  honcH* 
suyo  y  pan  perpetna  memoria  se  llamé  Gebal  Taric  ó  monte  de  Taric, 
j  taaMm  monte  de  la  Yletcnria  ó  Entrada ,  por  la  que  felizmente  se 
ataría  por  adtt  é  k  conquista  de  España :  ftié  estod  dia  jueyes  cinco  de 
k  ImMi  ée  üegéb  dd  afto  9d  (711) ,  j  cuenta  Xerif  Edris  que  Taric 
na?  ios  para  ^tar  á  sus  tropas  toda  esperanza  de  fuga :  de- 
monte  y  paso  mil  y  setecientos  cristianos  mandados  por  d 
Tadoiir)  qat  era'de  los  principales  caballeros  del  rey  Ruderic , 
y  con  este  gente  hubo  algimas  escaramuzas  en  los  tres  primeros  dias,- 
peio  yencidoa  y  pniestos  en  fuga  no  osaron  ya  ¡Nresentarse  contra  los 


que  Taámff  escribid  entonces  á  su  rey  Ruderic  para  que  L 
)  ^Kdéndole :  €  Señor,  aqni  han  llegado  gentes  enemigas  de  la 
•  pvtede  Alhea,  yo  no  sé  si  del  cielo  ú  de  la  tierra :  yo  mo  hallé  aco- 
de eSfM  de  improriso :  resistí  con  todas  mis  fuerzas  para  de- 
le entrada ;  pero  rae  fbé  forzoso  ceder  á  la  muchedumbre  y  al 
>  ímpetasuyo:  ahora á  mi  pesar  acampan  en  nuestra  tierra :  ruégoos , 
S  pnea  tanto  os  cam|áe,  que  Tengáis  á  socorremos  con  la  mayor 
y  oon  coanta  gente  se  pueda  aligar :  venid  vos,  señor,  en 
,  qae  ser6  lo  mejor.»  llenó  de  espanto  á  Ruderic  esta  inespe- 
nueva ,  y  mandé  llamar  sus  gentes  de  consejo  y  de  guerra ,  y  envió 
ded  la  flor  de  la  caballería  de  los  godos :  partió  esta  hueste  con 
presteza ,  y  se  rennfó  á  la  que  mandaba  el  caudillo  Tadmir, 
y  m  adefamlaron  contra  les  muslimes ,  y  hubo  entre  ambas  huestes 
alganaa  aangrienfas  escaramuzas ;  pero  siempre  con  notable  pérdida  y 
gme  dato  de  loa  godos.  Mandaba  la  caballería  delantera  de  los  mus- 

el  Rmni ,  insigne  eaucUOoque  se  había  distinguido  en  las 

j  omqnislade  África ;  En  tanto  Ruderic  allegaba  sus  gentes  de 

las  provincias ,  y  venia  con  todo  su  poder  contra  los  muslimes : 

eorria  la  tierra  de  Algezira  y  Sidonia ,  y  hasta  riberas  del  Guadia- 

Rindiendo  ienet^  y  espanto  en  aquellos  pueblos,  que  ni  tiempo  ni 

tamn  para  la  defei¿a.  Por  todas  parles  vagaban  tropas  y  caba- 

atemorizaban  los  pueblos,  talaban  y  quemaban  los  campos. 


CAPITULO  X, 

Be  U  batalU  de  Giudatede. 

UcgóRodeiicA  los  eampoa  de  Sidonia,  con  un  ejército  de  noventa 
■d  homlms  con  luda  la  nobleza  de  su  reino.  No  intiaridó  á  Taric  esta 
hneile,  fne  parecía  un  mar  agitado;  pues  aunque  sus  mna- 
Mgr  i«ferioccs  en  dmunero,  leiiiaB  gran  ventajeen  las  ar- 
derme jr  valor.  Venían  loa  críitianoa  armados  da  lorigas  y  de 


16  mSTORlA  D£  LA  DOMlNAGIOH 

perpuntes  en  la  primera  y  postrera  gente,  y  los  otros  sin  estas  drfensas^ 
pero  armados  de  lanzas ,  escudos  y  espadas ,  y  la  otra  gente  ligera  coa 
arcos,  saetas,  hondas  y  otras  armas,  según  su  costumbre,  hachas  y 
mazas  y  guadañas  cortantes.  Los  caudillos  árabes  reunieron  sus  bande- 
ras, y  se  congregaron  las  tropas  de  caballería  que  corrían  la  tierra. 
Juntos  los  muslimes  ordenó  Taric  sus  escuadrones,  los  preparó  y  llen6 
de  conflanza  para  dar  batalla  á  los  cristianos.  Avistáronse  ambas  ene- 
migas huestes  en  los  campos  que  riega  el  Guadalede  un  dia  domingo,  dos 
dias  por  andar  de  la  luna  del  Ramazan.  Temblaba  debajo  de  sus  píes  la 
tierra  y  se  estremecía ,  y  resonaba  el  aire  con  d  estruendo  de  los  atam- 
bor es  y  añaCres ,  y  con  d  sonido  de  guerreras  trompas ,  y  con  d  espan- 
toso alarido  de  ambas  huestes.  Acometiéronse  con  igual  ánimo  y  saña  , 
aunque  muy  desiguales  en  número,  pues  habia  cuatro  cristianos  para 
cada  muslim.  Principió  la  batalla  al  rayar  d  dia,  y  se  mantuvo  con  igual 
constancia  por  ambas  partes,  y  sin  ventaja  alguna  duró  la  matanza 
hasta  que  la  venida  de  la  noche  puso  treguas  á  los  sangrientos  horrores. 
Pasaron  ambas  huestes  sobre  el  campo  de  batalla,  y  esperaban  coa 
impaciencia  el  punto  del  alba  para  renovar  la  atroz  pdea.  Venido  el 
dia,  con  enemigo  furor  principió  la  batalla,  y  el  homo  del  combale 
permaneció  encendido  desde  la  aurora  hasta  la  noche. 

Como  al  tercero  dia  de  la  sangrienta  lid  viese  el  caudillo  Taric  que 
los  muslimes  decaian  de  ánimo  y  cedían  campo  á  los  cristianos,  se  alzó 
sobre  los  estribos ,  y  dando  aliento  á  su  caballo  les  dijo :  «  O  muslimes , 
»  vencedores  de  Almagréb ,  ¿  á  dónde  vais  ?  ¿  á  dónde  vuestra  torpe  é 
9  inconsiderada  ftiga  ?  £1  mar  tenéis  á  las  espaldas ,  y  los  enemigos  de- 
»  lante ;  no  hay  mas  i'emedio  que  en  vuestro  valor  y  en  la  ayuda  de  Dios : 
»  haced ,  caballeros ,  como  veréis  que  haré.  »  Y  didendo  esto  arremetió 
con  su  feroz  caballo,  y  atropellando  á  derecha  y  á  izquierda  cuantos  se 
le  ponían  delante  llegó  alas  banderas  de  los  cristianos,  y  conodendo  al 
rey  Ruderic  por  sus  insignias  y  caballo,  le  acometió  y  le  pasó  de  una 
lanzada,  y  el  triste  Ruderic  cayó  muerto ,  que  Dios  le  mató  por  su  mano, 
y  amparó  á  los  muslimes :  á  ejemplo  de  su  caudillo  rompieron  y  desba- 
rataron á  los  cristianos ,  que  con  la  muerte  de  su  rey  y  de  otros  de  sos 
principales  caudillos  se  desordenaron  y  huyeron  llenos  de  terror.  Los 
árabes  siguieron  el  alcance  con  su  caballeria ,  y  la  espada  muslímica  «e 
cebó  en  ellos  por  mucho  espado,  y  murieron  tantos,  que  solo  sabe 
cuántos  Dios  que  los  crió :  acabóse  la  batalla  y  alcance  de  Guadalede 
dia  cinco  de  la  luna  de  Xawal ,  y  quedó  aquella  tierra  cubierta  de  huesos 
por  largo  espacio  de  tiempo. 

Tomó  Taric  la  cabeza  del  rey  Ruderic,  y  la  envió  á  Muza,  dándole 
parte  de  sus  venturosos  sucesos ,  asi  en  el  paso  de  Alzacác,  como  en  las 
victorias  sucesivas ;  y  largamente  le  reGrió  la  sangrienta  y  peligrosa 
batalla  de  Guadalede,  en  que  habia  vencido  todo  el  poder  del  rey  de  los 
godos  y  sus  numerosas  huestes ,  y  le  contaba  como  d  rey  entraba  en  la 
batalla  los  primeros  dias  en  un  carro  bélico,  adornado  de  marfil ,  tirado 
de  dos  robustos  mulos  blancos ;  que  llevaba  su  cabeza  ceñida  de  una  co- 
ronaó  diadema  de  perlas ,  con  una  damide  de  púrpura  bordada  decvo: 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  17 

fR  CB  el  ka-oero  dia  de  la  sangrieüta  pelea  Dios  habla  dado  á  sos  mndi- 
ws  cumplida  yictoria ,  y  él  había  muerto  por  sa  mano  al  rey  Rudcric, 
cuja  cabeza  le  enviaba.  Decíale  asimismo  los  caballeros  muslimes  que 
mas  se  hablan  señalado  en  los  dias  de  batalla,  y  cómo  se  había  seguidoel 
akanoe  otros  tres  dias,  sin  que  se  alzase  la  espada  de  los  muslimes  de 
subre  eDos. 

El  caudillo  que  Uevó  estas  nuevas  al  Wali  Muzaben  Noseir  le  dio  las 
cartas  de  Taríc ,  y  de  palabra  le  refirió  el  suceso  del  paso  del  Estrecho 
pva  negar  á  tierra  de  España ,  cómo  habían  desembarcado  en  Gezira 
Alhidrá,  y  ¿pesar  de  los  cristianos  se  habían  apoderado  del  monto 
Snnde  de  Getel  Alfeth,  que  yallamabaiyGebal  Taric  del  nombre  del 
JBdifo  caadillo  que  había  derrotado  la  gente  que  defendía  el  paso  y 
monte,  en  quien  esperaban  los  cristianos :  que  allí  era  su  caudillo  Tad- 
núrqoe  había  pedido  socorro  al  rey  de  los  cristianos  Ruderíc ,  infor- 
núodcde  de  las  gentes  que  habían  llegado  á  sus  tierras  :  que  el  rey 
había  yenido  en  su  ayuda  con  noventa  mil  cristianos  :  que  Taric  había 
salido  contra  ellos ,  y  que  en  la  delantera  de  la  caballería  estaba  el  csxnr 
(GfflíiMagueiz  el  Rumi ,  siervo  de  Walid  :  que  la  batalla  fué  bien  man- 
tenida por  ambas  huestes  tres  dias  :  que  el  tercero  vio  Taríc  á  cuantos 
hombres  estaban  con  el :  que  ya  les  faltaba  esfuerzo ,  y  que  les  habló  ¿ 
caballo ,  y  los  alentó  á  pelear  con  valor ,  y  los  exhortó  ámorír  peleando 
cnmo  buenos  muslimes ,  y  ofreciendo  á  todos  grandes  premios ;  y  que 
entonces  les  dijo  :  «¿Dónde  jpensaís  tener  asilo?  el  bravo  mar  detras  de 
»  vosotros,  los  fatigados  enemigos  delante  :  no  hay  para  nosotros  mas 
*  remedio  que  valor :  haced  como  haré  yo ;  Guala  *  que  acometeré  á  su 
'  rey ,  y  si  no  le  quito  la  vida  yo  moriré  á  sus  manos.  »  Que  se  afirmó  en 
so  caballo ,  y  rompiendo  los  enemigos  ^como  conocía  el  caballo  y  las  In* 
simias  del  rey  Ruderíc ,  hizo  como  decía ,  y  Dios  mató  á  Ruderíc  por 
su  mano ,  y  después  hicieron  cruel  matanza  en  los  enemigos ,  y  de  los 
BosUmes  no  murieron  muchos ,  que  los  cristianos  huyeron  en  desor- 
den;  y  los  siguieron  tres  dias  :  que  Taric  mandó  cortar  la  cabeza  do 
Rnderic ,  y  qlie  se  la  enviaba.  Muza  oyó  estas  nuevas  con  mucho  placer, 
y  dijo  que  enviaría  al  califa  Walid  la  cabeza  del  triste  rey,  que  tal  des- 
fracia  aviene  ¿los  reyesque  toman  lugar  señalado  en  las  peleas. 


CAPITULO  XI. 

De  U  entrada  de  Hnu  en  Espafia,  y  oooqaistas  de  Taric  en  Andaluda. 

• 

Envidioso  Muza  de  las  glorías  del  caudillo  Taric ,  no  celebró  en  su 
ámmo  estos  venturosos  sucesos  como  debiera ,  y  luego  escribió  á  Taríc 
que  no  pasase  mas  adelante ,  que  le  esperase  en  el  lugar  que  le  llegara 
n  orden,  para  continuar  con  mas  fuerzas  y  seguridad  tan  importante 
«npresa  :  al  mismo  tiempo  envió  sus  cartas  al  califa  Walid ,  dándole 
atenta  de  las  victorias  alcanzadas  en  España ,  dicíéndole  que  las  batallas 

^  GiaU.cs  eono  decir  por  Dies :  se  uaa  para  afirmar,  negar  4  encarecer  alguna  cosa. 


i  6  HISTOtOA  DE  LA  DOMIÜAUON 

habian  sida  teiríblcs  como  d  diadel  juicio ,  j  envió  también  canfbrada 
la  cabeza  del  i%y  Ruderic  :  atriboiasc  Muza  en  sus  cartas  toda  la  felici- 
dad de  ésta  Venturosa  expedición.  Luego  sin  tardanza  ordenó  las  cosas 
de  Mricá  :  allegó  tropas  ^  dicen  que  diez  mil  caballos  j  ocho  mil  peones 
entre  árabes  y  afHcaños  :  puso  en  sü  lugar  para  el  gobierno  de  África 
en  Gairvan  á  su  hijo  ^  Abdelaziz,  y  en  la  luna  dcR(%eb  del  año  $3  pasó 
el  estrecho  delmar ,  y  saltó  en  España  acompañado  de  sus  hijos  Abde- 
lola  y  Meruán,  de  quien  tomó  después  nombre  el  palacio  que  está  al 
{KHiicnte  de  Córdoba  sobre  su  rio. 

Asitaiismo  entraron  con  Muza  en  España  muchos  caballeros  de  la 
Iribú  Coraix  y  otros  árabes  muy  principales ,  como  AÍmonazír ,  Aly  boa 
Reble  Lahmi ,  Hayut  ben  Reja  Temami ,  Hanás  ben  Abdala  Asenaui , 
que  después  fundó  la  grande  aljama  de  Saracusta. 

Entre  tanto  que  este  ejercito  acampaba  en  las  marismas  de  Andalacia 
hacía  el  Guadiana ,  Taric  con  sus  vencedores  muslimes  corría  toda  la 
tierra ,  llenando  de  espanto  á  sus  moradores ;  y  lo  que  no  esperaba ,  le 
vinieron  las  cartas  de  Muza  que  le  ordenaban  no  pasar  adelante  hasta 
que  el  Wall  se  juntase  con  él.  Hubo  luego  su  consejo  con  los  principales 
caudillos ,  y  todos  manifestaron  disgusto  de  tan  inoportuno  manda- 
miento; ¿cómo  era  posible  detenerse  en  tan  favorable  ocasión?  Enten- 
dió bien  Taric  de  dónde  procedía  aquella  resolución ,  y  sin  manifestar 
que  penetraba  la  envidia  declarada  de  Muza,  dijo^á  los  caudiUos  que 
viesen  lo  que  les  parecía  conveniente  hacer  en  tan  importante  ocasión. 
A  todos  pareció  que  no  era  bien  perder  tiempo  tan  precioso  :  entre 
Otros  habló  Julián  el  cristiano ,  y  aconsejó  á  Taric  diciéndole  :  «  Puesto 
«  tfúe  ya  venciste  el  grtmde  ejército  délos  godos ,  y  los  principales  seño- 
^  te$  cristianos  que  asistieron  con  su  rey  en  la  batalla  de  Guadalede  se 
^  han  esparcido ,  no  debes  perder  este  tiempo  en  que  todavía  llevan  en 
1»  sus  corazones  el  terror  de  tus  armas :  {Kirsiguelos  ahora  sin  darles  es- 
3»  pació  ni  lugar ;  porque  si  se  recobran ,  fácil  cosa  es  que  se  rehagan  y 
»  alleguen  nuevas  gentes,  y  se  concierten  y  anímenlas  atemorizadas 
9  tropas  :  asi  que  sin  tardanza  debes  penetrar  á  las  provincias  y  ocupar 
»  las  principales  ciudades ,  que  en  siendo  dueño  de  ellas ,  y  en  especial 
»  de  la  capital ,  ya  nada  hay  que  temer. » 

A  todos  parecieron  bien  estas  razones ,  y  las  esforzaron  tanto ,  que 
Taric  n  que  no  desealm  otra  cosa ,  ordenó  luego  las  haces  y  distribuyó 
las  banderas ,  y  mandó  pasar  alarde  de  |u  hueste ;  y  alabando  su  valor 
por  lo  pasado ,  y  exhortándolos  á  nuevas  victorias ,  ordenó  que  las  tropas 
se  abstuviesen  de  ofbnder  á  los  pueblos  paciflcos  y  desarmados  :  que 
solo  persiguiesen  á  los  que  tuviesen  armas ,  favoreciesen  y  tomasen  parte 
ón  la  guerra  y  obstinada  defensa  del  pais  :  que  no  roí>asen  ni  apañasen 
despojos  sino  en  campo  do  batalla ,  ó  en  entrada  por  fuerza  en  las  ciu- 
dades enemigas. 

Dividió  Taric  el  ejército  en  tres  cuerpos  :  el  primero  confió  á  Mu- 

^i  Dice  Alabar  que  dejó  en  África  á  su  hijo  mayor  Abdala :  Edobi  dice  que  Abdelazix ,  y  al 
ro  Uama  AMtIoU :  el  ifrikl  dioe  que  tardó  Muu  oinMm  idmw  tti  tefeir  4  BifitfA* 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  19 

gm  el  Rtimi  j  y  lo  envió  4  Córdoba  :  el  segundo  encargó  á  Zayde  ben 
hesM  el  Sekseki  para  qué  caminase  á  tierra  de  Málaga ;  y  el  tercero 
acaudillado  por  ^  misnio  partió  á  lo  interior  del  reino  por  tierra  do 
Jjjeaá  Tolaítola  \  que  era  la  capital  délos  reyes  de  España  :  antes 
qoe  á  ella  llegase  se  le  juntó  la  hueste  de  Kesadi ,  que  solo  halló  alguna 
resistencia  delante  de  Estija  ,*  pero  las  tropas  muáimicas  vencieron  á 
h«  cristianos  á  vista  de  su  ciudad ,  y  los  moradores  atemorizados  se 
iülanaron  á  pagar  tfibuto ,  y  tomadas  rehenes  délos  priticipalcs  de  éllh 
nmtíouó  el  ejército  su  marcha  hasta  juntarse  con  el  de  Taric,  como  es- 
tai»  concertado.  Siguieron  el  ejemplo  dcEstijalas  ciudades  de  Málagay 
BTira.  Moguciz  el  Aumi  acampó  delante  de  la  ciudad  de  Córdoba,  muy 
principal  y  antigua  :  envió  á  decir  á  los  moradores  que  se  rindiesen  á  las 
nndidones  y  s^ilridades  que  ofrecía  el  Islam ,  que  sujetos  al  tributo 
estaban  seguros  en  sus  personas  y  en  sus  posesiones  :  que  el  tributo  era 
le?c,  y  el  furor  y  la  saña  de  las  tropas  vencedoras  seria  terrible  :  que 
00  se  obstinasen  en  su  resistencia  con  vanas  espetanzas  :  que  hiciesen 
romo  otras  muchas  ciudades  que  se  habían  entregado  á  la  generosidad  de 
los  árabes ,  Redimiendo  á  poca  costa  el  derramamiento  de  su  sangre  : 
qoe  no  esperasen  socorro  de  ninguna  parte ,  que  ya  todo  estaba  en  ma- 
Df js  del  vencedor.  No  quisieron  dar  crédito  á  estas  propuestas ,  engaña- 
dfjs  de  algunas  tropas ,  restos  de  la  batalla  de  Guadaleqe ,  que  se  habian 
refugiado  á  esta  ciudad  y  confiaban  poder  defenderla*  ¿Peh)  de  qué  les 
»erTian  sos  muros  ili  el  valor  de  sus  tropas ,  si  la  fortuna  estaba  decía- 
rada  contra  dios?  Informado  Mugueiz  de  la  poca  gente  que  defendía 
la  dudad,  y  de  que  lá  muralla  tenia  fácil  entrada  por  la  parte  del  rio, 
aproTcdiando  la  oscuridad  de  una  lluviosa  noche,  pasó  á  nado  el  rio 
cnn  mil  caballos  que  llevaban  á  la  grupa  mil  peones ;  y  con  el  posible 
silendo  y  diligencia  se  apoderaron  de  aquella  parte  déla  muralla ,  y 
dpgrflando  las  guardias  de  aquellas  puertas  abrieron  á  los  mil  cabaúc- 
ms.  y  se  fac&itó  la  entrada  á  gran  parte  del  ejército ,  que  ocupó  la  cra- 
áaá  antes  do  venir  el  dia  :  el  gobernador  con  cuatrocientos  hombres  ste 
actigid  á  un  templo ,  y  se  fortificaron  en  él  :  los  Vecinos  imploraron  la 
ricmeneia  del  caudillo  Mugueiz ,  y  se  pusieron  bajo  lá  fe  y  amparo  de 
los  árabes.  Mandó  Mugueiz  combatir  el  templo ,  y  los  cristianos  se  de- 
fendieron con  obstinado  valor  hasta  que  todos  perecieron  peleando.  La^ 
ríodad  se  allanó  á  la  condición  del  tributo  de  sangre ,  y  tomó  rehenes' 
á  su  contento  -,  y  dejando  sosegada  la  ciudad ,  y  encargado  el  gobierno 
it  eOa  i  los  mas  principales ,  partió  de  ella  con  su  ejercito  á  correr  Ids 
pueblos  de  la  ocHuarca ,  para  ihantenor  en  ellos  el  terror  de  la  invasioh 
j  de  la  victoria.  Asi  los  enemigos  estaban  maravillados  del  valor  y  II- 
cereza  de  las  tropas  árabes,  que  á  un  mismo  tiempo  estaban  en  diferen- 
Us  y  apartadas  provincias. 

)  ToUMoU,  asi  defflsararon  los  árabes  el  nombre  do  Toledo ,  depravación  de  wrbs  Toieianay 
V  «tnaa  á  los  cristíanos  :  asi  como  de  Asiigi  hicieron  EsUja  por  Ecija;  y  de  Gssarauguüía 
por  Zaraisou ;  l  de  Spali  K;»bi)ia  por  Sevilla. 


20  HISTORU  DE  LA  DOMINAaON 

CAPITULO  XII. 

De  U  conquista  de  Toledo  y  de  sas  oomareas. 

Llegó  Taric  á  la  ciudad  Tolaitola ,  capiUl  de  España ,  ciudad  antigua 
y  fuerte ,  rodeada  del  rio  Tajo,  habiéndole  precedido  la  fama  de  sus  rá- 
pidas y  continuadas  victorias  y  el  espanto  de  las  tristes  reliquias  dd 
derrotado  ejército  de  su  rey  Ruderic  :  el  temor  délos  vencidos  en  Gua- 
dalede  ponderaba  el  valor  de  las  tropas  árabes ,  y  acrecentaba  sobre  la 
verdad  su  número  y  el  valor  y  ligereza  de  su  caballeria.  Los  principa- 
les señores  que  habían  seguido  á  su  rey  en  la  guerra  habian  muerto  en 
la  batalla,  ó  andaban  errantes  y  fugitivos ;  los  que  habian  quedado  cu 
la  ciudad,  con  la  nueva  de  la  desgracia  del  ejército  y  de  la  dirección  de 
los  muslimes,  habian  huido  con  sus  familias;  de  suerte  que  la  ciudad 
tenia  muy  poca  gente  de  guerra  ni  de  importancia.  Aunque  la  fortaleza 
del  sitio  de  la  ciudad ,  que  es  un  alto  y  escarpado  monte  ceñido  de  un 
rio  grande,  lespodia  dar  confianza  y  proporción  para  defenderse,  fal- 
tos de  ánimo ,  de  inteligencia  y  práctica  de  cosas  de  guerra ,  á  cabo  de 
pocos  dias,  faltos  de  provisiones  y  de  esperanza  de  ser  socorridos,  vi- 
nieron á  tratar  sus  avenencias  con  Taric,  que  los  recibió  con  bondad  y 
firmeza.  Concertaron  su  entrega  con  estas  condiciones  :  que  habian  de 
entregar  todas  las  armas  y  caballos  que  hubiese  en  la  ciudad  :  que  se 
pudiesen  retirar  libres  déla  ciudad  los  que  no  quisiesen  quedar  en  ella, 
perdiendo  sus  bienes  :  que  los  que  permaneciesen  en  ella  serian  dueños 
pacifica  é  inviolablemente  de  sus  casas  y  posesiona  :  todos  sujetos  á 
un  moderado  tributo  gozarían  el  libre  ejercicio  de  su  religión,  el  uso  y 
conservación  de  sus  iglesias ;  poro  que  no  edificarían  otras  sin  licencia 
del  gobierno  :  que  no  harían  procesiones  públicas :  que  se  gobernarian 
por  sus  leyes  y  jueces;  pero  no  impedirían  ni  castigarían  al  que  se 
quisiese  hacer  muslim.  Los  de  la  ciudad  entregaron  armas  y  rehenes, 
y  entraron  algunas  tropas  y  los  caudillos  árabes  en  la  ciudad. 

Ocupó  Taric  con  su  guardia  el  alcázar  del  rey ,  que  estaba  en  una 
altura  sobro  el  rio  :  la  casa  era  grande  y  labrada  á  maravilla ,  y  en  ella 
halló  Taríc  muchos  tesoros  y  preciosidades.  En  una  apartada  estanza 
del  alcázar  real  encontró  veinte  y  cinco  coronas  de  oro  guarnecidas  de 
jacintos  y  otras  piedras  preciosas ,  pues  era  costumbre  que  después  de 
la  muerto  de  cada  rey  que  reinaba  en  España  se  colocaba  alli  su  corona, 
y  escribían  en  ella  el  nombre  de  su  dueño ,  su  edad ,  y  los  años  que 
habia  reinado  i  y  veinte  y  cinco  habian  sido  los  reyes  godos  de  España 
hasta  él  tiempo  de  esta  conquista. 


CAPITULO  XIII. 

De  la  conquista  de  Mérída,  y  Tenida  de  Abdelaziz  ¿  España. 

Cuando  el  Wali  Muza  desembarcó  con  su  ejército  en  las  costas  de 
Algarbe  de  Andalucía ,  luego  supo  que  Taric  había  continuado  la  con- 


•t 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  21 

qnria  oonira  sa  mandamiento  :  pesóle  de  eUo  y  se  llenó  de  saña  contra 
r).  T  pro|Hiso  en  su  corazón  perderle  :  se  informó  del  camino  que  había 
ihado,  y  halló  entre  los  cristianos  ^as  fieles  que  le  enseñaron  la 
fora,  y  nunca  le  estrayiaron  ni  fueron  pérfidos.  Guando  la  providen- 
cia te  pone  en  la  mano  la  cuerda  de  la  felicidad ,  todas  las  criaturas 
oAcuiTen  á  hacerte  feliz,  tus  mismos  enemigos  te  ayudan;  y  si  se 
«jírwe  alguna  dificultad ,  la  fortuna  cuida  de  vencerla  y  de  allanarte  el 
pa$o.  Determinó  Muza  seguir  la  conquista  pok*  partes  donde  Taric  no 
kibípse  estado,  y  en  seguidas  marchas  corrió  la  tierra  de  Esbilia,  y 
(irlaole  de  esta  ciudad  y  en  su  comarca  estuvo  un  mes :  entregóse  la 
nudad  por  avenencia  y  con  las  condiciones  del  Islam ,  tomó  rehenes  á 
5a(t)nteDto ,  y  dejó  en  ella  por  gobernador  al  caudillo  Isa  ben  Abdila 
«ITowail  de  Medina,  con  alguna  tropa  por  la  importancia  de  la  pobla- 
noQ,  y  asistencia  de  los  muslimes  enfermos.  Continuó  su  marcha ,  y 
onipu  de  paso  la  ciudad  de  Carmuna ,  que  aunque  fuerte  por  su  sitio  y 
lotígnas  murallas ,  se  rindió  á  ejemplo  de  Esbilia  y  otras  de  Anda- 
Ijda. 

Ueraba  Muza  en  su  hueste  diez  y  ocho  mil  cabaUos  con  poca  gente 
^  pfooes,  que  iba  dejando  en  las  ciudades ,  como  para  reciproca  con- 
íiaoza  y  segundad  de  los  rehenes  que  tomaba  en  ellas ,  y  por  tantear  el 
f^moü  de  los  naturales.  No  halló  resistencia  en  ninguna  parte;  asi  in- 
^do  so  ánimo  y  deseoso  de  nuevas  conquistas  le  pareció  campo  es- 
trrdioel  de  Andalucía,  y  pasó  á  la  Lusitania,  que  es  el  Algarbe  de 
^^.  Se  le  entregaron  al  paso  las  ciudades  de  Libia ,  Ossonoba,  Myr- 
%.  Beja  y  otras ,  y  llegó  sin  dar  batalla  alguna  á  la  grande  ciudad  de 
Mérída.  Guando  vio  Muza  aquella  magnifica  ciudad  dijo  á  sus  caudillos  : 
^^f^  <iue  lodos  los  hombres  han  reunido  su  arte  y  poderlo  para  en- 
^v^uMiecer  esta  ciudad  :  venturoso  el  que  logre  rendirla.  Envió  á  la 
f^oMva  intimación  para  que  se  sometiesen  á  las  condiciones  acos- 
t'onbradas;  pero  los  de  la  ciudad,  confiados  en  sus  altos  y  torreados 
i^iintt,  respondieron  con  altanería  y  salieron  á  impedir  que  los  árabes 
PBM^en  su  campo  j  pero  fueron  rechazados ,  y  se  retiraron  á  su 
nadad. 

Viendo  Muza  que  la  ciudad  era  grande  y  fuerte  á  maravilla ,  para 
"[Qibatirh  con  acierto  la  rodeó  por  el  contorno  de  sus  muros,  y  cono- 
"^^  que  seria  forzoso  detenerse  en  aquella  empresa ;  y  para  seguir  la 
^^nísta  envió  á  ñamar  á  su  hijo  Abdelaziz ,  para  que  viniese  con  mu- 
'^ diligencia  con  cuanta  gente  pudiese  allegar,  para  llevar  el  terror  á 
^das  parles  y  asegurar  la  conquista.  Entre  tanto  cada  dia  daba  un  recio 

^te  á  la  ciudad  por  diferentes  partes ,  y  los  de  eDa  sallan  con  mu- 
^  Talor  á  pelear  con  los  muslimes ;  pero  se  les  llevaba  y  retraía  mal- 
f'^radíjs  á  sus  muros ,  y  desde  ellos  se  defendían  y  hacían  harto  daño  á 
'"  (arcadores.  Había  visto  Muza  que  á  cierta  distancia  de  la  ciudad 
^ba  ana  honda  cava  cortada  en  peña ,  y  en  ella  escondió  de  noche 
^^  gente  de  á  pié  y  dea  caballo.  A  la  hora  del  alba,  oomo  tenia  de 
^^^^ijnibre,  salió  de  su  campo  para  combatir  los  muros ,  y  asimismo  los 
^^^f^i^u»^  que  ya  estaban  acostumbrados  á  sus  rebatos  y  alboradas , 


22  HISrpl[lU  PE  lA  PQipHAaQIf 

salieron  i  estorbar  sos  combates.  Mandó  Maza  ^  los  musUmcs  hacer 
una  bien  ungida  retirada ,  de  suerte  que  cargando  la  gente  de  los  cer- 
cados se  fueron  arredrando  los  muslimes  bácia  su  emboscada.  Los  cris- 
tianos empeñados  en  la  pelea  y  en  seguir  á  los  árabes  con  la  yentaja 
que  creían  obra  de  su  esfuerzo ,  llegaron  peleapdo  j  maltratando  íi  los 
muslimes  mas  adelante  de  la  celada ,  que  estaba  al  costado  de  la  pdca : 
de  súbito  salió  aquella  gente  ^  y  acometió  con  grande  Ímpetu  y  yoccria : 
los  muslimes  antes  fugitivos  hicieron  frente  á  sus  contraríos  con  deno- 
dado ánimo ,  y  se  trabó  una  recia  pelea  que  duró  ipi;chas  horas  hasta 
que  los  cristianos  acabaron  despedazados ,  que  muy  pocos  escaparon  de 
la  muerte ;  pero  vendieron  muy  caras  sus  vidas.  En  adelante  los  de  la 
ciudad  no  osaron  ya  salir  á  pelear  con  los  árabes.  Gomo  en  un  asalto 
hubiesen  ocupado  los  muslimes  una  fuerte  torre ,  los  cristianos  se  es- 
forzaron por  echarlos  de  ella,  y  pelearon  con  tan  bárbaro  valor,  que 
no  escapó  ninguno  de  los  valientes  muslimes  que  entraron  en  ella;  y 
los  árabes  la  hubieron  de  perder  con  gran  matanza,  y  asi  llamaron 
después  á  aquella  torre  Borg-Axuhuda,  torre  de  los  Mártires. 

Llegó  en  este  tiempo  Abdelaziz  ben  Muza  ccm  siete  mil  caballos  afri- 
canos, y  gran  ballestería  de  los  berberíes :  como  los  de  la  ciudad  viesen 
que  el  campo  de  los  árabes  se  acrecentaba  con  nuevas  tropas ,  y  quo 
en  la  ciudad  faltaba  gente  de  guerra  y  escaseaban  las  provisiones ,  que 
esperanza  de  socorro  no  había  ninguna ,  que  la  gente  menuda  y  la 
mayor  parte  del  pueblo  murmiu*aba  y  pedia  que  se  tratase  de  avenen- 
cia, los  principales  tuvieron  su  consejo ,  y  acordaron  enviar  sus  mon- 
sageros  á  pedir  paz  al  caudillo  Muza.  Fueron  presentados  en  su  pa- 
bellón ,  y  le  vieron  con  su  larga  y  cana  barba  muy  respetable.  Hicieron 
su  propuesta,  y  Muza  les  ofreció  condiciones  mas  generosas  que  las 
que  merecía  su  resistencia :  mandóles  venir  otro  día  á  la  misma 
hora :  aquella  tardo  acordó  Muza  con  los  caudillos  muslimes  las 
condiciones  que  se  debian  dar  á  I04  de  la  ciudad  :  alheñó  Muza  aquella 
noche  su  barba  y  la  enrojeció,  y  cuando  venido  el  día  entra|x>n  en  su 
presencia  los  enviados  de  Mérída  apenas  creían  que  fuese  el  mismo,  y 
se  maravillaron  mucho  de  su  barba  negra  que  tiraba  á  roja  .*  jn^opü- 
soles  sus  condiciones ,  y  ellos  tomando  á  la  ciudad  deciap  á  sus  gentes : 
¿Por  ventura  peleards  con  hombres  que  rejuvenecen  cuando  quieren 
en  su  vejez?  pues  sus  reyes  asi  lo  hacen,  y  nosotros  los  hemos  visto 
mozos ,  despules  que  los  habíamos  visto  canos  viejos :  asi  que  salid  y 
conceded  cuanto  os  pidieren  si  queréis  ser  salvos.  Fueron  las  condi- 
ciones convenidas  entre  ellos  :  entregar  las  armas  y  caballos ,  los 
bienes  de  los  fugitivos  de  ellos  á  Galicia ,  los  de  los  muertos  en  la  celada, 
los  de  los  que  se  retirasen  de  la  ciudad,  las  alhajas  y  riquezas  de  los 
templos ,  los  vecinos  seguros  en  sus  personas  y  en  sus  bienes ,  y  entre- 
gar rehenes  á  contento  de  los  muslimes.  Entonces  abrieron  las  puertas 
de  la  ciudad ,  y  entró  Muza  en  ella  día  de  Alfitra  ^  en  principio  de 
Xawal  del  ano  93  y  n^aravillóse  mucho  de  la  grandeza  de  la  ciudad  y 

1  AlQtru ,  U  Pascua  do  salida  del  Ramauín. 


de  sos  m^iiiificos  edificios :  tomó  en  rehenes  )a  iviyeiito4  vm  priodp^ 
arla  ciudad  con  la  reina  goda,  muger  del  rey  Ruderipi  j  otras  gent^ 
5  mancebos  de  la  primera  nobleza  que  alli  se  babi^  acogido. 

Eo  tanto  que  esto  plisaba  ep  la  Lusitania,  Tarje,  después  que  ocop¿i 
los  alcázares  y  fortalezas  de  Tolaitola ,  y  la  aseguró  9  tf^t^  de  corref 
aquella  tierra,  y  pcrsq^oir  algunas  derramada^  Iropas  que  ai|- 
daban  en  cUa.  Encontró  cierUis  ciwpa&ias  de  ellas  op  una  dudad  que 
eslaba  tras  los  montes ,  y  la  rindió  coq  facilidad  ,  que  el  teiiior  peleaba 
piir  los  maslimes ,  y  no  babia  entre  los  cristianos  caudillo  que  Los  Feu- 
Díne  ni  animase ,  y  por  todas  partes  la  gente  de  armas  buia  siu  ^nüap 
en  campo  ni  en  poblado.  Esta  ciudad  se  llamó  entonces  la  ciudad  dq 
Taric ,  del  nombre  del  caudillo  conquistador.  Enyió  desde  aqu|  parta 
de  sos  tropas  á  Tolaitola ,  y  con  el  resto  siguió  sus  marcba^  y  llegó  i 
Goadilhigiara ,  y  pasó  este  ríp ,  y  tomó  el  monte ,  y  lo  atravesó  pop*  ui| 
TaQe  que  se  Úamó  entonces  Feg-Taric  de  su  propio  nombre.  Ocupó 
ana  pequeña  ciudad  que  estaba  tras  el  monte ;  y  como  en  ella  se  baUasQ 
ana  preciosa  mesa  guarnecida  de  yerdcs  psmcraldas  y  jacintos,  Sfl 
llamó  Medina  Almeida ,  ciudad  de  la  mesa ,  que  ¡íecün  la  mpsa  de  Su* 
lejman.  Luego  siguió  su  camino  á  Medina  Maya  ;  en  esta  encontré 
muchas  alhajas,  oro  y  piedras  preciosas;  y  parga4o  de  ricQs  4<^^ppjo§ 
turnó  á  Tolai(ola. 


CAPITULO  XIV. 

n»  ta  f  cttldA  d«  Mttt  á  Tftledo,  f  de  las  deMvtnandat  de  ambes  eandlHei. 

Cuando  Muza  ben-^pscir  estaba  ocupado  en  d  cerco  y  conquista  de 
Mérída ,  la  gente  menuda  del  pueblo  de  Sevilla ,  con  inconsiderada  te- 
oierídad ,  acometieron  á  los  muslimes  que  alli  estaban  bien  descuidados, 
7  mataron  de  ellos  como  treinta  hombres ;  que  los  demás  lograron  li- 
brarse de  sos  pérfidos  enemigos ,  y  llegaron  al  ejército  do  Muza  por 
caminos  extraviados.  Sin  tardanza  ordenó  el  >Va|i  que  su  bijo  Abde- 
laziz  ooQ  on  cuerpo  de  caballeria  muy  numeroso  partiese  para  Seyilla, 
j  castigase  con  severidad  á  los  culpados,  (a  gente  principal  de  I9  du- 
dad no  había  tenido  culpa  en  aquella  inútil  temeridad ,  y  cuando  llegó 
h  hoeste  de  Abdelaziz  querían  salir  á  ofrecerse  al  caudillo,  y  excusarse 
de  la  alevosía ;  pero  el  pueblo  pandaba ,  y  cerró  las  puertas ,  y  quiso 
dcrendcrse  á  todo  trance.  Acometieron  los  muslimes  cpn  el  ardientp 
deseo  de  venganza ,  y  forzaron  las  puertas ,  y  saciaron  sus  espadas  se- 
dientas do  vidas,  haciendo  en  el  pueblo  grqn  matanza :  por  desgrada 
soele  ser  común  el  castigo  de  la  culpa  de  alguno^  pocos.  Ricificó  Abde- 
laziz  la  dudad,  y  avisó  de  ello  á  su  padre,  que  le  envió  orden  para 
que  continuase  la  conquista  á  la  parte  meridional  de  España. 

Díspncstes  las  cosas  de  la  seguridad  y  quietud  de  Mérida ,  partió 
Muza  con  su  ejército  hacia  Tolaitola ,  tomando  al  paso  por  avenencia 
algunas  ciudades ,  persuadiendo  á  los  pueblos  que  los  árabes  no  venían 
á  destruirlos  ni  despojarlos ,  ni  quemarles  sus  campos  ¿  incendiarles 


24  HISTORIA  DE  LA  DOMINAGION 

4SU9  poblaciones  :  que  no  hadan  la  guerra  sino  á  los  rcbddcs  y  obsti< 
nados  en  su  vana  é  inútil  resistencia.  Ofreciéronse  á  los  árabes  en  esta 
marcha  maravillosos  puentes ,  obras  délos  antiguos  jonios,  que  nunca 
hablan  visto  edificios  de  igual  magnificencia ,  pues  no  parecían  obras 
de  bombres ,  sino  de  genios  divinos :  sobre  todo ,  les  complacía  la  ele- 
gancia y  la  comodidad  de  los  puentes  del  Tajo  y  del  Guadiana. 

Cuando  Muza  ll^ó  á  Medina  Talbera ,  el  caudillo  Taric ,  que  sabia 
cuan  ofendido  estaba  el  Wall  de  sus  buenos  sucesos ,  salió  á  recibirle 
sin  temcH*  ni  desconfianza  de  quien  ha  faltado',  ni  con  altanería  y  orgu- 
lio  de  vana  presunción  :  para  templar  su  enojo ,  llevó  consigo  algunas 
joyas  preciosas,  que  le  hablan  tocado  en  la  distribución  de  los  despojos 
como  á  principal  caudillo  de  la  conquista.  Fué  Taric  á  recibirle ,  y  to- 
davía llegó  á  encontrarle  en  Talbera.  AI  presentarse  á  Muza  le  dijo  este 
Wall  con  mucha  severidad :  ¿Porqué  no  obedeciste  mis  órdenes?  y 
Taric  le  respondió  con  mucha  sumisión ,  que  por  mejor  servir  la  causa 
dd  Islam ,  y  por  creer  que  él  nusmo  no  podia  desear  cosa  mas  acertada ; 
que  por  lo  demás  bien  sabia  que  él  era  hechura  suya ,  y  muy  su  servi- 
dor; y  con  esto  le  presentó  aquellas  alhajas,  que  eran  su  parte  como 
principal  caudillo  de  la  conquista.  Luego  pasaron  á  Tolaitola  juntos  : 
las  tropas  acamparon  fuera  de  la  ciudad ,  entraron  en  ella  Muza  con 
Taric  y  otros  caudillos,  y  subieron  al  alcázar.  Allí,  en  presencia  de 
todos,  le  dijo  Muza:  ¿que  dónde  estaba  la  preciosa  mesa  de  Suki- 
man?  y  Taric  se  la  dio  falta  de  un  pié,  diciendo  que  asi  so  habla  en- 
contrado :  la  tomó  Muza ,  y  le  dijo:  que  por  su  desobediencia  en  cosa 
tan  grave,  confiando  mas  en  la  fortuna  de  las  armas  muslimic&s,  que 
en  la  prudencia  y  buen  consejo ,  y  en  la  experiencia  de  su  Wall ,  que 
á  nombre  del  califa  le  privaba  del  mando  de  su  ejército  que  le  habla 
dado.  Concluyó  Muza  dando  gracias  á  los  demás  caudiKos  por  su  valor 
y  celo  en  los  trabajos  y  propagación  del  Islam.  Todos  callaron ,  y  solo 
Taric  dijo :  Señor,  mi  deseo  fué  servir  á  Dios  y  al  califa  :  mi  concien- 
cia me  absuelve ,  y  espero  que  nuestro  soberano  hará  lo  mismo,  á  cuya 
justicia  y  amparo  me  acojo. 

Estas  razones  de  Taric  no  aprovecharon  para  templar  el  ánimo 
llagado  do  envidia  del  Wall ,  antes  mas  ensañado  contra  él  lo  encarceló, 
y  escribió  al  califa  su  desobediencia.  Encargó  á  Muguciz  el  mando  que 
antes  tenia  Taric ,  y  este  mismo  caudillo  fué  el  único  que  le  habló  alli 
en  favor  de  Taric,  y  le  dijo  :  que  las  hazañas  y  servicios  de  Taric  eran 
muy  públicos  y  gloriosos,  y  no  merecía,  en  su  dictamen,  reprensión 
ni  cárcel,  sino  las  mas  distinguidas  honras  :  que  viese  lo  que  hacia, 
que  Taric  tenia  muchos  amigos  en  el  ejército.  Muza  no  mudó  de  pro- 
pósito ,  y  no  trataba  menos  que  de  hacerte  morir. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  3¿ 

CAPITULO  XV. 

De  las  conquistas  de  Abdelaziz  en  tierra  de  Murcia. 

En  Gste  tiempo  Abdelaziz ,  después  de  aseguradas  las  ciudades  de 
Andalucía ,  pasó  con  su  hueste  á  la  parte  de  España  meridional,  donde 
hada  frontera  contra  los  árabes  el  caudillo  de  los  cristianos  que  se 
Damaba  Tadmir ,  que  era  de  las  principales  famiUas  de  los  godos,  y  se 
llamaba  rey  de  aquella  tierra ,  que  de  su  propio  nombre  se  conocía 
por  tierra  de  Tadmir.  Era  este  principe  muy  esforzado,  y  se  había  dis- 
tinguido en  varías  ocasiones  contra  los  muslimes,  y  en  especial  mani- 
fcslósa  ánimo  y  prudencia  en  la  batalla  de  Guadalede,  cuando  desba- 
ratados los  cristianos  reunió  y  retiró  este  Tadmir  las  reliquias  de  su 
rate ,  y  las  libró  de  las  espadas  de  los  vencedores.  Cuando  entendió 
Tadmir  ben  Gobdos  que  Abdelaziz  se  encaminaba  á  sus  tierras,  salió 
á  defender  el  paso  con  las  tropas  que  pudo  allegar ;  y  aunque  no  osaba 
(irpscntar  su  gente  en  campo  raso  ni  venir  á  batalla  con  los  árabes, 
lamiendo  con  razón  la  ventaja  de  la  caballería,  con  mucha  inteligencia 
«jmpaba  los  montes  y  los  pasos  difíciles,  y  acometía  en  los  desGLnderos, 
7  en  donde  con  pocos  y  sueltos  incomodaba  y  hacia  grave  daño  á  los 
escuadrones  y  tropas  numerosas.  De  esta  manera ,  peleando  con  varía 
fortuna,  fné  avezando  á  los  suyos  á  pelear  y  contener  el  ímpetu  de  los 
árabes.  Abdelaziz  y  su  caudillo  Habib  procuraban  todas  las  ocasiones 
<fe  dar  batalla ;  pero  Tadmir,  con  mudia  destreza  y  conocimiento  de 
b  tierra,  las  evitaba  y  salía  por  donde  menos  se  pensaba.  En  fuerza 
de  su  constancia  fueron  internándose  hasta  los  campos  de  Lorca,  y 
aquí  lograron  dar  á  los  cristianos  una  sangrienta  batalla,  en  que  los 
rtMBpicron  y  desbarataron :  la  cabaUeria  los  siguió,  alanceándolos  con 
nacha  ventaja.  Huyeron  los  cristianos ,  y  se  acogieron  á  la  ciudad  de 
Auríola ,  única  fortaleza  en  que  pudieron  ampararse.  Viendo  Tadmir 
la  perdida  de  su  gente  de  pelea ,  para  engañar  á  los  muslimes,  y  que 
creyesen  que  había  muchas  tropas  en  la  ciudad ,  dispuso  que  las  mu- 
pres  se  disfrazasen  y  vistiesen  como  varones,  y  subiesen  armadas  á 
las  torres  y  moros ,  con  sus  cabellos  cruzados  porque  pareciesen  barbas. 

Este  engaño  salió  bien  á  Tadmir,  y  los  árabes  pusieron  cerco  á  la 
ríodad  con  todas  las  precauciones  convenientes ,  como  suele  hacerse 
delante  de  una  numerosa  guarnición.  Dispuso  Abdelaziz  sus  gentes 
para  eombatir  la  ciudad ,  y  entonces  salió  de  ella  un  caballero  enviado 
de  Tadmir,  que  se  acercó  y  pidió  seguro,  y  le  fué  concedido.  Presen* 
túseá  Abdcbóiz,  que  le  recibió  muy  bien ,  y  este  mensagcro  á  nombre 
de  Tadmir  y  de  la  ciudad  pidió  seguridad  y  paz ,  porque  se  allanaban  á 
entregarse  con  buenas  condiciones ,  conforme  á  la  generosidad  de  los 
caodilk»  muslimes  y  á  la  nobleza  del  principe ,  que  las  pedia  por  bien 
de  sos  pueblos.  Dijo  este  caballero  que  venía  autorizado  á  concluir  el 
OHirierto  y  avenencia  que  otorgase  $  y  se  escribió  en  esta  forma :  Es- 
cñtora  y  eonvenio  de  paz  de  Abdelaziz  ben  Muza  ben  Noseir  con  Tad- 


:?6  HISTORU  DE  LA  OOXIllf ACIOI^ 

mlr  ben  Gobdos,  rey  de  tierra  de  Tadmir.  «  En  el  iHNnbrc  de 
»  clemente  y  misericordioso^  Abdelaziz  y  Tadmir  hacen  este  convenio 
T»  de  paz ,  que  Dios  confirme  y  proteja  :  quo  Tadmir  baya  el  mando  de 
»  sus  gentes,  y  no  otro  de  los  cristianos  de  su  reino  :  que  no  habrá 
»  entre  ellos  guerra ,  ni  se  les  tomarán  cautivos  sus  hijos  ni  mugercs  : 
»  ipic  no  scráQ  molestados  sobre  su  reügion ,  ni  se  les  incendiarán  sos 
»  iglesias ,  sin  otros  servicios  ni  obligaciones  que  las  aqui  convenidas  : 
»  que  esta  avenencia  se  entienda  también  sobre  siete  ciudades,  Auriola, 
>»  Valentila,  Lccant,  Muía,  Bocsara,  Ola  y  Lorca  :  que  él  no  recibirá 
»  nuestros  enemigos,  ni  nos  faltará  álafidelidad^  ni  ocultará  trato 
»  hostil  que  entienda  :  que  él  y  sus  nobles  pagarán  él  servicio  de  un  di- 
»  nar  6  áureo  cada  año,  y  cuatro  medidas  de  trigo,  y  cuatro  de  cebada, 
»  y  cuatro  de  mosto,  y  cuatro  de  vinagre,  y  cuatro  de  miel,  y  cuatro 
»  de  aceite ;  y  los  siervos  ó  pecheros  la  mitad  de  esto.  Fué  escrita 
»  en  cuatro  de  Regcb,  año  94  de  la  Hegira.  Testificaron  sobre  esto 
»  Otzman  ben  Abi  Abda ,  Habíb  ben  Abi  Obcida,  £dris  ben  Maicera  y 
»  Abulcasim  el  Mezeli,  » 

Después  que  firmaron  el  convenio,  declaró  el  mensagero  de  los  cris- 
tianos que  61  era  el  mismo  Tadmir,  y  Abdelaziz  Tué  muy  contento,  y  se 
holgó  do  su  franqueza  y  noUe  proceder ,  y  le  hizo  mucha  honra ,  y 
comieron  juntos  como  si  de  luengo  (jcropo  fuesen  amigos.  Tomó  Tad- 
mir á  la  ciudad  aquella  noche ,  y  ordenó  que  al  dia  siguiente  á  la  hora 
del  alba  se  abriesen  todas  las  puertas  de  la  ciudad ;  y  el  con  los  princi- 
pales de  ella  salieron ,  venida  la  mañana ,  á  recibir  á  Abdelaziz ,  Habib 
y  otros  principales  muslimes ,  que  con  escogida  gente  de  á  pié  y  de  á  ca- 
ballo entraron  en  la  ciudad.  Maravilláronse  mucho  de  ver  en  ella  tan 
poca  gente  de  armas ,  y  preguntó  Abdelaziz  á Tadmir :  ¿Que  has  hecho 
de  tus  tropas  las  que  coronaban  los  azuores  ó  muros  de  esta  ciudad  ?  y 
Tadmir  le  refirió  su  estratagema ,  que  pareció  mqy  bien  á  todos.  £1 
cristiano  los  obsequió  tres  días ,  y  luego  partió  Abdelaziz  sin  hacer 
daño  ni  correr  la  tierra.  Pasó  la  hueste  á  las  comarcas  de  las  sierras 
de  Segura ,  y  entró  en  Bazta ,  y  cu  Acxi ,  y  en  Jayen ,  y  en  Elvira , 
y  en  Garpata,  que  tenían  los  judios,  y  en  Anlicaria,  y  entró  en 
Málaga  y  otras  ciudades  de  la  costa  del  mar,  sin  hallar  resistencia 
en  ninguna  psirte  :  le  acompañaron  en  esta  expedición  los  caudillos 
Otzman  ben  Abi  Obcida  el  CarsL  que  fué  siempre  compañero  de  Muza 
benNoseir ,  su  padre,  y  asi  Tuéei  priinero  que  confirmó  la  escritura  de 
paz  y  convenio  con  Tadmir  ben  Gohdos  el  cristiano,  rey  de  la  parto 
oriental  de  Andalucía  :  su  propio  nombre  de  este  era  Obeída  ;  también 
le  acompañó  Abdala  ben  Maicera  el  Faliemi ,  que  asimismo  era  com- 
pañero de  Muza  ben  Noseir,  y  confirmó  la  escritura  de  paz  con  Tad- 
mir el  cristiano ,  y  Habib ,  su  amigo,  hijo  de  otro  amigo  de  su  padro 
Muza, que  confirmóla  paz,  y  Abulcasim  el  Mezeli,  y  otros  mas  jóvenes. 

En  este  tiempo  llegaron  á  Muza  órdenes  del  califa,  mandándolo  res- 
tituir á  Taric  el  mando  de  las  tropas  que  tan  gloriosamente  había  con- 
ducido ,  dicicndóle  que  no  inutilízase  una  de  las  mejoras  espadas  del 
Islam.  Aunque  á  su  pe^ar  Muza  obcdedó ,  sin  manifestar  su  (l(sgusto , 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  27 

ii  ¿rdea  dd  cdiGí ;  le  puso  en  libertad ,  ;  aque)  dm  oonücron  juntos, 
j  le  restiiujó  eo  público  el  piando  desús  tropas :  fué  general  el  aplauso 
y  alegría  de  todos  los  muslimes ,  por  la  satisfaccioq  dada  á  tan  digno 
caudillo.  Dispuso  Muza  que  luego  sin  dilación  partiese  Taric  con  su 
hueste  báeia  España  oriental ,  y  él  mismo  dio  sus  órdenes  para  seguir 
coo  SD  gente  la  conquista.  IVIandó  qué  todas  las  tropas  fuesen  muy  des- 
cargadal  y  á  la  ligera,  la  caballería  con  su  piel  y  saco  de  provisión, 
y  su  hortera  de  cobre,  y  sus  precisas  armas,  y  la  infantería  sin  mas 
embarazo  que  las  armas.  Las  proTisioncs  de  cada  taifa  en  acémilas 
bastantes ,  divididas  por  el  número  de  banderas ,  y  estos  bagages  condu- 
cidos por  pocos  hombres  i  de  suerte ,  que  no  se  inutilizasen  brazos  vigo- 
rosúb  para  las  armas,  ni  se  empleasen  aparatos  que  estorban  los  pro- 
gresos de  las  rápidas  marchas ,  ni  gente  y  bestias  sobradas,  que  solo 
sinren  para  consumir  las  provisiones  y  forrages  de  la  tierra.  Ambos 
caudillos  repitieron  á  sus  tropas  la  prohibición  de  robos  y  pillnge  con 
peoa  de  la  vida ,  solo  permitido  después  de  las  batallas  en  el  campo 
enemigo  y  en  entradas  por  fuerza  de  ciudades ,  cuando  les  fuese  dada 
ficencia. 


CAPITULO  XYI. 

CmqMn  de  Taile  en  U  Espafia  oriental ,  i  de  Moza  en  tierris  del  norte  de  Sipalla. 


Tarícaloríente  buscando  las  fuentes  del  Tajo,  atravesólas 
sierras  de  Arcabica,  Molina  y  Scgoncia ,  y  descendió  á  las  vegas 
y  campos  que  ríega  el  rio  Ebro.  Muza  pasó  tras  las  sierras  á  Scntica  y 
Salmantica ,  que  se  entregaron  sin  resistencia ,  y  allanó  la  tierra  hasta 
Asioríca ,  y  volvió  subiendo  por  las  corrientes  del  rio  Duero  á  la  parte . 
oriental  de  España;  y  descendiendo  al  rio  Ebro  llegó  al  cerco  de  Medina 
Sáracnsla ,  que  tenia  en  mucho  estrecho  el  ejército  de  Taríc.  Habia  ya 
ocupado  esta  hueste  todas  las  ciudades  de  la  comarca ;  pero  en  esta  ciu- 
dad se  habia  reunido  mucha  gente  de  toda  España  :  el  rigoroso  cerco  y 
les  combates  la  tenian  ya  muy  apurada ,  y  cuando  llegó  Muza  decayeron 
de  todo  punto  de  ánimo  los  cristianos,  y  lu^o  salieron  á  proponer  su 
entiba  con  buenas  condiciones.  Muza  sabia  que  alli  estaban  deposita- 
das muchas  riquezas  de  todos  los  pueblos  de  España  oriental ;  y  sabiendo 
el  triste  estado  en  que  se  hallaban  por  falta  de  provisiones,  les  impuso 
sobre  las  condiciones  ordinarias  una  muy  grave  exacción ,  que  debian 
ingar  el  dia  de  la  entrada  en  la  ciudad  :  esta  era  la  contribución  de 
sangre,  porque  con  ella  se  redimían  de  las  violencias  de  la  espada  del 
▼mcedor.  La  necesidad  los  forzó  á  todo,  y  allegaron  y  recogieron  todas 
hs  alhajas  de  los  vecinos  poderosos  y  de  los  templos ,  para  cumplir  la 
gran  cuantia  que  pidió  Muza  ben  Noseir  :  asimismo  tomó  rehenes  á  su 
contento  de  la  juventud  noble  de  esta  ciudad  :  puso  en  ella  un  buen 
presMio  con  escogida  gente,  dando  el  gobierno  á  Hanáx  ben  Ábdala 
Asenani ,  me  poco  después  edificó  alli  una  mezquita  magnifica  y  una 
principal  4]^una. 


28  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

GoDtinnó  el  ejército  sn  expedición ,  y  entró  sin  resistencia  en  las 
ciudades  deWósca,  Turiazona,  Galagurra,  Ilerda,  Taracona ,  hasta 
los  montes  de  Afranc  :  al  mismo  tiempo  que  Taric  desde  los  montes 
descendió  por  el  Ebro  á  Tortuja,  áMurbiter,  á  Valencia,  Jativay 
Denia,  que  todas  se  sujetaron  á  las  condiciones  del  Islam,  quedando 
los  moradores,  bajo  la  fe  y  amparo  de  los  muslimes ,  dueños  paciGcos 
de  sus  bienes.  £1  ejército  de  Muza  ben  Noseir  puso  en  obediencia  del 
Islam  las  ciudades  de  Barciluna ,  Gerunday  Empuria,  y  otras  de  los 
montes  orientales.  Cuenta  Novaíri  que  pasó  á  tierra  de  Afranc ,  y  ocupó 
Medina  Narbona ;  y  halló  alli  siete  ídolos  de  plata  á  caballo ,  que  estaban 
en  un  templo.  Luego  se  tornó  á  España ,  y  caminó  alGuf  ó  norte  de  ella 
hacia  Galicia  por  Asturíca^  y  entró  en  Lugidania  ^ ,  y  en  todas  partes 
sacó  muchas  riquezas ,  que  no  partia  con  nadie.  Taric  en  su  conquista 
seguia  otra  Tía  y  otra  conducta  :  los  despojos  y  contribuciones  repartía 
con  los  muslimes,  sacando  el  quinto  que  reservaba  para  el  califa  con 
mucha  justicia;  y  no  comunicaba  á  Muza  sus  empresas,  sino  escríbia 
al  califa ,  y  censuraba  la  codicia  y  exacción  del  Wali ,  que  era  insaciable. 
Por  su  parte  Muza  vituperaba  los  procedimientos  de  Taric ,  y  se  quejaba 
al  califa  de  cuanto  perjudicaba  á  la  unión  de  los  muslimes  y  al  ejemplo 
de  subordinación  y  buena  disciplina  la  conducta  absoluta  y  la  prodiga- 
lidad de  Taric.  De  estas  quejas  inflrió  el  califa  Walid  ben  Abdelmelic 
que  con  venia  poner  aquella  conquista  en  otras  manos,  y  ^lamar  á  Siria 
á  estos  dos  caudillos. 


CAPITULO  XVIL 

De  la  partida  de  Muza  y  Taric  de  Espafia  para  Damasco. 

Escribió  el  califa  sus  cartas  á  Muza  y  Taric  ben  Zcyad  para  que  sia 
dilación  partiesen  á  Damasco,  ordenando á Muza  que  dejase  en  el  go- 
bierno de  España  y  de  África  personas  do  conCanza.  Pesó  mucho  á  Muza 
de  esta  determinación ;  pero  esperando  todavia  que  lograría  volver  á 
esta  conquista,  se  dispuso  para  la  partida.  Mandó  que  su  hijo  Abdc- 
lazíz  quedase  por  amir  ó  gobernador  de  España  durante  su  ausencia : 
encomendó  las  tropas  de  frontera  al  caudillo  Naaman  ben  Abdala,  y  con 
una  buena  compañía  de  caballos  tornó  por  Toledo  a  Córdoba  y  Sevilla, 
recogiendo  al  paso  los  tesoros  que  tenía  allegados :  dejó  en  Sevilla  á  su 
hijo  Abdelaziz;  y  para  que  le  ayudase  con  su  prudencia  y  valor  dejó 
alli  en  su  compañía  á  su  sobrino  Ayúb,  hijo  de  su  hermana,  caudillo 
muy  estimado  de  todos  los  muslimes ;  y  á  Isa  ben  Abdala  el  Towail 
de  Medina,  su  intendente  de  presas  y  despojos.  Ammismo  ordenó 
Muza  que  partiesen  con  el  á  Siria  cuatrocientos  varones  de  las 
familias  regias  godas  que  teñía  en  rehenes ,  que  llevaban  sobre  sus 
cabezas  diademas  de  oro ,  y  cintos  también  de  oro  ceñidos.  Partió 
el  Wali  Muza  ben  Noseir  de  España  con  muchas  riquezas  que  sacó 

>  Asi  depravaron  el  nombre  de  LusiUinia ,  que  fueron  después  olvidando. 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  29 

de  db,  y  apertó  en  África  con  macha  felicidad.  Era  en  este  tíempo 
almirante  del  mar  para  las  comunicaciones  y  paso  de  España  á  África 
Mnbamad  bcn  Umén  ben  Tbabita ,  y  fué  el  que  pasó  las  tropas  de  Taric 
7  Moza  para  la  conquista ,  según  cuenta  de  él  Abu  Said ,  autor  de  la 
HistcHia  de  Egipto;  y  el  ano  102  todavia  estaba  sobre  el  mar  de 
Túnez ,  según  Abdala  ben  Abdelhakem  en  su  historia.  AUi  mandó  que 
su  hijo  Abdelola  quedase  por  gobernador  de  Tanja  y  de  Almagréb ,  y  en 
Cairvan  otro  hijo  suyo  que  se  llamaba  Meruán ,  y  con  las  riquezas  de 
estas  regiones  de  occidente  entró  en  Siria  el  año  95  de  la  Hegíra  (713). 

£1  caudillo  Taric,  que  babia  recibido  la  misma  orden  del  califa  para 
pasar  á  Damasco ,  partió  poco  antes  que  Muza,  y  su  hueste  quedó  en- 
cargada á  Habib  ben  Abi  Obeida  para  que  hiciese  la  conquista  de  Galí-* 
da  y  Lusitania.  Cuando  Taric  llegó  á  Damasco  no  estaba  alli  el  califa , 
7  pasó  á  Dair  Marún ,  en  donde  á  la  sazón  se  hallaba.  Walid  le  recibió 
con  mucha  honra,  y  holgó  mucho  de  ver  al  célebre  conquistador  de 
España ,  y  le  aseguró  que  estaba  bien  persuadido  de  sü  bueua  conducta ; 
pero  que  babia  sido  forzoso  que  viniese  para  saber  de  su  boca  la  verdad 
de  sucesos  tan  importantes,  y  por  evitar  otros  inconvenientes  que  po- 
dían resultar  quedando  en  África  ó  en  España,  en  donde  eran  tan  po- 
derosos los  hijos  dé  Muza ,  que  cierto  no  era  su  amigo :  dio  cuenta  Taric 
de  sus  hechos  todd§ ,  y  concluyó  diciendo  ;  Señor,  los  muslimes  hon- 
rados de  tus  huestes,  que  me  han  conocido  en  África  y  en  España,  pue- 
den decirte  cuál  he  sido  en  todas  ocasiones ,  y  aun  nuestros  enemigos 
ios  cristianos  dirán  si  he  sido  cobarde ,  si  cruel ,  si  avaro.  Quedó  Walid 
muy  pagado  de  las  razones  de  Taric ,  y  le  respondió  que  todo  lo  sabia, 
7  estaba  muy  satisfecho  de  sus  buenos  servicios. 

Entre  tanto  Abdelaziz,  que  estaba  en  Sevilla ,  donde  habia  puesto  la 
OTte  y  aduana  *  de  los  árabes,  por  estar  mas  cercana  á  las  comuni- 
dciones  de  África,  tenia  en  su  compañía  una  muger  goda  que  habia 
sidomuger  del  rey  de  España  RudcriCi  era  muy  hermosa,  se  llamaba 
Aycla,  y  Abdelaziz  la  amaba,  y  la  persuadió  á  que  fuese  su  mugcr  : 
cplebraron  sus  bodas  con  grandes  fiestas  en  Sevilla,  y  fué  su  nombre 
Omalisam  *.  Luego  partió  Abdelaziz  para  seguir  la  conquista ,  y  dio  sus 
órdenes  á  Habib  ben  Abi  Obeida  ben  Ocha  ben  Nafe,  para  que  por  su 
parte  las  adelantase  también. 

Guando  Muza  se  acercaba  á  Siria  con  los  despojos  y  riquezas  de  Es- 
paña y  de  África ,  adoleció  Walid  de  grave  enfermedad ;  entonces  el 
hermano  de  Walid,  Suleiman  ben  Abdelmelic,  escribió  á  Muza  desde 
Randa ,  donde  estaba ,  que  se  detuviese  en  el  camino  y  no  se  presentase 
hasta  que  su  entrada  fuese  ya  en  sus  dias,  pues  su  hermano  no  podia 
naturalmente  convalecer  de  su  grave  dolencia.  Muza  no  lo  hizo  asi,  y 
Ufgó  antes  de  la  muerte  del  califa  :  ordenó  Walid  que  ambos  caudillos 

^  AdvaM  entro  los  árabes  es  la  casa  del  senado ,  ó  del  concejo ,  donde  se  congregan  los 
iBrtewim  ó  consejeros  :  asimismo  daban  nuestros  árabes  esle  nombro  á  la  casa  donde  so 
Ih^aba  la  cuenta  y  raion  de  las  rentas  públicas,  y  donde  se  depositaban;  entre  turóos  todavia 
«c  Uanu  diván  el  consejo. 

>  Esle  ef  ,1a  de  los  preciosos  coliares. 


30  HISTORIA  D£  LA  DOMINACIÓN] 

se  prcsctitasch  6  uil  tiempo,  y  asi  lo  hicieron ;  y  al  offécc^  Muza  los 
tesoros  y  priíciosidadcs  que  tf  ala  para  el  califa ,  le  di6  la  preciosa  mesa 
verde  orlada  de  jacintos ,  y  le  dijo :  Yo  la  hallé ,  señor ;  y  dijo  Taric  - 
No  sino  yo  la  hallé,  o  amir  de  los  fieles  :  replicó  Muza  que  no  era 
verdad  lo  que  decia ;  y  Taric  dijo :  Yeamos  si  la  mesa  está  falta  de  al^ 

Sfuna  pieza ,  y  pregúntese  al  que  la  trae  dónde  está ;  y  el  que  suplirá 
o  que  falla ,  esc  eti  verdad  la  halló.  Vio  el  califa  y  los  presentes  la  mesa, 
y  en  lugar  del  pié  que  le  faltaba  habla  Muza  puesto  uno  de  oro;  y  dijo 
Taric  al  califa :  Pregúntale  si  asi  la  halló,  si  estaba  con  ese  pié :  prcgun- 
tóselo  Walid ,  y  Muza  respondió :  Asi  la  hallé.  Entonces  Taric  sacó  el 

Sié  propio  de  la  mesa  y  lo  puso  en  su  lugar ,  que  convenia  con  la  labor 
c  los  otros ,  y  se  maraviUó  el  califa ,  y  se  vio  clara  la  impostura  dD 
Muza.  Pocos  dias  después  falleció  el  califa  Walid  de  su  dolencia ,  y  su- 
cedió en  el  imperio  su  hermano  Suleiman.  Cuenta  Aly  ben  Abderahman 
bcA  Hudeil  de  Granada ,  que  preguntó  el  califa  Suleiman  ben  Abdel- 
tUelic  á  Muza  ben  Noseir  cuando  se  le  presentó  de  vuelta  de  Espada : 
¿Has  hallado  pueblos  muy  valientes  en  tus  conquistas?  Señor,  respon- 
dió, muchos  mas  de  los  que  yo  acertaré  á  describirte.  Pues  dime  de  lo& 
cristianos ;  y  dijo :  Son  leones  en  sus  castillos,  águilas  en  sus  caballos  j 
y  mugeres  en  sus  escuadrones  de  á  pié ;  pero  si  ven  la  ocasión  la  saben 
aprovechar,  y  cuando  quedan  vencidos  son  cabras  en  escapar  á  loa 
montes ,  que  no  ven  la  tierra  que  pisan.  Y  dime  de  los  berberíes ;  y  dijo : 
Son  gente  muy  semejante  á  los  árabes  en  acometer,  pelear  y  ayudarse , 
y  en  el  sufrimiento  y  en  la  fisonomía  y  hospitalidad ;  pero  los  mas  pérfi- 
dos hombres  del  mundo,  no  cumplen  palabra  ni  guardan  pacto  ni  fb 
alguna.  ¿  Y^de  los  de  Afrapc  qué  me  dices?  Son  gente  infinita,  pronios 
y  animosos  en  el  acometer  y  pelear  j  pero  medrosos  y  tímidos  en  la  ftaga. 
¿Y  cómo  te  ha  ido  con  estas  gentes?  ¿íes  has  superado,  ó  te  han  vencido? 
£so  no  por  Alá ,  ni  una  bandera  me  huyó  jiynas ;  y  los  muslimes  mios 
no  han  dudado  acometerles  aunque  fuésemos  cuarenta  contra  ochenta  : 
y  se  comi^ació  Suleiman  de  sus  razones.  Ofendido  este  de  la  conducta 
de  Muza ,  lo  mandó  encarcelar ,  y  lo  espuso  al  sol ,  y  lo  fustigó ,  y  lo 
multó  en  tíca  mil  mitcalcs,  otros  dicen  doscientos  nül  pesantes. 


CAPITULO  XVIIl. 

Del  imperio  del  califa  Salelman. 

Fué  jurado  califa  ó  sucesor  del  imperio  Suleiman ,  el  mismo  dia  qiic 
faUeció  su  hermano  Walid  :  su  madre  fué  Abesa ,  hija  de  Ahibás  :  se 
apellidó  Abu  Ayúb  .-  fué  su  proclamación  á  mediada  luna  de  Giumada 
postrera,  año  96  (714).  Su  sobrino  Goteiba,  hijo  de  Muslema,  se  in- 
tentó rebelar  cu  Gorasan ;  pero  los  fieles  muslimes  le  resistieron  y  le 
quitaron  la  vida.  Puso  Suleiman  por  Walt  de  aquellas  a>nquistas  & 
Jezid  ben  Mablabi  ben  Abi  Sofra ,  que  adelantó  las  conquistas  al  Tabe- 
ristan  y  Giorgian ,  y  puso  aquellas  regiones  en  tributo  y  obddicQcia. 


DlS  LOS  ÁRABES  EN  ESt^ÁÑA.  31 

Sé  bcrmano  Mo$lt*flia  llegó  contra  los  griegos  hasta  Costanllnia ,  su 
apílal.  Había  fallecido  d  gobernador  de  £gipto  Corraho ,  y  envió  en 
SQ  lugar  Soleiman  á  Asama,  que  fué  muy  cruel  exactor,  y  obligaba  h 
l(»  moradores  de  sus  provincias  á  llevar  consigo  roanxur  ó  cédula  de 
paso,  7  para  obtenerla  pagaba  cada  utk>  diez  dinares ,  y  el  que  era  ha- 
ibdo  sin  manxut ,  albara  ó  cédtda  de  libre  paso ,  tenia  pena  de  sei- 
ttanado  con  fuego ,  y  asi  nadie  osaba  estar  sin  su  manxur  hasta  qüc 
qoiso  Dios  que  a^dió  este  cruel  amir.  Acnaró  ó  mas  bien  hizo  eonstrufr 
este  Asama  la  medida  de  las  crecientes  del  Kilo ,  porque  la  que  habia 
anügoa  c&  Hulwan  se  habia  arruinado ,  y  con  licencia  de  Sulciman  se 
nmstrajó  la  que  hay  en  la  tsla  entro' el  rio  de  Fostat  ^  y  el  río  de  Giza, 
obra  mararlUosa  que  se  acabó  el  año  97  (715). 

En  España  adelantó  Abdelaziz  la  conquista  hasta  los  extremos  de  Lu- 
siunia  á  la  costa  del  gran  tnár  Océano,  y  sus  caudillos  corrieron  toda 
k  tierra  Alguf  *,  y  Pamploffa ,  y  montes  Albasiienscs ;  y  allegaron  mu- 
chas preciosidad^.  Ordenó  Abdelaziz  enviar  las  rentas  de  estos  pueblos 
de  España  á  Siria ,  y  noticia  del  estado  de  las  conquistas :  nombró  para 
eslu  á  Malianiad  bcn  Habib  ben  Abi  Obcida  el  Moafbri ,  Assama  ben 
Mdic  el  Ghulani ,  y  á  Ismail  ben  Abi  Abdala  de  Bcni  Mahrum ,  con 
otros  principales  caudillos ,  en  todos  diez  varones  :  solían  juntarse  las 
rrotas  de  las  provincias  de  España  con  las  de  África ,  y  en  una  sola  caja 
liekía  lodo  recaudarse  por  losmcchtisebes  ó  contadores  y  recibidores  de 
cada  proTÍncia.  Allegóse  en  esta  conducta  de  España  inmensa  suma . 
i|Qe  llevaron  á  Siria  estos  diez  diputados ,  y  entraron  en  Damasco  el 
^97  (715).  Fueron  muy  bien  recibidos  del  califa,  y  mandó  volver  á 
E^nña  á  ocho  de  cUos ,  otros  dicen  cinco  :  de  ellos  Assama ,  Ismail , 
IbMby  Naaman ,  con  orden  secreta  del  califa  para  que  luego  que  llega- 
sen á  África  depusiesen  de  sus  gobiernos  á  los  hijos  de  Muza  bcn  Noseir, 
que  estiban  en  Gairvart  y  en  Tanja  :  ordenándoles  que  después  de  pri- 
tados  áA  mando ,  les  quitasen  la  vida.  Lo  misino  previno  en  sus  cartas 
i  los  dnco  Drincipaks  caudillos  de  las  tropas  de  España  :  receloso  del 
poder  de  la  himilia  de  Muza ,  que  consideraba  ofendida ,  no  quiso  dejar 
ninguno  de  ella.  Extraño  premio  dio  la  suerte  á  los  distinguidos  servi- 
cios de  e^  noble  gente. 


CAPITULO  XIX. 

tM  la  muerto  do  Abdetatiz  y  gobierno  de  Ayttb. 

Q  primero  que  abrió  y  leyó  estas  cmcles  ffirdencs  en  Espdña  fué  el 
fiel  afliigi>de  Muza  bcn  Noscir ,  y  compañero  do  Abdelaziz  su  hijo,  el 
cndülo  Habib  ben  Obdda  el  Fehri ,  y  lo  mismo  se  prevenía  ál  caudillo 

>  Fmui,  eslo  f  pabellón  ó  tienda  do  campaña  :  se  á\6  este  nombre  i  un  sitio  do  la  antigua 
y  ttC«,  dniíidc  e>»tMvo  acampado  Amru  bcn  Alda,  el  conquistador  de  Egipto  :  luego  fué  parte 
M  ürañ  Cairo ,  aegun  Edria  y  Elmacin . 

«  Ali;af  ó  AIbbIU  ea  la  parto  norte « Alqiiibla  la  do  mediodía ,  AurUt  ta  do  oriente  i  y  ü- 
#  AigacUa  la  de  pontéate. 


32  UISTORU  DE  LA  ])OMINAGI(»>l 

Zeyad  ben  Nabaft,  que  era  tamUen  amigo  de  amlM»  :  qoedarcm  sos- 
pcnsos,  y  las  cartas  con  el  temblor  les  cayeron  de  las  manos ,  y  dijo 
Habib  :  i  Es  posible  que  tanto  puede  la  envidia  y  enemistad  de  los  con- 
trarios de  Muza ,  que  hacen  olvidar  tan  gloriosos  servicios ,  tan  felices 
empresas!  Pero  Dios  es  justo ,  y  nos  manda  obedecer  á  nuestros  sobe- 
ranos. Estaba  entonces  Abddaziz  cu  una  alqueria  cerca  de  Sevilla, 
que  se  llamaba  Kenisa  Rebina,  donde  habia  mandado  edificar  una  mez- 
quita ,  y  en  ella  se  congregaba  el  pueblo  á  la  oración.  En  esta  alquería 
pasaba  el  tiempo  con  su  familia  el  Wali  Abdelaziz.  Recelosos  los  encar- 
gados de  cumplir  las  órdenes  del  califa ,  temiendo  que  las  tropas  se  albo- 
rotarían ,  y  defenderían  á  Abdelaziz ,  que  era  muy  amado  de  ellas,  para 
evitar  que  resultase  inquietud  ni  división  entre  los  muslimes,  acorda- 
ron de  calumm'arlo  de  mal  muslím ,  y  que  por  influjo  de  la  muger  goda 
Ayela  favorecía  mucho  á  los  crístianos ,  y  aun  el  vulgo  anadió ,  que  su 
muger  quería  hacerlo  rey|,  y  que  le  cenia  diadema ,  y  que  los  cristianos 
confiaban  en  que  por  su  medio  se  alzarían  con  la  tierra.  Esparcidas 
estas  hablillas  entre  la  gente  menuda,  y  en  el  vulgo  de  los  muslimes , 
ya  todo  fué  fácil ;  se  hicieron  públicas  las  órdenes  del  califa ,  y  á  todos 
pareció  muy  justa  providencia ,  y  todos  querían  tener  d  mérito  de  la 
ejecución.  Con  todo  eso  querían  algunos  oponerse  á  esta  resolución,  y 
fué  necesaria  toda  la  firmeza  y  valor  del  caudillo  Zeyad  ben  Nabigat  el 
Temimi  para  contener  á  las  tropas  mas  afectas  á  Abdelaziz ,  que  inten- 
taban á  todo  ríesgo  defenderlo.  Era  la  hora  de  la  oración  del  alba,  y 
estaba  Abdelaziz  en  ella  cuando  entraron  en  confuso  tropel  en  su  estan- 
cia ,  y  lo  asesinaron  á  porfía  :  cortaron  su  cabeza,  y  el  cuerpo  fué  se- 
pultado en  el  patio  de  su  casa.  Hubo  algún  movimiento  y  disgusto  entre 
sus  guardias  y  algunos  de  sus  parciales  $  pero  la  voz  general  y  la  orden 
del  califa  sosegó  á  todos.  Fué  la  muerte  de  Abdelaziz  en  fin  del  año  97  ^ 
de  la  Hcgira  (715) ;  y  quedó  España  sin  amir  ó  gobernador  nombrado 
por  el  califa  cerca  de  un  año.  Salieron  los  comisionados  para  llevar  la 
cabeza  de  Abdelaziz  al  califa ,  y  partió  con  ellos  Habib  ben  Obcida  el 
Fehrí.  Envió  en  esta  misma  ocasión  Tadmir  sus  mandaderos  al  califa, 
suplicándole  que  confirmase  los  tratados  de  paz  y  protección  que  tenia 
concertados  con  los  muslimes ,  y  el  califa  los  mandó  guardar ,  y  lo  alivió 
los  impuestos  que  antes  pagaba ;  asi  tornaron  muy  contentóse  España. 
Los  caudillos  y  muslimes  principales  tuvieron  su  consejo,  y  de  co- 
mún acuerdo  eligieron  por  Wali  ó  gobernador  interino  "ISi  caudillo 
Ayúb,  primo  hermano  del  desgraciado  Abdelaziz,  por  su  autoridad  y 
general  concepto  que  le  daba  siempre  el  primer  lugar  entre  toáoslos 
muslimes  de  España.  Mudó  Ayúb  la  aduana  y  corte  de  los  árabes  de 
Sevilla  á  Córdoba,  por  estar  mas  en  lo  interior  para  atender  al  gobier- 
no de  las  demás  provincias  de  España.  Ordenadas  las  cosas  de  Anda* 
lucia ,  partió  con  su  hueste  á  visitar  la  España  oriental ,  y  visitó  de  paso 
la  ciudad  de  Toledo,  y  se  detuvo  en  ella  oyendo  quejas  y  descargos  de 
los  pueblos  y  de  los  gobernadores.  Pasó  los  montes  y  entró  en  Zara- 

i  Uay  «Igvn  escritor  qoe  dice  que  fué  muorio  el  año  98. 


DE  LOS  AKAB£S  EN  ESPAÑA.  33 

psa ,  donde  goberaaba  Hanás  ben  Abdala  bcn  Amni  ben  Hantala  ben 
FHiídbeii  Renán  bcn  Thalbe  bcn  Abdala  ben  Tfaamir  Asafei  el  Senani, 
cooqaisüidDr  de  Egipto  ^  de  África,  Ahnagréb  y  de  España,  en  donde 
lÚD  grandes  proezas ,  compañero  de  Muza  bcn  Ñoseir ;  había  construido 
una  giran  mezquita  en  Zaragoza  :  alli  mnrió  en  este  tiempo,  y  fué  en- 
lirada  con  mucha  honra ,  y  su  sepulcro  y  el  de  Muza  ben  Aly  ben 
Rebah  están  en  un  mismo  sitio ,  á  la  puerta  Alquibla  ó  del  Mediodía , 
salieodo  de  la  ciudad  cerca  del  muro ,  y  á  lado  de  los  sepulcros  de  ambos 
está  el  de  Aba  Amcr  Ahmed  ben  Muhamad  bcn  Derag.  Mandó  Ayúb 
reparar  las  ruinas  de  una  antigua  ciudad ,  y  construyó  en  ella  un  fuerte 
qoese  llamó  dé  su  nombre  Calat-Ayúb.  Pasó  á  las  ciudades  del  extremo 
de  Airanc ,  y  en  esta  expedición  aseguró  aquellas  fronteras  de  los  mon- 
tes de  España  oriental. 

Coando  los  comisionados  que  Uevaban  la  cabeza  de  Abdelaziz  á  Siria 
b  presentaron  al  califa  Suleiman  canforada  y  en  una  preciosa  caja , 
lavo  la  crueldad  de  manifestarla  áMuza  bcn  Noscir,  que  con  otros 
cauífillos  habían  entrado  á  risitarle ;  y  descubriéndola  delante  de  todos 
eflos  le  dijo  :  O  Muza ,  ¿  conoces  esta  c^eza  ?  y  respondió  Mtiza  sincera- 
menté  y  con  indignación,  apartando  su  cara  :  Si,  bien  la  conozco,  la 
flialdidon  de  Dios  sea  sobre  quien  asesinó  á  quien  era  mejor  que  él .-  y 
sin dedr  otra  cosa  se  salió  del  palacio  lleno  de  dolor,  y  luego  se  partió 
á  Merat  Dheran ,  ó  á  Wadilcora ,  y  alli  falleció  de  gran  melancolía  en 
aqud  ano  de  las  muertes  de  sus  hijos.  Otros  dicen  que  este  suceso  y  su 
muerte  acaeció  habiendo  salido  á  la  peregrinación  de  Mecca  con  el  califa, 
el  cual  talleció  también  pcoo  después,  ya  entrado  el  año  99  (716),  y 
Muza  ben  Noseír  al  fin  del  año  98. 

Poco  antes  de  la  muerte  de  este  califa  se  acabó  la  obra  de  la  grande 
aljama  de  Damasco,  y  se  gastaron  en  su  fábrica  cuarenta  cestas  de  á 
atnroemil  doblas  de  oro  cada  una  :  se  pusieron  en  ella  seiscientas  lám- 
pacas,  pendientes  de  cadenas  de  oro,  y  era  tanto  el  resplandor  de  sus 
luces  á  las  horas  que  se  encendían ,  que  no  se  podia  orar  :  con  el  humo 
se  oscorecieron ,  y  el  califa  Omar  las  mandó  quitar  en  su  tiempo ,  y 
poso  otras  de  menos  valor ,  Ueyando  las  cadenas  de  oro  al  tesoro  del 
estado.  Sideiman  había  declarado  futuro  sucesor  del  imperio  á  su  hijo 
Ajúb;  pero  este  mancebo  falleció  poco  después,  y  declaró  para  futuro 
ncesor  á  Omar  ben  Abdelaziz  benMeruán.  Era  el  califa  Suleiman  muy 
hermoso;  y  como  cierto  día  se  mirase  á  un  espejo ,  diciendo  á  sus  es- 
davas :  Yo  soy  el  rey  de  la  juventud,  una  doncella  le  dijo  estos  versos : 

Eres  bello ,  ¿quién  lo  niega  ?  no  faera  presancíon  vana , 

A  no  leoer  la  hemiosura  de  ser  instable  la  falta  : 

Esta  sola  tacha  tienes  el  ser  tu  bellexa  humana , 

Qoe  pasa  cual  sombra  leve,  como  flor  del  campo  acaba. 

Después  estuvo  melancólico  algunos  dias,  y  apoco  tiempo  falleció 
Soleiinan  ed  21  de  Safar  aik)  99  (717),  en  Merg-Dabic  de  tierra  de 
Uanrina :  imperó  dos  anos  y  ocho  meses. 


34  HISIORU  DE  LA  DOMINACIÓN 

CAPITULO  XX. 

Del  imperio  del  califa  Ornar  ben  Abdelaiia,  y  gobierno  de  AlboOr  en  Sspafit. 

Sacedió  á  Sulcimatt  en  c)  imperio  su  primo  Ornar  ben  Abdclaziz  r  la 
madre  que  le  parió  se  llamaba  Om-asima ,  hija  del  gran  califa  Ornar  1  -. 
se  apellidó  Abu-Uafas .-  el  primer  dia  de  su  mando  prohibió  lacostumbre 
de  maldecir  á  Aly  en  los  pulpitos  de  las  mezquitas  al  fin  de  la  oración 
publica  :  esta  mala  práctica  habia  desde  el  tiempo  de  Moavia  ben  Abi- 
sofian ,  primer  califa  de  los  Omeyas ,  que  lo  mandó  en  el  terror  de  sus 
rivalidades  y  guerra  civil  j  pero  este  Omar  la  prohibió  diciendo  :  Dios 
manda  la  justicia  y  la  beneficencia.  Sabiendo  el  califa  Omar  las  crueles 
exacciones  del  wali  de  Egipto  Asama ,  envió  por  gobernador  á  Ayúb 
ben  Sarbabil ,  con  orden  de  enviar  preso  y  encadenado  á  Asama ;  y  asi 
\o  íúto  echándole  una  pesada  argolla  de  hierro  al  cuello ,  y  murió  en  el 
camino  de  pura  fatiga.  Mandó  Omar  que  se  dejase  á  los  cristianos  en 
pacifica  pespsion  de  sus  templos,  conforme  á  las  estipulaciones  que  hu- 
biesen intervenido,  sin  que  ningún  muslim  los  inquietase  con  ningún 
pretelto;  y  asi  se  observó  en  todas  las  provincias.  GonOrmó  en  el  go- 
bierno de  África  á  Jezid  ben  Abi  Muslema,  y  era  parte  de  su  amelia  ó 
gobernación  la  España ,  que  encargaba  á  walíes  de  su  confianza  :  este 
fué  el  encargado  por  Suleiman  para  deponer  de  sus  gobiernos  de  África 
á  los  hijos  de  Muza  ben  Noseir  ,  y  lo  mismo  de  España  y  como  ya  liemos 
referido ;  y  cuando  supo  que  Ayúb  era  también  de  la  familia  de  Muza 
escribió  para  que  dejase  el  niando,  y  lo  encargó  en  su  lugar  á  Alliaúr 
ben  Abderraman  el  Gaisi,  caudillo  muy  acreditado  en  ella.  Estas  ór- 
denes ,  y  las  comunicaciones  que  se  ofrecian  entre  España  y  África,  las 
conducta  el  walide  las  naves  de  España  Ayáx  benXerahílel  Homiari. 
Fué  pues  Ayúb  ámir  de  España  siete  meses ,  y  procedió  con  mucha  pru- 
dencia en  todas  las  cosas ,  y  como  irreprensible  no  halló  en  su  conduela 
donde  morder  el  venenoso  diente  de  la  malignidad. 

£1  amir  Alhaúr  codicioso  de  gloría  y  de  riquezas  partió  á  las  fronteras 
de  España  oriental ,  y  con  buena  hueste  penetró  en  la  Calía  Narboncnse, 
que  es  tierra  de  Afranc.  Conquistó  la  ciudad  de  Narbona,  y  corrió  y 
sojuzgó  todas  sus  comarcas,  sacando  de  ellas  muchos  tesoros  y  cautivos, 
itífios  y  mugcres.  Era  este  amir  duro ,  inflexible ,  y  tan  cruel  para  los 
enemigos  como  páralos  muslimes.  La  mas  leve  licencia  castigaba  con 
pena  de  la  vida,  y  todos  temblaban  en  su  presencia.  Én  tanto  que  él 
esparcía  el  terror  de  sus  abaras  en  las  tierras  que  riega  elrio  Garuna 
al  otro  lado  de  los  montes  de  Albortát  ^ ,  llegó  á  España  la  triste  nueva 
de  la  muerte  del  virtuoso  califa  Omar  ben  Abdelaziz ,  que  falleció  en 
Hasira  dia  25  de  Regcbaño  101  (719)  :  imperó  dos  años  y  cinco  meses. 
Parece  fatalidad  que  persigue  á  las  ccfeas  humabas ,  que  por  lo  común 

1  Llamaron  Gibál-Albortál ,  moiilcs  do  las  Paerlas,  a  los  Pirineos ,  arabízando  el  nombre 
latino  bárbaro  portat :  asi  nosotros  llanmuios  purrtos  ¿  Iñ'íi  angostaras  de  los  montes  y  pasos 
por  ellos  do  unas  regiones  á  otras, como  las  celebres  Termopilas ,  tos  puertas  Caspias,  Cilicids 
7  Armenios. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  35 

fcflnieiios  principes  duran  poco  ticqpo.  Fué  llorado  auü  de  lo»  cnniHl- 
¿06 de  so  familia,  y  decía  XarifelMasawi  :  <' O  hijo  de  Abdelaziz,  si 
'  lumiaiios  ojos  debiesen  llorar  por  alguno  de  los  Omeyas ,  los  míos  te 
>  liiibí«raii  plafiido  áU  :  tú  nos  libraste  de  la  iníkmia  de  la  maldición,  y 
*  si  posible  ftiaa  á  ti  te  libraria  de  ella. » 


C3APITUL0  XXI. 

Dd  imperio  del  calila  Jeiid  ben  Abdelmelic,  y  gobierno  de  Altama. 

Sncedióle  en  el  imperio  Jczid ,  hijo  de  Abdelmelic  y  de  Aticá ,  hija 
de  Jczid  bcn  MoaTia,  no  por  disposición  de  su  primo  el  califa  Ornar,  sino 
^orqne  asi  lo  había  mandado  Suleiman  su  hermano  :  fué  proclamado  el 
fia  que  murió  el  yirtuoso  califa  Omar ,  á  seis  de  la  luna  de  Regeb  del 
año  101  (719).  Este  mismo  año  se  rebeló  en  Basra  el  gobernador  Jczid 
im  Mahlah  ben  Abi  Sofra ,  se  le  allegó  mucha  gente  y  entró  en  Gufa ; 
pero  el  califa  Jczid  envió  contra  él  á  su  hermano  Muslema  y  á  su  sobrino 
.\ba5  ben  Walid  con  la  gente  de  Siria  :  se  encontraron  ambas  huestes, 
j  hujeron  derrotados  los  rebeldes ,  y  el  caudillo  Jezid  cayó  en  manos 
de  Muslema  y  le  cortó  la  cabeza,  que  entió  al  califa.  Moavia ,  hijo  del 
pfbeldc ,  entró  por  sorpresa  en  Wasit  y  mató  al  gobernador  Adi  y  á 
treinta  y  dos  de  sus  guardias  :  luego  pasó  á  Basra ,  y  se  embarcó  y  pasó 
á  Candabil  en  Sindia  i  Muslema  envió  contra  él  á  Holal  ben  Achor  el 
Mazan!  y  que  persiguió  al  rebelde  y  sus  parciales ;  y  habiendo  caido  eu 
9QS  manos ,  los  envió  al  califa',  que  los  mandó  matar  con  ignominia. 
Uó  Jezid  el  gobierno  de  la  Iraca  y  del  toAsan  á  su  hermano  Muslema,. 
tn  este  año  depuso  el  califa  Jezid  del  gobierno  de  Egipto  á  Ayúb  ben 
Sarhabil ,  y  puto  en  su  lugar  á  Baxar  ben  Sefuan  el  Kelbi :  habiendo 
este  pasado  poco  después  á  África,  dio  el  gobierno  de  Egipto  al  ber* 
Biano  de  este ,  Hatitala  ben  Sefuan. 

En  Bspaña  el  amir  de  eUa  Alhaúr  continuaba  sus  excursiones ,  sa- 
cando á  los  pueblos  cuanto  tcnian :  en  vez  de  hacer  justicia  para  reme- 
(fiar  la  opresión  y  los  robos,  la  hacia  para  ser  solo  el  cruel  exactor  :  á 
Nios  oprimía,  á  los  cristianos ,  á  los  que  habian  abrazado  el  Islam ,  y  á 
los  mas  antiguos  caudillos  muslimes,  que  osaban  advertirle  del  disgusto 
y  escándalo  que  daba  á  todos  los  buenos  con  su  conducta.  Encarceló  á 
mochos  alcaides  y  caudillos  walies  de  provincias ,  con  pretexto  de  qué 
«roltaban  los  tesoros  y  productos  de  las  rentas  de  sus  pueblos.  Por  esta 
«^osa  muchos  se  retiraban  de  los  ejércitos  de  frontera ,  y  abandonaban 
ia  propagación  del  Islam.  Todas  estas  cosas  fueron  representadas  con 
Hucha  claridad  y  energía  al  gobernador  de  África ,  y  esté  lo  comunica) 
al  ralifa ,  y  le  envió  las  cartas  que  sobre  esto  le  habian  escrito  el  caudillo 
ImMsa  ben  Sohim  el  Kelbi ,  Naaman  ben  Abdalá  el  Hadrami ,  y  otros 
lastres  muslimes.  £1  califa  mandó  que  Alhaúr  saliese  de  Espaila ,  y  se 
focargase  dd  mando  de  aquella  conquista  d  wali  Alsama  ben  Melic  el 
Qnlam,  que  acaudillaba  parte  de  aquel  ejérdto :  por  este  medio  logra- 


36  HISTORIA  ]>£  LA  DOMINACIÓN 

ron  los  pueUos  de  España  verse  libres  de  las  Tejaciones  de  tan  afaro  y 
cruel  amir.  Fué  la  deposición  y  salida  de  España  de  Alhaúr  ben  Abde- 
rahman  el  Caisi ,  año  103  (721)  de  lá  Hegira  K 

Sin  tardanza  partió  el  amir  Akama  á  la  frontera  de  la  tierra  de 
Afranc,  acompañado  de  todos  los  principales  caudillos  muslimes  de 
España  oriental,  y  con  numerosa  hueste  corrió  la  comarca  de  Marbona, 
C2arcaxona  y  Tolosa ,  y  puso  cerco  á  esta  ciudad ,  la  combatió  con  por- 
fiado empeño ,  y  la  tenia  ya  en  grande  apuro  :  las  tropas  muslimes  se 
¡Hreparaban  para  entrarla  por  fuerza ,  cuando  llegó  aviso  al  campo  de 
que  venia  en  socorro  de  los  cercados  el  señor  de  Afranc  con  innume- 
rable gentío.  No  se  atemorizó  Alsama  con  esta  nueva :  ordenó  su  batalla 
y  ammó  sus  tropas.  La  multitud  de  los  enemigos  era  tanta ,  que  el  polvo 
que  levantaban  sus  pies  oscurecía  el  cielo  con  densas  nubes.  Salióles 
al  encuentro  el  ejército  muslime ,  y  los  enemigos  hicieron  igual  movi- 
miento :  esforzó  Alsama  á  sus  caballeros^  y  les  dijo  :  No  temáis  la  mul- 
titud que  viene,  que  si  Dios  está  con  nosotros  ¿quién  será  contra  nos- 
otros ?  Los  dos  ejércitos  se  acometieron  con  el  Ímpetu  que  los  torrentes 
que  bajan  de  las  cunibres ,  y  se  trabaron  con  igual  ánimo  sosteniéndose 
los  unos  y  los  otros  como  montes :  la  pelea  y  matanza  fué  atroz,  y  es- 
tuvo dudosa  la  batalla  largo  tiempo  por  ambas  partes.  Gorria  Alsama  á 
todas  partes  como  bravo  león ,  y  animaba  á  los  suyos  en  lo  mas  arduo  y 
sangriento  de  la  matanza:  si  no  se  oían  sus  palabras,  se  veian  sus 
obras,  hazañas  increibles:  sus  brazos  destilaban  enemiga  sangre  que 
fluía  al  levantar  su  espada ;  pero  una  enemiga  lanza  le  atravesó  por  un 
costado  hallándose  bien  adelante  enttc  sus  enemigos ,  y  cayó  muerto  de 
su  caballo.  Este  fatal  acaecimiento  desmayó  á  la  caballería  árabe ,  y  todo 
el  ejército  cedió  el  campo  á  }§»  enemigos ,  dejándolo  cubierto  de  cadá- 
veres y  bañado  en  sangre  :  fué  esta  cruel  batalla  día  Attarviya  *  de 
Dylhagia,  luna  última  del  año  103  (721)  :  murieron  en  esta  batalla 
muchos  principales  caudillos  del  ejército,  entre  ellos  Naaman  bea 
Abdala  el  Hadrami ,  que  fué  de  los  primeros  conquistadores  de  España. 
También  murió  este  día  peleando  como  bueno  Naim  ben  Abderahman 
ben  Moavia  el  Tegibi,  y  otros  muy  nobles  caballeros.  El  ejército  mus- 
lime se  retiró  á  Narbona  :  allí  los  caudillos  de  la  frontera  oriental  die- 
ron el  mando  de  las  tropas  á  Adberahman  ben  Abdala  el  Gafeki ,  por 
su  valor  muy  acreditado  entre  los  soldados ,  así  por  sus  hazañas  en  di- 
ferentes ocasiones ,  como  en  especial  en  esta  última  batalla ,  y  en  la  re- 
tirada de  Tolosa,  en  que  hizo  prodigios  de  valor  :  tenia  ademas  una 
prenda  muy  de  soldado,  que  era  una  extremada  liberalidad  y  generoso 
desprendimiento,  que  le  daba  gran  opinión  entre  las  tropas,  y  asi  to- 
dos le  amaban ,  y  aplaudieron  su  elección. 

Luego  que  se  supo  en  España  este  desmán ,  se  pusieron  en  movi- 

» 

1  El  Edobi  dice  que  foé  depuesto  el  «ño  106 ,  si  no  es  error  de  copia ,  que  asi  me  parece. 

s  Es  el  dia  nueve  de  esta  luna ,  y  por  otro  nombre  se  Tlama  dia  de  Mina,  porque  en  él  los 
peregrinos  en  la  Mecca  visitan  con  varias  ceremonias  y  vanas  observancias  el  vallo  de  Mina , 
y  es  dia  do  ayuno  y  de  gran  mérito  para  los  musiimcs ,  segua  su  calendario,  como  &i  diesen 
mil  caballos  para  la  santa  guerra, 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  37 

wolohs  IroiMn  mnslimes  de  todas  las  proTincias  por  orden  de  Ambi- 
SI  bcD  Sohim,  que  había  quedado  encargado  del  mando  por  disposición 
Mamír  Aisaina  al  tiempo  de  su  partida  á  la  frontera.  Guando  llegó 
k  iHieTaal  goba*nador  de  África  aprobó  la  elección  de  amir,  que  ha- 
bían hecho  las  tropas  de  España  en  el  ínclito  candillo  Abderahman  ben 
Abdab  el  Gafeki  :  y  en  este  mismo  año  104  (722)  dio  el  califa  el  go« 
kiemo  de  Egipto  á  sn  prqpio  hermano  Muhamad  ben  Abdelmelic,  que 
icnnaneció  en  él  basta  que  murió  el  califa  Jezid  en  Harran  á  veinte  y 
CÓMO  de  la  lona  Xaban  del  año  105  (723),  habiendo  imperado  cuatro 
¿os y  mi  mes.  Fué  Jezid  muy  hermoso  y  muy  dado  á  sus  pasiones, 
jiHfosy  espectáculos  :  gastaba  mucho  con  sus  esclavas ,  y  tenia  dos  lia- 
Dad»  Hebaba  y  Selima ,  á  las  que  amaba  roas  que  á  si  mismo.  Ha- 
Neodo  muerto  Hebaba ,  la  conservó  sin  enterrar  hasta  que  ya  no  pudo 
loftir  el  cadáver  :  reprendíale  su  hermano  esta  debilidad ,  y  le  respon- 
dió :  Todos  me  lo  dicen ;  pero  no  hay  mas  remedio  en  mi*pena  que  la 
minie ,  y  por  esta  yo  iré  también  de  hoy  á  mañana  á  la  mandón  eterna. 
Dicen  que  después  de  enterrada,  impaciente  la  sacó  del  sepulcro,  y 
nárándola  Ueno  de  tristeza  y  como  estúpido ,  murió  pocos  días  des- 
poes,  siendo  de  veinte  y  nueve  años  :  otros  dicen  que  de  treinta  y 
tres. 

fin  España  el  amir  Abderahman  ben  Abdala  no  solo  contuvo  á  los 
(ristianos  de  la  Galia  Narbonense ,  sino  que  también  allanó  y  sojuzgó 
á  h»  cristianos  de  los  montes  de  Aiíanc,  que  se  habían  rebelado  por 
i»  Tentajas  de  los  de  Narbona ;  y  á  unos  y  otros  obUgó  á  pag^  sus  trí- 
katoft,  y  hubo  de  ellos  muchos  tesoros  y  preciosidades  en  oro ,  jacintos 
¡remeraldas;  y  reservado  el  quinto  para  el  cah'fa ,  todo  lo  demás  re- 
petía entre  sos  soldados  :  esta  liberalidad  bacía  que  sus  tropas  le  ama- 
n,  y  para  eUas  tomismo  eran  cuestas  que  llanos,  y  en  nada  hallaban 
tfadlad  por^servirle. 


CAPITULO  XXII. 

Dd  imperio  del  califii  Hixém ,  y  gobierno  de  Abderahman  y  de  Ambisa  en  Espafia. 

Soce^  á  Jezid  en  el  imperio  su  hermano  Hiiíém  ben  Abdelmelic, 
SQ  madre  hé  Fátfana ,  hija  de  Hixém  el  Mabrumi  .•  se  apellidó  Abul- 
iralid ;  fué  proclamado  el  día  veinte  y  cinco  de  Xaban  dd  año  105  (723), 
d  Husmo  día  de  la  muerte  de  su  hermano.  Estaba  en  Rusafa  entonces , 
y  al  iutante  se  vino  á  Damasco.  Depuso  del  gobierno  de  Egipto  á  su 
bmnauo  Muhamad ,  y  puso  en  su  lugar  á  su  primo  Hasan  ben  Jusuf 
beo  Yahye. 

Eq  fi^paña  envidiaban  algunos  caudillos  la  gloriosa  fama  y  populari- 
dad que  en  ella  tenia  el  amir  Abderahman  ben  Abdala,  y  en  especial 
^da  escribió  contra  él  al  gobernador  de  África  :  no  negaba  su  valor 
T  eicdentes  prendas  militares;  pero  acusaba  su  administración  descui- 
M  y  su  iikliscreta  liberalidad ,  que  viciaba  las  costumbres  frugales 
7  sencillas  de  loa  musíimes.  Él  mismo  aseguraba  que  no  estaba  en  su 


3p  mSTQaU  DE  U  IMUQKA^ION 

mftpo  d«jar  de  ser  tan  li))eral ,  y  que  aunque  temblasen  eielos  j  tierra , 
después  de  um  victoria ,  nada  negaría  á  sus  soldado^:  Con  tanta  diú- 
gencia  y  empeño  se  hacían  estas  representaciones  contra  Abderabnuin, 
que  logr{|ron  que  se  le  reemidazase  en  el  mando  y  gobierno  de  £spa- 
ña  7  y  se  le  encargó  al  caudillo  Ambisa  ben  Sobim  el  Keibí ,  que  ade- 
mas de  sus  propios  méritos  era  de  la  tribu  y  familia  del  gobernador 
de  África  fiaxar  ben  Itantala  ben  Sefuan  el  Kelbi.  Era  Ambisa  caudillo 
muy  estimado  pc^  su  yalor  y  prudencia ,  y  el  depuesto  Abderabman 
de  tan  noble  corazón ,  qqe  no  se  ofendió  de  esto,  y  se  contentó  con  d 
antiguo  mando  de  tropas  que  antes  babía  tenido  en  España  oriental, 
y  [cumplimentó  y  dio  su  enhorabuena  al  nuevo  amir  Ambisa  oon  muy 
sinceras  expresiones  y  protestas  de  amistad. 

£1  amir  Ambisa  vino  á  Górdolm,  donde  estaba  la  aduana  de  los 
árabes  de  España  desde  el  tiempo  de  Ayúb ,  y  dispuso  y  ordenó  la  re- 
paudacion  de  las  rentas  de  las  provincias,  y  repartió  tierras  á 
ios  muslimes  sin  ofender  á  los  cristianos ;  pero  aplicó  la  mayor  parte 
de  los  baldíos,  y  todavía  quedó  mucha  de  que  disponer.  Impuso  la  con- 
tribución de  un  quinto  á  los  pueblos  que  se  habían  conquistado  por 
fuerza ,  y  un  diezmo  ¿  loa  que  de  su  voluntad  se  hablan  puesto  bajo  la 
fe  y  amparo  de  los  muslimes.  Mandó  reediGcar  el  puente  de  Córdoba, 
y  luego  partió  i  visitar  las  provincias  interiores  de  España.  En  todas 
partes  hacia  justicia  igual  con  todos ,  no  distinguía  del  muslím ,  ni  del 
cristiano  ni  judio :  asi  era  de  todos  muy  respetado.  En  España  oriental 
se  rebelaron  algunos  pueblos  de  la  comarca  de  Turiazona :  f oó  á  cUa 
fx)n  suma  diligencia ,  y  entró  en  la  ciudad  por  fuerza ,  y  arrasó  sus 
muros ,  y  castigó  á  los  fomentadores  de  la  inquietud ,  y  les  dobló  la  con- 
tribución á  los  pueblos  segunda  vez  sojuzgados.  Por  medio  de  sus  cau* 
dillos  hizo  entradas  en  tierra  de  Afranc ,  que  talaron  y  r(d)aron  la  tierra, 
quemando  algunos  pueblos ,  matando  hombres  y  cautivando  niños  y 
mugercs  :  cosas  que  no  aprobaban  Ambisa  ni  los  buenos  muslimes ,  ni 
les  fué  fácil  remediar,  porque  la  mayor  parte  decía  que  era  justo  y  con- 
veniente. 

El  califa  Híxém  dio  el  gobierno  de  las  provincias  África  á 
Obeída  ben  Abdcrahman ,  sobrino  de  Abu  el  Awar  el  Lahmi ,  cau- 
dillo de  la  caballería  en  Safair  de  África ;  y  depuso  á  Baxar  ben  Han- 
tala  ben  Sefuan  el  Kelbi  :  sintió  esta  novedad  todo  el  bando  de  los 
yemanies ,  árabes  del  Yemen ,  y  entre  otros  el  caudillo  Husam  Abulcba- 
tar,  que  había  venido  á  Cairvan ,  que  no  tenia  muros  hasla  que  se  los 
mandó  hacer  Baxar  ben  Sefuan ,  que  cuando  llegó  Obeída  no  hizo  mas 
que  ponerse  la  clámide  y  decir  á  las  gentes  ;  Este  es  vuestro  nuevo  amir 
que  viene ,  y  qué  anadió :  No  hay  gloria  ni  poderío  sino  en  Dios,  y  que 
se  retiró  del  ayuntamiento ,  y  se  fué  adonde  Dios  quiso.  Luego  que  tomó 
Obeída  el  gobierno  hubo  grandes  revueltas  en  África  contra  los  kelebíes 
y  otros  dd  Yemen :  que  todos  se  disgustaron  de  la  conducta  de  Obeída , 
porque  tomó  los  bienes  de  fiaxar  ben  Sefuan  y  de  sus  parciales ,  y  los 
persiguió,  y  encarceló  á  Ilusam  Abulchatar.  Ofendido  esíe  caudillo  de 
estas  injusticias ,  y  de  la  arbitrariedad  del  amir  en  la  distribución  de  los 


DE  LOS  ARAH^S  EN  ESPAÑA.  39 

áesff^qs  tovuidot  á  los  berberíes ,  escribió  a^iueDos  célebres  Tersos ,  «pe 

;  Ctt«l  si  el  prado  de  RahlU  nonc«  de  vos  fuese  visto , 

Ni  tof  que  alli  Tucron  buenos  nunca  hublérades  sabido ! 

AUi  naestro  peeho  y  Unza  y  de  nucslra  espada  el  filo 

Vnefiro  cuello  aseguró  de  los  bravos  enemigos : 

Ko  tuvisteis  mas  peones  ni  caballos  que  los  míos. 

T  cuando  el  punto  llegó  en  que  nosotros  vencimos , 

Tos  dimot  de  la  victoria  los  uxomáUeos  vinos, 

Ta  fuisteis  para  nosotros  sin  ojos  y  sin  oídos  : 

Tes  hicisteis  vuestro  fecho  unte  nuestros  ojos  limpios  ; 

lías  eomo  en  la  lid  trabada  jiosotros  «n  remolino] 

Los  contrarios  derrocamos  por  alzaros  al  Olimpo, 

Asi ,  no  dudéis ,  tal  vez  hará  fortuna  lo  mismo , 

Y  caerá  de  la  alta  rñéda  el  pié  mas  alto  subido. ' 

Estos  Tersos  que  parecían  aplicables  á  las  intrigas  de  África ,  y  como 
n  se  faubicseQ  becho  al  suceso  de  la  batalla  de  M erg-Rahita ,  llegaron 
á  Dolida  4^1  califa ,  y  le  agradaron  cuando  los  oyó,  y  preguntó  quién 
Vá  había  compuesto  $  y  babiéndole  inforniado  Said  bea  el  Walid  el  Abrax 
d  Keüñ  que  eran  del  caudillo  Hnsam  ben  Obirar  Abukhatar  d  Kelbi , 
00  se  olvidó  de  él  y  le  prQoíió  oportunamente ,  como  Tcremos. 

En  este  tiempo  los  jndíQs  que  había  en  España ,  que  eran  mudios  y 
muy  ricos ,  asi  de  los  antiguos  como  de  los  que  habian  pasado  de  África 
después  de  la  entrada  de  los  muslimes,  se  alborotaron  porque  les  vino 
sueva  de  que  en  Siria  se  babia  aparecido  un  cierto  Zonaria ,  impostor, 
que  se  decia  ser  su  Alesiah ,  y  rey  prometido  que  ellos  esperan ;  y  todos 
i»  judíos  de  Gspafia  y  Galia  partieron  á  Siria ,  abandonando  sus  bienes. 
£1  anw  Ajnbisa  aplicó  todos  sus  bienes ,  casas  y  posesiones  al  estado. 
Ordenadas  las  cosas  de  España  pasóála  frontera  de  Afyanc  connumerosa 
imeste ,  y  corrió  y  taló  toda  la  tierra  de  Narbona ,  y  mas  adelante  de 
allá  del  Bódano,  tcnnando  muchos  despqjos  y  cautivos ,  y  en  aquella  en- 
trada ,  pelfiando  valcf  osamente  contra  cristianos ,  fué  herido  de  muy 
graves  beridas ,  y  á  pocos  dias  después  falleció.  Encargó  antes  de  morir 
fl  mando  de  las  tropas  al  wali  Hodeíra,  para  que  las  acaudillase  en 
tanto  qoc  Obeida  ben  Abderabman  el  Gaist  nombrase  amir  de  las  pro- 
vioeías  de  Espafia  :  acaeció  su  muerte  en  fin  del  aik)  106  (724). 


CAPITULO  XXIII. 

Elecciones  y  desti*.ucÍones  de  varios  amíres  de  España. 

Tenia  entonces  el  gobierno  de  África  Obeidala  ben  el  Hagiag,  y 
ruando  lo  comunicaron  la  muerto  de  Ambisa  ben  Sobim  nombró  por 
soccaor  en  eL  gobierno  de  España  á  Yahye  ben  Zalema ,  que  remplazó 
k  liodeira  ben  Abdala  el  Fehri  al  principio  del  año  107  :  era  lahyc 
excelente  caudillo ,  tan  práctico  en  las  cosas  de  la  guerra  como  pru- 
dente y  justo ,  pero  demasiado  severo  :  hacíase  temer ,  así  de  pins- 
Kmescomo  de  los  cristianos ,  por  su  macho  rigor.  Luego  pasó  á  visitar 
bs  fronteras  y  tierra  de  Alguf  y  montes  Albaskcnscs,  y  mientras  en  esto 


40  HISTORIA  DE  L\  DOMmACTNN 

se  ocupaba,  recorriendo  los  pueblos  soj lujados ,  los  árabes ,  descon* 
tentos  de  su  severidad ,  consigfuieron  del  nuevo  gobernador  de  África 
Goltum ,  que  depusiese  al  amir  Yahyebcn  Zalema,  y  encargase  el  go- 
bierno de  España  al  caudillo  Otman  ben  Abi  Neza ,  que  andaba  en  las 
fronteras  de  Afranc,  y  se  distinguia  por  su  mucbo  valor.  Esta  nove- 
dad fué  muy  grata  á  los  émulos  de  Yahye  ben  Zalema,  que  eran  mu- 
chos y  poderosos.  Tomó  el  mando  Otman  año  108  :  en  el  mismo  año 
que  Hasan  ben  Jusuf  ben  Yahye ,  primo  del  califa ,  abdicó  su  gobierno 
de  Egipto,  y  puso  en  su  lugar  Hixém  á  Hafas  ben  Walid  el  Ha- 
drami. 

Muy  pocos  meses  tuvo  el  mando  el  nuiBVO  amir  de  España  Otman. 
Los  mismos  que  le  habian  elevado,  poco  satisfechos  de  su  correspon- 
dencia ,  y  frustrados  en  sus  intentos  y  vanas  esperanzas ,  llevaron  repe- 
tidas quejas  contra  él  á  Goltum  ben  Aam,  y  este  escribió  al  califa 
Hixém  para  que  nombrase  amir  de  España  al  caudillo  Hodaifa  ben  Al- 
haús.  La  inconstancia  y  venalidad  de  los  que  gobernaban  en  este  tiempo 
en  África,  daba  oidos  á  las  impertinentes  solicitudes  y  maquinaciones 
de  los  ambiciosos ,  que  aspiraban  en  España  á  los  cargos  y  gobi^nos. 
Asi  fué ,  que  el  amir  Hodaifa  no  tuvo  lugar  ni  espacio  para  hacer  cosa 
memorable  en  el  corto  tiempo  de  su  gobierno ,  pues  á  pocos  meses  creyó 
el  ambr  de  África  que  era  necesario  deponerte ,  y  asiló  escribió  al  califa, 
dando  entre  tanto  el  mando  interino  á  Otmán  ben  Abi  Neza  el  Chemi , 
año  109  (727).  No  duró  áeste  caudillo  el  mando  lo  que  él  quisiera, pues 
á  los  seis  meses  llegó  la  provisión  que  hizo  el  califa  Hixém  para  amir 
de  España  en  Alhaitam  ben  Obeid  el  Kenani.  Este  siró  se  puso  luego  en 
posesión,  y  principióádescubrir  su  natural  cruel  y  avaro.  Envióálas  fron- 
teras de  Afranc  al  caudillo  Otman  ben  Abi  Neza  * ,  y  él  quedó  en  Andia- 
lucia  para  oprimir  á  los  pueblos  con  todo  género  de  vejaciones.  Los  mas 
principales  muslimes ,  viendo  su  crueldad  y  contlicion  avara,  procura- 
ron perderle,  y  tramaron  sus  conjuraciones;  p(TO  descubiertas  por 
Alhaitam  se  enfureció  contra  ellos,  y  con  diversos  pretextos  encarceló 
¿  muchos,  y  les  quitó  sus  bienes ,  y  todavía  no  satisfecha  su  venganza 
contra  algunos  de  ellos  les  hizo  morir  con  extraños  tormentos.  Entre 
los  ofendidos  y  encarcelados  estaba  uno  llamado  Zeyad  ben  Zaide, 
hombre  principal  y  de  grande  ingenio :  con  el  favor  de  sus  amigos  logró 
que  el  califa  leyese  sus  quejas ,  y  la  referencia  de  las  crueldades  de  Al- 
haitam, sus  exacciones  viriuntarias ,  y  violentamente  sacadas  á  los  pue- 
blos, que  los  oprinúdos  eran  infinitos,  que  el  descontento  y  aversión 
era  general,  en  daño  y  descrédito  grande  del  gobierno,  y  de  la  causa 
del  Islam :  concluia  diciendo  :  Señor ,  vuelve  por  los  tuyos ,  que  al 
lado  de  esta  tigre  no  tienen  un  instante  de  seguridad.  Luego  que  el 
califa  Hixém  leyó  esta  queja  mandó  que  pasaseá  EspañaJtfuhamad  ben 
Abdala  para  averiguar  con  imparcialidad  y  discreción  la  conducta  de 
Alhaitam ,  y  castigarle  como  merecían  sus  excesos ,  y  en  tal  caso  poner 

1  Efile  otman  ben  Abi  Neza  os  el  que  en  nuestras  antiguas  crónicas  y  en  las  de  Francia  se 
llama  Munuza :  fué  fácil  depravar  el  Abo-Nexft  en  MuDota :  en  algunas  co{>ías  arábigas  se  le 
llam«  Abu  Teaa. 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  41 

ra  d  gobierno  de  Espafia  á  la  persona  de  mayor  crédito  j  conGanza  que 
hallase  entre  los  caudillos  que  en  ella  estaban. 

Cittndo  Muhamad  yinoáCórdoba  aTcrígu6con  macho  secretóla  con- 
ducta ,  loque  hacia  y  mandaba  el  amir  Alhaitam ;  y  no  tardó  en  apurar 
h  Terdad  de  las  quejas  que  contra  él  había.  Manifestó  la  carta  del  califa, 
le  depaso  del  manÁ),  y  le  encarceló  después  de  haberlo  paseado  por 
las  plazas  y  calles  sobre  un  asno  por  afrenta  :  confiscó  cuanto  tenia , 
poso  en  libertad  á  los  encarcelados  por  él  sin  causa ,  y  de  sus  tesoros 
nstitayó  cuanto  estos  alcanzaron  á  los  que  élhabia  despojado.  Poco 
después  le  envió  á  buen  recaudo  á  África.  También  dqiuso  el  califa  el 
iño  109  (727)  á  Hafas  el  Hadrami  del  gobierno  de  Egipto ,  y  puso  en  su 
hgtf  áábdelmclicheuRafie.  Do5mesesgobemóen£s[mfiaMuhamadben 
Abdala,  qoe  no  tardó  mas  en  tener  conocimiento  delmérito  y  valordel  cau- 
dillo Abderahmau  ben  Abdala  el  Kelbi  el  Gafeki ,  y  le  nombró  amir  de 
£spañaaiyirtuddelas  facultades  que  tenia  delcalifa.  Todos  losmuslimes 
de  Eq[»ana  alabaron  esta  elección ,  y  la  miraron  como  el  sello  de  la  in- 
tegridad y  justicia  de  Muhamad  ben  Abdala  :  solo  cpiedó  ofendidoy  mal 
contenió  el  wali  Otman  ben  Abi  Neza,  que  secreia  merecedor  de  la  au- 
toridad de  amir,  y  desairado  en  no  haberla  obtenido.  Muhamad  ben  Ab- 
dala se  retiró  adonde  Dios  quiso  acabada  su  comisión.  Esto  fué  entrado  el 
anollOdelaHegira. 


CAPITULO  XXIV. 

Gobiecno  de  Abderahman  ben  Abdala ,  y  muerte  de  Otman  ben  Abi  Neza. 

Abderahman  ben  Abdala  el  Gafeki ,  luego  que  obtuvo  el  cargo  de 
mír  de  Espada ,  hizo  una  visita  de  todas  sus  provincias  para  deshacer 
bs  Rijasticias  que  se  habian  introducido  en  el  tiempo  de  Alhaitam.  Oia 
hsqoejas  dé  los  pueblos  con  afabilidad,  y  con  igual  interés  por  losmusli- 
mesqaepor  los  cristianos :  removia  de  sus  alcaidías  á  los  que  habian  sido 
inJQstosqpresoresde  sus  pueblos  :  ponia  gente  de  conocida  probidad ;  y  á 
todosgoardaba  sus  derechos.  Restituyóálos  cristianos  las  iglcsiasqueles 
babian  quitado ,  conforme  á  las  estipulaciones  de  la  conquista :  destruyó 
hsqnese  habianlevantado  en  algunos  pueblos  por  connivencia  interesada 
de  algonos  gobernadores.  Entre  tanto  no  dejaba  de  solicitar  que  se  refor- 
zase el  ejército  de  España  con  nuevas  tropas  de  Egipto  y  de  África  (73 1 ) ; 
Já  este  fin  escribió  muchais  veces  al  gobernador  de  África.  Empleó  losdos 
primeros  años  de  su  gobierno  en  reconocer  y  visitar  las  provincias  in- 
leriores  de  España;  y  habiendo  llegado  de  África  numerosas  tropas  es- 
^dasy  voluntarias,  que  envió  Coltum  el  año  113,  Abderahman, 
qoe  no  las  quoria  tener  ociosas,  las  dirigió  á  la  parte  oriental  de 
España.  Insaciable  de  gloría ,  que  parece  que  no  tenia  la  vida  sino  para 
(aponerla  intrépido  á  los  mayores  peligros  de  armas  y  combates,  meditó 
hacer  una  expedicioD  en  tierras  de  Afranc,  y  Wdenó  á  los  caudillos  de 
las  fronteras  allegar  una  poderosa  hueste. 

Mandaba  en  la  frontera  de  los  montes  de  Albort&t ,  en  confines  de 


42  QISTORU  DE  U  DOMmiCIOH 

tierra  de  Afmpc ,  el  caudillo  Otman  bea  Abi  Nesa,  hombre  de  yalor  y 
de  nobles  prendas ;  pero  émulo  de  la  reputación  y  gloria  de  Abdcrah- 
man ,  J  envidioso  ahora  de  su  autoridad :  este  caudQIo  en  una  cabalgada 
que  habia  hecho  en  tierra  do  Afrapc  cautíyó  una  doncella,  hija  del 
conde  ^  de  agüella  comarca  :  por  sus  amores  con  esta  cristiana  tcoí^i 
concitadas  paces  por  cierto  ti<»npo  con  los  cristianos.  Guando  entendió 
la  determinación  del  amir  Abderahman  le  escribió  disuadiéndole  dd 
intento  de  la  expedición  en  aquella  frontera ,  por  las  treguas  que  tenia 
concertadas  con  el  conde  de  aquel  pais,  que  no  era  justo  atropellarlas. 
Pesóle  mucho  de  esto  á  Abderahman ,  y  como  algunos  le  informasen  de 
todo  lo  que  pasaba,  y  del  verdadero  motivo  de  estas  avenencias  y  amis- 
tad de  Otman  con  los  cristianos ,  diciendo  que  no  debia  haber  otorgado 
estas  treguas  sin  licencia  del  amir ,  pues  las  habia  concertado  después 
de  la  elección  do  Abderahman ;  en  suma  que  no  debia  suspenderse  la 
^^ipedicion  :  escribióle  el  amir  con  gran  epqjo ,  y  le  decía  :  que  sos 
avenencias  otorgadas  sin  su  conocimiento  y  permiso  no  vallan  :  que  lo 
manifestase  asi  á  los  cristianos  de  su  frontera ,  y  estuviese  prevenido 
con  su  gente  para  la  entrada  -.  que  entre  los  muslimes  y  losde  Afrancno 
habia  ya  mas  ratón  que  la  espada.  Otman ,  que  en  su  corazón  aborrecía 
al  amir,  viéndose  desairado  y  atropelladas  sus  tr^^ias  avisó  al  conde 
que  se  apercibiese  para  defender  sus  tierras ;  que  por  él  no  faltaba  á  la 
tregua,  ni  por  su  persona  pelearía  nunca  contra  el.  Todo  esto  fué  co- 
municado al  amir  Abderahman ,  que  sin  dilación  envió  á  Gedhí  bcn 
Zeyan  con  tropas  para  que  se  asegurasen  de  cuanto  hiciera  el  cau- 
dillo Otman,  y  si  hiciese  algún  movimiento  en  favor  de  los  cristia- 
nos que  le  prendiesen  y  matasen.  Ia  Uegada  de  los  adalides  y  campea- 
dores de  Gedhi  ben  Zeyan  á  la  ciudad  de  Alb&b  %  donde  estaba  Otman, 
fué  tan  improviso  que  no  tuvo  tiempo  este  caudillo  sino  para  hm'r  con 
su  familia.  Entró  Gedhi  en  la  ciudad ,  y  sabiendo  que  en  eUa  no  se  ocul- 
taba mandó  seguirle  por  los  pasos  mas  diricilcs  de  los  montes.  Descan- 
saba Otman  con  su  amada  cautiva  por  hallarse  muy  fatigados  del  camino 
y  del  ardor  del  sol,  y  reposaban  á par  de  una  fuente ,  que  de  uuas  altas 
quebradas  se  derrumbaba ,  formando  en  el  valle  un  verde  y  florido 
prado  :  allí  estaba  Otman  mas  cuidadoso  do  su  cautiva  que  de  su  propia 
▼ida,  y  aunque  hombre  tan  animoso ,  temblaba  entonces  aun  del  ruido 
del  agua  que  se  precipitaba  entre  las  peñas.  Parecióles  á  los  de  su  fa- 
milia que  oian  el  paso  de  los  que  los  perseguían ,  y  no  fué  vano  el  recelo 
de  sus  corazones ,  que  de  improviso  fueron  rodeados  do  los  de  Gedhi : 
todos  los  suyos  huyeron ,  que  el  temor  les  puso  alas  en  aqueDa  ocasión : 
buscaba  Otman  algún  lugar  donde  ocultar  su  cautiva ,  cuando  se  vio  por 
todas  partes  acometido  de  soldados :  intentó  en  vano  defenderla  con  sn 

1  Este  conde,  cuyo  nombre  no  ineDcioiían  los  libros  arábigos,  era  Eodon,  duque  soberano 
de  Aquítania ,  do  la  estirpe  de  los  antiguos  reyes  racrovingianos  :  las  crónicas  francesas  dicen 
qoe  su  hija  la  esposa  de  Munuaa  se  llamaba  Lampe^íia. 

s  SI  nombre  de  Medina  Albáb  es  en  castellano  ciadad  de  la  Puerta  6  del  Puerto :  varios  es- 
critores árabes  llaman  á  los  Pirineos  montes  Albortál,  por  ser  los  puertos  d  puertas  para  entrar 
en  Francia  por  los  estrechos  valles  del  Pirineo  :  tal  vez  esta  ciudad  estuvo  donde  PuicorUá.  El 
Pacense  la  namaCaslrum  Libise  in  Gefrítania. 


m  M)9  AEA9ES  EN  E8FAÑA.  4S 

oiMda  oQBio  si  todo  sa  valor  y  csfuerio  bastara  contra  tantos ;  pero  fué 
IfTído  de  muchas  lanzas,  y  allí  espiró  el  triste.  Apoderados  de  la  crís- 
tiana  cortaroa  la  calveza  al  desangrado  cuerpo  de  Otman.  Cuando  Gedhi 
liresenió  la  cautiva  y  la  cabeza  á  Abderahman ,  dijo  el  amir  :  ¡  Guala , 
que  tan  preciosa  caza  no  se  hizo  nunca  en  estos  montes  I  y  mandó  cuidar 
con  dumAo  esmero  aquella  doncella ,  para  enviarla  á  Danu^sco. 


CAPITULO  XXV. 

Eipodfeion  de  Abderahman  ¿  las  Galiaa. 

En  «te  mismo  tiempo  conquistó  Muslema ,  hermano  del  califa ,  al- 
ionas tierras  de  los  turcos ;  y  sus  dos  hijos  Moavla  ben  Hixém  y  Sulei- 
muí  ben  Híxém  dieron  batalla  al  rey  de  los  griegos  Costantin ,  y  lo 
Tfnciooa  y  tomaron  prisionero  en  la  fuga  :  dicen  que  fué  esto  año 
113  (73t).  Los  de  Afranc  en  las  fronteras  de  España  luego  supieron  la 
desgracia  de  Otman ,  y  el  gran  poder  de  los  muslimes  que  venia  contra 
dloi.  Preveníanse  para  defender  su  tierra,  y  escribieron  sus  cartas á 
anchas  provincias  pidiendo  que  viniesen  á  socorrerlos.  El  conde  de 
aqneQa  frontera  allegó  sus  gentes  y  salió  contra  los  muslimes,  y  pelea- 
Ittn  coa  varía  fortuna ;  pero  siempre  Abderahman  los  arredraba ,  y 
ocopdia  sus  pueblos :  envanecidos  con  las  continuas  ventajas ,  y  llenos 
de  oonfiaua  en  el  valor  y  práctica  militar  del  amir ,  no  deseaban  sino 
batallas,  y  las  daban  caMia  dia  muy  sangrientas  atropellando  á  sus  ene- 
BHgos.  Pasaron  el  rio  Garunay  talaron  sus  campos,  y  quemaron  los 
puehloe ,  y  hacían  innumerables  cautivos.  Por  todas  partes  iba  este 
qérdto  eomo  una  tempestad  desoladora.  La  prosperidad  en  los  sucesos 
de  hs  armas  hace  insaciables  á  los  guerreros.  Al  paso  del  rio  venció 
AhácuUbman  el  ejército  del  conde  de  aquella  comarca ,  y  se  retiró  á  su 
dudad ;  luego  la  cercaron  y  combatieron  los  muslimes ,  y  la  entraron 
por  fuerza ,  que  todo  oedia  á  sus  espadas  robadoras  de  vidas.  En  la 
defensa  murió  el  conde ,  y  le  cortaron  la  cabeza ,  y  salieron  cargados  de 
despojos,  que  tocóácach  uno  oro,  topacios,  jacintos  y  esmeraldas. 
Todos  los  pueblos  de  Afranc  temblaron  de  este  terrible  ejército  :  recur* 
rieroo  á  su  rey  Caldus  *  dándole  noticia  de  los  estragos  de  estas  algaras 
muslímicas ,  que  ocupaban  y  corrian  libremente  toda  tierra  de  Narbona, 
Toiosa  y  Bordhal ,  y  le  refirieron  la  muerte  de  su  conde.  Consoló  el  rey 
de  Afranc  á  cstps  pueblos  ofreciéndoles  su  auxilio.  En  el  afio  114  (732) 
montó  a  caballo ,  y  sacó  innumerable  gentío  contra  los  muslimes.  Lle- 
gaban estos  á  Medina  Towrs,  y  la  querían  entrar  por  fuerza,  cuando 
supo  Abderahman  la  poderosa  hueste  que  contra  ellos  venia.  Yeia  Ab- 
derahman y  otros  prudentes  caudillos  el  desorden  de  las  tropas  mus- 

I  ÁMk  está  desfibrado  el  nombre  de  Carlos  Martel :  es  indecible  la  depravación  de  los  ooni» 
Isrs  propios 4|««  m  baila  en  los  libros  arábigos,  en  siendo  de  lengua  extraña  para  ellos  :  en 
■r^audi  casi  todos  los  re)  es  de  Francia  se  llanuin  Colorió  y  Lodorio :  casi  todos  los  de  Espafia 
UáfM  «  Odraa  ¡  pero  no  oMán  ow  mu»  mipbocmmi  toa  nombres  árabes  en  nuetcros  cronicones. 


44  HTSTOniA  DK  LA  DOMINACIÓN 

limes  que  estaban  cargadas  de  despojos  y  riquezas ;  pero  por  no  descon- 
tentarlas no  qoiso  mandar  que  todo  se  abandonase,  para  atender  soloá 
las  armas  y  caballos  de  batalla ;  y  asi  conCado  en  su  constante  fortona , 
y  en  el  valor  de  su  gente ,  despreció  la  multitud  de  los  enemigos  y  llenó 
de  vana  confianza  á  los  demás  caudillos ;  pero  este  descuido  y  falta  de 
disciplina  siempre  ftié  fatal  á  los  ejércitos.  Con  la  codiciado  los  despojos 
apretaron  tanto  el  cerco  y  combales  de  la  ciudad,  que  la  entraron  for 
fuerza  casi  en  presencia  del  ejército  enemigo.  £1  furor  de  los  muslimes 
aquel  dia  fué  de  tigres  rabiosos ,  y  asi  hicieron  horrible  matanza  en  los 
moradores  de  la  ciudad ;  por  eso  parece  que  Dios  los  castigó,  y  la  for- 
tuna les  volvió  las  espaldas. 

£n  las  riberas  del  río '  Owar  se  avistaron  las  dos  enemigas  huestes  de 
muslimes  y  de  cristianos  de  diferentes  lenguas :  temiéronse  unos  á 
otros  :  Abderahman  confiado  en  su  fortuna  accmietió  el  primero  con 
horroroso  ímpetu  de  su  caballeria  :  mantúvose  la  pdea  con  igual  es- 
fuerzo por  los  cristianos,  y  se  mantuvo  sangrienta  todo  d  dia,  y  la 
noche  se  interpuso  entre  las  dos  enemigas  huestes.  Venido  el  día  si* 
guíente ,  á  la  hora  del  alba  se  acometieron  con  furor  :  los  caudiNos  mus- 
limes, sedientos  de  sangre  y  de  venganza,  penetraron  en  los  espesos 
escuadrones  enemigos;  pero  en  lo  mas  ardiente  déla  pelea ,  viendo  Ab- 
derahman que  gran  parte  de  su  caballería  salia  corriendo  de  la  batalla  á 
defender  su  campo,  y  que  este  movimiento  ponía  en  desorden  y  con^ 
fusión  su  gente ,  corrió  á  todas  partes ,  pero  no  le  fué  posible  contener- 
los ;  y  peleando  con  los  mas  esforzados,  cayó  con  su  caballo  pasado  de  in- 
finitas lanzas.  Fué  cediendo  el  campo  todo  con  harta  confusión ,  y  á 
favor  de  las  tinieblas  de  la  noche  se  retiraron  del  horrible  campo  de 
batalla.  Los  crístianos  siguieron  su  victoria  y  los  persiguieron  algunos 
dias ,  peleando  á  veces  y  caminando  entre  continuos  horrores  hasta  llegar 
á  Naii>ona.  Fué  esta  funesta  batalla  y  la  muerte  del  ínclito  caudillo  el 
año  115  (733).  El  rey  de  Afranc  puso  cerco  á  Medina  Narbona;  pero 
los  muslimes  la  defendieron  con  tanto  valor ,  que  le  fué  forzoso  levantar 
el  cerco  y  retirarse  ásus  tierras  con  mucha  pérdida  de  sus  gentes. 


CAPITULO  XXVI. 

De  la  eleceíon  de  Abdelmclic  ben  Cotan  para  amlr  de  Espafia ,  y  su  venida  á  ella. 

Guando  se  supo  en  España  la  desgraciada  batalla  y  muerte  de  Ab- 
derahman ,  se  )>usieron  en  movimiento  todas  las  tropas  muslimeé  de  las 
fronteras  para  acudir  á  donde  fuese  necesario.  Se  pidieron  socorros  de 
África ,  y  vino  nombrado  por  amir  de  España  Abdelmclic  ben  Cotan  el 
Fehri  :  envióle  Oboida  el  Kisi,  gobernador  de  África,  con  mucha  dili- 
gencia  y  con  un  buen  cuerpo  de  tropas  de  á  pié  y  de  á  caballo.  Escribió 
al  califa  esta  desgracia ,  y  le  dio  también  noticia  del  nombiramiento  prcH 

1  Fué  ea  iQfl  cuapot  de  Poititn » y  fobrt  l«i  rioi  q«e  tcq  «I  Loira. 


DE  LOS. ÁRABES  EN  ESPAÑA.  45 

tiáRialde  amir.  qae  habíahedio;  y  elcaUfa  lo  confirmó  y  escribió  á 
Abdetnidic  ben  Gotan  exhortándole  á  vengar  la  sangre  derramada  de 
sas muslimes.  Laego  qne  entró  en  España,  pasó  con  macha  diligencia 
alas  fronteras  de  Afranc,  y  le  siguieron  á  marchas  forzadas  las  tropas 
^sejnnUiron  de  las  provincias.  Halló  Abdebnelic  ben  Cotan  mny  in- 
ÜDídados  á  k»  muslimes ,  los  ¡«txniró  esforzar  y  recordarles  que  sus 
nqores  días  habían  sido  los  de  las  batidlas  y  sangrientos  combates  de 
la  sania  guerra;  qne  esta  era  la  escala  del  paraíso,  que  el  enviado  de 
Dios  se  preciaba  ád  ser  hijo  de  la  espada,  que  reposiaJm  á  la  sombra  de 
hs  banderas  y  ^  los  campos  de  batalla ;  que  las  victorias  y  la  muerte 
y  las  derrotas  están  en  la  mano  de  Dios,  que  las  da  como  quiere,  y  hoy 
pirsígoe  y  triunfa  el  que  ayer  fué  vencido.  A  pesar  del  valor  y  pericia 
nOilar  de  este  amir ,  la  guerra  fué  poco  favorable  á  las  armas  muslimes 
en  Aliranc,  y  los  cristianos  recobraron  algunas  ciudades,  y  fué  cadadia 
mas  díficü  la  empresa  de  mantener  la  conquista  de  aquella  tierra ,  que 
en  vano  se  cansa  quien  trabaja  contra  los  eternos  decretos. 

Estaba  en  este  tiempo  en  Egipto  el  ^ali  ben  Alhegág  Aseluli  el  Caisi, 
j  de  orden  del  califa  pasó  á  África  en  Rebie  postrera  del  año  116  (734), 
y  dejó  esk  ella  á  sus  hijos,  á  Alcasim  en  Barca  y  á  Ismail  en  Sus,  y 
nombró  para  annr  de  España  á  Ocha  ben  Alhegág  su  hermano ,  que  se 
detuvo  en  África  dos  años  y  medio  por  las  grandes  revueltas  que  allí  se 
suscitaron.  Amer  ben  Abdala  el  Muradi ,  gobernador  de  Tanja ,  cau- 
saba grandes  vejaciones  á  los  de  la  ciudad  y  su  comarca  :  los  berberíes 
se  rebelaron  y  se  apoderaron  de  la  ciudad  acaudillados  de  Museir ,  cau- 
díDo  de  mucho  valor.  Los  muslimes  mandados  por  Ocha  Alhegág  les 
dieron  batalla  y  los  derrotaron  :  se  acogieron  á  la  ciudad  j  y  furiosos 
contra  su  candiUo  los  bárbaros  lo  despedazaron,  atribuyendo  á  falta 
wya  SQ  derrota.  Eligieron  en  su  lugar  para  que  los  mandase  á  Cbalid 
el  Zaneti ,  que  todavía  quiso  encargarse  de  acaudillarlos  un  hombre  de 
Takr.  Salió  este  ccmi  sus  berberíes,  y  acometieron  á  los  muslimes  y  los 
rompiaroii  y  desbarataron,  y  se  esparcieron  por  los  campos.  Los  mas 
BoUes  árabes  murieron  en  esta  batalla.  Por  esta  ocasión  no  fué  posible 
ayudar  al  amnr  de  España  Abdelmelic  ben  Gotan  como  convenia.  Los 
caudillos  que  habia  en  España  no  estaban  bien  avenidos  entre  si :  los 
que  pasaban  de  África  eran  mas  codiciosos  de  riquezas  que  ambiciosos 
de  bonra,  y  las  tropas  participaban  de  estos  mismos  vicios;  y  se  habian 
hecho  crudes  enemigos  de  los  pueblos. 

Coa  todo  eso  pasó  los  montes  de  Albortát  el  amir  Abdelmelic ,  y 
entró  en  tierra  de  Afranc  el  año  118  (736) ,  y  peleó  con  muy  buena 
suerte;  pero  siendo  muy  adelantada  la  estación  de  las  lluvias  volvió  á 
Espada,  y  en  los  pasos  y  asperezas  de  aquellos  montes  padeció  el  ejér- 
rílo  moslim  una  derrota  impensada  y  sangrienta.  Las  repetidas  desgra- 
cias del  ejército  se  atribuyeron  al  amir  Abdelmelic  ben  Cotan,  y  como 
si  en  mal  punto  fuese  nacido,  todos  sus  intentos  se  miraban  como  in- 

Enislos.  Asi  lo  representó  al  califa  Hixém  el  Trali  de  África ,  y  mandó 

que  fuese  á  España  el  amir  Ocha  ben  Alhegág. 
En  este  «fo  118  murió  el  g(d)eniador  de  E^pto  Aben  Rafie,  ypuso 


46  HÍStORIA  DE  U  DOMINACIÓN 

d  califa  en  su  lagar  á  Abderahman  beti  Chaltd  betiTabitdFahéml,  y 
en  el  misnio  año  lo  dcposo ,  y  dio  d  gobierno  á  Hantala  ben  Seftián  ct 
Kelbi. 


CAPITULO  XXVIL 

Gobierno  do  OgIni  bea  Álhogág. 

Telnblaron  todos  los  gobernadores  de  Espada  á  la  venida  de  Ocba  ben 
Alhegág  á  ella  r  la  fama  de  su  severidad  y  de  su  juslícia  llenaba  toda  la 
tierra,  y  no  bien  entró  en  Andalucía  cuando  se  sintieron  los  buenos 
efectos  de  su  influjo  :  quitó  de  sus  alcaidías  á  los  caudillos  acusados  de 
crueles  ó  de  avaros ,  ola  con  benignidad  á  los  desvalidos ,  y  hallaban  en 
él  amparo  y  protección  cuantos  la  merecian.  Era  igual  su  celo  por  la 
religión  y  por  la  justicia  :  llenó  las  cárceles  de  malversadores  de  las 
rentas  públicas ,  y  de  injustos  exactores  de  fardas  y  tribuios  arbitrarios  : 
ora  para  Ocba  el  delito  mas  grave  en  los  encargados  del  gobierno , 
cuando  por  su  interés  particular  y  por  su  codicia  afligían  á  los  pueblas 
y  hacian  detestable  la  autoridad  que  regentaban.  Estableció  cadics  6 
jueces  en  todas  las  ciudades  principales  de  cada  provincia,  y  otros  en 
las  poblaciones  mayores  de  cada  comarca,  para  que  oyesen  y  concilla- 
sen  las  ({uejas  y  desavenencias  que  se  ofrecen  entre  los  hombres ,  y  con 
su  autoridad  y  discreción  se  conservase  la  quietud  de  las  familias  y  la 
pa2  pública.  Ordenó  que  los  walíes  de  provincia  enviasen  sus  kaiúe- 
fes  ^  pata  perseguir  á  los  ladrones  que  anduviesen  en  ellas,  y  evitarlas 
violencias  y  maldades  que  se  cometían  por  los  bárbaros  en  los  campos  y 
despoblados.  Puso  escuelas  en  los  pueblos  para  enseñar  las  letras,  y  las 
dotó  con  asignaciones  competentes  sobre  las  rentas  públicas.  Mandó 
construir  mezquitas  principales  y  menores  para  la  oración ,  y  ordenó 
que  hubiese  en  ellas  lectores  y  predicadores  que  enseñasen  la  religión 
Á  pueblo.  Empadronó  todos  los  vecinos  de  todas  las  poblaciones  de  Es- 
paña, igualándolos  tributos  en  toda  ella  sin  distinciones  odiosas  por  su 
origen  ó  causa,  y  con  la  sucesión  del  tiempo  injustas  :  envió  en  cadenas 
á  África  á  muchos  culpados.  Era  Ocba  en  su  conducta  irreprensible^ 
y  por  consiguiente  amado  de  todos  los  buenos ,  y  temido  de  todos  los 
malos.  Examinó  la  conducta  del  depuesto  amir  Abdelmclic  ben  Co- 
tan,  y  no  hallándole  delincuente  le  mandó  pasar  á  las  fronteras  con 
cargo  de  wali  de  caballería ,  para  que  sirviese  como  antes.  Para  cum* 

Slir  las  órdenes  del  califa  y  sus  propios  deseos ,  partió  á  las  fronteras  de 
ifranc  con  ánimo  de  hacer  allí  entrada  de  conquista  :  cuando  llegó  á 
taragoza  recibió  cartas  del  amir  de  África  Abdala ,  en  que  le  comuni- 
caba el  estado  de  la  guerra  y  rebelión  de  los  berberíes,  que  á  causa  de 
algunas  ventajas  que  habían  logrado  estaban  muy  inquietos,  y  le  man- 
daba que  sin  tardanza  volviese  para  terminar  aquella  guerra.  Ocba 

*"  1  Kaxiefes  eran  eomo  indiea  el  nombre  descubridores ,  gente  armada  que  buactbit  y  desea- 
Ittte  ]•»  nudhechere»,  oomo  los  cuadrilleros  do  la  Santa  Hermanemd. 


PE  LOS  AftÁBES  EN  ESPAÑA.  47 

«B  defeocrse  un  insUiiite  volvió  con  precipitadas  marchas  6  Córdoba , 
i  DeTuidO  un  escogido  cuerpo  de  cábálleria  qae  puso  en  barcas ,  bajd 
por  el  río,  y  se  pasó á  África.  Fué  la  partida  de  Ocba  elaño  120  (737) 
ée  b  Hegira. 

Guando  llegó  á  Tanja  se  reunió  á  los  caudillos  muslimes ,  y  habido  su 
coDsejo  salió  contra  los  berberíes ,  y  derrotó  varías  taifas  de  ellos ,  y  los 
dispersó  en  los  desiertos ;  de  suerte  que  antes  que  llegaran  los  socorros 
de  Gaffvan  y  de  Barca ,  ya  estaban  destruidas  las  numerosas  tropas  de 
los  rebeldes.  En  España  quedaron  las  provincias  encargadas  á  sus  wa- 
Kes ,  porque  el  amir  Ocha  pensaba  que  seria  muy  en  breve  su  vuelta. 

Este  iifio  120  dio  d  califii  el  gobierno  de  la  Iraca  á  Jttsüf  ben  Ornar 
d  Tiaidfl ,  cuya  estupidez  y  arrogancia  era  proverbial  entre  los  orien- 
tales :  y  el  año  121  (738)  fué  wali  de  Guía  y  Basra ;  año  en  que  apareció 
Zad ,  hijo  de  Husein ,  nieto  de  Aly  el  califa ,  y  suscitó  en  Cufa  rd)elion, 
f  los  de  la  ciudad  le  juraron  obediencia  :  acudió  con  tropas  JUsuf  ben 
ÜBiar  j  gobernadcHT  de  Iraca ,  y  los  venció ,  y  murió  Zeid  peleando,  que 
el  popaincho  y  los  rebeldes  resistieron  poco.  Tomó  Jnsnf  el  cuerpo  de 
Zdd ,  y  lo  paso  en  un  palo ,  y  lo  quemó ,  y  esparció  sus  cenizas  al  aire 
7  al  mar,  y  la  cabeza  la  envió  al  califa  Hixém ,  que  la  mandó  clavar  á 
una  poeita  de  Damasco. 

En  Espada  los  walies  procedian  sin  uniott ,  y  fío  hacian  cosa  de  im- 
portancia para  dilatar  las  fronteras ,  autos  bien  con  su  descuido  y  par- 
cialidades dieron  o^slon  á  que  se  rebelasen  algunos  pueblos  de  los 
montes  del  Guf  de  España.  Abdelmelic  ben  €otan  acreditó  su  celo  y 
buena  conducta  en  esta  ocasión ,  y  por  su  parte  evitó  cuanto  fué  posible 
ks  males  de  la  discordia  :  con  su  gente  rompió  y  deshizo  algukias  parti- 
das de  rebeldes  crístianos  ^  que  no  tuvieron  otro  asilo  que  ocültak'sc  y 
desaparecer  en  las  gua jaras  y  desfiladeros  de  sus  montañas  :  anduvo  á 
caza  de  estas  fieras ,  y  el  escarmiento  de  unos  intimidó  á  otros ,  y  se 
aUanaroo  y  quedaron  sometidos* 

Lo  misooo  sucedió  en  África  por  la  ioteligencia  y  actividad  de  Ocba ; 
7  cono  hubiesen  llegado  muchas  trqpas  de  Siria  y  Egipto ,  por  ocupar 
ttlilmcnte  estas  gentes ,  las  envió  Oveidala  ben  Alhegág  á  conquistar  la 
isla  de  Sicilia ,  y  encargó  el  mando  de  esta  expedición  á  Rabib  ben  Abí 
Obeéda  ben  Ocba  ben  Nafe  el  Fchrí.  Desembarcó  con  gran  ventura  en 
eOa ,  y  la  sujetó  y  allanó ;  y  tomó  á  Afríca  en  la  luna  de  Giumada  pri- 
men^ afio  193  (740).  ¡  Cuan  incierta  es  la  suerte  de  los  hombres!  Este 
candlBD  Habfe ,  que  salió  venturosamente  de  tantas  batallas  en  España, 
qee  vcdvió  á  SMa  con  no  poco  riesgo  de  perder  la  cabeza  por  amigo  de 
Muza  y  de  sus  hijos ,  que  tornó  á  mandar  pdigrosas  expediciones  en 
África  y  en  Sicilia ,  murió  el  año  123  en  batalla  contra  los  berberíes  -. 
aadie  Inije  del  tiro  del  destino.  En  este  año  dejó  Oveidala  el  gobierho 
ée  AlHca  ^  y  se  partió  á  E^pto  :  era  este  amir  mas  dado  á  las  letras  que 
á  I»  amas  y  cuidados  políticos ,  y  fué  muy  elegante  escritor  de  las  con- 
quislas  de  los  árabes ,  y  en  Túnez  edificó  la.aljama  y  una  dársena  para 
raostruir  y  reparar  las  naves.  El  año  anterior  122  murió  Muslema  ben 
AbdeiBieiicten  Afcroán^  el  indíto héroe  dolos  Beni  (hneyas j  ñié  gran 


48  HISTORIA  DE  LA  DOIUM ACIÓN 

caadiHa,  sabio ,  de  buen  consejo,  y  muy  esforzado,  que  do  (uto  seme- 
jante en  su  familia ,  ni  en  su  tiempo ,  en  ninguna  parte. 


CAPITULO  xxvm. 

De  la  vuelta  de  Ocb*  á  Espafia,  J  de  au  maerte. 

Enelaffo  124  (741)  enrió  Hixém  al  gobernador  de  Egipto  Hantah 
ben  Scfuán  al  gobierno  de  África ,  y  puso  en  su  lugar  á  Hafas  ben  Wa- 
Itd  y  que  permaneció  alli  hasta  la  muerte  del  califa :  para  la  tierra  de 
Magréb  ó  poniente  de  África  envió  á  Goltum  ben  Zeyad ,  que  habia 
tenido  antes  el  gobierno  de  esta  parte  de  África.  Mandó  Coltum  que 
luego  pasase  á  España  el  amir  Ocba  ben  Alheg^  con  sus  gentes. 

Halló  Ocba  muy  revueltas  las  cosas  de  España ,  que  los  walies  esta- 
ban entre  si  desunidos,  que  Abdelmelic  ben  Gotan  era  el  único  que  ha- 
bla preferido  las  atenciones  del  bien  público  á  su  conveniencia  parti- 
cular. Escribió  Ocba  á  Abdelmelic  dándole  gracias  por  su  celo  y  buenos 
servicios ,  acudiendo  tan  oportunamente  á  las  inquietudes  de  las  fron- 
teras ;  le  aseguró  que  babia  escrito  al  califa  para  que  le  confirmase  en 
el  gobierno  de  España  que  merecia ,  y  esperaba  que  asi  lo  baria  el  califa . 
Le  envió  gente  de  ¿  pié  y  de  á  cabiQlo  para  ocuparla  en  mantener  la 
frontera  de  Afranc.  En  este  tiempo  enfermó  en  Cordela  él  tirtuoso 
amir  Ocba  ben  Alhegág ,  y  de  aquella  dolencia  falleció ,  año  Í24 ,  que 
fué  muy  grave  pérdida  para  los  muslimes  de  España ,  y  mas  por  no 
haber  tenido  tiempo  de  componer  las  desavenencias  de  los  vralies  ó 
caudillos  principales,  que  la  tenian  dividida  en  bandos  y  parcialidades. 


CAPITULO  XXIX. 

De  la  rebelión  de  los  berberíes  de  África  contra  los  árabes ,  y  entrada  de  Baleg  en  Andalucía. 

En  África  se  reunieron  otra  vez  los  berbenes ,  comandados  por  Cha- 
lid  el  Zaneti :  salió  contra  ellos  el  amir  Goltum  ben  Zeyad ,  y  se  dio 
sangrienta  batalla  en  los  campos  de  Tanja :  el  caudillo  GhaUd  rompió  y 
desbarató  á  los  árabes ,  y  en  lo  mas  ardiente  de  la  pdea  murió  Goltum 
el  amir  y  otros  caudillos  muy  señalados ,  y  en  ambas  huestes  fué  atroz 
la  matanza.  Uegó  la  nueva  de  esta  derrota  de  los  árabes  á  Egipto  j  y  con 
la  mayor  diligencia  se  puso  en  marcha  el  nombrado  g<rf)emador  de 
África  Hantala  ben  Sefuán  con  un  ejército  muy  numeroso  :  entraron  en 
éUa  en  la  luna  de  Rebob  del  año  125  (742) .  Los  rebeldes ,  que  supieron  la 
venida  de  esta  poderosa  hueste ,  doblaron  sus  esfuerzos ,  muy  confiados 
en  sus  buenos  sucesos  y  pasadas  victorias.  Allegaron  innumerable  gen- 
tío de  todas  sus  cabilas,  asi  de  á  pié  como  de  v^aballo ;  acaudillaban  esta 
moltitud  Chalid  el  Zaneti ,  Acách  de  Masamuda  y  Abdelwaliib  de  Zan- 
haga,  todos  caudillos  moros  de  los  mas  acreditados  y  aguerridos.  Pu- 


D£  LOS  ARAB£S  EN  ESPAÑA.  49 

amii  sa  campo  en  riberas  del  rio  Masfa ,  y  parecían  sobre  aquellas 
«PDOsas  Dañaras  á  las  inmensas  bandas  de  langostas  :  tantos  y  tales 
afarcdaQ  los  negros  combatientes  de  Sus  y  Masamuda.  Las  tropas 
árabes  venían  acaudilladas  de  Thacilaba  ben  Salema  el  Ameli  y  de  Baleg 
bpo  Baxir  :  el  primero  conducía  las  gentes  de  Siria  y  de  Arabía ,  y  el 
se^ndo  las  do  Egipto  y  de  Barca  .-  Hantala  ben  Señián  mandaba  las 
tropas  proTÍncialcs  de  Almagréb,  reliquias  ilustres  de  los  conquista- 
dores del  pais. 

Ordenadas  sus  haces  se  acometieron  estas  huestes  en  aquel  abrasado 
desierto  con  espantoso  alarido :  nubes  de  polvo  y  de  saetas  hicieron 
afiei  dia  oscuro ,  y  dieron  horrible  sombra  á  los  hijos  de  la  guerra.  Las 
Instadas  lanzas,  sedientas  de  sangre,  se  embeodaron  en  profundos  lagos 
de  ella :  todos  pelearon  con  igual  furor ,  y  no  parecían  hombres  quo 
peleaban,  sino  Aeras  tigres  ó  leones  que  rabiosos  se  despedazan.  Los 
obalios  árabes  no  pudieron  resistir  el  calor  ardiente  de  la  pelea  y  del 
día,  7  cedieron  á  los  caballos  moros  el  sangriento  campo  :  estos  incan- 
sables  y  duros  los  rompieron  y  desbarataron  á  la  mitad  def  dia ,  volvie- 
roB  brida  y  fueron  perseguidos ,  y  parte  fué  degollada  en  los  desiertos , 
parle  que  era  de  los  prácticos  del  país  se  acogió  á  los  fuertes  y  sitios  de- 
fendidos, otra  gran  parte  de  los  mas  valientes  se  retiró  peleando  hacia 
la  costa  del  mar  con  sus  caudillos  Baleg  y  Thaalaba ,  y  desde  ella,  atra- 
vesando d  estrecho  Alzac&c ,  se  yinieron  á  España  en  la  mitad  del  año 
«25  (742). 

Había  poco  antes  recibido  Ahdelmelic  ben  Cotan  la  confirmación  de 
sv  ear^  de  amir  de  España ,  y  la  nueva  de  la  muerte  del  califa  Hixém 
loe  había  fallecido  en  Rusafa  dia  6  de  Rebie  postrera  del  año  125 ; 
^  de  edad  de  cincuenta  y  tres  años,  y  había  imperado  diez  y  nueve, 
úete  meses  y  once  dias :  fué  de  mediana  estatura,  de  muy  buen  gobierno, 
pero  muy  exactor  de  tributos  :  gastaba  mucho  en  cosas  inútiles  :  tenia 
b  manía  de  hacerse  infinitos  Testidos ,  cuentan  cpie  se  podían  cargar 
snsdentos  camellos ;  y  no  los  gastaba  sin  econcxnia ,  los  tenia  tan  guar- 
dados que  apenas  se  halló  uno  para  envolverle  y  amortajarle ,  porque 
Wa  puestos  sellos  á  sus  armarios  y  depósitos. 


CAPITULO  XXX. 

Guerra  cíyU  de  Baleg  y  Aben  Cotan  en  Espafia. 

Babia  puesto  Ahdelmelic  en  Córdoba  por  gobernador  de  eUa  á  Abde- 
nhman  ben  Ocha ,  y  en  Toledo  puso  á  su  hijo  Omeya  ben  Abdelmelic, 
Jéi  se  hallaba  en  Zaragoza  cuando  fué  avisado  del  paso  de  Baleg  ben 
Buir  y  de  Thaalaba  ben  Salema ;  pesóle  mucho  de  ello ,  asi  por  la  de&- 
Cfana  del  ejército  muslime  como  porque  receló  que  esta  entrada  susci- 
^  inquietudes  en  España.  Luego  se  puso  en  camino  para  venir  á  An- 
falucia ,  y  escribió  á  estos  caudillos  que  no  debian  separarse  de  la  costa 
^  estar  mas  prontos  para  tornar  á  África ,  donde  sus  personas  y 

4 


50  HISTORIA  DE  LA  DOMIT^ACIOM 

genta  hacían  mucha  Talla.  Los  desafectos  de  este  amir,  que  eran  mu- 
tíios ,  tomaron  de  aquí  ocasión  para  enemistarle  con  los  walies  Bal^ 
Y  Thaalaba  y  suscitar  novedades :  escribiéronles  que  todos  serian  de  su 
nando ,  que  no  creyesen  las  propuestas  de  Abdclmelic ,  que  solo  quería 
el  mando  absoluto,  y  que  le  estorbaban  todos  los  buenos.  Sin  perder 
tiempo  estos  revoltosos  quisieron  apoderarse  de  las  ciudades  de  Cór> 
doba  y  de  Toledo  :  los  primeros  que  hicieron  armas  fueron  á  cercar  á 
Toledo,  la  que  defendió  bien  Omeya  ben  Abdclmelic  mas  de  un  mes  : 
otros  fueron  á  sorprender  á  Abderahman  ben  Ocba  en  Córdoba;  y  mu- 
chos se  reunieron  para  juntarse  con  los  venidos  de  África.  Avisado 
Abdclmelic  de  estos  movimientos  apresuró  sus  marchas  y  fué  á  socorrer 
al  wali  de  Toledo ,  que  ya  estaba  en  gran  estrecho,  y  los  sitiadores  sa- 
biendo su  venida  levantaron  el  cerco  precipitadamente.  El  wali  Omeya , 
conociendo  la  causa  de  su  fuga ,  salió  de  la  ciudad  y  les  dio  un  impeo- 
sado  y  sangriento  rebato,  que  los  desordenó,  y  persiguió  matándoles 
tnucha  gente.  Sabiendo  el  triunfo  de  su  hijo,  guió  Abddmelic  su  hueste 
contra  los  de  Córdoba ,  que  ya  habían  sido  derrotados  por  el  hijo  de 
Ocba ,  que  se  empeñó  en  seguirlos  y  acabarlos.  Lograron  estas  tropas 
dispersas  y  ftigitivas  reunirse  á  las  que  habían  venido  de  África ,  y  sa- 
biendo que  Abdclmelic  las  iba  á  los  alcances  salieron  juntas  en  nume- 
roso ejército  i  encontrarle.  Avisados  de  sus  adalides  y  descubridores 
fueron  sobre  el  cuerpo  de  tropas  de  Andalucía ,  que  mandaba  Ab- 
derahman ben  Ocba ,  y  con  poca  resistencia  fué  atropellado  y  puesta  en 
fuga  por  la  caballería  de  Baleg  ben  Baxir,  y  se  dispersaron  sin  dirección 
por  varias  partes.  Caminó  el  ejército  vencedor  á  la  parte  de  Algarbc , 
para  salir  al  paso  á  la  hueste  de  Abdclmelic ,  que  venia  por  Mérida  para 
allegar  de  paso  las  gentes  de  guerra  de  la  Lusitania  :  encontráronse  liis 
campeadores  de  ambas  huestes  en  Mertula  :  ordenaron  sus  haces  en 
batalla ,  y  con  enemigo  ánimo,  como  si  fueran  gentes  de  diferente  ley, 
lengua  y  costumbres ,  pelearon  gran  parte  del  día  sin  ventaja  ni  desi- 
gualdad :  á  la  (arde  los  caballos  de  África  rompieron  y  desbarataron 
¿  los  muslimes  andaluces ;  y  la  derrota  fué  general  poco  antes  de  la 
noche.  Huyeron  durante  ella  por  diferentes  partes ,  y  Abdelmelic  con 
parte  de  su  caballería  se  acogió  á  Córdoba.  Luego  escribió  Abdclmelic 
ben  Cotan  una  carta  á  los  caudillos  B¿deg  y  Thaalaba ,  en  que  les  mani- 
festaba cuan  sin  razón  abrigaban  á  los  revoltosos  muslimes  de  España , 
y  como  convenia,  como  pueblos  de  una  misma  ley  y  de  una  misma  na- 
ción ,  avenirse  y  concertarse  sin  dar  lugar  á  que  entre  tanto  qne  ellos 
inconsideradamente  se  destruían,  los  rebeldes  de  AMca  sacasen  ventaja 
de  su  guerra  civil,  y  que  considerasen  que  los  pueblos  de  España  acaba- 
ban de  ser  sojuzgados  por  fuerza  de  armas ,  y  que  podían  muy  rácO- 
mente,  á  ejemplo  de  los  berberíes ,  procurar  su  venganza,  y  recobrar 
8ü  libertad  y  señorío.  Proponíales  que  se  contentasen  con  ocupar  el  ter- 
ritorio de  Gezira  Saltis,  y  esperar  allí  qne  se  facilitase  su  vuelta  á 
África ,  como  era  necesario :  en  fln ,  concluía  con  manifestarles  sns  dis- 
posiciones pacific<as ,  y  que  todo  lo  que  había  precedido  era  obra  diabó- 
lica de  los  revoltosos.  Nt>  persuadieron  estas  razones  á  Balcg  ni  á  Thaa- 


D£  LOS  ÁRABES  Eü  ESPAÑA.  5  i 

kba ,  y  de  sos  palabras  inferían  sos  temores  y  pocas  Tuerzas ,  y  puesta 
fa  mira  en  su  intoies  y  deseo  de  venganza  caminaron  con  toda  su  gente 
áGónMui. 

Los  de  Córdd>a ,  temerosos  de  ]a  tempestad  que  les  amenazaba ,  por 
fritar  los  excesos  de  los  bárbaros  y  africanos ,  y  la  crueldad  de  fialeg , 
crejeroa  templar  la  sana  del  yencedor  entregándole  á  su  amir  Abdel- 
nelic ,  y  asi  lo  bicieron.  Presentáronle  atado  á  un  palo  á  la  entrada  del 
pie&te,  7  herido  con  cañas  c  luego  le  mandó  cortar  la  cabeza  el  cau- 
(Qlo  Bál^,  y  la  pusieron  en  un  garflo  á  la  puerta  del  puente.  Asi  acabó 
este  acble  amir  Abdelmelic  ben  Gotan  en  fin  del  año  125  (742)  de  la 
Bc^gini. 

Los  de  Córdoba  y  el  ejército  proclamaron  por  amir  de  España  á 
Bakf  ben  fiaxir  en  el  ttunulto  y  desorden  del  cUa  de  su  entrada  en  la 
ciudad  :  esto  no  agradó  al  caudillo  Tbaalaba  ben  Salema;  antes  oíen- 
dido  deque  Baleg  permitiese  aquellas  populares  muestras  de  preferen- 
cia á  su  persona ,  dijo  á  sus  gentes :  que  Baleg  no  era  sino  su  igual ;  que 
la  deccion  de  amir  pertenecia  al  califa,  y  de  su  orden  y  especial  con- 
fianza al  gobernador  de  África  Hantala  ben  Sefuán ;  que  todo  lo  que 
alli  pasaba  era  un  alboroto  y  licencia  popular  muy  vituperable ,  y  mas 
fD  los  que  pudiendo  reprimirla  no  lo  hacian  j  que  porque  no  pareciese 
que  con  su  presencia  autorizaba  el  desorden ,  que  en  aquel  día  se  ponía 
eo  marcha  con  los  que  le  quisiesen  seguir.  Asi  k)  hizo  y  partió  con 
gran  parte  de  la  gente  de  guerra  de  su  mando ,  que  pocos  le  faltaron , 
7  coo  ellos  pasó  hacia  Mérida  acrecentando  cada  dia  su  parcialidad. 
Por  otra  parte  Omeya  ben  Cotan,  el  hijo  de  Abdehnelic,  en  lo  de  Toledo 
7  en  toda  España  oriental  tenia  gran  partido ,  porque  los  alcaides  y 
gobemadcnres  de  las  ciudades  eran  amigos  y  hechuras  de  su  padre  $  y 
eotre  los  caudillos  principales  el  insigne  Abderahman  ben  Ocha ,  que 
estaba  jurando  por  cielos  y  tierra  que  habia  de  vengar  la  muwte  del 
amir  Abdelmelic ,  y  a7udsur  con  todas  sus  fuerzas  á  su  hijo.  A  este  fin 
remio  las  tropas  que  andaban  dispersas  en  Andalucía,  y  allegó  un 
boeo  ejérdio ,  y  fué  el  primero  que  se  opuso  á  Baleg  ben  Baxir .  La  sa- 
lida de  Thaal^  ben  Salema  l¿bia  debilitado  con  su  separación  las 
fuerzas  de  Baleg ,  asi  que  solo  tenia  como  doce  mil  hombres ,  y  con 
ellos  salió  á  encontrar  la  gente  de  Abderahman  ben  Ocba. 

£neontrán>nse  ambas  huestes  en  los  campos  de  Calat-Rahba  :  animó 
Bakg  á  los  suyos ,  diciéndoles :  que  despreciasen  el  número  de  sus  ene- 
■Mgoa  que  eran  gentes  allegadizas ,  miserables  reliquias  del  ejército  que 
antes  habían  atropellado ;  que  todavía  estaban  temblando  de  sus  cor- 
lantes espadas ,  y  los  mas  tenían  todavía  sin  cicatrizar  sus  heridas.  Aco- 
metieron con  desesperado  furor,  y  los  de  Abderahman  ben  Ocba  los  re- 
cibieíoQ  con  increíble  esfuerzo :  la  pelea  fué  sangrienta ,  y  mantenida 
coo  tesón  por  arabas  huestes  .*  el  caudillo  Baleg ,  atropcllando  á  sus 
cüotraríosá  derecha  é  izquierda,  ookno  un  bravo  león  entre  la  tropa  de 
lüscazadores ,  andaba  buscando  á  voces  al  hijo  de  Ocba ,  que  le  salió  al 
moientro  no  menos  animoso,  y  le  dijo  :  Yo  soy,  yo  soy  el  hijo  de  Ocba 
que  buscas^  y  arremetieron  el  uno  contra  el  otro,  y  se  dieron  crueles 


52  HISTORIA  D£  LA  DOHIPÍACION 

botes  de  lanza ,  y  revolviendo  con  mayor  presteza  el  caballo,  el  hijo  de 
Ocba  fué  tan  feliz  que  pasó  de  banda  á  banda  de  nna  lanzada  á  Baleg  ben 
Baxir,  que  cayó  en  tierra  muerto.  Sus  tropas  no  tardaron  en  sentir  la 
falta  de  tan  esforzado  caudillo,  y  fueron  desbaratadas  y  puestas  en 
buida ,  dejando  el  campo  cubierto  de  cadáveres  y  de  sangre..  Por  esta 
victoria  dieron  á  su  caudillo  Abderahman  ben  Ocba  el  titulo  de  Al- 
manzor :  acaeció  esta  batalla  el  año  125  (742). 

Las  tropas  fugitivas  de  esta  bataUa  no  fueron  mucho  tiempo  per- 
seguidas ,  y  se  acogieron  al  ejército  de  Thaalaba  ben  Salema  y  al  de 
Abderahman  ben  Habtb,  que  entró  con  Baleg  ben  Baxir,  y  hacia 
parte  de  la  división  de  Thaalaba  ben  Salema ,  que  caminaban  hacia 
Mérida  :  juntas  estas  tropas  llegaron  delante  de  la  ciudad,  y  su  walí 
no  les  permitió  que  entrasen  en  ella ,  y  lo  intentaron  por  fuerza ,  y 
la  cercaron  como  enemigos. 


CAPITULO  XXXI. 

Del  imperio  del  califa  Walid  ben  Jezid ,  y  del  califa  Jezid  ben  Walid. 

En  Siria  el  califa  Walid  ben  Jezid  ben  Abdelmelíc  fué  proclamado 
el  dia  6  de  la  luna  Rebie  postrera,  el  mismo  dia  en  que  murió  su  lio 
llixém  :  era  ya  de  mas  de  cuarenta  años  :  apartó  del  gobierno  de  Egipto 
á  Hafas  ben  Walid ,  y  puso  en  su  lugar  á  Isa  ben  Abi  Ata.  Era  este  ca- 
lifa Walid  implo  y  menospreciador  de  la  religión  :  se  bañaba  en  vino, 
abusaba  en  todo  de  su  poder,  entró  en  territorio  de  Mecca  con  perros 
de  caza  :  hacia  muy  buenos  versos  y  gustaba  de  la  música ;  pero  era  des- 
templado en  sus  pasiones.  En  el  año  126  (743) ,  estando  bien  descuidado 
délo  que  le  amenazaba,  recreándose  con  sus  esclavas  y  cantores,  los  pue- 
blos de  Siria  de  común  acuerdo  proclamaron  califa  á  su  primo  Jezid 
ben  el  Walid  ben  Abdelmelíc.  Este  principe ,  aprobando  la  conmoci<m 
popular,  ofreció  cien  mil  doblas  de  oro  á  quien  viniera  con  la  cabeza  de 
Walid.  Hallábase  el  califa  en  Basra  en  Tel-Rahita ,  cerca  de  Damasco  : 
sus  guardias  le  abandonaron  al  acercarse  la  turba  de  los  amotinados ,  y 
llegándose  mucho  gentío  escalaron  las  murallas ,  y  entrando  donde  es- 
taba Walid  le  despedazaron  inhumanamente,  y  llevaron  sus  manos  y 
ciü)eza  á  Damasco ,  y  las  clavaron  en  las  puertas  de  la  ciudad  :  los  des- 
pedazados miembros  del  califa  fueron  conducidos  al  cementerio  de  la 
puerta  de  los  Hu<»'tos ,  y  alli  los  enterraron;  sus  dos  hijos  Hakem  y 
Osman  fueron  encarcelados ,  al  parecer  por  librarlos  del  furor  del  po- 
pulacho :  esto  fué  el  año  126. 

Fue  proclamado  Jezid  ben  Walid  ben  Abdelmelíc  en  la  insurrec- 
ción popular  contra  su  primo  el  califa  Walid  el  dia  28  de  la  luna 
Giumada  postrera ,  año  1 26  (743) :  fué  su  madre  Xahferinda ,  hija  de 
Firuz,  nieta  de  Jezdegird,  rey  de  Persia.  La  violenta  muerte  del  califa 
Walid  llenó  de  turbación  y  anarquía  todas  las  provincias  del  imperio. 
Los  ambiciosos  son  como  el  mar  que  con  todo  viento  se  alteca.*  unos 


DE  LOS  ÁRABES. EN  ESPAÑA.  53 

(DD  pretexto  de  iadignacioii  por  la  desleidtad  de  los  pueblos  do  Siria , 
se  pusieron  co  armas ,  y  otros  por  aprovechar  la  ocasión  de  las  revueltas 
T  confusión  áél  estado ,  para  saciar  su  codicia  y  deseos  de  venganza  vaga<« 
bao  de  unas  ciudades  á  otras  robando  y  matando  indistintamente  á  todos : 
»i  ha  sucedido  siempre  y  sucederá  entre  los  hombres  mientras  su  natu- 
raleza sea  la  misma.  Los  de  Hemesa  se  amotinarony  cerraron  las  puertas 
de  la  dudad ,  y  se  resistieron  á  la  obediencia  de  Jezid  tratándole  de 
iKorpador.  E^vió  Jezid  contra  ellos  un  ejército ,  -y  fué  rechazado  por 
Iw  de  la  ciudad.  Suleiman  ben  Hixém  ben  Abdelmclic ,  que  estaba  en- 
rarcdado ,  salió  de  su  prisión  y  se  puso.al  Árente  de  los  descontentos,  y 
ntrú  eo  Naamana ,  y  la  saqueó  para  recompensar  á  sus  tropas  el  celo  y 
leallad  y  los  buenos  servicios  que  hacian  al  estado ,  y  luego  fué  con  ellos 
contra  Damasco.  También  se  levantaron  este  año  con  el  mismo  pretexto 
Vis  de  Jardana  y  Palestina ,  y  dieron  muerte  á  sus  gobernadores.  Depuso 
Jezid  á  Josuf  ben  Omar  del  gobierno  de  la  Iraca ,  y  pu^  en  su  lugar  á 
ManjAr  ben  Giamhor.  Al  mismo  tiempo  Meruán  ben  Muhamad  se  ma- 
nifestó también  contra  Jezid,  so  color  y  pretexto  de  vengador  de  la  sangre 
de  Walid  :  se  haUaba  en  Armenia  y  allegó  mucha  gente,  y  se  disponía 
á  Temr  contra  Jezid ;  pero  este  le  propuso  por  medio  de  sus  parciales 
fie  le  dejaría  los  gobiernos  de  Gezira  ó  Mesopotamia ,  Armenia ,  Mosul 
y  Aderbijan  á  condición  de  que  le  reconociese ,  y  asi  lo  hizo  Meruán , 
7  le  juró  obediencia  en  Harran.  Disminuyó  Jezid  el  estipendio  de  los 
súldaÑIos;  y  esta  medida,  aunque  fuese  justa ,  fué  muy  inoportuna ,  pues 
sitt  otra  razón  muchos  abandonaron  su  partido,  y  dejaron  sus  banderas 
a&efándose  á  los  que  le  negaban  obediencia :  por  esto  le  llamaban  Nakis 
ó  disminuidor.  A  los  cinco  meses  de  su  imperio  y  cuarenta  años  de  su 
edad  murió  de  peste-,  oró  por  él  su  hermano  Ibrahim. 


CAPITULO  XXXII. 

Be  las  reweius  de  África ,  sosegada!  por  Hantala  ben  SefoAn. 

Toda  España  estaba  dividida  en  bandos  y  parcialidades  por  las  desa- 
Tfnencías  de  loa  caudillos ,  sin  que  pudieran  remediar  estos  males  las 
dílignidas  y  prudentes  consejos  de  los  buenos  muslimes  que  en  ella 
««Uhaa.  Contribuían  á  estos  desórdenes  las  revueltas  de  África ,  y  las 
Bqaietudes  y  turbulencias  de  oriente  sobre  el  califazgo ,  de  que  hemos 
U>bdo.  Eo  África  el  amír  Hantala  ben  Sefuán  ben  Nufal  el  Kelbi , 
pbmiador  de  África  y  del  Magréb  por  el  califa  Hixém ,  y  conGrmado 
for  sus  sucesores,  á  fin  de  sujetar  á  los  rebeldes  berbenes  quiso  probar 
t^  si  mismo  si  las  armas  serian  ya  mas  felices  en  sus  manos  que  en  las 
dr*  sos  caudillos ,  y  reuniendo  un  poderoso  ejército  de  cuarenta  y  cinco 
>al  hüobres  de Apié  y  de  ácaballo ,  vino  ábuscar  á  los  rebeldes.  Estos 
1^  MI  parte. cuidaron  de  allegar  toda  su  gente,  y  ol  caudillo  Acách 
fvtk >  á  enoontrarlos  antes  que  U<^[asen  á  Gairvan ;  y  Abddmelic ,  otro 
t<Mde ,  foé  por  tierra  de  Negiana  á  tomarlos  por  la  espalda  i  los  cam^- 


&4  mSTOlUA  DE  1A  DOMIHAGlOTl 

peadoreg  de  la  haesle  de  Hantala,  veloces  eomo  égailas,  le  arisaroQ  de  la 
tnarcha  de  cstag  tropas  enemigas ,  que  intentaban  rodearle  y  pelear 
contra  él  en  un  mismo  dia  y  en  un  mismo  lugar.  Conoció  Hantala  cuanto 
convenia  pelear  con  ellos  separados :  ordenó  sus  haces ,  y  con  precipi- 
tada marcha  anduvo  toda  la  noche :  encargó  la  delantera  de  batalla  al 
caudillo  Husám  ben  DhirAr,  y  viniaxm  antes  de  rayar  el  dia  á  herir  en 
los  de  Acách ,  que  no  esperaban  esta  alborada  y  estaban  harto  descui- 
dados :  antes  que  tuvieran  tiempo  de  ordenarse  en  batalla  fueron  derro* 
tados  con  gran  matanza  por  los  de  Hantala ,  debiéndose  esta  viclma  al 
esfherzo  y  diligencia  de  ben  Dhirár ,  que  no  esperó  la  luz  del  dia  para 
acometer  á  los  moros  rebeldes.  Conseguida  esta  ventaja,  sin  perder 
tiempo  y  sin  mas  descanso  que  el  forzoso  para  respirar  de  la  fatiga  de 
la  pasada  refHéga ,  el  amir  Hantala  siguiendo  el  carro  de  la  victoria  se 
adelantó  hacia  Cairvan ,  recelando  que  se  le  adelantase  Abddwahib , 
otro  caudillo  de  los  rebeldes  que  venia  con  innumerable  chu^sma  á  unirse 
á  los  demás  berbcries.  Esta  segunda  batalla  fué  mas  sangrienta  que  la 
primera  y  mas  venturosa  para  los  muslimes ,  pues  rompieron  y  desor- 
denaron á  sus  enemigos  haciendo  en  ellos  gran  matanza :  aquella  noche , 
que  puso  treguas  á  los  horrores  de  la  pelea ,  pasaron  losj  vencedores 
¿*abes  sobre  el  campo  de  batalla,  oyendo  los  gemidos  de  los  heridos  y 
moribundos  bárliaros  -.  el  número  de  los  que  perecieron  aquel  dia  Dios 
lo  sabe ;  entre  estos  el  valiente  caudillo  Acách  se  encontró  cubierto  de 
heridas ,  y  mandó  Hantala  cortarle  la  cabeza ,  que  se  Uevó  en  una  pica 
por  el  campo :  también  pareció  muerto  Abdelwahib.  La  división  del 
rebelde  Abdelmeltc ,  avisada  por  los  ftigitivos  de  la  primera  y  sogfunda 
derrota  de  sus  compañeros ,  se  dispersó  por  los  montes.  Con  esta  Insigne 
victoria  quedaron  sosegados  los  movimientos  é  inquietudes  de  Alma- 
grób ,  y  toda  la  tierra  quedó  sojuzgada.  Gonocien<k>  Hantala  el  genio 
inquieto  y  belicoso  de  estos  pueblos  procuró  hacerlos  soldados  útiles  del 
Islam :  les  repartió  armasjy  caballos  á  los  que  quisieron  pasar  á  España, 
porque  pensaba  enviar  á  ella  un  amir  que  la  tranquilizase  y  deshiciese 
los  bandos  y  desavenencias  que  la  tenían  á  punto  de  perderse :  reunió 
hasta  quince  mil  mogrebinos  voluntarios  de  las  cabilas  de  Zenetes , 
Masamudes  y  Azuagos ,  gente  muy  esforzada. 


CAPITULO  XXXIII. 

De  la  elección  de  Husám  beo  JMiirtr  para  amir  de  Espafia ,  y  de  tu  gobierno  mi  eUa.       I 

Los  honrados  muslimes  de  Espada  le  pedían  un  caudilloque  reuniea 
las  voluntades  discordes  de  aquellas  facciones  que  había  de  ycnianieal 
Alabdaris,  siros ,  y  egipcios ;  que  fuese  de  tal  prudencia ,  valor  é  inüj 
gridad ,  que  no  se  inclinase  á  ningún  partido ,  que  se  llamase  declarad 
enemigo  de  toda  parcialidad ,  y  solo  atendiese  al  bien  general  de  Idj 
mnslimcs  y  de  los  pueblos  sometidos.  Pareció  al  wait  Hantala  bon  Sel 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  M 

ÍMb  que  aquella  era  ocasión  de  yalerse  de  las  conocidas  prendas  y  valor 
dd  ciiidillo  Hnsám  ben  Dhirar  ben  Sulciman  d  Kclcbi  conocido  por 
Almldiatar,  ya  antes  propuesto  para  este  cargo  por  el  califa  Hixém, 
nuodo  le  recitaron  sus  yersos.  Hay  quien  dice  que  la  elección  del  amir 
Rttsikm  ben  Dhirar  fué  el  ano  122 ,  y  que  fué  el  catorceno  de  los  que 
(obemaroD  en  España ,  que  tuvo  este  cargo  cuatro  años  y  nueve  meses  | 
pero  en  yerdad  no  entr6  en  España  hasta  ahora  con  escogidas  tropas 
africanas. 

Cuando  entró  este  amir  en  Andalúcia  se  había  apoderado  de  Mérida 
rl  caudOlo  Thaalaba  ben  Salema ,  y  tenta  puesto  cerco  á  m  ciudad  de 
GórdoiMí ,  y  en  sus  marchas  tiacia  estragos  en  los  pueblos ,  y  á  todos  los 
trataba  con  mucha  crueldad  cuando  en  algo  se  le  resistian ,  ó  no  le 
nevaban  las  provisiones  y  servicios  que  les  imponia.  Temerosos  los  de 
Córdoba  de  experimentar  su  mucha  crueldad  j  le  entr^aron  la  ciudad 
coa  buenas  condiciones ;  pero  habiendo  alli  tomado  mil  prisioneros  de 
Aniar>ar,  por  aterrar  á  las  gentes  mandó  sacar  al  campo  aquellos  mil 
cantivo  y  dcgidlarlos  del  pueblo  en  (üa  Juma.  Ya  estaba  congregada  la 
imilíitiid  para  tan  cruel  espectáculdycuando  fué  avisado  de  la  súbita 
Tmida  deHusám  ben  Dhirar,  que  se  había  adelantado  con  mil  caballos. 
Este  inesperado  anuncio  lo  suspendió  ^  y  mandó  retirar  aquellos  cau^ 
tiros  j  j  hiego  salió  con  otros  caudillos  á  recibir  al  amir  Hus&m  beq 
DUrar,  y  por  obsequiarle  puso  á  su  disposición  aquellos  prisioneros 
para  que  dispusiese  de  ellos  lo  que  quisiese.  El  amir  se  lo  agradeció,,  y 
en d  misaio  dia  los  mandó  poner  en  libertad;  y  que  se  agregasen  vo- 
Imtarios  á  las  banderas  de  berberíes ,  ó  se  retirasen  á  su  tierra.  Fué 
aplaudido  Husám  de  todos  los  muslimes  por  su  generosidad ;  y  en  el 
mismo  dia  mandó  prender  á  Thaalaba*  ben  Salema ,  y  que  partiese  ¿ 
boen  recaudo  para  Afríca.  Sosegadas  las  tropas  de  Thaalaba ,  y  ordenada 
V)  conveniente  para  el  gobierno  de  Córdoba ,  partió  pocos  dias  después 
eon  su  escogida  gente  áj  Toledo ,  y  obligó  á  salir  de  alli  al  caudillo  Ab- 
éerahman  ben  Habib ,  compañero  de  Thaalaba  y  de  los  que  se  llamaban 
amircs  de  España  de  propia  autoridad.  Los  del  partido  de  Aben  Cotan « 
sin  resistencia  alguna ,  antes  muy  de  su  propio  movimiento ,  vinieron  á 
ofrecerse  al  servicio  del  amir :  sin  dilación  corrió  las  otras  provincias , 
y  en  todas  partes  ganó  á  los  muslimes  mas  con  su  prudencia  y  su  bondad 
natural ,  que  con  la  fuerza  ni  opinión  de  los  valientes  africanos  que  le 
acompañaban. 

Consideró  como  la  primera  y  mas  importante  providencia  de  su  go- 
bierno el  evitar  toda  ocasión  de  discordia ,  y  asegurar  la  quietud  de  los 
ranAmes  en  España :  á  este  fln  hizo  repartimiento  de  tierras  á  las  tribus 
de  Arabia  y  de  Siria ,  que  eran  las  mas  poderosas  en  España ,  y  com- 
pcüao  entre  si  pretendiendo  todas  ellas  apoderarse  de  las  comarcas  de 
la  cafMal  de  Córdoba ,  que  no  les  podian  bastar.  Para  terminar  sus 
icias  repartió  á  los  siros  y  árabes  veledies  establecidos  en  el 
moradas  y  tiaras  en  regiones  semejantes  á  las  suyas ,  y  con  mayor 
aadrara  que  la  de  aquellos  pueblos :  repartió  en  tierra  de  Ocsonoiw  y 
de  Beja  á  los  de  Egipto  y  {rimeros  veledies ,  y  á  los  demás  árabes  oe 


6G  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

estos  en  tierra  de  Tadmir  * :  en  las  comarcas  de  Sevilla  y  de  Libia  á  las 
gentes  de  Hcmesa ,  que  eran  también  muy  principales :  repartió  mora- 
das y  posesiones  en  tierra  de  Sídonia  y  Algezira  á  los  palestinos,  y  en 
las  comarcas  de  Rayata  á  los  de  Alordania :  en  las  de  Elbira  á  las  gentes 
de  Damasco :  en  tierra  de  Jayén  á  los  de  Quinsarina :  en  Las  comarcas 
de  Cabra  á  las  gentes  de  Wacita ,  y  en  las  provincias  mas  apartadas  á 
los  de  las  Iracas,  y  á  los  de  Gairvan :  asignóles  también  alimentos  en 
la  tercia  parte  de  lo  que  rentaban  los  bienes  de  los  colonos  siervos  de 
los  *  agemies ,  dejando  á  los  árabes  veledies  de  la  primera  gente  con  lo 
que  tenían ^n  su  poder  de  sus  bienes,  que  no  se  les  privó  de  nada  de 
cUo.  Guando  vieron  las  tierras  señaladas  tan  semejantes  á  las  de  su 
pais  en  calidad  de  frutos ,  disposición  del  terreno  y  anchnra,  se  hol- 
garon mucho,  y  dieron  gracias  á  Dios  de  su  venturoso  estado,  y  no 
cesaban  de  bendecir  á  los  caudillos  Muza  ben  Nosenr  y  á  Baleg  ben 
Baxir ,  que  tantos  bienes  y  fortuna  facilitaron  á  las  gentes  de  ambas 
naciones. 

Quedaron,  sin  embargo,  algunos  descontentos  de  las  remociones  y 
mudanzas  de  gobernadores  de  ciudades  y  provincias  que  fué  forzoso 
hacer  para  que  los  pueblos  quedasen  contentos  y  libres  de  los  opreswes, 
de  quien  se  habían  quejado  al  amir.  Entre  otros  se  dio  por  agraviado 
Samail  ben  Hatim  ben  Xamri  el  Kelebi  el  Dhabei,  que  se  apel]i(^a  Abu 
Gaisi :  fné  su  abuelo  Xamri  de  los  mas  nobles  de  Cufa,  y  uno  de  los  que 
asesinaron  á  Huscin ,  hijo  de  Aly ,  y  d  que  presentó  su  cabeza  á  los  pies 
de  Jezid  ben  Moa  vía;  por  esto  cuando  las  venganzas  de  esta  muerte  se 
unió  Xamri  con  su  familia  á  confines  de  Siria ,  y  allilc  mató  el  vengador 
Mathar.  Los  hijos  de  Xamri  huyeron  y  entraron  en  África  con  Goltum 
ben  Ayad ,  y  el  joven  Samail  vino  á  España  con  los  principales  de  Siria 
en  la  entrada  de  Baleg  ben  Baxir ,  que  mandaba  una  parte  del  ejército 
de  Goltum  :  era  muy  esforzado  y  de  mucha  prudencia ,  y  se  había  h^ho 
en  España  cabeza  de  la  facción  egipcia,  y  opuesto  á  la  Yemeniya,  ó  de 
árabes  de  Yemen ,  que  favorecía  muy  á  las  claras  el  amir  Husám  ben 
Dhirar ,  según  decían  los  descontentos  -.  aunque  de  ilustre  prosapia  , 
como  Samail  se  había  criado  en  tiempo  de  revoluciones,  y  de  fugas  y 
extrañamientos,  era  muy  sin  letras,  que  no  leía  ni  escribía ;  pero  de 
mucha  prudencia,  y  práctico  en  los  conocimientos  de  la  guerra  y 
gobierno  de  pueblos.  Guenta  de  él  Abu  Becre  ben  Akutia ,  que  se  acom- 
pañaba siempre  de  hombres  sabios  y  los  consultaba,  y  admitía  el  con- 
sejo aun  de  gentes  humildes  :  este  Samail  ben  Hatim  se  manifestó  como 
el  mas  ofendido  de  Husám  ben  Dhirar,  porque  no  le  dio  el  gobierno  de 
Zaragoza  que  le  tenía  ofrecido  Baleg ,  y  suscitó  discordias  con  sus  par- 
ciales :  al  principio  fueron  secretas  quejas  y  murmuraciones ,  que  pasa- 

1  E»(e  repartimiento  de  las  tierras  de  Tadrair,  esto  es  de  Moreia ,  acredita  lo  qoe  refiere  el 
Pacense  cuando  dice  :  que  después  de  la  muerte  de  Teodondro  le  sucedió  Atanaildo ,  que  fué 
noble  y  valeroso,  rico  y  liberal  aun  en  aquellos  tfempos;  pero  poco  después  el  rey  AlhozEa 
Alchatar  acometiendo  la  España  le  hiio  muchas  injurias  y  le  condenó  en  graves  tributos.  Este 
rey  Álboua  es  el  wali  Huzam  Abulchatar,  que  sin  creerse  obligado  á  los  pactos  convenidos  con 
Tadmir,  que  fueron  con  él  y  no  con  sus  sucesores,  repartió  sos  \\9tn9i 

•  Los  «gemios  pueden  Mr  \n  g«dof  * 


BE  LOS  ÁRABES  Elf  ESPAÑA.  57 

itn  á  dcsjprccios  y  dcs(ri>ediciicía.  Procuró  Hus^m  apagar  estas  chispas 
aotes  que  prendiese  y  se  dilatase  el  fuego  de  la  sodíciou  en  toda  España ; 
pero  se  le  anticiparon  los  caudillos  y  fomentadores  de  la  facción  egipcia 
f  de  los  Alabdaris ,  levantaron  tropas  y  corrieron  la  tierra. 


CAPITULO  XXXIV. 

Del  imperio  del  ctlifa  ibrahim ,  y  de  U  guerra  eivU  en  Siria. 

Ed  Oriente  el  califa  Ibrahim  sucedió  en  el  imperio  á  su  hermano  Jezid 
d  día  después  de  Id  aladheha  ó  fiesta  de  las  victimas ;  fué  su  madre 
Xiiama :  fué  proclamado  por  los  parciales  de  su  hermano,  sin  pretensión 
ni  repugnancia  de  su  parte ;  pero  el  breve  tiempo  de  su  imperio  fué 
turbulento  y  sin  ventura.  £1  año  127  (744)  vino  Meruán  ben  Muhamad 
ouQ  su  ejército  á  Quinsarina ,  con  ánimo  de  seguir  á  Damasco  y  ocupar 
el  imperio  :  estaban  en  Quinsarina  Baxar  y  Mansur ,  hijos  de  Wdid  ben 
Abdelmelic ,  y  Baxar  salió  con  sus  tropas  contra  Meruán ;  pero  sus  sol- 
dados le  abandonaron  y  se  pasaron  al  ejército  de  Meruán ,  y  fueron  pre- 
sos Baxar  y  Mansur  y  encarcelados.  Luego  pasó  á  Hemesa ,  y  los  de  la 
riudad  le  recibieron  bien  y  le  juraron  obediencia  r  allí  se  le  juntaron  á 
Meruán  mas  de  ochenta  mil  hombres.  Salió  el  ejército  de  IbrahiiH  acau- 
diHido  de  Suteiman  ben  Hixém  ben  Abdelmelic,  que  era  de  ciento  y 
Tdnte  mil  hombres ,  y  se  dirigió  contra  Meruán :  divulgó  este  principe 
que  su  intento  era  vengar  la  muerte  de  Walid ,  y  poner  en  libertad  á 
Ía  dos  hijos  del  desgraciado  califa,  Osman  y  Hakem,  que  estaban  en 
Damasco;  pero  Suleiman  despreció  sus  proclamas,  y  se  dieron  san- 
picota  batalla  :  murieron  muchos  de  anibas  partes  :  Suleiman  y  los 
Miyos  huyeron  vencidos ,  y  en  la  fuga  muchos  cayeron  en  poder  del  ven- 
redor.  Meruán  exigia  de  los  prisioneros  el  juramento  de  obediencia  á 
k«  dos  principes  Hakem  y  Osman,  y  sin  otra  condición  daba  libertad  á 
sustantivos.  Vuelto  Suleiman  á  Damasco,  de  acuerdo  con  el  califa  Ibra- 
him ,  hizo  dar  muerte  á  los  principes  en  su  prisión  :  luego  tomó  todo  oí 
oro  qae  había  en  el  erario  y  tesoro  del  califa ,  y  repartiéndolo  á  sus  sol- 
dados para  que  siguiesen  su  fortuna  se  retiró  de  la  ciudad.  Entró  en  eHa 
Meruán ,  y  hallando  muertos  á  los  principes  Hakem  y  Osman  los  enterró 
con  mucha  pompa :  hizo  sacar  de  la  prisión  á  Muhamad  Xeibani,  que 
había  estado  preso  con  ellos ,  y  al  ll<^ar  á  la  presencia  de  Meruán  le  sa- 
bido llamándole  califa,  y  lo  mismo  hizo  Jezid ,  hijo  de  Suleiman.  Dijo  el 
Xeibani  que  el  principe  Hakem  y  su  hermano  le  habian  declarado  suce- 
sor, diciendo  Hakem :  Si  yo  muriese  y  mi  socio  futuro  sucesor,  que 
Meruán  sea  amir  amumenin,  ó  gobernador  de  los  fieles.  £1  mismo  califa 
Ibrahim  ben  Walid  lo  reconoció  por  su  señor ,  y  abdicó  y  se  declaró  de- 
focsto  del  imperio ,  y  lo  mismo  hizo  todo  el  pueblo  de  Siria  proclamán- 
*)le.  Imperó  Ibrahim  dos  meses  y  algunos  dias,  y  vivió  hasta  d  fkño 
132,  en  que  le  quitóla  vida  Nebuno;  otros  dicen  que  murió  ahogado 
tu  no  rio  huyendo  de  la  batalla  en  que  Abdala  él  de  Alabas  venció  á 


M  nSTORU  DE  U  DOMlMAClOlf 

liflrata.  Era  Ibrabim  de  poco  talento  y  descuidado :  los  tuyos  unas 
yeoes  le  llamaban  califa,  otras  amir. 


CAPITULO  XXXV. 

De  la  guerra  civil  entre  loa  caadiHos  SaOiail ,  Tlmeba  j  Husám  ben  Dhirar. 

En  España  los  AlaMaria  y  egipcios,  secuaces  de  Saman,  corrían  la 
tierra  como  enemigos,  y  exigían  contribuciones  de  sangre  en  los  pueblos 
q[ue  no  Tenían  ¿  ofrecerles  su  obediencia  y  seryidos :  entre  los  caudillos 
descontentos  apareció  Thucba  bon  Saloma  el  Hczami ,  que  habia  hecho 
grandes  proezas  en  África  contra  los  berberíes.  Andaba  Husám  bon 
Dhirar  en  tierra  de  Beja ,  en  Algarbe  de  España ,  cuando  le  avisaron  de 
las  levas  de  gente  y  correrías  que  se  hadan  en  la  tierra ,  en  desobedien- 
cia do  sus  mandamientos  y  desprecio  de  su  autoridad  *.  le  dijeron  que 
SamaH  y  Tfaueba  le  habian  depuesto  de  su  amirazgo ,  y  revolvían  contra 
él  todas  las  provincias  ;  qae  ganaban  los  soldados  fieles  con  falsas  acu- 
saciones contra  él ,  y  á  otros  con  la  licencia  y  libertad  de  robar  los  pue- 
blos :  recibió  cartas  de  algunos  honrados  muslimes  que  le  prevenían 
que  anduviese  con  mucho  cuidado  y  desconfianza,  porque  sus  enemi- 
gos le  buscaban  la  muerte  por  todas  vías.  Quiso  Husám  ben  Dhirar 
venir  á  Córdoba  y  asegurarse  en  ella  •  para  esto  dispuso  su  marcha  con 
poca  compañía  de  caballeros  fieles ,  y  por  caminos  extraviados  venia 
con  mucha  diligencia ;  pero  su  partida  no  pudo  ser  tan  secreta  que  no  la 
supiesen  gentes  entregadas  á  sus  contrarios :  asi  fué,  que  al  paso  de 
unos  montes  cayó  sobk*e  ellos  una  celada  de  los  Alabdaris  que  los  sor- 
prendió y  llevaron  á  Samail  y  ¿  Thueba.  Qneria  Thueba  que  sin  dila- 
ción se  le  descabezase,  pero  Samail  no  lo  consintió,  y  acordaron  po- 
nerle enearcelado  en  una  torre  de  Córdoba,  divulgando  en  el  pueblo 
que  eran  órdenes  que  se  habinn  recibido  del  califa ,  que  estaba  infor- 
mado de  sus  excesos  y  tiranía.  Fué  la  prisión  de  Abulcbatar  Husám  ben 
Dhh*ar  daño  127  (744). 

Los  caudillos  descontentos ,  por  su  propia  autoridad ,  eligieron  á 
Thudia  ben  Saloma  por  amir  de  España :  era  Thueba  el  Hezami  de 
Gabila  Yemeni ,  muy  esforzado  y  buen  caudillo  En  la  frontera  oriental 
estaban  Aben  Cotan  y  Aben  Od)a  con  poca  gente  y  ho  bien  avenida : 
por  la  distanda  de  aquella  frontera  de  ^paña  oriental  no  sabían  de  las 
cosas  que  pasaban  en  Andalucía,  sino  lo  que  querían  los  Alabdaris  y 
egipdos;  y  cuando  supieron  la  prisión  de  Abulchatar  Husám  ben 
Dhirar ,  no  sabían  á  qué  atribuirla  sabiendo  por  otra  parte  su  rectitud, 
prudcnda  y  buen  gobierno.  Deseando  saber  lo  cierto,  recelosos  de  las 
maquinaciones  de  los  Alabdaris,  enviaron  á  Córdoba  un  caballero  de  su 
confianza  para  que  averiguase  lo  que  pasaba ,  y  las  verdaderas  causas 
de  la  prisión  de  Husám  ben  Dhirar.  Luego  entendió  aquel  enviado  que 
la  ambidon  do  Samail ,  y  los  deseos  de  venganza  de  Thueba  ben  Saloma, 
y  la  codicia  y  maldad  de  los  que  ansiaban  la  Kcenda  de  las  correrias  y 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAAa.  6t 

eitonloiies  que  autoriza  el  estado  de  guerra  y  de  revueltas,  efan  1«| 
tíertM  razones  de  la  desobediencia  al  amir  Husám ,  y  de  su  violenta  de- 
posición del  amirazgo.  Volvió  á  la  frontera  y!  reGrió  á  los  tvalics  Aben 
Golan  y  Aben  Ocba  lo  que  habia  averiguado ;  y  como  por  las  pocas  tro- 
pas que  tenían  no  estuviesen  en  estado  de  adelantar  ni  de  intentar  em- 
presa alguna,  acordaron  que  Aben  Gotan  fuese  secretamente  á  Córdoba 
y  procurase  por  medio  de  sus  amigos  y  parciales  poner  en  libertad  ¿ 
Hoaám  ben  Dbirar ,  y  si  no  lograse  algún  partido  en  Andalucía ,  que  no 
en  de  esperar ,  retirarle  á  las  fronteras  orientales ,  donde  ellos  tenían 
antorídad  y  partido.  Llegó  con  rápidas  marchas  Aben  Gotan  á  Córdoba , 
y  fué  á  hospedarse  en  casa  de  Abderahman  ben  Hasan ,  caudillo  de  mu- 
cho valor  y  amigo  de  Aben  Cotan.  Conferenciaron  sobre  la  libertad  de 
Hosám ,  y  confiando  su  intento  á  treinta  valientes  soldados  de  su  con- 
fianza, ag:iiardaron  una  noche  que  ítoda  la  ciudad  estaba  en  profundo 
sosiego ,  y  acometieron  á  los  que  guardaban  la  torre  en  que  Hus&m  es- 
taba preso,  y  á  los  mas  degollaron ,  y  otros  huyeron  y  se  ocultaron  : 
sacaron  á  Husám ,  y  á  la  hora  del  alba  corrieron  las  calles  y  se  apodera- 
ron de  las  puertas  de  la  ciudad,  que  sabiendo  que  habia  sidq  puesto  ei| 
Mbertad  se  declaró  en  su  favor ,  y  se  armó  la  juventud  para  guardarle  y 
defenderle.  Los  fugitivos  de  la  torre ,  y  otros  del  bando  de  los  Alabda- 
ris,  llevaron  esta  nueva  á  Samail ,  que  pasados  pocos  días  vino  con  muy 
boena  hueste  sobre  Córdoba.  Había  salido  Aben  Cotan  á  tierra  de  To- 
ledo para  buscar  algunos  auxiliares  que  favoreciesen  el  partido  de 
Hnstoi  ben  Dhírar.  Entretanto  los  de  Córdoba  mantcnian  el  cerco,  y  se 
defeodlan  de  los  combates  que  daban  los  de  Samail.  Toda  la  tierra  de 
GteiMMi  padecía  los  estragos  de  la  caballería  y  gente  qué  enviaba  Thueba 
para  entrar  la  ciudad.  Los  buenos  muslimes  confiaban  en  los  socorros 
qoe  diegaria  Aben  Cotan ,  y  aconsejaban  que  se  mantuviese  el  cerco. 
La  juventud  acalorada  é  impaciente  murmuraba  que  el  amir  habia  per- 
dido «i  la  prisión  el  valor  y  la  inteligencia  en  cosas  de  guerra :  le  ofen- 
dieron estas  hablillas ,  y  por  acreditar  su  valor  salió  con  pocos  y  csco- 
gidoB yemanies :  acometieron  á  los  de  Samail,  que  no  esperaban  esta 
saUdi ,  y  rompieron  y  desbarataron  cuantos  se  les  pusieron  delante,  de- 
jando d  campo  cubierto  de  heridos  y  muertos.  Con  esta  salida  los  de  la 
dudad  se  envanecieron  y  se  ofrecieron  voluntarios  á  otra  muchos  ara* 
bes ,  abroa  y  africanos ;  y  por  manifestar  Husám  cuan  bien  sabia  meneifr 
las  armas  quiso  también  salir  acaudillando  esta  inconsiderada  juventud. 
Habla  Samail  dispuesto  que  á  la  parte  que  hiciesen  salida ,  las  tropas 
oedieaen  eampo  fingiendo  retirarse  peleando ,  y  preparó  escogida  gente 
decabaHería,  que  les  tomase  el  costado  y  les  cortase  la  retirada.  Asi 
acaeció :  la  gente  de  Husám ,  siguiendo  á  su  amir,  atropellaron  á  los 
etitadores ,  que  se  fueron  retrayendo  hasta  que  llegó  el  punto  de  salir 
la  caballería  preparada ,  que  envolvió  á  los  de  Husám :  peleaba  este  con 
maravilloso  esfuerzo ,  revolviendo  con  destreza  á  todas  partes  su  ca- 
brito, y  en  lo  mas  ardiente  de  la  refriega  cayó  pasado  de  una  lanzada. 
PüooB  pudieron  volver  á  la  ciudad  de  los  que  estaban  á  su  lado ,  que  los 
murienm  peleando ;  y  otros  llevaron  la  desgraciada  nueva  de  la 


60  HISTORIA  DE  LK  DOMINACIÓN 

muerte  de  HosAm  y  la  flor  de  su  caballería  :  asi  acabó  el  amir  Hnsftnn 
ben  Dhirar  al  fin  del  año  127  (715) ,  ó  ya  entrado  el  128,  como  dicen 
otros.  Los  de  Córdoba  abrieron  las  puertas  á  Samail ,  atribuyendo  la 
resistencia  á  los  parciales  de  Abukhalar ,  y  entre  otros  al  caudillo  Ab- 
derahman  ben  Tlasan  y  al  wali  Aben  Cotan ,  que  fueron  buscados  para 
entregarlos  ¿  Samail ,  pero  no  estaban  en  la  ciudad  ni  volvieron  á  ella. 


CAPITULO  XXXVI. 

Gobienio  de  Thueba  y  eleceion  de  Jat oí  el  Fehrí« 

Desde  este  dia  continuó  sin  rival  en  su  amirazgo  Thueba  ben  Salema 
el  Hezami :  Samail  fué  á  su  gobierno  de  Zaragoza  y  España  oriental ,  y 
entre  ambos  gobernaban  toda  la  península ,  con  mas  atención  á  mante- 
ner sus  parcialidades  que  á  dilatar  las  fronteras ,  ni  fomentar  el  bien 
general  del  estado.  Los  buenos  muslimes  veían  el  abandono  de  estos 
caudillos :  que  á  su  ejemplo  los  gobernadores  de  las  provincias  y  los 
caudillos  de  las  fronteras  miraban  sus  pueblos  como  rebaños  que  les 
pertenecían ,  y  los  despojaban  con  voluntarias  extorsiones ,  sin  otra 
ocupación  que  vagar  armados  para  sacarles  tributos  y  desusadas  contri- 
buciones. Los  muslimes  pacíficos  padecían  poco  menos  que  los  cristianos, 
y  el  descontento  era  general,  y  cada  día  era  mas  insuGrible  la  gober- 
nación mQitar.  Los  caudillos  de  cada  provincia  querían  ser  dueños  in- 
dependientes de  cuanto  sus  tierras  producían :  los  walies  de  Andalucía 
pretendían  ser  obedecidos  de  los  de  Toledo  y  de  Mérida :  estos  no  recono- 
cían superioridad  legítima  en  los  de  Córdoba  ni  en  los  de  Zaragoza :  todos 
procuraban  acrecentar  su  partido  ganando  con  franquezas  y  libertades 
los  ánimos  de  los  alcaides  y  capitanes  de  frontera ,  y  todos  se  disponían 
¿  conservar  sus  pastos  y  rebaños  á  fuerza  de  armas  contra  quien  qui- 
siese invadirlos.  Así  estaba  España  dividida  entre  yemanies  ó  árabes  del 
Yemen ,  egipcios ,  siros  y  Alabdaríes ,  y  sin  un  amir  con  autoridad  legi- 
tima que  los  gobernase  y  mantuviese  los  pueblos  en  justicia  :  por  las  re- 
vueltas de  Oriente  y  do  África  no  se  podía  esperar  que  de  allí  viniese  el 
remedio  de  estos  males.  Los  mas  nobles  árabes  Cahtanics  y  otros  del 
Yemen,  y  algunos  egipcios,  viendo  las  calamidades  que  amcnu»iban 
estas  divisiones  de  los  que  gobernaban ,  y  las  locas  pretensiones  de  algu- 
nos caudillos*,  propusieron  que  se  celebrasen  juntas  pacificas ,  para 
tratar  en  ellas  lo  que  convenia  á  la  seguridad  y  bien  general  de  los 
pueblos.  Muchos  por  sus  intereses  particulares  no  querían  que  se  hicie- 
sen estas  congregaciones  ó  ayuntamientos,  porque  no  se  estableciesen 
en  ellos  ordenanzas  ó  nuevas  autoridades  que  perturbasen  su  absoluta 
gobernación.  Después  de  muchas  dificultades  se  congregaron  los  walies 
y  principales  caudillos ,  y  persuadidos  por  los  ancianos  Cahtanies  y 
egipcios  se  convinieron  en  que  debía  elegirse  un  amir  que  tuviese  au- 
toridad sobre  todos ,  que  los  walies  y  caudillos  le  obedeciesen ,  que  él 
proveyese  los  gobiernos  de  las  provincias  y  ciudades ,  y  el  mando  de  las 


D£  |X>S  .ÍRA9BS  ETI  ESPAÑA.  63 

Dimio ,  Alisbona,  Por  tócale,  Tude ,  Auria ,  Luoo ,  Astorica,  Samora, 
Iría,  y  etica,  Oseonoba,  Egitania,  Golimbiria,  Beseo,  Lamico,  Calia- 
Irá,  Salamáiitíca ,  Abela ,  Elbora ,  labora ,  Cauria ,  y  otras  menos  con- 
siderables pertenecientes  á  las  comarcas  y  jurisdicción  de  las  principales. 
La  coarta  prorinciade  Saracosta,  que  antes  llamaban  Celtiberia,  se 
eiliende  áesáe  la  falda  oriental  de  los  montesdcErcabicaydcl  otro  lado 
áe  ias  sierras ,  donde  nace  el  rio  Tajo ,  por  todas  las  tierras  de  España 
oriental ,  coyas  valientes  descienden  de  ambos  lados  al  rio  Ebro  hasta 
(hitro  en  los  montes  de  Albortát  y  montos  Albaskenzes  :  sus  princi- 
pies dodades  Saracusta,  Tarracona.  Gerunda,  Barciliona,  Egara, 
£iB|iiirla,  Ausona,  Urgelo,  Lérida,  Tortnsa,  Muesca,  Tutila,  Auca, 
CaUíorfti,  fiambolona,  Tarazona,  Barbastar,  Acoscantc,  Amaya, 
Jaoca,  Segia ,  y  otras  pertenecientes  á  las  comarcas  de  las  principales. 
La  quinta  proThicia  de  Narbona ,  qnc  está  en  tierras  de  Afranc  y  se  di- 
hta  desde  la  Talda  oriental  de  los  montes  de  Albortát,  como  descien- 
den las  Terticntes  hacía  el  mar  de  Damasco ,  entre  los  montes  y  la  costa 
lUniar  basta  el  rio  déla  ciudad  Ncmauso ,  que  entra  en  el  rio  Ródano ;  es 
üerra  de  frontera  contra  las  gentes  de  Afranc  :  sus  principales  ciudades 
Marboaa,  Nemáuso,  Carcasona,  Gaucolibcri,  Betieras,  Agada,  Macalona, 
Lotoba,  Elena,  y  otras  de  menos  nombre  que  pertenecen  á  sus  comarcas. 
Envió  Jusof  el  Fehri  á  su  hijo  Abderahman ,  llamado  Abulaswad , 
coo  esconda  gente  de  á  pié  y  de  á  caballo  á  las  fronteras  de  Afranc  con  el 
Ocaili ,  primo  de  Samail ,  que  era  caudillo  de  la  gente  de  Siria ,  y  con 
Sdeiman  ben  Xihcb ,  que  mandaba  tropas  egipcias ,  para  contener  á 
loi  rebeldes  que  habían  inquietado  las  fronteras  aprovechando  la  oca- 
áoode  las  desavenencias  de  los  muslimes  de  España. 


CAPITULO  XXXVIII. 

Del  imperio  del  califa  Meruán ,  último  de  los  Omeyas  en  oriente. 

Loado  seas,  sefior  Dios,  dueño  de  los  imperios ,  que  das  el  señorío  á 
qnieD  qoiercs,  y  quitas  el  señorío  á  quien  quieres ,  y  honras  á  quien 
qoierei ,  y  humillas  á  quien  quieres ;  en  tu  mano  está  el  bien  y  el  mal, 
y  táeres  sobre  todas  las  cosas  poderoso.  Ordenado  estaba  en  los  eternos 
decretos  que  acabase  en  oriente  la  felicidad  y  el  reinado  délos  Beni- 
Oneyas.  Los  últimos  califas  de  esta  dinastía ,  Jezid  y  Meruán ,  dcspre- 
riaruo ,  que  no  debieran ,  las  pequeñas  centellas  de  rebelión  que  ¿bñ- 
gahsn  los  Beni-Alábas  con  politices  disimulos ,  desestimando  aquellos 
avisos  que  en  excelentes  versos  envió  el  caudillo  Nasir  ben  Seyar  al 
califa  Mcmán,  diciéndole : 

Entre  la  ceniía  fría  vi  lucir  levea  eentellas , 

To  leiBo  que  lian  de  llegar  A  ser  llamas  dcscubierlaa : 

8i  acaso  no  las  apaga  ^n  tiempo  mano  discreta , 

Lo  que  estas  llama»  aliraseB  no  será  monte  ni  selva , 

Sino  gente ,  que  la  vida  entre  sus  incendios  pierda : 

Dije  viendo  tal  visión ,  con  admiraeion  de  verla : 


64  UISTORU  DE  LA  DOMmACIOH 

:  Oh ,  quién  á  menos  disUncit      «hora  saber  pudiera 

Si  la  sucesión  de  Qmaya  duerme  á  suefio  suelto  ú  vela! 

Asi  fué ,  que  ^icendidos  los  ánimos  con  las  sugestiones  de  Abu  Mus- 
lema  ,  ardió  el  estado  en  discordias  y  descubierta  guerra  civil.  Para  dar 
mayor  impulso  á  la  ruina  de  esta  alta  casa  de  Omeya ,  cayó  también  su 
apoyo  y  principal  columna  el  wali  Na^  ben  Seyar ,  y  con  él  todas  las 
esperanzas  del  estado  :  esto  fué  año  131  (748) ,  y  en.  ocasión  tan  peli- 
grosa depuso  él  califa  Meruán  del  gobierno  de  Egipto  á  Guayara  h&í 
Sahli ,  y  puso  en  su  lugar  á  Abdala  ben  Magbara,  que  murió  poco  des- 
pués. Envió  en  su  lugar  á  Abdelmelic ,  hijo  de  Muza  ben  Noseir,  y 
conGrmó  al  amir  de  África  Abderahman  ben  Habib ,  que  tenit  este  go- 
bierno por  su  propia  autoridad.  Asimismo  aprobó  y  conGrmó  la  elec- 
ción de  amir  hecha  en  España  en  Jusuf  el  Fehri ,  ó  fuese  conGanza ,  ó 
disimulo  por  no'poderlo  impedir.  En  todas  las  provincias  se  lerebela* 
ban  los  gobernadores,  y  los  que  se  querian  oponer  á  los  desleales  que- 
daban vencidos.  Los  gobernadores  de.  las  ciudades,  siguiendo  el  viento 
de  la  fortuna  que  soplaba ,  las  entregaban  al  vencedor  y  rebelde  Asefah 
aun  antes  que  intentase,  tomarlas ,  y  todos  se  le  ofrecían  y  se  ponían  de 
su  bando.  Asi  facilitaron  á  Abdala  Abulabás  Asefah  la  violenta  subida 
al  trono  de  los  califas. 

Por  industria  y  valor  de  su  waizír  Abu  Mnslema  tac  Abdala  procla- 
mado {  y  sin  perder  tiempo,  tan  precioso  en  estas  ocasiones,  envió  á 
su  tío  Abdala  con  numerosa  hueste  á  perseguir  al  califa  Mcruán. 
Encontráronse  ambas  huestes  en  Turab ,  cerca  de  Mosul ;  la  batalla  fué 
muy  sangrienta ,  y  mas  de  treinla  mil  hombres  murieron  al  lado  de 
Meruán.  Huyó  el  vencido  califa  y  las  pocas  tropas  que  escaparon  de 
la  espada  del  vencedor  se  ahogaron  en  el'  Forat :  este  dia  y  en  este 
paso  del  rio  murió  ahogado  Ibrahim ,  el  califa  depuesto.  Fatalidad  de 
los  eternos  decretos ,  que  muriese  Ibrahim  peleando  por  conservar  el 
imperio  al  que  le  había  despojado  de  él.  £1  sin  ventura  Memán  llegó  á 
Quinsarina ,  y  Abdala  le  siguió  con  la  flor  de  su  caballería.  No  creyén- 
dose alli  seguro  Meruán ,  que  no  lo  está  el  infeliz  aunque  se  esconda  y 
encarame  en  los  nidos  de  las  águilas ,  sobre  las  altas  rocas,  ni  evitará 
la  saeta  de  la  poderosa  mano  del  hado ,  aunque  se  suba  á  las  estrellas , 
partió  Hemesa.  Los  de  la  ciudad  al  principio  le  hicieron  buena  acogida; 
pero  cuando' entendieron  las  circunstancias  de  su  derrota ,  y  el  mal  es- 
tado de  sus  cosas ,  le  obligaron  á  sdir  de  su  dudad ,  y  se  declararon  por 
su  enemigo.  Llegó  á  Damasco ,  y  sin  conGar  en  esta  su  ciudad ,  pasó  á 
Palestina,  y  cerca  de  Alardania  le  alcanzó  Abdala  que  le  seguía  c(Hno 
el  hambriento  pardo  á  la  tímida  gacela.  Trabóse  una  sangrienta  esca- 
ramuza ,  en  que  se  retiraron  vencidos  los  de  Abdala*  tanto  puede  ei 
desesperado  valor.  Desairado  y  ofendido  de  este  revés  de  su  fortuna 
quitó  el  califa  Abdala  Asefah  el  mando  de  las  tropas  á  su  tío  Abdala ,  y 
lo  encargó  á  su  hermano  Salch. 
Meruán ,  perseguido  siempre  de  su  contraría  fortuna ,  huyó  á  Egip^ 

i  Foral ,  el  rio  Eufrates ,  que  nace  en  Us  sierras  de  Armenia  y  \a  al  golfo  Pérsico. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAIVA.  65 

ruQ  hs  tropas  que  todavía  le  cpiisieron  seguir ,  que  no  eran  muchas : 
ib  Sakh  en  su  alcance ,  y  en  unas  alquerías  de  Salda ,  que  Uaman 
fiusir-eoridas,  alcanzaron  su  campo  el  dia  27  de  Dilbagia,  año  132 
749) :  aoomelicron  los  de  Saleh  con  ventaja ,  y  la  resistencia  de  los  del 
calih  duró  poco  tiempo,  porque  Meruáu  cayó  muerto  en  los  primeros 
encuentros.  Cuéntase  que  un  vil  soldado,  que  antes  vendía  granadas 
en  la  iriaia  de  Cufa,  le  cortó  la  cabeza  y  la  presentó  á  Saleh :  mandó 
este  desmeollarla  para  enviarla  canforada  á  su  primo  el  califa  Asefah , 
que  ya  habla  ocupado  el  palacio  de  los  califas  en  Cufa.  Gomo  para  pre- 
innrla  y  embalsamarla  hubiesen  arrancado  su  lengua,  una  fuina  la 
arrebató :  lo  que  se  tuvo  por  castigo  divino  por  las  impiedades  que 
Meraán  solía  decir.  Así  lo  refería  Saleh  en  su  carta  y  versos  j  que  con 
esle  motivo  escribió  á  su  primo  el  nuevo  califa  : 

Dios  te  dio  fríunro  y  victoria      en  las  batallas  de  Egipto » 
Y  la  moerte  ¿  Meraán  por  temerario  é  impio  ; 


cual  80  leogaa  paga  cuantas  blasfemias  ha  dicho , 

Pues  la  arrastra  y  la  devora  vil  faina  de  cortijo : 

Aquí  vimos  ¿  las  claras  cómo  el  Señor  del  destino 

A  los  impíos  tiranos  les  da  so  Justo  castigo. 

Después  Saleh  se  volvió  á  Siria ,  y  dejó  en  el  gobierno  de  Egipto  al 
caudillo  Abu  Aunila.  Guando  presentaron  al  califa  Asefah  la  cabeza  do 
Meraán  en  Cufa  se  postró  y  dio  gracias  á  Dios  por  la  muerte  de  su 
enemigo.  Los  hijos  del  rey  Meruán  se  salvaron  huyendo  á  Etiopia , 
donde  los  negros  peleando  contra  ellos  mataron  á  Obeídala :  su  her- 
oíano  Abdala  escapó  con  alguna  gente  y  anduvo  vagando  ¿  diversas 
jnrtes,  hasta  que  en  el  califado  de  Almehdí  cayó  en  manos  del  gober» 
oador  de  Palestina  Nasrü  ben  Muhamad  ben  Alaxal ,  que  lo  envió  al 
califa  Almehdí.  La  familia  de  Meruán ,  sus  hijas,  mugeres  y  esclavas 
foeron  presentadas  á  Saleh ,  y  mandó  que  las  llevasen  á  la  ciudad  de 
Uarran ,  donde  Meruán  solía  tener  su  corte  parte  del  año.  Las  desgra- 
ciadas, al  entrar  en  aquella  hermosa  ciudad,  y  ver  sus  alcázares  y  deli- 
ciosos jardines ,  ya  no  suyos,  lloraron  con  lastimosos  lamentos,  y  se 
qaqaron  en  vano  de  su  enemiga  fortuna.  Tenia  Meruán  cuando  murió 
sesenta  y  dos  anos  :  había  reinado  cinco,  diez  meses  y  quince  días :  era 
Uanoo  de  color,  de  ojos  garzos,  la  cara  magestuosa,  barba  densa  y 
bien  puesta ,  y  de  mediana  estatura :  de  grande  ánimo ,  muy  valiente , 
ét  entendimiento  y  consejo  muy  agudo :  sino  que  ya  se  habían  acabado 
su  imperio  y  fortuna  con  los  dias  de  su  felicidad ,  y  se  habían  de  acabar 
PB  ínfortnnio  y  dt^sgradas;  por  eso  no  aprovecharon  su  buen  consejo 
J  agudeza.  Fué  su  sobrenombre  Abu  Abddmclicy  Alhemarú ,  y  tam-* 
Wen  le  decían  el  Gíadi  porque  seguía  la  opinión  de  los  algiades,  que 
eran  los  que  decían  que  el  Alcorán  y  el  Hado  eran  criaturas  •  su  madre 
«9  de  nación  curda.  Este  fué  el  último  califa  de  los  Omeyas,  que  todos 
faeron  catorce. 

\o  será  inoportuno  abreviar  aquí  sus  nombres ,  y  el  tiempo  que  duró 
^  califado  de  cada  uno.  £1  primero  se  Uamó  Moavia  ben  Abí  Sofian ; 
Airó  su  imperio  diez  y  nueve  anos ,  tres  meses  y  veinte  y  siete  dias. 


5 


66  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

Este  solía  decir :  que  los  príncipes  son  la  fortuna  buena  y  mala  de  los 
hombres  en  este  mundo  porque  levantamos  y  engrandecemos  á  quien 
queremos,  y  abatimos  y  humillamos  á  quien  se  nos  antoja.  El  segundo 
fué  Jezid ,  hijo  de  Moavia  sobredicho ;  duró  su  imperío  tres  años  y  seis 
meses.  £1  tercero  se  llamó  Moavia,  hijo  de  Jezid  ben  Moavia ;  reinó 
tres  meses ,  otros  dicen  cuarenta  días.  £1  cuarto  se  llamó  Meruán  ben 
Hakem ;  fué  califa  nueve  meses  y  diez  y  ocho  dias.  El  quinto  se  llamó 
Abdelmelic ,  hijo  de  Meruán ;  reinó  trece  años  y  cuatro  meses  menos 
siete  dias.  £1  sexto  se  llamó  el  Walid ,  hijo  de  Abdelmelic  ben  Meruán 
ben  Alhakem ,  que  fué  muy  venti^roso  en  sus  cosas ;  en  su  tiempo  se 
conquistó  la  España ,  engrandeció  la  ciudad  de  Damasco  con  magnlGcos 
edificios,  y  duró  su  venturoso  imperio  nueve  años  y  siete  meses.  El 
|¿ptimo  se  llamó  Suleíman ,  hijo  de  Abdelmelic  j  fué  califa  cuatro  años 
y  ocho  meses.  £1  octavo  se  llamó  Ornar  ben  Abdelaziz^  fué  califa  dosaños 
y  cinco  meses.  £1  nono  fué  Jezid  ben  Abdelmelic  ;  reinó  cuatro  años  y 
un  mes.  £1  décimo  se  llamó  Hixémben  Abdelmelic ;  reinó  diez  y  nueve 
años ,  nueve  meses  y  dias :  los  hijos  de  este  califa  pasaron  á  España 
perseguidos  por  los  califas  de  Beni  Alabas ,  y  establecieron  en  ella  su 
imperío.  £1  onceno  se  llamó  el  Walid ,  hijo  de  Jezid  ben  Abdelmelic  ben 
Meruán ;  reinó  un  año  y  tres  meses.  £1  duodécimo  se  llamó  Jezid ,  hijo 
de.  Walid  ben  Abdelmelic ,  fué  llamado  el  Nakis  por  los  soldados ;  reinó 
dnco  meses  y  doce  dias.  £1  decimotercio  se  llamó  Ibrahim,  hijo  de 
Walid  ben  Abdelmelic,  hermano  de  Jezid  ben  Nakis ;  reinó  cuatro 
meses,  otros  dicen  setenta  dias,  pues  fué  depuesto,  y  años  siguientes 
murió  ahogado  en  el  rio  Azabo  cuando  perdió  la  batalla  el  califa  Me- 
ruán, como  ya  hemos  dicho.  £1  decimocuarto  y  último  de  los  Omeyas 
se  Uamó  Meruán ,  hijo  de  Muhamad  ben  Meruán  ben  Alhakem ,  que  le 
llamaban  el  Giadi ;  reinó  cinco  años ,  diez  meses  y  quince  dias ,  murió 
peleando  en  Egipto ,  donde  perdió  su  ejército. 


CAPITULO  XXXIX. 

De  olrofl  soeesos  irágicos  de  los  Beni  Omeyas  después  de  U  muerte  de  MeriiáB* 

Ah  orsdiremos  el  suceso  de  los  Beni  Omeyas  después  de  la  muerte  del 
califa  Meruán ,  las  persecuciones  y  muertes  de  ellos ,  siguiendo  d  arden 
del  tiempo.  Cuentan  los  hisUnriadOTos  que  después  de  la  muerte  de  Me- 
ruán ,  acabado  el  imperio  de  los  Omeyas ,  quedó  de  esta  familia  Soli- 
mán ,  hijo  de  Hixém  ben  Abdelmelic  y  el  décimo  de  estos  califas,  el  cual 
con  su  hermano  Abderahman  alcanzaron  del  calila  Asefah  no  solo 
seguridad ,  sino  estimación  y  honras  especiales ,  y  estaban  bien  recibi- 
dos  en  la  corte ,  si  no  hubiera  influido  la  malignidad  de  algunos  corte- 
sanos contra  ellos ,  entre  otros  uno  llamado  Sodaif ,  que  por  algún 
antiguo  agravio  que  habia  recibido  de  los  Omeyas ,  ó  por  lisonjear  al 
califa  y  á  sus  parientes,  le  entró  uu  dia  diciendo  estos  versos : 


DE  tos  ÁRABES  EN  ESPAÑA. 


67 


A  tvft  ojM  nanea  cre«s , 
T  tal  ves  b^  del  hntú 
Con  la  espada  se  repara , 
T  da  de  mano  al  asóte , 
Baala  qae  da  lodo  el  orbe 
De  feotes  de  Beni  Omeya 


que  la  apariencia  es  falax , 
puede  Qcultane  gran  mal : 
que  por  eso  al  lado  está, 
porque  no  suele  bastar : 
en  el  ámbito  capas 
no  quede  rastro  ú  sefial. 


Coindo  d  califa  oyó  estos  yersos ,  como  sa  corazón  estaba  ya  muy 
ftpoe&U)  á  esta  crueldad ,  mandó  matar  á  Solimán  ben  Hixém ,  y  su 
knnaiio  se  libró  por  estar  ausente.  También  estaban  algunos  caballeros 
de  h  familia  de  Omeya  Refugiados  y  con  seguro  y  muy  honrados  en  la 
corte  de  Abdala  ben  Aly,  tio  del  califa  Asefah :  cuentan  que  eran  hasta 
Borenta  caballeros ,  los  cuales  habiendo  sido  convidados  á  un  festin ,  y 
estando  para  comer  oon  el  tio  del  califa ,  entró  en  la  sala  de  la  concur- 
RBda  IQabil  ben  Abdala ,  liberto  de  los  Beni  HaxiAm ,  y  dijo  estos 
Teños  al  príncipe : 


Sobre  loa  mas  altos  montes 
Su  clara  y  felia  estrella 
De  los  nobles  Alabaces 
Que  todo  el  mundo  anhelaba 
T  des pnea  que  su  inconstancia 
Cuando  de  sus  pies  los  alza 
Injusta  será ,  si  á  un  tiempo 
Con  hijos  de  >  Abdeliiamsi, 
Eso  no  es  de  recelar, 

Y  con  tristes  contratiempos 
Luego,  sus,  cercena  y  corta 

Y  deila  no  quede  rama 
AcaJ»ep  también  al  golpe 
Con  halagtlefio  semblante 
Sabe  que  eontra  ti  son 
Que  cortan  sin  compasión 
Ahora  yo,  que  te  quiero , 
Sienten  verlos  en  tu  alcázar 

Y  que  en  él  se  ven  bonradoa 
Pues  que  Dios  los  humilló » 
Salgan  luego  de  tu  casa , 
DeAlhuseinSyZaydi» 

Ni  á  quien  en  su  propia  cama 

Y  aquel  ínclito  *  varón 
Por  las  calles  arrastrado , 

Y  olvidado  entre  eitrangeros. 


á  este  reino  amanecía 
que  lo  hññó  en  luz  benigna : 
llegó  á  su  cumbre  la  dicha 
y  Abdelhaxiam  i  merecía  : 
mostró  la  suerte  enemiga , 
y  otra  vez  los  acaricia, 
su  fas  muestra  compasiva 
eon  esa  prosapia  ímpia. 
que  en  saña  airada  les  mira, 
su  justa  venganza  indica, 
de  raiz  la  planta  altiva , 
que  pueda  dar  sombra  un  día. 
los  qué  su  bando  seguían : 
hoy  tus  umbrales  visitan  .* 
acicaladas  cuchillas, 
y  están  sedientas  de  vidas, 
y  los  que  ta  riesgo  escita , 
pisando  tus  alcatiras , 
con  tal  regalo  y  estima  : 
¿porqué  tu  no  los  humillas? 
no  tengas  dellos  mancilla  : 
no  olvides  la  muerte  indigna» 
robaron  la  dulce  vida  : 
que  en  Harran  amanecía 
muerto  con  alevosía , 
venganza ,  venganza ,  grita. 


EQUmoes  Abdala ,  tio  del  califa  Asefah ,  mandó  azotar  hasta  que  mu- 
'KseD  á  los  noventa  caballeros  de  la  familia  de  Omeya ,  y  luego  se  hizo, 
7<ajreroD  desfallecidos  en  el  suelo,  y  entonces  hicieron  extender  los 
'sMos  sobre  ellos,  y  las  gentes  comieron  sobre  aquellas  alfombras , 
^toio  los  gemidos  de  aquellos  sin  yentqra  hasta  que  murieron.  No 

*  Elle  era  el  abuelo  ú  tronco  de  los  Alabaces  ó  Abasidas. 
'  E«ie  fué  el  abuelo  ú  tronco  de  los  Omeyas. 

'  álteseia  ftié  hijo  de  Aly,  hijo  de  Ahí  Taleb,  tio  del  Anabí  Mahomad  y  hermano  de  Abas, 
{|*(<&i(sr  del  califa  Asefah :  este  Husein  fué  asesinado  por  orden  de  Jeiíd ,  segundo  califa  de 
**^^ss :  le  cortaron  la  cabeza ,  y  el  cadáver  fué  arrastrado  y  pisado  de  la  gente  y  caballoü 
*«bi  railes. 

*  Zi|4i,  hijo  de  Husein,  vencido  en  haUUa  y  muerto  por  orden  del  califa  fWxf^xn  ben  Abdcl- 
*^  Mi  cadáver  eslavo  puesto  en  un  p^ilo  mientra»  reinó  aquel  califa  de  lob  Onicyaí^. 

Este  fue  Ibrahim ,  ct  hermano  del  califa  Aseftih ,  muerto  eu  su  prisión. 


68  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

oonteoto  de  esto  hizo  Abdala  que  abriesen  los  sepulcros  de  los  califas 
qae  estaban  sepultadas  en  Damasco ,  y  sacaron  los  huesos  de  Moavia 
bcn  Abi  Soflan  con  los  de  Jezid ,  su  hijo,  y  los  de  Abdelmelic  ben  Me- 
ruAn ,  y  los  de  Hixém,  su  hijo,  que  hallaron  su  cadáver  sano,  y  lo 
mandó  poner  en  un  palo :  después  lo  mandó  quemar  y  esparcir  sus 
cenizas  al  viento.  ¡  Inhumana  venganza  contra  los  muertos!  Persiguió 
á  todos  los  de  esta  familia  y  real  casa  de  Omeya ,  hasta  intentar  que  no 
quedase  de  ella  ni  chico  ni  grande :  por  otra  parte  los  pcrseguia  con 
la  misma  crueldad  Solimán  ben  Aly,  otro  lio  del  califa,  que  hizo 
morir  muchos  de  ellos  en  la  ciudad  de  Basra ,  y  los  hizo  echar  al  campo, 
y  que  nadie  los  enterrase ,  para  que  los  perros  los  comiesen  y  las  aves 
carnívoras.  Los  que  pudieron  se  huyeron  disfrazados,  vagando  por 
diversas  partes  d^l  mundo. 


CAPITULO  XL. 

De  la  guerra  civil  de  los  caadUlos  Árabes  én  Es|Mfia. 

En  este  tiempo  en  España  d  amir  Jusuf  el  Fchri  se  hacia  temer  de 
lodos  por  su  severidad  y  justicia ,  aunque  los  descontentos  ó  émulos  de 
su  poder  decian  que  no  era  su  justicia  sino  contra  sus  rivales  ó  extra- 
ños, que  para  los  de  su  casa  y  sus  amigos  su  copa  era  de  miel ,  y  para 
los  demás  de  amargos  ajenjos.  El  que  se  manifestaba  mas  libre  y  mas 
desafecto  fué  Amer  ben  Amrú  el  Coraixi ,  caudillo  que  em  cabeza  de 
los  Alabdaries ,  y  por  sus  muchas  riquezas  y  grandes  alianzas  con  los 
mas  poderosos  de  España  nada  temia  :  se  habia  enemistado  con  Samaíl, 
vali  de  Toledo,  y  con  su  hijo ,  que  tenia  el  gobierno  de  Zaragoza ,  y  de 
esto  estaba  ofendido  :  solicitó  alguno  de  estos  principales  mandos ,  y 
desairado  en  sus  pretensiones  principió  á  fomentar  la  sedición  y  dis- 
cordia civil;  ya  desde  el  año  132  (749)  andaba  inquietando  los  áni- 
mos ,  ganando  ¿  los  alcaides  de  algunas  comarcas  con  dádivas  y  pro- 
mesas. 

El  amir  de  España  receloso  de  su  conducta ,  y  alisado  de  las  ma- 
quinaciones sediciosas  de  Amrú,  no  se  descuidó  en  seguirle  sus- pasos  y 
averiguar  sus  intentos,  temiendo  que  su  mucho  crédito  y  riquezas  vi- 
niesen á  ser  fatales  á  los  pueblos  de  España.  Llegó  á  manos  de  Jusuf  el 
Fehri  una  caria  que  Amer  ben  AmrA  habia  confiado  á  un  siró  su 
ahorrado ,  gente  leve  é  infiel  cuando  los  estimula  su  natural  codicia 
con  alguna  nueva  esperanza  de  logro  :  este  le  entregó  la  carta,  y  bien 
pagado  fingió  su  viaje  pasando  al  Egipto.  Escribia  Amer  al  califa  de 
Damasco,  didéndole  :  que^Jusuf  gobernaba  !a  España  cerno  absoluto 
dueño  de  ella ;  que  él  y  sus  amigos  la  tenían  repartida  entre  si  como 
si  fuese  herencia  propia ;  que  no  se  oía  el  nombre  del  califa  en  Es- 
paña ^  ni  de  quien  se  preciase  de  serle  obediente ;  que  llevado  de  su  celo 
y  respeto  á  la  autoridad  del  amir  de  los  fíeles  y  legitimo  califa  se  lo 
participaba  para  que  providenciase  el  conveniente  remedio }  que  con* 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  69 

Use  con  sa  obediencia  y  la*de  sus  parciales,  qae  eran  muy  poderosos; 
qoe  DO  oonCasc  en  Samail  ni  en  su  familia,  que  estos  tenian  parte  en 
h  tiranía  y  mal  gobierno  de  Jusuf  el  Fefari.  Dio  parte  de  esta  carta  A 
Samafl  y  á  su  hijo ,  y  acordaron  que  era  menester  asegurarse  de  Amer 
bea  AnurA,  y  procurar  su  muerte  si  no  habia  otro  remedio. 

Estaba  en  este  tiempo  Samail  en  su  casa ,  que  tenia  en  la  dudad  de 
Secunda ';  y  sabiendo  que  Amer  ben  AmrA  pasaba  con  algunos  de  sus 
parciales  cerca  de  esta  ciudad,  intentó  Samafl  que  algunos  cabaUeros 
desQ  compania  saliesen  como  acaso  al  camino,  y  lo  prendiesen  ó Ueva- 
sa  ooB  engaños  á  Secunda.  Salieron  los  de  Samail,  y  viendo  que  los 
qoe  acompasaban  á  Amer  ben  Amrú  eran  en  mayor  número ,  los  salu* 
dsroQ ,  y  con  muestras  de  amistad  los  convidaron  con  sus  casas  y  hos- 
pedage.  Lo  aceptó  Amer  bien  ageno  todavía  de  que  sus  maquinaciones 
fnesen  sabidas  en  Espada  :  recibidos  en  Secunda ,  cuando  en  el  palacio 
de  Samail  cenaba  este  con  sos  principales  secuaces,  se  oyeron  las  vo- 
ces de  loa  que  primero  se  hablan  adelantado  á  desarmar  su  gente  :  con 
■Htravilloaa  presteta  saltó  Amer  de  la  mesa ,  y  con  su  espada  se  alnió 
paso  como  un  rayo ,  y  mezclado  en  la  confusión  de  los  que  se  resistían 
y  pderiían  en  los  patios  se  salvó  con  pocos  de  los  suyos,  que  allí  que- 
daron mnertos  la  mayor  parte  de  ellos.  En  vano  los  buscaron  y  persi- 
guieron los  de  Samafl,  que  mas  ligero  suele  correr  el  perseguido. 
Lnego  fué  abierta  la  guerra  y  descubierta  la  parcialidad.  Allegó 
Amer  sos  gentes,  y  ardiendo  todos  en  deseos  de  venganza  corrieron 
por  todas  partes  á  las  M*mas.  Cuentan  algunos  que  Amer  fué  prevenido 
de  lo  que  contra  A  se  intentaba  aquella  noche  un  poco  antes  por  su 
aicata»  ó  secretario,  que  se  llamaba  AlhebAb ,  que  era  de  Beni  Zahira, 
qoe  oyó  palabras  de  sospecha  entre  la  familia  de  Samafl.  Por  todas 
parles  andaban  los  agentes  de  Amer  excitando  á  la  venganza  de  la 
sangre  de  los  nobles  árabes  derramada  alevosamente  en  la  dudad  de 
Seonida,  qoefué  desde  este  día  un  monumento  de  horror  y  de  compa- 
ñón para  los  honrados  muslimes.  Gomo  esta  perfidia  era  publica ,  y 
hs  intentos  y  maquinaciones  de  Amer  ben  Amrú  secretos  y  desoonod* 
dos,  gran  parte  de  los  árabes  Yemanies  y  Cahtanies  se  declararon  en 
SQ  bvor,  y  engruesaron  sus  compailias.  Cuanto  se  publicaba  por  él 
aBúr  Jnsof  y  por  Samafl  se  tenia  por  falso  y  como  vanas  excusas  de 
sa  naUgna  intención  frustrada  contra  sus  esperanzas  :  todos  lo  atri- 
fcnían  á  la  envidia  y  antigua  enemistad  de  Samafl  y  de  los  suyos  contra 
Aoier  ben  Amrú. 

Con  snsmudias  riquezas  y  el  favor  deHusein  Ocaili  y  de  otros  can- 
ttos  Yemanies  y  beÁeries  aUegó  Amer  una  buena  hueste,  y  entró  en 
tMxras  de  Espaüa  oriental,  y  se  dirigió  á  las  comarcas  de  Zaragoza, 
tede  menos  recelaban  sus  enemigos.  Luego  fué  avisado  Samail  del 
golpe  que  amenazaba  ásn  hijo,  y  con  la  caballeria  que  de  presto  pudo 
jutar  fné  contra  los  Alabdaries :  supieron  estos  su  marcha,  y  con  mn- 
cbi  düigenda  salieron  A  encontrarle  :  aprovecháronse  de  la  aspereza 

*>»<eicrOigiiB». 


70  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

• 

de  la  tierf a  por  donde  Samail  debia  pasar,  pelearon  con  d  en  las  sier- 
,  ras  donde  su  caballería  no  bacía  efecto  alguno,  y  fatigada  de  las  largas 
marchas  cuando  salió  de  las  fragosidades  ya  estaba  sin  brio  y  muy  dis- 
minuida. Asi  á  pesar  del  val<v  y  de  la  destreza  los  Alabdaríes  quedaron 
tenoedores ,  y  fué  forzoso  á  Samail  encerrarse  en  Zaragoza.  Cercaron 
la  ciudad  los  Alabdarics  con  grandes  esperanzas  de  rendirla  ^  pero  Sa- 
mail la  defendía  con  igual  valor  y  con  mucha  inteligencia.  Los  combates 
eran  fk*ecuentes :  en  los  rebatos  y  salidas  hizo  Samail  mucho  daño  a  sos 
enemigos ,  y  como  las  provisiones  fuesen  escaseando  en  la  dudad ,  de- 
fermiQÓ  salir  de  día  dejando  á  su  Injo  la  gente  mas  á  propósito  para  la 
defensa,  en  tanto  que  llegaba  el  auxilio  que  esperaba  de  Toledo  y  de 
Córdoba.  Salió  de  la  ciudad  Samail  con  su  gente  y  muy  buena  cabiille- 
ria !  pelearcm  con  los  de  Amer  ben  Amnk ,  que  no  pudieron  contener 
M  impetuosa  salida,  y  aunque  en  el  desorden  recibieron  harto  dado, 
luego  vieron  que  el  intento  habia  sido  dejar  la  ciudad ,  y  confiaron  en- 
en  ella  sin  mas  resistencia.  Todavía  mantuvo  la  ciudad  el  hijo  de 
defendiéndola  con  mucha  constancia.  £1  campo  de  loa  Alabda- 
ríes se  dividió ,  y  mientras  Amer  ben  Amrú  continuaba  en  el  cerco ,  su 
hijo  Wahib  y  el  caudillo  de  los  Cabíanles  Husein  ben  Adegiam  el  Ocaili 
partieron  siguiendo  á  su  primo  Samail ,  con  quien  trabaron  algunas  es^ 
caramuzas  en  su  retirada.  Entre  tanto ,  apurados  los  recursos  de  la  ciu- 
dad, y  dilatándose  el  sitio,  reducidos  á  mucho  extremo  los  defensores 
se  dispusieron  ¿  dejar  la  ciudad  en  manos  de  sus  enemigos  :  con  mucho 
secreto  prepararon  su  salida  valiéndose  de  la  oscuridad  de  la  noche, 
cuando  los  fuegos  de  los  que  cercaban  la  ciudad  estaban  casi  apagados. 
.Fué  la  salida  á  la  tercera  vela  de  la  noche  :  todo  estaba  descuidado  en 
el  campo  y  en  la  ciudad.  Caminaron  con  umcho  silencio  hasta  Uegar  á 
las  fosas  que  rodeaban  las  avenidas  de  la  ciudad :  alli  acometieron  con 
Ímpetu ,  y  degollaron  cuantos  se  ofrecieron  al  paso ,  y  con  harta  felici- 
dad rompieron  la  circunvalación  sin  perder  un  hombre.  Amrú  á  h 
venida  del  día  fué  recibido  fút  los  habitantes  que  le  manifestaron  que 
no  habían  tenido  parte  en  la  resistencia  oí  defensa ,  sino  como  forzada» 
p<Nr  su  wali;  y  Amer  ben  Amrú  los  aseguró  y  les  ofreció  su  fe  y  am- 
paro siéndole  obedientes.  Fué  la  entrada  de  Alabdari  en  Zaragon  el 
ailo  136  (758).  IMó  el  gobierno  de  ella  ¿  su  hijo  Wahib  ,.y  luego  avisó  á 
•ans  parciales  esta  ventaja.  Salid  á  reunirse  con  Husein  para  perseguir 
juntos  á  Samail  y  á  su  hijo ,  que  se  habia  retirado  á  los  montes.  Cuando 
Jusuf  el  Fehrí  esperaba  que  Sílmail  destruyese  á  sus  comunes  «lemigos 
los  Alabdaríes ,  quedó  espantado  y  lleno  de  saña  al  saber  que  habia 
dMndonado  la  cíi¿dad ,  y  toda  la  Espada  oriental ;  así  con  la  mayor  dili- 
gencia partió  en  su  ayuda  con  mucha  cabidlería.  Fué  en  este  tiempo 
cuando  aparecieron  en  Córd(d)a  tres  soles  muy  pálidos  ^ ,  y  ¿  la  parte 
del  Gttf  ó  boreal  una  terrible  guadaña  de  fuego,  y  todo  el  délo  como 
cdw  desangre,  quetionía  espantoá  Itt  gentes  que  la  Veían.  Señdes 

1  Este  fenómeno  de  los  tres  soles  es  cosa  DAtonl,  j  en  1»  do  eneif  del  áfts  iTlf  M  yM  en 
U  rilla  de  Caspe  en  Aregon  por  U  malUn«f  ^^_ 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  71 

óerias  y  presados  de  las  desolaciones  que  se  siguieron ,  y  de  las  san- 
grientas guerras  que  aíligíeroo  estas  tierras. 

Se  unieron  en  Toledo  á  las  tropas  del  amir  Jusuf  las  que  ya  estaban 
dispoestas  por  orden  del  wali  de  ella  Samail,  que  babia  enviado  sus 
cutas  á  sus  alcaides  y  gobernadores  de  sus  ciudades  :  toda  Espufia  86 
poso  en  armas  ^  y  los  caudillos  muslimes  que  estaban  en  las  Iront^ns 
ja  dirigían  sbs  banderas  á  lo  interior  de  la  península  para  destruirse 
fo  horrorosa  guerra  civil ,  divididos  en  contrarias  parcialidades.  Amer 
ben  Amru  y  Husein  el  Ocaili  -allegaron  numerosas  huestes ,  y  Wahib 
el  hijo  de  Amer  se  adelantó  á  pelear  en  las  sierras  contra  las  tropas  de 
Andalucía.  Los  habitantes  de  las  poblaciones  las  abandonaban ,  y  se 
Inian  sin  saber  adonde  ir  :  las  tropas  de  ambas  huestes  abrasaban  las 
poblacioBes  para  quitar  toda  comodidad  ¿  sus  contrarios,  y  en  esta 
üanpíenta  guerra  civil  desaparecieron  algunas  de  que  solo  restan  las 
nuaas  6  cenizas. 

Asi  estaban  diyididos  los  gobernadores  de  España,  y  sus  pueblos 
Beños  de  esperanzas  y  temores  :  de  esta  desavenencia  y  í^ruel  guerra 
civil  procedió  la  unión  y  buen  consejo  de  los  principales  muslimes,  el 
bien  comnn  de  los  pueblos  de  la  peninsida  y  él  establecimiento  en  ella 
del  imporio  de  los  Beni  Omeyas. 

£n  cuarenta  y  cinco  años  que  babian  pasado  desdé  la  conquista ,  Es- 
paña fué  gobernada  por  veinte  amircs  ó  caudillos  principales,  según 
cuentan  nuestros  ancianos,  cuyos  nombres  ya  he  referido ,  si  bien  en 
el  tiempo  y  duración  del  mando  de  cada  uno  hay  en  los  historíadore^ 
algunas  dlFerf^cias.  El  tiempo  que  de  ellos  hemos  referido  es  de  cua- 
renta y  cuatro  años  y  siete  meses;  y  aun  en  esto  hay  alguna  leve  dis- 
oordanda  en  nuestras  memorias.  Entró  Taric  ben  Zeyad  el  Sadfi,y 
Bando'  síAo  en  España  un  año  :  entró  Muza  ben  Noseir  el  Becri,  y 
oíandó  él  y  su  hijo  Abdelaziz  casi  tres  años ,  y  estuvo  España  sin  amir 
casi  ^  dos  años,  hasta  que  las  tropas  hicieron  su  adelantado  ú  caudillo  á 
Ajikb  ben  Habib  el  La^mi,  i|ue  era  hijo  de  la  hermana  de  Muza  ben 
Kosev ,  y  mandó  seis  meses :  entró  en  España  Alhaür  ben  Abderahman 
el  Tzakefi ,  y  mandó  un  año  y  siete  meses  :  entró  Aisama  ben  Malee  el 
Cholaní,  que  mandó  por  orden  del  califa  Ornar  ben  Abdelaziz  dos  años 
J  siete  meses  :  entró  Ambisa  ben  Sohim  el  Kelebi ,  y  tuvo  el  mando 
coatro  años  y  cerca  de  cinco  meses  :  entró  Yahyc  ben  Salema ,  y  mandó 
en  Eqiaña  un  año  y  cerca  de  seis  meses  :  hubo  luego  él  gobierno  Ho- 
ddfa  ben  Alhaús ,  y  mandó  cerca  de  seis  meses  :  después  hubo  el  go- 
bierno Otman  ben  Abi  Neza  el  Ghemi ,  y  mandó  ub  año  y  cerca  de  seis 
meses :  hiego  hubo  el  gobierno  Alhaitam  ben  Obeid  d  Kenáni ,  y  mandó 
cerca  de  cuatro  meses  .-  después  de  él  hubo  el  mando  Abderahman  ben 
Abdala  el  Gafeki,  que  gobernó  dos  años  y  cerca  de  isiete  meses  :  go- 
bernó luego  Abdelmelic  ben  Gotan  el  Fehri ,  y  estuvo  en  el  mando  tres 
y  dos  meses  :  después  entró  Ocha  ben  Alhegdg  el  Seluli ,  que  go- 
tkKO  aftoB  y  dos  meses  :  luego  se  alzó  Abdelmelic  ben  Gotán  el 

*  E4abi  dic«  que  etiuro  Ss^fia  sin  amir  casi  un  «ño ,  y  asi  otros  escritores. 


72  HISTORIA  DE  LA  DOMÍlS ACIÓN 

Fehrí  contra  Ocba ,  y  le  depuso ,  y  niandó  un  año  y  casi  un  mes  :  luego 
entró  Baleg  ben  Baxir  el  Caisi ,  y  mandó  cerca  de  seis  meses  :  después 
bubo  el  mando  Thaalaba  ben  Salema  el  Amell ,  y  gobernó  cerca  de 
cinco  meses  :  luego  fué  amir  Abulchatar  Husam  ben  Dhirár  el  Kelebi, 
que  mandó  dos  años  y  ocbo  meses  :  después  hubo  el  mando  Tfaueba 
ben  Salema  el  Hezami ,  que  gobernó  un  año  y  meses ,  y  al  mismo  tiempo 
oon  otro  varón ' ,  que  mandó  nueve  años  y  once  meses ' :  dicen  que 
hubo  en  el  gobierno  otro  varón ;  pero  no  sé  en  verdad  sino  la  historia 
y  sucesión  de  estos  veinte  :  Dios  lo  sabe ,  no  hay  gloria  ni  poder  sino  en 
Dios  Todopoderoso  y  glorioso. 


Serie  de  lo»  califas  de  oriente  que  faeron  sefiores  de  EspalU  en  etta  época. 

Walid  ben  Abdelmelic  ben  Meruán. 

Suleiman  ben  Abdelmelic. 

Omar  ben  Abdelaziz. 

Jezid  ben  Abdelmelic. 

Hixém  ben  Abdelmelic. 

Walid  ben  Jezid. 

Jezid  ben  Walid. 

Ibrahim  ben  Walid. 

Meruán  ben  Muhamad  ben  Meruán. 

Amires  ó  gobernadores  de  España  por  los  califas  de  Damasco  desde  el  principio  de  la  conquista 
basta  el  afio  IS7  de  la  Hegira ,  séptimo  del  gobierno  de  Jusuf  el  Febri. 

Taric  ben  Zeyad  el  Sadfi. 
Muza  ben  Noseir  el  Becri . 
Abdelaziz  ben  Muza. 
Ayúb  ben  Habib  el  Lahmi. 
Alhaúr  ben  Abderahman  el  Tzakeíi. 
Alsama  ben  Malic  el  Ghulani. 
Ambisa  ben  Sohim  el  Kelebi. 
Hodeira  ben  Abdala  el  Febri . 
Yahye  ben  Salema . ' 
Hodeifaben  Aliíaús. 
Otman  ben  Abi  Neza  el  Chbmi. 
Alhaitam  ben  Obeid  el  Kenáni. 
Muhamad  ben  Abdala . 
Abderahman  ben  Abdala  el  Gafekí . 
Abdelmelic  ben  Gotan  el  Fehri. 
Ocba  ben  Alhegág  el  Selulí. 
Abdelmelic  ben  Cotaa,  segunda  vez. 

1  Este  ftié  Jusnfben  Abderabman  el  Febri ,  y  el  otro  qne  indica  este  fragnento  poede  ser 
Samail  ben  Haiim ,  que  mand^  al  mismo  tiempo,  ó  alguno  de  los  interinos  qne  omite. 
'  Según  Hayan  y  Abu  Becre  ben  Alcutia  goberné  Jusuf  en  Espafía  nueve  afios  y  nueve  meses. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  73 

Baleg  ben  Baxir  el  Caisi. 
Thaalaba  ben  Satema  el  Ameli. 
Husám  ben  Dhirár  elKelebiJ 
Thueba  ben  Salema  el  Hezami. 
Jusof  ben  Abderafaman  el  Fehri. 

L«s  principes  ctisüanos  de  EspalU  y  Francia  que  se  mencionan  en  esta  época. 

Roderic ,  rey  godo  de  Espafia. 

Tadmir,  señor  de  tierra  de  Murcia. 

Atanaildo ,  sucesor  de  Tadmir. 

Eodon ,  duque  de  Aqnítania. 

Garlos  Martel ,  maire  de  la  casa  real  de  Francia. 


74  HISTORIA  Dfe  L\  bOMLNACIOll 


SEGUNDA  PARTE. 


CAPITULO  I. 

De  Abderahman  ben  Moavia,  ena&M  eotrt  loi  alAnbcs  del  dMierto» 

Bendito  sea  aquel  Señor  en  coyas  manos  están  los  imperios ,  que  da 
los  reinos,  el  poderío  y  la  grandeza  á  quien  quiere,  y  quita  los  reinos, 
la  potestad  y  la  soberanía  á  quien  quiere.  Señor  Alá ,  tu  imperio  solo 
es  eterno  y  sin  vicisitudes ,  y  tú  solo  eres  sobre  todas  las  cosas  poderoso. 
Estaba  escrito  en  la  tabla  reservada  de  los  eternos  decretos  que  á  pesar 
de  los  Beni  Alabas ,  y  de  sus  deseos  do  acabar  con  toda  la  familia  de  los 
Beni  Omcyas,  ya  despojada  del  califado  y  soberanía  del  imperio  mus- 
límico ,  todavía  se  babia  de  conservar  una  fecunda  rama  de  aquel  in- 
signe tronco,  que  se  establecería  en  occidente  con  floreciente  estado. 
Abderahman  ben  Moavia  ben  Hixém  beh  Abdelmelic  ben  Mcruán, 
mancebo  de  veinte  años,  pues  habia  nacido  el  año  113  en  el  campo  de 
Damasco,  se  halló,  por  fortuna ,  ausente  en  Zeitun  cuando  fué  la  orden 
del  califa  Asefah  para  darle  muerte  á  él  y  á  su  primo  Suleiman  ben 
Hixém  ben  Abdelmelic,  que  ambos  vivían  sobreseguro  y  honrados  en 
la  corte.  Luego  fué  avisado  de  la  muerte  de  su  primo ,  y  de  la  mucha 
diligencia  con  que  buscaban  su  cabeza.  Proveyéronle  de  Ijoyas  y  caba- 
llos sus  fieles  amigos  :  se  disñrazó ,  y  desconfiando  de  poder  estar  des- 
conocido en  Siria ,  huyó  de  aquella  tierra  por  caminos  extraviados : 
salió  de  su  patria ,  abandonando  los  palacios  de  sus  padres  y  abuelos, 
sin  osar  entrar  en  poblado,  que  no  era  persona  oscura  y  desoonodda, 
sino  hijo  de  principes  poderosos  dueños  de  aquellas  provincias.  Anduvo 
errante  y  fugitivo  desde  el  año  Í3¿,  viviendo  entre  beduinos  y  pasto- 
res ;  y  aunque  acostumbrado  á  los  regalos  de  la  opulencia ,  y  á  las  de- 
licias de  las  ciudades,  se  acostumbró  con  facilidad  ala  rústica  y  dura 
vida  del  campo ,  como  si  hubiera  nacido  en  sus  valles  y  rancherías. 
Estaba  cada  día  con  nuevos  sobresaltos,  las  noches  pasaba  con  desvelo, 
y  á  las  alboradas  era  el  primero  que  ponía  el  freno  á  su  caballo. 

Pensando  hallar  mas  seguro  asilo  en  África  que  en  Egipto  dejó  á  sus 
beduinos  y  pasó  á  ella  :  era  gobernador  de  la  provincia  de  Barca  Aben 
Habib,  que  debia  su  autoridad  y  buena  suerte  á  los  califas  Beni  Orne- 
yas ;  pero  siguió  el  aire  de  la  fortuna  que  sqplaba ,  y  olvidó  á  sus  anti- 
guos favoreced(»*es.  Tenia  este  wali  espiados  todos  los  pasos,  y  dadas 
las  órdenes  para  prend<»'  al  joven  Abderahman,  y  luego  supo  que  un 
mancebo  de  sus  mismas  señas  habia  entrado  en  su  provincia.  Avisó  á 
sus  alcaides,  y  mandó  buscarle  en  toda  la  tierra,  dicíéadoles  :  que  no 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  75 

foáiM  hicer  al  ealifa  serricío  mas  agradable  que  la  prisioii  de  aquel 

ÍQgitiTO. 

Andaba  Abderabnuin  en  tierra  de  Barca,  y  en  todas  partes  halló  gentes 
Uen  inCencioaadas  y  benéficas  que  se  le  aficionaban  y  deseaban  servirle : 
8Dedad,sa  gentileza,  cierta  magcstad  que  resplandecía  en  sus  ojos,  y  su 
ondickm  afable  ganaba  los  corazones  y  voluntad  de  cuantos  le  trata- 
bu.  Los  beduinos  del  aduar  en  que  estaba  hospedado  fueron  una  noche 
alcanzados  de  una  compañía  de  gente  á caballo,  enviada  por  Aben  Ha- 
kíb  para  prender  ¿  Abderabman  :  ¡Hreguntáronles  por  un  joven  de  Siria 
ie  tales  sedas ,  que  los  beduinos  no  dudaron  que  buscaban  ásubués- 
pedGiafar  Almanzor,  quecon  este  nombre  le  llamaban  ellos ,  y  recelando 
que  no  fuese  para  bien  suyo ,  les  respondieron  :  que  cierto  ^  el  mismo 
que  bnscabao  había  salido  á  caza  de  Iconps  con  otros  jóvenes,  y  debían 
pasar  la  noche  en  un  cercano  valle.  Partieron  aquellos  emisarios  al 
indicado  valle ,  y  los  honrados  beduinos  llegaron  presurosos  y  manifes- 
Uroa  á  su  huésped  lo  que  les  habían  preguntado  y  sus  bien  fundadas 
sospechas  :  agradecióles  con  lágrimas  y  sinceras  expresiones  lo  que  por 
él  habían  hecho,  y  acompañado  de  sisis  esforzados  mancebos  del  aduar 
huyó  durailtc  la  noche ,  y  protegido  de  sus  sombras,  á  procurarse  en  mas 
aptftados  desiertos  algún  seguro  asilo  de  las  asechanzas  de  Aben  Ha- 
btb  :  atravesaron  grandes  llanuras  y  collados  de  arenas  :  oyeron  sin 
temor  el  rugido  de  fieros  leones;  y  continuando  intrépidos  algunas  jor- 
nadas llegaron  á  Tahart ' ,  donde  hallaron  generosa  acogida.  Los  hos- 
pedó en  su  casa  un  noble  jeque  de  los  mas  principales  de  la  tribu 
Zeoeta,  los  visitaron  en  ella  todos  los  de  Tahart,  y  querían  llevarlos á 
sos  casas.  No  auiso  Abderabman  disimular  aquí  su  origen  y  desgracias, 
sabiendo  la  nobleza  y  genetosidad  de  esta  tribu  y  que  su  madre  Raba 
procedía  de  ella.  Divulgada  esta  feliz  circunstancia  todos  los  jeques 
zeoetcs  le  ofrecieron  su  amistad  y  favor,  y  se  acrecentó  la  buena  vo- 
loDtad  que  ya  le  tenían ,  y  producía  naturalmente  su  gentileza  y  afa- 
biUdad. 

Entretanto  en  España  continuábala  guerra  civil :  los  muslimes  de  la 
Espada  oriental  mantenían  el  partido  de  los  Alabdaries ,  que  acaudillaba 
Anier  ben  Amrú  el  Coreixi  :  los  de  Andalucía  y  de  tierra  de  Toledo , 
fonducidoa  por  el  amir  Jusuf  el  Fehrí ,  peleaban  con  varia  fortuna  con- 
tra ellos  cto  las  ásperas  sierras  de  las  fuentes  del  'fajo,  posiciones  díG- 
ciles  que  favorecían  á  los  Alabdaries,  que  tenían  pocos  caballos ,  y  en 
ellos  oonsistia  la  fuerza  de  la  hueste  de  Jusuf  el  Fehrí :  se  distinguió  con 
hechos  muy  señalados  el  caudillo  Wahib ,  hijo  de  Alabdarí ,  en  esta 
goerra  de  montaña  el  año  i  36  (753) ,  y  parte  del  1 37.  Era  el  furor  y  la 
enemistad  igual  en  ambas  partes :  los  campos  se  talaban ,  los  pueblos  se 
destruían ,  todas  las  provincias  estaban  inquietas ,  y  los  habitantes  sin 

t  TalHrt  m  la  capital  del  At^arbe  medio,  en  Mauritania :  estaba  esté  lagar  ¿  cuatro  Joma- 
bas de  Teleacen ,  que  decinlos  Tremeoen ;  y  en  este  tiempo  no  era  todavía  ciudad ,  sino  una 
«na  proYinda  haínitada  por  las  tribus  zeoetas  en  varias  poblacionefl  y  valles :  se  llamé  ciudad 
Cuando  se  admenld  la  población  con  la  concurrencia  de  los  pueblos  depehdientes ,  como  Tenes , 
ktice ,  BbéI  lUtgana ,  Tabales ,  Begaya ,  Gigcl ,  Mcliáiía ,  Alcalá « Mesita ,  Gadir,  Mocra ,  Ne- 
ón, T«Im  ,  &m«iCíim  ,  Baes ,  Bagiayt ,  Tilas ,  D«r  Madio ,  Tanna ,  Por  Malul  y  MelUa. 


76  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

segoridad  y  sin  justicia ;  gravados  con  arbitrarías  y  violentas  exacciones, 
forzados  á  seguir,  según  las  vicisitudes  de  las  armas,  uno  ú  otro  par- 
tido, detestando  en  su  corazón  de  ambos. 


CAPITULO  II. 

Del  consejo  de  los  jeques  de  Siria  y  Egipto,  establecidos  en  Espafia. 

En  este  tiempo  de  calamidad  algunos  buenos  muslimes  de  los  que  ha- 
bían entrado  en  Espada  el  año  113 ,  del  ejército  de  Goltum  ben  Ayadh 
el  Maanic ,  entre  otros  Husám  ben  Melle  de  Damasco ,  Hosain  ben  Ada- 
gim  el  Ocaili ,  Hayút  ben  el  Molemis  Hadrami  de  Hemesa  ^  Temam 
ben  Alcama  AbuGalib,  Wabib  ben  Zahir,  caudillos  de  gente  de  Siria 
establecida  en  España ;  en  todos  ochenta  varones  de  integridad  y  pru- 
dencia ,  que  veian  con  dolor  los  interminables  males  de  la  guerra  civil, 
y  el  fuego  de  general  discordia  que  incesantemente  se  encendía  y  acre- 
centaba :  pospuesto  todo  temor ,  pero  con  la  conveniente  reserva  y  dis- 
creción ,  se  juntaron  en  Córdoba  á  oonrerír  y  consultar  sin  pasión ,  odio 
ni  enemistad  con  los  de  ninguno  de  los  dos  partidos ,  qué  remedio  podía 
hallarse  para  acabar  la  guerra  civil ,  y  establecer  en  España  un  gobierno 
justo  é  independiente  que  asegurase  la  paz  y  quietud  de  los  pueblos,  la 
buena  y  constante  administración  de  justicia,  la  observancia  de  la  ley, 
el  premio  de  los  buenos  servicios ,  el  castigo  de  los  malhechores ,  y  una 
sucesión  tranquila  y  permanente  del  mando.  Hayút  de  Hemesa  les  dijo : 
que  bien  sabian  las  revueltas  de  Oriente,  la  usurpación  de  la  soberanía 
del  caliradopor  los  Alabas  contra  losOmeyas ,  la  tiránica  arbitrariedad 
de  los  gobernadores  de  las  provincias ,  asi  de  las  apartadas  regiones 
orientales  de  Ghowarczmia  y  Mawaralnahar ,  como  de  las  occidentales 
de  Egipto  y  de  África ,  y  el  general  desasosiego  del  imperio  muslímico ; 
que  en  España  dios  conocían  por  experiencia  que  como  país  tan  apar- 
tado de  Oriente  no  podia  esperarse  que  llegasen  á  tiempo  los  influjos  de 
la  justicia ,  aun  cuando  por  fortuna  ocupase  el  trotioun  califa  tan  justo 
como  Abu  Becre  ú  Omar ;  que  por  hartos  años  hablan  visto  cuánto  mal 
ocasionaba  al  gobierno  de  los  pueblos  la  distancia  del  trono ;  que  no 
debian  esperar  como  débiles  y  tímidas  aves  el  triunfo  de  alguno  de  los 
que  contendían  para  hallar  la  paz  y  la  justicia  que  anhelaban.  Temam 
ben  Alcama  y  otros  muchos  dijeron ,  que  todos  estaban  persuadidos  de 
las  mismas  razones ;  que  todos  creían  que  bien  unida  España ,  indepen- 
diente de  Asia  y  de  África ,  regida  pcur  un  buen  principe ,  seria  el  país 
mas  venturoso  de  la  tierra  ^  pero  ¿dónde  iremos  k  buscar  este  principe 
que  nos  conviene  ?  Callaron  todos  :  entonces  Wahib  ben  Zahir  les  dijo : 
No  extrañéis  que  os  proponga  un  joven  descendiente  de  nuestros  ante- 
pasados califas ,  de  la  misma  prosapia  de  nuestro  Anabi  Mahomad  :  en 
África  vaga  errante  entre  las  tribus  bárbaras,  y  aunque  perseguido  y 
fugitivo  está  en  ellas  respetado  y  servido  por  su  valor  y  su  noble  con- 
dición. De  Abderahman  os  hablo ,  hijo  de  Moavia ,  hijo  del  califa  Hixéak 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  77 

ki  Abddmelic.  Gmvinicron  lodos  en  este  pensamiento,  y  MMnbraron 
á  Temam  bcn  Akama ,  y  á  Wahib  ben  Zahir ,  para  que  en  nombre  de 
Jo$  jeques  de  España ,  reunidos  para  el  bien  común  de  ella ,  pidiesen  ¿ 
Abderahman  ben  Moavia  que  viniese  con  ellos  á  ser  su  amir  y  gobernar 
la  España ,  que  todos  le  ofrecían  su  Gdclidad  y  obediencia ,  que  querian 
que  reinara  en  ella  con  absoluta  independencia  de  los  califas  orientales 
jde  todos  sus  gobernadores  ó  lugartenientes  de  Egipto  y  de  África ,  y 
lodos  ios  buenos  muslimes  de  España  darian  su  vida  por  mantener  su 
iadependencia  y  el  imperio  que  le  ofrecían. 


CAPITULO  III. 

De  fai  embi^afl^de  ios  Jeques  A  Abderahnun. 

Con  mncliD  secreto  partieron  á  África  los  encargados  de  esta  mensa- 
fma  y  pretextando  otros  motivos  de  su  partida ,  porque  los  parciales  de 
Josof  óde  Alabdarí  no  le  entendiesen.  liegaron  á  Tahart ,  donde  fueron 
biea  redUdos  de  los  jeques  de  la  tribu  zeneta ,  y  presentados  á  Ab- 
«knhman  le  comunicaron  el  propósito  de  su  venida ,  y  Temam  ben 
Alcama  le  dijo  :  «  Los  muslimes  de  España,  y  en  su  nombre  los 

>  principales  jeques  de  aquellas  tribus  de  Arabia ,  Siria  y  Egipto , 
'  DOS  eoYian  á  ofrecerte  de  todo  buen  corazón  y  buen  talante  no 

>  solo  un  asilo  seguro  contra  tus  enemigos,  que  este  ya  lo  tienes  en  el 
amparo  de  estos  niales  zeneles,  sino  el  imperio  de  los  pueblos  de 

-  España ;  ya  eres  dueño  de  sus  corazones ,  y  en  su  buena  voluntad  y 
'  leal  obediencia  apoyarás  tu  honra  con  mas  firmes  fundamentos  que 

-  k»  montes  :  algunos  peligr<is  y  resistencia  encontrarás  i  pero  no  esta- 

*  ras  solo  :  verás  á  tu  lado  los  esforzados  caudillos  conquistadores  de 

*  occidente ,  y  los  Celes  pueblos  que  te  desean  y  te  llaman  para  que  go- 

*  biemes  aquel  estado ,  que  fué  de  tus  abuelos  :  todos  correrán  á  las 

*  peleas  y  á  la  muerte,  si  necesario  fuese ,  para  colocarte  y  mantenerte 
'  en  b  soberanía  que  te  ofrecen.  »  Suspenso  estuvo  un  poco  Abderah- 
man, y  como  esperando  si  Temam  continuaba  sus  razones,  y  viéndolos 
pemfientes  de  su  respuesta,  dijo  :  « Ilustres  caudillos ,  enviados  de  los 

muslimes  de  España,  por  vuestro  bien  y  por  corresponder  á  vuestros 
nobles  deseos  iré  con  vosotros  :  pelearé  por  vuestra  causa,  y  si  el 
Señor  me  ayuda  y  aprueba  Ui  obediencia  que  me  ofrecéis,  tendréis  en 
mi  un  hermano  y  compañero  de  vuestros  peligros  y  prosperidades. 
M  los  trabajos  ni  las  adversidades  me  intimidan ,  ni  los  horrores  de 
las  batallas  y  de  la  muerte  me  p^en  espanto ;  que  ya  en  pocos  años 
la  inconstante  fortuna  me  ha  enseñado  á  despreciar  muchas  veces  la 
▼ida,  y  me  ha  puesto  delante  horrorosas  imágenes  de  la  muerte  :  y 
pnes  tal  es  como  decis  la  voluntad  de  los  honrados  muslimes  de  Es- 
pina ,  yo  soy  contento  de  ser  su  caudillo  y  defensor ,  si  Dios  quiere. » 
Quedaron  muy  contentos  de  su  determinación  los  enviados ,  y  le 
■^ifestaron  cuanto,  omvenia  el  secreto  al  buen  término  de  sus  cosas  i 


7B  HISTORIA  BE  LA  DOMINACIÓN 

les  dijo  Abderahman  que  en  todo  caso  no  podía  dejar  de  participarlo  á 
sas  bienhechores  los  jeques  senetes ,  qne  en  esto  nada  se  arriesgaba ,  y  él 
no  partiría  do  allí  sin  hacer  esta  confianza.  Dijéronle  que  á  su  discre- 
ción quedaba  todo.  Sin  mas  dilatarlo  habló  á  los  jeques  y  les  comuníGó 
d  negocio  que  traían  aquellos  caballeros ,  y  la  grave  propuesta  que  le 
hacían :  y  con  mucha  prontitud  dijo  el  jeque  su  pariente  :  «  Hijo  mió, 
»  pues  Dios  te  llama  por  ese  camino ,  no  dudes  seguirlo  con  valor,  y 
»  cuenta  con  nosotros  para  ayudarte,  que  en  verdad  no  se  defiende  y 
9  mantiene  la  honra  de  la  casa  y  familia  sino  con  las  lanzas  y  la  ca- 
»  balleria. »  Todos  los  caudillos  que  estaban  presentes  le  felicitaron 
ofreciéndole  su  compañía  y  auxilio:  los  jeques  zenetes  leofrederon 
quinientos  caballeros ,  los  de  Mecnasa  doscientos ,  cincuenta  caballos  el 
jeque  de  Tahart ,  y  cien  lanzas.  Sin  pasar  muchos  dias  dispuso  su 
partida ,  y  el  jeque  le  dio  su  bendición  con  lágrimas  :  toda  la  juventud 
quería  acompañarle ,  todos  querían  servirle ;  en  la  separación  y  áesp^- 
dida  de  la  familia  del  jeque  hubo  lágrimas  y  desmayos :  qne  no  produce 
otra  cosa  la  separación  de  los  amigos. 


CAPITULO  IV. 

Del  Gn  de  la  guerra  contra  Alabdarí. 

En  este  tiempo  Jusuf  el  Febrí  había  vencido  y  derrotado  al  hijo  de 
Alabdarí  cerca  de  Galat-Ayúb ,  y  lo  persiguió  hasta  encerrarlo  en  Za- 
ragoza con  su  padre.  Puso  á  la  ciudad  rigoroso  cerco :  hacían  los  de 
Alabdarí  algunas'salidas  contra  los  cercadores ;  pero  con  poco  efecto. 
La  numerosa  población  y  las  tropas  constunieron  en  breve  todas  las 
provisiones  que  tenía  la  ciudad :  el  cerco  se  observaba  con  mucha  dili- 
gencia ,  los  combates  fueron  cada  día  mas  ví(dentos ,  y  los  mismos 
parciales  de  AJabdari  movieron  secretos  tratos  con  los  de  Jusuf,  y  en- 
tregaron á  sus  caudillos  y  la  ciudad  en  fin  de  la  luna  de  Dilhagía  del  año 
137.  Apoderóse  Jusuf  el  Fehri  de  la  ciudad ,  y  puso  en  cadenas  ¿  Amer 
ben  Amrú  el  Abdarí ,  á  su  hijo  Wahib  ben  Amcr,  y  á  su  secretario  Al- 
hebáb  el  Zohri.  Ordenadas  las  cosas  del  gobierno  de  la  ciudad  partió 
para  Toledo ,  y  llevó  en  fierros  y  sobre  camellos  á  los  tres  caballeros. 
Guando  llegó  á  Toledo  despidió  la  gente  de  aquella  provincia ,  y  entró 
en  la  ciudad  con  los  principales  caudillos  de  su  hueste.  Descansó  allí 
unos  dias  y  partió  para  Córdoba  con  los  caudillos  y  gente  de  Andalucía. 
Descansaba  un  día  en  un  valle  que  llaman  Wadaramk ,  cincuenta  millas 
de  Toledo;  y  mientra^  reposaba  en  su  pabellón  con  su  familia ,  comían 
sus  gentes  y  los  prisioneros  que  llevaba  á  buen  recaudo ,  llegó  su  ami- 
go el  wali  Samail  con  gran  prisa ,  y  entró  en  su  pabellón  muy  fatigado, 
y  ledijo :  En  esa  carta  verás  la  importancia  de  mí  venida ,  es  de  un  amigo 
de  toda  mí  confianza:  Icyo  Jusuf,  y  decía:  Señor,  acábase  tü  imperio, 
ya  está  en  camino  el  que  destruirá  tu  estado  y  autoridad :  Dios  nos 
destina  á  la  muerte ,  como  la  padeció  Suleíman  Aben  Xihcb ,  y  fulano 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  79 

}  fuhiio ,  y  otros  nobles  muslimes :  asi  no  tardes  en  acabar  á  los  Alab- 
dnries  Amer  y  su  hijo ,  y  á  los  jeques  pérfidos  que  te  han  buscado  un 
sucesor  que  no  tardará  en  manifestarse:  acábalos,  que  bien  conocidos 
soD,  y  de  los  enemigos  los  menos.  Conferenciaban  Jusuf  y  Samail  sobre 
el  contenido  de  esta  carta ,  y  llegó  d  gran  diligencia  un  enviado  de 
Córdoba :  toda  la  gente  se  poso  en  movimiento  y  suspensión  con  estas 
cosas :  entró  el  enviado  que  venia  de  orden  de  su  hijo  Abderahman ,  y 
k  entregó  á  Jusuf  su  carta ,  en  que  decia :  que  un  Coraixi  de  los  hijos 
dd  califa  Hixém  ben  Abdelmelic ,  llamado  Abderahman  ben  Moavia , 
ptsaba  el  mar  para  España ,  que  según  ciertos  avisos  debia  aportar  en 
bs  costas  de  Elbira ,  que  venia  llamado  de  una  poderosa  parcialidad  de 
los  Omeyasen  que  estaban  los  mas  nobles  jeques  de  las  tribus  de  Arabia, 
Siria  y  Egipto,  y  que  venia  auxiliado  de  tropas  berberíes.  Quedó  Jusuf 
suspenso,  y  después  de  algún  espacio,  temblando  de  indignación  y  de 
cólera ,  enfurecido  como  pisada  sierpe  en  aquel  momento  mandó  despe- 
dazar á  Amer  ben  Amrú  el  Corajxi ,  á  su  hijo  Wahib  y  á  Alheb^b  el 
Zohrí ;  y  se  hizo  como  mandaba :  crueldad  que  parece  le  indispuso  con 
su  fortuna  y  que  desde  entonces  le  abandonó,  y  se  pasó  al  bando  de  su 
ooeToríval ,  que  venturosamente  atravesaba  el  mar.  Fué  la  muerte  de 
Amer  el  Alal)dari  al  principio  del  año  i  38  (755) .  En  la  siguiente  jomada 
encontraron  un  caballero  que  venia  enviado  desde  Córdoba  con  cartas 
|nra  el  amir  Jusuf,  en  las  que  su  ^ladre  le  decia :  que  Abu  Otman ,  que 
eradesns  BQuy  fieles  servidores,  le  avisaba  desde  Garia-Torás ,  donde 
nn^ :  que  uno  de  los  hijos  del  califa  Hixém ,  llamado  Abderahman  ben 
Moavia ,  pasaba  el  mar,  y  se  esperaba  que  aportase  en  las  costas  de 
Oomasoo,  esto.es  en  los  confines  de  Elbira ;  que  habia  gran  alboroto  y 
mofimiento  de  gentes  en  aquellas  comarcas,  y  que  se  aseguraba  que 
00  lardaría  en  llegar  el  sucesor  y  legitimo  dueño  de  todos  los  estados  de 
oocídente.  Esto  acabó  de  llenar  de  cuidado  á  Jusuf  y  á  su  amigo  Samail , 
y  apresuraron  sus  marchas,  y  mandaron  sus  cartas  para  allegar  sus 
gentes  coa  mucha  diligencia ,  para  oponerse  á  cuanto  se  ofreciera. 


CAPITULO  V. 

De  la  Tenida  de  Abderahman  á  EsfMiua. 

En  el  dia  10  de  la  luna  de  Rebie  primera  del  año  138  (755)  desem- 
barcó Abderahman  ben  Moavia  en  Hisn  Almunecáb  *  con  hasta  mil 
catudlcros  de  las  tribus  zcnctas.  Los  jeques  principales  de  Andalucía  le 
estaban  esperando,  y  luego  que  salió  en  tierra  le  juraron  obediencia 
tomándole  la  manO:  el  pueblo,  que  había  concurrido  gran  muchedum- 
bre ,  gritó  con  alegría  :  Dios  ensalce  á  Abderahman  ben  Moavia,  rey  de 
España :  corrió  la  fama  por  toda  la  parte  meridional  de  España,  y  en 
focos  días  se  le  allegó  la  gente  mas  granada  de  los  muslimes  de  EÍ^paña 

1  Bm  lloniaecáb ,  fortalna  de  Almunetéb ,  ó  de  las  Lomas ;  ahora  decimos  Almufíecar. 


80  HISTORIA  DE  L\  DOMmAClON 

de  todas  las  tribus :  en  especial  la  juvcnlud  toda  tomó  su  voz ,  y  se  de- 
claró por  éi,  descando  todos  manifestarle  su  voluntad  de  servirle. 
Estaba  entonces  Abderahman  en  la  flor  de  su  juventud,  era  de  mucha 
gentileza,  de  noble  y  hermoso  aspecto,  blanco,  de  color  sonrosado, 
grandes  y  bellos  ojos  zarcos  muy  animados ,  y  de  apacible  y  magestuoso 
mirar,  de  buena  estatura ,  alto  y  no  grueso  •  acrecentaba  su  hermosura 
la  alegría  y  satisfacción  que  le  producia  el  general  aplauso  de  los  pue- 
blos ,  que  á  porHa  le  manifestaban  su  contento  y  sus  deseos  de  servirle. 
En  pocos  dias  se  juntaron  á  los  jeques  que  s^nian  al  rey  Abderahman 
mas  de  veinte  mil  hombres  de  las  comarcas  de  Elbira ,  Almeria,  Má- 
laga, Jerez,  Arcos  y  Sjdonia.  Cuando  llegó  ¿  Sevilla ,  la  ciudad  salió  á 
recibirle ,  y  le  proclamó  con  la  mayor  alegría ;  y  llegaban  comisionados 
de  otras  ciudades  á  ofrecerle  sus  servicios  y  obediencia. 

Todo  lo  sabia  Jusuf  el  Fehri ,  y  todo  le  desesperaba  y  llenaba  de  in- 
dignación ,  maravillándose  de  la  ligereza  y  veleidad  popular,  y  mas 
todavía  de  la  perfldia,  asi  la  llamaba  ¿1 ,  de  los  jeques  de  las  tribus 
árabes  y  de  Siria ;  de  la  traición  de  los  caudillos  egipcios  de  las  ciudades 
de  la  costa ,  que  cierto  no  esperaba  de  ellos  esta  deslealtad.  Dio  órdenes 
á  su  hijo  Abderahman  para  que  defendiese  la  ciudad  y  comarca  de 
Córdoba ,  en  tanto  que  en  compañía  de  Samail  allegaban  la  gente  de  las 
capitanías  de  Mérida  y  de  Toledo,  enviando á  sus  hijos  Mabomady 
Alcasim  á  las  provincias  de  Valencia  y  de  Tadmir,  para  prevenir  la 
gente  de  ellas  y  mantener  en  ellas  su  partido. 


CAPITULO  VI. 

De  la  guerra  contra  Jusuf  y  Samail. 

El  rey  Abderahman  ben  Moavia,  persuadido  de  cuan  importante 
seria  para  acreditarse  con  sus  nuevos  pueblos  dar  alguna  muestra  de  su 
valor  y  de  su  inteligencia  en  las  cosas  de  la  guerra ,  pues  bien  veía  que 
tenia  contra  si  dos  esforzados  y  prácticos  caudillos,  que  no  perderían 
un  momento  para  intentar  destruir  de  un  golpe  el  nuevo  edificio  de  su 
naciente  imperio,  tuvo  su  consejo  con  los  jeques  zenctes  y  andaluces, 
y  de  comuif  acuerdo  partió  sin  dilación  á  Córdoba  contra  el  hijo  de  Ju- 
saf  el  Fehri.  Salió  este  al  encuentro  con  una  buena  hueste  de  caballma, 
y  habiéndose  trabado  una  sangrienta  escaramuza  con  los  campeadores 
del  rey  Abderahman ,  en  poco  tiempo  se  hizo  general  la  batalla  ^  pero 
los  del  Fehri  no  pudieron  resistir  el  ímpetu  de  los  caballeros  africanos, 
y  huyeron  en  desorden  y  se  acogieron  á  la  ciudad.  Puso  Abderahman 
cerco  á  la  ciudad,  con  ánimo  de  no  levantar  su  campo  hasta  rendirla. 
Al  mismo  tiempo  se  extendían  y  divulgaban  proclamas  en  que  se  decía  á 
los  pueblos ,  que  el  rey  Abderahman,  su  legitimo  sc^erano ,  como  hijo 
de  sus  califas  los  Beni  Omeyas,  venia  á  librarlos  del  tiránico  y  arbitrario 
poder  del  amir  Jusuf  el  Fehri ;  que  si  á  ejemplo  de  las  otras  ciudades  de 
Eqiada  se  venían  á  su  obediencia ,  dejando  de  servir  al  que  se  pretcn- 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAJNA.  81 

dit  Dmiener  en  la  soberaDÍa  qacUcnía  sin  razón ,  que  en  breve  tiempo 
late  gozarían  de  los  bienes  inestimables  de  la  paz ,  y  tí  virían  tranqui- 
las j  felices  bajo  el  paternal  gobierno  de  su  legitimo  principe. 

La  nueva  de  esta  primera  victoria  de  Abderabroan  llenó  de  pesar  y 
marpunt  él  ánimo  de  Jusuf,  y  luego  avisó  á  Samail  para  quú  viniese 
ammiidia  diligencia  á  socorrer  á  su  hijo,  y  hacer  levantar  el  cerco 
de  GMoba  que  había  puesto  el  rey  Adaghel,  ó  intruso ,  que  asi  le 
Inaban  ellos.  Allegadas  numerosas  tropas  de  oriente  y  mediodía  de 
Espaaa  vinieron  hacia  Andalucía.  Informado  Abderahman  del  moví- 
nicoto  y  reunión  de  estas  gentes ,  y  del  designio  de  sus  caudillos ,  tomó 
prte  de  su  hueste ,  y  dejó  diez  mil  hombres  en  d  cerco  de  Córdoba  al 
caidado  del  caudillo  Temam  ben  Alcama.  Parecía  temeraria  resolución 
sdir  con  diez  mil  caballos  contra  tan  numerosas  tropas  de  á  pié  y  de 
ácabaUo,  mandadas  por  dos  tan  acreditados  capitanes.  No  tardíaron  en 
aTísarie  sus  campeadc»^  que  habían  descubierto  las  avanzadas  de  sus 
oootraríos.  Hizo  Abderahman  un  reconocimiento  muy  arriesgado ,  en 
fK  se  empeñaron  algunas  escaramuzas  por  sus  zbnetes,  descubrió  la 
<Bsposicion  del  terreno  y  las  fuerzas  que  traía  la  primera  batalla  ó  dívi- 
m  de  sus  enemigos ,  que  acaudillaba  el  mismo  Jusuf  el  Febrí ,  y  con- 
cibió Abderahman  presagio  feliz  por  las  circunstancias  que  concurrían 
ca  aquella  ocasión :  el  día  el  de  Arafa  que  le  convenia ,  y  sin  recelar  de 
hoscoridad  del  futuro  suceso  dijo  conGadamente ;  Bla  de  id  al  adheha, 
festa  de  las  victimas ,  día  juma  contra  el  Fehri ,  albricias ,  amigos ,  yo 
espero  nn  dia  hermano  del  día  de  la  batalla  de  Merg-Rahita :  y  cumplió 
Oíos  el  presagio  de  Abderahman.  Este  principe  y  sus  caudillos  y  toda 
la  cabañería  supieron  aprovechar  el  tiempo  y  el  lugar ,  y  el  buen  ánimo 
jToofianza  del  rey  se  comunicó  á  toda  su  gente. 

Estaba  d  campo  de  Jusuf  en  Musára ,  y  cuenta  Razi  que  habiendo 
^  Jusuf  la  poca  gente  que  traía  Abderahman  dijo  á  sus  caudillos 
inns  antiguos  versos  de  Hurca  hija  de  Noaman  que  dicen : 

SedlmU  tArba venimos,  y  ha  de  ser  lance  apurado ,  ' 

Qu^  Bos  maiMJaifc  repartir  este  mezquino  i  cttcbarro. 

Eslando  ya  á  la  vista  ambas  huestes  pasó  Ola  ben  Gebir  el  Ocaili  á  la 
tcgonda  batalla  ó  división  que  mandaba  Samail  ben  Hatim  y  le  dijo  :  O 
Aba  Jajx,  confianza  en  Dios ,  pero  guala  que  este  dia  es  como  el  de 
Na^K-Rihtta ,  todo  se  presenta  infausto ,  Dios  y  las  fadas  son  contra 
ittsotips ,  i  ojalá  me  engañe !  t  No  ves  la  gente  de  pelea  y  Jos  caudillos  ? 
^ya,  Fehri ,  Cais  y  Yemen :  nuestro  caudillo  es  Fehri ,  y  su  wazir  ó 
iogarienientc  Zofaro  ben  Alharíz ;  y  tu  mismo  que  eres  hoy  wazir, 
<^nsCais,  el  diajuma,  y  dia  de  las  victimas,  lo  mismo  fué  el  dia  de 
Merg-Rafaita,  y  allí  murieron  los  hijos  de  Alharíz ;  asi  todo  me  parece 
<^tra  nosotros ,  plegué  á  Dios  que  no  sean  tales  sus  eternas  fadas :  oyó 

^  Uania  eucharro  los  pastores  y  gente  del  campo  ¿  los  hoyos  á  cavidades  naturales  de  las 
f^^f»  é  pedernales  en  que  se  recoge  y  conserva  el  agua  cuando  Hueve  :  como  los  ¿rabn  en 
'^«dniiiiaflapreeian  tanto  los  depósitos  de  agua  que  se  hallan  >  no  se  desdefia  ao  poeaia  de 
•HttiBiieiietffñsÜeaa. 


82  RISTOaU  P£  LA  DOM DUCIOlf 

osfoSamaU  jT «MÍO:  VaoMMála  pelea ^jrseainofibQenfipcahillBiM.  tn 
esHiO  foco  después  del  rayar  el  alba ,  aoometiéroose  con  terrible  impeUi 
las  tropas  de  caballería  de  la  priinera  batalla ,  y  fueron  atropeUadas 
por  los  caballos  zenetcs  y  jerezanas :  Tolvácron  á  ordenar  sus  haces  de 
infantería  que  fueron  aUropelUdas  por  sus  mismos  caballos ,  y  ant^  del 
medio  diiai  huyeron  los  de  Jusuf  con  general  espanto ,'  dejando  el  campo 
cubierto  de  cadáveres^  armas  y  despojos  $  y  los  dos  caudillos  Jusof  d 
Fehri  y  Samail  se  dividieron  entre  los  fugitivos  á  diferentes  partes. 
Fué  esta  señalada  batalla  de  Musára  el  día  id  al  adbeha  ó  fiesta  de  las 
victimas  dd  aüo  138  (755) . 


CAPITULO  VII. 

Del  AlkasniMilo  j  «iHnfl  4«  Gir4<»bjt« 

Cubrióse  de  gloria  Abderahman  este  día,  y  todos  ios  jeques  de  su 
partido  se  llenaron  de  buenas  esperanzas.  L¿s  parciales  de  Jusuf  de- 
cayeron de  ánimo ,  y  se  esforzaban  á  inventar  imaginarios  triunfos  de 
los  fugitivos  caudillos,  y  asi  se  consolaban  con  estas  soñadas  victorias 
como  si  fueran  verdaderas,  y  engañaban  á  los  que  de  buena  voluntad 
los  oían.  Perdieron  ánimo  los  de  Córddía  con  la  nueva  de  aquella  vic- 
toria, y  osaron  proponer  á  Abderahman  |ben  Jusuf  el  Fehri  que  con- 
certase la  entrega  de  la  ciudad  por  avenencia,  porque  parecía  obsti- 
nación temeraria  que^rer  defender  aquella  ciudad  contra  un  principe 
tan  valiente  como  venturoso ,  á  quien  ningún  ejército  resistía  ,  y  todas 
las  ciudades  de  España  reconocían  for  ^  señor.  Abderahman  el  Fehri 
viendo  la  disposición  de  los  ciudadanos  les  aseguró  que  si  eo  cierto 
tiempo  no  fuese  socorrido  ni  levantado  el  can^,  quo  &  lea  dejaría 
hacer  sus  avenencias  con  el  vencedor.  Jusuf  se  fué  retirando  con  las 
reliquias  de  su  hueste  á  Algarbe ,  y  Samail  á  tierra  de  Tadmir ;  y  su 
gente  se  dispersó  en  tierra  de  EUnra  y  comarcas  de  Aimuiecál». 

Cuando  Abderahman  vino  al  campo  de  Córdoba ,  tos  de  la  ciudad , 
desconBando  de  ser  socorridos,  concertaron  su  entr^ ,  y  lograron 
que  ai  mismo  tiempo  que  las  tropas  del  rey  entrarian  por  la  puerta  de 
Alcántarsi ,  las  de  Abdarahmdn  ben  Jusuf  partiesen  por  la  de  la  Axar- 
quia;  y  asi  se  hizo  con  harta  tranquittdad ,  saliendo  los  de  Alabdarí  y 
k»  ipie  qui^eron  seguirtos ,  que  no  fueron  muchos,  y  se  fueron  ca- 
mino de  Mérida,  Puso  el  rey  Abderahman  por  gobernador  de  Córdoba 
i  Husám  ben  Abddmclic ,  y  habiendo  recibido  la  obediénda  de  los  de 
Córdolm ,  sin  detenerse  mas  que  unos  dias ,  partió  á  perseguir  á  sus 
enemigos,  que  allegaban  nuevas  fuerzas  en  Mérida.  El  e¡jem|dode 
Córdoba  persuadió  á  otras  ciudades,  y  enviaron  sus  protestas  de  obe- 
diénda que  d  rey  recÜHa  con  mudia  bondad ,  atencfon  y  consideracio- 
nes á  los  jeques  que  se  presentaban,  ofreciéndoles  visitar  sus  ciudades 
hxego  que  añanase  y  pacificase  las  provincias  :  al  mismo, tiempo  confir- 
aabaá  los  alcaides  4»  sus  ak^as  I  yaks  walias  de  froalfica  en  sus 


U  íM  áRAfifiS  JBN  ESPAÑA.  93 

\f  f  Mot  a|i«D  oontantoi  de  ta  presencia ,  y  hablaten  á  los 
^qUqb  «qr  Yentajomneiite  de  las  prendas  y  gentileza  de  su  rey,  y 
^Káa  qufí  parpda  mas  que  hombre  algún  genio  benéfico. 
£$tas  alegrías  de  los  buenos  muslimes  se  turbaron  con  una  desgracia 
qoe  tQYJeron  las  tropas  que  estaban  en  flronteras  de  los  montes  de 
Abane  :  por  coiisqo  dd  caudíUo  de  Siria  Husain  ben  Adcgiam  el 
Ocaiii  se  enviaron  las  tropas  de  aquella  frontera  á  contener  los  movi- 
úolos  y  juntas  de  gente  que  hacían  los  cristianos  de  los  montes ,  que 
inpedian  las  comnnicaciones  con  los  muslimes  que  mantenían  la  ciu- 
<hd  de  Karbona.  Encargáronse  estas  algaras  por  este  caudillo  á  su  w^- 
ar  ólogartenienle  Snleiman  ben  Xihab,  y  en  esta  expedición  acome- 
tidos de  numeroaas  trepasen  los  puertos  fueron  vencidos,  y  padecieron 
gno  deiTOta  -.  en  ella  murió  peleando  Suleiman  ben  Xibab  con  la 
najor  parte  de  su  gente  :  fué  esta  derrota  sobre  los  muslimes  día  2  de 
Beiicseganda,  «fio  139  (756). 


CAPITULO  VIII. 

De  l«  eoBtiuiieioii  de  k  goeira » y  avoientía  de  Juní. 

Jomf  el  Febri  saliendo  por  sus  pardales  la  salida  de  Abderahman 
ka  Motvia  y  sos  designios,  y  que  en  Córdoba  quedaba  poca  gente^ 
partió  de  Méiida  con  veinte  mil  hombres  en  dos  divisiones ,  y  por  ca- 
■BooB  dífanentcs  se  dirigió  á  Córdoba  con  mucha  diligencia ,  y  cami* 
ttndo  mas  de  noche  que  de  dia  sorprendió  las  puertas  de  la  ciudad , 
»  que  pudiese  defenderla  el  wali  Husám  ben  Abdelmelic ,  que  (no 
(STO  tiempo  sino  para  salir  con  la  poca  gente  que  tenia  á  Hisn-Modwar 
atierra  de  Gnuíada.  Cuando  ét  rey  Abderahman  sopo  este  suceso, 
aalíó  en  d  alma  el  verse  asi  engañado  jpor  la  ligereza  de  las  tropas 
aMoigas  y  sagacidad  de  su  contieno  :  para  no  dar  tiempo  á  que  se  for- 
cease en  Gó^oba ,  y  seguro  de  que  tan  rápida  y  secreta  marcha  había 
Ák operación  de  poca  gente,  volvió  Abderahman  sobre  Córdoba,  y 
ao  encontró  en  ella  á  sus  enemigos.  Había  Jusuf  dispuesto  que  su  pri- 
BKn  dhrfsíon  siguiese  al  wali  Husám  para  destruir  aquellas  tropas,  y 
onspor  haber  á  las  manos  á  los  jeques  del  partido  de  Abderahman , 
ftm  aitBente  deseo  de  venganza  :  entró  en  Córdoba ,  y  no  hallando  en 
da  ninguno  de  los  princi(Mdes ,  que  todos  habían  seguido  con  las  tropas 
dr  Husám ,  partió  con  mucha  diligencia  á  unirse  á  su  primera  división. 
B  trj  Abderahman  informado  enCórdoba  de  la  marcha  de  sus  contraríos 
partió  en  pos  de  eDos ,  y  los  alcanzó  en  comarcas  de  Almnnecáb,  dónde 
"^  iabtan  reunido  Jusuf  y  Samail  con  todas  st»  gentcs.Sin  tardar  mas 
fanpo  que  d  necesario  para  que  tomasen  sus  provisiones  y  comie- 
^ ,  ordenó  Abderahman  su  hueste ,  y  la  animó  á  la  batalla  :  púsose 
Airierafamati  id  frente  de  su  caballería  con  admirable  intrepidez  y  de  - 
medo,  y  aoomelió  á  sos  enemigos,  que  mantuvieron  la  batalla  con  te- 
loa  y  neniar  oonstanda :  fiié  muy  porfiada  y  sangrienta :  los  caudBUos 


84  HISTORIA  DE  lA  DOVINAaOlf 

Jnsaf  y  *Samail  pelearon  aquel  dia  como  descosos  de  acabar  matando  : 
i  la  hora  de  alazar  ó  inedia  tarde  la  yictoría  se  declaró  por  la  hueste 
de  Abderabman ,  los  de  Jusaf  y  de  Samail  dejaron  el  campo  A  sus  ene* 
migos ,  y  dispersos  huyeron  á  los  montes,  refugiándose  en  las  aspere- 
zas de  ábira. 

En  esta  ciudad  aconsejó  Samail  á  su  amigo  Jusuf ,  que  propusiese 
algún  acomodamiento  ú  arenencia  con  Abderabman  el  Adaghel,  pues 
era ,  como  yeia ,  ta^  Tavorecido  de  la  fortuna.  Aunque  muy  contra 
su  voluntad,  y  con  harta  repugnancia  de  sus  hijos,  movió  tratos 
de  paz  por  medio  de  Hosain  el  O^iU ,  primo  de  Samail ,  aunque  es- 
taban desavenidos  con  este  caudillo.  Por  su  crédito  y  autoridad  logl*6 
que  Abderabman  ben  Moavia  concediese  seguro  á  Jusuf  el  Fehri  y  á 
ios  suyos ,  con  absoluto  olvido  de  todo  lo  pasado ,  entregando  estos  por 
su  parte  en  cierto  tiempo  señalado  todas  las  fortalezas  y  ciudades  que  te- 
nian  en  su  poder,  los  depósitos  de  provisiones  y  de  armas  que  tuviesen, 
sin  contar  las  suyas  propias.  Se  ajustó  y  otorgó  esta  avenencia  en  miér- 
coles á  dos  dias  de  la  luna  Rcbie  segunda ,  año  139  (756).  Luego  deso- 
cuparon Medina  Elbira  y  las  nuevas  fortificaciones  que  babia  en  Gra- 
nada, y  partieron  estos  walics  á  tierra  de  Tadmir,  donde  andaba 
Mubamad  Abukswad,  hijo  de  Jusuf,  y  á  la  comarca  de  Toledo. 
Cuando  vieron  que  aquellos  pueblos  todavía  estaban  por  ellos  y  reple- 
taban sus  órdenes ,  se  arrepintieron  de  su  precipitado  concierto ,  y  vol- 
vieron secretamente  á  encender  los  ánimos ,  y  á  mantener  á  todo  trance 
su  partido. 


CAPITULO  IX. 
/ 

De  la  enerada  d«  Ábderahman  en  Mérida,  y  naeímlento  de  Uixém. 

En  tanto  que  esto  pasaba ,  el  rey  Abderabman  pasó  pacificamente  á 
visitar  la  dudad  de  Mérida ,  y  fué  recibido  en  ella  con  grandes  demos- 
traciones de  alegría ,  y  fué  su  entrada  un  dia  célebre  de  fiesta  :  paseó 
aquella  gran  ciudad  á  caballo  entre  las  sinceras  aclamaciones  del  pueblo, 
agradóle  mucho  toda  la  ciudad,  y  vio  con  admiración  sus  magnifioos 
edificios  del  tiempo  de  los  emperadores  de  Roma.  Detúvose  en  ella  al- 
gún tiempo,  y  alli  vinieron  á  ofrecerle  su  obediencia  los  de  las  ciu- 
dades de  Lusítania ,  que  es  Algarbe  de  España.  Luego  recorrió  la 
tierra  y  visitó  las  ciudades ,  y  en  todas  partes  manifestaban  los  pueblos 
su  alegria  de  tener  un  tal  principe  tan  generoso  y  afable,  y  céld)re  ya 
por  sus  victorias.  Habia  llegado  en  este  tiempo  el  término  del  preñado, 
de  la  sultana  Howara ,  africana  de  las  tribus  berbcrisoas,  á  quien  Ab-' 
derahman  amaba  en  extremo,  y  con  noticia  que  tuvo  de  su  indisposi- 
ción se  vino  para  Córdoba,  en  donde  se  hallaba  su  esposa  :  á  pocos 
dias  á  4  de  la  luna  de  Xa  val  de  este  año  139  (756)  le  nació  su  hijo 
Híxém ,  que  tal  nombre  quiso  que  tuviese.  Celebróse  este  feliz  acaeci- 
miento con  mucha  alegria ,  y  d  rey  Abderabman  repartió  copiosas 
limosnas ,  y  dio  comidas  á  pobres  con  mucha  abundancia,  l^tc  aíio 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  85 

Abderabmaii  labrar  la  Rusafa ,  constrayó  y  renovó  la  calzada 
tttígiía,  y  idantó  alli  tma  huerta  muy  amena  :  edificó  en  ella  uoa  torre 
qoe  la  dcsóibria  toda ,  y  tenia  maravillosas  vistas ,  y  en  esta  hu^ta 
pintó  mía  palma  (jue  era  entonces  única ,  y  de  ella  procedieron  todas 
hs  que  hay  ea  España.  Cuéntase  que  desde  la  torre  solía  contemplar 
aqodb  palma  el  rey  Abderahman,  la  cual  acrecentaba  mas  que  tem- 
plaba 8H  melancolía  por  los  recuerdos  y  memorias  de  su  patria,  y  en 
filas  ocasiones  hubo  de  hacer  aquellos  versos  suyos  de  la  palma ,  que 
andan  en  boca  de  todos : 

Tú  también ,  insigne  palma ,  eres  aqui  forastera , 

De  Algarbe  las  dulces  auras  tu  pompa  halagan  y  besan  : 

En  fecondo  suelo  arraigas  y  al  cielo  tu  cima  elevas. 

Tristes  Ugrimas  lloraras,  si  cual  yo  sentir  pudieras : 

Tú  no  sientes  contratiempos  como  yo  de  suerte  aviesa, 

A  mi  de  pena  y  dolor  continuas  lluvias  me  anegan  : 

Con  mis  lágrimas  regoé  las  palmas  que  el  Foral  riega ; 

Pero  las  palmas  y  el  rio  se  olvidaron  de  mis  penas , 

Ctaando  mis  infaustos  hados  y  de  Alabas  la  fiereza 

He  fonaron  á  dejar  del  alma  las  dulces  prendas : 

A  ti  de  mi  patria  amada  ningún  recuerdo  te  queda ; 

Pero  yo  triste  no  puedo  dejar  de  llorar  por  ella. 

£a  este  tiempo  deseando  el  rey  Abderahman  honrar  al  caudillo  Sa- 
mafl  por  cuanto  habia  contribuido  á  la  reducción  de  Jusuf  el  Fehri ,  y 
por  ganar  el  corazón  y  la  confianza  de  este  ^ali ,  y  aprovechar  sus  co- 
nocimientos y  experiencia ,  lo  envió  á  las  ciudades  de  España  oriental 
para  ordenar  lo  conveniente  á  su  gobierno ,  y  componer  las  desavenen- 
das  qoe  se  habían  suscitado  entre  los  caudillos  de  la  frontera  de  Afranc. 
Saman  partió  para  España  oriental  con  Ola.  bcn  Gebir  el  Ocaili ,  su 
primo ,  á  quien  se  confió  el  mando  de  algunas  fortalezas  de  aquella  fron- 
tfra.  En  principio  del  año  140  (757)  llegó  de  vueHa  de  su  viaje  á  Siria 
Moavia  ben  Salchi  el  Hadrami  de  Hemesa  :  era  de  los  que  habían  se- 
guido en  Egipto  y  en  África  la  suerte  dd  rey  Abderahman ,  y  pasó  do 
so  orden  ¿  Siria  á  persuadir  á  muchos  parciales  y  afectos  á  los  Beni 
Omeyas  á  venirse  á  España ;  y  en  esta  ocasión  vinieron  muchos  muy 
principales  en  su  compañía,  entre  otros  Habib  ben  Abdehnelic,  y  At>del- 
méHc  ben  Baxar  ben  Meruán ,  los  diez  hermanos  M emanes ,  y  Ximro 
ben  Nomeír ,  que  era  de  los  familiares  de  los  Omeyas ,  y  Abu  Suleiman 
Foteis  ben  Suleiman  ben  Abdelmelic,  y  otros  muchos  que  vivían  en  las 
Iracas ,  en  Egipto  y  en  Barca ,  vagpndo  errantes  y  perseguidos  en  estas 
ivovincias  fOt  haber  sido  ilustres  y  favorecidos  en  tiempo  de  los 
Omeyas :  ordinarios  juegos  de  la  inconstante  fortuna.  Alegróse  mucho 
am  la  venida  de  estos  éi  rey  Abderahman,  y  dio  á  Moavia  ben  Salehi  el 
cargo  de  cadi  de  los  cadies,  ó  justicia  mayor  de  las  aljamas  de  toda 
&|Müa  ;  á  Abdelmelic  ben  Ornar  ben  Meruán  el  gobierno  de  Sevilla, 
y  i  S«ildnian  Foteis  el  de  Cabra ,  ciudad  que  llamaban  Wasita  *  por  la 
4e  la  Iraca.  Vinieron  también  algunos  caballeros  de  Hemesa  con  inten- 


I  Pw  cMoa  gratos  recuerdos  de  las  ciudades  de  su  patria  soliui  llamar  los  ¿rabee  *  Scrítla 
i ,  y  á  EIMn  U  de  Granada  Damesco  ,.y  á  Jaén  Quinsertna. 


M  mSTOlUA  DE  lA  DtartMiCÍOll 

tos  de  venganza  oontra  Abdala,  hijo  de  Abdelmélié  bén  Meraán,  qn^ 
tx>r  lere  ocasión  había  muerto  á  nn  ra  pariente  llamado  Abnlsabahi  el 
Yahsebi ;  pero  informado  luego  Abderahmañ  de  esta  enemistad  y  de  las 
causas  de  ella ,  logró  componer  su  desavenencia  á  satisfacción  de  ambas 
familias.  Declaró  Abderahmañ  su  voluntad  de  que  la  ciudad  de  Córdoba 
fuese  la  capital  del  imperio  de  los  muslimes  en  Espafia,  mandando  cons- 
truir en  ella  su  alcázar  sobre  la  orilla  del  rio  con  hermoaos  jardines. 


CAPITULO  X. 

De  la  insurreocion  de  Jusof ,  y  so  muerle. 

En  este  tiempo  el  gobernador  de  Sevilla  Abdelmelic  ben  Ornar  bcn 
Meruán  avisó  al  rey  Abderahmañ  de  los  movimientos  j  junta  de  gentes 
que  bacian  los  parciales  de  Jusuf  el  Fehri ,  y  que  este  wall,  olvidando 
el  concertado  pacto ,  no  solamente  dilataba  la  entrega  de  las  fortalezas, 
sino  que  abiertamente  habia  levantado  banderas ,  y  se  declaraba  amir 
legitimo  de  Espaila,  y  daba  al  rey  Abderahmañ  el  Ululo  de  Adaghel, 
aventurero  intruso  y  desconocido.  Ordenó  el  rey  que  Abdelmelic  saliese 
con  la  caballería  de  Jerez ,  Arcos ,  Sidonia  y*SevilIa ,  y  fuese  á  castigar 
á  estos  rebeldes.  Fué  la  primera  empresa  de  Jusuf  apoderarse  de  Hísq 
Modwar  ^,  que  ocupó  por  sorpresa  en  fin  del  año  141 ,  y  corrió  y  albo- 
rotó la  tierra.  Sin  perder  tiempo  fué  contra  eUos  Abdelmelic,  y  sos 
hijos  siguieron  con  gente  de  á  pié  á  poner  cerco  á  la  fortaleza  de  Mod- 
Tirar  :  hubo  entre  las  tropas  de  caballería  algunas  escaramuzas  con  va- 
ría fortuna  :  ocupó  la  hueste  do  Abdelmelic  varios  pueblos  que  se  ha- 
bían declarado  por  Jusuf,  y  ^an  depósitos  de  sus  provisiones  y  armas, 
todo  lo  entregaron  y  manifestaban  haber  sido  obligados  á  estos  servicios 
por  la  presencia  de  las  tropas  del  rebelde :  asi  llamaban  al  amir  legi- 
timo á  quien  poco  antes  obedecian.  Luego  fué  Abdelmelic  al  cerco  de 
Modwar,  que  en  pocos  dias  se  rindió.  Escribió  al  rey  este  suceso ,  y  le 
pidió  que  enviase  gente  de  Córdoba ,  Ecija  y  Gazlona .  que  fuesen  por 
dos  caminos  diferentes  con  mucha  diligencia,  unos  a  los  campos  de 
Ubeda ,  y  otros  á  tierra  de  Tadmir,  en  donde  estaban  las  fuerzas  mas 
considerables  de  los  rebeldes  en  número  y  calidad :  asi  logró  dividir  la 
atención  y  fuerza  de  Jusuf,  y  Abdelmelic  logró  en  los  campos  de  Lorca 
envolver  y  ceñir  con  su  caballería  muy  numerosa,  la  que  acaudillaba 
el  mismo  Jusuf  el  Febri :  este  esforzadd  caudillo  y  la  mayor  parte  de 
sus  parciales,  hombres  muy  ejercitados  en  la  guerra ,  pelearon  con  ad- 
mirable valor,  y  la  matanza  fué  grande,  que  pocos  pudieron  abrirse 
paso  para  librarse  de  la  muerte  en  este  día  .*  Jusuf  fué  hallado  en  e! 
campo  de  batalla  cubierto  de  heridas ,  y  poco  después  de  reconocido  es- 
piró. Envió  Abdelmelic  á  Córdoba  lá  nueva  de  esta  victoria  con  la  ca- 
beza de  Jusuf  el  Fehri :  acaeció  esta  batalla  y  muerte  de  Jusuf  el  año 
142  (759) :  habia  gobernado  la  España  nueve  años  y  nueve  meses. 

1  Ahora  AlmodoTar. 


DB  LOS  AHAfiES  EN  ESPAÑA.  87 

CAPITULO  XI. 

D«l  tritoto  inpiMld  á  1m  de  Gutllla,  y  «nlrad*  en  Tol#do. 

Holgó  macbo  d  rey  Abderaiunan  con  la  oueva  de  esta  yictoria  ^  espe- 
rando que  la  desgraciada  muerte  del  caudillo  acabarla  loo  taños  inten- 
lúsde  sos  parciales.  En  este  mismo  tiempo  concertó  el  rey  Abderabman 
coD  los  cristianos  de  Castilla  el  tributo  ^  debian  pagarle ,  y  la  carta 
de  ivoteccion  y  seguridad  que  les  otorgó  deda  asi^  t  En  el  nombre  de 
Uos  demente  y  misericordioso ;  «1  magnifico  rey  Abderdunan  ¿  los 
patriarcas ,  monges,  proceres  y  demás  cristianos  de  Espafia ,  á  las  gen- 
tes de  Castéla  y  á  los  que  los  siguieren  de  las  regiones  otorga  pai  y  se- 
guro, y  prcHuete  en  su  ánima  que  este  pacto  será  firme ,  y  que  deberán 
pagv  diez  mil  onzas  de  oro,  y  diez  mil  Ubras  de  plata,  y  diez  mil  cábe- 
las de  baenos  caballos,  y  otros  tantos  mulos,  con  mil  lorigas  y  mil 
eradas ,  y  otras  tantas  lanzas  cada  año  por  espacio  decinoo  años :  escri- 
bióse en  la  ciudad  de  Córdoba,  dia  tres  de  la  luna  Safar  del  142  (759). 
Cuentan  algunos  que  en  este  año  perdieron  los  muslimes  Medina  Nar- 
booa  deqpues  de  seis  años  y  meses  de  cerco,  y  que  la  perdieron  por  con- 
fiar sn  guarda  de  cristianos. 

H  caudillo  Samail  habiendo  sabido  la  muerte  de  su  amigo  Jusuf  el 
Fehri ,  ó  desengañado  de  la  Yanidad  de  las  cosas  humanas ,  ó  por  consi- 
derar desbaratado  el  juego  de  su  fortuna ,  habiendo  desempeñado  los 
encargos  que  tenia  en  las  fronteras  de  España  oriental  con  mas  inteli- 
gencia que  buena  voluntad,  y  por  no  desmentir  la  opinión  que  habja 
mermdo ,  escribió  al  rey  que  sn  presencia  no  era  allí  necx^saria ,  y  qiic 
le  concediese  licencia  para  retirarse  á  su  casa  en  Siguenza.  Goncedió- 
$ela  Abderahman,  y  se  vino  Samail  a  su  casa.  £1  vali  de  Toledo  Temam 
ben  Akama  perseguía  en  aquella  comarca  á  los  hijos  de  Jusuf  el  Fehri : 
m  una  sangrienta  escaramuza  murió  peleando  Abderahman  el  hijo 
mayor ,  que  era  muy  buen  caballero ,  y  su  hermano  Muhamad  Abulas- 
wad  se  refugió  con  su  caballeria  a  la  ciudad,  y  se  fortificó  en  ella :  avisó 
Temam  al  rey  esta  victoria ,  y  envió  la  cabeza  de  Abderahman ,  que  fué 
puesta  con  la  de  su  padre  en  un  garfio  de  la  muralla  de  Córdoba.  Se  ce- 
kbró  en  esta  ciudad  la  victoria  conseguida  por  Temam  bcn  Alcama , 
importante  por  la  fama  de  sabio  y  esforzado  capitán  que  ya  tenia  el  sin 
ventura  Abderahman  ben  Jusuf.  Continuó  Alcama  el  cerco  de  Toledo, 
y  como  la  ciudad  era  populosa ,  asi  en  ella  eran  muy  diversas  las  vo- 
hotadcs :  la  gente  del  pueblo,  que  no  tenia  afición  ni  interés  en  ninguno 
de  estos  partidos ,  solo  deseaba  el  término  mas  breve  de  los  males  del 
cerco,  asi  que  por  la  mayor  parte  la  defensa  era  mal  esforzada,  y  en 
k»  combates  la  resistencia  ni  voluntaria  ni  fuerte.  Algunos  moradores 
á  Temam  con  secretas  inteligencias  la  entrada  en  la  ciudad  : 


I  o  Oruiaéln«  que  trae  esta  eaeritiira  reflriéndoM  á  Razt  no  la  copió ,  á  mi  parecer,  con 
naemmá^  pM*  en  tloapo  de  «ate  antiguo  bíatorUidor  no  asaban  deair  éém  por  año  sino  wnat, 
•a  n— aban  famla  aino  Galicia  á  las  províncíaa  y  tierras  del  otro  lado  de  Gibal  Axerrit  6 
•wnaa  de  Guadarrama. 


88  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

los  parciales  de  Jusuf  en  la  scurpresa  que  este  acaedmienlo  les  cansó , 
solo  atendieron  á  su  propia  seguridad ,  y  se  libraron  cxxmo  pudieron  con 
presta  fuga :  pocos  €Uidú*on  del  riesgo  del  joven  Muhamad  Abolaswad, 
que  fué  hecho  prisionero  por  el  caudillo  Bedre,  liberto  del  rey  Abde- 
rahman  :  Casim ,  el  otro  hijo  de  Jusuf,  logró  salvarse  disfrazado.  Puso 
Temam  en  cadenas  al  jóycn  Muhamad  bcn  Jusuf,  y  lo  envió  á  buen 
recaudo  á  Córdoba  para  que  el  r)&y  dispusiese  de  él  á  su  voluntad  :  fué 
la  entrada  de  Temam  ben  Alcama  en  Toledo  día  9  de  la  luna  de 
Dylcada  del  año  142  (759).  Cuando  recibió  el  rey  Abderahman  la  nueva 
de  estos  felices  sucesos ,  como  naturalmente  era  de  corazón  humano  y 
compasivo,  y  que  la  buena  ventura  y  las  alegrías  disponen  el  ánimo  á 
la  benignidad ,  se  compadeció  de  la  juventnd  de  Muhamad  Abulaswad, 
y  se  abstuvo  de  derramar  su  sangre ,  y  le  mandó  encerrar  en  una  fuerte 
torre  del  muro  de  Córdoba. 


CAPITULO  XII. 

De  los  movimientos  de  Barcerab,  y  del  bijo'de  Jasuf. 

Entre  tanto  Barcerah  ben  Nooman  el  Gasani ,  que  vivía  en  Gezira 
Alhadrá ,  recibió  en  su  casa  al  hijo  de  Jusuf,  que  hatria  huido  de  Toledo, 
llamado  Casim ,  y  le  ofreció  su  protección  con  tan  temerario  empeño 
que  allegó  mucha  gente  ociosa  y  mal  acostumbrada  con  la  licencia  de  la 
guerra  civil,  y  con  estas  compañías  de  bandidos  acaudillados  de  Bar- 
cerah y  de  Casim  ben  Jusuf  ocuparon  la  ciudad  de  Sidonia  :  esta  ven- 
taja les  puso  mayor  atrevimiento,  y  mayor  número  de  aquella  g^ente 
que  reunía  la  esperanza  del  robo :  con  estas  fuerzas  Tueron  solnrc  Se- 
villa ,  que  estaba  descuidada  entonces ,  y  entraron  por  sorpresa  eo  ella. 
Cuando  el  rey  Abderahman  tuvo  noticia  de  estos  movimientos  par- 
tió al  punto  de  Cca*doba  con  la  caballería  africana  que  estaba  en  la 
ciudad,  y  algunos  caballeros  que  pudieron  segiúrle  con  mucha  cele- 
ridad ,  dando  al  mismo  tiempo  aviso  de  su  marcha  al  Ynsli  de  Toledo 
Temam  para  que  viniese  á  Andálucia  sin  tardanza.  Fué  el  rey  Abde- 
rahman sobre  Sevilla ,  y  salió  contra  él  Barcerah  con  sus  bandidos  :  tra  • 
bóse  una  porfiada  escaramuza ,  y  en  eUa  fué  muerto  Barcerah ,  y  luego 
huyó  aquella  gente  sin  tener  caudillo  que  los  dirigiese  :  entró  Abde- 
rahman en  la  ciudad,  en  donde  fné  recibido  con  demostraciones  de 
mucha  alegría.  Los  caudillos  africanos  siguieron  á  los  bandidos  con 
órdon  de  recibir  á  cuantos  d(*jasen  las  armas,  y  no  matar  á  los  que  se 
rindiesen.  Pocos  dias  después  llegó  Temam  á  Sevilla,  y  el  rey  le  reci- 
bió y  hospedó  con  mucha  honra  :  quería  el  rey  que  descansase>a]li  en 
su  compañía ;  pero  Temam  se  excusó  diciendo :  que  no  le  mandase  des- 
cansar hasta  que  hubiese  acabado  con  todos  los  rebeldes  de  España. 
Pasó  este  caudillo  con  su  caballería  á  Sidonia ,  y  entró  en  ella  sin  resis- 
tencia, porque  Casim  y  sus  bandidos  no  osaron  esperarle  ^n  ella  :  sa- 
biendo que  Casim  se  habia  refugiado  en  Gezira  Alhadr&  fué  con  increi- 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  89 

Meoderidad ,  y  aDí  le  fué  entregado  por  los  mismos  bandidos.  Lnego 
voinú  á  Sevilíai  este  insigne  caudillo,  llevando  consigo  en  fierros  á 
Casim ,  hijo  de  Jusuf ,  para  que  el  rey  hiciera  de  ¿1  á  su  voluntad.  Holgó 
mncbo  Abderahman  del  venturoso  y  rápido  suceso  de  estas  expedi- 
cuaes ;  7  por  mas  honrar  á  su  wali  Temam  ben  Ahmed  ben  Alcama  el 
TzaÉefi  lo  faiio  su  bagib  ó  mayordomo  mayor ,  que  era  el  primer  mi- 
Bístro  en  las  cosas  de  paz  y  de  guerra  en  la  corte  de  los  Beni  Omeyas. 
Envió  el  rey  á  Toledo  á  su  vfazit  y  liberto  Bedre ,  y  con  él  á  Casim  ben 
Josnf  para  que  lo  pusiese  allí  en  prisión  en  una  fuerte  torre.  Dio  el  go- 
biomo  de  Toledo  á  Habib  ben  Abdelmelic,  y  q1  gobierno  de  Mérída  á 
Abdala  ben  Abdelmelic  ben  Meruán,  y  á  su  padre ,  por  tenerle  mas 
cerca  de  si ,  el  de  Sevilla ;  á  Ibrahim  ben  Abdelmelic  el  gobierno  de  Le- 
cant,  á  Muhamad  ben  Abdisalem  ben  Baseil  el  de  Sidonia,  y  á  Ased 
ben  Abderahman  el  Xeibani  el  de  Elbira.  Entró  Bedre  en  Toledo ,  y 
pocos  dias  después  de  su  llegada  tuvo  orden  para  traer  preso  á  Toledo  á 
Samail  ben  Hatim. 


CAPITULO  XIII. 

De  la  prisión  y  maerte  de  Samail. 

Vifia  este  insigne  caudillo  en  su  casa  de  Sigüenza ,  al  parecer  tran- 
quilo ,  cediendo  al  poderoso  impulso  de  las  circunstancias ,  sin  pensar 
en  otra  cosa  que  en  conversar  con  algunos  de  sus  antiguos  amigos,  y 
holgarse  con  ellos  en  el  ocio  y  comodidad  de  su  casa.  Cuenta  Abu  Becre 
Razi  que  en  un  convite  que  dio  á  sus  amigos  con  mucha  profusión  y  apa- 
rato, en  la  mayor  alegría  delfestin  dijo  unos  versos  fatidicos,  que  sus 
anoDcios  fueron  muy  en  breve  cumplidos.  A  pocos  dias  fué  cercada  su 
casa  por  el  caudillo  Bedre  con  una  compañía  de  caballos ,  lo  prendió  y 
Iteró  á  una  torro  de  Toledo ,  y  poco  después  le  dieron  muerte  en  su 
prisión.  O  fué  temor  de  su  genio  astuto  y  ambicioso,  sospechas  mas  ó 
menos  fundadas,  ó  calumnia  de  sus  enemigos,  que  parece  harto  mas 
reronmil :  pues  después  de  su  muerte  se  divulgaron  perfidias  y  teme- 
rarias conspiraciones,  que  no  podian  proceder  de  un  mediano  discurso. 
Foé  la  amerte  de  Samtdl  año  142. 

Estaba  el  rey  Abderahman  en  Sevilla  hospedado  en  casa  propia  de 
Hayút  beo  Molemis  el  Hadrami  de  Hemesa ,  que  era  de  los  mas  nobles 
jeques  do  las  tribus  de  Siria ,  y  cedió  al  rey  su  casa  con  cuanto  habia 
en  ella ;  y  el  rey  Abderahman  admitió  su  generosa  dádiva  por  no  desai- 
rarle. Vivió  poco  tiempo  después,  y  el  rey  Abderahman  honró  su  me- 
moria con  unos  elegantes  versos  en  que  celebró  su  hospitalidad ,  su  mu- 
rafioencia  y  otras  nobles  prendas :  diciendo  que  al  faltar  del  mundo 
Hayút  ben  Molemis  habian  desaparecido  con  él  la  bondad,  la  gracia ,  la 
hospitalidad  y  el  valor.  Se  detuvo  el  rey  en  Sevilla  gran  parte  del  ailo 
143  (760) ,  y  en  este  tiempo  hizo  la  Almunia  ó  huerta  amena ,  que  Ila- 
ubnn  de  Rabunales,  y  labró  en  ella  una  hermosa  torre ,  y  plantó  una 
pahna,  d^  la  cual  procedieron  las  que  hay  ahora  en  esta  tierra ,  y  aquel 


^  HisrroRiA  DE  u  wíñtmkam 

iHietfe  Báiiift  éempte  deqmesRaMá  $  y  asi  hay  íflgiuioB  qoe  dicen  que 
jfor  éñÍB  fábBñ  bifoel  rey  Abderabman  aqneDos  tenas,  y  úopor  la  de 
GArdobá :  skbelo  Dios. 


CAPITULO  XIV. 

De  U  tnsurreccion  de  Ben  AdrA  en  Toledo. 

Ofeponiaei  rey  Abderabman  sd  salida  para  yisitar  la  Espafia  oriental, 
cuando  tuvo  aviso  de  haberse  levantado  en  Toledo  contra  su  vrazir 
una  familia  muy  poderosa  en  aquella  tierra  de  las  gentes  de  Hemesa , 
acaudilladas  de  fiixóm  ben  Adra  el  Febri ,  pariente  de  Jusuf :  habían 
ocupado  el  alcázar ,  y  el  vrazir  de  la  ciudad  salió  prcdpitadamente 
huyendo  de  los  conjurados,  y  asi  se  libró  de  la  muerte :  muchos  hon- 
rados muslimes  qtie  se  opusieron  á  los  rebeldes  fueron  despedazados  por 
ellos.  Sacaron  de  la  torre  en  que  estaba  preso  á  Casim  hijo  de  Jusuf,  y 
solicitaron  ¿  la  rebelión  á  todos  los  pueblos  de  la  provincia.  Reunieron 
á  sus  banderas  todos  los  bandidos  que  había  en  la  tierra ,  y  con  los  te- 
soros de  Hixém  ben  Adra ,  esparcidos  con  loca  prodígadídad  entre  la 
gente  baldía  y  miserable ,  se  adlegó  una  hueste  de  diez  mil  hombres , 
gran  parte  de  ellos  malhechores  que  no  osaban  antes  entrar  en  poblado. 
Uenó  de  pesar  esta  nueva  al  rey  Alnlerahmah ,  y  salió  con  la  caballería 
de  Córdoba  y  africana ,  que  estaba  en  la  ciudad ,  ordenando  que  le 
siguiesen  á  Toledo  con  sus  gentes  los  de  Mérida  y  sus  comarcas.  A  la 
llegada  de  la  caballeria  de  Córdoba  á  tierra  de  Toledo  se  acogieron  á  la 
ciudad  todas  las  tropas  de  los  rebeldes  que  corrían  los  campos  de  tala- 
trava  y  de  Guadalhijara ;  como  no  era  geUto  de  guerra ,  ni  ejercitada 
en  las  armas,  no  trataron  de  oponerse  á  las  tropas  del  rey,  ni  pelear  en 
tí  campo ;  pero  defendían  bien  las  puertas  de  la  ciudad  desde  las  torres 
y  almenas  de  sus  muros ;  y  como  la  posición  de  la  ciudad  es  efi  logar 
alto  y  fuerte,  bien  cei*cada  de  altos  y  torreados  muros,  sn  defensa  era 
fácil.  Viendo  el  re^  que  el  cerco  seHa  largo ;  asi  por  la  fuerza  de  la 
ciudad ,  como  por  la  desesperada  obstinación  de  los  r^eldes,  que  tenían 
oprimidos  á  los  ciudadanos ,  movió  tratos  de  avenencia  con  ellos , 
aunque  con  harta  repugnancia  suya,  por  consejo  de  su  hagib  Temam 
ben  Alcama ,  que  sabia  que  era  forzoso  levantar  el  campo  para  acudir 
á  las  costas  de  Algarbe ,  donde  amenazaba  no  menos  peligrosa  t^npes- 
tad.  Propuso  el  hagib,  como  v^ali  que  era  de  Toledo,  á  los  caudillos 
de  la  rebelión  en  ella,  que  si  en  tresdias  se  viniesen  á  la  merced  del 
rey  que  les  ofrecía  una  generosa  avenencia  y  olvido  de  su  desacato  y 
perGdia.  Instado  Hixém  ben  Adra  de  su  familia  y  de  los  clamores  de 
gran  parte  de  los  vi^cinos  que  no  podian  sufrir  las  incomodidades  del 
sitio,  y  menos  todavía  las  vejaciones  de  los  defensores,  envió  á  su 
hijo  Nohamad  á  suplicar  al  rey  que  los  perdonase ,  como  esperaban  de 
su  generosidad .-  el  rey  dijo  que  á  todos  los  perdonaba  sin  mas  condición 
que  Hixéra  entregase  sin  dilación  las  puertas  de  la  ciudad ,  y  Tíniese 
confiado  al  campo  del  rey.  Con  no  poco  temor  y  desoonOanca  se  resolvió 


DB  LOS  ÁRABES  EN  ESt^ÁÑA.  ^i 

Hiiéta  á  Teñir  al  pabellón  del  rey  Abderahmaii ;  pero  Itft  tetmclaé  de 
m  hqo  j  de  oíros  princi[tales  cindadanos  que  se  ofrederon  A  venir  en 
sn  oompañia  rencieron  sos  recelos.  En  el  mismo  día  entregó  la  ciudad , 
y  se  presentó  al  rey  qne  le  dijo  que  aunque  por  su  rebelión  y  por  los 
onles  que  babian  causado  eran  merecedores  de  muy  graves  castigos , 
todos  dk»  estatmn  p^donadosy  podian  volta^  á  sos  casas  con  segu- 
ridad ;  que  solamente  quería  quedase  en  rehenes  el  hijo  de  Hixém  ben 
AdrA,  j  que  Casim  ben  Jusuf  ftiese  otra  vez  á  su  prisión.  Algunos  catt- 
diOos  aconsejaban  ál  rey  que  para  seguridad  mandase  cortar  la  cabeza 
áSHxémy  á  los  otros  de  Hemesaáus  parciales;  pero  el  rey  dijo  que  por 
todo  d  mundo  no  fidtaria  A  su  palabra.  Puso  el  rey  por  wazir  de  To- 
ledo al  caudillo  Said  ben  Almesib ,  y  luego  partió  á  Córdoba  y  mandó 
que  se  retirase  ¿  su  provincia  la  gente  de  Mérida  qát  habia  venido  al 
cerco  de  tVdedo ,  y  el  rey  entró  en  Córdoba  al  fin  del  aiSo  ÍH  (761}. 


CAPITULO  XV. 

De  la  Tenida  del  wali  de  Cainran  contra  Abderahman. 

No  bien  habia  el  rey  descansado*  de  la  fatiga  de  su  expedición  cuando 
sn  hagib  Tonam  ben  Alcama  le  manifestó  unas  cartas  que  envialm  el 
jeque  de  Medina  Tahart ,  capital  de  las  tribus  zenetas ,  en  que  avisaba 
qneAly  ben  Mogueith,  wali  de  Cairvan,  con  numerosahueste  preparaba 
Qtt  desembarco  en  tas  costas  de  Espada ,  para  establecer  en  ella  la  auto- 
ridad del  califa  de  Oriente  Abu  Oiafar  Almanzor ;  que  todos  los  walies 
de  Egipto  y  de  África  estaban  encargados  de  echar  de  España  al  fugi- 
tivo Abderahman  ben  Moavia.  Estas  nuevas  que  ya  tenia  el  hagib  habían 
sido  laa  que  le  persuadieron  ¿  tratar  de  avenencia  con  los  rebeldes  de 
Toledo :  7  poco  tiempo  después  avisó  el  wali  de  Mérida  ^  que  en  las 
costas  de  Algarbe  habia  desembarcado  una  buena  hueste  de  gente  de 
á  pié  j  de  á  caballo,  que  luego  habia  corrido  la  tierra  proclamando  ál 
cáBia  de  Oriente ,  tratando  de  ilegitimo  y  de  usurpador  al  rey  Abde- 
nrimian  ben  Moavia.  Puso  en  cuidado  al  rey  Abderahman  este  aviso ; 
pera  manifestó  que  solo  séntia  las  fatigas  que  estos  temerarios  movi* 
meñUsé  producían  á  sus  provincias,  dio  orden  á  los  caudiltos  de  reunir 
beriMdleria  de  las  comarcas ,  y  que  pasasen  á  las  costas  de  Algarlieeon 
mndlia  dfligencia. 

Luego  qtle  llegó  á  Toledo  la  noticia  del  desembarco  del  wali  de 
Cainran  en  Algarbe  con  numerosas  tropas  volvió  á  excitarse  en 
aqoelb  dodad  el  fuego  mal  apagado  de  la  rebelión.  Hixém  ben  Adré  el 
Fehrí  y  sas  pardales  acometieron  al  Alcázar,  y  degoQaron  á  cuantos  fo 
defentUan ,  y  entre  ellos  al  wazir  de  la  ciudad  Said  ben  Almesib ;  se 
apoderaron  de  bs  puertas  y  fortalezas  de  la  dudad ,  y  proclamaron  al 
cali&  de  Oriente.  Gomo  la  fama  vuela ,  y  con  increiblc  celeridad  cuando 
y  divttlga  alborotos  y  calamidades  de  pneblos,  luego  se 
en  Gftrdoba  lo  acaecido  en  Tcdcdo.  Ordenó  d  rey  que  partiese 


92  HISTORU  DE  LA  DOMINACIÓN 

á  Toledo  su  caodillo  Bcdre ,  y  reuniendo  las  genlcs  de  CalatraTa,  Ta- 
layera ,  Udés  y  Webde  pusiesen  riguroso  cerco  á  la  ciudad ,  y  les  mandó 
llevar  con  dios  á  Muhamad  el  hijo  de  Hixém  ben  Adra ,  para  obligar 
al  padre  á  entregar  la  ciudad ,  ó  quitarle  la  vida. 

Reunida  la  caballcria  de  Córdoba  y  de  sus  comarcas,  partió  el  rey  por 
Gástala  á  Silbe  y  Mirlóla ,  donde  debia  reunirse  la  cabaUeria  y  gente  de 
Mérida.  Los  africanos  del  wali  de  Cairran  corrían  la  tiorra  basta  Beja  y 
Jabora,  y  exhortaban  á  los  pueblos  á  tomar  armas  contra  el  rey  Adaghd, 
aventurero  advenedizo  ^  resto. miserable  de  una  Tamilia  proscripta  y 
exccmiulgada  en  todos  los  alminbares  ó  pulpitos  de  las  aljamas  de 
Oriente:  mucha  gente  tímida  y  supersticiosa  se  persuadió  de  estas  ¡hto- 
clamas,  y  siguió  las  banderas  del  i^ali  de  Gairvan ,  que  para  seducir  á 
los  ignorantes  y  gente  menuda  y  baldía  de  los  pueblos  Uevaba  delante 
de  si  una  bandera  que  deda  haber  recibido  de  las  manos  del  caUfa ,  y 
ofrecía  grandes  premios  y  recompensas  á  los  buenos  muslimes  que  la 
siguiesen.  No  faltó  gente  vana  é  inconstante ,  amiga  de  novedades ,  que 
se  dejó  llevar  del  corriente  y  de  las  vanas  promesas  de  Aly  ben  Mo- 
gueíth,  de  suerte  que  con  sus  africanos  y  esta  chusma  allegadiza  com- 
ponía  una  respetable  hueste  en  apariencia.  Reunidas  las  tropas  de 
Abderahman  de  Córdoba  y  de  Mérida  las  dividió  en  tres  óuerpos ,  en 
delantera ,  batalla  y  de  la  zaga  $  su  fuerza  principal  era  toda  de  la  ca- 
ballería de  Córdoba,  Sevilla  y  Jerez.  Adelantáronse  los  adalides  y 
campeadores  hasta  descubrir  el  campo  de  los  africanos  que  era  harto 
numeroso,  salieron  estos  y  se  trabaron  algimas  escaramuzas  de  poca 
importancia.  Había  llegado  al  campo  de  Aly  ben  Mogueíth  el  mismo 
Hixém  ben  Adra  para  persuadurle  que  sin  díilacion  y  en  seguidas  mar- 
chas fuese  á  ocupar  la  capital  de  España ,  la  gran  ciudad  de  Toledo  que 
él  tenia  á  disposición  dd  poderoso  señor  y  califa  de  los  muslimes  de 
wiente  y  occidente.  La  venida  de  este  jeque  y  las  facilidades  que  pro- 
ponía deslumhraron  al  v^ali  do  Gairvan ,  y  se  persuadió  que  con  sok) 
ganar  una  batsJla  se  hacia  dueño  de  toda  España.  Dio  sus  disposiciones 
para  pelear ,  y  á  otro  día  á  la  hora  del  alba  se  avistaron  ambas  huestes, 
principió  la  batalla  por  parte  de  los  africanos ,  que  fué  muy  sangrienta 
hasta  la  mitad  del  día :  á  la  tarde  cargaron  los  andaluces  con  tanta  pu- 
janza y  ardimiento,  que  los  pusieron  en  desorden ;  la  gente  de  á  pié  y 
allegadiza  que  había  en  la  hueste  délos  de  África  huyó  al  campamento 
y  principió  á  robarlo,  y  los  africanos  que  lo  guardaban  á  pelear  contra 
ellos ;  <ie  suerte  que  en  ambas  contiendas  quedaron  desbaratados.  Aly 
ben  Mogueíth  murió  peleando  con  mucho  valor.  Huyeron  gran  parte 
de  los  suyos  á  diversos  puntos ,  los  mas  á  la  costa  para  volverse  á  África. 
Quedaron  muertos  en  el  campo  de  bataUa  siete  mil  africanos,  y  entre 
ellos  el  wali  de  Gairvan  Aly  ben  Mogueíth  su  caudillo:  mandó  Abde- 
rahman cortarle  la  cabeza ,  y  desmeoUada  y  canforada  la  envió  con 
secreto  y  celeridad  á  Gairvan ,  y  la  puso  de  noche  un  cordobés  encar- 
gado de  esta  comisión  en  la  columna  ó  rollo  de  la  plaza  de  aquella  ciudad 
oon  un  escrito  que  decía :  Asi  castiga  Abderahman  ben  Moavia  ben 
Omeya  á  los  temerarioscomo  Aly  ben  Mogueith,  valí  de  Gairvan.  Fué 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  9S 

cs(a  Tícloría  el  año  146  (763).  Otros  dicen  un  año  antes ,  pero  lo  pri- 
mao  es  mas  seguro.  Ordenó  el  rey  Abderahman  qae  se  persiguiese  á 
los  fagitÍTos ,  ofreciendo  seguro  de  la  vida  á  los  que  rindiesen  sus  armas, 
ó  se  viniesen  á  sus  banderas ,  y  volvió  á  Córdoba  para  proseguir  la  re- 
docdoo  de  Toledo. 


CAPITULO,  XVI. 

Del  leranUmieiUo  del  alcaide  de  Sidoma. 

Hixém  ben  Adra  con  sus  parciales  no  siéndole  fácil  yolver  á  entrar 
en  Toledo,  que  estaba  cercada  con  mucho  rigor  por  los  caudillos  de 
Abderahman ,  solicitó  á  la  insurrección  á  los  alcaides  de  Sidonia  y  de 
Jaén  y  otros  de  Andalucia :  tuvo  la  imprudencia  de  entrar  en  aquella 
ciudad ,  conGando  en  el  valor  de  su  alcaide  Said  ben  Husein  el  Yahsebi , 
qoc  era  de  los  Alabdarícs ,  y  conocido  por  el  Matari ,  y  también  se  juntó 
á  estos  temerarios  Sakfan  ben  Akma  que  había  sido  antes  alcaide  de  Si- 
donia ;  7  Abdala  ben  Harasa  el  Asedi  que  lo  había  sido  en  Jaén ,  y 
descontentos  de  su  suerte  y  estado  querían  novedades  ó  venganzas :  con 
hs  reliiiuias  del  ejército  desbaratado  en  Beja,  y  con  mochos  bandidos 
formaron  compañías  de  caballería  que  corrían  y  robaban  la  tierra ,  sin 
afaslencrse  de  talar  las  siembras  y  plantíos  con  bárbaros  y  desusados 
cslR^os :  estas  algaras  llegaron  á  las  puertas  de  SeviUa ,  y  por  sorpresa 
Ikgaroii  á  ocupar  sus  puertas.  Informado  el  rey  de  estas  talas  y  desór- 
denes montó  á  caballo,  dio  orden  á  su  hagib  de  juntar  la  caballeria  de  la 
provincia ,  y  lu^o  partió  con  sus  zenetes  y  afric^os,  y  for  otra  parte 
los  alcaides  de  &ibra ,  Ezija  y  Carmona ,  con  la  caballeria  de  sus  ciu- 
dades, fueron  á  reunirse  con  el  rey  Abderahman  :  el  wali  de  Sevilla  que 
había  salido  de  la  ciudad  por  la  entrada  de  los  rd)eldes ,  luego  que 
allegó  sos  gentes  fué  á  buscar  á  sus  enemigos,  estos  abandonaron  la 
ciudad  sabiendo  que  tantas  gentes  iban  contra  ellos ,  y  robando  los  de- 
pósitos de  armas  y  la  casa  del  rey,  huyeron  precipitadamente.  Encontró 
estas  gentes  Abdelmelic  ben  Omar  ben  Meruán ,  y  peleó  con  ellos ,  y  los 
roaqwóy  deshizo ,  y  los  persiguió  hasta  Sidonia,  donde  se  encerraron : 
dejó  puesto  cerco  á  esta  ciudad,  y  partió  con  esoogida  gente  á  Sevilla  y 
á  saludar  al  rey  y  excusar  su  descuido.  Luego  en  el  campo  de  batalla 
pareció  muerto  Husein  el  Yahsebi ,  y  cortada  su  cabeza  mandó  el  rey 
ponerla  en  una  pica ,  y  manifestarla  A  los  que  se  habian  refugiado  en 
Sidonia:  fué  esto  ano  148.  Encargóse  al  alcaide  de  Carmona  que  )a 
llevase  con  su  gente  al  cerco  de  Sidonia ,  luego  después  salió  Abdelmelic 
de  ófden  del  rey  con  los  alcaides  de  Ezija  y  de  Cabra  y  su  gente ,  y 
fueron  sobro  Sidonia :  cansó  gran  espanto  á  los  rebeldes  la  llegada  su- 
resiva  de  estas  tropas ,  y  como  conGaban  poco  en  los  vecinos  de  la  ciu- 
dad ,  y  lodo  el  peso  déla  defensa  debia  cargar  sobre  ellos ,  les  pareció  á 
estos  hombres  ammosos  aprovechar  sus  fuerzas  y  brazos  en  campo 
abierto ,  antes  que  esperar  la  muerte  cierta  después  de  unas  inútiles 
y  viles  fiítigas :  lomaron  este  partido  todos  ^  aunque  contra  la  opinión 


pi  BmORU  DE  Lk  DOMINACIOR 

<fe  Híxém  ben  Adra  el  Febrí,  que  por  m  deigrada  estaimalli  reAigiado. 
£raya  viejo  y  no  se  sentía  con  fuerzas  ni  soltura  para  la  batalla,  pero 
el  tnsle  se  perdió  por  su  mal  consejo  ^  aunque  este  suele  servir  muy 
poco  cuando  falta  ó  no  favorece  la  fortuna. 

Estaban  los  del  campo  con  mas  confianza  de  loque  requería  la  ocasión 
estando  con  enemigos  tan  cerca,  pero  no  sospechaban  que  tan  poca 
gente  intentase  salidas  contra  un  campo  tan  numeroso.  Los  caudillos 
rebeldes ,  con  gran  secreto  ^  porque  los  d^  la  ciudad  no  penetrasen  sa 
intento ,  esperaron  la  tercera  vela  de  la  noche,  y  dispuestos  todos  sa- 
lieron por  (k)s  contrarias  puertas  aun  mismo  punto  con  ánimo  de  morir 
ó  abrirse  paso ,  para  acogerse  á  las  serranías  de  Ronda.  Muchos  fueron 
bario  felices ,  y  lograron  romper  por  el  campo  de  los  cercadores  como 
Sakfan  ben  Akma,  yHafila,  y  otros  bandidos;  pero  cayó,  herido  su  ca- 
ballo ,  el  jeque  Hixém  ben  Adra  el  Fehri ,  y  fué  encadenado  con  otros 
suspardsdes  que  tuviéronla  misma  suerte.  A  la  hora  del  alba  salieron 
los  de  Sidonia  á  manifestar  su  obediencia  inalterableal  rey  Abdorahman. 
Luego  envió  Abdelmelic  la  nueva  de  este  acaecimiento  al  rey,  y  con 
los  alcaides  de  Ecija  y  Carmona  la  cabeza  del  rebelde  Hixém ,  recejando 
que  todavía  la  bondad  del  rey  le  dejase  la  vi(|la  :  fué  esto  afio  148  (765). 


CAPITULO  XVII. 

Da  U  Teaid»  del  Mekoeii  oontn  Abderahmsn. 

Los  rebeldes  Sakfan ,  el  Hafila,  Abdala  ben  Harasa  el  Asedi  y  sus 
secuaces  se  enriscaron  en  aquellas  sierras  y  por  tierra  de  Elbira;  no 
contentos desu  buena  suerte,  pues  habían  escapado  de  tantos  peligros, 
pasaron  en  África  y  solicitaron  auxilios  de  los  walíes  de  Almagréb : 
entre  otros  se  dejó  llevar  de  sus  promesas  un  joven  valí  de  Meknesa, 
llamado  Abdelgafir  el  Meknesi,  que  se  preciaba  de  descendiente  de 
Fatima,  hija  única  del  Anabi  Mahomad,  y  esposa  de  Aly ,  el  primo  dd 
nusmo  Mahomad.  Con  este  se  unieron  varios  aventureros  de  África, 
que  deslumhraron  las  relaciones  de  los  rebeldes  de  las  serranías  de 
Ronda  y  de  Hbira.  Estos  y  sus  parciales  divulgaron  la  fama  del  poder 
de  este  wali ,  que  venia  con  grandes  huestes  y  muchas  riquezas  para 
pagar  y  premiar  los  servicios  de  los  buenos  y  leales  muslimes  que  toma- 
sen armas  contra  el  rey  Adaghel,  que  injustamente  ocupaba  el  trono  de 
España.  Estos  movimientos  y  asonadas  negaron  á Córdoba ,  y  mandó  d 
rey  Abdcrahman  que  la  gente  de  Elbira  persiguiera  á  los  de  aquellas 
serranías ,  que  levantaban  los  pueblos  de  aquellas  comarcas ,  y  que  en 
AlmunecAb  hubiese  un  precio  considerable ,  y  que  guardasen  las  naves 
de  aquella  costa  y  las  de  Almeria  las  entradas  de  toda  aqudla  marina : 
ofreció  una  gran  cuantía  de  doblas  por  las  cabezas  de  los  caudillos  re* 
beldes,  y  este  arbitrio  los  puso  en  mucho  desvelo  y  desconfianza.  A 
pesar  de  ella  el  triste  Abdala  ben  Harasa  el  Ascdl  fué  asesinado  en  Jacn, 
y  su  cabera  presentada  en  Córdoba  el  año  149  (766).  En  este  tiempo 


T»  ifiS  Afí4Bf&  £ff  fSfAifA.  |§ 

Affd  teD  Abdenlhnan  el  Xeibaní ,  wali  de  la  ifigion  4»  E|Mi»f  quB 
Ma  h  guerra  á  los  rebeldes  de  la  sierra  con  raria  for  tima ,  tu  vp  no- 
tina  de  Jiabcr  desembarcado  en  aquellas  costas  alguna  gente  y  cabaU/ería 
k  Afrka :  esta  fué  la  primera  que  ux>rtó  en  España  acaudillada  del 
NdkDcsi,  luego  se  reunid  ^  los  rebeldes  de  la  sierra,  j  osaron  bajar  ¿ 
hscampffias. 

Entre  tanto  el  rey  Abderabman  mandaba  á  sus  walies  que  termjnawi 
d  higo  cerco  de  Toledo,  que  se  bacía  con  mucha  flojedad  y  descaída, 
procediendo  esto  d/e  las  relacione»  é  inteligencias¡que  habia  entre  loa 
Mcampoylos  de  la  ciudad:  no  se  daban  combates,  ni  se  guardaban 
ksalidas  por  parte  de  I09  cercadores,  ni  se  impedían  entradas  dapro» 
TisioQcs  en  barcos  por  el  rio,  y  los  délos  pueblos  déla  comarca  euUiv«- 
bn  sos  campos  y  condudan  á  14  dudad  sus  frutos  sin  grandes  difionl- 
tete.  Luego  partió  Temam  ben  Alcama  al  cenco  de  Toledo ,  yaHiaa 
presencia  ^  dieran  oombaies,  y  se  initentarra  escalabas  por  la  parla 
DOS  baja  del  muro,  yeomo  ka  de  la  dudad  vimn  ac^ecenlane  d  nú* 
nerode  loa  sitiadores ,  y  las  disposidonea  acUvaf  para  entrar  la  ali- 
gad, aiovídoa  desntemordeexperinieijütarlasaaadelosTenoedcMries, 
bcflitaroD  loa  parciales  de  Gasim  ben  Jusuf ,  que  este  se  saliese  ¿  nado 
pord  arrabal  de  aq;ueUa  parte  superi<Nr  dd  rio,  y  luego  foe  este  salié 
abríeroo  las  puertas  de  la  ciudad  implorando  Jadomenda  del  rey  ,f 
eicQsándoae  oon  que  babian  sido  forzados  de  los  bandidos  y£uni}iade 
Fdirí ,  y  que  no  nabian  tenido  parte  en  la  amerte  diel  waaár  Saüd  bd 
AloMsib,  que  todo  babia  sido  obra  de  los  Hemjjseacw  y  parciales  del 
Fefarí.  Temam  desasmó  a  todos  los  de  la  dudad,  ylesproaaetióquejoi- 
teroederia  con  el  rey  para  que  usara  oon  eUos  d6Sttbe¿Ú;ni4a4«JW)t 
rcndkK)adeT<ded9eDfindelaaol48  (765). 


CAPITULO  xvm. 

Eb  eslc  mismo  año  envió  el  rey  Abdcralnnaa  los  caudillos  de  frontera 
Nadkar  y  Zeid  bon  Aludháh  el  Asbai  á  los  montes  de  Qalidaque  están 
'I  «tentrion  de  España  y  ¿  los  montes  Albaskenzes ;  visitaron  la  tierra 
dt  Cauda»  y  persiguieron  algunas  reuniones  y  taifas  de  cristianos  re- 
ndes ,  que  conGadc»  en  la  aspereza  de  aquella  tierra  ufaban  la  obe- 
'Ñticia  al  weji  por  la  mayor  parte  eran  estos  infieles  fugitivos  délas 
PvoTiocias  de  España.  Volvieron  á  Córdoba  con  muchas  riquezas ,  ga- 
Mk)  y  cnativos.  Referían  de  estos  pueblos  de  Galicia ,  que  son  cristia- 
*us  y  de  los  mas  bravos  de  Afranc ;  pero  que  viven  como  fieras ,  que 
imca  lavan  sus  cuerpos  ni  vestidos,  que  no  se  los  mudan  y  los  llevan 
puestos  bttita  que  se  los  caen  despedazados  en  andrajos ,  que  entran 
en  las  casas  de  otro^  sin  pedir  licencia.  En  este  aiio  mandó  d  rey 
rc^parar  los  muros  de  Córdoba ,  y  oonstruir  una  fortaleza 
'^dla- 


96  fliSTORIA  BE  LA  DOMINACIÓN 

*  El  wdi  de  Ebira  Ased  ben  Abderahman  el  Xeibani  salió  con  sa  gente 
contra  los  rd>eldc8  y  bandidos  que  infestaban  las  costas  de  tierra  de 
Almonecáb  y  de  Almería ,  y  peleó  con  ellos ,  y  los  Tenció  y  puso  en 
fuga ;  pero  fué  gravemente  herido  de  lanza  y  de  saeta ,  y  le  fué  forzoso 
retirarse  á  Elbira ,  y  sos  heridas  fueron  causa  de  su  muerte ,  que  acae- 
ció en  principio  del  año  150  (767).  Su  muerte  fué  muy  sentida  del  rey 
por  su  yaior  y  prudencia  :  este  valí  fué  quien  dirigió  las  obras  délas 
nuevas  fortalezas  de  Granada  :  puso  el  rey  en  su  lugar  al  siró  Abdel- 
aalem  ben  Ibrahim ,  que  servia  alrey  con  sus  doce  hijos.  Los  rebeldes 
de  las  serranías  lograron  ser  auxiliados  con  otro  desembarco  de  gentes 
de  África,  que  venian  á  reforzar  la  hueste  de  Abdelga6r  el  Meknesi ; 
con  esto  se  animaron  los  bandidos  y  se  esparcieron  sus  algaras  hasta  las 
comarcas  de  Arcos  y  Osuna.  Avisado  de  estas  excursiones  el  wali  de 
Sevilla ,  sin  mas  gente  que  la  de  Garmona  y  la  de  su  ciudad  salió  á  con- 
tenerlas, y  trabó  con  eUas  varias  escaramuzas  de  corta  importancia. 
Escribió  al  rey  Abderahman  que  enviase  alguna  caballería  de  las  comar- 
cas de  CórdclNi  para  reprimir  el  atrevimiento  de  estos  rebeldes  :  luego 
se  pusieron  en  camino  los  alcaides  de  Ecija  y  de  Baena,  y  con  los  de 
Sevilla  y  Garmona  continuaron  la  guerra  contra  Abdelgafir  y  sus  bandi- 
dos con  varia  fortuna  :  asi  pasaron  mucho  tiempo  con  frecuentes  pero 
leves  escaramuzas ,  excusando  los  africanos  las  ocasiones,  v  evitando 
con  destreza  el  venir  á  batalla  de  importancia ,  ocupando  siempre  las 
alturas ,  porque  la  caballería  de  los  andaluces  no  aprovechara  la  ven- 
taja que  scAre  ellos  tenia  :  fatigándola  con  sus  continuos  rebatos  noc- 
turnos y  alboradas,  procurando  siempre  teñera  sus  contrarios  en 
inquietud  y  sin  un  puuto  de  reposo. 

Al  principio  del  año  151  (768)  aportaron  cerca  de  Torlosa  diez  barcos 
grandes  con  el  caudillo  Abdala  ben  Habib  el  Sekelebi  y  tropas  africanas 
para  reforzar  el  ejército  de  los  rebeldes ,  porque  estos  fingían  victorias 
y  progresos  que  no  conseguían;  y  asi  lograban  excitar  á  los  waliesdc 
África  ¿  auxiliarlos  con  las  esperanzas  que  sus  fingidos  triunfos  ofre- 
dant  Luego  que  estas  tropas  desembarcaron  en  aquella  costa ,  divul- 
garon que  seguirian  nuevos  socorros  de  armas  y  gente ,  que  en  poco 
tiempo  echariau  al  hijo  de  Moavia  del  reino  qué  tenia  usurpado,  h» 
alcaides  de  las  comarcas  de  Tortosa  avisaron  sin  dilación  al  vali  de 
aquella  ciudad ,  y  este  al  de  Tarragona  y  ftl  de  Barcelona ;  y  asi  la  fama 
de  este  desembarco  se  extendió  pcH*  toda  España ,  acrecentando  el  nú- 
mero y  calidad  de  la  gente.  Luego  que  el  rey  Abderahman  tuvo  noticia 
de  esto,  sin  mas  compañía  que  sus  caballos  zenetes  y  los  wazires  y  cau- 
dillos que  se  hallaban  en  Córdoba,  partió  á  tierra  de  Tadmir  y  de  Va- 
lencia ,  juntando  al  paso  mucha  cabaüeria ;  pero  antes  de  llegar  á  Va- 
lencia recibió  aviso  del  wali  de  Tortosa,  que  con  las  gentes  dcaqaeOa 
comarca  y  la  caballeria  de  Tarragona ,  sin  mucha  dificultad ,  había  des- 
baratado y  puesto  en  fuga  á  los  africanos ,  que  no  hablan  logrado  vol- 
verse á  embarcar ,  porque  las  naves  de  Tarragona  habian  quemado  y 
puesto  en  fuga  las  &  los  contrarios  :  que  estos  se  habian  retirado  á  los 
montes ,  donde  los  perseguían  sus  alcaides.  Hdgó  mucho  Abderahman 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  91 

coa  esta  nueva ;  y  aunque  ya  su  presenda  no  era  necesaria ,  quiso  pasar 
jddante  por  visitar  las  ciudades  que  tan  bien  le  habían  servido  en  esta 
ocasión :  llegó  á  Barcelona  y  dio  gracias  al  wali  Abdala  Aben  Salema 
por  sos  oportunos  socorros ,  y  por  el  buen  estado  de  las  naves  de  aqueUa 
costo,  manifestándole  que  convenia  mantenerlas  siempre  con  el  mismo 
cuidado,  por  los  importantes  servicios  que  harian  guardando  la  tierra, 
amo  habían  hecho  las  de  Tarragona.  Luego  se  volvió  el  rey  por  Wesca 
y  Zaragoza,  y  en  todas  partes  fué  recibido  con  demostraciones  de  mu- 
cha alegría  :  después  de  algunos  dias  pasó  á  Toledo,  y  estuvo  en  ella 
poco  tiempo,  y  por  Galatrava  se  vino  ¿  Córdoba ,  y  el  día  de  su  entrada 
en  dh  fué  un  día  de  gran  fiesta. 

La  nueva  del  desembarco  del  Sekelebi  animó  á  los  rebeldes  de  las  com- 
pañías del  Meknesi ,  y  se  aventuraron  á  probar  fortuna ,  y  dieron  bata- 
lla en  Astaba  á  los  de  Sevilla ,  y  en  eOa  lograron  desordenar  y  poner 
en  fuga  á  los  caudillos  de  Baena  y  Carmona  *.  esta  ventaja ,  muy  cele- 
brada por  los  descontentos  y  amigos  de  novedades ,  acaloró  los  ánimos 
ioqnietos  de  algunos  sediciosos  de  Sevilla ,  entre  ellos  un  jeque  llama- 
do Hayún  ben  Salem ,  y  se  pusieron  en  inteligencia  con  los  de  Abdel- 
gafir  d  Meknesi »  ofrecióidole  entregar  la  ciudad  á  sus  gentes  si  vinie- 
«ádla. 


CAPITULO  XIX. 

ne  la  entrada  det  MefaiMi  en  Sevilla ,  y  de  fla  muerte. 

Reunió  Abdelgafir  toda  la  gente  que  seguía  sus  banderas ,  y  descen- 
dieron todos  los  bandidos  de  las  sierras  de  Ronda  y  Antequera.  Junta 
n  gente  dispuso  sus  compañías ,  y  ordenó  á  sus  caudillos  que  antes  del 
día  estuviesen  á  punto  para  acometer  á  los  de  Córdoba  y  SeviUa.  Estaba 
«icargado  del  mando  de  los  campeadores  de  Sevilla  Casim  hijo  de  Ab- 
ddmdic,  v?ali  de  aquella  ciudad  :  este  mancebo  todavia  en  su  primera 
javentud,  y  no  acostumbrado  á  los  horrores  de  la  guerra^  fué  encar- 
gado por  sa  padre  de  hacer  k  descubierta  y  reconocimiento  de  las  posi- 
ciwies  y  movimientos  de  los  enemigos ;  y  sorprendido  de  los  campea- 
dores ooDtrarios,  sin  reflexión  volvió  brida  á  su  caballo,  y  vino 
precipitadamente  al  campo  de  su  padre :  lleno  Abdelmelic  de  saña  al 
verle  asi  venir,  le  dijo :  Muere ,  cobarde,  que  no  eres  Meruán,  no  eres 
Ujo  mió ;  y  diciendo  esto  le  arrojó  su  lanza  y  le  traspasó  con  ella ,  y 
oyó  muerto  s  todos  se  horrorizaron  de  esto ,  y  él  mandó  que  retiraran 
de  allí  la  caerpo :  luego  llegaron  los  campeaüdores  y  avisaron  que  los 
niemigQs  venían  formados  en  batalla.  Abddmelic  ordenó  su  gente  para 
redbirlos ,  y  luego  se  avistaron  ambas  huestes.  Intervinieron  idgunas 
eKaraQHuaa ,  y  alto  ya  el  sol  se  trabó  una  sangrienta  batalla  bien  sos- 
leuda  por  ambas  partes.  A  la  tarde  ^forzó  tanto  la  pelea  Abdelmelic , 
^nnpió  y  desbarató á  los  rebeldes,  y  se  dispersaron  huyendo  á  dife- 
rentes punios.  Su  calnlleria  se  dirige  la  mayor  parte  hacia  Moror  y 
Narcbeaa^  y  su  gente  de  á  piéá  las  sierras  de  Leit.  La  fatiga  del  día  no 

7 


98  HISTORIA  DE  L.\  DOMINACIÓN 

permitió  á  la  caballería  de  Abdelmelic  el  perseguir  á  sus  enemigos.  Al 
dia  siguiente ,  recelando  los  del  M cknesi  que  los  de  Andalucía  yiniescn 
á  buscarlos,  se  apresuraron  á  retirarse ,  los  mas  animosos  á  Sevilla,  y 
los  de  á  pié  y  heridos  á  las  sierras  de  Leit.  Confiaba  Abdelgafir  en  las 
promesas  de  Hayún  bcn  Salem ,  que  le  abriría  la  ciudad  de  Sevilla ,  y 
nallaria  en  ella  muchos  parciales  que  acrecentarían  su  partido.  Abdel- 
melic presumiendo  que  los  arricanos  intentarían  entrar  en  la  ciudad , 
DO  dio  descanso  á  sus  gentes  y  los  siguió  en  el  mismo  dia ,  y  los  alcanzó 
en  el  Alxarafe  en  cercanías  de  la  ciudad.  Trabóse  una  sangrienta  batalla, 
en  que  ambas  huestes  pelearon  con  igual  empeño  y  valor.  Abdelmelic 
fué  herido  muy  gravemente  y  los  mas  principales  caudillos }  al  mismo 
tiempo  en  la  ciudad  los  sediciosos  se  apoderaron  del  alcázar ,  mataron 
al  ^azir  déla  ciudad  y  á  sus  gentes ,  el  wazir  Aben  Abda  Gehwara  fué 
muy  herido  y  le  dejaron  por  muerto ,  ocuparon  las  puertas  y  facilitaron 
el  paso  del  rio  y  la  entrada  á  las  tropas  de  Abdelgafir;  pero  esta  pose- 
sión ñié  de  una  sola  noche ,  siguió  la  caballería  de  Sevilla  y  de  Córdoba 
4  los  enemigos  dentro  de  la  ciudad,  las  muertes,  la  confusión  y  voco- 
ria  de  los  que  peleaban ,  y  el  furor  y  saña  de  los  combatientes  fué  inter- 
rumpido por  la  oscuridad  de  la  noche  que  sobrevino.  Viendo  el  Mek- 
nesi  que  no  era  posible  mantenerse  en  la  ciudad,  robó  aquella  noche  los 
depósitos  de  armas  y  todas  las  riquezas  que  halló  en  la  casa  del  rey  y 
en  la  del  wali  Abdelmelic ,  y  antes  del  dia  salió  con  todos  los  suyos  y 
los  rebeldes  y  parciales  que  se  agregaron  en  Sevilla ,  aunque  poco  satis- 
fechos del  éxito  de  su  loca  perfidia.  Aceleró  su  marcha  á  pesar  de  la  fa- 
tiga de  sus  caballos ,  y  llegó  sin  ser  perseguido  á  Gástala  ^ 

Estaba  el  rey  Abderahman  muy  disgustado  de  la  duración  de  csfa 
guerra ,  que  sin  tener  mucha  importancia  fatigaba  los  pueblos  de  Anda- 
lucia  ,  y  era  el  refugio  de  los  bandidos  y  malhechores :  escribió  al  wali 
de  Mérida  que  enviase  á  Córdoba  su  caballería  para  tomar  con  mayor 
empeño  la  guerra  contra  el  Meknesi ,  que  su  ánimo  era  no  dejar  las  ar- 
mas de  la  mano  hasta  acabarla.  Luego  congregó  sus  alcaides  y  partió  el 
wali  de  Mérída  para  acompañar  al  rey ,  si  fuese  su  intención  salir  á 
esta  gu^r^.  Entre  tanto  llegó  á  Córdoba  noticia  de  la  entrada  dd  Mek- 
nesi en  Sevilla ,  k  fama  siempre  mentirosa  fingió  derrotas  y  fugas  en 
desorden  de  las  tropas  de  Sevilla  y  Córdoba ,  y  todo  se  engrandecía  y 
abultaba.  Supo  el  rey  el  verdadero  estado  de  Sievilla  y  las  graves  heri- 
das del  wali  Abdelmelic,  y  sin  mas  compañía  que  sus  africanos  quiso 
salir  á  perseguir  á  los  bandidos  .*  disuadió  el  hagib  Temam  ben  Amer 
bea  Alcama  al  rey  Abderahman  de  este  pensamiento  hasta  la  Degada  de 
la  gente  de  Mérida ,  que  no  podía  tardar :  muchos  veazires  eran  de  pa- 
recer qna  d  rey  no  díebia  saúr  á  esta.gnerra  de  malandrines ;  pero  d 
rey  deseaba  la  paz  de  sos  poebk»,  y  se  le  hadan  años  los  dias  que  este 
bien  se  dilataba. 

Llegaron á Córdoba  laslropas  de  Mérida , recibió d rey  con  mucha 
boara  al  wali  y  ¿  sus  alcaides ,  y  habiéndoles  dejado  descansar  ^s  £as 

1  CasUU ,  ahor«  GauUa  :  e«  notable  la  alteración  de  «al#t  üomhH$t  uk  (|e  Bc»U  MwMA 
Itexa ,  de  GasCulona  Cazlona. 


0E  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  99 

dispuso  811  marcha  para  buscar  á  los  del  Meknesi ,  que  avisados  de  la 
Begada  de  estas  tropas  y  caballería  de  Mérida ,  luego  vieron  que  aquella 
tenpestaid  iba  sobre  ellos.  Parecióle  al  Meknesi  que  debía  pasar  al  otro 
ímIo  del  rio  de  Córdoba,  y  buscar  en  las  conocidas  sierras  el  asilo  que  les 
cooTenia  :  otros  tenían  por  mas  seguras  las  mas  cercanas  ^  pero  preva- 
leció la  opinión  de  Abdelgafir ,  y  fueron  á  pasar  el  rio  por  Lora.  El 
ansmo  día  que  los  africanos  pasaban  el  Guadalquivir  salió  Abdcrah- 
man  de  Cordel  •  no  habían  descansado  en  la  pasada  del  rio  por  adelan- 
tar y  as^furar  sus  marchas ,  cuando  informado  el  rey  de  su  dirección 
■ando  pasar  por  los  mismos  vados  toda  su  caballería ,  y  seguirlos  y  acó- 
meterlois  en  donde  los  alcanzara.  Los  alcaides  de  Elbira  y  de  tierra  de 
Tadmir  habían  saUdo  de  Sevilla  sabiendo  el  paso  del  Meknesi ,  y  desea- 
ban también  cortarles  su  retirada  á  las  sierras :  por  fortuna  de  las  ar- 
mas de  Abderahman  se  consiguió  alcanzarlos  casi  en  una  misma  hora 
eo  oercaniaa  de  Ecya  ¿  la  ribera  de  Jeqil :  acometidos  á  un  tiempapor 
dos  diferentes  partes  no  mantuvieron  mucho  la  pelea,  los  africanos  hi- 
cieron maestra  de  su  valor  y  destreza  en  pelear  y  retirarse ,  pero  aco- 
ndos  de  los  vencedores  les  fué  forzoso  huir  á  rienda  suelta  •  perseguía 
el  alcaide  de  Elbira  al  Meknesi  que  estaba  muy  herido ,  y  habiéndole 
akaaiado  le  pasó  con  su  lanza  y  le  cortó  la  cabeza  :  la  misma  suerte 
tavIeroQ  Aben  Harasa  y  el  jeque  Hayún  bcn  Salem ,  y  otros  cincuenta 
caballeros  africanos ,  cuyas*  cabezas  presentaron  á  los  pies  del  rey  Ab- 
deralmiaii  loa  caudillos  de  Mérida  y  de  Garmona  :  las  cincuenta  cabezas 
se  enviaron  á  Elbira  y  al  presidio  de  Almunecáb  y  á  Granada,  las  del 
Meknesi  y  la  de  Aben  Harasa  á  Córdoba,  y  la  del  jeque  Hayún  á  Se- 
villa. Encabó  d  rey  que  continuase  la  persecución  de  las  reliquias 
«fispenas  de  esta  hueste,  divulgando  que  el  rey  recibiría  á  todos  los  afri- 
qoB  se  viniesen  á  su  obediencia  -.  fué  la  derrotü  y  muerte  del  Mck- 
afto  156  (77&). 

Ptaó  el  rey  Abderahman  á  Sevilla  á  visitar  y  consolar  al  wali  Abdel- 
ttcUc  beo  Ornar  ben  Meruán  que  estaba  enfermo  de  sus  graves  heridas, 
y  BM»  todavía  en  el  ánimo  por  la  muerte  de  su  hijo  Casim ;  pero  la  vi- 
sta y  presencia  dd  rey  fué  como  bálsamo  para  sus  heridas.  Luego  vino 
á  Córdoba  con  los  de  Mérida  y  alcaides  de  tierra  de  Córdoba ,  y  allí 
rpparüó  armas,  vestidos  y  hermosos  caballos  á  los  que  se  habian  dis- 
tiiqtaido  en  esta  expedición  del  Meknesi.  Encargó  el  gobierno  de  Se- 
villa ,  como  wazir  de  Abdelmelic  ben  Ornar  bcn  Meruán,  á  Abu  Omeya 
Abddgatr  ben  Abi  Abda  Gehwara,  hijo  menor  del  wazir  Hasan  ben 
MelíG  Gehwara ,  que  se  había  criado  con  el  rey  Abderahman ,  y  era  de 
w  mayor  confianza ;  el  gobierno  de  Zaragoza  y  de  toda  España  oriental 
á  Abdehneiic'  bei|  Ornar  hen  Meruán  ,  que  debería  partir  á  esta  pro- 
tincia  luego  qne  sanase  de  sus  heridas.  Considerando  Abderahman  que 
ka  wáOcñ  de  África  por  orden  de  los  califas  de  Oriente  no  cesarían  de 
,  <Mrdenó  que  su  hagib  Teman  ben  Amor  ben  Alcama ,  pa- 


*  a*  «ato  AMalOMlie  beo  Oíaar,  esto  es  hijo  de  Ornar,  qae  los  eristianos  de  su  tiempo  llama- 
nm  Qmmi»  IIím,  renlté  en  tai  erMoaa  de  «qqell«  edad  el  rey  Harailius  de  ZcragoM  que 
U  híiloria  I  romancea  do  Carlomagoo. 


too  HISTORIA  DE  LA.  DOMINAGIO!^ 

Mudo  kjM  ciudades  de  Tortosa  y  Tarragona ,  mandase  consiruir  naves 
para  guardar  las  marinas  de  España ,  y  mandó  que  se  labrasen  en  ata- 
razanas que  estableció  en  Santa  María  de  Oksonoba  en  Sevilla ,  ca 
Cartagena  Albalfe ,  ó  Espartaría ,  puerto  antiguo  de  Murcia,  y  en  Tor- 
tosa ,  y  que  huMera  siempre  algimas  en  Tarragona ,  Almería ,  Almu- 
necáb ,  Algedra  AlhadrA,  Cadisy  Welba  :  dando  el  cargo  de  anur  del 
mar  á  este  caudillo  por  sus  conocimientos  y  actividad ,  y  la  experiencia 
que  tenia  por  sus  muchos  años  de  gobiernos  en  Wesca,  y  en  Taraiona 
de  España  oriental ,  y  en  Toledo. 


CAPITULO  XX. 

M  levantamieDlo  d«  Basein  «I  Abdiri  en  ZtragoM,  j  de  U  edactcion  de  \w  hijof 

de  AMenhaMii. 

En  Zaragoza  este  año  156  (772)  Husein  el  Abdari,  que  había  sido 
irali  y  estaba  retirado ,  cansado  de  vivir  tranquilo,  y  descontento  de  sa 
fuerte ,  persuadía  con  discursos  sediciosos  á  muchos  ignorantes ,  que  no 
debían  cwtríbuir  al  rey  con  la  dédma  de  rentas ,  frutos  y  ganados , 
puesto  que  lo  empleaba  en  hacer  guerra  contra  muslimes,  y  en  man- 
tener sus  pretensiones  de  mando  contra  los  califas  de  Oriente ,  verda- 
deros señores  de  España.  £1  wazír  de  Zaragoza  con  mucho  secreto 
avisó  á  los  walies  de  Wesca  y  1\idela  y  otros  alcaides  de  la  iMX>vincia 
para  que  concurriesen  á  Zaragoza  con  gente  de  su  confianza ,  porque 
recelaba  de  los  de  la  ciudad  por  el  crédito  y  estimación  popular  que  te- 
nia el  sedicioso.  Concurrieron  los  walies,  y  fué  preso  y  descabezado 
Husein  el  Abdari :  participaron  este  acaeciiíniento  al  rey,  que  lo  tuvo 
por  bien  bedio ,  y  dio  gracias  á  sus  walies  por  su  celo  y  buen  servicio. 

Ta  en  este  tiempo  se  distinguía  el  principe  Hixém  por  su  gentileza  y 
buen  ingenio,  era  las  delicias  de  su  padre  por  su  afabilidad  y  virtuosas 
inclinaciones,  habíale  puesto  el  rey  su  padre  los  maestros  mas  doctos 
de  su  tiempo ;  y  á  fin  de  que  se  acostumbrase  á  la  práctica  de  justicia  y 
de  equidad,  mandó  el  rey  que  Hixém  y  su  hermano  mayor  Suleiman 
asbtiesen  á  la  audiencia  de  los  cadies  de  la  Aljama,  y  al  méxuar  ó  con- 
aejo  de  estado.  Celebraban  estos  principes  los  dias  del  nacimiento  de  su 
padre ,  y  daban  en  ellos  convites  muy  espléndidos  á  los  hombres  doctos 
y  á  los  que  concurrían  á  las  academias  que  celebraban  con  esta  ocasión, 
y  premiaban  ellos  los  mejores  elogios  que  se  hacían  al  rey,  y  ellos 
mismos  hadan  versos  y  discursos  elegantes ,  y  los  leían  en  estas  acade- 
mias. En  el  año  158  (774)  falleció  en  Córdoba  Moavia  ben  Saldii  de  la 
aldea  Naquíla  de  Hemesa,  cadi  mayor  de  las  aljamas  de  España,  hom- 
bre sabio  y  muy  amado  dd  rey  Abderahman :  acompañó  al  rey  gran 
parte  de  su  vida ,  y  en  todos  estados ,  asi  en  los  tiempos  de  sus  desgra- 
cias, como  en  la  prosperidad  de  su  fortuna :  su  féretro  fué  seguido  y 
acompañado  de  toda  la  ciudad ,  y  hizo  oración  por  él  d  misno  Abde- 
rahman. Nombró  el  rey  para  este  empleo  de  cadi  de  los  cadies,  6  jus- 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÍIa,  |0t 

ticB  mjor,  á  Hasan  ben  Bezar  el  Hudeili ,  Taron  muy  docto  y  tóh 
tB060,  y  para  gobernador  del  juzgado  de  GórdoiMí  á  Sirag  ben  Abdala 
ben  Staag,  que  era  su  ahorrado  y  familiar. 

Gomo  Imbiesea  prevalecido  los  cristianos  de  Afrane  en  tierra  y 
comarcas  de  Narbona,  después  de  la  pérdida  de  aquélla  ciudad,  aprove- 
dando  la  ocasión  de  las  continuas  guerras  que  traía  d  rey  Abderah* 
mu  con  los  rebeldes,  tomaron  ánimo ,  y  con  grandes  huestes  mitraron 
en  tierras  de  España  talando  y  estragando  los  campos,  incendiando 
los  piid>lo8  y  cautivando  las  gentes  :  llegaron  con  sus  algaras  hasta 
Zaragoza;  pero  los  iralies  de  Wesca,  de  Lérida  y  de  las  otras  btrnte- 
ras  fueron  contra  ellos ,  y  los  vencieron  y  obligaron  á  pasar  los  mon- 
tes, y  tuvieron  que  dejar  la  presa  y  despojos  por  la  vuelta  ^ :  el  des- 
mido de  los  iralies  de  la  frontera  fué  causa  de  estas  calamidades.  Fué 
esta  entrada  de  los  cristianos  de  Afrane  año  162  (778).  Escribieron  es- 
tas nuevas  al  rey  Abderahman  los  walies  de  Wesca  y  de  Zaragoza ,  y 
el  rey  les  mandó  que  persiguiesen  é  los  cristianos  de  los  montes  y  loa 
pusiesen  en  obediencia  con  enf radas fontiuuas- en  sus  valles;  pero  esta 
goma  era  obstinada  y  sin  importancia ,  fatigándose  los  muslimes  fron- 
teros en  seguir  en  los  montes  ásperos  y  enriscados  hombres  bravos, 
cubierlos  de  pieles  de  osos ,  y  armados  de  chuzos  y  guadañas,  sin  tener 
otra  cosa  que  las  armas  con  que  se  dcfendian. 

Entre  tanto  el  rey  Abderahman  atcndia  al  gobierno  de  España » 
7  envió  á  su  hijo  mayor  Suleiman,  que  habia  nacido  en  Siria,  á  To- 
ledo, para  que  gobernando  una  ciudad  y  provincia  tan  principal  pu- 
siese en  práctica  las  sabias  doctrinas  que  habia  estudiado,  y  para  segu- 
ridad y  acierto  en  sus  resoluciones  le  dio  por  wazir  y  consejero  á 
Muza  ben  Hodeira ,  hombre  político  y  de  su  confianza  :  á  su  hijo  se- 
gando Abdala  encargó  el  gobierno  de  Mérida  con  la  mi^ma  idea ,  y  le 
dk)  por  wazir  y  consejero  á  Abdelgafir  ben  Hasan  ben  Mclic ,  hijo  del 
▼azir  Hasan  Gehvara,  que  se  habia  criado  con  el  rey  Abdierahman 
desde  niño ,  y  le  amaba  como  á  un  hermano  :  con  estos  ministros  envió 
Abderalunan  á  sus  hijos.  Solia  recrearse  el  reyAbderahmuí  en  la  caza 
de  aves ,  y  tenia  muy  preciosos  halcones  para  esta  diversión ;  y  de  su 
mudm  atficion  á  esto  se  cuenta  que  en  una  de  sus  expediciones  de  guerra 
caninando  en  el  centro  de  su  hueste ,  como  viese  una  banda  de  grullas 
abatirse  á  un  valle  no  distante ,  salió  de  su  escuadrón  y  fue  con  sus 
halconeros  á  cazarlas ,  cosa  que  dio  ocasión  á  que  algunos  ingenios 
de  su  corte ,  que  iban  allí ,  hiciesen  agudos  y  elegantes  versos  :  asi 
por  esta  afick>n  á  la  caza  de  aves ,  como  por  sus  guerras  de  montaña, 
finé  llamado  el  Sacre  Coraixi.  En  el  año  154,  en  la  luna  de  Dylhagia, 
apareció  de  repente  el  sol  poco  después  de  salir  tan  demudado  y  sin 
residaiidor,  que  causaba  horror  su  vista,  y  duró  en  su  espantosa 
oscuridad  hasta  medio  dia ,  sin  que  hubiese  eclipse ,  nieblas  ni  polvo^ 

>  Dejarla  preM  por  UtimIU  es  un  proTeri>io  Arabo  que  dieen  oaando  en  sut  alKans  4 
fwvfíMief  9  por  likracM  de  los  que  los  pertiguefi ,  abandonan  las  presas  que  babian  liHbo  i , 
nu  r«é  la  famosa  batalla  da  Roncesvalles. 


102  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

CAPITULO  XXI. 

De  la  fuga  del  hijo  de  imaí  de  la  prisión  de  Córdoba. 

Mnhamad  Abulaswad ,  hijo  de  Jusuf  el  Fehri ,  estaba  preso  en  una 
torre  del  muro  de  Córdoba  muchos  años  habia  :  los  primeros  años  de 
su  prisión  fueron  muy  rigorosos ;  pero  como  todo  cede  al  tiempo,  tam- 
bién la  dureza  de  sus  guafrdas  y  carceleros.  Al  cabo  de  algunos  años, 
compadecidos  de  su  triste  suerte ,  les  pareció  que  ningún  riesgo  habia 
en  que  gozase  de  la  luz  del  sol ;  pero  el  astuto  Muhamad  en  aquel  punió 
se  fingió  ciego ,  y  con  tanta  propiedad  hacia  del  ciego  y  lo  parecia ,  qae 
de  todos  fué  tenido  por  verdadero  ciego,  y  asi  le  Uamaban.  Asi  pasó 
gran  tiAnpo ,  y  en  esta  seguridad  confiados  sus  guardias  solían  dejarle 
salir  de  su  encierro  á  unas  salas  bajas  de  la  torre ,  en  especial  en  la  es- 
tación calorosa  del  rcrano  ^  y  aun  le'  permitían  pasar  en  ellas  la  noche, 
para  que  gozara  de  la  frescura,  y  le  concedían  bajar  á  los  algibes  por 
agua  para  lavarse.  El  fingido  ciego  vio  la  oportunidad  que  deseaba ,  y  la 
fácil  salida  que  ofrecían  unas  ventanas  bajas  que  daban  luz  á  ks  esca- 
leras de  los  algibes.  Solían  visitarle  en  este  tiempo]  algunos  parciales 
secretos  de  su  padre ,  y  con  ellos  comunicó  sus  pensamientos,  y  ellos 
le  animaron  á  ponerlos  por  obra  ofreciéndole  su  ayuda  para  dio.  Una 
tarde  del  verano ,  en  que  todos  estaban  bañándose  en  Guadalquivir,  y 
hasta  los  siervos  de  la  prisión  estaban  fuera  á  Sus  negocios,  y  confiados 
en  la  gota  serena  de  Muhamad  le  habían  dejado  solo  en  las  salas  bajas, 
donde  solía  pasar  el  dia ,  no  quiso  perder  la  ocasión  que  tan  favorable 
le  abría  sus  puertas ;  y  asi  con  mucha  presteza  se  desprendió  por  las 
ventanas  bajas  de  la  escalera  de  los  algibes,  y  pasó  el  rio  á  nado,  y  á 
la  otra  parte  en  las  alamedas ,  á  corta  distancia  de  la  orilla ,  tomó  ves- 
tido y  caballo  que  le  estaba  prevenido ,  y  caminó  toda  la  noche  y  al  dia 
siguiente  por  caminos  extraviados ;  y  asi  desconocido  llegó  á  Toledo, 
se  hospedó  en  casas  de  amigos,  le  proveyeron  de  lo  necesario,  y  lo  en- 
caminaron con  mucha  seguridad  á  las  sierras  de  Jaén  al  abrigo  de  los 
bandidos  y  rebeldes  que  allí  estaban.  Temerosos  los  guardas  de  la  pena 
que  merecía  su  descuido ,  tuvieron  harto  tiempo  oculta  su  falta ,  y  en 
secreto  esta  novedad  -,  pero  al  cabo  fué  forzoso  dar  parte  al  rey  de  la 
fuga  del  ciego  Muhamad  Abuslaswad  :  pesó  mucho  al  rey  de  aquel  des- 
cuido ,  y  dijo  :  Todo  es  obra  de  la  sabíduria  eterna ,  que  nos  enseña  coo 
este  acaecimiento  que  nunca  se  hace  bien  á  los  malos  sin  hacer  al  mis- 
mo tiempo  mal  á  los  buenos.  To  recelo  que  la  fuga  de  este  ciego  nos 
ha  de  causar  no  poca  inquietud  y  efusión  de  sangre.  Luego  mandó  el 
rey  avisar  á  los  gobernadores  y  alcaide^  de  Elbira  y  de  Segura,  y  tierra 
de  Jaén,  para  que  enviasen  descubridores  á  sus  comarcas  y  montes  de 
ellas,  y  persiguiesen  á  los  bandidos  que  aOi  andaban.  En  este  tiempo 
falleció  Habib  ben  Abdelmelic  el  Meruán ,  que  fué  vrdi  de  Toledo : 
fué  de  los  mas  privados  del  rey,  que  acompañó  su  féretro  con  sus  seis 
hijos ;  y  como  viese  á  su  hijo  Hixém  sentado  y  muy  alDiigido ,  que  no  se 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  ÍO^Í 

ierantaba  para  acompañarle ,  le  dijo  :  No  está  bien ,  Abulwalid ,  tanto 
abatimiento  j  pena  :  levántate  y  acompafia  el  entierro  del  mejor  de  tu 

casa. 


CAPITULO  XXII.    . 

De  la  gaerra  contra  Aliulaswad,  sus  aventvaa  y  maerte. 

Ne  pasó  mucho  tiempo  en  manifestarse  el  ftiego  de  la  rebelión  en  las 
aems  de  Cazorla  y  de  Segura  :  los  bandidos  sediciosos  y  descontentos 
de  todas  las  provincias  tomaron  por  su  caudillo  á  Muhamad  Elaswad, 
lolTieron  á  desplegarse  las  banderas  de  los  Pehries ,  y  se  juntaron 
mas  de  seis  milhombres  aguerridos  y  bien  armados.  Luego  fué  avisado 
(i  rej  Abderahman  de  esta  novedad ,  y  sin  perder  tiempo  tan  pre- 
ám  en  estas  ocasiones  partió  con  la  cabaUeria  de  Córdoba ,  avi- 
sando al  wali  de  Tadmir  y  al  de  Jaén ,  para  que  acudiesen  con  sus 
pates  i  deshacer  estas  taifas  de  rebeldes.  Luego  que  entendieron  la 
rnida  de  Abderahman  procuraron  evitar  su  encuentro,  esperando  de 
la  en  dia  acrecentar  su  hueste  con  las  que  recogía  Casim  ben  Jusuf  el 
Fehri  en  las  serranías  de  Ronda ,  y  eu  Somontan  y  montes  de  Jaén  el 
kmdido  Hafila  y  otros  de  sus  caudillos.  Yencióles  en  diferentes  batallas 
i^  poca  importancia ,  sin  lograr  traerlos  á  campo  abierto  ni  empeñar- 
los <n)  acción  general  de  toda  su  gente.  Alargábase  tanto  tiempo  esta 
PKira  de  montaña ,  que  fué  forzoso  suspenderla  muchas  veces  y  vól- 
ter  áella  en  estaciones  convenientes.  Por  otra  parte  los  rebeldes  pade- 
tían  menos  que  la  caballería  y  gente  de  Abderahman  :  acompañaban  en 
db  al  rey  los  caballeros  de  I^orca ,  Elbira  y  Jaén ;  pero  la  aspereza  de 
sfiellas  sierras  donde  se  retiraban  era  tanta,  que  ni  aun  la  gente  de 
é  pié  podía  seguirlos  en  sus  guájaras  y  fragosidades.  Cansado  el  rey 
Abderahman  de  las  molestias  de  esta  lenta\uerra  dio  orden  á  su$  wa- 
|ks  para  pasar  de  un  cabo  á  otro  las  montañas ,  y  obligar  á  los  rebelde 
á  sdir  de  ellas  :  allegaron  sus  gentes  con  gran  ballestería ,  y  de  dife- 
nifltes  pantos  penetraron  en  aquellos  montes.  Huyeron  entonces  los 
^^^'Mdesá  los  montes  deCastulona,  y  en  esta  ciudad  aconsejaron  algunos 
á  Muhamad  Abalas wad  que  se  fuese  ala  merced  del  rey  Abderahman,  y 
^  pidiese  perdón  y  escusase  su  fuga ,  que  Abderahman  era  de  corazón 
'oíigao,  y  le  recibiría;  pero  Abulaswad  les  respondió,  que  era  tal 
^  desTcntura ,  que  aunque  quisiera  no  tenia  libertad  para  solicitar 
^cia ,  ni  podía  dejar  de  seguir  por  donde  aquella  su  gente  le  llevaba  : 
<pw  bien  conocía  el  término  que  había  de  tener  tan  desastrada  guerra  f 
P^  que  ya  no  estaba  en  su  mano  sino  hacer  lo  que  insinuaba  el  último 
*^Uaán  de  sus  taifas.  Con  todo  eso  le  aconsejaron  que  aunque  viniese  á 
^talla ,  lo  que  no  podría  evitar,  que  huyese  y  se  salvase ,  y  estuviese 
fWto  que  el  rey  Abderahman  le  recibiría  con  benignidad  y  le  trataría 
^.  Pocos  días  después  se  dio  la  batalla ,  que  fué  muy  sangrienta ,  y 
^  T^T  Abderahman  los  venció ,  y  huyó  Muhamad  Abulaswad  con  mu- 
^^  cabañeros  :  toda  su  gente  de  á  pié  fue  muerta ,  que  pocos  se  Itbra- 


104  HISTORIA  BE  LA  DOMINACIÓN 

ron  de  la  espada;  y  cuenta  Razi  que  estavictoria  ftié  dia  4  de  Rcbie 
primera  del  año  168  (784),  que  fué  dos  días  después  de  la  conver- 
sacion  y  propuestas  que  le  hicieron  algunos  de  sus  amigos ,  aunque 
al  mismo  tiempo  6eles  al  rey  Abderahman ;  y  dice  que  perdió  Abalas- 
irad  en  esta  batalla  cuatro  mil  hombres ,  los  mas  esforzados  de  sa 
gente,  sin  muchos  otros  que  se  ahogaron  en  Wadialahmar  al  pasar 
huyendo  de  la  caballería  de  Abderahman  ;  que  Abulaswad  entró  en 
Gastulona ,  y  luego  salió  de  aquella  ciudad ,  y  siguió  huyendo  con  sos 
caballeros  hasta  tierra  de  Algarbe. 

Después  de  esta  batalla  se  vino  el  rey  ¿  Córdoba,  y  fué  recibido  con 
demostraciones  de  mucha  alegría :  luego  pasó  á  Mérida  para  disponer  y 
seguir  la  comenzada  guerra.  Los  alcaides  de  Beja ,  Badalyox  y  Cantan 
Alseif  se  ofrecieron  á  continuarla  y  dejar  al  rebelde  sin  un  hombre  : 
el  rey  Abderahman  dio  licencia  para  que  se  ocupasen  en  esta  guerra  al 
de  Badalyox  y  Cantara  Alseif,  y  agradeció  al  de  Beja  su  buena  Tolun- 
tad,  y  le  mandó  volverse  á  su  alcaidía.  Los  caudillos  rebeldes  se  hablan 
dispersado  después  de  la  batalla  de  Castulona ,  cuales  á  una  parte , 
cuales  á  otra ,  culpándose  unos  á  otros  del  mal  suceso  de  aqud  dia.  Ha- 
fila  con  muy  pocos  bandidos  huyó  á  los  montes  de  Segura  :  Mohamad 
Abulaswad  el  Fehrí  con  alguna  caballería  á  tierra  de  Algarbe  :  perse- 
guido por  los  alcaides  de  Badalyox  y  Cantara  Alseif  fué  derrotado  en 
muchas  escaramuzas ,  y  como  le  faltó  la  fiMrtuna  le  abandonaron  tam- 
bién los  hombres  y  los  pocos  parciales  que  le  quedaban.  Quedó  al  fin 
solo  y  sin  un  siervo ,  que  él  mismo  huia  de  su  gente  :  solo  y  disfrazado 
entró  en  Cauria ,  y  allí  estuvo  oculto  algún  tiempo  .*  de  allí  se  retiró 
pobre  y  desconocido,  y  se  escondió  en  los  bosques  espesos ,  y  allí  pasó 
en  la  soledad  como  hambriento  lobo ,  acordándose  como  de  un  tiempo 
venturoso  de  cuando  estaba  en  la  oscuridad  de  su  prisión.  Los  trabajos 
de  su  miserable  vida  le  habian  desfigurado  tanto ,  que  pudo  pasar  igno- 
rado y  seguro  en  Alarcon fpueblo  y  fortaleza  de  Toledo,  y  alli  murió 
un  año  después. 

CAPITULO  XXIIL 

Del  viaje  de  AMerahiuii  A  Lusiunie  y  Oalieie. 

En  este  tiempo  acabada  la  guerra  en  esta  provincia  pasó  el  rey  Ab- 
derahman á  visitar  las  ciudades  de  Santarin ,  Alisbona,  Portocale ,  Go- 
limría  y  Baraca,  y  otras  de  Lusitania  en  Algarbe  de  España,  y  en  todas 
mandó  construir  aljamas  y  mezquitas  comupps ,  y  para  esto  destinó  una 
parte  de  las  rentas  que  en  ellas  le  correspondían,  dejando  en  todas  darás 
señales  de  su  beneficencia  -.  pasó  algún  tiempo  en  las  ciudades  de  la 
parte  boreal  de  España ,  y  por  Astorga ,  Zamora  y  Avila  vinoá  Toledo, 
donde  fué  recibido  de  su  hijo  Abdala  y  de  toda  la  ciudad  con  grandes  de- 
mostraciones de  alegría.  Habiendo  sabido  que  en  tierras  de  Tadmir  an- 
daban algunos  rebeldes,  acaudillados  por  Casim  ,  hijo  menor  de  Jnsuf 
el  Fehr i ,  y  por  Hafila  que  había ,  allegado  los  bandidos  de  toda  la 


DÉ  LOS  ÁRABES  EN  ESPAftA.  IOS 

,  faé  á  tierra  de  Tadmir  para  acabar  esta  guerra  :  asa  ttegada  ¿ 
ÍK  sierras  de  Alcaraz  tavo  nueva  de  la  derrota  de  los  rebeldes  por  los 
walies  de  Tadmir ,  y  que  Abdala  bijo  de  Abdelmelic  ben  Ornar  el  Me- 
riián  había  logrado  prender  al  caudillo  Casim  ben  Jusuf  el  Fehri ,  y  le 
(enia  á  boen  recaudo ;  y  visitó  el  rey  el  fuerte  de  Secura,  que  es  como 
una  ciudad  edificada  sobre  la  cumbre  de  un  monte  grande,  que  hace 
iMccesible  la  fortaleza,  y  salen  de  su  falda  dos  rios;  el  uno  de  dios  es  el 
de  Córdoba ,  llamado  Guadalquivir ,  y  el  otro  es  Guadalabiad ,  que  pasa 
por  Murcia :  el  que  vapor  Córdoba  sale  de  este  monte  de  una  junta  de 
aguas,  que  como  una  laguna  clara  hay  en  el  corazón  del  monté ,  y  des- 
ciende ¿  la  raíz  de  él,  y  sale  del  sitio  profundo  déla  montaña ,  y  va  cor^ 
riendo  al  occidente  á  mcrnte  Nágida ,  a  Gadira  y  cerca  de  Medina  Ubeda, 
j  alas  llanuras  de  Medina  Bayesa,  á  Alcozir ,  ¿  Hisn  Aldujar ,  á  Can- 
Unra  Extesan  y  á  Córdoba  :  el  Guadalabiad  sale  tand)ien  de  la  raiz  del 
BDDte ,  de  la  fuente  de  Mediodia  á  Hosain  Alfered ,  á  Hisn  Muía ,  ¿ 
Mnrda  y  á  Aunóla,  á  Almodwar  y  al  mar.  Se  dirigió  desde  alli  Ab* 
dendunaa  á  Denia ,  y  estando  alli  le  llevaron  la  cabeza  del  sin  ventura 
Hafila,  que  tantas  veces  habia  salido  bien  de  peligrosos  trances  de  ba- 
tallas sangrientas  :  nadie  puede  evitar  el  tiro  de  la  saeta  de  su  destino. 
Tino  después  el  rey  Abderahman  á  Lorca  y  á  Murcia ,  y  se  detuvo  en 
estas  ciudades  algún  tiempo,  y  acompañado  del  wali  Abdala  ben  Ab- 
dehndic  tomó  á  Córdoba  en  el  año  de  170.  A  pocos  dias  después 
de  su  venida  á  Córdoba  le  presentaron  el  bijo  de  Jusuf  el  Fehri  enca- 
denado ,  y  considerando  Abderahman  la  inconstancia  de  la  fortuna 
de  los  hombres,  se  compadeció  del  triste  Casim,  imploró  estesuclc^ 
neada  besando  la  tierra  á  sus  pies ;  y  Abderahman ,  quede  su  natural 
condicioo  era  muy  generoso  y  compasivo,  luego  le  perdonó  y  mandó 
quitar  sos  fierros ,  y  Casim  vivió  siempre  en  obediencia  del  rey ,  que  le 
honró  y  dio  posesiones  en  tierra  de  Sevilla  para  que  mantuviese  su  casa 
eonf(»Tneá  su  estado  y  condición  correspondil. 


CAPITULO  XXIV. 

ar  lacontlniecioii  d6  U  meiqaiU  mayor  de  Córdoba :  Jora  solemne  de  Hixém,  y  muerte 

de  Abderahman. 

Cmiiplidos  los  deseos  de  paz  que  siempre  tenia  el  rey  Abderahman , 
Kdaló  el  primer  año  de  ella ,  que  fué  el  170  (786} ,  mandando  edificar 
en  Córdoba  y  cerca  de  su  alcázar  la  grande  aljama  y  mezquita  mayor  : 
dicen  que  d  mismo  rey  trazó  el  plan  de  la  obra ;  que  se  propuso  que 
fiíese  semejante  ¿  la  de  Damasco,  y  mas  grande  y  superior  en  su  mag- 
nificencia y  suntuosidad  á  la  nueva  de  Bagdad ,  y  que  fuese  comparable 
i  la  de  AlalísA  *  en  la  Casa  Santa  de  Jerusalcn  :  puso  en  ella  muchas  y 

1  Veneran  loa  muilimes  dos  templos  6  casas  santas ,  el  de  la  Caaba  de  Mecca ,  y  el  de  Jenn- 
lalcfl ,  que  es  el  <|ue  llaman  Alaksa  ó  remoto,  por  mas  distante  de  sa  Arabia  :  el  que  veneran 
«nlcrasiáea  eeel  de  la  Reavrecden , que  también  llaman  eldeAsabara,  d  de  la  pella  órooh 


106  HISTORIA  DÉ  LA  DOXINACIOH 

muy  prectosas  oatntnnas  de  mármol :  su  entrada  por  diez  j  nueyeptiertas 
may  espaciosas  para  ir  ¿  su  alquibla  por  diez  y  nueve  calles  de  columnas 
de  mármoles  direrentes  marayillosamcnte  labradas ,  y  atravesadas  estas 
de  treinta  y  ocho  calles  de  oriente  á  poniente ,  y  en  sus  costados  á  cada 
p^rie  nticve  puertas  :  dice  Abeti  Hayan  que  la  altura  de  su  alminar  ó 
torre  era  de  cuarenta  brazas  poco  mas  6  menos :  aunque  puso  en  esta 
obra  gran  diligencia  y  trabajaba  en  ella  él  mismo  una  hora  cada  dia ,  y 
gastó  en  la  obra  mas  de  cien  mil  doblas  de  oro,  no  quiso  Dios  que  viese 
acabado  este  ediflcio ;  pero  dotó  las  tnadrisas  ó  enseñanzas  que  había  de 
haber  en  ella  y  sus  hospitales ,  cual  convenia  á  la  magnificencia  de  la 
aljama. 

En  este  tiempo  se  enseñaba  en  España  según  la  secta  y  declaraciones 
del '  Auzei ,  enseñanza  que  habia  introducido  y  practicaba  en  Córdoba 
el  andaluz  Saxato  ben  Salcma ,  que  fué  discípulo  del  Auzei  en  Oriente, 
y  solian  llamar  á  este  sabio  el  Damasquino;  y  por  eso  algunos  le  tenian 
por  natural  de  Damasco :  no  dejó  de  enseñar  en  Córdoba  hasta  que  fa- 
lleció en  tiempo  del  rey  Hixém,  año  180,  y  algunos  dicen  que  vivió 
doce  años  mas.  En  pa^o  de  sus  señalados  servicios  habia  ofrecido  el  rey 
Abderahman  al  caudiUo  Abdaia,  liijo  de  Abdelmeliccl  Meruán,  darle 
por  muger  su  nieta  Cathira,  hija  de  Hixém ;  y  como  Abdala  recordase 
firecucn temen  te  al  rey  el  cumplimiento  de  su  promesa ,  el  rey  se  la  dio 
y  hubo  en  Córdoba  con  este  motivo  grandes  alegrías.  Al  Dn  del  año 

170  congregó  el  rey  Abderahman  en  Córdoba  á  los  vralics  de  las  seis 
capitanías  de  España  Toledo,  Mérida,  Zaragoza,  Valencia,  Granada 
y  Murcia,  y  doce  gobernadores  de  las  ciudades  principales,  y  los 
veinte  y  cuatro  wazires  de  éstos,  y  cuando  los  tuvo  congregados  en  ' 
su  alcázar  en  presencia  de  su  hagib ,  del  cadi  de  los  cadies ,  de  sus  al- 
catibes  secretarios  y  consejeros  de  estado ,  declaró  á  su  hijo  Hixém  por 
BU  vrali  alálidi ,  ó  futury  sucesor  del  reino.  Todos  los  waUes  y  wazires 
presentes  hicieron  su  juramento  de  fidelidad  y  obediencia ,  como  fieles 
y  leales  á  su  señor  el  rey  Abderahman  durante  su  vida ,  y  para  después 
de  sus  dias  á  su  hijo  Hixém ,  declarado  sucesor  de  su  imperio ;  y  todos 
por  su  orden  tomaron  la  mano  del  principe  Hixém.  Hizo  el  rey  Abderab- 
man  esta  preferencia  de  Hixém  para  sucedcrlc  en  el  reino,  aunque  de 
menos  edad  que  sus  hermanos  Suleiman  y  Abdala ,  porque  bahía  ma- 
nifestado siempre  mucha  bondad,  afabilidad ,  prudencia  y  rectitud.  Al- 
gunos dicen,  que  la  sultana  Howara,  madrv  de  Hixém,  tenia  ganado 
el  corazón  de  Abderahman ,  que  él  no  tenia  mas  voluntad  que  la  suya ,  y 
que  ella  persuadió  al  rey  esta  preferencia.  Suleimany  Abdala,  que 
habían  concurrido  á  la  jura  de  su  hermano,  disimularon  su  resenti- 
miento y  no  se  dieron  por  agraviados  por  respeto  á  su  padre  el  rey ,  ni 
dtu*ante  sus  dias  manifestaron  queja  ni  descontento.  Luego  que  despidió 
el  rey  á  sus  vralíes ,  y  partieron  á  sus  provincias  al  principio  del  ano 

171  (778) ,  se  fue  á  Álérida,  quedando  en  Gírdoba  Abdala  su  hijo ,  que 

1  La  secla  ó  escaeladel  Auzei  precedió  en  España  á  la  de  Malic  ben  Anas,  que  siguieron 
después :  hay  enire  los  niusolmanes  cuatro  sectas  aprobadas,  la  de If alie,  la  de  Saliei»  la  de 
Hanbal  y  la  de  tíantfa. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  107 

Hiidm  ae(miiNiñ&  al  rey  su  padre ,  el  cual  á  pocos  meses  adoleció  y  de 
» eDformedad  faUeció ,  pasando  á]  la  misericordia  de  Dios  dia  ^  2d 
dehhna  de  Rebie  segunda  del  año  171 ,  á  los  cincuenta  y  nueve 
Idos,  dos  meses  y  cuatro  dias  de  su  edad.  Asi  dejó  los  palacios  de  este 
Bando  perecedero  y  y  pasó  á  las  moradas  eternas  de  la  otra  vida 
Fué  enterrado  con  gran  pompa,  siguiendo  su  féretro  toda  la  gente 
k  h  ciudad  y  de  los  lugares  de  la  comarca ,  que  acompañaron  su 
cotierro,  y  le  honraron  con  sus  lágrimas  :  hizo  oración  por  él  su  hijo 
Hixém  en  dia  martes ,  seis  dias  por  andar  de  la  luna  de  Rebie  segunda. 

En  este  mismo  año  de  la  muerte  de  Abderahman  entró  en  África 
Edrís  hen  Abdala ,  de  la  descendencia  de  Aly  ben  Ab|  Talcb,  y  después 
deTag[ar  errante  entreoíos  africanos,  ayudado  de  la  tribu  Aruba  y 
otras  berberíes,  se  apoderó  de  Almagréb  contra  los  califas  de  Oriente, 
7  djó  principio  al  poderoso  estado  del  reino  de  Fez. 

Tuto  el  rey  Abderahman  su  zeka  ó  casa  de  moneda  en  Córdoba ,  y 
00  hizo  novedad  en  la  forma  y  ley  de  ella ,  acuñándola  en  todo  seme- 
jinteála  que  labraban  en  Siria  los  califas  sus  antepasados,  sin  dife- 
rida en  la  inscripción  de  ella ,  sino  en  la  expresión  del  lugar  y  año. 
Por  un  lado  se  leia :  No  es  Dios  sino  Alá,  único  y  sin  compañero :  en  su 
orla  decia:  En  nombre  de  Alá  se  acuñó  este  diñar  ó  adírham  en  Anda- 
I», año  tal.  Por  el  otro  lado  se  leia:  Dios  es  uno,  Dios  es  eterno;  no 
es  hijo  ni  padre,  ni  tiene  semejante :  en  su  orla  decia .-  Mahomad  en- 
tiado  de  Alá ,  que  lo  envió  con  la  dirección  y  ley  verdadera  para 
ostentaiia  sobre  toda  ley  á  pesar  de  los  ínfleles. 


CAPITULO  XXV. 

Del  rey  Hix6m»  y  «Iteradonet  de  sos  liennaiios. 

Después  que  el  rey  Abderahman  ben  Moavia  fué  enterrado,  su  hijo 
el  rey  Híxém,  acabadas  las  ceremonias  y  honras  funerales,  fué  solem- 
Kmeote  adamado  rey,  paseó  las  calles  de  la  ciudad  de  Mérida  oon  gran 
<^h>  de  caballería ,  y  se  hizo  por  él  la  chotba  ú  (vacion  pública  en 
Ittfas  las  aljamas  y  mezquitas  principales  de  España ',  y  en  todas  partes 
^  repitió  por  el  pueblo :  Que  Dios  ensalce  y  guarde  á  nuestro  rey 
Hilera,  hijo  de  Abderahman.  Tenia  Hixém  treinta  añoa  de  edad,  em 
ti  magestaoaa  presencia ,  de  condición  apacible ,  muy  religioso  y  exacto 
ni  la  obaervancia  de  la  ley,  de  mucha  integridad  y  amcNr  á  la  justicia  c 
pw  oslo  fué  llamado  Aladil ,  ó  el  justo ,  y  por  su  bondad  el  Radhi ,  d 
t^^ngno.  Sus  dos  hermanos  Abdala  y  Suleiman  no  disimularon  su  re* 
Katimienlo  y  encono  por  la  prcferonoia  y  sucesión  de  Hixémen  d  trono 

^  Diee  Alaber  que  falleeió  dU  niArteg ,  Mis  dias  por  andar  de  Rebie  segunda. 

*  U  cboÚM  ú  oración  pública  por  el  rey  es  uno  de  los  primeros  derechos  de  la  soberaniA 
"«^  los  Mastimes :  debe  hacerse  en  las  mezquitas  principales,  todas  las  fiestas ,  por  el  ehatib 
•(«Mirador  de  ollw  2  se  hace  desde  el  raiubar  ó  pálpMoi  y  «ata  oración  coalieno  alalwiai  á 
f*« . bndiciones  al  ioabi  ff ahornad,  7  súplicas  por  la  vida  7  prosperidad  del  rey. 


108  HISTORIA  DE  LA  DOMmACIOH 

de  su  padre.  Se  propasieron  gobernar  con  absoluta  independencia  sns 
proyincias ,  y  dieron  y  quitaron  gobiernos  y  alcaidías  en  ellas,  sin  con- 
sultar ni  avisar  al  rey  su  hermano.  Abdala,  que  estaba  entonces  en  Cór- 
doba ,  dejó  su  casa  particular,  y  se  pasó  al  alcázar ,  en  la  luna  Giumada 
primera  del  año  t71  (787) ;  esperaba  que  los  irazires  y  principales  ca- 
balleros de  la  dudad  le  diesen  la  enhorabuena,  pero  ninguno  fué  á 
visitarle  sino  á  su  propia  casa.  Desengañado  con  esto  de  la  disposición 
de  los  ánimos  y  voluntad  de  los  de  Córdoba ,  por  no  venh*  á  súbito  y 
maniflesto  rompimiento  escribió  á  Hixém  que  le  diese  licencia  para  irse 
á  Mérida ,  y  que  no  atormentase  mas  tiempo  con  su  ausencia  á  sus  leales 
cordobeses ,  que  deseaban  con  ansia  su  venida. 

Luego  vino  el  rey  Hixém  á  Córdoba ,  y  fué  recibido  con  grandes  de- 
mostraciones de  alegría :  recibió  Abdala  á  su'  hermano  d  rey  con  los 
caballeros  de  la  ciudad ,  y  le  volvió  á  pedir  licencia  para  ir  á  su  pro- 
vincia. Dijole  el  rey  Hixém ,  que  todavía  quisiese  permanecer  algunos 
dias  en  su  compañía,  y  Abdala  respondió :  Que  te  plazca ,  o  amir,  que 
yo  parta ,  que  no  me  siento  bueno  en  esta  ciudad.  Dióle  Hixém  su 
licencia ,  y  en  aquel  mismo  dia  salió  de  Córdoba.  Dio  d  rey  el  sdlo  real 
y  cargo  de  hagib  al  wali  Abu  Omeya  Abdelgafir  ben  Abda  el  Gehwara, 
que  habia  sido  gobernador  de  Sevilla. 

Cuando  supo  Suleiman  que  su  hermano  Abdala  estaba  en  Mérida ,  le 
escribió  que  fuese  á  Toledo  para  tratar  sus  negocios,  y  acordar  entre 
ambos  lo  que  les  con  venia  Luego  pasó  Abdala  á  Toledo  sin  pedir  li- 
cencia ni  avisar  al  rey  con  algún  pretexto  ú  causa.  £1  wazir  de  Mérida, 
hombre  de  acendrada  lealtad,  comunicó  al  rey  la  partida  de  Abdala  ¿ 
Toledo,  llamado  de  su  hermano.  Pesóle  mucho  de  esto,  pero  no  lo 
manifestó,  y  respondió  al  wazir  dándole  gracias  por  su  aviso,  ydi- 
ciéndole  que  ya  lo  sabia.  Los  dos  hermanos  se  convinieron  en  gobernar 
sus  provincias  como  señores  de  ellas ,  con  independencia  de  su  hermano 
el  rey  de  Córdoba ,  y  defender  de  mancomún  su  soberania.  Uabian  Sa- 
mado á  su  consejo  id  wazir  de  Toledo  GaUb  ben  Tanam  el  Tzakífi,  y 
como  leal  á  su  rey  y  hombre  prudente  se  opuso  á  sus  intentos ,  y  les 
afeó  su  determinación.  Suleiman  ofendido  de  sus  razones  lo  mandó 
poner  en  prisión  cargado  de  cadenas.  Luego  fueron  sabidas  del  rey 
Hixém  las  cottfercncias  de  sus  hermanos  y  la  prisión  del  wazir,  y 
sospechó  gran  mal :  escribió  á  Suleiman  que  habia  sabido  la  prisión  dd 
honrado  wazir  GaUb ,  y  no  era  justo  que  él  ignorase  la  ocasión  que  hu- 
biese habido  para  tal  procedimiento ,  interesándole  tanto  la  suerte  de 
sns  buenos  y  leales  servidcnres ,  que  esperaba  ser  informado  de  todo  sin 
dilación.  Cuando  Suleiman  recibió  esta  carta  sé  llenó  de  saña ,  y  en  d 
furor  de  ella ,  en  presencia  del  enviado  de  su  hermano ,  mandó  sacar 
de  la  prisión  á  Galib  y  que  lo  clavasen  en  un  palo ;  y  dijo  al  mensagero : 
Di  á  tu  señor  que  nos  deje  mandar  en  nuestras  pequeñas  provincias, 
que  esta  libertad  no  es  gran  recompensa  del  agravio  que  se  nos  hace , 
y  cuéntale  también  lo  que  ha  valido  aquí  su  intempestiva  soberanía. 

Llenó  de  justo  enojo  y  de  indignación  al  rey  Hixém  la  desobediencia 
y  atrevimiento  de  sus  hermanos,  y  luego  escribió  á  todos  b»  waliei  y 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  109 

liGttdes  que  latiesen  por  enemigos  dd  estado  á  sus  dos  hermanos  y  k 
oíaotos  UeTasensa  yoz,  que  defendiesen  de  ellos  sus  ciudades  y  forta- 
leas,  y  no  los  amparasen  ai  sus  provincias,  que  su  desobediencia  ya 
ora  páUica.  Mandó  allegar  su  cabíallería  y  gente  de  guerra ,  y  con  una 
hoeste  de  veinte  mil  hombres  partió  contra  Toledo.  Este  movimiento 
de  tropas  no  fué  ignorado  de  Suleimau ,  recorrió  su  provincia  y  cpmar- 
as  y  allegó  quince  mfl  hombres ,  y  dejando  encargado  la  defensa  de 
Tdedo  á  su  hermano  Abdala  y  á  su  propio  hijo ,  saUó  al  encuentro  de 
hs  tropas  de  Andalucía. 

Al  misaio  tiempo  Said  ben  Husein,  vali  de  Tor tosa ,  se  resistió  á  recibir 
ea  aquella  ciudad  al  nuevo  valí  que  habia  nomfirado  el  rey  para  suce- 
dcrie  en  su  gobierno ;  y  mandó  el  rey  Hixém  que  el  wali  de  Yalenda 
ioese  sin  dilación  á  castigar  al  rebelde.  Luego  juntó  la  caballería  de  la 
dudad  y  la  de  Murbiter  y  Nules ;  antes  de  llegar  á  Tortosa  salió  contra 
füos  Said  ben  Husein ,  y  trabaron  una  escaramuza  muy  sangrienta :  los 
de  Yalenda  pusieron  en  fuga  á  los  de  Said ,  y  empeñados  en  su  alcance 
ks  caballeros  de  Valencia,  cayeron  en  una  emboscada  quQ  les.  tenia 
|NMsta :  pelearon  en  ella  con  mucho  valor^  y  la  matanza  fué  grande  de 
mhas  partes ,  pero  habiendo  herido^e  muerte  al  wali  de  Valencia  Muza 
ben  Hodeira  el  Keisi ,  sus  caballeros  hubieron  de  ceder  el  campó  á  los  re- 
beldes :  fué  esta  pelea  y  muerte  del  wali  de  Valencia  al  principio  del  ano 
17á  (788).  Luego  fué  avisado  el  rey  Híxém  de  este  desmán ,  y  porque 
cslo  no  añadiese  nuevo  ánimo  y  osadía  á  los  rebeldes ,  encargó  ¿  los  wa- 
líes  de  Granada  y  Murcia  que  enviasen  sus  gentes  á  Valencia ,  y  unidos 
isa  nuevo  gobernador  AbuOtman  escarmentasen  ¿  los  rebeldes. 


CAPITULO  XXVI. 

De  la  baUüla  d«  Bolche ,  y  aUanamiento  de  los  príncipei. 

Entre  tanto  caminaba  el  ejército  del  rey  á  castigar  los  desafueros  y 
dcMbediencia  de  Suleimau  que  abiertamente  levantaba  los  pueblos ,  y 
allegaba  gentes  para  mantener  su  independencia  y  la  de  su  hermano 
Abdala.  i^contráronse  ambas  huestes  cerca  de  Hisn  Bulche ,  y  como  si 
foeran  enemigos  de  ley,  lengua  y  costumbres  diferentes,  se  mezclaron 
ensangrienta  batalla ,  que  se  mantuvo  igual  buena  parte  del  día  t  á  la 
caída  dd  sol  los  de  Suleimau  cedieron  el  campo ,  y  la  venida  de  la 
noche  impidió  su  completa  derrota.  A  favor  de  la  oscuridad  se  retiró 
dd  campo  de.batalla  y  se  aseguró  en  los  montes.  £1  ejército  vencedor 
ftipiió  hasta  Toledo  y  la  cercó ,  defendiéndola  Abdala  con  inteligencia  y 
falor,  y  la  fortaleza  de^u  enriscada  posición.  Suleimau  descendió  de 
bs  sierras  reunidas  sus  gentes ,  y  corrió  las  campiñas  de  Córdoba,  y 
«capó  la  fortaleza  de  Sefenda.  Luego  vino  contra  el  Abdala  ben  Abdel- 
OKUclel  Meruán,  que  salió  desde  Córdoba  y  peleó  con  él  y  le  venció  y 
cdió  de  Sefenda,  obligándole  ¿  tornar  á  la  sierra ,  y  ampararse  en  ella. 
Aeide  Petroxis  y  Maltamisa  envió  Suleimau  á  solicitar  al  wazír  de 


tío  HISTORU  PE  LA  DOVlIfAClON 

Mérida  y  á  IO0  principales  candiUos  de  su  comarca  {  pero  faeron  vanas 
sus  esperanzas ,  pues  en  lugar  de  ayudarle  tomaron  armas  para  venir 
contra  él :  perseguido  de  los  campeadores  de  Abdala  el  Meruán  se  retiró 
por  las  sierras  hacia  tierra  de  Tadmir :  fué  la  batalla  de  Hisn  Bulche 
aSo  173  (789). 

Viendo  Abdala  que  su  hermano  Sulciman  no  acababa  de  llegar  á  To- 
ledo 9  -que  las  provisiones  de  la  ciudad  se  apuraban ,  y  con  ellas  las 
fuerzas  y  voluntad  de  los  defensores ;  sabiendo  que  su  hermano  d  rey 
Hixém ,  después  de  dos  meses  y  medio  que  había  estado  en  su  campo 
delante  de  Toledo,  había  ido  á  Córdoba, acordó  con  susobrinqquc 
mantuviese  la  defei^a  4c  la  ciudad  en  tanto  que  él  volviese,  que  seria 
muy  en  breve,  ó  con  tropas  para  forzar  á  sus  enemigos  á  levantar  el 
sitio,  ó  con  las  avenencias  mas  favorables  para  entregar  la  ciudad  y 
ponerse  en  paz  y  buena  inteligencia  con  el  rey,  pues  no  era  ya  posible 
continuar  cercados  y  faltos  de  todas  las  cosas  necesarias.  Luego  salió  un 
wazir  de  Abdala  que  propuso  de  su  parte  á  los  vralies  del  ejército  que 
diesen  seguro  paso  y  compañía  á  los  mensageros  de  la  ciudad  que  pasa- 
ban á  ofrecer  al  rey  donde  estuviese  sus  propuestas  de  avenencia.  I^ego 
fué  otorgado  el  paso ,  y  el  mismo  Abdala  salió  con  su  wazir ;  pero  des- 
conocido y  ungiendo  ser  otro ,  diéronles  dos  caballeros  que  ñiesen  coa 
ellos  á  Córdoba,  y  en  llegando  al  alcázar  su  mismo  wazir  se  adelantó  y 
anunció  al  rey  Hixém  la  venida  de  su  hermano.  Recibióle  el  rey  Hixém 
con  los  brazos  abiertos ,  sin  estar  en  su  mano  hacer  otra  cosa :  concer- 
taron la  entrega  de  Toledo  y  olvido  de  todo  lo  pasado ,  y  que  esto  se 
entendía  también  con  Suleiman ,  si  se  viniese  ala  merced  del  rey  sabida 
esta  avenencia.  Partió  el  rey  His:ém  y  su  hermano  Abdala  con  la  caba- 
llería de  guardia  de  zenctes  y  andaluces ,  y  antes  de  llegar  al  campo  se 
adelantó  Abdala  y  su  wazir,  y  entraron  á  disponer  la  entrega,  que  se 
hizo  con  general  alegría.  Subió  el  rey  Hixém  al  alcázar  acompañado  de 
su  hermano  y  de  su  sobrino ,  y  de  los  principales  caballeros  de  su  ej^- 
cito ,  y  fué  este  dia  de  su  entrada  en  Toledo  un  dia  de  gran  fiesta. 
Concedió  el  rey  Hixém  á  su  hermano  Abdala  el  morar  en  una  real  casa 
en  cercanías  de  Toledo  en  un  ameno  sitio.  Luego  llegó  á  Suleiman  la 
nueva  de  la  entrega  de  su  cradad,  y  tuvo  gran  pesar  de  este  acaeci- 
miento ;  pero  no  decayó  todavía  su  ánimo ,  y  esperaba  hallar  en  la  per- 
fidia de  algunos  sediciosos  y  descontentos  apoyo  para  sus  vanas  preten- 
siones, ó  á  lo  monos  auxilios  y  recursos  para  proseguir  inquietando  á 
su  hermano  en  la  posesión  del  trono ,  y  perturbar  la  paz  de  sus  pueblos. 

Sabiendo  el  rey  que  su  hermano  Suleiman  andaba  en  tierras  de  Tad- 
mir levantando  los  pueblos  y  allegando  gentes  para  venir  contra  él , 
dio  orden  á  sus  walies  de  aprestar  las  gentes  y  partir  á  buscarlo.  £^-' 
cargó  la  vanguardia  de  su  ejército  á  su  hijo  Alhakem ,  que  por  pri- 
mera vez  se  ensayaba  en  el  acaudillamiento  de  algunas  tropas  :  iban  á 
su  lado  caudillos  de  experiencia  :  partió  la  vanguardia,  y  en  ella  lo 
mas  florido  de  la  caballería  de  España,  y  un  dia  después  se  puso  en 
marcha  todo  el  ejército  :  en  los  campos  de  Lorca  estaba  la  gente  de  Su- 
leiman ,  y  el  principe  Alhakem ,  sin  esperar  á  que  llegara  su  padre  con 


iob  la  hueste ,  acometió  á  estas  tropas  coa  tal  determinacioD  y  de- 
nuedo, qoe  á  pesar  del  número  y  de  su  vigorosa  resistencia  los  rompió 
j  puso  en  desordenada  fuga ,  quedando  muchos  tendidos  en  el  campo 
para  agradable  pasto  de  aves  y  Ceras.  Cuando  Uegóel  ejército  de  Hix¿xi 
ja  DO  babia  enemigos  con  quien  pelear.  Elogió  el  rey  á  su  hijo  Alha- 
km  y  á  sos  esforzados  caballeros ;  pero  le  advirtió  que  si  bien  conve* 
nía  mudio  el  ardimiento  y  valor  en  la  guerra ,  pero  no  menos  la  pru- 
dencia y  reflexión :  que  no  deben  aventurarse  los  sucesos  cuapdo  ^ia 
innerídad  ni  precipitación  puede. ser  mas  cierto  y  mas  completo  el 
trimifo.  Que  muchas  veces  por  imprudente  confianza  y  necia  presun- 
(ioñ  de  sus  propias  fuerzas ,  y  por  no  dar  parte  en  la  gloria  de  sus  ima- 
ginados triunfos  á  otro  compañero ,  muchos  caudillos  perdieron  hatallas 
noT  importantes ,  que  causaron  la  ruina  de  algunos  estados ,  y  ¿  sus 
Bcmbres  perdurable  infamia. 

So  estaba  Suleiman  en  su  hueste  el  dia  de  la  batalla ,  y  cuando  loa 
fogitiros  restos  de  su  gente  llegaron  donde  estaha  y  le  re&rieron  el  si|- 
f)'^  desgraciado  del  dia^  quedó  pensativo,  y  sin  decir  otra  palabra  que  % 
Mal  haya  mi  fortuna  ¡  partió  con  algunos  caballeros  hacia  Valencia  sin 
camino  ni  dirección  cierta.  Llegó  cerca  de  Denia,  y  perseguido  alli  de 
los  campeadores  de  su  hermano,  viendo  el  empeño  con  (jue  sus  enemi- 
f«  le  segoian,  y  que  sus  gentes  le  iban  dejando ,  se  entró  en  Gezira 
Xocar,  lugar  fuerte  y  rodeado  del  rio,  y  desde  olli  escribió  ásu  ber* 
Duno  rogándole  quisiese  olvidar  lo  pasado  y  recibirle  en  su  gracia  con 
bs  mismas  condiciones  que  ^  su  hermano  Abdala ,  ó  como  le  pareciese. 
Holgó  mucho  el  rey  Hixém  de  este  allanamiento ,  y  habido  su  consejo 
criQ  sus  wazires  y  walies  le  recibió  en  su  gracia  ^  pero  le  propuso  que 
para  su  seguridad  podia  establecerse  en  Tanja  ó  en  otra  ciudad  que  él 
quisiese  de  las  de  Almagréb ,  que  concertarian  la  venta  de  las  posesio- 
nes sayas  en  España ,  para  que  pudiese  adquirir  otras  en  Berbería.  A 
t*xlo  se  allanó  Snkiman,  y  cpncluyeron  su  avenencia  año  174  (790). 
Oifotan  que  recibió  del  rey  Hixem  por  sus  posesiones  sesenta  mil  mit- 
c^k's  ó  pesantes  de  oro,  y  se  fué  á  morar  á  Tanja.  En  este  mismo  año 
rl  wali  Abu  Olman  venció  al  rebelde  Said  ben  Husein ,  que  murió  en  la 
batalla ,  y  envió  su  cabeza  á  Córdoba  con  la  nueva  dQ  la  victoria,  y  la 
mandó  el  rey  poner  en  un  garfio  del  muro. 


CAPITULO  XXVII. 

De  la  rebellón  y  guerra  en  Espafía  oriental. 

Con  ocasioo  de  las  desavenencias  de  los  principes  se  rebeló  en  España 
oriratal  el  caudillo  de  la  frontera  BaUuI  ben  Makluc  Abulhegiág ,  se' 
«püderó  de  Zaragoza,  y  se  le  unieron  los  gobernadores  de  Barcelona , 
Mi9ca  y  Turiazona.  Envió  contra  ellos  al  wali  de  Valencia  Abu  Otman 
nm  numeroso  qiército  de  gente  de  ¿  pié  y  de  á  caballo :  los  vencióeo  va- 
ri^ bat4^FbiJ5 ,  y  se  apoderó  de  las  ciudades ,  que  oprimidas  por  csloi 


112  HISTORIA  DE  LA  DiMOKAClON 

caudillos  rebeldes  deseaban  rerse  libres  de  sus  yejacloiies  y  estar  pro- 
tegidas de  sa  rey  y  señor :  asi  ellas  mismas  abrieron  sus  puertas  al  ven- 
cedor ,  y  se  pusieron  en  defensa  contra  los  rebeldes :  envió  Abu  Otman 
á  Córdoba  nuevas  de  su  venturosa  expedición  y  las  cabezas  de  algunos 
caudillos.  Celebráronse  en  Córdoba  estas  victorias  con  públicas  alegrias, 
y  escribió  el  rey  Hixem  á  Abu  Otman  que  fuese  á  la  frontera  de  Airanc 
y  esperase  nuevos  refuerzos  de  tropas  para  poder  recobrar  las  ciudades 
que  habian  perdido  los  muslimes  en  aquella  tierra. 

Venido  el  año  175  (791)  mandó  Hixém  publicar  en  toda  España  el 
algihed  ó  santa  guerra ,  envió  sus  cartas  á  todas  las  capitanías,  se  ley^ 
ron  en  los  alminbares  ó  pulpitos  de  todas  las  aljamas ,  y  todos  los  bue- 
nos muslimes  quisieron  concurrir  por  sus  personas ,  ó  con  sus  armas  y 
caballos ,  ó  con  sus  limosnas ,  por  merecer  los  ineCÁles  y  copiosos  pre- 
mios prometidos  á  los  que  ayudan  á  tan  digna  empresa.  Encargó  el 
mandio  de  las  tropas  que  se  dirigieron  á  las  fronteras  á  su  bagib  d  wali 
Abdelwahid  benMugueit ,  y  ¿  su  yerno  Abdala  ben  Abdelmelic  el  Mc- 
ruán,  y  á  Jusuf  ben  Bath  el  Ferasí :  entraron  estas  huestes  en  tierra 
del  Guf  ó  norte  de  Eq)aña ,  una  divisi(m  de  treinta  y  nueve  mil  hombres 
que  corrió  y  taló  las  comarcas  de  Astorica  y  Lucos ,  y  toda  Galicia ,  to- 
mando cautivos  y  muchos  ganados  y  despojos ,  causando  en  aquellos 
pueblos  el  espanto  y  la  desolación  de  las  terribles  tempestades ;  otra  á 
la  parte  oriental  que  entró  en  los  montes  Albortát ,  y  sojuzgó  sos  pue- 
blos, y  tomaron  grandes  despojos,  cautivos  y  ganados.  En  el  año  176  con- 
tinuaron las  entradas  por  los  valles  de  los  montes  Albaskenzes  hasta 
dentro  en  tierras  de  Afranc :  los  pueblos  huian  á  las  grutp  de  las  Ceras, 
y  abandonaban  sus  poblaciones.  Este  año  murió  en  Sevilla  el  waifl- 
coda  de  aquella  aljama  Abdala  ben  Omar  ben  Alchitab,  hombre  dock) 
y  de  singular  integridad.  El  año  177  (793)  se  tomó  por  fuerza  de  armas 
la  ciudad  de  Gerunda,  y  sus  moradores  fueron  degollados:  la  misma 
suerte  tuvieron  los  de  Medina  Marbona  :  la  espada  de  los  modimes 
hizo  en  sus  defensores  y  pueblo  tan  atroz  matanza,  que  solo  sabe  el  nú- 
mero de  ellos  Dios  que  los  crió.  Los  despojos  de  estas  ciudades  fueron 
muy  ricos  en  oro ,  plata  y  preciosos  paños ,  y  el  quinto  que  de  ellos  tocó 
al  rey  Hixém  por  su  parte  fué  mas  de  cuarenta  y  cinco  milmitcales  ó 
pesantes  de  oro.  Cuando  llegaron  á  Córdoba  estas  riquezas,  y  las  nuevas 
de  tan  venturosas  expediciones ,  hubo  en  la  ciudad  grandes  alegrías. 
Destinó  el  rey  el  quinto  que  le  pertenecía  para  la  fábrica  de  la  mezquita 
mayor  aljama  de  Córdoba.  Quedó  en  la  frontera  de  orden  del  rey  el 
yfáli  Abdala  ben  Abdelmelic  el  Meruán ,  á  quien  hizo  yfáüi  de  Zaragoza. 


CAPITULO  XXVIll. 

De  las  obras  del  rey  UU6ni. 


Con  estos  venturosos  sucesos  el  rey  Hix¿m  era  muy  temido  de  siü 
enemigos ,  y  muy  amado  de  sus  pueblos :  con  su  clemencia ,  liberalidad 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  113 

;  copdkioD  Raí  y  tauraana  grangeaba  las  volantadcs  de  todos  :  era  muy 
carítaÜYO  con  los  pobres  de  cualquiera  religión ,  y  pagaba  los  rescates 
de  los  que  caian  en  manos  de  sus  enemigos ;  y  cuando  alguno  de  los 
so;o6  moria  peleando  en  la  guerra,  cuidaba  de  sus  bijos  y  mugeres  : 
en  muy  piadoso,  y  trabajaba  cada  dia  en  la  obra  de  la  aljama,  y  asi 
h  acabó  en  su  tiempo.  Esta  magnifipa  aljama  de  Córdoba  aventajaba  á 
lodas  las  desoriente ,  tmiia  seiscientos  pies  de  larga ,  y  doscientos  y  cin- 
coeola  dé  ancha,  formada  de  treinta  y  ocho  nares á  lo  ancho,  y  diez  y 
BocTe  á  lo  largo,  mantenidas  en  mil  y  noventa  y  tres  columnas  de  már~ 
Bol :  se  entr¿a  á  su  alquibla  por  diez  y  nueve  puertas  cubiertas  de 
pianchas  de  bronce  de  maravillosa  labor,  y  la  puerta  principal  cu- 
bkrla  dé  láminas  de  oro  -.  á  sus  lados  de  oriente  y  occidente  cada  nueve 
{raerlas.  Sobre  la  cúpula  mas  alta  habia  tres  bolas  doradas ,  y  encima 
de  dks  una  granada  de  oro :  de  noche  para  la  oración  se  alumbraba 
con  cuatro  mil  y  setecientas  lámparas ,  que  gastaban  veinte  y  cuatro 
mil  fibras  de  aceite  al  año  %  y  ciento  y  veinte  libras  de  aloe  y  ámbar 
liara  sos  perfumes  :  el  atanor  del  mihrab,  ó  lámpara  del  oratorio  se- 
creto, era  de  oro  y  de  maravillosa  labor  y  grandeza.  Recdiflcó  el  puente 
de  CánMia  y  otras  muchas  obras  que  pedían  reparo :  por  agradar  al 
rey  y  for  su  orden  labró  en  este  tiempo  Farkíd  ben  Aún  el  Aduani ,  na- 
tural de  Córdoba,  la  bella  fuente  llamada  de  su  nombre  Ainfarkid ,  que 
fra  de  las  obras  mas  hermosas  de  Córdoba.  Dio  el  rey  cargo  de  v^ali  del 
Zoco  o  plaza  de  Córdoba  á  Soleiman  ben  Foteis ,  que  habia  sido  cadi  en 
tiempo  de(  rey  Abderahman ,  y  era  su  asignación  quinientas  doblas 
alado. 

Abdelkerim ,  hijo  del  wali  de  la  frontera  Abdelwahid ,  hizo  entrada 
en  Gdícia  en  fln  del  año  177,  y  después  de  haber  corrido  la  tierra  y 
entrado  en  las  fortalezas  de  los  cristianos ,  y  quemado  sus  iglesias, 
coaado  ▼«(Avia  cargado  de  despojos  fué  rodeado  por  los  cristianos  en 
ana  emboscada ,  y  en  cUa  recibieron  mucho  daño  los  muslimes :  los  mas 
esloradoe  murieron  peleando ,  y  entre  otros  el  caudillo  Jusuf  ben 
Balh  \  j  perdieron  la  presa  y  cautivos  que  tratan.  En  el  mismo  año 
Abdeicadir,  caudiUo  del  rey  Hixém,  persiguió  á  los  bárbaros  de  Ta* 
kema  que  se  habian  rebelado ,  y  t(»nando  de  ellos  muchos  los  clavó  en 
palos,  haciendo  tal  matanza  de  ellos  que  dejó  la  tierra  yerma  y  despo- 
blada* En  este  año  murió  Edris  ben  Abdala  el  descendiente  de  Aly ,  fun- 
dador de  la  ciudad  y  reino  de  Fez  :  murió  alevosamente  emponzoñado 
con  mi  pmno  de  aromas  que  le  dieron  por  orden  del  califa  de  Oriente  :* 
no  tenia  hijo  todavía ;  pero  dejó  preñada  una  hermosa  alárabe  llamada 
Keüiira,híjadeTelid;  estaba  ya  de  siete  meses ,  y  los  alárabes  persua- 

«  E«U  proKjidad  es  propia  de  los  árabes.-  el  autor  de  la  Historia  de  Fes,  AbdelhaUm  de  Gra- 
sada ,  rventa  basta  el  número  de  tejas  que  cubrían  la  aljama  de  aquella  ciudad ,  á  saber,  cua« 
mHtnu»  sesenta  y  siete  mil  y  trecienUs  tejas,  y  que  tenia  quince  puertas  grandes  para  los 
boobre»  ,  y  dos  pequeñas  para  las  mugeres,  y  se  alumbraba  con  mil  y  setecientas  lámparas; 
f<T»  ao  las  escienden  todas  sino  en  las  noches  del  Ramazan ,  y  la  que  llaman  de  Candiles ,  y 
tm  H  vrBDjiteBOTO  es  pan  ornato  y  ostentación. 

t  Dice  Alabar  qneel  wali  Jusuf  ben  Bath  el  Ferasi  acaudillaba  la  caballeria  en  la  expedición 
4«  OaHcM ,  que  llevaba  treinta  y  nueve  mil  hombres ,  y  que  después  de  ella  murió  en  Toledo : 
4M  tm  NI»  G«hvar  Aben  Jasut  ben  Balb  fné  waiir  del  rey  Aibakem. 

8 


114  HISTORU  Í)E  U  DÓMINAtlON 

áiáoR  dd  leal  baglb  Raxid  eflperaroii  qoe  pariesíé ,  y  dcs][)ae$  há^ta  la 
competente  edad  del  niño  Edris,  y  todo  este  liettipo  faeron  gobernados 
po^  el  hagíb  de  sn  amado  rey.  También  fdlecid  este  año  en  Córdoba  el 
insigne  poeta  de  su  tiempo  Amer  ben  Abi  Giafar ,  que  escribió  elegan- 
tes historias,  y  fué  cadim  al  maut,  6  intendente  de  herencias  propias 
del  fisco  9  que  el  rey  cómo  padre  universal  heriBda  á  los  que  no  tienen 
herederos.  Se  recreaba  el  rey  Hixém  en  el  campo ,  en  las  aoi^nas  huer- 
üisy  plantio  de  árboles  flrutales,  y  como  le  prepusiesen  la  adquisición 
ae  una  aldea  y  tierras  contiguas  muy  feraces,  como  una  apacible  y  útil 
grangeria ,  que  deseaban  muchos  á  competencia  sti  adquisición ,  el  rey 
no  quiso  comprarla,  y  en  esta  ocasión  hi2o  unos  Tersos  que  manifiestan 
sn  ingeiiioy  grandeza  de  ánimo  i 

Mano  franca  y  liberal  fié  blasón  de  la  noblexa , 

£1  apañar  intereses  las  grandes  almas  desdeñan : 

Floridos  huertos  admiro  como  soledad  amena , 

£1  aura  del  campo  anhelo ,  no  codicio  laa  aldeas , 

Todo  lo  qoe  Dios  me  da  es  para  que  á  darlo  vuelva : 

En  los  tiempos  de  bonanza  ih rundo  mi  mano  abierta    ' 

Bn  el  insondable  mar  de  grata  beneficencia ; 

y  en  Mempo  de  tempestad  y,de  detestable  guerra^ 

En  el  turbio  mar  de  sangre  baño  la  robusta  diestra  : 

Tomo  la  pluma,  ó  la  espada ,  conio  la  ocasión  requiera , 

Dejando  f  aertes  j  lanas ,  i  el  contemplar  las  estrellas. 


CAPITULÓ  XXIX. 

be  la  Jura  del  principe  Alhakem ,  j  moerte  do  tLlxéta, 

El  año  178  (794)  estando  el  rey  Hixém  en  Córdoba  Irebreándose  M  sus 
almunias  y  amenos  huertos ,  donde  se  entretenia  en  cultitar  por  su 
ipano  alffunas  flores  y  plantas  ^  un  cdebre  astrólogo  de  su  bortele  dijo : 
Señor ,  trabaja  en  estos  breves  dias  para  él  tiempo  de  la  eternidad  :  d 
rey  le  dijo ,  que  porqué  le  dada  aquella  sentencia :  y  el  astrólogo  Ic 
pidió  que  no  le  mandase  decir  otra  cosa ,  que  sin  pensar  \ú  había 
dicho :  instóle  el  rey  que  no  le  ocultase  su  pensamiento ,  seguro  de  que 
por  nada  del  mundo  se  disgustarla  de  I9  qué  le  dijese.  Entonces  el  as- 
trólogo le  dijo,  que  estaba  escrito  en  el  cielo  que  Hixém  áabíñ  morir 
antes  de  dos  años.  No  se  entristeció  por  el  anuncio  de  su  teihprana 
iñuerte .:  prosiguió  entretenido  basta  su  hora  acostumbrada  :  d^pues 
•  oyó  cantar,  jugó  al  ajedrez  como  solia ,  y  mandó  dar  al  astrólogo  un 
buen  vestido.  Repelia  muchas  veces  estas  palabras  :-M{  confianza  es 
Dios ,  y  en  él  espero..  Puso  en  Córdoba  y  en  otras  ciudades  de  España 
enseñanza^  de  la  lengua  arábiga^  y  obligaba  á  los  cristianos  que  no 
hablasen  oirá ,  ni  escribiesen  en  su  lengua  latina.  Aunque  el  rey  Hixéni 
era  sabio  y  superior  á  las  credulidades  vulgares  sobre  el  influjo  de  las 
eátrcllas,  bien  persuadido  de  que  todo  se  mueve  al  soplo  de  la  divina 
voluntad ,  ^egun  los  eternos  decretos ,  no  quiso  dilatar  la  solemne  de- 
claración de  su  fiituro  sucesor  en  el  imperio  ;  mandó  congregar  sus 


BB  L0S  ÍOIáBES  m  ESPAftA.  H5 

nlies|ffÍQCiiNiles,  y  los  wazires  y  alcatibes ,  secretarios  y  consejeros 

decstado,  al  cadi  de  los  cadíes  de  España ,  y  á  su  hagib,  y  declaró 

por  su  wali  alahdi  6  futuro  sucesor  A  su  hijo  Alhakem ;  y  todos  los 

valies,  wazires  y  principales  jeques  de  España  le  juraron  fidelidad  y 

obediendá  sin  condiciones  ni  reservas,  tomándole  su  mano  :  tenia  el 

jiríocipe  Alhakem  Teinte  y  dos  años ,  y  era  de  muy  gentil  presencia  y 

Inm  iagoik).  Fné  esta  solemne  jura  el  año  179  (795). 

£b  los  primeros  dias  de  la  hum  Safar  del  ano  180  adoleció  el  rey 

Bixém  de  b  enfermedad  de  que  falleció  á  los  doce  dias  de  lá  minna 

iaoa,  y  se  filé  á  la  mísertcordía  de  Alá.  Gnentan  que  antes  de  morir 

<fijo  á  sn  hijo  Alhakem  estos  buenos  consejos ,  aunqne  otros  los  atri- 

koyeo  á  su  padre :  Deposita  en  tu  corazón  ^  y  no  olvides  liunca  estos 

consejos  «pe  quiero  darte  por  el  mucho  amor  que  te  tengo.  Considera 

<|oe  los  reinos  son  de  Dios,  que  los  da  y  los  quita  á  quien  quiere. 

Pq»  IMos  nos  ha  dado  el  poder  y  autoridad  real  que  está  en  nuestma 

moos  por  su  divina  bondad,  demos  gracias  á  Dios  por  tanto  beneficio, 

ingaaM»  su  santa  voluntad ,  qne  no  es  otra  que  hacer  bien  á  todos  los 

hombres ,  y  en  espedal  á  los  encomendados  á  nuestra  protección  :  has 

justicia  igual  á  paires  y  á ricos,  no  consientas  injusticias  en  tu  reinó , 

fie  es  caumno  de  perdición  :  ni  mismo  tiempo  serás  benigno  y  clemente 

eoo  tos  qne  dependen  de  ti,  que  todos  son  criaturas  de  Dios.  Confia  el 

gobiemo  de  tos  píbvincias  y  ciudades  á  varones  buenos  y  experimcn- 

Mos :  castiga  sin  onhpasion  á  los  ministros  qne  opriman  tuis  pueblos 

ásionion  con  voluntarias  exacciones  :  gobierna  con  dnlzUra  y  firmeza 

i  tos  tropas  cuando  la  necesidad  te  obUgúe  á  poner  las  armas  en  sus 

OBoos :  sean  les  defonortea  del  estado ,  noéus  d&vastád^tkt^ ;  pero  cnida 

k  tcnerioB  pagados  y  seguros  de  tus  promesas.  Nunca  ceses  de  gran- 

inrlafvohUitad  de  tus  pululos,  pues  en  la  l)ehevolencia  de  dios  con- 

»te  ht  seguridad  del  estado,  en  el  miedo  el  peligro,  y  i^n  el  odio  stt 

cierta  runa.  Procura  por  los  labradorlss  que  cultivan  la  tierra  y 

w  dan  d  necesario  sustento  :  iao  permitas  qne  les  talen  sus  siembras  y 

pbatios;  ea  suma  haz  de  manera  que  tus  pueblos  te  bendigan ,  y  vivan 

CQQlcntos  á  la  éombra  de  tü  protecdon  y  bondad ,  que  gocen  s^ros  y 

^i^nqiifloB  los  placeres  de  la  vida  t  en  esto  eonsfete  el  biíen  gobierno , 

y  silo  congngties,  serás  fdi2  y  lograrás  la  fotna  del  mas  glorioso  prin^ 

Qpe  del  mondo.  Nb  hizo  el  rey  Hixém  novedad  en  la  moneda ,  y  ^  la^ 

hñhaam  el  miaino  tipo  y  ley  que  en  d  tiempo  de  su  padre.  Fallecid 

Ole  rej  Hixéin  ben  Abderahman  á  los  trdnta  y  side  áflos  y  cuatro 

BMses  de  sa  edad,  y  fiíé  la  duradon  de  su  reinado  láete  años  y  sida 

axses.  Eo  este  mismo  mes  y  afio  falleció  en  Córdoba  Said  ben  Abdús , 

qaecra  eonDddopor  d  Ooder,  aÍDddnz  que  viajó  á  oriente^  y  fué  allí 

dbeipoto  deMdik  hen  Anas,  y  volvió  á  su  patria  con  graii  fema  de 

aéio. 


116  IIISTORU  1)B  LA  DOMINACIÓN 


CAPITULO  XXX. 


Del  rey  Alhakem  ben  Hixém,  y  de  les  alteraciones  que  suscitaron  ^as  tíos,  y  victorias 

en  España  oriental. 

Despaes  que  con  gran  concurso  del  pud>lo  fué  enterrado  el  buen 
rey  Hixém,  y  que  su  hijo  el  principe  Alhakem  hizo  oración  por  él, 
luego  el  dia  14  de  Safar  del  año  180  (796)  fué  adamado  rey  con  gran 
pompa;  y  concurrió  á  la  mezquita  mayor  el  primer  juma,  que  fué 
dia  diez  y  seis  de  la  misma  luna ,  y  se'  hizo  la  chotba  ú  oración  pú- 
blica por  el  nuevo  rey  Alhakem  ben  Hixém.  La  madre  que  le  parió  se 
llamaba  Zecraf :  era  hermoso  y  de  muy  gentil  disposición ,  y  estaba  en 
la  flor  de  su  edad ,  pues  tenia  veinte  y  dos  años.  Todos  esperaban  en  él 
un  digno  sucesor  de  su  padre  y  abuelo ,  su  noble  fisonomía  lo  anunciaba, 
su  buena  educación  y  los  ejemplos  paternos  lo  persnadian;  pero  solo 
Dioses  sabedor.  Era  Alhakem  docto  y  de  ingenio ,  pero  vano  y  de  na- 
tural duro ,  y  fácil  solo  para  la  ira.  Se  había  criado  desde  niño  con  Ab- 
delkerim ,  hijo  de  Abdelwahid  el  hagib  del  rey  Hixém ;  por  eso  amaba 
á  este  erudito ,  que  fué  su  bibliotecario  desde  muy  mozo ,  que  ya  se  dis- 
tinguía entre  sus  iguales  por  su  buen  ingenio  y  elegantes  versos  :  le 
nombró  su  hagib ,  y  era  la  persona  de  su  confianza.  Guando  Suleíman  y 
Abdala,  tíos  del  rey  Alhakem,  supieron  la  muerte  de  su  hermano  Hixém, 
renovaron  sus  pretensionesála  soberanía  doEsp^a,  ó  por  lo  menos  do 
algunas  provincias  de  ella ,  de  cuya  posesión  se  mindmn  violenlamente 
despojados.  Procuraron  parcialidades ,  y  buscaron  auxiliares  contra  sa 
sobrino,  con  ánimo  de  destronarle  si  la  fortuna  les  era  favoraMe ,  y  si 
menos  propicia  venir  á  nuevos  conciertos  de  avenencia,  y  hacer  un  re- 
partimiento de  la  España.  Excitaron  á  la  rebelión  á  los  pueblos  de  To- 
ledo, Valencia  y  Tadmir ,  y  con  ayuda  de  aipigoa  y  con  sus  propios 
tesoros  Suleiman  all^ó  un  buen  ejército  y  pasó  de  África  á España, 
llamándose  señor  de  ella  como  hijo  mayor  dd  rey  Abderahman  ben  Moa- 
vía.  Abdala  que  estaba  en  tierra  de  Toledo  había  ganado  la  voluntad 
de  algunos  alcaides  de  aquella  comarca,  en  espedalde  uno  llamado 
(%eida  ben  Anua,  hombre  astuto  y  de  valor,  que  puso  á  su  devoción 
las  fortalezas  de  Uclis ,  Webdc  y  Santíbcria ,  y  levantó  gentes,  y  ae  apo- 
deró de  Toledo ,  sus  puntas  y  alcázar  :  fué  esto  el  año  181  (797).  Cuando 
el  rey  Alhakem  entendió  las  ambiciosaa  maquinaciones  desús  tíos ,  como 
r^  con  armas ,  juventud  y  ánimo  dispuesto  á  la  soberanía  ó  á  la  muerte, 
no  se  intimidó  por  mas  que  le  amenazase  guerra  larga ,  peligrosa  y 
sangrienta.  Luego  mandó  juntar  su  eaballcaria  de  Arcos,  Jerez,  Sido- 
nía,  Sevilla  y  G^doba ,  la  gente  do  á  pié  de  las  comarcas  de  Mérida  y 
Toledo,  y  se  dieron  órdenes  para  la  partida. 

Caminaba  con  estas  tropas  contra  Toledo ,  y  al  estar  en  sus  cercanías 
le  llegó  nueva  de  la  frontera  de  Afrancque  los  cristianos  habían  vcn- 
cidoá  los  caudillos  muslimes  Bahlul  y  Abu  Tabir ,  y  habían  ocupado  las 
ciudades  de  Narbona  y  de  Gerunda ,  esto  en  d  mismo  año  181 ,  y  que 


BE  LOS  ÁRABES  Eüf  ESPAÑA.  117 

Tenian  cod  poderosa  hueste  sobre  las  otras  ciudades  de  la  frontera  orien- 
tal. Hobo  el  rey  AUiakem  su  cpnsejo,  y  ordenó  que  luego  partiese  con 
mocha  diligencia  el  wali  Fotcis  ben  Sulciman  al  socorro  de  la  frontera 
con  parte  de  la  caballeria ,  y  que  de  paso  juntara  la  gente  de  España 
oricDtal  con  el  iirali  de  Zaragoza  y  de  Wesca :  que  el  rey  Alhakem ,  si 
ei  cerco  de  Toledo  se  alargd)a ,  partiría  con  toda  su  caballeria ,  que- 
dando el  cuidado  de  mantener  el  sitio  al  caudillo  Amrú  con  la  gente  de 
i  pié  y  alguna  de  á  caballo.  Antes  de  llegar  el  i?ali  Foteis  á  Zaragoza 
sopo  la  pérdida  de  Pamplona  ^  y  que  Hasan ,  el  wali  de  Wesca ,  habla 
«itregado  su  ciudad  á  los  enemigos  con  ruines  tratos  ;  estas  infaustas 
noevas  enviaba  el,  cadi  de  aquella  ciudad  Abdelsalem  ben  Walid ,  y  ma- 
nifestaba qae  los  walies  de  aquella  frontera  oriental ,  acostumbrados  á 
ser  independientes  en  sus  gobiernos ,  se  mantenían  en  ellos  con  artera  y 
Til  política,  buscando  la  amistad  y  el  fayor  de  los  cristianos  para  no 
<ÍKdecer  á  su  señor  el  rey ,  ni  servirle ;  y  cuando  ya  no  podian  sufrir 
la  opresión  de  los  cristianos  fingían  ser  leales  y  buenos  muslimes ,  y  se 
acogiaa  al  amparo  del  rey,  que  por  esta  causa  se  habia  perdido  aquella 
frootera;  y  que  se  perdería  toda  la  tierra  si  con  tiempo  y  diligencia  no 
se  acudiese.  Entristecieron  al  rey  Alhakem  estas  cosas,  y  luego  partió 
con  la  flor  de  su  caballeria  á  la  frontera  oriental  de  España ,  y  unido  á 
sus  walies  om  numerosa  hueste  recobró  las  ciudades  de  Wesca  y  Lérida, 
que  los  cristianos  no  osaron  esperarle,  y  entró  en  Gerunda  y  en  Bar- 
celona ,  y  pasó  á  tierra  de  Afranc,  y  en  JNarbona  degolló  cuantos  infie- 
les hubo  alas  manos,  haciendo  cautivos  niños  y  mugcres,  y  tomando 
grandes  y  preciosos  despojos :  por  esta  gloriosa  expedidon  fué  llamado 
Afanudafar,  ó  yencedorfeliz  y  afortunado :  dejó  por  fronteros  en  aquellas 
dttdades  á  Abdelkerim  ben  Abdelwahid ,  y  á  Foteis  ben  Sulciman ,  y  se 
tornó  con  su  caballeria  para  tierra  de  Toledo ,  donde  sus  tios  Sulciman 
j  Abdala ,  con  gentes  de  África ,  de  Valencia  y  de  Tadmir ,  ocupaban  los 
pueblos  y  acrecentaban  cada  dia  su  partido.  Peleaban  con  ellos  los  wa- 
lies de  Córdoba  y  de  Mérida  con  varía  fortuna ;  pero  cuando  llegó  el 
rey  Alhakem  luego  mejoró  la  suerte  de  las  armas.  Era  el  ejército  del 
rey  compuesto  de  .valientes  tropas,  muy  acostumbradas  á  la»  fatigas  de 
laguetra,  y  prácticas  y  experimentadas  en  las  peleas  contra  los  mas 
atenidos  enemigos  :  La  gente  de  Sulciman  y  de  Abdala ,  aunque  era 
ñocha,  porlaniayor  parle  eran  aventureros  de  Africay  de  Almagréb, 
qoesolo  venían  á  España  á  probar  fortuna  por  la  fama  de  la  riqueza  de 
bs ciudades,  y  de  gente  allegadiza  y  baldía  do  algunas  provincias  de 
España,  que  la  pobreza ,  ó  el  miedo  de  ser  castigados. por  sus  delitos, 
llevaba  á  sus  banderas.  Asi  fué  que  el  rey  Alhakem  los  venció  y  echó  de 
tícrra  de  Toledo,  oeapó  las  fortalezas  de  Uclis  y  Wcbdc,  y  los  forzó  á 
retirarse  á  tierra  de  Tadmir  y  de  Valencia  el  año  183  (799). 


118  mSTOBU  DE  U.  DOHDUaON 

CAPITOU)  XXXI. 

De  las  nneTai  viotoriai  de  Albakem,  maerte  de Soleiman,  y  aTenenefa  con  Abdala. 

Eq  el  principio  del  año  siguiente  los  de  Toledo  por  secretas  inteli- 
gencias con  el  caudillo  Amrú  le  dieron  entrada  en  su  ciudad ,  y  le  en- 
tregaron el  rebelde  Obcida  ben  Amza,  á  quien  cortó  la  cabeza,  y  la 
envió  á  Córdoba ;  y  dejando  en  el  gobierno  de  Toledo  á  su  propio  bíjo 
Jusuf  partió  con  la  nueva  de  estas  ventajas  al  campo  de  Gingília, 
donde  el  rey  estaba.  Entró  el  rey  Albakem  con  todo  su  ejército  eo 
tierra  de  Tadmir,  y  tuvo  algunas  escaramuzas  con  los  campeadores 
africanos  de  la  hueste  de  Suleiman,  hasta  que  ambos  ejércitos,  como 
de  un  acuerdo ,  se  encontraron  y  acometieron  con  igual  odio  y  espe- 
ranza de  la  victoria  :  pelearon  todo  el  día  con  admirable  esfuerzo ,  y  á 
la  tarde  los  de  Albakem ,  siguiendo  á  sus  caudillos  y  el  ejemplo  de  su 
rey,  rompieron  y  desbarataron  kt  primera  batalla  de  Suleimad,  á  pe- 
sar del  valor  de  este  y  de  su  hennano  Abdala ,  que  bien  mostraron  este 
dia  de  quién  eran  hijos.  Suleiman ,  procurando  rehacer  el  orden  de  sos 
gentes  vencidas  y  desanimadas,  se  opuso  al  tropel  de  los  mas  impetuo- 
sos combatientes,  y  él  solo  puso  en  duda  otra  vez  la  victoria  que  tan 
declarada  estaba  por  su  sobrino.  Al>dala  acudió  también  con  sus  caba- 
lleros ;  y  viendo  Alhakem  que  tan  pocos  valientes  arredraban  y  dete- 
nían el  triunfante  carro  do  la  victoria ,  se  actelantó  hacia  ellos  con  sos 
zenetes ,  y  en  este  punto  una  saeta  entró  por  la  gola  á  Suleiman ,  y 
cayó  de  su  challo ,  y  alli  fué  atropellado  y  muerto  entre  los  pies  de  la 
caballeria.  Abdala ,  que  vio  caer  á  su  hermano,  desesperó  de  la  fc»*- 
tuna ,  y  siguió  la  fuga  de  su  vencida  gente.  La  venida  de  la  noche  sus- 
pendió los  horrores  de  la  atroz  matanza. 

Abdala,  aprovechando  las  tinieblas  de  la  noche,  se  retiró  á  los 
montes ,  y  continuó  retrayéndose  á  Denla  y  tierras  de  Valencia.  Al  dia 
siguiente  pensaban  los  del  rey  Alhakem  que  se  renovarla  la  batalla  por 
ser  muy  numeroso  el  ejercito  de  los  principes  :  confiaban  perfeccionar 
su  victoria  cuando  vieron  con  mas  placer  que  sus  enemigos  hablan  des- 
aparecido. Entre  los  cadáveres  fué  luego  reconocido  el  príncipe  Soleí- 
man,  que  llevado  á  la  presenda  de  Alhakem  lloró  acordándose  de  sn 
padre  .-  mandó  enterrarle  nÉuy  honradamente ,  y  se  detuvo  alli  para 
esto  todo  su  ejército.  Abdala,  seguido  todavía  de  muchas  tropas  de 
África,  se  acogió  á  Valencia,  donde  era  muy  amado,  y  los  déla  ciadad 
le  recibieron  en  ella  exhortándole  á  procurar  su  avenencia  con  el  rey 
su  sobrino ;  y  él ,  por  evitar  los  males  y  calamidades  que  amenazaban  á 
la  tierra,  sin  esperanza  de  mejorar  de  suerte,  envió  sus  mandaderos 
al  rey  Alhakem,  desistiendo  de  sus  pretcnsiones,  y  ofreciendo  estar 
á  su  merced ,  ó  pasar  á  África  ó  adonde  mas  quisiese.  Alhakem ,  que  se 
proponía  terminar  la  guerra  aquel  año,  recibió  bien  los  mensageros 
de  su  tio,  y  solo  le  pidió  que  le  diese  en  rehenes  sus  hijos,  y  que  faese 
á  morar  donde  bien  le  pareciese  -.  luego  pasó  Abdala  á  Tanja ,  y  envió 


DB  WS  HüBfiS  SM  ESPAÑA.  ||9 

«  dMliyol  al  fiqirÁlhaicm,  qae  los  recttiió  con  madio  amiur,  y  lai 
Inló  ojlmp  ¿  sus  primcM ,  y  seiialó  al  priacipe  Abdolii  mi)  mitcaleai  sX 
mes  7  diico  mil  al  (ia  <)e  pada  ^So ,  y  le  permitió  vivir  en  Yalenpia  ó 
tu  Tadmir  en  algona  casa  ^  campo  :  perdonó  á  todo^  los  jeques  y 
luiro  qoe  babian  seguido  la  parcialidad  y  bando  de  sus  tíqsi  y  asi  se 
coDcertó  y  otorgó  por  avenencia.  Mucbos  caballeros  afrícauosf  fueroif 
Rcündos  p(»r  el  rey  en  su  guardia,  y  ¿  todos  bizo  merced  :  á  su  primo 
Bajor,  llamado  Esfáh ,  dio  en  matrimonio  su  hermana  Alkin^.  Acaba- 
das coa  tanta  voltura  estas  guerras  vino  d  rey  ¿  Córdoba  >  donde  Ai^ 
icdbido  con  grandes  alegrías  en  fia  del  aío  184. 

f 

cAprniiiO  XXXII. 

De  Us  entrtdaf  d«  los  de  Afirano  en  Espafia  oriental.     ^  ^ 

Ea  d  aSo  siguiente  hicieron  los  cristianos  de  Afranc  entradas  en  la 
bprna  oriental ,  y  pusieron  cerco  á  Gerunda  y  la  ocuparon ,  y  vinieron 
á  eocar  á  Hedina  Barcelona  con  grandes  huestes ;  pero  la  defendían 
lien  los  musUones.  Conducidos  y  ayudados  del  rebelde  Bahlul  ben  Mak- 
Inc  AbolhegiAg  descendiertm  ccm  sus  algaras  basta  Tarragona  y  oo«- 
Biitas  de  T(9i08a.  Ordenó  d  rey  Alhakem  una  expedición  para  cas- 
ligaral  rebdde  y  contener  á  los  infieles ;  y  en  este  tiempo  le  nació  un 
kijo  en  Córdoba ,  á  quien  por  buenas  fadas  y  presagio  de  fdicidad  dio 
el  nombre  de  Said  d  Chair,  que  asi  esperaba  buena  ventura  en  aquella 
eaqvesa.  Cuando  ya  estaba  junta  la  caballería  y  la  gente  de  ¿  pié. 
Tino  nueva  de  la  entrega  de  Barcdona ,  que  ocuparon  los  infides  de 
ibancal  fin  del  año  185  (801)  después  de  siete  meses  de  sitio.  Luego 
Rirtió  d  rey  Alhakem  á  Espada  oriental  con  el  wali  Amrú,  y  con  d 
cndiHo  de  £i  cd>alleria  Mubamad  ben  Mofreg  el  Fontauría ,  que  era 
<ieb  garbia  de  Córdoba,  cerca  de  Ain  Fontauría,  y  se  le  conocía 
fw  d  Q^iboxi ,  por  tener  su  casa  cerca  de  Ain  Pobboxi  ó  Cuente  de 
Cameros :  era  muy  estimado  de  Alhakem  por  su  valor  y  su  erudición, 
taire  laato  las  violencias  y  crueldades  de  Jusuf  ben  Amrft ,  que  no 
s^  distinguir  con  razón  las  cosas  que  merecían  gracia  ó  pedían  se- 
^eríiM ,  exasperó  los  ánimos  de  los  toledanos ,  y  alborotada  la  gente  de 
b  plebe  rodearon  su  casa  y  la  apedrearon,  é  hiríeron  á  muchos  de  su 
purdía:  k»  principales  de  la  ciudad  lograron  apaciguar  la  multitud  que 
^OKnaiaba  gran  desorden  y  maldad,  y  poco  á  poco  los  dispersaron  y  pu- 
serünenobedienda.  Quería  este  joven,  que  poco  antes  demiedo  no  ha- 
Baba  donde  esconderse,  hacer  un  horrible  escarmiento  en  la  ciudad  : 
^>Ma  su  temeraria  resoluciop ,  los  mismos  vecinos  nobles  que  habían 
Ifjgndo  calmar  la  tempestad  popular  fueron  harto  determinados ,  y  sor- 
pit^ndiendo  sn  guardia  se  apoderaron  del  inexperto  wali ,  y  lo  llevaron 
'W)  preso  á  la  fortaleza  de  Ghadaraque  :  así  evitaron  los  desafueros  y 
^íülendas  que  intentaba.  Escribieron  al  rey  manifestando  cuanto  habían 
^forzado»  á  hacer  para  sosegar  d  irritado  pueblo,  y  contener  al 


120  HISTORIA  DE  lA  DOMINACIÓN 

joven  waK  extrañamente  ensañado.  Mostró  el  rey  aqaéilas  cartas  á  sa 
caudillo  Amrú ,  y  le  mandó  qae  su  hijo  Tíniese  á  la  front^a ,  fyie  por 
sus  pocos  años  no  convenia  en  Toledo ,  ciudad  grande  y  llena  de  cris- 
tianos ,  que  no  llevaban  bien  el  yugo  de  la  dominación  muslímica. 
Viendo  Amrú  que  el  rey  no  se  daba  por  ofendido  de  aquel  atentado  po- 
pular, no  menos  vengativo  que  su  hijo,  pidió  al  rey  que  si  le  placía 
que  Á  fuese  wazir  de  Toledo ,  que  ya  tenia  muy  conocido  el  genio  de 
aquellos  naturales  :  el  rey  por  sus  buenos  servicios'  se  lo  concedió ; 
y  luego  volvió  para  este  gobierno ,  y  su  hijo  Jusuf  pasó  á  la  frontera. 

Entró  el  rey  Alhakem  en  Zaragoza,  y  fué  recibido  con  grandes  de> 
mostraciones  de  alegría  :  luego  fué  á  las  ciudades  de  la  frontera^  y 
dejó  por  alcaide  de  l\itila  i^Jusuf ,  hijo  de  Amrú  :  ocupó  la  ciudad 
de  Pamplona ,  y  descendiendo  por  riberas  del  Ebro  ocupó  á  Wesca , 
y  visitó  la  frontera  de  Afranc  :  el  alcaide  de  Tutila ,  deseoso  de  acre- 
ditar su  valor,  entró  en  frontera  de  Afranc  con  su  gente,  y  cayó 
en  una  emboscada  en  poder  de  enemigos  el  ano  187  (802)  :  avisó  á 
su  padre  su  desgracia ,  y  le  rescató.  Pasó  el  rey  con  su  hueste  sobre 
Tarragona,  y  la  recobró ,  persiguiendo  al  rebelde  Bahlul,  que  acau- 
dillaba algunas  compañías  de  gente  allegadiza  y  montaraz ,  pero  muy 
acostumbrada  á  las  fatigas  de  la  guerra  :  babia  entre  sus  taibs  muchos 
cristianos  de  Gibal  Alborlát,  gente  muy  esforzada  y  dura  :  peleó  mu- 
chas veces  con  estas  tropas  con  harta  fortuna  hasta  que  logró  vencer 
en  atroz  batalla  al  rebelde  y  sus  auxiliares  cerca  de  Tortosa,  y  hubo  á 
las  manos  al  traidor  Bahlul  ben  Maklul  Abuihegiág ,  y  le  mandó  cortar 
la  cabeza  en  pena  de  su  perfidia :  fué  esta  victoria  año  188  (803).  En  este 
mismo  año  proclamaron  los  de  Almagréb  á  Edris  hijo  de  Edris ,  el  des- 
cendiente de  Aly,  que  había  llegado  á  la  edad  de  once  años  y  cinco  me- 
ses,  y  las  mas  nobles  tríbus  de  albarbarcs  le  reconocieron  por  su  señor. 
£1  rey,  aseguradas  las  fronteras ,  volvió  p(Nr  Tortosa  á  Valencia ,  y 
por  Xatiba ,  Denia  y  tierra  de  Tadmir  á  Córdoba ,  donde  fué  recibido 
con  grandes  alegrías.  Venido  el  año  189  envió  Alhakem  sus  mensageros 
á  Edris  ben  Edris ,  para  darle  la  enhorabuena  de  su  proclamación,  y 
concertar  con  él  su  alianza  contra  todos  sus  enemigos  de  oriente,  ó  de 
África ,  que  intentasen  perturbarles  en  la  posesión  de  sus  tierras,  y  fue- 
ron en  esta  embajada  quinientos  caballeros  andaluces ,  y  el  rey  Edris  los 
recibió  con  mucha  honra,  y  holgó  muchode  aquel  mensage,  y  de  la  amis- 
tad y  alianza  del  rey  Alhakem ,  que  los  principes  mozos  se  pagan  mucho 
de  la  magnificencia  y  pompa  de  estas  visitas.  Los  recibió  en  la  ciudad 
de  Velila ,  que  todavía  no  estaba  fundada  Medina  Fez ,  que  la  |Hr¡ncípió 
poco  después. 

CAPITULO  XXXIII. 

De  la  venganza  de  Áoiraeii  Toledo,  y  alboroto  de  Herida. 

En  este  tiempo  el  wazir  de  Toledo  Amrú  meditaba  tomar  una  cruel 
venganza  do  los  toledanos,  y  esperaba  alguna  ocasión  oportuna  para 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  121 

sa  íolento.  Los  fatigaba  coa  exacdones  para  reparar  los  mnros,  forti- 
icar  sus  torres,  y  engrandecer  el  alcázar.  Enviaba  el  rey  Albakem 
nuco  mil  cabalk)s  á  la  España  oriental,  y  los  conducía  su  hijo  Abde- 
ráhman ,  que  ya  tenia  qnince  años :  al  pasar  estas  tropas  ocrea  de  To* 
ledo  salió  el  wazir  Amrú  para  obsequiar  al  príncipe :  le  ofreció  su  casa, 
j  le  rogó  que  se  dignase  pasar  la  noche  en  ella  :  lo  mismo  le  suplicaron 
los  principales  muslimes  de  la  ciudad ,  y  Abderahman  aceptó  el  obse- 
quio ,  y  entró  con  escogida  guardia  de  caballería,  y  fué  hospedado  en 
daltíoar.  Cuentan  algunos  que  Amrú  comunicó  al  príncipe  sus  inten- 
tos, persuadiéndole  que  convenia  cortar  muchas  cabezas  en  aquella 
cíndad  ^  llena  de  gentes  soberbias ,  inquietas ,  duras  é  inflexibles,  siem- 
pre dispuestas  á  la  rebelión  y'  desobediencia ;  que  habia  llegado  el 
tiempo  y  ocasión  mas  á  propósito  de  acabarlas,  y  hacer  este  escar- 
wiokio  sin  riesgo  ni  peli^  de  alteración  -,  que  el  principe  todavía  le 
dijo  que  mirase  bien  lo  que  hacia,  y  no  quisiese  sin  necesidad  hacerle 
aborrecible  á  los  pueblos.  El  ^wazir  avisó  á  los  principales  de  la  ciudad 
que  viniesen  á  visitar  «al  principe  y  honrar  el  festín  que'tcnia  preparado 
aqndla  noche.   Acudió  toda  la  nobleza  de  la  ciudad  al  alcázar,  y 
como  iban  entrando,  los  guardias  de  Aúirú  los  conducían  á  los  sinven- 
tora  á  una  apartada  estancia  subterránea,  y  allí  los  degollaban;  y  de 
esta  manera  corlaron  la  cabeza  á  cuatrocientos  caballeros,  sin  que  otros 
muchos  que  estaban  con  el  príncipe  supiesen  la  crueldad  de  esta  in- 
fausta noche.  Algunos  dicen  que  fueron  cinco  mil  los  d^ollados ;  pero 
lo  primero  es  mas  cierto.  Al  día  siguiente  parecieron  las  cabezas  corta- 
das de  los  desgraciados ,  y  toda  la  ciudad  quedó  espantada  y  llena  de 
terror :  se  divulgó  que  habia  sido  por  orden  del  rey  esta  atroz  ven- 
ganza ,  y  en  pena  del  levantamiento  contra  el  hijo  de  Amrú;  y  el  uno  y 
el  otro  sobrevivieron  poco  á  esta  crueldad  :  dicen  que  fué  esta  noche 
deTcdedo  el  año  190  (805).  Pasados  tres  días  partió  el  principe  á  la 
frontera  con  su  caballería. 

Había  dado  el  rey  Albakem  el  gobierno  de  Mérida  á  su  primo  Esfáh, 
7  descontento  de  su  i?azir  le  destituyó  del  cargo  y  puso  otro  de  su  con- 
fianza. Era  el  wazir  depuesto  muy  favorecido,  del  rey ,  se  presentó  en 
Córdoba ,  y  sus  quejas  fueron  amargas  y  envueltas  en  calumnias  contra 
el  wali  £^fáh,  inspirándole  con  gracias  mordaces ,  sospechas  y  descon- 
fianzas del  poder  y  autoridad  que  habia  largamente  dado  á  su  primo. 
Movido  el  rey  de  estas  fatales  inspiraciones ,  aunque  hasta  entonces  no 
habia  visto  en  Esfáh  sino  pruebas  de  sinceridad  y  de  amor  y  respeto, 
cediendo  á  su  genio  desconfiado  é  impetuoso  privó  á  su  primo  del  go- 
biemo,  y  envió  la  orden  con  el  wazir  que  debía  tomar  el  gobierno  de 
la  ciudad  y  provincia,  liego  él  enviado  mandando  á  Esfáh  que  saliese 
de  Mérída :  ofendido  de  esto  el  wali  respondió  que  extrañaba  mucho 
qu&el  rey  diese  mas  crédito  á  las  quejas  y  falsías  de  wazires  depuestos 
fue  á  la  experiencia  de  su  respeto  y  amor ;  y  que  por  otra  parte ,  á  un 
nieto  de  Abderahman  no  se  le  despedía  como  á  un  liberto  ú  hombre 
vulgar.  Esta  respuesta  enfureció  al  rey  Albakem,  y  mandó  luego  que 
fuese  el  wali  de  su  caballería,  y  prendiese  á  su  primo  Esfáh.  Cuando 


1»  BlSnmU  DE  LA  DCHIBIA£I01 

llflgaion  la»  (iO|Mifl  me  d^ion  DondacMe ,  BiCUi  oerv6 1»  iNMrbu  de  k 
dudad ,  y  üo  permitió  k  entrada ,  sin  hacer  otra  re8i$tcncta.  Alhakem, 
Tiendo  qae  sus  órdenes  no  se  cumplían ,  partió  para  Mérida  oon  determi- 
nación de  entrar  por  fuerza  la  ciudad ,  y  hacer  en  ella  un  cruel  castigo. 
Disponía  Esfáh  las  gentes  de  Mérida  para  que  eyitasen  la  saña  dd 
rey ,  y  solamente  quería  cierto  número  de  caballeros  para  salir  por  una 
puerta'cuando  d  rey  entrase  por  otra ,  temiendo  dar  ocasión  ¿  que  por 
su  causa  padeciese  la  ciudad :  todos  los  moradores  de  ella  se  ofrocicroii 
á  defenderle;  pero  la  esposa  de  Esfáh,  llamada  Alkinza,  hermana  dd 
rey ,  salió  ¿  caballo  de  la  ciudad,  atrayesó  el  campo  de  los  sitiadores  sin 
mas  compañía  que  dos  siervos  de  su  casa ,  y  fué  al  encuentro  del  rey  su 
hermano  :  se  puso  á  sus  pies  esta  hermosa  y  discreta  señora ,  y  el  rey 
la  abrazó ,  y  ella  con  sus  razones  templó  el  enojo  del  rey ,  que  perdonó 
y  olvidó  todo  lo  pasado :  entró  en  la  ciudad  acompañado  de  su  hermana, 
y  mandó  que  su  primo  fuese  llamado  y  obedecido  en  Mérida  copio  de 
antes.  Detúvose  en  la  ciudad ,  y  hubo  en  ella  con  este  motivo  grandes 
alegrías. 


CAPITULO  XXXJV. 

« 

De  los  moTimientofl  de  los  do  Afranc,  tregua  con  los  de  Galicia,  y  conspiración  en  Córdoba. 

En  el  año  190  hicieron  entradas  los  de  Airanc  contra  loa  moslimes, 
que  fueron  rechazados  con  grave  pérdida  de  ambas  partes.  Los  cristia- 
nos de  los  montes  de  Galicia  concertaron  treguas  con  los  caudillos  mus- 
limes, que  las  otorgaron  al  rey  que  ellos  taiian  llamado  Anfús.  Estaba 
Alhakem  en  Mérída,  y  fué  avisado  de  su  primo  Gasim ,  que  luego  vi- 
niese á  Córdoba  donde  su  presencia  era  mas  necesaria  que  en  Mérída. 
Guando  llegó  á  Córdoba  le  comunicó  Casim  que  se  intentaba  contra  d 
cierta  conjuración ,  que  el  príncipal  de  ella  era  en  el  concepto  de  los  se- 
diciosos el  mismo  Casim :  que  era  el  primero  que  la  habia  maquinado 
Yahye,  uno  de  los  jeques  del  mexuar  ó  consejo,  con  otros  vanos  no- 
bles de  la  ciudad  :  que  creyéndole  ofpndido  del  rey  por  la  desavenencia 
y  movimientos  de  Mérída ,  le  hablaron  con  muchos  rodeos  y  oscorídad ; 
pero  sospechando  mal  de  sus  intenciones  les  facilitó  con  aparente  agrado 
que  le  descubriesen  su  corazón ,  que  les  puso  delante  los  inconvenientes 
y  dificultades  de  lo  que  pensaban;  y  ellos  con  mucha  resolución  mani- 
festaron estar  dispuestos,  si  la  fortuna  no  les  fuese  contraria,  á  qui- 
tarle la  vida  y  dar  el  imperio  á  cualquiera  de  los  nietos  de  Abderahman. 
Que  viéndose  entre  muchos  de  ellos ,  y  dueño  de  tan  importante  secreto, 
no  se  atrevió  á  disuadirles  su  determinación ,  que  fingió  enerar  en  todos 
sus  pensamientos ,  les  dio  gracias  por  la  confianza  y  afecto  que  tenían  é 
la  casa  de  Omeya ,  y  les  pidió  una  exacta  nómina  de  la  gente  prii^pal 
con  quien  contaban.  Llenóse  de  horror  y  de  saña  el  rey  Alhakem  sS  oir 
esto ,  y  dijo  á  su  primo  que  si  queria  continuar  disimulando  oon  ellos 
para  descubrir  á  todos  los  conjurados ;  y  Gasim  ofreció  avisarle  oportu- 
namente de  todos  sus  pasos.  Pocos  dias  después  le  presentaron  ¿  Gasim 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  US 

hBiftiM  do  tredentos  cabañeros  qae  teniaii  digpoesto  dar  muerte  ál 
nj  AfludEem  el  primer  joma  al  entrar  en  la  meiquita  á  la  hora  de  azala 
óaraaon  :  faltidban  dos  dias,  y  estaban  muy  segaros  de  que  todo  el 
pueblo  aborrecía  el  gobierno  de  Alhakem  por  su  dureza  y  por  sos  alian- 
DSOOD  el  que  se  llamaba  rey  de  los  cristianos  en  Galicia*  Aquella  noche 
enrió  Gisim  al  rey  la  nómina  de  los  coi^urados,  previniéndole  que  no 
se  descuidase  en  IÑlcot  lo  que  convenia.  No  se  durmió  el  rey ,  y  por  di- 
Kpnda  del  iralilcodá  ó  presidente  del  consejo  Farág  ben  Gancna  de 
Sidonia ,  á  la  tercera  vela  de  la  noche  vio  tendidas  sobre  sus  alfombras 
hs  trecientas  cabezas  de  los  conjurados.  Mandó  el  rey  que  amanecie- 
MD  puestas  en  garfios  en  la  plaza ,  y  escrito  sobre  eUas  :  Por  traidores 
enemigos  de  su  rey.  Horrorizó  al  pueblo  este  atror  espectáculo ,  igno- 
lando  la  mayor  parte  la  causa  de  este  escarmiento. 

£d  este  ano  de  1 91  (806)  compró  Edris  ben  Edris ,  señor  de  Almagréb 
délas  tribus  zenetas  Zuaga  y  Yargos ,  el  campo  en  que  fundó  la  ciudad 
de  Fez ,  y  lo  compró  por  seis  mil  adarbames.  £n  estas  tribus  unos  eran 
cristianos ,  otros  ^  magos ,  otros  judios ,  y  muy  pocos  muslimes.  Era 
este  campo  nmy  abundante  de  agua  pura  y  de  frescas  arboledas,  á  dos 
míiks  del  rio  Zebú» 


CAPITULO  X3aCV. 

•  Dé  la  guerra  contra  cristianos  en  I4S  fronteras. 

fiatrado  él  aSo  192  (807)  los  cristianos  de  tierras  de  Afiranc  descendió* 
wa  toa  numerosas  huestes  que  cu)>rian  los  campos ,  y  pusieron  cerco  ¿ 
Medina  Tortosa.  Guando  Alhakem  tuvo  pucvas  de  esta  entrada  mandó  á 
sahijoel|HrincipeAbderahman  que  acudiese  desde  Zaragoza  con  cuanta 
feote  pudiese  allegar,  y  lo  mismo  ordenó  al  ivali  de  Valencia.  Juntá- 
ronse estas  tropas,  y  acaudilladas  de  Abderahman,  como  si  este  príu- 
dpe  llevase  la  victoria  asida  á  sus  banderas,  rompió  y  deshizo  á  sus 
con  horrible  matanza,  huyeron  los  cristianos  dejando  los 
de  abundante  cebo  para  las  aves  y  carnívoras  fieras  : 
toé  esto  aBo  193  (808).  Luego  vino  á  Córdoba  el  {principe,  y  fue  recibido 
cun  adanudones  de  triunfo.  Los  caudillos  de  las  fronteras  no  tuvieron 
repoioen  dos  años ,  peleando  cada  día  con  los  cristianos  de  los  montes 
por  todas  cuatro  puertas  de  Gibal  Albortát ;  pero  con  entradas  y  alga- 
ras de  poca  impcM'tancia ,  en  que  se  peleaba  con  varia  fortuna.  Siguió  á 
estoma  cabna  como  la  que  suele  preceder  á  las  terribles  tempestades. 
Lus  cristianos  de  los  montes  del  Gof  de  España  bajaron  con  gran  gentio 
}  corrieron  y  talaron  los  campos  de  Lusitania,  robando  y  quemando 
poeMos.  Venidas  estas  nuevas  á  Córdoba  partió  el  rey  con  escogida  ca- 
balleria  y  gentes  de  Toledo  y  de  Mérida ,  y  pasó  á  la  frontera ,  donde 
reunidas  sus  gentes  buscaron  á  los  cristianos ,  y  el  rey  peleó  con  ellos , 

*  los  énibft  Ilamalian  magos  é  los  que  seguían  las  tradiciones  de  los  sábeos,  y  tenían  por 
H^feUs  ée  Dios  é  JÜ>raham ,  Elias  y  Elíseo ,  y  por  esto  los  toleraban :  esta  era  la  secta  de 
^ditsi  «ZorMsires,  muy  extendida  en  Persia, 


m  HISTORU  DE  LA  DOMINAaOR 

y  los  venció  con  sa  noostumbrada  felicidad ;  y  en  dos  años  no  tomó  á 
Córdoba,  visitando  aquellas  ciudades  de  Lusitania  y  de  frontera  de  Ga- 
licia, hasta  que  cansado  délas  vicisitudes  de  tan  prolija  guerra  de  mon- 
tañas se  restituyó  á  Córdoba  el  año  196. 

Al  año  siguiente  vencieron  los  cristianos  al  caudillo  Abdala  ben  Ma- 
lehi  en  la  frontera  de  Galicia ,  y  padecieron  los  muslimes  cruel  matanza, 
y  el  esforzado  caudillo  Abdak  murió  peleando  como  bneno,  y  su  caba- 
Ueria  huyó  en  desorden ,  llevando  el  terror  y  espanto  á  la  hueste  que 
acaudillaba  Abdelkerim ,  y  á  pesar  del  valor  de  este  caudillo  huyeron 
desbaratados ,  y  por  huir  se  atropellaban,  que  muchos  murieron  aho- 
gados en  la  corriente  de  un  rio ,  que  confusamente  se  arrojaban  de  sus 
riberas,  cayendo  unos  sobre  otros,  y  allí  perecían  :  otros  se  acogían  á 
los  cercanos  bosques  y  se  subian  sobre  los  árboles ,  y  se  escondían  en  la 
espesura  de  sus  ramas ,  y  los  ballesteros  enemigos  por  juego  y  donaire 
los  asaeteaban  y  burlaban  de  su  triste  suerte.  Cuenta  Iza  ben  Ahmed 
el  llazi ,  que  después  de  esla  derrota  estuvieron  trece  dias  ambas  huestes 
á  la  vista  sin  osar  los  cristianos  ni  los  muslimes  venir  á  batalla ;  pero  que 
en  una  sangrienta  escaramuza  que  se  empeñó  por  ambas  partes  fué  he- 
rido  de  un  bote  de  lanza  Abdelkerim ,  y  dos  días  despucá  murió.  Habia 
sido  almocadem  ó  adelantado  de  la  gente  de  Córdoba ,  y  tenia  grandes 
riquezas  adquiridas  en  la  guerra  y  en  sus  gobiernos  de  Tntila ,  Wcsca 
y  Zaragoza ;  y  en  esta  frontera  era  menos  conocido  que  en  la  de  España 
oriental.  ^ 

Volvió  el  principe  Abderahman  el  año  197  (812)  á  la  frontera  de 
Afranc,  entró  en  Gerunda  y  en  tierra  de  Narbona ,  y  sacó  de  sus  co- 
marcas grandes  riquezas ,  ganados  y  cautivos ;  y  después  de  haber  cor- 
rido aquellas  provincias  pasó  á  la  frontera  de  Galicia  pasado  el 
invierno  y  el  tiempo  de  las  lluvias ,  y  á  la  primavera  del  año  siguiente 
echó  los  cristianos  de  Medina  Zamora ,  y  ocupó  otras  muchas  fortalezas 
por  fuerza  de  armas ,  y  en  riberas  de  un  rio  venció  en  sangrienta  ba- 
talla á  los  cristianos,  haciendo  en  ellos  cruel  matanza ,  que  cubrían  sus 
cuerpos  el  campo  por  mucho  espacio ,  ni  pudieron  llevarlas  corrientes 
tantos  cadáveres.  Luego  concertó  una  tregua  con  los  cristianos  de  Gali- 
cia y  de  Afranc,  y  se  vino  á  Córdoba  con  muchos  despojos  y  cautivos. 

En  principio  del  año  198  (813)  hubo  alguna  conmoción  en  pueblos  de 
la  cora  ó  región  de  Moror  contra  sus  alcaides ;  pero  fué  con  tiempo  so- 
segada esta  inquietud ,  y  se  contuvieron  las  maquinaciones  de  algunos 
sediciosos,  y  vinieron  á  Córdoba  las  cabezas  de  los  princit>ales.  En 
Tadmir  murió  al  fin  de  este  año ,  ú  principio  del  siguiente ,  el  cadi  de 
aquella  tierra  Fadlo  ben  Amira  ben  Baxid  el  Caneni,  de  Aleca,  varón 
insigne  por  su  nobleza  y  virtud ,  se  apellidaba  Abu  Alafia ,  y  fué  muy  es- 
timado del  rey  Alhakem :  tenia  un  hijo  de  su  mismo  noml]!hi ,  y  heredero 
de  su  integridad  y  doctrina,  y  el  rey  le  dio  el  mismo  cadiazgo  de  Tadmir. 
!En  Córdoba  falleció  este  año  199  (814)  Ziyadel  Lahmi,  conocido  por  el 
Sabton  •.  fué  el  primer  alfaqui  que  enseñó  en  España  la  secta  de  Malee 
ben  Anas ,  que  antes  los  doctores  de  España  segnian  la  del  Auzei .  otros 
dícenquemurió  seis  aSosantes,  y  otros  que  vivió  basta  el  204 :  le  ofrecie- 


]>£  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  125 

noeMÜazgos,  y  boIos  aceptó :  f  oé  muy  retirado  y  de  loableTida.  Asiniis- 
n)  íálledó  este  año  el  cadí  de  los  cadtes  de  Córdoba  Farag  ben  Ganena 
bcD  Ncsar  el  Sidoni  ó  de  Sidonia,  y  fué  muy  sentida  so  muerte  por  su  celo 
faBCHT  ¿la  justicia. 


CAPITULO  XXXVL       . 

De  la  jan  del  principe  Ahderahman,  y  balalla  del  arrabal  de  Córdoba. 

Consistía  ya  en  Abderahman  todo  el  gobierno  y  la  reputación  del 
fstado :  el  rey  su  padre,  congregados  los  principales  walies,  Tfazires, 
alcaides  secretarios  y  consejeros ,  declaró  walí  alahdi  ó  futuro  sucesor 
en  el  imperio  á  su  hijo  Abderahman :  los  primeros  que  le  juraron  fueron 
Esfáhy  Casim ,  primos  del  rey,  después  el  hagib ,  el  cadi  de  los  cadies , 
j  iijs  demás  waliesy  consejeros :  fué  solemne  y  celebrado  este  dia ,  y  se 
publicó  con  gran  pompa.  No  había  guerra  sino  contra  cristianos  por 
mantener  frontera ,  y  no  con  deseo  de  ampliar  y  extender  los  limites  del 
nñno,  ni  por  esperanza  de  sacar  grandes  riquezas,  por  ser  los  cristianos 
gente  pobre  de  montaña ,  sin  saber  nada  de  comercio  ni  de  buenas 
artes :  las  naves  de  las  marinas  de  Esp^a  hicieron  expedición  á  las  islas 
lebisas,  Mayorcas  y  Sardinia  en  este  año  200  (815). 

£1  rey  Alhakem ,  en  tanto  que  esta  paz  duraba  dentro  y  fuera  del 
reino,  oosalia  de  su  alcázar,  holgándose  en  sus  jardines  con  sus  esclavos 
T  esclavas,  que  tenia  muchas  muy  diestras  en  cantar  y  tañer  diversos  ins- 
trunientos ,  y  solo  se  acordaba  que  era  rey  para  satisfacer  cierta  sed  de 
>aftgrc  qae  parece  tepia ,  y  pocos  días  pasaban  sin  dar  ó  confirmar  sen- 
tencias de  muerte  por  toda  especie  de  delitos.  Había  puesto  una  guardia 
de  cinco  mil  hombres ,  los  tres  mil  andaluces  muzárabes ,  y  los  dos  mil 
eslavos,  con  muchos  eunucos  dentro  del  alcázar.  Señaló  paga  fija  á  estos 
suldados  de  su  guardia :  puso  un  nuevo  tributo  de  entrada  sobre  algu- 
nas mercancías.  Hubo  al  principio  algunos  transgresores  que  rehusaron 
pagar  este  nuevo  y  extraño  derecho,  y  atropellaron  álos  recaudadores : 
lueroo  presos  diez  de  estos,  y  hubo  ruido  y  alboroto  en  las  puertas.  Mo 
ic  quejaba  el  pueblo ,  sino  con  un  rumor  vago  murmuraba  de  los 
nuevos  impuestos ,  y  de  la  desconfiianza  que  manifestaba  aquella  gran 
ffuardía  que  tenia  en  su  alcázar,  cosa  que  no  tuvieron  su  padre  ni  su 
abuelo ;  pero  con  todo  eso  no  estaba  libre  de  continuos  recelos  de  ale- 
T<isías  y  conjuraciones. 

Sabia  Alhakem  estas  hablillas ,  y  sabia  también  que  en  el  vulgo  no' 
haj  medio  ,  ó  teme,  ó  procura  atemorizar,  que  cuando  está  en  temor 
sin  peligro  se  le  puede  gobernar,  tratar  y  castigar,  y  que  no  conviene 
nunca  darle  lugar  al  desenfreno  con  inoportuna  blandura.  Diéronle 
fiarte  del  alboroto  de  los  diez  transgresores ,  y  como  de  su  natural  con- 
(SciuD  era  inclinado  á  los  consejos  mas  rigurosos,  los  mandó  clavar  en 
palos.  Acaeció  que  un  infausto  miércoles  día  13 '  de  la  luna  de  Ramazan 

<  En  «m  aaaliaU  dia  22  de  Rlunasan :  en  el  affo  todos  convienen. 


126  HIStORIA  BE  LA  DOHIIfACION 

del  aüo  SOS,  cotilo  Hubiese  acudido  graa  gentío  del  amÍMl 
de  Córdoba  á  presenciar  la  ejecociondc  los  diez  delincuentes  en  su  plaza 
un  soldado  de  la  guardia  hirió  acaso  á  un  yecino ,  alborotáronse  lo 
circunstantes ,  y  con  gran  Yoccria  cargaron  sobre  él  á  pedradas,  y  he 
rido  y  ensangrentado ,  y  parscguido  de  la  multitud  se  acogió  á  las  guai 
días  de  la  ciudad.  La  osadía  del  alborotado  pueblo  fué  tanta ,  que  acó 
metió  á  la  guardia  y  despedazó  á  cuantos  querian  oponerse  á  su  furía 
Llegaron  persiguiendo  á  los  soldados  hasta  las  puertas  del  alcázar  coi 
espantosas  roces  y  amenazas  insolentes.  Entendida  la  novedad  por  c 
rey  Alhakem  salió  armado ,  á  pesar  de  su  hyoy  del  hagib  y  del  alfaqn 
Jusuf  ben  Matruc ,  ;^  del  wali  Aben  Abdelwahid ,  y  otros  caudillos  qu 
hablan  acudido  al  alcázar ,  y  puesto  al  frente  de  su  cabaücria  de  1 
guardia  acometió  á  la  multitud ,  que  huyó  atropellada  al  arrabal ;  t 
niayor  parte  se  encerró  en  sus  casas ,  la  canalla  y  chusma  Til  hizo  al 
guna  inútil  resistencia  -.  la  matanza  fué  grande ,  y  habiendo  tomadi 
trecientos  titos  los  mandó  clavar  en  palos  á  la  orilla  del  rio  desde  ( 
puente  hasta  las  últimas  almazaras  puestos  eíi  flla ,  espectáculo  hor 
rendo  •  el  Jueves  siguiente  mandó  destruir  aquel  arrabal,  principiand 
de  la  parte  del  mediodía ,  permitiendo  á  las  tropas  el  robo  y  pillaged 
las  casas  y  habitaciones  por  tres  dias  seguidos ,  sin  ninguna  humanidad 
solamente  mandó  que  se  abstuviesen  de  hacer  daño  á  las  mugere$ 
Después  de  los  tres  dias  del  cruel  saqueo  mandó  Alhakem  quitar  de  lo 
palos  á  los  sinventüra  y  recoger  los  muertos,  y  concedió  seguridad  d 
la  vida  á  los  que  habían  quedado  de  aquel  arrabal ,  con  la  condición  d 
salir  desterrados  de  Córdoba.  Los  desgraciados  tuvieron  que  abandona 
sü  amada  patria ,  y  vagar  miserables  en  los  lugares  y  aldeas  de  confine 
de  t*oledo :  gran  parte  de  ellos  se  refugió  en  aquella  ciudad ,  y  mas  d 
quince  mil  pasaron  á  Berbería,  y  continuaron  á  Egipto :  ocho  mil  per 
manecicron  en  Almagréb.  Los  que  fueron  á  Oriente  .llegaron  á  Alejan 
dria  eh  d  principio  del  reinado  de  Abdala  Almamun ,  hijo  de  Raiid 
los  moradores  de  aquéba  ciudad  hicieron  vigorosa  resistencia  par 
impedir  lá  entrada  á  los  advenedizos  andaluces;  pero  estos  desespera 
dos ,  y  no  pudícndo  sufrir  mas  las  contrariedades  de  su  enemiga  fortuna 
entraron  por  fuerza  de  armad  en  la  ciudad ,  y  después  de  atroz  matanz 
se  apoderaron  de  ella,  y  se  hicieron  dueños  de  su  gobierno  por  hart 
tiempo.  Después  fue  Abdala  ben  Taher,  que  era  gobernador  de  Egipl 
por  el  califa  Almamun,  y  capituló  con  los  expatriados  andaluces, 
otoirgaron  su  avenencia  de  dejar  aquella  ciudad  de  Alejandria,  entre 
gándoles  una  suma  considerable  de  mitcales  de  oro,  y  que  degiría 
alguna  isla  de  las  del  mar  Griego  para  establecerse  en  ella.  Y  ra  fln  s 
retiraron  y  aportaron  á  la  isla  de  Acrítas  ó  Greta ,  que  no  estaba  en 
tonces  muy  poblada :  sé  apoderaron  de  ella  y  la  poblaron  los  ándalaces 
y  con  el  tiempo  se  les  juntaron  gentes  de  diferentes  países  de  la  Iraca ; 
de  Egipto.  Y  cuenta  Edobi  que  eligieron  par  su  caudillo  á  Ornar  bo 
Xoaib  Abu  Hafas,  llamado  el  Goleith,  natural  de  Fohs  AOx>lut,ei 
cel*canias  de  Córdoba ,  que  desde  la  triste  salida  de  estas  cabilas  destcr 
radas  de  Andalucía  le  traían  pw  su  caudillo*  Dice  StíA  ben  Jooas  qa* 


DE  LOS  AMBES  EN  ESPAÑA.  W 

ückrtíá  los  anddáoes  la  conquista  de  Gerira  Acritás  di^pnes  del 
jJM>  220 ,  que  fué  ^1  caudillo  de  ellos  y  señor  de  la  isla  Úiliar  ben  Xoaib; 
j  después  sus  hijos,  hasta  el  último  Abdelaziz  ben  Ornar  ben  Xoaib,  qde 
n  sos  dfiis  la  conquistó  Armetos ,  hijo  de  Constantln  rey  dé  Grecia  i 
fsto  en  año  350.  Asi  lo  refiero  Homeidi  citando  á  Mubaifaad benHuzaita ; 
y  coenla  asimismo  qne  estos  andaluces  con  veinte  nares  corriah  y  ro- 
htan  en  el  mar  Griego  y  en  sus  islas  t  dice  qne  desliando  ellos  por  el 
iBtaral  amor  á  su  patria  tornar  á  ella  con  las  muchas  riquezas  que  há- 
Imd  allegado,  que  sn  caudillo  les  quemó  la  flota,  y  como  se  quejasen 
áe  él  y  de  su  constante  detcrminacibn ,  lamentándose  de  sil  destibrro , 
qoe  el  caudillo  les  dijo :  ¿Cuánto  mejor  y  mas  amena  es  esta  isla  que  corre 
Bíei  y  leche ,  que  vuestros  desiertos  ?  entre  estas  bdUas  cautivas  ólvi- 
darm  vuestras  amadas ;  hallareis  aquí  todos  los  placeres  de  la  vida  y 
ana  nueva  generación,  que  será  vuestro  solaz  en  la  vejez  s  que  mora* 
bailen  Suda,  y  Aindaron  Candas  al  oriente  déla  isla.  Tal  fué  lasuerte  dé 
ios  etpatriados  de  Córdoba. 

La  inconsiderada  saña  y  destemplada  severidad  de  Alhakem  dismi- 
injó  la  pc^ladon  dé  Córdoba  de  mas  de  veinte  mil  hombres ,  toda  gente 
vigorosa  y  ütil,  dio  á  la  nueva  puebla  de  Fez  ocho  mil  familias ,  y  el  rey 
tárb  les  ditt  aquella  parte  de  la  ciudad ,  que  por  ellos  se  llama  barrio 
de  bs  andaluces ,  pnes  eQos  lo  poblaron.  Mandó  arrasar  todo  el  art-aba! 
M  Quibla  ó  mediodia  desde  enit-ente  de  la  puerta  del  puente  hasta  la^ 
«Mmas  almazaras ;  y  no  contento  de  haberlo  asi  arrasado  ^destruido ; 
dqó  mandado  á  su  hijo  y  sucesores  que  nunca  se  volviese  á  poblar,  y 
fiedó  hecho  un  campo  dé  siembra ,  y  en  poder  de  stis  descendientes  no 
ic  edificó  alli  casa  alguna.  Por  este  acaecimiento  y  destrucción  del  air- 
rabal  fué  llamado  este  rey  Alhabem  Alrabdi ,  ó  el  dd  arrabal ,  y  Abu  d 
Aasí  por  la  dura  y  cruel  condición  suya. 


CAPITULO  XXXVII: 

De  la  guerra  en  Us  frontera»  y  en  el  mar,  y  maorto  del  rey  Alhakem* 

£n  d  afio  203  y  bn  el  siguiente  pasó  Abderabman  á  lá  fróbtera  de  6a- 
fida  con  la  gente  de  Mérida ,  y  venció  á  los  cristiano^  en  muchos  en- 
menlroa  de  corta  importancia;  desde  alli  partió  á  las  fronteras  de 
Aíraoc ,  y  omtuvo  las  correrías  y  entradas  que  intentaron :  y  en  el  año 
90s5  f820)  se  vino  á  Córdoba,  pues  su  padre  no  tenia  otro  ministro  de 
otado  y  guerra  que  él.  Al  paso  por  Tarragona  mandó  salir  las  naves 
*  la  marina  de  España ,  y  fueron  contra  Gczira  Sárdinia ,  y  pelearon 
(tA  tus  cristianos  y  les  quemaron  su  flota  delante  de  la  isla ,  y  tomaron 
«ho  naves  de  los  enemigos. 

Cneofá  Aben  Hayan  de  referencia  de  Abi  Becri  ben  Alcutiá,  que  el 
rrj  Alhakem,  después  do  la  matanza  del  arrabal ,  fué  extrañamente  ator- 
aentado  de  grave  melancolía  y  perdió  el  color,  que  se  puso  pálido  y 


128  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIOII 

enflaqueció ,  y  le  entró  calentara  en  fuerza  de  su  Tchemente  tristeza ,  y 
se  le  representaba  la  matanza ,  y  le  parcela  ver  gente  que  pelealm  y  y  oia 
el  estruendo  de  las  armas  y  los  alaridos  de  los  combatientes  y  moribun- 
dos; y  esto  era  mas  frecuente  cuando  estaba  solo  y  se  paseaba  en  las 
salas  y  azoteas  de  su  alcázar:  muchas  Teces  á  deshora  de  la  noche  lla- 
maba ¿  sus  esclavas  y  sierros  para  que  le  entretuviesen ,  y  se  íd^m- 
cientaba  en  extremo  si  no  venian  al  punto  que  Darnaba.  Cuentan  que 
cierta  noche  después  de  acostado  llamó  á  un  siervo  que  tenia ,  llamado 
Jacinto ,  que  solia  ungirle  su  larga  barba ;  y  como  dudoso  del  llama- 
miento hubiese  tardado  un  poco ,  le  dio  una  gran  voz  y  le  dijo :  ¿  Dó 
estás ,  ¡  o  ben  laghna !  y  cuando  llegó  con  una  ampolla  de  algalia ,  se  la 
arrebató  y  se  la  rompió  en  la  cabeza :  el  siervo  Jacinto  con  mucha  hu- 
mildad le  dijo :  Señor,  ¿  qué  hora  es  esta  de  ungirnos  ?  Y  Alhakem  le 
respondió :  No  temas  que  nos  falte  ungüento  aunque  se  vierta  con  pro- 
fusión ,  que  para  que  á  los  dos  no  nos  faltara  hice  yo  «cortar  tantas  ca- 
bezas. Solía  llamar  á  los  cadics  y  wazires  de  la  corte  como  sí  fuese 
para  tratar  con  ellos  de  asuntos  de  importancia ,  y  esto  á  deshora ,  y  tal 
vez  á  la  media  noche ;  y  cuando  todos  estaban  juntos  mandaba  tañer  y 
cantar  á  sus  esclavas ,  y  los  despedía  como  si  para  esto  solo  los  hubiera 
convocado  -.  llamaba  los  jeques  y  caudillos  y  allegaba  sus  gentes :  y  como 
si  fticra  para  expedición  repartía  armas  y  caballos  entre  ellos,  y  luego 
los  despedía  y  enviaba  á  sus  casas.  Asi  estuvo  «{emente  á  intervalos  cerca 
de  cuatro  años.  En  su  mdano^ia  hizo  algunas  canciones  de  mucha  ex- 
presión y  de  vivísimas  imágenes  que  se  conservan ,  y  Abes  ben  Nasíh, 
prefecto  de  los  músicos  en  tiempo  de  Abdcrahman  su  hijo ,  cantaba  á 
este  principe  muchos  buenos  versos  de  su  padre ,  entre  otros  estos  que 
acreditan  su  buen  ingenio  y  su  valor  .- 

Las  hoirdaras  de  la  (ierra  alzarse  tí  con  la  espada , 

Hacerse  i  los  montes  valles  cuando  á  las  cumbres  trepaba : 

A  mis  fronteras  pregunta  si  en  ellas  entran  algaras, 

Sí  hay  en  ellas  algún  braio  que  oso  desnudar  espada  ? 

Si  otro  fulgor  resplandece  que  las  cascadas  de  plata 

Que  descienden  susurrando  desde  las  pellas  mal  altas, 

Y  llevan  en  su  corriente  las  coloquintas  amargas? 
Te  anunciarán  que  si  yo  entre  sus  héroes  no  estaba 
El  primero ,  la  primora  destelló  sangre  mi  lanía. 
Los  jóvenes  escogidos  que  la  fatiga  acobarda, 

0  del  horror  vacilaron  de  mil  muertes  á  la  cara , 

Si  brida  tal  vei  volvieron ,  no  fueron  de  mi  mesnada. 

Mis  clientes  amparé,  librándolos  de  la  infamia , 

Y  los  que  no  defendí  sombra  de  baldón  empaña  ¿ 

Y  cuando  á  beber  les  dimos  nuestros  cubos  de  batallas. 
Les  hicimos  apurar  á  cubos  mortales  ansias. 

Si  por  llenar  la  medida  que  suerte  fatal  prepara 

Ellos  al  encuentro  salen  á  que  los  huelle  la  parca. 

No  es  mi  culpa ,  cuando  yo  antes  depuse  las  armas, 

Y  atónito  las  mire  sin  deseo  de  buscarlas. 

En  fin  del  año  206  acrecentándose  la  tristeza  y  la  calentura  rallecíú', 
muy  arrepentido  de  su  crueldad ,  entre  la  hora  de  ásala  ú  oración  de 

1  Quiere  decir  que  humillaba  y  abatía  los  pueblos  levantados  contra  él. 
s  Bacríbe  Alchatib  que  aurió  este  rey  día  n  de  Pylbagia. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAftA.  129 

aáDhir  y  de  alasar,  6  sea  entre  la  oración  de  medio  dia  y  la  de  la  media 
Urde ,  dia  jueyes  cuatro  días  por  andar  de  la  luna  de  Dylha^a  del  refe- 
rido aiio,  habiendo  reinado  con  harta  inquietud  yeinta  y  cinco  años  y 
once  meses ;  sí  bien  otros  cuentan  yeinte  y  seis  años  y  diez  meses.  Loado 
sa  aquel  cayo  imperio  es  eterno  y  sin  contrariedades. 


CAPITULO  XXXVIII. 

M  nioado  de  Abderahman  ben  AUutkem,  y  morimíentos  de  in  tío  AbdaU. 

Ed  d  mismo  dia  jueyes  ¿  25  dias  de  la  luna  de  Dylhagia  del  año  216 , 
caipe  pasó  á  la  misericordia  de  Dios  el  rey  Alhakem ,  y  fué  enterrado 
sa  cadáTcr  con  solemne  pompa ,  fué  aclamado  en  Q^ddia  su  hijo  Ab- 
faahman ,  que  era  de  edad  de  treinta  y  un  años ,  tres  meses  y  seis  dias. 
ü  madre  que  le  parió  se  llamaba  Halewa ;  era  hermoso ,  alto  y  de  muy 
gmbl  disposición ,  de  color  trigueño  y  bien  dispuesta  barba ,  que  tenia 
roo  alheña.  Fué  apellidado  Almudafar  por  la  felicidad  y  yal<Hr  con  que 
había  Tencido  y  domado  á  los  rebeldes  délas  fronteras ,  y  á  los  enemigos 
foe  babítaban  los  montes  y  sierras ,  gente  rústica ,  y  por  esto  mas  dura 
7  fnüz :  era  lan  intrépido  y  duro  en  la  guerra  como  humano  y  benigno 
eabpaz,  padre  de  los  desyalidos  y  pobres ;  y  anadia  á  estas  prendas  su 
nceleoic  ingenio  y  admirable  erudición :  hacia  elegantes  yersos  con 
^  la  precisión  de  la  cienda  métrica :  complcló  la  gloria  del  imperio 
n  E^iaña ,  y  eclipsó  á  sus  predecesores  en  ostentación  y  grandeza  de 
áoiiDO:  acrecentó  su  guardia  con  mil  africanos ,  y  gustaba  de  que  fuese 
gnte  muy  lucida  cu  su  disposición ,  armas  y  caballos. 

Luego  que  Abdala,  hijo  de  Abderahman  bcn  Moayia ,  supo  en  Tanja 
h  moerte  de  su  sobrino  el  rey  Alhakem ,  no  habiendo  apagado  todayia 
hoicYc  de  sus  canas  el  fuego  de  su  corazón  ambicioso ,  pasó  el  estrecho 
CQQ  muchas  tropas ,  conflando  yanamente  que  sus  hijos  le  ayudarian ,  y 
s? proclamó  rey  de  España  en  su  campo,  y  en  los  pueblos  abiertos  que 
M  podían  resistir  la  entrada  de  su  gente.  Ayisado  el  rey  Abderahman 
^^  Ycnida  salió  al  paso  con  su  caballería ,  y  en  pocos  encuentros  y 
«caramuzasque  entre  ellos  hubo  yenció  al  tio  de  su  padre,  y  le  obligó 
^  retirarse  por  tierra  de  Tadmir  hacia  Yalencia . 

IH^rsíguió  Abderahman  á  estas  tropas  por  toda  la  costa  meridional  de 
f^V^i  peleando  siempre  Abdala  con  poca  fortuna,  hasta  yerse  forzado 
¿merrarse  en  Yalencia,  y  en  ella  fué  cercado  de  Abderahman  con 
pvfó^lo  de  no  levantar  el  campo  basta  tenerle  en  su  poder.  En  este 
tíempo  Dcgaron  al  real  sobre  Valencia  los  dos  hijos  de  Abdala  para  in- 
^rceder  con  Abderahman ,  y  persuadir  á  su  padre  á  venir  á  una  con- 
^(uieote  aycnencia;  lo  que  no  era  difícil  por  la  natural  clemencia  y 
scoeruso  ánimo  de  Abderahman  y  y  por  lo  que  ellos  se  prometían  de  la 
^'lodad  de  su  padre,  y  la  piedad  del  cielo  favoreció  sus  buenos  deseos. 
Había  dispuesto  Abdala  hacer  una  salida  con  toda  su  gente  contra  los  de 
^Jfdoba ,  y  un  dia  jueves  habló  á  sus  gentes  y  les  dijo :  Mañana ,  si  Dios 
Viere,  oompaileros  míos ,  haremos  nuestra  oración  de  juma ,  y  con  la 


lio  BISTORU  Dfi  U  POMDUaON 

tendiciOQdo  Alá  parUremos  él  sábado,  y  pdetremos  si  fuese  saditini 
Tolnntod.  Tenido  d  joma,  y  congregada  sa  gente  delante  de  la  mezquita 
de  Bab  Tadmir  6  poerta  de  Mnrda ,  les  hizo  una  plática ,  y  al  acabarh 
dyo :  O  nobles  compañías  de  yarones ,  que  Dios  os  sea  miserioordiofio, 
creed  que  nos  conviene  pedir  á  sa  diyina  bondad  qnenos  ensenedca- 
mino  que  debemos  seguir,  y  d  partido  que  nos  conyiene  tomar,  sin 
otra  pretensión  qne  conformamos  con  sn  divina  voluntad.  Yo  espero  de 
su  demencia  que  nos  la  muestre  y  nos  haga  entender  lo  que  mas  con- 
viene. Alzó  sus  ojos  y  sus  manos  al  ddo ,  y  dijo :  Dios  mió,  señor  Alá, 
si^  tengo  razón  y  es  justa  mi  demanda  $  si  mi  derecho  es  mejor  que  d  del 
nieto  de  mi  padre ,  ayúdame  y  dame  victoria  contra  él;  y  si  él  tiene  mas 
fundado  derecho  al  trono  que  su  tio,  b^dicele  y  no  permitas  las  dcs- 
graciasy  horrores  de  la  guerra  y  discordia  que  hay  entre  nosdra, 
apoya  su  poder  y  estado  y  ayúdale.  Todos  los  de  la  hueste,  y  machas 
gentes  de  la  dudad  que  estaban  presentes,  dijeron  á  una  voz :  Asi  sea ; 
y  en  este  punto  sopló  un  viento  muy  frió  y  bdado ,  extraño  en  aqod 
dima  y  estación ,  y  dio  á  Ai)dala  un  súbito  acddente  que  le  derribó  en 
tierra ,  y  le  dejó  sin  habla ;  desnerte  que  se  acabó  la  oradon  sin  él,  y 
le  llevaron  al  alcázar,  y  permaneció  sin  habla  algunos  dias.  Luego  soltó 
Dios  su  lengua  y  dijo  á  sus  caudillos  y  wazires :  Dios  ha  declarado  este 
negocio,  asi  que  no  quiera  Dios  que  yo  intente  cosa  contra  su  düYioa 
voluntad.  Envió  un  v^azir  al  campo  para  llamar  á  sus  hijos,  escribiendo  a^ 
mismo  tiempo  al  reyAbderahmanofreciéndoseásu  obediencia  con  entera 
voluntad.  Poco  después  mandó  abrir  las  puertas  de  la  dudad,  y  habiendo 
entregado  el  wazir  sus  cartas  al  rey  Abderahman  y  á  sus  hijos,  estos  habi- 
da licendadd  rey  montaron  á  caballo  y  fueron  ala  dudad,  addantóse  el 
wazir  de  Abdala  y  anunció  á  este  k  Uega^ide  sushijos,  y  salió  á  recibirlos 
oon  sus  caballeros,  y  todos  juntos  vinieron  al  pdidlon  del  rey  Abde- 
rahman. Traian  d  veneraUe  andano  en  medio  de  sus  dos  hijos,  y  se- 
guian  sus  caballeros :  arpeáronse  los  hijos  de  Abdala,  y  uno  asió  la  brida 
del  caballo,  y  otro  tuvo  el  estribo  para  que  su  padre  descabalgara ,  y  lo 
entraron  á  la  presencia  de  Abderahman ,  á  quien  Abdala  fué  á  besar  la 
mano ,  y  Abderahman  lo  recibió  en  sus  brazos ,  y  le  biso  toda  honra  y 
buena  acogida:  quedó  asentada  perpetua  paz  entre  dios,  y  le  concedió 
Abderahman  d  gidbierno  y  señorío  de  Tadmir  por  sus  dias ,  y  alli  falle- 
ció dos  años  después,  esto  es,  daño  208.  La  gente  de  Abdala  qne  había 
venido  de  África,  partede  díase  estr  bledo  en  tierra  de  Tadmir ,  y  parle 
se  vdvió  áTanja. 

CAPITULO  XXXIX. 

De  la  eipedicíon  del  rey  á  Barcelona» 

libre  de  los  cuidados  do  esta  guerra  doméstica  partió  Abderahman  á 
la  frontera  de  España  oriental,  y  fué  á  pono*  cerco  á  Barcelona  que  ha- 
bian  ocupado  los  de  Afraac :  llevó  en  su  vanguardia  al  caudillo  Aben 
Abddkerím,  y  antes  de  cercar  la  ciudad  peleó  con  los  cristianos ,  y  1« 
vendó  y  encerró  eoBarcdona:  cuando  ^ó  Abderdnian  al  cerco  se 


BS  LOS  ÁRABES  fiM  ESPAÜA.  ISi 

<eroo  muy  taertai  combates  y  j  estando  los  maslimes  apoderados  de  las 
■mllts  7  á  punto  de  entrar  la  dudad  huyeron  los  cristianos,  y  la  ca- 
kiHeria  Uso  en  éDos  gran  matanza,  y  Abderahman  ocupó  la  dudad ,  y 
■mió reparar  la  muralla,  y  continuó  sobre  Urgel,  que  también  la  te- 
lan los  crisüanos,  y  eonla  mismaféUcidad  se  apoderó  de  eUay  deotros 
Inpro  que  hablan  ocupado,  huy^do  los  cristianos  á  las  fortalezas 
eiOcidas  en  peBasoos  y  en  los  pasos  angostos  de  los  montes:  dlisere- 
Afiiroo,  porque  toda  su  confianza  estaba  puesta  en  la  aspereza  de 
aqndtasmoDtaftas ,  y  en  el  inyiemo  antidpado  de  aquella  tierra.  Do- 
Bttloi  les  rebeldes,  y  ordenadas  las  cosas  que  conrenian  á  la  sqvridad 
ieh  trontera ,  volvió  d  rey  Abderahman  á  Córdoba ,  donde  ftié  recibido 
QOD  grandes  demostradones  de  alegría.  Fué  esta  venturosa  expedición 

dada  207(832). 

Eb  el  afto  908/alleció  en  Tadmir  d  amir  Abdala ,  hijo  de  Abderah- 
nan  bea  Moavia,  y  cuando  sus  hijos  EsAh  y  Gasim  dieron  parte  al 
Rf  AlHlerahnian  de  su  muerte  les  concedió  que  heredasen  todos  sus 
bienes;  y  cuentan  que  en  esta  ocasión  establedó  por  ley  general  en  Es- 
fifta  qoe  los  hijos  heredasen  todos  los  bieúes  de  sus  padres ,  quedando  á 
hi  nnigeres  de  los  difimtos  sus  azidaques  y  anafaca^,  bienes  dótales  y 
alimeolos  correspondientes,  y  que  pudieran  disponer  en  testamento  dd 
tercio  de  sus  haberes  en  favor  de  propios  ó  extraños.  En  este  mismo 
tKin¡KrTinieron  á  Górddm  enviados  del  rey  de  los  griegos  desde  Gons- 
tantina ,  y  fueron  redbidos  con  mucha  honra ,  y  fué  muy  noble  y 
eoBcunMa  su  entrada  en  Córdoba ,  y  traian  muchos  y  muy  hermosos 
cabillos,  con  ricos  y  vistosos  jaeces,  que  nunca  se  vieron  tales  en 
España.  Aposentólos  el  rey  Abderahman  en  su  alcázar,  y  le  dieron  su 
embajada,  en  que  el  rey  de  Grecia  le  rogaba  que  fuesen  amigos  y  aliados 
cootra  ios  califas  de  Bagdad  sus  comunes  enemigos ,  como  usurpadores 
M|ifliperio  de  los  Omeyas.  Abderahman  les  dio  muy  buena  respuesta , 
yredbíósus  presentes,  y  cuando.dispusieron  su  partida,  envió  con 
dloBáYahyebenHakem,  conocido  yor  el  Gazali,  vali  degranmérito 
en  la  marina ,  y  excelente  ingenio  en  la  poesia ,  para  saludar  al  rey  de 
Greda,  y  presentarle  en  su  nombre  dgunos  hermosos  caballos  anda- 
taces,  y  espadas  muy  preciosas  labradas  en  España ,  y  otros  ricos  pre- 
iCDtei. 


CAPITULO  XL. 

De  tal  expediciones  á  Us  frontera*,  y  edacecioa  de  loi  principes. 

B  ato  M9  (8M)  envió  el  nsy  Abderahman  á  la  frontera  del  Guf  ó 
iorte  de  Sspaila  á  Obeidala ,  hijo  4e  Abdahí ,  hermano  de  EsfUi  y  de 
<Mn,qiiecffnGaiddelossuaifes,  ó  capitán  de  la  guardia  de  los  de  la 
<viiília ,  para  que  guardasen  aquella  frontera ,  porque  los  cristianos 
Sacian  cabalgadas  en  ella.  Iban  y  Otman ,  hijos  del  rey  Abderahman , 
y  distinguian  en  este  tiempo  por  su  aplicación  á  las  buenas  letras  y  por 
» iogeolo ,  y  encargó  el  rey  la  educación  de  ambos  d  wali  de  Sidonia 
BlufaamádbenSaíd  elGamri,  que  se  esmeró  en  su  euseñanza;  y  apro- 


U2  HISTORU  DE  LA  DOMINACiOll 

Techaron  tanto ,  que  tenían  conferencias  con  los  homlires  doctos  de 
aquel  tiempo ;  y  muchas  veces  el  rey  se  comidacía  en  oirías  y  en  exa- 
minar sus  composiciones  literarias.  Los  walies  de  la  frontera  tuTícroo 
en  este  año  sangrientas  batallas  con  los  cristianos  de  los  montes  de 
Áfranc ,  y  los  vencieron  con  cruel  matanza  en  los  angostos  valles  de  los 
montes  de  Albortát,  y  en  la  batalla  de  Bort-Xézar,  que  es  la  puerta  de 
tierra  de  Pamplona ',  desbarataron  á  los  de  Afranc ,  y  cautivaron  sos 
caudillos ,  que  vinieron  con  muchos  despojos  ¿  Córdoba.  Con  igual  vra- 
tura  pelearon  los  muslimes  en  las  fronteras  del  Guf  contra  ^lanfns,  y 
le  compelieron  á  refugiarse  en  sus  montes  y  fortalezas :  lu^o  v<¿vió  d 
wali  Obeidala  á  Córdoba  con  muchos  despojos  y  cautivos ,  y  filé  muy 
bien  recibido  del  rey  Afoderahman  por  la  importancia  de  aquella  eqie- 
dicion.  Fué  la  venida  de  Obeidala  el  año  210  (826),  y  habiendo  desean* 
sado  algunos  meses,  el  rey  lo  envió  ¿  la  frontera  segunda  vez  con 
escogida  gente  y  caballcria.  Puso  el  rey  por  wali  de  Toledo  á  Amir  ben 
Amir  ben  Koleib  ben  Thaalba  el  Gezámi,  que  después  fué  sustituido 
por  su  hermano  Abdala  ben  Koleib ,  que  estaba  en  Mérida. 

En  este  tiempo  mandó  el  rey  Abderahman  construir  hermosas  mez- 
quitas en  Córdoba,  y  en  ellas  puso  fuentes  de  mármol  y  de  varios 
jaspes ,  y  trajo  á  la  ciudad  aguas  dulces  desde  los  montes  con  encañados 
de  plomo,  y  la  llenó  de  fuentes  y  edificó  baños  públicos  de  mucha  co- 
modidad, y  abrevaderos  y  grandes  pilas  para  las  caballerías  ?  eSiScó 
alcázares  en  las  ciudades  principales  de  Épaña  :  reparó  los  caminos  y 
construyó  las  rusafas  á  orillas  del  rio  de  Córdoba  :  doló  las  madrisas  ó 
escuelas  de  muchas  ciudades ,  y  mantenía  en  la  madrisa  de  la  aljama  de 
Córdoba  trecientos  niños  huérfanos.  Las  horas  que  hurtaba  á  los  ne- 
gocios graves  del  estado ,  se  entretenia  con  los  sabios  y  buenos  ing^ 
nios  que  habia  en  su  corte ,  que  eran  muchos,  y  entre  dios  estimaba  y 
distinguía  al  célebre  poeta  Abdala  Aben  Xamrí,  y  á  Yahye  ben  Hakem, 
conocido  por  AlgazaU ;  y  como  este  sabio  habia  estado  entre  los  cristia- 
nos de  Afranc ,  y  en  Grecia  en  sus  embajadas ,  gustad)a  mucho  de  con- 
versar con  él  y  de  informarse  de  las  costumbres  de  los  reyes  infieles ,  y 
de  los  pueblos  y  ciudades  que  habia  visto.  Habia  hecho  hagib  al  vafi 
de  Sidonia  Aben  Gamri ,  y  con  este  sabio  caudillo  solia  jugar  al  xaii- 
trang  ó  aljedrcz,  que  era  de  los  mas  diestros  jugadores  que  en  aqud 
tiempo  se  celebraban ,  y  competía  con  él  Abderahman  á  este  juego  con 
grandes  apuestas  de  joyas  muy  preciosas.  Era  en  extremo  liberal  y  da- 
divoso ,  y  gastaba  mucho  con  sus  esclavas ,  pagando  sus  gracias  y  sus 
mas  cortos  obsequios  cou  joyas  inestimables.  Cuenta  Ibrahim  el  Caüb 
y  otros,  que  un  día  regaló  á  una  niña  esclava  suya ,  muy  liada  y  pre- 
ciosa, un  collar  de  oro,  perlas  y  piedras  de  valor  de  diez  mil  diñares  ó 
.  doblas  de  oro,  y  como  algunos  wazires  de  su  ccmfianza  que  estaban 
presentes  encareciesen  tan  sobresaliente  dádiva,  diciendo  que  aqnd 
collar  era  joya  de  las  que  ennoblecían  el  tesoro  real ,  y  podian  sovír  eo 
un  apuro  ú  vicisitud  de  fortuna ,  Abderahman  les  dija :  Me  parece  que 

>  tos  escritores  árabes  meneioiuin  cuatro  puertas  <^  pasos  prinGÍpales  en  el  Pirineo :  Borl 
Oxmara,  Bort  Jaca,  Bort  Xénur,  y  Bort  Baymia.  U  de  Xéjtar,  según  se  escolie,  puede  iaW- 
preiarse  la  retuerta,  y  es  por  Boacesvalles. 


DI  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  13S 

«áadmbra  d  brillo  del  collar  y  la  estíniadon  imaginaria  que  dan  los 
knfat«s  á  la  rareza  d6  estas  pedrezuelas  y  á  la  Bgura  y  lindeza  de  sos 
peria»?  ¡pero qué  tienen  que  ycr  con  la  hermosura  y  gracia  de  la  hu- 
■uoa  perla  que  Dios  ha  criado  l  Su  resplandor  encanta  los  ojos  de 
quien  la  mñra,  arrebata  y  desmaya  los  corazones  :  las  mas  bellas  per- 
las, los  jacintos  y  esmeraldas  mas  preciosas ,  que  ofrece  la  naturaleza 
^^  especie ,  no  deleitan  asi  los  ojos  ni  los  oidos ,  no  tocan  el  corazón 
m  reerean  el  ánimo ;  y  asi  me  parece  que  Dios  ha  puesto  en  mis  manos 
«tes  cosas  para  que  yo  las  dé  su  propio  destino,  y  sirvan  de  adorno  y 
gvgantíDa  á  esta  graciosa  muchacha.  Todos  conrinieron  en  esto  por 
(mfbcer  al  rey  los  viejos,  y  los  mozos  por  natural  convencimiento. 
RAió  después  el  rey  á  su  poeta  familiar,  Abdala  ben  Xamri ,  la  con- 
tiesda  sobre  el  collar  que  había  tenido  con  los  wazires ,  y  le  dijo  que  si 
le oconia  alg:un  concepto  ¿  propósito;  y  respondió  :  Este,  señor,  si 
«  ^ace ;  j  dijo  estos  Tarsos  : 

Preí  aereeienU  «1  conar  y  á  los  precioMs  Jacintoi 

La  que  excede  en  resplandor  .    á  la  lona  y  sol  unidos  : 
tM  maao  del  Criador  ostenta  raros  prodigios ; 

Pero  como  este  njognno  homanos  ojos,  han  Yísto : 

o  perla ,  que  Dios  cri6  de  celestial  atractivo , 

A  ti  de  la  tierra  y  mar  cedan  perlas  y  jacintos. 

Agradaron  mudio  al  rey  los  versos ,  y  como  quien  sabia  hacerlos  con 
bcfljdad  7  precisión  métrica  dijo  estos  : 

Ss  dot  tuyo.  Aben  Xamri,  la  elesanta  poesia » 

Los  osearos  pensamientos  ta  claridad  ilumina , 

Cual  las  sombras  de  la  noche  la  luz  del  alba  disipa  : 

Sa  encanto  por  el  oido  en  el  coraion  destila , 

Como  la  gracia  y  beldad  de  una  criatura  linda , 

Nuestros  ojos  arrebata ,  nuestro  corazón  hechiza , 

Mas  que  la  rosa  y  Jaimin ,  mas  que  las  eras  floridas. 

Hi  eorazon  y  mis  ojos ,  á  ser  mios  todavía , 

Rendido  los  ensartara  en  la  hermosa  gargantilla. 

Dijo  entonces  Xamri  al  rey  :  Guala ,  que  tus  versos  son  mas  ingenio- 
sos que  los  mios ,  y  tu  elogio  es  para  mi  mas  grato  que  cuanto  pudiera 
desear,  y  no  me  queda  sino  pedir  á  Dios  que  te  conserve  y  me  dé  tiempo 
pna  ocoparle  en  tus  bien  merecidas  alabanzas.  Mandó  el  rey  Abderah- 
maa  darle  una  bidra  ó  boba  de  diez  mil  adarhames ,  que  repartió  entre 
sasam%oi  presentes.  Obeidala  ben  Garloman,  uno  de  los  donceles  y 
bmfliares  distinguidos  de  Abderahman ,  estaba  en  esta  ocasión  ausente 
«B el  campo,  y  cuando  volvió  odebró  también  con  elegantes  versos  la 
Kberalídaddelrey. 

Había  venido  en  este  tiempo  á  España  de  sus  viajes  á  Oriente  Yahye 
beo  \abye  el  Laiti ,  á  quien  Malee  ben  Anas  llamaba  d  discreto  anda- 
ioz ,  y  él  entendimiento  de  Algarbe.  Cuéntase  que  estando  en  la  cátedra 
<H  sabio  Malee  con  otros  muchos  discípulos  pasó  por  la  calle  un  elefante, 
j  todos  los  jóvenes  salieron  á  verle ;  solo  d  Laili  quedó  con  Malee,  y 
^  dijo  :  ¿Cómo  no  sales  tú  ?  que  en  España  no  se  ven  elefantes ;  y  le 
nspondió  :  Yo  no  vine  á  Oriente  por  ver  elefantes,  sino  á  oirte  á  ti : 
;  de  su  respuesta  se  maravjUó  y  complació  Malee';  y  el  Laiti  fué  tan 


m  BISTOBIA  DE  JU  DOlOHACiOIf 

aposioiíado  de  este  doctor,  que  fué  doe  Teces  4  Oriente  per  tisltarie, 
y  estuTO  alli  en  ocasioaque  acompasó  sa  féretro.  A  este  sabio  mcargó 
el  rey  Abderahman  la  enseñanza  de  sus  bijos  JacAb ,  él  llamado  des- 
pués Abu  Cosa,  7  Bixar,  y  ambos  sali3t>n  muy  aproyechados  y  eru- 
ditos :  Jac&b  fué  de  gran  ingenio  para  la  poesía ,  y  se  conservan  algu- 
nas composiciones  suyas  muy  elegantes  en  la  colección  de  Ahmed  bm 
Ferag,  intitulada  los  Huertos.  Bixar  era  de  mucha  elocuencia  y  muy 
docto,  y  le  solía  encargar  su  padre  las  oraciones  fúnebres  de  loe  que 
fallecían  de  su  familia,  y  de  otros  principales.  £1  Laiti  dio  noticia  al 
l^y  Abderahman  del  mérito  y  celd>ridad  que  tenia  en  Oriente  Aly  ben 
Z¿riab ,  insigne  músico  de  la  Iraca,  y  le  enyió  á  buscar  con  grandes 
promesas  y  liberalidades,  y  logró  que  yiniese  á  EspaiBa,  y  le  tuvo  el 
rey  en  su  alcázar,  y  este  sabio  enseñó  en  Córdoba  ¿  mueboa  discípulos 
que  igualaron  deqpues4  los  mas  famosos  de 


CAPITULO  XU. 

DtvariM  tveetot,  y  e^mnoclon  del  piieMo  d«  Mérlda. 

En  d  año  212  (827)  murió  en  Toledo  Isa  ben  Diñar  el  GafeU ,  natu- 
ral de  la  misma  ciudad  ,>y  alfaqui  muy  sabio  de  la  escuela  de  Malee 
ben  Anas :  era  hombre  muy  afable  con  todos  y  de  muy  entretenida  con- 
ycrsacion,  y  enseñaba  deleilando  :  practicaba  algunas  extrañas  obscr- 
yancias ,  hacia  su  oración  del  alba  con  la  preparación  y  layatmo  de  la 
oración  del  anochecer  :  su  féretro  fué  acompañado  de  toda  la  gente 
ilustre  de  la  ciudad.  En  el  mismo  año  murió  también  en  Toledo  el  cadí 
mayor  de  su  aljama  Sabaton  ben  Abdala  el  Ansari ,  yaron  muy  respe- 
tado por  su  sabiduría  y  su  rectitud.  En  este  tiempo  enyió  el  rey  tropas 
á  las  fronteras  de  Afranc ,  y  dio  el  mando  de  la  caballería  ¿  Muhamad 
ben  Abdelsalcm ,  que  habla  sido  wazir  del  rey  Albakcm  su  padre. 
Cuando  estaba  dispuesta  la  salida  de  Abderahman  para  las  fironteras, 
un  inesperado  Icyantamiento  de  los  de  Mérida  suspendió  la  partida  : 
dio  ocasión  al  descontento  de  los  moradores  el  excesíyo  rigor  de  los 
vazires  del  wali  de  aquella  capitanía  en  las  cobranzas  de  las  rentas  de 
azaque  ^  correspondiente  al  rey ,  y  fomentado  d  descontento  ppr  algu- 
nos sediciosos,  entre  otros  por  Mahqmad  ben  Abddgebir,  que  <m  tiempo 
del  rey  Alhakem  había  sido  mccbtiseb  ó  recibidor  de  rentas,  y  en  este 
tiempo  se  bailaba  ocioso  :  el  Yulgo  y  gente  baldía  siempre  leye ,  sin  ra- 

1  Aiaqqe  es  lo  que  se  da  por  ley  á  Dios  ó  al  rey ,  como  medio  seguro  de  acrecentar  y  con^er> 
nr  los  demás  bienes  t  es  e!  diesmo  de  todos  los  fratos  de  siembra,  plantío  y  cria  de  genedos, 
de  productos  de  coraerdo  y  de  industria,  del  benefloio  de  laa  minas  ó  invenciofi  de  tesoros  .- 
se  pagaba  con  varías  práctioas.  De  la  invención  de  tesoros  tenía  el  rey  el  quinto  :  no  so.pag4ba 
•taque  de  la  piala ,  oro  y  piedras  preciosas  empleadas  en  guarniciones  de  espadas  y  de  libros, 
y  en  anillos ,  arillos  ,'eÍ0Kas  y  otras  joyas  de  los  adornos  de  sus  nugeres  y  eselavas,  y  en  Jaeces 
de  caballos  de  guerr^.  Las  rentas  del  asaque  son  para  mantenimiento  del  rey  y  de  sus  minis- 
tros, defensa  de  las  tierras,  para  aprestos  de  guerra,  reparo  de  obras  públicas ^  meiquitaf , 
baftos,  fuentes,  escuelas,  y  mantenimiento  de  los  maestros  de  ellas,  oomponer  eamino», 
puentes  y  posadas,  rescatar  cautivos  y  remediar  pobres  secuaces  de  la  ley,  que  cumplen  se» 
cinco  aialaes  O  oraclonee,  pues  quien  estas  no  cumple  y  su  áiaqueno  paga, es  doctrina  de 
Aiuua  no  trgtarie  nt  enterrarle.  Mobtasar  Aaunoa.  Ms. 


M  LOS  A1UBB8  BU  BffAftA.  US 


loaydqiQMtá  álatoonmockmesyalborDloi,  vonqtfó  élfrMode  óbe« 
tieocit 7  ¿rdea,  y  ea  deanandada  Inrba  acometió  con  Airor  las  casas 
de  les  wazires ,  los  despedazó  y  robó  sos  casas ;  cnndió  el  tropel  9  la  miil« 
tílud  y  la  insolencia,  y  el  vali  con  sn  guardia  y  Ceumilia  pndo  librarse 
de  h  muerte  huyendo  de  la  ciudad.  Abhomad  y  otros  sediciosos  de  los 
ñas  osados  se  apoderaron  del  mando,  repartieron  armas,  vestidos  y  di» 
■ero  á  la  gente  menuda ,  se  les  allegaron  los  bandidos  y  malhechores 
it  la  coaiarca ,  y  se  prepararon  á  defender  aquel  violento  y  tumultua- 
rio gobiono.  La  infausta  nueva  de  estos  movimientos  llegó  á  Córdoba 
eoQ  mucha  celeridad ,  y  con  la  mayor  diligencia  pasaron  las  tropas  de 
Algaihe  y  de  Toledo  á  castigar  la  rebelión.  Mandaba  la  gente  de  To- 
kdo  el  caudillo  Abdelruf  ben  Abdelsaiem  el  Dilhethi :  los  de  Mérida  ño 
osaron  salir  de  sus  muros ,  y  las  tropas  destruyeron  muchos  edifldos  y 
casas  de  campo ,  talando  sus  huertas  y  estragando  la  tierra  de  la  co- 
Barca.  No  quería  el  rey  Abderahman  estos  males ,  ni  consintió  que  la 
ríndad  fuese  entrada  por  fuerza ,  porque  la  calamidad  y  el  tumulto  se- 
ria tanto  mayor  cuanto  la  ciudad  era  muy  populosa  y  rica.  Alargá- 
base por  esto  el  cerco  de  Mérida ,  y  en  ella  cada  dia  eran  mayores  los 
desórdenes.  Corrían  sus  calles  mas  de  cuarenta  mil  hombres ,  gran 
fiarte  de  ellos  armados :  no  había  nada  seguro  de  su  rapacidad ,  miraban 
bs  casas  de  los  mercaderes  y  gente  rica  como  legitima  presa  y  premio 
de  sn  valor  y  alrevindento. 

En  tan  triste  situación  los  buenos  muslimes ,  y  aun  los  que  por  abor- 
redmiento  á  los  gobernadores ,  ó  por  vanos  deseos  de  novedad  y  mu- 
lama  se  hablan  holgado  neciamente  de  sus  propios  peligros ,  anhela- 
ban ahora  por  restablecer  la  obediencia  y  el  orden ,  únicos  apoyos  de  la 
^lica  seguridad.  Valiéronse  para  esto  de  la  honrada  juventud ,  que  á 
m  pesar  andaba  armada  entre  los  amotinados ,  y  acordaron  que  sa- 
liendo algunos  de  los  mas  principales  de  noche  al  campo  de  los  cerca- 
dores, ofreciesen  al  wali  Abdelruf  franquear  en  horas  convenidas  al- 
fanas puertas  y  torres ,  para  que  las  tropas  del  rey  apoderadas  de  ellas 
arrogasen  de  la  ciudad  á  los  rebeldes  y  malhechores.  Asi  se  locró  apro- 
▼echando  las  tinieblas  de  la  noche  :  seis  nobles  mancebos  salieron  se- 
cretamente de  Mérida ,  y  se  presentaron  á  Abdelruf,  comunicaron 
la  Intento  y  convinieron  en  la  hora  y  señal  para  abrir  las  puertas  en  la 
B%uiente  noche  :  tres  jóvenes  se  volvieron  aquella  noche  á  la  ciudad , 
j  dieron  parte  de  lo  concertado  á  los  que  convenia.  Abdelruf  dio  sus 
órdenes  muy  rigorosas  á  la  caballeria  que  debia  correr  las  calles  en 
entrando  eif  la  ciudad ,  para  que  no  hiciese  mal  sino  á  la  chusma  rué 
se  opusiese  armada ,  y  mandó  á  la  gente  de  ¿  pié  que  ocupara  las  m:'- 
raflas  y  las  plasas  sin  apariarse  ninguno  de  sus  banderas ,  manifestanoc 
&  los  caudillos  la  voluntad  del  rey  en  el  castigo  de  los  rebeldes.  Tenida 
h  nodie  y  su  tercera  vela  se  acercaron  con  silencio  al  muro  las  gentes 
dr  Toledo,  y  hecha  sedal  por  los  jóvenes  de  Mérida  se  abrieron  las 
puertas ,  y  las  ocuparon  sin  difleultad  las  tropas  t  siguió  la  cabaDeria  de 
Algarbe ,  y  se  formó  en  las  primeras  plazas  interiores  de  las  tres  puer- 
tas. Ala  venida  del  dia  fué  general  el  espanto  y  la  sorpresa  de  losre- 
teUoaos  de  Mérida ,  y  del  coonm  de  los  habitantes  :  la  cabaUeria  del 


I8(  HIST0RI4  DE  lA  POMlKAaOll 

rey  Abdeinfannn  corría  las  calles  persigaiendo  á  la  mnltitiid :  muchos 
dejaban  llenos  de  lerror  las  armas ,  y  todos  inciertos  corrían  á  todas 
partes.  Las  caudillos  de  la  rebelión  se  salfaron  en  la  confusión  y  tropel 
de  los  fugitivos,  y  la  ciudad  al  medio  dia  ya  estaba  libre  de  dios :  que- 
daron muertos  en  las  calles  coíno  setecientos ,  y  U)da  la  multitud  desa- 
pareció, ú  oculta  en  la  ciudad  ó  fugitiya  en  los  campos.  Aseguró  Ab- 
delrúf  los  ánimos  de  los  vecinos ,  restituyó  el  orden  y  la  quietud  al  pue- 
blo ,  dejó  sin  enterrar  aquellos  cadáveres  algunos  dias ,  y  avisó  al  rey 
el  allanamiento  de  la  ciudad  :  á  pocos  dias  llegó  el  perdón  que  el  rey 
concedía  compadeciendo  las  calamidades  que  habian  sufrido  los  honrados 
mcMradores  de  Mérida :  fué  esta  conmoción  de  los  rebeldes  de  Mérida  éí 
año  213  (828). 


CAPITULO  XUl. 

Da  la  sedición  y  alboroto  del  pueblo  en  Toledo.  ".  * 

Apenas  babia  teaido  el  rey  Abderahman  tiempo  para  celebrar  tan 
agradable  acaecimiento ,  cuando  tuvo  aviso  de  igual  inquietud  y  albo- 
roto en  Toledo  :  la  población  de  esta  ciudad  era  grande,  y  había  en 
ella  muchos  cristianos  y  judios  muy  ríeos,  gentes,  aunque  sometidas, 
enemigas  de  los  muslimes ,  que  por  señores  los  aborrecian ,  y  á  su  propio 
ríesgo  suscitaban  desavenencias  y  se  alegraban  del  mal  del  estadio.  Los 
sediciosos  hallaron  un  caudillo  cual  ellos  le  querían  :  Hixémel  Atiki, 
mancebo  muy  rico  de  Tdedo,  con  deseos  de  venganza  procuraba  sus- 
citar algún  bullicio  popular  y  levantamiento  contra  el  wazir  de  la 
ciudad  Aben  Mafot  ben  Ibrahim  :  esparció  á  este  Gn  mucho  dinero 
entre  la  gente  pobre,  ganó  los  berberíes  de  la  guardia  del  alcázar,  y 
todo  lo  tenia  preparado,  esperando  su  ocasión  oportuna.  Sucedió  por 
caso  inesperado  el  anticiparse  el  rompimiento,  y  fué  que  reunida  mu- 
cha gente  de  la  que  estaba  pagada  por  Hixém  en  la  alcana,  ó  mercado, 
prendieron  los  ministros  del  v^ali  del  Zoco  á  uno  de  ellos  :  causando  su 
prisión  algún  ruido  acudió  aquella  gente,  y  rodeando  á  los  ministros 
por  todas  partes,  aunque  dejaron  el  preso,  todavía  llovieron  sobre 
ellos  piedras ;  huyeron  mal  heridos  al  alcázar  por  ampararse  de  la 
guardia,  y  los  berberíes  de  ella  con  fingido  pavor  huyeron  de  la  mul- 
titud que  los  siguió ,  y  por  instantes  se  acrecentaba ;  entraron  de  tropel 
en  d  alcázar,  mataron  á  los  ministros  y  guardias  fieles  que  quisieron 
oponerse  á  sus  violencias ,  y  toda  la  ciudad  manifestó  alegrarse  de  ver 
arrastrados  por  la  plebe  los  ministros  de  su  opresión.  El  wali  Aben 
Mafot  estaba  en  el  campo ,  y  es(a  fué  su  fortuna ,  y  avisado  del  motín 
y  de  las  muertes  y  ocupación  del  alcázar  se  retiró  á  Calat-Rafaba ,  y 
avisó  al  rey  lo  que  babia  sucedido.  Luego  mandó  Abderahman  que  sa- 
liese su  hijo  Omeya  con  parte  de  la  caballería  de  la  guardia  á  unirse 
con  el  wali  Aben  Mafot  para  castigar  á  los  rebeldes  de  Toleda  En  la 
ciudad  excitados  los  ánimos  por  los  sediciosos  persuadieron  á  muchos 
la  necesidad  do  defenderse :  señalaron  de  común  acuerdo  por  so  can-* 


DÍALOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  137 

düfei  Hixéiii,  qoe  no  deseaba  otra  gloria.  Pasó  alarde  de  sa  gente, 
repartió  armas  á  los  mas  osados  y  bien  dispuestos,  y  ordenadas  las 
ittnderas  y  repartidas  á  los  mas  distinguidos  por  su  valor  ó  su  popula- 
ridad ,  y  encargada  la  guardia  de  la  ciudad  á  los  bisónos  y  sin  expe- 
rieoda  de  guerra,  salió  con  su  escogida  gente  contra  Aben  Mafot,  que 
había  reunido  alguna  gente  y  caballería.  Encontráronse  estas  huestes  y 
pelearon  con  varia  fortuna ,  y  lograron  algunas  victorias  que  aumen- 
taron su  orgullo  y  esperanzas. 

Eotre  tanto  la  ciudad  de  Mérida  gobernada  por  el  wali  Abdelrúf  ma- 
nifestaba estar  contenta  en  la  cabna  de  la  obediencia ,  del  orden  y  de  la 
Iraeiia  policia.  Recogió  Abdelrúf  los  pobres ,  dio  ocupación  á  los  ociosos, 
persiguió  los  vagamundos ,  mandó  velar  á  los  cadies  de  coras  ó  comar- 
cas y  á  los  de  la  ciudad  para  evitar  y  prevenir  las  maquinaciones  de 
ks  malos ,  puso  gran  recaudo  en  los  depósitos  de  armas ,  y  hacia  ron- 
dar las  calles  de  d^a  y  de  noche  con  partidas  de  caballeria ,  con  guardias 
permanentes  en  las  plazas  y  barrios  de  mucha  concurrencia.  Como  en- 
tendiese el  rey  Abderabman  el  allanamiento  de  Mérida  y  la  prudencia 
qoealii  había  manifestado  su  wali  Abdelrúf,  le  mandó  pasar  á  tierra 
de  Toledo  para  tranquilizar  la  comarca  que  estaba  levantada,  y  echar 
de  eUa  á  los  rebeldes :  al  mismo  tiempo  le  encargó  que  no  hiciese  la 
pnernt  en  aquel  pais  mas  daños  que  los  que  no  pueden  evitarse  en  ella : 
que  á  k»  que  huyesen  delante  de  su  hueste  no  los  persiguiese  para  ma- 
l;irlos,  sino  para  obligarles  ¿  dejar  las  armas  ó  salir  de  las  comarcas 
que  infestaban  :  que  los  muslimes  asi  debian  hacer  la  guerra  á  los  de 
so  misma  creencia. 

Habían  pasado  tres  años  sin  que  los  caudillos  del  rey  pudiesen  alcan- 
ur  ninguna  considerable  ventaja  sobre  las  tropas  de  los  rebeldes  de 
Toledo ,  hasta  que  el  año  217  ^832)  Omeya,  el  hijo  del  rey,  logró  ro- 
dearlos en  una  celada  á  orillas  del  rio  Alberche,  causándoles  atroz 
matanza ,  que  obligó  á  refugiarse  en.  la  ciudad  á  los  que  Dios  quiso 
librar  de  la  espada  de  los  vencedores ;  pero  la  fortaleza  de  Toledo  les  dio 
s^uro  para  continuar  en  su  desobediencia.  En  el  año  siguiente  acau- 
dfllando  las  tropas  del  rey  el  wali  Abdelrúf  peleó  contra  los  de  Toledo 
en  los  campos  de  Maghazul ,  y  por  la  matanza  que  allí  tuvieron  fué  para 
ellos  un  monumento  de  horror  y  de  maldición ,  que  muy  pocos  se  sal- 
Taron  aquel  infausto  diia. 


CAPITULO  XLIII. 

De  la  entrada  de  los  rebeldes  en  Herida. 

Pbco  tiempo  después  como  hubiese  faltado  de  Mérida  el  wali  Abdel- 
rúf. los  descontentos  de  la  obediencia  7  sujeción  en  que  los  tenia  luego 
avisaron  á  los  bandidos  y  malhechores  que  andaban  en  tierra  de  Alis- 
briQa  acaudillados  del  rebelde  Mahomad  ben  Abdelgebfr,  y  aprove- 
chando la  ocaskMi  de  la  ausencia  del  wali ,  y  que  la  ciudad  estaba  mal 
ftnardada,  se  fueron  introduciendo  en  ella  pocos  á  pooos,  y  viendo 


138  HISTORIA  M  L4  DOMIllAaOK 

aqaella  oportunidad  que  se  les  ofireda  acometieron  de  noche  ¿  loa 
guardas  de  las  puertas,  y  se  apoderaron  de  ellas  y  de  los  depósitos  de 
armas  y  vestidos ,  y  toÁ)  lo  repartieron  entre  la  gente  menuoa  dd  pue* 
blo ,  y  buscaron  con  mucha  diligencia  á  los  vazires  y  ministros  del 
gobierno ,  y  asaetearon  ¿  dos  sin  ventura  que  pudieron  haber  á  las  ma- 
nos. Cuanck)  el  rey  tuvo  la  nueva  de  esta  rebelión  dio  orden  ¿  los  al- 
caides de  la  comarca  para  juntar  sus  gentes  con  mucha  diligencia  y 
pasar  ¿Mérída  *.  el  mismo  Abdcrahman  partió  de  Córdoba  con  la  caballo- 
ria  de  su  guardia  y  la  de  la  ciudad,  y  en  Ain  Goboxi  se  le  juntaron  los 
alcaides  con  las  gentes  de  sus  alcudias  ó  jurisdicciones :  hizo  d  rey 
alarde  de  estas  tropas ,  y  halló  ciento  y  veinte  banderas  con  cuarenta 
mil  hombres.  Habló  el  rey  ¿  los  caudillos ,  y  les  mandó  que  hiciesen  la 
guerra  como  contra  hermanos  seguidcnres  de  una  misma  creencia ,  que 
en  el  momento  que  volviesen  brida  y  huyesen ,  ya  no  eran  sus  contra- 
rios ,  sino  hijos  y  hermanos  extraviados  y  regidos  de  mal  consejo,  que 
oonvenia  desarmarlos  y  darles  otro  castigo  que  la  muerte ,  de  que  solo 
eran  dignos  los  promovedores  de  la  rebeUon.  Los  rebeldes  no  osanm 
salir  de  sus  muros  ^  pero  defendieron  bien  sus  torres  y  puertas ,  y  obli- 
gaban á  todos  los  vecinos  á  su  temeraria  y  obstinada  defensa.  Lnego 
mandó  el  rey  dar  algunos  combates  á  la  ciudad ,  y  con  mucho  trabajo 
se  derribaron  algunas  torres ,  cavando  sus  cimientos  y  sosteniéndolos 
en  gruesos  leños  que  el  fuego  destruia.  Todo  estaba  dispuesto  para  en- 
trar la  ciudad  por  varias  partes ;  pero  d  rey  deseaba  evitar  la  matanza 
y  calamidades  de  una  entrada  violenta,  y  mandó  arrojar  ¿  la  ciudad 
saetas  con  escritos ,  en  que  ofrccia  perdón  á  todos  si  entregaban  á  los 
caudillos  fulano  y  fulano ,  principales  susdtadores  de  la  rebelión.  Algu* 
nos  de  estos  escritos  cayeron  en  manos  de  los  mismos  fecciosos  ó  de  sus 
amigos,  y  previnieron  su  desgracia  con  la  fuga.  Corrió  la  voz  entre  la 
gente  honrada  de  la  ciudad ,  y  se  animaron  todos  ¿  ofrecerse  rendidos 
á  la  clemencia  del  rey.  Luego  se  abrieron  las  puertas  de  Mérida ,  y  en- 
tró el  rey  Abderahman  con  su  guardia  de  caballeria  :  fué  recibido  con 
grandes  demostraciones  de  alegria  de  los  vecinos,  y  con  mocho  temor 
de  los  inquietos  y  revoltosos.  Excusaron  con  mucha  humildad  los  prin- 
cipales de  la  ciudad  su  falta  en  no  haber  podido  prender  á  los  señalados 
cabezas  de  la  rebelión ,  y  el  rey  Abderahman  les  dijo  ?  Yo  doy  gracias 
á  Dios  que  en  este  día  de  complacencia  me  ha  librado  del  disgusto  de 
ajusticiarlos  y  mandarlos  matar  :  tal  vez  Dios  abrirá  los  ojos  de  sus 
entendimientos,  y  volverán  de  su  locura,  y  si  no  lo  hacen,  Dios  me 
dará  poder  para  impedir  que  perturben  la  quietud  de  mis  pueblos. 
Despidió  el  rey  las  tropas  do  las  provincias  regalando  vestidos,  armas 
y  caballos  á  los  alcaides  y  otros  cd)alleros,  y  todos  volvieron  muy  con* 
ten  tos  de  esta  expedición.  Permaneció  el  rey  en  Mérida  algunos  dias ,  y 
mandó  levantar  las  fortalezas  derribadas  y  reparar  los  muros ,  aunque 
algunos  le  aconsejaban  que  los  destruyera  para  evitar  nuevas  rebefio- 
nes ;  pero  el  rey  encargó  al  amil  ó  gobernador  de  la  provincia ,  Abdala 
ben  Goleib ,  que  diese  ocupación  en  estas  dirás  á  los  pobres  de  la  dudad, 
y  asi  se  hizo,  y  acabada  la  d)ra  se  puso  en  la  fortaleza  principal  esta 
His^pdon< 


M  u>  iiuns  ni  csmda. 


140  H1ST0NA  BE  LA  DOMüfACH» 

En  este  año  mnrió  en  Córdoba  Caraos  ben  Abes  bcn  Mansor  el  ThekiG , 
disdpulo  muy  docto  de  Malic  ben  Anas ,  maj  favorecido  del  rey. 

Entre  tanto  ccmtinaaba  la  guerra  contra  los  rebeldes  de  Toledo,  que 
mantuvieron  tres  años  con  indecible  constancia  aquel  continuo  cerco , 
haciendo  frecuentes  salidas  contra  los  walies  Aben  Mafot  y  Ábdeh*úf , 
hasta  que  estrechados  y  reducidos  á  lo  alto  de  la  ciudad  les  fué  forzoso 
entreg^vse  por  no  perecer  de  hambre.  El  rebelde  Hixém  cayó  herido  en 
manos  de  Abdelrúf ,  que  luego  le  mandó  cortar  la  cabeza,  y  fué  puesta 
en  un  garfio  sobre  la  puerta  Bab  Sacra  *.  Conforme  ¿  las  benignas  ór- 
denes ádl  rey  publicó  un  perdón  general  á  toda  clase  de  ciudadanos  -. 
filé  la  entrada  de  Abdclrúf  en  Toledo  año  223.  Se  ocupó  en  reparar 
el  muro  y  muchos  edificios  del  arrabal ,  que  hablan  quedado  maltra- 
tados :  restableció  la  buena  policía  de  la  ciudad ,  y  atajó  los  barrios  con 
puertas  para  mayor  seguridad  de  los  vednos.  Fueron  celebradas  qp 
Córdoba  con  mucha  alegría  las  nuevas  del  allanamiento  de  Toledo,  y 
d  rey  confirmó  en  el  gobierno  de  aquella  ciudad  y  provincia  al  insigne 
wali  AbdelrAf  ben  Abi  Dilhcthi$  y  ¿  su  tiode  este,  Aben  Mafot  ben 
Ibrahim ,  lo  hizo  vazhr  de  su  consejo  de  estado. 


CAPITULO  XUV. 

De  It  guerra  en  las  fronteras,  y  por  mar  en  lai  coataa  de  Manella. 

En  el  año  224  (838)  mandó  el  rey  al  wali  de  Zaragoza  que  allegase 
las  banderas  de  toda  España  oriental  y  fuesen  á  correr  tierras  de 
Afranc :  Obeidala  ben  Abdala  y  su  wali  Aben  Abdelkerím  hicieron  en- 
tradas dos  años  con  numerosas  huestes ,  y  las  gentes  huían  por  todas 
partes  y  abandcmaban  sus  pueblos ,  y  los  muslimes  tomaron  muchos 
cautivos  y  ganados  de  toda  especie.  Asi  también  al  mismo  tiempo  la 
gente  de  Mérida,  Badaiyos  y  Alisbona  entráronlas  tierras  de  Galicia, 
y  pelearon  contra  Alanfus ,  que  era  rey  de  aquella  gente  rústica  y  aguer- 
rida, y  pelearon  contra  ellos  con  varia  fortuna.  Las  naves  de  Espaite 
pa^oron  de  Tarragona  este  año ,  y  juntas  con  las  que  halua  en  Uis  islas 
Yi^isAty  Mayoricás  fueron  á  las  costas  de  Afranc  y  aportaron  en  ellas, 
y  robaron  las  cercanías  de  Marsella ,  y  tomaron  muchas  riquezas  y  cau- 
tivos en  los  arrabales  de  aquella  ciudad.  En  este  tiempo  vinieron  al 
rey  raensageros  de  Teófilo,  rey  de  los  griegos,  instándole  para  que  le 
ayudara  en  la  guerra  omtra  Almoatesim  el  califa  de  Oriente ,  y  Abde- 
rahman  los  recibió  con  mucha  honra ,  y  escribió  al  rey  de  los  griegos, 
que  luego  que  pudiese  desembarazarse  de  las  guerras  domésticas  que 
le  oeupaban ,  enviaría  sus  naves  en  su  ayuda ,  y  con  ricos  presentes  los 
despidió  contentos. 

Los  cristianos  de  los  montes  de  Afranc  extendieron  sus  algaras  hasta 
Albaida  y  Calahorra ,  y  robaron  los  pueblos  y  quemaron  aldeas,  y  ta- 
laron los  campos.  Pesó  mucho  al  rey  de  estos  males ,  y  escribió  á  los 

>  Ahora  se  llama  Bisagra ,  depravada  la  voi  arábifa  Bab,  puerta ,  y  la  lalina  Saera,  que  M 
•u  Bombre  aotiguo. 


DE  LOSIARABES  EN  ESPAÑA.  Ui 

de  la  frontera  para  qoe  allegasen  sus  gentes,  qoe  delennmaba 
ir  en  persona  á  esta  smta  guerra. 

£1  año  227  faDedó  el  cadí  de  Tadmir  Abderahmaa  bcn  Fadal  el  Ga- 
kdí  ,  de  Ateca ,  célebre  por  su  integridad :  su  hijo  Aben  Fadal  era  en 
este  tiempo  de  singular  ingenio  y  virlud,  y  el  rey  le  dio  el  mismo  cargo 
qoe  había  tenido  su  padre,  y  a^dlos  pueblos  dieron  gracias  al  rey 
por  ello. 


CAPITULO  XLY. 

De  la  venida  de  loa  nortmanos  á  las  costas  de  Espafia. 

En  d  aSo  229  (843)  vinieron  á  las  costas  de  Alisbona  cincuenta  y 
cuatro  nayes  de  los  ^  magioges,  gentes  fieras  habitadoras  de  las  últimas 
tierras  boreales  -,  robaban  las  poblaciones ,  y  degollaban  á  cuantos  po- 
dían habet  á  las  manos  con  bárbara  crueldad ,  no  perdonaban  mugeres, 
niños,  ni  ancianos ,  ni  los  animales  domésticos  :  cuando  ya  no  hallaban 
presas  que  hacer  incendiaban  y  destruian  los  edificios,  talaban  los  cam- 
pos, y  eran  enemigos  de  todo  el  género  humano.  Estuvieron  ddante  de 
la  ciudad  troce  días  talando  y  quemando  los  campos  y  las  poblaciones. 
AHegaron  los  caudillos  muslimes  las  gentes  de  laá  comarcas ,  y  los  ma- 
finges  se  embarcaron  con  sus  presas  y  desaparecieron.  Poco  después 
tolTieron  á  infestar  las  costas  de  Algarbc  de  España  y  de  Almagréb,  y 
saltaron  en  Welba ,  y  en  Gczira  Gadís ,  y  corrieron  la  tierra  hasta  Si- 
donia  :  y  en  d  año  230  el  dia  8  de  la  luna  de  Muharram  Uegaron 
sos  barcos  hasta  SeyiUa  redando  y  abrasando  los  pueblos ,  quemaron 
Gezira  Cabtal',  y  pelearon  tres  dias  con  atroz  matanza  con  la  gente  de 
aquella  tierra,  y  robaron  el  arrabal  de  Sevilla ,  y  se  fortificaron  en 
Tablada ,-  pero  los  esforzados  muslimes  de  la  ciudad  los  vencieron ,  y 
el  dia  12  de  la  misma  luna  se  retiraron,  sabiendo  que  venían  contra 
ellos  quince  naves  que  enviaba  el  rey  Abderahman  con  muy  escogida 
gente :  lomaron  los  magioges  á  las  costas  de  Algarbe,  y  el  rey  envió 
sos  órdenes  áMérida,  Senterin  y  Colamria  para  guardar  aquellas  costas. 
Rabia  salido  el  rey  con  su  caballería  para  derendcr  las  ciudades  de  An- 
dafaida,  y  vio  los  estragos  que  hablan  hecho  los  bárbaros ,  y  aseguró  y 
consoló  sos  pueblos,  y  mandó  reparar  los  muros  y  otros  edificios  de 
Serilla ,  que  dejaron  maltratados  :  la  gente  de  SeviOa  abandonó  su  ciu- 
dad por  náedo  de  los  magioges,  y  huyó  hasta  Garmona. 

Eueste  tiempo  hizo  el  rey  cadi  de  la  aljama  de  Córdoba  á  Muhamad 
beo  Zeyad  ben  Abderaliman  el  Lahmi ;  era  de  la  misma  ciudad ,  hombre 
flioy  docto  y  de  loable  vida.  Mandó  el  rey  construir  naves  en  Gezira  Ga- 
dís, cu  Cartagena  y  en  Tarragona  para  asegurar  las  costas,  y  encargó  el 
caidado  de  los  avisos  y  comunicaciones  de  mar  y  tierra  á  su  hijo  Jacúb, 
d  llamado  Aba  Cesa :  ordenó  que  hubiese  en  todas  las  capitaniasde  Es- 

*  Ut  ánkea  liaaufcan  magfoses  ¿  lasgenlcs  de  los  eslMmos  del  norte  de  Eviopa  y  de  Aaia, 
<^  es,  los  de  Gof  y  Magog  s  en  Buropa  se  conocieron  con  el  nombre  de  norUnanos,  4  gentes 
^>  Mfie,  los  q«e  eo  esle  tiempo  kajando  del  Báltíeo  y  de  la  Noruega  tnfet taroQ  las  coslaa  de 
'' i,rfaMtn,flwaAa,  Italia  y  Afrka. 


Ut  mSTOIUA  DE  LA  nOMUf  ACIÓN 

páüaun  sahibd  berid,ócapiUiadeyeredas,  oonciertonüaNrodefo- 
rénicos  ó  correos  á  caballo ,  para  llevar  con  mucha  diligencia  los  ayisoí 
y  mandamientofl  del  gobierno. 


CAPITULO  XLVI. 

De  TiríM  Moeíos  y  obras  d«l  rey  Abderahnuui,  y  de  sa  maerle. 

En  el'año  232  (846)  hubo  en  España  gran  seca,  que  perecían  los  ga- 
nados por  falta  de  abrevaderos ,  se  abrasaron  las  viñas  y  árboles  fruta- 
les, faltaron  las  cosechas  de  trigo  y  cebada ;  pasó  también  gran  phga  de 
langosta  desde  África,  y  no  quedó  planta  verde  en  el  campo :  machas 
gentes  de  España  huyendo  del  hambre  se  pasaron  á  Afriqa,  que  allí  ea 
Almagréb  y  toda  tierra  de  Fez  se  vendía  d  wisque  ó  carga  de  trigo  por 
tres  adirhames.  En  el  año  siguiente ,  'como  continuase  la  carostía  y  falta 
de  frutos,  perdcmó  el  rey  Abderabman  álos  pueblos  el  diezmo  de  fru- 
tos y  ganados  que  le  debian  pagar.  Estas  calamidades  impidieron  al  rey 
la  expedición  de  algihed  ó  santa  guerra  que  tenia  dispuesta ,  y  elreoek) 
de  nuevos  desembarcos  de  los  magioges  contuvieron  las  amuis  de  los 
muslimes  y  de  los  cristianos.  Por  ocupar  y  mantener  álos  pobres  edificó 
Abderabman  mezquitas  y  alcázares  en  varías  ciudades  de  España,  coos- 
truy  ó  la  Rusafa  sobre  la  orilla  del  río  en  Córdoba ,  hizo  traer  agua  de  la 
sierra  en  encañados  de  plomo ,  y  mandó  labrar  muchas  fuentes  en  la 
ciudad,  y  baños  de  mármol  para  comodidad  de  los  vecinos»  Reparó  coa 
magníGcencia  los  dos  palacios  de  Meruán  y  de  Mogueit  y  otros  hermo- 
sos edifldos  de  Córdoba.  £1  año  236  acabó  estas  obras  y  enlosó  b& 
calles  de  la  ciudad. 

En  la  primavera  del  año  237  (850)  mandó  congregarse  en  Córdoba 
los  walies  g<d>emadores  de  las  grandes  ciudades ,  los  cadíes^  alcatibes, 
vazires  consejeros  de  estado,  y  declaró  ¿su  hijo  Muhamad  futuro 
aucesor  del  imperio,  y  todos  los  presentes  le  juraron  fidelidad  y  obe- 
diencia, sin  reservas  ni  excepciones  :  concurríeron  los  hijos  dd  rey  y 
otros  nobles  jeques  y  caudillos ,  y  se  celebró  esta  solenme  dedaraeíoii 
con  grandes  alegrías.  Dio  Abderabman  en  estas  fiestas  comidas  muy  es- 
¡déndidas  á  los  walies  de  las  provincias ,  y  repartió  caballos  y  armas  á 
los  caudillos ,  y  preciosos  vestidos  á  susguardias.  Los  pobres  fueran  so- 
corridos con  copiosas  limosnas  en  todas  las  ciudades  dd  reino,  y  aun  ks 
lugares  mas  apartados  y  pequeñas  aldeas  participaron  del  conlealo  y  ale- 
gría de  la  capital,  y  de  la  generosidad  de  su  rey.  En  esteaño  faibeió  Casini 
ben  Hilel  el  Caisi ,  hombre  muy  docto,  cadi  de  Guadil-bijara  su  patria 

Enlaluna  de  Safar  del  año  238  (852)  adoleció  el  rey  AbdmdiiMn  ben 
Alhakem,  y  aunqne  de  dia  en  dia  se  fué  agravando  su  dolencia ,  perma- 
neció siempre  con  ánimo  tranquilo;  ya  le  faltaban  á  Abderabman  laí 
fuerzas ,  y  todavía  conservaba  la  serenidad  y  apacible  compostura  de  st 
gesto,  y  hasta  eltdtimo  momento  de  su  vida  la  blandura  y  afabilidad  d< 
su  natural.  Cumplido  él  ¡riazo  de  sus  dias  talleció  un  jueves  al  anoche 
cer,  último  di^  de  laluna  de  Safar  del  dieh&afio,  baMeodo  vivido  s& 


Mt  LOS  ÁRABES  EN  fiSPAflA.  143 

M&tay  dnco  aiios,  tresme^es  ytresdias,  y  el  tiempo  de sa  reinado faé 
Irdota  y  un  años,  tres  meses  y  seis  dias :  dejó  cuarenta  y  cinco  Iiijos 
Tuones  :  fué  acompañado  su  féretro  de  toda  la  gente  de  la  ciudad  y  de 
I»  comarcas :  todos  los  pueblos  lloraron  su  muer  le  como  la  de  un  buen 
padre.  Geldiróse  su  entierro  á  la  hora  del  alba  del  dia  3  de  la  luna  de 
Rebíe  primera :  hizo  oración  por  él  su  hijo.  No  hizo  novedad  esle  rey 
ea  la  moneda ,  labrándola  de  la  misma  ley  y  forma  que  sus  antecesores : 
se  perfeccionó  en  su  tiempo  la  fábrica  de  armas  de  Córdoba  y  la  de  To- 
ledo,y  las  enseñanzas  en  toda  España. 


CAPITULO  XLVII. 

Del  reiüado  d«  Muhaouul,  hijo  de  AMerahman. 

fiespnes  de  la  muerte  de  A))dcrahman  segundo  de  este  nombre ,  y  el 
cuarto  de  los  reyes  de  Beni  Omcya  en  España ,  fué  aclamado  en  Cór- 
doba su  hijo  Midiamad,  apellidado  Abu  Abdala  :  era  de  edad  de  treinta 
años :  la  madre  que  le  parióse  llamaba  Themina.  Le  juraron  obediencia 
d  dia  jueyes  6  de  la  luna  de  Rebie  primera  del  año  238  (852).  Con- 
cibieroQ  loa  pueblos  buenas  esperanzas  de  prosperidad  en  su  reinado, 
9Ú  por  sos  excelentes  prendas  de  humanidad ,  justicia  y  valor,  como 
por  so  erudición  y  natural  ingenio.  En  los  primeros  meses  de  su  rei- 
nado se  susdtó  una  querella  literaria  entre  los  alimes  y  alfaquies  de  la 
ayama  de  Cordel  contra  el  Hafit  ^  Abu  Abderabman  fiaqui  ben  Macha- 
lad :  este  sabio  andaluz  había  estudiado  en  Oriente  con  los  mas  famosos 
doctwes  de  aquel  tiempo .  discípulos  de  Ahmed  ben  Muliamad  ben  Han- 
bal  ,  y  enseñaba  en  Córdona  por  los  libros  de  Abu  Becri  y  de  Abi  Xoaiba, 
andaluz  de  la  misma  escuela.  Toda  la  aljama  de  Córdoba  se  opuso  á  su 
enseñanza ,  y  manifestó  al  rey  que  no  convenia  aquella  diferente  expo- 
údotk  del  Alcorán ,  que  la  aljama  de  Córdoba  seguía  tradiciones  apoya- 
das en  mil  y  trecientos  doctores,  ó  cerca  de  esle  número;  y  el  Hafit 
fiaqui  y  los  de  su  escuela  en  doscientos  ochenta  y  cuatro ,  de  los  cuales 
apóias  había  diez  de  autoridad  y  aprobada  fama.  £1  rey  Muhamad  les 
mandó  juntarse  en  su  presencia ,  y  examinó  la  obra  de  Abi  Xoaiba ,  y  la 
dedaradon  del  Hafit  Baqui ,  y  oyó  sus  disputas ,  y  le  parecieron  las  di- 
ferencias todas  leves  sutilezas  y  cavilaciones  que  no  alteraban  lo  sus- 
tandil  de  la  ley  ni  de  la  sonna  ó  tradición  recibida ,  y  que  en  las  deda- 
racioiiea  de  Baqui  había  doctrines  de  buenas  y  saludaldes  prácticas ,  y 
declaró  qne  no  era  justo  impedir  aqu&Ua  enseñanza ,  que  podía  ser  útU 
á  la  iliistradoD  de  los  pueblos,  y  todavía  mas  los  virtuosos  ejemplos  del 
Hafil ,  qoe  era  hombre  de  muy  loable  vida. 

En  Ramazan  de  este  año  falleció  en  Córdoba ,  de  edad  de  cincuenta  y 
tns  años,  d  sabio  alfaqui  Abdelmelic  ben  Habib ,  andaluz  conocido  por 
d  Salemt ,  que  había  estudiado  en  todas  las  mas  célebres  aljamas  de 

Hall  fr<  Mido  4|«o  lo  daba  á  lo»  sabios  que  conservabaa  eu  su  memoria  muchas  historias 


144  HISTORU  DE  hk  DOMUIAOC»! 

Oriente ,  y  en  todas  partes  quedó  fama  de  su  prodigiosa  eradiciOD  y  y  de 
su  apacible  condición  :  sos  obras  eran  apreciadas  y  adquiridas  por  los 
sabios  de  todos  los  países  :  otros  dicen  que  murió  en  fin  del  año  si- 
guiente, día  sábado  12  de  Dylbagia.  También  murió  este  ano  Amira 
ben  Abderabman  ben  Marun  el  Ateki  de  Tadmir ,  célebre  por  sus  grao- 
des  conocimientos  y  su  buen  ingenio  en  la  poesía ,  conocido  por  Abul- 
fadal ,  y  su  muerte  fué  miqr  sentída. 


CAPITULO  XLYIII. 

De  la  gnerri  en  Us  fronleras  de  Galicia  y  en  Toledo, 

Deseando  el  rey  Muhamad  la  propagación  del  Islam  en  las  fronteras 
de  Espada ,  y  contener  los  movimientos  é  inquietud  que  en  ellas  cau- 
saban los  de  Galicia  y  los  de  Afranc,  encargóá  los  walies  deMMda  j 
de  Zaragoza  allegar  sus  gentes ,  y  entrar  en  aquellas  tierras.  Por  parte 
de  Arrancias  algaras  fueron  muy  venturosas  :  pasaron  los  montes  y  ta- 
laron tierra  de  Narbona,  tomando  muchos  ganados  y  cautivos,  y  los 
pueblos  huian  por  todas  partes  de  los  vencedores  muslimes,  y  aun  salían 
á  ofrecerles  sus  bienes  para  templar  su  saña.  En  la  frontera  de  Galicia 
pelearon  con  varia  fortuna ,  y  el  wali  Muza  ben  Zeyad  el  Gedaí  fué  ven- 
cido de  los  cristianos  cerca  de  Hins  Albeida,  y  tomaron  aquella  forta- 
leza y  degollaron  ¿  los  muslimes  que  la  defendían :  las  nuevas  de  esta 
desgracia  llegaron  ¿  Córdoba ,  y  posó  mucho  al  rey  de  este  desmán ; 
pero  los  de  la  corte  y  muchos  enemigos  del  caudillo  Muza  ben  Zcyad 
aprovecharon  esta  ocasión  para  dañarle,  y  le  infamaron  diciendo,  que 
por  ruines  tratos  y  dones  que  había  recibido  de  los  cristianos  se  habla 
perdido  aquella  fortaleza.  El  rey  dio  oídos,  que  no  debiera,  á  los  mal- 
sines ,  y  depuso  del  mando  á  Muza  ben  Zcyad ,  wali  de  Zaragoza ,  y  á  sa 
hijo  Lobia  ben  Muza ,  que  era  wali  de  Toledo :  ofendidos  estos  caudi- 
llos ,  confiando  en  el  amor  de  los  pueblos  de  sus  provincias  solicitaron 
con  secretas  inteligencias  hacer  treguas  y  procurar  el  favor  de  los  cris- 
tianos de  Galicia ,  y  rebelaron  la  tierra  contra  su  señor.  Cuando  estas 
cosas  se  supieron  en  Córdoba ,  el  rey  dio  mayor  crédito  á  las  sugcsüoDOs 
de  los  enemigos  de  Muza  ben  Zcyad ;  y  luego  salió  con  la  gente  de  An- 
dalucía á  castigar  á  los  rebeldes.  Envió  el  rey  de  Galicia  muchas  tropas 
en  auxilio  de  los  de  Toledo ,  y  fortificaron  mucho  la  ciudad.  Pasó  d 
ejército  de  Andalucía  los  montes,  y  sabiendo  el  rey  Muhamad  que  los 
enemigos,  amparados  de  la  fortaleza  de  la  ciudad,  no  osarían  salir  á 
pelear  contra  su  gente ,  deseando  hacer  en  ellos  algún  buen  efecto,  es- 
condió parte  de  su  hueste  en  un  frondoso  y  espeso  bosque;  y  con  poca 
gente  y  caballería  pareció  en  las  vegas  de  Toledo ,  y  anduvo  campeando 
á  la  vista  de  la  ciudad ,  manifestando  recelos  y  temores ,  y  no  parando  en 
ninguna  parte.  El  wali  de  Toledo ,  pensando  que  esta  gente  seria  la  de- 
lantera de  otra  poderosa  hueste ,  quiso  aprovechar  la  ocasión ,  y  con 
todas  sus  tropas  y  auxiliares  salió  contra  ellos,  y  trabando  Ugeras  esca- 
ramuzas con  poco  empeño  se  fueron  retirando.  Los  de  la  ciudad  por  su 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  145 

vfBfaja  fe  cebaron  en  el  alcance  de  estas  tropas,  qae  se  fderon  retrayen- 
do hasU  Wadacdeie ,  qae  asi  ñamaban  al  valle  en  donde  estaba  la  em- 
tacada ;  j  saliendo  la  caballería  que  acaudillaba  el  rey  con  Haxem  ben 
Abdeiazíz ,  rodearon  por  todas  pakesá  losde  Toledoé  hicieron  en  ellos 
atroc  matanrii :  el  csmpo  quedó  cubierto  de  cadáveres  y  regado  de  su 
sangre :  ocho  mQ  cristianos  y  siete  mil  muslimes  murieron  alli :  los  que 
p»fieron  salir  del  combate  se  acogieron  á  la  ciudad  j  y  confiados  en  su 
líirtaleía  no  quisieron  rendirse ,  aunque  les  ofreció  perdón  si  se  venian 
á  SQ  merced  sin  condición  alguna.  Yiendq  el  rey  que  el  cerco  seria  largo 
se  Tolvió  ¿  Córdoba ,  dejando  encargada  la  gente  á  su  hijo  AfanondUr , 
qne  ya  hada  sos  primeras  armas,  y  manifestaba  indinatíon  á  su  ejer- 
dcío,  y  eran  sus  wazires  los  caumUos  Abdelmelic  ben  Abdala  Abu  Me- 
raán^y  Aben  Abddaziz.  En  esta  expedición  de  Toledo  murió  Abdel- 
CMÜr  ben  Abi  Xoiba  de  Aleolea,  en  tierra  de  SetiUa,  caballero  de 
ancho  valor* 

Coando  el  rey  Muhamad  entró  en  Córdoba  fué  redbido  con  grandes 
donosl^adones  de  alegría ,  qiie  no  quedó  en  la  ciudad  chico  ni  grande 
qae  no  saliese  á  recibirle  en  su  entrada ,  que  fué  el  año  240  (854).  En  el 
4M>  sigaientc  y  habiendo  el  prindpe  Almondhir  saOdo  con  parte  de  su 
hueste  á  reoMnrer  la  tierra  de  Talavera ,  y  las  fortalezas  de  Calat-Rahba, 
Uchs  WAde  j  Zorita,  a|novecharon  esta  ocasión  los  de  Toledo,  y  sa- 
Keroo  contra  las  trcqpas  que  mantenían  d  cerco.,  y  las  atropcllaron  y 
ápáaca ,  hadando  en  eUas  mucha  matanza :  se  acogieron  á  Talavera, 
y  bs  rebeldes  las  persiguieron  hasta  encerrarlas  en  sus  muros.  Sabido 
eslo  por  el  príncipe  Almondhir  fué  luego  con  el  ^ali  de  Talavera  contra 
los  rebeldes,  y  los  venció  y  puso  en  fuga,  y  volvieron  con  gran  pérdida 
á  entrar  en  Toledo.  El  príncipe  AlmcmÁir  envió  setecientas  ú  ocho- 
denias  cabeas  de  rdl>eldes  á  Córdoba,  comunicando  al  rey  su  padre  el 
«ceso  de  la  batalia  de  Talavera :  que  aquéllas  cabezas  habia  mandado 
ooriar  i  aetedentos  rebeldes  que  hablan  caldo  en  sus  manos  vivos  en  la 
fuga,  y  d  rey  las  mandó  poner  en  las  almenas.  Continuando  con  mas 
risor  el  oeroo  las  tropas  de  Andalucía  talaron  las  huertas  y  vinas  de  To- 
feíb;  y  ea  un  combate  que  dio  Almondhir  destruyeron  el  puente  con 
pan  matanza  de  los  rebeldes  que  en  él  estaban.  Tres  años  continuanm 
las  talas  y  la  devastación  de  laís  cercanías  de  Toledo  :  los  vecinos  pací- 
iooay  loa  pobres  labradores  miraban  con  mucho  dolor  destruidas  sus 
cana  de  campo ,  viñas  y  buerlos ,  por  la  obstinación  y  rebeldía  de  algu- 
aos  sedkiosos,  por  la  mayor  parte  malos  muslimes ,  muzárabes  y  ju- 
díos. El  ado  346  (859>  vino  al  cerco  de  Toledo  d  rey  Muhamad,  y  como 
bs  vcdnoB  lo  entendieron ,  vinieron  algunos  de  secreto ,  y  ofrecieron 
al  rey  que  si  los  perdonaba  que  entregarían  la  ciudad  ó  asesinarían 
a  los  candillos  rebddes ;  y  el  rey  les  prometió  perdón  si  en  cierto 
flazo  lo  cumplían ,  y  antes  del  aplazado  término  abrieron  las  puertas 
á  so  sejior,  y  entregaron  las  cabezas  de  algunos  caudillos  de  la  rebelión, 
^  otros  logran»  ocultarse  y  salieron  desconocidos  de  la  ciudad.  Aun- 
VK  d  rey  perdonó  la  rebelión  á  los  vecinos  puso  otros  vazírcs  y  cadies 
en  dla^  aá  pan  loa  JBudimes  como  para  loa  cristianos,  eligiéndolos  de 

10 


amella  coofiaiua  con  queros  ordenamienUM?  nm  rigvra»  feiim : 
quo  la  dgwsiada  blwamn  y  (plermcía  (tel  gqbievpo  Uü  hocia  inia* 

CAPITUW)  XUX, 

D«  la  Tenida  de  los  magioget  á  las  costas  de  Bspafla. 

Entre  tanto  qao  d  re j  Muhamad  entendía  en  allanar  sa  tierra  y  so9^ 
gar  las  alleracionos  de  ella ,  los  bárbaros  naftogcs  vinlerqn  con  so 
senta  nsvcs  á  las  oostas  do  Andalucía ,  desembarcaron  y  corrieron  ticr* 
ra  de  Raya,  Cártama ,  Málaga  y  la  Radaya ,  y  toda  gaibia  de  Ronda, 
badendo  en  toda  esta  tierra  los  estragos  de  las  tempestades.  No  osaron 
entrar  mucho  en  lo  Interior ,  pero  ¿rasaron  los  pueblos  yeoinos  al 
mar .  y  destruyeron  muchos  edificios  y  atalayas  que  habia  en  las  ma- 
rinas }  robaron  la  mesqníta  de  Alhadrá  y  la  qne  llamaban  de  las  Ban- 
deras ^  Envió  el  rey  Muhamad  sq  caballeria  contra  ellos,  y  luego  » 
embarcaron  y  pasaron  á  las  costas  de  África.  Oorrieron  aqoeUa  tiem, 
y  Tolvieron  h  invernar  á  las  marinas  de  Eipafia ,  y  cargados  de  rique- 
zas salieron  al  osar  Océano ,  y  deaqiaiecicron  t  foé  esto  ailoSI6  (W)). 
Los  crisUanoa  entendieron  sus  algaras  hasta  las  ceroaidaB  de  Salamanca 
y  de  Coria,  y  venciccon  al  wali  de  aquella  (kreatera  2eid  bes  Casiin. 
Estas  nuevas  Uegaron  á  Córdoba ,  y  mflMwU  él  rey  que  se  aprestase  te  cih 
baUería  para  baeer  entradas  en  Galicia.  Partió  d  principe  Almoodhír, 
y  en  riberas  del  Duero  dividió  su  hueste  en  delantera ,  dios  alas,  centro 
de  batalla  y  zaga,  á  lo  que  llamaban '  ddiamiaes  i  asi  acometió  al  ejér- 
cito de  los  cristianos.  Guiábala  deLanlera  Muhamad  Aloaothir,  la  bata- 
lla principal  iba  ikcaudiUada  del  mismo  Aünondhir  t  veneieroii  á  los  cris- 
tianos coa  gran  matanza  de  ellos,  y  los  persiguieren,  y  entraron  la 
tierra ,  y  ocuparon  las  fortalezas  que  habían  tenido  los  cristianos,  y 
llegaron  basta  Pamplona  y  los  montes  de  Afrane ,  haciendo  grandes  pre- 
sas do  ganados  y  c^utivos.  En  esta  expedición  dd  afto  d47  cautivó  Al- 
mondhir  un  cristiano  muy  esforzadoy  principa}  llamado  FortAn ,  y  vino 
i  Córdoba ,  y  lo  dio  libertad ,  y.vivió  en  día  mucho  tiempo,  que  llegó  á 
ciento  veinte  y  seis  afios  de  edad. 

£n  el  año  8i9  (863)  hicieron  entradas  los  cristianos  de  QaHeia  y  los 
de  los  montes  de  Afraue,  y  robaron  los  puebles ,  y  talaron  k»  campos , 
y  llevaron  cautivos  de  los  muslimes  de  la  Ar^mtera.  Mindó  el  rey  Mu- 
hamad á  los  caudillos  y  n^ies  de  las  provincias  allegar  sus  g«ntes  par^i 
la  santa  guerra ,  y  so  publicó  esta  reaolncion  en  todos  los  simínbares  d( 
^paua ,  y  Tueron  juntindose  las  banderas  en  las  capitanías  pan  partíi 

1  Dico  Xerif  Edris  que  en  Gciira  Alb;u]rá  UbU  ¿  la  puorU  <lel;nar  «na  iMifvita  llamad 
Mmyéi  de  las  Banderas,  porqne  al  tiempo  de  la  oonqaisia  juntó  allí  Taric  á  consejo  las  ban 
éwAM  do  los  musttiiieftt 

«  Alchamis  si^niAca  cinco  (»artaa,  y  sifnbó)i€ajaiento  maiiQ,  y  ejéreho  por^ss  ae  fema  d 
cinco  parles :  Almoeadcma , Calb,  Almaimana ,  Almaisara  y  Assaca, esto  ^,  delantera, ccnlr< 
ala  derocka,  ala  laqalerda  y  ta^a.  Jusuf  ben  Said  de  lllora  declara  asi  esUVtoz,  y  en  nuestro 
9^wv»  UiiTPa  se  iiaU40  W«  iMHubfea  de  akUuawH  y  ttaiaMlAi  por  bvealee  f aim^Ui. 


DE  IfiS  ARASES  SN  B8PANA«  147 

üfrimar  «Ttao.  Ba  el  principio  del  año  2$0  falledóeii  CArdote  él  ia* 
úgot  Ydije  ben  Alhakem,  d  oonocído  por  Algazali ,  que  había  sido 
amir  del  mar  de  Siria  en  tiempo  del  rey  Hixém  y  de  su  hijo  el  rey  Al^ 
faskem,  y  en  tiempo  del  rey  Abderahmiui  faé  enviado  al  rey  de  los 
griegos  con  embajada ,  y  á  los  reyes  cristianos ,  y  siempre  fué  muy  €#- 
tundo  por  mi  humanidad  y  disprecion ,  y  por  su  grande  ingenio  j  y  son 
célebres  los  versos  suyos  en  que  describe  una  tcmp^tad  que  padeció  en 
dmsr  CQ  ocasión  de  su  vi^e  á  Grecia :  fuó  muy  sentida  su  muerte  del 
KyMubamad;  pero  ya  eran  sus  difis  cumplidos ,  que  pasaron  sobre  él 
Boventa  y  cuatro  ano^  |  babí«  nacido  ofio  156 ,  ei|  el  reinado  de  Abde* 
rahman  ben  Moavi^ 


CAPlTÜWÍs. 

Da  la  guerra  en  Galieia,  y  origen  del  rebelde  HafsiiB. 

Corrió  la  (ama  de  las  entradas  muy  atrevidas  de  los  de  Galicia  y 
<k  Afrailo  en  las  fronteras  por  toda  España ,  y  sin  dejar  de  acrecentarse 
á  h  mayor  distancia,  abultando  los  estragos  y  talas  que  padecían  loa 
paeUos^  él  número  y  calidad  de  las  huestes  enemigas,  y  todas la$  dr^ 
OBtttaacias  de  la(ii|vasion.  Recibió  elrey  avi«o  de  los  walies  por  los 
ferénioos  de  Mérida ,  que  decían  como  el  rey  de  Galicia  habia  entrado 
A  Lositania y  oorrido  tierra» de  Alisbcma;  ^ue  babia  robado  lospue* 
Uos  aUertoes  que  babia  quemado  A  Cintra,  y  habla  llevado  grandes 
fRsas  de  cautívoa  y  ganados  de  aquella  tierra.  Guando  el  rey  Muhamad 
toYo  estas  nuevas  Hi^  partió  con  la  caballería  de  Andahida  t  selejun- 
laroo  las  banderas  de  Mérida ,  y  entró  con  su  ejército  en  tierras  de  Ga* 
lids  hasta  Santyac.  Los  cristianos  se  retiraron  á  sus  montes ,  y  se  encer- 
rvoB  en  fortalezas  puestas  sobre  peñascos.  Yolvió  el  rey  Muhamad  por 
Canora ,  envió  su  cabsUeria  de  Mérida  por  Salamanca ,  y  eon  la  de 
Córdoba  siguió  á  tierra  de  Toledo  :  algunos  cuentan  esta  expedición 
«a  el  ano  347,  otros  en  el  de  249,  y  parece  mas  cierto.  En  las 
fronteras  de  Afraac  se  daba  en  esto  tiempo  principio  i  una  rebelión 
VK  vino  á  aer  de  mucha  importancia.  Un  hombre  de  origen  pagano,  de 
«cura  y  desconocida  prosapia,  UamadoQmar  ben  Hafs,  conocido  des» 
pnes  por  Aben  Hafson  ben  Giafar  ben  Arius :  esta  generación  le  dan 
«IguiMiaf  y  Muhanmd  Abdala  ben  Sebaun  el  Gairvani  dice  que  sabia 
sm  cosas  de  los  hijos  de  este  rebelde,  ycon  todo  eso  nada  pudodedr 
<ie  m  pmaapía ;  este  cuentan  que  vivía  de  su  trabajo  humilde  en  Aon- 
ii,delac(Hnarcade  Raya,  pero  no  contento  de  áo  pobre  suerte  se  (iiá 
a  h  cíodad  de  Toqpeki  &  buscar  su  vida ,  y  se  biso  salteador  de  camtaoa 
<^  oíros  compañeros,  á  quienes  por  su  valor  aicaudillaba :  se  resistió 
9  ks  caxiefes  y  justicia  que  los  pcrsegm'a ,  y  cobró  celebridad  y  muchos 
(^nipañeros  y  secuaces.  Se  encastillaron  en  Adharwera,  castillo  allí  oo- 
Qüodopor  Gdat-Yabaster,  señalado  por  su  inacoesiUe  fortaleta  t  esta 
«t  ima  de  las  divenas  relaoioues  que  hay  en  España  del  principio  de  su 
f^Mian*  fki  d  ad(»  9dO  (a64i,  echido  de  Aadakipia»  se  puó  con  ana 


148  HISTORIA  DE  LA  DOHINACION 

bandidos  á  la  frontera  de  Afranc ,  y  se  apoderó  de  la  fortaleza  de  Bota- 
lyebud ,  lugar  inexpugnable  por  la  aspereza  de  su  situación  sobre  pe- 
ñascos cercados  de  un  rio. 

Los  cristianos  de  los  atontes  de  Afranc ,  Tiendo  la  fortuna  de  las  pri- 
meras cabalgadas  dé  este  bandido,  buscaron  su  amistad,  y  unidos  para 
la  desobediencia  y  rebelión  se  confederaron  los  de  Ainsa,  Ben  Auarc  j 
Ben  Asque ,  y  corrieron  impetuosos ,  como  los  rios  que  bajan  de  aque- 
llos montes,  hasta  Barbastar,  Wcsca  y  Afraga,  levantando  los  pueblos 
contra  su  señor,  y  ofreciéndoles  seguridad  y  amparo  contra  los  ^ralícs 
de  aquella  frontera ;  y  al  mismo  tiempo  (alaban  los  campos ,  y  quemaban 
los  pueblos  que  se  resistían  á  tomar  su  yoz  y  seguir  su  bando.  Ocupa- 
ron varias  fortalezas  de  aquella  tierra  hasta  la  eomarca  de  Lérida.  Q 
wali  de  Zaragoza,  aunque  pudiera  haber  contenido  los  progresos  de 
esta  rebelión ,  quejoso  de  hallarse  privado  de  su  gobierno,  y  esperando 
al  nuevo  goberna(k)r,  no  salió  de  la  ciudad ,  ai  dio  orden  á  los  alcaides 
de  la  provincia  para  juntar  sus  banderas  y  oponerse  á  los  rebeldes.  £1 
alcaide  de  Lérida,  llamado  Abdelmelic ,  siguió  el  partido  de  Hafsun ,  y 
le  dio  entrada  en  su  ciudad ;  y  lo  mismo  hicieron  otros  alcaides  de  for- 
talezas menos  considerables.  Uegó  la  osadía  de  los  rebeldes  á  correr 
toda  la  tierra  basta  riberas  del  Ebro.  Avisado  el  rey  Mutiamad  de  esta 
insurrección  escribió  á  los  malíes  para  levantar  un  poderoso  ejército 
que  acabase  de  un  golpe  con  aquellos  temerarios.  Partió  el  rey  de  Cór- 
doba con  la  gente  de  Andalucía,  llegó  á  Toledo ,  donde  debían  unirse 
bs  tropas  de  aquella  provincia ,  y  la  gente  de  Murcia  y  Valencia  partió 
acaudillada  de  Zeid  ben  Casim ,  ilieto  del  rey  :  el  principe  Almondhir 
quedó  encargado  de  la  frontera  de  Galicia  con  las  tropas  de  Mérida  y 
Lusitanía. 


CAPITULO  LI. 

l)e  la  perfidia  de  Hafsun. 

Guando  Ornar  Aben  Hafsun  vio  que  se  acercaba  contra  él  aquella  ter- 
rible tempestad,  envió  sus  cartas  muy  humildes  al  rey  Muhamad,  y 
con  fingidas  palabras  y  sumÍ3Íon  pérfida  protestaba  en  ellas  por  cielos 
y  tierra  que  todos  sus  pasos  eran  artificio  y  disimulo  para  engañar  á  los 
enemigos  del  Islams  ,•  que  á  su  tiempo  él  volvería  sus  armas  contra  los 
de  Afranc ,  y  esperaba  que  el  rey,  bien  persuadido  de  aus  intentos ,  des- 
preciando las  apariencias,  le  ayudaría  oon  las  gentes  de  la  frontera 
oriental ,  ó  las  de  Valencia ;  que  le  concediese  á  lo  menos  una  tregua 
limitada,  y  que  pudiese  disponer  de  la  alcaidía  de  Wesca  ó  Barbastar  para 
que  con  aquella  gente  diese  á  los  enemigos  el  golpe  que  tenia  pensado. 
Tantas  protestas  y  buenas  palabras ,  y  las  que  añadió  el  astuto  enviado, 
persuadieron  al  rey  Muhamad.  Soberano  Alá ,  que  cuando  tienes  dc^ 
terminado  en  tus  ciertos  y  eternos  juicios  el  tl%stornar  un  estado,  ola 
ruiua  y  cidamidad  de  un  pueblo ,  te  agrada  el  poner  la  culpa  de  ello  en 
nuestra  ignorancia ,  y  nosotros  mismos  damos  prisa  y  armas  á  nuestros 


IllE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  U9 

«ñañigas,  ó  oorremos' apresurados  al  precipicio  á  despedarnos !  Asi 
qnisisle  dcslombrar  al  rey  Muhamad  para  que  diese  crédito  á  las  Talsas 
promesas  y  fementidas  protestas  de  Aben  liafsun. 

Ofreció  el  rey  Muhamad  por  su  parte  ayudarle  con  la  gente  que 
acaudillaba  Zcid  bcn  Casim ;  y  después  de  asegurada  la  frontera  de 
Afranc,  y  ocupados  los  fuertes  que  tenian  los  cristianos,  le  prometió 
d  gobierno  de  IVesca ,  ó  t^l  vez  d  de  í^aragoza.  Luego  mandó  el  rey 
qoe  su  buestc  partiese  á  Mcrida  para  unirse  á  la  que  tenia  el  príncipe 
Afauondhir  en  fronteras  de  Galicia ;  al  wali  Zeid  ben  Casim  se  encargó 
b  entrada  en  los  montes  de  Afranc  en  compañía  de  Aben  Ilafsun.  Este 
pérCdo  caudillo,  unido  con  el  alcaide  de  Lérida  Abdelmelic,  dispusie- 
njQ  dar  muerte  al  wali  Zeid  y  degollar  á  los  muslimes  que  acaudillaba. 
£o  los  campos  de  Alcanit  se  encontraron  con  los  de  Aben  Hafsun,  y 
camparon  cerca  de  ellos  en  confianza  de  aliados  :  trataron  á  Zeid  ben 
Casim  con  bonra  y  muestras  de  amistad;  y  aquella  noche,  cuando  los 
déla  hueste  de  Valencia  y  Murcia  reposaban  sin  recelo ,  dieron  en  ellos 
te  de  Hafsun  y  Abdelmelic ,  y  antes  que  pudieran  ponerse  en  defensa 
babían  degollado  gran  parte  de  ellos,  que  muy  pocos  lograron  librarse 
de  sos  espadas  :  entre  ¡os  que  murieron  defendiéndose  de  sus  alevosos 
contrarios  fué  el  joven  wali  Zeid  bon  Casim ,  que  espiró  peleando  ani- 
niüsameiite  antes  de  cumplir  diez  y  ocho  años.  Las  tristes  reliquias  que 
pur  fortuna  se  salvaron  con  la  fuga  vinieron  á  dar  la  funesta  nueva 
de  esta  maldad  al  rey  Muhamad,  que  indignado  al  oiría  juró  la  mas 
¡«BgríeDta  venganza,  y  lo  mismo  juraron  lodos  los  caudillos  de  su 
piardia  y  los  walies  de  Andalucía  :  fué  esta  atroz  y  pérfida  matanza  de 
Alcanit  el  ano  252  (866).. 

Loego  envió  el  rey  sus  cartas  al  principe  Almondhir  refiriéndole  la 
alerosia  y  engaño  de  Aben  Ilafsun ,  encargándole  que  procurase  tomar 
nimpüda  venganza  de  los  pérfidos  y  rebeldes ;  y  muchos  caballeros  de 
Gúrdoba  y  Sevilla  partieron  voluntarios  á  esta  guerra  de  venganza.  Fué 
este  año  de  253  de  extrema  sequía  en  África  y  en  España ,  y  así  conti- 
OQú  mas  de  diez  años  después ,  que  muy  poco  Uovia  en  estas  regiones. 
Falleció  ea  este  tiempo  el  ínclito  wali  Abdelrüf  ben  Abdelsalem ,  el  que 
íoé  gobernador  de  Toledo  y  de  Mérida  mas  de  siete  años ;  era  wazir 
del  consejo  de  estado  del  rey  y  de  la  mayor  confianza  :  su  muerte  fué 
moy  sentida,  y  su  féretro  acon^Kiñado  de  toda  la  gente  de  Córdoba  -. 
'JTó  por  él  Bixar  ben  Abderahman ,  hermano  dd  rey  Muhamad ,  por 
Nar  ausente  el  hijo  de  Abdelrúf ,  que  estaba  en  la  frontera  con  el  prin- 
cipe Almondhir. 


CAPITULO  UI. 

De  la  entrada  de  Almondhir  en  Rotalyehod. 

B  príncipe  Almondhir  entró  en  tierra  de  Galicia  y  en  los  montes  de 
AlMiriál  y  Albaskenzes  sin  hallar  resistencia  :  allí  le  alcanzaron  las 
cartas  de  su  padre ,  y  luego  las  mandó  leer  &  toda  su  hueste,  que  se 


ifto  HiérahiA  m  la  Doi[i!fAfci0ii 

llaiA  dé  \mtíí  ludigfnadcm  :  {Partió  con  toda  sd  liü^té  eíl  ti^  Mierpos  k 
bíMst  A  Io6  rebeldes ,  que  do  omtod  ofrecerse  al  eticiieniro  de  estos 
valientes.  Llegaron ,  cansando  los  estragos  de  las  tempestades ,  á  los 
montes  y  tierra  de  Rotalyehud ,  que  era  el  tiido  del  pérfido  Ornar  ben 
Hafsnn  •  alli  salió  contra  ellos  el  intrépido  caudillo  Abdelmelic ,  y  A 
pesar  de  las  ventajas  de  Ja  posición  de  sn  gente  faé  atropellado  con  atroz 
matanza ;  y  los  valientes  de  Andalucía  saciaron  sus  espadan  sedientas  de 
iiangre.  Los  que  pudieron  se  fugaron  á  los  ásperoé  montes ,  dejando  d 
campo  cubierto  de  cadáveres.  Ji^capó  herido  con  den  esforzados  caba- 
ñeros el  caudillo  AJ)delmelic,  y  se  acogió  al  fuo'te  de  Aotalyehnd.  La 
noche  suspendió  la  matanza ,  que  fué  muy  graude.  Al  dia  slgniente 
mandó  Almondhir  entrar  la  fortaleza ,  que  parecía  inaccesible  por  todas 
partes ;  pero  todo  lo  venció  el  valor  y  denuedo  de  las  tropas ,  y  el  ar- 
diente deseo  de  venganza.  Entraron  por  fuerza  aqudlas  escarpadas  tor- 
res ;  entre  los  valientes  que  las  defendieron  peleando  hasta  morir  se 
halló  todavía  moribundo  el  caudillo  Abdelmelic ,  que  luego  fué  desca- 
bezado ;  y  otros  muchos  cayeron  dei^eñados  huyendo  de  las  espadas 
vengadoras  de  la  sangre  de  Zeid  ben  Caslm  y  los  de  su  hueste.  Envió 
Almondhir  á  Córdoba  la  cabeza  del  infeliz  Abdelmelic  con  la  nueva  de 
su  victoria ,  que  también  costó  cara  á  los  vencedores ,  pues  muchos  per- 
dieron la  vida  al  trepar  por  las  altas  peñas  de  aquella  fortaleza.  La 
muerte  de  este  esfbr^ado  caudillo ,  y  la  entrada  en  Rotalydmd ,  inti- 
midó A  los  rebeldes  de  tos  montes  de  Afranc ;  y  müdios  pueblos  por  no 
experimentar  la  saña  de  los  vencedores  vinieroü  á  oft'ecer  su  (4)edienda 
al  príndpé  AlmondUr  :  asi  hicieron  los  de  LMda,  Afraga,  Aiitsa  y 
Baltania ,  y  otras  fortalezas.  Ornar  Aben  Hafsun  no  osó*  esperar  al  prin- 
dpe  vengador,  y  abandonó  la  tierra ,  y  se  enriscó  en  los  mcmlies  de 
Arbe ,  aconsejando  A  sus  pardales  y  secuaces  que  para  evitar  su  ruina 
se  aUanasen  á  la  obediencia  del  vencedor,  que  él  tomarla  muy  en  breve 
A  protegerlos.  Ro|)artió  sus  tesoros  entre  sus  mas  fieles ,  y  huyó  de  todos 
para  BU  seguridaa ,  y  se  perdió  en  aquellas  fragosidades.  Allanada  la 
tierra  y  sometidas  aquellas  gentes  fieras  de  España  oriental  tomó  Al- 
mondhir A  Córdoba ,  y  fué  recibido  en  día  con  aclamaciones  de  triunfo : 
salló  toda  la  gente  de  la  dudad  á  recibirle ,  y  el  rey  Muhamad  y  los  mas 
principales  caballeros  salieron  A  mucha  distancia ,  y  d  día  de  su  entrada 
en  Córdoba  fué  un  dia  de  fiesta  y  general  alegría.  Repartió  el  tef  ar- 
mas ,  vestidos  y  caballos  A  muchos  jóvekíes  que  habían  hecho  «n  esta 
ocasión  sus  primeras  armas :  hizo  widi  alardi  ó  inspector  de  revistas  de 
tropas  A  MansAr  ben  Muhamad  ben  Abi  Bahlúl. 


CAPITULO  Lili. 

De  las  expediciones  á  Galicia  y  A  los  montes. 

En  el  afio  &54  se  edipsd  toda  la  Iwa  desde  el  prindplo  de  la  noche 
hasta  elalba  con  mucha  oscuridad :  en  este  misino  afio  envió  el  t^ M u- 


m  LOS  AttABÉS  KM  fiSPAÑJk.  151 

WtmpOk  hác^bgaerra  élt  )ád  cortas  déGalidá !  ^edrg¿ 
ertiwpMltelm  Él  áiiiff  del  tnár  Waltd  ben  Abdelhamid  ben  Gattim ,  y 
ttM  lÉ  aramdsi  eoil  buen  tiento ,  y  llegó  con  próspera  navegación  á  lais 
anta  ddGar  de  España,  y  estando  para  desembarcar  en  aquellas  bocas 
ikNakar  Mino  solmtino  recia  tempestad  con  encontrados  vientos  que 
leriiiiabail  días  como  montes ,  y  las  naves  se  quebrantati^n  unas  contra 
otns  raMünando  con  la  violencia  del  viento  y  d  ímpetu  de  las  olas ,  f 
oins  ttaiéroD  á  estrellarse  contra  los  peñascos  de  unos  islotes ,  y  en  la 
eoita brava,  en  donde  pocos  ae  salvaron,  y  de  estos  túé  el  caudillo  Ab- 
delhaiiiid  ben  Ganlm.  Esta  desgracia  de  la  flota  de  los  muslimes  puso 
grande  ánimo  á  los  cristianos  de  Galicia ,  y  este  año  ctnirieron  toda  tierra 
de  liositania,  y  ocuparon  Salamanca  y  cercaron  la  ciudad  de  Coria. 
I^  nuevas  de  estas  desventuras  llenaron  de  tristeza  á  los  de  Córdoba , 
y  los  may  virtuosos  y  severos  miraban  estos  infaustos  acaecimientos 
oQoío  castigos  del  délo  por  la  falta  de  celo  y  fervor  en  las  prácticas  re- 
ligiosas ,  y  qne  loa  muslimes  pensaban  mas  en  vanidades  y  deleites  que 
en  la  |Hx>pagadon  del  Islam.  Otros  declan  que  en  el  servicio  de  Dios  no 
coDvietie  buscar  atajos  ni  escusar  fatigas ,  y  que  por  eso  aquella  expe- 
dición por  mar  no  babta  qu^do  t)ios  que  fuese  venturosa. 

Mandó  ni  rcv  Mtdiañiad  que  los  walies  de  la  frontera  de  Aflranc ,  tshac 
bea  tbrahim  el  Ocaili  y  2aide  ben  Rustam ,  fuesen  á  contener  los  cris- 
tianoB  de  los  montes  que  habían  ocupado  Medina  Pamplona  :  fueron  á 
mrref  aquella  Üefra  y  pusieron  cerco  á  la  ciudad,  y  ocuparon  algmias 
torres  de  sus  muros  ^  t  la  tedian  muy  apretada ,  cuando  viniendo  mur 
chas  gentes  de  Ah^nc  nié  forzoso  á  estoá  caudillos  levantar  el  campo  y 
retirarse  á  Tutila  y  riberas  del  Ebro.  Por  la  parte  de  Galicia  entraron 
al  mismo  tiempo  tos  wdie^  de  la  frontera ,  y  tomaron  muchos  cautivos 
V  ganados ,  y  retirándose  con  estas  presas ,  pastoreándolas  con  mucha 
n>nfian2a  y  descuido,  despreciando  el  poder  de  sus  enemigos,  sin  acor- 
darse que  mndias  veces  un  débil  nios(piito  punza  los  ojos  al  mas  bravo 
león,  ftacron  acometidos  de  súbito  en  uno§  pasos  estrechos  en  donde  la 
GahaSeria  no  fué  de  provecho,  y  debilitada  la  hueste  por  adelantar  la 
presa  y  canti  vos  con  la  delantera ,  Ibé  atropellada  la  2aga  y  padeció  gran 
taatanza ,  f  ftiéron  muchos  los  heridos  y  muchos  los  que  quedaron  cau- 
tivos én  poder  del  enemigo.  Estas  nuevas  turbaron  la  alegría  de  los 
muslimes  de  Andalucía  y  consternaron  álos  defensores  de  las  fronteras. 
En  este  año  255  (^68)  falleció  eñ  Córdoba  Yahye  el  Lalthl ,  docto  alfa- 
qui  que  en  su  juventud  viajó  dos  veces  á  Oriente,  y  fué  discipulo  del 
célebre Malic  ben  Anas ,  y  fué  de  él  muy  distinguido,  que  le  )lamaba  el 
Hitendimiento  de  Eispaña  y  el  discreto  andaluz  :  túé  su  casa  concurrida 
ée  discípulos  y  de  oyentes,  que  parecía  una  academia  ó  escuela  pública. 

En  el  principio  del  año  siguiente  mandó  el  rey  Muhamad  juntar  sus 
(rentes  de  Ancbduoia  y  de  Mérida ,  y  envió  á  su  hijo  Almondhir  á  tierra 
ér  Alaba  y  montes  Albaskenzes ,  y  á  castigar  al  'wali  de  Zaragoza 
Muza ,  que  no  habla  querido  recibir  al  gobernador  de  aquella  ciudad , 
qne  el  rí?y  habla  nombrado  á  AbdelWahib  ben  Abdelrüf  :  llegó  el  prín- 
cipe Almondhir  sobre  Zaragoza ,  y  el  vrali  Muza  cerró  las  puertas  de 


152  HISTORIA  DE  LA  DOMUIACION 

la  ciadad  :  detúTOse  Almondhir  delante  de  día  Teinte  y  eiiioo  dias^  j 
por  no  perder  tiempo  pasó  á  la  frontera  de  Afranc,  7  ooni6y  tdó  la 
fierra  de  Alaba  tomando  g[anados  y  algunos  cautivos ,  y  vdYióal  oeroo 
de  Zaragoza.  En  este  año  en  la  noche  del  sábado,  20  de  la  lunadeSa- 
far,  pareció  en  el  cielo  una  gran  mancha  roja  craiOTivo fuego,  que 
duró  desde  el  principio  de  la  noche  hasta  el  alba,  y  puso  gran  espanto 
en  la  gente  menuda  del  Tulgo ,  que  no  viera  nunca  cosa  semejante. 
Falleció  en  este  tiempo  en  Córdoba  Ibrahún  ben  Mudema,  apellidado 
Abu  Ishac ;  fué  wali  del  Zoco  muchos  años,  de  mucha  integridad  en  sus 
juicios,  nunca  recibió  dádiva  de  nadie,  y  era  muy  respetado  y  temido 
de  mercadantcs  y  placeros . 


CAPITULO  UV. 

De  la  entrada  de  Almondhir  en  Zaragota»  y  del  rey  en  Toledo. 

En  el  año  257  (870)  continuó  d  principe  Almondhir  la  guerra  de 
frontera  en  España  oriental  y  puso  muy  apretado  cerco  á  Zaragoza ,  y 
durante  el  sitio  falleció  el  wali  Muza ,  no  sin  sospodia  de  haberle 
ahogado  en  su  cama,  y  luego  la  ciudad  se  entregó  al  príncipe  Al- 
mondhir, que  envió  sus  forénicos.  con  esta  nueva  al  rey  su  padre, 
que  holgó  mucho  de  este  acaecimiento.   En  el  mismo  año  los  de 
Toledo  por  sugestiones  de  sediciosos  aclamaron  por  su  wali  U  hijo  de 
Muza ,  que  pocos  años  antes  había  sido  privado  áA  gobierno  de  aquella 
ciudad :  era  este  Abu  Abdala  Mnhamad  ben  Lobia,  caudillo  de  mucho 
valor  y  experiencia  en  las  cosas  de  la  guerra ;  pero  descontento  y  desa- 
fecto al  gobierno  del  rey :  tenia  secretas  inteligencias  con  los  cristianos, 
y  estos  ayudaban  á  sus  intentos  y  rebeldía.  Cuando  el  rey  Muhaoiad  fué 
avisado  del  movimiento  y  alboroto  de  los  de  Toledo  mandó  juntar  las 
gentes  de  Andalucía ,  y  con  la  ceAalleria  de  su  guardia  se  dirigió  á  tierra 
de  Toledo  :  los  de  la  ciudad  estaban  dispuestos  á  resistir  y  defenderse 
con  mucha  constancia;  pero  el  prudente  caudiUo  no  quiso  aventurar  so 
seguridad  dentro  de  los  muros,  recelando  con  razón  de  la  ligereza  y 
natural  inconstancia  de  la  gente  popular.  Sabiendo  cuan  numerosa 
hueste  seguía  al  rey,  con  pretexto  de  reconocimiento  de  sus  fuerzas  se 
salió  de  la  ciudad ,  y  envió  poco  después  algunos  caballeros  para  que 
aconsejasen  álos  principales  que  se  ofreciesen  á  la  obediencia  del  rey, 
pues  no  tenían  fuerzas  ni  disposición  para  resistirle.  El  populacho  y 
gente  baldía  quiso  despedazar  á  los  enviados  de  Abu  Abdala  Muhamad 
ben  Lobia  en  el  furor  de  su  ioconsídcrada  resolución ;  pero  el  consejo 
y  persuasiones  de  sus  principales  ciudadanos  pudo  sosegarlos  y  calmar 
sus  primeros  movimientos.  Dispusieron  salir  á  implorar  la  clemencia 
de  su  señor,  y  lograron  que  los  perdonara.  Entre  los  caudillos  habia 
muchos  que  proponían  al  rey  que  se  destruyesen  los  muros  y  torreones 
de  esta  ciudad  para  quitaren  adelante  la  ocasión  y  confianza  que  aque- 
llas fortalezas  daban  á  los  ánimos  inquietos  de  sus  habitantes  ^  pero  no 


M  IOS,  ÁRABES  »  ESPAÑA.  153 

quiso  Dios  que  tan  buen  consejo  fuese  oído  :  Mnslama  Abu  Said ,  hijo 
éAreyj  ivali  de  Sidonia ,  fué  quien  mas  insistió  en  este  pensamiento ; 
pero  HixéiD  Abulwalid ,  j  Alasbag  Abulcasim ,  y  Abderabman  Abulmo- 
iaraf,  hijos  tambioi  del  rey  Muhamad,  fueron  de  contrario  parecer,  y 
este  prevaleció.  Detúvose  el  rey  algunos  dias  en  Toledo ,  y  ordenadas 
hseosas  convenientes á la  quietud  de  la  ciudad  se  vqIvíó  á  Córdoba, 
donde  fué  recibido  con  gi;andes  demo^adones  de  alegria.  En  el  año 
SS8(S71}  falleció  en  Murcia,  su  patria,  Abdelgebar  ben  Muza  ben 
Obeidala  el  Sameti,  lecUnrde  Alcorán,  hombre  de  singular  erudición. 
Era  el  rey  Muhamad  de  su  natural  muy  apacible,  y  se  entretenia 
coD  mucha  familiaridad  con  los  de  su  casa  y  s^vicio  :  Abdala  ben  Aasim, 
M  alcatib  ó  secretario  intimo ,  á  quien  distinguid  por  su  buen  ingenio, 
cono  entrase  á  la  cámara  del  rey  un  dia  de  grandes  nubes  y  tempes- 
tad de  truenos  y  relámpagos, .  halló  que  estaba  el  rey  Muhamad  entre- 
tenido eon  unos  nidos ,  y  tenia  en  sus  rodillas  uno  muy  lindo  y  en  ex- 
tremo gracioso,  y  le  dijo  el  rey :  ¿A  qué  vienps  en  este  dia?  ¿qué 
podeoios  hacer  en  él?  y  respondió  Abdala  :  Señor ,  dicen  las  gentes  que 
esbueno  estar  con  niños  cuando  truena,  y  yo  digo  lo  mismo : 

Bueno  es  estar  con  nifios  cuando  retumba  el  trueno. 

De  copas  y  convite  el  estrépito  oyendo  : 

Que  gire  á  la  mtonda  el  escanciano  bello 

Mientras  nubes  coronan  los  árboles  del  huerto : 

¿Ves  las  ramas  cargadas  del  dulce  y  grato  peso , 

Que  ei  viento  las  menea ,  que  brillan  en  el  suelo  7 

Agndó  al  rey  la  ocurrencia  y  los  versos,  y  mandó  traer  dulces  y  co- 
lación, copos  y  Ücorsahbá',  y  que  viniesen  los  músicos  y  cantores,  y  du- 
rante el  convite  mandó  el  rey  disimuladamente  al  esclavillo  que  tirase 
las  copas  á  la  cabeza  de  Abdala ;  y  el  niño,  que  sabia  obedecer  á  su 
señor,  le  tiró  las  copas ,  y  Abdala  alzó  la  cabeza  y  evitó  d  golpe,  y 
dijo  al  niño :  ¡  O  linda  cara !  no  seas  cruel ,  que  no  está  bien  la  cruel- 
éiá  con  la  hermosura  :  el  cielo  hermoso  <;uando  sereno  es  muy  apaci- 
ble, y  ahora  su  saña  nos  horr<M:iza  y  espanta.  En  el  mismo  tiempo  cayó 
na  rajo  *  con  horrísono  estruendo  sobró  la  mezquita  mayor  y  sobro  la 
aKombra  misma  donde  Muhamad  hacía  oración.  £1  rey  aplaudió  los 
feraoB  de  su  alcatib,  y  mandó  darle  una  bidra  ó  bolsa  de  diez  mil  adi- 
rliames,ósímasqueríaclhennoso  esclavillo  7  y  ¡«efiríó  la  bolsa  á  la 
iNMdta  cara  por  no  darle  pena. 

1  Sahbly  nombre  de  un  licor,  especie  de  vino  claro,  invención  para  eludir  la  expresa  probibi- 
cioo  alcoránica  del  gbamar  ó  vino  rojo. 

>  El  anobispo  don  Rodrigo  dice  en  su  Historia  de  los  árabes  que  el  rey  Mubamad  oraba  en  la 
■esquila  de  Córdoba  y  y  cayo  un  rayo,  y  mató  dos  bombres  que  estaban  á  su  lado. 


114  mB/tam  m  u  Mnnüafii 


CAPITULO  LV. 

De  touevu  entr«dafl  en  Galicia ,  y  de  varios  acaecimieDlos  y  calamidadet. 

£l  dAo  95»  (872)  el  plrtticipe  AÍmofulMf  Meo  entmdti  eti  Uemuí  de 
Gélícto ,  V  pele6  con  loa  crtsUános  ooü  tarift  fortttiift ,  y  én  d  paso  del 
Ho  de  Bahagun,  que  ^baja  al  Duero ,  tuyieron  una  sangrienta  tNitalk 
eti  que  murích>ti  muchos  eaforzadoa  ceiballeros.de  Córdoba  y  de  Sevilla, 
y  muchos  dé  h>s  de  TDlcdo  y  de  Mérida.  Los  cHstiauos  padecieron  tan 
atroit  inaianeá ,  que  hú  pudieron  en  once  dtas  enterrar  sus  tntterUM. 
Gorrid  Alikiondhir  aqudk  fh)ntera,  haciendo  en  ella  tuaravillosos  he- 
chos dé  armas  ^  que  la  gente  dé  Galicia  es  la  mas  brara  y  aguerrida  de 
los  cHsUattos ,  y  apehas  pasaba  cBa  en  que  tío  trabasen  muy  refiidas  es- 
oaramueas  t  bl  Bti  del  año  voltio  ¿  la  Lusftañia.  fin  al  año  900  hubo 
tan  extraña  ttéqaia  en  Arabkl  ^  Siria  ^  Egipto,  África,  tíimas  de  Alma- 
grA ,  y  en  España ,  que  feltaroñ  los  manantiales  y  fuetilGS ,  y  Us 
campos  no  produjeron  frutos ,  y  Aló  general  la  esterilidad  y  catiBstia  t 
moría  de  hambre  la  gente  pobre,  y  de  esto  se  siguió  pestilencia,  que 
causó  horrible  mortandad  en  occidente ,  asi  en  AIMca  como  en  España. 
En  Arabia  quedó  Mecca^  la  madre  de  las  ciudades,  desierta  de  sus  ve- 
cinos ,  que  no  se  veian  eti  día  sino  gentes  de  paso ,  y  estuvo  cerrada 
la  Gaaba  mucho  tiempoi  Estas  calamidades  estorbaron  salir  en  hueste, 
y  en  seis  años  no  se  hizo  sino  guerra  de  frontera  por  mantenerla. 

Eh  el  año  96S  volvlñ  á  entrar  ea  Galicia  el  priivDipe  AhnDndliir,  y 
sacó  gratidés  despojos,  Cautivtdi  y  ganados;  peío estas  ventajas dek» 
muslimes  no  se  lograban  sin  graves  pérdidas  y  muéhos  trabajos.  En 
este  año  murió  peleando  en  una  escaramuza  Tahye  ben  Hegág ,  mu; 
distinguido  caballero  por  su  valor  s  J  éélebre  por  sus  viajes  á  Oriente. 
El  pérfldo  Ornar  ben  Hafimn ,  que  se  habia  acogido  al  amparo  do  los 
cristianos  de  Afranc ,  les  onreció  vasallage  y  tributos ,  y  poner  m  so 
poder  los  fuertes  dé  la  frotitera ,  y  con  ayuda  de  dios  ocupó  las  forta- 
lezas de  la  orilla  del  Segre ,  y  ellos  le  llamaban  rey ,  y  les  pagaba  tributo 
y  Véttdia  las  ciudades  á  los  enemigos  del  Islam.  H  priodpe  Almondfair 
con  la  gente  de  Mérida  y  dé  Toledo  pasó  el  nfio  26ft  corriendo  toda  la 
fh)ntera  de  Galicia^  puso  cerco  á  Zamora,  que  hablan  ocupado  ios 
cristianos ,  y  la  tenían  muy  fortificada  y  defendida,  y  la  tenia  ya  mu; 
apurada,  cuando  tuvo  aviso  de  la  venida  del  rey  de  Galicia  con  numerosa 
hueste  para  socorrerla ,  y  durante  este  cerco  dicen  que  hubo  un  cspan- 
(Dio  odipae  déla  luna ,  aunque  otros  dicen  que  fué  en  el  año  siguíenic. 
Cuando  el  principe  Almondhir  puso  sus  muslimes  en  batalla  para  ir 
contra  el  rey  de  Galicia ,  muchos  tímidos  y  supersticiosos  rehusaban  la 
pelea ,  y  á  pesar  del  valor  del  principe  y  de  sus  caudillos  no  hié  posible 
que  hicieran  su  deber  y  pelearan  como  buenos ,  y  con  gran  trabajo  de 
los  alcaides  lograron  retirarlos  sin  desorden  delante  de  los  enemigos,  y 
muchos  nobles  caballeros  murieron  á  lado  de  Almondhir  por  contener 
el  Ímpetu  de  los  enemigos.  En  este  año  ú  en  fin  dd  anterior,  según 


OK  LOS  ÁRABES  KN  fiSVARA.  m 

derio,  ftBedO  ett  Tadmfr  d  cadi  deai|iiellá  pnrrliiciá  FAdlbeA 
Fadl  beii  Atnira,  varón  respetado  de  todos  por  m  tirtud  é  integridad, 
y  oonaiülado  de  los  prindpes  por  su  consumada  prudencia. 

En  el  afio  367^  día  jueTes,  22  de  la  Idna  de  XawAl ,  tembló  la  tierra 
con  tan  espantoso  mido  y  estremecimiento ,  que  cayeron  muchos  al*- 
e&area  y  magníficos  edificios,  y  otros  quedarotí  may  quebrantados, 
K  hundieron  montes ,  sé  abrieron  peñascos ,  y  la  tierra  se  htmdid 
;  tragó  pueblos  y  alturas ,  el  mar  se  retrajo  y  apartó  de  las  costas, 
y  desapar^^*on  islas  y  escoflos  en  el  mar.  Las  gentes  abandonaban  los 
imdiios  y  hnian  á  los  campos,  las  aves  salían  de  sus  nidos ,  y  las  fieras 
espantadas  dejaban  sus  grutas  y  madrigueras  con  general  turbación  y 
tnstomo  \  nunca  los  hombres  tieron  ni  oyeron  cosa  semejante :  se  ar- 
ndoaron  mudios  pueblos  de  la  costa  meridional  y  occidental  de  España. 
Todas  estas  cosas  intuyeron  tanto  en  los  ánimos  de  los  hombres ,  y  eit 
«pedal  en  lá  ignorante  multitud ,  que  no  pudo  Almobdhlt*  persuadirles 
(píe eran  cosas  naturales,  aunque  poco  frecuentes,  que  no  tenian  in* 
lojo  ni  rrtacion  con  las  obras  de  los  hombres  ni  con  sus  empresas ,  sino 
por  BU  ignorancia  y  yanos  temores ,  que  lo  mismo  temblaba  la  tierra 
pan  los  muslimes  que  para  los  cristianos ,  para  las  fieras  que  para  las 
ÍDocentes  criaturas.  De  acuerdo  con  el  rey  Muhamad  concertó  Almon- 
dliir  treguas  eon  el  rey  de  los  cristianos,  que  onvió  á  Córdoba  ^  sus 
mensageros,  que  fueron  acompañados  de  caballeros  muslimes. 


CAPITULO  Ltl. 

De  la  entrada  úé  fot  de  Aff atic  con  Hafsan ,  J  IMUilta  dn  Aybar. 

Ornar  ben  Hafsnn,  receloso  de  que  Almondhir  aprovechase  la  oportu- 
nidad de  la  tregua  {¿üra  pasar  contra  el ,  pidió  á  los  de  Afranc  y  de  los 
montes  de  Albortát  que  le  ayudasen  con  cuanta  gente  pudiesen.  Los 
enemigos  de  Alá  se  reunieron  innumerable  muchedumbre ,  y  bajaron 
de  sus  montes  y  corrieron  la  tierra  hasta  el  Ebro :  en  Tutila  se  les  opu- 
sieron los  -walíesde  Zaragoza  y  de  Wcsca ,  que  fueron  yencidos¡dé  esta 
infinita  chusma  :  avisaron  á  Córdoba  y  á  los  otros  -walies  de  Mérida  y 
deTbledo.  Muhamad  excitado  dbl  peligro  de  esta  impetuosa  irrupción 
luego  se  puso  en  marcha  con  toda  su  caballeria ,  y  unida  su  gente  con 
h  dífil  principe  Almondhir  dispusi^on  sus  alchamiaes  muy  bien  ordo*- 
nados,  oon  muy  escogida  caballeria  y  peones  ^i  sus  batallas ,  y  fueroo 
i  buscar  á  los  cristianos.  Llevaba  la  delantera  Almondhir  ^  y  el  cuerpo 
de  batalla  el  rey  Muhamad  ^  las  alas  derecha  é  izquierda  Aben  Alidebrdf 
y  Aben  Rustam ,  y  la  caga  elwali  de  SidoniaAbu  Said ,  hijo  del  rey. 
Avisados  los  de  Afranc  de  la  calidad  y  número  del  ejército  de  Córdoba , 
temieron  venir  a  batalla ,  y  con  Cursadas  marchas  se  retiraban  á  sos 

<  Sff  esta  eenioii  hito  d^  aer  la  embijada  de  Dulcidlo^  «tve  mefteiraan  nveitrat  anttgvos 


156  HISTORIA  BE  LA  DOMINACIÓN 

taems;  pero  párelos  muslimes  en  aquella  ocasión  lo  misiiio  enu cues- 
tas que  llanos  :  una  mañana  á  la  hora  del  alba  descubrió  Almondhir  el 
campo  de  los  de  Afranc ,  y  se  hallaron  tan  cerca ,  que  no  fué  posible 
que  rehusaran  la  batalla.  Trabóse  ya  alto  el  dia  con  igual  ímpetu  y  va- 
lor, pero  no  tardaron  muchos  los  muslimes  en  desordenar  y  romper 
á  los  de  Afranc  :  la  matanza  fué  atroz  este  dia ,  y  los  campos  quedaron 
cubiertos  de  cadáveres  y  regados  de  sangre.  Salió  Ornar  ben  Uafsun 
herido  de  muerte,  el  rey  de  los  cristianos  García  y  sus  principales  ca- 
balleros quedaron  muertos  en  el  campo  de  bataUa.  Fué  este  día  ^  glo- 
rioso para  los  muslimes,  y  de  infausta  memoria  para  los  cristianos  de 
Afranc ,  en  el  año  269  (882).  Los  despojos  de  armas  y  riquezas  que  per- 
dieron los  enemigos  hartaron  la  codicia  de  los  soldados  muslimes.  Luego 
volvió  el  rey  Muhamad  con  su  caballería  á  Córdoba,  y  en  todas  las  ciu- 
dades al  paso  fué  recibido  con  aclamaciones  de  triunfo  y  de  alegría  :  el 
príncipe  Almondhir  quedó  en  la  frontera  hasta  el  invierno.  A  la  vuelta 
de  esta  expedición  hizo  el  rey  Muhamad  unos  versos ,  que  se  cooserran 
en  la  colección  de  Ahmed  ben  Farag,  intitulada  los  Huer|/[»s ,  aunque 
tal  vez  no  los  hizo  en  esta  ocasión ,  sino  en  otra  expedición  cuando  era 
mas  mozo  i  los  versos  son  estos  : 

Cubro  la  espada  y  reposa  mando  de  las  lides  vengo , 

Y  la  espada  del  amor  no  cesa  de  herir  ral  peeho : 
Vehemente  como  de  cerca            esii  mi  pasión  de  lejos , 

T  ahora  en  la  cercanía  crece  mi  amoroso  fuego. 

Entrando  en  el  pabellón  desato  acerado  peto , 

Y  de  la  pasión  ei  nudo  da  al  corason  mas  tormento  : 
O  Córdoba !  por  ventura  voy  á  ti ,  ó  me  vas  huyendo! 
Tu  proximidad  esquivas  á  quien  ansia  el  verle  presto. 
Riegue  tu  alcáiar  la  nube,  igual  benéSeo  riego 

A  la  Rusafa,  y  los  prados  conceda  benigno  el  cielo, 

Gomo  con  sangre  regué  del  enemigo  protervo 

1^8  campiñas  que  infestaba ,  y  les  vino  el  campo  estrecho. 

Aon  en  la  atezada  noche  las  cotas  resplandecieron 

Con  muy  mas  vivas  centellas  que  las  estrellas  del  cielo. 

A  las  tropas  fui  cual  muro^  yo  las  guiaba  al  encuentro, 

Y  mi  presencia  les  daba  nuevo  impulso  á  sus  aceros. 


CAPITULO  LVII. 

De  la  declaración  de  sucesor  del  reino  en  el  principe  Almondhir,  y  muerte  del  rey. 

El  dia  que  entró  el  rey  Muhamad  en  Córdoba  fué  un  dia  de  gran 
fiesta ,  toda  la  gente  de  la  ciudad  salió  á  recibir^ :  hizo  el  rey  muchas 
mercedes  á  los  caballeros  que  le  habían  acompañado ,  y  regalópreciosas 
armas,  vestidos  y  caballos.  Entrada  la  estación  de  las  lluvias  se  volvió 
el  principe  Almondhir,  asegurando  y  allanando  antes  aquella  frontera  .- 
•tomó  rehenes  de  algunas  ciudades  de  Espafia  oriental  y  d¿  cuya  fidelidad 
recelaba  mucho.  En  premio  de  tantos  servicios,  considerando  que  todos 
miraban  á  Almondhir  como  la  columna  del  estado ,  mandó  ,el  rey  Mu- 

>  Fué  etui  la  célebre  batalla  de  Aybar ,  eñ  que  muHó  peleando  oottin  los  unwos  el  rey  de 
Navarra  García  Ifíiguex,  el  segundo  afio  de  su  reinado. 


D£  LOS  ÁRABES  EN  ESPAJtA.  157 

hiiiiml  que  Yíniesen  k  Córdoba  los  walies  de  las  principales  provincias , 
los  wazHPes,  cadíes  7  bagibes  de  su  consejo  y  real  casa,  y  declaró  al 
principe  Almondfiir  su  hijo  socio  dd  imperio ,  y  futuro  sucesor,  y  todos 
los  walies  y  consejeros  de  estado  que  estaban  presentes  le  juraron  obe- 
diendayfiddidadsin  reservan!  excepciones.Fué  esta  solemne  jura  el  año 
370(833).  En  este  ado  dicen  que  murió  de  sus  heridas  Ornar  benHafsun, 
7  SQ  hqo  CaKb  ben  Hafsun  renovólas  pretensiones  de  su  padre  con  los  cris- 
tíaoos  de  los  montes  de  Afranc,  y  el  natural  deseo  de  venganza  animó 
aqiiellasgentes,ydescendióeste  rebelde  con  sus  parcialesá  tierra  de  Borja 
iieBde  las  nnontaña»  de  Jaca  donde  tenian  su  asilo ,  hicieron  correrlas  de 
este  lado  dd  Ebro,  y  le  llamaban  rey  aquellos  pueblos.  Cuando  llegaron 
esbs  nuevas  á  Córdoba,  el  principe  Almondhir  se  puso  en  marcha  con  la 
caballeria  de  Toledo,  que  reunió  el  caudillo  IValid  ben  Abdelhamid ;  to^ 
maron  el  camino  de  Valencia ,  porque  lasalgarasde  los  rebeldes  bajaban 
por  toda  la  ribera  del  Ebro :  cufimdo  entendieron  la  Uegada  de  Almon« 
Air,  que  se  encaminaba  contra  ellos,  se  retiraron  á  los  montes.  Detú- 
vose Almondhir  en  Tc^tosa ,  y  encargó  al  wali  Abdelhamid  la  defensa 
de  la  (iroDtera  y  observación  de  los  rebeldes :  peleó  con  ellos  con  varía 
fiortmia  todo  aquel  año  ,  y  en  el  siguiente  con  algunas  ventajas ,  ocu- 
pando las  fortalezas  del  Segre  y  del  Cinca  y  de  los  riosque  bajan  al 
Ebro ;  pero  al  paso  de  Hísna-Xariz,  habiendo  vencido  unas  taifas  de 
cristianos  aeaodilladas  por  algunos  señores  de  los  montes  de  Afranc, 
parciales  de  Aben  Hafsun ,  empeñado  inconsideradamente  en  perse- 
^írlos.,  dio  en  una  emboscada,  y  cercada  la  hueste  de  los  muslimes  por 
(odas  pandes  en  un  angosto  valle ,  cayó  Abdelhamid  lleno  de  heridas  en 
manos  do  los  enemigos ,  y  como  ya  le  conocían  por  su  valor  en  aquella 
frontera  los  señores  de  aquella  gente ,  lé  curaron  sus  heridas  y  le  trata- 
ron ooB  mucha  honra.  Las  reliquias  de  esta  hueste  se  acogieron  á  hs 
dndades  de  la  ñrontera ,  y  muchos  quedaron  cautivos  entre  cristianos. 
Coando  Almondhir  tuvo  nueva  de  este  desmán  pesóle  mucho  de  la  pér- 
dida de  viudios  buenos  caballeros ,  y  envió  á  tratar  de  su  rescate ,  y  dio 
por  el  wali  Abdelhamid  gran  cuantía  de  doMasde  oro ,  pw  ser  muy  co- 
oockla  so  persona  en  aquellfi  tierra :  faé  esta  batalla  en  fin  del  año  ¿72. 
Los  mas  grandes  acaecimientos  como  los  mas  leves ,  el  hundimiento 
de  una  montaña  como  el  movimiento  y  caída  de  una  hoja  de  sauce ,  todo 
procede  de  h  divina  voluntad ,  y  como  está  escrito  en  la  tabla  de  los 
eternos  hados  cómo  y  cuándo  el  soberano  Señor  lo  quiere,  asi  fué  que 
el  rey  Muhamad  estando  sin  dolencia  alguna ,  y  recreándose  en  los 
huertos  de  su  alcázar  con  sus  virazires  y  familiares ,  le  dijo  Haxem  ben 
Abdelaziz  ben  Chahd ,  vrali  de  Jaén :  ¡  Cuan  feliz  condición  la  de  los 
reyes !  para  ellos  solos  es  deliciosa  la  vida ,  para  los  demás  hombres  no 
tiene  el  mundo  tantos  atractivos :  ¡  qué  jardines  tan  amenos,  qué  magní- 
ficos alcázares,  y  en  ellos  cuántas  delicias  y  recreaciones!  pero  la 
nmertc  tira  la  cnerda  limitada  por  la  mano  det  hado  ,.y  todo  lo  turba , 
j  acaba  el  poderoso  principe  como  el  rústico  labriego  ú  aldeano.  Mu- 
laniad  le  respondió:  En  apariencia  la  senda  de  la>  vida  de  los  reyes 
parece  Ileoa  de  flores  aromáticas;  pero  en  verdad  son  rosas  y  con  agudas 


m  HISTORIA  ns  U  WWikQW 

éqñiuiii  la  moarte  de  U$  erMmm  es  dm  de  DIO0,  y  priiwi|iio  de 
bienei  inefables  para  los  tiuenos;  y  ^io  eUa  yo  no  seria  ahova  rey  de 
España.  Retiróse  el  rey  á  sa  estancia ,  y  se  reolinó  i  descaiuw,  y  le 
salteó  el  eterno  saeño  de  b  muer  te,  que  roba  las  delidas  demando,  y 
ataja  y  onrta  los  ooidados  y  Yanai  esperansas  bumanas.  Esto  Itaé  «1  ano- 
cbeotf  del  domingo  S9  de  la  luna  de  Safar,  ano  973  {896) ,  á  los  sesenta 
y  cinco  aSos  de  su  edad,  ó  oerea  de  ellos ,  y  treinta  y  cnatio  y  once 
meses  de  su  reinado :  tuvo  en  diferentes  mngeres  cien  hyos,  y  le  so- 
breYívieron  treinta  y  tres  s  fué  de  buenas  costumbres ,  amigo  de  loa 
sabios,  bonraba  A  los  alimes ,  balitees  ó  tradioioneraa,  y  fué  muy  fa- 
YOrecido  de  este  rey  el  docto  aUaqui  Qáqui  ben  Chalad ,  llamado  Aba 
Abderabman ,  y  lo  defendió  de  sus  émulos ,  cuando  lograron  que  la 
a^ama  de  Córdoba]  reprobase  sus  tradiciones  y  doctrbias  1  dieese  que 
dio  preferencia  á  los  de  Siria  sobre  los  árabes  yeledies  en  asientos  y  oon- 
ferenciaa  s  fué  su  secretario  intimo  su  bíjo  AbdelmeKc.  Era  este  rey  Mu- 
hamad  semejante  eu  muchas  cosas  y  prendas.de  ánimo  y  cuerpo  al  califa 
Abdehnelicben  Meruán.  Escrtbia  epn elegancia,  y  hacia  buenos  versos: 
construyó  en  Córdoba  unos  magoiOcos  baSos  y  abrevjideros^  No  alteró 
la  fabricación  de  las  monedas.  Fué  su  féretro  acompasado  de  toda  la 
gente  de  la  ciudad ,  oró  por  él  su  hijo  Abnondhir ;  pues  aunque  estaba 
ausente  en  los  bafios  de  Almería,  que  llaman  Albama ,  cuando  la  muerte 
de  su  padre » YUiQ  á  tiempo  de  aeompaüar  su  féretro. 


CAPITULO  mu. 

D«l  relnadtf  del  re;  AlnMmdhiTt  hijo  dci  Muharaad. 

« 

Guando  ej  principe  Almondbír  recibióla  infausta  nueva  déla  mu^te 
de  su  padre  estaba  en  Albama  de  Almería ,  y  partió  al  punto  á  Córdoba ; 
fué  aclamado  rey  el  mismo  dia  qi^e  se  cdebró  el  entierro  de  su  padre, 
se  hizo  por  él  la  cbotba  en  l/xlas  las  mezquitas ,  se  apellidaba  Abu 
Alhakem»  lamadrc  que  le  parióse  llamaba  Otból,  habia  nacido  ano  tt29. 

Cuenta  Isa  Abmed  ben  Mubamad  ben  Razi ,  que  Abnondhir,  hiJQ  del 
rey  Mubamad,  sucedió  á  su  padre  en  dia  domingo  á  3  de  la  lona  de 
Bebió  primera  del  ano  273 ,  en  el  cuarto  dia  después  de  la  muerte  de 
su  padre  {  que  él  se  hallaba  haciendo  la  guerra  en  conCnes  de  Raya ,  y 
entró  en  su  alcázar  dia  primero  \  que  oró  por  su  padrte,  el  cual  había 
muerto  faltando  cipco  días  de  la  luna  de  Safar,  y  se  celebró  el  entierro, 
y  fué  jurado  Abnondhir  en  parte  del  djomingQ  y  en  el  lunes  ^goieole. 
Era  bagib  entonces,  y  lo  fué  hasta  que  Abnondhir  le  mandó  matar,  d 
wazir  Haxom  ben  Abdelaziz ,  qt|e  era  hermano  del  cadi  Aslám  ben  Ab* 
delaziz  y  mayor  que  él :  sus  antepasados  habían  sido  walies  del  califa 
Otman  ben  Afán :  este  Haxem  fué  muy  distinguido  ddi  rey  Mubamad  ^ 
hijo  de  Abderahman ,  y  le  hizo  wazir,  y  le  dio  mando  de  ciudades  ^  y  fuét 
wali  de  la  provincia  de  Jacm ,  y  edificó  Medina  Ubcda  y  la  mayor  par4e 

di&  }q^  (uerles  de  aqueUacoms^ca ;  fué  bomtNTQ  mvy  fí^^ 


dilnltooiaei  de  &piito  { puea  rooiila  ¿I  tri^ 
(akaIlewd58utkiii|iQ,MÍ  en  vidmf  y  f entíleBaa  áa oilialkria  como  ea 
étadi^  de  ingenio  y  eriidioioQ.  También  logró  la  oitimaeíoo  de  Al- 
ttiMÜúr  en  tiempo  de  en  pedre,  hesta  qae  se  iaAspiiio  y  onemiMtó  qoii 
d)7faiel  principio  de  an  deigracia  la  Jura  de  eito  rey.  Diee  qna 
candoyino  AlmoQdhir,  ánmas  qoe  apearas  del  caballo  y  eon  soa  Tea* 
titode  oamino  fué  A  preaentaiae  á  la  aala  de  la  jiira  laon  el  vestido 
teliñado  y  plegado  de  la  silla :  cuando  entró  la  gente  se  levantó  el 
bpbBaim  000  el  librado  la  joraensusmanoa,  ycomencósuleyen- 
ii,  y  al  |lq[ar  é  mencionar  al  rey  Mubanuid  las  lágrimaa  y  soUoxos  Ira^ 
WoQ  la leogo^ ,  qoe  no  se  entendían  #iia  palabras,  y  turbado  volvió  A 
itff  lo  qoe  ya  baí>ia'leido,  y  lo  observó  Almonábir^  y  le  miró  oon  ira  t 
Haiem  ao  lo  tío  y  siguió  su  leyenda  hasta  el  cabo,  ho$  que  vieron 
HwOa  mirada  teirible  no  dudaron  que  amenaiaba  muerte.  Guando  fué 
«locado  d  fáretro  del  rey  Mubamad  en  su  sepulcro  se  quitó  Uaijem  fv 
Ofaym  tmlmole,  y  entró  en  su  sepideroy  lloró  con  lastimado  llanto, 
yijo;  o  Muhamad,  mi  alma  sea  oon  la  tuya ,  que  por  ti  me  darán  A 
fostar  copa  mortal.  Todo  esto  fué  sabido  de  Absiondbir,  y  ademaa  aa 
knatsron  contra  él  Muhamad  ben  Gebwar  y  Abdelmeiie  ben  Umoya , 
r«a  ae  valió  Aben  Um^a  de  Saida,  bevnana  de  Atanondhir,  para  k^ 
parla  mina  de  la  easay  fiunilia  de  BaxfWt  y  no  tardaron  en  oonse* 
porto,  por  haberla  laltado  el  favor  del  rey. 

Sabida  en  las  fronteras  de  Dspanaorienlalla  mnetto  dd  roy  Moha* 
ttd,  Tolvió  á  salir  de  sus  montas  CaUb  ben  lIafsuU|  y  eon  ayuda  do 
SK  pardales  allegó  numero^  hueste ,  y  entró  por  las  tierras  que  riega 
el  Ehro,  y  por  aarpresa  ac  apoderó  de  muchas  ciudades  de  Bspada 
motel  I  juntó  allí  díei  mil  caballos,  y  ae  le  entregó  Zaragoaay  Wesca, 
jTinohasta  tierra  de  Toledo,  y  cpn  secretas  inteligencias  con  los  criar 
insoa  da  esta  ciudad  entró  en  ella ,  llamándose  rey,  y  derramando  ta-r 
sw»  eaCre  la  gente  pobre  de  la  tierra,  para  que  le  aclamasen.  Estas 
ttvttiades  dtow  nmcbocuidadoalrey  AlmondUr;  mandó  congregar  las 
Meras  de  Andalucía  y  de  Marida ,  envió  delante  con  escogida  caba- 
llería áHaxem  ben  Abddaaie.  Uegó  este  eandíllo  con  presurosa^mar- 
^  á  confines  de  Toledo  i  el  rebdde  Aben  Jlaf^un  temió  baUarae  car- 
Qdoen  una  dudad  donde  no  tenía  confianga  s  y  para  evitar  esteriesio 
ce  aUó  con  la  flor  de  su  gente ,  d^ando  numerosa  f  uamicion  para 
^i^feader  la  «nndad  :  fortifleó  los  castillos  del  Tajo ,  y  las  fortaleías  de 
^dísy  Webde*  Alarcon  y  Conca,  PusoHaxemcci*coá  Tolodocononn 
^  r%qr ;  entre  tanto  Aben  Bafsun  pidió  i  sus  auiciliares  nuevos  so-* 
oorros ,  y  por  dar  mas  tiempo  proposo  al  caudillo  Bavem  ben  Abdelaiis 
^Ua  avenencias ,  ofreciendo  entregar  1«  ciudad  de  Toledo ,  y  returarse 
4  Etpaua  orientid ,  si  se  lo  daban  acémilas  pura  conducir  loa  beridoa , 
^pnaios  y  provisiones  que  tenia  en  Toledo ,  sin  los  cuales  no  podia 
^<iiy«  á  suafronteras  sin  hacer  grandes  extorsioneíl  en  los  pueUoa  i  que 
^^  Tenido  engadado  de  malos  muslimes,  y  <te  los  oriatianos  de  To-- 
l^i  que  ya  estaba  dmengaQado ,  y  sinceramente  proponía  calas  ave*- 

">«m.VKe9^|i>eoe4loal(:andiil9li^^  y  Jo  avisó 


160  HISTORU  MS  LA  DOMmACim« 

al  rey  Almoadliir,  qae  ya  Ycnia  á  tíerra  de  Toledo  con  sos  gentes  de  An- 
dalocia.  Recelando  que  fuesen  fabias  y  artificios  de  este  rdidde,  envió 
á  dedr  al  caudillo  Haxem  que  esperaba  que  fuese  cauto  y  no  diese  lugar 
¿  quedar  burlados  de  este  astuto  zorro  de  Hafsun.  Ab¿n  Abdelaziz  e^ 
taba  tan  persuadido  de  la  sinceridad  del  rebeMe ,  que  escribió  al  rey 
que  estaba  dispuesto  á  otorgar  á  los  de  HaGsun  lo  que  pedían ,  pues  poco 
se  aventuraba  ;  que  si  al  llegar  las  aoéaiilas  no  entregaban  la  dudad , 
que  la  combatirían ;  que  si  la  entregaban  era  manifiesta  la  verdad  de  sos 
proposiciones ,  y  se  evitaba  una  guerra  dvíl  larga ,  sangrienta  y  de 
éxito  dudoso.  Las  acémilas  llegaron,  salió  gran  parte  déla  gente  que 
Hafsun  tenia  en  Toledo,  y  otra  gran  parte  quedó  octdta  en  la  ciudad : 
tomaron  sus  acémilas ,  cargaron  enfermos  y  provisiones ,  y  defarcm  en 
aparienda  la  dudad ,  y  la  ocuparon  algunas  tropas  de  Haxem  beo 
Abdelaziz.  Entonces  Haxem  escribió  al  rey  que  ya  era  dueño  de  Toledo, 
que  los  enemigos  se  volvían  á  las  fronteras  de  EspañA  oriental,  y  que 
no  sin  ventura  y  especial  providencia  ya  se  había  acabado  la  guem 
dvíl ,  que  podía  despedir  los  alcaides  á  sus  provincias,  que  por  su  con- 
sejo todo  híd)ia  salido  con  feliddad . 

Contentaron  mucho  estas  nuevas  al  rey  Almondbir,  y  despidió  sus 
banderas.  Se  vcAvió  á  Córdoba  meditando  otras  empresas  para  asegurar 
sus  fronteras  de  Galida.  Poeos  días  después  vino  también  á  Córdoba  el 
caudillo  Haxem  ben  Abddaziz ,  muy  ageno  de  la  perfidia  de  Caiib  Aben 
Hafsun.  Este  rebelde,  cuando  tuvo  noticia  de  la  partida  de  la  gente  de 
Córdoba  y  de  la  proximidad  de  sus  auxiliares ,  hizo  degollar  á  los  con- 
ductores de  las  acémilas ,  sin  que  se  librara  unliombre;  envió  una  taifa 
de  caballería  para  ontrar  en  Toledo ,  por  las  ínteligendas  que  alli  le- 
ma ;  aseguró  los  fuertes  del  Tajo ,  y  corrió  libremente  toda  la  tierra. 
Llegó  aviso  de  esto  á  Córdoba ,  el  rey  Aknondhir  sé  llenó  de  indigna- 
cton  y  saia ,  y  mandó  llamar  á  su  presencia  al  ^ali  Haxem  ben 
Abdelaziz. 

Cuenta  iza  Abmcd  ben  Muhamad  el  Rari  en  la  Historia  de  los  hagibes 
de  España ,  que  el  día  que  le  prendieron  salia  Haxem  de  su  casa ,  y  con 
él  Ornar  su  hijo ;  que  antes  de  salir  encontraron  al  enviado  que  llevaba 
las  cartas  en  su  mano ,  y  las  tomó  Haxem  y  las  leyó ,  y  había  entonce^ 
en  el  patio  de  su  casa  gentes  de  Libia  que  venían  á  saludar  al  hijo  de  su 
hermano ,  que  era  gobernador  de  su  tierra ;  y  que  se  acercaron  á  Haxem 
á  saludarle ,  y  el  mancebo  del  mensage  les  dijo  :  Ós  engañáis,  <iue  no  e^ 
este ;  y  que  Haxem  salió  sin  decirles  nada.  Cabalgó  en  un  caballo  rojo, 
vivo  como  un  rayo ,  y  al  llegar  á  la  puerta  de  Dos  Huertos  el  caballo 
saltó  y  le  arrojó  de  la  silla ,  y  quedó  sin  color  mucho  tiempo.  Guando 
los  circunstantes  vieron  que  no  le  volvían  á  su  casa ,  todos  ccmocicron 
que  iba  preso ,  y  no  se  vio  día  de  mas  llanto  en  Córdoba  que  este ,  ] 
puede  afirmarse  que  no  hubo  casa  en  la  ciudad  en  que  no  se  llorase 
la  prisrion  y  muerte  de  Haxem ,  que  su  bondad  había  sido  para  grande^ 
y  pequeños*  Salió  á  la  hora  del  alba  del  dia  en  que  le  mataron ,  que  tui 
domingo ,  cuatro  <Kas  por  andar  de  la  luna  Xawal  del  año  i!73.  Guandd 
eiitróá  la  presenda  de  Almondhir  le  dijo  muy  airado :  Tú  fniste  quien 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA. 


161 


me  aconsejó ,  tú  qnicn  ayudó  á  la  perfidia  del  rebelde,  tü  morirás  hoy 
pira  qae  otros  aprendan  á  ser  prudentes  y  cantos  :  y  olvidando  sus 
bocnos  servicios  y  sanas  intenciones  le  mandó  descabezar  al  anochecer 
M  dia  26  de  Xawal  del  año  273  (886),  y  asi  se  hizo  en  el  patio 
dd alcázar;  envolvieron  su  cuerpo  y  cabeza  en  sus  vestidos,  y  lo  en- 
viaron á  sus  gentes :  fué  sentida  esta  muerte  de  todos  los  caballeros  y 
caadfllos,  porque  Haxem  ben  Abdclaziz  era  de  los  leales  y  nobles 
nzires de  España,  y  habia  siempre  merecido  la  honra  y  estimación  de 
1»  baenos.  Se  dice  que  estuvo  preso  en  una  torre  del  alcázar  de  la  Ru- 
safa  algunos  dias  antes  de  darle  muerte ,  y  que  entonces  escribió  á  su 
ffloger  estos  versos : 


El  Tísilarte  me  ímpidea 
Agba,  no  te  maravilles. 
No  es  extraño  que  fortuna 
Con  voz  no  confusa  el  alma 

Y  sobre  brasas  del  hado 
Dejé  el  camino  derecho. 
Machos  dicen  que  me  salve , 
Que  hay  efugio  y  retirada 
Yo  respondo  que  la  fuga 

Y  la  nila,  si  no  es  grande, 
Si  lo  quiere  Dios  del  cielo, 
¡  De  los  decretos  de  Dios 
El  que  de  mi  suerte  ahora 
Yo  espero  que  de  mi  copa 


con  torres  y  herradas  puertas; 
naci  con  infausta  estrella : 
instable  gire  su  rueda; 
me  anuncia  desgracia  cierta, 
me  dan  la  vuelta  postrera, 
segui  peligrosa  senda : 
que  con  la  fuga  pudiera, 
de  su  furor  en  la  tierra  : 
es  de  almas  tintidas  seña, 
de  ser  muy  noble  se  precia. 
y  ha  de  ser  mi  suerte  aviesa , 
qué  efugio  al  hombre  le  queda! 
se  complace  y  se  recrea, 
basta  las  heces  se  beba. 


Asmjsmo  mandó  el  rey  que  los  dos  hijos  de  Haxem ,  llamados  Omar 
7  Almicd ,  qae  eran  walies  en  Jaén  y  en  Ubeda ,  quedasen  presos  en 
una  torre ,  y  les  confiscó  sus  bienes.  Dio  el  rey  orden  á  los  alcaides  do 
Andalucía  y  de  Mérida  para  juntar  sus  banderas ,  y  que  le  siguiesen  á 
Toledo :  y  al  otro  dia  partió  con  la  gente  de  su  guardia ,  llevando  en  su 
compadía  á  su  hermano  Abdala ,  que  era  el  mas  esforzado  y  sabio  de 
Mas  los  hijos  del  rey  Muhamad. 


CAPITULO  UX. 

De  la  muerte  del  rey  en  batalla. 

Coando  llegó  Almondhir  á  tierra  de  Toledo  no  osaron  los  de  Aben 
HaTsan  salir  á  su  encuentro ,  y  se  encerraron  unos  en  la  ciudad  y  otros 
en  k»  fuertes  de  toda  la  provincia.  Dejó  el  rey  á  su  hermano  Abdala 
01  el  cerco  de  Toledo ,  y  con  un  campo  volante  de  caballería  partió  á 
perseguir  á  los  rebeldes  y  sus  auxiliares.  Peleó  con  varia  fortuna  con 
dios  en  dif(ia%ntcs  combatas  :  por  lo  (^mun  vencía  y  atropella^  las 
compañías  de campeadoi%s  que  osaban  pelear  con  él,  logró  echarlos 
<le  Tarios  fuertes  que  ocupaban ,  quemó  algunas  poblaciones  en  que  se 
encastUteban  los  cristianos ,  y  asi  se  mantuvo  mas  de  un  ano  la  guerra , 
que  apenas  pasaba  dia  sin  escaramuza  ó  reencuentro  de  mas  ó  menos 
importancia.  Al  principiQdel  año  275,  corriendo  Almoudbir  la  tierra , 

11 


162  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

7  descando  venir  á  batalla  campal  con  su  enemigo  Habón ,  y  evitando 
este  con  arte  el  encontrarse  con  él ,  temeroso  de  sn  ardiente  y  impe- 
tnoso  valor,  hasta  que  nn  día  en  cercanías  de  Hisn  Webde  descubrieron 
sus  campeadores  una  numerosa  hueste  de  los  rebeldes,  que  estaban 
delante  de  la  altura  de  aquella  fbrtaleza,  avisaron  al  rey,  y  sin  mirar  el 
excesivo  número  de  los  contrarios  animó  á  sus  caballeros ,  y  al  Trente 
de  ellos,  como  acostumbraba,  acometió  á  los  enemigos,  despreciando 
el  número  y  la  ventaja  del  sitio  que  tenían ,  y  rompió  á  los  de  HaTsun, 
7  llegó  peleando  como  un  bravo  león  hasta  las  banderas  :  alli  las  nu- 
merosas tropas  de  Hafsun  dñeron  á  los  caballeros  de  Andalucía ,  y  por 
desgracia  el  rey  Almondhir  cayó  pasado  de  inCnitas  lanzas;  los  caba- 
lleros que  le  acompañaban  pelearon  con  heroico  valor  hasta  que  lodos 
ellos  tuvieron  la  misma  suerte  que  el  rey,  y  cayeron  sobre  montones 
de  cadáveres.  G)rrió  la  voz  de  la  muerte  del  amir,  y  los  de  Hafsuo 
creyeron  que  habia  sido  su  caudillo ,  y  sin  poderlos  contener  él  mismo, 
huyeron  del  campo  de  batalla;  los  de  Córdoba  por  su  corto  número,  y 
porque  estaban  sin  quien  los  guiara,  no  siguieron  á  sus  contrarios,  y 
porque  sobrevino  la  noche ,  y  en  ella  supieron  la  desgracia  de  aqucila 
infausta  victoria.  Asi  acabó  este  valeroso  rey  en  el  segundo  ano  de  su 
reinado,  que  prometía  ser  de  los  mas  gloriosos  de  los  Omeyas  de  Es- 
pana  :  fué  el  tiempo  que  reinó  un  año  \  once  meses  y  veinte  y  cioco 
días ;  y  fué  su  muerte  en  fin  de  la  luna  de  Safar  del  año  275  (888). 

Cuando  llegó  la  nueva  de  la  infansta  muerte  del  rey  Almondbír  al 
campo  delante  de  Toledo ,  fué  general  el  sentimiento :  todos  los  valientes 
muslimes  que  estaban  en  aquel  cerco  habían  seguido  sus  banderas,  y 
habían  sido  testigos  de  sus  hazañas ,  y  le  habían  visto  muchas  veces 
desde  su  primera  juventud  sufrir  las  fatigas  de  la  guerra  con  alegría , 
con  valor  y  constancia  inalterable  :  en  ningún  peligro  ni  ocasión  se 
vio  mudado  su  semblante  :  era  en  extremo  frugal :  en  sus  vestidos, 
armas  y  mantenimiento  no  se  diferenciaba  de  los  otros  caudillos  inferio- 
res :  su  pabellón  no  era  mas  grande  ni  precioso ,  y  solo  se  distinguía  por 
la  kmdera  de  los  otros  vralies.  Su  hermano  Abdala  que  man<hba 
el  cerco  dio  sus  órdenes  á  los  yfáhcs  para  continuarle ,  y  partió  del 
campo  acompañado  de  la  caballería  de  su  guardia ,  y  se  fué  á  Córdoba. 


CAPITULO  LX. 

Del  reinado  del  rey  Abdala,  hijo  deMuhamad. 


Cuando  vino  á  Córdoba  la  nueva  de  la  desgraciada  muerte  del  rey 
Almondhir,  toda  la  ciudad  se  vistió  de  luto,  porque  era  de  todos  may 
amado,  y  tenían  grandes  esperanzas  en  su  valor  y  prudencia.  Se  juntó 
el  mcxuar  ó  consejo  de  estado,  y  en  el  mismo  día  llegó  a  Córdoba  el 
principe  Abdala ,  hijo  del  rey  Muhamad  :  se  presentó  al  consejo ,  y 

1  Edobi  dice  que  reinó  dos  años  menos  «luince  día;». 


DE  WH  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  163 

todos  se  tevantaion  en  su  presencia ,  y  le  aclamaron  rey ,  y  le  Juraron 
Cdelídady<d)edienda  sin  reservas  ni  condiciones.  Dio  luego  orden  para 
traer  el  cuerpo  del  rey  Almondhir  su  hermano  á  Córdoba ,  donde  se  le 
hiciese  su  entierro  como  correspondía,  y  encargó  esta  diligencia  á  su 
hemiaoo  Jacúb,  el  Uamado  Aba  Cosa ,  y  á  dos  wazires  de  su  guardia  : 
mochos  prindpsdes  caballeros  de  Córdoba  se  ofrecieron  voluntarios  para 
Mompanar  al  principe  Jacúb  ben  Muhamad.  Era  Abdala  de  hermoso 
semillante ,  blanco  de  color  sonrosado ,  de  ojos  azules ,  grandes  y  bellos, 
de  mediana  estatura  y  buenas  proporciones ,  animoso  y  prudente ,  de 
madia  emdidon  y  buen  ingenio  :  había  nacido  el  año  230 :  la  madre 
qoe  le  parió  se  llamaba  Athara ,  á  la  que  amaba  y  respetaba  en  ex- 
tremo. Por  congraciarse  con  el  pueblo  puso  en  libertad  á  los  dos  hijos 
deHaxem  lien  Abdelaziz,  y  al  célebre  y  erudito  maestro  de  ellos  Gc- 
bírbcn  Gafth  de  Libia ,  y  les  mandó  restituir  sus  bienes  :  á  Ornar  dio  el 
gifticmo  de  Jaén ,  que  había  tenido  su  padre ,  y  á  Ahmed  hizo  capitán  de 
caballería  de  su  guardia.  Esta  gracia  y  generosidad  insigne  del  rey  Ab« 
dahfaé  muy  acepta  al  pueblo,  y  aplaudida  de  todos  los  principales, 
proceres ,  ivalies  y  caudillos  del  reino  -.  fue  tanto  mas  notable  esta 
gracia  del  rey  por  cuanto  los  había  mandado  clavar  en  palos  el  rey 
Almondhir  el  día  de  la  batalla  en  que  murió  :  solamente  desagradó  á  los 
prÍDcípes  de  la  casa  real ,  y  entre  ellos  á  su  propio  hijo  el  principe  Mu- 
hamad ,  wali  de  Sevilla ,  que  por  rivalidades  y  competencias  de  mocedad 
7  galanterías  estaban  enemistados. 

Poco  tiempo  antes  había  venido  de  África  á  España  desde  Mersa  Ho- 
oain  nn  almoedan  '  de  (ierra  de  Telencen ,  hombre  impostor  que  se 
decía  profeta ,  y  declaraba  las  sentencias  del  Alcorán  á  su  antojo ,  dando 
nmdia  licencia  de  costumbres ,  y  alterando  las  recibidas  prácticas  de 
bs  cinco  azalaes  ú  oraciones  diarias ,  sin  alwados ,  lavatorios  y  puriíica- 
ciooes,  y  otras  novedades.  Luego  fué  acusado  como  sandic  ó  impío  por 
SDsextniñas  opiniones  :  el  rey  Abdala  mandó  examinar  sus  doctrinas  y 
conducta,  y  lo  mandó  poner  en  prisión.  En  vista  de  las  acusaciones  y 
pruebas  ádegadas  contra  este  almoedan  consultó  el  rey  á  los  alfaquies 
ycadícs,  y  en  especial  al  docto  Baqui  ben  Machlad,  célebre  por  su  sa- 
hidmia  y  por  su  loable  vida;  y  con  el  consejo  de  estos  sabios  le  mandó 
davar  en  un  palo.  En  fin  de  este  año  275  falleció  en  Zaragoza  el  cadi  de 
»  aljama  Abdala  ben  Abi  Naaman,  hombre  muy  docto  y  de  suma  in- 
tegridad ;  y  en  Córdoba  Abes  ben  Fimás ,  llamado  Abulcasim ,  elegante 
alchatib  6  predicador,  y  buen  poeta,  ttuy  estimado  de  los  príncipes. 

I  AlflMedan  llaman  al  muñidor  que  desde  lo  alto  del  alminar  ó  torre  de  la  mezquita  pregona 
I  avtta  al  pueblo  las  dnoo  horas  de  sus  axalaes  ú  oraciones :  oslas  son  al  alba ,  al  medio  día ,  á 
wHtb  (arde,  á  la  puesta  del  sol  y  <1  anochecer,  y  son  sus  nombres  Asohbi,  Adobar,  Aiasar 
AiiMgribyAUtoma. 


164  HISTORIA  DE  LA  BOMlNAaON 


CAPITULO  LXI. 

De  la  guerra  de  los  principes ,  y  del  rebelde  Aben  Hafsan. 

Dispuso  el  rey  Abdala  su  partida  á  tierra  de  Toledo  contra  el  rebelde 
Aben  Hafsun ,  y  cuando  toda  la  caballería  estaba  en  Córdoba  para  acom- 
pañarle vinieron  los  forénicos  de  Sevilla  con  avisos  de  haberse  unido 
los  principes  Alcasim ,  Alasbag  y  M uhamad  con  los  alcaides  de  Elisena 
y  Astaba ,  y  los  de  Elbira  y  Raya  y  serranías  de  Ronda :  que  los  ^azires 
fieles  y  gran  parte  de  los  ciudadanos  resistían  sus  órdenes  de  hacer  la 
guerra  contra  los  de  Jaén  y  de  toda  su  comarca.  Sintió  mucho  el  rey 
Abdala  estas  novedades  y  desavenencias,  y  recelando  que  su  hijo  Mu- 
hamad  inquietase  con  sus  parcialidades  toda  la  tierra  de  Jerez  y  Sido- 
nía ,  porque  los  walies  de  estas  ciudades  eran  sus  tios ,  y  habian  siempre 
favorecido  sus  pretensiones,  envió  ásu  hijo  Abderahman,  llamado  des- 
pués Almudafar  \  para  que  con  persuasiones  hiciese  por  desenojará 
su  hermano  mayor  Muhamad,  creyendo  que  su  prudencia  y  buenas 
razones  sosegarían  aquel  ánimo  inquieto  y  soberbio.  Luego  partió  Ab- 
derahman  á  tierra  de  Sevilla  para  hablar  de  paz  á  su  hermano.  £1  mismo 
dia  llegaron  avisos  de  Mérida  que  referían  que  el  wali  deAlisbona  habia 
salido  en  cabalgada  contra  los  walies  de  Lamico ,  Alfandica  y  Alfcreda, 
que  mantenían  la  frontera  del  Duero.  Envió  el  rey  á  sosegar  estas  des- 
avenencias y  castigar  al  wali  de  Alisbonaal  wazír  AbuOtman  Obeidala 
ben  Muhamad  ben  Algamri  ben  Abi  Abda ,  ayo  que  habia  sido  de  su 
hijo  Abderahman  Almudafar ;  y  para  sorprender  á estos  walies  tomólas 
naves  que  estaban  en  Welba  y  Oksonoba. 

Partió  el  rey  Abdala  al  cerco  de  Toledo,  y  antes  de  llegar  á  esta  ciudad 
le  avisaron  que  el  cadi  de  Mérida  Sulciman  ben  Anís  ben  Albaga  se  alzó 
en  aquella  ciudad  contra  el  wali  de  ella,  y  le  echó  de  la  ciudad  con  grande 
inquietud  y  alboroto  del  pueblo.  Sin  dilación  pasó  el  rey  Abdala  con  su 
caballería  de  guardia,  y  entró  en  Mérida  cuando  nadie  le  esperaba  :el 
cadi  sorprendido  se  vino  álos  pies  del  rey,  y  puso  su  cabeza  sobre  la 
tierra ,  y  el  rey ,  movido  de  su  natural  clemencia ,  le  perdopó  y  le  mandó 
ncarcelar ,  y  pocos  días  después ,  atendiendo  á  su  poca  edad ,  á  su  buen 
ingenio  y  á  los  méritos  y  buenos  servicios  de  su  padre,  lepusoen  libertad ; 
y  con  el  tiempo  le  hizo  wazir ,  y  llegó  á  ser  de  los  mas  ricos  vecinos  de 
Córdoba.  Continuó  el  rey  su  expedición  á  tierra  de  Toledo ,  y  el  rebelde 
Aben  Hafsun  no  se  había  descuidado  en  fomentar  por  sus  parciales  las 
discordias  de  Andalucía.  En  tanto  que  el  rey  combatía  á  los  de  Toledo,  y 
hacia  la  guerra  en  sus  comarcas  á  los  de  Aben  Hafsun ,  algunos  sedido- 
sos  quisieron  alborotar  la  ciudad  de  Córdoba,  pero  los  caudillos  que  esta- 
ban en  ella,  y  la  diligencia  de  Muhamad  ben  Said  ben  Muza  ben  Hodeira , 
que  estaba  encargado  de  la  prefectura  de  la  politia ,  impidieron  que  el 

i  Algunos  historiadores  le  llaman  Almularaf,  que  siguiflca  victorioso,  tñunfante;  j  U 
misma  siguiflcacion  tiene  el  nombre  Almudafar. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  1^5 

poel*  se  mezclase  en  la  comnoclon ;  y  presos  los  au^ 
poestosen  palos  para  castigo  y  escarmiente.  Descando  Abdala  extinguir 
fl  faego  en  su  origen  reunió  su  gente  y  fué  á  buscar  al  rebelde ,  que 
con  moYumentos  y  estratagemas  evitaba  el  venir  á  batalla :  en  las  oliBas 
flei  1  ajo,  en  unas  llanuras ,  logró  alcanzar  la  cabaUeria  de  Córdoba  á  la 
oe  ualison ,  y  pelearon  los  andaluces  con  tanto  valor  que  vencieron  y 
posicroD  en  desordenada  fuga  á  los  de  España  oriental ,  aunque  pelea- 
ron con  mucha  conslancia.  La  noche  suspendió  el  alcance ,-  y  muchos 
«ahogaron  en  el  rio  por  huir  de  los  que  los  perseguían.  Pocos  dias  pa- 
Mluinsm  trabarse  reñidas  escaramuzas  :  no  quería  el  rey  Abdaladete- 
rme  en  los  fuertes  que  ocupábanlos  que  seguían  la  rebelión  de  Aben 
«arsun ,  y  asi  las  provisiones  y  acémilas  seguían  siempre  el  campo  del 
rey.  Empeñada  una  sangrienta  pelea  quedáronlas  recuas  y  acémilas  de 
provisiones  en  un  vaUc  cerca  del  Tajo,  y  mientras  la  caballería  peleaba, 
unas  taifas  de  cabaUeria  del  rebelde  sorprendiéronlas  tiendas  y  recuas, 
J  fas  tomaron ,  y  huyeron  con  ellas  al  fuerte  de  Zurita ,  en  la  misma 
nbcra  del  Tajo.  Acabada  la  pelea  las  gentes  del  rey  Abdala  se  hallaron 
sin  provisiones ,  y  fué  forzoso  mudar  de  plan  para  tener  á  su  disposi- 
ooo  los  fuertes.  Recobró  en  pocos  dias  los  de  Uclisy  Webde,  y  como  el 
de  Puli  se  obsünase  con  temeraria  resistencia  fué  entrado  por  fuerza  y 
►«  defensores  todos  fueron  degollados.  Enlró  en  oíros  de  la  provincia 
¡Jim  mucha  facilidad ;  y  contento  de  estas  ventajas  volvió  al  cerco  de 
Toledo.  Allí  estaba  la  gente  mas  práctica  en  el  ejercicio  de  las  armas  y 
ñas  rcsodCa  á  mantenerse  en  aquella  fortaleza. 


CAPITULO  LXII. 

De  la  continuación  de  los  bandos  y  guerra  civil. 

Pdcos  diaa  después  recibió  el  rey  Abdala  avisos  de  su  hijo  Abderah- 
man  en  que  le  comunicaba  que  su  hermano  mayor  Muhamad  no  había 
querido  entrar  en  negociación  ni  avenencia  con  él ,  ni  le  había  permi- 
|'4>  entrar  en  Sevilla ,  ni  contestar  á  sus  cartas  y  persuasiones  ;  que 
inriudo  de  muchos  revoltosos  que  se  le  habían  juntado,  recelaba  que 
ínlentarian  hostilidades  contra  Córdoba ;  que  sus  parciales  ya  tenían 
(«WDovida  la  tierra  de  Jaén ,  y  asi  le  parecía  que  dejase  encargado  el 
«TOO  de  Toledo  á  sus  caudillos ,  y  se  viniese  luego  á  Córdoba  ;  que 
^^ le  parecía  conveniente,  y  allí  concertarían  el  plan  que  debería 
*?n¡r  para  reducir  por  fuerza  á  sus  hermanos  á  la  obediencia  de  su 
padre  y  señor.  Estas  cartas  dieron  mucho  cuidado  al  rey  Abdala,  y  or- 
dr-naodo  lo  conveniente  para  continuar  el  cerco  de  Toledo,  se  vino  con 
mucha  diligencia  á  Córdoba,  Entró  en  la  ciudad  sin  dar  parte  de  su 
^foida ,  y  asi  no  fué  recibido  ni  aclamado  del  pueblo.  Concertó  con  su 
Wjo  Abdcrahman  Almudafar  la  guerra  que  debía  hacer  á  su  hijo  hasta 
wlsfflc  de  Sevilla ,  prenderle  y  asegurar  la  tierra ,  castigando  á  los  re- 
beldes que  la  inquietaban  é  infestaban.  En  este  mismo  tiempo  llegaron 


IG6  HISTORIA  BE  LA  DOKINACION 

mievas  de  la  Lusitania,  y  expedición  contra  el  ^ali  de  Alisbona,  qne 
fué  muj  yenturosa  por  d  valor  y  prudencia  del  wazir  Abu  Oünan 
Obeidala  el  Gamri  :  el  cual  se  apoderó  del  wali  de  Alisbona,  y  le  cortó 
la  cabeza ;  sosegó  las  desavenencias  de  aquellos  alcaides ;  prendió  á  los 
de  Xilbe,  Biseo  y  Golimria ,  que  habian  sido  del  bando  del  desgraciado 
Abdelwahib  de  Alisbona ,  y  envió  sus  cabezas  á  Córdoba. 

Ufano  el  rebelde  Hafgun  sabiendo  las  inquietudes  de  Andducia ,  en- 
vió á  tierra  de  Jaén  á  Obeidala  ben  Umia ,  que  se  apellidaba  Asalat ; 
este  astuto  caudillo,  unido  con  Suar  ben  Hamdúm  el  Caisi,  que  tenia 
siete  mil  hombres,  se  apoderaron  de  las  alturas  de  Somontan ,  en  tierra 
de  Jaén ,  y  lograron  entrar  en  Gazlona ,  y  en  otras  fortalezas  en  las 
Alburéghalas  ó  Alpujarras ;  toda  esta  gente  vivia  de  robos  y  desola- 
ción :  se  unieron  con  ellos  los  secuaces  de  Yahye  ben  Suquela,  amir 
de  alárabes ,  y  la  facción  de  los  Maulidines ,  muy  poderosa  por  sus  ri- 
quezas ;  tenian  á  sueldo  árabes  y  cristianos  como  seis  mil  hombres.  De 
orden  del  rey  fué  contra  ellos  Ghaad  ben  Abdelgafir,  wali  de  tierra  de 
Jaén ,  encontráronse  ambas  huestes  y  trabaron  sangrienta  batalla ,  en 
que  fué  vencido  Ghaad  con  pérdida  de  siete  mil  hombres ,  y  él  cayó  en 
manos  de  los  rebeldes  con  otros  principales  caudillos  de  su  hueste ,  y 
los  llevaron  presos  á  las  fortalezas  nuevas  de  Gamata ,  al  poniente  de 
Medina  Elbira.  Con  estas  ventajas  se  extendieron  los  rebeldes  por  toda 
la  provincia,  y  ocuparon  Huesear,  Jaén,  Raya,  Archidona  y  toda 
tierra  de  Elbira  hasta  Galatraba :  fue  esta  desgraciada  batalla  en  fln  del 
año  276  (889).  Cuando  el  rey  Abdala  supo  estos  desgraciados  sucesos 
juró  no  volver  á  Córdoba  hasta  deshacer  estas  taifas  de  bandidos. 

Allegó  el  rey  la  gente  de  Andalucía  y  la  caballería  de  su  guardia  :  en- 
cargó los  peones  y  ballesteros  á  Abderabman  ben  Badr  Ahmed ,  cau- 
dillo muy  práctico  en  aquellas  sierras  de  Ronda  y  Alpujarras.  Entró 
esta  hueste  por  tierra  de  Jaén ,  y  les  salió  al  encuentro  con  sus  bandidos 
el  caudillo  rebelde  Suar  ben  Hamdúm ,  las  gentes  del  rey  vencieron  y 
pusieron  en  desordenada  fuga  á  los  rebeldes ,  y  en  la  batalla  cayó  he- 
rido el  caudillo  Suar,  y  no  pudo  librarse  entre  los  suyos,  que  en  el 
alcance  fué  conocido  y  preso  .-  traido  á  la  presencia  del  rey  Abdala 
luego  mandó  cortarle  Ir  cabeza,  y  la  envió  á  Córdoba  con  la  noticia  de 
esta  victoria :  ocupó  el  rey  la  ciudad  de  Jaén  y  la  de  Loja,  y  las  mandó 
fortificar  :  estoen  principio  del  año  277  (890).  Cuenta  Hayan  que  mu- 
rieron en  esta  batalla  doce  mil  hombres,  y  que  se  llamó  la  batalla  de 
Medina  Elbira  :  muríó  en  ella  el  amir  ben  Suquela. 

Said  ben  Suleiman  ben  Gudi,  que  andaba  con  los  de  Jezid  ben  Yahye 
ben  Suquela ,  amir  de  los  árabes  bandidos ,  describió  estas  batallas : 
en  la  de  Jaén  elogia  al  caudillo  Suar  ben  Hamdúm  el  Caisi  en  estos 
versos  : 

Va  de  la  arrancada  el  polvo  so  hqMte  de  pavor  llena , 

Todo  el  cielo  se  oscurece,  que  densa  nube  se  eleva : 

Al  encuentro  de  las  lanías  Umidos  la  espalda  muestran,       • 

Se  abrevan  en  sus  raudales ,  que  iban  de  sangre  sedientas. 

Con  lluvia  de  sangre  apagan  la  confasa  polvareda : 

Ellos  atónitos  huyen,  la  tierra  les  viene  estrecha. 

Pálidos  y  sin  aliento  luego  vienen  en  cadena. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  167 

Pregunta  á  Saar;  te  dirá  de  la  encendida  pelea. 

Si  las  hidieaá  espadas  cercenaban  las  cabezas , 

Despojando  á  los  turbantes  de  bandas  y  cintas  bellas. 

A  Bóni  Alhamra  pregunta  caándo  su  tiempo  les  llega , 

Si  chocaron  como  montes  de  altas  cumbres  descompuestas : 

Allí  aeabó  Dios  la  gente  que  dejó  nuestras  banderas , 

Y  sobre  ella  volteó  de  la  batalla  la  muela 
Con  Ímpetu  arrebatado,  que  ninguno  dellos  queda. 
A  sinrasoB  nos  combaten  con  viles  estratagemas , 

T  caballos  y  peones  sus  máquinas  desordenan. 

De  Adnan  y  Gabtan  los  hijos  se  traban ,  luchan  y  estrechan  y 

Leones  ios  acaudillan ,  rabiosos  ansian  la  presa  : 

Presas  de  batallas  buscan »  gloria  sin  baldón  anhelan. 

El  mejor  Cais  los  conduce ,  su  espada  sangre  destella , 

Y  entre  las  huestes  camina  á  la  altura  mas  excelsa. 

B  mismo  hizo  estos  Tersos  ¿  la  muerte  de  Suar  en  la  batalla  de  El- 
bira: 

De  Soar  te  quebró  la  espada  en  esa  de  sierra  Elbira , 

La  espada  que  á  las  hermosas  de  tristes  lutos  vestia , 

La  que  de  mortales  ansias  daba  copas  repetidas , 

Y  de  una  misma  brindaba  á  gente  noble  y  baldia. 
Por  solo  Suar  mil  maté ,  que  él  solo  por  rail  valia , 
Por  uno  nuestro  mil  dellos  es  barata  mercancía; 
Lieilo  fuá  matar  mas  por  igualar  la  partida. 
Nuestns  sedientas  espadaí  en  shs  gargantas  bebian , 

Y  sus  fuegos  apagaron  en  el  raudal  que  corría. 
8i  nuestras  valientes  Tantas  fortuna  contraria  humilla , 
También  la  columna  dellos  ó  viene  al  suelo  ú  vacila. 
Consuelo  de  Abi  Sidqni ,  dos  siervos  de  poca  estima. 
Sangre  dellos  no  i  colora  como  vil  sangre  vertida : 
La  nuestra  se  vengará ,  aunque  en  la  poxa  caia. 

Los  rdxddes ,  después  de  la  muerte  de  Suar,  nombraron  por  su  cau- 
dSk)  á  uQ  siró ,  originario  do  Quinsarina ,  llamado  Said  ben  Gudí  * : 
osle  nías  yalicnte  y  osado  que  discreto,  confiando  en  el  valor  de  sus 
a^erridas  gentes,  descendió  ¿  las  vegas  y  llanuras  de  los  campos  de 
Gamata  y  de  Laja.  Las  tropas  del  rey  Abdala  aprovecharon  aquella 
ocasíoo,  y  con  mucha  resolución  y  confianza  acometieron  á  los  ban- 
didos, que  fueron  desbaratados ,  y  seguidos  de  la  caballería  padecieron 
atroz  matanza  :  el  campo  quedó  lleno  de  cadávwes ,  y  la  victoria  de  las 
tropas  de  Abdala  fué  completa  :  el  caudillo  de  los  rebeldes  cayó  en 
manos  de  los  soldados  muy  herido ,  y  después  de  liaber  alanceado  y 
Bocrto  á  muchos  de  ellos  :  lo  presentaron  al  rey,  que  lo  mandó  ma- 
tar, y  antes  le  quemaron  los  ojos ,  y  al  tercero  dia  le  cortaron  la  cabeza, 
que  envió  el  rey  á  Córdoba  con  la  nueva  de  esta  batalla.  Las  reliquias 
dd  vencido  ejército  de  los  bandidos  se  juntaron  en  Elbira ,  y  nombra- 
ron por  ra  caudillo  ¿  un  hombre  ilustre  y  esforzado  que  se  llamaba 
Vohamad  ben  Adbeba  ben  Abdelatif  el  Hamdani ,  de  origen  persa , 
leoor  de  Hisn  Alhama ;  menos  temerario  que  su  antecesor,  se  acogió  á 

1  Quiere  decir  que  no  pide  vengante  su  sangre :  por  una  antigua  vana  observancia  pensaban 
<•«  aribes  que  ta  sangre  del  hombre  vertida  violentamente,  y  no  vengada,  aparecía  Trasca , 
nt%»áM  f  eoaio  renovada :  á  esto  llaman  ellos  ToUat,  que  expresa  que  la  sangre  como  que  se 
nni,  j  renovando  tu  vivo  color,  pide  venganxa.  La  poza ,  en  el  último  verso ,  alude  al  sitio  de 
li  baulla ,  Elbira  es  pota  en  arábigo,  ignorando  el  poeta  que  se  llamó  asi  de  Iliberí. 

*  Era  cale  eavdiHo  bermano  de  otro  caballero  de  quien  se  conservan  versos  que  describen 
Us  baultas  de  Jaén  y  Elbira. 


168  HISTORIA  DE  LA  DOUTNACION 

las  asperezas  y  flragosidades  de  aquellas  sierras,  y  evitó  coq  prodencia 
el  encaentro  de  las  tropas  del  rey  Abdala.  AI  mismo  tiempo  el  cau- 
dillo del  rey  Ishac  bea  Ibrahim  el  Ocaili ,  capitán  de  caballería ,  tan  es- 
forzado como  elocuente ,  y  que  con  su  voz  y  ejemplo  solía  animar  á 
sus  tropas,  peleó  con  varía  fortuna  contra  las  gentes  de  Aben  Hafsun, 
y  logró  echarlos  de  algunos  fuertes  que  ocupaban,  y  se  apoderó  de 
la  ciudad  y  fortaleza  de  Montixon ,  las  reparó  de  sus  ruinas ,  y  las  de- 
fendió largo  tiempo  contra  las  tentativas  de  ios  rebeldes ;  y  conserTó 
aquella  tierra  hasta  el  tiempo  del  rey  Anasir  Abderahman. 

£1  wali  Abderahman  ben  fiadr  aconsejó  al  rey  Abdala  que  volviese 
á  Córdoba  para  dar  calor  á  la  guerra  de  Toledo ,  y  apaciguar  las  inquie- 
tudes de  las  comarcas  de  Sevilla ,  pues  aquellos  bandidos  y  gente  per- 
dida no  debian  detener  al  rey  ni  á  sus  caballeros.  Siguió  el  rey  este  con- 
sejo, y  dejó  allí  la  gente  que  pareció  bastante  para  perseguirá  los 
salteadores  y  malandrines  que  andaban  á  monte.  El  caudillo  de  los  rt- 
beldes  Abdda  ben  Asaliat,  viendo  esparcidas  y  mal  paradas  las  taifas 
de  la  sierra ,  se  pasó  con  su  gente  á  Wescar  con  Aben  Hafsun ,  y  per- 
maneció mucho  tiempo  en  servicio  de  este  rebelde.  Por  otra  parte  d 
principe  Abderahman  Almudafar  peleaba  con  varia  suerte  contra  los 
rebeldes  de  Sidonia ,  Jerez  y  Astaba.  Salió  contra  él  su  hermano  Mq- 
hamad  con  muy  escogida  caballería,  y  andaban  en  su  campo  sus  her- 
manos y  tíos  con  todas  sus  gentes.  £1  caudillo  Ibrahim  ben  Hegá^  el 
Lahmi  con  quinientos  caballos  guardaba  la  comarca  de  Sevilla,  y  en 
esta  ciudad  dio  muerte  á  Coreib  ben  Otman  ben  Ghaledun ,  y  á  un  her- 
mano suyo,  porque  se  oponían  á  la  rebelión ,  y  persuadían  la  obedien- 
cia y  fidelidad  que  debian  á  su  rey  Abdala.  Asimismo  ocupó  la  ciudad 
de  Garmona,  sorprendiendo  á  otro  hermano  de  Coreib.  Los  parciales 
de  este  caudillo  rebelde  escríbian  y  vituperaban  á  los  caballeros  de  Cór- 
doba y  á  lodos  los  leales  al  rey,  y  solo  fué  loado  de  ellos  Bedr  el  Wasíf , 
familiar  intimo  del  rey  Abdala ,  y  era  tal  su  mordacidad  que  no  perdo- 
naba ni  al  mismo  ibrahim  que  los  protegía  y  fomentaba ,  y  se  valia  de 
sus  escritos  :  eran  estos  Abu  O^r  ben  Abdrabihi ,  y  Muhamad  ben 
Yahye  el  Galfat,  hombre  de  tanto  ingenio  como  malignidad. 


CAPITULO  LXllL 

De  la  vietoria  do  Almodafar,  y  prisión  de  los  principe*  Muhamad  y  Alcatim/ 

Luego  que  el  rey  llegó  á  Córdoba  envió  su  caballería  á  sn  hijo  Ab- 
derahman Almudafar ,  y  con  este  oportuno  refuerzo  se  dispuso  á  boscar 
á  los  príncipes  rebeldes.  Entró  en  Carmona  y  en  Sevilla,  aseguró 
aquellas  ciudades ,  y  siguió  la  hueste  de  su  hermano.  Encontráronse 
los  campeadores  de  ambas  partes ,  y  trabaron  una  reñida  escaramuza : 
peleaban  en  ella  los  mas  nobles  y  esforzados  caballeros  de  Andalucía, 
los  de  Jerez,  Arcos  y  Sidonia  contra  los  de  Córdoba ,  Ecija,  Carmena 
y  Sevilla  :  el  empeño  y  valor  de  los  caballeros  hizo  que  la  polea  faese 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  169 

(rnieral ,  y  acometiéndose  con  todas  sus  gentes  la  batalla  faé  mny  san- 
grienta :  murieron  muchos  de  ambas  partes ,  y  los  de  Ahnudafar  no 
qaísieron  que  se  desmintiese  aquel  día  el  glorioso  nombre  de  su  cau- 
dillo :  vencieron  y  derrotaron  á  los  del  principe  Muhamad ,  á  pesar  del 
heroico  yalor  de  este  y  de  sus  caballeros  y  de  toda  su  gente :  muchos 
alcaides  murieron  peleando :  el  principe  Muhamad  después  de  haber 
hedK>  prodigios  de  valor  se  le  cayó  muerto  el  caballo ,  y  él  mismo  tan 
lleno  de  heridas  que  no  pudo  moverse ,  y  le  llevaron  á  presencia  de  su 
hermano  Abderahman  Almudafar ,  que  le  mandó  curar  y  tener  á  buen 
recaudo :  lo  mismo  avino  al  principe  Alcasim ,  hermano  del  rey  Abdala, 
que  cubierto  de  heridas  fué  preso  y  presentado  á  su  sobrino  Almudafar, 
que  mandó  curarle  y  guardarle  con  el  mayor  cuidado.  Pasó  después  á 
Sevilla,  y  calmaron  los  bandos  que  habia  en  ella  con  el  suceso  de  esta 
batalla.  Envió  el  principe  Abderahman  sus  cartas  al  rey  dándole  cuenta 
del  éxito  de  esta  cruel  batalla,  y  de  la  prisión  de  su  hermano  Muha- 
mad y  de  su  tio  Alcasim ,  que  estaban  muy  heridos.  La  noticia  fué  agra- 
dable por  ver  el  término  de  esta  guerra  civil  ,*  pero  muy  sensible  por  la 
desgracia  y  pedida  de  tantos  nobles  muslimes.  £1  principe  Muhamad 
murió  en  su  prisión;  algunos  dicen  que  de  ponzoña  que  le  hizo  dar  su 
hermano  Abderahman ,  y  de  orden  de  su  padre  dicen  otros ,  que  no  es 
mas  creíble ;  otros  cuentan  que  murió  de  sus  graves  heridas  y  de  abati- 
miento de  ánimo,  que  es  lo  mas  cierto :  murió  dia  10  de  Xawal  del 
ano  282  (895) :  tenia  entonces  este  desgraciado  principe  veinte  y  ocho 
anos.  Dejó  un  hijo  de  cuatro  años  llamado  Abderahman ,  que  Dios  guar- 
daba para  grandes  cosas,  como  después  veremos.  En  la  corte  se  le  lla- 
maba á  este  niño  el  hijo  de  Muhamad  el  Mactul  ó  asesinado ,  porque  la 
opinión  maligna  del  pueblo  era  que  su  padre  no  habia  muerto  de  su 
maerte  natural.  . 

En  este  mismo  año  282 ,  por  resentimientos  y  rivalidades  se  enemis- 
taron el  caudillo  y  wazir  Abdelmelíc  ben  Abdala,  y  el  wali  Omar,  hijo 
de  Haxem  ben  Abdelaziz ,  y  salieron  al  campo  en  dcsaño,  y  Abdelmelíc 
mató  á  Omar  ben  Haxem  :  pocos  dias  después  Almutaraf,  hijo  del  rey 
3Iubamad ,  principe  de  la  juventud  por  sus  nobles  prendas,  mató  á  dos 
millas  de  Sevilla  al  Tvali  Abdelmelic,  y  dio  el  principe  el  gobierno  de 
Abdelmelic  á  Ahmed,  hijo  de  Haxem  ben  Abdelaziz,  hermano  de  Omar, 
cuya  muerte  vengó.  El  rey  Abdala  dio  á  Meruán,  hijo  de  Abdelmelic,  el 
cargo  de  alcatib,  que  habia  desempeñado  su  padre  muy  á  su  satisfac- 
cioa.  En  Ramazan  de  este  mismo  año  mataron  violentamente  en  una 
calle  de  noche  al  principe  Almutaraf,  que  tenia  veinte  y  cuatro  años, 
hubo  sospechas  contra  Meruán,  por  indicios  de  desafío,  y  fué  preso 
porellas ,  y  permaneció  encarcelado  hasta  el  año  284,  que  murió  en  sus 
prisiones. 

En  el  año  283,  en  la  luna  de  Giumada  postrera ,  falleció  en  Córdoba 
d  wazír  Temam  ben  Amri  de  los  Alcamas,  á  los  noventa  y  seis  años 
de  su  edad ;  fué  wazir  del  rey  Muhamad  y  de  sus  hijos  Almondhir  y 
Abdala ;  escribió  en  verso  la  conquista  de  España ,  con  los  hechos  de 
sos  walíes  y  reyes ,  y  referencia  de  sus  guerras ,  desde  la  entrada  de 


170 


HISTORIA  DE  LA  BOMINACIOFi 


Taric  ben  Zeyad  hasta  los  últimos  años  del  rey  Abdcrahman  ben  Alba- 
kem  :  habia  nacido  año  194. 

Said  ben  Suleiman  ben  Gndi ,  de  antig:ua  y  noble  familia  de  Quinsc- 
rina,  andavo  alg:an  tiempo  en  el  bando  délos  Maulídincs;  fué  muy 
buen  caballero,  y  se  decia  de  él  que  tenia  las  diez  prendas  que  distin- 
guen á  los  nobles  y  generosos ,  que  consisten  en  bondad ,  yaientia ,  ca- 
ballería ,  gentileza ,  poesia ,  bien  hablar,  fuerza ,  destreza  en  la  lanza , 
en  la  espada  y  en  el  tirar  del  arco.  Gomo  en  aquel  tiempo  hubiese  desa- 
fiado á  Galib  ben  Hafsun ,  este  no  salió  al  desafio :  después  se  encontra- 
ron en  el  campo ,  y  Said  le  acometió,  y  le  hizo  perder  la  silla  y  cayó  de 
su  caballo,  y  le  hubiera  muerto  Said  si  no  le  hubieran  librado  los  suyos. 
Por  esta  enemistad  se  yino  á  la  obediencia  y  servicio  del  rey  Abdala , 
que  le  dio  mando  en  la  cora  de  Elbira ,  y  alli  le  mataron  con  aleyosia 
algunos  de  sus  compañeros  en  la  luna  Dylcada  del  año  284.  Se  decia  que 
filé  la  causa  de  su  n^uerte  el  haber  hecho  unos  yersos  ofensiyos  á  los 
M eruánes ,  que  principian  : 


o  hi|os  de  Meroán, 
Si  no  son  vuestros  caballo» 
Pero  sus  pies  en  la  fuga 
Sois  la»  estrellas  brítlanles 
Dejad  los  cármenes  bellos. 
Porque  mas  les  pertenecen 


célebres  en  retiradas ! 
tan  sueltos  en  las  batallas, 
nunca  estuvieron  con  trabas  : 
del  tal  de  Wadilcasaba ; 
los  alcázares  y  casas, 
á  bravos  de  Bení  Alárab. 


El  Asedi,  poeta  de  los  árabes  de  Elbira,  hizo  estos  yersos  á  su  sepulcro 


¿Dó  yace  el  que  alimentaba 
Y  rué  su  sombra  en  verano, 
Breves  céspedes  le  ocultan , 
Que  siempre  le  cubran  rosas. 
Desde  que  da  el  campo  flores. 
Ni  desde  que  luce  el  sol , 
Otro  que  mas  noble  fuese 
O  lágrimas  de  mis  ojos. 


á  los  pobres  desvalidos, 
y  en  el  invierno  su  abrigo? 
pero  céspedes  floridos, 
y  esté  su  jazmín  sombrío  r 
hoja  el  bosque  y  agua  el  rio, 
hombres  ni  genios  han  visto 
que  el  Said  aqui  escondido : 
regad  la  sonda  de  mirtos. 


El  año  285  fué  de  gran  esterilidad  y  carestía ,  y  hubo  hambre  general 
en  España  y  África  ,  que  los  pobres  se  comían  unos  á  otros  :  se  siguió 
la  peste ,  y  fuétanta  la  mortandad  que  se  enterraban  muchos  en  cada 
sepultura ,  que  no  había  quien  las  hiciosc,  y  los  mismos  hombres  ya  mo- 
ribundos se  iban  á  los  cementerios ,  y  los  enterraban  sin  lavar  los  cada- 
yeres  y  sin  oraciones. 


CAPITULO  LXIV. 

De  la  entrada  de  los  rebeldes  en  Galicia,  y  batalla  de  Zamora. 

Aquietadas  las  turbulencias  de  Andalucía ,  puso  el  rey  Abdala  nue- 
yos  gobernadores  en  Jerez,  Astaba  y  Sidonia.  Quería  el  rey  d«ar  á  su 
hermano  Alcasim  el  gobierno  de  Sevilla ;  pero  se  opusieron  su  hijo  Al- 
mudafar  y  otros  walies,  y  continuó  olvidado  y  como  preso  :  el  gobierno 
de  Jaén  se  dio  á  Abdelwahid ,  caudillo  en  aquella  frontera ,  contra  Aben 
Hafsun  y  los  rebeldes  de  los  montes.  Andaba  en  el  partido  de  Hafsun  un 


N 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  171 

caudillo  llamado  Ahmed  benMoavia  t>en  Aikithi,  apellidado  Abalcasim ; 
era  de  los  Maulidines,  pariente  de  la  familia  real ,  y  en  las  vanas  prc- 
ti*nsiooes  de  los  principes  bnscó  el  favor  del  rebelde  Hafsnn  :  como  este 
tenia  por  suya  la  tierra  de  Toledo  y  Talavera ,  quiso  dilatar  sus  fronte- 
ras á  la  parte  de  Galicia ,  y  correr  aquellas  comarcas.  Estaba  el  rey  Ab- 
dab  en  paz  con  el  rey  de  los  cristianos  de  Galicia ,  y  en  esta  seguridad 
tenían  descuidada  su  frontera.  El  caudillo  Abulcasim  entró  con  much^ 
gente  de  á  pié  y  de  á  caballo  por  Zamora ,  robando  los  pueblos  asi  d^ 
cristianos  coíno  de  muslimes.  Los  alcaides  de  aquella  frontera  avisaron 
ai  rey  Abdala  y  también  al  de  Galicia ,  disculpando  aquellas  algaras  que 
eRos  no  podian  evitar ,  que  no  eran  suyas  ni  de  los  buenos  y  honrado^ 
muslimes  subditos,  sumisos  de  su  señor.  El  wali  Ahmed  ben  Alkithi  cop 
macha  vanidad  y  orgullo  escribió  al  rey  de  los  cristianos  amenazándole 
(|Qe  si  no  se  hacia  muslim  ó  su  vasallo ,  que  venia  á  echarle  de  sus  tier- 
ras, y  hacerle  morir  mala  muerte  si  caia  en  sus  manos.  Cuentan  que  la 
gente  que  fievaba  este  caudillo  eran  sesenta  mil  hombres ,  muchos  ber- 
beríes traídos  á  sueldo ,  muchos  bandidos  y  gente  de  Alguf ,  de  Algarbe, 
de  Toledo  y  sus  confines,  y  de  la  gente  de  España  oriental.  Los  cristia- 
nos de  Galicia  juntaron  sus  gentes  y  vinieron  contra  el  caudillo  Ahmed , 
7  encontrándose  estos  grandes  ejércitos  en  cercanías  de  Zamora  traba- 
ron sangrienta  pelea ,  que  mantuvieron  con  gran  furor  y  encarniza- 
miento cuatro  dias ;  los  arrayaces  berberíes ,  el  último  dia ,  otros  dicea 
que  el  primero .  abandonaron  el  pampo  de  batalla ,  que  los  muslimes  de 
España  oriental  y  tierra  de  l'oledo  pelearon  con  mucha  constancia ,  j 
d  mismo  caudillo  Ahmed ,  que  perdió  la  vida  peleando  -.  con  su  muerte 
los  muslimes  huyeron  sinórdei),  y  «los  cristianos  hicieron  en  ellos  gran 
matanza.  En  la  fuga  murió  Abderahman  ben  Moavia ,  insi^e  caudillo 
deTortosa.  Cortaron  los  cristianos  muchas  cabezas,  y  las  pusieron  ep 
las  almenas  de  Zamora  y  en  sus  puertas ;  y  esta  derrota  fué  célebre  entre 
los  cristianos  y  fronterizos  con  el  nombre  del  dia  de  Zamora :  fué  la 
batalla  de  Zamora  y  derrota  en  ella  de  los  muslime^  rebeldes  año  288. 
Falleció  en  Córdoba  en  fin  del  año  287  (900)  el  docto  alfaqui  de  Ao- 
dalucia  Ibrahifu  ben  Nesar :  su  entierro  fué  ropy  concurrido ,  y  continqó 
la  gente  en  el  cementerio  gran  parte  de  la  noche ,  y  en  el  día  seteno  se 
li^jó  en  ^  sepulcro  un  elogio  de  su  virtud.  Hizo  el  rey  cadí  de  la  al- 
jama de  Córdoba  á  Nadhr  ben  Salcma  el  Kclebi ,  que  babia  Ifccho  diipi- 
sion  de  este  cargo ,  y  quería  que  se  diese  á  su  hermano  Muhamad  ben 
Salema,  que  Ío  fué  después. 


CAPITULO  LXV. 

De  Iab  treguas  con  el  rey  de  Galicia ,  y  otros  sucesos. 

En  este  tiempo  se  decía  en  Cordela  que  el  wali  de  la  frontera  Ishac 
elOeaili ,  que  tenia  en  su  poder  el  fuerte  de  Montixon ,  y  lo  había  de- 
fendido de  loa  rebeldes ,  haciéndoles  mucho  daño  en  sus  correrías ,  que 


1 72  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

ahora  se  habia  concertado  con  ellos  y  les  ayudaba  conservando  el  jo- 
bicFDO  de  su  ciudad  y  fortalezas  :  esto  en  principio  del  arlo  289.  Fué 
general  el  sentimiento  de  los  pueblos  por  la  derrota  de  Zamora ,  y  mu- 
chos de  los  muy  fervorosos  secuaces  del  Islam  predicaban  que  el  pueblo 
muslime  debía  armarse  todo  para  la  venganza  de  la  derramada  sangre  de 
sus  hermanos.  El  rey  Abdala,  lejos  de  ceder  á  las  instancias  de  los  faná- 
ticos que  le  aconsejaban  hacer  sus  avenencias  con  Calib  ben  Hafsun,  y 
declarar  la  guerra  á  fuego  y  sangre  contra  cristianos ,  envió  al  caudillo 
Obeidala  el  Gamri ,  que  estaba  en  Alisbona ,  á  tratar  con  el  rey  de  Gali- 
cia *  para  conservar  su  buena  inteligencia  y  mantener  sus  concertadas 
treguas.  El  ^'ali  hizo  su  embajada  y  concertó  sus  treguas  como  el  rey 
deseaba,  y  dispuso  el  ánimo  del  rey  de  los  cristianos  á  mantener  una 
recíproca  amistad,  y  hacer  la  guerra  sin  cesar  á  los  rebeldes  que  llega- 
sen á  sus  fronteras.  Estas  negociaciones  desacreditaban  al  rey  Abdala 
con  los  austeros  y  muy  religiosos  muslimes  de  las  aljamas  de  Andalucía, 
y  llegó  en  algunas  ciudades  el  atrevimiento  de  los  imámes  y  alchatibes 
á  omitir  su  nombre  en  la  chotba ,  ü  oración  pública ,  como  si  fuese  mal 
muslim  ó  descomulgado.  En  Sevilla  fué  esto  practicado  con  mayor  osa- 
día ,  favoreciendo  estas  insolentes  opiniones  y  hablillas  el  príncipe  Al- 
casim.  Avisado  el  rey  de  esto  envió  al  wazír  Abdelwahib,  hombre 
astuto  y  de  valor,  que  halló  ser  verdad  cuanto  habían  comunicado  al 
^y?  V^^  <^Q  vez  de  su  nombre  se  ponía  en  la  oración  pública  el  de  Moc- 
tesidbilah,  califa  de  Oriente,  y  que  públicamente  decía  Alcasim  que  no 
se  pagasen  al  rey  Abdala  las  rentas  de  azaque,  que  era  mal  muslim  y 
descreyente ,  que  empleaba  los  diezmos  contra  los  muslimes.  Avisó  al 
rey  de  todo ,  y  le  mandó  prender  al  principe  Alcasim,  y  convencido  de 
todo  fué  muerto  en  la  prisión  con  lina  bebida  que  le  prepararon :  esto 
fué  año  290 :  era  este  principe  Alcasim  de  gran  ingenio  para  la  poesía , 
y  se  le  conocía  por  el  Gurlan. 

Desterró  el  rey  por  estas  hablillas  sediciosasá  muchos  alimcs  célebres, 
y  huyendo  de  estas  persecuciones  partió  para  Oriente  el  insigne  alfaqui 
Zacaría  ben  Alchilab  de  Tutila ,  famoso  por  su  loable  vida  y  grandes 
conocimientos ,  que  honró  su  patria  en  las  mas  apartadas  regiones.  Los 
parciales  de  Hafsun  no  perdían  estas  ocasiones  de  adelantar  su  partido , 
y  en  tanto  que  sus  caudillos  mantenían  la  guerra  contra  las  tropas  dd 
rey  Abdala ,  este  rebelde  Calib  Ornar  ben  Hafsun,  que  estaba  disfrazado 
en  Balay,  veinte  millas  de  Córdoba ,  se  atrevió  á  entrar  en  ella  con  mu- 
cho secreto  el  afio  293  (905) ;  pero  fué  descubierto  por  un  extraño  in- 
cidente. 

La  vigilancia  de  los  wazires  del  rey  descubrió  que  entre  los  sediciosos 
que  calumniaban  al  rey  y  á  sus  ministros  andaba  un  noble  jeque  que 
habia  sido  cadi  de  Mérida ,  á  quien  el  rey  Abdala  habia  dejado  de  cas- 
tigar por  su  mucha  juventud  y  por  su  buen  ingenio :  era  este  Suleiman 
ben  Albagade  Mequineza  :  habíanse  divulgado  unos  versos  harto  inge- 

1  Lo  era  en  este  tiempo  Alfonso  111  el  Magno  :  los  árabes  llamaban  reyes  de  Galicia  á  los  qoe 
nosotros  de  León,  Asturias  y  Galicia:  á  los  de  Navarra,  Sobrarbe  y  Cataluña  llamal>an  los  de 
los  montes  y  los  de  Arranc. 


\ 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  I73 

DIOSOS  y  satíricos  en  qae  se  indicaba  maniflcstamente  el  rey,  dándole  el 
apodo  de  el  Himaro,  con  muchas  imprecaciones  al  que  le  conducía  y 
guiaba ,  aludiendo  á  los  principales  ministros  que  el  rey  tenia.  De  unos 
en  otros  yino  á  averiguarse  que  el  autor  de  la  sátira  era  Suleiman ,  y  el 
rey  le  mandó  traer  á  su  presencia ,  y  le  dijo :  Por  Dios,  amigo  Suleiman, 
<|ue  mis  beneGcios  han  caído  en  muy  mal  terreno ,  y  que  no  te  merecía 
estos  vituperios,  ó  siquier  sean  alabanzas ,  que  para  mi  lo  mismo  valian 
siendo  tuyas :  puerto  que  ahora  debiera  yo  darte  á  gustar  el  rigor  de  mi 
JQsto enojo,  pues  tan  poco  te  aprovechó  el  favor  de  mi  benignidad  y 
mansedumbre :  si  en  otro  tiempo  me  pudiste  loar  como  demasiado  man- 
so, ahora  tendrías  ocasión  para  maldecirme  como  cruel ;  pero  no  ha  de 
ser  así ,  yo  quiero  que  vivas ,  y  que  cuando  yo  te  lo  mande  me  repitas 
tos  versos ;  y  para  que  veas  que  los  estimo  en  mucho,  has  de  pagar  mil 
doblas  por  cada  uno,  y  si  mas  hubieras  calcado  al  Himaro ,  mas  cara  y 
mas  preciosa  seria  la  carga.  Suleiman  se  llenó  de  confusión,  y  puesta  su 
cara  á  los  pies  del  rey  le  pidió  que  le  perdonase.  Hizolo  así  el  rey :  el 
poeta  lleno  de  agradecimiento ,  sabiendo  que  estaba  Aben  Hafsun  oculto 
en  Córdoba,  descubrió  este  secreto,  y  el  prefecto  de  la  policía  aseguró  á 
SoleimaQ  porque  no  pudiera  avisar  á  los  parciales  de  Aben  Hafsun. 
£sta  prisión  puso  en  sospecha  á  sus  parciales ,  que  sabían  que  Suleiman 
estaba  antes  en  sus  maquinaciones  y  secretos ,  y  aconsejaron  al  rebelde 
su  pronta  fuga,  y  á  la  hora  desapareció.  Arrestaron  los  wazires  á  varios 
tenidos  por  desafectos ,  y  algunos  fueron  atormentados,  pero  no  se  ave- 
rió otra  cosa  que  entender  que  ciertamente  había  estado  en  Córdoba, 
T  que  había  salido  en  trage  de  mendigo  pidiendo  de  puerta  en  puerta. 

En  este  año  294  (906)  falleció  Ibrahím  ben  Isa  el  Moredí  de  Ecija, 
de  los  hombres  mas  sabios  de  este  tiempo ,  á  quien  consultaba  el  rey 
Abdala  con  mucha  frecuencia.  También  murió  este  año  Alhasan  ben 
^rgibil  de  Badalyos,  hombre  célebre  por  su  erudición.  En  este  tiempo 
sucedió  una  cosa  muy  memorable  que  refleren  Homaídi  y  fien  Pas- 
cual ,  y  acredita  la  estimación  popular  que  se  hacia  en  Córdoba  de 
la  virtud  y  loable  vida  del  sabio  alfaqui  fiiaqui  ben  Machlad :  cuentan 
que  cierto  día  vino  una  pobre  muger  á  Baqui  y  le  dijo  :  Hace  ya  mu- 
cho tiempo  que  un  hijo  mío  está  cautivo  en  poder  de  cristianos,  y 
por  mis  cortos  bienes  no  he  podido  rescatarle,  ni  hallo  quien  quiera 
cumprarmo  una  pobre  casilla  que  tengo;  y  aunque  logre  venderla, 
r  quién  me  hará  las  diligencias  necesarias  para  su  libertad?  así  yo  rii 
de  dia  ni  de  noche  tengo  un  instante  de  reposo.  £1  viejo  alfaqui  la  con- 
soló ,  y  dijo  que  tuviera  mucha  confianza  en  Dios ,  que  todo  lo  reme- 
diaría su  divina  bondad  :  rogóle  la  muger  que  él  se  lo  pidiera  á  Dios , 
y  él  dijo  que  asi  lo  haría ,  que  fuese  á  su  casa  con  buenas  esperanzas. 
Foése  la  pobre  muger,  y  el  jeque  movió  sus  labios  y  pidió  al  Señor 
que  consolara  á  la  triste  viuda.  Pocos  dias  después  vino  la  muger^  con 
MI  hijo  á  buscar  á  Baqui ,  y  le  dijo  como  ya  había  venido  libre ,  y  con- 
taba el  mancebo  que  él  estaba  cautivo  en  poder  de  unos  señores  críslia- 
fi«is ,  que  estaba  con  otros  cautivos  muslimes ,  que  los  tenían  al  cuidado 
de  un  hombre  que  los  llevaba  cada  dia  á  trabajar  al  campo,  que  lleva- 


■  -"        174  HISTORIA  DE  lA  DOMINAaON 


ban  sus  cadenas  con  argollas  en  los  pies,  qae  e3tando  en  nr a  ranchería 
de  trabajo  con  el  qae  los  guardaba  se  le  cayeron  de  sos  pies  las  cadenas 
ül  suelo;  y  ajustando  el  tiempo,  dia  v  hora  de  este  acaecimiento  se 
halló  que  habia  sido  el  mismo  en  que  la  pobre  muger  había  acudido  al 
Jeque  Baqui ;  que  el  que  los  guardaba  fué  gritando  contra  él  cuando  le 
Tió  caídas  sus  cadenas,  diciéndole  :  ¿  Porqué  rompiste  tus  cadenas? 
que  él  dijo  :  No  las  roitapi,  que  ellas  se  me  cayeron  de  mis  piés;  y  lle- 
vándole delante  de  su  señor,  que  allí  le  tornaron  á  poner  sus  hierros, 
y  como  hubiese  andado  algunos  pasos  yolviéronsele  á  caer  las  cadenas 
de  sus  piés ,  y  que  meditaron  sobre  el  caso ,  y  consultaron  sus  monges , 
y  que  le  preguntaron  :  ¿  Acaso  tienes  madre?  y  como  respondiese  que  si 
la  tenia,  entotires  dijeron  ellos  :  Sin  duda  Uios  oyó  sus  oraciones,  y 
pues  Dios  te  da  libertad ,  taosolros  no  podemos  encadenarte  ni  quitár- 
tela ;  y  que  entonces  lo  enviaron  á  la  frontera  de  los  ihuslimes.  Que 
Baqui  les  dijo  :  Todo  es  obra  de  la  divina  voluntad ,  dad  gracias  á  Dios. 
En  el  aflo  295  (907]  falleció  en  Zaragoza  Muhamad  ben  Suleiman 
benTe^id  de  Wcsca,  cadi  de  la  aljama  de  aquella  ciudad,  y  antes  lo 
habia  sido  de  la  de  su  patria  :  fué  hombre  muy  docto  y  de  mucha  inte- 
gridad, muy  austero,  que  nunca  recibió  dádiva  de  ninguno  ni  asistió  á 
ningún  convite  ni  festín  :  fué  su  entierro  acompañado  de  toda  la  gente 
de  la  ciudad.  Fué  puesto  en  su  lugar  Ibrahim  ben  Harún  ben  Sobli, 
alfaqui  muy  docto  y  de  loable  vida  ,•  qae  apenas  vivió  un  año  después 
de  su  elección. 

Cuando  Calib  Aben  Hafsun  llegó  á  su  hueste ,  que  estaba  en  tierra  de 
Toledo ,  pasó  á  correr  la  tierra  de  Galatrahba  :  en  aquellos  campos  le 
salió  al  encuentro  el  wazir  Abu  Otman  Obeidala  ben  Ganuri ,  y  le  venció 
en  muchas  escaramuzas ,  y  ocupó  algunos  fuertes  de  aquella  tierra,  y 
en  el  año  296  le  dio  una  batalla  sangrienta  en  que  acabó  toda  su  caba- 
llería, y  le  causó  gran  matanza,  obligándole  á  refugiarse  en  Toledo  y  en 
algunas  fortalezas  sin  que  osaran  salir  á  batalla  campal  en  mas  de  tres 
años.  En  el  de  297  murió  en  Córdoba  Obeidala  ben  Yahye  el  Lailhí, 
hombre  depródigiosa  erudición  ^  había  recorrido  las  academias  de  África, 
Egipto,  Siria,  y  de  las  Iracas ,  y  entre  otros  muchos  escritos  dejó  dos 
preciosas  historias  de  alfaquíes  y  de  alcadíes  célebres.  Este  año  297 
murió  en  Córdoba  Suleiman  ben  Harún  elRayeni  de  Toledo,  conocido 
por  Abu  Ayúb ,  que  escribió  una  historia  general.  En  el  año  298  el 
principe  Abderahman  Almudafar  prendió  al  rebelde  Ibrahim  ben  Alhc- 
gág !  sus  gentes  fueron  sorprendidas  por  la  vanguardia  de  Almudafar, 
y  por  lograr  que  el  principe  no  los  pasara  á  Glo  de  espada  á  todos,  le 
entregaron  atado  su  caudillo ,  y  Almudafar  luego  mandó  descabezarle 
en  pena  de  su  perGdia  y  atrocidades. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  1 75 


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CAPITULO  LXVI. 

* 

Del  retiro  del  wali  Aba  OUnan ,  y  oirás  ocurlhencias  en  Córdoba. 

En  este  mismo  año  el  caudillo  Obeidala  ben  Gamri ,  que  tantas  vic- 
torías  habia  conseguido  de  los  rebeldes,  supo  que  el  principe  Alma- 
dafar  solicitaba  que  su  padre  le  retirara  del  ejército  y  del  gobierno  de 
b  provincia  de  Mérida  que  tenia :  resistió  el  rejr  Abdala  esta  propuesta 
en  consideración  á  los  excelentes  servicios  de  Abu  Otman  Obeidala :  in^ 
sistióel  príncipe  diciendo,  que  bien  conocia  el  mérito  del  wali,  pero 
que  ya  era  viejo ,  y  estaba  mas  para  el  reposo  que  para  la  energía  y  fa- 
típs  de  la  guerra  .-  pero  el  rey  le  respondió  resueltamente  qíie  no  pen- 
saba retirarle  en  tanto  que  el  wali  no  lo  pretendiese.  Almudafar  since- 
rando sus  intenciones  dijo  á  su  padre  :  Sea ,  señor,  como  os  place ,  que 
JO  lo  decia  con  mucho  respeto  á  sus  honrados  años  y  venerables  canas , 
fue  son  mas  para  el  consejo  que  para  el  campo  de  batalla.  Informado 
d  wali  de  esto  escribió  al  rey  pidiéndole  que  le  concediese  retii^rse  de 
los  cuidados  del  mando ,  y  le  pidió  licencia  para  hacer  su  alhige  ó  perc- 
grínacioo  religiosa  :  esto  lo  hizo  por  no  inquietar  ?\  principe,  que  de- 
seaba el  gobierno  de  Mérida  y  el  mando  de  las  tropas  que  él  tenia ;  pero 
leqoedó  muyen  el  alma  la  enemistad  que  concibió  contra  él.  En  este 
tiempo  murió  peleando  en  la  frontera  de  España  oriental  Niam  el  Gha- 
laf  ben  Abi  Chasib  de  Tutila ,  que  era  caudillo  frontero  en  acuella 
tierra ,  y  era  tan  esforzado  como  ingenioso  poeta. 

Coando  el  wazir  Abu  Otman  Obeidala  ben  el  Gamri  se  retiró  á  Cor- 
loba ,  el  rey  Abdala  le  hizo  capitán  de  su  guardia  de  esclavos ,  que  era 
gente  extranjera  oriental  muy  estimada ,  de  mucha  gentileza  y  valen- 
tia,  y  de  mucha  fidelidad  :  esta  guardia  era  interior  en  el  alcázar,  y 
osaban  de  espada  de  dos  manos ,  escudo  y  maza  de  armas.  El  principe 
Abderahman  Almudafar  fué  á  mandar  las  tropas  que  hacian  la  guerra 
al  rebelde  Aben  Hafsun ,  y  desde  luego  principió  á  perseguir  á  los  insu**- 
gentes  de  la  provincia  con  tan  ardiente  empeño  que  no  osaban  parecer 
en  campo  contra  él :  cuantos  venían  á  sus  manos  de  los  rebeldes  eran 
loego  alanceados  ó  descabezados,  y  en  la  disciplina  militar  era  en  ex- 
tremo duro  y  rigoroso ,  de  suerte  que  cíe  los'  enemigos  y  de  los  suyos 
era  temido.  £n  Córdoba  el  wali  Obeidala  ben  Gamri  se  declaró  como 
protector  del  joven  Abderahman ,  hijo  del  principe  Áluhamad  el  Mac- 
tul,  y  procuraba  ganar  el  corazón  del  rey  y  la  afición  de  los  jeques  f 
waUes,  irazires  y  otros  principales  á  favor  de  este  mancebo  :  su  genti- 
leza j  amables  prendas  eran  las  delicias  de  Córdoba ,  solo  el  rey  Abdala 
nf>  se  manifestaba  á  las  claras  por  no  dar  inquietud  á  su  hijo  Almudafar ; 
pero  oia  con  mucha  complacencia  las  alabanzas  de  su  nieto. 

Suleíman  ben  Wenasos  el  Berberí  era  capitán  de  los  africanos  de  la 
Ruardk  del  rey ,  y  era  wazir  y  del  consejo  de  estado ,  liar to  célebre  por 
MI  erudición  y  prudencia  y  por  su  carácter  sevcrf)  y  libre :  refiere  Aly 
ben  Ahmod  que  este  wazir  entró  un  dia  á  la  presencia  del  rey  Abdala 


176  fflSTORlA  Df;  LA  DOMINAaON 

ben  Muhamad  can  una  luenga  y  cjpesa  iiarba  ^  que  él  tenia ;  cuando  k 
vio  el  rey  que  estaba  de  buen  humor  le  dijo  unos  versos  satíricos  vitu- 
perando y  ridiculizando  el  uso  de  tan  desmesurada  barba ,  y  luego  le 
dijo :  Sentaos,  fiarbarillo ;  y  se  sentó ,  y  sin  poder  disimular  su  enojo 
por  aquellos  versos  dijo  al  rey :  Si  los  hombres  no  fuéramos  tan  fatuos, 
ni  veniéramos  á  estos  alcázares  con  nuestras  necedades ,  ¡  de  cuántos  dis- 
gustos y  humillaciones  nos  excusaríamos !  pero  la  fatuidad  y  locura  nos 
engaña ,  y  no  acabamos  de  saciarnos  de  desengaños ,  ni  acabaremos  basta 
que  nos  pongan  en  franquía  nuestros  estrechos  sepulcros  :  allí  reposará 
nuestra  vanidad  y  nuestras  máquinas  aéreas :  y  diciendo  esto  puso  su  mano 
en  tierra ,  y  se  levantó ,  y  sin  mas  salutación  ni  cortesía  se  fué  á  su  casa. 
Disgustó  al  rey  esta  salida  rústica,  y  como  pasaron  algunos  días  sin 
que  Aben  ^Vcnasos  pareciese ,  le  depuso  de  su  capitanía ,  y  la  encargó  á 
otro.  Mo  pasaron  muchos  días  cuando  se  acordó  el  rey  Abdala  del  buen 
juicio  y  prudente  consejo  del  wazir  Aben  Wenasos,  y  manifestó  á  sus 
vvazires  que  deseaba  verle ;  pero  dudaba  como  decírselo  :  uno  de  los 
v^azires,  llamado  Muhamad  ben  el  Walid  ben  Ganim,  dijo  al  rey  que 
si  le  daba  licencia ,  que  él  iría ,  y  esperaba  que  viniese  :  dióle  el  rey 
licencia ,  y  pasó  ben  Ganim  á  casa  de  Wenasos ,  llamó ,  y  se  anunció 
que  era  un  vrazir  del  rey ,  porque  era  costumbre  del  gobierno  de  los 
Omeyas  de  España  que  un  wazir  no  entraba  sino  en  casa  de  wazir  de 
su  misma  clase  :  tardó  en  responder  como  despreciando  su  visita ,  ya 
dio  licencia ,  y  fué  conducido  á  su  estanza ,  y  permaneció  sentado  en  su 
almohadón  sin  levantarse  ni  ofrecerle  su  estrado  -.  ben  Ganim  le  dijo : 
¿  Qué  es  esto?  ¿  no  sabes  que  soy  wazir  del  rey  como  tú?  ¿  porqué  no 
te  levantas  y  me  ofreces  tu  estrado  con  el  honor  debido?  y  le  respondió 
Wenasos  :  Eso  era  en  tiempo  pasado,  cuando  yo  era  fatuo  siervo  como 
tú ;  pero  ya  soy  horro ,  como  ves  :  ben  Ganim  no  pudo  persuadirle  que 
dejara  su  extravagante  retiro ,  y  lo  dijo  al  rey ,  que  manifestó  qucsentia 
que  tan  honrada  barba  como  aquella  hubiese  perdido  su  consejo. 

En  este  tiempo  Muhamad  ben  Adha  el  Hamdani ,  caudillo  de  los  re 
bcldcs  de  sierra  Elbira ,  como  desde  el  principio  del  levantanücnto  se 
hubiese  desavenido  con  los  otros  caudillos  rebeldes  de  las  Alpujarras, 
anduvo  mucho  tiempo  errante  y  sin  lugar  seguro  :  por  último  se  esta- 
bleció en  Hisn  Novales ,  que  los  pueblos  mismos  le  llamaron  para  que 
los  defendiese  de  los  robos  y  vejaciones  que  les  causaban  los  bandidos. 
Este  prudente  caudillo  logró  reunir  mas  de  cien  poblaciones  por  la 
mayor  parte  fuertes  por  su  situación ,  y  persuadió  á  la  gente  principal  de 
estos  pueblos  que  se  pusiesen  en  obediencia  del  rey,  y  le  enviaron  á 
pedir  perdón  y  seguridad  :  se  presentó  en  Córdoba ,  y  fué  muy  bien  re- 
cibido del  rey ;  pero  no  faltaron  impedimentos  maliciosos  para  que  no 
se  acabara  su  pretensión  tan  pronto  como  él  deseaba  :  después  hubo 
tales  incidentes,  que  el  rey  no  tuvo  tiempo  para  dar  á  sus  pueblos  el 

t  La  barba  entre  loit  árabes  era  signo  de  autoridad  y  de  libertad ,  solo  á  la  juventud  en  sus 
floridos  años  se  di^uiulaba  el  no  llevarla,  y  aun  aiiora  á  los  esclavos  no  se  permite  el  tenería 
crecida;  pero  un  muslime  \ti  ca^aüo  y  con  hijos  no  puede  honradamente  presentarse  sin  ^us 
barbas. 


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BE  LOS  ARAB£S  EN  ESPAÑA.  177 

fffdoo  7  seguro  qne  pedían :  sigaicroo  después  las  calamidades  de  lare- 
hám  ^  j  rué  necesario  rendir  por  fuerza  de  armas  á  los  que  ahora  se 
ofrecían  de  su  propia  voluntad.  Hubo  también  competencia  entre  dea 
wazires  4^1  consejo  del  rey,  Muza  ben  Hodeira  y  Isa  ben  Ahmed  ben 
Abi  Obda ,  que  cada  uno  de  ellos  pretendía  que  su  asiento  en  d  consejo 
focse  sqperíor  al  del  otro :  el  rey  les  dijo  que  todos  los  asientos  en  el 
consejo  eran  iguales ,  que  solo  era  precedei^te  y  distinguido  el  suyo,  y 
que  ya  su  padre  Amir  Muhamad  había  declarado  que  en  caso  de  prece- 
dencias k»  de  Siria  precediesen  á  los  árabes  véledines. 


CAPITULO  LXVU- 

De  U  edaoacion  del  principe  Ábderaliman ,  y  maeno  del  rey  tu  abuelo. 

lU>iase  puesto  mucho  cuidado  en  la  crianza  de  Abderahman  desde 
qoe  se  le  destetó ,  que  f  oé  al  tiempo  de  la  desgraciada  muerte  del  prin- 
cipe Mobamad ,  su  padre  :  de  orden  de  su  abuelo  el  rey  Abdak  se  le 
insieroo  los  mas  famosos  maestros ,  que  le  enseñaron  luego  que  empezó 
su  niñez  en  las  mejores  enseñanzas  :  leyéronle  Alcorán,  y  aprendió  de 
nemorías  sus  doctrinas ,  y  cuando  tuvo  ocho  afios  le  enseñaron  la  sunna 
y  ciencia  de  Hadices ,  ó  historias  tradicionales ,  la  gramática ,  poesia ,  y 
proTerbios  árabes,  vidas  de  principes ,  ciencia  de  gobierno  y  otros  co- 
nocimientos humanos  :  luego  aprendió  á  bien  cabalgar  y  manejar  con 
gentileza  un  caballo,  flechar  y  lanzar,  usar  de  todas  armas  y  estrata- 
gemas de  guerra ,  y  en  esto  se  ejercitaba  desde  sus  once  anos.  Guando 
Abderahman  jugaba  con  otros  manccbillos  de  su  edad ,  le  miraba  el  rey 
m  abuelo  tan  embebecido ,  que  se  olvidaba  de  todo ,  y  en  una  de  estas 
ocasiones,  como  distraído  no  viese  que  ya  sobrevenía  á  mas  andar  la 
noche,  se  lo  avisó  su  v^azir  y  capitán  de  guardias  Abu  Otman  Obeidala 
benGamri ,  y  dijo  estos  versos  celebrando  á  su  nieto  y  excusando  su 
distracción  » 

¿  De  qué  si iren ,  alcohol ,  en  ojos  de  int  corcülo  ? 

In&til  cómo  las  marcas ,  siendo  mas  que  todos  lindo : 

¡Como  si  no  fuese  o  rosas  entremeacladas  con  lirios 

8qs  mejillas,  y  su  talle  cual  tierno  ramo  de  mirto! 

Coando  la  mirada  vuelvo ,  de  sus  ojos  al  heehiio 

m  del  día  ni  la  noche  la  diferencia  percibo  >. 

En  el  año  299  (911)  fué  el  edipse  grande  del  sol ,  que  se  oscureció 
todo  :  fué  miércoles ,  á  29  de  la  luna  de  Xaveal ,  después  de  la  ora- 
ción de  Alazar,  que  muchos  se  adelantaron  á  venir  á  las  mezquitas 
para  la  oración  de  Almagrib  ó  puesta  del  sol,  porque  oscureció  y  se 
Toan  las  estrellas  :  luego  principió  á  clarear  como  un  tercio  de  media 
bora,  se  puso  el  sol  y  concurrió  la  gente  á  la  oración.  En  este  mes  fa- 
Deció  en  Córdoba  el  sabio  Gebir  ben  Gaiih  de  libia ,  que  fué  maestro 

>  Quicio  doeif  «ioe  el  respUndor  de  sus ojofl  suplía  U  loi  del  lol ;  le  UaoM  eoicitlo,  espnakm 
twiwaMadaeD  Uacoatumhres  y  poesiAOrieniíl. 


178  HI8T0RU  BE  U  DOMmAGION 

de  los  hijos  de  Haxem  ben  Abdelaziz ,  y  era  famoso  por  su  insigne  eru- 
dición, él  este  mismo  año  299,  al  princi|Ho  deja  luna  de  Safar,  falkció 
la  sultana  Athara ,  madre  del  rey  Abdala ,  á  la  que  el  rey  amó ,  honró 
y  respetó  toda  su  vida ,  y  lloró  con  amargas  lágrimas  en  su  muerte. 
Mandó  labrar  un  magníGco  sepulcro  para  enlerrarhi  en  el  alcázar  de 
la  Rnsafa ,  y  se  celebró  su  entierro  con  gran  pompa  :  triste  desde  en- 
tonces no  pensaba  sino  en  su  muerte ,  y  mandó  hacer  otro  sqiulcro 
cerca  del  de  su  madre  para  que  en  él  le  diesen  sepiíltura .  En  este  tiempo 
de  su  tristeza  y  profunda  melancolía  hizo  aquellos  Tersos  suyos  asoéticos 
Ueoos  de  vivísimas  imágenes ,  que  principian : 

¿El  estrépito  no  escachas?  rápido  bate  las  alas 

El  plazo  fatal  que  llega  burlando  tas  esperanzas  : 

cNo  ves  qoe  á  su  fin  camina  el  mundo  con  presta  marcha, 

Y  que  nada  permanece,  y  en  él  no  es  estable  nada? 

Él  da  prisa  sin  avisos,  ningunas  insignias  alza, 

A  todos  k  su  fin  lleva,  y  en  sus  caminos  no  para. 

De  su  continua  tristeza  y  gran  melancolia  adoleció  gravemente,  per- 
dió el  dormir  y  la  apetencia ,  y  en  pocos  dias  de  calentura  conoció  que  se 
llegaba  su  muerte  t  congregó  á  sus  wazires  y  vralies ,  y  declaró  por  fu- 
turo sucesor  del  imperio  á  su  nieto  Abderahman ,  hijo  de  su  hijo  mayor 
Muhamad,  encargando  en  esta  declaración  á  su  hijo  AlmudaCar  que 
protegiese  y  amparase  al  joven  Abderahman  como  si  fuera  su  hijo  pro- 
pio. Un  año  y  un  mes  después  de  la  muerte  de  su  madre ,  en  la  aocesioa 
de  una  csdentura ,  talleció  á  principio  de  la  luna  de  Rebi^  primera  dri 
año  300  de  la  Hegira ,  á  los  veinte  y  cinco  años  de  su  reinado ,  y  setenta 
y  dos  de  su  edad  :  dejó  once  hijos ;  fué  un  rey  bueno ,  animoso  en  medio 
de  las  alteraciones  y  discordias  de  todas  las  provincias  de  España ,  fué 
excelente  caudillo  de  stis  tropas  en  la  guerra  ^  político  y  observador  de 
sus  pactos ,  y  por  esto  fué  censurado  de  los  fanáticos  como  mal  uradim, 
porque  no  hizo  continua  guerra  á  los  cristianos. 


CAPITULO  LXVIII. 

De  Abderaliman  Anasir  Ledínala. 

Acabada  la  pompa  funeral  del  rey  Abdala  ^  en  el  mismo  día  5  de  b 
luna  de  Hebie  primera  del  año  300  de  la  Hegira  fué  aclamado  con  ge- 
neral alegría  Abderahman ,  hijo  del  principe  Muhamad ,  y  nieto  del  di- 
f  unto  rey  Abdala  -.  apellidábase  Abulmotaraf :  la  madre  que  le  parió  se 
llamaba  María,  h\ja  de  padres  cristianos  -.  estaba  Abderahman  en  la  flor 
de  su  edad ,  apenas  tenia  veinte  y  dos  años,  era  de  mucha  gentileza  y 
de  hermosura  y  gravedad  digna  de  principe,  de  eolor  blanco  y  sonro- 
sado ,  de  ojos  azcQes ,  y  de  muy  agradable  mirar ;  pa*o  todavía  era  mas 
la  bondad  de  su  corazón  y  virtuoso  ánimo.  Era  de  buen  ingenio ,  de 
mucha  erudieiOB ,  y  priideale;mas  que  promotiau  sus  pocos  años,  afable 
y,  de  graciosa  conversaciou.  Estas  preíoNlas  eran  muy  coaocidas  do  lo- 


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BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  179 

te,  j  asi  fué  general  el  contento  de  los  pueblos  en  su  jura  y  aekma- 
cioo.  £1  principe  Abderahman  Almudafar  su  tío  le  amaba  como  si  fuera 
stt  hijo )  7  fué  el  primero  que  le  juró  oliedicneia ,  y  este  juramento  fué 
recibido  de  Abderabman  con  tan  maniflestas  demostraciones  de  amor  y 
respetuoso  decoro ,  que  se  rasaron  de  lágrimas  los  <^os  de  los  eircuns- 
íanles.  El  mismo  dia  de  su  jura  restituyó  al  cadi  Mubamad  ben  Said 
bea  Muza  ben  Hodcira  el  cargo  judicial  que  había  servido  con  mucha 
integridad.  En  todas  las  mezquitas  principales  se  hizo  la  chotba  ü  ora- 
cioo  pública  por  cdi  nuevo  rey.Poramor  y  respeto  ¿su  abuelo  se  nani6 
también  Abdala ,  y  sus  pueblos,  por  el  mucho  amor  que  le  tenian,  y  es* 
peranzas  que  haí>ian  concebido  de  su  bondad ,  le  llamaron  Auasir  Le* 
(Koala,  defensor  de  la  ley  de  D|os,  Amir  Aknumemn ,  principe  de  loa 
Mes ,  y  otros  títulos  que  andaban  discurriendo  para  honrarle  y  engran* 
deoerle.  Ik^e  luego  se  dedicó  á  procurar  la  reducción  de  los  rd)eldes  ^ 
j  aUanamicmto  de  los  pueblos  que  estaban  fuera  de  su  obediencia.  Con 
saalabilidad  logró  deshacer  enemistades  y  desavenencias  antiguas ,  re- 
dimió quejas  y  venganzas  de  sangre  entre  algunas  antiguas  familias ,  y 
con  su  dulzura  y  prudencia  ganó  los  corazones  de  muchos  ofendidos. 

Mandó  el  rey  Abderahman  Anasir  allegar  las  gentes  de  pdea  para 
perseguir  á  los  rebeldes ,  y  se  juntaron  tantas ,  que  fué  neoesario  in* 
dícar  el  número  de  los  que  debían  seguir  cada  bandera,  para  que  no 
dejasen  todos  sus  labranzas  y  el  cuidado  de  sus  familias,  i^tró  en  tierra 
de  Toledo  con  cuarenta  mil  hombres  con  ciento  y  veinte  y  ocho  ban- 
deras. Ocupó  esta  hueste  las  fortalezas  que  tenían  en  su  poder  los  re- 
beldes :  Hafsun  temió  el  encuentro  do  este  ejército,  y  se  retiró  á  Es- 
pada oriental  ,  á  fln  de  levantar  mas  gente  y  venir  con  ella  á  oponerse 
al  nuevo  rey,  dejando  entre  tanto  en  Tdedo  á  su  hijo  Giafar  con  harta 
gente  para  defender  aquella  ciudad,  y  bien  abastecida  para  mantener 
un  largo  cerco.  Be  toda  la  provincia  sola  esta  fuerte  ciudad  no  se  vino 
á  la  obedieneia  del  rey  x  todos  los  pueblos  acudieron  á  porfía  á  ponerse 
bajo  su  fe  y  amparo.  No  pareció  conveniente  detenerse  en  el  cerco  de 
Toledo,  sino  dirigir  estas  fuerzas  á  taparte  de  España  oriental;  y  en 
las  primeras  marchas  hubo  avisos  de  la  venida  de  Hafsun  coil  poderoso 
ejército.  Esta  nueva  causó  alegría  á  todos  los  esft^zados  caudillos  y 
calientes  tropas  de  Abderahman.  Su  tío  Almudafar  ordenó  sus  hazes , 
tomóá  su  cargo  el  orden  de  batalla,  y  quiso  acaudillar  la  delantera  i 
dióal  rey  el  centro  y  principal  cuerpo  de  batalla  :  su  d««cha  al  wali 
AUerahman  ben  Badr ,  y  su  izquierda  al  wali  Gehvrar  ben  Abdala  ei 
Meiami,  y  la  zaga  y  gente  de  reserva  al  respetable  anciano  Ctt)eidala 
beiíGainri.  Los  de  Hafsun  superaban  en  numero,  pero  eran  infmores 
en  armas  y  caballeria  ^  sus  caudiUos  los  hombres  mas  aguerridos  y  va- 
ieoles  de  bpaña  oriental  y  de  las  cierras  de  Tadnmr  y  de  Elbíra. 

Eneontráronse  estas  enemigas  huestes  en  una  espaciosa  llanura ,  la 
mas  acomodada  para  los  horrores  de  una  batalla.  Los  campeadores  de 
una  y  otra  hueste  trabaron  algunas  ligeras  escaramuzas ,  y  retrayéndose 
a  los  cuerpos  de  batalla,  como  de  un  acuerdóse  acometieron  ambos 
ejéctiios  coa  espantoso  alarido  y  estruendo  de  anaQrcs  y  trompetas  : 


^ 


180  HISTORIA  D£  LA  DOMINACIÓN 

estuvo  macho  tiempo  incierta  la  suerte  de  la  pelea ;  pero  la  fuerza  de 
la  caballería  de  Abderahman  atropello  y  puso  en  desorden  á  la  gente  de 
Hafsun ,  á  pesar  del  valor  y  constancia  de  sus  caudillos ,  y  á  la  caida 
del  sol  abandonaron  el  campo  á  los  vencedores ,  dejándole  cubicrlo  de 
muertos  y  heridos.  Huyeron  aquella  nociie  las  reliquias  del  vencido 
ejército,  dejando  siete  mil  tendidos  en  aquel  horroroso  campo :  también 
murieron  muchos  de  la  hueste  del  rey ,  que  los  enemigos  eran  valien- 
tes y  sabian  bien  el  menester  de  las  armas  -,  se  contaron  perdidos  mas 
de  tres  mil.  Se  retiró  Haisun  á  Hísn  Gonca  y  á  otros  fuertes  de  aquella 
tierra.  Llenó  de  horror  al  rey  Abderahman  el  campo  de  batalla ,  viendo 
desperdiciada  tanta  sangre  de  muslimes,  como  si  no  tuviera  el  Islam 
enemigos  en  España,  y  no  hubiese  todavia  en  sus  fronteras  sangre  no 
vengada.  Mandó  curar  con  igual  cuidado  los  heridos  de  ambas  huestes. 
Después  de  esta  victoria  el  rey  Abderahman  acompañado  de  )os  cau- 
dillos de  Andalucía  y  de  su  guardia  vino  á  Córdoba ,  y  su  tío  Almudafar 
continuó  haciendo  la  guerra  al  rebelde  Hafsun  :  se  allanó  en  esta  expe- 
dición toda  tierra  de  Toledo ,  desde  las  vertientes  de  Axarrat  al  mediodía 
hasta  tierra  de  Tadmir ,  y  el  rebelde  Hafsun  no  se  atrevió  á  salir  de  los 
fuertes  mas  enriscados.  En  el  año  de  302  (914)  mandó  el  rey  Abderah- 
man Anasir  mudar  el  cuño  de  la  moneda  de  oro  y  de  plata  :  sus  anteceso- 
res hablan  conservado  el  mismo  tipo  y  forma  de  la  moneda  de  los  cali- 
fas de  Damasco ,  y  solo  se  diferenciaba  la  de  España  de  la  de  Oriente  en 
el  lugar  y  época  en  que  se  labraba,  asi  en  los  dinares  ó  monedas  de 
oro ,  como  en  las  dirhames  ó  monedas  de  plata  y  en  los  feluces  ó  mo- 
nedas menudas  de  cobre ,  y  ordenó  que  se  pusiese  por  un  lado  su  nom- 
bre y  títulos,  y  por  otro  la  confesión  de  la  unidad  de  Dios  y  la  misión 
profética,  y  en  la  orla  de  un  lado  el  lugar  y  año  en  que  fuese  labrada. 
Asimismo  hizo  poner  en  sus  títulos  en  ella  el  de  imam  ó  principe  de  la 
religión ,  como  hacian  los  califas  de  Oriente.  En  este  año  302  falleció  en 
Sevilla  su  patria  el  docto  Ibrahim  ben  Ahmed  ben  Maad ,  hombre  muy 
respetado  en  aquella  ciudad  :  fué  sobrino  del  célebre  Saad  ben  Maad ,  y 
discípulo  suyo  en  toda  especie  de  erudición.  Asimismo  murió  este  ano 
en  Zaragoza  Gasim  ben  Thabita  ben  Uazamí  el  Adfi ;  habla  viajado  en 
África ,  Egipto  y  Siria,  y  había  tratado ^  estudiando  en  las  célebres  es- 
cuelas de  todas  partes,  con  los  mas  famosos  sabios  de  aquella  edad; 
vuelto  á  su  patria  le  propusieron  varias  veces  para  el  cargo  de  cadi  de 
la  aljama  de  Zaragoza ,  y  lo  rehusó,  y  nunca  quiso  aceptarlo  •.  llevaba 
esto  á  mal  su  padíre ,  que  era  de  los  principales  de  la  ciudad,  y  por 
iiltimo  le  apuró  tanto ,  qué  el  hijo  le  pidió  tres  días  para  resolverse  á 
obedecerle  en  esto,  y  en  el  último  de  los  tres  dias  murió,  que  no  le 
queria  Dios  por  aquel  camino  :  mereció  siempre  la  estimación  de 
cuantos  lo  conocieron  y  trataron :  había  nacido  en  20  de  Dylhagia 
año  247. 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  181 

CAPITULO  LXIX. 

De  la  eipedidon  del  rey  Abderabuuin  Anasir  al  mediodía  de  E^afia. 

En  tanto  que  Almudafar  seguía  la  guerra  contra  el  rebelde  Hafsun 
en  la  frontera  oriental ,  el  rey  Anasir  quisa  TÍsitar  las  comarcas  de  la 
parte  del  mediodía  de  España,  y  sujetar  álos  alárabes  de  sierra  Elbira  y 
Somontan ,  que  no  daban  un  momento  de  reposo  á  los  pueblos  de  aquella 
üerra.  Entró  en  ella  el  rey  con  la  gente  de  Córdoba  y  parte  desu  guar- 
dia, y  con  su  presencia  sola  bacía  tantas  conquistas  como  por  la  fuerza 
desús  armas.  Se  pusieron  en  su  obediencia  muchos  pueblos,  que  al 
mismo  tiempo  que  yoluntarios  se  ofrecían  á  la  merced  del  rey,  le  pe- 
dianarmas  y  juraban  emplearlas  en  defender  su  tierra  contra  rebeldes  y 
bandidos,  y  mantenerla  siempre  en  su  servicio  :  el  rey  los  recibiabicn 
á  todos,  y  quedaban  tan  adictos  á  su  señor,  que  los  mas  esforzados  se- 
guían el  campo  del  rey,  y  querían  ser  los  primeros  en  todos  los  traba- 
jos y  peligros  de  la  guerra.  Los  principales  secuaces  de  Hafsun  que 
andaban  en  estas  comarcas  se  vinieron  á  someter  al  rey  Anasir ,  y  con 
su  natural  bondad  á  todos  los  recibía  y  destinaba  confornic  á  sus  cír- 
nuistancias ,  olvidando  su  rebeldía  y  los  males  que  había  producido , 
deseando  la  paz  de  los  pueblo^  para  reparar  con  ella  las  calamidades  y 
estfagos  de  la  guerra  civil  y  déla  discordia  de  las  tribus.  Entre  los  prin- 
cipales se  vino  á  la  merced  del  rey  en  este  tiempo  el  wali  Ahmed  bcn 
Mubamad  ben  Adha  el  Hamdani ,  caudillo  de  los  rebeldes  de  sierra  El- 
bira :  recibióle  bien  Abdcrahman ,  y  le  dio  la  alcaidía  de  Alhama, 
silio  muy  fuerte  de  aquella  comarca  :  asimismo  se  presentó  á  la  obe- 
diencia del  rey  Anasir  un  noble  jeque  llamado  Obeídalaben  Omeya, 
que  estalla  apoderado  de  Cazlona,  y  seguía  las  banderas  de  Hafsun,  y 
mandaba  las  gentes  de  Huesear  :  el  rey  atendiendo  á  su  nobleza  y  valor 
le  hizo  wali  de  Jaén.  Después  de  haber  visitado  todas  las  comarcas  de 
Qbíra  sin  hallar  en  ninguna  parte  resistencia ,  habiéndose  pacificado 
l<)s  caudillos  mas  poderosos  de  los  rebeldes ,  con  mas  de  doscientos  pue- 
blas fuertes,  se  volvió  el  rey  á  Córdoba,  despidiendo  muy  contentos  á 
)(«  jeques  y  alcaides  que  le   habían  acompañado  :  su  entrada  en 
<^jrdoba  fué  un  día  grande  de  fiesta  y  general  alegría.  En  este  año 
de  303  falleció  en  Toledo  el  cadi  de  la  aljama  de  aquella  ciudad  Ishac 
bí*n  Dhezame ,  hombre  de  mucha  integridad  y  de  loable  vida ,  y  poco 
después  murió  en  la  misma  ciudad  con  sentimiento  de  todos  sus  vecí- 
Díwel  noble  jeque  Ismailben  Omeya,  insigne  por  su  grande  liberali- 
dad, y  acompañó  su  féretro  todo  el  pueblo.  El  Mahedi,  que  se  había 
levantado  cu  África,  principió  este  año  á  edificar  nna  ciudad  que 
d**  su  nombre  se  llamó  Almahedia ,  pues  pasando  por  la  costa  de 
África  vio  un  sitio  como  península  unida  al  continente  con  un  estre- 
^b(i  istmo,  como  la  mano  está  unida  al  brazo,  y  ordenó  que  allí  se 
<*diGcase  la  ciudad  con  fuertes  y  torreados  muros ,  y  puertas  muy  gran- 
dt*s  de  bronce  y  que  cada  puerta  pesaba  cien  quinlales,  y  puso  allí  su 


X 


ÍS2  HISTOIUA  BE  LA  DÓMINACIOH 

corte  el  Mahedi ,  j  principió  la  obra  dia  sábado  25  de  Dylcada  de  esle 
año  303  :  cuando  la  tío  ac^da  dijo  t  Ya  puedo  viyir  siluro  en  Alrica. 


CAPITULO  tXX. 

De  las  disposiciones  det  rey  pera  goardar  las  oosus  de  Espafia. 

En  d  a&o  805  (917) ,  estando  el  rey  Abderabman  Anasir  en  sos  pala- 
cios de  Córdoba  ocupado  en  repararlos  con  obras  de  magnificencia  y  co- 
modidad, fué  avisado  de  los  walies  de  las  costas  del  Mediterráneo,  qae 
los  africanos  y  aun  los  alárabes  de  Sanhaga  y  Masámnda  se  hablan  dado 
á  infestar  con  piraterías  las  costas  de  Espafia  y  las  desús  islas,  qae  los 
principes  levantados  en  Barca  y  África  habian  juntado  naves,  y  no  so- 
lamente saltaban  en  Sicilia,  sino  que  osaban  aportaré  internarse  en 
Calauria ,  de  donde  sacaban  muchas  presas  y  cautivos;  y  luego  ordenó 
el  rey  que  partiese  el  wali  Ocaili  con  una  buena  flotaáreoorrer  y  guar- 
dar las  costas  de  España.  Envió  también  á  Mayoríca  al  caudillo  Giafar 
ben  Otman  Mustafá  Abulhasan  ben  Casíla,  sevillano  muy  práctico  en 
aquellos  mares  :  y  ordenó  que  en  todas  las  atarazanas  de  España  se 
construyesen  sin  cesar  barcos  grandes  para  oponerse  á  los  africanos. 
Encargó  el  rey  la  recaudación  general  de  sus  rentas  de  azaque  al  tole- 
dano Wahib  ben  Muhamad,  hombre  muy  instruido  en  la  administra- 
ción y  economía  de  las  rentas  públicas ;  y  como  auxiliares  suyos  nom- 
bró á  los  alcatibes  Muza  ben  Chair  y  Aben  Badr.  Eula  luna  de  Xawal 
de  este  año  305  hubo  en  la  plaza  de  Córdoba  un  espantoso  y  rápido 
incendio  que  abrasó  todo  el  Zoco ;  por  fortuna  no  perecieron  los  ve- 
cinos por  haber  comenzado  muy  al  principio  de  la  noche ;  pero  se  per- 
dieron muchas  riquezas  del  vecindario  :  duró  el  fuego  muchos  días. 
Luego  mandó  el  rey  construir  aquella  plaza  con  mas  solidez  y  hermo- 
sura, y  destinó  á  los  gastos  de  esta  obra  el  producto  de  las  rentas  do 
toda  la  provincia.  En  el  mismo  año  se  quemaron  los  arrabales  do  Me- 
kinesa  en  ol  Guf  de  España ,  y  asi  fué  Uamado  el  año  de  los  fnegos  j 
'pues  en  él  se  quemó  también  la  plaza  de  Fez  y  la  de  Tahart ,  capital  de 
Zeneta. 

En  este  tiempo  era  uno  de  los  cuatro  cadíes  del  consejo  del  cadi  mayor 
de  Córdoba  Sohaib  ben  Muñía,  andaluz ;  era  bebedor  de  vino,  y  de  la 
secta  de  los  de  la  Iraca ,  y  en  su  seUo  tenia  grabadas  estas  letras  :  Ve 
Alimé  cul  gaib ,  cun  wufé  bi  Bohaíb ;  o  sabedor  de  todo  lo  oculto ,  sé 
propicio  á  Sohaib  :  y  como  un  dia  hubiese  bebido  en  casa  del  hagib 
Muza  ben  Hodeira ,  le  tomaron  el  sello ,  y  borrados  unos  ápices  de  la 
inscripción  quedó  alterada  y  decía  :  Ye  Alimé  cul  abib ,  cun  vnáé  bi 
Sohaib  i  o  sabedor  de  los  dados  al  vino ,  sé  propicio  á  Sohaib  :  el  cadí  no 
advirtió  nada,  y  sellaba  como  antes ,  hasta  que  llegando  á  manos  del 
rey  unos  escritos  con  este  sello ,  lo  notó  y  le  dijo :  Sohaib ,  tú  bebes  vino, 
y  tu  mismo  sello  lo  manifiesta :  perdió  el  cadi  su  color  natural,  y  se  ma- 
ravilló de  ver  en  su  sello  la  confesión  de  su  culpa,  y  dijo  al  rey :  Se- 


BB  US  AIU9BS  £N  ESPAÑA^  m 

ior,iio  fléoámoes  esto:  pero  qiie  Dios  iiie  perdone  mi  falta,  y  que  tíi 
lambieo  me  perdonarás;  y  el  rey  celebró  la  ingeniosa  borla. 

£d  tanlo  que  el  rey  se  ocupaba  eu  Córdoba  en  la  provisión  de  estaa 
oosai  recibió  cartas  de  su  tio  Almudafar,  que  le  comunicaba  sus  yentcg w 
contra  los  rebeldes ,  que  por  todas  partes  se  refugiaban  ¿  los  montes,  y 
apenas  osaban  entrar  en  poblado,  que  era  compasión  el  yerlos  perecer 
en  las  fragosidades  de  las  sierras ;  que  seria  conveniente  para  acabarlos 
de  redndr,  y  que  los  pueblos  lograsen  vivir  en  reposo  y  seguridad , 
juntar  las  gentes  de  guerra  de  tierra  de  Tadmir,  y  seguirlos  con  em  * 
peno  sin  consideraciones  de  blandura  y  humanidad  ^  mal  entendida. 


CAPITULO  LXXI. 

De  li  Tlsiia  del  rey  Abderahman  á  sos  ciudades  de  líoreia,  Valeneia  y  Zaragosa. 

B  rey  bien  persuadido  de  las  nuK)ne9  y  política  de  su  tío  escribió  á 
los  alcaides  de  las  comarcas  de  tierra  de  Tadmir  y  de  Valencia ,  que  ve- 
nida la  estación  de  la  primavera  tuviesen  prevenida  y  á  punto  la  caba- 
Ueria  y  gente  de  guerra  para  visitar  la  provincia,  y  allanar  aquellos 
pueblos  que  permanecían  entregados  á  los  rebeldes.  Luego  partió  el  rey 
Aoasir  con  la  caballería  de  Andalucía ,  y  entró  en  tierra  de  Tadmir,  y 
en  la  dudad  de  Murcia ,  la  de  Auriola ,  Lorca  y  Kenteda  fué  recibido 
con  adamadones  del  pueblo,  y  de  todas  estas  dudades  salian  los  prin- 
cipales y  solidtaban  que  el  rey  les  concediese  seguir  su  hueste.  Visitó 
Im  ciudades  de  la  costa  Elche ,  Denla ,  Jati  va ,  y  en  Valenda  se  detuvo 
algunos  dias :  pasó  for  Murfoiter,  Nules  y  Tortosa ,  y  en  todas  partes 
fué  redbído  con  grandes  alegrías.  Siguió  por  el  Ebro  hasta  Alcanit ,  que 
en  esta  dudad  se  detuvo  para  recibir  la  obedienda  y  sumisión  de  mu- 
chos pueblos  que  aUi  llegaron.  Partió  de  alli  con  poderosa  hueste ,  y  se 
poso  delante  de  Zaragoza.  En  esta  ciudad  había  muchos  partidarios  de 
<^lib  Aben  Hafsun ;  pero  el  pueblo  y  la  mejor  parte  de  los  vecinos  se 
declararon  con  píd)licas  demostraciones  por  su  rey  Abderahman  Ana- 
lir :  k  juventud  abrió  las  puertas,  y  salieron  ¿  ofrecerse  y  ofrecer  su 
cnidadálaobedienciadelrey,  que  los  recibió  con  mucha  bondad.  Luego 
á  hs  puertas  se  presentaron  los  [vincipales  jeques  y  ciudadanos ,  y  le 
entregaron  con  mucha  sumisión  las  llaves  de  la  ciudad,  y  el  rey  holgó 
Ducho  de  esto ,  y  perdonó  á  todos  los  pardales  de  Hafsun  que  estuviesen 
en  la  ciudad ,  ó  se  presentasen  y  viniesen  á  su  merced  en  derto  tér- 
mino, no  siendo  él  ó  sus  hijos,  de  los  cuales  quería  un  especial  rendi- 
míenlo  y  seguridades.  Entró  el  rey  al  siguiente  día  en  Zaragoza  con  la 
fltr  de  sa  caballería,  y  fué  un  día  de  gran  fiesta  en  aquella  dudad :  se 
hospedó  enelakáiar,  y  se  detuvo  en  día  algunos  días,  porque  so  si- 

1  Esta  es  eoo  relación  á  las  ipaxiinas  y  cosuimbres  militares  que  Ilamabau  de  Aljr»  el  prino 
^^Vabomad,  que  prohibían  en  guerra  cnlrc  mnslimes  se(;aír  ct  alcance  mas  allá  de  una  cora 
*«««area,  malar  á  loa  fugilivos  fuera  del  campo  de  batalla ,  y  cercar  con  ligor  las  poblaciones 
■Mdavnff  pMwdias.  . 


184  HISTORIA  I>£  LA  DOUllf  ACIÓN 

toadon  y  amenos  campos  le  eontentaron  mucho.  Botando  todayia  él  rey 
en  esta  dudad  le  envió  Aben  Hafsan  dos  alcaides  con  ciertas  avenen- 
cias y  tratos  de  paz.  El  rey  los  recibió  sin  aparato  ni  ostentación  en  el 
fampo  á  orillas  del  Ebro,  y  el  alcaide  de  Medina  Fraga ,  que  era  el  mas 
anciano,  propuso  muy  comedidamente  que  Amir  Hafsan  deseaba  estar 
en  paz  con  el  rey  Abderahman ;  que  sentia  como  buen  muslim  la  san- 
gre que  se  derramaba  en  desavenendas  civiles,  y  asi  que  le  rogábale 
concediese  la  posesión  tranquila  de  la  España  oriental  para  si  y  parasns 
sucesores ;  que  con  este  titulo  que  él  les  diese ,  él  se  encargaba  de  la 
defensa  de  aquellas  fronteras ,  y  ofrecía  ayudarle  con  sus  gentes  cuando 
hubiese  necesidad  de  ellos ,  y  que  desde  luego  entregarían  la  ciudad  de 
Toledo  y  Huesear  y  todos  los  fuertes  que  estuviesen  en  su  poder,  £1  rey 
Abderahman  le  respondió :  que  por  un  exceso  de  paciencia  sufría  que 
un  caudillo  rebelde  y  fomentador  de  bandidos  llegase  ¿  proponer  á  sn 
rey  y  señor  conciertos  de  paz ,  y  proceder  con  términos  de  prindpe ;  que 
por  enviados  no  los  mandaba  clavar  en  palos;  que  fuesen  á  su  caudillo 
y  le  dijesen  que  si  dentro  de  un  mes  no  venia  á  su  obediencia,  que 
después  de  este  plazo  no  pensaba  admitirle  en  ningún  tiempo  ni  con 
ninguna  condición :  con  esto  despidió  á  los  alcaides.  IJispuestas  las  cosas 
convenientes  al  gobierno  de  Zaragoza,  el  prindpe  Almudafar  quedó  en 
quella  ciudad  para  continuar  la  guerra  en  la  frontera ,  y  el  rey  se  vino 
á  GórdiAa ,  visitando  de  paso  gran  parte  de  lo  interior  de  España. 

Hafsun,  oída  la  respuesta  del  rey,  conflando  todavía  en  la  constancia 
de  sus  secuaces  y  en  sus  alianzas  con  los  cristianos  de  Afranc  y  de  los 
montes ,  visitó  sus  dudades ;  animó  á  sus  hijos ,  que  temían  que  su  for- 
tuna los  abandonaba ;  envió  algunos  esforzados  bandido^  tierra  de  To- 
ledo para  mantener  las  esperanzas  de  sus  parciales  en  aquella  dudad 
y  en  su  comarca. 


CAPITULO  LXXM. 

De  li8  expediciones  á  sierra  Elblra. 

Guando  el  rey  Abderahman  Anasir  llegó  á  Córdoba  salió  á  recibirle 
toda  la  gente  de  Li  ciudad ,  y  entró  en  ella  en  medio  de  las  festivas  aela- 
madones  de  un  inmenso  pueblo.  Poco  tiempo  después  de  la  venida  dei 
rey  á  Córdoba  llegaron  avisos  de  los  movimientos  de  los  bandidos  y  re- 
beldes de  sierra  Elbira.  Obededan  en  aquella  comarca  mas  de  cíen 
pueblos  á  Muhamad  bcn  Adha  el  flamdani ,  conoddo  entre  dios  por 
Asomor,  descendiente  de  gente  antigua  y  valerosa.  Al  prindpto  de  la 
rebelión  de  los  árabes  y  IVIaulidines  en  aquellos  montes  anduvo  mire 
los  baudiUos  de  aquellos  encarnizados  bandos,  y  por  su  prudencia  y  ha- 
ínanidad  se  distinguía  entre  todos ,  y  los  pueblos  hallalmn  t^n  él  amparo 
y  defensa  contra  las  vi(dencias  y  robos  de  aquellos  ánimos  feroces.  En 
el  último  tiempo  del  rey  Abdala  persuadió  este  vfali  á  los  pueblos  de 
sierra  Elbira  que  se  viniesen  á  la  obediencia  del  rey,  y  cUos  sin  repug- 
nancia entonces  con  la  fresca  memoria  de  los  males  pasados  tuviéronlo 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  185 

for  bien ,  y  enoomendaron  el  negocio  de  sa  allanainicnto  á  este  can- 
diflo;  pero  por  sos  tristes  hados,  y  desventura  de  aquella  tierra ,  el 
rrj  Abdala  no  tuTO  logar  de  recibirlos.  Asomor  se  volvió  á  la  sierra , 
T  rnaatovo  en  aqacUos  pueblos  una  sombra  de  autoridad  y  de  soberanía , 
gobernándolos  muy  bien.  Acostumbrados  á  la  independencia  y  exen- 
ción de  aquel  gobierno  débil  de  su  amir,  que  no  exigía  de  ellos  muchas 
cosas  ni  diñcQes ,  estaban  bien  hallados,  y  no  buscaron  la  sumisión  al 
nuevo  rey.  El  wali  Asomor  se  había  venido  á  la  merced  del  rey,  que  le 
recibió  bien ,  y  le  habia  dado  la  alcaidía  de  Alharaa.  Como  hubiese  en- 
trado de  orden  de  Wahib  ben  Muhamad ,  recaudador  de  las  rentas  del 
anque,  un  wazir  con  una  banda  de  soldados  para  recoger  las  de 
aqacUa  provínda ,  no  conociendo  bien  la  disposición  y  ánimo  de  los  na- 
turales j  ya  mal  acostumbrados  á  la  servidumbre ,  los  trató  con  dema- 
siado rigor,  y  sus  soldados  con  desusada  Ucencia  int(^ntaban  entrar  en 
sos  casas  para  obligarlos  á  pagar  sus  rentas ,  tratándolos  de  rebeldes  y 
fogitivos.  Los  pueblos  ^  olvidados  de  la  fidelidad  debida  al  rey,  y  lleva- 
dos de  so  saña  y  deseo  de  venganza ,  acometieron  á  estas  tropas ,  y  ma- 
bron  la  mayor  porte  de  ellas.  Luego  so  pusieron  todos  en  armas,  y 
midieron  al  wali  Ahmed  ben  Muhamad  el  Hamdani ,  y  le  obligaron ,  á 
poar  de  su  repugnancia ,  á  que  los  acaudíllase  y  defendiese,  que  ellos 
Botenian  otro  defensor  :  luego  hizo  fortificar  las  ciudades  de  Baza  y 
fio^iana,  Albuchera,  Tagela,  y  otras  fortalezas,  con  grandes  esperanzas 
de  mantenerse  por  la  aspereza  de  la  tierra.  Ofendió  mucho  al  rey  Ab- 
derahroan  Anasír  la  desobediencia  de  estos  pueblos,  y  mas  todavía  la 
perfidia  de  Asomor.  Para  castigarle,  y  reprimir  aquellos  movimientos, 
7  defender  los  otros  pueblos  de  la  comarca ,  que  los  rebeldes  robaban  y 
ofirímian ,  se  puso  loego  en  marcha  con  la  caballería  de  Córdoba  y  gente 
^  Ecija ,  fiolcuna  y  Algafdat ;  y  fué  tanta  la  diligencia  de  estos  cau- 
dillos qoe  no  dieron  tiempo  á  los  rebeldes  sino  para  encaramarse  en 
aquellas  goajaras  y  fragosidades  inaccesibles.  Las  fortalezas  mqs  im- 
porUntes  fueron  ocupadas  por  las  gentes  del  rey,  como  Baza  y  Bogiana^ 
5  no  pareciendo  por  ninguna  parte  los  rebeldes  entró  el  rey  en  Jaén  el 
día  jueves  14  de  la  luna  de  Xaban  del  año  306  (918).  En  esta  oca- 
^Ni  se  presentó  al  rey  en  aquella  ciudad  el  poeta  célebre  Aglab  ben 
Wibi,  natural  de  allí  :  su  ingenio  y  sus  elegantes  poesías  agradaron 
taotp  al  rey  Abderahman  Anasír,  que  le  llevó  consigo  á Córdoba,  y  le 
biio  familiar  suyo,  y  le  llamaba  su  poeta.  Cansado  el  rey  de  andar  á 
<^7a  de  malandrines  en  las  sierras ,  no  pareciéndole  decorosa  aquella 
RQcrra  contra  bandidos,  habiendo  descansado  algunos  días  en  Jaén,  en- 
^i^ando  aquella  reducción  al  wali  de  Jaén  Labi  ben  Obeidala ,  se  vino 
a  Córdoba. 

Cuando  el  rey  Abderahman  llegó  á  su  alcázar  de  voella  de  su  visita 
^  las  Alpujarras  recibió  avisos  de  su  tío  Almndafar,  en  que  le  comuni- 
<^  las  ventajas  que  habia  conseguido  de  los  rebeldes  en  la  frontera , 
7  b  moerte  del  caudillo  de  dios  Ornar  ben  Hafsun ,  que  habia  fallecido 
^  tktra  de  Wesca,  y  que  habia  dejado  dos  hijos ,  Suleiman  y  Giafar, 
Ivmferus  de  su  valor  y  obstinada  n*beldía.  Abderahman  dio  gracias  á 


186  HISTORIA  DE  LA  DOMUIACIOII 

Dios  porque  diraüiraia  el  número  do  los  enemigos  de  la  paz  eatte  los 
muslimes :  fué  la  muerte  de  este  en  fln  del  año  306.  Manáü  el  rey  cods- 
truir  Tarias  mezquitas  asi  en  Córdoba  como  en  otras  ciudades  de  Es* 
paña  i  y  en  las  de  Córdoba  y  SeviUa  hizo  poner  fuentes  con  harmosas 
pilas  de  mármol ,  y  reparar  el  gran  puente  de  Guadalquivir ;  y  enca^ 
la  inspección  de  estas  obras ,  y  las  de  los  reales  alcázares^  i  su  wazír 
Nasar  Abu  Otman,  ¿  quien  el  rey  estimaba  y  disUnguia  entro  loa  de 
su  consejo  por  su  nobleza  y  mucha  erudición. 

En  el  año  307  (918)  hubo  peste  y  gran  mortandad  en  España  y  en  Al- 
magréb ,  tanto  que  los  hombres  so  cansaban  de  enterrar  sus  muertos : 
en  España  y  en  África  se  hicieron  rogativas  y  penitencias  públicas ,  y  no 
salían  los  homlMres  de  las  mezquitas  para  implorar  la  divina  misericor- 
dia. En  Almagréb  y  en  parte  de  Andalucía  un  ftierle  huracán  arrancó 
muchosárbolesgrandesymudias  casas.  Murió  este  añoenCórdobalsmail 
ben  Boxair,  prefecto  de  oración  de  la  aljama,  y  fué  enterrado  con  mucho 
acompañamiento  en  la  macbora  ó  ccmcotmo  do  los  Arrayanes ,  en  el  ar- 
rabal. Y  en  este  tiempo  hizo  el  rey  cadi  de  Sidonia  ¿  Cbalaf  ben  Hamid  el 
Caneni ,  ó  de  Canena ,  hombro  do  mucha  celebridad  por  su  virtud  y  sabi- 
duria.  Entre  tanto  los  rebeldes  de  sierra  Elbira,  acaudillados  de  Aso- 
mor ,  sabida  la  partida  del  rey  se  atrevieron  á  dejar  sus  enriscadas  for- 
talezas ,  y  descendieron  á  los  campos.  Fué  contra  ellos  el  vali  de  Jaén , 
y  los  venció  en  una  sangrienta  escaramuza;  pero  los  rebeldes,  fingiendo 
que  bulan ,  los  llevaron  por  una  rambla  á  un  valle  de  espesa  arboleda 
y  rodeado  de  bosques,  y  saliendo  otros  de  sus  emboscadas  acometieron 
por  todas  partes,  encontrando á  los  que  seguían  adelante,  y  siguiendo 
á  los  que  mas  cautos  so  retiraban ,  y  aunque  muchos  se  unían  para  am- 
pararse y  contener  á  los  enemigos ,  al  Gn  fueron  rotos  y  desbaratados ,  y 
padecieron  atroz  matanza ,  que  pocos  lograron  escapar  de  la  ferocidad 
de  los  enemigos ,  rompiendo  las  porfiadas  tairas  que  los  ceñían  y  acosa- 
ban. Esta  desgracia  y  otras  que  sufrió  la  gente  de  Jaén  se  ocultaban  y 
disminuían,  y  so  decía  que  continuaba  la  guerra  con  varia  fortuna ;  pero 
los  rebeldes  cada  día  se  obstinaban  mas  en  su  resistencia ,  y  fiMrlificaban 
sus  pueblos. 

En  la  frontera  oriental  ocupó  el  inincipc  Almudafar  varios  pueblos 
y  fortalezas,  y  en  una  escaramuza  en  tiwra  de  Lérida  murió  peleando 
el  año  308  Abddruf  ben  Ornar  el  Casati ,  que  era  de  los  principaks  de 
Lérida ;  y  su  muerte  fué  muy  sentida  del  principe  Almudafar  por  su 
mucho  valor  y  crédito  en  aquella  frontera.  En  esta  ocasión  se  apoderó 
de  Medina  Fraga  y  de  Mequineza ,  que  habían  tenido  los  rebeldes;  y 
entró  en  Montixon^  que  había  mantenido  en  obediencia  el  ivali  Ishac 
ben  Ibrahim  el  Ocaili. 

En  las  sierras  de  Elbira  continuaban  las  ventajas  de  los  rebeldes ,  y 
el  wali  de  Jaén  Lcbi  ben  Obeidala  pidió  auxilios  A  los  alcaides  do  Bal- 
oona  y  Algafdat ,  y  al  vali  Ishao  ben  Ibrahim  b^  Sacr  el  Ocaili ,  que 
Até  en  su  socorro  el  año  300 ,  y  pelearon  contra  Asomor  con  varia  for- 
tuna :  en  una  batalla  los  venció ,  y  aprovechando  su  victoria  sorpren- 
dió AscMttor  la  ciudad  de  Jaén  y  otros  fuertes  de  la  comarca.  £1  wali 


U  J109  ARABSS  EN  ESPAÑA^  187 

Idttc  el  Ocafli  Tino  á  Córdoba  con  esta  infausta  nueva ,  y  reOrió  al  rey 
hs  circunstancias  de  este  desmán ,  y  el  estado  de  aquella  provincia.  £1 
rey  le  recibió  con  mucha  honra ,  y  con  tanto  agrado  como  si  este  respe- 
table jeque  hubiera  venido  á  comunicarle  una  victoria,  ó  la  conquista 
y  allanamiento  de  aquella  tierra.  Ordenó  que  este  anciano  quedara  en 
Córdoba  para  descansar  como  su^  aik»  y  venerables  canas  requerian  $  y 
escriláó  á  sua  alcaides  de  tierra  de  Tadmir  para  que  allegasen  sus  gen- 
tes, que  él  mismo  quería  ir  á  terminar  aquella  guerra.  En  este  ano  fa- 
Oedó  d  hagib  del  rey ,  llamado  Ismail  ben  Badrc ,  el  que  escribió  elogios 
de  los  borotees  ilustres ;  y  dio  este  cargo  al  cadi  Muhamad  ben  Said  ben 
Huía,  hombre  muy  docto  y  amado  del  pueblo :  ganó  este  cadi  la  con- 
fianaa  del  rey  Abdcrahman ,  y  asi  lo  decia  su  vazir  Abdcbnelic  ben 
Gehwar ,  que  no  era  creíble  ni  se  hallaría  que  un  ministro  tan  severo  y 
retirado  como  este  Muhamad  hubiese  asi  ganado  el  corazón  de  su  señor. 
Teniaa  también  en  este  tiempo  la  estimación  y  favor  del  rey  los  inge- 
niosos y  eruditos  caballeros  Hasan  ben  el  Hasan  Abu  Aly ,  Uamado  el 
Sonat,  hombre  de  gran  cultura  y  elegancia ,  y  Saadon  ben  Ornar  de 
Raya,  que  uno  y  otro  elogiaron  al  rey  Abderahman  con  excelentes  ver- 
sos. Allegadas  las  tropas  de  Córdoba  y  de  tierra  de  Tadmir  partió  el  rey 
á  Jaén ,  y  puso  cerco  á  la  ciudad ,  que  no  tardaron  en  abandonar  los  re- 
beldes, retirándose  á  sus  montes :  mandó  d  rey  perseguirlos  por  dife- 
rentes partes ,  y  se  refugiaron  unos  á  sus  guaj  aras  y  precipicios ,  y  otros 
á  la  fortaleza  de  Alhama,  que  tenia  muy  abastecida  y  fortificada  el  cau- 
dillo Asomor.  La  posición  y  sitio  del  lugar ,  y  el  valor  y  constancia  de 
sos  moradores  hacían  muy  difícil  y  lai^o  el  cerco  do  aquella  fortaleza ; 
pero  el  rey  Anasir  propuso  no  levantar  el  campo  hasta  tener  á  sus  pies 
la  cabeza  del  pérfido  Asomor.  Se  daban  cada  dia  recios  combates ,  y  los 
cercados  se  defendían  con  desesperado  ánimo  :  se  arruinaron  con  leños 
7  fuego  parte  de  sus  fuertes  y  torreados  muros ,  y  se  entró  la  fortaleza 
con  atroz  matanza  de  ambos  partidos  r  fueron  pasados  á  cuchillo  los 
pocos  que  se  hallaron  vivos  en  Alhama ,  quo  la  mayor  parte  murieron 
peleando.  Entre  los  cadáveres  pareció  Asomor,  ya  moribundo,  cubierto 
de  heridas,  que  apenas  era  conocido;  y  presentado  asi  al  rey  mandó 
descabezarle,  y  envió  su  cabeza  á  Córdoba  con  la  nueva  de  esta  victo- 
ria :  fué  este  suceso  en  principio  del  año  311 ,  ó  fin  del  anterior.  Luego 
pasó  el  rey  Abderabman  á  Granada,  y  se  detuvo  en  ella  algún  tiempo, 
porque  esta  ciudad  le  agradaba  sobre  manera.  En  esta  ocasión  hizo  el 
rej  cadi  de  la  aljama  de  Granada  á  Abulhasan  Aly  ben  Omar  do  Ham- 
dañ,  de  los  Meruanes  Algaríbes  de  Siria.  £n  fin  del  año  310  (923)  murió 
en  Córdoba  Otman  ben  Rebia,  natural  de  alli,  hombre  de  muy  florida 
midícion  y  iritica,  que  había  hecho  una  colección  do  las  mejcHrcs  poe- 
sías de  los  ingenios  de  España.  Después  de  la  muerte  de  Asomor  los  pue- 
Uüs  de  sierra  Elbira  se  rindieron ,  por  fuerza  de  armas  lus  mas  princi- 
pales ,  y  los  otros  convencidos  de  su  propia  convenientía ;  y  acabada 
esta  karga  y  sang^rienta  guerra,  el  rey  se  vino  á  Córdoba ,  donde  fué  re- 
obído  ooQ  grandes  demostracioiics  de  alegria. 


188  HISTORU  BE  LA  DOVIlfACHNf 

CAPITULO  LXXIII. 

I>e  la  rendición  de  Toledo. 

Cuando  descansaron  sus  g:iiardias  de  la  fatiga  de  esta  gnerra,  se  dieron 
órdenes  á  los  caudillos  de  tierra  de  Toledo  para  principiar  con  mucho 
caloría  reducción  de  aquella  ciudad.  Ordenó  el  rey  al  waU  Abdala  ben 
Jali ,  que  estaba  en  las  fortalezas  del  Tajo ,  que  con  la  gente  de  Zorita 
y  sus  comarcas,  y  por  la  parte  de  Talayera  y  de  Calatrava,  se  entrase 
y  corriese  el  término  de  Toledo  para  quitarles  los  frutos  y  mieses :  así 
se  hizo,  y  talaron  la  tierra  dos  anos ,  que  no  les  dejaron  recoger  nada. 
En  fin  del  afto  313  falleció  en  Córdoba  Isbac  ben  Ibrahim  ben  Sacr  el 
Ocaili ,  que  habia  sido  caudillo  en  tiempo  del  rey  Mubamad  y  de  sus 
hijos  los  reyes  Almondhir  y  Abdala ,  y  en  la  frontera  oriental  mantuvo 
la  fortaleza  de  Montixon  contra  el  rebelde  Hafsun,  y  yencido  de  este 
caudillo  Tino  á  Córdoba,  en  donde  poco  después  murió  :  fué  su  féretro 
acompañado  de  la  nobleza  de  la  ciudad. 

Viendo  el  caudillo  Giafar  ben  Hafsun ,  que  estaba  en  Toledo ,  que  si 
se  ponia  cerco  á  la  ciudad  no  seria  posible  mantenerla  por  falta  de  pro- 
yisiones ,  y  que  no  habia  recursos  en  los  pueblos  cercanos ,  que  todo 
había  caído  en  manos  de  Abdala  el  Jali ,  no  quiso  verse  forzado  á  entre- 
garse á  sus  enemigos ,  y  con  pretexto  de  amparar  y  defender  la  tierra , 
recogiendo  cuantos  tesoros  tenia  y  pudo  juntar  de  sus  parciales ,  ha- 
biendo encargado  la  ciudad  y  su  defensa  á  un  esforzado  caudillo,  salió 
de  la  ciudad  con  la  gente  mas  granada  suya  y  algunos  caballeros  princi- 
pales ,  que  ignorando  sus  intentos ,  quisieron  acompañarle.  A  pesar  del 
valor  de  Giafar  y  de  sus  tropas  continuaron  las  talas  de  la  tierra  de  To- 
ledo, y  al  tercer  año  escribió  el  rey  Abdcrabman  á  los  walíes  de  Me- 
rída  y  de  Valencia  para  que  enviasen  sus  gentes  al  cerco  de  Toledo.  Q 
alcaide  de  Talayera ,  el  de  Uclísy  Calatrava ,  fueron  los  primeros  que 
cercaron  la  ciudad  :  púsose  un  numeroso  campo  á  la  parte  AlguGa  ó 
del  norte,  por  donde  no  está  ceñida  del  rio  Ts\jo  :  que  por  donde  este 
rio  la  ciñe  el  monte  es  alto  é  inaccesible.  Los  primeros  días  hicieron  los 
de  Hafsun  algunas  salidas  contra  los  cercadores,  favorecidos  de  unos 
grandes  y  antiguos  edificios  que  hay  fuera  de  la  ciudad  por  aquella 
parte.  Luego  que  el  rey  tuvo  nuevas  do  la  llegada  de  sus  gentes  de  Mé- 
rida  y  tierra  de  Valencia  salió  de  Córdoba ,  y  fué  al  cerco  de  Toledo 
para  abreviar  la  entrada  en  la  ciudad  :  con  su  presencia  se  adelantaron 
los  trabajos :  mandó  destruir  aquellos  antiguos  edificios  que  estaban 
entre  la  ciudad  y  su  campo;  y  aunque  todavía  quedaba  muy  defendida 
con  su  natural  elevación  y  levantados  muros ,  impidió  las  salidas  de  los 
cercados,  que  desde  entonces  fueron  menos  frecuentes. 

Viendo  el  caudillo  de  Giafar  el  determinado  ánimo  dol  rey  de  entrar 
en  la  ciudad,  y  conociendo  que  los  vecinos  ya  no  podían  vivir  por  falla 
de  provisiones,  y  que  por  otra  parte  sos  pocos  soldados  no  bastaban  á 
defender  todas  las  puertas  y  contorno  de  las  murallas,  propuso  á  los 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAPIA.  189 

vecinos  principales  qoe  acordascD  suplicar  al  rey  <]uc  les  concediese  el 
seguro  de  sos  vidas,  y  le  entregaran  la  ciudad.  Habia  en  ella  muchos 
qoe  decían  qne  no  debían  rendirse ,  sino  quedar  enterrados  en  las  ruinas 
de  h  dudad.  Los  mas  prudentes  fueron  fía  acuerdo  de  ofrecerse  á  la  ele- 
mencia  del  rey ,  y  para  disculpar  mejor  su  obstinada  y  larga  resistencia, 
que  seria  bien  facilitar  en  una  alborada  la  fuga  de  tres  ó  cuatro  mil 
hombres  de  los  mas  yalicntes  que  de^fendian  la  ciudad ,  y  luego  abrir  las 
puertas  al  rey  su  señor.  £1  mismo  caudillo  de  Giafar  adoptó  y  aprobó 
este  pensamiento.  Lo  comunicó  á  sus  compañeros ,  y  sin  mas  dilación  á 
U  noche  animando  á  sus  mas  esforzadas  tropas  concertaron  su  salida  en 
la  madrugada,  porque  no  se  divulgase  el  intento  y  k>  supiesen  los  cerca- 
dores. Antes  de  la  venida  del  día  salieron  impetuosamente  y  rompieron 
(OQ  dosmfl  caballos  el  campo  de  la  gente  de  Talavera  .*  siguieron  asidos 
á bsdnchas  y  estribos  otros  dos  mil  hombres,  y  entre  el  tropel  y  al- 
jtaara  y  la  confusión  de  este  movimiento  lograron  escapar  cerca  de  cua- 
tro mil  hombres ,  qne  muy  pocos  quedaron  en  manos  áe  los  cercadores. 
Todo  el  campo  se  puso  en  armas,  y  luego  supo  el  rey  que  las  tropas  de 
Piafar  b^  Hafsun  habían  huido  de  la  ciudad,  y  concibió  la  esperanza 
de  entrar  en  ella  muy  en  breve.  Aquel  mismo  dia  salieron  enviados  de 
h  ciodad  á  suplicar  al  rey  que  los  recibiese  bajo  su  fe  y  amparo ,  y  no 
quisiese  que  los  inocentes,  infelices  y  pacíficos  habitantes  de  aquella 
ciudad  fuesen  tratados  como  rebeldes ,  pues  muy  á  su  pesar  habian  man- 
tmido  las  tropas  del  rebelde  Hafsun,  y  en  el  momento  que  se  veían 
libres  de  sus  opresores  venían  á  ofrecerse  á  la  obediencia  de  su  rey.  Ab- 
derahman  les  ofreció  el  seguro  de  sus  vidas  y  bienes ,  y  les  mandó  que 
abriesen  sus  puertas  con  la  dd>ida  confianza.  Volvieron  los  enviados  á 
ia  dudad,  y  á  la  hora  estuvieron  abiertas  todas  sus  puertas :  los  princi- 
pales vecinas  y  gentío  innumerable  salió  á  ofrecerse  á  la  clemencia  del 
it'y,  qoe  los  trató  con  benignidad.  Entró  (X)n  la  caballería  de  su  guar- 
<b  7  principales  caudillos  por  Bab  Sacra  entre  las  aclamaciones  y  gene- 
ral alegría  del  pueblo.  Concedió  el  rey  un  perdón  general  á  todos  los 
babitantes :  despidió  las  tropas  de  Mérída  y  Valencia  i  y  encargó  al  wali 
AbdaU  ben  Jali  el  perseguir  á  los  fugitivos  restos  de  la  hueste  de  Giafar 
beo  Hafinm.  Fué  la  entrada  de  Abderabman  Anasir  en  Toledo  en  el 
^  315  (927) ,  y  permaneció  en  esta  ciudad  hasta  el  fin  de  este  año  ^ 
^  el  gobierno  de  Toledo  al  caudillo  Abdala  ben  Jali ,  y  partió  el  rey  á 
CMoba ,  d(Mide  fué  recibido  con  grandes  alegrías. 

£1  rébelóe  Giafar  solicitó  el  auxilio  de  los  cristianos  de  GaUcia ,  ofre- 
óéodose  por  vasallo  y  apazguado  de  su  rey.  Con  numerosa  hueste 
descendieron  los  cristianos  al  Duero ,  y  pasando  este  rio ,  vinieron  á 
^^amora  y  Salamanca  hasta  llegar  con  su  campo  sobre  Talavera ,  y 
cwibalieron  sus  muros ,  y  destruyeron  sus  antiguos  edificios ,  y  las 
iMpas  dd  wali  de  Toledo  fueron  contra  esta  poderosa  hueste  y  pelearon 
CQO varia  forUina ,  y  no  lograron  hacerles  levantar  el  campo,  y  en- 

é 

J  Afcmifeda  dice  que  el  rey  Anasir  entró  la  dudad  por  fuerta  y  árrainó  iu8  muros;  pero  üo 
"Anié  Mtt  anrot,  tino  nraehof  ediilciot  que  babia  extriimiifoi. 


190  HISTORIA  DE  LA  DOnNAClOll 

traron  los  enemigos  en  aquella  ciudad  y  robaron  muchas  riquezas,  y 
mataron  hombres,  niños  y  mugeres  con  bárbara  crueldad.  El  wali  de 
Toledo  levantó  la  gente  de  su  nrovincia  y  fué  contra  los  cristianos  que 
huyeron  á  sus  tierras  cargados  de  despojos ,  talando  y  estragando  la 
tierra.  Abdala  ben  Jali  los  persiguió  bastad  Duero,  y  mantuvoaqueUa 
flrontera ,  y  avisó  al  rey  de  los  grandes  daños  que  los  cristianos  habíaii 
hecho  en  su  entrada ,  y  como  habían  destruido  la  ciudad  de  Talayera  y 
otros  muchos  pueblos  de  la  comarca ,  que  la  caballería  muslioae  no  habia 
podido  alcanzarlos  en  su  retirada  que  hablan  hecho  por  los  montes  entre 
jaras  y  arbustos. 

Este  año  317  murió  en  Córdoba  el  alfaqui  Faiflo  ben  Salema  ben 
Gewair  el  Gohni  el  Baheni ,  hombre  de  maravillosa  erudición ,  y  célebre 
por  ella  en  todas  las  aljamas  de  oriente  y  de  occidente.  También  murió 
este  año  el  sabio  alfaqui  Amran  ben  Otman  ben  Joñas  de  Córdoba.  En 
este  tiempo  llegó  é  Córdoba  desde  la  frontera  oriental  el  tio  del  rey,  d^ 
jando  aquella  conquista  en  buen  estado ,  que  los  enemigos  no  osaban 
descender  de  sus  montes  ni  salir  de  sus  enriscadas  fortalezas.  La  nueva 
de  la  entrada  de  los  cristianos  hasta  Talavera  fué  causa  de  su  venida ,  y 
apenas  aDegó  las  banderas  de  la  gente  de  M érida  y  de  Córdotw ,  partióá 
tomar  cumplida  venganza  de  los  daños  recibidos.  Pasó  el  Du^t)  esta 
hueste ,  y  entró  en  Galicia  á  sangre  y  fuego,  quemaban  los  pueblos  y 
talaban  los  campos ,  tomando  cautivos  y  ganados  sin  perdonar  vida  de 
hombre  de  armas  tomar.  Huian  las  gentes  de  sus  pueblos ,  y  todo  lo  de- 
jaban por  salvar  sus  vidas.  Era  ya  tan  grande  la  presa  y  el  número  de 
cautivos ,  que  ordenó  el  caudillo  la  vuelta  por  no  embarazar  mas  sos 
tropas.  Ai  paso  del  Duero  aparecieron  los  cristianos  en  considerable 
número,  y  los  muslimes  para  disponerse  á  pelear  sin  recelo  de  sus  cau- 
tivos ,  que  eran  muchos ,  los  degollaron.  La  batalla  fué  harto  sangrienta, 
y  los  muslimes  quedaron  vengados :  los  cristianos  volvieron  dejando  en 
el  campo  grap  parte  de  los  suyos  para  agradable  pasto  de  floras  y  affó 
carnívoras.  A  la  vuelta  mandó  Almudafar  reparar  los  muros  de  Tala- 
vera,  y  se  acabó  la  obra  año  319.  Entró  Almudafar  en  Córdoba  el 
año  318 ,  y  fué  recibido  con  aclamaciones  de  triunfo.  En  este  mismo 
año  318  falleció  en  Córdoba  el  cadi  Sohaib,  hombre  muy  estimado  del 
rey  Abderahnian  por  su  integridad  y  justicia ,  aunque  sospechado  de 
bebedor  de  vino  según  la  secta  de  la  Iraca. 


CAPITULO  LXXIV. 

De  las  cosas  del  Magréb,  y  estado  de  los  Benl  Edris  en  Fez. 

En  este  tiempo  andaban  en  Almagréb  muy  encendidas  revueltas  y 
civil  discordia :  para  inteligencia  do  tan  importantes  acaecimientos 
compendiaremos  el  estado  de  las  cosas  del  reino  de  Fez,  para  que  se 
vea  la  ocasión  y  el  principio  del  poder  do  los  reyes  de  España  en  aquellas 
provincias. 


BE  LOS  ARAMIS  EN  ESPAÑA.  191 

H  imam  Muhmnad ,  hijo  de  Abdala ,  de  la  desccndeucia  de  Aly ,  habla 
íomado  las  armas  en  Arabia  contra  el  califa  Abu  Giafar  Almanzor  : 
este  imam  era  biznieto  de  Husein,  hijo  del  catira  Aly.  £n  el  año  145  (762) 
íoé  derrotado  cerca  de  Medina  por  las  tropas  de  Almanzor,  y  se 
refíigió  á  la  Nubia.  Después  de  la  mnerte  de  Almanzor  le  sucedió  su 
bijo  Almahedi ,  y  el  imam  Muhamad  volvió  á  la  Mecca  cuando  los  pe- 
ngrínos  estaban  reunidos  en  aquella  casa  santa ,  y  le  reconocieron  y 
xhnianm  por  su  legitimo  soberano  los  moradores  de  Mccca  y  Medina 
j  lodos  k»  pdeblos  del  Hegiaz*  Su  virtud  y  loable  vida  le  mereció  el 
reoooibre  de  Elnasf  Asequiyat,  justo  y  piadoso :  tenia  Muhamad  seis  her- 
IBID08,  lahye ,  Snleiman ,  Ibrahim ,  Muaá ,  Isa  y  Edris ,  y  á  los  cuatro 
eofíó  á  propagar  el  Islam  en  diferentes  provincias.  Aly  pasó  á  África, 
Vabje  fué  al  Corasan ,  Suleiman  á  Egipto,  y  desde  adli  pasó  ¿  la  Nubia 
despaes  de  la  muerte  de  Muhamad ,  y  de  alU  á  la  tierra  de  los  negros : 
<le  ata  pasó  á  tierra  de  Z&b  en  la  provin<;ia  de  África ,  y  después  entró 
en  Tdencen  dé  tierra  del  Mf^réb ,  donde  se  estableció :  tuvo  muchos 
kíjos  que  se  difundieron  en  lád  provincias  de  Duncalá  y  de  Sus  Alacsá. 

EUmamMuhamad,  que  juntaba  poderosas  huestes,  fué  el  año  179  (785) 
contra  d  ejército  del  califa  Almahedi ,  y  le  dio  batalla  muy  san- 
l^ata  á  seis  millas  d|e  Mecca ;  pero  quedó  vencido  y  murió  peleando 
como  baeno.  Poco  después  su  hermano  Ibrahim ,  que  estaba  en  Basra , 
lovü  la  misma  suerte.  Edris,  sabida  la  muerte  de  sus  dos  hermanos, 
bu)ó  coa  su  liberto  y  familiar  Raxid,  y  se  vino  á  Egipto,  donde  fué 
icopdo  de  un  leal  partidario  de  los  descendientes  de  Aly .-  el  Egipto 
litaba  entonces  en  manos  de  los  Alab&s :  el  wall  de  Egipto ,  aunque  supo 
SQ  venida,  no  quiso  mancillar  sus  manos  con  la  sangre  de  un  pariente 
dd  profeta  ni  incurrir  en  la  desgracia  de  su  soberano  concediendo  asilo 
a  oü  enemigo  suyo,  y  asi  mandó  avisar  á  Edris,  que  sabia  donde  estaba, 
^  partiese  sin  tardanza  y  en  tres  dias  saliese  de  Egipto.  El  mismo 
qoc  Ic  habia  hospedado  le  sirvió  de  guía,  y  por  caminos  seguros  y  extra- 
viados le  llevó  á  tierra  de  Barca ,  para  evitar  que  cayese  en  manos  de 
^  que  le  buscaban  de  orden  del  califa.  Llegados  á  Barca  le  proveyó  de 
^  necesario  y  le  dejó  con  su  liberto  Raxid.  Pasaron  de  allí  á  tierra  de 
'^ca  sin  detenerse ,  y  permanecieron  algnn  tiempo  en  Cairvan ,  y  alli 
'cwdaron  pasar  á  Almagréb  Alacsá.  El  liberto  Raxid  le  disfrazó  y  vistió 
^  esclavo  para  mayor  seguridad ,  y  le  llevó  á  Telencen ,  donde  estu- 
^imm  algunos  dias.  De  aqui  entraron  en  Tanja ,  pasaron  el  rio  Mu- 
'tfja  hasta  entrar  en  la  provincia  de  Sus  Aladná,  que  se  extiende  desde 
Hrio  Mnluya  hasta  el  rio  Om-arrebia ,  que  es  la  mas  fértil  provincia 
^1  MagrA :  la  superior,  ó  Sus  Alacsá ,  se  extiende  desde  el  Gebal  Al  • 
<l<!ren,  ó  Atlas,  hasta  Belad  Nún.  Era  entonces  Tanja  cabeza  de  todo 
^  Magréb.  Se  detuvo  alli  Edris  pocos  dias,  porque  no  halló  medios  de 
^plir  sus  intentos ,  y  en  compañía  de  su  leal  Raxid  pasó  á  Yelila, 
ciudad  de  corta  población  y  de  muy  feraz  campiña.  Favorecióle  su  go- 
''eroador  Abdelmegid  Eleurobi,  que  era  de  la  secta  de  los  motazelies : 
^  buena  acogida  que  le  hizo  este  wali  llenó  de  conQanza  á  Edris ,  y  le 
^''scubrió  quién  era.  A  los  seis  meses  do  su  permaneoGía  en  VeUta^  Ab^ 


192  HISTORU  ^£  LA  DOMIÍ^IACiON 

delmegid  jttQió  su  familia  y  las  cabilas  ambas ,  y  les  presentó  á  Edrís, 
y  de  común  acuerdo  le  aclamaron  por  su  rey  «n  la  luna  de  Ramazaa  del 
año  172  (788). 

Los  zenctcs  y  otras  cabilas  de  berbcries  de  Alraagréb  slguieroiiesü! 
ejemplo;  Tiéndese  Edris  poderoso  emprendió  diferentes  conquistas: 
sojuzgó  toda  la  provincia  de  Temezena ,  lu<^  la  de  Tedela,  cuyos  mo- 
radores eran  kís  mas  críslianos  y  judíos ,  y  les  obligó  á  entrar  en  d 
Islam :  siguió  sojuzgando  todo  el  Magréb ,  forzando  á  los  infieles  cris- 
líanos  y  judios  á  rendirse  á  su  obediencia  :  se  apoderó  de  las  ciudades  y 
fortalezas  en  donde  sehabian  refugiado ,  y  les  obligó  á  abrazar  el  Islam. 
Después  de  estas  expedicK>nes  muy  venturosas  se  adelantó  contra  Te- 
lenceú  para  sujetar  las  cabilas  de  Alagaraba  y  Beni  Yefrun :  el  wali  de 
esta  se  entregó  por  avenencia ,  y  luego  mandó  edificar  una  mezquita. 

La  fama  de  las  conquistas  de  Edris  llegó  á  los  oídos  del  califa  HaruD 
Raxid ,  y  le  pesó  mucho  de  ellas ,  y  tuvo  temor^  y  consultó  sd>rc  esloá 
su  wazir  Yahy e  ben  Gbalid  el  Harmcki ,  y  por  su  consejo  envió  á  Magréb 
un  hombre  muy  astuto  para  asesinar  á  Edris.  £1  enviado  para  esto  fué 
Suleiman  ben  Jorais ,  hombre  docto  y  elocuente ,  el  cual  supo  ganar  la 
confianza  de  Edris,  porque  entonces  en  Magréb  no  había  sino  gente 
rústica  é  ignorante ,  de  suerte  que  Edris  notcnia  otra  persona  con  quien 
tener  una  conversación  agradable.  El  cuidado  y  desvelos  del  leal  Kaiid 
impidieron  mucho  tiempo  el  que  Suleiman  pudiese  poner  en  obra  su 
infame  encargo.  Un  dia  que  estaba  á  solas  con  Edris  le  presentó  un  po- 
mo de  olor  diciendo  que  le  había  traído  de  Asia ,  porque  en  Magréb  qo 
habría  confecciones  aromáticas ,  y  le  suplicaba  se  dignase  recibirle.  £1 
botecUlo  estaba  emponzoñado ,  tomóle  Edris ,  y  Suleiman  fingiendo  una 
necesidad  natural  salió  y  se  fué  á  gran  priesa  á  su  casa,  tomó  un  vdoz 
caballo  y  huyó  al  momento.  Edris  apenas  olió  el  botecillo  cuando  cajú 
desmayado,  y  en  la  tarde  de  aquel  mismo  dia  falleció  sin  haber  podido 
hablar  una  palabra.  Poco  después  de  la  muerte  de  Edris  se  notó  la  falla 
de  Suleiman  i  y  sabido  que  había  partido  de  la  ciudad  con  tanta  dili- 
gencia por  haberle  encontrado  algunos  á  distancia  de  cEa,  al  puulo 
sospechó  el  leal  Raxid ,  y  luego  partió  en  su  alcance,  y  al  paso  del  rio 
Muluya  le  alcanzó  y  le  acometió ,  y  le  hirió  y  cortó  la  mano  derecha ; 
pero  logró  escaparse.  No  dejó  Edris  hijos  nacidos ,  sino  una  esda^a 
preñada  de  siete  meses.  Juntó  Raxid  las  cabilas  berberíes,  y  les  propuso 
que  esperasen  que  la  esclava  diese  á  luz  su  preñado,  y  si  fuese  niño  le 
reconocerían  por  su  señor,  y  si  fuese  niña  los  jeques  de  las  tribus  dis- 
pondrían del  trono  como  les  pareciese.  Todos  convinieron  en  esto ,  j^e 
concertaron  en  tener  á  Raxid  por  señor  si  la  hermosa  ^  Kinza  pariese 
niña.  A  los  dos  meses  la  esclava  parió  un  hermoso  niño  que  fué  llamado 
Edris,  y  fué  reconocido  por  heredero  del  trono,  y  Raxid  quedó  en- 
cargado de  la  regencia  y  educación  del  principe  duraute  su  menor  edad. 

A  los  once  años  y  meses  fué  Edris  jurado  rey  por  todas  sus  cabilas, 

1  En  mi  manuscrito  arábigo  de  la  Historia  de  Fes  so  llama  esta  esclava  Kclhira ;  pero  en  oi/a^ 
coplas  buenas  mudados  los  ápiees  de  la  f A,  esta  se  hizo  »,  y  b  r  so  oonvirtid  en  s  ,y  resulto 
Kiau ,  que  Uunbten  es  nembre  luado  ile  i&ugefos.  ^  . 


DE  LOS  ÁRABES  £N  £SPA?«A.  193 

y  comenzó  á  gobernar  por  si  mismo :  la  fama  de  sus  virtudes  le  atrajo 
nochos  pneblos  &  su  cbcdiencia ,  y  acrecentó  mucho  la  fuerza  de  sus 
ejércitos.  Hada  grandes  honras  á  los  árabes ,  y  so  fueron  muchos  de 
España  á  vivir  en  sus  estados.  Entre  oíros  distinguió  mucho  á  Omair 
bcn  Masab  Alezdi,  y  le  tomó  por  wazir,  y  por  cadi  á  Amer  ben  Muha- 
mad  bcn  Saíd  el  Caisi ,  de  la  familia  de  Cais  Gailan :  era  este  hombre 
piadoso  y  muy  docto  tradicionero ,  discípulo  de  Malic  y  de  Sofian ,  pasó 
í  España ,  y  alii  bizo  la  guerra  contra  inGeles ,  luego  volvió  á  África  ¿ 
h  provincia  Advra ,  en  donde  halló  muchos  árabes  que  siguieron  sus 
consejos,  j  se  pasaron  al  partido  de  Edris ,  y  fueron  tantas  las  cabilas 
berberíes  que  vinieron  á  Velila,  que  no  cabian  en  la  ciudad.  La  gran 
coDcorrencia  de  pueblos  en  Yelila  dcterininaron  al  rey  Edris  á  fundar 
Doa  nneva  ciudad  en  un  sitio  vecino  al  rio  Zebú ;  pero  notando  que  era 
lagar  expuesto  á  las  inundaciones  de  invierno  del  rio  Zebú ,  mudó  de 
ppQsamiento,  y  la  edificó  en  otro  lugar  comprando  el  terreno  á  los 
beri)eríes  que  lo  poseian :  esto  fué  año  192  (807)  de  la  Hegira.  Edificó  la 
dudad  partida  en  diferentes  barrios,  ó  cuarteles  divididos  ron  muros, 
ni  eqiecial  dos  grandes  barrios,  uno  llamado  Alcarvin ,  y  otro  Andalu- 
lin,  y  eo  el  de  Alcarvin  edificó  la  grande  aljama ,  que  costeó  una  muger 
noble  llamada  Fátima ,  y  la  aljama  del  barrio  Andalucin  otra  insigne 
BQger  llamada  Maryem ,  ambas  con  bienes  licitos  y  heredados  de  sus 
PmÍcs  y  hermanos.  Después,  en  tiempos  posteriores,  se  hicieron  magni- 
ficas estas  aljamas :  cuentan  que  un  jodio  cavando  los  cimientos  de  una 
casa  halló  una  estatua  de  muger  que  tenia  en  el  pecho  una  inscripción 
que  decía :  En  este  lugar  estaban  los  baños  que  habian  durado  mil  años , 
»  destruyeron  para  edi^r  un  templo  al  servicio  de  Dios.  De  la  ferti* 
üdad  de  la  tierra  de  Fez  dtce  Abdelbalim  que  los  frutales  en  las  huertas 
de  foera  de  la  puerta  de  Beni  Mosafir,  y  en  los  prados  que  llaman 
Mrrg-Carca,  dan  dos  frutos  al  año ,  de  suerte  que  se  comen  peras  y 
manzanas  nuevas  en  estio  y  en  invierno ;  y  en  el  sitio  llamado  Hafs  Al- 
niasara ,  fuera  de  la  puerta  llamada  Sab  Asheria ,  que  es  una  del  barrio 
Alcarvin ,  se  siegan  las  mieses  á  los  cuarenta  dias  de  sembradgs,  y  he 
▼isto  por  mis  ojos  tierras  sembradas  á  15  de  abril ,  y  segadas  en  fin  de 
nayo,  de  manera  que  en  cuarenta  y  cinco  dias  dieron  una  buena  co- 
secha ;  y  esto  fué  el  año  690 ,  que  llamaron  de  la  Seca ,  porque  no  llovió 
gota  en  cuatro  meses,  que  hasta  2  de  abril  no  cayó  lluvia  alguna,  se 
bbr6  k  tierra ,  y  quiso  Dios  que  en  tan  poco  tiempo»  fuese  la  cosecha 
(^niohedi<^. 

Edris ,  después  de  edificar  la  ciudad  de  Fez ,  dilató  los  limites  de  su 
imperio  con  muy  venturosas  conquistas ,  y  murió  en  el  año  213  (828) , 
de  edad  de  treinta  y  tres  años ,  dejando  doce  hijos  varones ,  y  le  sucedió 
en  el  trono  el  mayor  llamado  Muhamad.  En  el  reinado  de  este  hubo 
discordia  y  guerra  doméstica ,  que  debilitó  las  fuerzas  del  estado :  sin 
embargo  los  hijos  de  Edris  continuaron  reinando  hasta  el  año  375 , 
como  veremos.  En  el  reinado  de  Yabye ,  hijo  de  Muhamad ,  quinto  rey 
<klos  Edrises ,  se  engrandeció  la  aljama,  que  sucesivamente  se  fue  acre- 
ceatando  por  otros  principes.  Yahye  bcn  Edris  ^  octavo  rey  de  esta  di- 
ta 


194  mSTORU  DE  lA  DOMINACIOH 

nasüa ,  ae  yió  cercado  ca  su  capital  d  aiio  305  (917)  por  las  tropas  de 
Obeidala,  primer  califa  de  losFatimitaa,  y  logró  d  rey  Yahyo  que  se 
levantase  el  cerco  pagando  gran  cantidad  de  dinero  y  obUgándose  á  obe- 
decer á  Obeídala  conoo  á  su  S(d>erano. 


CAPITULO  LXXV. 

Del  «lUdo  de  lot  Bcni  Wih  en  Afriea. 

Porqae  mejor  pueda  entenderse  la  ocasión  de  las  guerras  que  el  rey 
Abderahman  fué  forzado  á  mantener  en  África  en  tierras  de  Alma- 
gréb ,  será  bien  compendiar  los  mas  importantes  sucesos  de  los  fieni 
Aglab ,  señores  de  África. 

En  el  año  144  (761)  el  califa  Abu  Giafar  Almanz(»r  nombró  amir  de 
África  á  Muhamad  ben  Alaxath  el  Gazei ,  y  con  la  hueste  que  Uevó  á 
ella  fué  Ahmed  ben  Abi  el  Aglab ,  que  era  su  nombre  Ibrahim  ben  Ab- 
dala  ben  Ibrahim  ben  Aglab  Abulabas :  era  hombre  docto  en  la  lengua, 
y  en  astrologia  y  otras  ciencias ,  pero  muy  yano  y  preciado  de  su  no- 
bleza :  era  deudo  suyo  Ased  ben  el  Forat  ben  Scnén ,  fmnfliar  de  Beoi 
Solmi  de  Nisabur ;  este  habia  nacido  en  Uarran ,  y  se  apellidaba  Abu 
Abdala,  ysolia  decir  de  si  y  de  sus  nombres:  Yosoy  Ased,  y  clleoala 
peor  de  las  fieras ;  mi  padre  Forat ,  y  Forat  la  peor  de  las  agoas }  mi 
abuelo  Senén,  y  la  sierra  la  peor  délas  armas.  Contaba  de  si  Abulogiab 
que  siendo  de  dos  años ,  el  año  144  le  llevó  consigo  su  padre  con  Mu- 
hamad ben  Alaxath  el  Gazei  en  la  hueste  y  que  entró  en  Gairvan , } 
permaneció  alli  cinco  años ,  que  después  pasó^n  su  padre  á  Tunes,  y 
estuvo  alli  como  nucye  años ,  y  cuando  cumplió  los  diez  y  ocho  sabia  de 
memoria  todo  el  Alcorán.  Luego  fué  á  Oriente ,  y  en  Medina  esludió 
ciencias ,  y  pasó  á  la  Iraca ,  y  volvió  á  Gairvan  año  Í8l  (797).  En  este 
tiempo  Seyadatala  ben  Ibrahim  ben  el  Aglab  le  encargó  el  mando  de 
tropas  que  enviaba  á  la  conquista  de  Sicilia,  y  salió  para  ella  en  la  lusa 
de  Rebft  primera  del  año  212 ,  que  conducía  diez  mU  hombres ,  los  no- 
vecientos dc^caballería :  que  conquistó  gran  parte  de  ella,  y  su  deudo 
Ased  ben  Forat  murió  cercando  Medina  Siracusa,  año  213  (827).  Escri 
bió  Zeyadalala  á  Mamún  el  califa  la  conquista  de  Sicilia  por  mano  del 
caudillo  Ased  ben  el  Forat. 

Quedó  ben  Abdala  el  Aglab  en  Sicilia  siguiendo  aqnella  conquista 
hasta  el  año  21 7  (832) ,  que  vino  á  África  con  muchos  cautivos  y  despo- 
jos muy  preciosos,  que  alli  consiguió  grandes  victorias.  Ya  el  año  üM 
habia  entrado  en  aquella  isla  como  ocho  años  antes  de  la  conquista  que 
hizo  de  ella  el  caudillo  Ased  ben  el  Forat.  Fué  wali  de  Sicilia  Abdala 
ben  Ibrahim  Abulaglab  desde  el  año  221  (835),  que  permaneció  allí 
todo  el  tiempo  de  su  vida. 

Zeyadatala ,  hijo  de  Ibrahim  ben  el  Aglab  Abu  Muhamad ,  fué  wali 
de  África  después  de  su  hermano  Abulabas  año  201 ,  su  padre  fué  de  lo» 
árabes  mas  esforzados  y  célebres  de  su  tiempo,  de  mucha  erudición  é  iu- 


0E  LOS  ÁRABES  EK  ESPAÑA.  195 

pm^  oaeift  oqiik>  treinta'afioa  antes  qae  Lehibatala  Ibrahim  el  Mahedl , 
7  {aé  Zoyadatala  qnien  edificó  la  aljama  de  Cair  van  y  su  patio  de  her- 
■om  hdriUos  y  mármoles ,  después  que  había  sido  destruida ,  y  edificó 
(ododmiiirab  de  mármol  de  abajoá  arriba  con  elegantes  labores  é  ios* 
crípcioues,  y  cercó  la  aljama  de  fuertes  muros  lalM*ados  con  piedras 
klucaí  y  negras  pulimentadas  y  brillantes :  delante  del  mihrab  colocó 
doi  colamnas  magnificas  de  p^fido  puro  purpúreo  y  figuradas  con 
taoxíis  ó  labores  naturales  en  el  pórfido ,  y  decian  los  que  Teian  estas 
coiomoas ,  asi  de  oriente  como  de  occidente ,  que  no  habia  cosa  seme- 
jiole:  que  d  seikir  de  Gostantinta  llegó  á  ofi*ecer  fot  ellas  lo  que  pesa- 
biD  de  oro,  y  no  se  le  bico  caso  por  honra  del  Islam.  £1  primero  que 
ailcA  esta  insigne  aljama  fué  Ceba  ben  Nafe  el  Fehri ,  que  fué  quien 
nvó  h  dodad  de  Gairran  el  afio  53 ,  y  cuando  fué  wali  do  África  Ha- 
n  ben  Nooman  el  Gasani  la  destruyó  menos  el  mihrab,  y  luego  la 
neÉílcó)  y  cuando  ñió  iprali  de  África  Jezid  ben  Hatim  año  155  se 
telniyó,  y  la  ifolvió  á  edificar,  y  cuando  lo  fué  este  Zeyadatala  lá 
faribó  y  la  edificó  con  mucha  magnificencia,  como  va  deseripta,  y 
«abó  la  obra  año  822  (837),  y  después  murió  él  en  luna  Regeb  dd 
afeS93. 

b  DolaMe  lo  que  se  cuenta  ^e  Abu  Ibrahim  Ahmed  el  Safekt  ben  el 
Agbb,  que  siendo  wali  de  Afirica  antes  dd  año  217  le  enrió  á  decir  d 
diifa  Almamun  que  haUa  entendido  que  aclamaban  en  sus  alminbares 
4  AiNUa  ben  Taher  ben  Alhusein ,  que  habia  sido  gobernador  de  Egipto 
r  de  África.  El  Aglab  se  ensañó  de  esto,  y  ordenó  que  el  enviado  del 
dUa  entrase  á  su  prcsenda  después  que  habia  comido  y  bebido,  y  e»- 
bteoon  sus  cabdlos  y  barba  erixados ,  y  sus  ojos  como  brasas  de  fuego, 
^Ma  que  atemorizó  al  enviado,  y  le  dijo  lleno  de  cólera  :  Ya  sabe  Amir 
Affitunenin  mi  lealtad  y  la  de  mis  antepasados :  impertinente  é  injusta 
9 10  reeonrencion ;  aqui  no  se  ha  aclamado  á  ningún  siervo  ftigiti vo  ni 
poicripto,  y  no  han  faltado  ni  faltan  inquietudes  y  pretensiones ;  y 
«hamioniano  A  una  bolsa  que  tenia  al  costado ,  sacó  mil  dinares  de  oro, 
f  ios  dio  al  en  viado  para  que  los  presentara  al  califa,  que  todos  estaban 
Mftidos  en  nombre  de  Edris  Alhasanl ,  esto  para  que  viera  el  califa  la 
ntensioa  y  ;poder  de  sus  enemigos  en  Almagréb ,  y  en  su  respuesta  al 
ciAifaalladió  en  dos  Oneas  estos  versos  .- 

8o}  eono  taego  «woiidldo  «n  sa  doro  pedernal  ^ 

Si  se  le  hiere  j  eicita ,  su  ardienle  Ilsma  dará  t 

Soy  Icón  que  sus  cachorros  guarda  en  su  cañaveral, 

6i  «an  ladrando  lé  irriu ,  so  muertoppoYooará  t 

Soy  mar  en  oalm»,  sus  olas  el  viento  puede  alterar : 

Temerario  navegante,  teme  la  furia  del  mar. 

IKoen  qne  Almámun  abbó  SUS  versos ,  y  quedó  satisfecho  de  su  leal- 
M  y  servicios. 

B  Afl^b  ben  Ibndmn  Abu  Icala,  apellidado  Gezar,  foé  wáli  de  África 
'opues  de  IhraUm  ben  el  Aglab ,  el  tercero  de  sus  hijos,  y  por  suí 
^vMes d primero  t  Abu  Alabas  Abdala sucedió  por  pacto á  su  padre, 
l^d Ikapo  da  en  muerte  estaba  en  Tarabolos ^  peto  su  hermano 


196  HJSTOmA  DE  LA  DOXINAClOlf 


Zeyadatala  se  alzó  con  el  estado  en  su  ausencia^  y  redbiú  la  jora  de  obe; 
dieacia  para  si  y  sa  familia,  pero  no  duró  puncho  su  permanencia.  £1 
segundo,  que  fué  Abu  Muhamad  Zeyadatala,  fuéquien  reinó  maa  tiempo. 
Abu  leal  sucedió  á  su  hermano  Zeyadatala ,  fué  el  tercero ,  y  se  le  Úa- 
nuaba  Abu  leal  el  Aglab :  fué  muy  breve  su  reinado ,  que  no  doró  ano 
dos  afios ,  nueve  meses  y  algunos  días  :  era  el  mas  virtuoso  de  su  fami- 
lia, y  muy  amado  de  sus  pueblos :  prohibió  en  Cairvan  el  uso  del  vino 
y  del  sahbá :  falleció  Abu  leal  en  fin  de  la  luna  Reble  segunda  afio  226 
(840). 

Sucedió  en  d  estado  su  hijo  Muhamad  ben  el  Aglab  ben  Ibrahim  ben 
el  Aglab  Abulabas ,  y  murió  día  lunes  dos  de  Muharram  ano  242  (856), 
y  tenia  treinta  y  seis  años ,  y  reinó  quince  y  ocho  meses  y  doce  dias :  no 
tenia  barbas ,  ni  dejó  hijos ,  pero  fue  bueno  y  generoso.  Le  hixo  gueira 
su  hermano  Ahmed,  y  lo  venció  y  obligó  á  retirarse  á  Oriente  .*  hubo 
otras  muchas  guerras  en  que  fué  veno^or  ayudado  de  su  hermano  d 
sq^undo ,  que  se  llam«d)a  Muhamad  también ,  y  se  apellidaba  Abu  Ab- 
dala,  y  era  gobernador  de  Tarabolos  de  su  orden,  y  alli  murió  en  so 
tiempo  el  año  233  (847) :  y  dio  Muliamad  este  gobierno  al  hijo  de  so  her* 
mano  que  llamaban  Abulabas ,  y  este  fué  quien  hizo  versos  celebrando 
en  ellos  su  prosapia.  Ibrahim  ben  Abi  Ibrahim  Ahmed  ben  Abi  Abdala 
hubo  el  mando  después  de  su  hermano  Abu  Abdala  Muhamad  ben 
Ahmed ,  el  conocido  por  el  Goranic ,  por  su  afición  á  la  caza  de  grúas : 
fué  este  Muhamad  declarado  sucesor  por  pacto  de  su  padre ,  y  se  celebró 
su  jura  con  gran  solemnidad  de  mas  de  cincuenta  jurados  en  la  aljama 
de  Cairvan ,  jueces  y  alfaquies,  y  sin  embargo  cuando  pereció  AhnMsd  A 
G<Mninic,  seis  dias  pasados  de  la  luna  Giumada  primera  del  año  271  (874), 
8U  hy o  Muhamad  fué  echado  del  pueblo  de  Cairvan ,  y  eligieron  á  Ibra- 
him ben  Ahmed,  y  Dios  los  castigó  con  sus  injusticias  y  agravias ;  Ucgó 
á  tanto  que  le  llamaban  el  malo :  al  principio  de  su  reinado  fué  bueno, 
y  mantuvo  justicia  como  siete  años ;  luego  después  se  apoderaron  de  Á 
sus  pasiones  y  sus  enemigos ,  y  derramó  mas  sangre  que  todos  los  de  sa 
familia ,  y  principió  asesinando  á  sus  compañeros  catibes  y  hagibes ,  y  á 
sus  deudos  con  muchas  crueldades ,  aun  contra  mugeres  de  su  familia : 
era  tan  avaro  como  cruel  y  vano :  él  decia  en  unos  versos  -.  Nosotros  so- 
mos astros,  hijos  de  las  estrellas,  nuestro  abuelo  fué  la  luna  del  cido, 
el  sol  nos  dio  su  poderoso  influjo ;  ¡  quién  llega  á  tan  alta  y  celeste  no- 
bleza !  Ojalá  hubiera  él  durado  tan  poco  como  la  celebridad  de  sus 
versos,  y  lo  mismo  su  descendencia ;  pero  su  reinado  fué  largo  y  malo 
como  noche  de  invierno ,  pues  reinó  veinte  y  nueve  años ,  cinco  meses 
y  diez  y  ocho  dias :  Dios  cumplió  su  divina  voluntad. 

Cuenta  Abu  Obeid  el  Becri ,  que  Ibrahim  b(*p  Ahmed  fué  quién  edi- 
ficó Medina  Roqueda ,  y  estableció  en  ella  su  corte ,  y  la  trasladó  de  Me- 
dina Alcázar  Cadim ,  y  construyó  en  Roqueda  alcázares  y  aljama  de 
magnifica  y  maravillosa  fábrica ,  y  no  cesó  desde  entonces  de  ser  la 
corte  ó  casa  del  reino  de  los  Beni  Aglab ,  hasta  que  fué  echado  de  ella 
Zeyadatala  por  Abdala  el  Xiyei ,  caudillo  de  Obeidala  el  Mahcdi ,  y  este 
liabító  en  ella  hasta  que  se  trasladó  á  Mahedia,y8e  llevó  los  vecinos  y 


VE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  197 

ÜBédatrnyéndola  sin  cesar  en  sn  tiempo,  hasta  que  reinó  Aben  Isnrnil , 
qoe  destruyólo  qoe  quedaba,  arrasando  hasta  sus  ruinas ;  que  no  quedó 
(un  memoria  sino  unos  huertos.  No  hay  en  África  ambiente  mas  puro 
j  ddidoso ,  ni  temple  mas  benigno ,  ni  auras  mas  apacibles  y  saluda- 
bles que  Jas  dd  sitio  de  Roqueda.  Se  refiere  que  un  principe  de  Bcní 
Af  lab  estaba  enfermo ,  que  hahia  dias  que  no  podía  dormir,  y  le  ordenó 
SQ  ishac,  esto  es ,  su  médico ,  que  era  de  Atrifal ,  que  si  no  podía  dor- 
mir que  anduYiese  é  hiciese  ejercicio  en  el  campo,  que  así  lo  hizo ,  y 
cuuido  llegó  al  sitio  de  Roqueda  se  adurmió,  y  por  esto  desde  entonces 
se  llamó  Roqueda  :  se  labraron  casas  de  recreo  de  los  principes. 
Cuando  la  edificó  y  pobló  Ibrahim  ben  Ahmcd  prohibió  en  Cairvan  la 
TCDta  del  vino,  y  la  permitió  en  Medina  Roqueda ,  y  con  este  motivo  se 
quejaba  un  ingenio  de  Cairvan ,  y  decía :  O  señor  de  los  hombres ,  hijo 
de  sus  señores ,  cuan  sumisos  y  atentos  estamos  á  tu  soberana  voluntad ; 
por  eUa  el  vino  es  harem  prohibido  en  nuestra  ciuda^ ,  y  es  halcl  licito 
en  Roqueda !  Cuenta  Abu  Ishac  el  Raquiqui,  que  en  el  imperio  de  este 
Ihrahim  se  fomentó  y  floreció  la  literatura  en  África ,  y  el  exquisito 
gusto  en  las  artes.  Cuenta  el  mismo  que  Becret)en  Hemád  el  Tahartí 
teoia  necesidad  de  presentar  al  rey  una  súplica ,  y  los  siervos  le  dijeron  : 
Hoy  al  alba  salió  el  rey  ábolgarse  en  sus  jardines  con  sus  esclavas ,  y  no 
DOS  es  permitido  entrar  adonde  está ,  que  hoy  no  se  qpupa  de  negocios  : 
fiieel  Tabarti  escnbió  en  unas  rosas  que  debían  presentarse  al  rey  y  á 
sos  esdavaa  estos  versos  : 

Las  beraoMf ,  aunque  eaclavafl  y  de  lo»  tioinlires  polilla , 

Como  soberanas  mandan  y  á  sus  dueflos  esclavizan : 

Pero  si  qaereraos  rosas  cuando  el  campo  no  las  cria , 

Plaeíeiiica  nos  las  ofrecen  en  sus  mejillas  mas  lindas. 

Esta  súplica  yo  espero  que  será  favorecida , 

Por  ser  formada  de  rosas ,  Imagen  de  sus  mejillas. 

Los  versos  fueron  leídos ,  aplaudidos  y  cantados  por  las  esclavas  del 
fey,  y  el  Tabarti  logró  el  Cavor  que  pretendía,  y  una  cédula  sellada  de 
den  diñares. 

Había  puesto  el  rey  Ibrahim  ben  Ahmcd  el  Aglab  en  el  gobierno  de 
Tvaboioa  k  su  |Hrimo  Muhamat  ben  Zeyadatala  ben  Muhamad  bon  el 
Afiab ,  iKHDbre  humano  y  docto,  y  amigo  de  los  sabios :  su  padre  Ze- 
yadatala había  sido  "wali  de  África  después  de  su  hermano  Ahmed  ben 
Mahamad ,  que  fué  muy  político  y  de  buen  consejo ,  que  había  apren- 
tto  ooD  el  omíí  Suleiman  ben  Amrán ;  solía  decir  que  Zeyadatala  el 
Signir ',  que  asi: se  le  llamaba  á  distinción  de  su  padre  Zeyadatala  ben 
IlaidiiBi  ya  dicho ,  era  el  principe  mas  sabio  y  mas  virtuoso  de  los  Beni 
Agiab.  El  rey  Ibrahim  ben  Ahmed  aborrecía  á  este  su  primo  vrali  de 
Tarabolos,  y  este  por  su  parte  no  quería  bien  al  rey  su  primo,  y  exci- 
tado de  algunos  enemigos  ó  agraviados  del  rey  Ibrahim  envió  un  cadi 
al  caUfii  de  Bagdad  Almoatedhid ,  y  le  dieron  quejas  de  las  tiranías  y 


x^..,  el  Sainiir  signiflca  el  chico  y  úliíroo  en  orden,  este  Zeyadatala  no  fué  sino  el  se^ 
I  de  este  nombre » que  deapues  hubo  otro  Zeyadatala ,  que  fué  el  úllimo » y  en  quien  acabó 
eaa«sMllat 


IM  Hinonu  M  LA  DOMnuaoii 

cnieldadM  de  Ibrahim :  y  cuenta  el  historiador  Abo  lákaellinliiBi  Imo 
el  Casim ,  el  conocido  por  el  Raquiquí ,  que  ol  caUia  AUnooteAid  ei* 
críbió  á  Ibrahim  desdo  la  Iraca ,  dicíéodolo  que  estaba  mwafiUado  de 
los  males  y  crueldades  que  de  él  le  decian ,  que  oootuyiese  su  nalord 
indinacioD  á  derramar  sangre ,  y  al  mismo  tiempo  le  preTenia  qae  man- 
tuviese  eo  el  gobierno  de  Tarabolos  al  hijo  de  su  tio,  Muhaoiad  ben 
Zeyadatala ,  señor  en  aquella  tierra.  Con  estas  cartas  y  losarisoí  que 
Ibrahim  tenia  de  algunos  envidiosos  y  péríidos  amigos  que  le  eomirai* 
caban  las  diligencias  y  pasos  de  su  primo  Muhamad  ben  Zeyadatala  oon- 
tra  él ,  partió  Ibrahim  á  Tarabolos  Gngiendo  que.  saUa  para  Egipto,  y 
aparentando  con  él  mucha  benevolencia  hasta  que  se  apoderó  ¿  él  ce- 
nando en  su  alcázar,  y  le  mató  y  davó  en  un  palo  con  tanto  odio  y  cmel- 
dad,  que  mató  á  todos  sus  hijos  é  hijas  ciiioos  y  grandes,  y  mandó 
abrir  el  vientre  á  las  mugeres  y  esclavas  preñadas ,  atrocidad  barbarse 
inhumana ;  fué  esto  el  año  283  (989)  i  y  todo  esto  se  hiao  con  tanta  cde- 
ridad  que  entre  su  salida  y  su  vuelta  no  pasaron  quince  diaa.  Babia  es- 
crito este  principe  Muhamad  el  libro  intitulado  Recreo  de  coraaonas,  y 
otro  libro  de  las  flores ,  y  Abu  Aiy  Husein  ben  Abi  Said  el  Cairvani 
menciona  algunas  de  sus  poesias ,  y  una  historiado  los  Beni  Aglab,  qae 
él  mismo  había  compuesto. 

El  rey  Ibrahim  ben  Ahmed  declaró  sucesor  de  su  reino  á  su  bíjo 
Abdala  ben  Ibrahbn  ben  Ahmed  Abulabas;  era  muy  esforsado  y  polt- 
tico ,  muy  sabio  en  el  arte  de  la  guerra ,  que  su  padre  le  ejerdió  en  alia 
desde  muy  niño  :  vivió  en  tiempo  de  su  padre  en  continuos  temores  y 
sobresaltos  por  su  cruel  natural  y  condición  inhumana  contra  deudos  y 
extraños  :  era  muy  diOcil  el  agradar  con  sumisión  y  rendimiento  á  tan 
maligna  índole  i  se  sirvió  de  él  su  padre  en  muchas  guerras ,  y  le  distin- 
guió entre  sus  hermanos  por  su  discreción  y  valof  y  la  feUcids^  de  sos 
armas.  Luego  que  le  declaró  sucesor  del  reino  le  entregó  el  sello  real, 
y  Ib  fecha  do  este  decreto  era  dia  juma  echo  dias  Mtantea  de  la  lana 
Reble  primera  año  S89  (901),  el  misny)  dia  en  que  murió  él  calila  Al* 
moatedhid,  y  le  sucedió  su  hijo  Almoktefibila.  'Esk  la  luna  Dylcada  de 
este  mismo  ana  murió  el  rey  Ibrahim  ben  Ahmed ,  y  aqueUa  noche  se 
vieron  eomo  laucadas  infinitas  estrdlas  que  se  esparcieron  como  Bavii 
á  derecha  ó  icquierda ,  y  se  llamó  este  i^  el  de  UÍa  Estrellas.  Reinóeite 
r^y  Abdala  ben  Ibrahim  un  año  y  cincuenta  y  dos  dias ,  que  fueron  de 
eqíuidad ,  humanidad  y  justicia ;  pero  no  concedió  el  cielo  esta  veninra 
A  los  pueblos  sino  por  poco  tiempo ,  como  que  no  la  meréeian.  Asesina* 
ron  á  este  virtuoso  rey  Abdala  la  nodie  del  miércoles ,  ultimo  dia  de  b 
luna  de  Xahan  año  290  (909).  Habia  preparado  esta  maldad  su  propio 
hijo  Zeyadatala  ben  Abdida  ben  Ibrahim ;  teníale  su  padre  en  Sidlia 
como  desterrado  ó  preso ,  y  con  liviandad  y  mal  consejo  ordenó  á  tres 
esclavos  de  Sidlia  que  mataran  á  su  padre  :  esta  inhumana  y  ferina 
maldad  fuéejecutada  por  ellos  estando  el  rey  durmiendo  enau  cama  -,  y 
fueron  con  su  cabeza  á  Sicilia,  y  les  pagó  su  injusta  y  atroz  obcdienda 
davándolos  en  palos. 

Zeyadatala ,  hijo  de  Abdala  ben  Ibrahim ,  apeSidado  Abu  Moiar,  ftt¿ 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  199 

d  Htía»  de  Um  reyes  de  Bcni  Aglab ,  que  en  él  acabó  m  estado  por 
Obeidali  el  ñamado  Mahedi  %  primero  de  los  reyes  Axiyeis,  caando  el 
waH  del  Mabedi ,  el  esforzado  canditto  Aba  Abdala  el  Xíyei,  adelantando 
hi  pretcnsiones  de  Obeidalá ,  venció  elej^cito  de  Zeyadalala  en  diasA- 
Moseis  fallantes  de  la  lana  Giomada  postrera  del  año  296  (908),  y 
ttlr6  en  Medina  Elerbas  á  (taerza  de  espada :  llegó  la  nneva  á  Zeyada* 
tsb  á  la  hora  de  la  oración  de  Alasri  ó  media  tarde  del  domingo  si*^ 
gaienCe,  y  bayo  delante  de  los  vencedores^  y  se  entregó  á  ellos  todo  el 
país^pcrqne  no  le  amaban  sus  pueblos,  ypasóáTarabdos  ala  dere- 
cha de  Diar  Misr  confines  de  Egipto,  y  fué  su  reinado  seis  anos ,  dos 
meses  j  algunos  dias.  Este  tiempo  lo  pasó  en  vanidades  y  delicias  en 
Bledina  Roqueda ,  que  habia  poblado  su  abuelo  IbraUm  ben  Abmed , 
qne  la  habia  edificado  y  hecho  amena^  y  que  corriesen  en  ella  aguas 
cristalinas,  y  plantó  aUi  diversidad  de  árboles  frutales ,  y  alamedas  de 
apacible  sombra ,  con  muchos  arrayanes  y  otros  preciosos  árboles  aro- 
máticos ,  y  construyó  una  buena  muralla  que  cercaba  los  alcázares ;  el 
iiaOBellainÉbtBagdadyelotroelMochtar,  que  eran  de  mas  extensión 
qne  Medina  Cairvan ;  y  entre  ambas  ciudades  habia  la  distancia  de  seis 
míDa*.  En  el  reinado  do  este  Zeyadatala  se  edificó  de  sa  orden  una  so^ 
riba  ó  grande  alberoa  de  quinientas  turaias  de  larga,  y  cuatrocientas  de 
aacba,  ó  iba  á  ella  un  espacioso  canal  que  formaba  un  claro  lago ,  que 
llamaban  el  mar ;  y  en  él  edificó  un  hermoso  aloáxar,  que  se  UamalM  al 
Arte ,  construido  sobre  cuatro  grupos  de  muchas  columnas  unidas ,  y 
gastó  en  él ,  sin  cantar  las  multas  y  condenas  de  loa  judíos  y  agemies 
ó  cristianos ,  dusoientos  y  treinta  y  dos  mil  diñares  de  oro,  SoUa  decir 
de  esle  alcáaar  Obeidalá  el  Mahedi  «pía  era  la  primera  y  principal  cosa 
de  las  Iras  que  había  visto  en  África  que  no  tenían  igual  ai  semejante 
en  Oriente.  Y  en  la  oonstruecion  da  este  magnificD  aleáaar  se  verificó  lo 
que  dada  an  ocasión  semejante  AbuUathl  d  BusU : 

Ed  juegos  y  vanidades  en  Unto  que  el  rey  se  huelgas 

El  hado  faUl  decide  de  su  estado  y  su  grandeza. 

If  léBtraa  en  ^laliciat  nada  á  tus  oidos  no  llega 

El  esiniendo  de  las  annas  ni  el  grito  dp  la  |»elea* 

Todas  estas  cosas  perdió  en  un  dia  desgraciado  de  batalla  el  rey  Zc- 
yadatala  el  aik)  296 ,  y  huyó  á  Egipto ,  y  idli  murió  violentamente.  Fué 
aclamado  en  Boqucda  Obeidalá  dia  juma  nueve  dias  por  andar  de  la 
lunaRcbie  postrera  año  297  (909) ,  y  fué  su  llegada  á  eUa  dia  jueves ,  y 
fué  aclamado  califa ,  y  asi  acabó  el  reino  de  los  Bcni  Aglab  después  de 
ciento  y  doce  años,  y  los  Bcni  Madrcz  reinaban  en  SigUmésa  después 
de  ciento  y  sesenta  años ,  y  reinaban  en  Tahart  los  Bcni  Buslam  des- 
pués de  ciento  y  treinta  años.  Mogbar  ben  Ibrabim  ben  Spfian  era  de 
lüs  Aglab ,  y  su  tio  el  rey  Ibrahim  bon  Ahmcd  le  habia  dado  el  gobierno 

*  MalMdi  qvicra  deelr  guiador  6  diréetor  de  loa  hombres  :  este  titulo  se  han  dado  varioB  Im- 
MMwea  ambieioaoa  antro  los  oinslimcs,  fundados  tn  nnaeitrafia  prodiedon  de  su  Annabl 
■shaaail ,  que  decía  qne  á  fnelta  de  trecientos  afios  habia  de  salir  el  sol  por  occidente  r  esto 
lo  amendieron  do  una  revolución  política  ó  religiosa  en  tierras  del  Magréb  ó  poniente,  y  c6n 
esto  tUnlo  cate  Obeidalá  fundó  It  dlnaaUa  de  los  Faiamla  4  lamaellta. 


^00  HISTORIA  DE  LA  BOMIIf ACIÓN 

de  Elarbosa ,  y  por  nn acalorado  juego  de  caSas  se  ensaüócOBlra  él,  y 
le  desterró  á  Sicilia ;  y  este  i^ali  mandaba  la  hueste  y  naves  que  estaban 
en  Mesína  y  tierra  de  Calauria  después  de  la  batalla  de  Milaso,  y  salió 
con  sus  naves  para  Calauria ,  y  cayó  en  manos  de  los  de  Rúm ,  y  le  lle- 
varon cautivo  á  Constaniinía ,  y  allí  Gnó  en  su  prisión ,  y  envió  aque^ 
líos  versos  de  sus  lamentaciones ,  que  allí  escribió  en  su  cautiverio ,  qae 
principian  : 


¡  Ok  quién  hubiera  ubído  lo  qoe  fortuna  ordenaba 

Gonira  mis  Aleairoranei  t  mis  valientes  de  Alcáiar 


t 


y  acaban : 


Tal  vei  aquel  que  iibrd  é  Jusnf  de  amanlet  bascas, 

£1  que  alivió  las  tristezas  de  Ayúb  y  su  malandanza , 

Aquel  que  salvó  á  Ibrabim  de  las  encendidas  llamas , 

Y  á  Muta  entre  Farabones  le  dio  veneedon  vara , 

Abatiendo  los  encantos  que  ¿  los  egipcios  pasmaban, 

DarA  al  cautivo  paciencia  como  le  da  la  esperanza. 

Mobamad  benHamza  fué  el  caudillo  que  envió  Zeyadatala  ben  Ibn- 
him  á  prender  á  Mansur  el  Tombuzi  en  su  akázar  de  Mahamedia,  j 
después  fué  vencido  y  muerto  en  batalla  por  la  poea  afeccicm  dd  ejér- 
cito á  su  rey  Zeyadatala  y  á  su  caudillo ,  y  Ahmed  ben  Mutiamad  ben 
Chamza  ben  el  &16I  fué  hagib  de  IbraMm  ben  Abmed  y  de  su  hijo  Ze- 
yadatala ,  y  le  confiaba  todos  sus  negocios ,  y  fué  muy  boen  caudillo  7 
prudente  consejero,  y  el  que  solia  decir  :  No  todo  lo  que  naeatros  ene- 
migos intentan  y  revuelven  contra  nosotros  son  cesas  convenidas  y  de- 
cretadas :  lo  que  ha  de  ser ,  y  k)  que  nos  ha  de  sobrevenir ,  favorable  ú 
adverso,  ya  lo  decretó  Dios  antes  que  lo  piensen  ni  deseen  mieatros  ami- 
gos ó  enemigos.  Abdala  ben  Asayí^  fué  safaib  el  barid  ó  capitán  de  los 
forénicos  ó  cursores  del  rey  Zeyadatala ,  y  contaba  Abu  Isbac  el  Ra- 
quiqui  que  el  rey  Zeyadatala  pocos  días  antes  de  sñ  desventura  pre- 
guntó á  un  cantor  suyo  si  sabia  algún  tono  ú  concepto  que  él  no  le  hu- 
biese ya  oido,  y  le  respondió  :  Señor ,  un  verso  solo,  pero  no  me  puedo 
acordar  de  su  principio  ú  primer  hemistiquio ;  y  le  dijo  el  rey :  Pues  di 
lo  que  salx» ,  y  le  cantó : 

Ya  de  la  triste  partida  el  infonslo  cuervo  ^  Ilesa. 

En  aquel  punto  llegó  Abdala  ben  Asayeg ,  su  correo  mayor  y  que  en 
muy  erudito  y  buen  poeta ,  y  le  dijo  el  rey  lo  que  pasaba ;  y  este  muy 
maravillado,  y  lleno  de  espanto  por  las  noticias  que  tenia  y  el  peligro  en 
que  todo  estaba ,  le  dijo  al  rey  :  No  vi  tal  en  mi  vida ,  el  primer  hemisti- 
quio de  esc  antiguo  verso  es  este : 

Ensaya  tu  corazón  y  al  sufrimiento  le  enseiía , 

Que  de  la  triste  partida  el  infausto  cuervo  llega. 

1  En  la  vida  vaga  y  trashumante  de  los  árabes  bedawts  ó  campestres ,  observaban  ellos  qvc 
al  levantar  sus  tiendas  y  rancherías  para  mudarse  de  unos  valles  á  otros,  acudiíAi  euenos, } 
,corao  que  les  anunciaban  y  presagiaban  la  partida ;  porque  en  las  prevenciones  para  el  viaje 
solían  degollar  rcses  :  de  atiuí  procedía  el  llauíar  ellos  Gurab  albein,  cuervo  de  s^paradon  é 
de  partida ,  al  primer  cuervo  que  descubrían  al  disponerse  para  partir:  y  su  poesía  está  tloaa 
de  estas  imágenes  y  obserrancias  nlsticas. 


INB  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  301 

í  i  pocos  diad  despoes  faé  forzoso  qne  el  rey  Zeyadatala  hnyena  de* 
bnie  de  sus  enenúgos,  perdiendo  sns  estados ,  y  poco  después  su  Yida. 


CAPITULO  LXXVI. 

De  Im  r«ya0)Uyeis,  qae  «¡«recieroii  en  fin  de  esteoeiiuoar  en  África. 

Fué  el  primero  Obeidala,  apellidado  el  Mahedi  Aba  Muhamad :  se 
ignora  su  origen  y  verdadera  prosapia ,  asi  dcda  el  Razi :  unos  decían 
que  fué  hijo  de  Muhamad  bén  Abderahman  el  Bosri,  de  Medina  Sala- 
meya  :  oíros  dedan  que  fué  hijo  de  Muhamad  ben  Isroaíl  ben  Giafar 
ben  Muhamad  ben  Aly  ben  Husein  ben  Aly  ben  AIh  Taleb :  otros,  y 
muy  fidedignos ,  como  Abulcasim  Ahmed  ben  Ismail  el  Razi  el  Haseni, 
que  decía  :  Por  Alá  que  Obeidala  no  es  de  nuestra  ascendencia  y  pro- 
sapia, que  este  hombre  no  es  conocido  sino  por  sus  hechos  :  lo  mismo 
dona  Abu  Becre  ben  el  Teib  el  Baquillani.  Los  genealogistas  de  Egipto 
apuraron  mas  sus  yerdaderos  orígenes ,  y  Aben  Abi  Taher  en  sus  bis- 
lorias  de  Bagdad  manifiesta  que  el  levantado  ú  rebelde  en  tierra  de  ^ 
Cairvan ,  Obeidala  ben-  Abdala  ben  Salem ,  fué  un  ahorrado  de  Aben 
Siadan  d  Baheli ,  que  fué  Sahib  Xarta  y  caudillo  de  frontera  de  Zeyad, 
el  conocido  por  $üs  huestes  qne  llevó  á  Abdala  á  Salameya ,  y  aUi  se 
acomodó  con  unos  honrados  mercaderes ,  y  que  trataba  en  azófar  y 
otros  metales  en  aquella  ciudad  :  que  cuando  se  levantó  el  Carmati  en 
Siria  se  fué  con  él ,  y  despules  se  huyó  á  Egipto  y  luego  á  Algarbe ,  y  en 
Occidente  fiíé  conocido  por  el  Bosri :  dice  Razi  que  entró  ya  con  el  en 
Cairvan  su  hijo  Muhamad ,  el  conocido  por  Abulcasim.  De  suerte ,  que 
DO  se  conviene  ni  en  su  prosapia  ni  en  su  nombre,  ni  en  la  de  su  hijo, 
pues  hay  quien  dice  que  el  hijo  fué  Abderahman :  otros  que  Muhamad 
fué  quien  le  educó ,  que  Obeidala  fué  de  Beni  Hasan  ben  Aly ,  y  que 
Abulcasim ,  el  qne  sucedió  en  la  rebelión,  fué  de  Beni  Husein  ben  Aly 
Ismaelí  -.  que  Obeidala  se  casó  con  la  madre  de  Abulcasim ,  que  era 
Rumia,  y  de  la  familia  de  Bieni  Husein ,  y  que  se  apellidóestc  joven  Abul» 
casim,  Abderahman ,  Muhamad  y  Abu  Giafar,  y  también  Hasan  :  que 
entró  con  0beidala4e^  Siria  en  Egipto  t  que  aÜi  esperó  los  de  Yemen 
y  después  los  de  Barca  :  que  entró  con  sns  amigos  y  gente  de  confianza 
en  Magréb :  que  paró  en  Sigilmésa ,  y  se  le  allegaron  los  berberíes ,  y 
dio  d  principal  impulso  á  sus  conquistas  Abu  Abdala  el  Xíyei  :  que 
venció  el  ejercito  de  Zeyadatala  el  Aglab ,  y  le  hizo  T^ali  de  Roqueda, 
y  á  su  hermano  Abulabas  de  ZAb  y  otras  comarcas  de  Afríca;  y  en  pago 
de  tan  señalados  servicios  los  mandó  matar  á  los  dos  hermanos  á  Abu 
Abdala  y  Abulabas ,  que  era  mayor  que  él|  y  los  asesinó  Ambato  el 
Gotemi  de  sa  orden  en  dia  martes,  al  acabar  la  luna  de  Dylhagia ,  alk> 
298  (910),  y  los  mandó  enterrar  en  el  jardín  del  alcázar.  £1  mismo 
Ambalo  el  Gatemi  fué  muerto  cruehncnie  poco  después  por  orden  de 
Übeídala.  Loqfo  principió  á  edificar  Almahedia  :  dicen  que  en  sábado 
dia  5  deDykada  uño  303  (915),  y  tembló  él  sitio,  y  lo  fortificó  con 


m  HISTORf  A  W  LA  MMmACIOII 

Aúrtes  y  torreados  muros  j  magnlBco  alcázar ,  j  pobló  la  dadad  ooa 
sos  gentes ,  y  pasó  á  ella  Obeidala  en  XawaI  del  afio  308 ,  despaes  de 
haberse  apoderado  de  África  y  proTincias  de  Almagréb,  Tarabolos, 
Barca  y  Sidlia ,  y  declaró  sucesor  de  su  imperio  ¿  su  hijo  Abulcasim 
Alcayembimrila,  á  quien  enyió  dos  vecesá  Egipto,  la  primera  el  añoSOl , 
y  se  apoderó  de  Alejandría ,  Alfiúm  y  parte  de  Saida,  y  yoIyíó  áMa- 
gréb  año  809 1  y  no  cesó  de  acrecentar  sus  oonquistas  y  estado  hasta  qnc 
murió  á  mitad  de  la  luqa  Rebie  primara  año  329  (933) :  continuó  sa 
reinado  desde  que  llegó  á  Roqueda  y  fué  jurado  en  ella  hasta  que 
murió,  que  fueron  veinte  y  cuatro  años ,  dos  meses  y  yéinte  días  :  otros 
cuentan  su  reinado  desde  que  pareció  tríunftinte  en  Sigilmésa  en  pri- 
mero de  Bylhagia  año  290 ,  y  cuentan  desde  este  diá  hasta  que  murió  en 
Mahedla  veinte  y  cinco  años ,  tres  meses  y  tres  dias  cumplidos  de  cali- 
fado  :  era  de  sesenta  y  dos  años ,  habia  nacido  en  Salameya  ó  en  Bagdad 
año  260  (873} , '  y  su  hijo  Abulcasim  habia  nacido  año  379  ó  27B  (891). 
Cuenta  Aba  Obcid  el  Becri ,  que  Obeidala  el  Mahedi,  después  de  haber 
asesinado  al  wali  Abu  Abdala  el  Xiyei  y  á  su  hermano ,  escribió  á  las 
provincias  de  Atmagréb  para  que  sus  pueblos  se  vinieran  á  su  obedien- 
cia, y  se  dio  titulo  de  imam ,  y  tnéen  estas  tierras  el  primero  que  se 
llamó  amlr  araumentn  ó  principe  de  los  fletes ,  como  los  califas  de  Bag- 
dad; y  dicen  algunos  que  fué  quien  primero  acuñó  monedas  de  plata  y 
oro  en  Aftrica  con  estos  augustos  títulos.  También  escribió  con  muolia 
altanería  al  wali  Said  bou  Salhi ,  gobernador  de  Medina  Nocór  y  sus 
comarcas ,  en  Almagréb ,  que  las  tenfa  por  los  Meruanes  de  España ,  y 
decia  en  sus  cartas  que  no  rehusase  venir  á  su  obediencia  por  bien , 
porque  si  llegaba  á  entrar  por  fUerza  de  espada  no  quedaría  hombre  i 
vida  en  aquella  tierra ,  y  en  lo  bajo  de  la  carta  puso  estos  versos : 

Sito|Mttámlos?eiils,  MtotifUyMÉménola; 

qtierpis  ipe4ir  Im  armw ,        oí  veiioefé  ea  la  pole«  t 
Mis  espa4as  vencedoras  humillarán  a  las  vuestras* 

Un  ndaluff  originario  de  Toledo  ^  conocido  por  el  Achmia,  le  res- 
pondió de  orden  de  Said  ben  Salhi  en  estos  versos  con  loa  mismos  oon* 
Bonantes : 

Por  li  cusa  de  Bios  Juro  qp»  ^  Yanidcd  M  ckiga , 

Slo  jusUcia  en  (us  razones  ^  uí  en  tus  intentos  prudencia : 

Ni  eres  tú  sino  ignorante  á  quien  la  impiedad  despeña, 

o  barban)  que  no  tiene  do  Dios  ni  su  ley  ide#. 

?osoiros  do  Mabomod  seguimos  1«  recta  sondii , 

no  dudamos  que  Alá  confundirá  tu  soberbia. 


CAPITULO  LXXVII. 

Pe  la  guerra  auxiliar  en  almagréb. 

Andaban  en  África  y  Afanagréb  muy  resueltas  discordias  y  goerra 
e)vn ,  que  habia  principiado  con  la  invasión  do  Mdaa  ben  Abi  Alafia , 
maáv  de  Mequlnaza » eá  los  estados  de  Fez ,  contra  Yahye  ben  Bdris  desde 


Ms  iM  ahábes  eh  es»a1Ia.  m 

dateaos.  Aben  Alafia  se  apoderó  de  Peí  el  alio  SIS,  y  de  VdadTaEáy 
TesAl  jj  de  la  mayor  |ttrte  de  Almagréb  oon  las  ciudades  de  Asila  y 
Ssle  >  el  pnebk)  le  juró  y  aclamó ;  pero  se  levantaron  contra  él  alinea 
jeqoes  y  cabilas  zenetes ,  ó  por  lealtad  á  sus  reyes  ó  por  envidia  del  ea- 
grasdeeimiento  de  este  amir.  Estos  parciales  de  los  Edrises  escribieron 
sos  cartaa  al  rey  Abderabman  Anasir  de  España,  siifrilicándole  que  am- 
parase y  fayoredese  á  los  Edrise»,  injustamente  dcsposeidos  de  saa  es* 
todos ,  recordándole  la  antigua  amistad  de  sus  padres  desde  su  estableció 
míenlo  en  estas  partes  de  poniente :  que  los  enemigos  eran  gentejiárbara 
7  onel  que  no  cabía  en  las  dilatadas  regiones  de  Egipto ,  Barca  y  África, 
fue  no  plisaban  menos  que  en  apoderarse  de  todos'  los  estados  de  AI- 
nagrdb,  y  despuéslntentarian  también  pasará  España.  MrcyAbderah^ 
man ,  habido  su  consejo ,  respondió  á  estas  cartas  que  ampararía  á  los 
Edrises  contra  los  usurpadores  de  sus  estados.  Ordenó  que  sus  caudillos 
Gíafar  ben  Otman,  widi  de  Mayoreas,  y  el  Ocaili ,  amir  de  sus  naves 
(O  el  Mediterráneo ,  pasasen  á  África  con  hueste  de  á  pió  y  de  á  caballo , 
y  que  procediesen  de  acuerdo  con  los  caudillos  zenetcs  leales  á  los  Edri- 
ses, y  procurasen  ganar  á  su  favor  á  Musa  ben  Alafia ,  interesándole 
contra  loa  intentos  de  hnvasion  de  los  del  Xtyet :  asimismo  escribió  el 
rey  Abderahman  al  wali  Said  ben  Sahli ,  gobernador  de  Nocór  y  de  sus 
eomarcna  por  los  Meruanes.  En  el  afto  319  (981)  ocuparon  las  tropas  de 
Abderahman  las  ciudades  de  Gebta  y  de  Tanja ,  para  tenerlas  como  pre* 
sidios  de  seguridad  para  los  ejércitos  de  España,  y  las  repararon  y  for- 
fifiearon  sos  mvros ,  y  acordaron  con  los  caudillos  zonetas  asegurar 
aqodloa  estados  contra  la  invasión  de  los  del  Xlyef .  Muta  ben  Alafia 
ofreeió  eoBspirar  al  miamo  intento,  aparentando  amistad  con  aqueOoa 
á  quienes  tenia  ó  necesitaba. 

Elntre  tanto  loa  Bdrises  huyeron  á  la  fortaleca  de  Hijar  Anoaor  6  PeBa 
da  Agoflaa.  Musa  ben  Alafia,  después  de  pdear  eon  varia  fertuoa,  loa 
cercó  en  aquella  fortaleía  inaccesible ,  que  había  edificado  Muhamad 
ben  Ibrahim  ben  Mnbamad  ben  Alcasim  ben  Edri9  ^  su  altura  se  esconr 
día  entre  las  npbes.  8e  cansó  Alafia  de  las  dificultades  del  silio,  y  de- 
jando en  el  cerco^  á  su  caudillo  Abulf eth  d  Tesuli  con  mil  eabaÓos ,  as 
partíóá  Feí  en  el  afio  317.  Permaneció  Alafia  en  Fes  hasta  que  vino  á 
Magréb  Hamid  ben  Sobeil ,  caudillo  de  Obeidala  elXiyei,  desde  Abn»- 
hedta  eon  gran  hueste ,  y  con  él  Hamed  ben  Hamdaú  el  Hamdani  t  esto 
en  el  alio  390.  La  ocasión  de  su  venida  fué  que  Aben  Alafia,  al  partir 
dd  cerco  de  Hijar  Anosor  y  entrar  en  Feí,  quitó  la  vida  al  gubernador 
del  barrio  de  los  andaluces  Abdala  ben  Taalaba  ben  Muhamad  han 
Abud,  y  puso  en  su  lugar  al  hermano  de  este  Muhamad  ben  Taalaba,  y 
poooa  ifiaa  después  le  diespojó  dd  gobierno  y  lo  dio  á  Towal  ben  AM 
yendque  permanedóen  él  hasta  que  Fez  saliódel  poder  de  Aben  Ala^ 
fia ,  y  en  el  barrio  de  los  Gairvanes  puso  á  su  hij  o  Modin  t  luego  partió 
á  Medina  Tdencen ,  yse  apoderó  de  eUay  de  sus  comarcas ,  que  tenia 
Alhasan  ben  Abi  Ayxi  ben  Edris  el  Hasani ,  echándole  de  la  provincia  y 
snscenfinef )  esto  año  319 1  este  huyó  á  Medina  Melila  de  fictair  Mu- 
hya^  y  aBi  ae  defendió,  y  eaorjbiáal  Xiyei  desconfiando  del  aullia dt 


204  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

los  andaluces.  En  este  tiempo,  en  h  luna  de Xaban  dd afta 390  (939) , 
fué  adamado  Abderabman  Anasir ,  rey  de  España ,  en  Fez  y  en  todas 
las  ciudades  de  Almagréb ,  y  se  hizo  la  chotba  por  él  en  todos  sus  almin- 
bares.  La  fama  de  oslas  cosas  llegaron  i  Mahcdia ,  y  entonces  Obeidala 
el  Xiyei  envió  sus  caudillos  con  numerosa  hueste  -.  Namid  ben  Sobeil  pe- 
leó con  Muza  ben  AlaGa ,  que  huyó  vencido  con  sus  compañías  á  la  for- 
taleza de  Ain  Ishac,  en  tierra  de  TcsiU,  y  se  forii6có  en  ella.  Hamid 
pasó  á  Fez,  y  antes  de  llegar  á  ella  huyó  de  la  ciudad  Modin ,  hijo  de 
Muza  b^n  Ala6a :  entró  Hamid  en  Fez ,  y  dio  aqud  gobierno  á  liamed 
ben  Hamdani ,  y  se  vol?ió  á  la  provincia  de  África.  Los  Edrises  con  es« 
tas  noticias  salieron  de  Galat  Anosor ,  y  venci^^n  al  caudiUo  Abulfelh 
el  de  Muza  ben  Alafia ,  y  fué  la  entrada  de  Hamid  en  Fez  el  año  321 .  El 
wali  de  Nocór  Ahmcd  ben  Ahí  Becrí  ben  Abderahman  ben  Salili  con  los 
andaluces  fueron  con  mucha  diligencia  sobre  Fez ,  y  la  entraron  por 
fuerza ,  y  degollaron  siete  mil  de  los  de  Obeidala  el  Xiyei ,  y  quitaron  la 
vida  á  Hamed  q1  Hamdani ,  le  cortaron  la  cabeza,  y  la  enviaron  á  Muía 
ben  Ala^  con  su  hijo ,  y  Muza  la  envió  ¿  Córdoba  al  rey  Abderahmao. 
Luego  envió  el  rey  Abderabman  nombramiento  de  amil  ó  gobernador 
de  Fez  al  caudillo  Ahmed  ben  Becri ,  y  permaneció  en  esta  dudad  bajo 
la  protección  del  rey  de  España  y  de  Muza  ben  Alafia  hasta  qne  llegó 
Maysor  el  Feli ,  caudillo  de  Abulcasim  el  Xiyei ,  hijo  de  Obeidala  el  Fa- 
temi ,  y  cercó  Maysor  la  ciudad  de  Fez  basta  que  salió  Ahmed  ben  Becrí 
con  palabra  de  seguro  á  tratar  con  él,  y  le  presentó  muchos  rióos  pre- 
sentes :  Maysor  los  tomó ,  y  faltando  á  sus  pdabras  y  seguro  le  encadeoó 
y  k  puso  á  buen  recaudo,  y  le  envió  á  Mahedia :  estuvo  sicle  meses 
Maysor  sobre  Fez ,  y  concertó  con  los  de  la  dudad  que  proclamasen  á 
Abulcasim  el  Xiyei ,  y  le  pagasen  á  él  siete  mil  dinares ;  y  así  lo  hicieron, 
y  acuñaron  monedas  en  su  nombre,  y  le  hicieron  obotba  en  sus  mez- 
quitas, y  luego  partió  con  su  hueste  á  pelear  contra  Muza  ben  Alafia. 
Los  Edrises  aprovecharon  este  tiempo  favorable  y  ocuparon  la  mayor 
¡Horte  de  sos  tierras ,  y  Muza  ben  Alafia  no  cesó  de  retraerse  hacia  Safara 
y  á  los  confines  de  sos  antiguos  estados  desde  Medina  Ajarsif  hasta  Me- 
dina TekrAr  :  hasta  que  murió,  según  el  Bomozi ,  en  Velad  Múluya 
año  828,  que  sus  enemigos  le  quitaron  alevosamente  la  vida ;  y  lesuoe- 
dienm  sus  hijos  en  sus  estados.  Algunos  dicen  que  su  muerte  fué  en  d 
año  341 ,  que  le  sucedió  su  hijo  Ibrahim ,  que  murió  año  350 :  después 
hubo  á  mando  su  hijo  Abdala  ben  Ibrahim  hasta  que  murió  afio  360 ; 
j  después  le  sucedió  su  hijo  Ahmed  ben  Abdala,  y  en  sus  dias  acabó  el 
estado  de  los  Alafias  de  Mekineza  año  363. 

En  este  aüo  319  falleció  en  Zaragoza  Ishac  ben  Abderahman  Aba 
Abdelbomeid ,  hcHnbre  muy  docto  y  de  mucha  austeridad ,  á  quien  con- 
saltaban  todos  los  pueblos  de  España  oriental ;  y  en  miércoles,  nueve  dias 
Saltantes  de  la  luna  de  Regeb ,  falleció  en  Córdoba  el  cadi  de  su  aijatna , 
llamado  Aslam  ben  Abdelaziz  ben  Haxem ,  que  le  eonocían  por  Abulgaad, 
hombre  de  mucha  integridad,  muy  retirado  y  continuo  en  la  otados. 

A  mediados  de  la  luna  de  Safar  del  año  320  faBeció  en  G('>rdoba  Muha- 
saad  ben  Said  ben  Muza  ben  Hodeira ,  quedespues  de  haber  servido  en 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  ?05 

I»  prcfecloras  do  coras ,  y  de  ^raH  de  provincia ,  vino  ft  Córdoba  en 
tiempo  del  rey  Abdala  ben  Mnhamad ,  que  le  encargad  el  juzgado  de  jus- 
ticia urgente  de  la  ciudad :  después  fué  depuesto  de  este  cargo ,  y  luego 
ratitnido  por  el  rey  Abderahman,  que  en  premio  de  su  celo  y  buenos 
tenidos  le  nombró  su  hagib,  y  tuvo  toda  la  confianza  del  rey;  y  en 
ote  importante  cargo  falleció  con  grave  sentimiento  del  rey  Abderah- 
Bian ,  que  no  tuvo  después  otroliagib  de  igual  confianza. 

En  este  mismo  año  murió  en  Córdoba  Abdala  ben  Abilwalid  Abulna- 
thar,  alfaqni  de  mucha  integridad  y  sabiduría  :  poco  antes  de  su  muerte 
If  consultó  un  amil  de  la  ciudad  una  orden  larga  y  grave  que  recibió 
dd  rey ,  y  sin  acal)ar  de  leerla  le  respondió  Abulnathar  :  Mucho  tiempo 
antes  que  la  orden  del  príncipe  de  los  fieles  recibiste  el  libro  de  Dios  : 
considera  cuál  de  estas  dos  ordenanzas  es  la  mas  imp(»rtante  y  primera, 
7  obra  sin  recelo. 

Poco  tiémpo^espues  falleció  en  Jaén  Otman  ben  Said  el  Ganeni ,  natu- 
nl  de  aquella  ciudad ,  hijo  de  los  cadies  de  ella ,  hombre  de  loable  vida , 
nmj  retffado  y  sabio  :  era  conocido  por  Har  Caus ;  dejó  en  Jaén  muchas 
OKiDorias  de  su  beneficencia ,  y  su  sepulcro  fué  visitado  de  las  gentes. 

Eo  d  año  329 ,  á  mitad  de  la  hiná  Rebie  primera ,  falleció  en  su  ciudad 
de  Mabedia  el  rey  Obeidala  el  Mahedi ,  el  primero  de  los  Fatemis  ó  Is- 
naelícs ,  y  fué  aclamado  so  hijo  Casim ,  apellidado  Alcayem  Bimrila ; 
pero  este  acaecimiento  no  turbó  los  ánimos  ni  desalentó  las  esperanzas 
de  k»  parciales  y  caudillos  de  aquel  poderoso  estado. 


CAPITULO  LXXVIII. 

De  las  algarai  en  GtlicÍB. 

Las  nuevas  de  los  venturosos  sucesos  de  las  armas  de  Abderahman  en 
Ma^(4>  el  IVast  causaron  grande  alegría  en  España  j  pero  se  turbó  luego 
esta  en  Córdoba  con  los  avisos  posteriores ,  y  los  del  wali  de  Mérida , 
que  comunicaban  que  Aben  Isbacbcn  Omeya,  gobernador  de  Santarin, 
oTcodido  de  la  muerte  que  con  justicia  se  habla  dado  á  su  hermano  el 
^niT  Muhamad  ben  Ishac  por  sentencia  y  mandamiento  del  rey  Abde- 
rahman Anasir ;  aquel  noble  caudillo ,  olvidando  su  lealtad ,  se  habia 
pasado  á  la  protección  del  rey  Radmir  *  de  Galicia ,  llevándose  en  su 
compañía  muchos  esforzados  fronteros  de  aquella  ciudad  y  de  su  co- 
marca. Que  este  habia  aconsejado  y  dado  mayor  osadia  á  los  cristianos 
de  Calida,  y  habían  principiado  á  entrar  y  correrla  tierra  de  Lusitania, 
llegando  sus  algaras  hasta  Badalyox  y  Alísbona.  Mandó  el  rey  que  se 
juntase  la  caballería  de  Córdoba  y  de  Mecida ,  y  que  partiese  el  principe 
Almudafar  á  la  frontera ,  y  luego  salió  acompañado  de  muchos  caba- 
lleros que  quisieron  seguirle  voluntarios  á  esta  espedicion. 

En  Loátania  el  príncipe  Almudafar  peleó  contra  los  cristianos  de  Ga- 

1  Elle  fiiéel  ni  doa  Bmlro  U  de  iksturías  y  de  León. 


HISTORIá  DE  lA  DOHDUaM 

y  los  yendo,  obligándolos  k  retirane  ¿  la  derecha  del  rio  Doero 
macha  pérdida ,  y  la  caballeria  de  Almudafar  entró  y  Gqrrió  las 
leras  de  Galicia :  no  osaron  salir  contra  ella  los  cristianos  ni  el  re- 
c  Aben  Ishac  ben  Omeya.  Volvió  Almudafar  á  repasar  el  rio  Doero  ^ 
cgorada  la  tierra  se  Tino  por  Mérida  á  Córdoba  con  ricos  despojos 
sta  expedición.  Al  fin  dd  año  324  (935)  falleció  en  Córdoba  el  odi 
I  aljama  Ahmed  ben  Baqui  ben  Machlad,  hombre  de  muy  loable 
y  insigne  por  su  mucha  sabiduría  y  por  su  yirtud ;  murió  sfobiado 
ños  f  y  su  muerte  faé  sentida  de  los  pobres  y  desyalidot,  á  qoieneB 
su  yida  consoló  y  remedió,  y  su  féretro  acompaj&ado  de  toda  la 
e  de  la  ciudad. 


CAPITULO  LXXIX. 

Dt  1«  nindtckm  d«  MsSliui  Auhri* 

1  rey  Abderahman  Anasir  solia  pasar  las  temporadas  de  ^imayera 
oño  en  un  apacible  sitio  á  cinco  millas  de  Córdoba  Guadalquivir 
o ;  y  por  la  frescura  y  amenidad*  del  lugar,  por  sus  alamedasy  es- 
» bosque  mandó  edificar  alli  un  alcáiar  con  muchos  edificios  maguí* 
s  y  muy  hermosos  jardines  contiguos ,  y  lo  que  antes  habia  sido  una 
L  de  campo  se  transformó  en  una  ciudad,  fin  medio  de  ella  estaba  el 
alcázar,  obra  grande  y  de  elegante  fábrica.  Mandó  poner  en  él 
tro  mil  y  trecientas  columnas  de  preciosos  mármolefu  todas  de  ma- 
¡llosa  labor.  Entraban  cada  dia  en  la  obra  seis  mil  |flkras  labradas, 
las  de  mamposieria  que  eran  infinitas.  Todos  los  pavimentas  de  sos 
»eas  ó  cuadras  estaban  enlosados  de  mármol  con  diferentes  alicatados 
oficiosos  cortes  :  las  paredes  asimismo  cubiertas  de  mármol  con  va- 
alizares  ó  fajas  de  maravillosos  col(Mres :  los  techos  pintados  de  oro 
!nl  con  elegantes  atauxias  y  enlazadas  labores  :  sus  vigas ,  trabes  y 
¡sonados  de  madera  de  alerzc ,  de  péolijo  y  delicado  trabado.  En  algo- 
de  sus  grandes  cuadras  habia  hermosas  ftientes  de  agua  dulce  y  cris- 
tia ,  en  pilas ,  conchas  y  tazones  de  mármol  de  elcganles  y  varias 
Das.  En  medio  de  la  sala  que  llamaban  del  Califa  habia  una  fuente 
aspe  que  tenia  un  cisne  de  oro  en  medio ,  de  maravillosa  labor,  que 
labia  trabajado  en  Gonstantinia ,  y  sobre  la  fuente  dd  ctsne  pendía 
techo  la  insigne  perk  qae  habia  regalado  á  Anashr  el  emperador 
go.  Contiguos  al  alcázar  estaban  los  grandes  jardines  con  dlyersidad 
rboles  frutales ,  y  bosquecillos  partidos  de  laureles ,.  mirtos  y  arra- 
M ,  ceñidos  algunos  de  curvos  y  claros  lagos ,  que  ofrecían  i  la  vista 
ados  los  hermosos  árboles ,  el  cielo  y  sus  arreboladas  nubes.  En 
lio  de  los  jardines ,  en  una  altura  que  los  dominaba  y  descubría ,  es- 
i  el  pabellón  del  rey ,  donde  descansaba  cuando  venia  de  caza .:  e^ 
i  sostenido  de  columnas  de  mármol  blanco  con  Qiuy  bellos  capiteles 
idos :  cuentan  que  en  medio  del  pabellón  habia  una  gran  concha  de 
ido,  nena  de  azogue  vivo,  que  fluia  y  refluía  artificiosamente  como 
lera  de  agmi,  y  daba  con  los  rayosdel  sol  y  dek  luna  ua  resplaii- 


BB  tos  ARABBS  £N  KSPAJU.  207 

dor  qfm  dedomlmba*  Tenia  en  loi  jardines  diferenles  baSos  en  pilM 
de  mármol  de  mucha  comodidad  y  hermosura :  las  alcatifas ,  oortines 
;  velos  lejidoa  de  oro  y  seda  oon  figuras  do  Oores ,  selvas  y  animales 
eran  de  maravillosa  labor ,  que  parecían  vivas  y  naturales  á  los  que  las 
miraban.  En  suma ,  dentro  y  fuera  del  alcázar  estaban  abreviadas  las 
riquezas  y  delicias  del  muqdo  que  puede  goiar  un  poderoso  rey.  Se  Ik^ 
o»  estaciadad  Medina  Axabrá,  del  pombre  de  una  hormoia  esclava  del 
rey ,  á  la  coal  amaba  y  distinguía  entre  todas  las  otras  de  su  harem. 
Edificó  en  Medina  Azahrá  una  mosquita  que  en  preciosidad  y  elegancia 
aTcnt^aba  á  la  grande  de  Córdoba ,  y  construyó  también  en  ella  la  seci 
ó  casa  de  moneda  ^  y  otros  grandes  edificios  para  estancias  de  sus  guar* 
días  y  caballería.  Acabóse  la  obra  principal  el  afto  395  (936)  i  y  dfee  el 
Baquiqui  que  costó  sumas  inmensas.  Era  la  guardia  del  rey  Abderah- 
nan  Anasir  muy  numerosa ,  la  formaban  doce  mil  hombres ,  cuatro  mil 
esclavos ,  que  era  guardia  interior  y  de  á  pié ,  cuatro  mil  africanos  ze- 
netes,  y  cuatro  mil  andaluces  i  estos  ocho  mil  eran  de  á  caballo,  los  ca- 
pitanes  de  esta  gente  eran  de  la  familia  real ,  y  jeques  principales  de 
Andalucia  y  de  Tabart ,  y  repartían  por  taifas  ó  compañías  la  guardia , 
eriacioa  y  tiempo  que  les  correspondía  i  solo  en  ocasión  do  salir  el  rey 
á  b  guerra  servían  todos.  Ademas  de  la  parte  de  su  guardia  que  seguía 
al  rey  en  las  dos  jornadas  de  verano  y  olodo,  escogía  el  royAbderabman 
fas  esclavas  y  siervos  que  debían  acompañarle ,  los  wazíres  y  alcatíbes^ 
7  los  hombres  doctos  y  de  Ingenio  que  quería  llevar  consigo ,  y  sus  ca^ 
adores  y  halconeros,  pc^ue  como  sus  padres  se  entretenía  mncbo  en 
la  caza  de  aves» 

En  osle  año  325  pareció  en  los  montes  de  Gomera  un  hombre  lia- 
nado  Hamim ,  que  se  decia  profeta ,  y  con  ía  predicación  llevó  tras  si 
mocha  gente  róstica  d  ignorante  de  los  montes  de  Gomera  y  de  otras 
parles :  imponía  á  sos  secuaces  dos  oraciones  al  día ,  ana  al  salir  del 
•al  y  otra  al  ponerse,  con  tres  arraqueas  ó  postraciones  en  cada  ora- 
ción i  lea  dio  una  leyenda  en  lengua  berberisca ,  y  una  oración  que  de« 
da  i  SeAor,  líbranos  de  pecados,  tü  que  nos  diste  ojos  para  ver  el 
Blando  :  sácanos  de  pecadios,  tú  que  sacaste  á  Joñas  dd  vientre  de  hi 
haUena,  y  á  Muza  del  mar.  En  las  postraciones  debían  rogar  por  la 
udud  án  Hamim,  de  su  compañero  Yahlaf  y  de  Telíat,  que  era  una 
Buger  hechicera  que  le  acompañaba.  Mandábales  aytmar  diei  días  de 
RamazaD  y  dos  de  Xawal,  y  sus  ayunos  eran  hasta  el  mediodía,  con 
oerlas  alcafisras  ó  eiipiaciones ,  y  dispensaba  del  Alhag  ó  peregrinacloa 
religiosa,  y  de  las  purificaciones  de  alwado  y  atahor,  permitiéndoles  d 
ooaier  carne  de  puerca,  didendo  que  por  Alcorán  solo  se  prohibia  d 
puerco,  y  prc^nia  otras  prácticas  y  vanas  observancias.  Seguíale  ya 
onclia  gente,  que  le  acudía  oon  el  azaqne  ó  décima  de  todos  sus  frutos , 
j  la  nepiban  al  rey ,  resistiéndose  al  servido  y  obediencia  debida.  Los 
caudillos  del  rey  prendieron  á  este  hombro ,  y  mandó  Abderahman  que 
los  allaqnies  examinasen  su  doctrina ,  y  se  juntaron  para  esto  en  al- 
cáar  ¿  Aiasamnda,  y  condenaron  sus  prácticas ,  y  declararon  que 
Hamia  era  IM  hipócrita  embaidor.  Díonm  enema  al  rey  de  esta  dscfah 


208  UISTOfUA  DE  LA  BOMmAGION 

radon,  yle  mandó  matar ;  y  fué  darado  en  un  palo,  y  su  cabeza  en- 
yiada  ¿  Córdoba. 

En  fin  de  este  año  pasó  de  Gairvan  á  Sidlia  Alcayem  Bimríla ,  hijo  y 
sucesor  del  Mahedi ;  se  apoderó  de  la  isHi  por  fuerza  de  armas ,  con  hor- 
rible matanza  de  los  habitantes  :  solo  Dios  sabe  el  número  de  k»  muer- 
tos en  la  violenta  entrada  de  este  nuevo  señor ;  muchos  huyeron  de  b 
Isla ,  y  se  pasaron  á  tierras  de  Rüm.  En  este  año  falleció  en  Córdoba  su 
patria  Ibrahim  el  Morcdi ,  hombre  muy  docto ,  y  consultado  de  los  sa- 
bios de  todas  partes  :  su  fama  era  grande  en  África ,  Egipto  y  en  las 
Iracas ,  y  nunca  habia  salido  de  España  :  también  falledó  en  fin  de  este 
año  en  la  misma  dudad  Obeidun  el  Geheni ,  conoddo  por  el  Gomer,  que 
fué  TfalOcoda  de  España  solo  un  dia. 


CAPITULO  LXXX. 

De  la  entrada  en  Galicia  y  iMitalla  de  Álhandic. 

En  el  año  326  ordenó  el  rey  Abderahman  Anasir  que  so  juntasen  las 
gentes  de  Andalucía ,  Mérida  y  Toledo  en  la  frontera  de  Galicia,  por 
las  grandes  asonadas  de  guerra  que  inquietaban  la  Lusitania.  Todos  los 
pudblos  ribereños  del  Duero  traian  sus  ganados  aquende  el  rio ,  y  con 
el  temor  que  tenian  de  las  crudcs  entradas  de  los  cristianos  desampara- 
ban la  tierra,  yse  acogían  alas  fortalezas  y  ciudades.  Con  la  orden  del 
rey  toda  España  se  piíso  en  movimiento ,  y  de  todas  partes  to  allegaixin 
peones  y  caballeria ,  .todos  los  caminos  estaban  cubiertos  de  gentey  apa- 
rat06*de  guerra ,  acémilas  y  provisiones.  Yenido  el  prindpio  del  año  327, 
avisaron  los  palies  de  las  capitanias  que  estaban  juntas  las  banderas  de 
todas  las  {nrovincias  en  h  frontera ,  y  solo  esperaban  la  orden  del  rey 
para  hacer  su  entrada.  El  rey  Abderahman  partió  de  Córdoba  con  sa 
guardia  y  la  flor  déla  caballería  de  Andaluda.  El  principe  Almodafar 
su  tío  salió  de  Mérida  con  la  caballeria  de  Algarbe ,  y  en  prindpíosdc 
la  luna  Safar  llegó  d  rey  al  ejérdto ,  que  estaba  reunido  en  Salamanca 
y  sus  comarcas.  Reconoció  el  rey  en  compañía  de  su  tío  Almudafar  to- 
dos los  acampamentos ,  y  concertaron  el  orden  y  división  de  la  gente  ; 
banderas.  Era  todo  el  ejército  mas  de  cien  mil  hombres ,  que  dividieron 
en  tres  huestes,  acaudillada  la  primera  del  principe  Almudafar,  la  se- 
gunda del  Trali  de  Badalyox  Obddala  ben  Ahmed  ben  Jali  ben  Wahib 
de  Córdoba ,  y  la  tercera  por  el  rey  Abderahman  con  los  yrtíiúg  de  To- 
ledo, Yalenda  y  Tadmir.  Señalado  el  día  se  pusieron  en  movimiento, 
y  pasaron  el  Duero  y  entraron  sin  hallar  resistencia  hadendo  los  es- 
tragos de  las  tempestades  :  talaron  los  campos  y  quemaron  las  pobia- 
dones  en  tierra  de  cristianos  :  asolaron  Rebat  y  Amaya ,  y  llegaron  á 
cercar  Medina  Zamora ,  que  habia  tomado  el  rey  de  Galicia.  Era  h 
dudad  fuerte  k  maravilb ,  rodeada  con  siete  moros  de  robusta  y  antigna 
fábrica ,  xibra  de  los  pasados  reyes ,  con  dobles  fosos  andios  y  profuiáos 
Henos  de  agua ,  y  dafendida  por  los  mas  valientes  crisliaiios. 


DE  LOS  ABABES  Eü  ESPAÑA.  209 

« 

£iiGai|6sc  el  oHrco  de  Zamora  ¿  Abdala  bea  Gamri  y  al  vfáii  de  Va- 
Icfx-ia :  Io6  cristianos  hicieron  impetuosas  salidas  contra  el  campo  de  los 
miblimeSf  que  con  mucho  valor  las  rechazaban,  y  de  una  y  otra  parte 
se eosangrentaban  las  armas;  pero  siempre  volvían  los  infieles  ásus 
muros  acosados  de  las  lanzas  de  los  muslimes  ;  no  pasaba  dia  sin  san- 
gnentos  lances  y  porfiadas  escaramuzas.  £1  rey  de  Galicia  Radmir  allegó 
SDS  gentes  para  venir  al  socorro  de  los  cercados ,  por  conservar  tan  im*- 
partantc  fortaleza.  Luego  fué  avisado  el  rey  Abdcrahman  de  los  movi- 
mientos de  las  huestes  de  los  cristianos  ^  que  habian  bajado  de  sus  moa- 
tes  lodos  los  de  Galicia  y  Alvascande.  Salió  al  encuentro  de  los  infieles 
el  príncipe  Almudatar  con  su  hueste  de  cuarenta  mil  hombres ,  y  siguió 
á  esta  la  del  rey  Abderabman  de  igual  número  de  combatientes ,  y  en 
cUa  iba  la  flor  de  la  caballería  de  España ;  y  quedó  Abdala  ben  Gamrí 
}  el  wali  de  Yalencia  con  veinte  oúl  hombres  para  mantener  d  cerco 
de  Zamora. 

Eucontráronsc  los  campeadores  de  la  hueste  de  Almud^far  y  los  de 
los  infieles  á  las  orillas  de  un  río  que  baja  al  JDuero ,  trabaron  una  leve 
escaramuza  y  se  retiraron  á  su  campo  :  al  dia  siguiente  hubo  un  espaa- 
to6o  ocUpse ,  que  cubrió  la  luz  del  sol  de  amarillez  oscura  en  la  mitad 
del  dia,  horrorizando  los  áninios  de  la  inexperta  juventud  que  no  había 
>isto  en  su  vida  cosa  semejante.  Dos  dias  pasaron  sin  hacer  movimiento 
alguno  ni  los  muslimes  ni  los  cristianos  -,  pero  al  tercero  impacientes  los 
esf(»'zados  caudillos  de  Algarbe  ordenaron  sus  banderas ,  y  el  principe 
Almodafar  recorrió  sus  compañías  y  los  animó  para  entrar  en  batalla. 
Tdffió  el  priacipe  la  delantera  y  centro  de  batalla ,  las  alas  derecha  é 
izquierda  encargó  á  los  walies  de  Toledo  y  Badalyox ,  y  al  rey  Abdc- 
rahman con  los  caudillos  de  Tadmir  y  de  Yalencia  el  cuerpo  de  reserva, 
para  acudir  adonde  fuese  necesario.  Comenzó  la  batalla  alto  ya  el  sol , 
aunque  4esde  el  rayar  del  dia  habia  principiado  á  moverse  el  campo  y 
a  Donarse  el  aire  del  estruendo  dq  anafires  y  trompetas ,  y  de  las  voces 
y  alarido  espanloso  de  ambas  huestes ,  que  hacia  temblar  y  estremecer 
la  (ierra.  Bajaba  el  inmenso  gentío  de  los  cristianos  muy  apiñado  en  sus 
escuadrones ,  y  con  enemigo  ánimo  se  acometieron  ambas  huestes,  y  se 
Irabaron  con  atroz  matanza.  Por  todas  partes  so  veía  igual  furor  y 
Oünstancia  :  el  principe  Almudafar  recorría  todos  los  puestos  animando 
á  tos  mfisUmes ,  blandiendo  su  robusta  lanza ,  revolviendo  su  feroz  ea< 
bollo  entraba  y  salía  en  Ips  mas  espesos  escuadrones  enemigos,  ha- 
dcado  cosas  hazañosísimas.  Sostenían  los  cristianos  el  encuentro  de  la 
caballería  nrasUmica  con  admirable  esfuerzo ,  y  su  rey  Radmir  con  sus 
caballos  armados  de  hierro  rompia  y  atropellada  cuanto  se  le  ponía  dc^ 
bule  :  el  rebelde  Aben  Ishac  Aben  Omeya  con  sus  valientes  caballeros 
rodaba  también  cubierto  de  crugíentes  armas ,  derramando  la  sangre 
de  los  muslimes  como  el  mas  feroz  de  sus  enemigos  :  cedían  el  campo 
Umoülimes  al  valor  de  esta  aguerrida  gente  :  pero  el  rey  Abderaih- 
maa  viendo  desordenadas  muchas  banderas  del  ala  derecha ,  y  que  toda 
b  bucste  oedia  d  campo  á  los  enemigos ,  se  lanzó  con  la  caballería  de 
Cúrdoba  y  ioda  su  guardia  al  costado  del  ejército  de  los  infieles ,  y  re- 

cittttíto  «m  V9lur  por  apiíjadíjfrcscuaUrones  de  laucerus ,  t^  d  ímpetu 

u 


2i0  HISTORU  DE  LA  DOMINACIÓN 

■ 

de  la  caballería  log;ró  penetrar  en  ellos,  y  se  y  (Avié  de  aquel  lado  la 
fuerza  de  iodo  el  ejército  enemigo  :  por  todas  partes  se  renovó  la  batalla 
con  mayor  ardimiento  :  Aben  Ahmed  reparó  sa  gente ,  y  peleando  en 
los  primeros  contra  los  mas  valientes  enemigos ,  fné  derribado  del  tercer 
caballo  con  un  fiero  golpe  de  hacha ,  y  espiró  al  punto  :  también  murió 
á  lado  de  este  caudillo  y  á  la  vista  del  rey  Abderahman  el  cadí  de  Va> 
lencia  G^haf  ben  Yeman ,  y  el  esforzado  caudillo  de  Córdoba  Ibrahtm 
ben  Davd ,  que  se  distinguió  este  dia  con  extrañas  proezas ,  y  cayó  lleno 
de  heridas.  Ya  la  victoria  se  dedarába  á  favor  de  los  muslimes ,  y  los 
cristianos  se  retiraban  peleando ,  cuando  la  venida  del  encubridor  tiempo 
de  la  noche  puso  treguas  á  tantos  horrores. 

Quedaron  los  muslimes  sobre  el  campo  mismo  de  batalla ,  que  estaba 
regado  de  humana  sangre  y  cubillo  de  cadáveres  y  de  heridos  mori- 
bundos, que  espiraban  hollados  entre  los  pies  de  la  caballería :  allí 
pasaron  la  noche,  y  descansaban  los  vivos  tendidos  y  mezclados  entre 
los  muertos ,  esperando  con  knpaciencia  y  temor  la  luz  del  dia  para  aca- 
bar aquella  sangríentaé  inhumana  contienda  :  los  cristianos  se  retiraron, 
y  por  varios  vados  pasaron  el  rio  sin  ánimo  de  probar  al  dia  siguiente 
la  suerte  de  las  armas.  Cuenta  Mesaudí ,  que  Omeya  Aben  Ishac  los 
persuadió ,  que  intimidó  á  Radmir ,  ponderándole  el  excesivo  número 
de  la  gente  muslime ,  sus  estratagemas  y  emboscadas ,  que  recelase  de 
los  árabes  y  de  sus  engaños  de  guerra ,  que  cuando  parece  que  los  han 
vencido ,  entonces  comienzan  á  pelear;  y  como  antes  dd  alba  sonaron 
tantas  trompetas ,  y  principiaron  á  descubrirse  por  el  campo  tantas  ban- 
deras muslimes  con  la  dudosa  luz  acrecentadas ,  aquel  estruendo  ate- 
morizó á  losinGeles ,  y  aceleraron  su  retirada ,  alejándose  de  aquellos 
estragados  campos.  Esto  libró  á  los  muslimes  de  manos  de  Radmir , ) 
así  le  privó  l)ios  de  una  victoria ,  y  de  poder  socorrer  á  los  cercados  en 
Zamora.  ¡  Quién  puede  saber  el  número  de  los  muertos !  Dios  lo  sabe. 
Yista  la  partida  de  los  enemigos,  y  que  no  convenia  ^npeñarseen  per- 
seguirlos, dejando  algunas  taifas  de  caballería  sobre  los  pasos  de  aqnd 
rio  volviéronlas  huestes  de  Abderahman  al  campo  de  Zamora,  se  dieron 
recios  combates  á  sus  torreados  muros ,  y  los  cercados  los  defendían  con 
bárbaro  valor  .No  se  adelantaba  ni  ganaba  un  paso  sino  á  costa  de  sangre 
de  los  esforzados  muslimes;  la  presencia  del  rey  Abderahman  y  del 
príncipe  Almüdafar  excitaba  el  ánimo  de  los  combatientes ,  y  lograron 
aportillar  y  derribar  dos  muros ,  entraron  numerosas  compañías  de 
muslimes,  y  hallaron  dilatado  espacio,  y  en  medtoandiay  profunda 
fosa  llena  de  agua ,  y  los  cristiaiH)s  que  con  desesperado  ánimo  defen- 
dían aquella  fosa.  Fué  una  espesa  nube  y  horrible  torbellino  de  tiros  y 
saetas ,  la  matanza  fué  atroz ,  y  los  esforzados  cristianos  caían  muertos 
en  el  lugar  que  ocupaban.  Los  valientes  muslimes  perdieron  en  aquella 
pelea  algunos  míllaíres  que  alcanzaron  este  dia  las  copiosas  recompen- 
sas y  premios  de  su  algihed  -.  entraron  muchas  banderas  de  la  ganM» 
de  Algarbe  y  de  Toledo,  y  arrojando  al  foso  los  cadáveres  de  sus  ber- 
tnanos  muslimes ,  estos  les  sirvieron  de  puentes ,  y  los  cristianos  no  pin 
dieron  resistir  el  impeta  de  tantas  espadas  sedientas  de  sangre,  y  9¡ü 
ñutieron  como  bueno^La  sangre  de  estos  y  la  de  los  musümes  entur- 


D£  LOS  ÁRABES  £?i  £SPAfiíA.  21 1 

Íri67  enrojmó  las  aguas  del  foso,  y  parecía  un  lago  de  sangre.  Se  es- 
calaron los  muros  y  se  rompieron  sus  herradas  puertas ,  y  en  todas  sus 
torres  se  pusieron  banderas  del  Islam  :  apoderados  do  la  ciudad  solo  se 
absluTicron  de  derramar  la  sangre  de  niños  y  mugeres.  Esta  fué  la 
celebre  batalla  de  Albandic,  ó  de  la  fosa  de  Zamora,  tan  sangrienta 
jara  k»  Tenced(M*e9  como  para  los  vencidos.  Acaeció  esta  batalla  y  la 
de  Abderahman  y  Radmir  en  la  luna  de  Xawal  del  año  327  (638) ,  tres 
días  despoes  del  eclipse  que  turbó  los  ánimos  de  estas  huestes.  Cuenta 
Mesaudi  que  se  decía  en  Postal  de  Egipto  en  su  tiempo,  que  habian 
Boerío  en  esta  expedición  cuarenta  ó  cincuenta  mil  muslimes. 


CAPITULO  LXXXI. 

De  la  vuelta  del  rey  Anaair  á  Córdoba ,  y  de  Yarioi  iuoeMt. 

H  rey  Abderahman  dejando  asegurada  aquella  frontera ,  y  dada  orden 
para  reparar  los  muros  de  Medina  Zamora ,  se  vino  con  su  hueste  á 
Mérída,  despidió  las  banderas  de  Toledo,  Tadmir  y  Yalencia,  y  fué 
ii^cibidoenla  ciudad  con  aclamaciones  de  triunfo  :  premió  á  los  caudi- 
fts  que  se  habian  distinguido  en  esta  gazna  de  Galicia,  y  dióá  los  jóvenes 
mudos  preciosos,  armas  y  caballos ,  y  á  los  jeques  y  caballeros  alcaidías 
1  fsobicmos.  Dio  el  gobierno  de  Sevilla  á  Ismail  ben  fiadr  ben  Ahmed 
bcnZajde,  conocido  por  Abu  Becri,  caballero  de  Córdoba.  Después  que 
inoínsó  d  rey  algún  tiempo  en  Mérida  se  vino  con  los  v^azires  y  alcai- 
<lesde  su  guardia  á  Córdoba ,  y  el  día  de  su  entrada  en  ella  fué  de  gran 
fiesta  y  general  alearía.  Hizo  el  rey  cadi  de  Yalencia  á  Giafar ,  hijo  de 
Miafben  Yemen,  en  consideración  a  sus  propios  méritos  y  álos  bue* 
iH»  scryidos  de  su  padre ,  que  murió  peleando  en  la  batalla  de  Zamora, 
n  ano  328,  doce  días  antes  de  acabarla  luna  de  Giumada  primera, 
bllcció  el  célebre  cordobés  Ahmed  ben  Mubamad  ben  Abdrabihi,  docto 
J  eicgaote  poeta  de  este  tiempo :  había  celebrado  en  sus  versos  ¿  los 
reyes  Muhamad ,  Almondhir,  Abdala  y  Abderahman  Anasir,  y  sus  in- 
{^iosas  composiciones  eran  las  delicias  de  Córdoba,  y  la  honra  de  los 
poetas  andaluces.  El  principe  Alhakem  hizo  de  ellas  una  escogida  co- 
irón que  tenia  veinte  partes  ,  y  las  dio  títulos  singulares  como  el 
nelo,  las  estrellas ,  la  aurora ,  el  día ,  la  noche ,  el  huerto ,  la  nube ,  el 
'mar,  el  arrepentimiento ,  la  corcilla  :  habia  nacido  á  diez  de  Ramazan 
M  aoo  246 ,  y  esperó  la  muerte  ochenta  y  un  años ,  ocho  meses  y  ocho 
días.  Cuenta  Yahye  ben  Hudheil,  sabio  y  erudito  poeta,  que  él  se  de- 
<Sicó  ala  poeaaoon  esta  ocasión;  que  habiendo  fallecido  Ahmed  Abdra- 
hlú,  él  posaba  por  una  calle  enCórdoba ,  y  vio  salir  de  una  casa  infinidad 
de  frente  que  seguían  un  féretro ,  que  preguntó  quién  era  el  difunto ,  y 
ledíjeroQ :  ¡Pues  no  sabes  que  ha  muerto  el  poeta  de  Córdoba !  que  siguió 
^1  entierro ,  y  vio  el  gran  concurso  y  general  sentimiento,  y  de  aqui 
procedió  su  ansia  por  ser  poeta  :  que  se  volvió  á  su  casa  sin  pensar  en 
<to  cosa ,  y  aquella  noche  en  su  sueño  le  parecióqueostaba  á  la  puerta 
deima  casa,  que  le  dijeron  que  era  la  casa  de  Alhasan  ben  Ueni :  que 


212  HISTORU  DE  LA  DOMIMACIOR 

llamó  á  la  puerta ,  y  le  salió  abrir  Albasao,  que  le  miró  cOd  ojos  ma; 
agradables ,  que  luego  á  la  hora  dispertó  y  estuvo  desvelado  hasta  el 
día  :  consaltó  á  sus  amigos  su  sueño,  y  le  dijeroo  que  con  el  ticynpo 
seria  un  buen  poeta,  según  el  benigno  aspecto  con  que  le  habia  mirado 
Alhasan  ben  Henl :  que  se  dedicó  ¿  la  métrica ,  y  con  efecto  consiguió 
mucha  celebridad  por  sos  poesías  :  que  fué  su  escuela  la  casa  del  ^azir 
j  privado  del  rey  Abderahman  Anasir  el  célebre  Abu  Amer  Ahmedbcn 
Said  :  que  su  casa  estaba  abierta  á  todos  los  hombres  doctos,  y  en  es- 
pecial favorecía  á  los  buenos  Ingenios  :  que  concurrían  á  ella  ¡os  mas 
insignes  poetas  de  Andalocia.  Era  la  casa  de  esto  wazir  como  una  aca- 
demia ,  y  contó  en  ella  Said  ben  Ahmed  ben  Qialad ,  andalu2 ,  que  es- 
tando en  Oriente  en  una  concurrencia  de  muchos  eruditos  de  varios 
paises  se  citaron  poesías  muy  elegantes,  y  dijeron  algunos :  Nocs  josto 
que  nos  ocultéis  vuestros  buenos  versos  de  Andalucía ,  como  no  se 
oculta  la  luna  llena  en  la  oscuridad  de  la  noche  :  que  entonces  recitó 
varios  versos  de  poetas  de  Espefla ,  que  (taeron  repetidos  y  celebrados 
de  todos ;  pero  unos  egipcios  dijeron  entonces  :  ¿Y  dónde  hay  entre 
tantos  poetas  de  España  uno  como  Alhasan  ben  Heñí  ?  que  él  entonces 
les  dijo  unos  versos  de  Algazali  Yahye  ben  Hakem,  andaluz  ^  de  su  ca- 
sida larga ,  y  maravillados  todos  á  una  vor  dijeron  t  ¡  Dorr  el  Basan, 
dorr  el  Gazali !  que  no  ceden  en  nada  uno  á  otro.  Eran  al  mismo  tiempo 
muy  concurridas  las  conferencias  de  eruditos  en  casa  del  cadi  Abca 
Zarb ,  y  asistían  á  ellas  Aben  Thaalaba ,  Aben  Asbag  y  otros  muchos 
sabios  de  la  ciudad ;  y  algunas  veces  Muhamad  ben  Moavia  el  Coraixi, 
Ahmed  ben  Almntaraf ,  el  vazir  Aben  Said  y  Muslcma  ben  Casim,  j 
otros  de  la  primera  nobleza.  En  casa  del  wazir  Iza  ben  Ishac ,  y  de 
Ghalaf  ben  Abes  el  Zahrawi ,  famosos  ambos  por  su  sabiduría  en  todas 
las  ciencias ,  y  en  especial  por  sus  doctas  obras  de  medicina ,  eran  las 
conferencias  de  hombres  aplicados  á  las  ciencias  físicas  y  ala  astrono- 
mía ,  al  cálculo  y  otros  conocimientos  :  eran  ambos  médicos  del  rey 
Abderahman;  pero  tan  virtuosos  y  benéficos  que  sus  casas  estaban 
abiertas  de  día  y  de  noche ,  y  sus  patios  se  llenaban  de  pobres  que  les 
consultaban  sus  dolencias.  En  fin  de  este  año  328  falleció  ca  Córdoba 
Ibrahim  ben  Hilel  el  Caisi,  llamado  el  Ghuzeni  por  su  patria,  hombre 
de  mucho  valor  y  de  loable  vida ,  que  acompañó  al  principeAlmuda- 
for  en  muchas  sangrientas  batallas ,  Ucvando  sus  órdenes  á  los  caudillos 
y  banderas. 


CAPITULO  LXXXH. 

De  la  baUUa  de  Gonnu,  y  uegnaa  om  Im  critÜiMot. 

El  rey  de  los  cristianos  volvió  á  bajar  de  sus  montes  con  numerosas 
tropas,  corriólas  tierras  que  riega  el  Duero  en  Lusitania,  peleó  con  el 
caudillo  de  aquella  frontera  Abdala  el  Goraixi ,  y  venció  álos  muslimes, 
y  se  apoderó  de  Medina  Zamora ,  y  degolló  á  los  muslimes  que  la  de- 
jfendian.  Estás  infaustas  nuevas  llenaron  de  pesar  al  rey  Abderahman, 
y  escribió  álOB  wáUes  de  las  capitanías  de  Toledo  y  de  Mérida  que  en- 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  215 

TMMrat  banderas  A  la  frontera  de  Galicia.  Envió  la  caballcria  de  An- 
dalada,  y  encargó  al  caudillo  Abdala  la  venganza  de  los  daños  recibidos 
de  los  cristianos,  y  le  ordenó  que  les  hiciese  cruda  guerra  á  sangre  y 
fuego.  Juntas  las  tropas  muslimes ,  el  wali  Abdala  el  Coraixi  entró  con 
dhs  aquella  frontera ,  le  salieron  al  encuentro  los  de  Galicia,  en  tal 
stiucion ,  que  por  un  lado  estaban  cercados  del  río  Duero,  y  por  el 
otro  de  altos  cerros  y  tajadas  pellas,  por  lo  cual  el  sitio  obligaría  á  los 
linos  y  los  otros  á  pdear ,  y  la  esperanza  consistía  en  el  valor ,  y  la  salud 
dependía  de  la  victoria ,  decia  Coraixi : 

De  nn  lado  nos  eeret  Duero ,        del  otro  pefia  Ujada , 

La  salida  esU  en  vencer,  y  en  el  valor  la  esperania , 

La  sangre  de  loa  ínfleles  enturbie  de  Duero  el  agua. 

Trabaron  una  sangrienta  batalla ,  vencieron  los  muslimes ,  haciendo 
en  los  cristianos  atroz  matanza ,  y  en  esta  ocasión  vengaron  la  sangre 
de  sos  bermanos,  y  la  de  sus  enemigos  enturbió  las  aguas  del  Duero  t 
se  apoderaron  á  fuerza  de  espada  de  la  fortaleza  de  Sanestefan  de  Gor- 
maz ,  y  Dios  sabe  el  número  de  los  enemigos  que  allí  murieron  :  fué  esta 
ha(aúa  de  Gormaz  afio  329  (940).  Pasó  después  Abdala  el  Coraiu  sobre 
Zamora ,  y  la  entró  por  fuerza  con  gran  daño  de  los  que  la  defendían , 
qne  pocos  se  libraron  de  las  espadas  musUmcs  sedientas  de  sangre.  Con 
h  nueva  de  estos  venturosos  acaecimientos  en  Galicia ,  se  templó  el  dis- 
gusto de  las  noticias  menos  agradables  que  venian  de  África :  los  Edrises , 
mas  condados  en  los  auxilios  que  les  daban  los  caudillos  del  Fatimi,  que 
en  los  de  los  caudillos  andaluces ,  se  mantenían  indecisos ,  y  con  la 
muerte  de  Moza  ben  AlaGa ,  de  quien  habian  recobrado  la  mayor  parte 
desús  tierras  de  que  les  babia  desposeído,  disimulaban  menos  su  dcsa- 
fcdoá  los  de  Andalucía,  y  no  creian  sinceros  los  auxilios  que  Abdcrahman 
les  ofrecía.  En  este  tiempo  Aben  Isbac  ben  Omeya  se  indispuso  con  el 
rey  de  GaUcia  por  desconfianzas  que  tenia  de  sus  servicios  y  consejo ,  y 
«scribió  al  rey  Abderáhman  para  que  le  recibiese  en  su  gracia ,  y  excu 
samlo  sus  anteriores  procedimientos ,  por  haber  procedido  de  una  bou 
nda  presunción^  creyéndose  d)ligado  ¿  vengar  la  sangre  de  su  hcr- 
naao  :  que  ya  desengañado  de  no  haber  sido  muerto  á  sin  razón ,  le 
npücaba  le  recibiese  en  su  servicio  para  acreditar  su  lealtad ,  y  como  era 
boeo  mnslim.  El  rey  Abdcrahman  admitió  sus  excusas ,  y  le  recibió  en 
su  gracia  y  en  la  misma  dignidad  de  ^azir  y  caudillo  de  frontera.  £n 
este  año  329  falleció  el  cadi  de  Badalyox  Salmón  ben  Coraixi ,  hombre 
docto  y  de  mucha  virtud :  su  muerte  fué  muy  sentida  en  la  ciudad  y 
pueblos  de  sn  comarca.  También  falleció  este  año  el  insigne  poeta  Abes 
H  Soteid ,  asi  llamado  del  valle  de  Solch  en  el  cadiazgo  de  Sevilla ,  por 
otro  nombre  se  le  llamaba  el  Taliki  ó  de  Talica,  ciudad  antigua  cerca 
de  Sevilla.  Murió  este  año  Ghalaf  ben  Basil  el  Firixi,  célebre  en  Oriente 
fw  sos  conocimientos ;  murió  ep  Firi^ ,  pueblo  de  Granada. 

fií  d  año  de  330  sabiendo  el  rey  Abderáhman  la  gran  fama  de  oru- 
didoa  y  de  sabiduría  de  IsmaH  ben  Casim  Abu  Aly  el  Ca)i ,  natural  de 
Mmar-gerd  en  Diarbecri ,  á  quien  admiraban  los  sabios  de  Pcrsia ,  de 
Siria  y  de  las  Iracas ,  que  vivía  en  Bagdad  desde  el  año  303 ,  donde  le 


214  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

oooBnUdmiL  lo9  caUfiís  cuando  volaba  sobre  oUai  mamumeá^  j  Tiendo 

la  aflcion  y  amor  á  las  letras  de  su  hijo  el  príncipe  Albakem ,  cnyió  sos 
cartas  á  Ismail  d  Cali,  rogándole  quisiese  venir  á  establecerse  en  Cór- 
doba^ donde  le  oTrccía  su  mismo  alcázar  6  el  de  su  hijo  con  quien  de- 
bería conversar,  y  al  mismo  tiempo  le  propuso  tan  generosas  condi- 
ciones ,  que  Ismail  ríno  á  España ,  y  entró  en  Córdoba  en  este  año.  Fue 
admirada  su  sabiduría  y  aplaudido  su  grande  ingenio,  sus  poesías,  y 
mas  que  todo  su  buen  corazón  y  general  agrado :  presentó  á  poco  tiempo 
al  rey  su  libro  célebre  intitulado  Nutkler ,  lleno  de  composidoues  muy 
elegantes  en  prosa  y  verso :  su  casa  fué  desde  luego  frecuentada  de  los 
doctos  y  de  la  gente  mas  distinguida  de  Córdoba,  y  frató  oon  especial 
amistad  al  célebre  ingenio  Jusuf  bcn  Ilarun  el  Kendi  de  Rameda  en  Al- 
garbe  ,  de  quien  docia  que  el  principio  y  el  sollo  de  la  poesia  había  sido 
y  era  Kenda ,  con  alusión  á  Amrulkcis  y  Motcnabi ,  y  al  español  Jusnf 
Kendi;  y  escribió  este  una  elegante  casida  á  la  entrada  en  España  de 
Abu  Aly  Ismail  ben  Alcasim.  £n  este  ano  330  partió  á  Oriente  el  cadi 
Mondhir  ben  Said  el  Boluti  con  su  hermano  Fadlala,  ambos  de  Córdoba, 
y  muy  estimados  del  rey.. 

En  este  año  falleció  en  Córdoba  el  docto  Abdala  ben  Joñas  el  Morcdí , 
andaluz,  célebre  por  sus  elegantes  escritos.  Se  levantó  en  Afríca  contra 
los  Fatemis  Abu  Yezid,  y  los  venció  y  ocupó  gran  parte  de  sus  estados, 
y  cercó  al  rey  Alcayem  Bimríla  en  Mahcdia,  y  duró  lai^  tiempo  d 
cerco ,  y  falleció  Alcayem  Bimrila  el  año  334 ,  y  estuvo  oculta  sn  muerte 
mucho  tiempo ,  y  le  sucedió  su  hijo  Ismail ,  apellidado  Mansur  Bila , 
que  venció  al  rebelde  y  recobró  sus  estados. 

£1  rey  Radmir  de  Galicia  envió  sus  mandaderos  á  Córdoba  al  rey  Ab* 
derahman  Anasir  para  concertar  ciertas  avenencias  de  paz  en  sus  firon- 
leras  :  y  el  rey  Abderahnian  los  recibió  muy  bien ,  y  otorgaron  sus  tre- 
guas  que  ofrecieron  guardar  por  conveniencia  de  ambos  pudilos^  y 
envió  el  rey  Abderahman  á  su  wazir  Ahmcd  bcn  Sahid  con  los  manda- 
deros de  Galicia ,  para  saludar  en  su  nombre  al  rey  Radmir ,  y  ftoié  fj 
wazir  á  Medina  Leidnis,  capital  de  Galicia,  y  son  cristianos  como  loa  de 
Afranc  do  secta  Melkita  :  se  ajustaron  treguas  por  cinco  años,  y  fuGion 
muy  bien  guardadas. 

En  el  año  de  333  se  acabaron  de  construhr  algunas  d>ras  y  reparos 
en  las  atarazanas  de  Tortosa ,  y  mandó  el  rey  construir  naves  en  los 
puertos  del  Mediterráneo.  En  la  frontera  de  España  oriental  el  ir4dí 
Abderahman  ben  Muhamad  hizo  entrada  en  los  montes ,  y  echó  de  I¿- 
rida  y  de  sus  comarcas  ú  los  hijos  de  Hafsun ,  y  puso  en  el  gobierno  de 
esta  ciudad  al  wali  Muhamad  ben  Atanail ,  que  permaneció  en  día 
hasta  el  año  335.  En  esto  año  volvieron  de  Üriente  ios  dos  hermanosfil 
radi  Mondhir  ben  Said  el  Boluíi ,  y  Fadkila  bco  Sasd ,  y  pocos  dias  des- 
pués de  su  llegada  á  Córdoba  talleció  Fadlala ;  era  walilcoda  de  Fcrfis 
Albolut. 

En  Edja  se  construyó  de  orden  del  rey  una  acequia  de  riego  y  un 
abrevadero  magnifico ,  y  se  acabó  la  obra  al  principio  del  año  338,  y  el 
gobernador  de  la  ciudad  y  de  su  comarca  puso  una  elegante  inscripción, 
(fxe  dice  asi : 


DE  LOS  lAABES  EN  ESPAÑA. 


En  d  nombre  de  Dios  clemente  y  itiisrrirnrdioso  innndi'i  el  principe  <]e  loa 
iirtei,aigr«iKl¿tCBleDios,AbderahinRnhijo(lc  Muhaniad,  cooslruir e«ta  ace- 
<|B» ,  etparaDdo  los  premios  de  Dios  Dinni potente ,  ftlorioao  y  dadM'  de  todo 
•"«i ,  j  w)  aeibó  eat«  obro  con  oyuda  du  Dios  por  manos  de  su  siervo  y  amil 
**'W7*bonHuhuiMdbcnSonieidenloliinadeMubarram,Qño  33S. 


3Í6  HISTORU  BE  LK  Dímilf ACIÓN 

CAPITÜM)  Lxxxm. 

De  U  conspiración  de  AbdAla,  hijo  del  rey. 

Había  el  rey  Abderahman  declarado  f aturo  suoesdt*  del  imperio  á  sa 
bijo  Alhakem  y  y  se  babia  celebrado  con  mucha  solemnidad  la  jin*a  de 
walialahdi  con  asistencia  de  los  walies ,  wazires ,  alcatibes  y  oonsejeros 
de  estado  :  su  hermano  Abdala  competía  con  AUiakem  en  aflcion  á  las 
buenas  letras  y  en  sobresalir  en  todas  buenas  artes  y  gentilezas  de  caba- 
llería ,  y  en  ganar  la  voluntad  y  favor  de  los  hombres ,  y  hacerse  amar 
de  los  pueblos  por  su  afabilidad  y  generosas  liberalidades  s  eran  ambos 
do  excelentes  prendas ,  admirable  ingenio  y  erudición ;  pero  Abdala 
celebrado  de  todos,  desvanecido  acaso  con  el  demasiado  favor  del  aiffa 
popular.  di6  oidos  á  las  sugestiones  de  algunos  ambiciosos  que  buscaban 
por  medio  de  este  principe  su  propia  exaltación ,  y  le  hicieron  concebir 
ideas  que  trocaron  su  feliz  estado  de  honra  y  celebridad  presente,  por 
esperanzas  torpes  ó  inciertas  de  una  subida  violenta  al  trono  y  ya  desti- 
nado a  su  hermano.  La  grandeza  del  intento  ofrccia  temor ,  peligros, 
dilaciones  ó  incidentes  que  obligaban  á  nuevos  proyectos.  Fué  d  caso, 
sogun  cuenta  Abu  Omar  ben  Afif  en  su  historia  que  perfeccionó  Aben 
Hayan ,  que  Ahmed  ben  Muhamad ,  el  conocido  por  Aben  Abdilbar, 
hombre  sabio  y  especial  amigo  y  favorecido  del  principe  Abdala,  qne 
apenas  se  apartaba  de  su  lado,  que  le  acompaftabaen  casa  y  en  el  campo; 
pero  al  mismo  tiempo  hombre  do  ánimo  atrevido,  disimulado  ea  sns 
cosas,  tan  adulador  como  soberbio  y  codicioso  de  subir  y  levantarse  á 
mayores ,  con  un  exterior  de  respeto ,  de  suavidad  y  singular  modestia, 
todo  artificios  y  ficción  para  lograr  sus  intentos ;  este, '  pues,  persua- 
dió al  principe  Abdala ,  que  la  gente  principal  dé  (odas  las  provincias  y 
la  de  la  capital  do  todas  las  clases,  le  miraban  como  agraviado  en  la 
preferencia  que  había  dado  su  padrea  su  hermano  Alhakem  dedarán- 
dolé  su  futuro  sucesor ,  desentendiéndose  de  las  prendas  que  le  distin- 
guían, y  del  general  amor  que  el  pueblo  le  manifestaba :  que  si  él  qncría, 
si  él  entraba  en  ello,  no  habia  dificultad  en  hacer  por  él  una  aclamacioo 
popular ,  y  remediar  lo  hecho ,  y  aun  obligar  al  rey  su  padre  á  cederle 
<^1  trono,  y  si  era  menester  se  toniarian  determinaciones  mas  fuertes. 
Deslumhrado  el  principe  Abdala  con  las  lisonjas  y  alabanzas  de  este, 
con  las  promesas  y  seguridades  que  todo  lo  facilitaban ,  y  en  suma  por 
fatalidad  de  su  estrella ,  mas  que  por  malignidad  de  su  cxnrazon ,  le  per- 
mitió fomentar  su  bando  y  parcialidad,  y  él  mismo  procoró  ganar  las 
voluntades  de  wazires  y  caudillos  de  la  guardia,  honrado  á  los  amigos 
de  Abdtlbar  con  su  especial  ftivor ,  con  oficios  y  gobiernos  ^  y  familiari- 
zándose con  toda  clase  de  gentes.  Nadie  extrañaba  que  el  principe  ve- 
tase á  los  hombres  doctos ,  y  á  los  que  recomendaba  la  fama  de  sos  in- 
genios y  erudición ,  y  que  estos  frecuentasen  el  palacio  Memán  en 
donde  vivía  :  siempre  habia  manifestado  igual  humanidad  y  afición  á 
las  letras.  Aben  Abdilbar,  menos  discreto  de  lo  que  omvenia,  ósea  qne 
falla  el  consejo  cuando  falta  la  fortuna ,  confió  su  secreto  á  quien  mas 


Bte  LOS  AHAffiiS  SN  fiSPAÑA.  1^17 

Mqoeéllo  re?el6  al  rey  Abdettilmiftn,  y  le  deécolbrtó  anmiias  de  lo 
^sabía  de  la  eonjaradon  que  se  tramaba  ¿  favor  de  so  hijo  Abdala ; 
por  nracboa  pardales  sayos  qac  intentaban  una  reyolndon  contra  su 
soberanía ,  y  quitar  la  Tida  al  principe  Alhakem  su  ñituro  sucesor ,  que 
d  día  debía  ser  el  de  la  fiesta  de  las  Víctimas ,  que  ya  se  acercaba  ^ 

Abderahman,  aun  en  )a  incertidumbre  de  esta  delación,  consideró 
que  ni  todo  se  había  de  creer  ni  lemer ,  ni  en  estas  cosas  hay  ninguna 
por  lere  qne  parezca ,  que  deba  despreciarse :  con  mucho  secreto  con- 
salló  á  sn  lio  Abnndafar ,  y  de  su  acuerdo  envió  un  ^wazfar  de  sus  guar- 
dias de  cabaDeria  para  que  á  media  noche  prendiera  á  su  hijo  el  prin*- 
dpe  Abdala,  y  á  buen  recaudo  con  secreto  y  diligencia  aquella  misma 
oocfaelc  condujera  ¿  Zahrá,  donde  estaba  la  corte ,  y  hechas  las  conve- 
nkntes  prevenciones  al  wa2ir  para  desempeñar  su  encargo :  este  partió 
á  GMoba ,  y  á  nombre  del  rey  entró  <m  el  palacio  Meruán ,  que  está 
filen  de  la  cradad ,  y  sorprendió  al  principe ,  y  hallando  en  su  compa- 
ñía al  alfaqui  Aben  Abdiltmr ,  y  á  un  caballero  amigo  suyo  conocido 
por  el  seüor  de  la  Rosa ,  llamado  Ahmed  ben  Abdala  bcn  Alatar ,  que 
pasaban  con  el  principe  aquella  noche ,  como  á  sospechosos  los  prendió 
también ,  y  separados  los  llevó  presos  á  Zabrft  y  los  encarceló  sin  comu- 
nicadon.  Guando  llegó  Abdala  á  la  presencia  del  rey  su  padre ,  este  le 
dijo :  ¿Te  tienes  por  ofendido  porque  no  reinas?  y  con  la  turbación  Ab- 
dria  no  acertó  á  decir  nada ,  sino  llorar ;  y  su  padre  con  mucha  severidad 
mandó  que  se  le  encerrase  en  su  estancia,  y  asi  se  hiaio.  Ordenó  el  rey 
que  doa  vr azires  de  su  consejo  de  estado  averiguasen  de  Abdala  lo  que 
sapicsedcla  conjuración.  Los^azires  aclararon  cuanto  se  deseaba  saber, 
porque  Abdala  con  ingenua  verdad  descubrió  cuanto  habia  en  el  caso 
hasta  el  momento  de  su  prisión  :  que  las  sugestiones  de  Aben  Abdilbar 
le  hdiian  induddo  y  excitado  á  conspirar  contra  su  hermano,  que  él 
mismo  exornaba  y  facilitaba  los  medios  para  este  atrevido  intento ;  pero 
que  no  conocia  otras  personas  determinadas  á  servirle  en  este  malha- 
dado enredo :  que  aun  el  señor  de  la  Rosa  Aben  Alatar  en  su  concepto 
era  inocente  y  no  habia  tenido  parte  en  estas  maquinadones  por  incauto 
y  poco  secreto :  que  sdo  sabia  del  mal  consejo  de  Aben  Abdilbar  y  de 
sos  tramas ,  q[ue  el  prindpio  de  ellas  habia  sido  que  Abdilbar  deseaba 
<4  cargo  de  cadi  de  los  cadies  de  España,  y  que  á  pesar  de  su  favor  no  lo 
había  logrado ,  que  este  descontento  le  habia  pei^do ,  que  él  daba  gra- 
cias á  Dios  porque  su  divina  bondad  habia  desconcertado  tan  pemido- 
tts  maquinadones.  Mandó  el  fey  Abderahman  que  se  convendóse  á 
Abdilbar  can  loque  Abdala  había  declarado,  y  que  se  le  descabezase  el 
día  de  la  pascua  de  las '  Victimas,  el  mismo  en  que  él  meditaba  poner 
por  obra  sos  malvados  intentos. 

I  Kdobi  caeutji  en  pocas  palabras  esla  desgracia  de  la  familia  de  Abderahman,  diciendo : 
Akuia,  bijo  de  Anastr,  mancebo  moy  erudito  y  Tirtaoso,  fué  muerto  por  orden  de  sa  padre 
P«f  ranM  del  gran  séquito  que  teiiU  de  gentes ,  por  so  hoioaiiidad  y  eieelentes  prenda» ;  coibo 
M  a  lo<$  reyes  descontentaran  sas  hijos  cuando  son  buenos  y  bien  acostumbrados. 

'  Tcnian  los  musliiues  do  España  cuatro  pascuas  al  afio,  la  primera  el  dia  noveno  de  La  luna 
4»  Mabarram,  y  se  llamaba  pascua  de  Ataucia;  la  segunda  ei  dia  doceno  do  la  luna  de  Robie 
Fiincra,  y  se  Ñamaba  pascua  de  Annabi;  la  tercera  el  primero  de  la  luna  de  Xawál,  y  se  lia- 
"ttka  de  Atatra  A  do  Randa  de  Ttnmatnn ;  y  la  cuarta  el  deceno  de  la  tuua  Dylbagia ,  x  ^  ''*' 
i&sba  pascua  de  Cameros  ó  de  las  Victimas. 


U%  Umomk  M  LA  D01llNiU::iM 

SibioMlo  Aben  AbdÜMo-  qae  él  ate  de  hr  pascua  de  tes  YkCiiiias  había 
de  ser  descabesado,  h  noche  preoedenle  se  quitó  h  vida,  y  amaneció 
woerto  en  su  prisioii :  entregóse  sa  cadáver  ¿  sos  parientes ,  ylo  enter- 
raron en  ^  cementerio  del  Arrabal.  Fué  £sto  en  te  hina  Dyihagia  del 
año  338  (949).  ha  fama,  como  suele,  levantó  cosas  atroces  acerca  de  hs 
drennstanclas  de  estos  acaecimientos ,  y  aun  estando  fresca  te  memoria 
de  esta  desventura  so  contaba  ya  con  variedad  te  muerte  dd  principo 
Abdata.  Se  dice  que  Alhakem  piíUó  i  su  padre  el  perdón  de  su  hermano 
Abdala ,  y  que  Abderahman  le  respondió :  De  tu  parle  están  bien  los 
niegos  y  te  intercesión ,  y  si  yo  tuviese  ahora  te  suerte  de  un  homtur 
privado  baria  lo  que  tü  quieres,  y  como  redama  mi  coraron;  pero 
como  rey  debo  poner  los  ojos  en  te  posteridad,  y  dar  á  mis  pod^ 
ejemplos  de  justicte ,  y  asi  yo  lloro  amargamente  á  mi  hijo,  y  le  Uoran> 
mientras  me  dure  te  vida;  pero  me  es  forzoso  ser  justo  imitando d 
ejemplo  ^  del  gran  califa  Omar  ben  Alchiteb :  asi  que  ni  tus  lágrimas  ni 
mi  d^oonsudo  y  el  de  toda  nuestra  casa  pueden  librar  á  mi  desgraciado 
bijo  de  te  pena  do  su  cierto  delito.  Dicen  que  escribió  d  principe  Ab> 
date  á  su  padre  rogándole  por  el  sefk>r  de  te  Rosa ,  diciéndolc  -.  Señor, 
que  no  padezca  un  inocente  por  mi  culpa :  y  d  triste  fué  muerto  aquella 
noche  en  su  estanda ,  y  enterrado  al  día  siguiente  en  d  cementerio  do 
te  Rusafa :  acompañaron  su  pompa  fúnetere  sus  hermanos  AHiakom , 
Abdeteziz  Abulasbag ,  Abddmdic  Abu  Muhamad,  Almondhír  y  otros 
M emanes  con  todate  nobleza  de  tedudad.  Gonu>tes  desgracias  no  vienen 
sotes,  poco  después  falleció  d  príndpe  Almudafar,  tio  del  rey.  con 
grande  sentimiento  de  este ,  que  le  amaba  comoiá  padre. 


CAPITULO  J-XXXIV.^ 

De  la  Tenida,  de  los  meosageros  de  6 recia ,  y  otros  auoesos. 

En  este  tiempo  vinitnron  á  Córdoba  enviados  del  rey  de  los  griegos  al 
rey  Abderahman ,  fueron  recibidos  con  mucha  ostentación  en  el  magni- 
fico pabellón  del  jardín  grande ,  que  estaba  cpbierto  de  predosos  relm 
de  seda  verde  y  oro ;  el  rey  estaba  acompañado  de  su  hagib,  n^azins  j 
alca  tibes,  y  de  una  briltenle  guardia  de  eslavos.  £1  rey  de  los  gncpt^ 
enviaba  sus  cartas  escritas  en  vítete  de  oro  y  azul ,  cerradas  en  ana  ci^ja 
de  oro ,  y  en  sus  extremos  grabadas  unas  imágenes  do  Jesús  bendito  si*a 
y  dd  emperador  Constentino :  pedia  en  ellas  que  renovasen  los  an(igiK« 
tratos  de  amistad  y  altenza  que  hablan  tenido  sus  antepasados  rontra 
los  califas  de  Bagdad :  mandó  el  rey  ií  su  hagib  que  hospedase  á  los  on- 
viados  griegos,  los  cuales  después  de  haberse  detenido  algunos  dia<;  on 
Córdoba  se  despidieron  del  rey  Abderahman ,  y  envió  con  dios  un  wa- 
zir  de  su  casa  para  que  saludase  al  rey  de  los  griegos  de  su  porte,  j  lo 

*  Alude  al  ffadia  de  Aba  Xahma  coando  le  taanáú  aiotar  •«  padre  el  calfb  Omar  eon  ejM' 
piar  tereridad.  La  muerte  de  Abdala  fué ,  según  Alcodai  ben  Alabar,  día  marteá  seigMinlo  v 
tercero  de  la  fletia  de  laa  Vlctimaa,  afio  399 ;  pero  Edobi  y  oirós  antisuoa  dicen  que  fué  ri  aiHt 
anterior. 


DB  LOS  ARAUS  EN  fiSPiyfiíA.  219 

4e  sa  «nifllad,  y  le  Hcvase  nn  rico  presente  de  eaballos  de 
AadaiiiGía ,  «roías  y  predofioe  jaeces  de  Toledo  y  de  Córdoba. 

Eñ  Almagráb  el  wali  Atm  Alaixi  Ahmed  Alfadfl,  hijo  de  Alcasim 
Edris ,  por  consejo  de  los  caudillos  zenetes  y  andaluces  se  puso  bajo  la 
pn>leodoo  de  Abderahman  Anasir,  y  le  hizo  aclamar  en  todas  sus  du- 
Mes :  holgó  mucho  Abderahman  de  esta  confianza  de  Abu  Alaixi ,  y  le 
(Mríbió  aaegurindole  que  le  ampararía  contra  todos  sus  enemigos ,  y  le 
^nidaria  con  todo  su  poder,  y  envió  tropas  de  Andalucia  para  reforzar 
ios  presidios  de  Gebta  y  de  Tanja.  Aclamaron  al  rey  Abderahman  Ana- 
ar  de  Córdoba  en  Medina  Taliart  y  en  Fez,  donde  gobernaba  bajo  su 
proleodoo  el  irali  Muhamad  bcn  el  Chair  Yafcrini  el  zenelc,  cuyos 
iDlepasados  fueron  muy  afectos  á  los  Omcyas  de  Espaila.  Entre  los 
boenos ingenios  que  florecían  en  este  tiempo  en  España,  y  merecieron 
la  estimación  del  rey  Abderaliman ,  fueron  dos  de  la  amolia  6  gobierno 
deSegoyia,  el  uno  llamado  Edris  ben  Yemen  conocido  por  el  Sabini , 
dd  nomhre  de  su  patria  Caríat  Sabin ,  por  las  sabinas  que  abundan  en 
sqoella  sierra ,  que  son  especie  del  saniber  6  enebro,  de  que  se  hacen 
buenas  adargas;  solo  Aben  Derdg  le  podia  disputar  el  mérito  do  sus 
poesías :  el  otro  era  Abderahman  bcn  Otroan  el  Oxami ,  ¿c  la  antigua 
Oxama,  que  se  distinguía  en  esta  provincia  por  su  ingenio  y  erudi- 
ción. 

£1  rey  de  Galicia  hizo  entrada  en  tierras  de  Zamora  y  en  la  Lusitania  -. 
d  mdi  de  Mérida  y  los  caudillos  do  la  frontera  de  Duero  avisaron  de 
estes  cabalgadas:  luego  mandó  el  rey  Abderahman  publicar  algihed 
para  eotiar  la  tierra  de  Galicia ,  y  se  allegaron  las  banderas  de  todas 
las  provincias ,  y  vino  el  gobernadoor  de  Fez  Muiuimad  ben  el  Chair  ben 
Bf  iduanad  el  Yaferini  el  zenete  con  muy  escogida  taifa  de  caballería ,  y 
con  licencia  del  rey  Abderalmian  dejó  en  aquel  gobierno  á  su  primo 
Ahmed  ben  Abi  Becri  ben  Ahmed  ben  Otman  ben  Said  el  zenete ,  y 
hifgo  qfie  llegó  ¿  Córdoba  partió  A  la  santa  guerra  :  también  vino  de 
Zangón  Mubamftf  ben  Háncem  el  Tegíbi  por  obligación  de  pacto  que 
otorgó  al  rey  cuando  le  depuso  del  mando  de  aquella  ciudad ;  y  con 
Doneroia  hueste  entró  él  wali  Ahmed  ben  Said  Abu  Amer  en  tierras 
de  los  cristianos ,  y  los  echó  de  Selmanica  y  otros  fuertes  do  aquella 
comarca  con  atroz  matanza ,  y  corrió  con  sus  algaras  basta  los  montes, 
y  peleó  con  los  cristianos,  y  los  venció,  y  hubo  de  ellos  grandes  despo- 
jos, caativos  y  ganados :  fué  esta  célebre  entrada  el  año  339  (950) :  los 
firoolcroa  repitieron  su  entrada  al  año  siguiente ,  y  fue  también  harto 
ventoroaa.  Ésk  este  año  falleció  en  Córdoba  D^vila  ben  Hafasol  Mcroání, 
lumbre  muy  poderoso^  que  contribuyó  con  sus  grandes  riquezas  á  que 
en  este  aío  se  restituyese  á  Mecca  la  piedra  negra ,  y  él- fué  á  recibir  las 
demás  recompensas  de  su  genc?osidad :  en  principio  del  año  340  falle- 
ció en  Córdoba  Casim  ben  Asbag ,  el  de  Baena,  insigne  por  su  sabiduría ; 
na  obras  eran  la  admiración  y  estudio  de  todas  las  academias  de  Oriente 
y  de  África ,  en  muchos  siglos  no  se  hallará  quien  escriba  tantas  y  tan 
pyrehwaa  ?  cuentan  que  los  dos  años  últimos  de  su  vida  no  habló  una 
palabra.  En  d  aBo  339  cayó  granizo  grande  como  piedras  de  peso  de 
de  blira ,  mataba  las  aves  y  ganados ,  y  ¿  los  hombres  también ,  y 


^20  HUTeRIA  DE  LA  MHDIACIOll 

destraydlaamiMesykMrnitofl  délos  árbolet,  yfoécMBMdBMratia 
en  algunas  proviDcias  de  España. 

CoandoYiDoá  Córdoba  el  wali  AJuned  ben  Said  Aba  Amer  de  ma- 
pedícioa  de  Galicia ,  fué  recibido  con  adamadoiiea  de  triunfo « y  d  rej 
Abdcrahman  le  hizo  grandes  honras,  y  dio  á  su  hermano  Abdebndic  d 
cargo  de  wazir  de  su  consejo  de  estado ,  y  además  del  qnintoqoe  entre* 
garon  á  Abdelwahib,  tesorero  del  rey,  hicieron  estos  walies  un  rico 
presente  al  rey  Abderahman  que  acreditó  su  opulencia.  Consistía,  se- 
gún refiere  Aben  Chalican,  en  estas  oosasi  cuatrocientas  libras  de  oro 
puro  de  Tibar,  valor  de  cuatrocientos  veinte  mil  zeqnies  en  plata  eo 
barras,  cuatrocientas  libras  de  lináloe,  quinientas  onzas  de  ámbar, 
trecientas  onzas  de  alcanfora  preciosa ,  treinta  piezas  de  tela  de  oro  y 
seda,  ciento  y  diez  aforros  de  martas  finas  deCorasan,  cuarenta  y  odio 
cubiertas  ó  caparazones  de  oro  y  seda  para  caballos ,  tejidos  en  Bagdad, 
cuaLo  mil  libras  de  seda  en  madejas,  treinta  alfombras  de  Persia, 
ochocientas  armaduras  de  hierro  brufi^do  para  caballos  de  pdea,  mil 
escudos,  cien  mil  flechas,  quince  caballos  árabes  de  raza  coa  ric» 
jaeces  recamados  de  oro ,  den  caballos  de  Africay  de  Espada  bien  en- 
jaezados, veinte  acémilas  con  sillones  y  cubiertas  largas  ^'  cuarenta  es- 
clavos Jóvenes,  y  veinte  esclavas  bien  parecidas,  to^  con  predosos 
vestidos ,  y  una  casida  ó  composición  larga  de  elegantes  versos  en  elogio 
del  rey,  obra  dd  wali  Ahm^  ben  Said.  En  el  aAo  841  murió  el  señor 
de  África  Mansur  Bila  el  Fatemi ,  y  le  sucedió  su  hijo  Moezlcdinaia  Ain 
Temim  Maad ,  y  babia  reinado  siete  años  y  diez  y  seis  días ,  tenia  trciita 
y  nueve  años.  £1  año  34S  cayó  granizo  muy  grande,  que  mmcase  vi6 
tal,  mató  fieras  y  ganados ,  y  destruyó  los  firulos  de  toda  espedetse 
siguió  una  inundadon,  que  se  ahogó  mucha  gente  en  ella^  y  losrioi  j 
avenidas  dcstruytíx>n  muchos  edifidos  asi  en  iUmagréb  como  en  Espada, 
continuaron  nubes  espantosas  por  muchos  días  con  truenos  y  reUñaipa' 
gos  y  bravos  huracanes ,  que  dcstmian  casas  y  arrancaban  árbdcs  ro- 
bustos. En  la  luna  de  Safar  del  año  343  el  wali  de  loledo  Obddah  bes 
Ahmcd  ben  Yali ,  que  tanto  se  habia  distinguido  en  la  entrada  al  Gnt  de 
Badalyox  y  sus  comarcas,  entró  en  tierra  de  Galicia  y  dervolóá  ks 
cristianos ,  que  le  llamaban  el  Caid  AJainaporsu  vakMr,y  ancódeaqoeDa 
tierra  mudias  provisiones  y.  despojos ,  y  manifestó  bien  que  era  bijo  de 
su  padre  Ahmed. 

£1  valideFez  escribió  al  rey  comunicándole  loa  psogresos  de  sos  ar- 
mas en  Alnugréb,  y  pidiéndole  líc^icia  para  edificar  el  4loanoúcú|Niia 
de  la  aljama  de  los  Gairvanes,  y  el  rey  se  la  dio,  y  envió  unagrso 
cantia  de  doblas  de  oro  para  la  obra,  del  quinto  de  los  despojos  deis 
expedición  de  Galicia  i  asi  se  engrandedó  la  aljama,  ae  derribo  d 
d<Nno  antiguo,  y  se  puso  encima  del  nuevo  la  espada  de  £dris,dfaadi- 
dor  del  estado  de  Fez,  y  se  acabó  esta  obra  el  ano  344  (9t56).  Ee  ^ 
mismo  año  ocuparon  ha  tropas  del  rey  do  España  Abderahman  Aoaai 
la  ciudad  de  Telencen ,  y  fué  aclamado  en  día  como  proteelor  de  la 
Edríscs.  En  el  prindpio  del  mismo  hubo  postileiida  en  Africa«  en  M 
magréb  y  en  Eqiaña ,  y  ciwó  gran  mortandad  en  todss  estas  regíoaei 


DE  LOS  ABABES  EN  ESPAÑA.  331 

CAPITULO  LXXXV. 

De  li  presa  de  una  nave  de  ACrica ,  y  otros  sucesos. 

£q  este  tiempo  ana  naye  grande  que  habia  mandado  el  rey  labrar  en 
ScTíUa,  para  oondacir  mercancías  de  España  á  Egipto  y  Sjria ,  encon- 
tró en  m  nayegadon  cerca  de  Sicilia  una  nave  de  África  en  que  venia 
m  enviado  de  Moex  Danla,  soldán  de  Egipto,  con  cartas  para  el  wali 
qoc  tenia  en  aquella  isla  t  d  arráez  andaluz  trabó  combato  con  la  nave 
africana ,  y  la  venció,  y  se  apoderó  de  ella ,  continuó  su  viaje  y  vendió 
en  Alejandría  sos  mercancias,  y  cargó  otras,  y  se  tornó  ^  España. 
Cuando  d  soldán  tuvo  noticia  de  la  presa  de  su  nave  mandó  salir  de  sus 
puertos  naves  armadas ,  y  también  de  Sicilia ,  y  vinibron  siguiendo  á 
ias  de  España  :  mandaba  las  naves  del  soldán  Albasan  ben  Aly,  wali  de 
SidUa ,  7  con  sus  naves  armadas  entró  en  el  puerto  de  Almería,  y  se 
apoderó  de  la  nave  grande  que  todavía  no  pudo  salvar  su  trarga,  y 
quemó  otras  pequeñas  que  estaban  en  d  puerto,  v  huyó  contento  con 
esta  presa  y  venganza.  Esta  nueva  causó  mucbo  disgusto  al  rey  Abde* 
rahaun,  porque  venían  en  aquella  nave  muchas  doncellas  hermosas  y 
cantoras  de  Greda  y  dé  Asia.  El  hagib  Ahmed  ben  Said  ofreció  al  rey 
drjarle  Uen  vengado ,  mandó  allegar  las  naves  de  las  costas  de  Jbpaña , 
j  con  nmcha  gente  de  pdea  pasó  á  Wahran ,  reunió  las  tropas  de  An- 
dalucía que  estaban  en  Almagra ,  y  juntó  veinte  y  dnco  mil  caballos, 
j  entró  en  la  provinda  do  África  t  salió  contra  ellos  Alhasan  ben  Aly, 
y  trabaron  sangrienta  batalla,  y  vencieron  los  andalucá  á  los  de  San- 
haga  y  Ketama  con  atrqz  matanza ,  siguieron  á  los  africanos,  y  corrió- 
run  la  tierra ,  quemando  los  aduares  de  aquellas  tribus  hasta  llegar  ¿ 
cPTcanias  de  Medina  l'unez ,  que  distaba  dos  largas  jomadas  i  en  éOk , 
por  sn  situación  en  la  costa  ^  habla  mudios  ricos  traficantes  y  judios ,  y 
pur  cansa  del  comerdo  tenia  fama  de  grandes  riquezas.  Con  la  espe- 
ranza del  saqueo  se  animaron  ks  andaluces  y  zenetes ,  y  le  dieron  re- 
cios oombates  por  mar  y  por  tierra,  pues  hd>ia  mandado  Ahmed  ben 
Said  qoe  sos  naves  fuesen  siguiendo  la  costa  i  los  de  la  doibd ,  viendo 
el  p^gro  que  les  amenazaba  do  s^  entrados  por  ñierza ,  y  estando  sin 
esperanza  de  ser  socorridos,  movieron  tratos  de  avencnda  ofreciendo 
gran  smna  de  doUas  de  oro  <  Ahmed  ben  Said  les  imposo  una  grande 
amtribucion  en  dinero ,  y  adunas  les  sacó  ricos  paños  ^  muy  preciosas 
mercaderías ,  inestimabtei  ioyas ,  vestidos,  y  cierto  número  de  esdavos 
7  esclavas ,  armas  y  cdMiIlosi  y  las  naves  que  tenían  en  su  puerto,  y 
rvjn  estas  y  las  suyas  divió  la  presa  ¿  España,  y  volvió  á  Sevilla  muy 
bien  vengado.  Las  riquezas  ganadas  en  esta  expedición  fueron  tantas 
que  después  de  sacado  d  qukito ,  y  d  rcsardraicnto  do  la  nave  dd  rey, 
quedó  gran  suma  al  hagib  y  á  los  arraeics ,  caucKllos  y  tropas  de  la 
hueste ,  que  todos  queduon  contentos ,  andalmcs  y  zenetes.  Hizo  d  rey 
pandes  honras  k  su  hagib  Ahmed  belí  Said,  y  le  señalópata su ouuite- 
nimienlo  den  mU  doblas  de  oro  al  año. 
Ikifota  ben  AlalUr,  eseritof  muy  ^Higente  tie  sncesos  prodigiosos , 


323  umORU  I>£  LA  DOWIfACHm 

qiiecD  csttiaan3t6(!)57)cl  mar  mciiguóocheaUbraz»,  descubriéndose 
Islas ,  inonk-9  y  escollos  nunca  vislos  ni  conocidos  en  los  pasados  timi- 
pos :  asimismo  en  eslc  aña  se  acabaron  de  labrar  anas  facnles  y  ornntos 
del  palio  de  la  aljama  de  Córdoba ,  j  se  puso  una  bella  inscripóoi)  gra- 
bada en  mármol  cárdeno ,  que  en  Irecc  lineas  dice  asi  ; 


-ili    i 


III «í     > 

iti-i\ 

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¡«lí  i 

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■í  -afl 


"Ulí- 


DE  faOS  ÁRABES  EN  £SI»AftA.  22S 

Ble  ptlio  os  harto  osi>acK)so ,  y  está  jilaBtado  de  polmas  j  naranjos  con 
icrmosas  fuentes  de  agua  pura  que  corre  entre  flores  y  apacible  verdura 
debajo  de  los  planteles ,  para  recuerdo  de  las  amenidades  del  paraíso.  El 
geógrafo  Al^ardi  compara  la  aljama  de  J^walem  á  esta  de  Córdoba , 
dice  a» :  Alónente  de  la  ciudad  está  la  gran  mezquita  llamada  Alaksá , 
(|ttc  no  tiene  par  en  el  mundo  en  grandeza  sino  la  aljama  de  Córdoba 
fn  Andalncia :  la  longitud  de  la  mezquita  Alaksá  es  de  doscientas  varas, 
j  de  aochora  tiene  ciento  y  ochenta  :  en  medio  de  eila  está  la  Alcoba 
Asaban  ó  capilla  de  la  Peña ;  se  dice  que  el  techo  de  la  aljama  de  Cór- 
doba es  mas  alto  que  el  techo  de  la  Alaksá ,  y  el  patio  de  la  Alaksá  mayor 
qoc  el  patk)  de  la  aljama  de  Córdoba. 


CAPITULO  LXXXVI. 

Do  la  Ycnida  de  Abu  Alayxi  é  Espafia ,  y  olrot  sucesos. 

Eq  el  aüo  347  dio  Abderahman  Anasir  el  gobierno  de  Tanja  y  de  sus 
nmfioes  á  Jaalt  ben  Muhamad  el  Yafcrini ;  y  viendo  Abu  Alayxi  Almied 
N  Akasim  Kcnuz  ben  liklris  el  poder  de  Abderahman ,  y  que  ya  era 
doeiiode  todo  A  ImagrCb,  escribió  sus  carias  pidiéndole  licencia  para  ve- 
nú*  á  Espada  para  hacer  su  algihed,  y  el  rey  Abderahman  se  la  concedió. 
Cuando  sapo  su  venida  mandó  el  rey  prepararle  todas  las  posadas  desde 
Ak^zira  Alhadrá  con  tanta  comodidad  y  magniGcencia  que  no  echase 
BKnos  sus  alcázares ;  y  ademas  del  servido ,  manteninriento  y  gastos 
necesarios,  señaló  mil  doUas  do-oro  aldia  para  regalos  extraordinarios , 
Tasí  8c  hizo  desde  Algezira  Alhadrá  hasta  Córdoba ,  que  fu<Hron  treinta 
n|MsíQttes  t  en  Córdoba  Tuc  recibido  con  macha  honra ,  y  saüó  á  red- 
birle  cl  príndpe  Alhakcm  y  sus  hermanos  con  muy  lucida  caballería ,  y 
fnc  hospedado  en  el  palacio  real  :  se  holgó  algunos  días  en  Córdoba  y 
^  Medina  Azahrá ,  y  después  partió  á  la  frontera  oriental  para  hacer 
<*nella  su  algihod,  y  alli  quiso  Dios  que  lograse  la  corona  de  los  guer- 
^Ttjs :  este  fué  el  último  de  los  Edrises  que  reinó  en  Almagréb.  Habia 
dejado  en  su  ausencia  por  ^ali  do  sus  estados  á  su  hermano  Alhasan 
beo  Kcnikz ,  que  continuó  bajo  la  protccdon  del  rey  (te  España. 

Go  este  mismo  tiempo  Naad  ben  Ismail ,  señor  de  África ,  deseoso  de 
f  (D^rse  de  los  daños  que  le  habiati  het^ho  los  andaluces  y  zenctes  en 
Mib tierras  do  África,  y  envidioso  del  poder  de  los  Omeyas  en  Alma- 
trri'b,  envió  á  su  caudillo  Gehwar  cl  Bumi  con  veinte  mil  caballos  de 
b  cabilas  de  Kctama  y  Zanluiga ,  y  muchos  mas  de  otras ,  con  ánimo 
^  ocupar  los  estados  de  Almagréb.  Salió  Gchwar  de  Gairvan  con  ínfi- 
ñu  chusma  :  llegó  k  nueva  de  su  invasión  á  JaaU  ben  Muhamad  el 
Yafcrini,  wali  de  Abnagréb  p(Mr  el  rey  Abderahman  de  Córdoba,  y  reu- 
vfndo  sus  cabilas  Yaferini ,  de  los  zenetes  y  de  Masamuda ,  allegó  nu- 
ntroba  calnUeria  y  saltó  al  encuentro  de  los  enemigos  en  cercanías  de 
Uedioa  Tahart ,  pelearon  los  campeadores  de  ambas  huestes  ooa  varia 


UIOTOAIA  DE  lA  DOHINAaOlf 

una ,  evitándose  por  unos  y  por  otros  d  venir  á  una  batalla  canqnl. 
3ci6  Geliwar  grandes  premios  á  los  caballeros  de  £etama  si  quita- 
la  vida  al  \9dli  de  Almagréb,  y  habiéndose  trabado  una  sangrienta 
iramuza ,  que  sin  pensar  vino  á  ser  una  batalla  de  mas  de  treinta  mil 
illos  j  en  lo  mas  recio  de  ella  una  banda  de  caballeros  de  Ketama 
ipió  impetuosamente  hasta  llegar  adonde  peleaba  Jaali  di  Yafcrím 
10  un  bravo  león ,  y  arremetieron  todos  contra  él ,  y  le  pasaron  á 
cadas,  y  cayó  muerto  entre  ellos ,  le  cortaron  la  cabeza ,  y  á  su 
i^rte  se  siguió  el  desorden  de  sus  zenctes,  que  fueron  vencidos  con 
n  matanza  por  los  de  Ketama  y  Zanhaga  :  llevaron  estos  la  cabeza 
Jaali  á  su  caudillo  Gehwar  el  Rumi,  que  les  pagó  el  concertado 
mío  :  la  cabeza  fué  enviada  ¿  Maad  ben  Ismail ,  que  la  mandó  llevar 
una  lanza  por  todas  las  calles  de  Gairvan.  £1  hijo  de  Jaali  recogió  las 
¡quias  del  vencido  ejército ,  y  se  retiró  á  las  fortalezas, 
kspues  de  esta  victoria  revolvió  Gehwar  contra  Sigilmesa ,  donde  se 
lia  alzado  con  el  gobierno  un  alcaide  Uamado  Muhamadben  Feth, 
tocido  por  Wesuc  ben  Maymon  ben  Medarar  Ataferí ,  que  se  apelli- 
da Amir  Amumenin ,  y  también  Xakirak,  y  labraba  moneda  en  su 
a ,  que  se  llamaba  Xaqueria :  aunque  vano  era  hombre  justo ,  y  muy 
orzado,  y  de  la  secta  de  Malee :  contra  este  señor  fué  Gehwar,  y  le 
có  en  su  ciudad ,  y  después  de  recios  combates  la  entró  por  fuerza  de 
tada ,  y  tomó  preso  al  Xaquír ,  y  toda  su  gente  fué  depilada ,  y  ü 
^adenado  siguió  la  expedición  de  su  vencedor. 
M  principio  del  aHo  349  (960)  pasó  este  ejército  vencedor  á  tiem  de 
z ,  y  puso  cerco  á  la  ciudad  combatiéndola  de  día  y  dé  nodie  por  todas 
rtes ,  y  al  cabo  de  trece  días  la  entró  por  fuerza  de  espada,  y  los  ao- 
luces  y  zenetes  la  defendieron  hasta  morir :  saqueó  las  casas ,  y  enca- 
ló al  gobernador  de  ella  Ahmed ben  fiecri  d  zenete,  que  gdMniaba 
ciudad  y  su  provincia  por  el  rey  de  España  Abderafaman :  deslroyó 
muros  y  torres  de  sus  puertas :  fué  esta  entrada  de  Gehwar  en  ¥ei 
el  dia  20  de  Ramazan ;  y  en  pocos  meses  se  apoderó  de  todas  bs 
idades  de  Almagréb ,  fuera  de  los  presidios  de  Gebta ,  Tanja  y  Teles- 
1 ,  que  defendian  las  (ropas  de  Abderahman.  Se  volvió  Gehwar  a  Ma- 
dia ,  llevando  en  triunfo  al  wali  de  Fez  y  al  señor  de  Sigifanesa ,  y 
ince  caballeros  de  Fez,  y  los  entró  encadenados  sobre  los  lomos  des- 
dos  de  los  camellos ,  y  puso  sobre  sus  cabezas  unos  andrajos  largosde 
ta  coa  entrelazados  cuernos ,  y  los  pascó  por  escarnio  por  las  calles  y 
izas  de  Gairvan  y  de  IVIahedía ,  y  en  esta  ciudad  los  encarceló,  y  perc- 
ron  en  sus  calabozos. 

Estas  desagradables  nuevas  llenaron  de  pesar  al  rey  Abderahman,  y 
recentaron  la  amargura  de  sus  penas ,  pees  todavía  lloraba  b  muerte 
su  tio  Abnudafar,  la  de  su  hijo  y  la  de  su  hagib  Sebid ,  que  acábate 
suceder ;  y  asi  nopodia  disimidar  su  dolor  y  m  melancolía.  Para  re- 
rar  los  malos  de  África ,  y  tomar  en  ella  venganza  de  sos  enemú^Sf 
indó  preparar  numerosa  flota  de  naves  para  envitf  grandes  buesltf 
^ez,  y  desde  luego  principiaron  grandes  api^estos  «o  Sevilia,  AJge- 
a  Albadcá  y  en  AlflKría. 


ÚE  LOS  ÁRABES  EN  £SPAÑA.  225 

tatre  (anto  no  descaído  el  rey  Abderahroan  la  dcrensa  de  las  fron- 
teras en  España  oriental :  hacían  los  cristianos  de  los  montes  algunas 
estradas  impetoosas  y  rápidas ,  que  no  podían  impedirse  por  ser  tan 
¡Desperadas  como  breves;  pero  los  walicsde  Zaragoza,  Wesca,  Afraga 
7  Tarragona  entraron  de  orden  del  rey  ea  tierra  de  cristianos  de  los 
mooles  cm  mnd¡o  dpño  de  aquellos  infides.  En  Andalucía  se  envianm 
OM indecible  diligencia  tropas  de  á  pié  y  de  á caballo  ¿ Cd>ta  y  Tanja, 
y  los  caudillos  del  rey  en  Almagréb  unieron  sus  tropas  y  caballería  á 
hde  España,  y  en  pocos  meses,  peleando  con  mucho  yalor  y  próspera 
fartiua ,  recd>raron  las  ciudades  y  fortalezasperdidas ,  y  se  apoderaron 
de  Medina  Feí  á  fuerza  de  espada ,  hadendo  gran  matanza  en  los  de 
Kclama  y  Zanhaga ,  y  subyugaron  toda  aquella  tierra ,  y  se  aclamó  en 
lodos  los  alminbarcs  de  Almagréb  al  poderoso  rey  Abdcrahman  Anasir 
de  Córdoba  con  general  alcgria  délos  pueblos  y  cabilas  zenetes. 


GAnTULO  LXXXVII. 


De  variM  obraf  úéi  rey  Abderabinan ,  y  de  ta  roaerte. 

£d  este  año  mandó  el  rey  construir  en  Tarragona  d  mibrab  ó  adora- 
torio  interior  de  la  mezquita  principal ,  y  en  la  fachada  sobre  el  arco  y 
> sos  lados  es  puso  esta  inscripción,  grabada  en  precioso  mármol : 

"En  d  nond>ro  de  Dios :  la  bendición  de  Dios  sobro  Abdala  Abderah- 
Bno,  principe  de  los  GdcSj  prolongue  Dios  su  permanencia,  que  mandó 
que  está  obf a  se  hiciese  por  manos  de  Giafar,  su  familiar  y  liberto , 

ano  349.» 

•  * 

(Xa  íMcripcioñ  arábiga  ge  hulla  en  la  pág.  iiguieníe. ) 

Asi  también  en  este  año  mandó  Abderahman  reparar  la  aljama  de 
Medina  Scgoyia,  y  la  adornó  con  muy  bellas  columnas «  y  de  esta  obra 
^pusouna elegante  inscripción  en  las  columnas  del  mibrab  ,*  y  en  otras 
varías  ciudades  se  cdíGcaron  mezquitas,  baños,  fuentes  y  hospitales. 
^  celebraban  en  este  tiempo  en»Ck>rdoba  )as  poesías  de  Ghalaf  ben  Ayúb 
N  Ferag ,  y  en  especial  sus  elogios  al  rey ,  y  se  leían  en  las  academias 
<|ue  tenia  el  principe  Alhakom  en  el  palacio  Meruáu ,  y  en  las  que 
^^  en  su  casa  el  ivazir  Obeídala  ben  Yaliy e  bou  Edris ,  ¿  las  cuales 

• 


18  HISTORU  DE  Ik  DOHllUaON 

incurrían  kw  bombrcs  ipag  insignes  en  erodícioo  j  poe^.  Era  de  los 
as  célebres,  ymuy  familiary  cstiiuadu  dclrcy,  su  consejero  Abu 
xri  Ismail  brai  Bcdr,  el  que  envi6  bI  rejr  Abderahmaa  unos  ciega»- 
8  versos  en  ocasión  que  k  celebraban  algunas  de  siu  últimas  couqui»- 
B:  Tieodoalrey  que  esUbacomo  triste  y  distraído,  jrealregadoá  ras 


W  LOS  ÁRABES  EN  ESPAftA. 

piMittieotos,  sin  ftlcnder  á  la  oonYenackm  ni  lo 
griade  los  ooatrites,  le  escribid  estos  Tirsos : 


227 


Dd  mra  de  tos  ^ietorln  * 
Y  el  giele  efUépito  Mcna 
De  U  aromática  copa 
Aunque  religioD  severa 


Telaren  catdados  tristes , 
de  los  festivos  eonvites : 
dulce  fuego  en  mi  reside , 
á  tristezas  me  destine. 


Rec3)i6  el  rqr  estos  versos ;  pero  eontiauó  en  su  melancolía  y  dis* 
tnecioa^ylsmaflenvió^slaieiiel  misiiio  ritmo  y  oonsonancia  á  ana 
demeacfaivas; 

L«x,  que  en  so  oossejo  mandas,     ¿  porrioé  de  sombras  le  ciñes  ? 


¿Sofá  algna  dia  en  que  aeaken 
TelhiJodelaabalaUa^ 
Resplandecen  bomo  fuego 
O  son  lámparas  que  alumbran 
Que  tu  rey  de  sus  cuidados 
Que  en  el  torbellino  gira 


los  pesares  que  le  afligen , 
solo  por  amor  suspire  ? 
todas  Ua  armas  que  viste  * 
para  que  vele  y  medite ! 
siquiera  al  yantar  se  olvide, 
de  mas  que  sangrientas  lides. 


Cdando  el  rey  vio  estas  repetidas  insinuaciones  y  consejos  de  su 
bnea  amigo  Ismail,  le  respondió  con  estos  versos ,  siguiendo  sus  mis- 
mos números  y  consonancia : 


i  Cómo  no  ha  de  suspirar 
i  Cómo  esperará  bonania 
Si  dura  piedra  acabó 
i  Cómo  disipar  cuidados 
Estoy  con  temor  ya  sabes. 
Si  lo  que  mi  gloria  fué 
Cierzos  de  penas  llevaron 
Temo  que  nils  azucenas 
Mis  claros  diaa  pasaron 
No  ef  petet  que  alegre  Mrera 


quien  en  tristes  ansias  vive? 
«del  mal  temporal  que  sigue? 
con  la  pompa  de  mis  vides , 
en  las  copas  apacibles? 
ni  extraiíes  quemo  intimide , 
ya  por  la  partida  gime : 
de  mis  rosas  los  matices , 
el  braVo  huracán  marchite, 
y  llega  mí  noche  triste, 
sos  negrae  sombras  disipe. 


.  Manifestaba  en  estos  conceptos  que  temia  la  decadencia  de  su  fama  y 
gioría  m&itar ,  y  la  ñigadesu  florida  juventud.  Pasaba  Abdcrahman 
ia  mayor  parte  del  año  en  Medina  Azahra  en  la  frescura  y  amenidad 
(lesas  jardines,  porque  ya  descuidaba  los  negocios  del  gobierno  en  su 
liijo  Alhakem,  ya  jurado  sucesor  del  trono,  que  después  de  la  muerte 
i^  Sehid  no  quiso  tener  otro  hagíb.  Conversaba  frecuentemente  con 
SdefaM»  ben  Abdelgafir  el  Firexi ,  que  era  de  la  principal  nobleza ,  y 
kbíasido  gran  soldado ,  y  ahora  hacia  una  vida  ascética  y  retirada  j  era 
01  extremo  anstero'y  despreciador  del  mundo ,  solo  vestía  lana  vellosa 
y  andaba  descalzo ,  lloraba  de  temor  de  Dios,  y  por  continua  memoria 
^  h  mnerte  :  era  notable  lo  que  respondía  á  los  que  le  preguntaban 
por  su  salud :  iCámo  bá  de  estar,  (lecia,  quien  d  mundoes  su  casa,  el 


22S  HISTORIA  D£  LA  DOMÜtAGIOff 

Iblis  '  su  Tedno ,  y  le  están  escriMendo  todos  sus  hechos,  petabns  y 
pensamientos!  Asi  respondía  á  los  buenos  que  le  saludaban  :  se  apélK- 
daba  Abu  Ayúb,  j  se  ocupaba  sin  cesar  en  bien  de  los  pobres  y  con- 
suelo de  los  aOigidos ;  y  el  rey  Abderahnánporsamanosocorría  mucbas 
pobres  familias.  En  una  conversación  con  este  buen  muslfon  dijo  el  rey 
Abderahman ,  que  ajustada  bien  la  cuenta  de  los  momentos  de  perfecta 
y  pura  tranquilidad  de  ánimo  en  los  cincuenta  anos  de  su  reinado, 
apenas  contaba  catorce  dias  de  sincera  felicidad.  Permaneció'  en  Medina 
Azahra  los  últfanos  meses  de  su  Tida  entretenido  con  la  buena  conver- 
sación de  sus  amigos ,  y  en  oír  cantar  los  elegantes  oonoqptoa  de  Mozna , 
su  esclava  secretaria ;  de  Aixa ,  doncella  cordobesa ,  hija  de  Abmed  ben 
Cadim ,  que  cuenta  Aben  Hayan  que  fué  la  mas  honesta ,  bella  y  em- 
dita  de  su  siglo ;  y  de  Safia,  hija  de  Abdala  el  Rayi ,  aamísmo  en  extrcino 
linda  y  docta  poetisa ,  y  con  las  gracias  y  agudezas  de  su  esclava  Noira- 
tedia  :  con  ellas  pasaba  las  horas  de  las  sombras  apacibles  en  los  bosqae- 
cilios  que  ofrecian  mezclados  racimos  de  uvas ,  naranjas  y  dátiles  :  eo 
sus  últimos  dias  estuvo  algo  melancólico,  pero  siempre  afable  con 
cuantos  le  rodeaban :  alli  con  una  leve  indisposición  le  trasladé  la  numo 
irresistible  del  ángel  de  la  muerte  de  sus  alcázares  de  Medina  Azaiira 
á  las  moradas  eternas  de  la  otra  vida ,  la  nodie  del  mineóles  dia  2  de 
la' luna  de  Ramazaii  del  año  350  (96Í] ,  á  los  setenta  y  dos  años  de  su 
edad ,  y  cincuenta  años ,  seis  meses  y  tres  dias  de  su  reinado,  que  nio- 
guno  de  su  familia  reinó  mas  largo  tiempo  :  loado  sea  aquel  Sctor  cuyo 
Imperio  es  eterno  y  siempre  glorioso. ' 


CAPITULO  LXXXVIII. 

Del  reinado  del  tej  Alhakem  Almof  tansir  Bilali. 

Al  siguiente  dia  3  déla  luna  de  Ramazan  fué  adamado  rey  d  prio- 
dpe  Alhakem ,  tenia  ya  cuarenta  y  siete  años  :  otros  dicen  que  eran  ya 
cuarenta  y  ocho,  dos  meses  y  dos  dias ,  que  d largo  tiempo  dd  reinado 
de  su  padre  sumergió  los  años  de  su  florida  juventud,  y  el  mismo  Ab- 
derahman solia  decirle  :  Mi  tiempo  se  prdonga  y  defrauda  al  tuyo,  o 
Abulosi :  la  madre  que  le  parió  se  llamaba  Mergan :  era  de  mediana 
estatura,  pero  bien  formado  y  dispuesto,  de  hermosos  ojos ,  grave  y 
agradable  aspecto.  Su  jura  y  aclamación  fué  de  gran  pompa  :  sus  her- 
manos y  sus  primos  rodeaban  su  trono ,  luego  estaban  los  capitanes  de 

t  Los  muslimes  de  vida  ascética  7  coDlemplaliva  cuentan  cuatro  epemigoa  del  alma^Ibiís, 
el  danta,  el  neis  y  el  hewa,  esto  es,  el  diablo,  el  mundo ,  el  apetito  y  el  amor. 

» 

CoAtrQ  diestros  arqueros  me  combaien 
Con  fleohas  de  sos  arcos  ToUkloni» , 
IWIs  y  el  msiido ,  amor  y  ni  apottto : 
Sofior,  t4  soto  liacormo  sa^ro  pgedcs. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAAA.  ??9 

bsgurdias,  asi  eslaVos  como  andaluces  y  arrícanos  ^  el  hagib  y  los 
waiircs  estiÚMoi  al  frente ,  y  lá  guardia  de  csIaTOs  puesta  en  dos  filas 
ccfcahan  la  gran  sala  con  su  espada  desnuda  en  una  mano,  y  sus  grao- 
toescados  en  la  otra  :  los  esctovos  negros  con  yestidos  blancos  forma- 
hn  otns  dos  filas  cbn  hachas  de  armas  á  los  hombros  :  en  el  patio  ex- 
leríor  estaban  las  guardias  de  andaluces  y  africanos  con  magníficos 
Tcstidos  j  brillantes  armas ;  y  los  esclavos  blancos  con  sus  espadas  en  la 
nano :  le  juraron  obediencia  sus  hermanos,  los  "seazires  y  caudillos  sin 
raenra  ni  condiciones^  y  fué  adamado  con  general  alegría  de  todo  el 
RneUo.  Acabada  está  ceremonia  en  Medina  Azahra  el  jueves,  envió  al 
dusiguíeiite  á  Córdoba  el  cadáver  de  su  padre  con  grande  acompaña- 
níaito,  y  se  le  puso  en  un  magnifico  sepulcro  en  el  panteón  de  la  Ru- 
sda :  fué  8cgui(k>  su  féretro  de  toda  la  nobleza  de  la  ciudad ,  y  honrado 
coalas  ligriBiasde  innumerable  pueblo,  que  decia :  Murió  nuestro  padre, 
blló  sa  espada ,  la  espada  <lel  Islam ,  el  amparo  de  los  débiles  y  mencs- 
teosos ,  y  el  terror  de  los  soberbios. 

Los  mbios  astrólogos  y  los  poetas  anunciaron  en  sus  predicciones  y 
ea  sus  versos,  asi  en  Córdoba  como  en  las  demás  ciudades  del  reino , 
bcootÍDoadon  de  las  prosperidades  del  reinado  de  su  padre  Abderah- 
man  Anasir  Ledinala,  y  llenaron  la  España  de  agradables  esperanzas : 
folre  otros  el  vali  de  SeviDa  I^ail  ben  Badr  ben  Ismail  ben  Ziadi 
Aba  fiecrí,  liberto  de  gracia  délos  Omeyas ,  hizo  este  dia  de  la  jura  de 
Afanostansir  muy  elegantes  versos ,  que  se  conservan  en  la  colección  de 
Aben  Ferag ,  Hamada  k»  Huertos ,  y  dice  de  él  que  venció  en  los  certá- 
menes poéticos  á  los  mayores  ingenios :  fué  algún  tiempo  rawi  ó  nove- 
lista del  rey  Alhakem  Ahnostansir ,  y  le  contaba  sucesos  de  armas  y  de 
amores  con  muy  extraños  lanc^,  y  en  elegante  estilo ;  pero  ya  era  viejo, 
y  blleció  pocos  ailos  después.  Asi  como  su  padre  mandó  poner  su  nom- 
bre y  d  augusto  titulo  de  imam  y  principe  de  los  fieles  en  sus  monedas 
de  oro  y  plata ,  y  debajo  el  de  su  hagib ,  que  era  también  prefecto  de 
las  cttis  de  moneda.  Fué  Alhakem  tan  amante  de  las  letras  y  conoci- 
BMalos  útiles  desde  su  mas  florida  juventud ,  que  no  tenia  otra  pasión 
qoe  adquirirlos  mas  preciosos  libros  de  arles  y  ciencias,  y  las  mas  ele- 
mies  cofeeciones  de  poesia  y  de  elocuenda ,  y  toda  especie  de  obras  y 
memrias  de  historia  y  de  geografia.  No  pardonaba  diligencia  ni  gasto 
paia  esto :  hacíalos  traer  de  todas  partes ,  y  tenia  encargados  en  todas 
las  principales  ciudades  de  Afnca ,  Egipto ,  Siria  y  en  las  Iracas  y  en 
Ansia ,  expresamente  enviados  A  recoger  las  obras  mas  célebres :  llenó 
de  ellas  el  palacio  MetvAn ,  que  ya  no  babia  en  él  sino  libros ,  ni  hubo 
principe  modiia  qoe  acopiase  fibros  con  mas  ansia  que  este  :  tenia  todas 
ias  genealogias  de  las  cabilas  alárabes  de  Arabia  y  de  África  con  sus  pro- 
cedencias y  emigradones  :  su  casa  estaba  siemj>re  abierta  á  los  hombres 
doctos é  ingeniosos,  y  de  ellos  ¿  los  mas  sabios  y  críticos  enviaba  á  pro- 
nmr  nuevas  y  escogidas  adquisiciones.  Entro  otros  tenia  en  Egipto  á 
Aba  Ishac  Muhamad  ben  Alcasim  el  Xetbani ,  y  en  Siria  á  Abu  Ornar 
Mtthamad  ben  Jusuf  ben  Jacub  d  Kindi ,  y  otros  ademas  de  estos  dos  : 
por  si  mismo  á  Abulfaragi  el  Isfahani  ol  Goreixi  do  los  Mema- 


230  HISTORIA  DE  lA  MMINACION 

nes ,  rogándolo  que  le  enYiase  una  copiíi  de  su  libra  intHulado  él  Agaai, 
colección  muy  preciosa  de  canciones ,  y  para  ffastos  de  la  copia  le  dio 
letra  franca  y  mil  escudos  de  oro :  este  le  enyíó  su  copia ,  y  una  historia 
genealógica  de  los  Omeyas,  muy  cumplida  y  drcuostandada  de  todos 
los  de  esta  prosapia ,  la  mas  noble  de  los  Coreixis ,  y  una  elegante  easida 
de  Ycrsos  en  elogiode  los  príncipes  de  esta  familia.  En  Bag<hd  tenia  en- 
cargado para  estas  cosas  y  compras  de  buenos  libros  i  Mnhamad  bcn 
Tarhau ,  y  para  que  le  copiasen  los  mas  raros  escritos  tenia  eo  todas 
partes  muy  diestros  copiantes.  Su  biblioteca  estaba  ordenada  cod  espe- 
cial distinción  por  ciencias  y  conocimientos ,  y  todas  sus  salas  y  áUlao^ 
ñas  notadas  con  elegantes  inscripciones,  que  manKestaban  los  libros  que 
contenían ,  y  las  ciencias  ó  artes  de  que  trataban .  En  sus  Índices  se  flo- 
taban las  obras ,  los  nombres  de  sos  autores ,  sus  genealogías  y  patria, 
el  año  de  sus  nacimientos  y  de  su  muerte,  y  todo  con  mucha  verdad  y 
critica.  Era  en  esto  muy  sabio  y  curioso,  y  tenia  escritas  con  mocha 
prolijidad  y  esmerólas  genealogías  de  los  árabes  de  todas  las  regkmeg  de 
España.  Ayudaba  al  rey  en  estos  útiles  trabajos  y  areriguadones  lu  se- 
cretario Galib  ben  Muhamad  ben  Abdelwabib,  conocido  por  Aba  Ab- 
dolselcm ,  y  dice  Razi  que  este  fué  quien  empadronó  los  poddos  de  toda 
España.  Cuenta  Abn  Muhamad  ben  Huzam  en  su  universal  de  prota- 
pias ,  que  este  príncipe  en  los  quince  años  de  su  reinado  fuéd  prote^ 
tor  de  los  sabios ,  y  las  delicias  y  amor  de  sus  pueblos :  Aben  Hayandüce, 
que  los  índices  de  su  bibliotecaMeruania,  por  estar  end  palacio  Meraán, 
eran  cuarenta  y  cuatro  tomos ,  y  cada  uno  de  cincuenta  fotioa,  con  los 
nombres  solos  de  los  autores  ó  de  las  ooleedoneB  ;  que  según  T^d  d 
Feti  el  índice  general  no  se  acabó  basta  el  tiempo  del  rey  HixAn  sa 
hijo.  I 

Desde  que  su  padre  le  confió  los  cuidados  del  golnemo,  ya  noliieroD 
los  libros  su  principal  atención ,  y  solamente  m  ocupaba  en  ellos  y  en  ia 
comunicación  de  los  sabios  en  aquellos  ratos  que  Imrtaba  á  las  obiigack>- 
nes  severas  de  su  estado.  Con  todo  eso  no  se  olvidó  en  d  trono  de  favo- 
recer ¿  los  buenos  ingenios ,  y  de  convidar  á  los  sabios  mas  célebres  de 
Oriente  y  de  AArícaá  que  viniesen  ¿  establecerse  en  Espada.  Encargó 
su  biblioteca  á  su  hermano  Abdelaziz  por  su  aficiónalas  buenas letñs 
y  ¿  la  poesía ,  y  á  su  hermano  Almondhir  el  especial  cuidado  de  los  doc- 
tos y  de  las  academias.  Pasaba  mudio  tianpo  en  Medina  Aiahra,  go- 
zando con  mas  tranquilidad  que  su  padre  de  las  am«aidadea  de  aqiKdos 
vergeles.  Amaba  á  ¿i  hermosa  esdava  Redhiya  por  sus  gvacías  y  ent^ 
dicion ,  y  la  llamaba  Estrella  feliz.  Era  también  muy  £aniiliar  y  privadij 
suyo  Muhamad  ben  Jusuf  de  Guadalhajara ,  que  eserünópara  él  rey  la 
historia  de  España  y  de  África ,  las  vidas  de  sus  reyes  y  sus  guerras,  j 
otras  de  ciudades,  como  la  de  Wahran ,  Tahart,  Tenes,  Sigifanesa] 
Nacor  i  asimismo  f aé  estimado  del  rey  Aihakem  el  célebre  poeta  Mo 
hamad  ben  Yahye ,  llamado  el  Galafate ,  por  ser  de  los  mas  elegaotes  ] 
floridos  ingenios  de  Andalucía  :  vinoá  sus  instancias  á  Córdcdia  Saboi 
clporsiano,  que  en  sus  pocos  años  era  ya  doetoá  maravilla,  ylebí2< 
el  rey  su  camarero. 


DB  LM  AkAlIfcS  EN  ESPAAA.  231 


CAPITULO  tXXXlX. 

Di  Ul  «lirada  del  rey  en  liraiiteraa  de  GalicU. 

Ett  kM  primeros  altos  de  ftu  reinado  no  hubo  sino  algunas  leves  eor- 
niiaty  cabalgadas  en  las  fronteras ,  y  los  mnsUmes  peleaban  con  barta 
fivtooa,  j  tañan  arredrados  y  atemorizados  álos  cristianos  de  los  mon- 
tes. Eran  también  de  poca  importancia  las  entradas  de  los  muslimes  en 
tima  de  infieles.  En  el  año  353  (963)  ordenó  el  rey  Albakem  hacer  en- 
Indi  en  fronteras  del  Duero ,  y  para  dar  mayor  prisa  ¿  las  disposiciones 
fcesla  jomada  pasó  á  Toledo,  y  fué  recibido  en  aquella  ciudad  con 
gnuides  danoftraciones  de  alegría; 

£n  esta  entrada  de  Santisteban  declaró  el  rey  Albakem  las  obligacio- 
oes  de  los  muslimes  cuando  van  en  algibcd,  ó  á  mantener  frontera  en 
esU  orden :  es  deuda  de  todo  buen  musUm  ir  en  algihed  ó  guerra  contra 
hueles  enemigos  de  nuestra  ley  :  los  enemigos  serán  recpierídos  con  el 
Idam,  salvo  cuando  ellos ,  como  ahora ,  principien  la  invasión  :  en  otro 
oso  se  ks  propondrá  que  se  hagan  muslimes ,  ó  que  paguen  las  parias 
establecidas  que  nos  áánen  pagar  los  infieles  de  nllestro  señorío.  Si  en 
Ittiides  no  fueren  los  enemigos  de  la  ley  dos  tantos  mas  que  los  mus- 
limes, dnmslim  que  huyere  en  la  pelea  es  vil ,  y  peca  contra  la  ley  y 
«mtra  nuestra  honra.  En  las  entradas  en  la  tierra  no  matéis  á  las  mu- 
fferes,  álos  niños,  ni  viejos shi  fuerzas,  ni  á  los  monges  áe  vida  apar- 
tada, salvo  cuando  ellos  hicieren  daño.  No  matéis  ni  prendáis  á  quien 
disteis  seguro ,  ni  quebrantéis  sus  condiciones  y  posturas.  El  seguro  que 
as cradflHo diere,  todos  lo  mantengan.  Todos  los  despojos,  sacado  d 
fii&toqaenos  pertenece,  se  partirán  en  el  mismo  ean^ti  logardeia 
M;  el  eabaUtfo  tendrá  dos  partes,  yel  .dcápiéuna-.  de  las  cosas  de 
«naer  temad  cuanto  tuviereis  necesidad.  Elmi¿Um  que  conociere  en  el 
despojo  alguna  cosa  suya ,  jure,  ante  los  cadies  de  la  hueste  que  le  per-* 
ieaece,  y  se  le  dará  si  redamare  antes  déla  partición ,  y  si  después  de 
kdm  sele  dará  sujusto  precio.  A  los  que  sirvan  en  la  hueste,  aunque 
Msein  gente  depelea ,  yseandeotra  creencia ,  los  caudillos  usarán  de 
«iMrio  para  premiar  sus  servidos }  y  eso  mismo  á  los  qnebicieren  en 
iaüd 6 taera  de  eHa  alguna  hazaña  nmy  noble  y^  de  importancia.  9fo 
veoiui  en  hueste  de  algihed ,  ni  á.  mantener  frontera ,  aunque  sea  de 
■nyormirilOflosqne  tienen  padre  ó  madre  sin  licencia  de  ellos  amboi, 
tdTO  en  ocBsíoa<^  de  sAbita  necesidad ,  que  entonces  la  prindpal  obe- 
dieacia  es  ocurrir  á  la  hora  á  la  defensa  de  la  tierra,  y  á  la  obediencia 
de  tos  waUes  que  los  llamaren.  Esta  orden  mandó  publicar  á  las  cau- 
dillos en  sos  banderas  que  se  congregaron  en  Toledo  de  todas  las  pra- 
Tíadv. 

AlU  preguntó  el  rey  por  un  doncel  de  los  de  su  guardia  que  se  Ila- 
*>^  Abthla  bcn  Muhamad  ben  Mogueilh,  hijo  dd  cadi  Abulwalid 
ionas  ben  Abdila,  conocida  por  Aben  Alsafar  j  era  este  mancebo  de 


232  HISTOIUA  DE  LA  DOmNACMUC 

mueha  cmdicion ,  y  se  ocupaba  en  ilustrar  lás  poosias  de  los  reyes  Bcni 
Oineyas,  y  las  qae  se  habían  compuesto  por  grandes  ingenios  en  elogio 
de  eUos  :  so  presentó  esto  Abdal^ ,  y  le.snpKoó  al  rey  que  le  permitiese 
quedar  alli  ó  en  Córdoba,  excusándose  de  ir  en  aquella  exp^cion  por 
su  falta  de  salud.  El  rey  dyo  k  Atuned  ben  Nasar,  capitán  de  su  guar- 
dia :  Quédese  en  buen  hora  Abdala ,  yo  sentlria  que  este  doncel  enfer- 
.  ma^ ,  pues  espero  de  él  muy  importante  y  i^adable  servicio :  yo  es- 
pero ,  Abdala ,  que  tu  obra  no  me  deje  envidiar  á  la  que  han.presentado 
á  los  califas  de  Beni  AlabAs ;  será^  conveniente  que  vu4;lvas  á  Córdoba  y 
cuides  de  tu  salud ,  y  para  continuar  tu  obra  con  ro^iyor  comodidad,  sea 
en  tu  casa ,  ó  si  mas  quieres  en  la  casa  real  de  Almotilla ,  á  la  orilla  dd 
rio ,  toda  estará  á  tu  disposición  :  Abdala  dio  gracias  al  rey,  y  dijo  qoc 
ea  su  propia  casa  trabajaria  con  mas  quietud ,  que  no  tardaría  en  aca- 
bar su  obra  :  y  asi  fué  que  la  presentó  al  rey  antes  de  su  vudla  de  la 
expedición  do  Galicia. 

Congregadas  las  banderas*  de  las  provincias  con  los  walics  y  alcaides 
de  ellas  partió  el  rey  Alhakem  á  Galicia ,  para  manirestar  á  sus  pueblos 
que  no  solo  era  rey  sabio  y  prudente,  sino  también  diestro  y  esfonado 
caudillo.  Entró  coh  numerosa  hueste  en  tierra  de  cristianos ,  y  poso 
.cerco  al  fuerle  de  Santísteban  :  vinieron  los  cristianos  con  innumerable 
gentío  al  socorro,  y  peleó  contra  dios,  y  Dios  le  ayudó,  y  los  veació 
con  atroz  matanza  :  entró  por  fuerza  do  espada  la;  fortaleza ,  y  degolló 
á  sus  defensores ,  y  mandó  arrasar  sus  muros :  ocupó  Sedmanea,  Cauca, 
Uxama  y  Clunia  y  las  destruyó  :  fué  sobre  l^Iedíaa  Zamora  y  cacó  á 
los  cristianos  en  dh ,  y  les  dio  machos  combates ,  y  al  fin  la  ^tró  por 
fuerza ,  y  pocos  de  sus  defensores  lograron  librarse  del  furor  de  las  es- 
padas de  los  muslimes :  se  detuvo  en  aquella  ciudad  con  toda  su  huesle ,  | 
destruyendo  sus  muros.  Con  muchos  pautivos  y  despojos  se  tomó  veo- 
cedor  á  Córdoba^  y  entró  en  ella  con  aclamaciones  de  triunfo ;  y  se  ape- 
llidó Almostansir  Bila  por  su  confianza  en  el  auxilio  de  Dios.  Mientras 
el  rey  estuvo  en  esta  expedición  Tino  á  España  la  tribu  Gbazarag ,  noble 
y  antigua  de  Medina ,  y  se  estableció  y  avecindó  en  Gtedoba  y  en  sos 
isercaniás. 

Pocos  meses  después  vinieron  á  Córdoba  enviados  del  rey  de  Galicia 
y  señores  de  Gástela,  rogando  al  rey  Alhakem  que  quisiese  hacer  a» 
ellos  paz,  y  coiiio  de  su  natural  era  padfico  holgó  nraeho  de  estas  peii- 
eiones ,  y  trató  con  mucha  honra  á  los  mensagax>s  que  se  deiuvieroii  al- 
gún .tiempo  en  Córdoba ,  y  el  rey  los  recibía  con  mucho  agnado  en  sus 
jardines,  y  estuvieron  en  Medina  Azahra  muy  contentos  y  festejados, 
y  se  maravillaban  mucho  de  la  hermosura  de  aquella  dudad  y  de  la  ri- 
queza y  mágDificencia  del  real  alcázar.  Cuando  partiWHi  á  su  tíerra 
envió  el  rey  con  el|os  á  un  livazir  de  su  consejo  con  sus  cartas  para  el 
rey  de  GaBda,  con  dos  hermosos  caballos  ricamente  enjaezados,  con 
sendas  espadas  de  Córdoba  y  de  Toledo,  y  dos  halcones  de  los  mas  ge- 
nerosos y  altaneros  para  presentarlos  al  rey  de  Galicia  en  su  nombre  -. 
asi  otorgaron  sus  paces ,  y  fué  e^ta  avenenda  hecha  el  año  354  (965). 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  33S 


GáPITCLO  XG. 

De  varios  aeteeiBüMlot  y  proridonciat  del  ley  Albakem. 

En  etíe  tiempo  yiiyeron  á  Córdoba  muchos  cabalICFOs  de  EgpaSa 
orieolal  j  de  los  montes  de  Afrane  y  de  Galicia  y  de  Gástela ,  y  todos 
crao  bien  recibidos  y  homrados ,  por  la  justicia  y  bondad  y  mucha  no- 
Ucza  del  rey  Alliakem  :  algunos  de  estos  cristianos  solicitaban  por  sus 
parcialidad^  qae  el  rey  declarase  gnnra  á  los  otros  cristianos ,  y  mu- 
dios  wazíres  de  su  consejo  y  los  ^'alies  de  las  Ti^nteras  deseaban  oca- 
nones  de  rompimiento ,  sabiendo  que  los  cristianos  tmian  guerras  entre 
(Ous  i  pero  drey  Alhakem  les  respondía  con  aquellas  palabras  del  libro 
de  Dios  :  Sed  fieles  en  guardar  vuestras  posturas ,  que  Dios  os  pedirá 
cuenta  de  ellas.  En  el  año  355  hubo  un  fuerte  huracán  que  arrancó  los 
árboles  y  destruyó  muchos  aduares  y  edificios ,  y  mató  mucha  gente ; 
pero  hizo  mayor  estrago  en  Magréb  que  en  Empana.  En  la  noche  del 
martes  28  de  la  luna  de  Regeh  de  este  año  pareció  en  el  mar  una  llama 
6  luz  saltante,  como  una  gran  columna  y  que  alumbraba  de  noche  tanto 
con  suresplandor,  que  yeneia  la  oscuridad ,  y  so  acercaba  á  la  claridad 
del  día.  En  este  mismo  mes  hubo  eclipse  del  sol  y  de  la  luna;  el  eclipse 
de  la  luna  fué  en  la  noche  catorcena  de  ella  ^  y  el  sed  amaneció  eclipsado 
el  día  28  de  la  misma  luna. 

Por  mala  costumbre  y  licencia  introducida  en  España  por  los  de  la 
Iraca  y  otros  extranjeros  se  había  hecho  libre  y  como  licito  el  uso  del 
▼ino,  que  el  vulgo  y  aun  los  alfaquies  lo  bebian.,  y  se  pcrmitia  en '  wa- 
limas  y  convites  con  escandalosa  libertad ;  pero  el  rey  Alhakem ,  que 
era  religioso,  abstinente  y  docto  en  las  eiposiciones  aprobadas  del  Al- 
corán ,  juntó  sus  alimes  y  alfaquies ,  y  les  preguntó  en  qué  podia  fun- 
dtfse  d  general  aboso  que  habia  en  España ,  que  no  solo  se  usaba  el  be- 
ber dghamar,  vino  rojo,  sino  que  se  bebía  el  sahbá,  vino  daro,  el 
nebid ,  vino  de  dátiles ,  y  el  de  higos  y  otras  bebidas  fuertes  quo  embria- 
gan :  respondiéronle  que  desde  el  reinado  del  rey  Muhamad  se  habia 
bedio  común  y  recibida  opinión,  que  estando  los  muslimes  de  España 
en  continua  guerra  con  los  enemigos  del  Islam ,  podian  usar  del  vino , 
por  lo  que  esta  bebida  acrecienta  el  valpr  y  el  ánimo  de  los  soldados 
para  las  batallas  $  qpe  asi  en  toda  tierra  de  fronteras  era  licito  su  uso 
para  tener  mayor  esfuerzo  en  las  lides.  Reprobó  el  rey  estas  opiniones , 
7  en  odio  del  abuso  mandó  arrancar  las  viñas  en  toda  España ,  y  que 
solo  quedase  una  tercia  parte  de  las  vides  para  aprovechar  el  fruto  de 
h  uva  en  su  sazón ,  en  pasas  y  en  arrope  ó  miel  de  uvas ,  y  otras  dife- 
rentes composiciones  saludables  y  licitas,  hechas  del  mosto  espesado. 
Era  en  este  tiempo cadi  mayor  délas  aljamas  de  España  Abdelnielic  ben 

<  Lbroaban  waliiMs  nueslros  muslimes  ¿  la§  comidas  de  días  de  boda  :  ae  celebraban  eilaa 
na  ttUicttcia  de  paríentei  varouoa  y  beinbrai»,  con  alegre  larobra ;  eslo  es,  uiüsica  y  bailo , 
^0  randonet  amorosas  cantadas  por  rougeres  con  grandes  pausas  de  verM  á  verso. 


ÍU  HISTORU  BE  LA  DOMmACtOll 

Mondhir  ben  Sald  el  Bolati ,  honibrc  insigne  por  m  sabldaria  y  sa  jus- 
ticia ,  y  á  este  conflaba  el  rey  los  mas  grayes  negocios.  En  el  aik>  356 
recibió  el  rey  Alhakem  un  legado  de  preciosos  libros  con  la  noticia  de 
la  muerte  del  autor  de  ellos  Abulfaragi  ^  Ali  ben  Albasan  ben  Mahamad 
ben  Alhaitam,  de  la  familia  de  Omcya ,  y  descendiente  del  último  califa 
de  ellos  en  Oriente ;  fué  de  Bagdad ,  donde  habia  nacido  el  año  284,  hom- 
bre docto  en  todas  ciencias ,  y  muy  entendido  en  politica  y  sucesos  de 
principes ,  y  en  historias  genealógicas :  compuso  él  libro  de  las  cancio- 
nes ,  obra  de  cincuenta  años ;  y  lo  presentó  al  soldán  de  Halepo ,  qacle 
dio  mil  escudos  de  oro,  excusándose  de  su  corta  dádiva  r  compuso  otras 
muchas  obras  muslimicas  y  curiosas ,  y  la  historia  de  los  cáUfas  Omejras , 
asi  de  Oriente  como  de  los  que  reinaban  en  España ;  habia  cntiado  dé 
secreto  esta  obra  ál  rey  Albalcem  siendo  principe ,  y  habia  recibido  de 
él  muy  preciosos  presentes,  y  grandes  cuantías  ée  escudos  de  oro :  el 
libro  de  los  reyes  de  España  se  intitulaba  Origen  de  los  Omeyas  :  el  otro 
Emigraciones  y  conquistas  de  los  árabes  :  otro  {^elación  general  gen^- 
lógica ,  otro  los  Hechos  y  aventuras  de  Aben  Xeiban.  En  este  mismo  año, 
en  la  luna  de  Rebie  postrera ,  falleció  en  Córdoba  el  sabio  Ismail  Abo 
Aly  el  Cali ,  maestro  de  erudición  del  rey  Alhakem ;  habia  nacido  en 
Gala ,  aldea  de  Menargerd  en  Diar  Becri ,  al  año  988  '  vivió  mucho 
tiempo  en  Bagdad ,  y  por  eso  se  le  conocía  por  el  Bagdad! ,  fué  muy  fa- 
vorecido del  califa  Motuakil ,  que  le  consultaba  aun  cuando  pasaba  noá 
mosca  sobre  su  cabeza :  vino  á  Córdoba  á  instancias  dd  rey  Anasir  para 
maestro  del  principe  su  hijo,  y  este  le  amó  y  distinguió  toda  su  vida,  y 
honró  su  memoria  con  un  magnifico  sepulcro. 

Nombró  el  rey  cadi  de  la  aljama  de  Córdoba  al  docto  Aben  Zarbi,  y 
cadies  i^azires  del  mismo  caii^  á  Aben  Tbaalba ,  y  á  Ibrahhn  ben  Ha- 
rán ben  Chalaf  el  Masamudi ,  que  habia  venido  de  Berbería ,  y  era  cadi 
de  Alisbona ,  y  Abu  Becri  ben  Wefid :  todos  muy  acreditados  por  su  in- 
tegridad  y  sabiduría. 


CAPITULO  XCI. 

De  las  nueras  guerras  en  Magréb. 

En  la  otra  banda  en  tierra  de  Almagréb  no  habia  en  este  tiempo  ia 
paz  que  se  gozaba  en  España  :  Alhasan  ben  Kcnuz ,  señor  de  Medina 
Biserta ,  con  ol  auxilio  de  los  caudillos  y  tropas  de  Andalucía  estaba  apo- 
derado de  todas  las  provincias  de  Almagréb  :  manteníase  este  amír  en 
obediencia  de  Alhakem  rey  de  España  mas  por  temor  de  su  mucho  po- 
der y  cercanía ,  que  por  lealtad  y  conflanza.  En  el  año  357  vino  con  po- 
derosa hueste  desde  África  oriental ,  Balkin  ben  Zeir  ben  Menad  de 

<  En  los  anales  de  Aben  Sohna  están  los  nombres  y  prosapia  dé  este  insi^n^  etcritor,  y  1« 
liaina  Abulfaragi  el  Isfahanl  Aly  Aben  Hnsein  ben  Mubamad  ben  Ahmed  ben  ANialtam  ben 
Abderahmon  ben  Hernán  ben  Alhakem  ben  Alasi  ben  Omeya :  sn  obra  más  célebre  fué  Kíteb  rl 
Agáni ,  libio  de  cantigas  d  eaiieioiiea  con  la  máiica  y  nodo  de  ouMailai.    * 


DE  LOS  ÁRABES  EN  E»AftA.  2S5 

Zmhaga ,  con  deieo»  de  yengaiiza  eonlra  los  ^wsKes  ¿enoteft :  su  entrada 
héimpreyjsla  y  rápida ,  y  venturosa  para  sos  intentos;  venció  tres  afios 
Muidos  á  los  indíes  de  Magréb  el  Wast,  y  en  ellos  deshizo  cuantas 
tropos  se  le  opuneron ,  asi  de  los  zenetes  como  de  los  andaluces ,  y  en 
daño  360  se  apoderó  de  las  prindpales' fortalezas  del  estado,  acla- 
mando en  las  ciudades  de  Alinagréb  al  priilcipe  Fatemi  Maad  ben  Is- 
maO ,  como  antes  faabia  hecho  el  wali  Gehwar  el  Ruml.  En  este  año  361 
Giafar  ben  Aly  el  Menusi ,  andalu2 ,  wali  de  Sale  y  Eráb ,  venció  y 
nato  en  batalla  á  Jnsuf  Zeiri  el  de  Sanhaga,  y  envió  á  su  hermano 
Ydif  e  ben  Aly  á  Córdoba  con  la  nueva  de  esta  victoria ,  y  el  rey  Alha- 
kem  le  honró  mucho  :  los  caudillos  zenetes ,  temiendo  que  Balkin  ben 
Zeíii  vengase  la  mnerte  de  su  padre ,  intentaron  prender  á  Giarar ,  y 
entregárselo ,  paTa  sosegarle  y  ganar  su  voluntad ;  pero  lo  entendió 
Giafar*  y  se  pasó  á  Espafia  quejándose  al  rey  Alhakem  de  la  perfidia  y 
veleidad  de  los  caudillos  zenetes  t  el  rey  le  recibió  bien  y  le  hizo  su  ha- 
gib,  y  conservó  este  cargo  hasta  que  murió  en  tiónpo  de  Hixém.  "En 
este  mismo  ado  cu^ta  Aben  Sobna  que  el  príncipe  Maad  pasó  á  Egipto 
7  lleTó  entre  sus  familiares  al  poeta  andaluz  Alhasan  Aben  Heni  ben 
Mubamad,  que  fué  alevosamente  nmerto  en  el  camino;  y  refiere  de 
este  célebre  ingenio ,  que  en  sus  desmedidos  elogios  á  Maad  solia  decfa* 
impiedades  :  Maad  entró  en  el  Gahiro  á  15  de  Ramazan  del  año  si- 
guiente. En  estas  revueltas  el  primero  que  siguió  este  partido  fué  el 
aoiir  Alhasan  ben  Kennz ,  olvidando  su  homenage  y  antigua  clientela , 
j  cnanto  debia  á  los  Omeyas  de  Espafia ,  y  por  si  y  por  sus  pueblos  acla- 
mó en  sus  estados  á  Maad ,  y  auxilió  á  Balkid  contra  los  andaluces  en 
aquella  sangrienta  invasión  y  obstinada  guerra. 

Ofendióse  mmcho  el  rey  Alhakem  cuando  tnvo  nuevas  de  esta  desleal- 
tad de  amir  Alhasan  ^  y  ordenó  que  sin  dilación  se  aprestasen  naves  en 
todos  los  puertos  de  Andaluda  para  enviar  numerosas  huestes  contra 
Mkiñ  ben  Zeir,  y  contra  él  p^fido  y  desagradecido  AUiasan  ben 
l^Qz.  Con  mucha  ;diligenc)a  se  reunieron  tropas  de  las  costas  de 
Tadmir ,  de  Elbira,  de  Raya,  y  do  Algarbe,  y  se  embarcaron  man- 
<iadas  por  el  vraU  Muhamad  ben  Alcasim  de  los  Meruánes ,  y  pasa- 
ron de  Algecira  Alhadrá  á  Medina  Cebta  en  la  luna  de  Rebie  primena 
del  año  362.  Poco  tiempo  descansaron  estas  tropas  de  Andalucía,  que 
luego  salió  contra  eBas  amir  Alhasan  ben  Kenuz  con  muchas  cabflas 
iKrberiscas.  En  confines  de  Tanja  se  encontranm  estas  huestes  en  un 
lugar  conocido  por  Alfobos  Beni  Masrag ,  y  se  dieron  cruel  batalla ,  en 
qneftieron  vencidos  los  andaluces ,  y  murió  peleando  el  wali  Muhamad 
ben  Alcasim  con  mudios  cabaUeaos  de  su  hueste ,  y  parte  de  ella  se 
scogió  á  Tanja,  y  parte  huyeron  y  se  encerraron  en  Cebta.  Los  caudillos 
andaluces  escribieron  á  Córdoba  pidiendo  al  rey  que  les  enviase  gente 
P^m  poderse  oponer  á  los  enemigos ,  que  eran  muchos  y  muy  aguerri- 
dos. Pesó  mucho  al  rey  Alhakem  de  la  poca  ventura  de  las  armas  y  de  la 
^ifsgradada  batalla  de  Tanja.  Mandó  á  los  v^alies  de  las  provincias  en- 
riar sos  banderas,  y  allegada  la  gente  de  guerra  y  mudias  provisiones 
<ie  armas  y  dinero  encargó  la  expedKckn  (d  caudillo  GaHb,  llaniado  ^ 


2S6  HISTORIA  DE  LA  BOHllfACIOfl 

Gamba,  hoodire  de  mocho  yalor  y  moy  práctico  en  las  cosas  de  la 
guerra.  Di6  ¿  este  wali  sus  instmcckmes ,  y  le  dijo  que  esperaba  de  ¿1 
DO  solo  el  vencer  en  balalla  ¿  sus  enemigos ,  sino  recobrar  todas  las  for- 
talezas y  sojuzgar  aquellos  poAlos  rebeldes,  y  á  la  despedida  le  dijo :  No 
te  doy  licencia  para  qu^Yudiras  sino  vencedor  6  muerto :  el  fin  es 
vencer ;  pero  no  seas  avat^  ni  escaso  en  premiar  á  los  valientes.  Purtió 
GaUb  do  Córdoba  con  mucha  caballería  y  grande  aparato  y  provisiones 
en  fln  de  la  luna  de  Xa wal  del  año  369. 

Volóla  fama  del  paso  de  estas  tropas,  y  el  amir  Alhasan  ben  Kenoz 
temió,  y  al  punto  abandonó  la  ciudad  de  Biserta ,  y  sacó  de  ella  su  ha- 
rem y  todos  sus  tesoros ,  y  los  llevó  á  Hisn-  Hijar  Anosor ,  ó  Peña  de 
Águilas ,  fortaleza  inaccesible ,  y  allí  aseguró  sus  riquezas  y  su  familia. 
Entre  tanto  pasó  Galib  el  mar  desde  AlhadrA  á  alcázar  de  Masamuda : 
alli  se  le  opuso  AlhalLem  ben  Kenuz  con  sus  cabilas  berberisca^,  y  pe- 
learon algunos  dias  con  varia  fortuna.  Logró  Galib  con  secretas  comu- 
nicaciones con  los  jeques  y  alcaides  de  aqodlas  cabilas ,  á  fuerza  de  pre- 
sentes muy  cuantiosos  y  de  mayores  pr(»nesas ,  que  muchos  de  ellos 
abandonaran  el  partido  de  Alhasan,  y  que  algunos  se  pasaran  km  propio 
campo  :  fueron  tantos  los  que  dejaron  la  hueste  deandr  Alhasan,  que 
en  una  noche  quedó  con  solos  sus  caballeros ,  y  antes  de  venir  el  día 
huyó  y  se  acogió  á  la  fortaleza  de  Peüa  de  Águilas.  Siguió  Galib  con 
toda  su  caballería ,  y  cercó  aquella  roca  con  mucha  vigilancia :  Uegó 
después  toda  la  hueste ,  y  les  cataron  d  agua  á  los  de  la  fortaleza.  Por 
sugestión  de  gentes  que  creían  en  agüeros  y  estrelleria  persuadieron  á 
Galib  que  si  dentro  de  un  cierto  plazo  no  tomaba  la  Peña  de  Águilas , 
que  se  perdería  con  toda  su  hueste.  Llegaba  aquel  término,  y  Gab'b  por 
no  desanimar  á  sus  tropas  para  la  ocmtinuacion  de  la  guerra ,  apretó  los 
combates ,  y  al  mismo  tiempo  [uropuso  al  amir  Alhasan  una  avraencia 
qae  aceptó ,  porque  ya  estaba  en  sumo  apuró :  dióle  s<^ro  para  él ,  sa 
familia  y  bienes,  que  allt  tenia ,  ó  en  otros  depósitos ;  pero  con  la  fo^ 
zosa  condición  de  ponerse  en  maiios  de  Galib ,  y  pasar  con  él  á  España 
cuando  Galib  volviese  á  día :  se  concertó  esto  en  la  luna  de  Muharram 
del  año  363 ;  y  en  el  mismo  día  salió  con  su  familia  y  entregó  la  for- 
taleza. 

Entonces  escribió  Griib  al  rey  Alhakem  este  suceso ,  que  fué  muy  ce- 
lebrado en  Córdoba  $  y  continuó  la  reducdon  de  los  rebeldes  y  los  ven- 
dó en  muchas  escaramuzas ,  y  subyugó  todos  los  pueblos  de  Almagréb, 
y  ocupó  sus  fortalezas ,  y  no  quedó  en  aquella  tierra  ningún  alcaide  de 
los  de  Sanhaga.  Vino  después  á  Medina  Fez ,  y  la  ocupó ,  y  puso  en  dl^ 
por  gobernador  á  Muhamad  ben  Aly  ben  Fcsus  en  el  barrio  de  los  caír- 
vanes,  y  en  el  de  los  andaluces  á  Al>delkerim  ben  Thaalba :  asegurado 
el  imperio  de  Almagréb  volvió  Galib  á  Espada,  y  con  él  amhr  Alhasan 
ben  Kenuz  y  otros  muchos  señores  de  la  familia  Edrísia  y  Gaduta  de  to- 
das las  provincias  de  Almagréb  el  Wast ,  y  quedaron  los  Omeyas  de  Es- 
paña apoderados  de  iodos  aquellos  estados.  Salió  Galib  y  esta  taifa  de 
caballeros  de  Medina  Fez  á  Gnes  de  Kamazan  del  año  3G3  (973) ,  y  U^ó 
á  Gebta ,  donde  se  embarcaron  con  los  caudillos  y  tropas  dn  Aadalocía 


DE  LOS  ARABfiS  EN  ESPAftA.  237 

enhsoavcs  de  España ,  y  aportaron  en  Gczira  Alhadrá.  Escribió  Galib 
desde  allí  B^  re;  Alhakcm  informándole  do  su  llegada  y  pidiéndole  11  - 
raicía  ffta  pasar  á  Córdoba  con  el  amír  Alhasnn ,  y  los  caballeros  y  fa- 
milia que  con  él  Tcnia  :  el  rey  envió  sus  forénicos  dándole  licencia  para 
llegar  á  Córdoba  con  toda  su  gente ,  y  dio  órdenes  para  que  se  les  apo- 
xnlase  con  mucha  honra  en  toda  su  marclia. 


,    •CAPITULO  XCII. 

Be  l«  venida  del  amir  de  AlHca  á  CérdoU,  y  otros  lucetos. 

Cbando  ya  se  acercaban  á  la  conlarca ,  mandó  el  rey  á  su  sobrino  Ab- 
ddaziz  ben  Almondhir ,  que  era  capitán  de  su  guardia  de  caballería  de 
lodalaces,  que  con  otros  princi|>ales  jeques  y  wazires  se  adelantase  á 
redbtrlos ,  y  el  rey  mismo  montó  á  caballo ,  y  con  los  otros  caudillos  de 
»  guardia  y  mudios  nobles  de  su  corle  ^ió  á  cierta  distancia  de  la 
tíodad.  Coando  se  avistaron ,  descendió  iipúr  Alhasan  de  su  caballo  y 
los  otros  jeques,  y  se  humilló  á  los  pies  del  rey  Alhakem ,  que  le  dio  su 
n^aoo  y  fe  mandó  cabalgar ,  y  le  tuvieron  el  estribo  los  jeques  de  Alma- 
P^)  y  entraron  juntos  seguidos  de  toda  la  cabaHeria ,  y  salió  toda  la 
!CDte  de  la  dudad  á  recibirlos ,  y  el  caudillo  Galib  se  puso  de  orden  del 
^  á  su  lado,  y  así  entraron  hasta  el  alcázar ;  y  fué  este  día  grande  y 
^^^hibreen  Córdoba  el  i  ^  de  Mnbarram  del  año  364  :  era  innumerable 
^  gentío  que  concurrió  á  ver  esta  entrada  y  triunfo  de  Galib  y  de  la 
cahaDaía  de  Andalucía.  Cuando  Hegaron  al  alcázar,  el  rey  Alhakem 
<ft^¡ó  al  amtr  su  protección  y  amparo ,  y  le  mandó  hospedar  en  el  pa- 
hcioMogueiz  con  toda  su  familia,  y  á  los  jeques  y  caballeros  de  Beni 
Edrís ;  (fe  Cadula  en  otras  casas  principales.  Señaló  el  rey  grandes  cuan- 
te  á  Albasan  y  á  los  suyos ,  y  todos  quedaron  muy  contentos  de  la  ge- 
i^Prosidaddel  rey  Alhakem :  cuentan  que  gastaba  con  setecientos  caba- 
"^  lo  que  solía  darse  á  siete  mil ,  y  asi  muchos  de  ellos  se  establecieron 
^  Córdoba ,  y  quedaron  en  servicio  de  Alhakem'. 

Q  amir  Albasan  no  estuvo  nmcho  tiempo  en  Córdoba ,  y  pidió  al  rey 
fK  le  permitiese  TOlverse  á  África  con  su  fanúUa :  manifestó  Alhakem 
^iceoda  de  esta  resoludon ,  y  aunque  contra  su  gusto  y  voluntad  le 
^'^^Ppedió  Sceneia  á  pesar  de  los  consejos  de  sus  vrazires ;  pero  no  le  per- 
iMtióqiie  fuese  á  morar  en  Magréb .,  sino  en  la  parte  oriental  de  África, 
J  k  ofreció  sus  naves  para  conducirle  con  toda  su  familia  y  riquezas : 
^Ua^n  le  dio  gradas  por  su  dignación ,  y  apresuró  su  partida.  Tenia 
H  amir  entre  sus  preciosidades  un  trozo  de  ámbar  de  extraña  grandeza, 
V^  en  tiempo  de  su  reinado  se  halló  sobrenadando  en  las  costas  del  mar 
de  Magréb;  y  como  Alhakem  tuviese  noticia  de  esta  maravillosa  pieza 
^  áoÁar ,  manifestó  su  deseo  de  verla ,  y  fué  forzoso  al  amir  Alhasan 
«''«cerie,  aunque  á  su  pesar,  la  posesioa  de  esta  rareza  como  regalo 
"^  despedida  a  d  rey  la  mandó  guaurdar  entre  las  preciosas  alhajas  de  su 


239  HISTORU  DE  LA  IMMIINáCIW 

casa ,  y  se  conservó  hasta  d  fin  de  la  dinastía  de  los  Omqras,  en  que  ^ 
vio  á  los  Alhasanies.  Salió  amir  Alhasan  con  su  familia  y  sos  riquezas, 
y  se  embarcó  en  Almería  en  naves  del  rey ,  y  pasó  con  venlorosp  DSTe- 
gacion  á  Túnez  año  365.  Desde  Túnez  parUó  á  Egipto  con  los  hijos  de 
SU  tio  al  amparo  de  Nazar  ben  Maad ,  8(ddan  de  África  y  Egipto :  le 
recibió  muy  bien  y  le  ofreció  su  proteodon  y  ayuda  contra  todos  sus  ene- 
migos. P(H*maneció  alli  Alhasan  largo  tiempo,  y  el  soMan  escribió  el 
mismo  año  una  carta  muy  soberbia  al  rey  Albakcm  amenazándole  con 
todo  su  poder  y  llamándole  usurpador  de  los  estados  de  Magréb ;  y  es  lo 
bueno  que  él  mismo  acababa  de  apoderarse  de  Egipto,  tratando  coa  ei- 
trana  crueldad  á  sus  pueblos. 

En  este  año  hizo  el  rey  chitan  de  su  guardia  de  cabalkría  á  Giafar, 
hijo  de  Otman  Abulhasan  su  hagib ,  que  en  el  año  anterior  habia  venido 
dd  gobierno  de  Mayorca.  Nombró  cadi  de  aljama  de  Córdoba  al  docto 
sevillano  Ahmed  ben  Abdclmelic  ben  Haxcm ,  conocido  por  el  Mocui : 
ya  dos  veces  habia  sido  decto  para  este  cargo ,  y  no  lo  babia  admitido : 
estaba  en  d  consejo  de  estado  con  mucha  estimadón  del  rey,  á  qniea 
habia  presentado  una  obra  muy  docta  de  politica  de  príndpes  y  máxi- 
mas de  buen  gobierno ,  que  tenia  cien  capitules ,  y  habíala  eompaesto 
en  compañía  del  sabio  Obeidala  el  MoaiU ,  y  f  né  la  obra  tan  grata  al  rej 
Alhakem ,  que  á  los  dos  los  hizo  del  mexnar,  y  eran  dignoa  socios  dd 
sabio  cadi  Aben  Zarbi  que  los  presidia.  Dio  en  Zahrá  una  hermosa  casa 
al  célebre  historiador  Ahmed  ben  Said  d  Hamdani,  que  se  ocupaba  ca 
escribir  la  historia  de  España  :  asimismo  dio  el  rey  casa  cerca  (M  alcá- 
zar á  Justtf  ben  Harán  el  Arramedi ,  conocido  pot  Aba  Amar,  d  mejor 
ingenio  de  cuantos  en  este  tiempo  Ooredan  en  Córdoba  :  habia  presen- 
tado al  rey  dos  degantes  poemas ,  uno  de  la  caza,  y  otro  de  caballería. 
Refiere  de  él  Abulwdid  ben  el  Fardi ,  que  d  mismo  contaba  esto :  Saii 
un  día  después  de  la  zalá  del  juma  y  pasé  d  rio  de  Córdoba,  y  andaba 
en  los  jardines  de  Beni  Menián  y  y  encontré  en  ellos  una  donedla  es- 
clava ,  qoe  nunca  en  toda  mi  vidía  habia  yo  visto  otra  de  tal  gentileza  m 
tan  hermosa  como  ella  :  la  saludé,  y  mé  respondió  con  modia  grada, 
pues  no soloera  afaUe ,  sino  también  en  extremo  discreta  :  d  tono  de 
su  habla  era  de  tanta  dulzura ,  que  regalaba  los  oídos  y  se  entraba  por, 
cUosen  d  alma,  de  suerte  que  su  gentileza,  su  haUtf  y  sus  razones 
me  rindieron  el  corazón.  Le  dije  yo  :  Por  Alá,  ¿te  podré  llamar  her- 
mana ó  madre?  y  ella  me  respondió  :  Madre ,  si  quisieres  :  y  dije  en- 
tonces :  ¿De  gracia  mereceré  saber  cómo  te  llanaanfy  me  respóidió: 
Llámanme  Hakwa.  Con  buenas  ^  fadas  j  dije  yo ,  te  pusieron  tan  doloe 
nombre.  Come  se  iba  acercando  la  hora  de  alazar  se  volvió  á  la  ciodad, 
yo  seguía  sus  pasos,  y  á  la  entrada  del  puente  me  dijo  :  Por  Alá  qoe 

i  HActr  buenas  f«da^  enire  iraestros  mnsKmefl  era  una  fiesta  cíomésifea  al  oetaro  <Ii«  ^^ 
nacimiento  de  nna  criatura  ^ varón  ó  hembra ,  fara  ponerte  Munbre ;  <iesellabaa  una  m  bien* 
á  Ca  hora  de  adobar  del  dia  anterior,  se  juntaba  la  familia,  y  el  abuelo  ú  el  padre  de  k  criatan, 
invoeando  el  nombre  de  AM,  te  decía  al  oído  el  nombre  qoe  babia  do  tener :  (Comían  todos  de 
la  res  y  daban  de  ellaá  pobrea :  loa  riooa  ptaaban  ididUa  ÉvaeabeDoa,  f  dabia  w  pcMda«f» 
ü  plata  por  amor  do  Dios. 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAAA.i  339 

ti; tt  idktote  i  mas  detras  ¡,  qoe  aeré  mas  bien  visto ,  y  no  mal  pecado : 
kdije  joentooces.:  ¿Y  será  esta,  por  mi  corta  ventura,  la  última  coa- 
wsacioa  contigo?  y  respondió  :  No  cierto,  si  tü  quisieres.  ¿Pues 
cbíihío,  dije  yo,  tendré  la  dicha  de  encontrarte?  Cada  juma ,  dijo  ella, 
en  el  mismo  lugar  y  á  la  misma  hora ;  y  con  esto  ae  fué.  Decia  Aben 
Amar :  £[o  hay  qne  preguntarme  si  acudi  al  siguiente  juma ,  que  me 
pvedó  q^Q  tardaba  en  Uepor  un  año.  Sali  por  el  puente  á  los  jardines 
deMeniáo,  y  en  ellos  la  encontré ,  y  me  pareció  mas  hermosa  que  la 
Tei  primera  i  nos  saludamos ,  se  acrecentó  nuestra  confianza.  Yolviamos 
áladadad,  y  al  apartarme  de  ella  le  pregunté  :  ¿Qué  precio  pediría 
pw  ü  tu  dueño  si  codicioso  te  quisiese  Tender  ?  y  me  respondió  :  Tre- 
cJeotos  mitcales  de  oro.  No  es  mucho ,  dije  yo  para  n^i.  En  esta  ocasión 
nefaé  forzoso  ir  á  Zaragoza,  visite  al  gobernador  Abderahman  ben 
MDhsmsd,  le  prés^üé  una  casida  de  versos  bien  conocida ,  y  en  ella 
ifsaM  las  gracias  de  la  linda  Uatewa ,  y  referí  al  wali  mis  aventuras , . 
J  Bie  regaló  los  trecientos  mitcales  do  oro ,  de  los  cuales  solo  disminuí 
la  costa  del  camino  :  volví  volando  á  mi  deseada  Córdoba  y  á  mis  sus- 
pirados huertos  de  Meruto;  pero ,  triste  de  mi ,  ya  no  hallé  rastro  de  lo 
toe  bascaba.  Perdidas  mis  eqieranisas  dispuse  mi  partida  para  mi  p»- 
iria,  y  dcspidiéodomode  un  amigo  á  su  puerta,  me  entró  en  su  casa  y 
easa  estancia ,  y  mo  hizo  sentar  en  su  estrado  t  luego  se  levantó  á  sus 
i^^OQQs ,  y  yo  DO  habia  osado  mirar  con  curíosidad  ¿  una  mugerqne 
^  esiaha  cubierta  oon  su  velo ;  peroeBa  se  levantó  presurosa ,  y  al- 
ando su  velo ,  dijo  :¿  Es  posible  que  ya  no  me  conoces?  y  entonces  me 
^cslmahró  la  hermosurm  de  la  misma  Halewa  ,y  dije  temblando  :  Gie- 
^,  ¿qoé  veo?  ¿qué  oigo?  ¿no  decías  que  eras  esclava  de  fulano?  Si  en 
^^t^Bá^  respondió  ella  con  voz  turbada,  y  quería  proseguir,  cuando 
U<¥ó  su  dueiio;  eQa  calló ,  y  yo  también  enmudeci ;  y  porque  mi  palí- 
dex  DO  manifestase  la  alteración  de  mi  ánimo ,  pedí  á  Dios  esforzase  mi 
<^wazQii,  y  exoosándome  con  una  súbita  novedad  que  en  mi  sentia,  me 
^Icspedi y  salí  desa  casa.  Esta  fué  la  ocasión  de  escribir  aquella  casida 
^his  siete  canciones  ¿  esta  hermosa  esclava ,  que  cuanto  agradó  á  mis 
amigos,  tanto  mas  ofendió  al  dueño  de  Ualewa ,  y  fueron  causa  de  su 
desreotura  y  de  la  mia/Deseó  el  rey  Alhakem  ver  tan  celebrada  don- 
^,  sabiendo  que  la  tenia  en  su  casa  Abu  Aly  el  Cali ,  y  logró  visitarla 
iiúeiitras  la  azak  dd  juma ,  día  señalado  para  la  entrada  del  enviado 
^  rey  de  loa  cristianos  :  predicaba  aquel  día  en  la  aljama  el  cadi  Mon* 
dbir  ben  Said  el  Boliiti ,  asi  llamado  del  nombre  de  una  aldea  de  Gór« 
<Umi  que  decían  Fohos  AlboIiU ,  hombre  elocuente  y  de  sonora  voz  ! 
previno  el  rey  al  cadi  que  alargará  su  plática  mientras  la  entrada  del 
cunado  de  los  cristianos ,  sabiendo  que  Abu  Aly,  dueño  de  la  hermosa 
'^va ,  no  dejaría  de  asistir  como  acostumbraba  á  la  aljama  :  hizolo 
^  el  cadi ,  y  tal  vez  con  malicia  di}o  al  fin  de  su  oración  :  Hoy  ha  sido 
^SO  oai  discmso ,  porque  folla  la  juventud  que  no  gusta  de  largas  plá- 
^ ,  que  hogr  la  tiene  el  rey  como  arrínconada  en  una  sola  parto  de  la 
ciudadi  y  si  «o  fiaera  por  el  rey,  prolongue  Dios  sus  satisfacciones ,  yo 
We  liaahlw  doaao  ver  cosas  nuevas  y  eitraiias  no  estaría  donde  apeiMB 


240  HISTORU  D£  LA  DOMIKAClON 

queda  nadie.  De  esta  yisila  residtaron  zcbw  y  resentimieiilos :  el  poeta 
Arramedi  cayó  en  desgracia  del  rey,  y  la  (tonedla  en  la  de  ni  daeño. 
Cuenta  Homaidi  qne  Aben  Amar  estando  en  prisión  escribió  elogios  al 
rey  Alhakem  y  el  libro  de  las  Aves,  en  que  trata  de  sos  prq[>iedades  eo 
elegantes  Tersos ,  y  acabaron  súplicas  al  i»indpe  Hixém  para  que  in- 
tercediese por  su  libertad  con  el  r^  su  padre ,  y  añade  que  había  Yíslo 
un  ejempliir  de  gran  perfección  y  precio  de  esta  obra  ingeiúosa. 


CAPITULO  xaii. 

De  la  Jura  del  principe  Hixém ,  y  memoria  de  les  labioe  de  Andalacia. 

Por  complacer  á  la  sultana  Sobiba ,  madre  dd  principe  Hix^ ,  se 
celebró  con  mucha  magnificencia  en  Córdoba  la  declaración  de  fotoro 
sucesor  y  jura  del  principe  Hixém ,  aunque  muy  nillo  :  se  congregaron 
los  walies  délas  capitanías  principales  y  los  vazires  y  alcaübes,  y  caá- 
dillos  de  coras  de  todas  las  provincias ,  y  hubo  con  este  motiro  grandes 
fiestas  y  alegrías.  Con  esta  ocasión  se  presentaron  al  rey,  que  amaba  h 
poesia ,  elegantes  composiciones  en  verso  de  muebos  cAebres  iogenios 
deEspafia.  Se  admiraron  ios  versos  de  Aben  Amar  Arramedi ,  los  de 
Ahmed  ben  Ferag  de  Jaén ,  y  los  do.su  hermano  Abdala  :  sin  embargo 
Ahmed  no  lagró  como  Ab¿i  Amar  salir  de  su  prisión;  y  se  decía  de 
estos  dos  famosos  ingenios  que  eran  como  los  ruiseñores,  que  por  sa 
dulce  y  admirable  canto  pierden  su  libertad.  Aben  Ferag  de  Jaén  había 
sido  A  compilador  de  la  escogida  colección  de  poesías  intitulada  los 
Huertos,  que  presentó  al  rey  Alhakem  al  pri^pipio  de  su  reinado,  y  fué 
muy  agradable  al  rey,  y  recibió  por  elb  grandes  ¡nremlos  y  distinciones 
de  especial  favor,  y  los  sabios  de  todas  partes  de  oriente  y  occidente  la 
estimaban  mas  que  la  colección  de  Abi  Bocri  ben  Daud  el  Iqiahani  inli- 
tulftda  las  Flores ,  pues  aunque  la  de  los  Huertos  tiene  mucho  de  esta, 
y  es  semejante  en  la  división  porque  también  está  distribuida  en  cien  o 
pitidos ,  y  en  cada  uno  hay  cien  composiciones ;  pero  en  la  de  los  Hae^ 
tos  no  hay  un  solo  verso  qne  no  sea  de  poeta  español :  el  triste  Ahmed 
ben  Ferag  continuó  en  desgracia  dd  rey  y  en  prisión  el  resto  de  su  vida. 
Ademas  de  los  buenos  ingenios  que  florecían  en  Córdoba ,  se  distinguie- 
ron ahora  muchos  de  las  provincias ,  como  Abu  Walid  Joñas  ben  Abdab, 
cadi  de  Badalyox  3  sus  versos  fueron  muy  celebrados,  y  por  la  fama  de 
su  virtud  el  rey  le  mandó  venir  á  Córdoba ,  y  poco  tiempo  deqmes  can- 
sado del  ruido  y  vanidad  de  la  capital ,  pidió  al  rey  licencia  y  se  retiróá 
una  soledad  de  Algarbe ,  y  alli  escribió  sus  obras  ascéticas  y  de  menos- 
precio  de  las  cosas  humanas.  También  manifestó  su  ingenio  y  gratítnd 
al  rey  en  esta  ocasión  el  granadino  Aben  Isá  el  Gasani ,  que  acababa  de 
llegar  de  Egipto  y  de  otros  paises  de  oriente ,  donde  had)ia  viajado  de 
orden  del  rey  Alhakem ,  y  le  pr^cntó  su  geografía  y  una  eb^anfc  des- 
cripdan  de  las  comarcas  de  Elbjra.  Se  distinguienm  en  esta  misma  ora- 
sioB  los  insignes  eruditos  de  Guadalbajara,  Ahmed  ben Chalaf  boa  Mu- 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAiNA.  241 

hamad  ben  Forlan  el  M adyuni ,  y  Ahmcd  ben  Muza  bcn  Yanqui ,  que 
(iespncs  de  haber  estudiado  en  su  patria  con  el  famoso  Wahib  ben  Ma- 
sera, 7  en  Toledo  con  Abderahman  Bcn  Isa  ben  Modareg ,  pasaron  á 
Oriente,  y  estuTieron  en  Egipto  y  en  Mccca ,  y  en  este  tiempo  llegaron 
á  Córdoba  con  el  Sadic  ben  Chalaf  ben  Babil  de  Toledo ,  vecino  de  Bar- 
gas, que  venia  de  visitar  el  templo  de  Alaesá  :  se  aplaudieron  los  con- 
ceptos de  Ibrabim  ben  Chaira  Abu  Isbac  ,  apellidado  Aben  Asbag  de 
SeviHa ,  célebre  ya  por  sus  poesías  descriptivas ,  y  los  de  Sulciman  ben 
Batal  de  Badalyox ,  el  conocido  por  Ain  Gudi  ^  porque  muchos  versos 
SQYos  principiaban  con  esta  expresión  -.  ojos  dichosos .-  dieron  también 
brillantes  muestras  de  su  ingenio  y  existencia  Suleiman  ben  Chalaf  ben 
Amer,  conocido  por  Aben  Gamron  de  Córdoba ,  que  habia  sido  cadi  de 
£cija,  y  ahora  vivia  en  Córdoba  en  el  chandac  ó  fosa  del  arrabal  de 
Aragegíla ,  y  el  rey  le  hizo  ^razir  de  su  consejo ,  y  Yabye  ben  Hixém  el 
Meroáni ,  y  d  docto  poeta  de  Córdoba  Yahye  ben  Hudheil ,  y  Joñas  ben 
Mesand  de  la  Rusafa  de  Córdoba ,  autor  de  la  descripción  de  los  jardi- 
iKs,  y  Yaix  ben  Said  de  Baena,  el  que  copiaba  con  maravillosa  elegan- 
cia bs  poesías  que  lograban  la  preferencia  y  distinguida  aprobación  del 
n?  Alhakem.  Gomo  en  este  tiempo  era  tan  estimado  la  erudición  y  la 
poesía  en  España,  hasta  las  mugeres  en  su  retiro  eran  estudiosas,  y 
nmdias  se  distinguían  por  su  ingenio  y  buenos  conocimientos.  El  rey 
Iniia  en  su  alcázar  á  Lobna ,  doncella  muy  hermosa ,  docta  en  gramá- 
tica y  poeaa ,  en  aritmética  y  otras  ciencias  :  escribía  con  singular  de- 
sanda y  muy  bellas  letras ,  y  el  rey  Alhakem  se  valia  de  día  para  es- 
cribir sos  cosas  reservadas  :  no  habia  en  el  palacio  quien  la  igualara  en 
agudeza  de  conceptos  y  suavidad  de  metros.  Fátima ,  hija  de  Zacaria  el 
^i6rí ,  doméstico  de  la  casa  real ,  escribía  con  mucha  perfección  y  co- 
piaba libros  para  el  rey.  Ayxa ,  hija  de  Ahmcd  ben  Muhamad  ben  Ca- 
<lim  de  Córdoba ,  era  tan  docta ,  que  refiere  Aben  Hayan  que  no  habia 
co  España  doncella  mas  sobresaliente  en  belleza  y  loables  costumbres , 
ni  en  discreción,  elocuencia  y  poesía  :  escribió  elogios  á  los  reyes  y 
principes  de  sü  tiempo  :  todos  los  sabios  admiraban  sus  composiciones 
J  sus  hermosos  caracteres ,  asi  en  carta  como  en  vítela  :  tenia  una  pre- 
ciosa colección  de  libros  de  artes  y  ciencias.  Cadiga ,  hija  de  Giafar  ben 
-Nffieír  el  Temimi ,  hacia  en  este  tiempo  muy  buenos  versos ,  y  los  cantaba 
cnomay  dulce  voz.  Maryem,  hija  de  Abu  Jacúb  elFaisoli  deXílbe,  ense- 
inba  enidídon  y  poesia  á  las  doncellas  de  familias  prindpales  con  gran 
celebridad  en  Sevilla ,  y  de  su  escuda  salieron  algunas  insignes  en  estas 
gracias  que  fueron  las  delicias  de  los  alcázares  de  los  principes  y  grandes 
icftores.  Sadhia,  la  llamada  Estrella  feliz,  liberta  del  rey  Abderahman 
A^r,  que  la  cedió  á  su  hijo  el  principe  Alhakem ,  era  la  admiradon 
^  su  sigk>  for  sus  versos  y  elegantes  historias  :  después  de  la  muerte 
ilclrey  viajó  á  Oriente ,  y  en  todas  partes  fue  aplaudida  de  los  doctos. 
A  ejempk)  del  rey  los  walíes ,  wazires y  jeques  principales  de  la  capitd 
y  de  las  provincias  protegían  á  los  sabios  y  honraban  á  los  buenos  ín- 
S^oios ,  y  no  perdían  ocasión  de  manifestarles  su  aprecio  y  la  estima  que 
l^vian  de  sos  c<MU)cimient06.  £1  cadi  de  Córdoba  Muhamad  ben  Ishac 

16 


242  HISTORU  DE  hk  DOMIMACION 

ben  Selim ,  hombre  anslero ,  pcro^octo  y  afable ,  cuenta  Akasim  ben 
Asbag  el  Baeni ,  que  referia  de  él  el  cadi  Joñas  que  Aben  Safaran  Xch 
bani  vivía  en  Górdoba  á  la  orilla»  del  rio  en  las  fuentes ;  y  sucedió  que 
salló  el  cadi  Aben  Selim  á caballo,  y  le  cogió  una  lluvia  que  le  obligó á 
entrar  con  su  caballo  en  el  dihliz  ó  patio  del  Xeibani,  que  este  salió  y 
le  rogó  que  se  apease,  y  le  e^tró  en  su  habitación,  y  después  de  los  cum- 
plimientos y  de  haberse  sentado  en  su  estrado,  le  dijo  el  Xeibani :  Tengo 
en  casa  uoa  muchacha  de  esta  ciudad,  déla  mas  suave  voz  que  puede 
oírse  i  si  te  place  cantará  una  *  axara  dcllibro  de  Dios,  ó  algunos  versos; 
ylerespondíóelcadi :  Enhorabuena.  Vino  la  doncella  mas  linda  quehuma- 
nos  ojos  vieron,  y  le  mandó  el  Xeibani  leer,  y  después  cantó  unos  versos, 
y  todo  le  pareció  muy  bienal  cadi,  y  sin  que  fuese  visto  sao)  una  bolsa 
y  la  puso  debajo  de  su  asiento ,  y  alzada  la  lluvia ,  dio  gracias  al  Xeibani 
y  se  despidió  y  montó  á  caballo,  y  salió  el  Xeibani  á  despedirle,  y  lu<^ 
entró  y  halló  debajo  del  estrado  una  bolsa  con  veinte  doblas  de  oro. 
^  Ahmed  ben  Said  ben  Cautír  el  Ansari  de  Toledo,  docto  alfaqui  en  aquella 
*  ciudad,  hombre  rico  y  respetado  en  ella  en  este  tiempo,  se  cuenta 
de  él  que  solía  juntar  en  su  casa  hasta  cuarenta  amigos  y  aficionados  á 
las  buenas  letras,  asi  de  Toledo  como  deCalatrava  y  otros  pueblos^  y  en 
los  meses  de  noviembre ,  diciembre  y  enero  se  reunían  en  una  gran  sala, 
el  pavimento  estaba  cubierto  de  alfombras  de  lana  y  seda,  y  almohado- 
nes de  lo  mismo ,  y  las  paredes  asimismo  cubiertas  de  tapices  y  paños  la- 
brados ;  y  en  medio  de  la  gran  sala  había  un  grueso  canon  de  altura 
de  un  hombre  lleno  de  carbón  encendido,  y  todos  ^e  sentaban  al  con- 
torno ala  distancia  que  les  agradaba  :  leian  su  hizbeósecciondeAl- 
coran ,  ó  algunos  versos  :  conferenciaban  sobre  ellos :  les  traían  perfu- 
mes de  almizque  y  otros  aromas  gratos ,  y  se  rociaban  de  agua  de  rosa : 
luego  les  servían  lina  mesa  con  abundancia  de  carnes  de  cabritos  tier- 
nos y  camero ,  con  otros  diversos  manjares  compuestos  con  aceite ,  des- 
pués leche  cuajada  y  en  espuma ,  manteca ,  variedad  de  dulces,  algunas 
frutas  y  dátiles.  En  los  días  cortos  de  la  estación  pasaban  lo  mas  del  dia 
en  la  mesa ,  y  duraban  estas  conferencias  hasta  fin  de  enero ,  y  esto  era 
todos  los  años  :  no  llegó  á  la  generosidad  de  este  alfaqui  ninguno  de 
aquella  ciudad,  aunque  había  en  ella  otros  muy  ricos.  Le  nombró  A 
rey  prefecto  del  juzgado  de  la  ciudad,  y  por  envidia  de  su  fama  y  popu- 
laridad le  hizo  matar  Yaix  ben  Mühamad ,  cadi  del  mismo  juzgado,  y 
entró  el  asesino  en  su  casa ,  donde  era  muy  conocido ,  y  Aben  Caulir  leia 
en  su  Alcorán ,  y  conoció  á  lo  que  iba,  y  le  dijo  :  Ya  sé  á  lo  que  vienes, 
haz  lo  que  te  han  encargado ,  que  Dios  está  en  el  cido ,  y  lo  ve  todo  y  lo 
sabe  todo :  y  el  asesino  le  ahogó,  y  fingieron  que  había  muerto  de  acci- 
dente natural.  Hayan  dice  que  fué  emponzoñado  en  Santerin  el  año  403. 

<  Loi  muslimes  dividen  el  Alcorán  en  ciento  y  catorce  suras  6  capitales  rany  desigaales,  y 
cada  sura  en  varias  liiibes  ú  secciones,  y  estas  en  cierto  número  de  ataras  6  divisiones  me- 
nores de  á  dies  versos  ;  al  verso  alcorinico  llaman  aleya;  al  principio  de  cada  rara  se  exprés 
su  título ,  el  número  de  versos  que  contiene ,  y  si  fué  publicada  en  Mecca  6  en  Medina :  le 
llaman  libro  do  Dios ,  y  tamil  ó  descendido  del  cielo  :  Alcorán  es  la  leyenda  por  excelrnda,  y 
el  ser  mocil  é  lector  de  Alcorán  en  las  aljamas  era  empleo  disUnguido :  leiaa  con  TOi  enlooada 
y  sonora,  y  á  este  modo  de  leer  llaman  tala. 


]>£  LOS  ABABBS  £N  UPAÑA.  24} 

CAPITULO  xav. 

Be  COSAS  noiables  del  gobierno  del  re;  Alliakem,  y  de  su  maerM* 

Procuró  el  rey  Alhakem  Almostansir  que  su  hijo  único  d  príncipe 
Hiiém  turiese  los  mas  doctos  maestros  qae  en  Oriente  y  en  Occidente  se 
hallasen  -.  entre  otros  buscó  á  Muhamad  ben  Alhasan  ben  Abdala  ben 
Meihag  el  Zubeidi ,  originario  de  SeviJla  y  vecino  de  Córdoba ,  se  ape- 
llidaba Abu  Becri ,  babia  sido  discípulo  de  Casim  ben  Asbag ,  y  de  Said 
beo  Fahlon  y  de  Ahmed  ben  Said  en  la  lengua ,  y  en  la  poesía  de  Abu 
Mjel  Bagdadí :  era  este  Zubeidi  el  hombre  mas  docto  que  entonces  se 
coooda  en  la  lengua  arábiga  y  en  su  gramática ;  y  fué  su  especial  en- 
carp)  enseñar  esto  al  principe.  Escribió  varias  obras  muy  curiosas  y  el 
(tjiDpeodlo  ^  del  célebre  diccionario  intitulado  Ain  :  le  ayudaban  en  este 
trabajo  de  orden  del  rey  el  capitán  de  su  guardia  Muhamad  ben  Ahí 
Huseio ,  j  el  Insigne  poeta  Abu  Aly  el  Bagdadi  -.  fué  el  Zubeidi  prefecto 
del  juzgado  de  Córdoba ,  y  después  el  príncipe  Hixém  le  honró  con  otros 
prindpales  cargos.  Alcasim  Aben  Asbag  de  Baena  le  enseñaba  historias 
tncücioiiafes ,  y  Muhamad  ben  Chatéb  el  Lezdi  varia  erudición  y  la  mé- 
trica, y  lo  mismo  el  Tobni  de  Záb ,  insigne  poeta  de  este  tiempo  y  wali 
urta  del  rey  Alhakem. 

Era  el  rey  Almostansfar  muy  amante  de  la  paz ,  y  la  procuró  con- 
serrar  aun  con  los  cristianos ,  á  pesar  de  algunos  de  sus  walies  de  fron- 
tera ;  y  cuentan  que  los  consejos  que  solia  dar  á  su  hijo  Hixém  concluían 
«empre  con  decirle :  No  hagas  sin  necesidad  la  guerra ,  manten  la  paz 
pan  to  feüddad  y  la  de  tus  pueblos,  no  saques  tu  espada  sino  contra 
los  iojuatoa  :  ¿qné  placer  hay  en  invadir  y  destruir  pueblos,  arruinar 
«lados  y  llevar  los  estragos  y  la  muerte  á  los  confines  de  la  tierra?  ten 
a  paz  7  ea  justicia  los  pueblos ,  y  no  te  deslumhren  las  falsas  máximas 
de  la  vanidad :  sea  tu  justicia  un  lago  siempre  claro  y  puro ,  modera  tus 
ojos ,  pon  freno  al  ímpetu  de  tus  deseos ,  confia  en  Dios ,  y  llegarás  con 
smnidad  ai  aplazado  término  de  tus  dias. 

Mandó  empadronar  los  pueblos  de  sus  estados ,  y  había  en  España  seis 
dadades  grandes,  capitales  de  las  capitanías,  ochenta  de  mucha  pobla- 
cioa ,  tredontas  de  tercera  clase ,  y  las  aldeas  ^  lugares ,  torres  y  alque- 
rías eran  innumerables  :  solo  en  las  tierras  que  riega  el  Guadalquivir 
lulna  doce  mil :  dicen  algunos  que  se  contaban  en  Córdoba  doscientas 
iBíI  casas,  seiscientas  mezquitas ,  cincuenta  hospicios,  ochenta  escuelas 
póblícas,  y  novecientos  baños  para  el  común.  Las  rentas  del  estado  va- 
lian  cada  año  doce  millones  de  mitcales  de  oro ,  sin  contar  las  rentas  do 
vaque  que  se  pagaban  en  frutos.  Se  beneficiaban  muchas  minas  de  oro, 
plata ,  y  otros  metales  por  cuenta  del  rey ,  y  otras  por  particulares  en 
ns  posesioiies :  eran  muy  ricas  las  de  los  montes  de  Jaén,  Bulche  y 
Anicbe,  y  las  de  los  moatcs  del  Tajo  en  Algarbia  de  Espada.  Habia 
ninas  de  piedras  preciosas ,  dos  do  jacnt  rojo,  ó  de  rubíes  á  la  parte  de 

t  loa  ttttgiia  copia  de  e»(o  compeodio  del  Zubeidi  eitá  eo  la  Real  Biblietcca  de  Madrid. 


244  mSTORU  DE  LA  BOMINAaON 

Beja  y  de  Málaga.  Se  pescaban  corales  ea  las  costas  de  Andducia,  y 
perlas  en  las  de  Tarragona.  En  la  larga  paz  que  mantuvo  el  rey  Alha- 
kem  se  fomentó  la  agricultura  en  todas  las  provincias  de  España ;  se  b- 
braron  acequias  de  riego  en  las  vegas  de  Granada ,  Murda ,  Valencia  y 
Aragón :  se  construyeron  albuheras  ó  lagos  para  riego ,  y  se  bicieron 
diversas  plantaciones  de  toda  e^ecie  como  convenia  á  la  calidad  y  dima 
de  las  provincias.  En  suma  este  buen  rey  mudó  las  lanzas  y  espadas  en 
azadas  y  rejas  de  arado,  y  convirtió  los  ánimos  guerreros  é  inquietos 
de  los  muslimes  en  pacíficos  labradores  y  pastores.  Los  mas  ilustres  ca- 
balleros se  preciaban  de  cultivar  por  sus  manos  sus  huertos ,  y  se  hol- 
gaban los  cadies  y  alfaquies  en  la  apacible  sombra  de  sus  parrales ;  todos 
iban  al  campo  y  moraban  en  las  aldeas  dejando  las  ciudades ,  cuales  en 
la  florida  primavera ,  cuales  en  el  otoño  y  al  tiempo  de  sus  vendimias. 
Muchos  pueblos  siguiendo  su  natural  inclinación  ^  se  entrqpat»  á  la 
ganadería ,  y  conservaban  la  antigua  vida  de  los  Bedawia ,  y  trashoma- 
ban  de  unas  provincias  á  otras ,  procurando  á  sus  rebaños  comodidad 
de  pastos  en  ambas  estaciones. 

Jusuf  ben  fiamud  el  Sadfi,  cadi  de  Cebta  su  patria,  informó  alrej 
Alhakem  de  la  sabiduria  y  celebridad  que  tenia  en  Oriente  Abdalaben 
Ibrahim  el  Omaya  de  Asila  la  de  Tanja :  este  era  originario  de  Sidoaia 
en  Andaluda,  y  de  la  mas  ilustre  prosapia  t  había  pasado  á  CairvsD  y 
á  Egipto ,  y  estaba  en  la  Iraca  y  solicitado  del  cadi  deGebta,  y  por  car- 
tas del  rey  Alhakem  se  vino  á  España  en  este  tiempo,  y  desembaroáen 
Almería.  Hizo  el  rey  Alhakem  muchas  obras  públicas  en  las  proyindas 
de  España :  reparó  mezquitas  y  menciles  ó  posadas  páUicas,  entre  ota 
la  célebre  y  antigua  de  Libia,  que  se  llamaba  Menzil  Haxemia,  cons- 
truyó fuentes  en  poblado  y  en  caminos  públicos,  y  reparó  puentes  j 
acueductos.  Encargó  el  gobierno  de  Badalyox  y  de  sus  comarcas  al  per- 
siano  Sabur,  su  familiar  y  camarero ,  hombre  docto  y  de  macha  pdiüca. 
En  este  tiempo  murió  Muhamad  ben  Abdelwahib,  gobernador  de  Jaén, 
hombre  de  grande  ingenio,  que  mereció  la  confianza  del  rey  Anasir  j 
de  su  hijo  el  rey  Alhakem :  en  su  juventud  habia  tenido  oofnpetencias 
con  el  wazir  AbdelmeUc  ben  Geh  war  sobre  precedencias  de  asiento  ooo 
notables  lances  ^  este  Aben  Gehwar  fué  wali  bait  el  mal  ó  prefecto  de  h 
Tesorería ,  y  cuenta  Razi  que  sus  composiciones  poéticas  eran  de  tania 
d^iancia  que  se  atribulan  á  Zeidun  de  Córdoba :  sobre  todas  se  cd^ 
braiba  su  canción  de  las  excelencias  de  la  rosa,  que  algunos  dedan  que 

i  Desde  l«  mas  remota  antigOedad  fueron  loa  Árabes  moradores  del  campo»  gne  Tigibtii 
pastoreando  sos  rebaños :  Isaías  anunciando  la  desolación  de  Babilonia  decia,  qoeaqoeU* 
ciudad  Tendría  á  ser  un  yermo  espantoso  :  we  lo  yabel  sam  Arabi,  We  roim  lo  jarbizo  sao : 
que  ni  acamparía  allí  el  árabe ,  ni  pastores  sestearían  alli :  como  decía  Ootalba ,  no  ssbeo  vñir 
aino  buscando  pastos  á  sus  ganados,  mudando  sos  ranchos  é  mas  ó  menos  dislaoeia, por dir 
tiempo  i  que  se  renneyen  las  yerbas ,  7  para  buscar  en  la  mesaifa  ó  esueion  de  Terane  Us 
alturas  frescas  hada  el  norte  ú  oriente,  ó  volviendo  al  fln  de  la  esudon  para  la  nesta ó  inT«^ 
naderó ,  hada  loa  campos  abrigados  del  mediodia  ó  poniente ,  imitando  i  las  grullas  qve,eon« 
decía  Damir ,  tienen  so  mesaifa  en  la  Iraca  ó  Caldea,  y  su  mesta  en  Bgipto  y  tierras  de  pooieDie^ 
Estos  árabes  se  llamaban  moedinos,  vagantes  ó  trashumanlca,  y  es  láell  quealirndoaifl 
nombre  de  él  baya  procedido  el  de  nueatiM  ganadoa  merinM*  qse  oooserraB  estt  vét 
alárabe. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  345 

$t  arenlajaba  á  la  printavera  y  á  la  descripción  de  la  lluvia  do  Abdala 
d  hijo  de  Alhakem  el  Coreixi. 

B  rey  Albakem  no  solo  era  justo  apreciador  del  mérito  de  los  buenos 
ingenios,  sino  también  muy  buen  poeta,  pues  como  en  aquel  tiempo 
érala  pocsia  una  de  las  prendas  de  educación  de  los  caballeros,  la  en- 
tendía bien  y  se  ejercitó  en  su  juventud  en  toda  especie  de  metros ,  j 
qoedan  anos  versos  suyos,  que  dioe  Hayan  que  los  hizo  á  la  partida  y 
separadcm  suya  de  la  sultana  Sobeiba ,  madre  de  Hixém ,  con  ocasión 
le  h  jornada  de  Santistefan  de  Gormaz ,  que  los  repetía  Abu  Aly  el 
Basan  ben  Ayúb ,  y  con  algunas  variantes  Mubayer  el  Dilemi ,  y  son 
estos.-. 

De  tas  ojos  j  los  mios  en  la  triste  despedida 

De  lAgrimas  loa  randales  inundaban  tas  mejillas  t 

Uqaidas  perlas  llorabas ,  rojos  zafires  i  vertia » 

Juntas  en  tn  lindo  cuello  precioso  collar  bacian. 

Sxtraftof,  amor,  al  partir  como  no  perdí  la  vida  i 

Mi  eoraion  se  arrancaba ,  el  alma  salir  quería , 

Ojos  en  llanto  anegados,  aquellas  lágrimas  mias 

Si  del  ooraion  salieron  en  su  propia  sangre  tintas, 

i  Este  coraion  de  fuego  cómo  no  se  deshacía  ? 
Loco  de  amor  preguntaba :      •     i  dónde  estás ,  bien  de  mi  Tida  ? 

Y  estaba  en  mi  corazón  y  con  su  encanto  vivía  : 

A  sinrazón  me  querello  de  amor  que  en  ansias  suspira , 

Y  de  los  ojos  que  lloran ,  j  del  corazón  que  bechizas. 

Seria  menester  dilatarse  mucho  para  referir  las  virtudes  y  grandeza 
de  ánimo  de  este  sabio  rey,  y  la  mucha  prosperidad  de  España  en  su 
tiempo;  pero  pasaron  sus  días  como  pasan  los  agradables  sueños,  que  ^ 
Qo  drjan  sino  imperfectos  recuerdos  de  sus  ilusiones :  pasó  á  las  moradas 
eternas  de  la  otra  vida,  en  donde  haUaria ,  como  todos  los  hombres , 
aquellas  moradas  que  labró  antes  de  su  muerte  con  sus  buenas  ó  malas 
obras :  falleció  en  Medina  Azahra  á  2  de  Safar  del  año  366  (976),  á  los 
innita  y  tres  años  de  su  edad ,  y  quince  años,  cinco  mesesy  tres  dias  de 
su  reinado.  El  féretro  del  rey  AUÚd&em  fué  acompañado  de  todos  los  ca- 
bailcros  de  la  ciudad ,  y  de  infinita  gente  que  acudió  de  la  comarca :  fué 
^ti*rnido  en  su  sepulcro  del  cementerio  de  la  Rusafa  :  hizo  oración  por 
^  SQ  hijo  Hixém,  que  descendió  al  sepulcro ,  y  salió  de  él  sin  poder  con- 
\net  sus  lágrimas. 

♦ 

CAPITULO  XCV. 

Del  reinado  de  Hiiém  el  Hoyad  Bila. 

Acabada  la  pompa  funeral  del  rey  Alhakem  f né  aclamado  su  hijo 
Ritdm ,  de  edad  entonces  de  diez  años  y  meses :  fué  hijo  único  del  rey 
Albkem :  fué  su  madrota  sultana  *  Sobcíha,  y  le  apellidaron  el  Muyad 

*  U  dedr  que  sus  lágrimas  eran  de  sangre,  que  sallan  del  coraion. 

'  Sobeiba  es  awora :  nuestros  Árabes  ponían  A  sus  bijas  nombres  de  slgnlflcacion  agradable. 
ftaabdUa,  apaciMe  A  plácida;  Niama,  graeia i  Noeima,  graciosa ;  Saida,  feiis ;  Soeida,  ven- 
^•^vM ;  Selima ,  paciflca ;  Amina ,  fiel ;  Zebra ,  flor ;  Zahira,  florida ;  Zobraita,  Florinda;  Boriba, 
^*i  Safla,  esoegida,  pura;  Mowalra,  Lucinda;  Uila  besana,  seat,  golls,  nocbe  buena, 
^abaeoa,  feKs  albo ;  Nasiha,  candida,  deliciosa;  Kerima,  Honoria  ú  UoBorinda;  Kinia, 
''^^ ;  Ktibtra ,  fecunda ;  Lutu ,  perla ;  Lobna ,  láctea  ¡  Bialiba,  hermosa. 


'  146  HISTORU  DE  LA  IK>MmA€IOFI 

Bill  y  ayadado  ú  protegido  de  Dios  :  se  celélljró  su  jara  solemne  con  gran 
concurrencia  de  walies,  cadíes,  wazires  y  otros  principales  ministros 
del  estado,  en  dia  lunes  5  de  la  luna  de  Safar :  hizo  la  lectura  de  inau- 
guración Giafar  ben  Otman  el  Mushafi,  el  hagib,  conocido  por  Abul- 
basan  el  berberi ,  que  habia  sido  ^^alixle  Mayorca  en  tiempo  de  Anasir, 
7  wazir  del  rey  AUialíem ,  y  en  este  dia  fué  nombrado  hagib  del  rey. 

La  suUana  madre  de  Hixém  con  su  discreeion  y  hermosura  habia  ga- 
nado tanto  el  corazón  del  rey  Alhakcm,  que  por  mas  de  diez  años  no  se 
habia  hecho  cosa  alguna  de  poca  6  mucha  importancia,  asi  en  la  casa 
del  rey  como  en  la  corte  y  en  las  provincias ,  sin  consultar  su  voluntad, 
y  sus  mas  leyes  insinuaciones  eran  soberanos  mandamientos  que  se  obe- 
decian  sin  excusa  ni  dilación .  Era  secretario  de  la  sultana  Muhamad  ben 
Abdala  ben  Abi  Amer  el  Moaferi ,  hombre  que  por  su  afabilidad,  gen- 
tileza, valor  y  consumada  prudencia  habia  merecido  la  estimación  y 
confianza  del  rey  y  de  la  reina ,  y  el  respeto  y  consideración  de  todos  los 
'wazires  de  la  casa  real,  délos  capitanes  de  la  guardia ,  de  los  vralies  y 
gobernadores  de  las  provincias.  £1  padre  de  esle,  Abdala  ben  Muhamad 
ben  Abdala  ben  Amer  ben  Abi  Amer,  Muhamad  ben  el  Walid  ben  Yezid 
ben  Abdelmelic  fué  de  Córdoba,  aunque  originario  de  Algczira  Alba- 
drá ,  y  se  apellidó  Abu  Hafs^  fué  muy  honrado  del  rey  Anasir ,  pasó  á 
Oriente  para  hacer  su  alhig  ó  peregrinación  santa ;  era  hombre  docto, 
discípulo  de  Muhamad  ben  Ornar  ben  Lubeba,  y  de  Abmcd  ben  Chalid, 
y  de  Muhamad  ben  Foteis  de  Elbira,  y  del  célebre  Muhamad  el  B^i : 
de  vuelta  de  su  peregrinación  enfermó  en  Trabólos,  y  dicen*  Hayan, 
Aben  Afif  y  Aben  Fayad ;  que  falleció  en  Roqueda  al  fin  del  reinado  de 
Anasir,  y  alli  fué  sepultado  con  mucha  honra  :  su  hijo  Muhamad  había 
nacido  en  Toros,  aldea  de  Algezira  Alhadrá,  el  año  327,  y  siendo 
mozo  de  poca  edad  vino  á  C!órdoba ,  y  en  ella  estudió  humanidades ,  y  á 
la  muerte  de  su  padre  estaba  entre  los  donceles  del  rey  ^''akem  ,  y  se 
distinguía  por  su  ingenio  y  gentileza ,  y  la  sultana  Scby.  .a  le  hizo  su  se- 
cretario, y  después  su  mayordomo.  Considerándola  sultana  la  po(^ 
edad  del  rey  Hixém  su  hijo ,  encargó  á  Muhamad  el  cuidado  del  gobier- 
no, y  le  nombró  su  primer  hagib ,  para  que  fuese  como  tutor  de  su  per- 
sona y  primer  ministro  de  estado  y  guerra.  No  hubo  quien  no  aplaúdese 
esta  elección ,  sino  Giafar  ben  Otman  el  hagib  y  sus  hijos ,  que  miraron 
la  elevación  de  Muhamad  ben  Abi  Amet  como  menosprecio  de  sus 
grandes  y  antiguos  servicios ;  pero  disimularon  su  secreto  resentimiento. 
El  rey  Hixem,  asi  piór  sus  pocos  años  como  por  su  natural  inclinacioD, 
no  pensaba  sino  en  sus  juegos  é  inoecntes  placeres ,  no  salia'de  sus  al- 
cázares y  deliciosos  jardines,  ni  deseaba  otras  distracciones  ni  recreos 
que  no  conocía  t  en  su  retiro  estaba  siempre  rodeado  de  esdavfllos  de 
su  edad ,  que  vivian  encerrados  con  él  y  á  nadie  comunicaban.  Sabur  el 
persiano ,  que  habia  sido  camarero  del  rey  Alhakem ,  y  habia  venido 
de  Mérida  para  la  jura  del  rey  Hixém ,  quiso  hablar  con  él  antes  de  sa 

1  Cacnla  Hayan  que  Abdala ,  d  padre  de  este  Mahamad  Almanzor ,  faé  nieto  de  AbdeloiHic 
de  Wasit ,  que  entró  eu  Espaua  ron  Taric  ben  Zeyad  «1  principio  de  la  conqolftla  :qve  la  madn? 
de  Almansor  era  Boríha ,  hija  de  Yabye  ben  Zacaria  el  temimi ,  conocido  por  Aben  Batial. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  947 

parUda ,  y  k  sidtaiia  Sobeiha  le  excusó  la  visita  de  acuerdo  con  el  hagib 
Muhamad,  j  luego  partió  para  Algarbe;  y  los  demás  valles  á  sus  pro- 
nncias.  Desde  el  priocipio  de  su  privanza  supo  ganar  el  favor  y  amis- 
lad  de  todos  los  principales  de  la  coríe  y  de  fuera  de  ella ,  haciéndoles 
notables  honras ,  y  usando  con  ellos  de  mucha  cortesía  y  afabilidad  : 
trataba  con  especial  estimación  á  los  sabios,  y  les  hacia  grandes  mer- 
cedes ,  y  admitía  en  su  casa  á  los  que  se  distinguian  por  su  ingenio  y  eru- 
dición :  ¿  todos  los  hombres  de  crédito  de  cualquiera  clase  procuraba 
tenerlos  obligados  y  agradecidos  :  aun  los  infieles  y  enemigos  le  honra- 
Iwm,  respetaban  y  temian.  Besde  el  primer  año  de  su  gobierno  quiso 
señalarse  con  hechos  insignes ,  y  previno  á  los  walíes  y  caudillos  de  las 
fronteras  que  pensaba  romper  las  treguas  que  había  con  los  cristianos, 
á  quienes  juró  perpetua  guerra ,  y  no-  pensaba  menos  que  en  subyugar 
adiantos  tenían  este  nombre  en  los  términos  de  España.  Estas  ideas 
foeroQ  mny  gratas  al  vulgo  de  los  muslimes ,  y  no  se  oían  sino  alaban- 
as  del  hagib  Muhamad,  y  anticipados  anuncios  de  sus  futuras  victorias. 
Fué  de  las  primeras  providencias  del  hagib  Muhamad  ben  Abi  Amer 
d  concertar  avenencia  y  paz  con  el  señor  de  Zanhaga  Balkin  ben  Zeiri, 
qncconria  tierra  dcMagréb ,  y  tenia  puesto  cerco  á  Medina  Ccbta ,  de- 
seando vengar  la  muerte  de  su  padre  Zeiri  ben  Menad ,  á  quien  habia 
moarto  en  batalla  Giafar  ben  Aly ,  siendo  gobernador  de  Sale  y  Erab 
pur  d  rey  Alhakem :  otorgaron  sus  avenencias  en  este  año  de  366 ,  y 
fialkin  levantó  el  cerco  de  Gebta ,  y  se  retiró  á  su  ciudad  de  Túnez.  El 
bagib  Abnlhasan  Giafar  ben  Otman  el  Mushafl ,  y  Abu  Becri  el  Lului  y 
otros  de  su  parcialidad ,  censuraban  y  murmuraban,  no  sin  ocasión  y 
buenas  razones ,  que  Muhamad  ben  Abi  Amer  hiciese  paces  con  los  mas 
constantes  enemigos  del  rey  Alhaliem ,  y  declarase  la  guerra  á  los  de  Ga- 
licia y  de  Afranc  que  habían  sido  por  tantas  años  fieles  á  los  tratados 
que  habian  otorgado  con  el  rey.  Al  mismo  tiempo  Giafar  ben  Aly  el 
Aodalnsi,  señor  de  Mezila,  estaba  cercado  en  Akázar-alocáb  por  los 
berberies ,  y  cacribió  á  Muhamad  ben  Abi  Amer  pidiéndole  socorro ,  f 
manifestándole  que  sí  hasta  cierto  plazo  no  fuese  el  auxilio  que  pedia,  so 
Tena  forzado  á  entregar  aquella  fortaleza.  Envió  sus  cartas  con  su  iva- 
zir  Abulwalid  ben  Gehwar,  que  era  favorecido  del  hagib  Muhamad  ben 
Abi  Amer :  cuando  recibió  Muhamad  estas  cartas  ya  tenia  concertada 
sa  ayenencia  con  el  señor  de  Zanhaga ,  y  no  cuidó  tle  la  suerte  de  Giafar 
k'Q  Aly ,  y  la  pérdida  de  Alcázar-alocáb  sirvió  de  pretexto  para  perder  á 
ale  wali ,  que  envolvió  en  su  desgracia  á  toda  su  familia. 


• 


CAPITULO  XCVi. 

D^  las  primerai^xpedleionei  de  Almunsor. 

En  prindpÍo«  del  año  de  367  (977)  partió  el  hagib  Muhamad  ben  Ahí 
^mer  á  viritar  las  fronteras  de  la  España  oriental ,  dando  sus  órdenes 


248  HISTORIA  Iffi  U  DOnXACIOff 

á  ICB  iFiUes  y  ikildes  de  aqneDa  tlwTa  púa  tena- di^oMtM  tos  gentes 
para  hacer  cada  año  doe  entradas  en  tierra  de  cristianos ,  cnondo  pw 
ana  parte  cuando  por  otra  :  lacgo  pasó  por  Zaragoza ,  j  tÍsíIÓ  aquella 
frontera  de  los  montes  de  Afranc ,  dando  allí  las  mismas  órdenes  á  los 
fronteros ,  j  sabiendo  por  el  Ebro  vino  á  las  tierras  de  la  frontera  del 
l>uero,  y  en  ella  con  la  gente  de  Mérída  j  Lusitania  tuzo  entrada  en 
tierra  de  Galicia ,  talando  los  campos  y  quemando  alganas  poblaciones, 
sin  bailar  resistencia  en  ninguna  parte  :  tomó  algunos  cautivos  j  gana- 
dos, y  se  volvió  á  Córdoba  cooteato  de  la  visita  y  del  suceso  venturoso 
de  estas  'primeras  algaras ,  que  pw  tan  rápidas  é  imprevistas  no  pudienn 
ser  estwbadas  ni  costaron  sangre.  En  este  mismo  año  se  acabaron  en 
Ecija  los  acnednctosque  alli  se  hadan  de  orden  do  la  reina  madre,  y  se 
grabó  Dua  inscripción  en  piedra  qae  decía : 


BE  LOS  ÁRABES  EN  E^AftA.  24D 

hk  d  nombre  da  Díob  elemente  y  pfadoto  mandó  edifiear  esta  acequia  la 
•Aon,  engrandézcala  Dios  ^  madre  del  principe  de  loe  creyentes,  el  favore- 
cido de  Diqp  Hixém ,  hijo  de  Alhakem ,  prolongue  Dios  su  permanencia ,  espe- 
rando por  ella  los  premios  de  Dios  copiosos,  y  las  mercedes  grandes ;  y  se  acabó 
eco  ayuda  de  Dios  y  su  auxilio  por  manos  de  su  artífice  y  prefecto  sahib  xarta « 
cadi  de  los  pueblos  de  la  cora  ó  comarca  de  Ecija  y  Carmena  y  dependencias 
de  n  gobierno  Abmed  ben  Abdala  ben  Muza ,  y  esto  en  la  lima  Rebie  postrera 
delióo5$7. 

Endflo  de  este  año  desembarcaron  en  Algeara  Alhadrá  las  Ircq^  de 
obaDeria  qae  enyiaba  Balkin  ben  Zeiri ,  sedcnr  do  Tnnez ,  para  las 
guerras  contra  cristianos ,  como  tenian  concertado ;  y  babiendo  llegado 
Giaiar  ben  Aly  f  oé  puesto  en  prisión ,  y  poco  tiempo  después  mandó  el 
hagib  Mnhamad  ben  Abi  Amer  cortarle  la  cabeza,  y  la  envió  á  su  amigo 
bdkin ,  que  la  estimó  como  d  mas  precioso  presente.  Los  parientes  y 
parciales  de  Giafar  miraron  esta  precipitada  justicia  como  la  señal  del 
nnqmniento  contra  ellos,  y  principio  de  las  venganzas  y  rivalidades  del 
bfibMubamad. 

Ziad  ben  Aflag ,  liberto  que  liabia  sido  del  f ey  Anasir,  y  en  este 
tiempo  sahib  almedina  de  Córdoba ,  dio  sentencia  de  muerte  contra 
AbdefaiieU(^  ben  Mondar,  convencido  de  graves  delitos  por  liviandades 
A^  mocedad :  consultada  la  sentencia  para  su  ejecución ,  la  revocó  el 
Npb  Mohamad  ben  Abi  Amer  en  este  año  377,  y  en  principio  del  si- 
guiente año  falleció  Ziad. 

£q  el  siguiente  de  368  partió  Mnhamad  con  la  caballería  africana  y 
la  de  Aodalucia ,  y  con  las  gentes  de  Mérída ,  y  entró  en  Galicia :  venció 
#  los  cristianos  que  le  salieron  al  pa30  con  cruel  matanza ,  y  tomó  mu- 
ch» ¿espejos ,  y  cautivó  muy  florida  juveütud  de  ambos  sexos,  y  volvió 
vencedor  á  Córdoba ,  donde  fué  recibido  con  grandes  demostraciones  de 
alegría.  Fué  apellidado  en  esta  ocasión  Almanzor,  insigne  vencedor  y 
niiiliad(Nr  del  pueblo  muslime ,  defensor  ayudado  de  Dios ,  y  con  el 
tiempo  aercdHó  que  mcrecia  estos  inditos  titules.  Repartió  los  despojos 
de  su  expedición  entre  sus  soldados ,  sin  mas  reserva  que  el  quinto  que 
taba  al  rey,  y  la  estafa  ó  derecho  de  escogencia  que  pertenecía  á  los 
ondíBoa,  asi  de  los  cautivos  hombres  ó  mugeres,  como  de  la  presa  de 
guiados  de  toda  especie  :  renovó  la  antigua  costumbre  de  dar  convite 
ilai  Irms  después  de  las  victorias ,  y  él  recorria  todos  los  randios  de 
^  banoeras ,  y  era  tal  su  memoria  que  conocía  á  todos  sus  soldados ,  y 
Mierraba  los  nombres  de  los  que  se  distinguían ,  y  los  convidaba  á  su 
May  ks  hada  especiales  honras.  Desde  estas  primeras  entradas  contra 
crisHanoa  tuvo  Mubamad  Almanzor  esta  costumbre ,  que  siempre  que 
^olvil  k  SQ  pabellón  del  campo  de  batalla  hacia  que  le  sacudiesen  con 
■Mchocuidado  el  polvo  que  (raía en  sus  vestidos,  y  lo  guardaba  en  una 
<>ja  dispuesta  para  esto,  y  decia  él  que  cuando  llegase  la  hora  de  su 
Wrte  le  cubriesen  en  su  sepulcro  con  aquel  polvo .-  en  todas  sus  cxpe- 
didoocs bada  llevar  esta  caja  con  mucho  esmero,  como  las  cosas  mas 
F^eelosas  de  su  recámara.  Usaba  de  clemencia  con  los  vencidos ,  y  no 
permitía  herir  ni  ofender  con  violencias  á  la  gente  pacifica  y  desarmada. 


S50  mSTORIA  DE  LA  DOMUUCIOH 

En  d  mismo  a9o  de  368  (978)  volyieiido  de  su  entrada  en  la  frontera 
de  España  oriental,  que  fué  tan  venturosa  cerno  las  precedentes,  y  la 
liberalidad  de  Almanzor  con  sus  caballeros  y  fronteros  excesiva ,  mucho 
mayor,  que  otras  veces ,  de  suerte  que  el  wazir  encargado  de  lais  presas 
pertenecientes  .al  rey  por  su  quinto  percibió  de  esta  expedición  muy 
poco,  y  sabiendo  esto  el  hagib  Abulhasan  Giafar  ben  Otman ,  como  pre- 
fecto de  la  tesorería ,  dijo  á  sus  wazires :  Paréceme  que  las  excursioneg 
del  hagib  Muhamad ,  aunque  sean  como  dicen  sus  amigos ,  muy  glorío- 
888,  son  en  verdad  de  muy  poca  ntíUdad  y  ventiga  para  el  estado ,  pues 
no  saca  de  la  inquietud  en  que  se  halla  sino  pérdida  de  gentes  y  de  ca- 
baHeria  :  mas  bien  lo  entendía  nuestro  buen  rey  Alhakem.  Asi  dijo  este 
Abulhasan,  ó  por  ofendido  y  ehemigo  de  Almamtor,  ó  por  ser  natural- 
mente franco  y  duro ,  que  no  sabia  acomodarse  al  tiempo  ni  seguir  el 
viento  que  soplaba.  Era  en  este  tiempo  dañoso  y  mal  seguro  el  no  ser 
amigo  de  Almanzor,  ó  tibio  siquiera  en  sus  alabanzas.  Luego  fué  iafor- 
mado  de  las  palabras  del  hagib  Abulhasan  Giafar  ben  Otman,  y  pocas 
horas  después  recibió  este  hagib  el  mandamiento  de  prisión,  y  príTado 
de  sus  cargos  fué  conducido  ¿  una  torre  de  la  muralla ,  y  sus  bienes  apli- 
cados al  fisco. 

En  este  tiempo  Marón,  hijo  de  Abderahman  ben  Marón ,  biznieto  del 
rey  Abderahman  Anasir,  conocido  por  el  Tolcic ,  mozo  de  diez  y  seis 
años ,  muy  erudito  y  de  buen  ingenio  en  la  poesia ,  hirió  de  muerte  á  su 
padre  por  esta  causa  -.  habíase  criado  este  mozo  en  su  infancia  con  una 
niña ,  hija  de  una  cautiva  esclava  de  su  padre;  se  amaban  al  principio 
como  niños ,  pero  crecieron  ellos  y  crecieron  sus  amores,  qufe  no  po- 
dían vivir  el  uno  sin  el  otro  t  ignoraba  esto  Abderahman  el  padre  di 
Marón ,  y  cuando  le  pareció  conveniente  separó  á  la  doncella  del%Gonh 
pañia  de  su  hijo.  Con  este  apartamiento  se  acrecentó  su  recíproca  pa- 
sión. Impaciente  el  mozo  y  deseoso  de  ver  ¿  su  amada  logró  entrar  fur- 
tivamente en  los  jardines  donde  s(dian  holgarse  las  esclavas  de  su  padre. 
Al  principio  de  la  noche  entre  unos  tnirtos  vio  á  la  doncella ,  y  le  dijo . 
No  es  tiempo  de  mucho  hablar,  hagamos  presto  lo  que  debemos  hacer, 
ella  que  no  tenía  mas  deseo  que  de  complacerle ,  tan^^rande  era  el  amor 
que  le  tenia ,  luego  le  siguió  y  huian  juntos ,  pero  por  desgracia  cuando 
llegaban  á  las  puertas  del  jardin  los  encontró  su  padre  Abderahman,  y 
el  atrevido  y  loco  enamorado ,  sin  mirar  que  era  su  padre ,  y  qae  no 
podía  ser  otro  en  tal  puesto  y  á  tales  horas,  le  pasó  con  su  espada :  á 
las  voces  de  Abderahman  acudieron  todos  sus  siervos ,  y  aunque  Marón 
quiso  abrirse  paso  por  entre  ellos ,  la  doncella  se  desmayó ,  y  por  soste- 
nerla fué  desarmado  y  preso.  El  prefecto  de  la  justicia  urgente  mandó 
poner  en  una  torre  á  Marón ,  y  el  cadi  de  los  cadies ,  averiguada  esta 
desgracia  y  sus  circunstancias ,  consultó  á  la  reina  madre  del  rey,  por 
ser  Marón  de  la  casa  de  Omeya ,  y  primo  del  rey  :  Almanzor  estaba  en 
sus  expediciones ,  y  los  cadies  con  licencia  de  la  reina  tomaron  oonod- 
miento  de  la  causa ,  y  atendidos  los  pocos  años  de  Marón,  le  sentenda- 
TOn  á  tantos  años  de  prisión  como  tenia  de  edad  :  y  la  reina  y  el  rey 
confirmaron  esta  sentencia.  Cuando  vino  Almanzor  de  CMida  maoí- 


DE  iOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.     .  !tSi 

fnfó  d  rey  llixém  qnc  había  jozgfado  oomó  róozo  y  enaiiMxmdo ,  y  no 
como  padre  de  familia.  Permaneció  Marón  en  la  torre  basta  el  año  384 , 
jensa  prisión  escribió  muy  buenas  canciones  enamoradas  y  tristes  que 
le  dieron  gran  celebridad. 


CAPITULO  XCVII. 

De  otras  entradas  de  Almanzor  en  Galicia. 

En  fin  del  año  368  (978)  Abdclmelic  ben  Ahmed  ben  Said  Abu  Me- 
niAn,  gobernador  de  Toledo,  dio  muerte  en  desafío  al  alcaide  de  Mo^ 
dina  Selim ,  Galib ,  hombre  de  mucho  valor  y  muy  estimado  de  Al- 
manzor :  por  esto  Abdelmclic  fué  privado  de  su  gobierno,  y  fué  puesto 
msQ  lugar  Abdala  ben  Abdelazizben  Muhamad  ben  Abdelaziz  ben 
Omcya ,  apellidado  Abu  Becri  :  era  este  caballero  muy  favorecido  de  la 
reina  madre  de  Hixém,  y  era  muy  rico,  que  tenia  en  tierra  de  Tadmir 
maciías  tierras  y  aldeas :  cuentan  que  pasaban  de  mil  alquel*ias :  fué  Ua- 
Buido  de  los  cristianos  en  su  lengua  piedra  seca ,  por  su  dureza  y  con* 
dicion  avara.  Se  distinguía  entre  los  donceles  del  rey  el  hijo  de  Alman- 
zor Abdelmelic,  y  le  llevaba  su  padre  á  las  expediciones  y  entradas  en 
tierra  de  cristianos ,  para  que  se  acostumbrase  ¿  las  fatigas  y  trabajos  de 
b  guerra ,  y  aprendiese  el  acaudillamiento  de  las  huestes  á  su  lado ,  y  en 
Tanas  ocasiones  dio  claras  muestras  de  $u  valor  y  destreza  en  las  armas. 

Estaba  Almanzor  en  tierra  de  Galicia  á  la  vista  de  una  poderosa 
hueste  de  cristianos  de  Galicia  y  de  Castilla  en  el  año  370  :  trababan  los 
campeadores  de  ambas  huestes  varias  escaramuzas  mas  ó  menos  san- 
grientas y  porfiadas  -.  preguntó  en  esta  ocasión  Almanzor  al  esforzado 
candólo  Mushafa  .-  ¿  Cuántos  valientes  caballeros  te  parece  que  vienen 
en  nuestra  hueste?  Y  le  respondió  Mushafa :  Tú  bien  lo  sabes ;  y  añadió 
Almanzor :  ¿  Te  parece  que  serán  mil  caballeros  ?  Y  respondió  Mushafa : 
Ko  tantos.  ¿  Serán  quinientos?  dijo  Almanzor  :  y  le  dijo  Mushafa  :  No 
tantos ;  y  entonces  dijo  Almanzor  :  ¿  Serán  ciento  ú  siquiera  cincuenta  ? 
Y  le  dijo  Mushafa:  No  confio  sino  en  tres  :  maravillóse  Almanzor  de  su 
respuesta.  En  esto  salió  del  campo  de  los  cristianos  un  caballero  bien 
armado  en  un  hermoso  caballo ,  y  dijo  :  ¿  Hay  quién  salga  á  pelear  con- 
migo? Salió  luego  contra  él  un  caballero  muslim ,  y  antes  de  una  hora 
el  cristiano  le  mató,  y  dijo :  ¿Hay  otro  que  salga  contra  mi?  Y  salió 
otro  muslnn ,  y  pelearon  menos  de  una  hora ,  y  el  cristiano  también  le 
mató,  que  era  muy  buen  caballero  •.  los  cristianos  daban  grandes  voces 
de  aplauso  y  alegria,  y  los  muslimes  gemian  de  despecho  y  de  indigna- 
ción. Dijo  el  cristiano  :  ¿  Hay  otro  que  salga  contra  mi,  y  sino  dos  ó  tres 
juntos?  Y  luego  salió  un  esforzado  muslim ,  y  á  pocas  vueltas  el  cris- 
tiano le  derribó  de  su  caballo  de  un  bote  de  lanza.  Los  cristianos  aplau- 
dieron con  gran  algazara  y  voceria ,  y  el  caballero  se  tomó  á  su  campo, 
y  mudó  de  caballo,  y  salió  en  otro  tan  bueno  como  el  primero ,  y  le 
traía  cubierto  de  una  grap  piel  de  fiera,  cuyas  manos  pendian  anudadas 


2(3  HI8I01IIA  DE  U  MMIlUGHm 

i lo0 pedHM  del oalNiDo y  SUS  uñas  paredande  oro;  j  dijo  AlmaiUEor 
que  no  saliese  mnguno  contra  él :  llamó  á  Musbafa  y  le  dijo  :  ¿  No  has 
¥istoIo  que  ha  hedió  este  cristiano  todo  el  día?  Lo  yi  pw  mis  ojos,  res- 
pondió Musbafa ,  y  en  dio  no  hay  engaño,  y  por  D¿s  que  el  infid  es 
may  buen  cabaUero,  y  que  nnestros  musUmes  están  acobardados.  Me- 
jor dirías  afrentados ,  dijo  Almanzor.  £n  esto  d  caballero  con  sn  feroz 
cabaDo  y  su  preciosa  cubierta  de  piel  de  Gera  se  adelantó  y  dijo :  ¿Hay 
quién  salga  contra  mí  ?  y  entonces  dijo  Almanior :  Ya  too  ,  Mushafli, 
ser  cierto  lo  que  me  decias ,  que  apenas  tengo  tres  Talientes  caballeros 
en  toda  la  hueste :  si  tu  no  sales,  irá  mi  hijo,  y  sino  iré  yo  mismo,  que 
ya  no  puedo  sufrir  esto.  Entonces  le  dijo  Alnshafa  :  Yaras  que  presto 
tienes  á  tus  pies  su  cabeía ,  y  la  erizada  y  preciosa  piel :  Asi  lo  espero, 
dijo  Almanzor,  y  desde  ahora  te  la  cedo  ^,  para  que  después  entres  con 
ella  pomposo  en  la  batalla*  Salió  Musbafa  contra  d  cristiano ,  y  este  le 
preguntó  :  ¿Quién  eres  tú  de  los  nobles  muslimes?  Y  Musbafa  Man- 
diendo  la  lanza  le  respondió :  Hedhe  ginsi ,  hedhe  nasbi ,  esta  es  mi  no- 
bleza ,  esta  es  mi  prosapia.  Pdearon  ambos  caballeros  con  mucho  valor 
y  destreza,  hiriéndose  de  crudos  botes  de  lanza ,  reyolyiendo  sus  caba- 
llos y  eyitandc»  los  golpes ,  entrando  y  saliendo  el  uno  contra  el  otro  con 
admirable  gallardía ;  pero  Mushafa ,  que  era  mas  mozo  y  suelto ,  y  es- 
taba mas  descansado ,  reyolvia  su  caballo  con  mas  presteza,  y  le  hirió 
de  una  mortal  lanzada  por  un  lado ,  y  cayó  muerto  de  su  caballo :  saltó 
Mushafa  del  suyo  y  le  cortó  la  cabeza,  y  despojó  al  caballo  de  la  piel, 
y  se  tornó  á  Almanzor,  que  le  abrazó  y  le  dio  aquella  preciosa  pid. 
Dada  la  seíial ,  ambas  huestes  trabaron  sangrienta  batidla ,  que  sepnró 
presto  la  Tenida  de  la  noche.  Al  dia  siguiente  los  cristianos  no  quisieron 
Yolver  á^la  pdea,  y  al  rayar  d  dia  se  retiraron,  y  Almanztn*  vdYióá 
Córdoba  triunfante. 

En  este  tiempo  llegó  á  Córdoba  Abdala  ben  IbraUm  el  Qmeya ,  afri- 
cano de  Asila ,  originario  de  Sidonia ,  que  por  la  fama  de  su  sabiduría 
le  llamó  el  rey  Alhakem  Almostansir,  y  yino  de  Egipto  y  desembarcó 
en  Almería  al  mismo  tiempo  de  la  muerte  del  rey  :  anduvo  errante  y 
pobre  algún  tiempo  :  luego  que  Almanzor  tuvo  notida  de  su  mérito  y 
poca  fortuna  le  disti9guió  y  le  hizo  del  mexuar ,  y  poco  tiempo  después 
le  dio  el  cargo  decadi  de  Zaragoza;  era  de  los  hombres  mas  doctos  de 
este  siglo,  pero  de  la  secta  de  los  de  las  Iracas ,  y  le  llamaban  en  Zara- 
goza zaque  del  Ebro,  y  se  le  motejaba  también  de  avaro  y  tenaz.  La 
reina  Sobeiha ,  madre  de  Hixém ,  mandó  construir  en  Córdoba  una 
magnifica  mezquita ,  que  se  llamó  de  su  nombre,  y  mas  comunmente 
de  la  madre  de  Hixóm ,  y  fué  prefecto  de  la  construcción  Abdala  bea 
Said  ben  Mubamad  ben  Batri ,  que  ara  sahib  xarta  *  de  la  dudad,  y 

1  Era  antiguo  derecho  del  caudillo  de  los  muslimes  en  la  guerra,  cuando  im  los  desafios 
que  solian  preceder  á  las  batallas  un  caballero  de  su  hueste  Yencta  d  mataba  al  contrarío,  el 
bacer  de  los  despojos  á  su  arbitrio ,  ó  quedarse  con  ellos ,  d  donarlos  al  rencedor,  6  aüadirtoj 
á  la  presa  común. 

s  Sahib  xarta,  prerecio  de  la  guardia  pretorlana ,  jefe  de  la  Jente  de  armas  que  había  m 
las  ciudades  principales  para  mantener  el  orden  y  seguridad  púbitea,  y  el  sabtb  xarla  tenia 
el  mando  de  la  ciudad  er  ausencia  del  wali  4  gobernador. 


M  LOS  AHáBES  en  ESPAftA.  2S% 

«bh  eneargado  de  Iob  reparos  de lagrande  aljama  por  orden  del 
hagib  Almanior. 

Alano  siguiente  de  371  (981)  faé  la -entrada  en  tierras  de  Galicia  con 
mndus  7  muy  escogidas  tropas  dea  pié  y  dea  caballo  :  acompañóá  Al- 
mamor  en  esta  gazna  el  wali  de  Toledo  Abdala  ben  Abdelaziz  :  talaron 
los  cunpos  y  pusieron  cerco  ¿  Medina  Zamora ,  ylaentraron  por  faerza 
dB  espada ,  y  ocuparon  otras  fortalezas,  y  mas  de  cien  lugares,  robaron 
los  ganados  y  cantmron  mozos  y  doncellas  :  bizo  Almanzor  destruir 
los  moposde  les  pueblos  que  los  tenían,  y  en  esta  jomada  fué  tan  co- 
posa la  presa  que  todos  los  soldados  de  las  prwíndas  y  los  fronteros 
acnroD  su  codicia ,  y  fueron  generosos  con  sus  ffiigos.  Almanzor  entró 
tríonfanteen  Córdoba  precedido  de  mas  de  nueve  mil  cautiTOs,  que 
ÜMuí  en  caerÓBB  de  á  cincuenta  luxnbres.  El  wali  Abdala  entró  en  To- 
Meoott  cuatro  mil  cautiTos  ¿  principio  del  aflo  371 ,  y  cuentan  que  en 
d  camino  lud>¡a  cortado  otras  tantas  cabezas  de  infieles. 

Ba  el  oloSo  del  mismo  año  vcdyió  Almanzor  con  Abdala ,  y  pasaron 
A  Onero,  y  corrieron  la  tierra  y  fronteras  de  Galicia  sin  que  los  cri»- 
IttDOS  seles  opusiesenal  paso  ni  viniesen á bataUa ;  pero  de  lejos  los 
npáuk  y  observaban  ocupan^  las  alturas.  La  experiencia  enseñó  en 
esta  ocasiOQá  los  muslimes  que  no  debiandespredar  las  pocas  fuerzas  de 
los  cristianos,  que  aunque  pocos  en  número  eran  muy  aguerridos. 
Usfaba  Almanzor  su  ejército  dividido  en  dos  huestes ,  y  como  acam- 
IMttenenun  valle  muy  vicioso  de  pastos  ala  orilla  de  un  rio,  suscam- 
peadores  se  emboscaron  en  unas  alamedas  donde  con  descuido  apaoen- 
labaa  sos  caballos,  como  si  estuviesen  muy  distantes  sus  enemigos.  Los 
cnstianos  aprovecbaronesta  ocasión ,  y  como  estaban  atalayando  vieron 
tui  favorable  oportunidad ,  y  descendieron  de  súbito ,  y  cay^non  sobre 
los  moslimes  con  terrible  Ímpetu  y  vocería  :  todo  el  campóse Uenó  de 
espanto  y  confusión  :  los  mas  animosos  acudieron  á  sus  armas  y  se  pu- 
sieron en  defensa ;  pero  la  multitud  dio  á  buir  desatinada  y  sin  saber 
adonde,*  y  unos  á  otros  se  atropeUaban  y  oprimían :  llegaron  los  infieles 
á  b  interk^  dd  primer  campo  rompiendo  y  desbaratando  ¿  cuantos  so 
les  oponían  con  gran  matanza.  Los  fugitivos  de  la  primera  hueste  lle- 
Taron  él  terror  ala  segunda  $  entonces  Almanzor,  que  estaba  en  su 
pabellón ,  se  poso  á  caballo ,  y  con  su  guardia  de  caballería  corrió  al  en- 
nientro  de  los  enemigos  llamando  ¿  sus  esforzados  caudillos  por  sus 
nombres  :  todos  los  valientes  le  siguieron  denodados ,  y  pudo  tanto  su 
presencia  que  reunió  su  gente ,  y  aunque  con  trabajo  logró  rechazar  ¿ 
hs  cristianos  y  quitarles  la  victoria  que  ya  tenían  por  segura.  Repren- 
dióá  los  campeadores  y  caballeria  de  su  repentino  temor  y  vergonzosa 
fQga,yde  tal  manera  enardeció  los  ánimos  de  sus  tropas,  que  deseosas 
de  venganza  persiguieron  á  los  cristianos  basta  encararlos  en  Medina 
Leyonis  i  y  si  las  Duvias  dd  invierno  no  hubiesen  sobrevenido,  hu- 
bieran entrado  aqndk  ciudad.  Tomó  Ahnanzor  ¿  Córdoba,  y  fué  re- 
cibido con  macbsL  honra;  pero  las  alegrías  y  fiestas  que  se  hideron  por 
ns  victorias  nole  hideron  dvidar  de  sus  meditadas  venganzas ,  y  man- 
dó quitar  la  vida  en  la  prisión  i  &afar  ben  Otman  <  ai  bien  otros  dicen 


254  HISTOBiA  D£  LA  DOMOUCIOIi 

qne  murió  de  deipecbo  y  aflk»i(m  de  eqp^ 
En  este  tiempo  por  orden  de  Almanzor  reparó  los  moros  y  fortalesEa  de 
Maqu^da  y  de  Wakex.  el  arqoitecto  Fatbo  ben  IbraUmel  Omeya,  cono- 
cido por  Aben  el  Caxeri  de  Toledo ,  célebre  for  sus  coQpdmieotos  y 
sus  Yiajes  á  Oriente  ;  habia  edificado  poco  antes  en  Toledo  dos  grandes 
mezquitas ,  la  de  Gebal  Berida  y  la  de  Adab^n.  Al  fin  de  este  añosalíó 
para  Oriente  Gbalaf  ben  Meruán  el  Omeya  el  Sahari,  así  llanwdode 
Sahara  Haiwat,  pueblo  de  Algarbe  de  Espafia;  era  de  los  hombres  loas 
doctos  de  su  familia. 

En  el  ano  373  (9S3yemerosos  los  cristíi^nos  de  Galicia  de  las  entradas 
de  Muhamad  ben  AMkmer  Almanzor  sacaron  todas  sus  riqueías  de 
las  ciudades  de  Astorica  y  de  Leyonis,  y  de  otras  muchai,  y  con  sus  fa- 
milias y  ganados  se  retiraron  á  los  montes  i  en  verdad  no  se  enganann 
en  sus  recelos,  que  Tenida  la  primavera  partió  Almanzor  con  los  ca- 
balleros de  Andalucía )  de  Mérída  y  de  Toledo.  Todos  iban  contentos  y 
confiados  en  la  buena  ventura  de  sus  caudillo» :  llegados  á  la  fronte»^ 
pasó  alarde  á  su  gente ,  repartió  ks  banderas  y  fueron  ¿  poner  cerco  á 
la  ciudad  de  Leyonis,  que  era  muy  fuerte  y  bien  guarnida  con  altos  y 
torreados  muros,  y  sus  puertas  do  bronce,  qne  cada  una  parodaima 
fortaleza.  Ordenó  Almanzor  el  cerco,  y  dio  cinco  días  de  reck»  y  coa- 
tinuos  combates  cqu  ingenios  y  máquinas  extrañas :  al  cabo  de  los  daoo 
días  rompió  ias  robustas  puertas  y  aportilló  los  muros  pw  varías  partes : 
tres  dias  díó  s^to  falso  á  la  parte  de  mediodía,  y  verdadero  á  b  de 
occidente,  por  donde  Almanzor,  cansado  de  la  resistencia  de  aqaeUcs 
valientes  cristianos,  fué  el  primero  que  con  una  bandera  y  suespodi 
entró  atropellando  cuanto  delante  se  le  ofrecía;  por  su  mano  mató  al 
esforzado  alcaide  de  los  cristianos,  y  todos  á  su  ejem|do  morieroa  pe- 
leando :  acabóse  de  entrar  la  ciudad  al  anochecer,  y  los  muslimes  esto- 
vieron  en  vela  y  con  las  armas  en  la  mano  toda  la  noche :  aldia  «goieote 
fué  saqueada  la  ciudad,  los  cristianos  que  se  obstinaron  ea  defen^terse 
fueron  dcj^oUados,  y  los  demás  y  las  mugeres  y  niños  cautíToa  :/destrByé 
Almanzor  los  muros  deia  ciudad ,  y  por  no  detenerse  maa  tiempo  que- 
daron á  medio  arruinar  las  torres,  que  eran  fuertes  á  maraviUa.  la 
misma  suerte  tuvo  la  ciudad  de  Astorica :  su  defensa  fué  obstinada,  y 
los  defensores  trabajaron  en  vano,  que  Dios  destruyó  so»  fuertes  moros 
y  gruesos  torreones,  en  que  se  confiaban.  Al  paso  destruyó  tandrien  la 
ciudad  de  Scdmanca ,  y  contento  con  estas  ventajas  se  vi^vió  ¿  Córdoba, 
y  en  todas  las  ciudades  por  donde  pasó  fué  recibido  con  adamadimes  de 
triunfo. 


CAPITULO  XCVIII. 

De  cómo  Almauor  honraba  á  loa  doctos»  7  de  otros  sncoios. 

Se  detenia  poco  tiempo  Almanzor  en  las  fronteras ,  y  mientras  estaba 
en  Córdoba  su  cesa  era  como  una  academia  de  sabios  y  de  hombres  de 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  25S 

ii«aio :  la  frecoentalm  d  mdagaeik)  Obadaben  Abd^ 
Alm  Beoi ,  qne  era  de  los  mejores  poetas  de  este  tiempo  en*  Andalucía, 
j  escribió  la  hist(»ia  de  los  poetas  españoles  y  y  ona  célebre  borda  ó 
elogio  de  Anabi  Muhamad ,  y  para  pedir  licencia  para  Tisitar  al  vajdr 
de  Almantor  Ahmed  ben  Soaidben  Hezam  hizo  unos  Tersos  muy  ele- 
gintes  de  improyiio,  y  le  dio  d  vazir  den  diñares  de  oro,  y  su  casa 
frioca  átodas  horas :  taonbien  concurría  á  casa  de  Almanzor  AbdelipraríE 
beaSofeÍD,  y  muchos  otros  de  las  familias  ilustres  de  Córdoba.  Esta^ 
Ufició  Almanzor  una  academia  de  humanidades ,  y  solo  tenían  asiento 
ea  eila  hombres  dootos,  va  conocidos  por  obras  útiles  6  ingeniosas  de 
Tana  eradicion  en  prosa  o  verso.  Visitaba  las  madrisas  ó  escuelas  ^  y  las 
aljamas  y  odegios,  y  se  sentaba  entre  los  discípulos,  y  no  permitía  que 
« iaterrumpieae  la  enseñanza  A  su  entrada  ni  ¿  su  salida ;  daba  premios^ 
á  ios  disdpnlos  mas  sobresalientes.  Por  este  medio  acertaba  en  la  ele(> 
cioQ  democríes  y  aldiatibes ,  lectores  y  predicadores  para  las  mezquitas , 
y  de  doctos  cadíes  para  las  aljamas  {M'incipales'  del  reino,  fü  rey  Hixém 
contíinuba  en  el  retiro  de  sus  alcázares  holgándose  en  sus  deliciosos 
janHflcs :  nlngana  persona  podia  visitarle  sin  licencia  de  la  reina  su 
Dadre,  ó  del  hagib  Aiubamad  ben  Abi  Amer.  No  se  hacia  mencioii  de 
éi  sino  en  la  chotba  ú  oración  publica  del  juma ,  en  las  monedas  é 
ioscrípoones ,  precisos  y  únicos  testimoaios  de  su  existencia.  Guando 
oMMurria  en  las  pascuas  y  otras  fiestas  á  la  mezquita  no  salía  de  la 
Qicsaní '  hasta  que  todo  el  podilo  habia  ya  salido  de  la  mezquita*,  y 
eaUmces  saUa  rodeado  de  su  séquito  y  guardia ,  y  se  vdvia  á  su  alcáaar, 
qoe estaba  cercano,  apenas  visto  de  la  gente» 

Oegdeel  año  365  estaba  Alhasan  ben  Keouz  en  la  corte  del  soldán  de 
Egipto  Nazar  ben  Maad,  y  ahora  entrado  el  año  373  escribió  Nazar  al 
caudillo  Baikin ,  que  mandaba  en  su  nombre  en  África ,  para  que  fa^o- 
recieBe  á  Alhasan  en  sus  empresas  en  tierra  de  Magréb.  Llegó  Alhasan 
áTonez,  y  le  recibió  con  mucha  honra  BaUdn  ben  Zeiri  ben  Menad,  y 
vistas  las  carias  del  soldán  le  dio  tres  mil  caballos ,  y  le  siguieron  algu- 
aasaicabilas  de  berberies  voluntarios ,  y  om  ellos  entró  en  Almagra» , 
J  faé  adamado  en  varios  pueblos.  Vino  esta  nueva  áCórddia,  y  al  punto 
^Tió  el  hagib  Almanzor  á  su  vkzir  Abu  Alhakem  Ornar  ben  Abdala 
ka  Abi  Amer  con  muy  escogida  caballería ,  y  le  dio  el  gobierno  de  Al^ 
nia|réb  y  sus  dependencias.  Luego  que  Alíuisan  tuvo  noticia  del  paso 
<fe  estas  tropas  vino  á  encontrarlas  á  cercanías  de  Cebta ,  y  las  acometió 
va  el  momento  de  su  desembarco ,  y  en  la  misma  costa  dd  mar  se  dieron 
sangrienta  batalla ,  y  los  andaluces  quedaron  vencidos,  y  se  acogieron 
ala  dudad  de  Cebta,  y  en  ella  los  cercó  Alhasan  algunos  días.  Escribió 
Ornar  su  desgracia  á  Córdoba ,  y  el  hagib  Almanaor  ordenó  queluego 
partiese  á  Afinca  su  pnqiioliijo  Abdelmelic  Abu  MeroAn ,  aunque  muy 

*  Vacsora  era  ana  tribuna  nn  poco  lerantuda  sobre  el  pavimento  en  la  parle  principal  de  la 
ttaqvila ,  rodeada  de  retjas  doradas ,  donde  se  ponían  los  reyes  cuando  asistían  á  la  lata. 
^  noioa  estaban  en  las  mezquitas  detrás  de  los  viejos,  y  las  mugares  detrás  de  los  mucfa^- 
rbi  apartadas  de  todos  los  bombres ;  y  no  se  movían  los  bombres  hasta  baber  salido  las 
^nnn ;  y  las  doncellaft  no  Iban  á  la  raesquita  donde  no  habla  lugar  apartado,  y  (odas  las 
>«iccci  ibaa  miy  Msa  tapi<iss  y  cubiertas  de  »tt«  tolos. 


256  HISTimU  I>£  LA  DOlfOUCION 

moiD  ya  bien  acreditado  por  8118  prendas  militares.  Pftsó  sin  tardona  d 
aaxilio  de  sa  tio  Ornar  con  muy  bnena  haeste. 

Entre  tanto  Almanzor  lii20  entrada  con  grandes  faersas  en  España 
oriental,  salió  con  él  la  catialleria  de  Córdoba,  pasó  por  Gamata,  Baza, 
Lorca  y  Tadmir :  en  esta  dudad  se  detuvo -esperando  qoe  DegaseD  las 
gentes  de  Algarbe  y  las  nares  de  aquellas  costas :  se  hospedó  en  casa 
del  amil  de  la  ciudad  Ahmed  ben  ^chitéb  ben  Dagim ,  que  en  Tchite 
y  tres  dias  que  allí  estuvo  &6  de  comer  espléndidamente  á  todos  los  ca- 
balleros y  caudillos  que  acompasaban  al  bagib,  y  á  toda  la  eaballcria  y 
peones  que  llevaban ,  sirviendo  á  los  principa}es  con  ddicados  bados  de 
agua  de  rosa,  y  con  profusión  de  aromas  en  sus  concurrencias  y  comi- 
das cada  dia,  y  se  les  ponian  á  todos  estos  ricos  lechos  de  preciosos  pa- 
ños de  seda  y  oro ,  y  ¿  todos  ^  general  muy  cómodas  posadas .  A  la  des- 
pedida dijo  Almanzor  delante  de  sus  caudillos  y  caballeros :  En  verdad 
que  Ahmed  no  sabe  aposentar  gente  de  guerra,  yo  me  guardaré  de 
enviar  pw  aqni  tropas  de  algihed  ni  fronteros ,  para  quien  sus  arreos 
son  lasarmas,  y  el  descanso d  pelear;  pero  también  es  cierto  qoe  no iia 
nacido  para  vulgar  pechero  un  hombre  de  tan  generosa  oondidon,  y  así 
en  nombre  de  nuestro  seilor  el  rey  Hixém  yo  le  hago  franco  de  pagar 
tributos  durante  su  vida.  Fué  esto  el  dia  tSdelaluna  de  Dylhagía del 
aüo  974  (984) ,  en  la  vigésima  tercera  expedición  de  Almanxor  contra 
cristianos.  Se  refiere  que  cuando  esta  jomada  de  Mubamad  ben  Abdala 
ben  Abi  Amer  Almanzor,  salió  con  a  desde  Córdoba  Abu  Ornar  Ahmed 
ben  Gbaiéb,  llamado  Albadn,  y  los  hospedó  en  su  casa  en  Murda 
cuando  Almanzw  pasaba  á  la  expedición  de  Barcelona  con  su  séquito  y 
hueste,  y  tuvo  en  su  casa  á  todos  los  prindpales,  y  á  Aben  Sohaid,  pre- 
fecto de  asadaca ;  y  el  hijo  de  este  Alnned  llama(k>  Abubsbag  Muza  hos- 
pedó al  hijo  de  AÍinanz(v  y  á  sus  caballeros  en  su  viaje ,  y  por  esto  tu- 
vieron franquezas  en  las  puertas  de  Górddba  que  les  coníDedieron  los 
Meruftnes,  y  en  el  dia  esta  insigne  familia  está  tal  vez  despreciada ,  y 
viven  pobres  y  oscuros  como  miserables  alárabes  t  IKos  lo  sabe.  Cumta 
Hayan  en  su  historia  de  los  Alameries ,  que  la  jonfada  de  Almamior  á 
Barcelona  fué  en  el  año  de  375 ,  y  era  la  vigésima  tercia  desús  entradas, 
y  llevó  su  camino  por  la  parte  coiental  de  Espada  por  Elbira,  Basta',  á 
Tadmir,  y  se  hospedó  en  Murcia ,  alcaidía  de  Tadmir ,  en  casa  del  al- 
caide Aben  Qiatéb ,  que  los  obsequió  trece  dias  á  él ,  sus  criados  j  ca- 
balleros, llevándoles  á  sus  posadas  pan,  carne  y  frutas  con  raodia 
abundancia  cada  dia,  sin  interés  alguno,  que  todo  lo  pagaba  Aben 
Chatéb,  y  se  servia  á  Almanzor  y  á  sus  caudillos  cada  dia  diferentes  y 
espléndidas  comidas ,  sustancias ,  conservas  y  frutas,  que  era  maravilla. 
Como  entendiese  Almanzor  á  la  partida  que  todo  lo  halria  suplido  y  pa- 
gado Chatéb  por  las  relaciones  de  los  wazires  que  llevaban  las  caeotas 
del  gasto ,  á  nombre  de  su  sejior  le  dio  gradas :  refiriendo  esto  á  su 
vuelta  al  rey  Hixém  le  propuso  el  hacer  libres  de  dereclios  á  Chatéb 
y  á  su  familia.  Convidó  Almanzor  á  Cliatéb  á  Córdoba ,  y  le  bonró 
mucho,  y  le  llamaba  él  obsequioso,  y  á  su  partida  le  r^aló  una 
linda  esdava  de  su  alcázar,  y  lu^o  se  tornó  á  su  anidia  ó  goiriemo 


DC  LOS  AHAB£S  £3i  E&PANA.  2¿7 

é  Tirimir  5  y  conservó  sus  derecbos  y  priviloglod.  Ctumia  Abu  Bccri 
Ahmsd  ben  Said  ben  Abilfayadh  en  su  historia ,  la  traducida  en  hebreo, 
fie  para  la  giaoa  de  Almanzor  á  Barcelona  salió  de  Córdoba  dia  martes 
13 de  la  lona  de ])ylhagia  del  afio374,  que  fué  Sdemayo,  y  estuvo 
m  Ittrin;  de  aUi  pasó  á  Basta,  á  Lorca  y  á  Murcia,  donde  estuvo 
fónte y  tres  dias  hospedado  en  casa  de  Ahmed  ben  Dagim  ben  Ghat^^ 
y  eo  la  de  su  hi¡o  Abulasbag  Muza  ben  Ahmed ,  que  ninguno  de  la 
haeste  gastó  ni  un  &bam ,  que  cada  dia  sirvieron  ¿  Almam^or  con  di- 
TcnascQinidasy  frutas  en  diferentes  y  preciosos  vasos,  ysele  poniael 
iaíto  siempre  de  agua  de  rosa :  quomaravillado  de  esto  Almanzor  le  dio 
nndias  gracias,  yle  confirmó  en  su  amella,  y  se  celebró  mucho  su  hos- 
fítaUdad.  Aoompañsriba  entonces  al  hagíb  Aloianzor  Qmaya  ben  Galib 
eilfarori,  de  so  patria  Moror ,  uno  de  los  buenos  ingenios  en  poesía , 
qseceldvó  Ja  generosidad  dd  Tadmiricn  elegantes  versos.  Allegó  Al- 
BUBior  en  su  marcha  gente  y  caballeria  de  Valencia  ^  Tortosa  y  Tar- 
ngooa,  y  fué  á  los  campos  de  Barcelona.  Salió  contra  él  ccm  infinito 
pntiodrey*  de  Afranc,  y  aunque  doUsdmn  el  número  de  los  musli- 
BKs,  d  valor  de  estos,  la  pericia  de  Almanzor  y  la  ayuda  de  Dioshizo 
ipie  OcOmente  rompiesen  y  desbaratasen  aqi»ella  muchedumbre  de 
pule  montaraz  y  baldía,  que  nunca  pelea  bien ,  y  menos  cuando  tiene 
cota  algún  asilo,  que  presto  busca  su  sq^uridad  en  la  fiíga  :  acogió- 
noM  con  desorden  ¿  la  ciudad ,  y  los  muslimes  los  cercaron  en  ella  con 
tan  lesodto  empefio  y  ardor,  que  elseiSor  de  Afranc  no  esperando  po- 
Ma  defendor,  ni  que  le  llegase  socorro  de  ninguna  parte ,  huyó  de 
Mbe  por  mar  favorecido  de  la  oscuridad ,  que  no  le  pudieron  ver  las 
■nvcs  de  Agarbe  que  guardaban  la  marina.  Dos  dias  después  se  entibó 
hciodad  por  av^Msnda,  sal  vas  las  "vidas ,  pagando  el  tributo  de  sangre 
por  cabeza.  Aseguró  la  firontera,^  se  vcdvió  á  Grá*doba  por  en  medio  de 
Apaña,  deqiedidas  las  tropas  ie  Valencia  y  de  Tadmir  :  visitó  al  paso 
hs  ciudades,  y  en  todas  quedaron  memorias  suyas  por  las  obras  que 
naadó  hacer  en  eUas  para  su  seguridad  y  comodidad.  Guando  llegó  á 
GjnMn,  movido  de  laceld>ridad  y  fama  de  Said  ben  Edris  ben  Yahye , 
el  Salemi ,  moeri  de  la  aljama  de  Sevilla ,  hombre  muy  docto  que  había 
viajado  á  Oriente  y  hecho  su  alhig  ó  peregrinación  santa,  y  era  admi- 
nUe  por  su  virtud  y  excelencia  de  su  sonora  voz,  le  hizo  prefecto  de 
uda  en  la  mezquita  del  rey  Hixém,  y  en  este  cargo  de  im&m  perma- 
iKQó  hasta  la  guerra  dvil  m  que  so  roturó  á  Sevilla ,  y  alU  falleció  UeM 
de  ados  en  fin  del428. 

£q  Ahnagréb  cuando  Alhasan  ben  Kenuz ,  que  tenia  cercado  en  Gebta 
iOmarben  Abdala  ben  Ahí  Amer ,  supo  que  iba  contra  él  AbddmcdiCy 
dhijodel  hagS)  Almanzor,  om  escogida  gente,  se  tuvo  por  perdido ,  y 
^  aoonsqadoseqiuso  poner  en  manos  de  sus  enemigos ,  y  asi  envió  á 
h  dudad  pidiendo  avenencia  y  seguro  para  sí  y  para  su  familia,  ofre- 

*  &•  Ml«  nj4e  Ainn^ ,  6  de  los  francos ,  Qorel  eondo  de  Baroelona :  todo  el  Pirineo  9  sus 
^^  I  vMtientM  t  asi  &  la  parte  de  Bspafie  eomo  á  U  de  Franela ,  estaban  en  estos  Uempoft 
^J^^^$  en peqa^os «eHofiof ,  y  nneetroi  Arabea  í  todos  los UauaUn  ir^es y  sefioresde 

ti 


258  RISTOaiA  DE  LA  mnOlf  ACIÓN 

cieodoi  Ornar  cjooiiasarkeaEspafiftá  la  nien^  del  rejifiste 
pendióle  Ornar  como  deseaba ,  y  avisó  á  Abdelmelic  de  esto ,  y  ostc  lo 
consultó  por  medio  de  los  Torénicos  con  su  padre  Almanzor^  qoe  les  es- 
cribió que  apresuraran  aqnd  negocio  dando  á  Alhasanben  fienuz  cuan- 
tas seguridades  pidiese ,  y  que  viniese  A  CórddKi.  Asi  se  hizo,  y  eile 
principe  luego  pasó  A  Andalucia :  avisado  Almanzor  de  su  bijo  de  como 
ya  estaba  en  su  poder ,  escribió  el  hagib  que  sin  embargo  de  lo  ooDcer* 
lado  con  venia  al  servicio  del  rey  que  luego  le  cortasen  la  cabexa  y  la  en- 
viasen á  Córdoba ,  y  sin  atención  al  s^g^uro  y  palabra  dada  le  cortaron 
la  cabeza  en  el  campo,  cerca  de  Alcázar  al  Ocáb  en  tierra  de  Tarifa ,  7 
dicen  que  al  mismo  tiempo  que  lo  descabezaban  so  movió  un  bravo 
viento  que  arrebató  el  gabán  de  los  hombros  del  principo  Alhasan  bco 
Kenuz ,  y  desapareció  que  no  se  halló  después.  Enterraron  allí  su  coerpo 
los  de  su  desconsolada  familia ,'  y  los  caballeros  encargados  por  Alman- 
zor entraron  en  Córdoba  coa  su  cabeza ,  en  la  luna  Ginmada  primera , 
año  375.  Fué  d  imperio  de  Albasan  ben  Kenuz^dtez  y  seia  ados  la  pri- 
mera vez ,  desde  el  347  hasta  el  de  364,  y  después  la  segunda  un  aíloj 
nueve  meses.  Los  parientes  de  Alhasan  se  establecíeroii  ea  Córdoba  en 
la  aljama  de  Magarawa ,  y  en  el  diván  del  rey ,  hasta  que  reinó  en  Cór- 
doba después  de  los  Omeyas  Aly  ben  Hannid,  y  se  renovó  la  memoria 
de  osla  insigne  familia.  Con  1»  muerto  de  este  Aben  Kenuz  acabaron  los 
Edrises  en  Almagréb ,  dinastía  que  habia  principiado  el  dia  de  la  jnni 
de  Edris  ben  Abdak  ben  Hasan  en  Medina  Velila,  en  jueves  á  7  de  Rebíc 
primera ,  año  172,  hasta  ahora  cuando  fué  asesinado  alevosamente  estr 
Alhasan  Aben  Kenuz,  en  Giamada  primera  de  este  afio  375,  y  toé  totiod 
tiempo  de  este  imperio  doscientos  y  dos  años  y  cinco  meses.  Era  la  exten- 
sión de  su  estado  desde  Sus  Alacsá  hasta  Medina  Wahran,  y  foécabcia 
del  imperio  la  ciudad  de  Fez,  y  después  la  de  Biserta.  Estaba  este  im- 
pmocomo  euel  corazon#  las  dos  poderosas  dinastías  que  lorodeabui 
por  Oriente  y  Occidente,  por  Oriente  la  de  los  Bcni  Obeid,  actores  de  la 
provincia  de  África ,  Barca  y  Egipto ,  y  por  Occidente  la  de  los  Beni 
Omeyas,  señores  de  España  y  de  Almagréb ,  y  por  esta  cansa  siempre 
estuvieron  en  inquietudes  y  guerras ,  ya  señores  de  casi  todo  Almagral 
ya  dueños  solo  de  algunas  Coórtalezas  como  Azíla,  Hijar  Anosor  y  Bi- 
serta, y  hasta  Telcncen,  hasta  que  acabó  su  soberanía :  solo  Dios  es 
eterno ,  y  señor  de  eterna  dominación. 

El  hagib  Almanznr  mandó  construir  en  Fez  paf  a  ornato  de  la  aljamt 
una  alcoba  ó  capilla,  y  su  cúpula  sobre  columnas  en  medio  del  gran 
patio,  donde  estaba  la  torre  vieja,  y  puso  sobre  su  attura  un  talísoiaa 
como  los  que  habia  antes  sobre  la  cúpula  de  la  capiHa  dd  Mihráb,  qn« 
era  de  los  que  sabían  hacerlos  antiguos,  como  aquellos  que  se  hicieron 
en  tieuqx)  del  Xiyci  Se  puso  el  talismán  sobre  una  barra  de  hierro  en- 
cima de  la  cúpula  :  uno  era  el  dd  Alfar  ó  dd  ratón ,  y  con  d  nunca  se 
halló  ratón  alguno  en  la  aljama ,  y  si  entraba  no  andaba  qoe  luego  se 
descubría  y  moría  :  d  dd  Acrab  ó  alacrán  era  otro ,  y  con  él  nunca  f^' 
vio  entrar  alacrán  en  la  aljama ,  y  d  que  entraba  qucdato  como  h^)a<lo 
y  pereda  j  y  de  esto  hay  testigos  fidedignos  Como  el  alfaqui  Aben  Harón 


M  LOS  ÁRABES  Ui  B»AftA.  tS9 

d  tdhnwa  dfi  li  nhmna  de  metal  amarillo  taria  tui  flfpin  de  t«7a  A 
lerpieste ,  j  nanea  K  tío  serpiente  «l^na  en  la  idjama.  Ktoa  eran  oo- 
■orámientos  de  los  geoiOB.  El  hijo  de  Aleunzor  Almodafar  Abdelmélio 
téM  d  haqrfdo  y  le  sortló  de  agaa  pw  una  acequia  qoe  labró,  qae 
li  Muba  de  Wwmiwsaii  que  cwre  fuera  de  la  ciodad  á  la  poerla  de 
Hlam.  Bfandó  labrar  para  ladjana  m  albfnbar  6  palillo  de  maden 
fc  oidt  y  de  tiiuio  de  preciosa  hdwr  om  eita  taHOffpriOB  t 


m 


Sosegadas  las  cosas  de  Almaf^b ,  eo  c!  mismo  aito  de  375  entró  Al- 
muuor  en  las  frooteras  do  Galicia ,  corrió  la  limra ,  puso  cerco  y  entró 
por  fuerza  de  espada  eu  Medina  Cutánea,  dcslruyii  sus  moroe,  y  va- 
^^ndosc  de  algunos  Cristianos  principülc.i  qnr  estaban  ei!  su  compafíin 


e«  BiAOMA  DE  u  Mimueieii 

como  refugiados  por  dcmyeaeiicias  que  entre  eDm  habla,  kamáb  sus 
discordias ,  y  entró  por  sus  tierras  hasta  las  marisinaB  do  Galicia,  j 
robó  la  iglesia  de  ZacAm ,  y  tomó  de  día  mudias  riquezas :  endotono 
taló  y  corrió  las  tierras  de  Nahara  y  los  montes  Albaskenies,  y  ala  TudU 
castigó  á  los  de  Uxama,  Alcoba  y  Aüncia,  que  se habian  levantado >  y 
tiAyíó  ¿  Córdoba  cargada  su  gente  de  despojos.  Eoi  esta  oeaakm  dera- 
dito  poeta  Zeyadatala  ben  Aly  le  presentó  su  Kitéb  Alfahnám,  libro  de 
la  muerte,  Heno  de  elegantes  y  conceptuosas  poedas.  En  este  tiempo 
Almanzor  nombró  cadi  de  Toledo  al  wali-xúri  de  Górdd)a  Abmed  beo 
Hakem  ben  Mnhamad  d  Amen,  conoddo  por  Aben  Lebána  de  Cor* 
doba,  hombre  docto  y  de  mucha  cdebridad  ,*  y  puso  en  su  lugar  á  Aii- 
mcd  ben  Abddaziz  ben  Fareg  ben  Abi  d  Hubéb  i  cordobés  muy  erudilo, 
que  habia  sido  maestro  de  su  hijo  Abddmdic. 

En  este  año  375,  avisado  el  hagib  Almanzor  de  haber  entrado  Bailan 
ben  Zeiri  en  Almagréb ,  luego  ordenó  que  partiese  d  caudillo  Ascaldia 
con  gente  africana  y  de  Andalucia,  y  fueron  á  Medina  Fez ,  y  la  entra- 
ron porquería ,  y  apoderados  de  ella  se  hizootra  vez  la  chotba  por  los 
Omeyas  de  Espaiía ,  que  se  había  interrumpido  con  las  novedades  de  los 
Zeiries  de  Sanhaga  :  quedó  por  amil  de  los  Obcidics  en  el  barrio  de  ks 
Alcairvanes  Mubamad  ben  Omar  de  Mekinez ,  que  no  pudieron  losan* 
daluces  ocuparle  hasta  d  año  siguiente. 


CAPITULO  XCIX. 

De  liB  bodas  del  htjo  de  Almanior,  y  de  eacesos  de  Magréb. 

Al  prindpio  del  ano  376  vino  á  España  Abmed  ben  Aly  Arabeí  cl 
Beganí  ^  por  la  fama  de  su  erudición  fué  llamado  para  leer  en  la  aljanu 
de  Córdoba,  y  cl  hagib  Almanzor  le  encargó  la  educadoa  de  sa  hijo 
Abderahman ,  y  poco  tiempo  después  le  nombró  cadi ,  y  era  de  trdnta  j 
sds  años.  En  la  primavera  de  este  año  se  cdebraron  en  Córdoba  las  bo- 
das de  Abdelmelic ,  el  hijo  de  Almanzor,  con  Habiba,  hija  de  Abdala 
ben  Yahyo  ben  Abi  Amer  y  de  Boriba ,  hija  de  Almanzw  :  hubo  coo 
esto  motivo  grandes  fiestas  y  regocijos  públicos  :  se  hideron  hs  txxi» 
en  los  hermosos  jardines  de  la  almunia  llamada  Alameria ,  oontignos  á 
los  alcázares  de  la  Zahriya ,  almunia  que  regaló  d  rey  Hixéin  á  su 
hagib  Almanzor  cuando  le  pidió  licencia  para  edcbrar  en  ella  estas  bo- 
das. La  nobleza  toda  de  Córdoba  concurrió  á  estas  alegrías :  la  linda 
novia  fué  condudda  en  triunfo  por  las  calles  principales  de  la  dudad, 
acompañada  de  todas  las  doncellas  amigas  de  la  familia,  precedidas  y 
seguidas  del  cadi ,  y  délos  testigos ,  los  señores,  jeques  y  cabaDeros  de 
la  ciudad :  las  doncellas  todas  armadas  de  bastones  de  marfil  y  de  (HO 
guardaron  la  entrada  del  pabellón  de  la  novia  todo  d  día  :  el  noTÍo, 
acompañado  del  gran  séquito  de  los  nobles  mancebos  do  su  familia,  ¿  h 
'  venidla  de  la  noche ,  protegido  de  los  estoques  dorados  de  sus  amigos, 
logró  la  entrada  á  pesar  de  la  bizarra  defensa  de  I93  doncellas  .*  lodos 


M  LOS  A^xmS  EN  ESPAÑA.  ?61 

a^ieBos  Jardine»  <^liiban  ilaminado»,  j  en  todos  sns  bosques  y  raontca 
j  eo  los  barcos  de  sas  claros  lagos  resonaban  apacibles  músicas ,  y  las 
éáiuxtiñ  de  los  desposados  eran  el  asunto  de  las  canciones  :  los  Tersos 
jhsinMcas  doraron  toda  la  noche  basta  la  bora  del  alba ,  y  los  regó- 
ojostootiamiroii  todo  el  siguiente  dia.  Los  mas  aplaudidos  versos  que 
caitanm  las  donodfas  en  estas  bodas  ftieron  de  Abu  Hafis  ben  Ascaleha, 
7  ios  de  Ben  Abilhditt)  y  de  Abu  Tafair  el  Estnrconi.  Repartió  Alman- 
nr  en  esta  ocasión  á  sos  guardias  preciosos  vestidos  y  armas ,  dio  mu- 
te  limosnas  á  los  pobres  de  las  zawiyas  \  casó  y  dotó  huérfanas  pobres 
de  80  aljama ,  y  regaló  á  los  buenos  ingenios  que  celebraron  ¿  su  hijo  y 
iMa :  no  se  vieron  en  Córdoba  días  mas  grandes  que  estos,  ni  valimas 
i  eoovites  nupciales  mas  espléndidos. 

Eá  la  hma  de  Xaban  de  este  mismo  aSo  376 ,  saliendo  Yahye  ben  Ma- 
fie  ben  Ayadh  de  la  aljama  de  Córdoba ,  después  de  la  azala  do  anoche- 
ce, acompaifado  de  algunos  amigos ,  llegaron  á  su  casa ,  y  se  sentaron 
co  m  patio  que  era  grande  y  ameno  con  frondosos  jazmines  y  naranjos, 
y  «Oí  en  tanto  que  reposaban  rogó  Yahye  á  uno  de  ellos  llamado  Aben 
Uí  Hebáb ,  que  le  cantase  unos  versos  que  habian  oido  ambos  en  fiag- 
<hdáHangmi,  y  se  los  cantó :  que  se  despidió  entonces  Abu  Hebáb  de- 
Kánd(rie  loga  vida  y  (Ávido  del  plazo  fatal ,  y  le  correspondió  y  partió, 
I  antes  de  llegar  al  cabo  de  la  calle  le  dieron  voces  que  volviese ;  vol- 
^  y  le  hdló  muerto.  Era  de  los  hombres  sabíos.y  generosos  de  este 
fanpo,  y  muy  fllósofo ,  y  habia  estado  en  la  India  y  en  diversas  cfai- 
<Ue8  de  Asia  y  en  Egipto ,  y  fué  su  muerte  sentida  de  todos  los  buenos : 
n  fércUo  ftié  acompaáido  de  mndia  gente  ilustre ,  y  oró  por  él  el  cadi 
<leh  aljama  el  Jaboki. 

&  MagrA  el  caudillo  Ascdeba  unió  sus  tropas  con  las  do  Abu  Bies 
Ibnadod  Jat&t  ben  Balkin  el M agaravi ,  y  fueron  á  Fezy  entraron  por 
hena  en  él  barrio  de  los  Alcairvanes ,  y  se  apoderaron  de  él,  y  murió 
Ptendo  en  sus  puertas  Muhamad  ben  Amer,  el  de  Mekinec,  amil  del 
l^vrio;  y  se  acbunó  en  él  al  rey  Hixém  por  no  desagradar  A  los  anda- 
^fxs :  avisaron  estas  ventajas  A  Córdoba  y  A  Túnez,  y  fueron  muyoe- 
Undv. 

fiídailosigniente  hubo  gran  (dagadolangostaen  A]magréb,yeii 
^primeros  meses  vino  á  Fez  el  señor  de  las  cabilas  zenétes  Zenr  ben 
AtíadMagaravi,  que  ttamaban  el  Gbazeri,  y  entró  en  Fez,  y  fué  re- 
nfaidode  Ascalcha  y  de  Abu  Bies :  entre  tanto  en  la  provinda  de  África 
ttiíadan  cruel  guerra  AbolbehAr  ben  Zeiri  ben  Menad  de  Sanhaga,  y 
^  iobrino  Mansur  ben  Balkin ,  seikHr  de  Túnez :  este  abandonó  d  par- 
^  y  amisCad  que  le  ofreda  Almanzor,  como  lo  habia  tenido  con  su 
Nre,  y  proclamó  A  los  Obeidies  en  todos  sus  estados;  d  caudillo 
Abnlbishlr  entró  aquéllas  provindas  y  las  subyugó  y  proclamó  en  ellas 
^toftOmejf as  de  Espada,  ocupóla  ciudad  de  IVbbedia  y  otras  de  Záb,  y 
i^ifo  cboOM  por  d  rey  RUém  d  Muyad  de  Espaiia  en  todos  los  alnin- 

^  Ziwfyai  eran  bofpteloa  para  pobres  de  tNrofesion  t  eada  casa  do  catas  tnila  en  «aUl  A 
ouidtha  de  la  eopservaeiou  f  polida  de  ella. 


262  nSIOMA  Dfi  U  DOHMUaOff 

liara  de  h$  ptovfBdas  de  AlHea  y  Magréb,  y  ewrió  m  }«ik  ds^be^ 
dicQcia  en  este  mismo  año  377  (M7).  Se  celebraron  en  CMoím  estas 
noevas,  y  luego  envió  Aknanzor  las  cartas  de  proleocxm  y  loa  titak» 
de  amir  de  las  proyintías  que  tenia  Abulbebár  en  sn  podw,  wos  her- 
mosos caballos,  la  espada  y  el  yesUdo  de  aorir,  todo  muy  precíoM. 
Apenas  habia  recibido  Abulbebár  estas  cartas ,  cuando ,  nn  ooaaioD  ni 
motivo  alguno  >  se  pnao  en  obediencia  y  bajo  él  amparo  de  los  ObeicVa, 
y  probibió  en  sus  mezquitas  la  oración  por  el  rey  de  Córdoba.  CoaalD 
Almansor  recibió  estas  nuevas  de  la  veleidad  y  perSdia  de  AbulbeiiArf 
escribió  luego  á  Zeiri  ben  Alia  encargándde  la  vengaua  de  este  des- 
precio» y  autorisándole  4  ocupar  y  poseer  todas  las  tierras  de  bs  pro- 
vincias de  África  y  Záb  que  tenia  Abulbohftr.  Gcffrespondió  Zeiri  inn 
Atia  ofíreciendo  Iiaoerle  cruel  guerra  basta  acabarle  y  despcyole  de  e^ 
lado  y  vida. 

En  Espafia  corrió  Almanzor  las  fronteras  de  Castilla  y  Galicia,  qnenó 
y  destruyó  Chuna  y  Alcoba ,  volvió  por  Atincia  y  dorólo  sus  mam. 
Acompañaban  en  sos  cdpcdiciones  al  bagib  Almanzor  los  dos  eddres 
ingenios  de  este  tiempo  en  España ,  Abu  Amer  Abmed  ben  Dorágd 
Gastali,  ódeCazaUa,  que  era  aleatib  del  diván  al  ata,  ó  csyadek 
gente  de  guerra,  y  Abu  Meruán  Abdelmelic  ben  Edris,  que seleeo* 
noda  por  Aben  Hmrid.  En  él  año  378  volvió  Abderahman  á  bs  fronte- 
ras do  España  oriental  y  peleó  con  los  de  Afranc ,  que  én  gran  número 
hablan  descendido  de  sos  montes ,  y  los  venció  y  aserróla  fronian, ; 
vino  i  Córdoba  con  muchos  despojos  :  le  acompañó  en  esta  gazua  Mo- 
llamad  ben  Abi  Husam  de  Tadmir,  hombre  austero  y  virtuoso ,  qoehi- 
bia  viajado  en  Asia  y  en  África  mucho  tiempo.  Al  año  siguíenle  vUl6  h 
frtmtera  de  Galicia,  yocupó  Medina  Goümria,  yUegóá  Santyac,  de»^ 
Iruyó  sns  muros,  y  tomó  grandes  despojos  y  módios  cautivos,  y  voMó 
vencedor  á  Córdoba  por  Talayera  y  Toledo. 

En  África  el  Zeiri  Aben  Atia  con  sus  tropas  de  zenetes  y  andáhioes  y 
otras  cabOas  berberiscas  fué  contra  Abulbebár^  que  no  osó  espcraie, 
y  huyó  siempre  delante ;  se  le  allegó  su  sobrino  Mansur  ben  fiaUdn  j 
le  abandonó  sus  tierras  y  la  defensa  de  ellas.  Aben  Atia  fué  tan  ?eotn- 
voso  en  esta  guerra,  que  se  apoderó  de  Medina  Tetencen  y  de  todsisQs 
dependencias,  y  de  cuanto  poseía  Abulbehte,  y  extendió  sus  eiladoi 
desde  S&s  Alacsá  basta  Záb  en  todo  Almagra ,  y  dio  parte  de  sus  T!^ 
torias  al  hagS)  Almanzor,  y  le  envió  ra  fin  dd  año  muy  preciosos  (ne- 
sentes,  entre  otras  cosas  cien  caballos  generosos  de  noUe  raza^  dacoenU 
grandes  camellos  de  carga  y  carrera ,  mil  adargas  de  Lamta ,  moefa» 
acémilas  de  arcos  hermosos  y  de  alfonges  de  fino  temj^e,  caifas  grao^ 
des  de  aljabas  bordadas  llenas  de  llecfa¿ ,  muchas  girafiís ,  y  ¿fereota 
fieras  y  aves  de  los  desiertos  de  Lamta  y  de  otras  regiones ,  mil  cargas 
de  frutas  diferentes  y  muy  exquisitas  :  varías  acémilas  cargadm  de  ri- 
cos y  delicados  paños  de  lanas  finas.  De  todo  esto  se  complació  mocbo 
Almanzor,  y  le  cscríbíó  en  nombre  del  rey  y  de  su  parle ,  dáudde  gra- 
cias ,  y  renovándole  los  pactos  de  protección  sin  mas  condidoaes  ni 
cargos  que  los  de  homenage ,  de  obediencia  y  respeto,  ^trait»  eaGír* 


ra  LOS  ÁRABES  EN  BSPAÑA.       «  ?tí5 

dohittlMfrewntes  el  año  381  al  priocipio ;  y  faé  este  nn  dia  grande 
de£esla  o&  Córdoba.  En  este  año  salió  de  SeviUa  Abu  Abdala  ben  Abéd, 
ateUero  principal  de  Andalacia,  para  Oriente,  y  para  hacer  la  peregri- 
ttcioadelas  casas  santas  iba  en  su  compañía  Said  ben  Raxic  de  Car- 
daba ,  apdlidado  Aba  Otman ,  hondire  muy  erudito  y  religioso ,  y  en 
sfl  peregrinación  conversó  con  todos  los  sabios  de  Oriente  :  ambos  caba- 
lleras eran  de  los  que  concurrían  a  las  conferencias  académicas  del  ha- 
gíb  Afanamor :  en  ellas  tenia  el  primar  asiento,  y  hacia  la  propuesta  de 
k>  que  se  baUa  de  tratar  él  docto  Ibrafaim  ben  Nasar  el  Saracusti ,  ó  de 
Zaragoia  ^  á  quien  llam2d>an  d  Malic  ben  Anas  do  su  siglo;  era  uno  de 
los  mas  sabios  mufties  de  la  aljama  de  Córdoba. 

En  este  nrismo  ano,unsáhadodial2delaluna  de  Ramazan^Said 
bm  Otman  ben  MeruAn  el  Goraixi ,  conocido  por  Aben  Bolita ,  pre- 
sentó al  hagib  Almanzcr  una  casida  ó  composición  larga  de  yersos  muy 
elegantes  en  su  elogio  :  era  una  memoria  de  sus  pasadas  expediciones  y 
fdicesyictorias  » la  leyeron  los  concurrentes  á  la  academia  de  humani- 
dades aquel  dia  con  grande  aplauso  :  contenia  cien  Tersos ,  y  le  envió 
Aloanior  al  otro  dia  trecientas  doblas  de  oro. 

A  la  fama  de  los  sabios  de  España,  y  en  especial  de  los  de  Córdoba, 
▼orian  á  ella  gentes  de  todos  los  paises ,  asi  de  África ,  Egipto ,  Siria , 
lis  Iracas  y  Persia ,  cooio  de  tierras  de  Rúm,  y  de  Afranc  y  Galicia. 
Al  el  año  anterior  de  380  Tino  á  Córdoba  Said  ben  el  Hasan  el  Rebai , 
otnoddo  pcn*  Abidola ,  docto  en  lenguas  y  en  toda  erudición  ]  era  origi- 
aaríode  Biar  Mnsul :  habia  estudiado  en  Bagdad ,  se  le  tenia  por  el  me- 
jor poeta  de  su  tiempo ,  era  humano  y  afable,  de  muy  cariñoso  trato  : 
AlmaoBor  le  honró  mucho ,  y  le  colmó  de  beneficios ,  le  señaló  sos  ali- 
■lentos  éA  toado  destinado  para  los  literatos,  si  bien  esta  renta  no  era 
sóndente  para  su  natural  dadlTOso  y  desprendido  t  era  este  Abulola  muy 
astuto  y  mañoso  para  lograr  faTor  y  premios  con  sus  gracias  y  Tersos , 
y  no  perdia  ocasión  para  esto.  Entró  un  dia  en  la  maglisa  de  Almanzor 
€00  ana  sobrereste  deshilada  y  sutil  que  se  clareaba  el  Tcstido  interior, 
y  era  dia  odebre  y  de  mucha  concurrencia,  ]^al  Tcrle  asi  le  dijo  Al- 
flunzor :  ¿  Qué  es  esto ,  Abulola  ?  Y  respondió  en  tono  humilde  y  lasti- 
moso :  Esta  íbé  dádiTa  de  nuestro  soberano ,  que  Dios  guarde ,  Dios  se 
k)  pague :  yo  no  tengo  gala  alguna  mas  estimable,  y  por  eso  hoy  la  ho 
vestido.  Almantor  le  dijo :  Tú  haces  bien,  y  para  que  la  conserTCs  ma- 
ñana enviaremos  otros  Tcstidos  que  suplan ,  y  esto  se  guarde  como  me- 
rece. Dedicó  este  sabio  al  hagib  muchos  libros ,  como  di  Kitcb  Fusús  ó 
de  los  topacios ,  el  Nuédir  wclgaríb ,  exposición  de  la  obra  de  Abu  Aly 
el  Cali ,  el  de  los  prorerbios  ó  fábulas ,  el  de  las  profundidades ,  el  de  los 
«scnadrones ,  que  agradaba  mucho  ¿  AJmanzor,  y  otros  muy  elegantes. 
Dat»a  reqmestas  muy  prontas,  y  no  cuidaba  de  otra  cosa ,  y  decía  lo  que 
le  Tenia  ¿  la  boca.  Cuentan  que  un  dia  entró  ¿  Tisitar  á  Almanzor,  que 
Umia  en  sus  manos  un  libro  de  cuHíto  de  jar<&nes ,  que  le  acababa  do 
presentar  un  amil  de  cierto  pueblo  de  España  Ikíniado  Mabroman 
ben  Boreid ,  en  que  se  mencionaba  el  calab  y  el  tarbil ,  que  son  nombres 
de  las  desigoaUades  de  la  tierra  antes  de  Ambrarla ,  y  le  dijo  Alman* 


vr>4  ^    HisrmiA  de  ia  oemnAGiosi 

zar :  Abolida;  y  respondió  él :  Labaika  ye  moleña,  <^|ilaceiaú«eilor.' 
y  dijo  Almanzbr  •.  ¿Acaso  visCe  en  Bagdad ,  entre  tantos  libros  como 
iban  ¿  tus  manos ,  el  libro  de  los  cuélib  y  de  los  roélib  de  Mabromao 
ben  Boreid  ?  y  respondió  :  Si ,  señcMr,  lo  tí  en  Bagdad  en  copia  de  Abu 
Becri  ben  Daweid,  de  letra  de  zanca  de  bcnmiga,  y  tenia  estas  y  estas 
sedales  en  sos  lados,  y  tal  y  tal ;  y  le  replicó  Afananior  :  ¿No  teater- 
güenxas,  Abulola ,  de  mentir  asi?  £ste  libro  se  ba  escrito  en  tal  parte, 
por  tal  autor,  y  trata  de  esto,  y  esta  es  la  verdad ;  pero  él  respondió, 
qoe  él  no  negaba  qae  aqodlo  (ocse  cierto,  ni  era  Edao  lo qoe  baUadi- 
dbo  :  era  akbatib  ó  predicador  en  la  mezquita  Aljama  Axahira  de  Gói^ 
dd)a. 

^  Permanecía  Zeiri  ben  Atia  en  Fez,  babia  establecido aHi  á  sos  pa- 
rientes y  amigos,  y  en  so  comarca  mochos  de  sos  familiares  y  dooíés- 
ticos.  Escribióle  iümanzor  el  aik>  3S2 ,  yle  ordenaba  qoe  Tiniese ,  por^ 
que  el  rey  Hixém  elMuyad  le  babia  nombrado  waH  de  Córdoba.  Luego 
ae  poso  en  camino  dejando  en  su  lugar  á  su  hijo  Almaan,  al  cual  mandó 
residir  en  Telencen ,  y  puso  por  sahib  dd  barrio  de  los  Andaluces  de  Fez 
¿  Abdcrahman  ben  Abdclkerím  ben  Thalba,  y  por  sahib  del  barrio  de 
los  Alcairvancs  á  Aly  ben  Muhamad  Casim  ben  Aly  ben  GasAs ,  y  nom* 
bró  cadi  de  ambos  cuarteles  al  docto  alfaqui  Abu  Mniíamad  Csíám  ben 
Amer  el  Lczdi.  Dispuestas  estas  Qosas  partió  para  Andalada,  y  llevó 
consigo  algunas  cosas  y  ¡Nresentes  de  precio  :  muchas  alhajas,  omebas 
acémilas  cargadas ,  pájaros  extraños,  algunos  de  los  qoe  haUanense- 
fiados  al  berberí  y  á  la  algarabía ,  animales  del  almizde ,  camellos  sO- 
vestros  como  yeguas,  accbias  y  panteras  y  grandes  leones  en  sos  jaabs 
de  hierro,  dátiles  muy  preciosos  como  los  de  Azarfan,  y  grandes nneoes 
como  tazas.  Uevó  también  en  su  compañía  trecientos  caballeros  de  sa 
familia  y  scrvidmnbre ,  y  trecientos  escuderos,  gente  muy  escogida. 
Coando  Almanzor  supo  su  llegada  previno  un  ostentoso  recibimiento,  7 
le  hospedó  en  elalcázardelhagíbGiafar,  yelrey  HixémlerecftióeoQ 
mucha  honra ,  y  le  concedió  franquezas  y  honores  muy  notables  :  Al- 
manzor le  mandó  dar  d  titulo  de  i^azir  quibir,  y  en  estos  cumpUmieo- 
los  y  delicadezas  de  conesania  se  vinieron  á  ofender  y  enemistar  uno 
con  otro ,  porque  naturalmente  se  avienen  mal ,  y  no  pueden  vivir  jun- 
tos dos  genios  grandes  y!  soberbios  como  estos.  Poco  tiempo  deqwes, 
con  notidas  que  llegaron  de  África ,  pidió  licencia  al  rey  para  vdferá 
suamdia,y  elrey  se  la  concedió ,  y  á  su  partida  le  renovó  Abnmuor 
los  pactos  de  homenagc  sobre  los  estados  de  Magr^,  y  cuanto  había 
conquistado  en  aquellas  provindas. 

Pasó  Zdriben  Atia  d  mar ,  y  al  saltar  entrando  en  la  tierra  de  Taoja 
dijo,  puesta  la  mano  en  la  frente :  Ahora  entiendo  para  que  me  ha  lla- 
mado Almanzor.  Gomo  a^nos  al  hacer  la  chotba  le  conservasen  el 
tratamiento  de  wazir  quibir,  que  le  babian  dado  en  Córdoba,  los  re- 
prendió y  dijo ;  No  vazir ,  por  Bios ,  sino  amir  hijo  de  amir;  y  vo 
disimulaba  cuan  poco  contento  venia  de  Almanzor ,  y  decia  qoe  eo  so 
viiqe  había  logrado  ver  que  no  era  lo  que  la  fama  decia. 

Dorante  su  ausenda  en  ilpaña,  las  cosas  de  África  nopermanedcroo 

n 


M  WS  ÁRABES  BM  ESPAftA.  26& 

flDBokBlHMÉ  dejado.  Blamir  Jadocben  JallelYalMidTiiiocoQpo- 
deranineste,  yentrópor  sorpresa  en  Fez,  yporfaerza  enelbarrío 
délos  Aidabiees,  y  se  apoderó  de  toda  la  ciudad  en  la  Inna  Dylcada 
Maifio  883(999).  GiUDldo  Zeiri  llegó  á  Tanja  sapo  la  entrada  de  Jadoc 
en  Fez ,  y  luego  apresuró  sa  marcha  oontra  él ,  y  pelearon  y  pasaron 
eslreeltegnuides  IrntaBas  con  varia  fortuna ,  qae  Jadoc  era  muy  esfor^ 
adD caudillo,  ymoyyaliaites  las  cabilas  de  Yañnr,  y  deseaba  vengar 
hnnwriedesapadre;  pero  prevaleció  Zeiri  benAtia,  ylevendóy 
desilbo  sos  tropas  cerca  de  Fes ,  y  peleando  con  A  le  mató  y  cortó  la 
otea,  y  la  envió  á  Almanmr  á  Córióba  entradoelaiEo  383.  Con  esto 
se  apoderó  déla  mayor  parte  de  Magréb  sin  temerá  nadie. 

fiidajloS82,  al  anochecer  del  jueves  3  de  la  luna  lie  XawalfOon- 
CBrió  el  faagib  Almanzor  á  un  certamen  poético  en  la  academia  de 
Imiaiiidades :  en  ¿1  se  leyeron  excelentes  versos  en  elogio  del  rey 
Biiém  y  dd  mismo  Almangor ,  los  mas  aplaudidps  ftieron  dá  secretario 
Ahmed  ben  Derag  él  Gastali,  y  los  del  wazir  Alcatib  Abdelmelic  ben 
Edrisde  Algezíra,  el  apellidado  Abu  MeruAn :  este  hizo  esta  noche 
los  Tersos  de  la  luna  entre  nubes  :  también  asistióel  cdebre  Muhamad 
beoEUsri ,  poeta  nniy  favorecido  de  Almanzor  ^  que  tenia  en  su  casa  un 
jardin  con  rosales  que  daban  rosas  todos  los  meses  del  aik>,  y  las  en- 
viaba al  hagib  como  en  tributo  con  elegantes  y  sutiles  conceptos  :  el 
caudüto  Jali  ben  Afamed  ben  Jali  soBa  hacer  d  mismo  obsequio  á  AI- 
■aonr^  y  en  ama  ocasión  escribió  estos  versos : 

OMndo  yo  do  ni  Jardín  to  omrlo  las  rosas  bellaa» 

Lo  extrafia  la  gente ,  y  dioo  oon  admiración  de  verlas  c 

Pelis  80  apresara  el  afio ,  flor  lemprana  el  prado  tten » 

0«s 4no  ol  Uempo de  Almanior  os  perpetua  primaren* 

V  d  docto  Ibrahim  ben  Muhamad  el  Axarafl,  aldiatib  ó  predicador 
de  haljama  de  Sevilla,  su  patria,  pues  él  era  del  Axarafe  en  las  alUi- 
ns  dd  aeikorio  de  aqudla  ciudad ,  y  le  habia  traido  Ahnauzor  á  Córdoba, 
y  era  tan  discrelo  predicador  como  poeta ,  ylsmail  ben  Abderahman  d 
Curaiii  Alameri  de  los  hijos  de  Amer  ben  Lowi,  cordobés  muy  sabio, 
fie  habia  estado  en  Egipto  mudio  tiempo,  y  vivia  en  Córdd>a  vecino 
ddcadi  Abuld)As  ben  Dekuen  :  repartió  Ahnanzor  la  asignadon  de  á 
cieo  doblas  de  oro  que  tenum  p(«  d  establecimiento  déla  academia,  y 
nttndóhaoer  edcccionde  laspoesias  mas  escogidas.  SoUa  llevar  A  sus 
expedidouBS  adosó  tres  de  estos  buenos  ingrados,  como  llevó  ala  de 
Úiday  cmquistade  Santyac  A  Ahdefanelic  d  Harizi  y  A  Aben  Derag, 
y  calos  escribían  A  la  sombra  de  los  pabellones  en  Imenos  versos  las  ba- 
lseas y  drcnastandas  de  las  conquistas,  compitiendo  en  la  facilidad, 
copia  y  doganda.  Hubo  ocasión  en  que  d  Harizi  al  anochecer  dd  dia 
niaiio  de  una  gran  batalla  dio  condoida  su  compoddon ,  y  didendo 
AlüanaorABenDerag  :  ¿Y  túharáslomismoFYenaquella  noche  basta 
^  alba  le  presentó  las  marchas ,  la  descripdon  dd  pais ,  y  todos  los  in- 
cideotn  dks la  expedición,  y  aquella  última  batalla,  con  admiración  de 
todos  k»  doctos^  y  decían  i  No  cedcmoa  A  nioguna  nación  en  buenos 


2M  HltfiORU  BB  I<4  INMOlMíGIOII 

po«la»,y  omiflto  naeitio  Aben  Darag  pQJnmn  ewpétJr^aaflÉtfty 
Moienábi.  Fué  también  de  esta  academia,  y  faToreddo  deAlmamor^ 
Ibrahim  bea  Edris  el  Olui  Alhasani  el  Monios,  OaiQ^do  Mfibal,  que 
hixo  ana  buena  oompoMcion  en  elogio  de  Ben  HudbeU  bm  Harin ,  sedor 
4e  ciertos  castüloa  en  Santa  María  de  Oriente ,  que  llamaban  Santa 
María  de  Aben  Radn ,  y  era  especial  amigo  del  iMgíb  AhoaBior .  Estaba 
en  este  tiempo  preso  por  el  Gadilooda,  uno  de  los  buenos  ingenios  de 
España ,  llamado  CasUn  ben  Mubamad  el  MaruAni,  conocido  por  el 
Xibenin  por  su  patria ,  y  cansado  de  su  larga  prisión  escribió  una  sq^ 
^  versos  miqr  elegantes  al  bagib  Almamor,  y  por  dios  oonsiguió tu 
deseada  libertad. 


CAPITULO  C. 

M U  enmda  de  Almtnior  eBGclleia,.y  iirMoa  del  rsy GéicU. 

Valida  la  primavera  del  aSo  384  allegó  Almanzor  sus  banderas  de 
Andaluda,  Mérida  y  Toledo ,  y  partió  oon  poderosa  bueste  de  caballería 
ilafrontera  de  Galicia  :  venció  las  tropas  de  los  cristianos  que le k 
opusieron  al  paso,  destruyó  sus  fortalezas,  y  quemó  sus  templos,  tomó 
grandes  despojos  de  los  pueblos,  y  cautivó  mosos  y  doncellas :  llegó  á 
las  marismas  de  Galicia  y  fiortecala ,  y  saqueó  d  templo  de  Santyac  y  le 
quemó ;  y  como  antes  de  su  llegada  los  cristianos  lo  bubieseo  despojado 
de  sus  riquezas ,  por  eso  destruyó  la  ciudad  ca>cana ,  y  mandó  traer  ¿ 
Córdoba  las  campanas  de  aqudla  iglesia ,  y  volvió  á  Córdoba  oon  mudM» 
cautivos  y  ganados ,  y  entró  en  triunfo  en  la  dudad  precedido  de  cualro 
mil  cautivos* mozos  y  demedias ,  y  fué  dia  de  gran  flesta  en  la  dudad,  y 
las  campanas  fueron  puestas  en  el  patio  de  la  grande  aljama.  Ala  pas- 
cua de  las  \1ctimas  de  este  aüo  se  dio  libertad  al  Toleic  Marón  bea  Ab- 
derahman ,  que  había  estado  en  prisión  diez  y  seis  años.  Cddiraron  coo 
muchos  versos  este  suceso  los  poetas  de  Andalncia,  entre  otros  Nafe 
ben  Riadhi  el  de  Algezira,  y  Abderahman  ben  Xablac  el  Hadraoú  de 
Sevilla,  competidor  en  la  eleganda  métrica  doAbu  Amar  Jusnf  ben 
Harún  el  Ramedi :  este  erudito  ingenio  Xablac ,  que  otros  llamabaa 
Xilnrao ,  es  d  que  referia  de  si  cuando  ya  era  viejo ,  pues  vivió  largai- 
dmo  tiempo  hasta  el  rdnado  de  los  Beni  Hamúd ,  que  vio  ensuoíoeqae 
estaba  en  una  macbora  ó  cementerio  muy  florido  á  la  sombra  de  muy 
frondosos  árboles  verdes  y  oon  flores ,  y  allihabiaun  sepulcro  rodeado 
de  espesos  arrayanes  y  mirtos,  y  nmclias  gentes  que  allí  bebían  recosta- 
dos sobre  las  delicadas  flores  y  verdes  yerbas  oon  extnufia  alegría  y  boUi- 
cki,  que  les  reprendió  diciéndoles  t  ¿Asi  hacéis  vosotros  caso  de  las 
sd>ias  amonestadones?  Por  Alá  que  no  profanéis  este  respetable  logar 
de  sepulcros ;  y  dios  le  respondieron  :  ¿Tú  no  sabes  de  quién  es  este 
sepulcro?  Mo,  respondí  yo,  y  me  dijeron  :  Este  sepulcro  es  de  Abu  Aly 
el  Hakemi  Alhasan  ben  Heñí,  y  no  debes  ir  de  aquí  sin  elogiaiiei  y  foó 

así  quo  hice  unos  versos  qae  son  harto  conocidos. 
EndaOo  de  385  (905)  partió  Almanzor  de  Górddwácorrer  tierra  do 


ai  IM  AIIABBS  I»  «gMJlA.  M7 

crbüiMs.  (Hi  k  froBtara  orienuyi  t  mmftíii^álfím  mt^ 
fiar  Abdelmclic  Aba  Meroán ,  hombre  de  gran  consejo  y  experienciai 
j  Abulola  el  de  Musiü,  y  otros  insignes  caudiUos  :  pasó  Abnanzor  á  las 
btttterasoon  tanta  oeleyridad,  qne  antes  que  los  cristianos  entendiese» 
faialida  de  Córdoba  yaestaba  en  sos  tícrras.  Habian  reunido  sus  fuersas 
Job  cristianos  de  los  montes  Albaskenzes  y  los  de  Galicia,  y  attegaron 
BOGhadambre  infinita  de  gente,  y  los  acaudillaba  Garcia  ben  ^  Sanoboi| 
qneera  buen  caballero  y  rey  de  los  cristianos  délos  montes.  Aunque 
hiatendon  de  loscristianos  no  fué ,  al  parecer ,  sino  impedir  las  mar* 
dng  de  loa  muslimes,  y  dar  tiempo  para  reunir  todas  lasgentes  quía 
eilM  esperaban,  fueron  acometidos  de  la  caballería,  y  se  trabaron  aan«- 
(Tientas escanomiiaa  quede  una  y  otra  pártese  mantenian  con  mucha 
ootttsacia,  y  los  cristianos  se  ampararon  de  unas  altaras  en  donde 
Unían  ventaja  i  y  mandó  Almansor  retirar  lacaballeria  qoe  peleaba, 
eiperuido  qoa  kls  cristíaaos  deaoanderian  á  la  llanun.  En  este  día  por 
b  tarde  presentó  Alhaaan  Said  de  Bagdad  al  hagib  Abnanzor  un  cierro 
atado  y  unos  Tersos  en  que  le  presagiaba  la  victaria,  y  en  ellos  deciat 

AaUo  de  mis  temores ,  y  de  mis  riesgos  amparo , 

De  los  humildes  apoyo,  benigno  escucha  mi  canto : 

8iom|>re  tal  fafbrecido  de  ta  behéflea  mano. 

Goal  Hnvia  que  fecundiat  las  verdes  yerbas  del  prad« » 

Y  caal  riegan  tos  arroyos  flores  y  plantas  del  campo : 
Ampárete  Dios  del  elelo  eon  so  auxilio  soberano , 
y  qa«  te  bendiga  y  Ubre  de  los  del  errado  bando « 
Si  por  mis  ojos  no  viera  tu  valor  ó  ingenio  claro , 
Tímido  cual  soy  muriera  del  peligro  amilanado  : 
Veo  el  polvo  que  levaatan  en  el  tarayal  oereano 

Des  leopardos  feroces  qoe  por  la  presa  dan  saltos : 

Tú ,  bden  sefior,  aseguras  mi  timidez  de  su  estrago , 

Yó  triste  ftiera  su  presa  sin  tu  poderoso  braio. 

£8te  siervo  que  plantaste  de  tu  gracia  en  el  cercado 

Agradecido  te  ofrece  un  ciervo  con  6n  extraño ; 

Garcio  le  di  por  nombre ,  y  cual  te  le  orrexoo  en  laso , 
Si  el  deto  mi  agttero  ao^ta ,        veré  á  Qsreia  ben  Sanebo. 

Feliz  aurora ,  amanece  y  descúbrenos  gozo  tanto , 

Y  si  tú  mi  don  admites,  yo  quedaré  bien  pagado , 

Y  como  nube  ta  aljaba  flechas  llueva  en  los  contrarios. 

Kecíbió  Abnanzor  el  ciervoy  los  versos,  y  holgó  mucho  de  hablar 
aquella  noche  con  sus  caudillos  de  la  facilidad  con  que  podia  verse  cum- 
PÜo  d  vaticinio  de  Said  Abulola.  Dio  á  sus  caadiUos  las  disposiciones 
7  arden  de  batalla,  y  á  la  venida  del  alba  hizo  su  azala ,  y  después  re- 
<3orrió  las  banderas  de  su  hueste ,  y  dada  la  señal  de  la  pelea  con  anaflres 
y  trompetas  se  principió  labataÚa  con  igual  denuedo  y  algazara,  cu- 
brieado  el  aire  el  torbellino  de  flechas ,  y  las  espesas  nubes  del  levan- 
tado fciro  i  los  caudillos  de  la  delantera ,  según  estaban  prevenidos,  se 
fneroQ  retrayendo ,  como  que  cedian  á  su  pesar  el  campo  á  los  enemi- 
gos :  estos  animados  con  la  aparente  ventaja  descendieron  de  sus  cáca- 
las como  Impetuosos  torrentes  con  espantosa  vocería  que  resonaba  en 

^  Eo  nuestros  eronicones  se  te  llama  conde  Garcia  Femandií :  In  Era  MXXXIII.  prsserunt 
Manñ  conde  Garcia  Femandiz ,  et  fuit  obitus  ejus  die  ii.  feríO)  iv.  kal.  Aug.  Estas  fechas  son 
'^^c^t  y  las  confimao  las  memorias  arábigas. 


268  HunroBiá  m  la  mkiiiacioii 

los  dfataHtes  nDe» ,  j  einndo  iMrecia  Gil  Tajadero  ^^ 
delosmudimes,  y  vacilante  su  centro  de  batalh  i»nii  la  confusa  fnga , 
entoioes  la  caballeria  de  la  zagay  de  las  alas  de  la  hneste  mnslimica 
aoomelieron  á  los  cristianos  por  ambos  lados,  y  aanqoesos  candiDos  j 
caballeros  peleaban  con  mndio  valor,  decayó  él  ánimo  de  lamnlUtnd 
oonesta  no  eqp^ada  acometida ,  y  torbadosse  desordenaron  y  huyeron 
pcHT  todas  partes  perseguidos  de  la  caballeria :  la  matania  fué  grande, 
y  el  númerode  los  cautivos  masimportantc  por  la  caKdad  de  las  personas 
que  por  la  mudiedumbre  sin  cuento  de  la  gente  menuda.  Pareció  cosa 
extraña  que  ooiñosi  Said  Abulola  hubiera  alcanzado  por  ciencia  4  saber 
lo  que  Dios  alto  y  poderoso  tenia  dispuesto  en  los  etotios  decretos  de  su 
providencia ,  salió  cumplido  su  agüero  poético,  y  entre  los  principak» 
caballeros  cautivos  vino  preso  el  rey  deloscristíanosGarcia  ben  Sancho, 
pero  tan  gravemente  herido  que  murió  pocos  dias  deanes ,  sin  que 
aprovechasen  las  medicinas  y  el  cuidado  con  que  Alnumior  encargó  su 
curación.  Fué  esta  batalla  memorable  en  la  luna  de  Rdiie  segunda  del 
año  385  (995).  Mandó  Afananzor  poner  él  cuerpo  ddreyGareiaeniina 
caja  bien  labrada,  envuelto  en  un  precioso  paño  de  escarlata  y  de  oro 
con  buenos  aromas  pafa  enviarlo  á  sus  cristianos ,  y  luego  llegaron  unos 
caballeros  de  los  suyos  á  buscar  el  cuerpo  de  Garda  con  mochas  rique- 
zas para  rescatarle ;  pero  Almanzcnr  no  quiso  recHrir  nada  de  sus  ricos 
presentes.  En  Xawal  del  mismo  año  vendó  otra  vez  á  los  cristianos, y 
después  de  la  batalla  el  rey  Bermond '  de  Galicia  envió  sus  mandaderos 
y  cartas  para  concertar  sus  avenendas  con  Almanzcn* ,  y  vcAvió  con  los 
enviados  cristianos  Ayúb  ben  Amer  de  Gezira  Saltis  para  tratar  con  el 
rey  Bermond.  Las  lluvias  principiaron,  impidiendo  que  Almanzor  con- 
tinuase laexpcdiciiHi,  y  se  vino  á  Córdoba ,  donde  fué  reciMdo  con  gran- 
des alegrías. 

Guando  Ayúb  ben  Amer  tomó  A  GónkAa  de  su  embajada  al  rey  de 
Galicia  se  disgustó  Almanzor  de  los  tratos  que  había  concertado  oun 
los  infidos,  y  por  sospechas  que  hubo  contra  él  le  encarceló,  y  no  le 
dio  libertad  el  hagib  en  sus  días^  hasta  que  después  de  la  muerte  de  Al- 
manzor le  sacó  é&  su  inrisíon  su  hijo  AbddmeUc. 


CAPITULO  a.   , 

Do  vtrtofi  Miccsos  do  áfrica  j  de  Espafla. 

Zeir  ben  Atia  mantenía  en  publico  su  amistad  y  buena  iñíeñgoocU 
con  Almanzor ,  hasta  que  engreído  ya  con  su  mucho  poder  principió  á 
manifestar  el  odio  que  ocultaba  en  su  corazón.  Edificó  la  ciudad  de 
Wahda ,  y  la  fortificó ,  muró  y  torreó  sus  puertas ,  y  labró  una  alcazaba 
como  fortaleza,  y  puso  en  ella  todas  sus  riquezas  y  tesoros,  y  la  pobló 
de  gente  suya,  y  la  hizo  casa  real  y  cabeza  de  sus  estados,  porque 

t  BX  rey  BennvUo  II  de  Lqob. 


M  ÍM  ÁRABES  ER  8»AflA.  209 

C5lteaielMniiodeflllo0:  acabó  demorarla  eo  lA  luna  de  Begob  dd 
aío  384 ;  en  tanto  4pe  en  esU)  se  ocupaba  ^  aiuiqae  tuTO  algunas  d^ 
das  coa  Almanior ,  disimuló  hasta  d  año  386,  en  que  sabiendo  Alman- 
»r  que  Aben  Aüa  haUa  mandado  ijpútar  su  nombre  de  la  oración  pú- 
Uica,  y  que  apenas  se  mencionaba  el  de  Hixém,  y  que  sin  respeto  al 
rey  hd>ia  despojado  de  sus  gobiernos  á  los  que  tenia  puestos  en  las 
ciudades  deSb^^ñft,  y  loshabia  enyiado  á  Medina Gd>ta,  mandó  al  cau- 
dOlo  Wadha  el  Feti  pasar  eoQtra  él  en  Alnuigréb  con  gran  hueste  de  A  pió 
jdecabaUeria.  En  la  luna  de  Safar  del  ano  387  (997)  hiio  AlmanzfHr 
catnda  y  talas  en  tierra  de  Álava ,  y  repartió  ¿sus  tropas  toda  la  presa 
jd  quinto  que  al  rey  perteneda,  conforme  á  las  posturas  que  d  rey 
Haém le  otorgó  para  esta  expedicioii,  por  haberla  hecho  en  tiempo  de 
inoynuYias. 

fió  esta  hueste  A  Tanja,  y  allí  se  allegaron  algunas  cabilasde  6o- 
nara  ySanbaga  y  otras  berberíes  de  los  abietes ,  y  Wadha  el  Feti  les 
repartió  armas ,  vestidos  y  dinero ,  y  salió  con  poderosa  hueste  de  aquella 
ciudad.  Zciri  salió  contra  ellos  de  Medina  Fez  con  escogida  gente ,  y  se 
eoooQinron  ambos  ejércitos  en  Wadi  Zcdát ,  y  se  dieron  sangrienta 
iaCaDa  que  liié  seguida  do  otras  muchas  muy  crueles :  pelearon  tres 
>Kses  con  varia  fortuna,  hasta  que  la  hueste  de  Wadha ,  como  no  so 
wqnphnba,  quedó  Daca  y  débil  y  fué  cediendo  al  número,  y  al  cabo 
fueroQ  (orzados  A  retirarse  huyendo  á  Tanja  ccm  grave  pérdidÁ*  AUise 
kíio  fuerte  Wadha  y  escribió  Á  hagib  Almanzor  el  estado  de  sus  cosas, 
|MÍíéiulolc  que  le  socorriese  con  gente,  dinero  y  provisiones,  que  todo 
lo  fallaba*  £1  hagib  Almanzor  con  esta  nueva  salió  de  Córdoba  y  vino 
^  Algedra  Alhadürá :  mandó  allegar  mucha  gente  de  guerra  y  envió  con 
dia  á  su  pro|HO  hijo  Abdelmclic  Almodafar.  Toda  la  flor  de  la  caba- 
Hería  de  España  se  juntó  para  esta  expedición  y  los  principales  alcaides. 
Abnanior  quedó  en  Algedra  para  atender  ¿loque  se  ofreciese  y  enviar 
socónos  á  Gebta. 

Cuando  llegó  la  nueva  del  paso  de  Almudafar  al  amif  Zciri  Ben  Atia 
la<!go  temió  y  escribió  pidiendo  socorro  á  todas  las  cahitas  zenetes  y  le 
ahueren  gentes  de  Velad  zab,  de  Tclcnoen,  Sígilmesa,  Melia  y  otras 
<le  Wadi  zeneta ,  y  con  estas  partió  á  bascar  ¿sus  enemigos  y  pelear 
<^  dios.  Abdelmclic  Almudafar  salió  de  Tanja  con  sus  tropas  de  An- 
tbloda  acompafiado  dd  caudillo  Wadha  el  Feti ,  y  se  encontraron  am- 
bas hncstes  en  Wadí-M ena  en  confines  de  Tanja  y  se  trabó  entre  etbs 
<üt«  batalla  que  nunca  se  oyó  de  otra  semejante  :  pelearon  un  dia 
colero  desdoaalir  d  sol  hasta  ponerse;  en  lo  mas  recio  déla  pelea  fué 
<^tn  Zeiri  un  mancebo  negro  llamado  Zalem ,  á  quien  Zeiri  habia 
OHierio  un  hermano ,  y  viendo  este  mozo  buena  ocasión  de  vengarse , 
cooM)  le  hubiese  conocido  por  sus  insignias ,  fué  para  él  y  le  hirió  con 
aialfange  de  tres  crueles  heridas,  y  no  le  acabó  creyendo  qué  faerim 
Qwrtales.  El  negro  se  vino  á  Abdehnelic  y  le  contó  como  habia  herido 
df  muerte  á  Zeiri,  entonces  Abdehnelic  animó  á  los  suyos  y  dieron  con 
nuyor  esfuerzo  en  los  contrarios :  faltos  estos  de  la  asistencia  de  su  can- 
^S  aegtuMfi  mnerloi  se  desordenaron  y  pasieroa  en  faga,  ha- 


vi  flunraun  VE  u  doüihaciui 

eiendoenilloilos  snMiices  gran  nmtansa.  LaGonfosloiiy^ileifirdni 
del09  Eenetes  11^6  hasta  el  real  en  donde  corábanlas  heridas  á  Zeiri , 
qne  se  tío  forzado  á  huir  con  sns  principales  caballeros  dejando  sa 
campo  en  manos  de  sns  enemigos  que  se  apoderaron  de  sns  riquezas, 
tiendas ,  pabellones ,  armas ,  caballos ,  cameUos  j  ganado  innmnerable. 
Oerrió  Zeiri  hasta  un  sitio  llamado  las  Angosturas  de  WadDbaya  entr« 
término  de  dos  ciudades  de  Meqninez :  alli  se  detuvo  y  se  le  fberon  jun- 
tando los  nobles  de  su  gente  j  mucha  parte  de  las  tropas  ftigitiyas.  Es- 
peró aBi  pensando  rehacerse  para  Tolver  contra  Abdelmelic  hijo  de  Al- 
manzor :  este  candfllo  sabien<to  donde  estaba  enrió  con  mucha  dfligencia 
i  Wadha  el  Feti  con  cinco  mil  caballos  escogidos  de  su  hueste  qne  fue- 
ron á  tomarlos  descuidados  :  la  pelea  fbé  brara  j  los  andaluces  á  pesar 
de  la  noche  hicieron  tanto  que  los  vencieron  j  pusieron  en  ñiga  como 
qne  estaban  asegurados  de  la  cercanía  de  sn  campo  y  de  su  número. 
Fué  esta  derrota  á  mediados  de  la  luna  de  Ramazan  bendito  del  aüo  3S7 : 
la  matanza  fué  grande ,  quedaron  muertos  la  mayor  parte,  y  presos  los 
nobles  de  Magarava,  que  serían  como  mil  caballeros.  Mandó  Abdel- 
melic ponerlos  en  libertad ,  y  aun  les  dio  sus  armas  y  caballos  para  que 
se  fuesen  si  querían ;  pero  muchos  de  ellos  se  quedaron  cu  su  hueste. 
Zeirí  huyó  sin  parar  hasta  Medina  Fez  con  pocos  de  los  suyos ,  y  los  de 
la  dudad  cerraron  las  puertas  y  no  le  dejaron  entrar  en  eUa  :  Zeiri  les 
suplicó  qne  dejasen  salir  á  sus  hijos  y  hmilia ,  y  los  echaron  fuera  dán- 
doles caballerías  y  provisiones ,  y  huyeron  al  desierto  delante  de  Abdel- 
melic Almudafar  el  hijo  de  Almanzor.  Corríó  Almudafar  la  tierra  de 
Sanhaga  y  pasó  á  Medina  Fez  y  entró  en  ella  con  aclamaciones  de 
triunfo :  fué  su  entrada  sábado ,  salida  de  la  luna  de  Xawal  del  año  387. 
Escribió  Abdelmelic  Almudafar  á  su  padre  Almanzor  el  suceso  de  sa 
expedición  y  sos  victorias ,  y  la  carta  se  leyó  en  el  almintíar  de  la  grande 
aljama  de  Córdoba  y  de  Azahra ,  y  en  todas  las  ciudades  principales  de 
España  oriental  y  occidental ,  como  se  acostumbraba  en  las  grandes  vic- 
torias :  aquel  dia  mandó  Almanzor  dar  libertad  á  mil  y  quinientos  cau- 
tivos y  trecientas  esclavas  cristianas ,  para  dar  g^cias  á  Dios  de  tan 
señaladas  mercedes,  y  repartió  muchas  limosnas  á  pobres ,  y  pagó  deo- 
das de  gente  pobre  y  honrada.  En  este  mismo  aflo  387  (997)  se  reedificó 
^  puente  de  Toledo  por  orden  de  Muhamad  ben  Abdala  ben  Abi  Amer 
Almanzor,  hagib  del  principe  de  los  creyentes  Risóm  el  Muyad  Bila  por 
manos  de  su  siervo  y  wasir  Chalaf  ben  Muhamad  Alameri.  En  dicho 
año  fallecieron  en  aquella  ciudad  Abdelmenám  ben  Galbon  d  Mocri ; 
Ahmed  ben  Sohli  Alfaqui,  embos  naturales  de  Toledo  y  ambos  Insignes 
por  su  sabiduría  :  también  mnrió  en  Medina  Azahra  el  muti  de  sa  al- 
jama Ibrahim  ben  Abdorahman  el  Tenési,  hombre  docto  y  virtuoso. 
Una  pobre  viuda ,  madre  de  un  delincuente,  cuyos  delitos  graves  hi- 
bian  sido  famosos  en  Andalucía ,  presentó  una  súplica  á  Almanzor  para 
que  so  le  perdonase  por  el  gran  favor  que  en  este  tiempo  se  hacia  k 
todas  las  pobres  viadas  y  huérfanas  i  al  leer  Almanzor  el  memorial  se 
dio  una  palmada  en  su  frento  y  dijo  :  Guala ,  á  tiempo  me  lo  has  acor 
dadO)  y  por  McriMr  cracifiquese  escribió  suéltese:  recibid  rf  waiir  el 


m  £05  AlUMS  EN  ESPiJtk. 


271 


escrito  jMffa  aüadir  el  toandamieiito  de  estQo  hágase  lo  mandudo,  y  pa- 
ssr  la  ¿den  al  sahib  xar ta  de  la  ciudad ;  pero  informado  de  los  graves 
delitos  de  aqael  hombre  entró  á  preguntar  al  hagib  si  era  acpiello  lo 
([oe  mandaba :  se  poso  muy  airado  y  volvió  á  esaibir  la  misma  equivo- 
cación :  extrañó  el  wazir  que  hubiese  tachado  el  hagib  la  sentencia  pre- 
cedente para  repetirla  en  iguales  términos ,  y  volvió  á  consultarle  y  el 
hagib  á  tachar  su  equivocación  y  á  incurrir  en  la  misma  :  el  wazir  vino 
eotoocesá  su  presencia  y  le  dijo :  Ya  tres  veces  has  escrito  que  se  suelte 
Qlc  delincuente,  y  es  cosa  bien  extraüa  :  miró  atentamente  Almanzor 
b  qae  Imbía  escrito  y  dijo  :  Si ,  suéltese ,  aunque  contra  mi  intención , 
pues  á  quien  Dios  quiere  que  sea  suelto ,  no  debemos  nosotros  crucifi- 
cvic:  y  luego  fuépuesto  en  libertad. 

Escribió  Almanzor  á  su  hijo  Almudafar  dándole  muy  sabios  consejos 
para  gobernar  aquellos  pueblos  con  justicia  y  conveniente  prudencia,  y 
50  carta  fué  leída  en  el  minbar  de  la  grande  aljama  de  los  Alcarwanes 
^  el  üilimo  juma  de  la  luna  de  Dylcada  :  en  esta  misma  carta  iba  su 
Qombramicnto  <ie  amil  de  Almagréb.  Envió  Abdelmelic  Abnudafar  á 
&paiia  al  caudillo  Wadba  el  Feti  con  mucha  caballería  en  la  primavera 
<^(*Iaoo388,  de  orden  de  su  padre  Almanzor,  para  hacer  guerra  á  los 
msUanos.  En  este  tiempo  se  construían  los  muros  de  Gebal  Almina, 
moale  altoá  la  parte  oriental  da  la  ciudad  db  Gebta ;  se  hadan  estas  for- 
üficadones  de  érden  de  Almanzor,  que  cuando  pasó  á  esta  ciudad  le 
pareció  bien  aquella  llanura  que  hay  sobre  el  monte ,  y  aun  quería  que 
^  trasladase  la  ciudad  á  lo  alto  $  pero  por  su  muerte  no  llegó  á  mudarse 
b  gente ,  y  permanecieron  en  su  antigua  ciudad ,  y  la  de  Almina  vino 
4  arruinarse.  Abdelmelic  quedó  en  Fez  gobernando  la  ciudad  y  estado 
con  macha  justicia  sin  dar  ocasión  de  queja  á  nadie ;  pero  á  los  seis  me- 
ses le  escribió  su  padre  que  se  viniese  á  España ,  y  envió  para  gobernar 
<ii  su  lugar  á  Iza  ben  Sald ,  sahib  xarta  de  la  ciudad  -.  este  permaneció 
^  el  giAicmo  hasta  la  luna  de  Safar  del  año  3S9 ,  en  que  le  separó  de 
^i  y  le  privó  de  cuanto  tenia ,  y  envió  en  su  lugar  al  caudillo  Wadfaa 
H  Feti ,  y  se  vino  Iza  ben  Said  á  España  en  el  mismo  año. 

En  este  mismo  tiempo  Gahb  ben  Omeya  ben  Galib  de  Morón  llamado 
'^boiasí  ^  erudito  y  o^ebre  poeta ,  estando  á  la  orilla  del  rio  de  jCórdoba 
T  á  vista  del  alcázar ,  distraído  en  sus  meditaciones ,  hizo  de  improviso 
estos  veraoa  i 


:  Aleáitr,  cuántas  delieiu 
i  De  ruYnas  te  presenro 
¡Cuánlos  reyes  te  habitaron 
Hoy  sobr*  sim  trifties  foeMs 
Di  al  mundo  y  á  quien  admira 
Porqué  tanto  nos  engañas , 
No  presumas  permanencia , 
y  lo  que  un  día  anhelaba 
i  Dó  fueron  los  poderosos 
CiOlumnas,  arcos  y  torres. 
Debajo  de  los  oteros 
MosYdlcen  hmididns  valles 
Oue  noblezas  enrniabniílas 
A  1o«  dlserelot  no  engaña 


contienes  en  tu  recinto  • 
tu  venturoso  destino! 
de  gloría  y  poder  ceñidos  1 
voltea  el  celeste  giro  : 
sus  aparentes  prestigios 
siendo  cngafio  conocido ! 
que  el  tiempo  sigue  su  estilo , 
otro  lo  desdefla  esquivo, 
dueños  del  imperio  siró, 
verjas  de  dorados  brillos! 
yacen  de  la  hormiga  nidos, 
vivir  huiaildo  y  tranquilo, 
en  nioiilcs  y  precipicios : 
la  Hoslon  de  los  sentidos. 


272  ilISTORU  D£  LA  DOMUiACIOli      . 

Lóeto  «1  albt  el  acérelo ,  si  el  resplendor  raaUíttDQ 

Ahuyenta  Uf  negras  aombras      en  que  estaba  oscurecido. 

Zciri  ben  Alia  llegó  á  tierra  de  Sanhaga,  cpie  halló  rcvaelta  contra  su 
scfior  Badis  ben  Mansar  ben  Balkin  por  discordias  soscitadas  después 
de  la  muerte  de  su  padre.  Envió  Zeiri  á  buscar  gente  de  las  cabUas  zc- 
netes,  y  vinomuchacaballeríadeMagaraYay  deofras,  yafvovechaiido 
esta  ocasión  invadió  la  tierra  de  Sanhaga  y  la  subyugó  y  cebó  de  ella 
las  tropas,  y  entró  en  Medina  Tahart  y  otras  de  Záb ,  y  se  apoderó  de 
ellas  y  de  Tclencen  y  Xelf  y  Masila ,  y  en  todas  proclamaba  al  rey  HixAm 
el  Muyad  de  Córdoba,  Puso  cerco  á  Medina  Axiada,  cabeza  de  los  pue- 
blos de  Sanbaga,  y  allí  peleó  con  sus  enemigos  desde  la  mañana  liasia  la 
tardo,  y  con  la  agitación  de  la  pelea  se  le  encrudecieron  las  heridas  que 
lo  habia  hecho  el  negro  Zalem,  y  de  ellas  murió  el  aio  391. 


CAPITÜIX)  ai. 

De  I*  batalla  de  Galal  Anosor,  y  nraerle  de  Almanior. 

En  el  aik>  de  390  hixo  Almancor  entrada  en  Eq^aña  orientaly  salieroo 
contra  él  los  cristianos  coníiunierosas  huestes,  y  peleó  coa  cUosy  los 
venció,  y  humilló  ¿  sus  caudillos  que  ya  le  temían  con  el  espanto  de  h 
parca :  hizo  en  ellos  grave  matanzay  les  dejó  infausta  memoria  deb 
batalla  de  Hisn  Dhervera :  estragó  k  tierra  y  les  destruyó  fortalezas  j 
qucmósus  poblaciones,  y  siendo  antes  aquella  tierramuy  poblada  qoedó 
yerma,  porque  los  mismos  infides  quemaban  todas  sus  cosas,  los  la- 
gares y  las  aldeas ,  porque  los  nuestros  no  se  pudiesen  aprovedat' 
Volvió  AlmanztNT  á  cárdobay  entró  en  ella  con  aclamacioiics  de  triunfo: 
en  este  tiempo  le  presentó  sus  versos  Ahmod  ben  fiopdi,  llamado  Abo 
Hafas ,  uno  de  los  wazires  mas  eruditos  de  Córdoba,  y  SokJnua  ben 
Golglial  su  libro  de  los  médicos  de  España  célebres  por  su  sabiduria. 

^n  esto  tiempo  el  wazír  Hasan  ben  Melic  ben  Abi  Obda,  docto  j 
elegante  poeta,  entró  á  visitar  al  hagib  y  le  halló  que  tenia  en  sos 
manos  los  proverbios  de  Sobal  ben  Abi  Galib ,  el  conocido  por  Abo 
Serri ,  Obra  que  se  habia  escrito  para  el  califa  Harún  Raxid ,  y  le  dijo 
Almanzor :  Yo  gusto  mucho  de  las  elegancias  de  este  libro  $  pero  le  falU 
un  buen  comentario  :  pidió  Hasan  el  libro  al  hagib,  y  seretirúáso 
casa ,  y  en  una  semana  hizo  un  docto  comentario ,  trcdentos  versos  j 
una  bella  copia  que  presentó  á  Almanzor ,  que  solía  decür  que  la  obra  de 
Hasan  era  de  lo  mas  ciclante  que  se  habia  escrito  en  Espada.  Lo  wis¡^ 
decía  Hüsain  ben  Walid  Abulcasim  en  las  academias  de  Almanzor,  y  en 
ellas  competía  en  improvisaciones  poéticas  coa  Abuloh  Said  Ix^  ^^' 
basan  y  con  Gehuar  el  Tegibi ,  conocido  por  Aben  Floriso  de  Almería. 
En  el  año  de  391  salió  para  Oriente  Abdcrahman  ben  Cid  Amos  de 
Uclés,  discípulo  de  Abu  Otman  ben  Said  ben  Salem  el  Magerilifa^ 
llamado  de  Magerit  su  patria  en  tierra  de  Toledo :  hombre  de  gran  ce 
lebridad  por  su  saber  y  su  loable  vida  en  África ,  £^pto  y  en  las  Iracas 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÍtA.  273 

ftlabí  COQ  él  en  Bagdad  el  Táglebi  de  Córdoba ,  y  saliendo  Taglebi  de 
h  dudad  llegó  á  unas  qulnlas ,  j  en  una  de  cDy  vio  á  un  saqni  ó  agua- 
dor que  tenía  en  sus  manos  un  vaso  de  cristal  abierto  y  grabado  en  ex- 
traño lindo,  y  en  él  agua  pura  y  clara ;  y  como  era  el  principio  de  la 
estadon  de  las  rosas,  tomó  algunas  muy  frescas  y  las  puso  en  aquella 
agua  cristalina,  y  parecia  el  agua  purpúrea  con  el  brillo  de  las  rosas  y 
h  trasparencia  del  cristal;  y  como  cstuYicsc  mirando  atentamente, 
decía  el  Taglebi ,  me  dijo  el  saqui :  ¿  Qué  miras ,  Mogrebi  ?  ¿  te  maravillas 
délas  rosas?  Si,  respondí ,  la  belleza  de  las  rosas  me  embelesa  cu  este 
krmoso  vaso  :  oye  pues  un  concepto  mío  á  esta  flor  y  vaso ;  y  dijo  -. 

Ocupa  la  rosa  el  trono ,  que  su  imperio  no  declina'; 

Todas  las  flores  son  tropa ,  la  rosa  su  reina  linda. 

Mandó  Almanzor  que  viniese  mucha  caballería  de  África  para  uo 
dejar  im  año  de  reposo  á  los  cristianos ,  y  desembarcó  en  Algezira  y  en 
SiQta  María  de  Ocsonoba :  Farbon  ben  Abdala  ben  AbdclwaUd,  g<4>er- 
oidor  de  Santerin  en  Algarbe,  reunió  mucha  caballería :  y  k»  viralies  de 
Méríday  de  Badalyos  allegaron  toda  la  de  su  tierra,  y  el  año  de  392  se 
Koiieron  todas  las  banderas  de  Toledo ;  y  dispuso  el  hagib  su  entrada 
en  tierra  de  cristianos  con  una  grande  y  numerosa  hueste.  Las  asonadas 
de  esta  expedición  conmovieron  ¿  los  cristianos ,  y  juntaron  todo  su 
poder  para  salir  contra  Almanzor.  Partieron  los  muslimes  divididos  en 
du8  batallas,  en  la  primera  estaba  la  caballería  de  la  Andalucía,  y  en  la 
Menuda  la  de  África  .-  corrieron  las  tierras  de  la  ribera  de  Duero ,  sin 
hallar  en  ninguna  parte  resistencia ,  siguieron  Duoro  arriba  hacia  sus 
fuentes.  Los  cristianos  estaban  acampados  en  cercanías  de  CalatAnosor, 
n  hueste  partida  en  tres  almafallas  que  cubrían  con  su  muchedumbre 
^  campos  como  las  esparcidas  bandas  de  langosta.  Guando  los  cam- 
peadores muslimes  descubrieron  el  campo  de  los  infieles  tan  extendido, 
se iiorrorizaron  de  su  muchedumbre,  y  avisaron  al  hagib  Almanzor, 
que  con  los  mismos  campeadores  reconoció  la  posición  dolos  enemigos, 
y  dio  sus  disposiciones  para  la  batalla  :  hubo  aquel  día  algunas  escara- 
muzas éntrelos  campeadores  de  ambas  huestes ,  que  suspendióla  venida 
de  la  not  he.  En  la  corta  tregua  que  les  concedió  á  favor  de  sus  sombras, 
ios  caudillos  muslimes  no  gustaron  el  dulce  sueño  :  inquietos  y  dudosos 
m  el  temor  y  la  esperanza  miraban  á  las  estrellas  y  al  cielo  á  la  parle 
de  la  aurora ;  y  la  venida  de  aquel  rubor  y  claridad  del  alba ,  que  sude 
Alegrar  á  los  hombres ,  oscureció  entonces  los  corazones  de  los  tímidos, 
7  el  toque  de  anafires  y  trompetas  estremeció  los  mas  animosos  y  acos- 
tumbrados á  los  combates.  Hizo  el  hagib  Almanzor  su  oración  del  alba, 
ks  caudillos  ocuparon  sus  puestos  y  se  reunieron  á  sus  banderas.  Los 
nistianos  se  pusieron  en  movimiento  y  salieron  sus  haces  muy  ordena- 
da :  temUaba  la  (ierra  debajo  de  sus  píes.  Las  *  ataquebiras  y  clamores 
de  ambos  campos ,  el  estruendo  de  alambores  y  trompetas ,  el  relinchar 

I  Auqnekirw  aoa  loaeiones  á  Dioa ,  que  «san  los  masHines  al  entrar  en  las  batallas  gritantlo ; 
A^  te  actar.  Dios  es  el  mas  grande  y  poderoso. 

fS 


274  UISTORIA  DE  LA  DOMUfAUOR 

de  los  €a|>aUo9  resonaba  en  los  cercanos  mootes ,  y  paremia  hundirse  el 
ciclo  :  la  balaUa  se  Irabá  con  enemigo  ánimo  y  con  ignal  denuedo, ;  se 
mantuvo  con  admirable  conslancia  por  ambas  huestes  :  los  crjstianoi 
(X)n  sus  caballos  cubicrtos^de  hierro  peleaban  como  hambrientos  lobos, 
y  sus  caudillos  en  todas  partes  parecían  animando  ¿  los  suyos  :  Alman- 
zor  revolvía  á  todas  partes  su  feroz  caballo ,  que  semejaba  un  sangríeoto 
pardo,  atropello  con  sus  caballos  andaluces  á  los  armados  de  Grogientes 
armas ,  y  entrando  en  lo  mas  recio  y  ardiente  de  la  pdea  se  in^goaba 
de  aqucUa  desusada  resistencia  y  bárbaro  valor  de  los  infieles.  Sus  cau- 
dillos hacían  cosas  de  ex^eituido  valor ,  y  los  caballeros  africanos  rom- 
pieron muchas  veces  los  apiñados  escuadrones  cristianos  :  con  el  polro 
que  se  levantó  en  toda  la  extensión  del  campo  de  batalla  el  sol  se  oscu- 
reció antes  de  su  hora ,  y  la  noche  se  anticipó  con  sus  tenebrosas  alas  de 
oscuridad,  y  separó  estos  enemigos  pueblos,  sin  que  ninguno  hubiese 
cedido  un  paso  del  campo  de  batalla.  Quedó  la  tierra  cubierta  de  cadá- 
veres y  regada  de  humana  sangre.  Aquella  noche ,  esperando  AÍmaqzor 
en  su  pabellón  que  se  congregaran  como  solían  los  caudillos  de  su  ejér- 
cito, viendo  que  tardaban  y  que  no  parecían  sino  algunos  pocos ,  infor- 
mado de  que  la  mayor  parte  de  ellos  habían  muerto  peleando,  y  otros 
estaban  malheridos ,  coúoció  el  estrago  que  habían  padecido  los  suyos, 
y  dio  orden  para  levantar  el  campo  antes  de  rayar  d  día  y  pasar  el 
Duero  por  los  puentes  de  Andalus ,  llevando  sus  huestes  en  orden  de 
pelea,  por  si  los  enemigos  quisiesen  seguirlos.  Los  cristianos  viendo  el 
movimiento  de  los  muslimes ,  recelando  que  fuese  para  renovar  la  san- 
grienta lid,  se  pusieron  en  orden  de  batalla ;  pero  seguros  desureli- 
rada,  ño  se  movieron  cansados  del  trabajo  del  día  anterior,  y  por  la  grao 
pérdida  que  también  habían  padecido.  Almanzor  se  sintió  tan  abatido  y 
apesarado,  que  no  cuidó  de  sos  heridas ,  y  con  la  agitación  y  trisleza  de 
su  ánimo  sus  heridas  se  encrudecieron,  y  conoció  que  se  le  acababa  h 
vida  :  no  pudiendo  estar  á  caballo,  le  pusieron  en  una  silla,  y  vino 
catorce  leguas  conducido  en  hombros  de  sus  soldados  hasta  Walcorari^ 
en  las  hronteras  de  Castilla  en  cercanías  de  Medina  Zelim  :  alli  le  en- 
contró su  hijo  Abdelmelic,  que  iba  enviado  por  el  rey  Hix^^m  á  saber 
de  su  padre ,  y  en  aquel  lugar  falleció  día  lunes  '  tres  d^as  por  andar  de 
la  lona  de  Ramazan ,  año  39^2  (1001)  á  los  sesenta  y  cinco  años  de  su 
edad.  Guando  se  divulgó  entre  sus  tropas  la  voz  de  su  muerte ,  todos  le 
lloraron  con  grave  dolor  y  amargura,  y  decían  :  Perdimos  nuestro 
padre,  nuestro  caudillo,  nuestro  defensor;  y  todos  declan  verdad. 
Tomó  el  mando  de  la  hueste  su  hijo  Abdelmelic  Almudafar .  Uevaroo  á 
enterrar  el  cuerpo  de  Almanzor  á  Medina  Zelim  y  le  enterraron  con  sus 
precios  vestidos ,  como  que  habia  muerto  en  camino  de  servicio  de 
IHos,  y  le  cub;rícron  con  el  aromático  polvo  recc^do  en  mas  de  cin- 

*  Edobi,  Alabar  y  Uayáo  Honuidi  dicen  qoe  murió  on  25  de  U  laiu  de  lUmnuB^^  ^' 
Abulfcda  cti  sut»  anales  dice  que  en  el  año  393 ,  j  lo  mismo  nuesUro  arzobispo  D.  Bodrigo  ri 
epiUfid  de  Almatisor  lo  rq»ÍtMi  vario«,  y  enire  otroi  Aba  Teib  ben  Xarif  el  Kondi ,  en  ra  li^ro 
de  métrica  :  el  analista  de  Fez  menciona  que  fué  cubierto  con  el  polvo  de  sus  batallas.  Hwicm 
ben  A9im  escribió  la  vida  de  Almauzor,  con  el  título  de  Proeinsalafflems.fiatMVOseiCtfl^ 
llanos  del  epítaOo  los  hizo  mi  amigo  don  Leandro  i;>ni|ittdtt  d«  ÜAratin. 


BK  LOS  AftABES  EH  ESPAAA.  27S 

cuenta  balallas  Tentnrosas  contra  infieles  -.  acompañó  su  entierro  todo 
el  ejérdto ,  oró  por  él  su  bí jo  Almudafar ,  tenga  Dios  misericordia  de 
él.  Sa  sepulcro  está  allí  notable ,  y  sobre  él  escritos  estos  versos : 

No  eiiste  ya ,  pero  qaedé  en  el  orbe 
T«nU  memoria  de  sus  ^tos  bocho», 
Qae  podres ,  admirado ,  conocerle 
C114I  ai  lo  vieras  hoy  présenle  y  vivo  : 
Tal  ínéit  <iQ*  nunca  ^  snceaicn  eterM 
Darán  los  siglos  adalid  segundo , 
Que  asi,  YeBCtendo  en  guerras,  el  imperio 
Bol  puem»  de  lantel  aer«ca  nlgMide. 

Gobernó  el  hagib  Mubamad  ben  Abdala  bee  Abi  Amer  AlmaiaQr  el 
estado  con  mucha  gloria  y  ventajas  dojl  Islam  veinte  y  cinco  ados.  Iji 
rema  Sobiha»  naadredél  rey  Hix<!^m^  le  encargó  todos  loa  negocios  de  paa 
j  de  g;uerra,  y  no  se  hacia  nada  en  el  reino  sin  sa  eonaettlimie^to^  éb 
manera  que  no  le  faltaba  sino  el  nombre  de  rey;  pw>  en  verdad,  á  su 
podcncia,  valor  y  fortuna  ae  debieron  grandes  iiroq>efidadea  y  ooi^ 
q[Qi$tas.  Siempre  uié  vencedor  de  sm  enemigos  ^  no  vio  huieste  ée  infidc» 
ó  cacmigos  <|ue  no  rompiese,  ni  cercó  ciudad  ó  fortalea»  que  maelQ 
rindiese  i  dilatando  las  Gponteras  de  los  muslimes  á  les  extremos  de  E»« 
pana  de  pw  amar.  £n  lodo  el  tiesipe  desu  gc^ierao  no  padeció  Hiter« 
cadencia  Infelicidad  del  estado ,  ¡mes  con  el  temor  que  todos  le  tensa» 
DO  hubo  qui^n  suscitase  la  mas  kve  dvspa  de  sedicioa  m  desobadieneiab, 
ii)OK)  las  que  habían  antes  abrasado  á  £sp^ 

fué  tan  floreciente ,  que  nuncsk  babía  Hipado  &  tan  ako  gradb^  de  poder 
y  grandeza.  Pasaron  de  cioGiieata  laaíetaada»  victoriosas  que  Uzacra^ 
tra  cristianos ,  tanto  que  sus  reye^  intimidados  le  enviaban  á  rogar  1» 
paz,  y  que  no  los  acabase.  Había  nacido  el  ana  3iS7,  el  adiada  la  saoh 
gríenta  batalla  de  Alhandac  de  Zamc^a,  y  eseogió  A  Seior  pan  vengar 
elIdamelbraBodcAlmanxor,  yfuésumueHeenfiu  de  ütamamadet 
año  392  (lOOÍ)  eu  las  fronteras  de  Castilla.  Cuando  kt  infeuala  imeva  d& 
SD  muerta  se  supo  en  Córdoba  fué  un  dia  de  tuto  y  general  desfOBiudb, 
%»ienesta  ciada4  como  en  las  demás  del  reina,  y  en  muduv  tínnpo  Bae 
pudieron  consolarse  de  tan  grave  pérdida.  £1  vulgo  de  Córdoba  repeüs 
^es\G  tiempo  qnos  versos  de  Ibrahim  hem  £dris  el  Haaani^  q«e  pro^ 
oostícaban  mal  de  la  prepotencia  de  Almanzinr  y  de  9U8  p^ ciales ,  llar 
nudos  por  él  los  Alameries,  y  pw  ellos  había  sido  desterrado  de  Gód- 
doba  este  noUe  africano  poco  después  de  k  «raerte  de  HasaiabeftKeniQ»} 
ios  versos  eran  estos :  * 

Ta  Toestra  creciente  luna ,  inalgnes  hijos  de  Omaya» 

De  MIS  refalgeniDs  luces  el  cielo  y  la  tierra  bafia  : 

A  aa  pl^ihmio  llega  y  á  deshora  etté  eellpMdt : 

leoio  que  el  yjlido  eclipse  (|Qe  U  oscurece  no  aealM  .* 

Que  la  dareanCe  eslrella  Uo  su  fortuna  desmaya. 


7«  nunoftu  o£  l.v  oomiííacuni 

CAPITULO  ClII. 

Dd  gobierno  de  Abdelmclie ,  hijo  de  Almaiuor. 

La  reina  Sobiha ,  madre  de  Hixóm ,  falleció  en  este  tiempo ,  y  acon- 
sejó á  su  hijo  pusiese  el  gobierno  en  roanos  del  bijo  de  Almanzor^  con- 
fiando baUar  en  Abdelmelic  las  prendas  de  yalor,  prudencia  y  virtad 
que  en  su  padre  :  asi  lo  bizD  el  rey  Hixém ,  y  todos  aplaudieron  tan 
acertada  elección  :  pues  en  Terdad  Abdelmelie  heredó  el  valor  y  pm- 
denda  de  su  padre ;  pero  no  su  fortuna ,  contra  las  predicciones  (fe  los 
astrólogos  que  en  su  nacimiento  pronosticaron  que  en  sus  dias  llegaría 
la  grandeza  de  España  á  su  mas  alto  grado  de  gloria  :  si  bien  en  algún 
tiempo  de  su  gobierno  hubo  mucha  prosperidad.  El  rey  Hixém  continaó 
en  su  retiro  entregado  á  sus  fáciles  placeres. 

En  África ,  después  de  la  muerte  de  Zeiri  ben  Atia ,  hubo  el  mando 
su  hijo  el  amir  Alman  ben  Zeiri ,  las  cahitas  zenetes  le  juraron  obe- 
dienda.  Sabida  la  muerte  de  Almanzor  escribió  á  sa  hijo  Abdelmelic 
para  que  le  nombrase  amir  de  Magréb  ^  y  Abdelmelic  le  envió  la  con- 
firmación con  un  magnifico  vestido »  una  espada  y  un  caballo  con  pre- 
cioaos  jaeces :  permaneció  Alman  fiel  al  hagib  Abdelmelic  y  al  rey  Hixém, 
que  hizo  proclamar  en  todos  sus  estados.  Por  acrecentarle  en  poder 
mandó  Abdelmelic  que  viniese  á  Córdoba  el  ym\\  Wadha  el  Feti ,  y  puso 
en  manos  de  Abnan  la  gobernación  de  Medina  Fez  y  de  sus  dependen- 
cias. Ofiredó  Alman  enviar  á  Córdoba  cada  afio  cierto  número  de  caba- 
llos de  raza ,  con  sus  jaeces  correspondientes ,  armas  y  otras  cosas ,  y 
con  el  primer  presente  envió  Alman  á  su  hijo  Manser,  como  en  rehenes 
de  su  lealtad  y  obediencia  :  esto  en  el  año  393.  Estaba  el  joven  Manscr 
en  Córdoba  muy  estimado  de  la  nobleza ,  y  permaneció  en  cUa  hasta  las 
turbaciones  y  discordia  civil ,  cuando  acabó  el  estado  de  los  Álamcríes , 
oomo  veremos  después  :  que  solo  Dios  es  eterno  y  eterna  su  soberanía. 

Se  propuso  el  hagib  Abdelmelic  Almudafar  seguir  las  hudlas  de  so 
padre ,  y  hacer  cada  año  dos  entradas  en  tietra  de  cristianos ,  y  en  este 
año  de  393  vengó  venturosamente  la  sangre  de  los  muslimes,  y  llegó 
en  su  primera gacia  á  la  parte  oriental  de  España ,  y  sóbrelas  fronteras 
de  Lérida  dio  cruel  bataUa  á  los  cristianos ,  y  los  venció ,  y  so  huyeron  á 
sus  montes :  en  esta  atroz  pelea  murió  Ayúb  bcu  Amcr  el  de  Saltis ,  y 
fué  enterrado  en  la  mezquita  de  aquella  pudad.  Por  sospechas  de  inte- 
ligencia con  los  cristianos  después  de  la  expedición  de  Calida  del  ano 
385  le  encarceló  Almanzor,  y  Abddmelic  le  puso  en  libertad ,  y  había 
venido  ¿  esta  su  primera  entrada  contra  cristianos ,  en  la  cual  murió 
peleando  con  mucho  valor.  Volvió  Abdelmelic  á  Córdoba ,  y  fué  recibido 
con  demostraciones  de  la  mayor  alcgria ,  concibiendo  grandes  esperan- 
zas  de  sucesivos  triunfos  y  victorias  contra  infieles.  Encargó  el  hagib 
Abdclmehc  Almudafar  el  cadiazgo  de  Toledo  á  Chalaf  ben  Meruán  el 
Sahari  por  la  a*lcbridad  de  su  sabiduria  y  virtud,  á  propuesta 
del  cadi  de  Córdoba  Aben  Dhakuén  :  habia  estudiado  en  Córdoba ,  y  el 


BE  LOS  AIVlBfiS  KN  KSPAIYA.  ?77 

láo  372  habia  pasado  ¿  Oriente.  Recibió  Chalaf  este  cai^  con  repng- 
Banda,  y  poco  despaes  pidió  su  dimisión  y  se  retiró  á  Córdoba,  por 
eotregarsc  con  quietud  á  las  meditaciones  ascéticas.  En  este  tiempo 
Soleiinanben  Mohran  de  Zaragoza ,  célebre  y  erudito  poeta  de  Espada 
oriental,  vino  á  Córdoba  y  concurría  á  las  academias  de  buenos  ing^e- 
mos  en  casa  del  wazir  Abulasbag  Isa  ben  Said,  que  era  del  consejo  de 
Alfflodafar  Abdelmelic ,  donde  asistían  muchos  doctos  después  de  la 
BHKrte  de  Almanzor .-  pero  Abulola  no  volvió  mas  á  ninguna  concur- 
rencia, aun  solicitado  por  los  bijos  del  hagib.  Un  amigo  mió,  decia 
Hajáo,  oyó  el  aflo  396  ¿  este  Abnlola  los  versos  de  su  elogio  alliagib 
Aimudafar  Abdelmelic,  hijo  de  Almanzor ;  y  pocos  años  después  se  pasó 
áSíeilta,  donde  murió  de  su  enfermedad  el  aSo  417.  Asimismo  vino  á 
Córdoim  en  fln  del  afio  393  Chalaf  ben  Mcsaud  el  Jarawi  de  MeNla ,  lia- 
nadod  Malki ,  y  conoddo  por  Aben  Amina ,  y  aqai  hizo  sus  estudios , 
jfué  Diny  disUngaido  por  sn  erudición  é  ingenio  del  hagib  Aimudafar 
J  d  cadí  Abu  Dhakuén.  Falleció  en  este  año  Abu  Omar  Ahmcd  ben 
Abdala ,  conoddo  por  el  Begi ,  que  fué  el  hombre  mas  sabio  de  toda  Es- 
pila  en  todas  las  ciencias  en  sas  troncos  y  ramas ,  esto  es ,  en  sus  ele- 
mentos y  procedencias  :  no  hubo  sabio  de  fama  que  su  padre  no  le  bus- 
ose  para  su  enseñanza ^  viaj^  al  África,  Egipto,  Siría  y  Chorasan ,  y 
estadio  con  los  doctos  de  todos  los  países  de  Oriente  y  de  Occidente,  y  á 
los  diez  y  ocho  años  era  ya  maravillosa  su  erudición  :  vivió  lo  mas  de 
SQ  vida  en  Sevilla ,  donde  habia  nacido,  y  aun  siendo  muy  joven  le  con- 
saltatia  el  cadi  de  aquella  ciudad  Aben  Fawéris. 

También  falleció  este  año  en  Córdoba  Jali  ben  Ahmed  ben  Jali,  de  los 
mas  célebres  caudillos  Alameries ,  y  en  las  últimas  horas  de  su  vida 
manifestó  mucho  sentimiento  de  morir  en  su  cama ,  y  no  en  el  campo 
de  batalla  como  buen  caballero. 

Eo  el  año  de  394  allegó  Aimudafar  mucha  caballería ,  y  entró  con 
^n  boesfe  en  fronteras  de  Galicia,  haciendo  en  aquella  tierra  el  es- 
iraf^  de  las  tempestades ;  venció  á  los  cristiano»  cerca  de  León ,  y  se  apo- 
dera de  la  dudad ,  y  arrasó  sus  muros  hasta  el  suelo  ^  que  ya  antes  su 
padre  los  habia  destruido  hasta  la  mitad.  Continuó  sus  entradas  con 
furia  ventura ,  y  siempre  vino  vencedor  y  con  muchos  cautivos  y  gana- 
dos. En  este  año  de  394  (1003)  apareció  en  el  cielo  una  estrella  muy^en- 
rendida ,  de  gran  magnitud  y  de  mucho  resplandor.  Cpatro  años  segui- 
dos entró  Aimudafar  en  tierras  de  España  oriental  y  occidental ,  dcs- 
frayendo  en  el  verano  los  pueblos  y  fortalezas  que  reparaban  los 
nisUanos  durante  el  invierno. 

Eo  d  año  396 ,  apareció  una  estrella  grande  de  las  que  se  corren  con 
fmndes  truenos ,  y  era  una  de  las  doce  notables  que  mencionaron  los 
antiguos  :  observáronla  los  sabios  con  mucha  atención  y  opinaban  que 
n<»  aparecía  astrode  esta  especie  sino  cuando  Dios  altísimo  por  especial 
proridenda  tiene  destinadas  grandes  novedades  en  el  mundo ;  pero  solo 
Uos  03  sabedor  de  sos  secretos.  En  este  año  las  naves  de  los  muslimes 
de  España  fticron  á  Italia  y  saltaron  en  Saierno,  y  pusieron  á  contribu- 
ion  aquella  ciudad ,  y  mientras  los  muslimes  esperaban  descuidadloa  en 


Í7»  HttTORIA  DE  LA  iMUOlUCiOII 

la  playa  d  dinero  conoortido^  IO0  4d  h  ciudad  aali€iM  da kapmiio 
contra  ellosi  j  legraroa embarcarae ,  annqoe  ood  pérdida  de  los  nu» 
csforsadoSé 

Pasando  el  hagib  AbdelmoUe  Almadarar  por  Toledo  en  d  año  397, 
visitó  al  jeqae  Muhamad  l>en  Ibraliim  el  Goxéri  de  GárdolMi ,  boiabn 
mny  sabio  y  célebre  por  sa  mncba  prudencia ,  anstmdad  y  virtud,  j 
menosprecio  de  la  vanidad  del  mundo  :  fué  Almodafar  A  tn  coa  un  d¿ 
después  de  zalá  de  juma,  y  estaba  el  doctor  en  su  casa  con  dgaoos 
discípulos ;  pedida  licenoia  para  entrar,  sabiendo  que  era  el  bagíb ,  dijo 
á  sus  oyentes  que  no  se  levantaran  á  su  entrada ,  y  asi  lo  bideron  como 
lo  mandó  :  Almudafar  entró  y  el  jeque  le  bizo  mocha  cortesía,  y  el 
hagib  honró  su  escuda  y  á  la  despedida  le  rogó  que  le  eneomendaseá 
Dios  en  sos  adoas  ó  súplicas ,  y  luego  hiao  Muhamad  han  Ibraim  sa  ora- 
don  ,  didendo  t  Allahoma  %  sefior  Alá ,  pon  en  les  eoraaones  de  ns 
subditos  la  perfecta  obediencia ,  y  pon  en  au  coraaon  la  benignidad  y  d 
amor  para  con  ellos :  y  con  esto  partió  Almudafar.  Se  dctUTo  en  ToInId 
algunos  dias ,  esperando  que  se  allegase  la  gante ,  y  luego  partió  ala 
frontera  oriental ,  y  corrió  la  tierra ,  badendo  mudbo  mal  A  los  criitia- 
nos.  En  este  tiempo  vinieron  á  Córdoba  |lgunoa  cristianos  muy  princi- 
pales ,  que  por  desavenencias  huyeron  de  su  tierra  ^  y  demandaron  al 
hagib  Almudafar  que  les  diese  licencia  para  morar  en  la  dudad  ó  foera 
de  día  :  el  bagib  dio  parte  al  rey  Hixém,  que  holgó  mucho  de  dio,  j 
les  concedió  que  morasen  dentro  de  la  dudad ,  y  le»  mandó  dar  casas  j 
jardines  en  que  pudiesen  vivir  muy  en  seguridad  y  á  au  placer.  Pidie- 
ron paces  los  cristianos ,  y  les  respondió  Almudafar  que  no  podiao  ha- 
cer paces;  pero  que  les  otorgarían  treguas  por  derlas  afios^  y  asi  le 
hizo  á  instancia  del  ivali  de  Tdedo  Abdala  ben  Abddazis,  que  era  de  los 
Meruanes ,  pariente  del  rey,  y  babia  sido  grande  amigo  de  Almanzor  j 
le  babia  acompailado.cn  sns  entradas  en  GaUda.  Tenia  este  Abdala  trato 
y  amistad  con  el  rey  de  los  cristianoe ,  que  le  enviaba  muchos  presenta 
y  joyas  de  oro  y  plata ,  por  causa  que  Abdala  babia  enviado  al  rey  de 
Galida  una  cautiva  muy  liermosa ,  que  babia  tomado  en  sus  algaras,  t 
aunque  por  su  gentileza  y  extremada  beldad  era  muy  amada  de  Abdali, 
sabiendo  de  los  otros  cautivos  que  era  bija  del  rey  la  envió  con  otras 
doncellas  sin  recibir  precio  alguno  pw  sn  rescate. 

ÍPasados  los  anos  de  la  tregua  entró  Almudafar  en  tierras  de  Galicia, 
y  por  todas  parfes  destruyó  los  fuertes  que  habian^construido  los  cris- 
tianos«  Corrió  y  taló  la  tierra  y  tomó  muchos  ganados  y  cautivos :  der- 
ribó los  muros  de  Avila,  llegó  A  Salamanca  y  pasó  á  lo  interior  de  Ga- 
lida y  Portugal :  volvió  por  riberas  dd  Duero  y  destruyó  los  fuertes 
de  Gormaz  y  de  Ui^amaiy  vino  vencedora  Córdoba  el  año  da  398  (1007). 
En  este  mismo  año  entró  con  mucba  caballería  en  Galicia,  y  llevé  en 
sú  compañía  al  joven  Manser ,  hijo  de  A  Imaan  d  wdi  de  Fez ,  y  salicroo 
contra  dios  los  cristianos.  Iba  Almudadár  al  (rente  de  cuntro  mil  caba- 

» 

f  AIMmtim  es  OM  liivoeacioii  del  nenilM»  de  Dios ,  del  ma^of  afecto  y  irttirntUt,  q«^  ^ 
vuelTC  la  i*iier|ia  de  la  interjercian  sin  espresarla. 


DB  LOS  ÁRABES  BU  EStAÑA.  V9 

HoftAOMMlM  deMeazasy  eotas  de  mallas  brUIanlm  como  cstareHfts,  los 
aúkñ  coa  cobkitías  y  caparazones  de  seda  de  dobles  forros ;  se¿Qib 
h  odNilleria  de  andaluces  y  africanos ,  genle  agnerrida,  qne  se  habla 
disliagnido  en  las  mas  peligrosas  ocasiones ,  acaudillada  del  wali  de 
Toledo  jr  dd  de  Badal  JOS  y  del  jóTen  Manser,  que  iba  en  nn  feroz  caba- 
lo como  m  león  furioso,  y  lleno  de  la  animosidad  de  sns  valientes  cu- 
Uleros.  Aonnetieiñon  ¿  los  cristianos;  y  annqne  eran  los  héroes  desn 
iMopo,  qne  todos  habían  entrado  en  mochas  batallas ,  y  estaban  arezá- 
ioBá  las  horrores  de  las  peleas,  los  atropellaron  y  rompieron  sus  alma- 
Uhs ,  y  retolTieroQ  sobre  ellos  como  dragones ,  y  se  pusieron  en  desor- 
faadi  faga  4  dbfando  el  cunpo  regado  de  sangre.  Siguió  Abdelmelic  el 
llamee  con  su  cabaBeria ,  y  reparados  los  cristianos  en  unos  recuestos 
j  pasos  dificües ,  se  renoTó  la  crud  batalla  :  los  infieles  pelearon  como 
niriosos  tigres,  y  alU  los  muslimes  padecieron  mucho.  La  Tenida  de  la 
■oche  puso  fin  á  la  sangrienta  pelea  :  á  favor  de  su  oscuridad  los  cris* 
Iiaoo8 16  retiraron  á  sus  ásperos  montes ,  y  los  muslimes ,  viendo  la  no- 
Ule  pérdida  que  habían  tenido,  se  volvieron  ¿  las  fronteras ,  y  de  ellas 
á  ToMo  y  á  Córdoba.  Poco  después  de  esta  jornada  enfermó  Abdelme- 
Kc  Ahmidafar,  y  de  su  grave  didencia  falleció  en  la  luna  de  Safar  del 
año  399  (1006),  ÍH>  sin  sospechas  de  haberte  atosigado.  Sn  muerte  fué 
maj  sentida  de  todos  los  buenos,  y  su  entierro  acompañado  de  la  nobleza 
deladudad.  Gobernó  el  estado  seid  años  y  cuatro  meses  con  mucha 
Fofaiiia  y  feUddád. 

£o  este  año  fUleció  también  Ahmed  ben  Abdelazfz  beti  Feragi  ben 
Abí  HoUtb  de  Córdoba,  hotnbre  sabio  y  virtuoso ,  maestro  dd  hagib 
Almndsftr;  tedia  ya  noventa  años  ^  se  enterró  en  la  mácbora  de  la  Ar- 
nnaüi ,  ort  por  él  Ahmed  ben  Dhecué». 


CAPITULO  av. 

Del  goliiertto  de  AfNlerahman,  hijo  de  Alttanior,  y  de  tu  muerte* 

BreyHixém^  que  no  tenia  mas  vduntad  que  la  de  sus  siervos, 
oooibrú  A  propuesta  de  estos  por  su  hagib  al  hermano  de  Almudafar 
AtNlcnhnian ,  que  era  capitán  de  la  gnariia  del  rey,  esperando  hallar 
^  ellas  prendas  y  fortuna  de  su  padre  y  de  su  hermano;  pero  por  lo 
amnm  h»  hombres  se  engañan  ensus  juicios  y  en  sus  esperanzas,  que 
^  I>iot  es  sabedor.  Guando  Maan  ben  Zeiri  supo  la  elección  del  nuevo 
h>gib  envió  para  él  grandes  presentes,  y  entre  otras  cosas  ciento  y  cín- 
nienta  cabidlos  generosos  que  le  presentó  su  hijo  Manser,  que  estaba 
^  Córdoba ,  como  en  rehenes  de  su  homenage.  Agradecido  el  hagib 
Ainlerafaman  i  estas  expresiones ,  hizo  grandes  honras  á  los  enviados  de 
Almaan;  y  ks  dló  preciosos  vestidos  y  abajas ,  y  envió  á  Manser  á  su 
padre :  esto  obUgó  mas  A  Almaau  y  recogió  los  mejores  caballos  de  Ber- 
^ría  y  envió  A  Córdoba  mil  caballos ,  qne  nunca  llegó  de  Magréb  á 
^paña  mas  preciosa  dádiva  que  esta.  Era  el  hagib  Abderahman  mozo 


280  HISTORIA  DE  LA  DOMIIIACION 

qoc  andaba  iiiHf  cnlreleiiido  en  sua.  gustos ,  y  gastaha  el  dia  €n  genti- 
lezas de  catmllcria ,  y  la  noche  en  festines  y  con  viles ,  dado  á  lodo  género 
de  placeres  y  pasatiempos  de  la  corle ,  no  aoostambrado  á  severidad  dp 
costumbres ,  ni  aplicado  á  los  graves  negocios  del  gobierno.  Era  de  8» 
natural  condición  apacible  y  franco,  y  no  negligente  ni  para  poco, 
como  algunos  decían^  que  le  vituperaban  por  hombre  sin  brío,  y  ver- 
güenza de  su  linago,  y  merecedor  do  ser  privado  del  gobiemo.  Por  sos 
grandes  riquezas  era  en  extremo  liberal  y  casi  pródigo,  sa  estatnn  y 
Csonomia  la  de  su  padre  Almanzor,  y  aun  esto  daba  ocasión  ¿  qned 
pueblo  lo  quisiese  bien  y  aplaudiese  sus  gustos  y  ligerezas.  Tenia  la  mis 
intima  privanza  con  el  rey  Hixém ,  pero  suele  ser  fatal  la  privanza  de 
los  principes,  que  raras  veces  dura,  ni  tiene  un  venturoso  término, 
sea  que  por  haberlo  dado  todo ,  y  los  validos  por  no  tener  mas  qQed^ 
sear  se  cansan  y  fastidian ,  ó  porque  vienen  á  perder  la  cabeza  por  locos 
pensamientos ,  ó  que  la  envidia  de  los  inquietos  ambiciosos  mina  in- 
resantcmentc  y  destruye  estos  ediQí3Íos  de  la  vanidad. 

Ao  tenia  d  rey  Hixém  el  Muyad*  hijo  alguno  que  le  snoediese  en  á 
imperio ,  aunque  todavía  por  sa  edad  no  estuviese  sin  esperanza  de 
poderlos  tener.  £1  hagib  Abderahman ,  sin  atender  á  esto,  ni  á  los  pa- 
rientes del  rey,  no  consultando  sino  4  su  inconsiderada  vanidad ,  y  oon- 
liado  en  la  mal  segura  inclinación  del  pueblo ,  que  le  anulNi  y  tíeiadedi 
por  un  ciego  favor  á  la  memoria  de  su  padre ,  se  atrevió  á  |HK)poner  y 
persuadir  al  rey  que  le  declarase  futuro  sucesor  del  trono,  suspendiendo 
esta  declaración  hasta  después  de  su  primera  safida  contra  loscristíanos, 
que  esperaba  que  fuese  venturosa.  Aunque  estas  cosas  se  trataban  coo 
secreto  en  las  salas  del  alcázar,  no  dejaron  de  traslucirse  excitando h 
indis^nacion  y  el  odio  de  todos  los  Meraánes ,  y  en  especial  se  manifestó 
mas  ofendido  un  primo  del  rey  Hixém ,  llamado  Nubamad  ben  Híiétn 
ben  Abdelgiabar  ben  Abderahman  Anasir:  era  este  mozo  de  nudio 
valor,  y  presumia  suceder  en  el  trono  á  falta  de  hijos  del  rey  Hixém ,  y 
no  pudiendo  sufrir  mas  tiempo  las  maquinaciones  del  hagib  Abderah- 
man ,  á  quien  llimaban  Anasir,  se  salió  de  Córdoba ,  y  pasó  á  las  fron- 
teras de  Castilla ,  y  allegó  á  su  partido  muchos  alcaides  de  aquella  tiem, 
. y  jimtas  sus  banderas  vinieron  á  Andalucía,  manifestando  á  los  poebto 
las  vanas  pretensiones  del  hagib  Abderahman ,  que  habia  obligado  al  rey 
Hixém  á  qiio  le  declarase  sucesor  del  trono  d^  los  Omeyas,  sin  respetoá 
la  familia  real.  No  fué  difícil  el  concitar  los  ánimos  de  los  nobles,  que 
ya.  tenían  de  antes  hartos  motivos  de  envidia  contra  los  Alameries,  y  co 
pocos  días  formaron  un  buen  ejército. 

Cuando  Abderahman  entendió  la  tempestad  que  contra  él  se  umaba, 
con.  mudia  diligencia  salió  de  Córdoba  con  la  caballeria  africana  y 
guardia  del  rey  para  desbaratar  á  sus  enemigos  antes  que  fuesen  mas 
poderosos.  Apenas  había  partido  Abderahman  de  la  ciudad ,  cuando  Aié 
avisado  Muhamad  por  el  wazir  Iza  ben  Said ,  y  por  otros  mnohos  par- 
ciales suyos,  asi  de  la  salida  del  hagib,  como  del  mal  recaudo  de  guardias 
que  liabia  en  Córdoba.  Con  eslc  aviso  Muhamad  dividió  su  gente ,  y  ooo 
la  Oordc  su  cabaUerta  por  caminos  extraviados  con  gran  celeridad  en(ru 


BE  LOS  ÁRABES  m  ESPAÑA.  :»1 

«GfirdDlMi,  7  se  apoderó  de  la  guardia  del  alcázar  y  de  la  l^ersona  del 
rey  Híiéni ,  poMicó  la  deposición  del  hagib  Abderahman :  asi  la  fortuna 
oomeoió  de  repente  á  p^nrbar  las  cosas  en  España.  Avisado  Abde- 
nhnan  de  lo  qne  pasaba  en  Córdoba ,  se  llenó  de  saña ,  y  contra  el  dic- 
tamen de  algunos  de  sus  caudillos ,  dio  luego  Yuclta  á  la  ciudad  muy 
coDfiado  en  el  aura  popular,  que  no  debiera :  y  entró  en  ella  con  su 
cabiUeria  sin  resistencia :  á  la  llegada  á  la  plaza  del  alcázar,  se  le  opu- 
sienm  en  gran  número  los  partidarios  de  Muhamad  con  toda  la  gente 
principal  de  la  dodad ,  y  mucha  gente  menuda :  se  comenzó  una  san- 
grienta y  desigual  pelea.  Al  primer  acometimiento  los  de  Abderahman 
nmineron  y  atropellaron  aqueUa  muchedumbre ;  y  riendo  Abderahman 
que  contra  sus  esperanzas  la  amontonada  plebo  no  hacia  caso  de  su  toz, 
7  antes  con  espantoso  alarido  gritaba  muera ,  muera ,  á  pesar  del  estrago 
ipie  hadan  sus  caballos  atropellando  cuanto  les  estorbaba,  acre- 
eeotando  d  gentío  les  fué  forzoso  retraerse  para  salir  de  la  ciu- 
dad :  procuraron  abrirse  paso  haciendo  atroz  matanza  en  el  pueblo : 
muchos  de  loa  suyos  murieron  peleando  como  bravos  leones ,  el  mismo 
AiNierafaman  retirándose  se  defendía  y  ofendía  como  hombre  de  valor, 
pm  atajado  de  todas  partes  y  herido  de  muchas  lanzas  cayó  mu^to  su 
aballo,  y  él  muy  mal  herido  cayó  también  en  manos  de  sus  enemigos 
V^  le  presentaron  á  Muhamad ,  que  luego  mandó  que  le  crucificasen , 
7  así  foé  ejecutado  al  momento,  y  espiró  clavado  en  un  palo  Abderah- 
nan  d  hijo  dd  grande  Almanz(»r ,  el  hermano  del  insigne  Abdelmelic 
Almndtifar :  y  todavía  hay  quien  confie  en  d  ingrato  y  variable  pue- 
blo. Fué  su  muerte  día  martes  infausto  á  18  do  la  luna  de  Giumada' 
postrera  del  aflo  399 ,  á  los  cuatro  meses  de  su  gobi^no.  En  el  nK>- 
mentofué  Títuperado  el  triste,  que  pocos  dias  antes  era  admirado  y  ben- 
dcddi)  dd  pueblo  :  sus  bienes  fueron  aplicados  al  fisco ,  su  nom1>re  no 
M"  mcndonaba  sinocon  apodos  de  menosprecio  y  le  llamaban  Sanchuelo  -. 
sus  amigos  no  osaban  parecer  en  público,  temerosos  del  inquieto  vulgo. 
Muhamad  Abddgiafaar ,  despreciando  á  los  Alamcríes,  que  no  eran 
pocos,  ni  gente  oscura ,  aprovechando  la  ocasión  del  favor  popular ,  y 
á  petidon  de  los  de  su  bando,  hizo  qne  el  rey  Hixém  le  nombrase  su 
pnnier  hagib.  Pata  congraciarse  con  el  pueblo  de  Córdoba,  sabiendo 
queja  guardia  de  zenetcs  africano»  eran  aborrecidos  de  la  multitud,  or- 
denó que  saliesen  del  alcázar  y  de  la  dudad.  Esta  providencia  le  concitó 
d  odio  de  estas  tropas  y  de  sos  caudiDos,  que  eran  de  la  principal  no- 
bleza de  África.  Hizo  presidente  del  consejo  de  estado  á  Chalaf  ben  Me- 
nián  ben  Omeya  ben  Haiwat,  conocido  por  el  Sahari  de  Sahara  Kay- 
^at,  que  era  pueblo  de  su  bisabuelo  en  Algarbe  de  España ;  era  cadi  de 
Toledo,  cargo  que  le  dio  Almudafar  después  de  sus  yiajes  á  Oriente , 
7  había  renmidado  su  empleo  después  de  la  muerte  de  aquel  hagib ,  y 
dd  wali  de  aqudhi  ciudad  Abdala  ben  Abdelaziz  :  fué  propuesto  para 
esta  presidencia  dd  rocsuar  por  el  cadi  de  la  aljama  do  Córdoba  Aben 

*  Homaidi  éie0  Alé  erneiflead*  en  U  luna  da  Regeb ,  esto  es,  en  el  me»  siguiente :  pero  las 
(<^^  de  las  sacetos  pasterioret  eonflnMR  lo  que  asignan  otma  Hdefligno»  i*«cniore». 


2tt  HHfOMA  DE  hk  DQKnfáCIQII 

DbacuéD.  Hilo  «simbiiio  walQeoda  ó  josUda  nwfor  de  la  dpriiiaile 
Córdoba  al  cadi  Abmed  ben  Abdorabman  bep  Said  el  Huiaiiii,  hombre 
muy  popular  y  de  gran  mérito  por  su  virtud  y  sabidioú.  Di6á  Mbqo 
Obeidala  el  gobierno  de  Toledo ,  y  envió  oon  él  á  su  favor^Gido  Süki- 
man  ben  Mijüíamad  ben  Batal  j  llamado  Abu  Ayub  dé  Badalyox  ^  ceM^e 
por  sus  poesías  y  su  ingenio.  Cuidó  el  bagib  Muhamad  de  apartar  dd 
jrey  Hixém  todas  las  perso^iasde  su  intimo  servicio  y  oonfiannt  y  poso 
otras  de  su  bando.  Pocos  dias  después^  pw  ec|iar  el  resto  al  juego  de  m 
fortnpa ,  divulgó  que  el  rey  Hixém  estalMi  enfermo  de  grava  dolencia : 
cuando  vio  el  poco  interés  qu^  el  pueblo  manifestaba  en  la  pdigron 
situación  del  rey ,  y  que  los  walícs ,  wazires  y  alcatibes  no  duAibaaque 
él  seria  el  futuro  sucesor  del  trono  trató  de  asesinar  al  rey  Hixém : 
pero  Wadha  el  Alameri,  que  era  caniarero.del  rey  y  le  amd»,  con  nm- 
cha  prudencia  y  valor  le  (disuadió ,  diciéndole  que  para  lograr  lo  qoe 
pretendia  no  era  necesario  quitar  la  vida  al  p(d>re  rey,  que  retirado  y 
oculto  y  bien  guardado  no  estorbaría  sus  intentos :  que  á  este  fin  podií 
tomar  todas  las  seguridades  conducentes ,  y  él  mismo  le  propondría  lo 
que  creyese  mas  oportuno*  Persuadióse  Muhamad  ^  y  de  acncardo  eoo  é 
eslavo  Wadba  le  encerraron  con  gran  secreto ,  confiando  su  guarda  á 
jiersona  de  intima  confianza.  Dicen  (pie  le  pusieron  en  casa  ¿1  wazir 
jHuseinbenHay,  que  buscaron  un  homlnre  muy  semejante  en  edad,  es- 
tatura y  fisonomía  al  rey  Hixém^  que  le  arrebataron  una  noche  y  le 
ahogaron ,  y  colocado  en  d  lecho  del  rey  se  divulgó  la  grave  enferme- 
dad ,  y  como  si  fuese  de  su  orden  se  celebró  la  dedaracion  y  jora  de 
futuro  sucesor  á  su  hagib  Muhamad  ben  Hixém  ben  Abddgiabar.  Se 
eongregaron  los  walies  y  wazires  y  se  publicó  esta  dedaraoion  i  y  po» 
horas  después  la  nueva  del  fallecimiento  del  rey  Hixém.  Porieiott  enra 
f^tro  al  supuesto  Hixém  y  fué  enterrado  con  gran  pompa  y  le  pmie- 
ron  su  sepulcro  en  el  primer  patio  del  alcázar :  esto  en  d  dia  25de 
Ginmada  postrera  dd  mismo  ano. 


CAPITULO  CV. 

t6i  retiMila  d«  MoluiiniNl  él  UtOOli  Bllft. 

£n  el  mismo  dia  fué  aclamado  rey  en  Córdoba  Muhamad  benflix^ 
ben  Abddgiabar  ben  Abderabman  Anasir,  se  intituló  d  Mohdi  *  BilS) 
se  hizo  oración  por  él  en  todos  los  alminbares  de  E^da ,  y  se  acodó 
moneda  en  su  nombre*  £nti:onizado  por  estos  medios  hizo  eumphr  eon 
mucho  rigor  la  orden  que  había  dado  para  que  saliesen  de  Córdoba  to- 
dos los  africanos  de  la  guardia.  Ofendidos  loa  caudillos  de  esta  rcselocioD 
Ée  confabularon  y  convinieron  en  resistir  la  providenda  á  todo  riesgo, 
tomaron  las  armas ,  y  el  capitán  de  ellos  Hixém  Raxid  ben  Sdeiioan 
ben  Abderahman  Anasir  animó  ¿  sus  zenetes  y  berberíes  á  oponerse 

1  El  Mohdi,  es  decir  el  trancjuHizador,  el  eoncntádor  de  los  ámmóí»  doavenldos ,  lon^T*^ 
los  Mioesos  no  corrMpondieroft  é  Ua  eipersnuB  de  este  nomlire. 


aWertttKttte  á  las  ArdcneB  dtí,  naevo  rey,  tratándole  de  pérfido  y  ase- 
táú  desa  «Aerano.  Fueroii  los  conjurados  á  cercar  el  alcázar,  pidiendo 
h  ctbeía  del  injusto  usurpador  del  trono.  Muhamad  con  mucho  valor 
salió  contra  los  conjurados  con  sus  guardias  de  andaluces  y  se  trabó  san- 
grienta iNitalla  entre  ambos  partidos :  el  pud)lo  acudió  en  inmensa 
taám  wáifi  los  aAricanos ,  y  tes  filé  fbrtoso  retiMME^  hatíeiidd  gran 
nlaiiia  m  te  gente  de  la  cfcHlad  que  eon  ttkis  tmior  l|tte  inteUgéndáie 
iIMa  á  la  desigoal  pelea  s  dulró  ^ta  ft^tidla  tarde^  gran  phrte  d(B  la 
Mcbe,  y  seieDOvé  al  alba  áA  siguienle  dift.  Los  africanos  ttaeron  fot- 
aá»  á  dqar  sus  cuarteles  y  salir  de  k  ciudad  peleando  con  mucho 
nkr,  QDDteniendo  á  la  nraltitnd  que  intentaba  atropellarlos.  En  esta 
peKgresa  retirada  el  esfonado  caudillo  de  les  afrtcanoB  Hiiém  bén  Su* 
\Bam  eayó  herido  eon  su  cabidlo  entrb  un  tropel  de  caballeros  anda- 
laces,  y  le  UeraroQ  preso  ala  presencia  de  Muhiaraad  9  que  mandó  eor- 
Urie  loego  la  oabexa,  y  arrojarla  por  el  muro  á  los  afiricanos  que  ya 
Mtík  salido  de  la  dudtád.  Ctiando  vieron  la  desgracia  de  su  caudillo , 
imniando  sedientos  de  sangí'e  y  de  venganta ,  eiigi(Nron  por  su  caudillo 
j  terríUe  vengador  á  Suleimau  ben  Alhakem  ben  Sttleiman  bcn  Anasir , 
prioio  del  sin  ventura  ben  Suleíman  Anásbr :  este  caudillo  considerando 
fie  sos  faenas  íio  bastaban  para  mantener  cercada  la  dudad  ^  y  resis- 
tir álos  de  Miriiaraad ,  levantó  el  campo  jueves  dia  5  de  Xawal  de  este 
100999.  Dice  Homaidi  que  antes  departir  entró  por  fuerza  en  Córdoba 
d  dia  6  de  Xawál,  y  luego  se  vio  fonado  á  salir  de  ^a  y  partió  á  las 
fronteras  de  Galicia ,  y  concertó  con  el  conde  Sancho ,  rey  de  los  cris- 
timos,  qae  le  ofreda  su  amistad  y  le  daria  derlas  fortalezas  de  aquella 
frontera  si  le  nyudaba  contra  Mtibamad  qne  se  ttanaba  rey  de  Córdoba. 
Otorgadas  sus  avenendas,  vino  Soleitnan  con  ayuda  dé  caballeros 
eríitianos,  gente  ínoy  escogida,  á  las  cercanías  de  Córdoba.  Muhamad 
hiego  sapo  ki  venida  de  estas  huestes,  y  salió  con  muy  poderoso  ejér- 
cito oon¿a  ellas ,  y  á  mediados  de  la  luna  de  Rebie  primetu  del  año  400 
se  eocontraroQ  en  Gebal  Quintos,  y  trabaron  cruel  batalla  que  prind- 
piaron  los  aoddnces  eon  su  cabaUeria.  La  pelea  fué  atrot,  y  en  pocas 
Inras  quedaron  t^ididos  en  el  campo  vdnte  mil  cordobeises  entre  muer- 
tos y  heridos.  Cuenta  Hayan  que  en  esta  bataSa  hidK>  de  morir  Abu 
Otman  ben  Algenr  de  Córdoba,  que  entró  en  la  pelea,  y  no  pareció 
(kspnes  vivo  ni  muerto;  dice  qne  la  batalla  fué  en  dia  sábado  á  mediados 
fcReMe  prUoera :  y  lo  mismo  acaedó  en  día  al  iradr  Aly  ben  Fath  de 
Córdoba ,  insigne  poeta ,  qne  nunca  mas  pareció.  Huyó  Muhamad  con 
hs  rdiqaiaa  de  su  hueste,  atravesó  k»  montes  y  pasó  á  los  campos  de 
Criatrava,  y  á  tierra  de  Toledo,  donde  era  wali  sü  hijo  Obeidria  :  por 
Biedio  de  este  boseó  también  el  auxilio  de  tos  eristíanos  de  España 
orientad,  y  concertó  por  dinero  que  le  ayudase  el  conde  Bermond  y  el 
conde  Armengndi ,  y  vinieron  eii  su  ayuda  con  sus  gentes  estos  esfor- 
ndos  caudiDos  de  Afranc.  Detúvose  Mvdiamad  en  Toledo  en  estas  nego- 
rtaeicñnes  mm  de  seis  meses. 


384  mnotttk  w  iK  nomMam 

CAPITULO  CVL 

D«  8al«lnian  AlmogUln  Bita. 

■  * 

Soleiman  despaes  de  la  venturosa  y  sangrienta  batalla  de  Qoiatos 
pasó  coa  su  ejército  vencedor  á  Córdoba  :  los  de  la  dudad  queriaa  opo- 
nerse á  su  entrada ;  pero  por  consejo  de  Wadha  d  Alameri  se  abrieron 
las  puertas  al  yencedor.  Suleiman,  desoonflando  con  naom  de  los  yeci- 
nos  de  la  gran  ciudad,  asi  por  la  enemislad  antigua  con  sus  africanos, 
como  por  el  terrier  y  odio  que  habia  producido  la  rédenle  malansa  de 
Gebal  Quintos ,  y  por  causa  de  sus  auxiliares  crístianoa,  acordó  con  el 
mismo  eslayo  Wadha  que  mantuyiese  la  ciudad  en  quietíid  pretextando 
que  no  entraba  por  no  molestar  al  yecindario  con  tandesagradablesboéi- 
pedes ,  y  con  otras  excusas  aparentes  de  conyenienda*  Estoyo  con  sos 
huestes  en  las  cercanías  hasta  el  dia  15  de  Rebie  postrera  del  año  400, 
en  este  día  entró  en  Córdoba  con  su  caballeria  aflricana  y  fué  aelamado 
Sulciman  y  apellidado  Almostain  Bila.  En  este  mismo  tiempo  fué  úespe- 
dazado  por  el  populadlo  de  Málaga  Gbalaf  ben  Mesaudi  el  Hayawi, 
llamado  Aben  Omaina ,  que  en  varias  partes  de  Andalucía  el  p«eblo  se 
leyantó  contra  los  africanos,  que  Chalaf  les  pidió  que  le  dejasen  hacer 
su  oración  con  dos  postraciones ,  y  que  se  lo  permitieron ,  y  antes  que 
la  acabara  le  rompieron  la  cabeza  con  una  piedra :  asi  lo  cuenta  Hayan. 
Pasaba  Suloiman  lo  mas  del  tiempo  en  Zahráy  alli  tenia  sos  auxiliares. 
Mudó  los  alcaides  de  algunas  fortalezas,  y  puso  otros  de  su  conianza : 
visitaba  las  dudades ,  y  bada  justicia  en  ellas,  y  estaba  en  continua  agi- 
tación, y  siempre  desconfiado  de  la  gente  d^  Córdoba.  Seguían  su 
bando  todos  los  pueblos  de  las  fronteras  y  tierra  de  Toledo,  y  desite 
Tortosa  en  oriente  de  Espada  basta  Alisbona  en  su  ocddente.  Entre  los 
caballeros  de  su  guardia  africana  estaban  dos  ilustres  caudUlos  muy 
mozos  llamados  Aly  ben  Hamud  y  Alcasim  ben  Hamud  ben  Memán, 
ambos  hermanos  y  de  la  familia  real  de  los  Edrises,  á  estos  puso  en  los 
gobiernos  de  Algezira  Alhadrá  al  menor ,  y  en  el  de  Gebta  y  de  Tanja 
al  mayor ,  y  asi  en  otras  dudades  á  otros  caudillos  de  su  parcialidad. 

Por  suscitar  discordia  entre  los  africanos  hubo  qiúen  propuso  á  Me- 
man ,  primo  de  Suleiman ,  que  se  alzara  contra  A ,  que  dios  le  ayuda- 
rian ,  y  que  toda  la  tierra  estaria  en  su  favor  por  ser  Suleiman  tan  abor* 
recido.  Entendió  Suleiman  estas  conjuraciones ,  las  averiguó  y  cortó  las 
cabezas  á  cincuenta  de  los  principales  sediciosos :  a  su  primo  Meruán 
puso  en  una  tone.  Se  indispuso  Suldman  con  los  eslavos ,  porque  estos 
maliciosamente  le  propusieron  que  degollase  á  los  cristianos ,  y  ganaría 
el  amor  y  confianza  de  bis  pueblos  de  Andalucía ,  que  al  fin  enn  sos 
naturales  enemigos :  pero  Suldman  afeó  sus  propuestas ,  y  dijo  que  no 
podía  ni  quería  faltar  á  naclie  t^  seguro  y  palabra  dada ,  y  mudio  menos 
á  los  que  tan  bien  le  habían  ayudado;  pero  recelandk)  que  contra  su 
voluntad ,  los  suyos  instigados  do  facciosos  los  ofendiesen ,  los  despidió 
con  muchas  dádivas  y  mayores  promesas.  También  resistió  Suldman  á 


MS  LOS  ÁRABES  EN  ESPAfU.  2SS 

Itf  JiirioaKíoiies  y  porfiados  ruegos  de  Wadba  el  Alameri,  que  le  des* 
cnkríó  el  secreto  de  la  vida  del  rey  Htxém ,  y  le  aconsejaba  qae  le  ma- 
nifestase al  pueblo  y  le  colocase  en  el  trono,  en  lo  que  ganaría  la  afee* 
doo  de  todos  ks  buenos  nrastnncs ;  dicen  qoe  Suleiman  le  respondió : 
Wadha,  macho  lo  deseo ,  pero  no  es  tiempo  de  ponernos  en  tan  débiles 
■aw :  déjale  estar,  que  ya  llegará  su  hora :  y  solo  mudó  de  lugar  y 
cvoelero. 

Bd  esto  Tino  nuera  de  la  llegada  de  Muhamad  con  escogida  gente  de 
tierra  deToledo,yalenciayMorday  de  los  cristianos  de  España  oriental : 
era  h  hueste  de  Mnfaamad  de  treinta  mil  muslinies  y  nueve  mil  crístia- 
B06.  Í4iogo  partió  Suleiman  con  su  caballería  africana  y  sus  gentes  de  Al- 
iwbey  deMérida,  y  aunque  el  nnmerode  sus  enemigos  era  cuasi  doble  que 
1»  de  su  ejército,  habiéndolos  encontrado  á  diez  míDas  de  Córdoba , 
b  aoometjó  con  su  acostumbrada  intrepidez  en  un  campo  llamado 
AdMalbacar,  y  pelearon  con  mucho  valor  sos  gentes  todo  el  día;  pero 
ila  eaida  del  sol  cedieron  campoá  las  numerosas  tropas  de  Muhamad, 
7  faioncidos  los  de  Suleiman  de  la  venida  de  la  noche  dejaron  el  campo 
delnialla  y  huyeron  á  Zahra  ,que  noosó  Suleiman  entrar  enCórdolrái. 
Bioogió  los  tesoros  que  alli  baMa,  y  los  africanos^  que  no  pensaban 
fvediúr  mas  tiempo  en  Andaluda ,  robaron  contra  la  voluntad  de  Sulei- 
naa  el  akAzar  y  la  principal  mezquita ,  y  se  llevaron  lámparas  de  oro 
f  pbta ,  cadenas  y  coronas  preciosas,  y  ricos  pañ«B  y  pedreria  de  algu* 
Bas  casas  principales.  Lo  que  estos  no  pudieron  llevar  lo  robaron  des- 
pocs  los  de  Muhamad  y  los  cordobeses  que  entraron  en  aquellos  alcá- 
zares. Suleiman  á  largas  jornadas  se  retiraba  hada  AIgczira  Alhadrá 
ott  ánimo  de  pasar  en  África.  En  esta  sangrienta  batalla  de  Aebat  al- 
ocar murió  peleando  al  lado  de  Suldman  ben  Alhakem  el  noble  y  vir- 
tooso  caballero  Aboala  ben  Abmed  ben  Kindi  de  Córdoba ,  el  conocido 
por  el  Taital ;  también  murió  peleando  al  lado  de  Suleiman  el  mocrí  de 
ia  aljama  de  Córdoba  Suldman  ben  Hixém  ben  Walid  ben  Colaib ,  y 
Alimed  ben  fieril  con  su  señor  el  mocri  Aben  el  Camer.  Esto  era  el 
>«)  400 ,  y  también  murió  en  aquella  batalla  Abdala  ben  Abdelazíz 
<ie  Córdoba,  cadi  de  Elbira,  y  el  ingenioso  poeta  Muhamad  ben  Me- 
rM  el  Bacheni ,  que  fué  tan  íav<^ecido  de  los  reyes  de  este  tiempo ,  y 
Htt  gradoaas  poesías  las  ddidas  de  Andaluda  i  venia  en  la  hueste  de 
Hahamad^  y  esta  sangrienta  bataUa  de  Acbat  albacar  y  el  año  400  se 
boaroQ  «1  ado  de  los  francos  por  los  que  vinieron  en  aquella  hueste. 


CAPITULO  CVIl. 

1)9  U  kaUlla  de  Ouadiaro,  y  muerte  de  Mahamad. 

MohaoMMl  entró  en  Córdoba  después  de  su  victoria ,  y  fué  recibido  en 
Qa  con  adaoMCÍones  de  triunfo ,  llamándole  el  pueblo  su  vengador  y 
ilMTtador.  Nombró  al  edavo  Wadha  el  Alameri  hagib  de  su  casa  por 


286  USrOBU  DA  lA  BOMllfáGiail 

L»  oonfianias  <pie  le  merecU  :  no  te  4o(aTO  en  Górdoka  «asde  doi 
dia£f ,  j  mrtió  coa  teda  su  geato  sigaiendo  el  alcance  de  k»  africaaoi. 
ÜsMÁaii  esios  acampados  en  las  riberas  dd  Wadiaro  e&  caiD|Nis  de  Al* 
gezira.  Con  el  orgullo  de  la  pasada  Tietaria  Mnhamad  les  aeoMelióúi 
da^  tiempo  al  de^anso  de  sus  tropas  :  esto  hizomasventorosa  la  suerte 
deSuleiman^  queyiendoestaooasioiideTeDgaazaydepfobarfcrtaiiii 
animó  á  sus  africanos ,  didéndoles  :  Forzados  estamos  ¿  peleur  hasta 
vencer  ómorir :  no  hay  otra  esperania cfue la  denueslrasespadas^f 
asi  antea  de  rendir  el  cueUa  &  noestiw  enemigoa  morir  Tengados.  Q^ 
dénosos  haces  y  acoanetieron  con  desesperado  ánimo  %  loada  Mniumad 
pelearon  con  mucha  constancia  ^  pero  no  pudieron  Desistir  el  impeta  de 
los  caballos  africanos  mas  desoaiosados  que  los  suyos.  AsütuéqueSató- 
man  ronoqnfr  y  desbarató  la  hueste  da  Muhamad,  que  ^ohñó  bákj 
huyó  espardik  h&eia  Córdoba.  iSuleiman  siguió  el  atomce  hasta  Issca^ 
canias  de  la  ciudad ,  yMuhamadentrócneUaeOBpocosdesugDSidia, 
y  pocos  dias  deqmes  llegaron  sus  (tigitivas  trepas  y  auxiliares  crisüsiios. 
Muhamadpara  defenderse  torneó  los  muros  de  Córdoba,  y  lepsrósos 
t(»Tes9  y  abrió  un  profundo  foso  al  oontomo  de  la  ciudad.  Bl  edito 
Wadba  su  hagib  era  toda  su  ooi^anaa,  y  mandaba  con  absoluto  poder 
en  todo :  los  Yednos  trabajaban  de  día  y  <te  oodie  en  las  IbvtiiieackNK^ 
los  prindpales  cargos  se  daban  á  los  ¿lavos  y  Alameries  po»  el  hagib 
Wadha ,  el  rey  Muhamad  no  osaba  oponerse  á  sus  propuestas.  Lossabka 
y  la  gente  principal  estaban  descontentos  de  la  prqioleBcia  de  los  esh- 
vos ;  la  gente  menuda  cansada  de  las  fatigas  continuas  quo  la  oprimiaB , 
y  losesbvos  que  seguian  el  aire  de  la  fortuna ,  que  ya  era  oontrami 
JMEubamad^le  prindpiaronáhacero^Hoso.  Le  aconsejaron  que  fajciesesaiir 
de  Córdobaámuchosprindpalesjequesy  waziresconprefextosdedisav- 
sos  sedidosos,  de  supuestas  conjuras ,  y  de  desafectos  ¿  so  bando.  Esb 
luna  Sylcada  de  este  ado  400  falledó  en  Córdoba  Snleiman  ben  Abdel- 
gaGr  Bengmél  d  Qmeya ,  elFire»,  hombre  de  sadta  yida ,  yesfort«k) 
frontero  en  su  mocedad ;  estaba  ya  dego ,  de  vie|o  y  de  llorar  por  tesior 
de  Dios  :  habia  naddo  el  ado  301 ,  y  tenia  ya  noventa  y  ocho  atoy 
medio,  poca  mas :  fué  su  antieno  mas  acompailado  y  llorada  del» 
pobres,  (kienla  Abu  Hayan  que  murió  dia  doomga,  siele  dios  pr 
andar  do  la  luna  do  Bylcada  ^  que  fuéentemdo  lunes  siguiente  en  Ma^ 
bora  del  arrabal  despu^  de  ázala  alasar :  que  ol  aoompadandento  üié 
muy  grande,  qop  no  se  vio  otro  igusi  en  Córdoba  :  que  asistió  cea)» 
prindpales  del  estado  el  califa  Muhamad  ben  Hixém  el  Mbhdí ,  que  hiio 
oración  por  él ,  y  fué  asesinado  diez  y  nueve  dias  después.  Dios  le  haja 
perdonado.  Al  mismo  tiempo  persuadieron  al  caudillo  de  los  cristíaiKS 
Armengudi  que  sacase  sus  gentes  de  Córddia,  porque  el  rey  Mohamad 
trataba  de  faltarles  al  seguro  y  con  pretexto  de  revuelta  popular  desar- 
marlos y  quitarles  hi  vida,  filccistiano  da  despredar  este  aviso ,  á  pesar 
de  las  protestas  y  seguridades  de  Muhamad  se  despidió  con  varias  ex- 
cusas, y  partió  ásu  tierra  con  cartea  para  Obeidak  et  waMde  TdMIp 
para  que  aHegase  sus  gentes  y  sin  diladon  vinieseá  socorrer  á  Córdoba, 
que  estaba  cercada  do  loa  afrioanos.  Escrfliió  taátbioD  áf  los  wafies  de 


DK  LOS  ÁRABES  £»  £BPAftA.  W 

MUb  j do  Zmgofli,  y  á  los  alcaides  de  las  fronl^iis;  pero  todos  se 
eioBsbaii ,  y  d  poeMo  estaba  persuadido  que  sus  cosas  iban  mal  por 
Jübofie  aliado  con  infieles ,  y  en  todas  partes  le  vituperaban  por  esto,  ik 
otinacioii  y  amor  del  puebk)  ya  al  aire  de  la  fortuna,  no  abona  ni  cali- 
kk  iasaopioaes  sino  por  los  sucesos :  el  malvado  que  vence  es  un  héroe ; 
d  iMNnbre  )iBto  y  bueno  vencido  es  un  infame  y  digno  de  un  patíbulo. 

ios  africanos  llegaban  con  sus  algaras  á  las  alturas  ó  alxarafes  de 
Qnloha,  mudios  vednos  principales  desaparecían  de  la  ciudad ,  y  se 
pniM  al  campo  de  Sulefanan.  Mubamad  veía  que  la  fortuna  le  aban* 
AMba,  qse  coanfosu  partido  se  disminuía,  el  de  su  enemigo  se  acre- 
eatoba,  (|ue  so  miaiía  guardia  estaba  dividida  y  en  discordia.  En  esta 
oenoB,  en  que  falto  de  consejo  no  sd)ía  qué  hacer  ni á  quién  acudir, 
dedivo  WaAa  Alameri  aprovechó  esta  ocasión ,  le  aumentó  d  temor  ; 
li  degoottfianaa  de  BUS  guardias ,  le  iosmuó  sospechas  y  secretas  conju- 
nckmes,  y  en  fin ,  á  persuasión  de  este  hagib ,  como  el  absoluto  dueüo 
de  Córdoba ,  sin  esperar  especial  mandato  de  Muhamad ,  sacaron  al  es- 
coodidorey  Hixém  d  Muya^  dei  si|  prisión  día  domingo  7  de  la  luna 
de  Djlhagia  ailo  400 ,  y  le  presentaron  al  pueblo  en  la  macsura  de  la 
pvide  itKima.  Toda  lat  ctvdad  se  conmovió  al  oir  que  su  rey  Hixém 
^i>ia,  y  al  verle,  á  todos  parecia  un  sueño  cuanto  por  ellos  pasaba. 
Acudió  ^UQCPso  gentío  delante  de  la  mezquita,  y  el  eslavo  Wadba les 
peseotó  su  rey ,  y  le  adamaron  con  las  inas  sinceras  demostraciones  de 
alegría  yle  acompañaron  con  estrucndpsa  algazara  á  su  alcázar.  Mu- 
hamad confiado,  en  los  eslavos  se  ocultó  en  el  alcázar  ^  pero  d  dia  de  la 
pascaa  de  las  Victimas  á  10  deDilba^iá  el  eslavo  Anbaro  Ic  presentó  á 
los  pies  del  trono  del  rey  Hixém ,  que  poco  antes  había  ocupado^Le  re^ 
prendió  d  rey  con  aspereza  sc^  dcsiealtad,  y  le  dijo  :  Ahora  gustarás  él 
amargo  fruto  de  tu  desmedida  ambición }  y  mandó  que  allí  le  cortaran 
la  (aboza,  y  tm  wazir  la  llevó  por  las  calles  en  la  puntado  su  lapza 
^^(>niendóá  caballo.  £l  cuerpo  fué  arrojado  en  la  plaza  y  despedazado, 
Já  los  tres  días  lo  enterraron  en  el  patio  de  una  mezquita.  Mandó  el 
^7  que  cnTÍascn  la  cabeza  de  Muhs^mad  á  su  rival  Suleiman  que  estaba 
tuCitawa,  creyendo  el  rey  Hixém  que  esteescarmiento  le  intimidase  y 
pusiese  en  su  obediencia.  Fué  el  mando  de  Muhamad  desde  que  se  le- 
vantó hasta  que  fué  descabezado  die;;y  seis  meses,  de  esta  suma  los  seis 
oiesos  estuvo  Suleiman  en  Córdoba  y  sus  cercanías ,  y  Muhamad  estuvo 
^  Toledo  y  en  sus  fronteras  :  se  le  apellidó  el  Mohdi ,  y  después  de  la 
(llalla  de  Acbat  albocar  Adafir ,  y  comunmente  Abiil  \f  alid ;  la  madr^ 
que  le  parió  se  Damaba  Mozna  .-  tuvo  un  hijo  llamado  Abdala  que  murió 
aoüfsqueél,  y  no  dejó  sucesión  .-  había  nacido  el  año  366. 

Recibió  Suleiman  la  cabeza  de  Muhamad  como  un  precioso  presente,  y 
*^biendolospreparativos  deObeidala  en  Toledo  para  venir  contra  él,  tomó 
"<'as¡on  de  este  suceso  para  suscitar  este  nuevo  enemigo  al  rey  Hi^éii^ 
V  a  sus  cordobeses ,  y  la  canforó  y  envió  á  Qhpidala  esta  cabeza  y  diez 
mil  mitcales  de  oro ,  y  le  escribió  16  que  posaba  ^n  Córdoba  diciéndole : 
V«  paga  d  rey  Hixém  á  los  que  le  síryeny  le  resUluycnd  trono  j  esa  es 
U  cabm  de  Muhamad  tu  padre ,  guárdate  de  caer  ed  manos  de  este  in- 


388  WSSOMk  DE  LA  DOlUNAClOli 

gratoy cruel tfrano,  si  descasta  segoridad  y  yengaiuHi  seiéltt  eompaAero 
Sideiman.  Recibió  Obeldala  la  cabeza  y  tan  infaostas  nueras,  y  se  Ueoó 
de  pesar ,  y  la  carta  causó  en  su  animo  el  efecto  que  SuleimaB  esperaba. 
Enterró  con  gran  pompa  la  cabeza  en  el  patío  de  la  mezquita  mayor ,  y 
escribió  á  Suleiman  sus  cartas  de  amistad  y  de  odio  eterno  al  rey  Hixtei. 
En  el  dia  7  de  la  luna  de  Giumada  primera  falleció  en  Górdete  d 
sabio  Ahmed  ben  Abdelmelic  ben  Haxem,  cadi  de  aljama,  presenció  su 
entierro  en  Macbora  ó  cementerio  Coraixi  el  hagib  del  rey  Hixém 
Wadha,  oró  por  él  cadi  Abu  Becri  ben  Wafid,  le  kvó  Aba  Omar  ben 
Afif ,  y  estuvo  en  él  toda  la  ciudad.  Este  año  401 ,  en  esta  misma  lona 
dia  jueves  por  la  noche ,  diez  días  pw  andar  de  ella ,  faUeció  Yabye  ben 
Amor  ben  Huscín  ben  Nabil  de  Córdoba,  hombre  sabio  que  habia  via- 
jado á  Oriente ;  y  fué  del  consejo  de  estado  por  el  cadi  Abui  Ates  ben 
Dhacuén ,  fué  enterrado  con  gran  pompa  después  de  anda  dealanr  en 
Macbora  Farénic, 


CAPITULO  CVIII. 

De  otroi  facetos  del  cerco  de  Córdoba » y  entrada  de  Wadba  en  Toledo,  y  de  Saleinun 

en  Górdolia. 

Confirmó  el  rey  Hixém  en  el  cargo  de  hagib  al  eslavo  Wadha ;  este 
caudillo  hizo  algunas  salidas  venturosas  contra  los  africanos  de  Sulei- 
man, y  sabiendo  que  el  wali  de  Toledo  venia  á  unirse  con  escogida 
gente  á  los  de  Suleiman ,  dejando  el  mando  de  la  gente  de  Córdoba  á  los 
caudillos  eslavos  Zahor  y  Anbaro  partió  á  tierra  de  Toledo  con  una 
buena  compañía  de  caballos ,  y  al  mismo  tiempo  solicitó  auxilios  de  laü 
fronteras  de  CastiUa ,  y  del  rey  de  los  cristianos.  Este  le  respondió  que 
'  Suleiman  le  daba  seis  fortalezas  en  su  frontera  porque  le  ayudase ,  pero 
que  si  le  diese  otras,  mas  qucria  ayudar  al  rey  Hixém  que  al  rebelde 
Suleiman.  £1  eslavo  Wadha  sin  esperar  la  voluntad  del  rey  se  concertó 
con  el  infiel^  y  luego  vinieron  contra  la  tierra  de  Toledo,  y  como  Obei- 
dala  hubiese  ya  salido  de  aquella  ciudad ,  Wadha  con  secretas  inteli- 
gencias ocupó  la  ciudad.  Obeidala  con  noticia  de  este  desmán  volvió  á 
buscar  á  sus  enemigos ,  y  en  cercanías  de  Maqueda  encontró  la  hueste 
de  Wadha  y  sus  auxiliares  los  cristianos  :  trabaron  sangrienta  batalla  t 
y  fueron  vencidos  los  de  Obeidala,  y  huyeron  hacia  Córdoba,  y  fueron 
alcanzados  muchos  caballeros  con  el  ivali  Obeidala,  y  entre  otros  Ma- 
hamad  ben  Teman ,  y  Ahmed  ben  Muhamad  ben  Wasim  de  Toledo ,  ca- 
ballero principal  y  muy  erudito.  Este  fué  puesto  en  una  cruz,  y  en  ella 
repetia  la  sura  Yax ,  y  los  soldados  le  hirieron  la  cara  con  sus  venablos, 
y  cayó  del  palo,  y  quedó  pendiente  de  la  cintura :  y  asi  murió  en  la 
luna  de  Reyeb  de  este  año  401 ,  según  cuenta  Hayan,  ó  en  Xaban  del 
mismo  año.  El  wali  Obeidala  entró  en  Córdoba  á  buen  recaudo,  y  luego 
mandó  el  rey  Hixém  descabezarle.  Estaba  este  wali  en  la  flor  de  su 
edad ,  y  cuando  el  pueblo  entendió  que  habla  sido  preso  en  pelea  contra 
cristianos  se  vituperó  al  hagib  Wadha ,  y  se  murmuró  del  rey  y  «te  sus 


DE  LOS  ÁRABES  £Ñ  ESPAÑA.  289 

cmADw, llamándolos  hereges  v  malos  nraslimes.  El  hagib  Wadha en- 
cargó  d  gobierno  de  Toledo  á  Aba  Ismail  Dttnún ,  jeque  muy  podc- 
rnof  noble  en  aquella  ciudad,  que  con  su  autoridad  y  riquezas  babia 
l^ado  su  entrada  en  Toledo.  Luego  se  vino  á  Córdoba  muy  cootento 
*eslos  sucesos ,  y  despidió  á  los  cristianos  dándoles  grandes  dádivas  y 
FoiDesas.  Recibióle  el  rey  Hlxém  con  mucba  bonra  y  le  concedió  para 
sos  eslavos  y  Alamcricd  alcaidías  y  tenencias  perpetuas  en  la  parte  me- 
rídíooal  de  España  :  los  gobiernos  de  Tadmir,  Cartagena ,  Alalfc ,  Le- 
cn( ,  Almena ,  Denia ,  Játiva  y  otras ,  y  confirmó  en  otras  á  los  que 
í»  Icnian. 

Soleiman  con  sus  africanos  talaba  los  campos  de  Ecija,  Carmona  y 
otras  poblaciones  de  las  orillas  de  Guadalquivir  y  cercanías  de  Córdoba. 
B  hagíb  Wadha  mandó  á  los  caudillos  Zahor  y  Anbaro  salir  contra  los 
africanos ,  que  pelearA  con  varia  fortuna ,  y  lograron  arredrarlos  hacía 
te  montes ,-  y  esto  dió^^n  desahogo  á  la  ciudad ,  en  la  cual  se  sentía 
pan  falta  de  provisiones ,  habia  hambre  entre  la  gente  pobre ,  y  se  ex- 
citó peste,  y  todos  temían  la  infección  y  contagio.  En  este  año  401 ,  día 
jueves ,  siete  días  por  andar  de  la  luna  Dylcada ,  falleció  el  Hafiz  Obeí- 
Wa,  el  Moaiti  \  de  Córdoba,  apellidado  AbuMeruán.  Fué  enterrado  en 
<")  arrabal ,  oró  por  él  su  tío  Obeídala  ben  Ahdala ,  por  comisión  del  cadi 
^  Wcfid  :  era  este  Hafiz  de  la  misma  noble  prosapia  de  Omaya  ben 
Abd  Shems. 

En  este  año  401 ,  dia  domingo  11  de  la  luna  Dylcada,  falleció  Ahmcd ! 
í>en  Aly  Arabai  d  Begani,  lector  que  habia  sido  de  la  aljama  de  Cór- 
<^.  Almanzor  le  encargó  la  instrucción  de  su  hijo  Abderahman ,  y 
(iespoes  le  hizo  cadi ,  y  d  rey  Hixém  acababa  de  hacerle  del  consejo  do 
'^(ado,  y  socio  del  cadi  Abu  Becri  ben  Wefid ;  habia  nacido  el  año  345. 
También  falleció  en  Córdoba ,  en  la  noche  del  miércoles  al  jueves,  cua- 
dro dias  antes  de  acabarla  luna  Dylcada  del  referido  año,  el  noble  caba- 
llero Admed  ben  Muhamad  ben  Abmed  ben  Saíd ,  conocido  por  Aben 
^ezír  el  Omaya.  Babia  sido  alcatib  del  cadi  Mondhir  el  Boluti ,  y  su  te* 
úeote  del  zoco  :  murió  de  peste  en  su  palacio  Moqueiz  donde  moraba  ; 
fué  su  féretro  acompañado  de  toda  la  nobleza.  AI  principio  de  esta 
oúsnia  luna  habia  muerto  el  prefecto  de  los  arquitectos  de  la  aljama  y  de 
1^  casa  real  de  Córdoba  Abdala  ben  Said  ben  Muhamad  ben  Batrí ;  era 
^ahib  xarta  de  la  ciudad  y  de  sus  comarcas ,  fué  muy  sabio  y  estimado 
**  los  reyes. 

Sabia  Snleiman  el  estado  de  las  cosas  en  Córdoba,  y  el  descontento  de 
I»»  nobles  por  la  prepotencia  de  los  eslavos  y  Alameries,  y  que  el  rey 
'i(v:onfiaba  de  sus  parientes  y  de  sus  mas  leales  servidores.  Por  no  per* 
^  tan  favorable  ocasión  escribió  á  los  walies  de  Calatrava ,  de  Wa- 
^jara  y  de  Medina  Sclim  y  al  de  Zaragoza,  que  si  le  ayudaban  con- 
^  Ins  eslavos  que  tiranizaban  á  Córdoba  y  otras  ciudades ,  ellos  tendrían 
)ur  joro  de  heredad  sus  gobiernos  y  alcaidías.  Convinieron  estos  vralics 

^Mtnun  los  6«Be«logiüt;i8  árabes  Ue  esM  c«M  Moatii  h«»l«  üíei  y  s«is  olraelOB  en  linón 
^  <' .  »ia  ibiervalo  ni  falu  «Iguua. 

10 


m  HISTORIA  w  u  DomsiAaw 

coa  Soleiisfifi  V  le  eoviaroo  «mbanderM  coofleiito4oiiMydeiei* 
bailo.  Guando  Wadha  el  bagib  supo  que  yeuian  contra  cUoskw  walie^de 
Empana  orieotal  dio  eoenta  al  rey  Hixém  de  eitas  asonadas  de  gncm  y 
grandes  movimientos  de  las  jNrovincías ,  y  persuadió  al  rqr  que  eseri^ 
hicse  unas  cartas  para  Ahr  ben  HannM ,  d  w«li  de  Cebta  j  Tanja,  j 
para  su  hermano  Alcasim  nc»  Hamud,  el  wali  de  á^lgcdra  AJbadráy  «fe 
Málaga  :  que  sabia  que  estaban  desavenidos  con  Sideiman  :  ofreciaiet 
grandes  partidos  si  venían  con  lodo  su  poder  en  su  ayuda,  y  aun  to 
decía  aue  si  la  fortuna  les  fuese  venturosa ,  haría  al  mayor  de  ellos  au- 
ccsor  futuro  del  trono.  Escritas  las  cartas ,  el  bagib  no  las  envió ,  y  las 
guardó  para  otra  ocasioo  mas  oportuna,  tal  rúi  desoonüaiido  eolonees 
de  aquel  recurso. 

Pasó  el  año  402  ^  sufriendo  la  tierra  de  Andalucía  los  eatvagas  da  b 
peste  y  las  molestias  y  aflicciones  de  la  guerra  ^ípril*  Faltaban  en  Có^ 
doba  las  provisiones,  cundíanlos  males  y  el  g^ral  d0scontentD  se  au- 
mentaba. El  pueblo,  que  siamprc  murmura  de^obiomo,  en  estos  apu- 
ros y  calaibidades  viene  á  ser  insidente  y  furioso.  I/)a  vedóos  ({Sd 
podían  se  retiraban  do  Córdoba ,  y  se  buian  á  las  sierras  y  poblacíooi» 
cortas.  Por  medio  de  estos  mantenía  Suleiman  inteligencias  oon  aignooi 
vecinos  y  y  de  estos  cuentan  que  fué  también  d  bagib  Wadba  d  eslavo, 
lo  que  parece  incrcible.  Avisaron  al  rey  Hixém  que  su  hagib  coBraiú- 
caba  con  los  enemigos ,  que  meditaba  entregarles  la  dudad,  £1  r^  lo 
creía  tpdo  y  de  todo  temía  :  mandó  pender  al  leal  bagib  y  le  mando 
cortar  la  cabeza  por  haberle  bailado  las  cartas  que  el  rey  había  escnti) 
para  los  de  Bcni  Hamud ,  y  en  una  hora  de  cólera  desgraciada,  olvidó 
los  buenos  servicios  de  muchos  anos.  Nombró  el  rey  Bixém  por  so 
bagib  al  gobernador  de  Almería  Hairan ,  caudillo  de  mucho  valor  j  pro 
dcncia ,  el  mas  á  propósito  para  salvar  al  rey  Uixém  sí  su  fortuna  oo 
hubiese  ya  llegado  al  último  plazo.  Era  Hairan  de  los  eslavos  y  AJaoM^ 
ries ,  y  fu¿  el  último  que  le  sirvió.  Algasenia^  célebre  noetisa  de  fia- 
geqa ,  hizo  una  larga  casida  de  elqi^aotes  versos  en  elogio  de  Hairan, 
señor  de  Almería  y  bagib  del  rey  Hixém «  que  se  la  presentó  en  osle 
tiempo  y  fué  muy  aplaudida  de  los  buenos  ingenios  de  eaUm^-  ^ 
benigno  y  generoso  ,'j  pudo  contener  ^unas  órdenes  uránicas  delrcfi 
que  desconfiaba  de  todos  los  principales  de  la  ciudad ,  y  no  pcrmítia  (f^ 
se  juntasen  sino  en  las  mezquitas ,  sospechando  conjuras  eo  las  iubi 
inocentes  reuniones  de  los  vecinos.  Esta  pública  opresión  y  general 
descontento  favorecía  á  Sulciman ,  que  estaba  ya  en  Zahra  coa  numerosa 
hueste ,  y  puso  á  la  ciudad  riguroso  cerco.  Hairan  animó  á  sns  guardias 
y  á  la  gente  del  pueblo  para  defender  al  rey  y  á  la  ciudad ,  pero  sus 
exhortaciones  y  esfuerzos  aprovecharon  poco  :  hizo  por  su  parte  ci)mo 
buen  caudillo ,  pero  no  se  conserva  una  ciudad  que  no  quiere  guar- 
darse. En  tanto  que  Hairan  con  sus  guardias  peleaba  en  rechazar  á  k« 
afk*icanos  que  allanaban  el  foso  por  las  puertas  de  la  axarquia ,  los  éfá- 
contentos  en  la  ciudad  peleaban  con  las  tropas  fieles  al  rey  que  defeo- 
dian  la  segunda  puerta.  Avisaron  al  hagib  Hairan  de  este  al¡bMt)(o,  v 
M  foraoio  acudir  á  eonlMier  eate  peligroso  desorden  y  reprimir  ^  ^ 


donamlados.  Cnaado  llegó  Hairan  ya  habian  dado  entrada  á  los  enemi- 
gos :  oonió  este  caudillo  con  sas  tropas  y  yecinos  fieles  á  oponerse  al 
paso,  y  se  renovó  una  sangffeuta  pelea  qi^e  duró  gran  parte  del  dia ;  los 
oemigos  se  apoderaron  de  todas  las  torres  y  fortalezas  deja  dudad :  el 
etfonado  Hairan  cayó  herido  entre  los  mas  leales  y  valientes  caballeros 
íb  Córdoba,  que  defendieron  hasta  morir  la  entrada.  Los  africanos  hi- 
oeroD  emel  matanxa  en  el  pueblo ,  y  eSos  y  su9  auxiliares  saquearon 
por  tres  dias  la  «udad  sia  perdonar  á  los  de  uinffitii  partido  -  e|  docto 
y  docnml»  orador  Mubavad  Casim  el  Halati  Aie  do¿(41ado  cm  inhu* 
ottoidad  en  su  propia  casa ;  y  Chalaf  bj^  Salem»  beo  Chamis  de  Cór^ 
<bba,  DBo  de  los  odules  ó  jurados  de  la  ciudad ,  fu¿  degollad^  eu  siicasa , 
7  eotorado  sin  compadía  ni  oraaou  en  la  macbora  de  BeQ  Abfta.  Fué 
este  dia  despedazado  en  su  casa  Abu  Saleina  e|  JSahid,  imam  de  la  mes- 
quita  Ain  Tar,  y  el  sabio  Ayúb  Rucb  Bono ,  y  Said  \mn  j^ondir,  hijo  de) 
cidi  de  la  aljama ,  ftió  cruelmente  muerto  :  y  Muhamad  beu  Abi  Siar^ 
edaro  de  la  guardia  do  Híxém,  pereció  despedazado  en  su  casa  t  la 
Kaia  suerte  tuvo  Abdala  ben  Husein  llamado  el  Gárboli ,  aabio  arqof- 
iectode Córdoba,  que  habia  oonstruido  en  ella  muchos  reales  edificios, 
J  otras  autchas  obras  de  uiAidad  pública  :  le  despedazaron  Iqs  bárbaroi 
en  esta  su  hoatible  entrada  en  Córdoba,  dia  Iuqü»  $  de  la  |im«  de  ^vAl 
<U  ato  403 ,  y  oienta  el  Badalyo»  que  estuvo  brea  dm  W  ei^terrar, 
que  al  fin  lo  llevaron  á  Macbora  Om  Salina ,  y  se  le  enterró  sin  l^var, 
áiaasortajar,  ni  oraciones,  por  la  gran  confusión  y  aflicción  de  las  gen* 
tes  que  en  estos  dias  de  juicio  sufrieron  saqueos  y  violeqctai  da  tuda  es<- 
pede, 

Ea  el  día  oúsmo  da  la  entrada  se  apoderó  Suleiman  4d  alcáaar,  eo 
cuyas  puertas  cayó  herido  el  hagib  Hairan  Alamerí ,  y  quedó  eubíerlo 
^  cadáveres  de  otros  esforzados  y  notdes  caballero»,  Hairan  volvió  eo 
ú  en  la  oscuridad  de  la  noche,  las  tropas  todas  entregadas  al  t^  no 
yodieron  estorbarle ,  anduvo  buscando  la  casa  de  algtm  vednQ  que  te 
iflogiese,  huyendo  de  los  soldados  que  en  tropas  ourrian  por  la  dudad , 
y  eo  casa  de  un  pobre  y  iHmrado  vecino  fué  aniparado ,  y  dlí  deseono- 
cído  curó  de  sus  heridas.  Fué  adamado  Suleiman  con  el  titulo  de  Ado- 
br  Bihulala.  Los  eslavos  y  otros  honrados  servidores  dd  rey  Hilan 
nplíearoD  por  él  á  Suleiman :  lo  que  imso  de  él  se  ignora ,  pues  uuncn 
ttas  pareció  vivo  ni  muerto ,  ni  dejó  sucesión ,  sino  de  calamidades  f  dífr* 
cordk  ovil.  Los  bárbaros  asesinaron  en  sus  casas  á  nuiohos  nobles 
i^V^^  7  eotre  otros  al  eshivo  Muharaad  ben  Zeyad,  que  habia  sido 
Snn  privado  del  rey  i  atropellaron  los  haremes  de  loa  princípalfis  se* 
tees  de  Córdoba ,  y  es  to  los  hizo  mas  odiosos  que  todas  sus  oraeldades  • 


:^92  mSTOfUA  D£  LA  DOMlPIAGiOfi 

CAPníJLO  CIX. 

Del  gobierao  del  rey  Satetmen,  |  noera  guerra  cttil ,  y  otros  sucesos. 

Sosegadas  las  cosas  do  Córdoba ,  despidió  á  los  auxiliares ,  oonOma- 
ron  9aA  avenencias,  y  partieron  á  sos  proTÍncias.  Depaso  Snldmao  á 
muchos  Alameries  de  sos  cargos  j  gobiernos  y  los  dio  á  los  jeques  y 
caudillos  de  sus  alcabilas  de  africanos.  Hizo  yenir  á  Córdoba  ¿  su  padre 
Alhakem,  que  había  sido  wali  de  Cebta  en  tiempo  del  rey  Hixém,  y  es- 
taba retirado  del  mundo  en  yna  soledad :  puso  por  su  wadr  en  Sevilla 
á  su  hermano  Abderahman  \  confirmó  en  su  destino  de  cadi  de  Cebla  su 
patria  á  Jusuf  ben  Hamud  el  Sadfi ,  varón  insigne  por  su  ingenio  y  au- 
dición ,  tenia  un  huerto  que  cultivaba  por  sus  manos  y  en  él  habia  toda 
especie  de  plantas.  Al  hagib  Almanzor  Abu  Mozni  Zawi  ben  Zeirí  foco 
Menad  de  Sanhaga  le  dio  el  gobierno  de  Caruata :  en  premio  de  sus  ser- 
vicios dio  al  caudillo  Abu  Ciafar  Ahmcd  ben  Said ,  conocido  por  Aráb, 
la  ciudad  de  Santa  Maria  de  Algarbe,  puerto  de  Ocsonoba  sobre  la  costa 
del  mar  Océano  occidental.  A  todos  sus  secuaces  hizo  mercedes  y  dio 
posesiones  y  tenencias  por  juro  de  heredad^  con  reconocimiento  dehome- 
nage,  fidelidad  y  obediencia,  y  venir  á  su  servicio  cuando  los  Ikroase. 
Componían  estos  arrícanos  seis  alcabSas  ó  tribus ,  y  el  rey  dio  á  cada  una 
ciertos  lugares. 

En  el  año  de  404  Aslao  ben  Razin  pobló  y  reedificó  el  fuerte  y  h 
puebla  de  Santa  Maria  de  Oriente ,  que  de  su  nombre  se  llamó  Santa 
Maria  de  Aben  Razin.  Raxid  ben  Ibrabim  de  Córdoba,  hombre  sabio  y 
principal ,  que  vivía  en  la  gran  plaza  y  asistía  én  la  mezquita  Lait ,  sati^'i 
huyendo  de  los  bárbaros  al  Guf  y  le  asesinaron  en  el  camino.  El  csiavo 
Hairan,  curado  de  sus  heridas,  salió  secretamente  de  Córdoba,  y  se  anh 
paró  en  Auriola  en  casa  de  sus  amigos  y  parciales ,  y  auxiliado  de  dios 
con  gentes  y  muchas  riquezas ,  logró  entrar  en  su  ciudad  de  Almería. 
Su  nuevo  wali  Alafia  resistió  la  entrada  en  su  alcázar  veinte  días ;  pero 
fué  ocupado  por  fuerza,  y  arrojaron  al  mar  al  infeliz  caudillo  con  sus 
hijos.  En  el  año  405  pasó  Hairan  desde  Almeria  á  Cdita,  donde  era 
señor  Aly  ben  Hamud ,  y  le  persuadió  que  allegase  sus  gentes  y  viniese 
á  España,  y  unido  con  él  y  con  su  hermano  Alcasim  ben  Hamud,  señor 
de  Algecira  Alhadrá ,  y  con  ayuda  de  otros  Alameries ,  alcaides  de  las 
fortalezas  de  la  parte  meridional  de  España ,  lograrían  echar  de  Córdoba 
á  Suleiman  ben  Alhakem ,  que  reinaba  en  ella  contra  la  voluntad  de  los 
andaluces.  Le  habló  del  infeliz  rey  Hixto,  y  de  las  cartas  que  les  babia 
escrito  para  que  fuesen  en  su  ayuda ,  y  como  en  ellas  les  crfrecia  la  su- 
cesión del  trono  :  tratando  todo  esto  Hairan  como  quien  tan  bien  lo  sa- 
bia. T  como  sí  todavía  el  triste  rey  viviera  encerrado ,  cuando  ya  nada 

1  EsUs  cn«genaciones  perpetuas  de  tos  gobiernos  de  ciudades  y  provineUs ,  disminuyendo 
la  Mb«raiiia,  dieron  principio  á  la  división,  decadencia  y  ruina  del  esUdo;  pero  estaban  ra 
uto  en  estoa  tiempos  en  toda  Europa. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAftA,  m 

c^enba  ni  tcmia,  le  ponderó  el  peligro  grande  en  qne  estaba  en  ma- 
oosde  tan  cruel  enemigo,  y  en  su  nombre  le  rogaba,  que  ya  que  no 
Uqiasen  á  tiempo  para  librarle  de  la  muerte  oscura  que  sus  enemigos 
k  darían ,  que  á  lo  menos  tomasen  á  su  cargo  la  venganza  de  su  sangre, 
fue  por  otra  parte  les.  tocaba  como  descendientes  de  una  misma  ilustre 
prosapia.  Encendido  el  noble  caudillo  Aly  ben  Hamud  en  deseos  de  yen- 
ganza  por  gratitud  al  rey  Híxém ,  porque  do  su  natural  condición  era 
compasivo  y  generoso ,  propuso  en  su  ánimo  auxiliar  al  rey  Hixém ,  y 
cuando  otra  cosa  no  pudiese ,  vengar  su  inocente  sangre.  Concertanm 
sus  ÍDlentos  y  escribió  con  Hairan  á  su  hermano  Alcasim  ben  Hamud 
para  qae  uniese  sus  tropas  con  los  Alameries  de  Andalucía  para  socorrer 
li  oprimido  rey  Hixém.  Partió  Hairan  á  Algezira  Alhadrá  :  al  tiempo 
desa  desembarco  el  enebro  poeta  Abu  Amer  ben  Derag  le  presentó  una 
casida  de  versos  muy  elegantes ,  y  Hairan  le  dio  ciento  y  cincuenta  mit- 
cales  de  oro.  Alcasim  entró  en  la  alianza  con  todas  sus  fuerzas  :  Aly 
bízo  pasar  sus  gentes  de  Cebta  y  Tanja  á  Málaga ,  y  aunque  el  alcaide  áe 
^eíla  ciudad  Amer  ben  Fe(h  quiso  oponerse ,  á  su  pesar  los  de  Aly 
^  apoderaron  de  la  ciudad ,  y  divulgaron  su  empresa  de  restituir  id 
(roño  de  España  su  legitimo  rey  Hixém  ben  Alhakem  ben  Abdcrahman 
Anasir.  Los  Alameries  a>nvinieron  todos  en  ser  acaudillados  del  insigne 
Aly  ben  Hamud ,  y  reunieron  sus  banderas  con  esperanzas  de  hacer  una 
goerra  venturosa.  Todos  los  pueblos  se  conmovieron ,  esparciéndose  por 
loda  Espada  las  voces  y  asonadas  de  esta  Tamosa  empresa. 

£a  este  tiempo  unos  vecinos  de  Alisbona ,  en  número  ochenta  hom- 
1m^,  amigos  entre  si ,  y  de  una  alcabila ,  se  embarcaron  á  buscar  nue- 
vas tierras  en  lo  interior  del  Océano  Atlántico;  pero  no  pudieron  pa- 
sar de  unas  islas  en  que  fueron  embestidos  de  una  infinita  multitud  de 
azores,  y  se  volvieron  contando  cosas  maravillosas  de  su  viaje;  y  fueron 
llamados  los  emprendedores ,  y  dieron  nombre  á  la  calle  en  qne  mordt- 
ban  en  Alisbona,  que  en  adelante  se  llamó  calle  de  Almogávares. 

Coenta  Xeríf  Edris,  que  de  Medina  Alisbona  fué  la  salida  de  los  Al- 
QMgawares  en  naves  al  mar  Océano,  para  reconocer  lo  que  en  él  hu- 
biese; por  eso  en  Medina  Alisbona  el  sitio  cercano  de  Alhama  Darab  so 
llamó  por  ellos  la  calle  de  los  Almogávares,  basta  estos  últimos  tiempos. 
Acaecióquc  se  juntaron  ocho  varones,  todos  primos  hermanos,  y  ade- 
r(*zaron  una  nave  de  carga,  y  pusieron  en  elb  agua  y  bastantes  provi- 
siones para  algunos  meses :  se  dieron  al  mar  á  los  primeros  soplos  del 
Tiento  oriental,  y  como  hubiesen  navegado  casi  once  dias,  llegaron  á 
Qn  parage  de  mar  do  gruesas  corrientes  y  oscuras  aguas  y  poca  claridad. 
Bios  entonces  temieron  y  volvieron  sus  velas  á  otra  mano,  y  surcando 
<"!  mar  á  la  parte  meridional  doce  dias ,  salieron  á  la  isla  de  los  Gana- 
<h)$,  pv  los  que  sin  cuento  vagaban  en  rebaños  á  todas  partes,  sin 
pastor  ni  persona  que  les  cuidase.  Acercáronse  á  la  isla ,  y  saltaron  en 
<^,  y  encontraron  una  fuente  de  agua  pura  corriente,  y  sobre  ella 
una  higuera  silvestre ,  tomaron  algunas  reses  de  aquellos  ganados ,  las 
aderezaron ;  pero  sus  carnes  amargaban ,  y  ninguno  pudo  comerlas , 
fsUanlaron  de  sus  pieles,  y  continuaron  con  viento  moridional  doce  dias, 


m  HmOlak  ÍA  LA  DMlNACKM 

immá  que  áe  le^l  deik^briA  tma  isla ,  y  Tierofl  eti  éda  hUdlátídAes  j 
tflilipds  labrados.  iNrigiéronse  á  eDa  para  averiguar  lo  qüc  en  efia  ha- 
b\e6e ,  pero  A  poco  trecho  fueron  cercados  de  gente  en  zawarcas  ó  bar- 
cos ,  qne  los  prendió  y  llevó  en  sus  naves  á  una  ciudad  que  estal»  sobre 
la  costa  del  mar.  Y  aportaron  en  día,  y  vieron  hombres  rojos,  de  pocos 
pero  largos  cabellos ,  de  alta  estatura ,  y  sus  mugeres  hermosas  á  mara- 
tilla.  Tuviéronlos  encerrados  en  una  casa  tres  dias  :  luego  al  cuarto 
flia  entró  á  ellos  Un  hombre  que  haUaba  arAbigo  y  les  preguntó  quiéo 
eran ,  A  qué  vénian ,  y  cuál  era  su  tierra ,  y  le  contaron  sus  sucesos, ; 
les  prometió  buen  despachó.  Al  segundo  dia  después  los  presentaron  al 
i^y ,  y  les  preguntó  lo  misino  qne  les  había  preguntado  el  intérprete  (» 
la  tarde  t  que  ellos  se  hicieron  ál  mar  con  deseo  de  ver  lo  que  habia  en  A 
dé  tantas  maravillas ,  y  deseando  llegar  A  sus  eiitremos.  Guando  enten- 
dió el  rey  esto  se  sonrió  y  mandó  al  trugiman  que  les  dijese,  qne  su 
¡mdre  habia  mandado  A  ciertos  vasallos  suyos  que  reconociesen  este 
hiar ,  y  que  navegaron  en  su  extensión  algunos  meses ,  hasta  qne  les 
fiíltó  lu2  y  sé  tornaron  sin  aprovechar  su  viaje.  Después  mandó  el  rej 
A  su  trugiman  que  orreciese  á  aquella  gente  seguridad  y  buenas  espe- 
ranzas de  su  parte:  Que  los  volvieron  A  su  prisión  hasta  que  principió 
á  correr  el  viento  occidental,  y  los  pusieron  en  zawarcas  y  les  venda- 
ron los  ojos ,  y  navegaron  con  ellos  con  muy  buen  tiempo ;  y  decían 
ellos :  Rabiamos  navegado  eti  su  oompaflia  tres  días  con  sus  noches,  basta 
que  viniendo  A  una  playa  nos  desembarcaron  con  loa  bratos  atadis 
airas ,  y  nos  dejaron  en  la  playa.  Ya  principiaba  A  rayar  el  dfa,  y  salió 
el  sol ;  y  nosotros  en  mucha  angustia  y  maltratados  con  las  ataduras , 
hasta  cpie  nimos  algazara  de  voces  humanas,  y  todos  griUimos  á  una  j 
vinieron  A  nosotros  ciertos  hombres  que  haUAndonos  en  aqud  estado 
nos  dt^áataron  de  nuestras  ligaduras ,  y  nos  preguntaron  y  leshaUamos, 
que  eran  bereberes ,  y  nos  preguntó  uno  de  ellos :  ¿  Sabéis  cuánto  hay 
entre  vosotros  y  nuestra  tierra.'  y  dijimos  que  no ;  y  dijo  t  Pues  entre 
vosotros  y  nuestra  tierra  hay  camino  de  dos  meses.  Y  dijo  el  principal 
de  la  gente :  Wasafi ,  oh  qué  pena,  y  desde  entonces  aquel  logar  sellanó 
Asafl ,  que  es  un  puerto  en  extremo  del  Alagréb. 

La  fama  de  este  levantamiento  de  gentes  Uegd  A  Córdoba  ^  y  Suleiaan 
ie  puso  en  gran  cuidado :  escribió  A  sus  caudiltos ,  y  éntió  mensageros 
A  sus  aliados,  algunos  dicen  que  entonces  asesinó  al  rey  Hixémel 
Muyád,  creyéndole  autor d<!  aqueDos  movimientos;  pero  Uos  lo  sabe: 
solo  eá  constante  qne  ño  se  supo  mas  dé  él  desde  la  tercera  entrada  de 
Sideiman  Almostain  en  Córdoba.  Suleimán  allegó  su  catialléria ,  7  00 
quiso  esperar  que  sus  enemigos  le  cercasen  en  Córdoba.  Dejó  A  sn  padre 
AUnfkem  ben  Anasir  por  gobernador  de  la  ciudad  en  sct  ausencia ,  acm 
que  el  anciano  rehusaba  estos  cuidados.  Entre  tanto  Hairail  Alamerí  ron 
su  gente  de  Almería ,  y  Aly  con  la  de  Gebta ,  Tanja  y  Algezira ,  Málaga 
y  sus  comarcas,  se  reunieron  en  Almunecab,  que  estA  entre  Málaga  y 
Almería ,  y  alli  juntas  sns  banderas  juraron  los  caudillos  entronizar  ftl 
rey  Hixém  el  BTuyad ,  y  obedecerle  como  A  su  verdadero  señor,  bijo  de 
sus  señores.  Eéío  hicieron  delante  de  sus  tropas  con  mudm  sohMQihidad, 


nüiban  por  su  rey  Hiiém ,  sino  por  interoBi»  pirtimUMi  úé  loi  «attdi- 
U»y  y  por  sus  (Nropias  querellas  y  yenganzas*  A  los  eooflueai  do  esta 
diuM,  donde  estaba  el  ejército  do  Aly  ben  Hamud  y  de  sus  aUádos, 
O^ó  Sideiman  oob  ud  campo  Tolanle  de  muy  escogida  cabdlería :  los 
cuDpeadores  trabaron  muchas  escaramtiMs  en  que  por  ambas  partas 
»  pele^  eoQ  mucbo  valor  y  varía  fortuiia.  Procuró  Suleimau  eitcusar 
dempeoo  de  una  batalla  campal  con  el  mimeroso  ejér4;ito  de  los  alia- 
dos, esperando  que  con  la  dilaekm  y  el  tiempo  per^sen  el  ánimo  que 
(núao,  7  se  deshiciese  aquella  unión  4  como  suele  suceder»  Pero  el  sa^ 
tno  Hairan  ^  y  el  no  menos  prudente  Aly ,  conociendo  sus  intenciones , 
le  obligaren,  no  siu  graves  dificultades  y  eltratagemas ,  á  venir  ¿  una 
talalla  de  poder  á  poder,  que  fué  muy  satigríonta  y  de  gran  pérdida  para 
ambos  partidos  1  esta  fué  en  fin  del  año  406. 
£d  este  tiempo  Mugehid  Edim  ben  Abdala  Alameri,  conocido  por  Abn 
Geix  el  Muafck ,  familiar  que  babia  sido  dd  hagib  Abdérahman ,  hIJO 
de  Almanzor  4  y  era  vali  de  Denia ,  hombre  astuto  y  de  grande  ánimo , 
coiso  viese  tan  revuelto  el  estado  y  cosas  de  B»pafia  dispuso  una  buena 
&)ta,  y  con  sus  gentes  y  otras  que  tomó  á  sueldo  pasó  á  las  tslas  Yebi- 
sas  j  Mayoreas^  y  se  apoderó  de  ellas,  y  las  fortificó  y  aseguró  en  el 
aso  406.  Dejó  por  gobernador  y  adefaintado  de  stís  pueblos  de  Denla  á 
Abdala  ben  Obeidak  ben  el  Walid  ben  Josnf  ben  Abdalá  ben  Abdelari< 
^  Amru  ben  Otman  ben  Muhamad  ben  Cbaldi  ben  Ocba  ben  Abi 
Muaití  ben  Aban  ben  Aamir  ben  Omeya  ben  Abdtemsi,  conocido  por  el 
itfoaiti  de  Córdoba,  bofiíbre  de  insi^  nobleza  y  virtud,  docto  y  de 
boea  ingenio  I  discipuk)  de  Muhamad  el  Begl,  y  deolroisahíds.  Aesit) 
poso  por  adefaintado  de  su  tierra  y  estado  de  Scnid  ^  y  los  puéUos  de 
aquella  parte  oriental  de  España ,  por  consideración  á  su  vlr  ind  y  noble 
prosapia,  y  por  el  mándainiento  de  Mugehid ,  le  Juraron  obediencia  y 
badán  cbotba  pw  él  en  los  álminbares  de  sus  mezquitas ,  y  labró  mo- 
neda con  propio  cuno.  La  elevación  y  reinado  de  este  Moaiti ,  y  otros 
<^$os  semejantes ,  hacen  dudar  si  las  cosas  de  los  hotqbres  son  regidas 
7  gc>bcrDadas  del  destino  ó  de  la  necesidad  inmudable  ^  ó  remeltaA  á 
f^iso  y  sin  |nt>videncía ,  lo  que  no  es  creible.  Solo  Dios  es  sabedtM^*  Guen- 
ta  Hajáu  que  el  sabio  Muhamad  el  Begi  le  dijo  un  dia  á  este  Moáiti , 
^  discípulo  1  Ho  cedas ,  o  Gorei» ,  á  tus  pasiones  ^  no  te  deslumhren 
k«  prestigios  del  mando  y  de  la  vanidad  mundana ,  no  aceptes  cargo  de 
imperio  que  te  encomienden :  líbrete  Alá  de  ios  males  que  traen  oon- 
^>.  Quedó  pensativo  y  como  disgustado  d  Moaiti  de  lo  que  su  maes- 
tfo  le  decía ^  y  le  preguntó :  ¿Porqué  dices  esto,  y  de  dóndo  lo  sabes? 
íi  jblame  daro  lo  que  entiendes ,  asi  Dios  te  haga  bien»  Y  le  respondió  t 
IHiT  cierto  con  mucha  claridad  y  por  buen  camino^  aegtin  la  divina  vo- 
(mUd :  veíate  yo  en  mi  sueflo ,  y  soOé  que  un  encendido  Aiego  rodeaba 
«na  florida  vid  muy  viciosa ,  y  que  lentamente  ei  fuego  la  consumía .  y 
»1  caÍM>  la  vi  eoleAnmente  en  cenizas,  lío  entiendo  por  este  ftsego  la  m* 
^iadvil  fuese  irá  eucendiendo,  y  no  tardará  en  alzar  Uamés  ^  y  ki 
tta  florida  aa  estado  tuyo  i  en  fin  Dioalosite  i  y  dijo  el  Moalti%  Mni 


'2dÜ  HISTORIA  DE  LA  DOVINACION 

m»  Kfarc  de  tantoft  males.  El  tiempo  y  loBsnoesoftacrediUiroiídsaeíio 
y  explicadoo  del  Begí  á  los  caarenta  aílos  después. 

Al  año  siguiente  Mugehid  parlió  de  Mayorca  en  sus  nayes  á  la  isla 
|[rande  de  los  cristianos  llamada  Sardenia :  llevó  en  su  oompaüia  á  Tba- 
bit  el  Guageni  j  africano ,  sabio  astrónomo :  aportaron  en  aquella  isla 
y  por  fuerza  de  armas  se  apoderó  de  lo  mas  de  ella  y  de  sus  fortdexas. 

En  el  año  407  (1016)  continuaba  la  guerra  entre  Suleiman  y  los  aliados 
con  varia  fortuna :  la  tierra  y  los  pueUos  suf rian  talas  y  algaras,  y  lodos 
vivian  en  inquietad.  Quiso  Suleiman  sacar  mas  gente  de  Córdoba  y  so 
comarca ,  pero  le  servian  sin  voluntad ,  y  taifas  enteras  se  pasaban  á 
sus  enemigos.  Sus  aliados  de  España  oriental  con  varias  excusas  no  ve- 
nian ,  y  toda  su  hueste  se  formaba  de  sus  africanos ,  y  alguna  cabaUc- 
ría  de  Marida  y  de  Garmona ,  Ecija  y  Sevilla,  y  de  los  pueUos  de  Al- 
garbe  que  acaudillaba  su  hermano  Abderalmian,  y  el  wali  de  Santa  Maiia 
Abu  Giafar ,  y  Abu  Otman  Said  ben  Harúm,  wali  de  Mérida.  Sus  cn^ 
migos  no  se  descuidaban  en  fomentar  el  descontento  y  la  desobcdicDcia 
de  las  provincias,  y  de  todas  maneras  le  hacian  mal  y  daño.  Despaes 
de  muchas  escaramuzas  y  leves  combates  se  ^contraron  ambas  tuestes 
en  cercanías  de  Medina  Talca  en  tierra  de  Sevilla ,  y  romo  de  un  acuer- 
do trabaron  cruel  batalla.  Pelearon  los  africanos  con  bárbaro  yalor, 
esforzados  del  ejemplo  de  sus  animosos  caudillos  y  de  su  rey  SolrimaD, 
que  peleaba  como  bravo  león.  Pero  cediendo  al  número  se  retraían  or- 
denadamente hacia  la  fortaleza  al  caer  de  la  tarde ,  cuando  se  Tieron 
acometidos  de  buena  parte  de  sus  mismas  tropas  por  traición  torpe  de 
sus  caudillos  andaluces,  que  siguieron  el  aire  de  la  fortuna :  la  cual  in- 
constante ,  según  su  condición  ordinaria ,  desamparó  á  Suleiman  aquel 
dia  para  siempre.  Los  dos  hermanos  cubiertos  de  heridas ,  muertos  sos 
caballos ,  estando  rodeados  de  los  mas  valientes  enemigos ,  cayeron  en 
sus  manos.  Alli  murió  peleando  á  lado  de  Suleiman  sirwazir  Aboied 
ben  Said,  señor  de  Santa  Maria  de  Algarbe ,  y  se  libró  por  fortuna  de 
igual  suerte  su  yerno  Said  ben  Harun  de  Mérida  con  otros  caballeros  de 
Algarbe.  El  campo  quedó  cubierto  de  cadáveres  en  gran  espacio,  y  si 
dia  siguiente  entraron  los  vencedores  en  Sevilla  sin  resistencia  alguna, 
continuaron  su  marcha ,  y  con  la  misma  facilidad  se  apoderaron  de  Cór- 
doba. El  anciano  Alhakem ,  sabiendo  por  los  fugitivos  africanos  la  des- 
gracia de  sus  dos  hijos,  no  quiso  detener  el  triunfante  paso  del  vcnc^ 
dor  Aly  ben  Hamud. 

Cuando  los  aliados  entraron  en  Córdoba ,  Aly  se  apoderó  del  alcázar : 
prendió  al  wali  Alhakem  ben  Suleiman  ben  Abderahman  Anasir,  t 
mandó  traer  á  su  presencia  á  sus  dos  hijos  Suleiman  y  Abderahman, 
que  estaban  ya  moribundos  por  causa  de  sus  muchas  y  graves  heridas. 
Preguntó  Aly  al  noble  anciano:  O  viejo,  ¿qué  habéis  hecbo  delrej 
Hixém ,  dónde  le  tenéis?  y  respondió  el  anciano ,  que  nada  sabia  de  éi : 
Vos  le  habéis  muerto,  replicó  Aly,  y  dijo  Alhakem :  No  por  Dios,  no  le 
habemos  muerto ,  ni  sabemos  si  es  vivo ,  ni  dónde  está :  y  sacando  Aly 
su  espada  dijo  :  Yo  ofrezco  estas  cabezas  á  la  venganza  de  Hixéin  el 
Muyad,  y  cumplo  su  oncaí^.  Entonces  Suleiman  abó  sus  cyoshácía  él, 


M  L0$  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  297 

7 ie dijo ;  Hiere  ¿  mi  sola,  Aly,  qae  estos  no  han  cnlpa ;  pero  Aly  desa- 
tendió sus  palabras ,  y  los  descabezó  por  su  propia  mano  de  senikis  gol- 
pes. Fué  la  muerte  de  Suleiman  Almostaín ,  y  de  su  padre  y  hermano 
día  domingo ,  odio  días  por  andar  de  Muharram ,  año  407.  Había  man- 
dado Aly  que  se  buscase  al  rey  Híxém  con  mucha  diligencia ,  y  no  que- 
d6e8üincia  ni  subterráneo  en  los  alcázares  y  en  las  casas  de  la  ciudad 
que  no  se  registrase :  todo  fué  vana  diligencia ,  que  nunca  pareció  •  y  se 
publicó  la  muerte  de  Hixém  dando  ocasión  al  Tulgo  de  hablillas  y  de 
rábulas. 


CAPITULO  ex. 

D«l  reinado  de  Aly  ben  Bamud. 

Por  consejo  de  Hairan  el  eslavo  fué  aclamado  rey  de  España  en  Cór- 
doba Aly  ben  Hamud  con  el  titulo  de  ^  Mdtuakil  Bila ,  y  de  Anasir  Le- 
díñala,  en  dia  13  de  Giumada  segunda,  año  408  (1017) :  se  hizo  la 
chotba  ú  oración  pública  por  él  en  todas  las  mezquitas,  y  escribió  á 
todos  los  walies  de  las  provincias,  manifestándoles  que  el  rey  Hixém 
antes  de  perder  su  libertad  le  había  declarado  futuro  sucesor  del 
trono;  que  esperaba  que  como  leales  viniesen  á  jurarle  fidelidad  y 
obediencia.  No  contestaron  á  sus  cartas  los  walies  de  Sevilla,,  Toledo, 
Méríday  Zaragoza,  cosa  que  le  puso  en  mucho  cuidado  y  déscon- 
Oanza,  en  especial  de  los  Alameríes.  Hairan  el  eslavo  le  hacia  ex- 
trañas peticiones,  y  suponia  que  le  faltaba  á  sus  concertadas  avenen- 
cias. Aly,  temiendo  de  su  influjo  en  Córdoba,  le  despidió  y  mandó  ir 
á  su  gobierno  de  Almería.  Hairan  se  ofendió  de  esto ,  y  partió  medi- 
tando venganzas  contra  este  príncipe  desagradecido  y  altivo.  Incitó  al 
paso  á  otros  Alameries  de  su  bando :  y  se  conjuraron  contra  el  rey  Aly 
ben  Hamud  los  alcaides  de  Arjona,  Jaén  y  Baeza.  Escribieron  al  walí 
de  Zaragoza  Almondar  para  que  con  los  alcaides  de  aquella  provincia 
se  uniese  contra  Aly  para  echarle  del  trono  y  restituirle  á  los  Omeyas , 
como  era  justo,  y  el  mismo  Aly  habia  prometido  á  los  aliados.  Para 
arredilar  con  los  pueblos  sus  intenciones  se  congregaron  los  avalles  en 
Goadix ,  y  juraron  guerrear  con  todo  su  poder  para  colocar  en  el  tronó 
de  Córdoba  á  un  príncipe  de  los  Omeyas ,  á  quien  correspondía  legítima- 
mente. Estos  eran  los  intentos  que  se  publicaban ,  pero  las  secretas  esti« 
pulaciones  eran  menos  generosas ,  y  mas  bien  encaminadas  á  sus  parti- 
culares provechos  *.  pensando  repartirse  en  premio  de  su  celo  y  galardón 
desús  fatigas  las  tenencias  perpetuas  de  sus  gobiernos,  haciéndolos  he- 
reditarios en  sus  descendientes.  Allegóseles  gran  hueste  con  el  plausible 
nK>tivo  que  pretextaban ,  por  el  natural  amor  de  los  pueblos  á  sus  anti- 
guos soberanos  :  todos  esperaban  recobrar  la  calma  y  prosperidad  pre- 
cedente á  la  sombra  y  bajo  la  protección  de  sus  Omeyas. 

Entra  tanto  Mugehid  en  la  isla  de  Sardenia  veía  ya  cansadas  sus 

<  MotaaM  Bn« ,  etto  es ,  eonffad»  en  Dios :  Anasir  I^dinala ,  defensor  de  la  ley  de  Dios. 


m  HmOHiA  DE  LA  DOnMCIOll 

geni»  deis  fiiemi,iM  dima  mabuio ,  y  de  k  Iwfa  Mwneift  de  ni 
atoada  patria^  Vio  miidada  el  aura  popular  que  antee  le  apbniíüa,  eo- 
menearon  á  murmurar  de  su  ambicíoB  y  de  su  codicia » dicieiido :  Ko 
bastan  á  este  amir  las  riquezas  y  fertilidad  de  sus  estados  en  lo  mas 
> ameno  y  delicioso  de  España,  y  en  las  islas  Yebisát :  y  pasa  el  bra?o 
mar  acometiendo  sus  coútinuosy^gfrandes  peligros  por  bacer  nuevss 
adquisiciones  f  éy  de  todas  ellas  qué  prorecho  redunda  á  los  que  coa 
tanto  trabajo  seguimos  sus  banderas,  y  serrimos  á  sus  temerarias  in- 
tenciones ?  £1  ser  despojos  de  la  muerte  y  pasto  de  las  voraces  fieras. 
Las  quejas  de  los  descontentos ,  que  crecian  cada  dia,  y  la  venida  de  los 
cristianos  en  gran  muchedumbre  con  poderosa* flota,  determinanmá 
Mugebid  á  desistir  de  su  empresa :  y  allegadas  las  riquezas,  cautivos  y 
ganados  dio  orden  de  embarcarse  en  un  mal  puerto,  contra  el  consejo  de 
Abu  Charúb,  capitán  de  sus  naved.  T  t^efiere  Abu  Fetb  el  Tbabit,  que 
se  hallaba  presente ,  que  Ieanunci6que  amenazaba  gran  tempestad,  que 
mas  valia  csperair  y  pelc^f  cñ  tierra  coii  los  cristianos,  que  con  las 
bravas  ondas  del  mar  tempestuoso.  £lámiir  no  oyó  sucoñs^'o,  y  se  em- 
barcaron :  á  la  hora  levantó  Dios  una  terrible  tempestad  de  impetuosos 
{contrarios  vientos.  Alzábanse  olas  coind  montes,  las  naves subiao 
asta  las  nubes ,  y  se  hundían  de  súbito  hasta  lOs  aljisínos  del  mar ,  que 
aparecía  horrible  v  espumoso  ala  temorósa  y  fugitiva  luz  de  los  relám- 
(¿gbs ,  acomtiañádos  de  espantosos  truenos .  que  juntos  con  éí  bramido 
y  ésirueddo  del  hinchado  ihár  ,  atemorizaba  los  corazones :  y  los  ojos 
desiumbriidos  rió  véián  si íio  horrorosas  imágenes  dé  inuérte.  A  pesar  de 
los  esfuerzos  de  los  marineros  las  naves  chocaban  uhas  con  otras.  Aba 
Charfib  gritaba  qué  se  afiartasen  de  la  costa,  donde  muchas  da  ves  se 
estimularon  corítra  los  peñascos  dé  ella  :  otras  las  tragó  el  mar.  Los  cris- 
llanos  mirábail  contentos  lá  icihpestad  desdé  lá  playa ,  y  no  cesaban  de 
t^ender  y  matábalos  i^in  VettlUra  tíáüiragos,  ycilahtois  se  salvaban  déla 
fllriade  las  bravas  ondas  del  mar,  caian  én  Sus  alrbcc^  manos,  y  luego 
los  pasaban  á  (lio  de  espada.  Veía  c^tos  horrores  é  inhumana  crueldad  el 
amir  Mugchld ,  y  no  ptidiendo  remediarlos  lloraba  de  despecho,  y  am^ 
natabá  con  altas  voces,  todo  eh  vaiio.  Ko  l)ór  esb  cesaba  el  vieñlo,  ni 
sfá  sosegaba  ta  tehipestád ,  ni  le  hartaba  la  inhütaaná  Sed  de  sangre  de 
los  Ínfleles.  AbuCbarOb  con  ládignaCióti  gritabais  le  decía  :  Lk>rá,  que 
esta  desventura  lá  énvja  Dios  para  qué  Uores  tu  mal  consejó^  queá 
tatitos  ha  l^erdido.  Sosegada  la  tempestad,  y  recogidas  las  reliquias  de 
lá  flota,  volvió  el  amir  á  las  islas  Yebisát,  donde  descansó,  y  Sé  reparó 
dé  aquella  ^ráte  calamidad. 

Las  bandejas  de  los  aliados ,  acaudilladas  del  eslavo  Haihií) ,  sé  acer- 
caron á  Córdoba.  £l  rey  Aly  ben  Haíiiud  con  Sus  afí'ícánós  y  con  h 
gente  de  Málaga  y  Algezíra  Alhadrá  salió  contra  ellos,  cosa  que  no 
esperabaii ,  pensando  que'  intimidado  se  dejaría  cercar  en  la  ciudad. 
I^eteó  con  la  caballeHa  con  tan  feliz  suerte  qoe  la  puso  en  desordenada 
fuga,  y  ademas  hizo  graii  matanza  en  la  gente  de  á  pié  •  y  los  caudiOos , 
ccdpándose  unos  á  otros  de  la  desgrada ,  se  sepársOton  déscónfeótos. 
Encargó  el  rey  Aly  ¿  su  caudillo  Gilfeya  que  siguiese  á  los  ftgitíW) 


III  LOS  ARABBS  EN  BflPAftJki  9M 

nuNÜiNhíld  luHOT  tind  gncrtai  al  estofo  Hairan ;  corfM  h  tierra  f 
Mc6  áigniHM  fuertes  délos  alcaides  parciales  de  las  Alanieries.  Hairaii 
por  SQ  parte  reunió  algunas  banderas  de  los  pueblos  de  tierra  de  Jaén 
j  formó  bando  con  eOos ,  y  aclamaron  rey  de  Espaiía  á  un  insigne  criMt'- 
llero  de  la  casa  de  Omeya ,  wali  de  Jaén ,  hombre  virtuoso ,  de  grandes 
rhpiens ,  liberal  y  de  eiaclo  ánimo ,  y  amado  de  todos  en  aqneOa  tierrai 
En  este  Abderahman  ben  Mubamad  ben  Abdelmclic  ben  Abderahman 
ABttír ,  llamábase  Almortadi  y  Abul  Motaraf.  £1  nombre  solo  de  este 
nballero ,  biznieto  de  Abderahman  el  Grande ,  díó  poderoso  impulso  al 
(Nirtldo  de  los  Alameries  *.  y  todos  los  pueblos  de  aquellas  sierras  le 
adamaron  por  su  rey  y  sefior :  y  Hairad  y  todos  los  alcaides  y  Alameries 
le  juraron  fidelidad  y  obediencia ,  y  solo  se  excusó  con  aparentes  pre- 
ttttos  el  Saqbftgf ,  irali  de  Granada  y  Elbiraa 


CAPITULO  CXI. 

be  Abdef^maii  ÁlmorUdl. 

Celdirósc  con  mucha  fiesta  y  demostraciones  de  pública  alegría  Id 
jora  y  aclamación  de  Abderabmandcuarto  de  este  nombre  en  losOmeyas 
de  JSifáñaí ,  eh  la  ciudad  de  Jaén.  Ñotnbró  bagib  de  su  casa  y  estado  al 
fthro  Hafaraft  :  y  este  caudillo  en  SU  nombre  convocó  los  walies  de  las 
dadades  ^  y  allegó  tropas  y  salió  con  ellas  contra  el  rey  Aly  ben  Ha* 
fflttd.  Encontráronse  las  huestes  de  amlMM  partidos  cerca  de  Baca  y  tra- 
inron  sangrienta  tmtalla  :  y  vencieron  las  tropas  que  acaudillaba  Gil« 
feja :  y  Hairan  se  retiró  de  fortaleca  en  fortaleza ,  y  peleando  en  esta 
otaraitRua  fué  gravemente  herido  ^  y  dispersos  sus  caballeros.  Hairan 
K  esetMidió  en  Caniles  de  Baca ,  y  sus  tropas  le  tuvieron  por  muerto  ú 
preao^  y  se  retiraron  tristes  y  desanimados.  Pasados  algunos dias  avisé 
d  rejr  Abderdhman  y  á  Sus  caballeros  de  Almería ,  diciéndoles  dónde 
estaba,  de  lo  cual  fueron  en  extremo  alegres ,  pues  ya  le  tenían  por 
omerto.  Envió  el  rey  Abderahman  algutaos  caballeros  para  que  le  acom- 
pMaran ,  y  juntos  con  los  de  Albieria  le  llevaron  ásu  ciudad  y  entraron 
en  ella  eomo  en  triunfo.  Allí  se  juntaron  los  alcaides  de  Denia ,  Tádmir 
j  JM va  y  oÉtidios  eslavos  y  Alameries. 

£n  toda  la  parte  meridional  de  España  se  hacia  chotba  por  el  rey  Ab* 
derabman  Almortadi ,  y  todos  se  disponían  á  restituir  á  la  casa  de 
Omeya  el  trono  de  Córdoba,  y  arrojar  de  él  al  usurpador  Aly  ben 
Hamud.  La  fama  de  este  partido  y  la  adanlacion  de  Abderahman  se 
extendió  por  todas  las  provincias  de  España,  y  en  todas  partes  se  decía- 
noon  por  él ,  y  tomaron  su  voz  los  de  Valencia ,  Tortosa ,  Tarragona  y 
Zaragoza ,  y  lodqslos  walies  enviaron  sus  cartas  de  obediencia. 

Piuo  esto  en  óiidado  al  rey  Aly  ben  Hamud ,  y  envió  su  mas  escogida 
oballeriá  al  saib  de  Sanhaga ,  xialt  de  Granada  y  Elbira,  para  que  hi- 
ñese cruel  guerra  al  rey  Aliderahihan  Almortadi  y  á  sus  parciales.  &an 
en  verdad  machas  j^elites  tos  que  nevaban  su  voz,  pero  no  procedían 


dOO  niSTORTA  DF.  lA  D0M1!f\CI0PÍ 


todos  con  igual  ánimo  é  ínteres :  y  asi  eran  pocos  los  qne  estriMo  easas 
banderas ,  y  los  mas  se  estaban  en  sus  ciadades.  Entre  tanto  Gilfeya  y 
este  wali  de  Granada  ínfcslaban  la  tierra  de  Jaén ,  y  el  rey  AliDor- 
tadi  con  su  gente  se  aseguraba  en  las  Alpnjarras  y  en  la  fuerte  posicioD 
de  Jaén.  Salió  por  otra  parte  el  rey  Aly  ben  Hamud  y  fué  á  cercar  al 
eslavo  Hairan  en  Almería  :  díó  fuertes  combates  ala  ciudad,  y  la  entró 
for  fuerza :  y  el  eslavo  Mairau  fué  berído  de  muchas  lanzas  y  cayó  de- 
fendiendo las  puertas  de  la  ciudad.  £1  alcázar  se  entregó  por  avenencia 
persuadidos  de  la  muerte  de  su  señor.  Este  fué  conducido  ddaDte  de 
Aly,  ya  casi  sin  sentido  por  la  falta  de  sangre  que  perdía  por  sus  mu- 
chas heridas,  y  el  rey  Aly  ben  Hamud,  olvidando  sus  antiguos  buenos 
servicios,  le  derribó  la  cabeza  con  su  propia  espada.  Asegurada  la  ciu- 
dad de  Almería  volvió  á  Córdoba ,  contento  de  su  triunfo ,  creyen- 
do que  todas  las  discordias  acabarían  presto  después  de  la  muerte 
del  inquieto  y  revoltoso  Hairan.  En  este  año  de  408 ,  en  día  martes 
¿  9  de  la  luna  de  Xábitñ ,  murió  en  Córdoba  su  patria  Suleiman  ben 
Chalaf ,  llamado  ben  Gamron ,  cadi  de  Ecija  :  vivió  en  el  Chandac  del 
arrabal  Aragcgila  y  oraba  en  la  mezquita  Almonlhir.  Fué  enterrado 
con  gran  pompa  en  la  macbora  Om  Salema ,  y  oró  por  él  d  cadi  Jumir 
ben  Abdala.    ^ 

En  la  misma  ciudad  de  Córdoba ,  y  en  su  mismo  alcázar ,  tenia  el  rey 
Aly  ben  Hamud  muchos  desafectos,  y  muy  parciales  del  rey  Abderaii- 
man  Almortadi :  y  lo  mismo  en  Sevilla  y  en  toda  España  b  principal 
nobleza  era  del  bando  de  su  rival.  Envió  el  rey  sus  gentes  atierra  de 
Granada  á  unirse  con  el  Sanhagi  y  con  Gilfeya ,  y  él  también  dispuso  su 
partida  para  acabar  aquella  guerra.  Pensaba  acometer  con  muchas 
fuerzas  á  los  de  Jaén ,  donde  residía  el  rey  Almortadi.  Todo  estaba  dis- 
puesto para  salir ,  y  sus  guardias  y  acémili^  estaban  ya  fuera  de  Córdoba, 
y  habiendo  entrado  el  rey  Aly  á  tomar  un  baño,  los  eslavos  que  le  ser- 
vían le  ahogaron  en  él ,  tal  vez  ganados  por  los  Alameríes  que  habia  co 
Córdoba.  Esta  fué  la  desgraciada  muerte  del  rey  Aly  ben  Hamud  eo 
Dylcada  del  año  mismo  de  408  (1017). 

Era  de  cuarenta  y  ocho  años  de  edad ,  alto  y  hermoso ,  de  ojos  negros, 
enjuto  de  carnes ,  virtuoso  y  severo ,  algo  cruel  con  sus  enemigos.  Fué 
rey  de  Cóf  doba  un  año  y  nueve  meses.  Su  muerte  se  divulgó  como  una 
desgracia  ó  accidente  natural ,  y  asi  lo  creyeron  sus  guardias  y  iaoülia- 
res.  Dios  lo  sabe. 


CAPITULO  CXIL 

De  Alcasim  ben  Hamud. 

Los  caudillos  de  las  guardias  del  rey  Aly  ben  Hamud  y  todos  m 
secuaces  aclamaron  do  común  acuerdo  en  Córdoba  á  su  hermano  Alca- 
sim ben  Hamud,  señor  de  Algecira  Alhadrá,  y  corrieron  las  caOcs, 
publicando  su  inauguración ;  apellidóse  el  Manun .  Le  avisaron  con  in- 
creíble celeridad  este  acaecimiento ;  y  vino  sin  diladott  á  Córdoba  con 


D£  LOS  ARAfi£S  £N  ESPAÑA.  30Í 

culro  mil  cabdos ,  de  saerte  que  sus  enemigos  no  tUTíeron  lagar  para 
ioipedirie  h  entrada ,  ni  excitar  noiredad  ni  movimiento  algono  contra 
él ,  7  asi  muchos  principales  catNdleros  de  Córdoba  se  vieron  forzados  á 
jDraile  obediencia ,  y  seguirle  á  su  pesar.  Antes  de  partir  de  Córdoba 
mandó  hacer  grandes  averiguaciones  sobre  la  muerte  de  su  hermano  : 
se  dieron  extrafik»  tormentos  á  los  eslavos  que  le  servían,  y  en  fuerza 
detilos  declararon  que  lo  habían  hecho  por  satisfacer  las  venganzas  de 
mochos  Alameries  y  nobles  ofendidos  de  la  cruel  condición  del  rey. 
Auaqueno  designaron  personas  determinadas,  el  rey  Alcasim  hizo 
qoitar  la  vida  á  muchos  nobles  sin  otro  indicio  que  la  presunción  de 
dTendidospor  parientes  de  algunos  que  habían  sido  castigados  ó  muertos 
CQ  tiempo  de  su  hermano.  Todos  temían  y  temblaban  en  su  presencia, 
j  hs  primeras  familias  de  la  ciudad  fueron  las  mas  oprimidas.  Muchos 
caballeros  huyeron  de  Córdoba,  y  se  pasaron  al  partido  del  rey  Al- 
morladt ,  ylas  venganzas  de  Alcasim  dieron  muchos  parciales  poderosos 
i  aquel  noble  bando.  La  fama  de  algunas  victorias,  alcanzadas  por  los 
de  Jaén  contra  el  wali  de  Granada,  Uenó  de  buenas  esperanzas  A  los 
afectos  á  la  familia  de  Omeya ,  aumentándolos  temores  y  desconfianza 
de  los  secuaces  de  los  Hamúdes.  Cuando  llegó  á  Cebta  la  nueva  de  la 
muerte  del  rey  Aly ,  su  hijo  Yahye  pasó  al  punto  á  España  con  cuanta 
ftenfc  podo  allegar  de  pronto,  y  dejó  orden  paVa  que  le  siguiesen  mu- 
chas taifas  de  caballería,  pretendiendo  que  le  pertenecíala  sucesión  en  el 
retoode  Córdoba.  Traía  este  principe  consigo  una  numerosa  caballería 
de  negros  de  Sus,  gente  feroz  y  muy  aguerrida  :  venia  esta  bárbara  ju- 
ventud juramentada  de  coronarle  en  Córdoba ,  ó  morir  todos  peleando 
ra  la  demanda.  Venían  con  estas  tropas  muy  esforzados  caudillos  mo- 
nis y  alárabes ,  que  le  prometían  con  mucha  seguridad  el  triunfo.  El 
valor  del  sobrino  Yahye  ben  Aly ,  la  macha  caballería  y  gente  bárbara 
que  traía,  y  la  justicia  de  la  pretensión  dio  mucho  puidado  á  Alcasim 
ben  Hamud.  Juntó  sus  tropas  y  partió  de  Córdoba  hacia  Málaga,  y 
cuando  estaba  cerca  supo  que  ya  su  sobrino  estaba  apoderado  de  la 
ciudad.  Salieron  contra  él  los  negros  y  se  dieron  algunas  batallas  harto 
^an^ícntas,  en  que  pelearon  anibas  huestes  con  igual  valor  y  fortuna. 
Al  mismo  tiempo  recibió  el  rey  Alcasim  infaustas  nuevas  de  su  ejército 
de  las  Alpujarras,  que  cada  día  padecía  derrotas  muy  graves.  Viendo 
qoe  mientras  ellos  se  destruían  mutuamente  hacían  mas  fáciles  y  veu- 
turosas  las  empresas  de  sus  contrarios ,  asi  fué  que  hicieron  entre  si  sus 
aveaencias  para  acudir  al  enemigo  común  de  su  familia  :  y  se  concerta- 
njo,  no  sin  falsía  de  una  y  otra  parte,  que  Yahye  ben  Aly  ben  Hamud 
tQvjese  parte  en  el  gobierno ,  y  ocupase  la  ciudad  de  Córdoba  :  que  su 
^  Alcasim  con  la  gente  de  Sevilla ,  Algezira  y  ]^¿la^  y  parte  de  su 
<^balleria  hiciese  la  guerra  al  rey  Almortadi ,  y  que  terminada  por  ellos 
aquella  guerra  regirían  la  España  con  un  gobierno  justo  y  amigable. 
')  justáronse  estos  pactos  en  el  año  de  412,  y  enviaron  parte  de  sus  tro- 
pas al  Sanhagi  para  mantener  la  guerra  de  las  Alpujarras  contra  Al- 
iDi>rtadí.  Alcasim  pasó  á  Málaga,  donde  había  enviado  el  cuerpo  de  su 
hermano  Aly  para  pasarle  á  Cebta ,  donde  quería  sepultarle :  dispuestas 


pompa  9  f  fué  eniamnltí  Aly  be»  Hamud  en  im^  hernmft  mf «Pita  %m 
el  míMiM)  babí»  «dífiovdooo  I4  plaw  do  la  Uqa. 


C4PITÜL0  CXIIJ.  , 

£q  Unto  que  Alcasim  sg  ocupaba  cu  la  pompa  funeral  de  su  bennano 
^ly  en  Cfíbhj  su  sobrino  Yahye  entró  en  Córdoba  con  su  guardia  de 
moros  de  Sus.  Los  de  la  ciudad ,  que  aborrecían  á  su  tío  Alcasim,  k 
^clamaron  con  grandes  demostraciones  de  alegría  llamándole  su  rey  f 
señor,  y  h  dieron  el  titulo  de  el  AJoateli ,  y  dolándose  Ueyar  de  la  cor- 
riente del  favor  popular ,  bizo  que  solamente  le  jurasen  Gdelidad  y  obe- 
diencia. Los  moros  de  su  guardia  quedaron  muy  contentos  de  year  casar 
Elidas  sus  promesas :  y  el  rey  Yahye  ben  Aly  declaró  que  su  tío  Alcasim 
en  Hamud  no  tenia  derecho  alguno  á  la  sucesión  del  reino  de  Espada, 
ni  le  per t£ncci9  pgrie  alguna  en  su  gobierno ,  sino  la  que  él ,  como  so- 
berano ,  ]ft  qiii^i^  otorgar.  Los  jeques ,  waxires  y  alcatibes  y  todos  los 
caudillos  que  estabw  presentes  conurmaron  esta  declaracioai  y  le  ofre- 
cieron sn^  servicios  y  atm^s  para  m ^tenerle  en  su  estado  y  scoeraoia, 
sin  condición  ni  eixepciones.  Al  mismo  tiep|^po  que  esto  pasaba  en  Cór- 
doba ,  los  Álameries  y  secuaces  del  rey  Abderabman  Almortadi  coatí- 
pnaban  guerreando  coptra  Mwwiv  de  Sanbaga ,  que  no  osaba  descender 
de  las  sierras ,  y  solo  parecía  en  las  guajaras  y  asperezas,  y  desde  allí 
hacia  rápidas  entradas  en  tierra  de  ]^n  basta  GuadiiL  y  Baza ,  con  har- 
to daño  de  los  pueblos  de  aquella  comarca.  Los  parciales  de  los  Omeyas 
deseaban  que  el  rey  dejase  aquella  guerra  de  montana,  y  se  acercase 
con  todas  sus  fuerzas  á  Gó/d(4)a  ó  á  Toledo  para  reunir  todas  las  ban* 
deras  de  £)spaQa :  pero  los  Abimeri^s  deseaban  acabar  aptes  con  Gílfeya 
y  el  seSor  de  SaDhaga ,  qoe  estragaban  y  talaban  sus  tierras.  M  toj  Ai- 
mortadi ,  si  bien  quería  venir  ¿  tierra  de  Córdoba  ó  Toledo ,  no  pre- 
tendió disgustar  á  sus  aliados,  y  asi  trató  de  (aligar  á  sus  enemigos á 
yenir  á  campal  batalla.  Dividió  sus  tropas  pn  tres  huestes ,  y  so  maotoTO 
con  dos  en  las  vegas  de  Xenil ,  y  la  tercera  compuesta  de  la  gente  de 
Jaén  y  Somoptan  se  dirigió  á  buscar  J  perseguir  al  vali  Gilfeya  y  9I 
señor  de  Sánbaga» 

Entre  tanto  Alcasim  ben  Hamud  tornó  á  Malaga  y  lluego  supo  la  per- 
fidia de  su  sobrino  Yahye  :  y  escribió  á  sus  caudillos  Gilfeya  y  Mansar 
que  terminasen  aquella  guerra  de  Jaén ,  y  si  veían  que  podía  dilatarse 
mucho,  que  se  HuiS'sen  hacía  Córdoba  para  obligar  á sü  sobrino  Yabye 
á  cumplir  lo  quo  I^e  habi^  ofrecido.  Juntó  Alcasim  su  caballería  y  la 
gente  de  Málaga  y  Algezira,  y  partió  para  Córdoba.  Cuando  Yahye 
entendió  que  su  tío  se  acercaba  con  poderosa  hueste,  no  pudiendod 
oponerle  sino  sus  valientes  moros ,  y  parte  de  dios  habian  pasado  á  las 
Alpujarrai» ,  le  pareció  mas  seguro  evitar  el  encuentro ,  y  se  salió  de 


M  LOi  ABABKIS  H»  £ftPAftA.  9dS 

GMobi  ma  6o«  gnardtaf ,  y  tomando  ttminút  «tmviaiiiia  M  part 
ktf  ta  llegar  i  Algezira  Albadrá ,  an  donda  antro  á  fio  da  la  luna  do  Dyl^ 
cada  de  413;  se  fortificó  en  ellai  y  envió  á  bolear  geniada  Afriea.  Air 
casim  eniró  en  Córdoba  sin  qna  nadía  so  lo  impidieso,  ni  salió  gente 
piociptlA  recibirle,  sino  alguna  gante  menuda  dal  puoblo.  8a  ansadó 
deeito,  y  ?ió  claro  que  aqoikla  ciudad  no  la  ara  afecta.  liiago  mandó 
nerigaar  los  partidarioi  mas  dapídidos  por  au  sobrino^  y  atormentó 
a]|ninos  eslavos  y  gantes  del  alcÁiuir ,  y  i  otros  da  qui^  so^paebaba. 
Por  estas  crueldades  se  hizo  mas  £d)orrecido  :  y  los  principales  de  la 
dodad  meditaron  una  conjuración,  viendo  que  Alcasim,  como  si  nada 
lUYiera  qae  temer,  envió  la  mayor  parte  de  sus  tropas  á  las  Alpujarras 
eo  auxilio  de  Gilfeya^  Con  el  conveniente  secreto  ganaron  mucha  gente 
dd  pacblo,  prodigando  mucho  dinero ,  y  repartiendo  armas  á  los  veci- 
nos de  confianza  para  el  efecto.  A  la  media  noche  dieron  rebato ,  y  aco- 
nietíeron  el  alcázar  :  los  de  la  guardia  se  defendieron  bien.  Duró  la 
batalla  toda  la  noche ,  y  el  pueblo  no  pudo  entrar  en  el  alcázar :  pero  se 
sipod<íraron  de  todas  Jas  puertas  de  la  ciudad  y  de  sus  fortalezas ,  y  cer- 
caron el  alcázar  con  gran  ballestería ,  que  nadie  podia  salir  de  él  ni 
entrar.  Duró  este  cercó  cincuenta  dias,  y  apuradas  fas  provisiones  (^\ui 
halHaen  el  alcázar,  el  rey  Alcasim  y  sus  guardias,  no  eisperando  ya  so- 
wro  de  las  Alpujarras ,  y  temiendo  perecer  encerrados ,  se  dctermi- 
Baroná  salir  contra  la  multitud  armada  y  huir /$¡  pudiest^n  de  la  ciudad. 
Küoipieron  con  gran  ímpetu  una  alborada  j  pero  cl.pueblo  pei#ó  con 
Unto  valor  que  muy  pocos  lograron  abrirse  paso ,  y  los  que  escaparon 
<lp  la  plaza  del  alcázar  perecieron  la  niayor  parte  en  las  puertas  de  la 
ciudad  y  en  sus  calles.  Entre  estos  hubiera  sido  despedazado  el  rey 
Alcasim  ben  Hamud ,  si  no  le  hubiesen  conocido  algunos  generosos 
<3t)anero6 ,  que  le  salvaron  entrándole  en  casa  del  wazír  Abul  Husamí 
Gehwars  y  aquella  noche  la  saparon  de  Córdoba ,  acompasado  da  va- 
Ifentes  caballeros  Alameries ,  que  le  siguieron  hasta  Jer^jE.  Tenia  el  rey 
Alcasim  mucha  confianza  en  el  wali  do  aquella  ciudad ,  y  se  amparó  dn 

SQcasa:estoelaño413, 

Entre  tanto  el  ejército  de  Manzor,  el  de  Sanhaga,  y  del  Yíáli  GiUéya , 
<^agrosado  con  la  gente  y  caballería  que  babia  enviado  el  rey  Alcasim  i 
<l^cndió  á  la  vega  de  Granada  en  busca  de  las  tropas  del  rey  Abdcrab-- 
otan  Ahnortadi. Encontráronse  estos  ejércitos  en  aquel  espai^ioso  campo, 
7  como  de  común  acuerdo  se  ac(anelieron  con  igual  denuedo ,  y  traba* 
1^  atroz  batalla ,  mantenida  por  ambas  huestes  con  bárbara  C0QStancia« 
Resistieron  los  de  Manzor  de  oanhaga  el  violento  ímpetu  de  la  caballerin 
de  Abderahman ,  que  aventajaba  á  la  suya  <  y  en  lo  mas  recio  de  la  re- 
^'ga  ^  cuando  la  victoria  se  manifestaba  por  los  Alamcries ,  una  fatal 
^ta ,  flechada  por  la  mano  del  destino  enemigo  de  los  Omeyas ,  hirió 
^  gravemente  al  rey  Abderahman ,  que  e$piró  en  la  misma  hora  quo 
k  anunciaron  que  $us  tropas  y  aliados  seguían  yictoriosos  á  sus  enemi- 
gos. Así  murió  este  insigne  rey ;  y  con  su  muerte  cayeron  las  altas  espe- 
'^azas  de  sos  parciales.  Divulgóse  la  infausta  nueva  de  la  muerte  de 

"^liwMi  f  y  ¿tUó  lo«  iidmos  de  loa  mas  esfiorudos  taudilto»  Los 


304  HISTORIA  DE  LA  DOJWÍACIOll 

enemigos  huyeron  á  los  montes ,  y  el  señor  de  Sanhaga  se  (brtífloó  en 
Granada.  Voló  la  fama  de  esta  detracta  á  Córdoba ,  donde  con  la  faga 
del  rey  Alcasim  parecía  haberse  aparecido  el  iris  de  la  serena  calma, 
después  de  tan  revueltas  discordias  civiles.  Y  cuando  los  pardales  de 
los  Omeyas  preparaban  arcos  de  triunfo  para  recibir  al  rey  Abderahman 
llegó  la  noticia  de  su  muerte.  Toda  la  ciudad  se  llenó  de  descoosnelo  j 
tembló  do  temor  de  que  se  renovasen  los  horrores  de  las  entradas  de  los 
bárbaros ,  y  las  calamidades  de  la  espantosa  guerra  civil. 


CAPITULO  CXIV. 

De  AbderahoMn  Almosladir  Bilí. 

Los  Alameries  de  Córdoba,  y  todos  los  parciales  de  los  Omeyas ,  se- 
guros de  la  aprobación  popular,  aclamaron  en  Córdoba  y  en  todas  las 
ciudades  de  su  comarca  á  Abderahman  ben  Hixóm  bcn  Abdelgiabar 
ben  Abderahman  Anasir,  hermano  del  célebre  Muhamad  el  Mohdí  Bila. 
Fué  jurado  rey  por  tudos  los  walies ,  wazíres  y  alcatibes ,  y  principal 
nobleza  de  Andalucía  en  la  luna  de  Ramazan  del  año  414.  Era  de  veinte 
y  dos  ó  veinte  y  tres  años,  de  gentil  estatura  y  hermoso  semblante,  de 
buen  ingenio ,  y  de  loables  costumbres  en  su  florida  edad  :  se  apellidaba 
Abul  Motaraf ,  y  en  la  aclamación  le  distinguieron  con  el  titulo  de  ^  Al> 
mostadir  Bila.  Decía  Abu  Muhamud  ben  Huzam  el  Faquí  que  Almosta- 
dir  era  muy  erudito ,  elocuente  y  buen  poeta  :  y  decía  Hayan  que  no 
había  entonces  eú  su  familia  otro  mas  noble  que  él.  Escribió  sus  caria:» 
á  todas  las  capitanías  y  provincias  para  que  le  reconociesen  y  juraseo 
obediencia ,  y  se  hizo  por  el  la  oración  pública  en  todas  las  mezquitas, 
y  todos  celebraban  y  aplaudían  tan  acertada  elección  en  un  biznieto  del 
grande  Abderahman  tercero ;  y  esperaban  de  este  insigne  mozo  su  nietu 
la  reparación  de  los  males  que  padecía  el  imperio  de  los  muslimes  eo 
España.  ¡Pero  cuan  vanas  son  las  esperanzas  de  los  hombres!  Ofendido 
de  esta  elección  y  preferencia  su  propio  primo  Muliamad  ben  Abde- 
rahman ben  Obeídala,  este  mancebo  juró  en  su  ánimo  vengarse  délos 
Alameries  y  nobles  de  Córdoba,  y  derribar  del  trono  á  su  primo,  ó 
morir  en  la  demanda.  Había  sido  la  jura  de  Abderahman  en  la  luna  de 
Ramazan ,  venida  la  pascua  de  AlGtra  ó  salida  de  Ramazan ;  trató  d 
rey  de  corregir  la  ilimitada  licencia  de  su  guardia  de  andaluces  y  esla- 
vos ,  que  con  las  revueltas  pasadas ,  en  estas  fiestas  andaban  insolentes 
en  la  ciudad ,  y  todo  les  estsd)a  permitido.  Reformó  el  rey  sus  ordenan- 
zas ,  quitó  algunas  libertades  y  exenciones ,  manifestando  en  estás  pro- 
videncias la  rectitud  y  severidad  de  su  ánimo.  No  acostumbrada  aquella 
juventud  á  la  disciplina  se  ofendió  mucho ,  y  en  especial  los  africanos 
zenetes ;  murmnrsdmn  y  decían  que  el  rey  Almostadir  debía  haber  pre- 
ferido el  ser  prefecto  de  solitarios  dd  yermo  antes  que  rey  de  Córdoba. 

A  Alfflofttodir  Bila»  el  que  espera  el  auiilio  de  Dio§ :  ó  el  eoníUtfo  en  el 


DK  UOS  AlUBfiS  ^  ESPAÑA.  305 

Mohamad ,  el  pruno  dd  rey,  aprorecbó  estas  disposiciones  de  la  gnar* 
dia;  y  eoQsus  machas  riquezas  y  su  popularidad  ^  y  el  favor  de  algunos 
Dobles  mancólos  leves  é  inconsiderados,  concertó  con  estas  tropas  una 
ouojuFaciou  tan  pronta  como  cruel  y  acalorada :  y  el  dia  27  de  la 
lana  de  Dylcada  acometieron  do  tropel  á  la  real  cámara  en  la  ma* 
drogada,  antes  que  el  rey  se  levantara.  Asesinaron  á  los  eslavos  que 
guardaban  y  defendían  la  puerta  :  y  el  rey  al  ruido  de  las  espadas  y  vo- 
(tidesns  c^ vos- despertó,  y  con  su  espada  se  defendió  algún  tiempo 
de  k»  conjurados ,  que  le  despedazaron  á  cuchilladas  inhumanamente. 
Salieron  con  sus  sangrientas  espadas  por  las  calles  de  la  ciudad,  ada- 
Ottiido  á  Muhamad  :  entraron  eo  las  casas  de  algunos  principales  je- 
ques y  wazires ,  y  los  mataron ,  y  robaron  sus  riquezas :  y  d  pod>lo  y 
k»  caudillos,  cadies  y  idea  tibes,  prcsendaron  atónitos  é  intimidados  esta 
violenta  adamadon ,  sin  que  hubiese  en  tan  populosa  ciudad  imion, 
fuerzas  ni  resolución  para  oponerse  á  la  tumultuosa  turba :  ni  después 
la  iM)ble  firmeza  que  convenía  para  vengar  la  inocente  sangre  d¿rra- 
JDada  del  buen  rey  Abdcrahroan  Almostadir ,  que  solo  ocupó  el  trono  de 
Córdoba  cuarenta  y  siete  dias ,  digno  en  verdad  de  mas  venturosa 
suerte.  Decía  Hayan  que  habia  el  rey  enviado  sus  cartas  á  los  valles  de 
loda  España  sobre  su  jura,  y  cuando  redbia  sus  contestadeoes,  la 
parca  le  salió  al  paso,  y  que  no  tenia  sucesión.  Fué  esta  muerte  sentida 
en  loda  Espaiia  por  las  esperanzas  que  de  la  virtud  y  mocedad  del  rey 
M^  habian  concebido. 

En  este  tiempo  había  vuelto  de  África  d  rey  Yahye  ben  Aly,  y  sa- 
bicndojel  estado  de  las  cosas  fen  Córdoba ,  y  la  fuga  de  su  tío  Alcasfan , 
se  contentó  con  asegurarse  en  su  gobierno  de  Algedra  Alhadrá  y  Má- 
laga :  y  sabieodo  que  su  tío  estaba  en  Jerez  envió  su  caballeria  á  bus- 
carle, y  el  wali  de  Jerez  se  lo  entregó,  y  d  rey  Yahye  le  puso  en  una 
rigurosa  prisión ,  donde  murió  muchos  años  después  ¿e  Yahye :  sin  apa- 
recer otra  causa  para  esta  desavenenda  sino  que  siendo  Alcaslm  tio  de 
\ahye,  y  viejo ,  no  se  allanaba  á  obedecer  al  hijo  de  su  hermano ,  pues 
dice  Abutfedá  que  Alcasim  tenia  vdntea&os  mas  que  su  hermano  Aly. 


CAPITULO  CXV. 

DeJiahaiiuid  MosUcfl  Bll«. 

Entronizado  con  esta  violencia  Muhamad  ben  Abderahman  ben  Obei- 
dala  fué  sfudlidado  por  sus  guardias  y  pardales  el  Mostacfi  Bila.  Sus  te- 
tros, derramados  con  prodigalidad ,  ganaron  los  ánimos  de  la  plebe  y 
de  las  tropas,  y  en  todas  las  mezquitas  se  hizo  oración  púbUca  por  d, 
y  todas  las  clases  le  juraron  fidelidad  y  obediencia.  Agradecido  á  sus 
lenetes  y  guardias  les  concedió  nuevas  libertades ,  mas  espléndidas  me- 
as y  mas  preciosas  armas  y  vestidos  :  ásus  noUes  parciales  dio  cargos 
y  gobiernos  á  su  contento ,  y  con  esta  sdvaguardia  se  creyó  seguro,  y 
Do  cuidó  sino  de  reparar  los  jardines  y  amenidades  de  Medina  Aiabra , 


30^  HISTORIA  di;  la.  DOVINACIM 

y  de  i^HMsarane  las  jddícías  y  placeres  de  la  yida.  Se  ocopaba  poooeo  el 
gobieroo  de  las  proviocías ,  dí  atendía  al  estado  de  defensa  de  las  fron- 
teras t  los  walíes  y  alcaides  de  ellas  las  tenían  como  absolutos  dueños, 
y  disponían  libremente  de  las  rentas  y  de  los  productos  de  toda  espe- 
cie '.  Por  esta  causa  escaseaba  el  tesoro  del  estado ,  aunque  el  rey  do 
lomaba  de  él  cosa  alguna  para  sus  propios  gastos.  La  caja  ó  tesoro  del 
diván  aláta ,  destinado  para  premios  y  gratificaciones  de  buenos  serri* 
tíos,  estaba  exhausto  por  las  liberalidades  del  rey  Muhamad.  Siis gran- 
des riqueías  apenas  bastaban  á  subvenir  á  los  gastos  necesarios  para 
mantener  la  opulencia  y  decoro  de  la  real  casa .  Fué  pues  forzoso  que  los 
ahnojarifrs  y  recaudadores  de  las  rentas  del  estado  oprimiesen  á  los 
pueblos  de  Andalucía  con  nuevas  y  desconocidas  exacciones  :  y  aunque 
de  estas  gabelas  sacaban  mucbo ,  no  alcanzaba  á  la  desmedida  costa , 
per  la  general  falta  de  las  rentas  délas  provincias.  En  tanto  oí  rey  Muha- 
mad no  pensaba  sino  en  sus  placeres ,  y  en  oir  elegantes  versos  de  los 
poetas  que  andaban  en  su  corte ,  y  en  aplaudir  las  canciones  del  wazir 
2eidua  de  Córdoba ,  en  que  celebraba  á  la  hermosa  Habiba  ^  hija  M 
rey  Muhamad,  por  quien  estaba  loco.  Abdelmelic  ben  Ziadatala.el 
Taboni ,  célebre  en  África ,  Egipto ,  Siria  y  Arabia ,  le  presentó  sos  io* 
geniosas  poesías,  y  su  libro  de  las  costumbres  de  los  árabes  en  verso. 
Su  casa  en  Córdoba  era  frecuentada  como  una  academia.  Abdel  Wabib 
Abul  Moqneira,  ivazir  y  alcatib ,  le  dedicó  su  colección  de  poesías;  y 
Abdel  Wahidi  de  Córdoba,  walilcodá  de  Játiva  y  originario  de  Cabra, 
sus  discursos  elegantes  en  prosa  y  verso;  el  insigne  poeta  Abu  Cbalid 
ben  el  Tares  una  colección  de  poesías  en  su  elogio  í  y  Aboi  Ghuleni  de 
Beja,  vecino  de  Sevilla ,  sus  mas  célebres  canciones. 

El  rey  Muhamad  sentía  que  no  se  procediese  en  las  exacciones  que 
se  hacían  al  pueblo  con  orden  y  justicia ;  pero  no  podía  remediar  las  re- 
jaciones  que  arbitrariamente  causaban  los  recaudadores.  Faltaba  sin 
embargo  para  las  cosas  justas  y  necesarias ;  y  un  príncipe  que  de  su  oa* 
tnral  condición  era  muy  liberal  y  generoso,  el  pueblo  y  sus  guardias 
le  vitup<»raban  de  tenaz  y  avaro,  unos  por  lo  que  pagaban  y  otros  por 
lo  que  no  recibian.  Por  calamidad  y  desventura  de  aquel  tiempo,  cD^ 
migo  de  toda  virtud ,  no  fué  posible  persuadir  á  los  vralíes  de  las  pro- 
vincias el  bien  de  la  concordüa ,  unión  y  obediencia  para  conservar  el 
estado.  A  su  ejemplo  los  caudillos  de  las  fronteras  y  los  alcaides  de  for* 
talczas  y  ciudades  también  desobedecían.  Muchos  de  ellos,  de  pobres  y 
oscuros  principios,  en  las  revueltas  del  estado  habian  venidoásergrandes 
y  lamidos.  £1  pueblo  mismo ,  mal  acosUimbrado  en  todas  partes ,  se  hlJO 
enemigo  de  lo»  que  le  regían ,  y  deseaba  la  inquietud,  las  c4)njuraciones 
y  revodtas ,  por  tener  ocasión  de  robos  y  venganzas ,  con  la  impunidad 
que  acompaña  siempre  á  las  revoluciones  popularos.  El  rey,  ó  no  cono- 
cía este  ei^enncdad  pditica  de  sus  pueblos ,  ó  no  tetia  la  Grmeza  cgqt 

1  Adents  ée  \u  tonUfi  á^  atavie ,  que  proeedlMi  M  diemo  de  tiMlos*  tos  Gmus  it  U  tiem, 
>  producros  de  la  cria  de  ganarlos  y  do  la  iQduslria ,  h^bia  Uis  renUf  del  chanigf  ¿  derecha 
il©  entrada  y  salida ,  y  fas  dol  taadfl  ó  iguala ,  que  eran  exacciones  sobre  tiendas ,  j  |»flr  «**•* 
Á  iviatimo» }  jodioii. 


DK  iOS  ARABEwS  EN  ESPAÑA.  307 

TCDÍeDle  para  imnediarla.  Los  mismos ,  que  faltando  á  su  honradez  y 
obligaciones,  le  habían  puesto  injustamente  en  el  trono ,  estaban  ya 
impadeolcs  y  dispuestos  á  derribarlo  de  él.  Huia  Muhamad  de  su  ca- 
pital ,  y  ]e  intimidaba  su  gentío  ;  y  lo  mas  del  tiempo  pasaba  en  Zahra : 
pero  no  estaba  allí  seguro.  Los  sediciosos  y  amigos  de  novedades  inci- 
taron á  la  multitud ,  y  atropados  é  insolentes  cercaron  las  casas  de  lot 
wazires  y  cadies  :  y  á  grandes  voces  pidieron  las  cabezas  de  algunos,  la 
deposición  de  otros ,  y  acabaron  por  pedir  también  la  muerte  del  rey  y 
de  sos  hagibes.  Los  pocos  candillos  de  la  guardia  que  le  fueron  fieles 
avisaron  al  rey  su  peligro ,  y  le  acompañaron  con  alguna  caballería 
africana ,  y  salid  de  noche  con  toda  su  familia  de  los  alcázares  de  Zahra. 
Mochos  le  abandonaron  en  el  camino ;  pero  logró  acogerse  al  fuerte  de 
leles  en  tierra  de  Toledo,  donde  fué  amparado  y  recibido  muy  bien  del ' 
alcaide  de  aquella  fortaleza  Abdcrabman  ben  Muhamad  ben  Selamben 
Said  ben  Almoodar,  hijo  y  nieto  de  esforzados  caudiUos ,  que  tenian  el 
gobierno  de  aquella  tierra  desde  el  tiempo  del  rey  Abderahman  el  ter«* 
cero.  Poco  tiempo  después ,  habiéndole  conGcionado  una  gallina  con 
ciertas  yerbas  Tcnenosas,  que  produce  aquella  tierra,  comió  de  ella 
Mabamad,  y  á  su  tiempo  murió  sin  dejar  sucesión,  año  415.  Fué  el 
tiempo  de  su  reinado  diez  y  siete  meses.  £n  día  jueves  á  13  de  la  luna 
de  Gíumada  primera  de  este  año  falleció  Abdala  ben  Rebie  áp  Córdoba  j 
en  esta  misma  ciudad ,  y  fué  enterrado  al  alba  del  dia  juma  con  mucIiQ 
acompañamiento  en  casa  de  Xuhaid.  No  le  llevaron  á  la  macbora  por 
imar  de  los  bárbaros  que  en  aquel  tiempo  infestaban  las  cerc^iaf  d^ 
la  dudad  :  aprovéchele  Dios  por  ello. 


CAPITULO  CXVI. 

I>e  VahyebenAJy. 

Con  la  nueva  de  las  inquietudes  y  revueltas  que  había  en  Córdoba,  1q| 
parciales  del  rey  Yahye  ben  Aly  ben  üamud  volaron  á  Málaga ,  y  exci- 
taron á  este  príncipe  á  que  viniese  con  sus  tropas  á  ocupar  la  ciudad  da 
Córdoba  y  apoderarse  del  reino,  que  le  pertenecía  por  la  declaracioii 
del  rey  Hixém  el  Muyad  á  favor  de  su  padre.  Gobernaba  Yahye  su  esr 
tado  de  Alálaga  y  Algezira  Alhadrá,  Gcbta  y  Tanja  con  mucha  mo- 
deración y  justicia  :  sus  pueblos  le  amaban,  y  deseosos  de  su  en- 
grandecimiento se  ofrecieron  á  ponerle  en  el  trono  de  Córdoba.  Así  fué 
quo  mas  por  voluntad  de  sus  ambiciosos  parciales  que  por  la  suya  pro- 
pia partió  para  Córdoba.  Los  vecinos  principales  y  gente  honrada ,  pof 
librarse  de  la  tumultuosa  anarquía  que  los  despedazaba,  sealegraroii 
de  su  venida ,  y  le  salieron  muchos  á  recibir  y  manifestarle  su  adhesioo, 
J  la  confianza  que  tenian  en  su  prudencia  y  buen  gobierno.  Toda  la  cía* 
dad  sp  conmovió  á  su  entrada ,  y  le  recibió  con  grandes  demostraciones 
de  alegría.  Apeóse  en  la  aljama,  y  después  de  hacer  su  oración  de 
adobar  pascólas  calles  principales  entrefestivas  aclamaciones  populares. 


308  HISTORIA  D£  LA  DOMINACIÓN 

Luego  escribió  sos  cartas  á  los  ivalies  gobernadores  de  las  proTíncias 
pora  que  yintcsen  á  Córdoba  ¿  jurarle  obediencia.  Pero  los  mas  distanles 
se  excusaron  coiuiparentes  pretextos,  y  los  mas  cercanos  manifestaron 
abiertamente  que  no  le  reconocían  por  sn  rey ,  sino  por  un  intruso, 
llamado  por  una  parcialidad  que  ellos  menospreciaban.  Pesó  mucho  al 
reyYahye  de  estadeclarada  desobediencia  del  lyali  deSevilla;  ydeseando 
que  el  escarmiento  de  este  sirviese  de  enmienda  á  los  demás  que  pen- 
sasen de  la  misma  suerte,  ordenó  que  sus  alcaides  de  Jerez  y  Málaga 
oon  los  de  Sidonia  y  Arcos  reuniesen  su  caballería  y  fuesen  contra  Se- 
villa :  y  el  mismo  rey  Yahye  con  la  gente  y  caballería  de  Córdoba  partió 
¿  juntarse  con  aquellas  tropas. 

Conviene  decir  aquí  quién  era  este  wali  de  Sevilla ,  y  cuál  su  prosapia 
y  condición.  Era  pues  Mubamad  ben  Ismail  ben  Abéd  el  Lahmi ,  apelli- 
dado Abulcasím ,  cadi  de  Sevilla ,  y  desde  el  tiempo  de  Alcasim  ben 
Hamud ,  por  su  prudencia  y  sagacidad  logró  cuanto  quiso ;  y  le  hizo 
gobernador  de  la  provincia*,  y  en  pago  de  estas  confianzas  cuando 
Alcasim  ben  Hamud  salió  de  Córdoba  el  año  41 3  se  apoderó  Muba- 
mad ben  Ismail  de  la  soberanía  del  estado.  Cuenta  Abu  Rafe  que 
este  Muhamad  fué  hijo  de  Ismail  ben  Mubamad  ben  Ismail  ben  Goraix 
ben  Abéd  ben  Amer  ben  Aslam  ben  Amer  ben  Itaf  ben  Naim,  y  que 
Itaf  y  Naim  vinieron  k  España  cuando  la  entrada  de  Baleg  ben  Baóür  el 
Coraixi ;  que  Itaf  era  de  Hemesa  en  Siria ,  y  de  la  tribu  Lahmi ,  origi- 
nario de  Alaris ,  aldea  entre  E^pto  y  Siria ,  en  confines  de  Algifer ;  que 
en  España  se  estableció  en  Caria  Jumin ,  del  twritorio  de  Taxéna,  de 
jurisdicción  de  Sevilla ,  ala  orilla  del  rio  grande.  Otros  dicen  que  eran 
de  los  hijos  deNooman  ben  Almondar  ben  Méasemai  :  y  de  esta  nobleza 
se  preciaban  mucho,  y  los  loaban  por  ello ,  como  parece  en  los  versos ; 
elogios  de  varios  ingenios,  y  entre  otros  en  los  de  Aben  Lcbana.  Cuenta 
Hayan  queel  padre  de  Muhamad  fué  Ismail  Aben  Abéd,  hombre  muy  dis- 
tinguido por  su  prudencia  y  grandes  riquezas  antes  y  después  del  princi- 
pio de  la  guerra  civil ;  que  tenia  mucha  autoridad  en  tierra  de  ScTÍlla, 
que  vi  via  en  ella  con  aparatoy  ostentación  poco  diferente  de  la  de  Iosre;es ; 
que  ningún  caballero  particular  de  Andalucía  le  igualaba  en  esto ,  ni  en 
liberalidad  y  muchedumbre  de  siervos.  Recibió  en  su  casa ,  y  ampartiá 
los  mas  ilustres  desterrados  de  Córdoba  en  tiempo  de  las  encendidas  dis- 
cordias y  calamidades  civiles.  Era  Ismail  de  ingenio  astuto,  de  mucha  eru- 
dición ;  buen  caballero,  de  ánimo  constante,  y  de  aparente  candor,  7 
siempre  alcanzó  sus  mira$  con  harta  seguridad.  Crió  á  su  hijo  Muhamad 
con  su  misma  política ,  y  le  enseñó  á  superar  las  mayores  dificultades. 

Cuando  Muhamad  Aben  Abéd  entendió  que  el  rey  Yahye  venia  con- 
tra él,  previno  ciertas  compañías  de  caballeros  de  Sevilla  j  de  Carmona 
en  una  emboscada  para  salir  en  ocasión  conveniente.  Él  misoio  000 
Otras  compañías  de  á  pié  y  de  á  caballo  se  adelantó  al  encuentro  del  rey 
Yahye.  Los  campeadores  de  la  hueste  de  Córdoba  pelearon  con  los  de 
Sevilla  :  concurrieron  á  estas  escaramuzas  las  fuerzas  del  rey  Yabje  y 
las  de  Muhamad ;  y  por  estratagema  de  este  cedieron  pooo  á  poco  sos 
gentes,  7  se  fueron  retrayendo  en  la  pelea  hasta  fingir  su  veodimeDto 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAAA.  309 

Jfiíga,  y  llevar  á  los  de  Córdoba  al  porage  de  la  emboscada :  entonces 
acometieron  con  mucho  valor  y  seguridad  á  los  que  los  seguían ,  y  sa- 
lieodo  los  caballeros  de  la  celada  rodearon  por  todas  partes  á  los  de 
Córdoba :  y  el  rey  Yaliyc  en  16  mas  recio  de  la  batalla  fué  herido  de  una 
lanada  que  le  cosió  á  la  silla  de  su  caballo,  y  herido  de  otras  muchas 
hozas  cayó  muerto.  Esta  fué  la  suerte  de  esto  buen  rey ,  que  por  sus 
Tirtades  prometía  un  venturoso  reinado.  Fué  esta  balalla  día  7  de 
Moharram  del  aik>  41 7  (1026).  Mandó  Aben  Abéd  cortiffle  la  cabeza ,  y 
bcDvióá  Sevilla  con  la  nueva  de  su  victoria.  Los  caballeros  de  Córdoba 
j  b  gente  d£  Málaga  se  retiraron  tristes  y  vencidos. 


CAPITULO  CXVII. 

Del  reinado  de  Hilera  el  Motad  BHa. 

Cnando  llegó  á  Córdoba  la  nueva  de  la  infausta  batalla  y  muerte  del 
f^jUhje  ben  AIj  bcn  Hamud ,  se  entristeció  toda  la  gente  honrada  de 
la  ciudad  por  ver  fallidas  sus  bien  fundadas  esperanzas  en  la  prudencia 
J justicia  del  malogrado  principe.  Luego  se  congregó  el  diván,  y  por 
ioflajode  Abilhc¿ami  ben  Gehwar ,  vrazir  de  la  ciudad ,  y  de  los  caballe- 
ros Alamerics,  aclamaron  por  su  rey  y  señor  á  Hixóm  ben  Muha- 
mad  ben  Abdelmclic  ben  Abderabman  Anasír ,  esto  es ,  biznieto  del 
grande  Abderahman  III,  y  hermano  del  ínclito  rey  Abderabman  Al- 
mortadi.  Estaba  entonces  este  caballero  retirado  en  HamAÍbonte  con 
ei  alcaide  de  aquella  fortaleza,  llamado  Abdala  ben  Casim  el  Febri.  El 
pueblo  aplaudió  esta  elección ,  y  le  proclamó  con  muestras  de  la  mas 
sincera  alegría  con  el  titulo  de  el  Motad  Bila ,  en  fin  de  la  luna  de  Reble 
primera  año  417.  Habia  nacidoelaño  364 ;  era  cuatro  anos  mayor  que  su 
hermano  el  Mortadi ;  la  madre  que  le  parió  se  llamaba  Oneiza.  Envía- 
roole  sus  mensageros  para  anunciarle  aquella  voluntaria  elección  del 
rüQscjo  y  del  pueblo  de  Córdoba  :  y  como  sabio  y  moderado  y  en  vez  de 
alegrarse  manifestó  su  pesar  de  salir  de  la  vida  quieta  y  segura  de  su 
^liro  á  los  cuidados  del  peligroso  mando.  Respondió  &  los  enviados  que 
|gnidccia  la  voluntad  y  amor  del  pueblo  de  Córdoba  á  su  persona  y 
amflia ;  pero  que  ya  no  estaba  para  tomar  sobre  sus  hombros  la  grave 
ar^a  del  gobierno.  En  fin,  después  de  algunos  días  de  modesta  repug- 
tancia ,  instado  de  sus  parciales  los  Alameries  aceptó  la  corona ;  pero 
Idioso  siempre  del  inconstante  y  desconocido  pueblo  dilató  mucho 
iempo  el  venir  á  O^doba ,  y  se  detuvo  en  las  fronteras  acaudillando  la 
^baileria  que  las  amparaba.  Único  pretexto  que  pudo  justificar  su  au- 
f^a  de  la  capital.  Peleaba  con  varia  fortuna  contra  los  infieles^  que 
provcchando  el  tiempo  de  las  discordias  civiles  de  los  muslimes  en- 
^ndiaron  loa  limites  de  sus  fronteras ,  asi  en  España  oriental ,  como  en 
•alicia  y  Castilla^  En  esta  ocasión  trató  y  honró  mucho  al  alcaide 
(Kém  ben  Muhamad  bcn  Hilel  el  Caisi  de  Toledo,  hombre sabioy  dis- 
ipólo de  sabios  como  Aben  Abdus  v  el  Chmeni.  Era  esforzado,  vfr- 


átd  ItL^lOiilA  DC  LA  DOMlNACfCMS 

tooso  1f  austero ,  qae  ayunaba  con  sonio  rigor ,  y  celeblraba  con  esplen- 
didez la  Idalfitta  ó  pascua  de  salida  de  Ramazan  con  sus  fronteros  \  y 
gastaba  en  este  dia  todos  sus  ahorros  con  la  gente  de  su  fuerte.  Su  ves- 
tido era  rústico  y  su  comida  muy  frugal :  permaneció  toda  su  vida  en 
la  frontera  de  Castilla ,  y  falleció  á  la  partida  del  rey ,  que  se  detuvo  en 
aquella  tierra  tres  años  menos  dos  meses.  Escribió  al  rey  el  vi^azir  Abul 
Huzam  Gehvrar  que  convenia  queluego  viniese  á  Córdoba ;  que  el  pue- 
blo estaba  inquieto  y  descontento ;  que  deseaba  ver  á  su  rey ;  que  de  sus 
leves  quejas  y  hablillas  tomaban  ocasión  los  sediciosos  para  fomentar 
discordias  y  conmociones  graves ;  que  los  vralies  ó  gobernadores  de  las 
provincias  interiores  manifestaban  descubiertamente  sus  intentos  de 
independencia ,  ganando  con  aparente  blandura  y  equidad  los  ánimos  de 
los  pueblos  que  tenían  en  su  jurisdiecion,  obrando  como  reyes  abso- 
lutos ,  sin  permitir  que  las  contribuciones  y  rentas  de  las  provincias 
viniesen  á  la  capital.  Con  este  aviso  el  rey  Ilixém  partió  con  mucha  di- 
ligencia para  Córdoba ,  y  entró  en  ella  día  8  de  la  luna  Dilbagia  del 
año  420  (10^9) :  fué  recibido  con  gran  pompa  y  demostraciones  de  ale- 
gría ,  y  rodeado  de  ¡nfíníto  gentío  entró  en  su  alcázar.  Su  afabilidad  y 
apacible  y  generosa  condición ,  y  al  mismo  tiempo  su  atención  á  la  ad- 
ministración de  jiisücia  ganó  las  voluntades  del  pueblo,  calmó  las  in- 
quietudes y  puso  freno  á  los  ánimos  revoltosos.  Yisitaba  los  bospicios 
y  casas  de  pobres,  y  las  madrisas,  escuelas  y  colegios  :  cuidaba  con 
especial  celo  de  los  enfermos,  y  susmismos  médicos  debían  visitar  cada 
dia  los  ¿Imarestanes  ü  hospitales.  Depuso  al  cadí  de  la  aljama  de  Cór- 
doba Abderahmau  ben  Ahmed  ben  Saíd  ben  Muhamad  ben  Baxir  bcn  * 
García,  apellidado  Abulmotarif,  y  conocido  por  Aben  el  Hasari..qae 
habia  sido  electo  cadi  por  el  rey  Aly  ben  Hamud.  Era  muy  elocuente .  y 
fué  prefecto  de  oración  en  la  aljama ,  y  muy  privado  de  los  reyes  Ha- 
mudes.  Habia  sido  cadi  doce  años,  diez  meses  y  cuatro  dias,  sc^un  dice 
Hayan  :  y  vivió  después  retirado  en  su  casa  en  Córdoba  poco  mas  át' 
dos  años ,  que  falleció  y  fué  enterrado  sábado  á  mediada  luna  de  Xaban 
en  la  macbora  ó  cementerio  de  Aben  Abas  con  grande  honra.  En  este 
tiempo  Obeídyas,  el  catib  ó  secretario  de  Obeidala|ben  Meruán,  dijo  estos 
versos  al  palacio  en  que  habitaba ,  que  competía  en  magnificencia  con 
el  real  alcázar ,  y  aventajaba  al  palacio  Mogueiz ,  y  casas  de  Almanzor  - 

Alcázar  de  Abi  Heruán ,  del  paraíso  traslado. 

Que  construido  pareces  con  pieles  de  leopardo  : 

>  Estos  rabiles,  ó  fronteros  musJinies  ^  proresabaii  macha  aosleridad  de  vida,  y  se  ofreHan 
voluiilarios  al  continuo  ejercicio  de  las  armas,  y  por  voto  se  obligaban  á  defender  sus  fron- 
teras de  las  algaras ,  entradas  6  cabalgadas  de  los  alinop;ávares ,  ó  campeadores  cristianoi. 
Eran  todos  caballeros  muy  escogidos,  y  de  suma  constancia  en  las  fatij^s;  qu€  no  detoo 
huir,  sino  pelear  intrépidos  y  morir  antes  que  abandonar  su  estación.  Parece  rerísimii  que  de 
estos  rabiles  procedieron  asi  en  España ,  como  éntrelos  cristianos  do  Oriente ,  las  órdenes 
inilitares  tan  célebres  por  su  valor  y  por  los  cHstiRf  uldos  servicios  prestados  ¿  la  erísiiandad. 
£1  instituto  de  unos  y  otros  era  muy  semejante, 

s  Es  muy  frecuente  tMi  las  memorias  arábigas  de  este  tiempo  el  hallar  en  ellas  nombre^ ; 
apellidos  godos  y  cristianos ,  como  fíundCRiiro  ben  Dawud ,  Ahmed  ben  Guxman ,  Muhaiiuii 
hen  ForUiu,  Abdala  ben  Goiier,  ben  Borangcl,  ben  MendiSi  beo  Muñios,  beft  Uaaric,  bes 
Radrair,  ben  García,  bcn  Sanche,  ben  Forlis,  ben  Galindo. 


M  LOS  AftAWS  EN  M^AÑA.  )t  1 

Tiit  btmoBof  apéseniof  aun  mu  ballos  qoa  at  piiUeio 

CoD  mármoles  lodos  brillan        «le  oro  do  Tib«T  orlados. 

Procoró  el  rey  Híxém  el  Motad  (raer  á  8a  obediencia  los  walies  de 
h$  proyiocias ,  persuactiéndoles  con  cartas  amistosas  y  razones  darás  la 
conveniencia  de  la  concordia ,  y  unión  de  las  fuerzas  y  recursos  de  todas 
las  provincias  muslímicas  de  España  para  oponerse  á  los  infieles ,  y  re- 
cobrar lo  que  la  discordia  civil  habia  hecho  perder  en  las  fronteras :  que 
síq  uoion  y  buena  concordia  no  se  podia  mantener  el  edificio  de  la  pú* 
blica  felicidad.  Los  walies,  sin  desconocer  la  autoridad  legitima  del  califa 
de  Córdoba ,  desatendieron  en  verdad  sus  razones ,  y  con  falsos  pretextos 
le  nc^gaitm  las  contribuciones  y  servicios  que  ledebian.. 

Conociendo  el  rey  que  ya  el  mal  era  muy  grave  y  pedia  remedios 
fuertes  y  violentos ,  se  propuso  la  reducción  de  algunos  walies  desobe- 
dientes, y  encargó  á  Obeidala  ben  Abdelaziz  el  Yahsebi  la  de  Algarbe. 
Este  caudillo  obligó  á  la  obediencia  á  los  de  Libia ,  Oksonoba ,  Xilbe  y 
otras  ciudades  gobernadas  por  alcaides  puestos  por  el  rey  Yabye.  Dio  el 
rej  Hixém  el  gobierno  de  Gezira  Sallis  al  padre  do  este  caudillo ,  pero 
Abdelaziz  el  Bearuí  no  correspondió  á  la^eonQanza  que  el  rey  babia  be* 
cho  de  su  persona ,  que  también  se  alzó  con  el  señorío  de  aquella  tierra . 
Almaozor  ben  Zeiri,  el  de  $anhaga,  desde  la  muerte  del  rey  Abderah- 
nian  el  Mortadi  se  apoderó  de  todas  las  poblaciones,  de  Elbira  y  de 
Granada :  y  seguro  en  su  posesión  por  la  debilidad  dd  estado  de  Córdoba 
partió  á  África  dejando  en  su  lugar  en  Granada  á  su  sobrino  Habns  beu 
^io,  que  era  muy  esforzado  y  prudentig  caudillo.  Dice  Alchatib  que 
<^le  Almanzor  de  Sanhaga  reinó  siete  anos  en  Granada.  En  Málaga  go- 
bernaba como  rey  Edris  el  hijo  del  rey  Yahye  ben  Hamud ,  y  sus  pue- 
blos le  llamaban  amir  amumenin,  y  le  juraron  fidelidad  y  obediencia 
con  toda  solemnidad  después  de  la  muerte  de  su  padre  Yahye  elMotah' , 
y  á  él  le  apellidaron  el  Olui  ó  ensalzado ,  y  se  llamaba  también  Abu  Ha- 
íei.  Era  este  Edris  muy  benigno,  y  daba  á  los  pobres  cada  juma  quí- 
Bientas  doblas  de  oro ;  de  su  generosa  condición  y  justicia  se  escriUeron 
muchos  versos.  Levantó  el  destierro  á  los  i»*oscriptos  en  tiempo  de  su 
t^ire^  y  les  restituyó  sus  aldeas  y  poseslmies.  No  so  oyó  ea  su  tienqio 
qiiqa  de  ningún  desvalido.  Era  docto  y  visitaba  las  escuelas  y  los  hospi- 
cios:  y  no  se  desdeñaba  de  oir  á  los  mas  humüdes,  ni  sabia  hacer  otra 
<^osa  que  beneficios  y  gracias.  Era  su  ivazir^  y  gobernador  de  su  estado , 
su  pariente  Muza  ben  Afán ,  que  al  fio  le  fué  pérfido ,  y  le  quitó  la  vida 
por  servir  al  rey  de  Sanhaga  Almoez  bea  Biadis.  En  Denia  mandaba 
Abdala  dMoaiti ,  y  era  llamado  rey,  y  labraba  moneda  con  su  propio 
'iuk>.  Pero  no  pak>  mucho  tiempo  en  venir  de  Mayorcas  el  señor  de 
dqoeUas  islas  Mugehid ,  que  le  privó  de  la  soberanía ,  y  le  desterró  de 
BoQia ,  y  se  pasó  á  tierra  de  Gutema «  y  no  volvió  á  dzar  cabesa  ea  este 
mundo,  que  allí  falleció  aAo  432.  Asi  también  estaban  lUera  de  la  obe- 
diencia del  rey  Hixém  el  Motad  los  -walies  de  SevUla,  de  Garmona  y 
Sidonia ,  y  como  la  fortuna  de  las  armas  favoreciese  mas  á  ká  uralies 
^«^Ueseiilos  dosaSoadc  su  reinada,  á  pesar  da  sus  esfuetzoa^  de- 


%V2  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

seando  ci  virluoeo  i^y  poner  término  A  la  infausla  guerra  cítíI,  trató  de 
avenencias  con  los  walics  desobedientes. 

Esta  moderación  llenó  de  descontento  á  los  de  Córdoba ,  y  cnlpsbaQ 
al  rey  de  los  sucesos  poco  vcntarosos  de  sus  armas ,  y  de  todas  hs  cala- 
midades de  su  tiempo.  Ya  el  mal  era  sin  remedio :  el  estado  con  la  des- 
unión de  las  provincias  era  muy  débil  contra  el  ilimitado  poder  de  los 
iiralies  ó  gobernadores :  las  buenas  costumbres  de  los  mudimes  aole- 
pasaios  estaban  viciadas  y  corrompidas ,  no  poco  á  poco ,  sino  con  el 
Ímpetu  de  un  precipitado  torrente.  Los  malos  y  los  buenos  muslimes 
lodos  parecian  entregados  á  sus  pasiones ,  los  unos  muy  activos,  inquie- 
tos é  indómitos ,  los  otros  indolentes  y  apocados ,  de  manera  guc  como 
decia  el  rey  Hixém ,  esta  generaci<m  ni  puede  gobernar  ni  ser  túen  go- 
bernada. Abul  Hazam  ben  Gehwar  aconsejó  al  rey  que  se  retirase  á 
Medina  Azahr&  por  asegurar  su  persona  de  los  riesgos  é  insultos  de  al- 
guna súbita  conmoción  popular  que  estaba  muy  amenazada.  El  rey 
Hixém  estaba  tan  confiodo  en  el  amor  y  respeto  del  pueblo  de  Córdoba 
que  no  rcci^laba  tan  injusto  y  desagradecido  intento ;  pero  I09  sediciosos 
no  tardaron  en  excitar  á  la  inconstante  é  inconsiderada  ¡debe.  Va- 
liéronse para  esto  de  la  oscuridad  de  la  noche :  pues  los  homlúres  cubier- 
tos de  la  nocturna  sombra  son  mas  atrevidl»  é  insolentes ,  que  así  no  les 
estorba  el  natural  rubor  de  las  acciones  menos  honradas  ó  torpes. 
Corrió  las  calles  la  atropada  multitud ,  y  con  gritos  y  general  algarera 
pidió  <pie  el  rey  Hixém  fuese  depuesto ,  y  que  saliese  de  Córdoba. 

Aben  Gehwar  fué  de  los  primeros  que  anunciaron  al  rejr  la  vdaoUul 
áA  inquieto  y  alborotado  pueblo ,  y  el  rey  sin  alterarse  dijo :  Gracias  á 
Dios  que  asi  lo  quiere.  A  la  reñida  del  dia ,  salió  el  rey  de  su  alcázar 
con  su  femilia  y  una  buena  comitiva  de  caballería  de  su  guardia ;  y  con 
ella  se  retiró  á  una  casa  de  campo,  y  desde  ejla  al  dia  siguiente  partió 
á  la  fortaleza  de  Hasn  Abi  XariT ,  que  él  liabia  cdiflcado.  Acompañá- 
ronle muchos  nobles  caballeros  de  Córdoba  y  y  entro  ellos  el  célebre 
Abdelbar  el  Ñamen  de  Córdoba ,  gran  ingenio  para  la  poesía ;  y  Muba- 
mad  d  Raini,  conocido  por  Abu  Abdala  d  Hannat ,  asimismo  famoso  por 
sus  elegantes  versos ;  y  el  erudito  Ahmed  ben  AbddmeKc  ben  XoM, 
d  autor  del  Ubro  Hanut  Alatar,  lleno  de  elegancias  en  prosa  y  verso,  y 
otros  varios  favoreddos  y  privados  del  rey.  Fué  su  salida  de  Córdoba ci 
año  42S  (10^1) :  vivió  en  su  retiro  con  mucha  tranquilidad  hasta  qoe 
.  pasó  A  la  misericordia  de  Dios  en  el  año  438.  Sus  virtudes  y  ánimo  íd- 
allcrable  le  acreditaron  de  digno  sucesor  de  sus  indi  tos  antepasados ,  f 
merecedor  de  mas  favorable  fortuna ,  y  de  tiempos  menos  tmemígos  de 
la  virtud.  En  él  acabó  la  dinastía  de  los  Omeyas  en  España,  que 
prhMipíó  en  día  Abderahman  ben  Moavia  año  138,  y  acabó  en  este 
Hixém  el  Motad  año  422. 

Cuenta  el  historiador*  Alathir  que  después  de  la  deposicioa  del  rej 
Hixém  el  Motad ,  un  mancebo  de  la  fimrilia  de  los  Omeyas ,  que  estaba 
en  la  flor  de  su  edad,  pratendió  la  suoesion.dd  reino.  Y  como  el  consejo 
j  los  dd  pueblo  no  quisiesen  alzarle  por  su  rey,  diciéndole  qao  temían 
la  mina  deleartado ,  que  se  eompailcdan  de  su  persona  y  nobleza ,  y  de 


BE  LOS  ARAKS  EN  ESPAftA.  31  a 

so  propia  Tida ,  pm»  veian  qae  la  ferlaiut  babia  Yodlo  laa  eqialdaa  á 
lodos  k»  Omeyas ;  entonces  replicó  este  mancdM :  Juradme  hoy  rey,  y 
siquiera  me  matéis  mañana ,  si  mi  enemiga  ^treBa  asi  lo  dispone.  Pero 
oooonsignió  persuadirlos  ni  concertar  su  elección;  y  dice  que  en  aquel 
día  desapareció  este  Omeya ,  y  nunca  mas  se  supo  de  él  ni  de  sus  cosas. 
Asi  pasó  d  estado  y  fortuna  de  cDos^  como  si  no  hubiese  sido.  Feliz 
quien  bien  ríbró ,  y  loado  sea  sienqire  aquel  cuyoimperio  jamas  acabará. 


Serie  de  los  reyes  ár«bet  de  Espafia  en  Gdrdoba ,  y  afios  de  ra  fallocimictito. 

Abderahmanl 17! 

Híxéml 180 

Alhakeml 206 

Abderahman  II 238 

Muhamadl 273 

Almondhir 275 

Abdala 300 

Abderahman  III 350 

Alhakem  11. 366 

Hixém  II,  preso 399 

MuhamadII,elMohdiBila.  .         400 

Snlciman  Almostain  Bíla. 400 

i  xém  II,  segunda  vez 403 

Süleiraan  AlmostainBila,  segunda  vez 407 

Aly  ben  Hamud 408 

Abderahman  IV 412 

Alcasim  ben  Hamud 413 

YabycbenAIy 413 

Abderahman  y,  Almosladir  Bila 414 

Muhamád  III ,  ben  Abderahman 415 

Yabyc  ben  Aly,  segunda  vez 417 

Hixém  III,  el  Motad  Bib 422 

Gehwar  ben  Muharoad  ben  Gebwar.- 
Muhamad  I  Y,  ben  Gehwar  Abulwalid. 

EtiM  dot  últioM»  reyes  de  Córdoba  no  se  mencionan  en  esla  segunda  parte  de  la  historia : 
^mevecea  é  la  lercera. 


Reyes  erístianos  do  Espafia  y  otros  principes  que  se  nombran  en  esta  segunda  parte. 

Cap.  34.  ReyAnfus. 

Cap.  36.  Ármelos,  hijo  de  Gonstantín ,  rey  de  Grecia. 

Cap.  39.  Bey  de  Grecia. 

Cap.  44.  Alanfus,  rey  de  Galicia,  T^fflo^  rey  46  los  griegos. 

Cap.  56*  Rey  García. 


,3U  BttfMttA  W  hk  MlWikCmf 

Cap.    M.  AlCmoIII,dMafQO. 

Cap.    78.  KeyRadmir. 

Cap.   82.  Rey  Radmir  de  Galicia. 

Cap.    84.  Rey  de  lo»  griegos. 

Gap.   98.  Rey  dé  Arraac  Borcl. 

Gap.  100«  Garda  ben  Sancho.  Rey  Bermoiid  de 

Gap.  105.  Conde  Sancho,  rey  de  los  criatíaaoa. 

Conde  Bermond. 

Conde  Armengudi. 


Mt  I.eS  AlUülBS  KN  EtfAAA.  IIS 


TERCERA  PARTE.' 


CAPITULO  I. 

Bleeelon  de  Gehvcr,  la  gobterno ,  y  estado  de  lai  proriaeiaf. 

Acallada  la  aucesioD  de  los  Omeyas  en  el  trono  de  Córdoba,  asi  por 
las  maquinadoDes  políticas  de  los  jeques  walies ,  que  procuraban  esta- 
blecer su  grandeza  sobre  las  ruinas  de  esta  indita  Tamilia « como  por  la 
soperstidosa  desconOanza  popular  que  miraba  mudada  la  fortuna  de 
ella,  se  congregó  el  consejo  y  aljama  de  Córdoba,  y  dando  por  cierto 
y  de  todos  sabido  que  de  los  Omeyas  no  quedaba  ya  rico  ni  pobre  en  toda 
España,  pusiéronlos  ojos  en  las  virtudes  y  excelentes  prendas  deGeh* 
war  ben  Mubamad  ben  Gehwar ,  wazir  sabio  y  prudente ,  hijo  de  hagi- 
bes  y  wazires ,  y  de  candlleres  de  los  antepasados  reyes.  Era  este  ilustre 
wazirmuy  estimado  y  bien  quisto  en  el  pueblo,  respetado  de  todos  los 
bandos,  y  que  en  los  tiempos  mas  arriesgados  de  las  revueltas  y  dis- 
cordias civiles  de  Córdoba  habia  siempre  permanecido  imparcíal  sobre 
manera ,  justo  y  amante  del  bien  común.  Por  estas  virtudes ,  de  todos 
coooddas ,  fué  de  común  acuerdo  adelantado  en  el  mando  y  proclamado 
rey,  y  con  públicas  aclamaciones  entronizado  en  Córdoba.  So  faltaban 
políticos  que  recelaban  de  su  conducta  sagaz  y  disimulada ;  pero  él  supo 
muy  bien  deslumbrarlos  á  todos ,  y  hacer  concebir  las  mas  lisonjeras 
esperanzas  do  un  reinado  próspero  y  glorioso.  Tan  político  como  inge- 
nioso, luego  que  fué  jurado  de  los  jeques^  alcaides  y  vecinos  principa* 
les  de  la  ciudad ,  estaibleció  una  nueva  forma  de  gobierno  aristocrático , 

1  Cuando  emprendimos  la  impresión  del  primer  tomo  de  la  Historia  de  los  árabes  en  Espafta, 
nlálMmos  bien  distantes  de  creer  que  al  empezar  la  del  segundo  no  había  de  existir  so  autor. 
Pero  la  adorable  Providencia  lo  arrebató  temprano,  y  dejó  con  esto  comprometido  nuestro 
empeño.  Saliiamoa  qoe  la  obra  estaba  acabada ,  pero  no  enleramenle  limada.  Sin  división  de 
(«pitoios,  sin  la  correspondencia  de  los  aflos,  y  sin  otras  perfecciones  que  ordinariamente 
<lfjan  los  autores  para  la  precisa,  ¿quién  supliría  la  Taita  de  Conde,  de  6>nde  empapado  en 
la  materia  de  su  obra ,  y  do  cuyos  conocimientos  se  debía  esperar  no  solamente  exactitud , 
sino  luces  nuevas  en  todos  los  puntos  que  loca?  Pero  no  debíamos  sin  embargo  dejar  burladas 
las  esperanzas  del  público  en  cuanto  á  lo  esencial.  Hemos  becbo  lo  que  ha  permitido  el  tiempo 
para  dar  menos  desaliñados  los  dos  tomos  postumos ;  y  para  la  correspondencia  de  loa  afios 
nos  bemoa  valido  con  desconfianza  de  los  mat  exactos  cronólogos.  A  pesar  de  esto  necesita- 
mof  la  indulgencia  de  los  lectores «  que  la  concederían  mas  pronto  si  viesen  los  originales 
se^nidos  religiosamente. 

Ai  dar  la  serie  cronológica  de  los  reyes  árabes  nos  hemos  vislo  en  un  laberinto.  La  multitud 
lie  sus  nombres  y  apellidos,  su  número  mismo ,  y  las  deposiciones  de  reyes  y  usurpaciones 
de  reinos  nos  baria  abandonar  el  pensamiento  de  colocarlos  aqui ,  si  no  fuera  porque  el  autor 
dejó  «obre  esto  apuntes,  aunque  informes.  Los  hemos  comparado  con  la  serie  que  estampó  el 
Uasdeo  en  su  lomo  XV,  y  ni  aunen  loe  nombres  hay  uniformidad.  ¿Cómo  la  habrá  en  la  cro- 
DoIuKía?  Dejamos  á  los  sabios  la  rectiflcacion  de  los  yerros  que  necesariamente  deben  resul- 
Ur  en  malerU  Un  complicada.  ( Hota  4$  la  BáicionUé  liM. ) 


316  RiSTOlUA  DE  LA  DOMUf ACIÓN 

reuniendo  en  un  consejo  compuesto  de  los  mas  principales  y  lionrados 
Yccinos  la  autoridad  y  el  poder  de  la  soberanía ,  sin  reservar  para  si 
mas  que  la  presidencia  de  aquel  diván.  Todo  lo  que  se  disponía  y  man- 
daba salía  á  nombre  de  este  consejo :  si  alguna  queja  ó  petición  se  le 
4irigia  en  particular  que  fuese  de  consideración  y  con  influjo  en  el  ór- 
d^n  civil,  dccia :  Yo  en  esto  ni  puedo  negar  ni  conceder  :  toca  al  con- 
^J^Y  y  7^  ^7  ui^o  dd  diván.  De  esta  manera  tendió  el  cendal  sobre  d 
pueblo  de  Córdoba ,  y  desde  el  principio  ganó  los  ánimos  de  los  mas 
altos  y  granados  dd  lugar.  Rehusó  también  por  moderación  el  pasar 
de  sus  casas  á  los  reales  alcázares ,  y  cuando  se  mudó  á  ellos  ordenó  la 
economía  y  servido  del  palacio ,  en  términos  que  difária  poco  del  apa- 
rato y  ostcntadon  de  su  casa  particular.  Arregló  el  número  de  sir- 
vientes,  y  quitó  de  las  puertas  del  alcázar  la  infinita  chusma  de  criados 
que  la  ocupaban  en  tiempo  de  los  Omeyas.  Propuso  tal  orden  y  econo- 
mía en  guardias  y  porteros ,  y  en  gastos  de  la  real  casa ,  que  resultaban 
grandes  ahorros.  Entre  sus  mas  plausibles  providendas  se  celebra  la  de 
desterrar  á  los  delatores  que  vivían  de  calumnias  y  procurar  pleitos, 
y  estableció  un  corto  número  de  procuradores  pagados  como  los  jueces. 
Echó  de  la  provincia  á  los  médicos  charlatanes  ó  curanderos  ignorao- 
tes,  que  se  llamaban  médicos  sin  experiencia  ni  conocimientos,  y 
ordenó  un  colegio  de  sabios  que  examinase  á  los  que  pretendiesen  ejer- 
cer la  medicina  y  servir  en  los  hospitales.  Cuidaba  en  extremo  de  la  pro- 
visión y  abastecitnienlo  de  las  dudadcfi ,  y  por  su  diligencia  llegó  á  ser 
Córdoba  el  granero  de  toda  España ,  y  sus  zocos  y  mercados  eran  concur- 
ridos de  todas  las  provincias.  Estabiedó  los  almojarifes  ó  recaudadores 
do  rentas,  y  alcaldes  de  albóndigas :  les  tomaba  cuentas  el  consejo  cada 
aAo  de  su  administración :  tenia  inspectores  de  plazas  y  de  puertas,  que 
▼ciaban  sobre  la  libertad  y  justicia  entre  los  concurrentes.  Los  alwa- 
zires  de  su  mayor  conCanza  eran  los  que  guardaban  la  ciudad,  y  cuida- 
ban de  su  pdicia  de  dia  y  de  noche.  Estos  repartían  armas  á  vecinos 
honrados  de  cada  barrio  para  rondar  sus  cajles :  las  alcanas  y  calles  de 
tiendas  tenían  sus  puertas  que  se  cerraban  á  cierta  hora ,  y  todas  las 
calles  de  la  ciudad  estaban  atajadas  con  puertas  para  evitar  desórdenes 
nocturnos ,  y  que  los  malhechores  pudiesen  huir  á  las  rondas  de  cada 
barrio,  y  los  que  les  tocaba  la  ronda  pasaban  su  dia  y  noche,  y  daban 
sus  armas  y  razón  de  lo  ocurrido  á  los  qpe  seguían  por  su  orden.  Asi  la 
ciudad  vi  via  con  tranquilidad  y  justicia ,  y  prosperó ,  y  se  hirieron  ricos 
sus  artífices  y  mercaderes ,  y  t<xios  beiniedan  á  Gehvar ,  que  como 
desde  atalaya  miraba  desde  el  trono  lo  que  con  venia  á  la  justicia  y  buen 
gobierno  de  sus  pueblos. 

Escribió  á  los  walies  de  las  provincias  Su  elección  para  que  viniesen 
á  jurarle  obediencia ;  pero  los  mas  se  excusaron  con  fingidos  pretextos 
de  graves  urgencias  que  les  impedían  pasar  á  Córdoba ,  y  conduian  con 
falsas  protestas  de  sumisión ,  y  deseándole  prosperidad  y  bienandanza. 
Los  que  mas  abiertamente  manifestaron  su  indircrcncia  en  esta  elección 
fueron  los  ivalíes  de  Toledo ,  de  Zaragoza ,  de  Málaga ,  de  Sevilla ,  de 
Graojida  y  (^  l^'^)ajoz ;  pero  Gehwar  procuró  disimulsir  <|ue  ceqocia  s"s 


BE  LOS  ARAB£S  EN  ESPAÑA.  317 

iotenckmcs  de  división  y  de  anarquía ,  y  les  escribió  aplaodiendo  su  celo 
j  ci  interés  que  manifestaban  por  el  bien  coman  y  seguridad  de  las  pro- 
Tinciasqnc  tenian  encomendadas ,  concluyendo  con  que  atendiesen  siem- 
pre á  que  la  prosperidad  y  firmeza  del  estado  consistía  en  su  unión  y 
coDcíerlo.  En  tanto  que  el  prudente  Gchwar  entendía  en  esto,  veamos 
cuál  era  el  estado  de  las  provincias,  y  cómo  sus  ivalies  se  alzaban  con  la 
soberanía  de  ellas. 

Era  en  este  tiempo  wali  de  Sevilla ,  y  absoluto  señor  de  ella ,  Muha- 
nad  ben  Ismail  ben  Abed ,  llamado  Abul  Casem.  Esta  familia  era  origi- 
uria  de  Hemesa ,  que  en  la  entrada  de  Baxir  ben  Baleg  Alooraysi  en 
AadaJncia ,  vinieron  con  él  Ilaf  ben  Naim  y  Naamin  ben  Almondar  ben 
Mé  Alcemai  do  Siria ,  de  una  aldea  Bamada  Alaris,  en  extremos  de  Al- 
fifer,  entre  Siria  y  Egipto.  Eran  de  tribu  Lahmi,  y  de  este  origen  se 
preciaban  los  ben  Abed ,  y  en  la  división  de  tierras  en  tiempo  de  Gesam 
ben  Berar  se  estableció  Itaf  en  Caria  Jumin ,  territorio  de  Taxéna , 
jurisdiecion  de  SeviUa.  Ismail  Aben  Abed ,  padre  de  Mnhamad ,  por  su 
pmdeocia  y  riquezas ,  antes  y  después  de  la  guerra  civil ,  logró  tener 
macba  autoridad  y  consideración  en  Andalucía,  y  vivía  con  aparato  y 
ostentación  poco  diferente  de  la  de  un  rey ,  tanto  que  ningún  particular 
eo  España  le  igualaba  en  esto.  Era  muy  rico ,  señor  de  grandes  rebaños 
de  ganados  de  toda  especie ,  de  muchos  siervos,  y  en  extremo  liberal  y 
generoso.  Su  casa  fué  el  asilo  de  todos  los  ilustres  caballeros  desterra- 
dos de  Córdoba  en  las  discordias  civiles ,  y  su  franqueza  y  liberalidad , 
joniocon  su  sabiduria  y  sagacidad  y  aparente  candm*,  ganaba  los  áni- 
mos de  todos,  y  llevaba  adelante  sus  miras  de  engrandecimiento.  Des* 
poes  de  la  muerte  de  Ismail ,  su  hijo  Mubamad  siguió  las  huellas  de 
SQ  padre,  y  consiguió  que  el  rey  Alcasem  ben  Hamud  le  hiriese  cadi  de 
Sevilla ,  y  que  hiciese  de  el  gran  confianza ,  y  en  pago  de  ella  este  Mu- 
It^mad ,  cuando  Alcasem  salió  huyendo  de  Córdoba  por  las  discordias  ci- 
viles, se  apoderó  de  Sevilla  con  las  artes  aprendidas  de  su  padre  ¡  esto 
foéel  año  413  (1022),  ayudándole  á  conseguir  sus  pensamientos  los 
iBas  ilustres  jeques  de  la  provincia ,  distinguidos  por  sus  empleos  y  va- 
Orias ,  á  todos  k)s  cuales  habia  ganado  con  sus  liberalidades ,  y  su  indus- 
tria les  hizo  caer  en  sus  redes,  y  que  fuesen  sus  mas  fervorosos  fautores. 
Eran  de  estos  los  hijos  de  Abu  Bccar  Zubeidi ,  el  gramático ,  maestro 
TK  fuera  de  Hixém  II,  y  los  de  Airim  y  otros  á  quienes  honró  con  su 
^oúslad  y  enlazó  con  empleos  y  tenencias  muy  principales  en  la  España 
n^ridional ;  y  asi  formó  su  soberanía ,  y  dio  con  gran  ventura  el  primer 
paso  de  su  declarada  independencia  y  rebeldía  en  la  batalla  y  completa 
atería  que  consiguió  del  rey  Yahye,  cerca  de  Ronda,  el  año  41 7  (1026), 
J  desde  aquel  dia  no  quiso  perder  las  ocasiones  que  se  le  ofrecieron  para 
su  engrandecimiento ,  y  ocupó  muchas  fortalezas  en  toda  Andakicia  :  y 
coiDo  ciertos  observadores  de  nacimientos  por  ia  astrologta  hubiesen 
pronosticado  que  su  dinastía  habia  de  acabar  á  manos  de  ciertas  gen- 
tes de  Sabdria ,  de  una  isla  que  no  seria  la  propia  morada  de  eUos , 
hiego  creyó  que  fuesen  los  de  ficrezila ,  que  por  stt  privanza  con  Al- 
nnazorbeo  AU  Amer,  tenian  ciertas  tenencias  en  Andalucía,  y  de 


3t8  HlSTOmA  DK  LA  DOUlTfAGlOII 

ellos  era  Mubiiiiiad  beo  Abdala  Albarceli ,  señor  de  Carmona  y  de  Ecija, 
que  se  había  alzado  con  ellas  en  las  revueltas  j  guerra  cíyH  de  los  Ha- 
mudes.  Contra  este  detcrmifió  hacer  guerra  hasta  destruirle  y  despo- 
jarle de  cuanto  tenia ,  y  le  fué  á  poner  cerco  en  Carmona ,  cuando  le  lie- 
garon  las  cartas  del  rey  de  Córdoba  Geb war ;  pero  no  mudó  de  propósito 
por  ellas ,  antes  trató  de  apretar  mas  el  cerco  y  desembarazarse  de  este 
enemigo. 

En  Málaga  luego  que  llegó  la  infausta  nueva  de  la  muerte  de  su  rej 
Yahye ,  avisaron  este  suceso  á  Abu  Giafar  Abmed  ben  Abi  Muza ,  el 
conocido  por  Aben  Bokina ,  y^al  eslavo  Naja,  que  ambos  tenían  el  go- 
bierno de  ios  Albacenes  Alies  ^  en  África ,  y  sin  tardanza  vinieron  á  Es- 
pada con  Edris  ben  Aly  ben  Hamud ,  hermano  del  difunto  Yabye,  y  le 
proclamaron  rey  en  Málaga  ,  y  le  apellidaron  Alolui  y  amir  amume- 
iiin.  Estaba  este  Edris  en  Cebta ,  y  al  mismo  tiempo  tenia  el  gobierno 
de  Tanja ,  y  dispusieron  sus  jeques  que  dejase  en  Cebta  por  vali  á  Ha- 
cen, hijo  del  difunto  Yahye,  que  no  se  atrevieron  á  proclamar  á los 
hijos  de  Yahye,  porque  eran  mozos  de  poca  edad.  Eran  estos  Edris  y 
Hacen,  que  era  el  menor ,  y  quedó  en  Cebta  hasta  él  año  430  (tOS8),  y 
como  eran  niños  fácilmente  los  persuadieron  :  fué  esta  jura  do  Edris  el 
ano  418  (1037).  Era  Edris  muy  virtuoso  y  humano ,  restituyó  á  sus  casas 
á  los  desterrados,  y  les  dio  sus  bienes,  y  deshizo  los  embargos,  y  di6  las 
aldeas  y  villas  á  los  que  antes  pertenecían.  Era  muy  caritativo  y  daba 
cada  giuma  quinientas  doblas  de  oro  de  limosna ,  era  docto  y  visitaba 
las  escuelas ,  y  no  se  desdeñaba  de  tratar  á  los  pobres  y  humildes  vasallos 
que  le  buscaban  :  eran  gobernadores  de  su  imperio  en  África  el  eslavo 
Álaja  >  y  en  Málaga  Aben  Rokina  y  su  pariente  Muza  ben  Aftn,  este 
era  su  wazir  y  hagib ,  y  Bokina  su  caudíUo. 

Con  la  nrisma  ocasión  de  la  muerte  de  Yahye ,  se  suscitó  otro  partido 
en  Alhadrá  á  favor  de  los  hijos  de  Akasom  ben  Hamud,  de  los  cuales 
cuidaba  un  honrado  jeque  de  Almagarava ,  conocido  por  Abul  Hegiag, 
el  cual  sabida  la  muerte  de  Yahye  congregó  á  los  de  Almagarava ,  que 
estaban  entonces  en  Algeziras,  y  dijo  á  los  negros  que  eran  la  tropa  de 
aquel  país  :  «  Aquí  os  présenlo  á  estos  mancely)s  Muhamad  y  Hacen, 
»  hijo9  de  Alcasem  ben  Hamud ;  estos  son  vuestros  señores ,  hijos  de 
»  vuestros  señores ,  estos  serán  vuestros  caudillos  y  os  harán  felices  sí 
»  corresponde  con  eil.es  vuestra  lealtad  y  vuestro  valor.  »  Los  negros 
sacaron  sus  espadas  y  juraron  obedecerlos  y  mantener  sus  derechos  á 
costa  de  sus  propias  vidas  •.  y  Muhamad,  aunque  jo  vencillo,  les  dio  gra- 
cias y  les  prometió  que  toda  su  vida  se  preciaría  do  compañero  y  caudi- 
llo de  sus  negros. 

En  Granada  Habus  ben  Macsan ,  sobrino  del  caudillo  Habus  ben 
Macsan  ben  Zeiri  de  Sanhaga ,  señor  de  Elbira ,  siguiendo  las  insU^ic- 
ciones  de  su  lio ,  que  á  su  partida  para  ^Umagréb  le  había  dejado  en  su 
logar  el  año  4:¿0  (1029),  lejos  de  obedecer  al  nuevo  rey  de  Córdoba  prc- 
Sjumió  destronarle ,  y  procuraba  á  este  Qn  alianzas  con  los  de  Málaga  y 
Carmona ,  contra  el  de  Córdoba  y  Sevilla. 

El  catado  d^  Almer^  y  de  Ma  la  parte  meridional  d^  Eqpafia, }  1^ 


M  LOS  ÁRABES  EN  BSPAJiíA.  Slt 

Un  TcMia ,  Mafiviea  y  MiRoriea,  eslalM  en  poder  de  leís  Abméries  ^ 
qw  babian  tenido  aquellos  goUernos  desde  el  tiempo  del  hagib  Alman* 
zor  Mohamad  ben  Abi  Atner,  y  de  sus  hijos  Abdelmelíc  y  Abderahman ; 
j  eo  el  tiempo  de  la  gnerra  civil  siempre  fueron  leales  á  la  familia  de 
V»  Omeyas ,  y  cuando  Hairan  Akmeri  fué  venado  por  el  rey  de  Cór- 
doba ben  Hamud ,  que  le  quitó  el  estado  y  la  vida  i  su  pariente  Zohair 
Alamerí ,  que  era  entonces  wali  de  Dcnía,  aprovechando  la  ocasión  de 
b  ^erra  civil ,  y  con  ayuda  de  otros  Alameries ,  se  apoderó  por  fuerza 
de  amias  de  la  ciudad  de  Akneria ,  que  la  tenia  el  cadi  Muhamad  ben 
Akasem  Znbeidí  de  Cairéwan,  por  favor  del  wali  de  Sevilla  Aben  Abed, 
i  qoien  babia  servido  y  facilitado  ri  fin  de  sus  intenciones  en  tiempo  de 
Alcasem  bea  Hamud ,  rey  de  Córdoba ;  y  este  sabio  y  valeroso  cadi ,  go- 
bemador  de  Almería,  murió  peleando  en  la  entrada  sangrienta  de 
Zohair  en  ella ;  y  dio  Zohair  el  gobierno  de  Denia  á  Aly  ben  Mtigihaid , 
j  á  este  Mugihaid  su  padre  ben  Abdala ,  llamado  Abul  Geix  ,•  que  era 
señor  de  las  idas  de  Alayoríca ,  y  se  llamaba  amir  en  su  estado,  y  tenia 
oaa  hija  casada  con  Aben  Abed  de  Sevilla ,  dio  la  ciudad  de  GaistüloD. 
Gobernaba  las  islas  Abmed  ben  Raxie  Abu  Alabas ,  de  los  Beni  Xobeid 
de  Mwda,  varón  justo  y  nmy  docto ,  y  estimado  de  los  Alameries,  y 
ertnvo  ea  ellas  y  en  su  obediencia  hasta  que  murió  después  del  4M 
(101^.  La  tierra  de  Tadmir  estaba  asimismo  en  obediencia  de  Zohair, 
j  la  tenia  como  alcadím  ó  adelantado  el  doble  jeque  Abu.Becar 
Abmed  ben  Ishac  ben  Zaid  ben  Tahir  Alcaysi ,  de  las  ilustres  tribus  de 
Arabia,  varón  justo  y  tan  moderado ,  que  nunca  se  preció  de  otro  titulo 
que  de  ModheUm ,  ó  desagraviador,  y  era  admirable  su  celo  y  fidelidad 
ai  servido  de  los  Alameries.  Era  rico  y  benéfico ,  que  procuraba  la  fe- 
licidad de  su  estado  9  y  los  pueUos  de  tierra  de  Murcia  bendecian  su  go- 
bjemo.  Para  colmo  de  su  ventura  tenia  un  hijo  Ihimado  Abderahman , 
que  imitaba  las  virtudes  de  su  padre  en  su  juventud.  Asimismo  Valen- 
cia y  cuanto  dependía  de  ella ,  que  era  mndia  tierra  de  lo  mejor  de  Ea* 
pana ,  estaba  en  obedidicia  de  Abdelazic  Abul  Hasan  ben  Abderahman 
ben  Abi  Amer,  wali  do  Valencia,  que  por  su  nobleza  y  gran  poderío  se 
intitulaba  amir  y  Almanzor.  Este  era  tan  polilico  que  ganó  á  todos  los 
Alameries,  y  en  especial  á  Zohair,  y  todos  le  miraban  como  su  prin- 
cipe ,  y  al  fin  los  heredó  á  todos  :  era  wali  y  señor  de  Valencia  desde  el 
aoo  412  (1021).  Lebun  y  Mubaric,  Alameries ,  teoian  por  él  las  ciudades 
de  Midiiter  y  de  J¿tiva ,  de  suerte  que  todos  estos  eran  unidos  entre  si , 
y  may  desafectos  del  partido  de  Córdoba ,  y  de  su  nuevo  rey  Gehwar. 

Eo  Zaragoia  era  amnr  y  absoluto  ducíto  Almondar  ben  Hud ,  hijo  de 
Vafaye  ben  Hnsein  de  los  Ateglbies  y  Giuzamies ,  ilustres  tribus  de  Ara- 
bía. Se  haUa  apoderado  de  Zaragoza ,  y  de  casi  toda  España  oriental 
desde  d  principio  de  la  guerra  civil ,  pw  avenencias  concertadas  con 
Hairan  el  Alameri ,  y  de  wali  de  lá  frontera ,  en  donde  su  valor  y  proe- 
zas le  babian  dado  justamente  el  indilo  titulo  de  Almanzor,  y  la  coto- 
fíanza  da  los  r^es  de  Córdoba ,  llegó  á  ganar  el  amor  de  los  pueblos  txm 
(u  libecriidad  y  prudencia ,  y  ctiando  la  elección  de  Gehwar^  respondió 
iáaidole  la  enbarábuena ;  pero  se  desentendió  di^  lo  que  le  dceia  de  obe- 


3?0  UISTOftlA  !)£  LA  UOIlillACKMI 


y  rcooaocimiefilo  ^  y  no  entciidia  sino  en  defender  sos  frontens. 
£a  Huesca  y  en  su  Uerra  mandaba  cl  wali  Man  bcn  AlogíM ,  qae  esUba 
casado  con  Borija ,  hija  de  Abd^afaman  el  hagtb ,  hijo  del  oéiebrc  Al- 
manzor  Muhamad  bcn  Abi  Amer,  de  auerle  que  toda  la  parte  de  Es- 
paña oriental  y  meridional  estaba  en  poder  de  los  Alameríes  y  Ategí- 
bies,  familias  unidas  con  alianzas  y  paraitescos ,  que  formaban  un  po- 
deroso bando  entre  los  reyes  de  laUas  en  Espada ,  muy  apartados  de 
la  obediencia  del  nue?o  rey  de  Córdoba.  . 

En  la  Lusitania  y  Algarbe  de  Espalia ,  estaban  apoderados  los  Beni 
Alaflas ,  desde  que  Abdala  ben  Muslama  Alegibi  Aben  Alafias  de  Me- 
kines  babia  sucedido  al  persiano  Sabúr,  canuvero  que  (toa  del  rey 
Alhakém,  y  en  tiempo  de  Uixém  II  valí  de  Algarbe.  Este  caudillo  per- 
siano Hevó  consigo  k  la  frontera  al  joven  Abdida  Muslama ,  y  le  dio  el 
gobierno  de  Mérida ,  y  le  estimaba  tanto  que  nada  hacia  sin  su  voluntad 
y  consejo ,  y  le  honró  y  distinguió  mucho,  de  suerte  que  era  como  el 
wali  de  aquella  amelia ;  y  como  en  tiempo  de  la  guerra  dyil  friiedesc 
Sabár,  le  sucedió  en  el  mando  Abdala,  y  se  docli^  dueño  absoluto  del 
estado  de  Algarbe,  y  se  apellidó  Almanzor ;  y  estaba  tan  seguro  de  su 
posesión  y  tan  envanecido  de  su  seilorio,  que  deqireció  las  cartas  de 
obediencia  que  le  escribió  el  rey  Gehwar,  y  declaró  por  su  futuro  su- 
cesor á  su  bijo  Muhamad ,  mancebo  de  grandes  esperanzas;  y  tenia  su 
corte  en  Badalyoz ,  y  eran  sus  parientes  los  Ategibies  de  Tortosa  y  de 
Huesca ,  y  los  A  ben  Hudez  de  Zaragoza ,  y  por  esta  razón  uno  de  los  mas 
poderosos  señores  de  España. 

En  Toledo  se  levanlócon  d  scñorio  de  la  ciudad  y  de  toda  su  tiara 
el  hagib  Ismail  ben  Dylnún ,  que  se  apellidaba  Masroldauk  Ahmidafor, 
caudUlo  ilustre  de  gran  valw,  y  de  muy  altos  y  ambiciosoa  pensamien- 
tos, que  aspiraba  á  la  soberanía  de  toda  España ,  y  pretendia  por  su  no- 
bleza y  antigua  sucesión  en  los  principales  gobiernos  de  España ,  que  se 
le  preQriese  á  los  amires  do  Córdoba  y  de  SeviUa  :  y  como  Gehwar  le 
hubiese  enviado  sus  cartas  do  homenagc  para  que  le  reconociese  y  ju- 
rase obediencia,  le  respondió  con  desprecio  y  altaneria,  diciénd(4c  que 
se  contentase  con  mandar  cu  cl  rincón  que  de  prestado  tenia  en  Cór- 
doba ,  mientras  sus  débiles  vecinos  se  lo  permitian ,  que  él  no  reconocía 
en  España  ni  fuera  do  ella  mas  serrano  que  al  del  cielo.  Con  este  po- 
deroso principe  estaba  unido  el  señor  de  Azahila  y  de  Santa  María  de 
Aben  Racin ,  llamado  Huceil  ben  (3ialf  ben  Mib  ben  Racin ,  que  había 
heredado  el  territorio  de  Sábila  en  lo  de  Córdoba,  y  el  de  Sania  María 
de  Oriente,  que  se  decía  Santa  María  de  Aben  Racin  de  Aben  Aslai ,  y 
eran  dueños  dceslasciudadesdesdcelaño40t(IOt1},y  fué  el  primer  señor 
de  ellas  d  hagib  Iz  el  Daula  Abu  Muhamad  Huceil  ben  Racia.  Estaba 
también  protegido  de  Alraondar  ben  Yahye ,  y  con  el  favor  de  estos  se- 
ñores poderosos  que  conCnaban  con  sus  estados  no  temió  el  despreciar 
ks  cartas  de  Gehwar,  rey  de  Córdoba ,  ni  sus  amenazas  sirvieron  para 
otra  cosa  que  para  fomentar  la  discordia  y  dar  principio  á  la  guerra  rí- 
vil.  Las  ciudades  de  Wolba ,  Libia  y  Gecira  Saltis  estaban  en  poder  de 
los  Yahyes  Yahsebis,  ^ne  eran  valles  de  Libia  después  de  su  padre 


DE  LOS  ARAB£S"£?f  ESPAÑA.  331 

Aluned,  que  se  habia  hecbo  dueño  de  aqaeUa  tierra  desde  el  afio  410 
(1  Of 9) :  era  de  estos  Ayub ,  wafi  y  alcadi  de  Córdoba ,  en  tiempo  del 
hagíb  Almanzor,  y  esta  familia  siempre  se  mantuvo  leal  á  los  reyes  de 
Córdoba ,  y  procuró  la  concordia  y  avenencia  de  los  reyes  de  Andalu- 
cía. Santa  María  de  Algarbe,  que  es  puerto  de  Oksonoba ,  sobre  el  mar 
Océano  Occidental,  estaba  en  poder  del  vrazir  Ahmed  ben  Suid  Abu 
Gyi^,  que  fué  latib  de  Zoleyman  Almostain  Bila ,  rey  de  España ,  y  la 
tenía  por  juro  de  heredad  con  Said  ben  Harun  Abu  Otman  de  Mérida, 
su  yerno ,  que  hiegola  heredó  de  su  suegro,  que  llamaban  Abu  Adub. 
Aben  Abed ,  señor  de  Sevilla,  apuraba  cada  día  mas á Muhamad  ben 
AtMlala  el  Barceli  en  Carmena :  teníale  cercado  y  en  tanto  estrecho,  que 
viéndose  forzado  á  rendirse  por  falta  de  proTÍsiones  por  no  caer  en  ma- 
nos de  su  enemigo ,  se  escapó  con  algunos  pocos  de  los  suyos ,  mientras 
los  de  la  dudad  se  entregaban  al  de  Sevilla ,  y  se  fué  á  Ecíja ,  que  tam- 
bién era  suya ;  pero  no  se  tuvo  por  seguro  en  ella,  y  partió  á  implorar 
el  auxilio  de  Edris ,  rey  de  Málaga ,  y  á  su  hijo  envió  al  señor  Ae  San- 
haga  ,  que  era  dueño  de  Elbira  y  de  Granada ,  para  que  le  favoreciesen. 
Este  generoso  caudillo  vino  en  su  ayuda  por  sii  persona  con  escogida 
caballería,  y  el  rey  Edris  de  Málaga  envió  en  su  socorro  á  su  vicir 
Aben  fiokina,  con  buena  hueste ,  que  ambos  principes  temían  las  am- 
biciosas intenciones  de  Aben  Abed.  No  se  descuidó  Muhamad  Aben 
Abed ,  y  sabiendo  el  aparato  de  tropas  que  se  juntaba  contra  el,  envió 
á  su  Mjo  Ismail  y  su  escogida  hueste  á  encontrar  á  los  aliados  del  Bar- 
celi ,  seílor  de  Carmena ,  y  encontró  estas  huestes  antes  que  se  uniesen , 
y  las  vendó  y  desbarató  con  mujcha  fortuna ,  y  como  Aben  Abed  supiese 
la  wkiariaLy  envió  una  compañía  de  valientes  caballeros,  para  que  uni- 
dos con  su  hijo  persiguiesen  al  señor  de  Sanhaga  y  al  caudillo  Aben 
fiokina*  Giirrieron  los  de  Aben  Abed  con  tanta  diligenda  que  alcanza- 
ron al  señor  de  Sanhaga ,  y  este  temiendo  ser  derrotado  por  ^1  mayor 
oúmero  y  por  la  ventaja  de  la  primera  victoria ,  ordenó  sus  haces ,  y 
envió  á  gran  prisa  á  avisar  al  caudillo  de  Málaga  Aben  Bokina ,  que  no 
estaba  mas  que  una  hora  de  distancia ,  díciéndolc  que  sin  falta  viniese  en 
su  ayuda ,  que  él  mantenia  la  batalla ,  y  si  él  sobreviniese  era  sc^ra  la 
victoria.  Acometiéronse  con  mucho  valor  ambas  huestes,  y  cuando  ya 
k»  de  Sevilla  llegaban  á  las  banderas  de  los  de  Sanhaga,  acometieron 
de  improviso  los  de  Aben  Bokina  -,  y  los  que  ya  se  creian  vencedores , 
sorprendidos  con  el  acontedmiento  de  esta  nueva  gente ,  se  aeobarda- 
rnn  y  tomaron  brida ,  y  con  gran  desorden  dejaron  la  batalla ,  y  los 
aliados  hideron  gran  matanza  en  ellos ,  y  murió  en  la  retirada  peleando 
romo  bueno  Ismail ,  hijo  de  Muhamad  Aben  Abed ,  y  le  cortaron  la  c^ 
beza  que  enviaron  los  de  Málaga  á  su  rey  Edris ,  que  andaba  enfermizo 
y  estaba  entonces  en  los  montes  de  Yebaster,  y  se  alegró  mucho  de  este 
vcntoroso  suceso  de  sus  armas. 

La  aneva  de  este  desmán  dio  gran  pesar  al  señor  de  Sevilla,  y  te- 
mieodo  qnefiehvrar  de  Córdoba  aprovechase  esta  ocasión  contra  él ,  y 
que  entre  todos  le  destruyesen ,  para  alucinar  á  la  plebe ,  y  dar  un  pre- 
texto menos  odioso  á  sus  guerras  y  pretcnsiones ,  so  valiódc  esta  Gccion . 


322  HISTORU  Dfi  LA  DOmNAGION 

Divulgó  que  el  rey  Hixém  Almuyad  ben  Albakem ,  del  cual  ya  tksDpo 
antes  nada  se  sabia ,  que  había  ahora  parecido  en  Calatrava ,  y  qac  este 
desgraciado  principe  había  venido  á  implorar  su  auxilio ,  y  se  valia  de 
él  para  recuperar  el  trono  de  España ,  y  que  el  le  tenia  hospedado  en  su 
alcázar,  y  le  habia  prometido  restituirle  en  su  reino «  y  servirle  en  esto 
como  á  su  verdadero  y  natural  señor,  y  escribió  muchas  cartas  de  este 
falso  aparecimiento  á  los  jeques  y  adelantados  de  las  provincias,  y  á 
otros  walíes  de  ciudades  principales  de  España  y  de  África,  y  a^&)s 
pocos  demasiado  crédulos  le  dieron  fe,  y  le  prestaron  obediencia ,  y  se 
declararon  en  su  favor,  y  en  algunas  partes  se  hi^o  la  chotba  por  el  rey 
Híxém  Almuyad ,  y  en  las  zecas  de  Sevilla  se  acuñó  moneda  en  su  nom* 
brc  para  dar  mas  color  á  la  fábula.  Sin  embargo ,  los  mas  astutos  y  po- 
líticos despreciaron  esto  y  las  hablillas  del  populadlo,  que  duraron 
algunos  años,  desde  la  luna  de  Muharram  del  ano  4d7  (1036) ,  y  no 
sirvieron  poco  para  establecer  sus  cosas  y  ordenarlo  que  convenia á sus 
intentos ,  al  mismo  tiempo  que  estorbaban  las  miras  de  concordia  y 
avenencia  que  tenia  el  rey  Gehwar,  pues  parece  fatalidad  del  género 
humano ,  que  las  mas  veces  la  fortuna  abandona  á  los  bien  intenciona- 
dos,  y  sigue  el  carro  de  triunfo  de  los  atrevidos  y  ambiciosos  malvados: 
eran  en  verdad  aauellos  tiempos  enemigos  de  la  virtud  y  de  la  justicia, 
y  los  walíes  de  toda  España ,  con  desmedida  codicia  ó  vana  ambición ,  no 
atendían  sino  á  sus  particulares  intereses ,  y  despreciaban  los  consejos 
de  bien  común ,  y  las  quejas  y  amonestaciones  de  Gehwar . 


CAPITULO  II. 

Gu«rrts  civUet  entre  los  muslimef. 

^^      .  • 

El  ejército  de  los  príncipes  aliados  de  Málaga ,  Granada  y  Carmona 
acamparon  en  Alcalá  en  comarca  de  Sevilla,  y  Muhamad  bcn  Abdalael 
Barceli  ocupó  otra  vez  la  ciudad  de  Carmona ,  y  unido  á  sus  aliados 
salló  con  su  gente  á  correr  con  ellos  la  tierra  de  Sevilla.  Estas  podero- 
sas cabilas  ei.tendieron  sus  algaras  hasta  las  cercanías  de  la  ciudad ,  y 
llegaron  talando  y  quemando  hasta  entrar  en  Atrayana.  El  señor  de 
Sevilla  allegó  las  reliquias  de  su  hueste,  y  con  su  industria  y  riquezas, 
y  con  el  valor  de  Ayúb  ben  Amer  bcn  Yahye  Yahsebi  de  Libia ,  caudillo 
de  su  caballería,  logró  vencerá  los  abados  en  diversas  escaramuzas,  y 
los  rechazó  y  arredró  de  sus  comarcas,  y  descontentos  del  mal  suceso,  y 
culpándose  unos  á  otros  déla  poca  ventura  de  la  guerra ,  se  desunieron. 
y  cada  uno  se  tornó  á  su  casa.  El  caudillo  Ayúb  creyó  asegurar  con  es- 
tos servicios  que  hizo  s\  señor  de  Sevilla  la  posesión  de  la  tierra  de 
Welba  y  Gezira  Saltis ,  que  tenia  en  tenencia ,  y  gobernarlas  como  so- 
berano, asi  como  hacia  Ahmed  Yahsebi ,  sn  hermano,  en  Libia,  doodi* 
tenia  un  absoluto  señorío ,  á  pesar  de  Aben  Abed  de  Sevilla  y  de  Aben 
Alafias  de  Badajoz  ^  que  preíondiau  disimuladan)ente  hacei^e  dueñ<»s  di* 
«•slos  estados. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  323 

Acaeció  en  este  tiempo  (1039)  la  muerte  del  Edris  ben  Aly ,  rey  de 
3Iabga,  que  andaba  enrermizo ,  y  el  caudillo  Aben  Bokina  procuró  que 
succíOese  en  el  trono  Yahye  ben  Edrís ,  el  conocido  por  Hayan :  los 
jeques  y  principales  señores  de  la  ciudad  y  su  comarca  se  convinieron 
eo  jurarle,  y  asi  se  bizo  con  general  aplauso.  Cuando  la  nueva  de  la 
muerte  de  Edrís  ben  Aly  llegó  á  Gcbta ,  donde  gobernaba  el  eslavo  Naja , 
IiMfo  dejó  en  su  lugar  áotro  caudillo  eslavo  de  su  conGanza ,  y  atravesó 
el  estrecho  y  pasó  á  Málaga  con  Hacen  ben  Yahye,  con  ánimo  de  coro- 
nar á  este  principe ,  á  quien  había  criado  y  le  dominaba ,  y  asi  pensaba 
tener  ambos  estados  en  su  poder.  Cuando  Aben  Bokina  supo  que  estos 
habían  desembarcado,  salió  de  la  ciudad  contra  ellos,  con  una  escogida 
cofnpañía  de  valientes  caballeros,  y  el  eslavo  Naja  y  el  principe  Hacen 
«•  Tíeron  forzados  á  retraerse  á  la  Alcazaba ,  donde  entraron  por  inte- 
%eDcia  que  tenían  con  su  alcaide ,  y  alli  los  cercaron  con  mucho  rigor 
J  eropeOo :  la  gente  de  Hacen  era  también  muy  esforzada ,  y  se  defen- 
diau  con  mucho  valor  y  constancia  ,  y  en  las  salidas  y  rebatos  hacían 
grave  daño  á  los  cercadores.  Gomo  el  sitio  se  alargaba ,  y  faltase  provi- 
sión á  los  de  Hacen ,  propuso  el  eslavo  Naja  que  se  compusiesen ,  y 
it)ncertaron  por  avenencia  que  Hacen  tornase  á  su  gobierno  de  Ccbta 
y  Tanja,  y  Edris  quedase  señor  de  Málaga  y  de  sus  tierras ,  y  logró  el 
eslavo  Naja  que  Edrís  tomase  por  wazir  á  un  poderoso  comerciante , 
llamado  Axetayfa,  de  quien  Naja  confiaba  mucho :  así  salió  este  eslavo 
y  los  suyos  del  cerco  en  que  estaban  muy  apurados ,  y  sin  esperanzas 
<ic  socorro.  Con  esto  se  tornó  Hacen  á  sus  gobiernos  de  Tanja  y  Cebta. 
Estaba  casado  con  una  prima  suya ,  llamada  Asafia ,  hija  de  su  tio  Edris , 
hermano  de  Aly,  que  por  consideración  á  esta  no  se  había  alzado  con  el 
^mTiodcCebta  ,*  pero  el  eslavo  Naja  por  amores  á  la  hermosa  Asafia , 
^l^^que  es  mas  cierto,  por  codicia  del  mando,  á  los  dos  anos  asesinó  al 
principe  Hacen  ben  Yahye ,  pretendiendo  sucederle  en  el  trono  y  en  el 
le*  ho.  Gomo  llegase  á  Málaga  la  nueva  de  la  muerte  de  Hacen  Edris  de 
Málaga,  avisó  á  sus  parientes  para  que  se  unieran  con  él ,  y  tomaran 
venganza  de  esta  maldad.  Naja  no  se  descuidó  en  allegar  sus  parciales , 
y  pasó  con  ellos  á  Andalucía  con  ánimo  de  suscitar  discordia  entre  los 
Alies  de  ella ,  y  dicen  que  antes  de  salir  asesinó  á  un  hijo  pequeño  de 
Hacen ,  aunque  otros  dicen  que  murió  de  enfermedad ;  Dios  lo  sabe. 
^'jóen  Cebta  y  Tanja  por  wah  á  Merubad  Bihi  ben  Alcslabi.  Como 
t^nía  de  antemano  meditadas  estas  maldades ,  traía  consigo  gran  caba- 
llería con  dobles  pagas ,  y  pasó  con  gran  Ilota ,  y  luego  se  apoderó  de  las 
^>a  fortalezas  de  Málaga  y  de  su  alcázar,  entrando  en  él  por  sorpresa  é 
inicligencia  con  el  Xetíiyfa ,  y  pusieron  como  en  prisión  al  rey  Edris  en 
'u  propia  cámara ,  y  no  peasaba  menos  que  en  matarle  y  hacerse  dueño 
'i"  cuanto  tenían  los  Alies  Alhacenes  en  Espaiia  y  África.  Sirvió  mucho 
•i  ''US  intentos  el  Xctay  fa  con  su  autoridad  y  riquezas ,  dando  abundantes 
pnivísioQcs  y  dobles  pagas  á  los  berberíes,  y  demás  gente  allegadiza  y 
l^aldia  que  se  les  juntó. 

La  iiue\a  de  estas  violencias  llegó  á  Algezíra ,  y  al  punto  Muhamad 
l^^'u  Alcascm allegó  sus  gentes  para  venir  contra  los  eslavos  á  Málaga, 


m  *  mSTORIA  DE  L.Í  DOWNAaCK^ 

en  fiíTor  de  SU  pariente  Edris;  pero  Naja  esparciendo  voces  de  qae  venia 
Mohamad  á  enseñorearse  de  la  dudad ,  salió  con  los  suyos  á  recibir  á 
esta  gente  j  pelear  con  ella :  j  estando  ya  en  el  camino ,  algunos  jeques 
de  k»  que  andaban  en  su  compañía ,  y  no  le  scrvian  de  bueoa  fe,  le 
aconsejaron  que  debía  tornarse  á  Málaga ,  y  esperar  en  día  á  los  ene- 
migos, y  escribir  á  Gcbta  y  Tanja  para  que  le  yiniese  mas  gente,  jél 
respondió  que  solo  quería  yolver  con  algunos  caballeros  á  terminar 
cierta  diligencia  muy  importante.  Era  su  ánimo  quitar  la  yida  á  Edris  j 
á  otros  de  sus  parciales  y  mas  fieles  servidores :  y  como  para  esto  tor- 
nase solo  con  poca  compaña  de  sus  caballeros  eslavos ,  los  jeques  anda- 
luces y  algunos  caudillos  de  Málaga ,  que  habían  salido  con  éL  en  aque- 
lla hueste ,  saliéronles  ti  atajo  cuando  llegaban  á  ciertas  angosturas  j 
malos  pasos  del  camino ,  y  allí  les  acometieron  y  alancearon ,  y  acabaroa 
con  el  eslavo  Naja ,  y  con  diez  de  los  suyos.  Entonces  se  adelantaron  dos 
cabalteros  de  estos ,  y  entraron  corriendo  en  Málaga ,  gritandoalbríciaSf 
albricias;  victoria,  victoria;  y  llegando  adonde  estaba  el  XeUyfale 
despedazaron  á  cuchflladas ,  y  revuelto  j  alborotado  el  pueblo  sacaron 
por  las  calles  á  su  rey  Edris,  y  le  proclamaron ,  y  d  rey  sosegó  al  pu^ 
blo  y  evitó  el  derramamiento  de  sangre  que  amenazaba  á  los  pardales 
y  parientes  del  Xetayfa ,  y  otros  eslavos  que  habia  cu  la  ciudad.  Los  de 
la  hueste  de  Naja ,  cuando  supieron  la  suerte  de  su  wali ,  se  dtepersaron ; 
muchos  se  pasaron  á  África ,  y  otros  se  acogieron  al  servicio  de  Mnba- 
mad  ben  Alcasim  de  Algecira ,  l^iciéndose  vasallos  del  mismo  contra 
quien  iban  á  pelear :  asimismo  Muhamad ,  avisado  de  Edris  de  todo  lo 
MKedtdo  9  despidió  su  gente  y  se  estuvo  en  Algezira: 

Estos  acaecimientos  estorbaban  las  intenciones  de  reunión  y  de  pai 
dd  rey  Geh  war  de  Córdoba ,  que  con  gran  pesar  veia  encenderse  mas  j 
mas  el  fuego  de  la  discordia  y  guerra  civil,  y  como  no  aprovechaban 
sus  paternales  consejos ,  ni  la  suavidad  y  buen  término  de  sus  razones ; 
la  ambición  de  algunos  amires  y  lá  codicia  de  los  walies  y  alcaides  to 
hacia  insensibles  á  las  razones  de  justicia  y  do  bien  común ,  y  níngooo 
atendia  sino  á  sos  particulares  intereses :  donde  la  violencia  no  teoia 
lugar,  lo  alcanzaba  la  liberalidad ,  la  política  y  aparentes  ventajas ,  en- 
labiaba á  los  pueblos ,  y  en  especial  á  la  gente  menuda .-  así  estaba  Es- 
paña dKvidida  y  tiranizada  de  tantos  reyes  de  taifas  como  provincias, 
que  con  el  ruido  de  las  armas ,  bandos  y  discordia ,  no  se  oía  la  vozdd 
justo  y  benéfico  rey  de  Córdoba.  Viendo  pues  Gehwar  que  sus  persua- 
siones eran  ineficaces,  probó  á  sujetar  por  fuerza  de  armas  á  los  mas 
vecinos  y  menos  poderosos ,  y  envió  su  caudillo  con  escogida  caballería 
á  ocupar  la  campiña  de  Azahila ,  que  tenía  como  suya  propia  Hasain- 
Baula  ben  Huzeil  Aben  Racin,  señor  de  otto  territorio  en  Santa  María 
de  Oriente ,  que  tenia  el  nonriire  de  Santa  Maria  de  Aben  Radn.  Oca- 
paron  las  tropas  de  0!Hrdoba  algunos  lugares ,  y  el  señor  de  Azahila  im- 
plor6el  auxilio  de  su  vecino  Ismail  ben  Dylnün ,  señor  de  Toledo,  que 
luego  tomó  á  su  cargo  la  defensa  y  protección  de  Ben  Huzeil  Abu  Moh 
hamad ,  conocido  por  Aben  Aslay :  y  allegó  gran  hueste ,  y  la  enTíó 
contra  los  de  Córdoba :  recuperaron  los  pueblos  de  Azahila  con  mucha 


I>E  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA,  Vt& 

Cuffidadf  porque  d  sefior  de  aquella  tierra  era  muy  amado  desns  pae- 
Uos  pe»*  sa  afabOidad  j  buen  trato,  y  todos  Ue?aron  5a  yoz  en  esta  oca- 
síoo  contra  los  de  Córdoba. 

Eq  este  tiempo  Mondar  bcn  Yahye  ben  Hud ,  rey  de  Zaragoza ,  nno 
de  los  cuatro  jHrincipales  amires  qne  aspiraban  al  seilorio  de  España , 
había  pasado  á  Granada  para  concertar  ciertas  alianzas  y  partidos  con 
Habnz  ben  Maksan ,  sejior  de  Granada ,  de  Elbira  y  Gicn ;  pero  entre* 
tenido  algnn  tiempo  en  tanto  que  se  congregaba  la  gente  que  debia 
acaudillar  sa  pariente  Abdala  ben  Alhakem ,  este  mismo  caudillo  con 
ocasión  de  unos  bien  fundados  zelos ,  mató  á  su  pariente  el  rey  de  Za- 
ragoza el  dia  10  de  DyUíagia  del  aik>  430  (1039) ,  y  luego  fué  la  nue^a 
de  su  muerte  á  Zaragoza ,  y  en  el  mismo  dia  fué  proclamaál»  su  hijo 
Zaleyman  ben  Mondar  ben  Hud,  señor  de  Lérida ,  príncipe  excelente , 
que  mereció  eterna  fama  por  sus  proezas  j  y  se  apellid^a  Abu  Ayub 
bcn  Mubamad  Mondar  y  Almostain  Bila,  y  principió  i  reinar  en  la 
parte  de  España  oriental,  en  la  luna  de  Mubarram,  primera  del 
ano  431  (1040).  Abu  Ayub  Zoleyman  ben  Mubamad ,  llamado  Almos- 
tain Bila,  era  sahib  de  Lérida ,  y  se  le  unió  el  reino  de  Zarcusta  y  sus 
comarcas  después  de  la  muerte  de  Almondar  ben  Yabye  Ategibi ,  ¿ 
quien  cortó  la  cabeza  su  primo  Abdala  ben  Hakim  en  su  palacio ,  en  la 
lona  de  Dylbagia ,  año  430 ,  y  fué  proclamado  Aben  Hud :  después  se  lo 
amotinó  el  pueblo  de  Zarcusta ,  y  se  retiró  a  Rot  Alyeud ,  castiUo  in- 
accesible ,  dionde  había  llevado  sus  tesoros ,  y  dejó  robado  el  alcázar  de 
Zarcusta  y  el  pueblo  dos  años  * :  te  robó  también  hasta  los  mármoles ,  y 
se  hubiera  arruinado  á  no  haberle  sucedido  tan  presto  Zuleyman  ben 
Hod  en  Muharram  del  431 . 

Mohamad  ben  Yahye,  wali  deHuesca,  pasóáYalencia,  dondele  recibió 
omy  bien  Abdelaziz  AbulHasan  ben  Abi  Amer,  que  era  señor  de  aquella 
dudad  y  su  tierra ,  y  dio  Abddaziz  en  matrimonio  dos  hijas  suyas  á  dos 
hijos  mancebos  de  este  wali ;  el  unoera  AbulahuasMan,  y  el  otro  Samida 
AbnOlba ;  y  acabadas- las  fiestas  y  waUmas  de  estos  casamioitos,  partió 
d  wali  Mubamad  para  Oriente ,  y  se  embarcó,  y  poco  después  hubo 
Duera  de  como  murió  ahogado  en  el  mar.  En  este  tiempo  adoleció  Zo* 
haír  Alameri  el  eslayo ,  señor  de  Almería  y  de  gran  comarca  en  Es- 
pañameridional,  y  de  esta  dolencia  falleció  el  año  432(1041),  dechnrando 
por  saccsor  en  todas  sus  tierras  y  señoríos  á  Abdelaziz  Abul  Hasan, 
señcv  de  Talenda,  que  se  apellidaba  Ahnanzor ,  y  este  principe  puso 
por  sa  addantado y  naib  en  Almería  ásu yerno  Man  AbuaUraas,  jpMi 
¡milenio  aquel  estado  con  mucha  prudencia ,  y  fué  bien  quisto  de  sus 
pneMoa,  y  estableció  su  estado  independiente ,  que  fué  muy  considerable 
m  todo  su  tiempo. 

El  aeilCHr  de  Sevilla ,  viendo  qae  sus  enonigos  se  habían  desunido , 
so  qutao  yá  valerse  de  la  fábula  del  rey  Uixém  II  que  había  fingido ,  y 
para  servirse  todavía  de  ella  en  sus  intereses,  divulgó  que  había  muerto 
d  rej^  y  pofaMcó  cartas  suyas  en  que  le  dedarata  sucesor  de  sa  im- 

•  s«BalttootcttrkhMltpcfOMlo|NidÍerM€taf«riad  iclwCoMr^BIsrlftaa^ 


326  HISTOltU  DE  LA  DOMmAClON 

perio,  j  vengador  de  sus  enemigos.  Estas  cosas,  aonqnc  valianpoGO 
entre  los  poderosos,  servían  bastante  para  con  el  vulgo,  j  con  los  Ala- 
meríes  que  amaban  hasta  las  fábulas  y  sombras  del  poder  y  autoridad 
de  los  Omeyas  :  asi  que  toda  la  parte  meridional  de  España  se  declaró 
del  bando  de  Aben  Abed,  y  mantenía  con  él  secretas  y  públicas  inteli- 
gencias. En  el  año  432  (1041]  nació  un  nieto  al  rey  Aben  Abed,  de  su 
hijo  el  príncipe  Muhamad,  y  de  una  princesa  de  Denía,  hija  del  amir 
Mugiahid  Abul  Geix ,  señor  de  Mayorca  y  de  Depia  :  este  nacimiento 
fué  observado  por  los  astrólogos  de  orden  del  rey  su  abuelo ,  y  le  anan- 
ciaron  las  posiciones  planetarias  grandeza  y  prosperidad ;  pero  que  al 
fin  de  sus  días  la  luna  llena  de  fortuna  menguaría  y  padecería  eclipse 
notable.  Y  en  el  punto  que  este  rey  se  disponía  para  salir  contra  sus 
enemigos  con  gran  x^balleria ,  atajó  el  Señor  sus  pasos  con  una  enfer- 
medad de  la  cual  falleció  en  la  noche  penúltima  de  Giumada  primen 
del  año  433  (1042)  %  y  le  trasladó  de  los  alcázares  de  Sevilla  á  los  del 
paraíso.  Fué  muy  sentida  la  muerte  de  este  amir  en  toda  su  tierra ,  por 
sus  excelentes  prendas  reales  :  y  proclamaron  el  dia  2  de  Giumada 
postrera  á  su  hijo  Muhamad  Aben  Abéd ,  llamado  Almoateded.  Era  este 
principe  hermoso  en  su  persona  y  de  admirable  ingenio ;  pero  muj 
voluptuoso,  amigo  de  mugeres  y  no  menos  cruel.  Ya  en  tiempo  de  su 
padre  tenia  un  precioso  harem  con  setenta  esclavas  hermosas  de  di- 
ferentes países  traídas  a  gran  precio ,  y  mantenidas  con  profusión  j 
prodigalidad  :  luego  que  fué  rey  absoluto  cuenta  Aben  Haya  que 
tenia  ochocientas  doncellas  para  su  servicio  y  delicias  :  sin  em- 
bargo amaba  con  entrañable  amorata  hija  de  Mugihaid  Alamcri, 
señor  de  Gastillon ,  hermana  de  Aly  ben  Mugihaid ,  príncipe  de  Denia , 
que  por  este  parentesco  había  procurado  su  padre  mantener  á  sn  de- 
voción á  los  Alaij^eries.  Escribía  Almoateded  elegantes  versos  que 
juntó  en  colección  el  hijo  de  su  hermano  Ismail :  era  algo  impío,  i 
lo  menos  tenia  fama  de  poco  religioso ;  y  en  los  veinte  y  cinco  castillos 
de  su  señorío  no  edíGcó  sino  una  aljama  y  un  alminbar  :  labró  en  Ron- 
da una  hermosa  casa  de  placer,  y  mantenía  en  ella  la  familia  que 
convenía  para  cuidarla  :  en  el  alcázar  de  Sevilla  guardaba  en  una 
alacena  muy  preciosa  varias  tazas  guarnecidas  de  oro  y  de  jacintos, 
esmeraldas  y  rubíes,  hechas  de  los  cráneos  de  personas  principales  des- 
cabezadas por  su  mano  y  espada ,  ó  por  su  padre ,  y  allí  estaba  la  cabeza 
del  amir  Yahye  ben  Aly ,  la  del  hagib  Aben  Hazvun ,  la  de  Aben  Cbúg, 
y  otras  muchas  que  fue  jupiando  su  crueldad.  Al  fin  de  este  ano  de 
434  falleció  el  wali  de  Santa  María  de  Oksonoba  én  Algarbe ,  llamado 
Saidben  Harun,  y  heredó  su  estado  su  hijo  Muhamad  ben  Said. 

1  Dice  Adel  Halim  que  el  c«dí  Ismail  ben  Abed  raUeció  afio  I3i. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAftA.  327 


CAíiTüLo  m. 

HoMTle  del  rey  át  Oórdobi  GehWaf ,  y  le  sucede  sa  hijo  Muhamad.  Continua  la  guerra 

enir«  los  nrasUmeB. 

Annqae  los  sucesos  de  la  gueiira  que  hacia  el  rey  Gehwar  de  Córdoba 
contra  el  señor  de  Ataliila ,  y  contra  su  protector  Ismail  ben  Dyinún , 
rey  de  Toledo,  no  eran  muy  yentnrosos ,  los  de  Córdoba  y  sas  comarcas 
se  esforzaban  cuanto  podían  en  servicios  de  su  señor ,  ofreciéndose  gu&- 
tosos  á  tos  peligros  de  una  infeliz  y  sangrienta  guerra ,  obligados  de  su 
beoéGcoy  sabio  gobierno,  y  de  su  admirable  justicia ;  porque  si  la  dura 
necesidad  de  la  guerra  les  ofreció  justos  y  honrosos  peligros  en  la  fron- 
tera, en  lo  interior  estaba  todo  en  suma  seguridad  y  quietud,  y  como  en 
la  mas  tranquila  paz  habia  en  todos  sus  pueblos  abundancia  y  buen 
orden ,  demanera  que  no  cesaban  de  bendecir  su  nombre ,  y  le  llamaban 
padre  del  pueblo  y  defensor  del  estado,  y  cuando  en  toda  su  tierra  no 
babia  mas  temor  que  el  de  su  muerte ,  acaeció  esta  en  la  noche  de 
Giuma,  6deMuharram,  algunos  dicen  de  Safcr ,  del  año  435  (1044). 

Acabada  la  pompa  funeral  del  rey  Gehwar ,  que  siguieron  con  lágri- 
mas todos  los  vecinos  de  Córdoba ,  y  hasta  las  retiradas  doncellas  salieron 
detras  de  su  féretro  derramando  preciosas  lágrimas,  fué  proclamado 
rey  su  hijo  Muhamad  ben  Gehwar  Abul  Walid.  Era  varón  virtuoso  y 
prudente ,  digno  hijo  de  tan  buen  padre ;  pero  de  Salud  quebrantada  y 
enfermiza.  Juráronle  obediencia  la  aljama  y  mczuar  de  Córdoba,  y  en 
todos  sci  templaba  el  sentimiento  de  la  muerte  del  padre ,  con  las  espe- 
ranzas que  fundaban  en  las  virtudes  del  hijo ;  pero  el  tiempo  era  cruel 
7  muy  contrario  á  las  pacificas  virtudes  que  resplandecían  en  estog 
reyes.  Luego  que  subió  al  trono  se  propuso  procurar  avenencias  con  el 
rej  de  Tolelo  y  el  señor  de  Azahiía ,  creyendo  que  no  podía  ser  muy 
venturosa  la  guerra  contra  tan  poderosos  enemigos  •  pero  como  estos  le 
respondiesen  con  altanería  y  desprecio,  encargó  la  continuación  de  la 
(Tuerra  á  su  hijo  Walid ,  y  al  caudillo  Hafiz,  ben  Alhakem  ben  Alcasha, 
que  estaba  de  frontera  en  Calatrava ,  y  allegando  sus  gentes  corrieron 
la  comarca  de  sus  contrarios,  haciendo  en  ella  notable  mal  y  daño  :  en 
este  año  de  436  (1045)  murió  en  su  ciudad  de  Denia  el  amir  Mugía- 
Ud,  señor  de  Mayorca ,  suegro  de  Aben  Abed. 

Entre  tanto  Zuleyman  ben  Hud ,  rey  de  Zaragoza ,  mantenía  con 
nmcha  constancia  la  guerra  que  le  hacían  los  cristianos  de  taparte  de 
Afranc  y  lh>nteras  orientales  de  España,  y  las  mantenía  y  amparaba 
oon  indecible  valor,  haciendo  mucho  mal  á  sus  enemigos  :  recobró 
las  fortalezas  de  Bardania,  y  cuando  mas  ocupado  estaba  en  la  santa 
guerra  en  ensalzamiento  del  Islam ,  murió  coronado  de  triunfos ,  y 
sin  duda  el  Señor  recompensó  sus  heroicos  pasos  con  galardón  eterno, 
en  el  año  438  (i 046) ,  y  túé  puesto  en  su  lugar  su  hijo  Ahmed  Abu  Gia- 
far ,  llamado  Almactadir ,  que  imitó  las  virtudes  de  su  padre ,  y  ol  celo 


328  HBTOBU  DE  LA  DOlPlIAaON 

de  la  rcIigioD  le  tavo  en  continuas  guerras ,  y  fué  muy  esforzado  y  Tea* 
turóse  caudillo. 

£1  rey  Aben  Abed  de  Sevilla  continuaba  la  guerra  contra  el  seitor  de 
Garmona  Muhamad  el  Barceli ,  y  contra  sus  aliados  de  Malina  y  de 
Granada,  y  había  entre  ellos  frecuentes  correrías,  y  se  entrábanlos 
pueblos ,  se  talaban  los  campos  y  robaban  los  ganadk)s ,  siendo  eotrc 
ellos  muy  varia  la  suerte  de  la  guerra.  Por  otra  parte  el  rey  de  Toledo, 
viendo  que  los  caudillcfis  de  Córdoba  le  corrían  las  tierras  y  talaban  los 
campos,  quiso  hacer  un  poderoso  esfu^'zo  y  terrible  entrada  en  la  co- 
marca de  Córdoba ,  y  para  esto  escribió  á  sus  alcaides ,  y  ¿  su  yerno 
Abdelmelic  Almudafar ,  hijo  de  Abdelaziz ,  rey  de  Valencia ,  y  á  su  wali 
Abu  Amir  ben  Alferág ,  que  estaba  en  Conca  por  el  señor  de  Valencia, 
para  que  le  enviasen  gente  de  Xelba ,  Alarcon  y  Conca ,  para  hacer  sa 
entrada  en  tierra  de  Córdoba.  Asimismo  concertó  treguas  con  los  de 
Galicia  y  Castilla ,  para  estar  noas  desembarazado ,  y  hacer  mas  de  pro- 
pósito esta  guerra.  Abdelaziz,rey  de  Valencia,  aconsejó  á  su hijoqoe  no 
negase  al  rey  de  Tdedo  cosa  que  le  pidiese ,  y  escribió  á  todos  sus  al- 
caides para  que  con  sus  gentes  fuesen  en  su  compañia.  Concertáronse 
estas  alianzas  el  año  440  (1048),  y  asi  con  poderosa  hueste  entró  en 
tierras  del  rey  de  Córdoba ,  y  venció  en  varías  escaramuzas  al  candiOo 
Haríz  ben  Alhakem,  y  ocupó  muchas  fortalezas  de  la  frontera,  tanto 
que  ya  no  osaba  este  esforzado  caudillo  entrar  en  campo  de  los  de  To- 
ledo, y  evitaba  con  estratagemas  el  venir  á  batalla  Como  viese  Muha- 
mad, rey  de  Córdoba ,  que  no  podía  resistir  solo  á  tan  poderoso  con- 
trarío ,  trató  asimismo  de  solicitar  alianzas  por  su  parte  con  sus  vecinos, 
y  con  su  ayuda  ponerse  en  estado  de  contener  el  ardimiento  de  Dylnún 
de  Toledo,  y  envió  sus  cartas  á  Muhamad  Aben  Abed  Abu  Amni  de 
Sevilla,  rogándole  que  quisiese  ser  su  amigo,  y  unirse  con  él  contra  d 
rey  de  Toledo,  pues  ya  no  se  trataba  solo  del  imperio  de  Córdoba,  sino 
de  la  libertad  de  todos  los  estados  de  Andalucía.  Respondió  á  sus  cartas  y 
mensagerias  Abu  Amru  Muhamad  Aben  Abed,  diciéndole  quenada  de- 
seaba mas  que  su  amistad,  que  bien  sabia  su  hijo  Abddmelic  ^alkl 
cuanto  le  amaba ,  que  contasen  con  su  amistad ,  si  bien  esta  les  podía 
servir  de  poco  provecho  al  presente,  por  estar  como  embarazado  en 
continuas  guerras  con  sus  muchos  enemigos ;  que  le  traían  muy  oco* 
pado ,  que  siempre  les  ayudaría ,  aunque  no  como  él  quisiera.  Con  esta 
respuesta  holgó  mucho  el  rey  de  Córdoba ,  y  envió  sus  cartas  al  señor  de 
Algarbe  Aben  Alaftas,  pidiéndole  asimismo  que  fuese  su  aliado,  y  le 
ayudase  contra  sus  enemigos.  La  generosidad  de  Aben  Alaf  se  manifestó 
en  esta  ocasión ,  ylucgosinceramentese  ofreció  á  concertarse  una  triple 
alianza  entre  Muhamad  Aben  Gehwar,  rey  de  Córdoba,  Muhamad  Aben 
Abed,  rey  de  Sevilla^  y  él;  y  envió  sus  cartas  y  mensageros  á  Sevilla, 
dando  sus  poderes  para  cqpGrmarlas  á  su  nombre  al  wazir  Ayuh  ben 
Amer  el  Yahsebi  de  Libia.  Congregáronse  los  vrazires  comistoaados  en 
Sevilla ,  y  después  de  varias  contestaciones  se  concertó  la  alianza  en  la 
luna  de  Babii  primera  del  año  443  (1051) ,  para  ayuda  y  reciproca  de- 
fensa de  sus  estados  contra  los  enemigos  de  f  ^era ,  que  qniaieten  oprimir 


DE  LOS  ÁRABES  BN  ESPAftA«  3M 

bliiertadde  los  paridos  de  Andakida ,  ópierrear  contra  sos  sobe- 
nix»,  8ÍQ  que  ellos  entre  si  se  opusiesen  á  sos  particulares  intereses  j 
gobjerno,  ni  á  las  satisfacciones  y  derechos  redprocos  que  entre  ellos 
Imbiese  al  presente,  ú  en  iidehuate  se  suscitasen.  Gomo  concurrían  á 
esta  janla  los  jeques  y  principales  señores  de  la  tierra,  los  se£k>res  de 
libia,  HoeÜMi,  Gexíra  Saltis,  y  Muhamad  ben  Said,  señor  de  Santa  María 
de  Algarbe  y  de  Oksonoba ,  pretendían  ser  incluidos  en  esta  alianza ,  y 
que  seles  tuyiese  como  soberanos ,  y  apoyaba  esta  pretensión  el  wazir 
Ajob  ben  Amer  el  Yahsebi ,  que  era  de  esta  familia ;  pero  Abu  Amm 
Jíohamad  Aben  Abed  de  Sevilla  se  opusa  á  esta  pretensión,  y  dijo : 
qoe  no  eran  sino  meros  arrayaces ,  que  tenían  por  él  aquellas  tierras  en 
Iniencia  de  por  vida ,  y  que  siendo  como  eran  sus  vasallos,  no  podia 
coQseotir  que  en  su  presencia  representasen  soberanía  de  reyes  de  tai- 
fas,  que  su  padre  las  había  concedido ,  y  después  de  la  muerte  de  Ahmed 
Yahsebi  el  año  433  (1042) ,  las  habia  heredado  con  lapisma  calidad  Ab- 
dehzic  Yahsebi ,  y  sus  hermanos,  y  que  no  los  podia  mirar  como  abso- 
lutos dueños  de  ellas.  Y  desde  este  punto  pensó  restituirlas  á  su  estado 
de  Córdoba ,  por  fuerza  ó  por  grado.  Aben  Alafias  quedó  poco  satis- 
fecho de  la  aTcnenda,  y  el  de  Córdoba  ni  mas  ni  menos,  porque  todo 
se  conduyó  á  favor  del  de  Sevilla  ,*  pero  hubo  de  disimular  por  la  ne- 
cesidad que  de  su  ayuda  tenia.  Obsequió  mucho  Aben  Abed  á  los  comi- 
sonados  de  Badalyoz,  Algarbe  y  Córdoba,  y  á  los  jeques  que  habían 
Tenido  á  la  junta ,  y  todos  se  despidieron  de  él ,  mas  contentos  de  su  li- 
beralidad y  magnificencia  que  de  su  buena  fe. 

£ii  este  aho  443  (1051)  falleció  Man  Alahuas ,  señor  de  Almería ,  y  le 
wcedió  en  el  mando  su  hijo  Abu  Yahye  Muhamad  ben  Man ,  al  cual 
había  hecho  jurar  por  sucesor  de  su  estado  antes  que  tuviera  diez  y 
odx)  años  cumpbdos,  y  se  apellidó  Moez-Daula ,  y  se  trató  desde  lu<^o 
como  soberano ,  y  en  su  proclamación  fué  intitulado  Almoatesim  Bila  y 
Ahiatíc  fiifadlada,  y  otros  títulos  augustos  al  estilo  de  los  califas  de 
Oriente.  Era  este  mancebo  hermoso  de  cuerpo  y  de  ánimo  magnifico , 
sabio,  liberal  y  virtuoso,  tan  ben^oo  y  humano  que  ganaba  los  cora* 
zones  de  ricos  y  pobres ,  y  atraía  ¿  su  corte  ¿  todos  los  sabios  de  Oriente, 
África ,  y  de  las  otras  partes  de  Europa ,  y  los  honraba  y  favorecía  mas 
<|oe  los  otros  reyes  de  su  tiempo.  Dalia  un  día  de  cada  semana  al  trato 
7  conversación  de  los  sabios ,  y  tenia  en  su  propio  palacio  al  célebre 
poeta  Aba  Abdalaben  Alhedád ,  y  á  Ben  Ibada,  y  Ben  Bolita ,  y  á  Aber 
Malic,  ingenios  sobresalientes  de  aquel  tiempo.  Luego  que  subió  al 
tftHio  tuvo  guerra  con  su  hermano  Somida  Abu  Otabi ,  que  le  quiso  dis- 
putar la  soberanía ;  pero  no  adelantó  nada,  y  le  fué  forzoso  contentarse 
ooo  su  suerte,  y  quedar  á  merced  de  su  buen  hermano,  que  le  trató 
úempre  bren ,  y  le  honró  en  su  corte.  Emparentó  Aben  Man  con  los 
walies  de  Denia  por  casamiento  con  la  hija  de  Mugihaid  Alameri ,  y  á 
este  dio  en  matrimonio  una  hija  suya  de  mucha  discreción  y  hermosura. 

Ll  rey  de  Sevilla,  para  cumplir  con  lo  concertado  en  la  tregua,  envió 
una  compañía  de  quinientos  caballos  acaudillados  de  Omar  de  Oksonoba, 
pira  auxiliar  al  rey  de  C<M(Aa  contra  sus  enemigos  de  Toledo. 


380  BOrrÓiftU  DE  LA  IMHUÑitilM 

Aba  Keld  Abdelaziz  Albecri,  seftor  de  Haelba  y  Sdfis,  y  Alimed  Aben 
Yahye  Yahsd>i,  señor  de  Libia,  j  Mahamad  ben  Said,  s^r  de  Oluonoba 
y  de  Santa  María  de  Algarbe ,  muy  ofendidos  de  Aben  Abed ,  se  oft^ 
cleron  á  pasar  en  ayuda  de  Muhamad  ben  Gehwar ,  rey  de  C6rdoba ,  y 
enviaron  cierto  núynero  de  caballos  que  unidos  á  los  que  pasaban  de 
Badajoz  fueron  á  tierra  de  Córdoba.  Quiso  Abu  Amra  Muhamad  Abeo 
Abed  aproyechar  esta  ocasión ,  y  envió  á  su  hijo  con  escogida  caballe- 
ría á  recobrar  aquellas  tenencias  que  poseia  Abu  Zeid  Abdelaziz,  y  como 
se  viese  sin  Cierzas  para  defenderse  entregó  la  ciudad  de  Libia  por  ave- 
nencia ,  y  trasladó  sus  tesoros  y  principales  riquezas  ¿  Gecira  Saitis ; 
pero  como  Aben  Abed  se  apoderase  de  Huelba,  no  se  consideró  Abde- 
laziz segtiro  en  Gezira  Saitis ,  porque  entendió  que  los  de  la  isla  Icnian 
inteligencias  con  los  de  Sevilla  y  trataban  de  perderle  :  asi  que  se  pasó 
á  una  muy  i\ierte  torré  en  medio  del  agua  que  está  delante  de  la  isla,  y 
llevó  á  ella  sus  riquezas  y  los*  mas  leales  de  su  casa ;  luego  le  cercaron  en 
ella  y  estorbaron  que  llegasen  barcos  con  provisiones  para  los  de  la 
torre,  y  trató  de  escapar  secretamente  porque  el  cruel  y  tirano  Aben 
Abed  no  le  concedió  partido  alguno ,  sino  que  se  pusiera  en  su  poder, 
y  estorbó  que  nadie  le  prestase  auxilio  ni  le  diese  nave  en  que  marchase 
por  mar  :  y  con  mucho  secreto  y  diligencia  consiguió  Abdelaziz  ajustar 
una  en  di(*z  mil  doblas  de  oro ;  y  asi  salió  de  noche  de  la  torre  con  sn 
familia  y  lo  mas  precioso  de  sus  bienes,  y  siguiendo  la  costa  salió  en 
tierra  á  buena  distancia ,  y  anduvo  errante  algún  tiempo  por  tierra  de 
Bazal  hasta  que  le  avisaron  que  le  perseguían  de  orden  de  Aba  Amrn, 
y  que  corria  gran  riesgo  su  persona.  Asi  que  se  acogió  al  señor  de  Car- 
mona  que  le  envió  caballos  para  que  se  salvase ,  y  después  de  haberle 
hospedado  y  regalado  algún  tiempo  en  su  casa ,  le  dio  caballos  y  com- 
pañía para  pasar  con  seguridad  á  Toledo  ó  á  Córdoba  donde  creyese 
estar  mas  seguro;  pero  Abdelaziz  quiso  ampararse  de  la  protección  de 
Muhamad  Aben  Gehwar  de  Córdoba ,  que  le  hizo  muy  buena  acogida , 
como  su  nobleza  y  lealtad  merecían ,  pues  en  todos  tiempos  los  de  esta 
familia  habian  sido  fleles  servidores  de  los  reyes  de  España  en  los  tiem- 
pos florecientes  de  los  Omeyas.  El  infante  de  Sevilla  Muhamad  Aben 
Abed,  acabada  la  conquistare  Gezira  Saitis,  año  444  (1052),  pasó  á  lo- 
mar la  ciudad  de  Oksonoba  y  su  puerto  de  Santa  María  de  Algarbe  que 
poseia  por  juro  de  heredad  Muhamad  ben  Said,  y  á  Xilbe,  que  era  de 
sus  dependencias,  y  allí  se  le  allegó  un  noble  mancebo  llamado  Muha- 
mad Aben  Omar  ben  Huscim  Almahri ,  de  la  caria  de  Xombos  cerca  de 
Xilbe  :  era  hermoso  y  de  excelente  ingenio,  erudito,  buen  poeta  y  muy 
político.  Todas  estas  prendas  reconoció  el  infante  Muhamad,  que  en 
nada  cedía  á  este ,  y  le  llevó  consigo  después  de  la  conquista  de  Algarbe 
á  Sevilla,  donde  también  su  padre  el  rey  Muhamad  se  pagó  macho  do 
su  ingenio ,  y  este  fué  el  principio  de  la  gran  privanza  de  Aben  Omar, 
y  ocasión  de  manifestar  su  talento  y  hacerse  famoso  eti  España  y  fuera 
de  ella. 

Dio  el  rey  Muhamad  Aben  Abed  la  tenencia  de  Libia  en  fleldad  al  cau- 
dillo de  caballería  Abdala  ben  Abdelaziz ,  diciéndole  que  se  la  daba  por 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAffA.  331 

SOS  buenos  servicios  y  no  porque  Abdelaziz  su  padre  la  había  tenido :  y 
era  bien  merecido  premio,  pues  fué  tanta  la  nobleza  de  este  caudillo, 
que  por  servir  á  su  rey  y  señor  el  de  Sevilla,  hizo  guerra  muy  leal- 
mente  al  señor  de  Carmona,  cercándole  en  aquella  su  ciudad  en  que 
poco  antes  había  acogido  y  hospedado  generosamente  á  su  fugitivo  y 
perseguido  padre;  y  apretó  tanto  el  cerco ,  que  los  vecinos  na  pudiendo 
safrír  mas  las  incomodidades  del  sitio ,  y  cansados  de  las  fatigas  de  tan 
larga  defensa ,  trataron  de  entregar  la  ciudad  y  diciendo  que  no  querían 
morir  de  hambre  por  quien  no  los  podia  defender.  Llegó  á  entender  es- 
tas intervenciones  Muhamad  el  Barceli ,  y  de  secreto  partió  una  noche 
déla  ciudad  y  huyó  á  Málaga ;  los  vecinos,  cuando  supieron  su  fuga,  en- 
tregaron la  fortaleza  y  se  declararon  vasallos  de  Muhamad  Almoatedid 
Aben  Abed  de  Sevilla. 

Muhamad  ben  Abdala  el  Barceli,  señor  de  Gannona ,  llegó  á  Málaga  á 
implorar  el  auxilio  de  Edrís  ben  Yabye  que  le  recibió  como  su  buen 
amigo ,  y  allegó  sus  caballeros  y  su  gente  para  ir  en  su  ayuda ;  y  Muha- 
mad Barceli  partió  á  Ecija ,  que  todavía  era  suya ,  y  juntó  su  caballería 
con  la  del  rey  Edris  de  Málaga ,  y  fueron  contra  los  de  Sevilla ,  que 
procuraron  evitar  batalla,  y  solosalian  á  escaramuzas  en  que  peleaban 
los  valientes  con  varía  fortuna ;  pero  no  fué  posible  tomar  la  ciudad  de 
Carmona,  que  era  el  intento ,  y  asi  después  de  muchas  peleas  y  escara- 
muzas ,  el  rey  Edris  se  tomó  á  Málaga ,  y  Muhamad  Barceli  á  su  ciudad 
de  Ecija. 

Apenas  había  Edris  descansado  de  su  expedición ,  cuando  fué  forzoso 
de  salir  en  ayud^  de  su  amigo  y  aliado  Habus  de  Sanhaga ,  señor  de  Gra- 
nada, que  le  comunicólas  tramas  que  contra  ellos  había  suscitadas,  to 
das  por  Aben  Abed  de  Sevilla,  y  fomentadas  por  sus  parientes,  y  asi 
mismo  le  avisó  que  convenia  guardarse  de  su  parte  de  Muzaben  Afán^ 
que  traia  inteligencias  con  sus  enemigos,  aunque  aparentaba  andar  muy 
leal  en  su  servicio ,  y  el  rey  Edris  lo  envió  adelante  con  cartas  al  rey  de 
Granada,  dicíéndole  en  ellas  que  galardonase  á  Muza  como  sus  leales 
servicios  merecían.  Ilabus  lo  entendió  bien  y  le  mandó  cortar  la  cabeza 
luego  que  se  presentó ,  y  respondió  á  Edrís  que  ya  Muza  gozaba  de  sus 
merecidas  recompensas.  Era  Muza  ben  Afán  primo  de  Edris  y  de  Mu- 
hamad ben  Edris ,  señor  de  Algezira ,  y  cuando  este  entendió  su  muerte 
se  dispuso  á  vengarla,  y  quiso  aprovechar  la  ocasión  déla  ausencia  de 
Edrís  que  partió  con  su  caballería  á  tierra  de  Ronda ,  donde  andaba 
ilabus  peleando  cada  día  con  los  de  Sevilla  que  acaudillaba  el  infante 
Muliamad  Aben  Abed.  Vino,  pues,  Muhamad  de  Algecira  con  buena 
gente  á  Málaga,  la  mayor  parte  era  compuesta  de  negros  africanos; 
entraron  estos  sin  resistencia  en  Málaga,  y  se  les  juntaron  los  negn)s 
que  guardaban  la  Alcazaba ,  y  en  ella  se  entronizó  Muhamad ,  y  fué 
proclamado  rey  por  aquellas  tropas.  £1  pueblo  que  estimaba  á  su  rey 
se  puso  todo  en  armas  contra  los  negros,  y  los  forzaron  á  encerrarse 
en  la  Alcazaba ,  que  fortificaron  y  defendieron  con  mucho  valor.  Los  de 
Málaga  f(»rmaron  un  gran  campamento  y  cercaron  muy  bien  d  fuerte, 
propusieron  k  los  negros  buenas  condiciones ,  y  lograron  que  muchos 


332  HISTORIA  I>fi  LA  DOimAaOT« 

africanos  se  pasaran  al  campo,  y  temían  el  hacer  salidas  con  eDos  por- 
que se  dísminaian  en  gran  número,  y  no  podían  reemplazar  su  falta.  Los 
de  Málaga  avisaron  á  su  rey  de  este  suceso ,  que  sin  tardanza  yoIyió  ood 
su  gente  y  apretó  mas  el  cerco  ofreciendo  á  los  negros  que  se  viniesen 
seguridad  y  premio,  y  amenazando  de  muerte  á  los  que  bailase  en  h 
Alcazaba  cuando  por  fuerza  de  armas  la  entrase.  Por  esta  viaoonsigaió 
que  los  negros  buyesen  de  la  fortaleza  saliendo  de  nocbe  por  una  pro- 
funda cava,  y  Muhamad  viéndose  abandonado  de  sus  valientes  írof^  se 
puso  en  manos  de  su  primo,  no  dudando  que  le  mandaria  quitar  la  vida; 
pero  Edris  le  mandó  partir  á  África  con  toda  su  familia  ¿  su  fortaleza 
de  Hisn  Airache,  donde  tenia  sus  tesoros  y  su  hija.  Aseguró  Edris  la  po- 
sesión de  Algecira,  y  allanó  las  diGcultades  y  levantamientos  que  habían 
suscitado  sus  enemigos :  luego  pasó  ¿  África  y  tomó  posesión  de  Tanja 
y  Cebta ,  y  todos  los  negros  se  acomodaron  en  su  servicio ,  y  los  envió 
á  sus  tierras  si  no  querían  servir  en  EspaAa.  Estando  en  África ,  como 
los  eslavos,  Albarquetines,  Razikala  y  Sekan,  gobernadores  que  ha- 
bían sido  de  Cebta  y  de  Tanja ,  quisiesen  hacer  alguna  novedad ,  el  pue- 
blo, que  los  aborrecía  por  su  codicia  y  crueldad,  en  vez  de  favorecer  sos 
intentos  los  acusó  y  delató  públicamente  ante  elrey  Edris,  diciéndole : 
Mulei,'  estos  eslavos  que  te  acompasan  y  rodean  son  traidores,  te  sirven 
con  falsía  y  desleal  corazón ,  tratan  de  perderte  y  arman  conjuraciones 
contra  tu  vida :  permite  que  los  tratemos  como  su  perfidia  merece :  y 
no  rué  posible  librarlos  de  las  furiosas  y  terribles  manos  del  pud>lo,  que 
los  despedazó  en  un  momento  arrebatándolos  de  la  vista  dd  rey.  Foco 
después  partió  Edris  para  Andalucía  llevando  consigo  á  su  hijo  el  menor, 
y  dejó  al  mayor  en  África  por  >rali  de  Cebta  y  Tanja.  Abdclazíz  Ahnan- 
zor ,  rey  de  Valencia ,  falleció  en  ella  el  año  452  (1 060) ,  y  le  sucedió  su 
hijo  Abderahman  ben  Abdelaziz ,  que  era  yerno  del  rey  Dylnún  de  To- 
ledo, y  se  apellidó  Almudafar ,  y  mal  su  grado  envió  sus  gentes  á  la 
guerra  de  Andalucía,  que  no  pudo  excusarlo  en  vida  de  su  padre. 


CAPITULO  IV. 

Guerra  entro  los  reyes  de  Toledo  y  Górdolit.  Traición  negra  del  rey  de  Serllla  pan  Uwmt 

¿  Córdoba. 

Dylnún,  rey  de  Toledo,  entró  en  tierra  de  Górddba  con  muy  poderosa 
hueste ,  ocupó  pueblos  y  fortalezas ,  y  venció  en  repetidas  escaramozas 
y  reencuentros  á  los  del  rey  de  Córdoba  y  sus  aliadcñ  de  Sevilla  y  de  Ba- 
dalyoz ,  y  en  una  sangrienta  batalla  rompió  y  deshno  el  ejército  de  los 
aliados  cerca  del  rio  Algodor,  así  llamado  por  los  engaños  y  estrata^ 
mas  que  allí  se  hicieron  los  valientes  caudillos  de  ambas  huestes.  Man- 
daba las  tropas  de  Córdoba  Harizben  Alhakem  Alcasha,  el  mas  esforzado 
de  Andalucía ;  la  batalla  fué  de  todo  el  día ,  y  los  vencedores  de  Toledo 
y  Valencia  y  tierra  de  Azahila  persiguieron  á  sus  enemigos  hasta  los 
montes  de  la  campifia  de  Córdoba.  La  nueva  de  este  desmán  poso  en 


DE  LOS  ÁRABES  £N  ESPAÑA.  333 

confinioii  al  mcvaar  dd  rey  de  Córdoba ,  en  gran  temor  á  la  ciudad ,  j 
en  cuidado  al  distraido  principe  Abdelmelic,  que  en  vez  de  estar  al 
frente  de  las  tropas  de  su  padre,  se  holgaba  con  gran  descuido  en  los 
alcázares  de  Medina  Azahra ,  j  jugaba  el  gerid  j  las  cañas  con  los  jó- 
Tenes  de  Córdoba ,  que  no  pensaban  sino  en  juegos  y  deleites.  Todo 
mudó  de  faz ;  las  cañas  se  tuelven  lanzas,  y  las  azadas  y  hozes  se  con- 
Tirlieron  en  espadas  :  el  principe  AbdelrneUc  fué  á  SeyUla  á  implorar 
mayor  socorro  de  Muhamad  Almotedid  Aben  Abed ,  porque  la  urgencia 
en  tehriUe,  y  amenazaba  á  la  cabeza  y  corazón  del  estado.  El  rey  de 
Setflla,  que  era  de  sus  años ,  pero  astuto  y  politico,  en  ycz  de  darle  al 
pnnto  lo  que  pedia  le  hizo  grandes  cumplimientos  y  honras ,  le  obsequió 
muy  tranquilamente ,  y  le  enseñó  despacio  su  armeria  y  preciosidades, 
le  hm  muchos  ofrecimientos ,  escribió  á  sus  alcaides  park  que  allega- 
sen la  caballería  de  la  tierra ,  y  le  despidió  con  una  banda  de  doscientos 
caballos ,  asegurándole  que  confiase,  que  estaba  bajo  su  fe  y  amparo. 
Coando  Abdelmelic  llegó  á  cercanias  de  Córdoba ,  supo  como  el  rey  de 
Toledo  k  tenia  cercada ,  y  que  no  era  posible  atravesar  su  campo  sin 
pelear  con  las  yenccdoras  tropas ;  así  que ,  determinó  pasar  con  aquellos 
caballeros  á  Medina  Azahra  esperando  que  viniese  el  socorro  de  Sevilla, 
que  tardaba  mas  de  lo  que  él  quería.  En  la  ciudad  se  veian  en  sumo 
apuro,  porque  estaban  muy  ágenos  de  la  calamidad  que  les  había  so- 
brevenido; el  rey  estaba  enfermo ,  y  con  estas  desgracias  se  acrecentó 
80  mal  y  puso  en  cuidado  á  los  físicos  y  ¿  toda  la  corte ,  y  se  ofrecieron 
grandes  premios  á  los  que  se  atreviesen  á  llevar  cartas  al  principe  Ab- 
ddmelic  y  al  rey  de  Sevilla ,  qpe  era  la  única  esperanza  de  los  cordobe- 
ses. Lograron  algunos  atravesar  el  campo  enemigo,  y  llevaron  cartas 
del  rey  y  del  mezuar  al  prindpe  y  al  rey  de  Sevilla  encareciéndole  el 
riesgo ,  y  c<Hno  no  tenia  otra  esperanza  que  en  su  venida.  £1  rey  Aben 
Abed  no  quiso  perder  tiempo  ni  la  oportuna  ocasión  que  se  le  ofrccia 
para  sus  ambiciosos  intentos  :  asi ,  pues,  envió  á  su  hijo  Muhamad  y 
al  caudillo  Aben  Omar  con  poderosa  hueste  de  infantería  y  caballería  y 
con  sus  instrucciones  de  lo  que  debían  hacer.  Llegó  la  hueste  al  campo 
de  Córdoba ,  y  acampó  á  vista  de  sus  enemigos ,  y  en  tanto  que  la  in- 
bnleria  asentaba  el  real  en  lugar  conveniente ,  escaramuzaron  aquel 
día  los  campeadores  y  valientes  de  los  dos  ejércitos,  y  era  tan  ardiente 
b  porfía ,  que  hubiera  sido  general  la  pelea  si  no  lo  estorbara  la  venida 
de  la  noche.  En  ella  no  durmió  un  punto  Aben  Omar  recorriendo  las 
almafidlas ,  y  dando  sus  disposiciones  á  los  alcaides  y  capitanes.  Para 
acertar  en  el  combate  consultó  con  el  príncipe  Muhamad  Aben  Abed  y 
con  otros  caudillos  en  cómo  harían  para  acometer  mejor  al  enemigo ,  y 
concertado  el  pkn  de  batalla ,  y  prevenidos  los  v^ios  incidentes  que 
podían  acaecer,  llegó  el  punto,  y  al  alborear  se  principió  á  mover  la 
caballería,  y  esto  mismo  hicieron  los  caudillos  de  Dylnñn,  y  salieron  al 
encnmtro  con  increíble  valor  y  presunción  de  la  victoria.  Trabóse  la 
batalla,  que  fué  muy  sangrienta ;  pero  el  valor  de  la  caballería  de  Se- 
villa y  de  Córdoba  rompió  y  puso  en  fuga  á  los  do  Valencia ,  y  el  des- 
orden arrastró  al  resto  del  ejército.  Los  de  Azahila  conteuian  el  ímpetu 


334  HISTORU  PE  hk  MIONACION 

de  los  Yenoedores ;  pero  á  la  caida  de  la  tarde  la  derrota  fué  completa , 
j  huyeron  los  de  Toledo  seguidos  de  la  flor  de  la  caballería  que  acaudi- 
llaba el  príncipe  Muhamad  Aben  Abed  de  Sevilla  ^  y  el  príncipe  de  Có^ 
doba  Abdclmelic.  Los  principales  caballeros  de  la  ciudad  no  quisieron 
ser  ociosos  espectadores  de  este  glorioso  dia,  y  en  medio  de  la  acción 
habían  salido  contra  los  cercadores ,  y  tuvieron  gran  parte  en  esta  vic- 
(oria,  y  siguieron  asimismo  el  alcance.  £1  astuto  caudillo  Aben  Ornar 
vi6  cumplida  una  parte  del  plan  que  su  rey  le  había  dado ,  y  trató  de  ve* 
riGcar  lo  que  faltaba.  Como  la  gente  de  la  ciudad  había  salido  á  robar  el 
campamento  de  los  de  Toledo ,  y  no  sospediaban  nada  de  sus  aliados, 
aprovechó  el  momento,  y  entró  con  la  fuerza  de  su  hueste  en  Córdoba, 
y  ocupó  sus  puertas  y  fortalezas,  y  se  apoderó  del  alcázar,  y  puso  guar- 
dia de  su  confianza  al  triste  rey  que  yacía  muy  enfermo.  Cuando  d 
desgraciado  Muha.mad  Abul  Waiid  supo  lo  que  pasaba,  y  que  su  ciudad 
y  sus  alcázares  estaban  en  poder  del  rey  de  Sevilla,  conoció  la  maldad, 
y  se  afligió  tanto  su  corazón ,  que  la  dolencia  le  llevó  á  punto  de  muerte 
que  se  siguió  pocos  días  después.  Cuando  su  hijo  d  principe  Abdelmelíc 
Yolvió  del  alcance  supo  la  traición  de  los  auxiliares,  se  Ucnó  de  justa 
indignación ,  Uegó  delante  de  las  puertas  de  la  ciudad  y  no  le  abrieron, 
y  mientras  estaba  indeciso  sin  saber  qué  partido  tomaría,  se  vio  rodeado 
de  caballería  de  Sevilla  que  le  intimó  que  se  rindiese ,  y  á  todos  los 
suyos  les  mandaron  dejar  sus  caballos  y  armas,,  y  falto  4^  consejo  se 
puso  en  defensa  peleando  como  desesperado  sin  otro  ánimo  ni  determi- 
nación que  morir  matando,  pues  varías  veces  le  abrieron  paso  por 
donde  hubiera  podido  salir  de  entre  ellos  \  pero  al  fin  cayó  h^ido  de 
muchas  lanzadas ,  y  asi  fué  preso  el  infdice  principe ,  y  Uerado  á  una 
torre  donde  murió  de  pesar  mas  que  de  sus  graves  heridas ,  y  cuentan 
que  murió  lamentando  la  perGdia  de  Aben  Abed  su  falso  amigo,  y  pi- 
diendo al  Dios  de  las  venganzas  que  diese  igual  fortuna  al  hijo  de  su  ene- 
migo ,  y  on  especial  maldei^ía  la  voltariedad  del  pueblo  de  Córdoba,  y 
espiró  oyendo  las  aclamaciones  con  que  recibieron  al  rey  Muhamad 
Aben  Abed  el  día  do  su  entrada  en  aquella  ciudad. 

Las  mercedes  que  hizo  el  rey  de  Sevilla  á  Io8  principales  de  Córdoba, 
las  fiestas  y  espectáculos  de  fieras  con  que  entretuvo  al  pueUo,  noaooí- 
tumbrado  á  estas  diversiones,  lo  facilitó  la  mas  rendida  (diediencia,  y 
logró  que  se  olvidase  la  memoria  del  benéfico  Gehwar  y  su  sabio  go> 
bierno.  Aarisben  Alhakem,  fiel  caudillo  do  las  tropas  del  rey  Gehwar  de 
Córdoba,  se  había  retirado  con  sus  caballeros  al  alcázar  de  Azabra,  y* 
cuando  supo  la  muerte  de  su  rey  y  la  prisión  del  principe,  detestando 
de  la  perfidia  de  Aben  Abed ,  y  confiando  ma$  en  la  generosidad  de  sns 
enemigos  que  en  la  falsía  de  tales  auxiliares  y  aliados ,  se  acqgió  al  rey 
do  Toledo  que  le  recibió  con  buen  corazón ,  y  le  honró  por  su  valor  y 
lealtad ,  que  conocía  bien  y  tenia  experimentada  en  tanto  tiempo  de 
guerra  que  contra  él  habia  mantenido.  Este  fia  tuvieron  los  GebwarcSi 
m  acaharon ,  y  con  ellos  el  reino  de  Córdoba. 


OB  109  ARASES  EN  fSPiM-  m 

* 

CAPITULO  V, 

Oespojn  ^  rey  dc^  Toledo  al  de  Vtleoola ,  y  maere  el  rey  de  Avilla* 

£1  ano  452  (10^),  habiendo  muerto  el  rey  Abdelaziz  Almaozor,  hijo 
de  Abdcrabinan,  y  nieto  del  célebre  Muhamad  Alman^or  bea  Abi 
Affler,  qae  era  rey  de  Valencia ,  le  sacedió  en  aquellos  estados  su  hijo 
Abddmelic  ben  Abdelaziz ,  llamado  Almudafar,  que  era  yerno  de  Dyl- 
non  de  Toledo,  Almamun  Yabye  ben  Ismail  ben  Dylnún  :  y  deseoso 
este  poderoso  rey  de  venf  arse  de  la  afrenta  que  habiaq  recibido  sus  ban- 
deras delante  de  Córdoba ,  y  asnnismo  incitado  por  ai  noble  oandillo 
Haríz  bea  Albakim ,  que  no  menos  ardia  en  deseos  de  venganza  contra 
Abeo  Abed ,  se  dispuso  á  nuera  entrada  en  tierra  de  Córdoba ,  esoribió 
á  sus  alcaides  y  á  su  yerno  el  nuevo  rey  de  Yalepcia  para  que  le  enviase 
sos  gentes.,  y  lo  mismo  hizo  con  los  de  Murcia  y  Conca ,  y  otros  walies 
de  su  dependencia ;  pero  el  vízir  de  Abdelaziz  de  Valencia ,  llamado 
Muiíaiiiad  ben  Meruán ,  aconsejó  á  su  señor  que  no  le  convenía  decla- 
rarse enemigo  de  tan  poderoso  rey  como  Aben  Abed  de  Sevilla ,  que  es  - 
taba  unido  con  los  señores  de  Castilon ,  Murbiter,  Játiva ,  Almeria  y 
Deoia  sus  vecinos ,  y  Abdelaziz  siguió  este  consejo ,  y  respondió  á  su 
suegro  con  excasas  frivolas.  Este  procedimiento  llenó  do  saña  al  rey  de 
Toledo,  y  sin  oomunicar  á  nadie  su  determinación  partió  con  toda  su 
caballería  caminando  de  dia  y  de  noche ;  y  entró  en  Valencia  cuando 
nKDos  le  esperaban ,  ocupó  el  alcázar,  que  defendía  Abu  Wabíb  ben 
I^boo ,  por  s(H*presa ,  se  apoderó  de  las  torres ,  y  depuso  á  su  yerno 
Abaodaiar  AbdehneliG  ben  AJbdelaziz  del  gobierno  y  soberanía  de  Va- 
l<^ia  y  de  sus  dependencias ,  y  por  consideración  &  su  hija ,  esposa  de 
<^  rey,  le  desterró  al  gobi^no  de  Xelba.  Fué  esta  notahle  entrada  y 
deposición  dia  Arafa  9  de  Dylhagia  del  año  457  (1056).  ^iguieipn  al  rey 
Almudafar  y  á  su  familia  el  ^ali  de  Conca  y  el  de  Santa  María  de  Aben 
Radn  que  eran  sus  amigos.  £1  rey  de  Toledo  Almamun  puso  en  Valen- 
^  por  wali  que  la  tuviese  en  su  nombre  á  Isa  ben  Lebun  ben  Abde- 
laziz ben  Lebun,  que  era  de  los  arrayazcs  de  Murbiter  y  de  sus  parciales, 
yá  Ibraim  Abul  Asbág  ben  Lebun,  jeque  de  su  confianza  :  así  allanó  la 
tierra  en  pocos  dias ,  y  tornó  á  Toledo  llevando  consigo  la  principal  no- 
b^za  de  aquella  tierra  para  que  le  sirviese  en  la  guerra  de  Andeduda. 
Q  ^  izir  de  Valencia  Abdala  Muhamad  ben  Meruán  no  quiso  sobrevivir 
á  la  desgracia  que  causó  á  su  rey  y  señor  con  su  mal  consejo ,  y  se  quitó 
la  vida  atravesándose  el  pecho  con  una  daga. 

£otre  tanto  el  rey  Almotatid  Muhamad  Aben  Abed  gozaba  de  la  pros- 
peridad de  sus  venturosos  sucesos ;  dueño  de  Sevilla ,  Carmona  y  GrVr- 
doba ,  de  lo  mejor  de  Algarbe ,  Libia,  Iluelba,  Gezira  Saltis,  Oxonoba 
jXilbe,  aun  no  descansaba  su  ambicioso  corazón  :  preparó  sns  gentes 
para  hacer  frontera  al  rey  de  Toledo  ^  y  envió  á  su  hijo  Muhamad  á 
li^rra  de  Sonda^  para.hacer  guerra  al  de  Granada  y  al  do  Málaga,  anxi- 
^iv»  del  seíor  d^  Eeija.  Con  ocasión  de  esta  jornada  armó  caballero  á 


336  nisTcmu  DE  LA  DOiiiif  Aami 

• 

8a  hijo  el  rey  de  Sevilla ,  y  le  dio  escudo  de  color  azul  cdeste,  orlado 
de  estrellas  de  oro,  y  en  medio  de  él  una  media  lona  de  oro,  con  alnsíoQ 
á  las  mudamcas  y  yicisitudes  de  la  fortuna  de  las  armas ,  y  le  acompañó 
hasU  Ronda ,  donde  esperó  mieva  dd  primer  suceso  de  las  armas  de  este 
novel  caballero. 

El  rey  de  Algarbe  Almutfar  Muhamad ,  hijo  de  Abdala  Almanzor, 
falledé  en  Badalyoz,  año  460  (1068) ,  y  le  sucedió  en  el  mando  del 
estado  su  hijo  Yahye ,  que  se  apellidó  Almanzor  como  su  abuelo.  Sa 
hermano  Omar  AJmetuakil ,  que  estiAa  en  labora  y  tenia  aquella  co- 
marca por  su  padre,  suscitó  diferencias  sobre  la  división  de  sos  tierras , 
que  fueron  causa  de  que  el  nuevo  rey  de  Algarbe  no  atendiese  á  las 
guerras  de  Andalucía.  En  este  tiempo  vino  á  Espada  la  fama  de  los  Al- 
morávides ,  y  de  sus  estupendas  hazailas  y  conquistas  en  África ,  noen 
que  puso  en  gran  temor  á  los  Edris  de  Málaga  por  sus  tierras  en  África, 
y  á  los  Sanhagas  de  Granada  por  los  suyos ,  y  al  rey  Muhamad  de  Se- 
villa porque  sospechó  si  esta  gentede  los  Almorávides  seria  la  queame- 
nazaba  ¿  sus  hijos  en  su  horóscopo;  pero  no  por  eso  dejó  de  hacerla 
guerra  al  señor  de  BarezOa ,  hasta  despojarle  de  sus  estados,  llevado 
siempre  de  ambición ,  de  supersticiosas  {Precauciones ,  y  de  todas  las 
pasiones  que  puedaí  inquietar  el  corazón  humano. 

En  tanto  que  el  rey  de  Sevilla  continuaba  acrecentando  su  estado, 
destruyendo  á  los  príncipes  de  Málaga  y  de  Granada ,  y  á  todos  sus  ve- 
cinos ,  sin  ninguna  ventaja  para  los  muslimes,  ni  para  la  propagación  y 
defensa  de  sü  ley  ;  por  otra  parte  el  poderoso  arbitro  de  la  suerte  de  los 
hombres  y  de  los  imperios  dio  un  buen  día  de  venganzi^  á  los  nraslimes. 
Ahmed  AJni  Giafar  AUnuctadir  Aben  Hud ,  rey  de  Zaragoza ,  imitando 
las  virtudes  de  sus  mayores,  se  ocupaba  sin  cesar  en  la  santa  guerra, 
y  en  este  año  460  (1068) ,  venció  y  derrotó  con  horrible  matanza  á  los 
cristianos,  y  recobródceUosla  dudad  de  Basbastery  muchas  fortalezas, 
y  para  uuyor  gloría  suya  y  general  consudo  de  los  muslimes ,  mató  fo 
la  batalla  al  rey  Radmir  de  los  cristianos. 

En  este  tiempo  hubo  en  Málaga  nuevas  revoluciones  contra  el  rtj 
Edris ,  el  cual  viejo  y  sin  energía  fué  depuesto  sin  díBcultad  ni  contra- 
dicion ,  y  se  idzó  con  el  mando  Muhamad  ben  Alcasin  ben  Aly,  su  primo 
gobernador  de  Algezira ,  y  el  triste  rey  Edris  murió  encerrado ,  y  no 
se  hizo  cuenta  de  él  en  sus  últimos  dias.  El  nuevo  rey  de  Málaga  conti* 
nuó  la  guerra  contra  los  de  Sevilla ,  que  dilataban  su  estado  por  la 
Axarkia  y  Algarbia.  Asimismo  falleció  en  este  tiempo  el  rey  de  Granada 
Uabús  ben  Maksam  de  Sanhaga ,  y  le  sucedió  en  el  reino  su  hijo  Badis 
ben  Habús ,  tan  esforzado  y  noble  como  su  padre ,  que  mantuvo  siempre 
guerra  contra  los  de  Sevilla  y  otros  alcaides  rebeldes  de  su  dependencia , 
y  no  perdió  nada  de  sus  tierras.  No  podía  este  príncipe  emplear  sus 
fuerzas  sino  contra  los  muslimes  ambiciosos ,  que  despreciando  la  cansa 
común  miraban  solo  á  sus  particulares  intereses :  declaró  este  príncipe 
Badis  ben  Habúz  por  su  sucesor  y  socio  en  el  mando  á  su  sobrino  Ab- 
dala  ben  Balkm  ben  Badis,  mancebo  de  admiróles  prendas ,  qoe  era 
las  deticiasde  sus  pueblos,  y  en  sus  pocos  años  temido  de  sos enen^os. 


M  LOS  ÁRABES  01  KS^AAa.  337 

Aeaedó  en  este  tiempo  que  Taira ,  hija  del  rey  de  Sevilla,  de  mara- 
TÍUosa  gracia  y  hermosara  sin  par,  adoleció  de  ardiente  Gebre  y  espiró 
en  la  flor  de  sa  edad ,  y  en  los  brazos  de  su  padre  que  entrañablemente 
la  amaba;  y  fué  tanta  la  pena  y  dolor  que  Mubamad  sintió ,  que  le  aco- 
metió grave  calentura ,  temblor  y  repentina  solución  de  orina  y  sustan* 
01  geoital,  con  trastorno  de  cabeza  y  deliquios  continuos;  se  siguió 
pesadez  y  profunda  distracción,  que  sin  dormir  ni  pestañear  parecía 
noaeslatua.  Losñsicos  temieron  su  muerte ,  y  le  aplicaron  estimulantes 
qoe excitaron  su  vitalidad,  y  parecia  que  estaba  aliviado.  Quiso  ver  la 
pompa  del  entierro  de  su  hija  *.  llevaban  su  féretro  los  principales  mi- 
mstros  de  su  casa ,  y  quiso  que  la  enterrasen  ¿  la  entrada  de  su  alcázar. 
Era  la  tarde  delGiuma  de  la  luna  de  Giumada  primera ,  y  ¿  pesar  de 
los  físicos,  quiso  que  le  pusiesen  á  una  yentana  para  verla ,  y  esto  le 
acrecentó  su  mal ,  se  renovó  la  pesadez ,  se  siguió  inflamación ,  recur- 
rieron los  físicos  á  evacuaciones  emolientes ,  introdutorios  y  sangrías ; 
pero  estos  remedios  no  ofrecieron  esperanzas  de  vida ,  aunque  apareció 
mejorado  á  la  mañana ,  y  venida,  la  tarde  noche  del  sábado  en  que  de- 
CKló  Dios  el  descanso  de  su  angustia ,  tuvo  crecimiento  la  fiebre  y 
perdió  el  habla,  y  fué^u  espíritu  á  la  misericordia  de  Dios  á  la  media 
Doche.  En  aquel  punto  se  alzó  un  doloroso  lamento  en  su  alcázar,  y  en 
toda  la  cmdad  se  oyó  el  llanto  de  sus  esclavas  y  familia.  Fué  su  muerte 
entre  sáhado  y  domingo ,  dia  2  ^  de  la  luna  de  Giumada  postrera , 
uio461  (1069).  No  se  pudo  ocultar  su  muerte.  Al  dia  siguionte  los 
luhudcs  y  ministros  del  consejo  ^el  rey  juraron  obediencia  al  principe 
Muha-man  ben  Muhamad  Alñfiutaméd,  su  hijo,  que  era  entonces  de 
veíate  y  nueve  años ,  dos  meses  y  días ;  le  proclamaron  y  llevaron  á 
caballo  por  las  calles  de  la  ciudad  ^  acompañado  de  los  jeques  y  princi- 
pales caudillos  de  sus  tropas ,  y  le  apellidaron  Adafir  Almuyad  Bila ,  y 
otros  augustos  nombres  de  buenas  fadas.  Luego  mandó  enterrar  á  su 
padre  eon  magnífica  pompa  funeral  á  la  entrada  de  su  alcázar,  y  en  el 
mismo  tarbe  de  su  abuelo  el  cadi  Muhamad  bou  Ismail  hizo  oración  por 
éleo  la  aljama  aquella  tardedel  domingo,  dia  3  de  Giumada  postrera, 
tarde  siguiente  á  la  en  que  dio  cuenta  á  Dios  de  sus  pecados.  Era  de  cin- 
caeota  y  siete  años ,  tres  meses  y  siete  dias ;  hafoia  nacido  en  martes , 
siete  dias  por  andar  de  luna  de  Safer,  año  407  (1016),  y  habia  reinado 
Tciote  y  ocho  años  y  dos  días ;  fué  el  mas  poderoso  de  los  reyes  de  Es- 
pana  en  estos  tiempos  de  Alfitna  y  guerra  civil :  era  magnifico ,  ambi- 
cioso, volaptuoso,  tímido,  supersticioso  y  cruel.  Encargó  mucho  á  su 
Ujo  que  se  guardase  de  los  Lamtunies  ó  Almorávides ,  y  que  procurase 
apoderarse  y  guardar  bien  las  llaves  de  España ,  Gebaltaric  y  Algezira , 
y  Botve  todo  atendiese  á  reunir  en  su  mano  el  dividido  imperio  de  Es 
pida ,  que  le  pertenecía  por  dueño  de  Córdoba. 

i  Ha|ÍB  dtoo  a. 


m  HUTOnu  m  la  DQHIN AjCMNI 

CAPITULO  VI. 

OWtH  ettlN  el  wy  d«  Tél«d9  }  el  de  Se  tille ,  eon  SútíHo  de  erisiianos  por  iii  dos  panes. 

El  nuevo  rey  Muhamad  Almoatemed  Aben  Abed  no  pnso  en  olvido 
lo»  consejos  de  su  padre :  era  joven ,  pradentc  y  animoso ,  magnifico, 
que  inOaiDoaba  con  su  liberalidad  ¿  los  que  le  servian  y  eran  fieles  -.  no 
era  cruel  y  sanguinario  oomo  su  padre ,  y  en  la  prosperidad  y  victorias 
muy  moderado.  Asi  ganó  á  cuantos  le  trataron ,  y  restituyó  á  sos  casas 
¿  los  que  la  crueldad  de  su  padre  habia  extrañado :  solo  se  le  culpa  de 
poco  religioso.  Solía  beber  vino ,  y  en  especial  lo  osaba  en  tiempo  de 
guerra,  y  para  entrar  en  las  pel^  lo  permitía  á  toda  su  gente :  era  de 
excelente  ingenio  para  la  poesía « en  que  ccnnpítió  con  su  amigo  Moez- 
Daida,  rey  de  Almería  ^  y  ambos  á  porfia  eran  declarados  protectores  de 
los  doctos. 

£n  este  tiempo  falleció  Abu  Mubau^d  Huzeil  Aben  Racin^  aedor  de 
Achila,  él  conocido  por  Aben  Aalai ,  y  le  sucedió  en  sus  eatados  su 
liermano  Abdelmalec ben  Chdf  Aba  Meroán^  que  continuó  en  aliaiua 
con  el  poderoso  Dylñ&n  de  T(¿eda.  Este  principe  sabiendo  la  muerte  de 
Almoatedid ,  rey  de  Sevilla ,  quiso  probar  ventora  contra  au  hijo ,  y 
con  las  gentes  que  allegó  do  Valencia  y  de  Santa  Maria  de  Oriente  entró 
por  tierra  de  Murcia  y  de  Tadnür,  cuyos  walies  Abu  Becar  Aben  Amer 
y  Ahmed  ben  Taher  habían  hecho  alianza  con  d  rey  de  Sevilla  para  ir 
oontra  los  de  Talencia  y  Toledo ;  asi  que  con  poderosa  hueste  entró  en 
tierra  de  Misada :  y  asimismo  pidió  Almamun  auxilio  á  los  de  Galicia 
y  Castilla ,  que  le  ayudaron  con  escogida  caballería.  Abu  Becar  y  Aben 
Taher  esoribieron  á  su  aliado  Aben  Abed  que  les  socorriera  porque 
ellos  no  podían  oponerse  solos  al  rey  de  Toledo ,  que  traia  oontra  cUos 
muy  poderosa  hueste.  Estaba  Aben  Abed  muy  ocupado  en  la  guerra  de 
Granada  y  de  Málaga  :  asi  que  dispuso  que  partiese  á  socorrerlos  su 
caudillo  y  privado  el  astuto  Aben  Omar  de  Sombos  con  instruccioiies 
de  lo  que  debía  practicar  para  ayudarles  y  mantenerla  guerra.  Cuando 
salió  Ben  Omar  de  Sevilla  llevaba  gran  caballería ,  con  doscientos  ca- 
mellos y  muchas  acémilas,  y  salió  por  Bab  Macarena ,  y  estuvo  detenido 
delante  de  eHa  cuatro  días  i  luego  alzó  banderas  y  tocó  atabales,  j 
partió  para  tierra  de  Tadmiri  recogiendo  gente  y  provisiones  por  todo 
el  camino.  Hospedóse  Aben  Omar  en  casa  de  Aben  Talier  en  Murda, } 
le  visitaron  los  principales  do  la  ciudad ,  y  tanto  les  prometió  y  esforzó, 
que  los  dejó  muy  confiados ,  y  sin  detenerse  mas  do  dos  días,  habiendo 
sacado  á  Ben  Tcdier  diez  mil  doblas  de  oro,  para  acabar  ciertas  nego- 
ciaciones con  Ben  Raymond ,  seilpr  de  Barcelona^  partió  para  aquella 
dudad.  Recibióle  bien  el  Baroeiuni  y  concertaron  sus  avenencias,  j 
socorro  que  debía  pasar  á  tierra  de  Murcia ,  y  dio  Aben  Omar  dSez  mil 
doblas  de  oro  el  día  que  salió  la  cabalgada  del  señor  de  Barcelona. 
oGrecíéndole  otros  tantos  cuando  la  hueste  llegase  ¿  Murcia ,  y  para 
seguridad  recíproca  díó  el  barcelonés  un  primo  suyo  que  Tuese  con  U 


Dft  LOS  ÁlUfiBS  m  ESPAftA.  M9 

kMile  7  oon  Aben  Ooiar,  7  este  ofreció  de  parte  de  su  rey  una  buena 

kaeste ,  j  asimismo  á  Raxid  ben  Abed ,  hijo  del  rey  de  ScviDa :  y  luego 

escribió  Aben  Ornar  con  el  primo  del  barcelonés^  á  su  señor,  para  que 

CDTiase  su  gente  y  á  su  hijo  como  estaba  convenido :  luego  se  puso  en 

marcha  Raymond  con  muy  lucida  gente  de  caballeril,  y  «d  llegar  á  loa 

campos  de  Murcia  llegaron  algunas  taifas  de  caballería  que  enviaba  al 

rey  Aben  Abed  con  su  hijo  Raxid  ^  el  cual  luego  pasó  al  campo  de  loa 

cristianos)  y  quedó  en  rehenes  con  Raymond.  Aben  Ornar  tomó  el  mando 

de  aquellas  tropas ,  que  no  eran  muchas ,  y  fueron  hacia  Aturda  que 

«taba  cercada  de  loa  de  Toledo,  acaudillados  del  rey  Almamun,  y  de 

los  de  Valencia ,  Oenia  y  Murbiter,  y  los  alcaides  de  Játi va  y  señores  de 

Coocay  Aben  Raoín ,  y  de  sus  auxiliares  do  Galicia  y  Castilla ,  que  no 

hadan  sino  talar  y  estragar  la  tierra  y  amenas  huertas  de  la  vega.  El 

barcelonés  que  vio  la  poca  gente  con  que  podia  contar,  se  quejó  de 

Aben  Abed ,  y  le  dijo  A  Aben  Omar,  qUe  si  su  señor  no  venia  no  podían 

hacer  nada  contra  los  de  Toledo ,  que  teniap  ventaja  en  el  número  y  en 

la  disposici(»i  de  sus  reales  y  cerco :  y  llegó  á  tal  punto  su  desconfianiá , 

que  sospechó  que  le  traían  engañado  para  que  pereciese  alü  con  su 

gente ,  y  por  asegunft'se  mandó  tener  á  gran  recaudo  al  infante  Raxid 

Aben  Abedr  Estas  quejas  y  desconfianzas  entre  los  caudillos  se  divul* 

garon  entre  las  tropas ,  y  se  indispusieron  los  ánimos :  no  faltaron  al-^ 

gunas  eq^as  del  rey  Almamun  que  le  dieron  noticia  de  todo,  y  los 

crisüanoa  de  GaBcia  por  medio  de  los  fugitivos  cristianos  que  pasaban 

del  barcelonés :  asi  que,  aprovechando  esta  ocasión,  les  dieron  batalla , 

que  fué  muy  sangrienta  con  horrible  matanza  en  ambas  huestes  $  pero 

los  de  Sevilla  y  los  barceloneses  fueron  vencidos,  y  huyeron  drianteda 

los  vencedores  de  Tdedo  y  de  Galicia ,  dejando  el  campo  de  batalla  cu* 

bierto  de  cadáveres.  Al  tiempo  que  estaba  dándose  la  batalla  llegó  A 

rey  Aben  Abed,  con  escogida  caballería  que  traía  desde  Gien,  y  Ú 

amanecer  estaba  sobre  Segura ,  y  al  llegar  á  la  (NriUft  de  Wadimeoa  ao 

pudo  su  caballería  vadear  el  río,  que  venia  muy  crecido,  y  aUi  estero 

detenido  todo  él  «fia,  no  creyendo  que  hacia  tanta  falta  su  gente  ^  ciiandd 

vio  llegar  á  la  otra  oríUa  las  fugitivas  reliquias  de  su  gente  que  vefuan 

bnyeodo  de  los  vencedores.  Estos  le  contaron  la  desgraciada  suerte  de 

h  batalla ,  y  era  tanto  el  temor  de  la  muerte  que  traían ,  que  muchos 

se  arrojaron  á  pasar  el  río ,  y  fueron  arrebatados  del  corríente.-Ssto 

llenó  de  espanto  á  sus  tropas  y  no  fué  posible  que  pasasen  adelante,  y 

tcMnaron  brída  y  entraron  en  Segura ,  y  sin  detenerse  mas  de  una  noche 

partió  á  lo  de  Gien ,  llevándose  consigo  al  primo  del  señor  de  Barcelona. 

Aben  Ornar,  que  escapó  de  la  bataUa  con  algunos  caballeros,  le  siguió,  y 

después  de  algunos  días  le  alcanzó  en  Guada  Bullón,  y  le  persuadíó4 

cumplir  lo  concertado  con  el  barcdonés;  pero  por  falta  de  dineroso. 

dilató  el  cange,  y  el  barcelonés  se  tornó  á  su  país  con  el  infante  Raxid 

Abca  Abed. 

Aknamun  ben  DylnAn,  contento  del  venturoso  suceso  de  la  balaUa^ 
ofroció  buenas  condicioBe»  á  los  de  Murcia  I  y  Aban  Taberaaimo  b^o 
su  te  y  aa^paroi  y  seoffeció|Kwr  su  kd  vasaUoi  y  todos  lus prin^ini» 


MO  •  HiSXCmA  W.  LA  JMMUNACIQM 

de  la  dudad  lebtderon  homenagc ;  y  asimismo  ocupó  por  atenencialas 
fortalezas  de  Aurida  y  de  Mulaqae ,  dejó  á  sus  alcaides ,  y  sosegadas 
estas  cosas  tornó  ¿  Toledo ,  y  pagó  y  remuneró  con  liberalidad  regia  á 
los  caudillos ,  asi  muslimes  como  cristianos  de  Galicia  y  Castilla  que  le 
habían  auxiliadoen  esta  jomada. 

El  caudillo  Aben  Ornar  lui^  que  juntó  la  suma  necesaria  pasó  á  Bar- 
cdona  con  el  primo  del  conde  Aben  Raymond ,  y  le  llevó  un  rico  pre- 
sente de  treinta  mil  doblas  de  oro ,  y  rescató  al  infante  Raxid  de  Sevilla, 
que  envió  á  su  padre  con  Abn  Becar  de  Tadmir,  que  no  quiso  apartarse 
de  la  amistad  de  Aben  Abed  :  dicen  que  este  Ínclito  rey  lloró  de  gozo  al 
ver  ¿  su  hijo.  Luego  el  caudillo  Aben  Omar  continuó  en  nuevas  nego- 
ciaciones con  Almulemen,  hijo  del  reyAlmoctadir  de  Zaragoza,  qae 
era  wali  de  Lérida  por  su  padre,  y  suscitó  alli  ciertas  discordias  y  per- 
secuciones de  familias  poderosas,  obligándolas  á  salir  de  aquella  tierra; 
y  como  se  acogiesen  á  Ben  Mugihaid,  señor  de  Denia ,  iqcitó  al  príncipe 
de  Zaragoza  ¿  que  hiciese  Jguerra  á  este ,  y  le  sirvió  en  ella ,  y  ocapó 
Algunos  fuertes  en  Xeban  del  año  468  (1076);  y  en  tanto  que  Almocta- 
dir  estaba  en  la  jomada  de  Denia  atrepellando  los  derechos  de  la  noble 
7  generosa  hospitalidad  de  Abu  Mobamad  ben  Abdilbar  Mugihaid  de 
Senia,  y  después  de  haberle  vencido  en  sangrienta  batalla,  intentaba 
entrar  en  la  ciudad ,  y  no  perdonar  vida  á  ninguno  de  los  refugiados  en 
ella ,  llegó  un  alcaide  enviado  por  Moez-Daula,  señor  de  Almería,  con 
cuya  hija  estaba  casado  el  señor  de  Denia ,  y  le  dio  cartas  en  qae  rogaba 
desistiese  de  aquella  guerra  que  tanto  le  desacreditaba ,  y  volviese  sus 
renccdoras  insignias  contra  loa  enemigos  del  Islam  que  le  infestábanlas 
fironteras ,  que  no  mancillase  su  candor  con  sangre  injustamente  derra- 
mada. Estas  razones  persuadieron  al  rey  de  Zaragoza ,  y  se  volvió  asa 
tierra  dejando  por  fronteros  dos  alcaides  suyos  de  Bardania  llamados 
IbraMm  y  Abdelgobar,  hijos  do  Sobad,  que  poco  después  vendierou 
las  fortalezas ,  engañados  con  doUe  trato  por  Aben  Ornar,  que  al  mismo 
tiempo  burló  las  intenciones  de  los  walíes  Iza  ben  Lcbun  y  su  faennano 
Abdala,  que  deseaban  adquirirlas  por  estar  cerca  de  sus 'señoríos :  así 
servia  Aben  Omar  con  engaños  y  politica  á  su  señor  Aben  Abed. 


CAPITULO  Vil. 

Toma  el  rey  de  Toledo  á  Cdrdobá  y  Sevilla.  Muere  en  esta  ciudad  recobrada  por  Aben  Abed 

El  rey  Ismail  Almamnn  ben  Dylnfin  de  Toledo ,  favorecido  de  la  for- 
luna,  y  excitado  de  su  propia  ambición  y  deseos  de  venganza,  dispuso 
entrar  con  poderosa  hueste  en  tierra  de  Córdoba ,  sin  dar  lugar  á  que 
Aben  Abed  se  recobrase  de  las  pasadas  pérdidas  en  lo  de  Murcia  : 
congregó  sus  alcaides  y  jeques ,  y  su  aliado  el  rey  de  Galicia  le  siníó 
con  escogida  caballería  cubierta  áe  hierro :  y  entró  la  tierra  de  Córdoba 
con  tanta  diligencia  quo  sorprendió  á  los  enemigos.  Iba  su  hueste  como 
ua  ttrriUe  tempestad  de  truenos  y  relámpagos ,  que  espantaba  y  de$- 


fifi  Íp8  AMQCS  SN  mnUtA/  ^1 

tniia  bs  proTíncias  en  pocas  horas.  Envió  al ndsinotierapa atierra  de 
GicQ  al  caudillo  Anúr  beo  Lcban,  qué  ocupó  algunas  ciudades ,  y  entre 
otras  la  de  TJbeda  ^  de  que  él  rey  Almamun  le  liizo  watí ,  y  de  la  de  Santa* 
beria  en  frontera  de  Zaragoza.  Asi  entró  en  GórddMi  por  sorpresa  el  cau- 
dillo Hariz ,  y  con  otro  cuerpo  de  caballeria  pasó  el  mismo  caudillo  á  le 
ciudady  alcázares  de  Azahra,  que  sin  mucha  resistencia  ocupó  venciendo 
las  pocas  tropas  que  alli  estaban  de  guardia.  En  los  patios  del  palada 
real  hubo  una  sangrienta  pelea ,  porque  la  guardia  africana  que  defen- 
día y  guardaba  aquella  casa  intentaba  salvar  del  riesgo  al  infante  Serag- 
Oaida ,  hijo  del  rey  Aben  Abed ,  mancebo  que  estaba  en  su  mas  florida 
edad,  y  en  la  contienda  de  los  que  le  querían  prender,  y  da  los  suyos 
por  guardarle ,  fué  su  desgracia  que  recibió  herida  mortal  y  espiró.  An- 
tes de  llegar  á  Córdoba  mandó  Hariz  poner  su  cabeza  en  la  punta  de 
una  lanza,  y  correr  con  ella  por  las  calles  de  la  ciudad,  gritando  los 
que  la  llevaban :  Venganza  de  Dios ,  que  es  terrible  vengador.  Sin  de  te- 
nerse la  fuerza  principal  del  ejército  corrió  á  Sevilla,  que  se  entró  sin 
resistencia,  porque  las  fuerzas  del  rey  Aben  Abed  estaban  divididas  en 
tierra  de  Gien ,  Málaga  y  Algczira ,  en  guerra  que  hada  en  aquellos 
países.  Solo  hubo  resistencia  en  la  entrada  del  alcázar,  que  defendieron 
bien  sus  guardias  \  pero  al  fin  quedaron  todos  degollados,  y  las  riquezas 
que  alli  tenia  Aben  Abed  las  repartió  Almamun  entre  sús  tropas  y  alia» 
dos :  no  se  respetó  sino  al  harem  del  rey  Aben  Abed.  Quedó  Hariz  en 
Córdoba  por  naib ,  ó  lugarteniente  del  rey  Almamun ,  que  estuvo  en 
Sevilla  seis  meses,  y  en  este  tiempo  allegó  Aben  Abed  sus  gentes,  y  viíia 
con  gran  poder  á  Sevilla  jurando  no  desistir  de  la  em|M:e$a  hasta  vencer 
ó  morir  en  ella.  Cercó  la  ciudad ,  y  el  rey  Almamun  enfermó  y  se  fué 
agravando  su  mal  en  términos  que  vio  llegarse  el  fin  de  sus  dias  y  de 
sus  gloriosas  enípresas  :  declaró  alli  por  su  sucesor  á  su  hijo  Yahye  Al- 
cadir  Bfla ,  que  era  todavía  qiuy  mozo ,  y  encargó  su  guardia  y  tutoría 
á  Hariz  ben  Hakem  ben  Okeisa ,  y  á  otros  vralies  de  su  confianza ,  y  al 
rey  de  Galicia  su  amigo,  de  cuya  lealtad  y  amor  estaba  muy  seguro :  y  el 
dia  miaño  en  que  Aben  Abed  acometió  ¿  las  puertas  de  la  dudad,  mu- 
rió el  rey  Almamun  ben  Dylnún  de  Toledo,  en  Dylcada  del  año  469' 
[1075  ó  1074)  K  Defendióse  la  dudad  con  mucho  valor  é  inteligencia 
por  loe  wálies  y  caudillos,  que  ocultaron  la  mufsrtc  del  rey,  para  que  las 
tropas  no  se  desanimasen ;  pero  fué  forzoso  ceder  á  la  porfía  y  vdor  de 
ios  de  Aben  Abed ,  á  quienes  ayudaban  los  vecinos  de  la  ciudad  en 
cnanto  podían ,  y  asi  con  el  posible  orden  y  concierto  salieron  de  Sevilla 
por  dos  puertas ,  rompiendo  el  campo  de  Aben  Abed ,  que  entró  triun- 
fante en  Sevilla ,  y  sin  detenerse  mas  tiempo  que  lo  muy  necesario,  sa- 
lió á  seguir  á  sus  enemigos,  que  no  quisieron  detenerse;  sedo  Hariz 
quedó  de  naib  de  Alcadir  Yahye  ben  Dylnún  en  C&rdoba  confiando  en 
antiguas  concesiones  con  sus  vednos ,  y  esperando  poder  conservar  esta 
nu¿d  ,  porque  algunos  de  sus  parciales  le  lisonjeaban  con  esperanzas 
áe  ser  alU  proclamado  rey  de  Córdoba ;  pero  no  pasó  mucho  tiempo  en 

1  otro*  «lieen  Hi* 


949  nSI!0ip44IB  Lk  MMDIfáCNN 

fsese^deaeiigdió.  Gero6  Aben  Abed  la  dudad  con  fin  tropn^yeoTiói 
decir  que  no  lerantaria  al  campo  hasta  entrar  en  la  dudad :  se  defendió 
de  algunos  asaltos ,  y  dio  rebatos  sangrientos  en  d  campo  de  Aben  Abed ; 
pero  desQonfiando  de  taiantener  la  ciudad,  en  que  los  yecinos  se  diyidiai 
QD  bando» ,  salió  de  ella  por  una  puerta ,  mientras  entraba  Aben  Abed 
por  otra  :  siguióle  este  á  caballo ,  y  como  Hariis  por  no  huir  con  tanto 
desorden  no  hubiese  (ornado  d  tiempo  couTenicnte,  fué  alcanado  del 
rey  Aben  Abed ,  que  solo  á  este  perseguía ,  y  sintiendo  que  su  caballo  se 
cansaba  y  d  enemigo  le  buia ,  le  arrojó  su  lanza  con  tanta  foerza  como 
destreza ,  y  le  pasó  de  la  espalda  áloe  pechos ,  y  cayó  muerto  del  caba* 
lio.  Mandó  d  enejado  rey  clarar  su  cuerpo  en  un  palo  con  un  perro 
por  ignominia,  y  lo  pusieron  sobre  d  puente  de  Córdoba.  Dejó  el  iofe" 
liz  caudiÚo  Albarix  un  hijo  llamado  Ahmcd ,  á  quien  honró  mucho  d 
rey  Akadir  Yabye ,  y  le  díó  la  alcaidía  de  Calatrava ,  en  que  se  distin- 
guió con  muy  seíalados  servidos ,  dando  repetidas  pruebas  de  su  fide* 
lídad ,  como  después  veremos. 

.  Por  intrigas  de  Aben  Omar  dejó  d  servido  del  irey  de  Toledo  d  virir 
de  Murbiter  A  bu  Iza  Lebun  ben  Ld>un ,  que  fué  muy  leal  servidor  de 
Almamun ,  padre  de  Yabye ,  y  supo  enemistarle  y  hacerle  abandonar 
su  patria  y  estado ,  y  se  vino  á  Sevilla  am  sus  dos  hermam»  Abu  Mu- 
hamad  Abdala  y  Abu  Zaji ,  á  los  cuales  recibió  muy  bien  Aben  Abed. 
y  les  ofreció  cadiazgos  y  gobiernos  :  esto  fué  año  de  469  (1077),  y  en  el 
mismo  aSo  falledó  Ld>un  en  Sevilla  :  su  menor  hermano  Waheb  ben 
Lebun  quedó  en  servicio  dd  rey  Yabye. 

TamÜen,  persuadió  Aben  Omar  á  que  recobrase  su  estado  de  Valen* 
da  d  wall  de  Xdba  Abddmdic  Abnudafar,  hijo  de  Abdelaziz ,  el  qos 
fué  depuesto  por  Ismail  Almamun ,  año  457  ( 1064),  si  bien  no  sote^ 
vivió  mucho  á  este  suceso.  Gonflrmó  en  sus  tenendas  á  los  walies  de  n 
bando,  en  Conca  á  Said  ben  Alferag ,  y  en  J^iria  y  Xdba  y  Gandia  poso 
alcaides  de  su  conflanza,  y  dedaró  por  su  Sucesor  ¿  su  hijo  AbuBecir 
en  d  mismo  año  470  (1076). 

Cuando  Aben  Abed  recobró  sus  estados  de  Andaluda ,  favoreddo  por 
las  discordias  que  suscitaba  su  caudillo  Aben  Omar  en  la  parte  meridio- 
nal de  Ei^ña ,  le  llamó  y  le  hizo  su  vazir ,  y  le  encargó  la  conquista  de 
Murda  :  allegó  escogidas  tropas,  y  entró  con  días  en  las  dudades de 
Lecant  y  de  Cartagena ,  Lorca  y  Anriola ,  y  le  srvió  mucho«n  esta  ex* 
pedición  Abdala  ben  Raxic ,  alcaide  de  la  fortaleza  de  BaUg.  Este  eáv- 
asado  caudillo  como  entendiese  que  Aben  Omar  pasaba  cerca  de  su  cas- 
tillo, salió  como  á  dos  nullas  ¿  ofrecerle  su  casa  y  la  poca  c(Mnodidad 
que  en  día  pudiese  gozar  :  aceptó  Aben  Omar  su  ofredmiento,  y  pasó 
con  d  una  noche,  en  que  platicaron  sobre  la  conquista  de  aquella 
tierra ,  y  d  modo  mas  fácil  de  rendir  la  ciudad  dé  Murda ,  y  de  ganar 
aqueflas  fortalezas  y  pueblos  que  la  defienden  y  proveen  t  en  sus  raxo- 
nes  conodó  Aben  Omar  su  prudenda  y  valor,  y  le  hizo  tantaa  instancias 
y  ofrecimientos  de  parte  de  su  señor  Aben  Abed ,  que  le  obligó  i  ir  en 
su  hueste  de  Almucadim,  y  nada  se  hacia  sin  consultarle  .*  fueron  á 
Murcia,  talaron  sus  campos  y  la  cercaron  :  defendíala  bien  Abderah- 


M  LOS  ahabu  m  bsíaHa.  34s 

BU  Aben  Taher,  hijo  del  ínclito  Aba  Becar  MohAinftd  ben  Táher, 
wali  de  tierra  de  Tadimir,  qae  la  mantoTo  en  justicia  durante  la  guerra 
dTil,  bajo  d  amparo  de  Zohair  el  eslavo ,  y  nunca  aspiró  á  la  sebera- 
Dtt,  ni  quiso  otro  título  que  el  de  Mutli^im ,  6  desagraTiador,  aunque 
SD  mocha  riqueza  y  sus  parciales  le  ofrecían  harta  comodidad  para  ha- 
berse dzado  con  aquella  regencia ,  y  murió  de  noventa  aSos ,  afio  457 
(1064) :  asi  también  Abd^nahman  su  hijo  gobernaba  en  Murcia  con  la 
misma  moderación.  Gomo  se  alargase  mucho  el  sitio ,  fué  forzoso  que 
Aben  Ornar  pasase  á  Sevilla ,  y  confió  el  mando  de  las  tropas  al  caudi- 
llo Abdala  ben  Raxic.  Este  con  rebatos  y  algaras  ocupó  por  fuerza  de 
armas  ia  fortaleza  de  Muía ,  y  estorbó  la  provisión  que  entraba  en  la 
cindad.  Oon  esta  privación  anx>rotados  los  vecinos ,  obligaron  á  Abde- 
nhman  fien  Taber  ¿  tratar  de  avenencia ,  y  propuso  k  los  vecinos  que 
M  dentro  de  veinte  días  no  fuesen  socorridos  de  Toledo ,  como  él  espe* 
nha,  que  entregaría  la  ciudad  con  las  mejores  condiciones  que  fuesen 
posibles.  Avisó  del  estado  del  cerco  el  caudillo  Aben  Raxic  ¿  Sevilla,  y 
íoe^o  Tino  con  nuevas  tropas  el  caudillo  Aben  Ornar,  y  al  llegar  á 
^la  de  la  dudad  los  vecinos  que  conocieron  la  caballería  de  Córdoba  y 
de  Sevilla  se  alborotaron  y  abrieron  las  puertas ,  y  salieron  aclamando 
al  rey  Aben  Abed.  £1  alcaide  Aben  Taher,  que  oyó  la  conmoción  popu- 
lar, salió  de  su  casa  y  se  acogió  á  la  mezquita ,  y  luego  Aben  Baxip 
umpó  las  puertas*,  y  entró  Aben  Ornar  en  Murcia  ^  y  la  ciudad  juró 
obediencia  al  rey  Aben  Abed ,  y  se  hizo  la  cbotba  por  él  aquel  diá  en  la 
ineiqaita  mayor  :  allí  fué  pre9Q  Aben  Taher  y  oondoddo  al  fuerte  de 
MontacAt,  y  allí  permaneció  encarcelado  hasta  que  salió  por  industria 
do  Abu  Becar  hijo  de  Abdelmalec  ben  Abdda<íG,  señor  de  Valencia  i  filé 
esta  conquista  de  Murcia  por  Aben  Ornar  el  ano  471  (1079)  :  y  en  estfi 
aoo  dio  Aben  Al>ed  el  gobierno  de  Lc»rca  á  Abu  Mnhamad  Abdala  ben 
Uban,  que  después  tuvo  la  vanidad  de  llamarse  rey,  y  era  su  vizír  su 
í^rieate  Abul  Hasan  ben  Elija ,  que  le  sucedió  en  aquel  gobierno,  y  fué 
^6  los  bnenoB  caudillos  de  su  tiempo. 

Receloso  el  rey  Aben  Abed  de  que  los  de  Tdedo  hiciesen  entradas  en 
io  de  Murda ,  encargó  el  gobierno  de  esta  ciudad  al  wazir  Aben  CtaBar* 
J le  encomendó  una  embajada  al  rey  de  Galicia,  pt^ra  apartarle  de  la 
amistad  del  de  Toledo ,  y  otra  ¿  su  antiguo  amigo  el  señor  de  Barcelona, 
picGéodole  su  auxilio  si  llegase  el  caso  que  temía  :  de  paso  visitó  á  su 
^migo  Almutemen  ben  Hud,  hijo  de  Almuctadir ,  rey  de  Zaragoza;  y 
de  todas  estaa  mensagerías  salió  muy  bien ,  pues  sabia  enlabiar  á  todoa 
1^  príncipes  que  trataba  oon  su  política,  su  elocuencia  y  sus  elegantes 
poesías.  Murmuraban  de  su  privanza  los  walies  y  alcaides  principales , 
1  se  decía  que  de  todos  sacaba  ¡nrovecho,  y  que  no  miralm  sino  á  sos 
mleroses.  « 

El  rey  Abaí  Abed  bacía  i  este  tiempo  cruda  guerra  i  Mubaiil^d  de 
Málaga ,  y  ocupó  las  ciudades  de  su  dependencia ,  y  le  rompió  y  dedw^ 
nUi  delante  de  Baza;  y  tomó  esta  ciudad,  que  era  del  rey  de  Granada. 
El  rey  MnhanMd  de  Málaga  pensaba  pasar  á  África ,  para  traer  trqpaa 
<ie  aqudloa  eatadoa,  y  murió  m  Milaga>  quien  diae  que  bafiándoaey 


UA  inSTORU  IME  lA  DOXIlfAClQlf 

qaifiB  que  de  ardiente  fiebre.  Dqó  ocho  hijos  varones :  dtnajror,  Alsim 
AlmosMi ,  gobernador  de  Algezira ,  le  sucedió  en  el  reino,  qoe  fué  per- 
diendo en  pocos  años ,  que  Aben  Abed  no  le  daba  un  instante  de  reposo 
hasta  que  perdió  las  ciudades  de  Málaga  y  Algezira ,  y  se  pasó  á  África 
con  su  familia. 

Hizo  Aben  Abed  estas  conquistas  en  el  año  472  (íQlSt) :  en  la  lona  de 
Rabie  segunda  de  él  fué  el  gran  temblor  de  ti^ra,  que  los  hombres  no 
le  vieron  semejante :  destruyó  los  edificios ,  y  pereció  en  d  macha 
gente  bajo  las  ruinas :  cayeron  los  domos  y  alminares  >  y  no  cesó  de 
sacudir  y  afligir  el  temblor  de  dia  y  de  noche  desde  djmmer  dia  de 
Rabie  primera ,  hasta  el  último  dia  de  Giumada  segunda  de  dicbo  aiSo. 

En  la  luna  Dylcada  de  este  mismo  año  472  se  alborotóla  plebe  deTo- 
ledo  contra  su  rey  Alcadir  ben  Dylnñn,  y  le  mataron  los  mas  de  sa 
guardia  y  sus  vizires,  y  salió  Alcadir  y  su  familia  huyendo  á  Hisncu- 
neca  fronteras  de  Valencia ,  y  de  lo  mas  áspero  y  fragoso  de  sn  estado. 


CAPITULO  VIII, 

Tratado  entre  Aben  Abed  y  Alfonso  de  Oalicla.  Este  entre  en  el  reino  de  Toledo ,  y  m  tetin 
por  Yonir  contra  él  el  rey  de  Badajoz ,  que  muere  luego.  Tómase  AToledo.  Muerte  de  Onur. 

La  insaciable  ambición  de  Aben  Abed  no  hallaba  sosiego  sino  en  ¡nie- 
vas adquisiciones  y  triunfos.  Envió  segunda  vez  ¿  su  vtzir  Aben  Ornar 
con  embajada  para  Alfonso  ben  Ferdeland,  rey  de  Galicia :  murmara- 
ban  de  estas  negociaciones  el  sefior  de  Valencia  Abu  Becar  y  el  caudi- 
llo Aben  Raitic ,  y  decian  que  eran  negociadones  sin  Dios  ni  concien- 
cia, en  que  sacrificaba  Aben  Abed  á  su  ambición  pueblos  de  muslimes 
y  su  propia  familia ,  pues  llevó  Aben  Omar  ilimKadas  facultades  para 
negociar  con  Alfonso  una  torpe  alianza,  sin  contar  la  gran  suma  de  oro 
que  esto  costó ;  pero  para  los  ojos  de  Dios  todo  el  mundo  no  tiene  ol  va- 
lor de  un  ala  de  mosquito.  En  esta  ocasión  recibió  Aben  Ornar  del  rey 
Alfonso  dos  preciosos  anillos  de  esmeraldas ,  dádivas  que  costaron  Ti- 
llas y  castiUos ,  mas  « las  hechuras  sin  el  oro  bien  valian  la  andad,  las 
lágrimas  y  la  sangre,  Alá  solo  apreciará. »  Alfonso  ben  Ferddand,  rej 
de  Galicia,  se  concertó  con  secretos  tratos  con  Al)en  Abed  de  SeviDa, 
y  olvidando  la  generosa  hospitalidad  que  habia  recibido  en  Toledo  de 
sn  rey  Almamun ,  padre  de  Yahye  Alcadir ,  ingrato  y  pérCdo  á  las  jura- 
das alianzas  con  la  familia  do  Dylnün ,  se  declaró  enemigo  de  Yahyc,  j 
entró  por  sus  fronteras  talándole  la  tierra ,  desolando  pucUos  y  robando 
ganados  y  cautivando  gentes ,  todo  esto  por  servir  á  las  intenciones  del 
i^y  Aben  Abed ,  que  entre  tanto  muy  á  su  salvo  guerreaba  en  Anda- 
lucia  ^  acrecentaba  su  estado  levantando  las  altas  torres  de  sn  vanidad 
y  ambición  sobre  las  ruinas  de  otros  principes  muslimes. 

El  rey  de  Zaragoza  Ahmcd  Abu  Giafar  Almanzor  Almuctadir  Bila  « 
preparaba  para  venir  en  ayuda  del  rey  Yahye ;  pero  le  atajó  k  parea 
sus  gloriosos  {lasos,  yfalleció  el  ano  474  (19St},ypasóá  recibir  el  pre- 


IHB  LOS  ÁRABES  KJf  ESPAAA.  346 

mío  do  908  trionfas  ea  eterno  descanso.  Luego  fué  prodinnado  sa  hijo 
Jozef  Aba  Amer  Almatamen ,  y  le  juraron  obediencia  en  Zaragoza  en 
laloDa  de  Giomada  primera  del  mismo  año.  Yióse  este  principe  emba- 
razado en  guerras  continaas  en  sus  fronteras ,  y  acreditó  sa  valor  y  ar- 
diente  celo  del  Islam  en  las  terribles  batallas  de  Lérida  y  de  Huesca , 
en  h  cual  dio  á  cuarenta  mil  hombres  el  mas  horrible  espectáculo ,  que 
en  breves  horas  pueden  dar  los  feroces  hijos  de  la  guerra,  aumentando 
con  derramada  sangre  las  riberas  del  Hesera  y  del  Zinga.  £1  rey  Yahye 
de  Toledo  envió  sus  meusageros  al  rey  de  Badaiyoz  Yahye  ben  Alafias , 
saplicándole  finiese  en  su  ayuda  y  le  amparase,  y  sin  tardanza  congregó 
el  noble  Almanzor  sus  alcaides,  y  con  escogida  caballeria  atravesó  en 
presurosas  marchas  las  vegas  que  ri^an  Wadiana  y  Tajo ,  y  la  fama 
sola  de  su  llegada  forzó  al  rey  Alfonso  á  levantar  su  campo ,  y  tcn*nar  á 
sns  tierras  talando  y  destruyendo  la  tierra  que  pisaba ,  robando  ganados 
7  cautivando  ¿  los  infelices  moradores  del  pais.  El  rey  Yahye  Alaftas 
COD  este  oportuno  auxilio  y  vencimiento  glorioso ,  acreditó  que  mere- 
cía el  titulo  de  Almanzor,  que  sus  pueblos  le  daban,  y  muy  contento 
Tolyió  á  sus  fronteras,  y  entró  en  Mérida  con  sus  vencedoras  tropas , 
y  estando  en  ella  descansando  de  las  pasadas  fatigas  le  salteó  la  muerte 
que  destruye  las  delicias  de  la  yida ,  y  ataja  y  fhistra  las  humanas  espe- 
ranzas ,  y  le  trasladó  de  allí  á  los  alcázares  y  eternas  moradas  de  la  otra 
vida.  Uoráronle  sus  pueblos  porque  fué  buen  rey ,  y  porque  no  les  dejó 
el  consuelo  de  un  sucesor ;  asi  que ,  fué  puesto  en  el  trono  después  de  él 
sa  menor  hermano  Muhamad  Ornar  Almetuakil ,  que  eátaba  en  labora, 
7  se  reunió  en  él  todo  el  Algarbe ,  y  pasó  á  Badaiyoz ,  y  puso  en  labora 
7  sus  comarcas  á  su  hijo  Alabas  Aben,Omar .  Era  este  rey  Ornar  varón 
prudente  y  muy  docto,  y  en  su  juventud  manifestó  mucho  valor  en  la 
gnerra  y  y  humanidad  y  justida  en  la  paz  :  puso  en  el  gobierno  de  Mé- 
rida á  su  hijo  Alfadal  ben  Omar ,  que  imitaba  las  virtudes  de  su  padre 
y  hermano,  y  todos  eran  nobles  principes  dignos  de  mejor  fortuna  que 
la  que  teniaa  escrita  en  la  indeleble  tabla  de  los  hados. 

£n  tanto  que  Alfonso  ben  Ferdeland,  rey  de  los  cristianos,  hacia  cruda 
guerra  al  rey  Yahye  de  Toledo,  Aben  Abed  de  Sevilla  dilataba  mas  sus 
estados  en  tierra  de  Gien ,  y  tomó  las  fortalezas  de  Ubeda ,  Baeza  y  Mar- 
t^.  Uó  el  gobierno  de  Sevilla  á  su  hijo  mayor  Obeidala  Arraxid ,  Ha- 
laado  el  cadi,  porque  tuvo  este  cargo  de  cadilcoda  en  el  mesoar  de 
aquella  ciudad  :  era  muy  erudito  y  gran  poeta  y  músico ,  tañia  maravi- 
llosamente el  laúd  y  el  mihazor,  y  cantaba  con  excelente  voz  sus  pro- 
pias cancicmes :  convidaba  á  su  casa*á  los  alfaquies  y  doctos ,  y  á  todos 
los  buenos  ingenios  de  la  ciudad,  y  les  daba  un  espléndido  convite  cada 
jueres ,  y  dio  á  su  padre  en  varias  mugeres  cuarenta  y  siete  nietos :  era 
su  prefecto  de  justicia  ó  cadilcoda  el  faki  del  mesuar  Abu  Muhamad 
Abdala  ben  Gebir  Lahmi ,  y  después  que  este  docto  murió  puso  en  esta 
prefectura  á  Abul  Casim  Ahmed  ben  Mantur  Alkisi.  Asimismo  dio  el 
gobierno  de  Algezira  Albadrá  ¿  su  hijo  Yezid  ben  Muhamad  Arradi,  lla- 
mado también  Abu  Chalid :  este  era  mellizo  con  Abed  Alfetáh  y  Obei- 
dala Aknoated,  qiy  los  hubo  de  un  parto  en  su  esposa  Otamida,  y  habia 


u»  HvroMA  M  u  wmkam 

antes  teaMa  de  la  misma  i  Abed  Serag-Doh ,  el  qae  mnriópdesndoen 
la  toma  de  Medina  Azalira ,  que  era  el  mayor  de  sos  liijos ;  á  eontein- 
pladon  de  su  madre  le  did  el  rey  muclias  rentas,  y  le  hiio  su  rewi,  por- 
que era  Arradi  muy  docto  y  erudito ,  sabio  astrólogo ,  y  había  leído  los 
libros  de  Abi  Becar  ben  Altaib ,  el  que  fué  cadi ,  y  los  principales  de  la 
escuela  de  Abi  Mubamad  ben  Hazin  Taheri :  era  el  mejor  poeta  de  los 
Abedes  fuera  de  su  padre ,  á  quien  dio  siete  nietos  sin  embargo  de  estar 
tan  dedicado  á  las  ciencias  t  tenía  por  maestro  en  Sevilla  á  Abu  Abdata 
Male  ben  Waheb ,  y  Abul  Hasen  ben  Alhadsir  ^  qu^  instmian  á  sus  hi- 
jos. Dio  el  gobierno  de  Málaga  al  esforzado  caudillo  Zagút ,  y  el  de 
Ubeda  ¿  Zagi  ben  Lebun  de  Murbiter :  en  Córdoba  puso  ¿  sus  hijos  Al- 
mamun  Abed  Abu  Maser  AlfeUh,  y  Alhakem  Mugéhid ,  llamado  Dothi^ 
Dola  Abul  Malkerím ,  que  solia  vivir  en  Medina  Aiahra.  La  constancia 
de  Alfonso  ben  Ferdeland  en  hacer  entradas  y  talas  en  tierra  de  Toledo 
dos  veces  cada  aiSo  ftié  tanta  que  empobreció  y  apuró  los  pueblos.  Asi 
que  después  de  tres  ados  de  continua  desdacion  puso  cevcoá  la  fua*teciQ- 
dad  de  Toledo.  El  rey  Yahye,  que  entendía  mas  de  juegos  y  delicias  que 
de  armas  y  estratagemas  de  guerra ,  no  podia  ni  sabia  defenderse,  ni 
osaba  salir  en  campo  contra  sus  enemigos  :  envió^sus  cartas  y  encare- 
cidos ruegos  al  rey  de  Badajoz ,  que  le  envió  en  su  ayuda  ¿  su  hijo  Al- 
fadal ,  wali  de  Marida  f  pero  no  sirvió  ni  fué  de  provecho  su  auxilio , 
porque  el  tirano  AU^nso  tidó  y  quemó  los  campos  y  los  pueblos ,  y  los 
de  la  dudad  no  pudieron  sufrir  la  gran  falta  de  provisiones  que  pade- 
cían 9  ni  este  aliftido  podia  librarlos  del  poderoso  enemigo  que  los  cer- 
caba ;  asi  que ,  después  de  alguna)  batallas  harto  sangrientas  en  que 
perdió  la  flor  de  su  eaballeria,  se  tornó  á  Marida,  y  en  esta  ocasión  el 
cadi  Abu  Walid  de  Bqa  los  anunció  la  irremediable  ruina  del  estado, 
y  les  dijo  i  El  reino  cuyos  arrayazes  y  caudillo^  están  divididos ,  por 
poderoso  que  sea  acabará  y  s^rá  destruido  i  temed  que  este  Alfonso  os 
haga  perecer  uno  á  uno.  Viendo  los  moradores  de  Toledo  que  de  nin- 
guna parte  les  podia  venir  socorro  y  que  morían  de  hambre,  aoonsqa* 
ron  al  rey  Yabye  que  moviese  tratos  de  paz  con  Alfonso ,  y  se  ofreciese 
su  vasallo.  Envió  lus  mensageros ,  y  el  tirano  Alfonso  se  n^ó  á  todo 
trato  y  avenencia  sí  no  se  le  entregaba  la  ciudad.  Fué  muy  gravo  el  sen- 
timiento de  los  nobles  muslimes,  y  quisieran  morir  antes  defendiendo  in 
libertad  y  los  paternos  muros  i  pero  el  pueblo  se  alborotaba,  y  la  mul- 
titud mal  sufrida  pedia  que  se  entregase  la  ciudad  :  y  así  cediendo  á  la 
contraría  suerte  se  concertaron  muy  buenas  condiciones ,  y  se  ajustó  la 
entrega  de  la  antigua  y  fuerte  ciudad  de  Toledo  :  «  Otorgó  el  vencedor 
que  aseguraba  las  vidas  y  haciendas  á  los  morad<»*e6  en  pacifica  y  quieta 
posesión,  que  no  arruinaría  las  mezquitas,  ni  estorbaría  el  uso  y  ejer» 
ddo  público  de  la  religión',  que  tendrían  sus  cadies  que  juzgasen  sus 
pleitos  y  causas ,  conforme  á  las  leyes  muslímicas ,  que  serían  libres  on 
permanecer  en  Toledo,  ó  retirarse  á  otra  parte  donde  quisiesen  :>  y 
todo  esto  fué  firmado  por  el  rey  Alfonso  y  sus  principales  caudillos  .*  y 
entró  Alfonso  ben  Ferdeland  en  Toledo ,  dia  de  la  luna  de  Muharram, 
aBo  479  (1085).  El  rej  Yabye  y  sus  principales  caballeros  salieron  dala 


BK  LOS  AAAMSS  BN  ESUAk.  U1 

doáadf  M  ftierai  á  Yatenda ,  Ileyando  consigo  sos  ínas  preeloies  teso* 
roí.  Asi  se  perdió  aquella  ínclita  ciudad^  y  acabó  el  reino  de  Toledo 
COD  grave  pérdida  del  Islam.  En  este  malhadado  año  de 478  falleció  en 
Zaragoza  el  rey^  Jusef  Almutemen ,  ínclito  defensor  del  Islam ,  y  le  su* 
eedió  su  hijo  Ahmcd  Aba  Giafar  ben  Hnd,^  que  se  apellidó  Almnstain 
Kla ,  de  singular  virtud  y  muy  político.  , 

No  era  posible  que  el  autor  de  estas  desgracias  gozase  con  tranquili- 
dad del  Aruto  de  sus  pérfidas  negociaciones ,  todos  los  alcaides  de  Es- 
paña le  aborrecían  y  buscaban  3U  perdimiento.  Acusóle  Aben  Raxic  de 
qoe  tenia  llenos  los  castillos  y  fortalezas  de  frontera  de  alcaides  de  su 
famflia ,  ó  rendidos  á  sus  intereses ,  y  como  este  cargo  era  verdadero , 
sospechó  Aben  Abed  de  la  conducta  de  Ornar  su  privado ,  y  le  mandó 
prender;  pero  avisado  por  sus  parciales  de  esta  determinación  se  huyó 
de  Morda ,  pasó  por  Valencia ,  y  receloso  allí  de  los  principes ,  que  esta- 
ban divididos,  y  poco  satisfechos  de  su  conducta ,  partió  para  Toledo , 
doode  estaba  el  rey  de  Galicia  Alafuns  ben  Ferdeland,  que  le  recibió 
bien , pensando  valerse  todavía  de  él  para  sus  conquistas;  pero  Aben 
Raxic  y  otros  alcaides  enemigos  suyos  llenaron  á  Alfonso  de  descon- 
fiaorasde  sus  servicios ,  tanto  qne  este  rey  le  dijo  un  día  en  su  lengua : 
O  Aben  Ornar ,  tú  semejas  al  ladrón  que  hurta  su  hurto  y  lo  guarda 
bata  qoe  se  lo  vuelvan  á  hurtar :  y  él  sospechó  de  esto,  y  se  huyó  de 
Toledo  á  Zaragoza  al  servicio  de  Abu  Amer  Jusef  Almutamen ,  que  le 
bonró  y  confió  empresas  de  intriga  y  adquisición  de  fuertes  de  frontera 
(Q  lo  de  Valencia  y  Murcia ,  y  en  esto  sé  ocupaba  engañando  con  tratos 
pMdos  álos  incautos  que  le  oían.  Temeroso  el  rey  Aben  Abed  de  Se- 
Tflh  de'qne  sus  secretos  y  negociaciones  se  descubriesen  por  Alien  Omar, 
encangó  su  prisión  á  su  hijo  Yezid  Arradt ,  que  lo  consiguió  por  indus- 
tria de  Abu  Becar  ben  Abdelaziz  de  Valeiida ,  á  quien  engañó  en  el 
castOlo  de  Jumilla  que  es  del  gobierno  de  Murcia ,  por  lo  que  allí  le 
aborrecían  chicos  y  grandes.  Pagó  muchas  espías  que  le  avisaban  de 
lodos  sus  pasos ,  y  dónde  dormía  y  sesteaba ,  y  sabiendo  que  cierta  no- 
che entraba  en  Xecura ,  puso  Arradi  gente  de  su  confianza  que  le  pren- 
dió t  fué  su  prisión  á  seis  días  por  andar  de  la  lona  de  RaMe  primera. 
Arúaron  al  infante  Yezid ,  y  vino  á  Xecura  y  dispuso  su  conducción : 
asi  qne ,  cargado  de  cadenas  y  á  buen  recaudo  le  llevó  hacía  Córdoba , 
7  ^n  todas  partes  le  insultaba  el  pueblo,  y  el  mismo  Ben  Abdelaziz 
envió  un  judio ,  que  era  grande  andador ,  para  que  le  diese  unos  versos^ 
qne  contra  él  escribió,  y  alcanzó  al  infeliz  Aben  Ornar  en  Caria  Jumin. 
&críbió  desde  el  camino  rendidas  súplicas  al  rey  Aben  Abed ,  y  las  en- 
viaba también  al  infante  (Acídala  Arraxid  para  que  intercediese  por  él 
<^  su  padre ,  porque  tania  que  hiego  que  llegase  le  mandarla  matar) 
7  le  decía  :  «Conozco  el  derecho  que  tiene  sobre  mi  sangre,  y  esto  me 
da  temor ;  pero  también  confio  que  no  habrá  olvidado  ni  desechado  do 
sa  corazón  d  amor  y  confianza  que  le  merecí ,  y  en  esto  fundo  mis  eih- 
l^ranzas '.  *  Uegó  á  Córdoba  el  Gluma  6  de  Regcb ,  y  se  le  detuvo 

*  Cs<<  ezprwfon  ei  en  arábigo  tan  eligoito  t  eoQclH  que  no  he  podida  trtdnolrlt  Mes. 


348  mSTORU  DB  LA  DOMINAGIOlf 

alli  una  sola  noche  siempre  cargado  de  cadenas ,  y  al  dia  siguiente  salió 
para  Sevilla  en  un  maeho  rodeado  de  gente  armada  á  pié  y  á  caballo : 
los  caballeros  que  le  conducían  iban  con  armas  y  vestidos  negros, 
y  esperaron  á  la  venida  de  la  noche  para  entrar  en  Sevilla,  aunque 
otros  dicen  que  le  entraron  á  medio  dia,  6  poco  después,  y  que  salió 
mucha  gente  á  verle ,  y  el  populacho  y  gente  menuda  le  insultaba ,  y  se 
reia  de  su  desventura.  Le  llevaron  al  alcázar  y  le  encarcelaron  en  ana 
oscura  y  retirada  estanza ,  de  la  cual  guardó  Aben  Abed  las  llaves. 
Pidió  aquella  noche  luz,  papel  y  tinta ,  y  se  le  dio  recado  de  escribir. 
Los  conductores  luego  que  lo  entregaron  á  la  guardia  del  alcázar  se 
fueron  á  su  oración  de  alazar ,  que  hicieron  con  sus  armas  y  vestidos 
negros.  Escribió  Aben  Omar  unos  bien  sentidos  y  elegantes  versos  para 
el  rey,  que  los  envió  por  medio  del  inrante  Arraxid,  en  que  dccia  : 
«Conozco,  señor,  el  derecho  que  sobre  mí  sangre  tienes ;  pero  confio 
en  clamor  que  todavía  me  queda  en  tu  corazón;  nadie  como  (ú 
sabe  mi  lealtad ,  y  el  celo  con  que  te  he  servido. »  £1  rey  Aben  Abed  le 
respondió  en  los  mismos  versos  á  la  vuelta  :  «Mal  tiempo  anuncia  el 
hado  á  Oxonoba  y  á  Xelb ,  y  triste  llanto  y  lágrimas  amargas  heredará 
Semsa  tu  pobre  madre^  »  Visitáronle  en  su  prisión  el  infante  Arratid, 
que  le  estimaba  por  su  admirable  ingenio ,  y  los  alimes  Iza  Aleslád  Abul 
Ht^giag  y  Abu  Becar  ben  Zcidun,  y  otros  poco  afectos  á  Aben  Omar,  y 
como  entendiese  este  que  el  rey  Aben  Abed  estaba  algo  movido  á  per- 
donarle, y  aun  le  hubiese  indicado  que  no  trataba  de  quitarle  la  vida, 
y  ahora  estos  sus  enemigos  le  manifestasen  que  el  rey  tenia  resuelto 
matarle,  dio  amargas  quejas  al  infante,  y  le  dijo  :  «Señor  mío,  ya  veo 
que  mi  suerte  es  clara  y  el  fin  de  mi  destino  manifiesto,  llevóse  el  ma- 
ligno viento  de  la  envidia  y  enemistad  las  leves  auras  de  vida  que  res- 
piraba .  Muleyna  ?  ayer  no  pensaba  en  quitarme  la  vida ,  y  hoy  me  b 
dilata  pensando  con  qué  tormento  me  han  de  acabar  mas  á  sabor  de  mis 
enemigos....»  Después  de  esta  visita  incitaron  tanto  estos  alimes  d 
ánimo  de  Al)en  Abed ,  que  lleno  de  saña  fué  á  la  prisión  y  con  su  propia 
tabrizina  le  cortóla  cabeza ;  y  decía  Abdel  Gelil  ben  Wahbon ,  que  no  se 
vio  quien  por  éi  derramase  lágrimas ,  ni  se  oyó  quien  dijese :  sequésde 
la  mano  al  matador.  Este  fué  el  pago  de  sus  artificios  y  mala  política : 
fué  su  muerte  en  el  año  479  (1086)  al  principio. 

Como  viese  Aben  Abed  de  Sevilla  que  el  rey  Alfonso  no  solo  había 
conquistado  la  dudad  de  Toledo,  sino  que  sus  victoriosas  tropas  discor- 
rian  impetuosas  como  los  torrentes  invernales  que  bajan  de  los  mon- 
tes ,  y  ocupaban  las  campiñas  que  riega  el  Tajo ,  y  se  apoderaba  sin 
resistencia  de  pueblos  y  fortalezas  como  Maglít ,  Maquida  y  Gaadilbi- 
jara ,  pensó  que  convenia  poner  limite  á  sus  conquistas,  recelando  mocho 
de  su  engrandecimiento.  Escribióle  que  no  pasase  adelante  en  ocupar 
los  pueblos  del  reino  de  Toledo ,  que  se. contentase  con  aquella  ciudad 
y  le  cumpliese  lo  que  le  había  ofrecido  cuando  concertaron  sus  alianzas. 
El  rey  Alfonso  le  dijo  :  que  estaba  pronto  á  servirle  en  Andalucía  coa 
escogidas  tropas  de  caballería ,  y  para  que  viese  que  no  olvidaba  sus 
pactos ,  le  enviaba  quinientos  cabañeros  para  que  entrase  oon  ellos  eo 


Dfi  MS  ÁRABES  BU  ESPAflA.  349 

tierra  de  Granada  :  que  los  pueblos  que  habia  ocupado  eran  suyos,  y 
del  rey  de  Valencia  su  amigo  y  aliado  :  asi  le  llamaba ;  pero  mas  pro- 
punente  era  su  vasallo.  Entraron  estas  tropas  de  caballería  cubiertas 
de  bierro  en  Andalucia  sin  resistencia ,  como  que  iban  de  auxiliares  de 
Aben  Abed ,  y  estuvieron  tres  diés  delante  de  Sevilla ,  y  pasaron  á 
Xidona  donde  estaba  el  rey  Aben  Abed,  que  se  maravilló  mucho  de 
e$(a  entrada  y  habló  con  los  caudillos  cristianos,  y  les  mandó  volver  á 
n  señor  porque  trataba  de  hacer  paces  con  el  rey  de  Granada  y  no 
necesitaba  ya  de  su  socorro  -,  pero  en  su  ánimo  principió  á  meditar  la 
nnoade  Alfonso.  Los  cristianos  se  volvieron  á  sus  tierras ,  y  en  las  fron- 
teras de  Toledo  hicieron  talas  y  robaron  ganados ,  y  cautivaron  niños  y 
mogeres. 

¿críbió  Aben  Abed  al  rey  de  Granada ,  al  de  Almería  y  al  de  Algarbe 
pora  celdl)rar unas  cortes  en  que  tratasen  de  la  defensa  del  estado  y  bien 
onnan  de  los  muslimes  de  España  :  concertóse  una  junta  de  cadíes  en 
Sevilla ,  envió  el  de  Granada  su  cadilcodá ,  el  de  Badalyoz  á  su  cadi  Abu 
Isbacben  Mokina,  el  de  Granada  era  Abu  Giafar  de  Alcolia,  también 
asistió  Abul  Walid  de  Beja ,  y  el  de  Córdoba  el  i^azir  Abu  Becar  Mu- 
bamad,  y  Abdala  ben  Zeidun,  y  se  juntaron  en  la  aljama  de  Sevilla 
COQ  el  cadi  de  ella.  Abu  Becar  ben  Adahim  y  todos  fueron  de  parecer 
qoe  se  escribiese  al  principe  de  los  Almorávides  Jusef  ben  TcxGn ,  cuyo 
nombre  y  conquistas  en  África  eran  muy  celebradas  en  España  :  soía- 
meote  se  opuso  á  este  parecer  el  wali  de  Málaga  Zagút ,  y  dijo  :  que  no 
convenía  traer  á  España  al  conquistador  de  Mauritania,  que  sin  duda 
quebrantaría  el  poder  de  Alfonso;  pero  que  les  pondría  á  ellos  cadenas 
que  DO  podrían  romper  :  que  si  ellos  de  buena  fe  se  unían  y  procedían 
(OD  el  solo  ínteres  de  la  religión ,  que  Dios  les  ayudaría  y  vencerían  á 
su  coman  enemigo  Alfonso,  que  sus  propias  discordias  y  divisiones 
habían  engrandecido  :  Estad  unidos  y  seréis  vencedores,  les  dijo,  y  no 
permitáis  que  los  moradores  de  las  ardientes  arenas  de  África  pisen  los 
amenos  campos  de  Andalucía  y  de  Yalencía ;  pero  este  consejo  no  se  si- 
guió, y  trataron  á  Zagút  de  malmuslimyde  descomulgado.  Aben 
Abed  para  ganar  el  corazón  dd  rey  de  Algarbe  le  pidió  en  matrimonio 
una  hermosa  bija  que  tenía ,  y  se  concertaron  paces  entre  todos  ellos. 
Q  rey  de  Badalyoz  Omar  ben  Alafias  fué  el  encargado  á  nombre  de  los 
amires  de  £q»ña  para  escribir  al  principe  de  los  Almorávides  que 
quínese  pasar  á  España  para  contener  la  soberbia  del  rey  Alfonso ,  que 
tronaba  y  relampagueaba  amenazando  la  total  ruina  del  Islam,  y  se 
Dombraron  allí  los  embajadores  que  debían  pasar  á  Mauritania. 


CAPITULO  IX.: 

De  bs  Alqioravicles  ;  siii  f  uerráf  en  África* 

Paeslo  ifoB  los  Almorávides  y  sus  principes  vinieron  á  ser  dueños  de 
£si>aña ,  nos<»*á  inoportuna  la  noticia  de  esta  gente  mora ,  y  la  historia 


^0  BiSTOBU  HE  Lá  DOMflfAOON 

de  su  origen  y  mas  famosas  conquistas  saya»,  ocasión  desaentrada  ea 
Andalucía.  Diremos  el  origen  de  los  MulUminesó  Almwavides  de  it 
cabila  ó  tribu  de  Lamta,  que  vinieron  del  desierto  ¿  la  parte  del  pouenle 
de  África  con  su  caudillo  Abu  Bekir ,  del  cual  asimismo  diremos  A 
origen ,  y  cómo  llegó  á  tener  el  gobierno  de  ellos ,  y  la  causa  que  le 
movió  á  salir  del  desierto  y  dar  principio  ¿  un  nuevo  y  poderoso  im- 
perio en  las  marismas  do  África ,  que  son  las  tierras  que  están  de  esta 
parte  de  los  montes  de  Daren ,  y  los  antiguos  llamaron  Mauritania,  k 
cabila  ó  familia  de  los  mulUmines  era  descendiente  de  otra  cabila  mas 
antigua  llamada  de  Lamtuna ,  que  procedía  de  un  varón  llamado  Lamtu, . 
pariente  también  de  otro  llamado  Gudala  y  y  de  otro  llamado  Mustafa, 
cabezas  y  progenitores  de  las  cabilas  ó  tribus  de  sus  nombres,  y  iodos 
tres  se  preciaban  de  descendientes  de  otra  mas  antigua  y  noble,  llamada 
de  Sanhaga  de  la  antigua  sangre  de  Humait ,  de  los  primeros  reyes  del 
Temen,  ó  feliz  Arabia,  en  donde  vivían  Sin  mezclarse  con  los  bárbaros, 
ni  p^mitir  á  sus  mugeres  que  se  mezclasen  con  ellos  por  casamieoloi. 
S^eron  del  Yemen  los  de  Sanbaga,  y  entraron  en  los  desiertos  por 
causa  de  ciertas  guerras  en  que  fueron  forzados  á  salir  por  nomezdtfse 
con  los  bárbaros  y  fugitivos  en  África ,  y  pobres  usaban  una  manen 
de  vestidos  simples  que  los  envolvía  y  enmantaba,  y  de  esta  vestidura 
llamada  lamt  quieren  algunos  decir  que  les  vino  el  nombre  de  Moltí- 
mines ,  si  bien  parece  mas  cierto  que  lo  debieron  al  nombre  de  su  pro- 
genitor en  tiempos  desconocidos. 

Estas  tribus  no  moraban  en  ciudades  ni  tenían  determinado  asiento, 
sino  que  vagaban  en  diversas  parles  de  los  desiertos  de  África,  Ueyando 
sus  camellosy  tiendas  como  laocasion  y  necesidad  del  tiempo  y  logárseles 
ofrecía.  Anduvieron  asierrantcs  de  provincia  en  provincia,  y  do  regios 
en  región,  basta  que  vinieron  ámorar  en  los  desiertos  de  la  África  última, 
que  llaman  alia  y  occidente  ¿  por  qué  causa  salieron  del  desierto  lo 
cuenta  asi  la  historia.  Dicen  que  un  hombre  llamado  Yahye  ben  IfaraiD} 
de  la  cabila  de  Gudala ,  pasó  en  peregrinación  á  la  Meca  en  Arabia,  j 
ásu  vuelta  visitó  la  ciudad  de  Cairvan,  que  dista  tres  jomadas  de 
Túnez ,  á  la  parte  de  mediodía ;  y  como  se  hubiese  detenido  allí  algva 
tiempo  por  ver  las  curiosidades  de  aquella  ciudad ,  sus  aljamas  y  escoe- 
las,  trató  allí  un  alfaki  de  aquella  aljama  llamado  Abu  Amram,  nato- 
ral  de  la  ciudad  de  Fez,  y  conversando  con  él,  preguntó  el  faki  al  pe- 
regrino de  qué  tierra  era ,  cual  era  su  nación ,  y  de  qué  secta  de  las 
cuatro  ortodoxas  del  Islam.  Respondió  el  peregrino  que  los  pueblos  do 
su  tierra  carecían  de  ciencias  y  de  letras,  y  no  tenían  casi  ninguna  reli- 
gión ni  noticia  de  las  sectas  de  que  le  hablaba ,  que  sus  cabilas  estaban 
apartadas  de  todo  trato  de  gentes  políticas,  que  no  tenían  ciudades  ni 
poblaciones  en  que  suelen  enseñarse  esas  cosas,  que  vivían  en  medio  de 
los  desiertos ,  adonde  no  llegaban  sano  gentes  rústicas ,  ó  traficantes  que 
entendían  solo  en  comprar  y  vender  y  hacer  sus  grangerias ;  y  sin  em- 
bargo que  los  de  su  nación  y  los  demás  del  desierto  no  eran  tan  bárbaro» 
y  feroces,  que  no  deseasen  aprender  y  tener  letras  y  religión,  qoepor 
lo  común  todos  eran  de  buen  natural  y  muy  humanos ,  en  wébio  de  sus 


M  LOS  ARABBS  EN  UPAlU.  Ui 

rúfficas  oostttHdMrea :  «si  i|iie  lo  rogaba  oncareoidamoUe  que  te  diote 
ilfpindttdpiilo,  si  habiáalfitno  que  quisiese  ir  con  él  ásn  tierra,  para 
instruir  á  los  pueblos*  Prometióle  Abu  Aoiram  hacer  en  este  negocio  k> 
que  pudiese,  y  lo  propuso  á  sus  discípulos;  pero  ninguno  vino  m  lo 
que  él  deseaba  y  les  proponía ,  fuese  por  la  gran  distancia  que  babia 
desde  CairTan  basta  el  desierto  adonde  ddiian  ir ,  ó  pcn*  las  difiouHadea 
;  peligros  que  tan  arduo  camino  ofrecía  t  y  como  el  peregrino  esta  - 
Tiese  pora  partir  de  alli ,  el  faki  di6  noticia  al  peregrino  de  cierto  faki 
que-  YÍTia  en  Almagra,  en  el  reino  de  Sue ,  que  se  llamaba  Abu  Isag. 
Era  este  faki  muy  venerado  de  los  muslimes  por  su  doctrina  y  mo- 
deradas cQstutnbres )  asegurándole  que  este  Abu  Ijsag  era  tati  TÍrtuoso 
que  sin  duda  le  proTeería  de  mdestro  cual  conrema  y  él  deseaba  $  y  para 
esto  le  dio  cartas  de  recomendación  para  aquel  alfaki  dé  Sus ,  para  que 
biciese  con  diligencia  cuanto  el  peregrino  le  rogase.  Partid  pues  el  pere- 
griooy  llegó  al  reino  dé  Sus,  y  p(»r  su  carta  fué  muy  bien  recibido, 
JSB  negocio  se  terminó  como  tí  quería  $  pues  Abu  Iiag  h  dio  un  maes- 
tro llamado  Abdala  ben  Yasim ,  de  quien  A  mucho  contaba ,  hombre 
docto  que  había  estudiado  siete  afios  en  Andalucía  todas  las  ciencias,  y 
era  insigne  letrado.  Uegé  Abdala  ben  Yasim  con  el  peregrino  al  desierto 
en  que  moraba  la  tribu  Gudala,  y  fué  muy  bien  recibido  de  toda  la 
cabíla,  y  se  le  juntaron  luego  setenta  jeques  de  los  mas  nobles  de  la 
gente ,  y  como  era  nación  honrada  y  humana,  teníalo  en  gran  venera- 
cioQ,  y  le  miraban  como  sí  fuese  padre  y  seik)r  do  todos  ellos  t  tanto 
que  Abdala  se  atrevió  á  mandar  á  la  gente  de  Gudala  que  se  armasen , 
T  qae  hiciesen  guerra  á  cierta  cabila  comarcana  que  era  la  de  Lamtuna, 
T  de  tal  manera  se  hubieron  con  ellos  valerosamente ,  que  oMigaron  á 
ksLamtunies  á  obedecer  al  jeque  Abdala  ben  Yasim ,  ydel  mismo  modo 
7  con  el  mismo  valor  y  fortuna  sujetaron  á  todas  las  cabllas  del  desierto, 
creciendo  mucho  la  reputación  del  jeque,  y  el  poder  de  la  tribu  dé 
Godala ;  de  manera  que  Abdala  asi  en  esta  tribu  como  en  la  de  Lam- 
tona  era  mirado  como  soberano ,  pues  el  amir  de  Lamtuna  Abu  Yabye 
Zacaria  ben  Omar  se  declaró  su  discípulo ,  y  en  pac  y  en  guerra  seguía 
su  consejo,  y  no  se  hacia  sino  su  voluntad.  Cerca  déla  cabila  de  Lam*- 
tuna  había  unos  montes  y  áspera  sierra  en  que  moraban  ciertos  bárbaroe 
que  no  tenían  religión,  álos  cuales  quiso  instruir  el  jeque  Abdala; 
feto  ellos  despreciaron  su  doctrina ,  ó  no  hicieron  caso  de  sus  predica- 
dones  y  á  los  cuales  mandó  el  jeque  que  se  hiciese  cruda  guerra,  y  la 
encomendó  ¿  los  de  Lamtuna  sus  confinantes,  y  elh»  la  hicieron  con 
iieróico  valor  y  constancia. 

El  rey  Aba  Zacaria  Yabye  salió  con  mil  caballeros  de  Lamtuna  contra 
los  bárbaros ,  y  trabó  con  ellos  muy  refitda  y  pdigrosa  bataUa.  Eran  los 
Lamtunics  gente  suelta,  ligera  y  robusta,  muy  endurecida  y  acostum* 
brada  ¿  las  fatigas  y  ejercicios  de  fortaleza ,  porque  iñlvían  en  continuas 
gnerras  con  estos  bárbaros  y  con  otras  cabilas  enemigas ,  y  sabían  po- 
ner sos  haces  en  orden  de  batalla ,  y  ponían  en  las  primeras  almaAiIte 
les  que  tenían  lanías  puy  korgas,  que  afiitnaban  en  tierra,  que 
era  la  tente  de  ápü,  ytanfimí,  dice  Abu  Oxeid  de-Bejer,  que  no 


352  '  HISTORIA  DE  LA  DOMUIAGIOII 

se  les  Tió  nunca  yolver  la  espalda  en  las  batallas ,  y  qoe  antes  que- 
rían morir  en  ellas  que  ceder  ni  perder  un  pié  de  tierra,  ni  huir,  por 
grande  y  excesiya  que  fuese  la  múltitad  de  enemigos  que  les  acometía, 
de  suerte  que  con  este  valor  y  deseo  de  vencer  hadan  gran  matanza  en 
sus  contrarios ;  y  asi  de  los  bárbaros  cayeron  mas  en  las  almafallas  de 
los  de  á  pié ,  que  entre  la  caballería.  En  suma  los  de  Lamtuna  fueron 
sefk)res  del  campo  haciendo  huir  y  retirarse  con  mucho  desorden  álo$ 
berberíes,  cuyas  tiendas  robaron  y  dividieron  entre  si  los  despojos  ga- 
nados. Costóles  harta  gente  á  los  Lamtunies  esta  victoria,  y  viendo  el 
jeque  Abdala  el  ánimo  y  constancia  de  los  de  Lamtuna  en  la  pelearlos 
llamó  Murabitinesó  Almorávides,  esto  es,  hombres  de  Dios,  y  espon- 
táneamente dados  á  su  servicio.  Tiendo  pues  que  estos  de  Lamtuna 
eran  tan  esforzados  y  bravos  en  la  guerra,  pensó  que  con  estos  Almo- 
rávides y  la  diligencia  y  eficacia  que  él  pondriajde  su  parte ,  podia  llegar 
á  ser  dueño  de  toda  la  Mauritania  y  tierras  de  Almagreb  :  y  para  en* 
vanecerlos  y  animarlos  á  lo  que  intentaba  les  decia  :  «O  nobles  Almo- 
rávides de  Lamtuna,  vosotros  tenéis  constancia  y  habéis  vencido  á  todos 
vuestros  contrarios  -.  si  en  servicio  de  Dios  y  en  ayuda  de  la  publicadon 
de  su  ley  habéis  de  emplearos ,  yo  confio  que  con  facilidad  superéis  las 
dificultades  que  se  os  opongan ,  y  que  dejareis  á  vuestras  espaldas  los 
estorbos  que  se  ofrezcan  en  la  virtuosa  senda,  que  debéis  seguir  para 
alcanzar  el  paraiso ,  premio  de  vuestras  buenas  obras. »  Asi  pues  dis- 
puso sus  corazones ,  y  con  ellos  conducidos  de  la  dulzura  de  su  per- 
suasión y  de  las  promesas  de  los  futuros  bienes ,  les  persuadió  á  saUr 
del  desierto ,  hicieron  guerra  á  los  berberíes ,  y  se  enseñorearon  de 
Sígilmeja  Dará,  y  otras  provincias  de  los  amircs  de  Magaraba,  prin- 
cipes de  la  tribu  Zeneca ,  que  gobernaba  entonces  Mesaud  ben  Banod 
ben  Hiazron  ben  Falful  Alazán.  Persuadidos  los  de  Lamtuna  allegaron 
sus  gentes  y  se  unieron  con  ellos  los  deUsufa  y  Arara  y  Lamta ;  principia- 
ron la  guerra  conMesauddeMagaraba,  y  conquistada  esta  provincia  pasó 
el  victorioso  A  bu  Yahye  Zacaria  á  tierra  de  Dará ,  y  también  se  apoderó 
de  ella;  pero  en  una  sangrienta  pelea  con  una  hueste  de  gente  de  Gn* 
dala  murió  peleando  como  bueno  el  rey  Abu  Yahye  Zacaria,  sin  que 
por  eso  los  suyos  dejasen  de  quedar  vencedores. 

Muerto  en  la  batalla  el  esforzado  Abu  Yahye  Zacaria  por  los  de  la 
cabila  de  Gudala,  el  jeque  Abdala  con  su  serrana  autoridad  eligió  y 
nombró  por  amir  á  un  hermano  del  muerto  llamado  Abu  Bekír ,  hijo  de 
Tarkit  de  la  cabila  Sanbaga ,  y  de  la  antigua  sangre  de  üomair ,  el  cnal 
fué  recibido  muy  bien  y  le  juraron  obediencia  los  de  Lamtuna,  y  los  de 
SigUmesa  y  Dará  :  y  después  de  esto  pasó  el  amir  Abu  Bekir  á  tierra  de 
Masamuda ,  que  está  á  la  otra  parte  de  los  montes  de  Daren ,  y  escogió 
por  lugar  conveniente  para  su  morada  la  tierra  de  Agmal,  Guanay 
Ezmira ,  adonde  llegó  el  año  de  450  (1 058) .  Salieron  á  recibirte  los  prin- 
cipales del  pais,  que  se  sometieron  á  su  dbediencia,  y  puso  su  casa  en  la 
ciudad  de  Yeriquia ,  en  compañía  de  su  imam  ó  jeque  Abdalá ,  que  do 
podia  sosegar  sm  hacer  nuevas  conquistas,  aunque  parecía  que  las  quería 
para  Aba  Beitir ;  pero  en  verdad  él  tenía  la  potestad  y  s<ri)eranía ,  y  lo 


DE  LOS  AllABES  EN  ESPAAa.  353 

esencial  del  gobierno.  Gomo  hiciese  una  entrada  en  la  tierra  de  Tamisna 
procarando  sujetar  y  traer  á  su  obediencia  á  los  naturales  de  cUa ,  los 
moslímes  le  trataron  y  recibieron  muy  diferentemente  de  lo  que  habian 
hecho  los  de  otras  naciones ,  pues  en  una  de  estas  visitas  le  pasaron  con 
lina  boza  y  murió.  £1  rey  Abu  Bekir  sintió  mucho  su  falta ;  pero  se  fué 
ingeniaudo  en  la  ciudad  de  Agmat  en  Yeriquia ,  y  se  fué  apoderando 
poco  á  poco  del  señorío  de  la  tierra ,  enviando  á  los  pueblos  sus  gober- 
Didores  y  recaudadores,  manteniéndolos  en  su  obediencia  con  el  temor 
^  su  poderío,  porque  cada  dia  le  iba  viniendo  gente  del  desierto  :  de 
suerte  que  en  el  año  460  (1078)  creció  ya  tanto  y  se  multiplicó  aquella 
i?en(e,  que  estrechaban  á  los  naturales  del  pais ,  y  no  cabian  sin  diíicul- 
l^eo  h  tierra;  asi  que,  no  pudiendo  pasar  los  unos  con  los  otros,  los 
jeques  y  principales  á  nombre  del  común  dieron  cuenta  al  rey  Abu  Be- 
kir de  ios  apuros  que  padecían ,  y  de  la  estrechez  en  que  todos  estaban, 
díGcultad  que  cada  dia  era  mas  grande.  Elrey  Abu  Bekir  les  dijo,  que 
puesto  que  tenian  razón  en  quejarse  de  su  incómoda  vivienda ,  que 
cOos  escogiesen  un  lugar  conveniente  y  bueno  para  edificar  una  ciudad 
ea  que  él  y  los  suyos  morasen.  Los  jeques  muy  contentos  de  su  res* 
puesta  tuvieron  su  acuerdo,  y  de  común  parecer  señalaron  las  tierras 
que  llaman  de  Eilana  y  las  de  Heimira ,  y  lo  participaron  al  rey  dicién- 
<^le :  ¡  O  amir ,  ya  escogimos  lugar  conveniente  á  tus  deseos  y  á  los  núes- 
^  en  tierra  de  Eilana!  Y  luego  al  punto  Abu  Bekir  bcn  Ornar  montó 
á  cal)aUo  y  siguió  á  los  guias ,  y  con  él  toda  la  gente  de  los  Multimines  y 
Masanuidas,  moradores  de  la  otra  parte  de  losmontes  de  Darcn.  Llegá- 
is todos  juntos  hasta  el  bosque  y  llanura  en  que  ahora  está  la  ciudad 
^  Marmccos  -.  estaba  este  bosque  desierto  y  no  habitaban  entonces  en 
^síoo leones ,  tigres,  cabras  monteses ,  avestruces  y  otras  fieras ,  y  no 
oadao  en  aquella  tierra  sino  adelfas  y  espinos ,  y  otros  rústicos  arbustos ; 
P<3t)  con  todo  eso  agradó  mucho  el  sitio  y  frescura  suya ,  y  la  comodidad 
que  ofrecía  para  la  fundación  de  una  ciudad :  sus  abundantes  yerbas  y 
pastopara  los  ganados  abonaba  la  disposición  oportuna  para  ella.  Go- 
uieQzáronse  á  trazar  las  calles  y  plazas ,  y  á  delinear  las  casas  y  sitios 
públicos,  y  toda  la  gente  trabajaba  con  mucha  alegría  :  no  se  cuidó  en- 
toDces  de  cercarla  de  torreados  muros,  que  estos  los  labró  después  do 
^igUQ  tiempo  d  rey  Aly  Hasen ,  segundo  rey  de  los  Almorávides  como 
vivemos.  Fué  la  llegada  del  rey  Abu  Bekir  al  sitio  en  que  fundó  la  ciudad 
^  Marruecos  el  año  462  (1070). 

Ocupábase  el  rey  Abu  Bekir  en  dar  prisa  á  la  fundación  de  su  ciu- 
^<),  y  á  los  príncipales  edificios  de  ella ,  cuando  le  vino  nueva  de  la 
ubtla  de  Lamtuna  de  donde  él  procedia ,  en  que  sus  parientes  le  envia- 
^  á  decir  que  la  cabila  de  Gudala  (X)n  quien  desde  tiempo  antiguo  te- 
dian desavenencias,  habia  entrado  contra  ellos  haciéndoles  muertes  y 
^^  y  otros  graves  daños;  que  la  enemistad  era  ya  tan  crecida  que 
l^reda  que  la  guerra  seria  interminable  sin  la  ruina  de  una  de  las  ca- 
lilas. Pesó  mucho  al  rey  Abu  Bekir  de  estas  cosas,  y  abandonando  la 
'Hipacion  que  alli  le  detenia,  nombró  por  su  califa  sucesor  y  logarte- 
sicote  á  su  primo,  Mamado  Juzef  ben  Taxfin  beu  Ibrahim  ben  Tarquit 

i3 


354  HISTORIA  DE  tA  pOMmACION 

bcn  ycrtAquita  bcn  Mansur  bcn  Mynla  bcn  Tamím  bca  Bagali,  de  la 
caVúíí  de  Sanhaga  de  la  antigua  sangre  de  Homair,  y  en  Ibrabini, 
abuelo  de  Juzef ,  se  reunían  los  dos  amiros  primos  suyos  y  predecesores 
ya  mencionados,  A  bu  Yahye  Zacaria  y  Abu  Bekir  :  dividió  este  amir 
sus  gentes  en  tres  ejércitos,  y  con  los  dos  piarcbó  á  grandes  jornadas 
al  desierto  para  socorrer  á  su  familia  de  Lamtuna :  y  dejó  el  otro  eu  Sus 
Alaksá  ó  última  en  el  sitio  de  la  nueva  ciudad ,  encomendado  á  su  primo 
Juzef  bcn  Taxfln  Aba  Jacob. 


CAPITULO  X. 

QiUfAigo  de  Jaief  ben  Taxfin. 

Conviene  antes  dar  una  idea  justa  del  carácter  de  este  califa.  Era  Ju- 
zef ben  TaxBn  ben  Ibrabim  ben  Tarkut  bcn  Wcztaktir  ben  Mansar  bcn 
Misála  ben  Watmell  ben  Telmeit  de  la  descendencia  noble  de  Homair 
de  Sanhaga  de  Lamtuna,  de  los  hijos  de  Abdciscms  bcn  Wetliil  ben 
Homair  :  la  madre  que  le  parió  era  de  Lamtuna ,  hija  de  Ornar,  que  se 
llamaba  Fatima,  hija  de  Syr  ben  Abi  Bekir  ben  Yahye  ben  Wáh  bcn 
Wataktir :  su  color  era  moreno,  de  buenas  facciones  y  estatura,  enjulo 
de  cuerpo ,  de  voz  delicada ,  ojos  brillantes  y  grandes ,  bien  rasgados , 
grandes  y  pobladas  las  cejas ,  bigote  retorcido,  barba  bien  dispuesta,  y 
mas  blanda  que  el  cabello.  A  estas  prendas  del  cuerpo  juntaba  un  alma 
generosa  :  era  prudente  en  el  gobierno  de  sus  pueblos ,  esforzado  y  rá- 
llente en  la  guerra ,  siempre  atento  á  la  seguridad  y  defensa  de  sus  es- 
tados ,  grande  amparador  de  sus  fronteras ,  amigo  de  la  guerra  que  ba- 
da con  mucha  inteligencia  y  felicidad ,  liberal  en  extremo ,  grave  j 
austero,  en  sus  vestidos  y  adornos  descuidado,  pero  con  simple  aseo, 
abstinente  y  moderado  en  los  placeres,  apacible  en  el  trato  y  conversa- 
ción,  y  en  todo  se  manifestaba  para  las  grandes  cosas  que  Dios  le  habla 
criado,  para  conquistar  para  el  Islam  gran  parte  del  mundo,  Susvesti- 
dos  eran  de  lana ,  y  nunca  usó  de  otra  especie  :  su  roantenimíeato 
pan  de  cebada  y  carne  de  camello ,  y  de  otros  animales  robustos ;  pero 
en  corta  cantidad  -.  ni  sobre  el  sabor  y  confección  de  los  manjares  se 
quejó  en  su  vida,  ni  de  la  calidad  ó  captidad  de  ellos,  siempre  la 
misma  con  mucha  igualdad  :  no  tuvo  en  su  vida  mas  enfermedad  qne 
la  última  que  Dio^  le  dio  para  llevarle  á  los  prepiios  y  recompensas  de 
la  otra  vida ,  por  lo  que  en  esta  babia  procurado  lá  propagación  del  Is- 
lam y  el  conocimiento  y  adoración  del  poder  y  gloria  de  Dios ,  pues  hizo 
que  se  le  alabase  asi  en  España  como  en  Almagréb,  sobre  mas  de  mil 
alminbares  y  novecieníos  alminares ;  pues  fué  su  imperio  en  ella  so- 
bre dilatadas  tierras ,  desde  Rlcdina  Fraga  en  conOnes  de  Afranc ,  ex- 
tremo oriental  de  España  ^  hasta  último  término  de  Santerin  y  Alisbona , 
aue  está  sobre  el  mar  Océano,  occidente  de  España ,  que  es  extensión 
e  mas  de  treinta  y  tres  días  de  camino ,  y  de  proporcionado  ca<ii  igunl 
aucbvra.  En  poniente  de  África  se  e^Ltendia  su  imperio  desde  Gczira 


m  IOS  AKAB£S  EN  ESPAÑA.  355 

firaí  Márgala  hasta  Tanja  ^  al  extremo  de  la  última  Negrería  al  monte 
del  oro  de  tierra  de  negros ,  siii  interposición  de  ningún  poder  ni  seño- 
rio  extraño  en  sus  estados-,  que  no  le  hubo  cu  sus  tierras.  Su  poder  y  su 
voluntad  resignada  en  Dios ,  y  conforme  á  sus  santos  mandamientos,  y 
eo  las  exacciones  y  tributos  conforme  á  lo  dispuesto  en  la  ley  y  en  la  tra- 
<iícion ,  y  en  las  fardas  y  tributos  que  le  pagaban  los  Ínfleles tx)nfbrme  á 
sos  pactos  de  sumisión  ,  y  asi  se  halló  en  su  tesorería  después  de  su 
muerte  la  cantidad  de  trecientas  mil  arrobas  de  plata ,  y  cinco  mil  y 
cuarenta  arrobas  de  oro  en  doblas.  Administraba  coq  justicia  sus  esta* 
<ios,  y  aunque  tan  jnsto ,  era  apacible  y  afable  con  sus  vasallos  j  eu  e^ 
pccial  respetaba  y  honraba  á  los  alfaquies  y  alimes ,  y  los  admitía  á  su 
hdo  y  seguía  sus  consejos  en  sus  deliberaciones ,  y  de  esto  se  preciaba 
mucho.  Era  de  excelente  ingenio  y  buen  natural ,  humilde  y  vergon- 
zoso, y  parecía  que  en  él  se  habían  acumulado  todas  las  virtudes ^  y 
como  decía  el  doctor  Muhamad  Aben  Amid ,  como  que  cada  una  díe 
ellas  contendía  y  porflaba  por  manifestarse  la  principal.  Nació  Juzef  el 
ano  loo  (t009  ó  lOiO)  en  Telad  Sahara,  y  su  muerte  fué  el  aüo  500 
(1110  ó  11 11),  de  cien  años  de  edad.  Su  vida ,  parte  la  pasó  en  Alma- 
gréb ,  desde  que  sucedió  á  su  primo  el  amir  Abu  Bekir  ben  Omar,  basta 
que  fué  á  la  misericordia  de  Dios,  que  fueron  cuarenta  y  siete  años, 
(^to  desde  el  año  453  :  y  en  Andalucía  desde  que  quitó  el  gobierno  ¿ 
los  amires ,  y  entre  ellos  al  rey  de  Granada  Abdala  ben  Balkin  hasta  su 
muerte,  diez  y  siete  años,  cobclo  después  diremos  :  fué  su  principal 
vazir  ó  consejero  Syr  ben  Ahí  Bekir  su  yerno  :  fueron  sus  hijos  Aly, 
que  le  sucedió  en  el  imperio  después  de  su  muerte,  Temin ,  Abu  Bekir, 
Uoian ,  Ibrahim  y  Cuba  y  Rakia. 

Gomo  hubiese  Juzef  quedado  en  el  gobierno  y  califazgo  de  Marrue* 
eos  y  de  las  provincias  del  poniente  de  África  por  naíb  ó  vicario  de 
su  primo  Abu  Bekir,  luego  comenzó  á  gobernar  con  mucha  prudencia 
y  destreza ,  agradando  al  pueblo  y  á  la  gente  de  guerra ,  presumiendo 
en  su  corazón  alzarse  con  el  imperio ,  y  hacerse  absoluto  dueño  del  es* 
tado  á  pesar  de  las  intenciones  que  su  primo  tuviese.  Dio  gran  prisa  i 
h  fábrica  de  la  nueva  ciudad  :  cmnpró  á  cierto  vecino  de  Masmuda  el 
terreno  en  que  plantó  su  pabellón  do  pieles  para  asistir  y  esforzar  la 
obra :  su  primer  cuidado  fué  ediíicar  una  mezquita  para  la  oración ,  y 
la  alcazaba,  reducida  fortaleza  llamada  el  alcázar  de  la  Piedra,  pava 
gnardar  las  armas  y  provisión  de  caudales.  En  la  obra  de  la  mezquita 
trabajaba  él  mismo  en  eDa ,  y  preparaba  con  sus  propias  manos  el 
barro  para  los  ladrillos  con  los  otros  trabajadores ,  dando  á  todos  este 
ejemplo  de  celo  y  de  moderación  :  perdone  Dios  á  quien  tal  edificó. 
£sta  es  ahora  la  noble  ciudad  de  Marruecos,  en  delicioso  sitio,  abui^ 
dante  de  yerba,  fruta  y  agua,  que  donde  se  cava  un  pozo  luego  á  poca 
hondura  se  halla  agua  pura  y  dulce.  Asi  desde  luego  fué  habitada  d^ 
macha  gente ,  y  se  principió  á  murar ;  pero  esta  obra  la  acabó  su  hijo 
en  (cbo  meses  el  año  526  (1 132),  y  después  la  engrandecieron  sus  suce- 
«ves  en  el  estado  :  en  especial  amjr  amumímn  Abu  Juzef  Jacub  Al* 
aianzor  bcR  Juj^bea  Abdclmumín  ben  Aly  Alcumí,  príncipe  de  los 


356  HlStORU  DE  LA  DOHUf  ACIÓN 

Almohades  en  el  tiempo  en  qac  esta  dinastía  se  apoderó  de  Almagréb, 
7  no  cesó  de  ser  la  principal  y  cabeza  del  imperio  de  los  Almorávides 
mientras  reinaba  esta  familia,  y  lo  fué  tamliicn  en  tiempo  délos  Al- 
mohades ,  hasta  qae  uno  de  sus  príncipes  mudó  la  corte  á  la  noble  y 
antigua  ciudad  de  Fez ,  como  adelante  veremos.  En  tíempo  de  un  año 
después  de  la  partida  de  su  primo  Abu  BeldrbenOmar  acrecentó  Juzef 
8U  potencia  y  grandeza ,  y  viendo  que  tenia  mucha  gente ,  que  serían 
bien  cuarenta  mil  hombres  de  guerra  los  que  acaudillaba ,  negando  á 
Wadi  Mulua  dividió  su  ejército'en  cinco  partes ,  y  las  repartió  en  cua* 
tro  caudillos ,  que  fueron  Múhamad  ben  Temim  Agedati ,  Amran  beo 
Zuleyman  el  Maznkí ,  Moderec  el  Tddeli  y  Syr  ben  Abi  fiekir  el  Lam- 
tuni ;  y  encargó  á  cada  uno  de  estos  cuatro  la  alcaidía  de  cinco  mil 
hombres  de  su  cabila,  dándoles  sus  instrucciones  y  ordenanzas  para  el 
gobierno  de  ellos  en  la  guerra  de  Almagréb  y  de  Magaraba ,  Beni  Ya< 
ferian  y  otras  cabilas  berberíes  que  se  le  habían  levantado,  y  los  de- 
mas  los  acaudillaba  por  su  persona ;  y  asi  en  breve  tiempo  una  tribu  en 
pos  de  otra ,  y  provincia  tras  provincia  sojuzgó  toda  la  tierra  de  Alma- 
gréb,  que  todas  las  cabilas  se  vinieron  á  su  obediencia ,  y  entró  en  Me- 
dina Agmat,  y  alli  casó  con  la  hermosa  Zaináb,  que  la  quitó  á  sa 
hermano  Abu  Bekir  ben  Omar,  porque  la  amaba  tiernamente,  y  día  le 
correspondía.  Dicese  que  compró  una  gran  suma  de  esclavos  de  Guinea 
que  le  vendieron  ciertos  traflcantes  que  se  ejercitaban  en  el  trato  y  co- 
mercio con  los  guineos  en  una  ciudad  llamada  Gasza ,  que  estaba  mu; 
dentro  de  sus  desiertos,  y  que  estos  negros  eran  en  lo  antiguo  cristia- 
nos ;  pero  con  el  trato  de  los  berberíes ,  ó  por  los  males  y  violencia  de 
la  guerra ,  ó  por  otra  causa  que  se  ignora ,  vinieron  á  perder  la  reli^oo 
para  sus  intentos  y  ejecncion  de  sus  designios.  Envió  estos  negros  á  las 
costas  de  Andalucía ,  y  tomó  en  cambio  muchos  mozos  cautivos  cristia- 
nos que  daban  en  trueque  los  de  Andalucía ,  y  de  estos  mozos  que  hacía 
instruir  en  la  ley,  armaba  caballeros  y  los  ejercitaba  en  la  destreza  y 
manejo  de  las  armas  y  caballos ,  y  de  estos  tenia  consigo  doscientos  cin- 
cuenta escogidos  y  bien  adiestrados.  También  escogía  de  los  mozos  D^ 
gros  los  mas  bien  dispuestos ,  y  les  daba  armas  y  caballos ,  y  de  estos 
tenia  consigo  dos  mil  caballeros  muy  bien  ejercitados  y  valientes ,-  y  tam- 
Uen  impuso  grave  tributo  á  los  judíos  de  su  estado ,  que  eran  muchos  y 
ricos ;  y  con  esto  allegó  gran  riqueza ,  y  amnentó  su  poder,  y  tanto  cre- 
cía la  muchedumlM^e  de  cabilas  y  pueblo  que  se  le  allegaba ,  que  d 
aik)  454  (1062)  halló  que  tenia  un  poderoso  ejército  :  tocó  sus  atabales, 
levantó  banderas ,  congregó  sus  huestes ,  y  hecha  reseña  tenia  mas  de 
cien  mil  caballos  de  las  tribus  de  Sanhaga ,  Gezula,  Musamada  y  Ze- 
ceta ;  y  de  ellos  Albazáscs  y  Arramátes.  Salió  con  estas  tropas  de  Mar- 
ruecos camino  de  Fez ,  y  le  salieron  al  encuentro  las  cabilas  de  aquella 
tierra  de  Zuaga,  Lamait ,  Lunait ,  Sadina,  Sedrana,  Maguila,  Bebíala 
y  Mediona  y  otras  en  gran  número ,  y  le  presentaron  batalla ,  que  fué 
muy  reüida  y  sangrienta ;  los  venció  y  deshizo  con  horrible  matanza,  y 
Imyeron  tedk» ,  y  muchos  se  acogieron  á  la  foilaleza  de  los  muros  de 
Medina  Mediona ,  y  los  Almorávides  la  cntranm  espada  en  mano,  la 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÜA,  ^7 

saquearon  7  robaron ,  y  degollaron  en  ella  mas  de  cuatro  mil  hombres ; 
arrasó  sus  muros ,  j  se  encaminó  á  Medina  Fez ,  donde  estuvo  hasta  que 
sojuzgó  y  allanó  las  tribus  que  moraban  en  aquellos  confines. 

£1  amir  Abu  Bekir  su  primo,  después  de  haber  tomado  yenganza.de 
ks  de  Gudala ,  y  haber  terminado  las  diferencias  de  sus  parientes  y 
amigos  de  Lamtuna',  el  ano  465  (1073)  tomó  á  Alauritania ,  y  en  Agmát , 
estando  fuera  de  la  ciudad ,  supo  el  engrandecimiento  y  potencia  de  Juzef 
beo  Taxfin  y  sus  soberbios  pensamientos^  cómo  habia  ganado  los  ánimoe 
y  Toluntad  de  las  gentes,  y  habia  fortificado  la  tierra ,  de  manera  que 
claramente  se  echaba  de  yer  que  no  quería  tener  compañero  en  el  im- 
perio. Asimismo  acaecía  que  los  caballeros  que  salían  dd  canipo  de 
Aba  Bekir  algunas  veces  para  ver  los  edificios  de  Marruecos  y  el  orden 
j  concierto  que  en  todo  había  puesto  Juzef ,  volvían  muy  maravillados 
de  sa  prudencia  y  de  su  poder,  y  como  sabian  de  la  manera  que  se  habia 
con  sus  gentes  de  guerra ,  usando  con  ellos  de  mucha  liberalidad ,  dán- 
doles muchas  dádivas  y  preseas  de  caballos ,  armas  y  ricas  vestiduras , 
7  esclavos ,  y  las  promesas  que  hacia  á  los  que  seguían  su  servicio,  to- 
dos volvían  al  campo  alabándole  y  encumbrando  sus  prendas  basla  el 
cielo.  Por  todas  estas  cosas  conoció  Abu  Bekir  que  era  irremediable  la 
determinación  ambiciosa  de  su  primo  de  alzarse  con  el  imperio ,  y  reco* 
ciendo  su  indignación  y  enojo  en  su  pecho ,  perdida  la  esperanza  do 
reinar  como  antes  en  aquellos  estados ,  disimuló  su  sentimiento  y  envió 
sus  cartas  á  Jusef  para  concertar  unas  vistas.  Señalado  y  venido  el  día, 
salió  Juzef  con  numeroso  ejército  con  muchos  esclavos  y  familia,  y  en- 
contró á  su  primo  en  mitad  del  camino ,  entre  Agmát  y  Marruecos,  que 
es  distancia  de  cuatro  millas  y  media ,  pues  hay  nueve  de  una  á  otra 
parte.  Saludó  Abu  Bekir  á  su  primo  Juzef  que  estaba  á  caballo,  corte- 
sía qae  no  solía  hacer  á  nadie :  luego  se  apearon  ambos  y  se  sentaron 
juntos  sobre  un  albornoz ,  lo  que  dio  motivo  á  que  en  adelante  se  llamase 
aquel  sitio  el  bosque  del  Albornoz.  Maravillóse  mucho  Abu  Bekir  de  la 
magestady  grancteza  real  que  manifestaba  su  primo  Juzef,  asi  en  su 
persona  como  en  la  muchedumbre  de  sus  caballeros ,  orden  de  sus  es- 
cuadrones y  repartimiento  de  sus  tiendas.  Después  de  su  conversación 
le  dijo  por  ultimo  Abu  Bekir,  pero  con  disimulado  ánimo :  O  mi  her- 
nuno  Juzef,  que  por  tal  te  tengo ,  pues  eres  hijo  de  mi  propio  tío,  y  es 
tan  cercano  nuestro  parentesco ,  yo  no  hallo  quien  pueda  mantener  el 
imperio  de  Almagréb  como  tú  :  no  digo  bien ,  quien  merezca  como  tú 
ser  señor  de  todo ;  pues  á  nadie  con  mas  derecho  le  pertenece.  Yo  en 
verdad  no  puedo  detenerme  aquí,  y  debo  volverme  al  desierto  y  morar 
^ncl;  mí  venida  no  ha  tenido  otro  fin  que  declararte  mi  voluntad ,  y 
decirte  que  eres  el  dueño  y  señor  de  estos  estados ,  y  con  esto  volverme 
al  desierto ,  propia  morada  de  nuestros  hermanos  y  antepasados.  A  estas 
razones  le  respondió  Juzef  con  humildad  y  dándole  gracias.  Llamaron 
á  su  presencia  á  los  nobles  de  Lamtuna  y  grandes  del  reino ,  á  los  walíes 
1  jeques  de  los  Musamadas ,  y  con  ellos  alcatibes  y  xuhudes ,  y  parte  de 
los  del  pueblo  y  gente  menuda ,  y  se  otorgaron  escrituras  de  esta  cesión 
que  juró  el  rey  Abu  Bekir,  en  si  y  en  su  f^  la  renuncia  do  las  tierras  do 


asa  HISTORIA  DE  LA  DOMIIIACIOK 

Marruecos  y  demás  de  Almagréb  en  sn  primo  Juzef  bcn  Taxfin.  Luego 
se  leyantaron  j  despidieron  con  secreto  dolor  y  sentimiento  fingido  de 
Abu  fiekir  ben  Ornar,  y  con  su  compañía  se  tornó  á  su  real ,  que  estaba 
en  A^mát.  Juzef  tornó  con  los  suyos  á  Marruecos ,  y  en  llegando  dis- 
puso un  notable  y  rico  presente  para  su  primo ,  que  contenia  las  pre- 
cíosidadcs  siguientes :  lo  primero  Teinte  y  cinco  mil  escudos  de  oro 
finísimo,  setenta  caballos  generosos ,  de  los  cuales  los  veinte  y  dnco  iim 
esietsbertados  con  caparazones  y  jaeces  guarnecidos  de  oro  de  martillo; 
asiitaismo  setenta  espadas ,  las  veinte  con  guarniciones  de  oro ,  y  las  de- 
mas  de  plata :  ciento  cincuenta  acémilas  escogidas .-  cien  turbantes  pre- 
ciosos ,  y  cuatrocientos  de  los  de  Suz ,  cien  vestidos  con  cabríUllas finas, 
doscientos  albornoces  blancos ,  y  listados  y  de  varios  colores :  mil  pieías 
de  lienzo  para  tocas ,  y  doscientas  piezas  de  telas  finas :  setecientas  man- 
tas de  vestir  coloradas  y  blancas ,  y  de  otros  colores ,  al  uso  de  los  Lam- 
tunies :  doscientas  cincuenta  aljubas  de  escarlata ,  y  setenta  ropas  de 
paño  fino  para  defenderse  del  agua :  veinte  esclavas  doncellas ,  blancas 
y  hermosas ,  y  ciento  cincuenta  esclavas  negras :  diez  libras  de  palo  de 
Indias  aromático ,  del  mas  suave  y  fragante  olor :  cinco  saquillos  de 
almizcle  de  lo  mas  fino :  dos  libras  de  ámbar :  quince  de  cánfora  y  alga- 
lia;  y  un  rebaño  de  vacas  y  carneros ,  con  muchas  cargas  de  trigo  ; 
cebada.  Con  este  rico  presente  escribió  Juzef  á  su  primo  Abu  Bekir,  qne 
le  perdonase  de  aquella  cortedad ,  que  le  rogaba  se  dignase  recibir 
aunque  tan  poco  digna  de  la  grandeza  á  quien  se  enviaba.  Dicen  qoe 
se  alegró  mucho  de  esta  dádiva  el  rey  Abu  Bekir,  y  que  la  repartió 
luego  entre  sus  caballeros ,  y  se  retiró  á  su  desierto ,  donde  haciendo 
guerra  á  los  negros  murió  á  los  tres  años ;  pero  mientras  vivió  turo  sa 

Íirimo  el  rey  Juzef  la  atención  de  enviarle  cada  año  un  ricopresentc.  Ko 
alta  quien  dice  que  no  se  sosegó  su  enojo ,  y  que  se  rebeló  después,  y 
que  Juzef  le  venció,  y  le  entró  en  triunfo  en  la  ciudad ,  y  le  mandó 
matar.  Que  su  hueste  se  retiró  á  Medina  Sofar,  que  se  resistió ,  y  la 
entró  por  fuerza  espada  en  mano ,  y  mató  á  los  jeques  de  su  consejo, 
hijos  de  Mesaud  el  Magaravi ,  que  estaban  apoderados  del  gobierno  de 
la  ciudad  y  de  la  tierra.  De  alli  revolvió  sobre  Fez  que  se  resistió ,  y  h 
tuvo  cercada  como  un  año,  y  la  entró  en  el  año  455  (1063) ,  y  puso  alli 
un  wali  de  Lamtuua ,  y  partió  allanadas  las  cosas  para  Velad  Gomara, 
contra  su  wali  que  se  babia  rebelado :  era  este  Mansur  ben  Hemad , ; 
la  entró  por  fuerza ,  y  mandó  matar  á  Mansur  y  á  sus  parciales.  En  este 
año  455  (t063)  fué  proclamado  el  amir  Almahcdi  ben  Juzef  el  Cainaü, 
señor  de  Velad  Mekineza ,  y  se  vino  á  la  obediencia  de  Juzef  ben  Tax- 
fin ,  y  fué  con  él  tan  generoso  que  le  confirmó  en  el  señorío  de  sa  tierra, 
con  la  obligación  de  servirle  con  cierto  número  de  tropas  en  la  guerra 
de  Velad  Almagréb  y  tribus  comarcanas.  Dispuso  su  gente  Almahedi, 
y  salió  de  Medina  Auxa  á  voluntad  de  Juzef  ben  Taxfin ,  y  como  en- 
tendiese esto  Tcmim ,  hijo  de  Manscir  el  Magaravi,  el  rebelado  en  la 
ciudad  de  Fez ,  temió  por  su  vida  al  ver  cuánto  se  acrecentaba  el  poder 
y  la  potencia  de  los  Almorávides ,  y  se  adelantó  con  las  tropas  de  Maga- 
rava  y  de  las  cahitas  zenetas ,  y  se  encontraron ,  y  se  tral)ó  entre  ellos 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  339 

may  reñida  y  sangrienta  l)a talla ,  en  quo  peleando  como  un  fiero  leotí 
murió  Almahedi  ben  Juzef,  y  sus  gentes  fueron  vencidas  y  deshechas,  y 
eoTió  Aben  Manser  Tcmim  su  cabeza  al  señor  de  Cebta  el  BarqueU , 
que  era  su  suegro.  Los  de  Mckineza  después  de  este  destnan  tomaron 
gran  pesadumbre,  y  avisaron  su  desgracia  y  la  muerte  de  su  amir  á 
Jazef  ben  TaxGn ,  ofreciéndole  la  tierra ,  y  rogándole  que  fuese  su  rey, 
y  Jnzef  aceptó  su  obediencia  y  ofiredmiento,  y  dispuso  luego  sus  gentes 
contra  Temim  ben  Manser  Ahnagaravi ,  señor  de  Fez ,  y  entr<^  eA  sus 
tierras  y  las  corrió ,  y  taló  sus  campos ,  incomodándole  con  algaras  con- 
tinuas. Viendo  Manser  que  las  gantes  estaban  ya  cansadas  de  tantas  re- 
jacicmes  y  continua  desolación ,  y  que  el  descontento  de  los  pueblos 
crecía ,  porque  les  tcnian  corta¿ki  el  agua  ^  y  en  las  batallas  se  perdía 
mucha  gente ,  congregó  cuanta  fué  posible  de  Magarava  y  Beni  Yafarin  i 
j  salió  con  buena  hueste  á  probar  fortuna  contra  los  Almorávides  t  Ira-* 
büse  batalla  que  fué  una  horrible  matanza ,  y  murió  peleando  Temim 
.^lanscr  y  mucha  gente  principal  de  los  suyos.  Luego  que  él  murió  toma 
el  mando  y  gobierno  de  Fez,en  su  lugar  Alcascm  bcnMubamadben  Ab^ 
dcrahman  ben  Ibrahim  ben  Muza  ben  Abi  Alaflael  zenete  ^  y  el  Meki« 
nczi  congregó  sus  tropas  zenetas ,  y  salió  al  encuentro  de  los  Almoni* 
Tidcs,  y  fué  la  batalla  á  las  riberas  de  Wadisiflr,  quo  fué  terrible  y  j 
fueron  derrotados  con  gran  matanza  los  Almorávides ,  y  aunque  Á 
ambas  partes  murió  mucha  gente ,  la  mayor  carnicería  fué  entre  los 
caballeros.  liego  la  nueva  de  esta  derrota  á  Juzef  ben  Taxfin ,  que  es^ 
taba  CD  el  cerco  de  Hisn  Mahedi ,  y  se  partió  luego  de  alli  dejanck)  en  d 
sitio  algunas  tropas  de  sus  Almorávides ,  cerco  que  fué  extrañamente 
largo,  pues  duró  nueve  años  hasta  que  se  entró  por  avenenóle 
añu465  (1073).  Partió  de  alli  Juzef  el  año  456  (1064),  y  fué  ¿  Beni  Mo^ 
rasan,  que  su  wali  se  habia  rebelado  entonces  y  se  resistió  i  pero  Juief 
le  Tcndó  y  mató  muchos  de  ellos ,  y  allanó  la  tierra :  de  aÜi  partió  A 
Fendelewa  y  conquistó  todo  el  pais :  luego  pasó  á  Velad  Barga ,  y  eDtr¿ 
la  dudad  el  año  458  (1066).  £1  año  460  (1068)  conquistó  Yelad  Gomara 
desde  Araif  ¿  Tanja ,  y  el  año  462  (1070)  pasó  á  Medina  Fez ,  y  se  puso 
delante  de  ella  con  todo  su  ejército,  y  la  cercó  y  apretó  tanto  que  la 
ealró  por  fuerza  espada  en  mano ,  y  mató  á  los  de  Magarava  quo  en  eUa 
encontró,  y  á  los  de  Beni  Yafaran ,  Mekineza,  y  de  las  tribus  zenetas 
que  no  perdonó  vida ;  pereció  alli  gente  infinita ,  hasta  llenarse  las  calles 
j  plazas  de  mortandad :  y  de  los  vecinos  de  la  ciudad  y  del  Cairvan  mató 
aias  de  tres  mil  hombres,  y  no  pocos  andaluces,  que  los  demás  huyeron 
alus  confines  deTeliman.  Esta  fué  su  segunda  conquista:  fué  su  en- 
Irada  en  Fez  dia  jueves  2  de  Giumada  segunda  del  año  462  (1070). 
Lu(f  o  que  Juzef  ben  Taxfin  entró  en  Fez  la  mandó  fortificar,  y  derribó 
<'lmuro  que  atravesaba  y  dividia  los  barrios  do  los  Andaluces  y  de  los 
de  Cairvan ,  y  redujo  estos  dos  barrios  á  uno ,  y  mandó  edificar  mez- 
quitas en  sus  contornos ,  plazas  y  calles ,  y  si  cu  alguna  calle  grande  ó 
plaza  no  habia  mezquita ,  obligaba  ¿  los  vecinos  á  que  la  labrasen ,  y 
<*dificó  aljamas  y  fondacas  y  alharas ,  v  mejoró  estas  y  los  zocos,  y  se 
entretuvo on  esto,  y  estuvo  alli  hasta  la  luna  de  Safer  del  año  463  (1071) 


3G0  HISTORIA  DE  lA  DOMINACIÓN 

qae  salió  de  ella ,  y  partió  para  Velad  Muluya  á  oonqaistar  la  fortaleza 
de  Felát  j  y  en  el  año  464  (1072)  se  disponia  Juzef  para  sojuzgarlas 
demás  tierras  de  Almagréb ,  y  los  jeques  de  las  tribus  Zeneta,  Masama- 
da ,  Gomara ,  y  otras  de  los  berberíes  se  adelautaron  ¿  proclamarle. 


« 


GAPITUIX)XI. 

ContiDoan  las  conqoisiai  del  AlmoraTíde  Jmer. 


Por  esta  sumisión  de  las  tribus  Juzef  las  perdonó,  y  á  todoslos  dejóen 
posesión  de  sus  bienes.  Entonces  recorrió  con  tropas  dd  país  Mossus 
estados  de  Almagréb  ,  y  vio  el  estado  de  sus  pueblos ,  y  entendió  cuanto 
convenia  para  el  buen  gobierno  de  aquellas  Uerras ,  y  le  pareció  csla 
la  mas  importante  de  todas  sus  empresas ,  y  la  primera  obligación  del 
principe.  En  el  aílo465  (1073)  ganó  Juzef  la  ciudad  de  Aldahna  de  Telad 
Tanja ,  y  la  entró  por  fuerza ,  y  asimismo  ocupó  el  monte  Aludan. 
En  el  año  467  (1075)  tomó  á  Gebal,  Gieza  y  Beni  Macúd  y  Beni  Ra- 
bina ,  y  mató  mucba  gente  de  allí ,  y  dividió  los  estados  en  tierra  de  Al- 
magréb :  este  año  de  467  en  luna  Dylbagia  apareció  en  Almagréb,  jsc 
vio  en  las  tierras  de  España  la  estrella  Almekác,  y  dio  el  gobierno  de 
Velad  Almagréb  á  Yezid  ben  Abi  Bekir  .-  y  el  de  Mudain  Mekioeza, 
Velad  Meklala  y  Velad  Fezán,  á  Ornar  ben  Zuleyman  :  Medina  Fezj 
sus  comarcas  á  Daud  ben  Aixa  :  Sigilmesa  y  Daraa  dio  su  gobierno  á 
su  hijo  Temim  con  Medina  Agmftt  y  Marruecos  y  Velad  Asús,  y  lo  d^ 
mas  de  Velad  Masamuda  y  Velad  Temizana.  En  este  tiempo  Mahamad 
Aben  Abed  Almutamcd,  rey  de  Sevilla,  entendiendo  el  gran  poderío  de 
Juzef  en  África  y  sus  grandes  victorias,  quiso  ganar  su  amistad ,  y  en 
especial  porque  le  convenia  para  acabar  sus  conquistas  en  Andalucía, 
que  este  príncipe  ocupase  las  armas  de  Muhamad  Barqueti  de  Ccbtay 
de  los  señores  de  tierra  de  Tanja ,  para  lo  cual  escribió  sus  cartas  ro- 
gándole que  admitiese  su  amistad,  y  le  ayudase  con  su  poder  ala  de- 
fensa del  Islam ;  que  quisiese  pasar  á  la  santa  guerra  que  hacia  en  Es- 
paña :  y  el  rey  Juzef  le  respondió  que  no  podía  pasar  á  España  en  tanto 
que  no  fuese  señor  de  Gebta  y  Tanja ,  y  como  el  intento  de  Aben  Abed 
era  el  que  hiciese  guerra  á  los  dueños  de  estas  ciudades,  le  volvió á 
<^cr¡blr  ofreciéndole  de  ayudarle ,  si  el  mismo  Juzef  acometía  por  los 
desiertos  y  rodeaba  aquellas  ciudades ;  y  asi  lo  cumplió ,  y  envió  Aben 
Abed  sus  gentes  que  pasaron  el  mar ,  y  ayudaron  á  Juzef  á  ocuparlas 
como  lo  hizo  el  año  470  (1078).  Con  esta  ocasión  se  vio  Juzef  empeñado 
en  la  guerra  de  Tanja  y  Cebta ,  y  llamó  en  su  ayuda  á  Saleh  ben  Amran, 
que  le  acudió  con  doce  mil  caballos  escogidos  de  los  Almorávides ,  y 
veinte  mil  de  las  tribus  de  Almagréb  y  zene tes ,  y  al  acercarse  á  conGnes 
de  Tanja  les  salió  al  encuentro  el  hagib  Socra  el  Barqueti  con  sus  tro- 
pas. Era  ya  este  caudillo  muy  viejo  de  mas  de  den  años ,  y  dijo :  Guala, 
que  viviendo  yo  no  se  han  de  oír  en  Cebta  los  atabales  almorávides;  y 
se  encontraron  los  dos  ejércitos  en  las  orillas  de  Guadtmena ,  en  coa- 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAAa.  361 

fines  de  Tanja :  trabóse  la  batalla  con  bárbaro  valor  de  los  dos  partidos 
yfaé  muy  sangrienta ;  el  esforzado  viejo  Socra  murió  peleando;  y  luego 
sus  tropas  se  desordenaron  y  huyeron  derrotadas.  Los  Almorávides  con- 
tinuaron su  marcha  hada  Tanja  y  la  entraron ,  y  el  hijo  de  Socra  el 
iiagib  Dhialdola  Taheye  permanecía  enCebta :  escribió  Saleh  ben  Amran 
esta  victoria  á  Jnzef  ben  TaxBn.  En  el  año  472  (1079)  envió  Juzef  á  la 
conquista  de  Medina  Telinzan  á  su  caudillo  Mezdeli ,  y  fué  á  ella  con 
Tciote  mil  Almorávides  y  la  rindió,  y  entró  en  ella  y  triunfó  de  Yala 
ben  Yala ,  amir  de  ella ;  y  le  mató  y  se  volvió  á  Medina  Marruecos  donde 
estaba  Juzef,  y  entró  el  año  473  (1080) ,  y  en  este  año  mudó  la  zeca  de 
h  moneda ,  y  escribió  en  ella  su  nombre.  En  el  mismo  conquistó  las 
ciudades  de  Agersif ,  Melila ,  y  toda  la  tierra  de  Araíf ,  y  conquistó  tam- 
bién Medina  Tekrur ,  y  la  destruyó  y  arrasó  sus  muros ,  que  nunca  se 
volvió  á  Reedificar.  Entrado  el  año  474  (1081)  se  le  rebeló  Medina  Wa- 
bida,  y  la  entró  por  fuerza ,  y  sojuzgó  las  tierras  y  tribus  de  Beni  Bar- 
netin ,  y  descabezó  á  los  jeques  que  las  acaudillaban.  Partió  después  á 
Teiidzan  y  la  tomó  segunda  vez ,  y  entró  Medina  Túnez ,  y  Medina 
Wahran,  y  C^bal  Wcasris,  y  toda  la  tierra  oriental  hasta  Gezair,  y 
TOlvió  á  Marruecos ,  y  entró  en  ella  en  la  luna  de  Rabii  segunda  del 
ano  475  (1082).  En  este  mismo  año  recibió  otra  vez  cartas  de  Almnta- 
med ,  rey  de  Sevilla ,  implorando  su  auxilio  y  procurando  su  amistad  :  y 
Juzef  le  ofreció  que  pasaria  á  España  luego  que  acabase  la  guerra  que 
traía  entre  manos  en  lo  de  Gebta. 

En  este  tiempo  fué  la  expedición  y  entrada  de  Alfonso  en  las  tierras 
de  Andalucía ,  y  con  gran  hueste  de  cristianos  de  Afranc  y  Albaskenes  y 
de  Galelikia  y  Castilla  caminó  hacia  Zaragoza,  talando  los  campos,  que- 
mando los  pueblos  y  cautivando  y  matando  la  gente  :  huian  delante  de 
<^I  despavoridos  todos  lq|  pueblos,  y  por  todas  partes  llevaba  la  muerte 
T  la  desolación ;  no  perdonaba  la  vida  sino  á  los  que  no  podían  ofenderle. 
D  esforzado  rey  de  Zaragoza  Almustain  no  podía  resistirle,  y  toda  Es- 
paña se  veia  inundada  de  sus  tropas  feroces,  mandadas  por  caudillos 
crueles,  que  oprimían  á  los  infelices  muslimes  de  todas  las  provincias. 
Coando  esto  vieron  los  amiresde  España  abrieron  los  ojos ,  y  conocieron 
que  Alfonso  podía  ver  cumplidos  sus  deseos  muy  presto,  si  no  procura- 
ban poner  remedio  al  mal  que  les  amenazaba.  Como  ya  dijimos ,  á  per- 
suasión de  Abul  Walid  Albagi,  cadide  Córdoba,  y  gobernador  deella  por 
Aben  Abed  rey  de  Sevilla,  temiendo  la  ruina  del  Islam ,  de  acuerdo  de 
su  señor  Aben  Abed  congregó  los  alimes  y  alfaquies  y  cadies  de  las  alja- 
mas de  España ,  y  trataron  del  riesgo  y  general  ruina  que  les  amenazaba , 
y  todos  fueron  de  parecer  queso  escribiese  á  to(k)s  los  amires  de  los  rei- 
nos de  España,  y  á  sus  walies  y  alcaides  de  sus  ciudades  y  fortalezas , 
exhortándolos á la  común  defensa  del  estado  contra  los  cristianos,  y 
todos  respondieron  luego  que  convenía  que  se  publícase  guerra  santa 
contra  Alfonso,  y  asimismo  concertaron  todos  los  amires,  desconfiando 
de  sus  propias  fuerzas ,  que  se  escribiese  al  príncipe  délos  Almorávides 
Jozef  ben  Taxfin ,  para  que  con  gran  poder  viniese  á  favorecerles  en 
csla  santa  guerra.  Todos  fueron  de  este  parecer ,  menos  Abdala  ben 


362  HISTORIA  DE  hk  DOmNAClON 

Zagut )  gobernador  de  Málaga  por  Aben  Abed^  quo  les  dijo  t  qae  no 
oonyeDia  traer  á  España  á  los  muslimes  almorávides ,  gente  feroz  acos- 
tumbrada á  los  desiertos  arenosos  do  África,  que  sería  como  si  trajesen 
los  mas  Ceros  leones  7  tigres  que  producen  aquellas  arenas ;  que  él  dcs- 
conflaba  do  los  muslimes,  y  sospechaba  que  si  Juzef  ben  Taxfin  ycaia, 
aunque  por  ventura  quebrantase  las  cadenas  que  Alfonso  les  ponía,  era 
muy  de  temer  que  aquel  poderoso  conquistador  les  pusiese  otras  mas 
graves  y  difíciles  de  romper ;  que  viesen  en  cuan  poco  tiempo  había 
sojuzgado  las  ciudades  de  Almagréb ,  y  había  quitado  su  libertad  é  inde- 
pendencia á  tantas  y  tan  poderosas  tribus  de  Alkibla  y  de  Sus  Alaksá; 
que  loque  masles  convenia  era  unirsey  hacer  causa  común  comobuenus 
muslimes,  y  pelear  juntos  contra  Alfonso,  que  cierto  era  que  estando 
ellos  unidos,  olvidadas  sus  discordias,  desavenencias  y  particulares in- 
t<;reses ,  serian  superiores  á  los  cristianos,  y  favoreciéndose  y  ayudán- 
dose reciprocamente  serian  invencibles  :  que  bien  sabían  todos  ellos 
cuál  había  sido  la  causa  de  la  decadencia  del  poder  de  los  muslimes. 
Estas  prudentes  razones  fueron  mal  oídas  y  desaprobadas ,  y  le  trataron 
de  mal  muslim ,  y  de  confederado  con  Alfonso,  y  como  á  enemigo  de  la 
ley  le  descomulgaron  y  maldijerony  le  declararon  reo  de  muerte. 

Enviaron  su  carta  los  amíres ,  de  Sevilla  Aben  Abcd ,  de  Granada 
Balkin,  Ornar  ben  Alafias  de  Badalyoz ,  de  Valencia  Dyinún ,  de  Almena 
Moez-Daula ,  el  wali  de  Tadmír  Aben  Zeídun ,  y  Aben  Tahir,  y  otros: 
hasta  trece  amíres  Armaron  la  carta  en  que  le  rogaban  encarecidamenle 
que  se  dignase  pasará  España,  y  con  su  poder  librarlos  del  soberbio 
enemigo  que  los  angustiaba,  qué  esta  súplica  era  de  todos  los  seguidores 
del  iVlcoran ;  porque  las  tierras  estaban  taladas ,  destruidas  las  ciuda- 
des, ocupadas  las  fortalezas ,  y  la  flor  de  la  juventud  muslímica  escla- 
vizada en  duro  cautiverio  :  que  oyese  los  lamAitos  de  tantos  infelices, 
y  viniese  con  vencedoras  huestes ,  á  quienes  Dios  favorece ,  a  redimir- 
los, que  de  su  generosidad  esperaban  su  cierto  remedio. 

Estaba  Juzef  en  Medina  Fez ,  y  poco  antes  recibiera  carta  de  su  hijo 
Gilman  de  la  toma  deCebta ,  y  de  como  había  entrado  vencedor  en  eUa 
en  la  luna  de  Rabií  primera  del  año  477  (1084].  Teníale  ^muy  contento 
esta  nueva,  y  por  esta  razón  recibió  con  mas  gustóla  súplica  de  los 
amires  de  España ,  y  resolvió  en  su  ánimo  de  pasar  á  ella  desde  Cebta  { 
pero  antes  estando  quieto  y  pacíGco  en  su  reino,  trató  de  renovar  sos 
ejércitos  y  acrecentarlos ,  y  poner  en  su  palacio  muchos  criados ,  y  mu* 
chos  oficiales  en  su  corte.  Para  este  fin  escribió  sus  cartas,  y  envió  sus 
embajadores  al  desierto  alas  cahitas  de  Lamtuna,  Musafa,Gudaiay 
otras ,  en  las  que  decía  como  Dios  le  había  enriquecido  con  nuevos  rei- 
nos en  las  partes  de  Almagréb ,  y  como  le  obedecían  y  servían  con  macho 
gusto  los  naturales  de  estas  tierras ;  les  avisaba  la  bondad  y  abundan- 
cía  de  estas  regiones,  y  les  rogaba  muy  encarecidamente  que  viniesen 
á  su  casa  y  reino,  porque  deseaba  hacerles  mercedes  como  á  sus  propios 
parientes ,  y  que  fuesen  ricos  y  poderosos ,  y  que  tuviesen  los  mas  lloa- 
rados cargos  en  su  corte  y  en  sus  provincias  y  ciudades ,  y  que  tuviesen 
el  mando  de  sus  gentes  de  guerra ,  y  le  ayudasen  en  el  gobierno  de  los 


DE  LOS  ARJIBES  EFI  ESPAÑA.  363 

estados  que  Dios  había  pnesto  bajofin  poder.  Foresta  generosa  demanda 
á  muchos  les  vino  en  voluntad  el  acudir  á  la  fortuna  y  comodidades  que 
se  les  ofrecían,  y  en  pocos  días  vinieron  al  rey  Júzef  bcn  Taxfin  mu- 
chas taifas  de  aquellas  tribus  del  desierto,  y  les  dio  á  los  mas  princi- 
pales muy  honrosos  cargos ,  y  á  los  demás  los  contentó  conforme  á  la 
nobleza  y  ralat  de  cada  uno ,  repartiéndolos  por  las  provincias  y  ciu- 
dades ,  de  manera  que  se  llenaron  las  tierras  de  Almagréb  de  moradores 
Tenidos  de  Lamtuna  y  de  las  otras  tribus  del  desierto ,  y  esta  fué  la  edad 
masprósperay  felizde  los  Almorávides,  y  se  acrecentaron  extrañamente 
los  ejércitos  del  rey  Juzef  Aben  Taxhn ,  y  se  divulgó  y  extendió  su 
grandeza  y  poderío  y  la  fama  de  su  soberanía  no  solo  en  África ,  sino 
en  Estaña  y  fuera  de  ella.  Asi  que  en  esta  ocasión ,  acabada  la  conquista 
del  reino  de  Fez  y  de  Telinzan  y  de  Mekinczay  otros  estados  de  amires 
zenetes ,  los  jeques  walies  ó  gobernadores  de  sus  provincias  y  nobles  de 
SQ  cotle  se  congregaron  y  le  persuadieron  que  puesto  que  hasta  en- 
tonces se  habia  contentado  su  moderación  con  intitularse  con  el  solo 
titulo  de  amir,  que  le  rogaban  quisiese  en  adelante  intitularse  como 
califa  en  las  tierras  de  occidente,  con  los  augustos  y  honrosos  títulos  que 
SQ  grandeza  requería  :  que  el  solo  nombre  de  amir  era  común  á  mu- 
cbos  principes  y  señores  de  poco  poder  en  África  y  en  España,  que  por 
tanto  le  suplicaban  muy  humildemente  permitiese  que  le  nombrasen 
amir  amuminin  ó  rey  de  los  fieles.  Entonces  Juzef  les  respondió,  que 
no  quisiese  Dios  que  él  tomase  aquel  titulo ,  ni  consintiese  que  sus  ser- 
vidores se  le  aplicasen ;  que  aquel  titulo  augusto  les  pertcnecia  á  los 
caliras  de  Oriente,  descendencia  ilustre  del  profeta  y  señores  de  ambas 
casas  santas ;  que  él  no  era  mas  que  un  hombre  que  seguia  y  se  preciaba 
déla  religión  de  los  principes  y  grandes  califas  de  Oriente.  Rogáronle 
que  á  lo  menos  se  honrase  con  algún  titulo  y  tratamiento  que  le  distin- 
guiese de  los  demás  amires,  puesto  que  sus  gloriosos  hechos  tanto  lo 
distinguían :  y  convinieron  todos  en  llamarle  amir  almuslimin ,  señor  de 
ios  muslimes,  y  le  apellidaron  ademas  nasaradin,  y  para  que  fuesen 
estos  títulos  conocidos  de  todos  se  publicaron  en  los  almimbares  y  en 
la  azala  de  cada  Giuma ,  y  se  acordaron  los  tratamientos  que  se  le  debian 
dar  en  las  peticiones  y  cartas,  y  el  decreto  de  este  mandamiento  decia  así  t 
<  En  el  nombre  de  Dios  misericordioso  y  piadoso.  Del  amir  almus- 
limin nasaradin  Juzef  ben  Taxfin  á  los  grandes  y  nobles  de  nuestros 
reinos  y  estados ,  y  á  todas  las  familias  que  Dios  con  su  liberalidad 
perpetua  en  su  santo  temor,  y  ajuste  á  su  beneplácito,  salud  cum- 
plida, prosperidad  con  su  misericordia  y  bendición.  Después  de  dadaá 
gracias  á  Dios  á  quien  las  alabanzas  son  debidas,  al  dador  de  los 
Licaes  y  de  las  victorias,  os  hemos  escrito  esta  carta  nuestra^  pro- 
visión en  esta  nuestra  corte  de  Medina  Marruecos,  guárdela  Dios ,  á 
mediados  de  la  luna  de  Muharram  del  año  478  (1085),  y  lo  que  contiene 
es,  que  habiéndonos  Dios  hecho  merced  de  muchas  victorias  célebres 

{'  gloriosas,  y  como  nos  haya  enriquecido  con  abundantes  y  manifiestas 
iberalidades,  como  rocío  de  bienes ,  habiéndonos  asimismo  enderezado 
en  el  verdadero  camino  de  la  ley  de  nuestro  profeta  el  liberal  y  escogí- 


364  HISTORIA  DB  Lk  DOMTNACTW 

do ,  hemos  acordado  que  cuando  nos  habléis  ó  escribáis  en  Tuestras 
cartas  y  peticiones ,  nos  habléis  con  este  titulo  de  rey  de  ios  fíeles  mus- 
limes ,  y  ayudador  ó  defensor  de  la  fe ,  para  distinguirnos  con  estos  tí- 
tulos de  los  demás  reyes  que  gobiernan  las  cabilas  ó  tribus  de  África  y 
de  otras  regiones ;  asi  que  cualquiera  que  nos  hablare  ó  demandare  algo 
por  escrito  lo  pida  á  nuestra  real  y  alta  persona  con  el  referido  titulo  y 
nombre ,  si  Dios  querrá ,  que  él  es  en  verdad  el  señor  del  amparo  por 
su  liberalidad  :  salud,  m 


CAPITULO  XII. 

Concierto  de  los  musUnes  de  Espafia  y  Juzer  contra  el  rey  Alfonso.  Este,  tomada  Toledo, 

escribe  al  rey  de  Sevilla. 

Despidió  el  rey  Juzef  muy  contentos  á  los  embajadores  de  Andalucía, 
prometiéndoles  que  les  enviaría  socorro  para  librarlos  de  los  daiios  j 
egresión  que  padecían ,  y  de  los  riesgos  que  les  amenazaban ,  y  de  h 
estrechura  de  que  se  quejaban.  Estos  males  cada  dia  eran  mayores  ea 
España ;  pues  el  rey  Alfonso  tronaba  y  relampagueaba  sobre  las  tierras 
de  los  muslimes ,  y  parece  que  los  quería  hacer  sus  tributarios  y  qui- 
tarles su  imperio  á  los  amires ,  tratándolos  con  mucha  arrogancia  y  so- 
berbia ,  como  se  yíó  por  las  cartas  que  el  rey  Omar  ben  Alaf  tas,  rey  de 
Algarbe,  le  escribió,  que  este  era  su  comarcano  y  fronterizo ,  y  le  aiw- 
nazaba  mas  de  cerca  el  enemigo  de  Alá  :  pues  en  ellas  se  queja  de  su  so* 
berbia  y  ambición ,  y  de  como  intentaba  avasallarle,  y  presumía  cosa 
fácil  el  conquistarle  el  reino  que  estaba  en  sus  confines.  Respondía  pues 
Omar  á  las  arrogantes  propuestas  y  amenazas  de  Alfonso  en  esta  ma- 
nera : « De  Omar  ben  Alafias  Almudafar ,  rey  de  Algarbe,  al  rey  de  Galicia 
Alfonso.  Nos  ha  llegado  una  carta  del  poderoso  rey  de  los  cristianos,  en 
la  cual  lleno  de  presunción  y  confianza  en  su  poder  y  en  la  grandeza 
que  Dios  incomprensible  le  ha  dado,  truena  y  relampaguea ,  y  sin  nuoo 
concertada  nos  amenaza  con  sus  grandes  huestes,  y  con  su  poderlo  j 
victorias ,  y  no  sabe  ni  entiende  que  también  tiene  Dios  ejércitos  coo 
que  honra  y  hace  triunfante  la  verdad  de  su  ley  y  la  doctrina  de  nues- 
tro profeta  Muhamad,  y  favorece  y  ayuda  álos  muslimes  que  hacen  josU 
guerra  á  los  cristianos,  siguiendo  el  camino  de  Dios  sin  dar  muestras  de 
temor ,  que  se  conocen  y  temen  á  Dios ,  y  se  ejercitan  en  la  contricioo, 
pues  si  esto  entendiera  no  escribiría  como  escribe .-  que  si  ahora  res- 
plandece y  luce  la  faz  de  los  cristianos,  esto  es  por  permisión  de  Dios, 
para  que  los  fieles  abran  los  ojos  y  vean  su  ceguedad ,  y  puedan  distio- 
guir  las  cosas  malas  de  las  buenas ,  y  también  para  enseñanza  y  guia 
de  los  descreyentes.  En  cuanto  al  desprecio  y  burla  que  hace  de  los 
muslimes  por  causa  de  nuestros  desmanes  y  malos  sucesos ,  sepa  que 
entendemos  que  de  esto  han  sido  causa  nuestros  pecados  y  nuestras  des- 
avenencias y  discordias ,  y  la  poca  conformidad  de  los  de  nuestra  Da- 
ción ,  que  en  verdad  si  ellos  se  aviniesen  y  confederasen ,  entonces  os 
haríamos  ver  á  vos ,  rey  Alfonso ,  y  á  vuestros  cristianos ,  que  todavía 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAAA.  565 

w  sabremos  confecioúar  los  sabores  que  otras  veces  nuestros  antepa- 
sados hicieron  g:ustar  á  vuestros  mayores,  y  sabe  que  no  perdemos  la 
esperanza  en  Dios,  y  con  su  ayuda  no  desistimos  de  pensar  que  te  hare- 
mos gustar  y  aun  beber  hasta  las  heces  de  ios  mas  amargos  tragos  que 
jamas  probaste  ni  oistc.  Entre  tanto  acuérdate  de  Almanzor  y  de  aque- 
llos conciertos  en  que  tus  antepasados  le  ofrecían  sus  propias  hijas,  y 
las  enviaban  en  tributo  hasta  su  propia  tierra.  En  cuanto  á  nosotros ,  si 
bien  es  verdad  que  ha  menguado  el  número  de  nuestra  gente,  y  falta 
quien  nos  ayude ,  con  todo  eso  no  hay  entre  ti  y  nos  mar  que  nos  separe, 
ni  otra  cosa  que  impida  el  vernos  sino  espadas,  en  cuyos  filos  verás  los 
caellos  y  gargantas  de  los  tuyos ,  y  un  puro  y  espantoso  resplandor  de 
armas  que  deslumhrará  tus  ojos,  y  no  lo  podrás  ver.  Mi  confianza  es 
Dios,  y  en  él  espero  ampararme  contra  ti,  y  en  sus  ángeles  aparentes 
ea  humana  forma.  No  esperamos  ta\OT  sino  de  Dios,  ni  hay  lugar  para 
aoügcmos  sino  en  Dios ,  ni  asilo  sino  en  Dios  -,  en  suma  no  esperamos 
sino  una  de  dos  felicidades,  ó  victoria  gloriosa  sobre  vosotros,  ¡  oh  qué 
feUndad  seria  esta!  ó  muerte  todavia  mas  gloriosa  en  el  camino  y  ser- 
Tido  del  Señor,  ¡  oh  que  bienaventuranza !  ¡oh  qué  paraíso  de  dcÜcias! 
que  en  Dios  está  el  galardón  y  la  recompensa  de  esas  tus  aioienazas ,  y 
de  la  honrosa  muerte ,  y  en  Dios  esperamos  una  victoria  que  nos  redima 
j  saque  de  los  pasados  males ,  y  Dios  altísimo  te  dé  á  ti ,  rey  Alfonso,  la 
misma  que  nos  has  amenazado.  » 

El  rey  Ornar ,  aunque  muy  esforzado ,  con  todo  eso  bien  conocía  que 
sus  fuerzas  no  eran  bastantes  para  oponerse  y  resistir  al  poder  del  rey 
Alfonso,  y  temiendo  que  la  vecindad  de  sus  tierras  con  las  de  los  cris- 
líanos  les  diese  ocasión  para  que  entrasen  en  ellas  ¿orno  acababan  de 
hacer  en  Toledo ,  escribió  con  grandes  megos  al  rey  Juzef  pidiéndole , 
que  no  dilatase  su  pasada  en  l^paña  para  refrenar  á  los  cristianos  que 
peleaban  con  mucha  prosperidad  contra  los  muslimes :  la  carta  fué  de 
su  propia  mano ,  y  decía  asi : 

«De  Ornar  ben  Alafias  el  confiado  en  Dios,  á  Juzef  ben  Táxfin,  rey  de 
los  muslimes:  Gomo  la  luz  y  resplandor  de  la  buena  guia,  ó  rey  de  los  mus- 
limes, que  Dios  la  fortifique ,  sea  la  que  te  dirige  y  encamina  y  mueve ,  te- 
niendo por  camino  propio  suyo  el  camino  de  la  beneficencia  y  la  sabiduría 
&e  ocupe  y  emplee  siempre  en  hacer  bien  á  otros ,  y  tus  deseos  sean  de 
hacer  sianpre  guerra  á  los  descreyentes,  de  lo  cual  estamos  bien  infor- 
mados, y  siendo  bien  cierto  y  averiguado  que  te  dedicas  siempre  á 
honrar,  sublimar  y  defender  nuestra  ley,  y  que  tú  eres  el  mas  ínclito  y 
principal  emperador,  y  el  mas  poderoso  caudillo,  y  conquistador  y  ven- 
cedor de  infieles ,  nos  conviene  implorar  tu  auxilio ,  para  que  socorras 
y  defiendas  nuestra  ley  y  á  nosotros.  El  dolor  de  nuestras  desgracias  es 
extremado  :  tribulaciones  y  calamidades  nos  cercan  por  todas  partes  en 
España,  y  daños  mayores  todavía  nos  amagan,  que  no  pueden  imaginarse 
MO  espanto.  Por  todos  lados  nos  va  rodeando  esta  maldita  gente ,  desde 
[|uc  los  nuestros  descuidaron  el  sujetarlos  como  antes ,  y  estar  unidos 
mnlra  dios.  Estos  enemigos  han  crecido ,  han  tomado  alas ,  y  como 
^M'oipre  nos  querían  mal ,  creciendo  su  poder  y  su  enemiga  rabia  nos 


3Q6  H^TORIA  DE  U  DOmNAGM» 

acometen  ya  estos  perros  de  manera  qne  nos  tienen  acobardados,  j 
siempre  con  la  barba  sobre  el  hombro ,  sin  quedarnos  mas  remedio  para 
mantenernos  sino  palabras  Gngidas  de  sumisión  y  blandura  :  pérfidos 
tratos  que  no  dan  sosiego ,  antes  nos  tienen  con  perpetuo  cuidado  y  re- 
celo de  lo  que  nos  puede  sobrevenir.  No  sirve  para  perder  estos  temores 
el  enviarles  dádivas  y  preciosos  dones  cada  día,  dejarles  sacar  de  nues- 
tra tierra  toda  especie  de  provisiones  y  mantenimientos  :  con  todo  eso 
no  calman  los  sobresaltos  ni  se  disminuyen  los  peligros ;  y  en  verdad  si 
el  daño  no  pasara  mas  adelante  nos  contentariamos  con  eUos,  y  estaría- 
mos alegres  con  la  miseria  c  infelicidad  de  este  estado ;  pero  ellos  no 
cesan ,  nos  quitan  cada  dia  las  haciendas ,  y  nosotros  mezquinos  las  de- 
jamos llevar  callando,  y  nos  parece  que  el  no  hacernos  mayor  mal  es 
merced  que  nos  hacen,  y  les  estamos  á  manera  de  agradecidos,  y  pen- 
sando qué  les  poder  dar  cuando  nos  vengan  á  pedir.  Pero,  señor,  nos  sa- 
carán los  ojos ,  y  el  mal  nos  ha  pasado  ya  de  parte  á  parte  hasta  parecer 
ya  llaga  incurable.  Como  ya  saben  nuestros  enemigos  que  nada  pode- 
mos darles  y  su  codicia  es  insaciable,  ya  tratan  do  conquistar  y  saquear 
nuestras  ciudades  y  ocupar  nuestras  fortalezas ,  y  se  ha  encendido  el 
Alego  de  los  cristianos  por  toda  España ,  y  en  todas  partes  las  puntas  de 
sus  lanzas  y  los  agudos  filos  de  sus  espadas  beben  y  han  bebido  mneba 
sangre  de  los  muslimes ,  y  los  que  por  fortuna  escaparon  de  la  crudí 
muerte  en  las  atroces  peleas  gimen  en  su  poder  en  dura  esclavitud  y 
atormentados  do  sus  crueles  manos,  pues  no  tratan  sino  de  acabamos  j 
hacernos  sufrir  indecibles  tormentos.  Y  según  parece  piensan  en  darnos 
el  último  asalto,  y  muy  ik)co  distante  miran  el  fln  de  sus  deseos ,  que  es 
nuestra  ruina  y  absoluto  vencimiento;  pero,  o  fe  de  Dios!  será  posi- 
ble que  los  muslimes  hayan  perdido  la  esperanza  y  aliento  para  mante- 
ner y  sustentar  la  verdad  de  nuestra  ley!  será  que  algún  dia  triuníe  la 
Infidelidad  de  la  religión  verdadera  I  los  asociantes  vencerán  á  los  qne 
confiesan  la  unidad !  y  no  habrá  quien  nos  ampare  y  Ubre  de  estas  cala- 
midades! ha  de  faltar  quien  levante  nuestra  fe  caida  en  el  suelo!  no 
aparecerá  un  defensor  de  la  religión  y  de  las  cosas  santas!  Pero  no  te- 
nemos otro  auxilio  ni  refugio  que  á  Dios  delante  de  su  trono  sublimado, 
á  el  cual  toca  la  baja  y  terrena  súplica ,  y  su  divina  bondad  ha  honrado 
á  los  bajos  y  envilecidos.  Nuestra  calamidad  es  inconsolable,  es  des- 
gracia sin  par.  No  te  habia  escrito ,  o  rey  de  los  muslimes ,  antes  de 
ahora  ocupado  en  defenderla  tierra  del  asiento  y  cerco  de  Medina Cau* 
ría ,  restituyala  Dios ,  que  pudiera  ser  causa  de  la  despoblación  de  esta 
tierra  de  los  muslimes  que  moran  cerca  de  ella.  Siempre  ha  ido  en  au- 
mento mi  temor  de  que  se  perdiera  la  ciudacl  de  que  te  escribí :  la  fuerza 
del  enemigo  se  ha  aumentado ,  y  en  fin  la  ciudad  vino  á  su  poder,  cosa 
que  acrecienta  nuestros  males.  En  medio  de  la  ciudad  hay  un  castillo  de 
mucha  fortaleza ,  tal  que  excede  á  los  mas  fuertes  castillos ,  este  es  como 
el  centro  de  la  ciudad  ,  y  como  el  centro  en  un  circulo,  señorea  todas 
las  partes  de  la  ciudad ,  y  da  vista  y  atalaya  toda  la  tierra  al  rededor,  asi 
á  los  que  están  cerca  como  los  que  están  apartados  y  distantes,  de  ma 
ñera  que  no  era  otra  cosa  esta  fortaleza  que  como  un  viento  fuerte  y 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  367 

tempestuoso  en  las  salidas  de  los  que  dentro  estaban ;  pero  se  apoderó 
de  él  an  traidor  enemigo ,  un  soberbio  ínGel ,  y  si  no  te  das  mucha 
prisa  en  venir  con  tus  huestes  de  á  pié  y  do  á  caballo,  no  tardará  en  estar 
todo  pncsto  en  desolación  y  ruina.  No  te  recuerdo ,  o  rey  de  los  mus- 
limes, la  palabra  del  libro  de  Dios,  ni  la  doctrina  de  nuestro  honrado 
profeta ,  pues  entre  vosotros  hay  mas  doctrina  y  letras  que  por  acá ,  y 
abéis  bien  lo  que  en  este  caso  nos  obliga.  Envióos  esta  carta  con  un  no- 
ble jeque  nuestro  predicador  y  alchatib  para  que  s!  os  ocurriese  alguna 
dada  en  el  particular  os  la  declare  y  manifieste.  Este  se  ha  determinado 
á  llevar  esta  carta  y  embajada  por  ser  obra  meritoria  y  alcanzar  de 
vncstro  poder  este  socorro  y  singular  merced ,  y  yo  no  he  dudado  de 
manifestarle  mis  intentos,  confiando  asi  en  su  fidelidad  muy  apurada 
como  en  su  saber  y  en  la  elegancia  de  su  lengua.  Salud.  i> 

En  este  mismo  tiempo  uTano  y  envanecido  el  rey  Alfonso  de  Galicia 
de  sos  victorias  y  de  la  conquista  de  Toledo,  que  era  la  cabeza  de  España 
7 casa  principal  de  los  antiguos  reyes  godos,  deseoso  de  nuevas  con- 
tristas, atropellando  los  conciertos  que  con  Abed  de  Sevilla  tenia ,  pen- 
sando cosa  fácil  el  avasallarlo  y  hacerle  su  tributario  como  al  infeUz 
Vahye  Alcadir  de  Valencia,  ó  por  romper  aquellas  paces  que  con  él  te- 
nia asentadas,  que  le  impedían  continuar  apoderándose  de  Andalucia , 
asi  como  hiciera  de  las  comarcas  de  Toledo,  por  todo  esto  escribió  al 
rey  de  Sevilla  Aben  Abed  Almutamad ,  pidiéndole  que  entregase  á  $u 
<^bajador  y  á  los  que  con  él  iban  ciertas  fortalezas,  ó  á  lo  menos  de- 
clarase pertenccerle  aquellas  de  derecho ,  y  que  en  esto  no  hubiese  falta 
ni  dilación ,  mostrando  bien  en  sus  palabras  cuan  alegre  y  contento  e^- 
^  de  sus  pasadas  victorias  :  la  carta  decía  asi : 

••  Del  emperador  y  señor  de  las  dos  leyes  y  naciones,  el  excelente  y  po- 
deroso rey  D.  Alfonso  ben  Sancho,  al  rey  Almutc^ned  Bila  Aben  Abed , 
que  Dios  fortifique  y  alumbre  su  entendimiento  para  que  se  determine 
á  seguir  el  verdadero  camino  que  os  conviene :  salud  y  buena  voluntad 
de  parte  de  un  rey  engrandeccdor  de  reinos  y  amparador  de  pueblos , 
al  cual  han  encanecido  los  cabellos  en  el  conocimiento  y  prudencia  de 
las  cosas ,  y  en  el  ejercicio  y  destreza  de  las  armas  y  en  perpetua  consc- 
cucioQ  de  victorias,  en  cuya  casa  nació  la  consecución  de  sus  deseos  y 
el  cumplimiento  de  su  voluntad,  en  cuyas  banderas  está  de  asiento  la 
victoria,  el  que  hace  blandear  las  lanzas  y  las  blandean  sus  caballeros 
con  esforzadas  manos ,  el  que  hace  vestir  de  luto  á  las  dueñas  y  donce- 
llas muslímicas,  el  que  hace  ceñir  las  espadas  en  las  cintas  de  sus  cam- 
peadores ,  y  llenar  de  lamentos  y  alaridos  vuestras  ciudades.  Bien  sabéis 
lo  que  ha  pasado  en  la  ciudad  de  Toledo,  cabeza  y  corte  de  toda  España , 
f  lo  que  ha  sucedido  á  sus  moradores  y  á  los  de*su  comarca  en  el  cerco  y 
entrada  de  ella ,  y  si  vos  y  los  vuestros  habéis  escapado  hasta  ahora ,  ya 
06  >iene  vuestro  tiempo,  y  este  no  se  ha  dilatado  sino  por  mi  voluntad  y 
por  mi  buen  querer,  y  si  ahora  estáis  quietos  y  en  sosiego  advertid  quo 
la  prudencia  y  cordura  del  hombre  está  en  guardarse  á  sí  mismo,  y  mi- 
rar bien  lo  que  le  conviene  antes  de  caer  en  el  lazo  y  calamidad  que  des- 
pués no  pueda  remediar  \  pues  en  verdad  sí  ne  mirara  á  los  conciertos 


368  HISTORU  DE  LA  DOMIIf  ACIÓN 

qne  hay  entre  nosotros ,  y  palabras  que  nos  hemos  dado ,  pues  no  hay  ^ 
nú  cosa  mas  presente  que  el  guardar  mi  palabra  y  fe  prometida,  ya  os 
hubiera  entrado  la  tierra ,  y  á  sangre  y  fuego  os  eduira  de  toda  España 
sin  dar  lugar  á  demandas  y  respuestas ,  y  no  habría  entre  nosotros  mas 
embajador  que  el  ruido  y  tropel  de  las  armas ,  y  el  fiero  relinchar  de  la 
caballeria ,  y  el  estruendo  de  los  tambores  y  trompetas  de  batalla.  Os 
quiero  adelantar  este  aviso  para  quitaros  toda  disculpa,  y  advierte  que 
no  se  apresura  sino  el  que  teme  que  los  sucesos  no  correspondan  á  su 
voluntad.  Envióos  esta  embajada  con  el  Garmut  Albarhan  porque  codGo 
en  él  que  sabe  tratar  y  disponer  los  negocios,  y  conferir  con  personas 
de  su  discreción  cuanto  le  quieras  comunicar;  trátale  con  conGanza, 
que  tiene  prudencia  para  cualquiera  cosa  que  gustes  comunicarle  en  lo 
que  conviene  á  tu  persona  y  vasallos,  y  conforme  hicieres  verás  des- 
pués las  obras  y  sus  efectos.  Salud. » 


CAPITULO  XIII, 

Respuesta  de  Aben  Abed  al  rey  Alfonso ,  y  conyersacton  de  aquel  con  su  hijo. 

Parecióle  al  rey  Aben  Abed  muy  soberbia  la  carta  del  rey  D.  Alfonso, 
y  las  propuestas  que  de  su  parte  le  hizo  Albarhan,  y  aunque  en  su  cm- 
sejo  habia  muchos  vizires  que  tenian  por  mas  seguro  cualquier  acornó^ 
damíento  con  el  rey  Alfonso  y  pagarle  tributo ,  con  todo  eso  el  rej 
Aben  Abed  que  era  muy  absoluto  tuvo  por  demasía  y  arrogandala 
carta,  y  respondió  al  rey  Alfonso  en  verso,  que  era  muy  excelente 
poeta  y  muy  docto ,  y  también  en  prosa  :  la  carta  en  sustancia  de- 
cía asi : 

« Del  rey  victorioso  y  grande,  el  amparado  con  la  misericordia  de  Dios 
y  confiado  en  su  divina  bondad ,  Muhamad  Aben  Abed ,  al  soberbio  ene- 
migo de  Alá,  Aironso  hijo  de  Sancho,  al  que  se  intitula  rey  de  reyes  f 
señor  de  las  dos  naciones  y  leyes ,  que  Dios  quebrante  sus  títulos  vanos, 
y  salud  á  los  que  siguen  el  camino  derecho.  En  cuanto  á  llamarte  señor 
de  las  dos  naciones ,  mas  derecho  tienen  en  verdad  los  muslimes  para 
preciarse  de  esos  títulos  que  tú ,  por  lo  que  han  poseído  y  tienen  de  las 
tierras  de  los  cristianos,  y  por  la  multitud  de  sus  vasallos  y  riquezas  de 
armas  y  tributos ,  que  nunca  llegará  tu  poder  á  jscr  comparable  con  el 
nuestro,  ni  puede  alcanzarlo  toda  tu  ley  y  tus  secuaces ,  y  ciertamente 
puedes  tener  por  año  venturoso  este  en  que  has  suscitado  esta  novedad, 
y  no  puede  ser  mas  prudente  y  oportuno  el  consejo  que  se  te  ha  dado 
acerca  de  esto.  Ya  dispertamos  de  nuestro  sueño  y  nos  levantamos  de 
nuestra  flojedad  y  pasado  descuido.  Hasta  ahora  pensábamos  pagarte  tri- 
buto, y  tú  no  te  contentas  con  él  y  quieres  ocupar  nuestras  ciudades  y 
fortalezas ;  pero  ¿cómo  no  te  avergüenzas  de  tales  peticiones ,  y  quieres 
que  se  entreguen  á  los  tuyos  y  nos  mandas  como  si  fuéramos  tus  vasa- 
llos? Alara viUome  mudiQ  de  la  diligencia  y  prisa  con  que  urges  para 
que  se  cumpla  tu  vana  y  soberbia  voluntad  :  te  has  envanecido  con  la 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAKA. 


S69 


Gooquisla  de  Toledo  sin  mirar  qae  eso  no  lo  debes  á  (a  poder,  sino  á  la 
fuerza  7  deslinacion  divina  que  asi  lo  había  determinado  en  sus  eternos 
decretos  y  y  en  eso  te  has  engañado  á  tí  mismo  con  torpe  engafio.  Bien 
sabes  que  también  nosotros  tenemos  armas,  caballos  y  esforzada  gente 
qoe  00  se  espanta  del  estruendo  de  las  bataUas,  ni  vuelve  la  cara  á  la 
kHTorosa  muerte,  y  puestos  en  la  pelea  nuestros  caballeros  saben  sah'r 
airosos  del  empeiio :  nuestros  caudillos  entienden  en  ordenar  sus  haces, 
fo conducir  los  escuadrones,  armar  coladas,  y  no  temen  el  entrar  por 
cotre  los  filos  de  las  espadas ,  ni  les  horrorizan  las  contrapuestas  lanzas. 
Sabemos  dormir  en  la  dura  tierra  sobre  un  albornoz ,  rondar  y  hacer 
las  velas  de  la  noche ,  y  nos  dan  salud  los  Oeros  golpes  de  los  furiosos 
endiablados :  y  porque  veas  que*esto  es  asi  como  te  digo,  ya  te  tienen 
preparada  respuesta  de  tu  demanda ,  y  de  común  acuerdo  te  previenen 
aceradas  y  limpias  espadas ,  y  gruesas  y  agudas  lanzas,  y  al  fin  es  cierto 
que  00  hay  mal  que  por  bien  no  venga,  y  que  presto  se  arrepiente  quien 
de  súbito  se  determina.  ¿Cuándo  tus  antepasados  tuvieron  buena  suerte 
coD  los  nuestros ,  sino  por  alguna  vHeza  de  las  que  tü  sabes  y  que  todo 
dk)  era  nada?  yo  veo  que  los  que  te  aconsejan  son  como  bestias  sin  en- 
lendimiento,  y  al  mismo  tiempo  es  gente  de  tan  poco  valor  que  nunca 
sos  obras  acreditaron  su  vana  parlería;  asi  es  que  nunca  los  matamos 
peleando  como  buenos  en  campo  abierto,  sino  escondidos  y  encerrados 
eo  sos  torres  y  tras  los  muros.  Deben  por  ventura  creer  esos  tus  conse- 
jeros que  carecemos  de  entendimiento ,  y  que  en  los  hombres ,  en  los 
reíaos  y  estados  no  hay  mudanzas.  Es  verdad  que  hubo  entro  nosotros 
ooDcicrtos  y  capitulaciones  para  que  no  moviésemos  nuestras  armas  el 
ano  contra  el  otro,  porque  yo  no  ayudase  á  los  de  Toledo  con  mis  fuer- 
zas y  oonsqo ,  de  lo  que  pido  perdón  á  Dios ,  y  de  no  haberme  opuesto 
antes  á  tus  intentos  y  conquistas ,  aunque  gracias  ¿  Dios ,  toda  la  pena 
de  oocstra  colpa  la  ha  cifrado  en  las  palabras  vanas  con  qoe  nos  insultas ; 
pero  como  estas  no  acaban  la  vida,  confio  en  Dios ,  que  con  su  ayuda 
me  amparará  contra  tí,  y  sin  tardanza  verás  entrar  mis  tropas  por  tus 
(ierras,  pues  Dios  favorece  y  ampara  á  la  verdadera  ley,  y  da  salud  á 
ios  que  conocen  la  verdad  y  la  siguen ,  y  se  apartan  de  la  falsedad  y  de 
sos  engaños. » 

EN  VERSOS  DECÍA  ASI : 


Alatimienio  de  Animo  y  vileía 
£o  lenerMO  pecho  no  te  anide, 
M  eabe  bien ,  ni  el  corazón  conaienie. 
Por  mas  que  deudo  A  amistad  nos  ligue, 
A  qoe  lenumos  vanas  amenaias 
De  te  soberbia ,  como  vil  esclavo 
El  furor  teme  de  su  airado  duefio. 
El  miedo  es  torpe  y  vil ,  de  vil  canalla 
Es  el  pavor,  y  si  por  mal  un  día 
Parias  fonadas  te  ofred ,  no  esperes 
En  adeUnle  sino  dura  guerra , 
Cruda  bataHa ,  sanguinoso  asalto , 
De  nocbe  y  dia  sin  cesar  un  punto , 
Talas ,  desolación  á  sangre  y  fuego. 
Eftias  dadivas  solas  preparamos 
Para  tu  tierra  m  ves  del  oro  y  plata. 


lias  poderoso  y  grande  es  el  etenio 

Alá ,  que  cielo  y  tierras  ha  criado , 

A  quien  adoro,  que  la  cnii  que  adoras » 

Y  ostentas  en  tus  amias  y  banderas. 
Ármate  pues,  prevente  á  la  batalla. 
Que  con  baldón  te  reto  y  desaflo. 

El  sol  en  negras  nubes  eclipsado 
Bafia  su  fas  en  ligrimas  do  sangre. 
Entre  nosotros  solo  guerra  y  muerte 
Habrá  de  hoy  mas,  y  espanto  enloda  Es- 
paña. 
Con  sn  duro  eslabón  el  sufrimiento. 
De  fusgo  hace  saltar  vivas  centellas. 
De  cruda  guerra  en  la  tiniebla  oscura 

Y  confusión  de  la  discordia  insana. 
Las  espadas  deslumhran  ya  lus  ojos , 


370  HISTOJUA  DE  U  DOMlNACiaN 

Y  le  arrepenUris  cuando  á  tu  ^cho  .  Tefiidas  del  carmio  4e  las  mejíljas, 

8e  eonfrapongaii  las  herradas  lanías,  Y  de  los  peebos  de  tu  pobre  geAle. 

Cuéntase  que  en  este  tiempo  como  hubiese  enTiado  el  rey  Alfonso  un 
embajador  á  Sevilla  y  un  judío  su  tesorera  llam(ido  Aben  Galib,  que 
era  muy  principal  y  privado  suyo,  para  entregarse  de  derla  cantidad 
de  doblas  que  el  rey  Aben  Abed  le  debia  pagar,  que  este  embajador  j 
d  judio  no  estaban  aposentados  en  la  ciudad ,  sino  de  fuera  de  ella  en 
sus  pabellones,  adonde  Aba  Zcidun,  tesorero  de  Aben  Abed,  llevó  las 
doblas  en  compañía  de  otros  vizires,  y  él  judío  del  rey  Alfonso  no  que- 
rin  entregarse  de  aquellas  doblas  con  prete:KtQ  de  que  no  eran  bien  cen- 
dradas ,  y  no  quería  recibirlas  sino  á  prueba  de  fuego  y  cendra.  Bobo 
eptro  ellos  demandas  y  respuestas,  y  como  el  embajador  propusiese  que 
en  vez  de  las  doblas  se  le  diesen  unos  bajeles  que  allí  tenia  el  rej  Aben 
Abed,  puesto  que  el  judio  no  quería  sin  quilatear  recibir  aquella  mo- 
neda, la  propuesta  irritó  el  ánimo  del  rey,  y  dijo :  qu&  do  ningnna  ma- 
nera se  págase  aquella  cantia ,  que  ya  no  podía  llevar  tanta  soberbia  de 
aquella  gente  vil ;  y  aquella  nocbe  misma  entraron  algunos  eaclavos  en 
los  tiendas  dd  embajador  y  del  judío ,  y  mataron  á  este  con  mochas  pu- 
ñaladas, y  maltrataron  á  los  cristianos  que  venían  con  el  embajador; 
no  se  sabe  si  esto  fué  licencia  y  desenfreno  do  los  esdavoa,  ó  por  con- 
sejo délos  yizires  por  complacer  al  rey  Aben  Abed ,  que  no  mostró  que 
le  pesaba  de  esta  maldad ,  cuando  el  embajador  se  quejó  de  esto  al  día 
siguiente ,  y  se  partió  de  Sevilla  anienazando  y  jurando  venganzas  de 
parte  de  su  rey. 

Bien  conoció  Aben  Abed  el  yerro  y  la  maldad ,  y  aunque  algunos  k 
aconsejaban  que  excusase  este  acaecimiento  con  el  rey  Alfonso ,  y  lo 
atribuyese  á  demasié  del  pueblo  oüendido  de  la  desconGania  del  judio; 
pero  resuelto  á  romper  con  el  rey  no  pensó  en  otra  cosa  que  en  preve- 
nirse para  la  guerra ,  y  llamó  á  su  hijo  Raxid ,  principe  jurado  heredero 
de  sus  reinos  para  después  de  sus  días,  y  que  ya  tenia  mucha  parte  ea 
el  gobierno  del  estado,  y  le  dijo  estas  palabras  :  O  hijo  mió,  nosotros 
estamos  huérfanos  en  Andalucía ,  y  entre  un  mar  tempestuoso  y  no 
cruel  y  poderoso  enemigo,  y  no  tenemos  amparador  que  nos  valga »do 
Dios  altísimo.  De  los  amircs  de  Andalucía  ya  ves  que  poco  se  puede  es- 
perar,  pues  no  son  de  provecho  para  ayuda  ni  defensa.  Por  otra  parte, 
ya  yes  las  conquistas  y  potencia  del  Alfonso ,  enemigo  de  Dios,  quecoo 
su  fortuna  y  constancia  en  hacer  la  guerra  por  siete  años  se  ha  enseño- 
reado de  Toledo  y  de  sus  tierras,  poblándolas  de  infieles  y  de  viles  cria- 
turas. El  enemigo  de  Dios  disimula  su  deseo  de  oprimirnos,  y  si  leTanla 
la  cabeza  contra  nosotros,  temo  de  su  porfía  y  fortuna  que  se  apodere 
de  nuestros  reinos ,  y  que  venga  sobre  nuestra  ciuda^d ,  pues  que  si  una 
vez  viene  con  sus  tropas  y  asienta  su  campo  delante  de  ella,  difldl  será 
librarla  de  su  potencia.  £1  mejor  consejo  parece  el  implorar  el  socorro 
de  AbcnTaxfln,  él  nuevo  conquistador  de  Afirica,  si  bien  esto  como  está 
concertado  entré  nosotros  iú>  carece  dcpoligro,  y  en  verdad  que  no  me 
da  este  muslim  menos  temor  y  espanto  que  la  arrogancia  del  maldito 


Iffi  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA*  ZU 

AITono.  Con  la  eontínua  guerra  nuestros  tesoros  están  apivados,  las 
reatas  7  ftmtos  han  menguado  con  b  falta  de  la  labranza  con  ocasión  de 
las  talas  7  correrías,  nuestros  ejércitos  están  mu7  disminuidos,  que  no 
acuden  á  nuestro  Uainamiento  como  solían ,  7  los  que  yienen ,  llenos  de 
temor  7  desconfianza ;  7  lo  que  peor  es  que  no  nos  quieren  bioi ,  antea 
nos  aborrecen  asi  los  niales  como  la  gente  popular ,  de  manera  que  no 

kaUo  otro  partido Respondiere  su  bijo  Raxid :  Padre  7  señor 

iDío ,  7  ¿quieres  traer  á  Kpada  al  ambidoao  Aben  Taxfin ,  al  que  ba  sa* 
lido  de  kn  desiertos  de  Alkíbla  atropellando  todas  las  tribus  de  Alma- 
giA  7  de  Mauritania?  No  dudes  que  ese  nos  echará  de  nuestras  casas , 
7  sos  bóriMuras  gentes  nos  esparcirán  7  desterrarán  de  neutra  unión ,  y 
fc nuestra  amada  patria.»  Aben  Abed  dijo :  «No  quiera  Dios,  bijo 
■lio,  que  se  diga  de  mi  que  perdi  la  Andalucía,  y  que  la  bioe  morada 
de  iDÜelcs  7  herencia  de  cristianos,  ni  que  consienta  que  se  me  pubU* 
que  coa  maldiciones  en  los  almimbares  de  nuestras  mezquitas,  7  que 
ni  oombre  sea  execrable  á  los  muslimes,  como  el  de  otros  infelices 
Kfes ;  no  por  Dios,  no,  hijo  mío,  mas  estimaré  sirviendo  al  re7  de  Mar^ 
mecos  ser  pastor  7  guardar  sus  camellos ,  que  siendo  amir  tributario  y 
vasallo  de  los  perros  cristianos.  Raxid  su  hijo  le  respondió  :  Hágase 
fracs  lo  que  Dios  os  inspire,  7  el  re7  Aben  Abed  le  dyo :  Yo  confio  en 
*Q  diTína  bondad  que  lo  que  me  inspira  en  este  negocio  ha  4e  aer  coat 
boena  7  provediosa  para  nosotros  7  para  todos  los  muslimoa. 


CAPITULO  XIV. 

Bmliajada  de  Aben  Abed  á  Juief . 

Con  esta  resolución  el  rey  Aben  Abed  dispuso  au  emboda,  y  escribió 
sus  cartas  asi  por  su  alcatib  como  de  su  propia  mano,  y  la  del  rey  do- 
<%i: « A  la  ivesenda  del  príncipe  de  los  muslimes ,  amparad<Mr  de  la  fe , 
soadtador  de  la  verdadera  secta  del  califa,  al  imam  de  los  muslímea  y 
Ky  de  tos  fieles  Abu  Jacub  Juzef  ben  Taxfin ,  el  ínclito  y  engrandecido 
con  h  grandeza  de  sus  nobles,  alabador  de  la  magestad  divina,  y  de  la 
potcDcia  del  Altísimo,  comedido  á  Dios  7  al  cielo,  que  no  se  envanece 
de  SQ  honra  7  grandeza ,  7  se  contenta  del  galardón  que  Dios  le  da,  Mu- 
hamad  Aben  Abed ,  salud  cumplida  de  Dios  conveniente  á  tu  soberana 
7  alta  persona ;  7  asimismo  la  misericordia  de  Dios  7  su  bendición :  en- 
vía esta  el  que  dejando  todas  las  cosas  solo  se  dirige  á  tu  generosa  mar 
(estad  de  Medina  Sevilla ,  en  el  entrelunio  de  Giumada  primera  del  año 
479  (1086),  7  cierto,  o  re7  de  los  muslimes,  que  Dios  (Mosalce  7  ampara 
contigo  su  le7.  Nosotros  los  árabes  de  Andalucía  no  conservamos  en 
España  distintas  nuestras  cabilas  ilustres  sino  mezcladas  unas  con 
otras,  7  esparcidas  en  diversas  partes  de  ella  mezcladas  nuestras  gene^ 
daciones 7  familias,  de  manera  que  poca  ó  ninguna  comunicación  tena- 
Ms  tiempo  ha  con  nuestras  cabilas  ó  familias  que  moran  en  África  : 
^  qoe  esta  falta  de  unión  ha  dividido  también  nuestros  int^esas,  y  do  la 


372  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

desanioD  procedió  la  discordia  y  apartamiento ,  y  la  fuerza  del  estado 
se  debilitó,  y  prevalecen  contra  nosotros  nuestros  naturales  enemigos,  y 
estamos  en  tal  estado  que  no  tenemos  quien  nos  ayude  y  valga  sino  qaicn 
nos  baldone  y  destruya :  siendo  de  cada  dia  mas  insuírible  el  enconoy  rabia 
del  rey  Alfonso,  que  como  perro  rabioso  con  sus  gentes  nos  entra  las  tier- 
ras, conquista  las  fortalezas,  cautiva  á  los  muslimes,  y  nos  trata  de  pisar 
debajo  de  sus  píes  sin  que  ningún  amir  de  España  se  baya  levantado  á 
defender  á  los  oprimidos,  mirando  con  descuido  la  ruina  de  sus  parientes, 
amigos  y  vednos,  sin  siquiera  ejercitarse  á  ello  por  defensa  de  nocstra 
ley,  y  en  verdad  que  lo  pudieran  baber  becbo  si  bubieran  querido  como 
debian,  sino  qat  ya  no  son  los  que  solian,  que  el  regalo,  el  suave  am- 
biente de  los  aires  de  Andalucía ,  las  recreaciones ,  los  delicados  baños 
de  sus  aguas  olorosas ,  y  frescas  fuentes  y  conflcionados  manjares  k» 
ban  debilitado,  y  ba  sido  causa  de  que  teman  entrar  en  guerra  y  padecer 
fatigas ,  sin  moverlos  ¿  ello  causas  tan  justas ;  asi  es ,  que  ya  no  osamos 
alzar  cabeza ,  y  pues  vos ,  seilor ,  sois  el  descendiente  de  Homair  nuestro 
predecesor ,  dueño  poderoso  de  sus  pueblos  y  dilatadas  regiones,  á  ?os 
acudo  y  corro  con  perfecta  esperanza ,  pidiendo  á  Dios  y  á  vos  amparo, 
suplicándoos  que  sin  tardanza  paséis  en  España  para  pelear  contra  este 
enemigo,  que  infiel  y  pérfido  se  levanta  contra  nosotros,  procurando 
destruir  oiiestra  ley.  Venid  luego  y  suscitad  en  Andalucía  el  ocio  del 
caonino  de  Dios ,  y  la  defensa  de  la  doctrina  de  nuestro  boinrado  profeta , 
por  lo  cual  mereceremos  eterno  galardón  y  retribución  divina  y  liberal 
delante  de  Dios  altísimo,  que  no  hay  fuerza  ni  poder  sino  en  Dios  alto 
y  poderoso ,  cuya  salud  y  (¿vina  misericordia  y  bendición  sea  con  vues- 
tra alteza. » 

Esta  fué  la  carta  del  rey  :  la  que  escribió  en  su  nombre  su  alcatib 
Abu  Bekir  ben  G^í  deda :  «  Al  rey  muy  poderoso ,  con  el  favor  de  Dios 
rey  de  los  muslimes ,  defensor  de  la  ley,  príncipe  de  los  Almorávides 
Abu  Jacub  Juzef ,  con  cuya  luz  y  esplendor  ilustra  Dios  todas  las  partes 
de  la  tierra ,  y  con  cuya  perfección  bermosea  Dios  y  ad(Hma  á  las  cria- 
turas y  á  los  que  seguimos  una  misma  ley,  del  rey  excelente  por  la  gra- 
cia de  Dios ,  premiado  con  su  divina  misericordia ,  el  confiado  y  apoyado 
en  Dios  Muhamad  Aben  Abed ,  salud  ¿  la  presenda  y  soberanía  qac  se 
establece  en  la  fe  y  en  respetables  juramentos ,  y  cuya  verdad  y  seguri- 
dad es  manifiesta  á  todo  el  nmndo  :  Dios  ha  fortificado  la  ley  con  la  (e 
de  la  unidad  y  concordia ,  y  nos  ha  vedado  seguir  las  torpezas  y  leyes 
contrarias  á  nuestra  ley,  y  óon  ésto  ha  favoreddo  á  sus  servidores  con 
un  nuevo  gobierno  que  enseña  la  austeridad  y  gravedad  de  costumbres, 
del  cual  nos  ha  llegado  cierta  y  verdadera  fama  que  nos  publica  vuestra 
indita  descendencia ,  vuestro  valor  y  celo  que  admira  el  mundo.  Tam- 
bi^i  sabemos  que  Dios  os  ba  llenado  de  su  misericordia ,  cuyo  rocío  re- 
sunta y  revive  el  celo  del  camino  de  Dios ,  establece  la  senda  derecha 
de  la  justida ,  y  la  escala  del  bien  y  de  la  equidad.  A  nuestros  pueblos 
ha  sobrevenido  una  calamidad ,  tal  que  hace  olvidar  las  mas  graves  y 
lamentables  pasadas ,  que  todas  ellas  han  quedado  como  atónitas  y  oon- 
ftma  con  la  enormidad  de  esta  que  nuevamente  les  ha  siipedido.  La 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  373 

cana  de  esto  es  la  codicia  y  ambición  de  un  crod  enemigo,  qne  siem- 
(ireoos  hace  guerra  á  sangre  y  fnego,  lleno  su  corazón  de  tan  entrada* 
Ue  odio  y  enemistad  á  nuestra  ley  y  á  los  qne  la  seguimos,  que  ni  se  ye 
ni  se  conoce  remedio  que  le  temple.  £1  poder  y  sol>erbia  de  este  ene- 
migo crece  y  se  aumenta  cada  dia,  y  nosotros  al  mismo  paso  caemos  de 
ánimo  y  enflaquecemos :  los  enemigos  cristianos  se  aunan  y  confederan 
psra  nuestra  ruina ,  nosotros  por  desgracia  no  concordamos  ni  conve- 
nimos sino  en  dormir  todos ,  y  mirar  con  indiferencia  como  nuestro 
enemigo  se  levanta  y  destruye  á  nuestros  hermanos  :  ni  una  sola  vez 
nos  hemos  aunado  para  ofenderle  ni  para  la  c(miun  defensa.  Dormimos 
en  ixrofundo  letargo ,  y  no  nos  dispiertan  los  continuos  golpes  de  la  ene* 
miga  fortuna ,  ni  los  dados  y  graves  calamidades  que  trae  consigo  esta 
infetice  tiempo.  Ahora  nos  ha  enviado  una  carta  llena  de  truenos  y  re« 
timpagos,  y  no  escasa  de  promesas  y  falsas  palabras,  persuadiéndonos 
fie  le  cedamos  fortalezas  y  ciudades ,  y  que  le  abandonemos  nuestras 
mezquitas  para  llenarlas  de  sus  frailes ,  y  poner  sobre  las  altas  torrea 
sos  adoradas  cruces ,  y  que  se  canten  misas  y  su  rekiem  donde  se  hacia 
h  azala^  y  en  soma  quiere  echarnos  de  nuestras  casas  y  poMarlas  de 
cristianos.  Dios  ha  formado  en  ti ,  o  rey  de  los  muslimes,  una  posesión 
J  reíDo,  cuya  grandeza  y  elevación  bendice,  y  te  ha  liecho  su  mim'stro 
J  en?iado  para  que  con  propósito  virtuoso  ayudes  á  mantener  la  torre 
de  sa  ley,  y  para  que  con  esta  ocasión  participes  del  resplandor  de  su 
díTioa  luz.  Bien  tienes  quien  te  acompañe,  no  te  faltarán  ejércitos  que 
desean  comprar  el  paraiso  á  precio  de  su  sangre  y  vida ,  que  aspiran  & 
Terse  en  la  santa  guerra  con  sus  propias  armas.  Si  codicia  de  bi^ies 
temporales  te  mueve,  aqui  no  faltan  alhombras  preciosas ,  Joyas ,  oro, 
plata  y  ricas  preseas ,  deliciosos  jardines  y  claras  y  abundantes  fuentes 
<feagua  corriente  pura  y  cristalina ;  pero  si  como  es  tu  corazón  solo  te 
mueve  el  servicio  de  Dios  y  el  grangear  para  la  vida  eterna ,  aqui  se  te 
pésenla  la  ocasión  mas  oportuna,  pues  nunca  faltan  sangrientas  batallas, 
peleas  y  escaramuzas ,  lanzas  y  resplandecientes  espadas  que  desnudas 
blandean  los  robustos  brazos,  y  fuertes  puños  de  los  campeadores.  Este 
puaiso  y  sacro  bosque  tiene  aqui  Dios  puesto  para  qne  de  las  sombras  de 
las  armas  os  trasladéis  ¿  las  en  que  recompense  vuestros  merecimientos. 
Nos  escudamos  y  defendemos  con  Dios  y  con  sus  ángeles  y  con  vuestro 
püder  contra  estos  Ínfleles  que  nos  hacen  guerra ,  movidos  y  alentados 
de  aqudla  divina  palabra  que  dijo :  matarlos,  que  Dios  les  dará  tormento 
y  pena  de  amargura  por  vuestras  manos ,  y  les  echará  su  maldición  y  os 
dará  victoria  contra  ellos ;  y  dará  salud  liberal  á  los  nobles  pechos  de 
ios  fíeles.  En  fln  Dios  nos  aune  y  congregue  en  la  palabra  de  la  unidad 
para  que  nos  ayudemos  con  la  misericordia  que  Dios  nos  ha  dispensado 
cuii  su  ley  para  qne  le  demos  gracias  por  ella ,  y  mencionemos  su  nom- 
bre santo,  y  propagando  su  conocimiento :  la  salud  de  Dios'con  su  mise- 
ricordia y  bendición  sea  con  el  rey  de  los  muslimes ,  defensor  de  la  ley  do 
Uos ,  y  amparador  de  la  fe.  » 

Los  nobles  embajadores  del  rey  de  Sevilla  entregaron  sus  cartas  al 
rey  Juzef  ben  TaxOn ,  y  le  hicieron  relación  del  estado  miserable  délas 


S7i  H£srroiiiÁ  DE  íA  Domiaaoii 

cosaideEBpaiiáydelatyentajtSyflOberbiaddrejr  Alfiomot  jUdaij 
eotendidas  las  cartas  j  raxonea  de  los  de  Andalucía  las  mosM  á  los  (k 
sn  consejo  que  estaban  allí  con  él ,  y  ¿  sus  parientes ,  diciékidoles :  t  Qué 
es  parece  de  estas  demandas  7  pretenskm  de  los  andaluces.?  y  sos  punen- 
tes,  qiíe  por  primera  yex  oían  nombrar  cristianos  como  reden  Tenidos  da 
los  desiertos,  le  dijeron  t  O  amir  délos  muslimes,  nos  parece  que  es nay 
justoy  Cosa  conyeniente  que  todo  mnslim  socorra  á  su  bermanodmas- 
Km  que  cree  en  Oiosy  ensn  profeta,  y  nos  seria  cosa  yergonioia  y  md 
contada  que  tengamos  un  hermano  yecino  y  de  nuestra  propia  ky,  tan 
cercano  que  no  hay  entre  nosotrosy  él  sino  una  acequia  y  corto  estre- 
cho de  agua,  y  que  le  dejemos  solo  y  sin  amparo  para  que  el  enemigo 
ledeyore  de  un  solo  bocado  i  pero  oon  lodo  eso,  haced,  señor,  lo  que  01 
parezca  mas  acertado,  que  el  poder  y  s(ri>erano  mando  es  de  Dios  j 
yueslro.  Después  el  rey  Juzef  se  aconsejó  á  parte  con  su  alcatíb  AMe- 
rahman  ben  £sbat ,  andalux  de  Almería ,  y  le  pidió  que  le  dijese  sa  pa- 
recer en  este  negocio,  y  el  secretario  le  resprtndió  :  Señaty  el  mandar* 
nosesdeDiosy  yuestro,  asi  que  me  parece  excusado  el  daóros  consejo, 
sino  como  humildes  sieryos  obedeocHros.  Sin  embargo,  dijo  Juzef,  diim 
tu  sentir  y  lo  queáti  te  parece :  y  respondió  el  catib  <  Gonyiene  sin  dada 
que  todo  muslim  socorra  á  su  hermano  muslim;  pero  yo  tengo  ciertas 
raiones  que  se  oponen  á  que  hagas  esta  pasada  á  Espada.  Por  tu  vida, 
dijo  el  rey,  ¿qué  razones  son  esasf  y  respondió  su  alcatib  :  O  rey  de  ka 
muslimes,  que  Dios  te  forliOqoe  ^  has  de  saber  que  España  es  oomo ana 
isla  cortada  y  rodeada  de  mar  por  todas  partes  sino  por  unos  montes  al 
oriente.  De  eUa  ocupan  los  muslimes  una  buena  parte  que  cada  día  tas 
perdiendo,  y  los  cristianos  tienen  lo  demás ;  es  tierra  estrocha  y  atqadi 
de  montes,  y  es  una  cárcel  de  los  que  entran  en  ella ,  pues  quien  «Oá 
pasa  nunca  suele  tomar,  porque  se  ye  forzado  á  quedar  bajo  el  aeüorío 
del  que  en  ella  manda ;  y  si  una  yez  allá  pones  los  pies  no  nstarádespoa 
en  tu  mano  la  yudta.  Ademas,  ¿qué  amistad  hay  entre  ti  y  ese  amir 
que  te  llama?  i  qué  seguridad  te  ofrece  ni  qué  antiguo  parentesco  te 
¿bliga  á  socor^rle?  Yo  temería  que  si  Dios  fayorece  loa  intentos  del 
enemigo  que  después  el  rey  de  Seyilla  te  estorbe  él  pasage  y  yuelta  pan 
África ,  que  fácil  cosa  le  sería.  Asi  que  ^  si  te  parece ,  escribéle  que  no 
puedes  pasar ^  y  excúsate  de  dio  si  no  te  cntr^  la  ida  Verde  para  que 
pongas  en  eHa  gente  de  tu  oon6anza  que  te  asegure  el  paso  cada  y  cnaiódo 
quisieres.  En  yerdad ,  Abderahman ,  d|]o  el  rey,  que  me  has  ady^ido 
una  cosa  de  que  yo  no  cuidaba  :  bien  dices ,  ye  y  escribde  conforme  á 
tu  consejo ,  que  me  place.  Escríbió  Abderabman  sn  carta  ¿  nombre  de 
Juzef,  y  decía  asi  t 

«En  el  nombre  de  Dios  misericordioso  y  piadoso  t  del  rey  de  los  aras- 
limes  ,  defensor  de  la  fe ,  renoyador  de  la  yocacion  dd  rey  de  los  mas- 
limes ,  al  rey  generoso  confiado  en  la  ayuda  de  Dios  y  apoyado  en  Dios 
Ahulcascn  Muhamad  Aben  Abed,  perpetué  Dios  y  ajuste  y  comida  su  li- 
beralidad con  su  santo  temor,  en  lo  que  á  su  divina  tbagestad  agrada  t 
salud  de  Dio^  con  su  misericordia  y  bendición «  Esto  supuesto ,  iiegóoos 
yu^stra  carta  y  noble  demanda ,  por  ia  cual  enieiPado  de  lo  que  eti  d)a 


M  IM  AHABSS  m  fiSIPAfliU  875 

bremos  de  las  eaiunidftdes  y  iiMlesc|ae  os  oprimen)  enteüdietidolapoca 
tndOD  7  lieniHiiidad  ^ne iMiy  entre  Tosoiros  los  reyes  de  Andalucía ,  y  el 
poco  fafor  que  os  prestáis ,  yo  por  mi  parte  seré  vuestra  mano  derecha 
709  Ayudaré  por  mi  persona  y  ¿ente,  que  es  lo  que  en  ratón  conviene 
que  yo  haga  como  Dios  manda  en  su  honrado  Alcorán;  pero  no  espo- 
riUs  que  yo  pase  á  Andalucía  si  no  entregáis  én  nuestro  poder  y  én  má- 
sos  de  nuestra  confianza  la  isla  Y erde  para  que  el  paso  no  se  nos  impi^ 
iH  estorbe  como  y  cuando  fuere  nuestra  voluntad.  Si  este  os  parece  buen 
consejo  otorgad  lo  que  os  demandó ,  y  sin  tardanza  pasaré  en  tu  ayuda , 
ti  Dios  quiere.  Salud  cumplida. » 

A  k  vuelta  de  los  embajadores  á  SevHIa  vista  la  demanda  del  rey  Xu* 
tef  hubo  difcrenles  pareceres ,  y  Raxid  el  jMrincipe  dijo  á  su  padre :  ¿Qué 
«  psrece,  señor?  A  mi  me  parece  grande  y  no  conveniente  la  demanda 
M  rey  de  AfHca ,  y  con  ella  se  aumenta  mi  temor  y  desconfianza.  El 
rej  Aben  Abed  le  respondió  t  No  es  mucho,  hijo  mío,  lo  que  el  rey  de 
ks  mosltraes  pide  comparado  con  el  beneficio  que  de  su  maoio  recibire- 
mos viniendo  en  ayuda  de  nuestra  gente  y  en  defensa  de  nuestra  ley  ;  y 
laego  el  príncipe  Raxid  juntó  sus  cadics  y  otcH^ron  la  entrega  de  la  isk 
Verde  para  el  rey  Juzef  Aben  Tátfin  y  para  sus  descendientes ,  sin  re* 
serrar  en  ella  ni  en  parte  de  ella  ningún  derecho  el  rey  Aben  Abed  para 
sí  ni  para  criatura  humana  por  su  causa.  Y  esta  escritura  autorizada  se 
enrió  luego  al  rey  Aben  Tatfin ,  rogándole  muy  encareddamehte  quc 
sa  Tenida  fuese  sin  dilación.  £staba  en  aquel  tiempo  por  gobernador  en 
Alfredra  un  hijo  de  Almutamed  Aben  Abed  de  Sevilla ,  llamado  como 
;a  dijimos  Yerid  Badila ,  y  le  envió  so  padre  orden  para  que  entregase 
«loelb  fortaleza  á  los  moros  de  África  enviados  por  el  rey  Juzef,  y  que 
hiego  que  llegasen  él  saliese  con  toda  su  getlte  de  la  ciudad  y  de  Sü 
tierra,  como  se  compBd  en  todo.  - 


CAPITULO  XY. 

Viene  el  rey  lozeí  á  España,  y  rcúnense  los  atníres  contra  Alfonso. 

Luego  que  el  rey  Juzef  vt6  otorgada  la  donación  de  la  isla  se  óu- 
menzó  á  Asponer  para  pasar  en  España.  Congregó  sus  alcaides  y  gente 
de  guerra,  llatilándMos  á Marruecos,  y  anunciándMes  cotao  pensaba 
pesar  á  Espafta  contra  cristianos,  y  en  pocos  dias  se  le  juntó  mucha 
^ntey  con  ella  partió  camino  de  Gebta.  £1  rey  de  Sevilla  Almutamed 
Aben  Abed  viendo  ya  la  ocasión  en  las  manos,  considerando  elriesgt) 
que  todas  sus  cosas  tenian ,  y  teniendo  aviso  del  cerco  de  Zaragoza ,  que 
tttaba  muy  apurada  por  el  rey  Alfonso  t  sabiendo  ya  también  como 
Jozef  habla  saKdo  de  Marruecos  para  Gebta ,  creyó  que  le  convenia 
pasar  en  persona  á  prevenir  al  rey  Juzef  en  su  favor ,  siempre  deseoso 
de  llevar  adelante  sus  ambiciosas  miras.  Embarcóse  en  Sevilla  con  muy 
Incida  compaáia  de  nubles  andaluces  y  pasó  allende  el  mar  y  fué  ¿  vi^ 


376  BISTORU  HE  LA  DOIIIllá€KHI 

sitar  á  Joief,  ¿qaien  encontró  eníierra  de  Tanja  en  sillo  ooooeidopor 
Yelila  á  tres  jornadas  de  Cebta,  Recibióle  muy  bien  Juzcf ,  j  Aben  Abed 
le  habló  ddi  estado  de  Andalucía ,  y  le  dijoque  en  él  consistia  la  libertad 
j  seguridad  de  los  muslimes  de  ella ,  que  yolase  á  sacarlos  de  sos  con- 
tinuos temores ,  y  de  la  angustia  que  los  oprimia  y  conturbaba.  Le  pon- 
deró las  victorias  y  soberbia  del  rey  Alfonso ,  los  sitios  y  correrías  con 
que  infestaba  la  tierra ,  y  como  ya  tenia  cercada  y  á  punto  de  perderse 
la  ciudad  de  Zaragoza ,  una  de  las  principales  c^tes  de  los  árabes  de 
España,  que  por  presto  que  fuese,  tal  vez  seria  demasiado  tarde  pan 
llegar  á  socorrerla.  Le  habló  de  los  amires  y  de  las  prendas  de  cadaono, 
y  de  los  males  de  la  discordia  y  desunión ,  causa  única  de  la  decadencia 
y  ruina  del  oslado.  Juzef  ben  Taxfln  le  respondió  :  Torna  luego  ato 
tierra,  cuida  de  tus  cosas,  que  yo  iré  allá,  si  Dios  quiere,  y  seré  vuesiru 
caudillo  y  venceremos :  iré  en  pos  de  ti.  Tomóse  Aben  Abed  á  Espada, 
7  entró  Ju^ef  en  Cebta  y  dis|iuso  y  apercibiólo  conveniente  para  el  pa- 
sage  y  expedición ;  previno  las  naves ,  allegó  sus  banderas  y  gente,  y 
ordenadas  y  dispuestas  las  cosas  cumplidamente  para  el  gobierno  de]¿ 
provincias  de  Velad  Zabara ,  de  Alkibla ,  Zaba  y  Almagréb,  y  pronta  la 
gente  de  aquellas  tribus,  mandó  que  pasase  el  ejército  á  España,  y  tué 
tanta  la  gente  que  pasó  que  solo  su  criador  puede  contarla. 

Desembarcó  esta  infinita  mucbedumlnre  en  la  isla  Yerde ,  y  acampú 
en  sus  plazas.  Pasó  el  mismo  Juzef  Aben  Taxfin  con  Ibrabim  y  con  una 
tropa  de  caudillos  almorávides  de  Lamtuna ,  de  quienes  hada  mudtt 
cuenta ,  y  los  honraba  y  trataba  con  mucha  estimación  y  agrado.  Luego 
que  entró  en  su  nave  y  se  puso  sobre  ella  extendió  sus  manos  al  délo  y 
rogó  á  Dios  altísimo,  y  dijo  en  su  súplica :  ¡  Allahuma !  si  ha  de  ser ,  tú. 
Señor,  lo  sabes ,  para  bien  de  los  muslimes  este  mi  pasagc  aplaca  y  tran- 
quiliza este  mar,  y  si  no  ba  de  ser  de  provecho  poule  embravecido  y 
tempestuoso  que  no  permita  el  paso  :  y  luego  en  aquel  punto  sosegó 
Dios  el  mar  y  se  quedó  muy  sereno  y  sosegado ,  y  pasó  su  nave  con  ex- 
traña velocidad.  Fué  su  pasage  día  jueves  en  el  interluniode  Rabií 
primero  del  año  479  (1086) ,  y  desembarcó  venturosamente  en  la  isla 
Verde ,  y  rezó  alli  aquel  dia  su  ázahí  de  adobar ,  y  salió  de  la  ciudad  á 
recibirle  con  lucido  acompañamiento  el  gobernador  Aba  Chalid  Aradila 
Yezid,  hijo  menor  del  rey  Aben  Abed,  que  asi  se  lo  ordenó  su  padrví 
y  en  la  puerta  de  k  ciudad  de  Algecira  estaban  esperando  d  rey  Almu- 
lamed  Aben  Abedy  todos  los  amires  de  España  con  muchos  principales 
alcaides  y  caballeros,  y  aquella  tarde  hubo  su  consejo  con  iodos  ellos 
acerca  de  la  expedición.  En  el  tíenqx>que  alli  estuvo  d  ejérdlo  de  Juznf 
acampado  restaurólos  muros  debciudaden  las  partes  qucestabanapor- 
tillados,  ylevantó  dgunas  torres  que  habiaarruinadas  y  caidas,yalrede- 
dor  del  muro  hicieron  su  foso,  y  seabasteció  la  fortaleza  conmucbas  provi- 
siones para  muchos  dias ,  y  puso  Juzef  en  ella  un  Imen  presidio  de  esco- 
gida gente  con  orden  de  que  la  guardasen  siempre  con  mucho  cuidado, 
y  que  quedasen  y  habitasen  alli  siempre.  Esta  fué  la  primera  pasada  del 
rey  Juzef  en  España  de  las  cuatro  que  ¿  ella  hizo  en  toda  su  vida,  cchdo 
después  veremos.  El  rey  Aben  Abed  partió  á  Sevilla  para  prevenir  pro- 


se  L08  AIUBES  EN  ESPAAa.  S77 

Tíiíoiiesy  nmcboft  regalos  para  ios  AlmoraTides  que  yenian  á  su  soeorro, 
y  dada  orden  en  las  cosas  de  Algecira  marchó  Jozef  con  su  hueste  hacia 
SeTíIla.  Algunos  dicen  que  el  rey  Aben  Abed  encontró  al  rey  Juzef  ¿ 
una  jomada  de  Algecira ,  y  al  llegar  delante  de  ¿1  hizo  demostración 
de  apearse  por  cortesía  para  besarle  las  manos ;  pero  Juzef  no  lo  con- 
si'nlió,  adelantándose  á  saludarle ,  y  luego  fueron  juntos  en  conversa* 
don  y  platicando  largamente  de  los  negocios  de  la  guerra,  y  entretenién- 
dole con  ingeniosas  palabras  por  el  camino.  £1  ejército  gozal^  por  el 
camino  de  buenos  alojamientos  y  provisiones  en  abundancia,  que  todo 
estaba  prevenido  por  el  rey  Aben  Abed ,  y  se  repartian  con  mucho 
concierto  conforme  la  calidad  y  nobleza  de  cada  persona.  No  cesaba  el 
rej  de  Sevilla  de  admirar  la  muchedumbre  de  escogida  gente  que  traia 
el  rey  Juzef,  y  tenia  por  cierto  desde  entonces  que  seria  muy  venturosa 
esta  jomada  contra  el  rey  Alfonso. 

la  fama  de  esta  venida  de  los  moros  Almorávides  voló  al  campo  y 
hueste  del  rey  Alfonso  que  estaba  sobre  Zaragoza,  y  luego  levantó  el 
cerco  pensando  salir  al  encuentro  del  rey  de  los  muslimes.  Hubo  Alfonso 
su  consejo  con  sus  caudillos,  y  escribió  al  rey  dolos  cristianos  Aben 
Radmir,  maldígale  Alá,  y  al  Barhanis,  que  el  primero  tenia  cercada 
Medina  Tartuxa ,  y  el  segundo  andaba  en  tierra  de  Valencia ,  y  los  dos 
vÍDÍeron  con  sus  gentes  en  su  ayuda  y  se  juntaron  con  él.  Asimismo 
envió  á  llamar  sus  gentes  de  GelaJikia ,  Castilia  y  Bayona ,  y  le  vino  de 
to9as  estas  provincias  gentío  innumerable;  y  cuando  estas  tropas  do 
Ínfleles  se  juntaron  con  las  del  rey  Alfonso,  y  los  tuvo  en  sus  manos , 
congregó  sus  caudillos  y  condes,  y  convinieron  en  que  convenia  salir 
al  encuentro  al  rey  Juzef  Aben  TaxGn ,  y  al  ejercito  de  los  Almorá- 
vides. 

El  rey  Juzef  y  sus  Almorávides  llegaron  á  Medina  Sevilla ,  y  el  ejér- 
cito se  detuvo  en  cUa  ocho  dias ,  no  solo  por  descansar  sino  también 
para  prevenir  lo  necesario  para  la  jomada,  y  los  amires  de  Andalucía 
mandaron  á  sos  gentes  que  acudiesen  á  la  hueste ,  camino  de  Badalyoz , 
j  de  todas  las  provincias  se  congregaron  los  muslimes  de  España ;  solo 
se  excusó  el  amir  de  Almería ,  porque  tenia  cerca  de  si  un  frontero  cris- 
tiano que  le  daba  cuidado.  Envió  el  rey  de  Algarbe  á  su  hermano  Al- 
moslanser  para  prevenir  provisiones  por  aquella  tierra  para  los  hombres 
y  para  los  caballos.  ¥  como  ya  estuviesen  todos  los  amires  y  cabezas  de 
las  dudadcs  con  sus  banderas,  se  despidió  la  gente  que  parecía  inútil 
para  pelear  -.  y  luego  movió  la  hueste  de  Sevilla  :  la  delantera  la  condu- 
ela él  mismo,  y^por  mano  de  su  caudillo  AbuZuleyman  Uaud  bcn  Ayxa 
con  diez  mil  caballos  almorávides  *.  seguían  los  amires  de  España  Al- 
mutamed  Muhamad  Aben  Abed  de  Sevilla ,  Balkin  ben  Habúx,  rey  de 
Granada,  Aben  Muslama,  señor  de  Almatgar  la  alta.  Aben  Dylnún 
Vahye,  señor  de  Valencia,  Onmr  bcn  Alafxas,  rey  de  Algarbe  :  los  walíes 
ben  Azun,  ben  Gaduny  ben  Zaydun;  y  mandó  Juzef  que  todos  estos 
amires  y  señores  fuesen  en  una  sola  hueste  con  sus  andaluces ,  y  que 
los  acaudillase  Aben  Abed,  rey  de  Sevilla, yel  ejército  de  los  Almorávi- 
des formaba  otra  hueste  á  parto ,  y  asi  caminaban  de  manera  que  el 


m  RlSfOftlA  DE  lA  MMtffAClOH 

lo^r  que  dejaba  Aben  Abed  por  la  mafiattá)  le  ocupaba  ala  tarde  Ju- 
zef  con  sus  Almorayides,  y  asi  continuaron  sns  marchas  hasta  ({oe  tli!- 
garon  á  Medina  Artuxa ,  donde  se  detuvieron  tres  dias. 

Cuéntase  que  antes  de  salir  de  Toledo  el  rey  Alfonso  rió  en  sudBos  una 
espantosa  visión  que  le  puso  mucho  temor ,  y  la  vio  no  una  vez  sino 
muchas.  Parecíale  pues  en  sueños  estar  á  caballo  sobre  un  elefante,  y 
que  á  su  lado  estaba  colgado  en  alto  un  alambor ,  y  parecíale  qoc  es- 
tando aili  pendiente  él  mismo  lo  tocaba  y  hacia  prodigioso  estruendo, 
de  lo  cual  tomaba  tanto  temor  y  espanto  que  luego  despertaba  atónito 
y  despavorido ,  y  como  esto  no  fuese  sueño  de  una  noche  sino  de  varias, 
le  pareció  ser  cosa  considerable ,  y  aunque  sabia  que  los  sueños  por  lo 
común  son  especies  vanas  que  proceden  de  diversas  causas  naturales 
que  excitan  la  imaginación ,  con  todo  eso  pensó  que  muchas  veces  snelc 
Dios  representar  estas  cosas  ]^randes  á  las  almas  en  aquel  estado  de  re- 
poso y  quietud ,  dando  asi  como  vislumbres  de  las  cosas  y  grandes  acae- 
cimientos futuros.  Asi  que  como  una  noche  le  hubiese  dispertado  esta 
Vision  con  mucho  sobresalto  y  angustia ,  estuvo  desvelado  y  con  inquie- 
tud hasta  que  fué  de  dia ,  y  luego  que  amaneció  mandó  llamar  á  sos 
mayores  letrados  y  sabios  de  los  cristianos ,  obispos ,  clérigos  y  rabíDos 
de  judíos  sus  vasallos,  por  pareccrle  que  estos  son  nías  dados  á  estas 
adivinanzas  é  interpretaciones  de  sueños.  Venidos  á  su  presencia  el  rey 
les  hizo  cumplida  relación  de  su  ensueño ,  contándole  con  mucha  pro- 
lijidad y  muy  por  su  orden ,  y  añadió  :  Tx)  que  en  esto  mas  me  mard- 
villay  espanta  es  la  extrañezá  del  elefante ,  animal  que  no  se  cria  ni  le 
hay  en  nuestras  tierras ,  y  ademas  aquel  alambor  que  vi ,  no  es  de  h 
forma  y  figura  de  los  que  usamos  y  hemos  visto  en  España :  todo  esto 
me  maravilla,  y  así  mirad  qué  puedej  ser  esto,  y  qué  significa ,  y  avi- 
sadme luego  de  ello.  Los  sabios  se  retiraron  y  consideraron  aquella  tísíod 
y  ensueño,  y  venidos  en  presencia  del  rey,  le  dijeron  :  Señor,  este  la 
ensueño  y  visión  significa  que  vencerás  este  grande  ejército  qne  V» 
muslimes  han  juntado  contt*a  ti ,  y  que  despojarás  sus  realeo,  y  te  apo- 
derarás de  las  riquezas  que  traen  consigo,  que  ocuparás  sns  tierras,  y 
solverás  victorioso  con  muy  honrada  y  gloriosa  fama  ^  qne  divulgará 
tu  triunfo  por  todas  partes;  pues  el  elefante  en  que  te  parecía  venir  cs- 
balgando  es  este  rey  Juzef  Aben  Taxfin ,  señor  de  las  dilatadas  tiernis 
de  África ,  el  cual ,  asi  como  el  elefante ,  se  ha  criado  en  sus  desiertos  y 
ha  salido  de  ellos  para  que  tú  le  venzas  y  subas  sobre  él ,  á  pesar  de  m 
gran  poderío ,  y  el  extraño  atambor  qne  toüabas  signl^ca  la  estrada  y 
singular  fama  que  se  esparcirá  y  oirá  en  todo  el  mundo  de  tu  insigne 
victoria.  Con  atención  había  escuchado  el  rey  aquella  declaración,} 
acabando  de  oírla  les  dijo  :  Paréceme  que  Vais  muy  lejos  déla  verdadera 
declaración  de  mi  ensueño ,  que  me  da  el  corazón ,  y  cierto  que  no  suele 
engañarme ,  anuncios  que  espantan  y  atemorizan ;  y  diciendo  eslorol- 
vióla  cabeza  á  unos  caballeros  muslimes,  tasallos  sbyos  que  aDíenla 
sala  estaban,  y  les  dijo  :  ¿Sabéis  vosotros  por  Vctilura  de  algún  alimede 
vuestra  nación  que  entienda  de  interpretación  de  ensueños?  y  le  res- 
pondieron qne  si ,  que  aüi  én  Toledo  había  uii  sabio  que  enseiSaba  eo 


M  ÍM  áftáBfiS  m  tíPÁÑk,  S79 

qna  mesqnita,  que  lo  haría  á  sa  satisfacción.  Mandóles  que  le  trajesen 
á  SD  presencia ,  que  deseaba  verle  y  hablar  con  él  sobre  este  negocio. 
FaéroDle  á  buscar,  que  era  el  faki  Mohamad  ben  Iza ,  que  era  natural 
deMagama,  y  le  dijeron  como  dréy  le  llamaba  y  deseaba  ver.  £1  les 
(reguntó  si  sabían  para  qué  le  llamaba  :  ellos  le  dijeron  lo  que  en  el 
caso  hablan  entendido ,  y  que  el  rey  deseaba  que  le  declarase  su  eh- 
nefio,  y  el  faki  les  dijo  :  No  quiera  Dios  que  yo  pise  los  umbrales  de 
no  infid  para  ese  fin  :  y  como  le  ponderasen  cuánto  conyenia  á  su 
iKMior  ir  á  la  presencia  de  tan  poderoso  rey ,  eliáki  les  dijo :  Dios  es  mi 
sedor  y  mi  amparador ,  y  en  sus  manos  está  el  mal  ó  bien  que  puede 
svcedóme.  Los  caballeros  viendo  su  determinación  se  disgustaron 
OHicho ,  y  para  no  causar  desabrimiento  al  rey  por  donde  al  sabio  vi- 
Diese  mal ,  le  excusaron  con  el  rey  diciéndole  t  Señor ,  es  un  hombre 
hoQjkieyfakt  austero,  y  estos  tales  no  tienen  por  licito  el  entrar  en 
k»  palack»  y  casas  de  los  grandes ,  y  puesta  que  esta  es  una  delicadeza 
de  SQ  ley )  de  su  humildad  religiosa ,  parece  disculpable  :  asi  que  si  á 
V.  A.  parece ,  nosotros  con  vuestra  licencia  contaremos  al  sabio  el  en- 
sueño, y  traeremos  la  declarack>n  que  hiciere ,  que  esperamos  ser¿  ver^ 
dadera.  El  rey  fué  contento  de  eUo^  y  les  hizo  relación  de  su  sueik>y 
^mn ,  y  con  esto  volvieron  al  faki  Muhamad  ben  Iiá  de  Magama , 
que  estaba  leyendo  en  la  mezquita  que  estaba  dentro  de  Toledo ,  que 
<va  almoerí  de  ella ,  y  te  contaron  por  extenso  la  visión  del  rey ,  y  lo 
rogaron  que  la  meditase  pCMtpie  era  cosa  gravo  y  de  mudia  importancia 
el  satisfacer  al  deseo  del  rey.  El  faki  después  de  sus  meditaciones  les 
dijo :  Id  al  rey  y  decidle  que  el  cumplimiento  de  su  Vision  y  ensueilo 
está  muy  cercano,  y  que  significa  que  será  vencido  con  torpe  venci* 
Duenio  y  gran  matanza ,  y  que  huirá  con  pocos  de  los  suyos,  y  que  la 
victoria  ser*  de  los  muslimes ,  y  que  esta  declaración  se  saca  del  hon** 
ndo  Alcorán  en  donde  dice  :  ¿No  veis  loque  hizo  vuestro  Dios  á  loé 
M  elefante,  no  hito  que  se  deshiciesen  en  nada  y  envileció  sus  mal^ 
vadas  intenekmea?  ¿  no  envió  sobre  ellos  los  pájaros  de  Babil  ?  Palabras 
lOQ  estas,  dijo  el  faki ,  que  declaran  la  derrota  y  vencimiento  del  rey 
de  los  abexies  Abraham  cuando  subió  con  poderosa  hueste  contra  Ara- 
bía intentando  destruir  la  easa  de  Dios  Alharam ,  para  lo  cual  venia 
cabalgando  en  un  ciiorme  elefante ,  y  envió  Dios  los  pájaros  de  Babil  ^ 
que  con  piedras  de  ardiente  fuego  destruyeron  aqud  ejército,  y  de»* 
barataron  los  intentos  vanos  del  rey  de  Etiopia ,  convirtiendo  su  pompa 
y  soberbia  en  vileza  y  polvo ;  y  aquel  alambor  que  el  rey  dice  que 
pendía  colgado  en  alto  y  que  él  mismo  lo  tocaba ,  este  significa  que  aquel 
día  en  que  se  oirá  el  estruendo  de  los  atambores  y  trompetas ,  será  dia 
espantoeo ,  horrible  y  de  daño  atroz  para  los  infieles.  Llevaron  esta 
declaración  al  rey,  que  demudó  d  color  al  oifla ,  y  les  £jo !  Pues  por 
I>io9  que  si  ese  vuestro  alfaki  me  miente  que  yo  le  haré  que  sirva  de  es^ 
<^nnk;nlo. . .  y  dicen  que  cuando  el  alfaki  oyó  luego  esta  fiera  ainenaza 
del  rey  que  hi  despreció ,  y  dijo  :  Mi  el  rey  ni  nadie  puede  ofenderme 
lin  la  voluntad  de  Dios. 


S80  HISn»UA  DE  Lk  DOMIMAaW 

CAPITULO  XVI. 

BaUlIadeZalaca. 

Gomo  el  rey  Alfonso  hubiese  aUegado  sus  gentes,  que  era  chusma 
innumerable ,  y  mas  de  ochenta  mil  caballos  ^  de  ellos  los  cuarenta  mil 
eran  de  grave  armadura ,  cubiertos  de  hierro ,  y  los  otros  que  parle  de 
ellos  eran  árabes ,  que  le  ser vian  como  treinta  mil ,  eran  de  caballería 
ligera,  pues  venían  en  su  campo  muchos  muslimes,  partió  al  cncaenlro 
dd  rey  Juzef ,  y  cuando  ambas  huestes  se  acercaron  y  pusieron  sos 
campos  cercanos  en  tierra  de  fiadalyoz ,  en  el  bosque  y  llanos  qae  lla- 
man de  Zalaca ,  á  cuatro  leguas  de  aquella  ciudad ,  dispuso  Almutamcd 
rey  de  Sevilla ,  que  se  pusiesen  en  dos  campamentos  apartados  pan 
mayor  terror  y  espanto  dd  enemigo,  que  en  verdad  era  espectácubqoe 
atemorizaba.  Pasaba  entre  los  cristianos  y  los  muslimes  el  rio  de  Bada- 
joz,  que  llamaban  Nahar-Hagir,y  bebían  de  sus  aguas  ambos  ejércitos. 
Dlcese  que  entonces  escribió  el  rey  Juzef  una  carta  al  rey  Alfonso,  otros 
dicen  que  la  escribió  en  Medina  Artuxa,  en  que  le  proponía  una  de 
tres  cosas,  o  que  se  hiciese  mnslim  dejando  la  fe  de  Cristo ,  ó  que  se  hi- 
ciese su  vasaUo  pagándole  tributo  cada  año ,  ó  que  se  dispusiese  á  la 
batalla ;  y  lo  deda  también :  Oído  he ,  rey  Alfonso ,  qne  deseabas  tener 
naves  para  pasar  á  mis  tierras  en  busca  mía,  ves  pues  aquí  que  te  he 
ahorrado  de  ese  trabajo ,  y  vengo  en  persona  á  buscarte  en  las  tuyas,  j 
Dios  nos  ha  juntado  en  este  campo  para  que  veas  el  fln  de  tu  présuncioa 
y  de  tu  deseo.  Escrita  y  enviada  esta  carta,  cuando  llegó  á  manos  de 
Alfonso  contaba  el  enviado  que  luego  que  la  leyó  la  arrojó  al  suetomoj 
encolerizado ,  y  con  gran  saña  y  altanería  dijo  al  mensagero  :  Ye  7  dii 
lu  amir  que  no  se  oculte ,  que  en  la  batalla  nos  veremos.  Hubo  desjmes 
entre  los  ejérdtos  y  los  caudillos  muchas  demandas  y  respuestas  sübiv 
el  orden  y  día  déla  batalla ,  y  en  esta  ocasión  dicen  que  escribió  Alfoosu 
una  carta  cautelosa  al  rey  Juzef  diciéndole  en  ella ,  que  por  ser  viernes 
el  día  siguiente  y  Gesta  para  sus  muslimes,  seria  bien  que  no  se  diese  eo 
él  la  batalla ;  que  luego  el  siguiente  era  sábado,  fiesta  también  para  los 
judíos,  de  los  cualeshabia  muchos  en  su  hueste ,  y  que  no  era  justoque 
atropellasen  su  fiesta ,  que  por  consiguiente  tampoco  se  debía  dar  la 
batalla  en  aquel  día;  que  después  el  otro  que  seguía  era  d  domingo, 
fiesta  de  los  cristianos ,  y  no  convenia  dar  la  batalla  en  d  por  la  mi^nu 
razón,  qué  esperasen  que  llegara  diunes ,  en  d  cual  de  común  acuerdo 
(KMlian  trabar  su  batalla ,  y  pdear  de  poder  á  poder  sin  ningún  escrú- 
pulo. Decía  esto  porqut  pensaba  engañará  los  muslimes,  y  dareaell(b 
de  sobresalto  cuando  menos  pensaran.  £1  rey  Juzef  con  acuerdo  de  los 
amíres  de  Andalucía  le  respondió ,  que  se  hiciese  como  el  rey  Alfoosu 
quería ,  y  que  se  diese  la  batalla  el  lunes  14  de  la  luna  de  Regeb  d<'l 
año  47*9  (1086).  £1  rey  de  Sevilla  dyoal  rey  Juzef  que  estuviese  alcnlu 
y  preparado  para  la  pelea,  que  el  enemigo  era  muy  artero  y  astuto  en 
las  estratagemas  y  engaños  de  la  guerra.  Venida  k  noche  dd  dia  de 


BE  LOS  ÁRABES  EH  ESPAÑA.  38  i 

Regeb,  repitió  Aben  Abed  sos  avisos  y  exhortaciones  para  qne  todos 
rstaviosen  listos  para  la  pelea ,  y  envió  espías  y  campeadores  á  caballo 
hada  el  campo  enemigo,  para  qae  anotasen  sus  movimientos,  y  annn- 
nasen  con  diligencia  cuanto  viesen  :  y  en  esto  se  ocupó  hasta  el  alba 
del  dia  Alginma ,  y  estando  Aben  Abed  en  la  azala  Asohbi ,  que  ya  que- 
ría amanecer  y  alboreaba  el  dia ,  descubrió  que  venia  corriendo  un  espia 
de  ]os  campeadores  que  andaban  oteando  el  campo  enemigo ;  y  le  dijo  : 
Moley,  ya  el  enemigo  principia  á  moverse  contra  los  muslimes  con  un 
fientio  innumerable  como  espesas  bandas  de  langosta ;  y  luego  envió 
este  aríso  al  rey  Juzef,  y  dicen  que'en  este  punto  consultó  Aben  Abed 
Á  un  SQ  astrólogo  que  levantó  Ggura ,  y  le  dijo :  Muley,  será  este  dia 
mj  infausto  si  los  muslimes  entran  en  batalla ,  y  esto  no  quiso  Aben 
Abed  decirb  al  rey,  ni  á  los  otros  amires  por  no  atemorizarlos ,  ni  que 
le  toTÍesen  por  tímido  que  miraba  en  estrellerías.  £1  aviso  de  Aben  Abed 
halló  al  rey  Juzef  en  sus  estancias  listo  y  preparado  para  la  batalla , 
repitiendo  sus  exhortaciones  y  que  nadie  habia  dormido  en  su  campo 
aquella  noche :  y  envió  á  su  caudillo  Ahnudafar  Davud  ben  Ayxa ,  con 
rrao  tropa  de  ballesteros ,  y  su  delantera  de  caballería  de  los  Almora» 
Tídes  que  habia  escogido  'para  vanguardia.  Este  Davud  ben  Ayxa  era 
nay  «forzado  caballero,  que  no  tenia  par  entre  los  muslimes  en 
denuedo  y  ánimo ,  y  era  muy  ejercitado  en  los  trances  peligrosos  de  las 
batallas. 

Habia  el  enemigo  do  Alá,  el  tirano  Alfonso,  dividido  su  ejército  en 
dfis  haces,  y  envió  su  delantera  contra  los  muslimes  pensando  tomarlos 
desprevenidos,  i'  se  adelantaron  sus  campeadores  roas  esforzados,  y 
trabaron  escc/amuza  con  los  de  Ben  Ayxa  que  fueron  poco  venturosos, 
}  se  retiraron  con  harto  mal  suceso.  Vueltos  unos  y  otros  á  sus  alma- 
fallas  y  ordenaSza,  pocas  horas  después  se  comenzó  á  oir  nueva  gritería , 
estruendo  de  gente  y  trompetas ,  y  mandó  el  rey  de  Sevilla  á  su  astró- 
i«^o  qoe  hiciese  observación  de  nuevo,  y  en  aquel  punto  la  haUó  muy 
próspera  y  que  ofrecía  gloriosa  victoria  á  los  muslimes ,  y  luego  envió 
este  anuncio  al  rey  Juzef  en  cuatro  versos ,  que  era  Aben  Abed  exce- 
leote  poeta : 

Ira  de  Dios  á  la  cristiana  Renie, 
Cruda  matania  por  tu  espada  envia , 
El  cielo  anuncia  el  hado  de  victoria , 
V  á  los  muslimes  venturoso  dia. 

Entonces  el  rey  Juzef,  que  se  habia  apesadumbrado  mucho  con  el 
suceso  de  la  escaramuza ,  se  animó  con  esta  nueva ,  y  luego  rodeó  á 
(aballo  toda  su  gente ,  y  se  holgó  de  verlos  en  aquel,  punto  tan  ganosos 
d^"  pelear.  El  rey  Alfonso  movió  su  delantera ,  y  acometió  contra  la 
hueste  muslímica  de  Juzef  que  acaudillaba  Davud  ben  Ajrxa ,  y  se  trabó 
"^ogríenta  y  atroz  pelea.  Mantuvieron  con  fuerte  corazón  los  muslimes 
«qnel  terrible  encuentro,  y  el  enemigo  de  Dios  los  arroUaba  y  atrope- 
Haba  con  la  muchedumbre  de  su  gente ,  como  si  fuesen  una  creciente  ú 
avenida ,  y  tan  juntos  y  trabados  estaban  que  se  herian  y  despedazaban 
<^  las  espadas ,  porque  ya  las  lanzas  rotas  eran  inútiles.  La  segunda 


382  mOTORU  BE  LA  DOMINAaOll 

boeste  del  tirano  Alfonso  la  mandaban  7  oondacian  ASwr  HanisT 
García  Aben  Radmir,  j  estos  la  llevaron  y  dejaron  caer  con  impetn 
sobre  el  campo  de  Aben  Abed  y  de  los  otros  amires  de  Andalucía ,  y  k» 
rodearon  y  cubrieron  que  no  se  yeian  anos  á  otros ,  como  las  sonütns 
de  la  oscura  nocbe  cubren  y  ocultan  las  cosas,  y  los  muslimes  seta- 
vieron  por  perdidos  y  comenzaron  á  retraerse ,  y  en  fin  los  pusiéronlos 
cristianos  en  desordenada  fuga  bácia  Badajoz.  S(dos  mantenían  con  Ta- 
lor  la  pelea  sin  volver  la  cara  los  cabaUeros  de  Sevilla ,  que  acaudillaba 
el  animoso  y  valiente  Aben  Abed  su  rey,  y  peleaban  como  heridos 
leones  rodeados  de  la  multitud  que  sobre  ellos  solos  cargaba  la  faena  7 
peso  de  los  mas  valientes  enemigos ,  y  manifestaron  aquel  día  su  heróioo 
valor  y  bárbara  constancia.  Uegó  aviso  á  Juzef  ben  Tai[fin  del  rompi- 
miento y  calamitoso  encuentro  de  los  andaluces  y  la  desordenada  faga ,  J 
como  Aben  Abed  y  Aben  Ayxa  mantenían  con  sus  valientes  compaftias 
el  mayor  tropel  de  la  batalla,  muriendo  aDi  muchos  nobles  muslimes 
como  buenos  y  esforzados  varones :  y  envió  á  su  caudillo  Syr  beo  Abi 
Bekir  con  las  cabilas  alárabes  de  los  muslimes  Zenetes ,  Masamudei  7 
Gomares ,  y  otras  cabilas  berberíes  que  estaban  en  su  campo  depreten- 
cion  para  que  volasen  al  socorro  de  Daud  ben  Ayxa  su  caudillo,  y  del 
esforzado  r^  de  Sevilla  Aben  Abed ,  y  el  mismo  Juzef  se  adetoató  con 
su  guardia  lamtuna  y  cabilas  almorávides ,  aenetes  y  sanhagas,  dfaigiéo- 
dose  á  \os  reales  y  tiendas  del  rey  Alfonso ,  que  estaba  muy  ocupado  y 
revuelto  en  lo  mas  recio  de  la  batalla ,  y  estaban  los  reales  con  poca 
guardia :  acometieron  á  las  tiendas  y  las  entraron  sin  mucba  resistendif 
atropellando  y  despedazando  á  los  caballeros  que  las  defendían,  y  tam- 
bién entraron  en  el  pabellón  de  Alfonso ,  y  pusieron  fuego  al  campo  por 
diver^  partes.  El  rey  Alfonso  andaba  en  lo  mas  ardiente  de  labat^ 
y  tenia  ya  vencidos  y  desbaratados  á  los  de  Aben  Ayxa ,  y  sus  gente 
buian  llenas  de  confusión ;  cuando  la  caballería  de  Alfcmso  encontró  i 
los  de  su  campamento  que  venían  á  refugiarse  á  ellos ,  buyendo  dd  nj 
de  los  muslimes  Juzef,  que  con  su  tropa  de  retaguardia  á  tambor  ba« 
tiente  y  banderas  desplegadas  los  acosaban  y  perseguían ,  y  los  valieotes 
Almorávides  destrozaban  con  sus  espadas  á  los  infieles ,  y  sedientos  de 
su  sangre  se  abrevaban  en  los  lagos  que  de  ella  se  hacían.  Quemaroo 
las  tiendas  de  los  cristianos  y  cuanto  babia  en  su  campamento,  y  roba- 
ron su  haram  y  sus  riquezas,  que  aquel  dia  fueron  pródigos ,  tal  era  so 
liberalidad  que  las  derramaban  como  su  propia  sangre.  Entonces  re- 
volvió Alfonso  su  delantera  contra  él  en  orden  terrible  de  batalla ,  y  sos 
tropas  acometieron  impetuosas  á  las  del  rey  Juzef,  y  se  renovó  la  mas 
reñida  y  sangrienta  pelea  entre  ambos  ejércitos  con  tanta  saña  y  atroz 
matanza,  que  nunca  se  vio  ni  oyó  semejante.  Andaba  el  amir  Juief 
entre  los  escuadrones  de  los  muslimes  exhortándolos  ála  constancia  j 
animándolos  á  la  pelea  y  camino  de  Dios,  y  les  decía:  ¡  O  compañías 
de  los  muslimes ,  ánimo !  Ea ,  buen  ánimo  en  esta  pelea  y  santo  algiiuid , 
que  Dios  ha  numerado  ya  y  disminuido  á  los  infieles,  y  el  premio  de 
vuestro  martirio  es  el  paraíso ,  y  los  que  han  muerto  en  esta  pdea  y* 
gozan  en  la  bienaventuranza  delicioso  galardón  y  etonK»  pramios.  ^^ 


D£  LOS  ARABfiS  tü  £$PAKA.  m 

mismo  tícinpo  peleaba  brayamente  por  su  persona,  y  andaba  ya  sobro 
el  tercer  caballo,  que  no  esquivaba  los  mayores  peligros.  Todos  los  mus* 
limes  pelearon  aquel  día  como  deseando  la  corona  del  martirio ,  y  asi 
parecía  que  buscaban  con  ansia  la  muerte.  £1  rey  Aben  Abed  y  su  es« 
forzada  caballería  contendían  peleando  desesperados  de  vivir  porque  no 
sabían  el  estado  de  la  batalla :  y  cuando  de  improviso  vieron  derrotados 
á  los  cristianos ,  y  que  despedazaban  y  berian  sus  espaldas  los  alfaBJef 
moriscos ,  dijo  Aben  Abed  á  los  suyos :  £a,  amigos,  á  ellos,  que  Dios  los 
hacontadío :  y  apretaron  contra  los  cristianos  con  nuevo  esfuerzo,  y 
siguieron  acaudillados  por  Syr  ben  Abi  Bekir,  y  con  los  que  le  seguían 
iie  las  tribus  alárabes  de  Zenetes,  Masamudcs  y  Gomares ,  que  renova- 
ron la  batalla  y  acabaron  la  derrota  de  las  huestes  cristianas,  y  se 
recobró  la  gente  q|ie  babia  huido  con  desorden  al  principio  de  la  ba- 
talla ,  y  se  había  refugiado  hacia  Badajoz ,  que  todos  estos  cuando  enten- 
dieron que  amir  Juzef  ben  Taxfin  babia  vencido  y  llevaba  atropellados 
á  los  infieles,  unos  tras  otros,  y  taifa  tras  taifa,  volvieron  al  campo 
de  batalla  y  renovaron  la  sangrienta  lid  contra  Alfonso ,  basta  que  de 
todo  panto  quedó  vencido  -,  pero  no  cesó  la  horrible  matanza  hasta 
puesto  el  sol. 

Coando  el  enemigo  Alfonso  vio  llegada  la  noche  y  que  tgdo  su  ejér^ 
cito  estaba  destruido,  muertos  sus  mas  esforzados  campeadores,  consi- 
derando el  valor  de  los  muslimes  Almorávides,  y  la  intima  unión  de 
k»  muslimes  en  sus  gncrras  sacras ,  conoció  que  no  le  quedaba  otro  re- 
medio que  la  fuga ,  y  que  no  debía  ni  le  con  venia  probar  otra  vez  la  in- 
fausta snerte  de  la  batalla  :  asi  que  desesperado ,  sin  camino  ni  vereda 
derla ,  huyó  delante  de  los  muslimes  con  quinientos  caballeros ,  sin  de- 
jarlos de  perseguir  los  vencedores  Almorávides  espada  en  mano ',  hi- 
néndcdos  pcnr  los  montes  y  por  los  valles ,  y  en  todlas  partes  espigaban 
romo  las  palomas  espigan  los  granos ,  hasta  tanto  que  se  les  entrepuso 
la  noche  con  su  negro  y  tenebroso  velo.  Aquella  noche  pasaron  los  mus- 
limes soi»^  los  destrozados  cadáveres  de  los  cristianos ,  y  despojaron  y 
cautivaron  y  amontonaron  los  despojos  y  armas  de  los  vencidos ,  can- 
tando alabanzas  á  Dios  por  su  favor  y  amparo,  y  asi  estuvieron  hasta  la 
hora  del  alba,  y  la  azala  de  Asdhbi  se  hizo  en  medio  del  campo  de  batalla. 
Fué  esta  de  las  mas  crueles  y  horribles  matanzas ,  y  la  mas  estupenda 
que  Dio%  ha  hecho  en  sus  enemigos  :  en  ella  murieron  los  mas  nobles 
seoofcs  de  los  infieles ,  sus  defensores  y  auxiliares  mas  esforzados ,  sin 
>3lvarse  de  ellos  sino  el  tirano  Alfonso  con  una  corta  compañía  de  ca- 
balleros que  pudieron  apenas  huir  por  la  ligereza  de  sus  caballos ,  de  los 
coales  murieron  después  machos  de  sus  heridas,  tanto  que  entró  el  rey 
.\lfonso  con  cuatrocientos  caballeros  en  Toledo ,  y  algunos  ciento  dk^ 
MI  Camilla  y  propia  guardia  :  fué  este  venturoso  y  feliz  día  viernes* 
J4  de  Regeb  dd  año  479  (1086).  En  él  anticipó  Dios  los  ¡Nremios  de 

•  I>t«r  Mvbamad  AbOelaiix,  que  era  de  la  eaaa  de  Aben  Abed ,  que  un  negro  esela? o  del  rey 
¡ntrf  Mrfd  ron  su  gambea  al  rey  Alfonso  en  un  muslo ,  y  que  el  mi^o  rey  decia  :  Me  ba 
b«-rwlo  tan  ima  hot. 

a  aM<IU1íib  dice  en  ta  aeguada  décadt  de  Regeb. 


384  HISTORIA  DE  LA  DOMIMAGION 

la  fe  y  del  martirio,  como  á  tres  mil  muslimes,  y  mandó  Amir  Amu- 
minin  cortar  las  cabezas  ¿  los  cadáveres  de  los  cristianos ,  se  allcgaroo 
a  su  presencia  en  montones  como  torres ,  y  cuenta  el  Taki  Abu  \abjc 
que  oyó  á  machos  muslimes  que  se  bailaron  presentes  á  esta  gloriosa 
batalla,  que  se  juntaron  tantas  cabezas  de  los  cristianos  muertos,  qac 
amontonadas  al  rededor  de  la  mas  lai^ga  lanza  que  había  en  el  real  bío- 
cada  en  el  suelo  la  cubrian  y  sobrepujaban ;  y  también  escribe  Abu  Me- 
man ,  que  se  haUó  en  esta  batalla ,  que  contándose  las  cabezas  por  ca- 
riosidad  delante  de  Aben  Abed  rey  de  Sevilla ,  se  contaron  basta  veinte 
y  cuatro  mil  cabezas ;  pero  Abdel  Halim  refiere,  cosa  que  parece  increí- 
ble, que  el  rey  Juzef  envió  de  aquellas  cabezas  diez  mil  á  Sevilla,  diez 
mil  á  Córdoba ,  diez  mil  á  Valencia ,  y  otras  tantas  á  Zaragoza  y  Mor- 
cía ,  y  que  envió  á  África  cuarenta  mil  cabezas ,  que  se  repartieron  por 
las  ciudades  para  que  las  gentes  las  vieran ,  y  dieran  gracias  á  Dios  por 
el  Tavor  grande  que  les  habia  hecho,  amparándoles  y  concediéndoles 
tan  importante  y  famosa  victoria,  y  añade  que  seria  el  número  y  suma 
de  los  infieles,  á  buena  cuenta,  ochenta  mil  caballos  y  cien  mil  peones, 
y  de^  estos  los  mas  perecieron  sin  escapar  sino  muy  pocos ,  y  Alfonso 
con  cien  caballeros ,  que  con  tan  estupenda  victoria  humilló  Dios  la  so- 
berbia de  los  infieles  en  España^  tanto  que  no  pudieron  levantar  cabeza 
en  casi  setenta  anos. 

En  este  dia  se  apellidó  Juzef  ben  Taxfin  amir  amuslimin ,  que  anl» 
no  fué  asi  llamado,  pues  por  su  mano  ostentó  el  Señor  triunfante  el 
Islam ,  y  dio  esfuerzo  á  su  pueblo ,  y  escribió  Juzef  esta  señalada  victo- 
ria á  la  otra  banda ,  y  á  Temim  el  Man ,  señor  de  Almedina ,  y  se  pu 
blicó  y  divulgó  la  venturosa  nueva  con  mucha  alegría  en  todas  las  tier- 
ras de  África ,  Almagréb  y  España ,  y  cundió  la  Cama  á  todas  tierras  de 
muslimes ,  y  las  gentes  acrecentaron  su  fervor,  caridad  y  celo ,  y  dieren 
gracias  á  Dios  por  tan  singulares  beneficios.  La  carta  de  lo  acaecido  en 
este  dia  que  envió  á  la  otra  banda  el  amir  Juzef  decía  : 


CAPITULO  XVII. 

Relación  de  U  victoria  de  Zaltci  enriada  por  Juzef  á  la  otra  banda ,  y  por  Aben  AM  á  SetiU'- 

«  Supuesta  la  loa  á  Dios  altísimo ,  celoso  defensor  de  sa  ley :  las  bendi 
ciones  y  engrandecimientos  de  felicidad ,  y  perfección  á  nuestro  señor 
Muhamad  su  excelente  enviado ,  la  mas  noble  y  honrada  criatura ,  cic. 
Al  enemigo  de  Dios  y  tirano ,  maldígale  Alá  :  luego  que  nos  acereamt^ 
á  su  campo  y  concertamos  lo  que  convenia ,  le  anunciamos  nuestra  de- 
terminación ,  y  le  hicimos  nuestra  propuesta  dándole  á  escoger  una  áe 
tres  cosas,  el  Islam ,  el  tributo,  ó  la  guerra,  y  él  prefirió  la  guerra. 
Habiaroos  nosotros  convenido  en  que  la  batalla  se  diese  el  dia  Iones 
12  de  la  luna  de  Regeb ,  y  nos  dijo :  £1  viernes  es  Gesta  de  los  moslimcs, 
el  sábado  de  los  judíos ,  y  en  ambos  nuestros  ejércitos  hay  muchos :  el 
domingo  es  nuestra  fiesta.  Convenimos  paes  en  el  dia ;  pero  este  tira») 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  395 

j  m  gentes  ilo  guardaron  ( como  acostumbraban )  sus  palabras  y  con- 
ciertos ,  cosa  que  nos  acrecentó  el  furor  y  justa  saña  para  la  pelea ,  y 
desconfiando  de  ellos  les  pusimos  campeadores  y  espias  que  oteasen  sus 
moTífluentos  y  nos  avisasen  de  su  estado.  A  la  hora  del  alba  del  día 
Tierocs  12  de  Regeb  dicho,  nos  yino  nueva  de  como  el  enemigo  ya 
JDOvía  su  campo  contra  nosotros ,  y  se  prevenía  para  su  ruina.  Enton- 
en se  adelantaron  á  salir  contra  ellos  los  muslimes  mas  valientes,  y  les 
principiaron  á  causar  desmayo  antes  de  desmayo ,  y  comenzaron  á  nu- 
merarlos antes  de  numeración ,  y  votó  el  ejército  muslim  contra  su  ej^- 
cilo  como  ]as  águilas  sobre  su  presa ,  y  con  su  caballería  los  pararon  con 
acometimiento  de  bravos  leones.  Movimos  nuestras  insignias  de  felici- 
dad y  de  victoria  y  de  Ínclito  martirio,  y  vieron  atemorizados  y  llenos 
de  espanto  la  hueste  lamtuna  acometer  contra  Alfonso ;  y  cuando  los 
cristianos  miraron  sobre  sí  nuestras  banderas  de  fe  y  de  victoria,  y  la 
caballería  gloriosa  nuestra  vencedora  los  deslumhró  con  desmayo  al 
r^yodel  espanto  y  de  la  turbación ,  y  los  asombró  la  nube  tempestuosa 
de  nuestras  lanzas ,  y  cayeron  en  las  hoyas  que  sus  feroces  caballos  ca- 
laban al  trueno  estruendoso  de  los.atambores.  En  este  lazo  cayeron  los 
cristianos  y  su  tirano  Alfonso ,  que  trataba  de  engañar  con  sus  estrata- 
gemas á  los  muslimes ;  pero  los  Almorávides  esforzados  les  acometieron 
á  las  claras.  El  alto  torbellino  del  viento  impetuoso  de  la  batalla,  y  las  es- 
padas montando  en  sangre,  que  las  lanzas  con  penetrantes  botes  sacaban 
de  las  profundas  heridas  que  abrian ,  formaban  copiosos  ríos  de  sangre , 
7  sobre  ella  se  abrian  paso  en  nombre  de  Alá  poderoso  y  excelso  defen- 
sor, y  cada  uno  de  los  valientes  campeadores  ofrecía  al  de  Afranc  y  al 
maldito  Alfonso  copiosos  raudales  que  fts  podían  servir  para  hartarse 
desangre  y  nadar  en  ella  los  cuatrocientos  caballeros  que  de  ochenta 
mil  y  de  cien  mil  peones  le  quedaron ,  gentío  que  trajo  Dios  á  la  Almara 
para  molerlos  y  exprimirlos ,  y  quiso  Dios  librar  á  unos  pocos  malditos 
en  nn  monte  para  que  desde  allí  viesen  su  calamidad.  ¡  Oh  mal  espectá- 
culo !  y  buena  prueba  de  paciencia  y  de  indignación  rabiosa  y  desespe- 
nicíon  irremediable  por  ser  imposible  la  venganza,  sin  quedar  mas  que 
el  Taño  recurso  y  miserable  del  Guai  de  Alfonso ,  que  no  halló  mas  re- 
medio en  su  desventura  que  ocultarse  en  las  tinieblas  de  la  oscura  y 
atezada  noche.  £1  amir  de  los  muslimes ,  el  defensor  de  la  santa  guerra , 
el  numerador  y  destruidor  de  los  ejércitos  enemigos,  dadas  gracias  á 
Dios  con  bendita  seguridad ,  acampaba  sobre  el  carro  del  triunfo  y  de  las 
Tíctorías  y  á  la  sombra  de  las  vencedoras  banderas  insignias  del  amparo 
y  déla  gloria.  Ya  los  caudalosos  rios,  el  Nilo  de  las  algaras  arrebata  im- 
petuoso sus  edificios  y  fortalezas ,  tala  sus  campos,  y  encadena  sus  cau- 
tÍTos ,  y  mira  esto  con  ojos  de  complacencia  y  de  alegría ,  y  Alfonso 
lleno  ite  rabia  con  desmayados  y  tristes  y  vertiginosos  ojos.  De  los  ami- 
res  de  España  solo  Aben  Abed  rey  de  Sevilla  no  volvió  la  cara  al  temor 
de  la  cruel  matanza ,  y  se  mantuvo  peleando  como  el  mas  esforzado  y 
caliente  campeador,  como  el  principal  caudillo  de  los  muslimes ,  y  salió 
de  la  bataUa  con  una  leve  herida  en  un  lado  para  gloriosa  rehquia  de  la 
estupenda  acdon  en  que  la  recibió.  Alfonso  amparado  de  las  sombras  de 

«5 


MS  HISTORIA  P£  lA  DMDMAClOli 

la  oscura  nodbe  se  salvó  bayendo  sin  canóno  cierto  ni  direcdoa,  y  m 
dar  sos  tristes  ojos  al  sueño ,  y  de  los  quinientos  caballeros  que  con  ü 
escaparon  los  cuatrocientos  perecieron  en  el  camino,  y  no  entró  en  To- 
ledo sino  con  ciento.  Gracias  á  Dios  por  todo  esto.  > 

Fué  esto  singular  favor  y  gloriosa  victoria  de  Zalaca  dia  viernes 
12  de  Regeb  del  año  479  (1086),  correspondiente  al  dia  23  del  mes 
de  octubre  Agemi*  Alebata  y  Aben  Grcmhur  y  otros  buenos  poetas 
oetebraron  en  elegantes  versos  esta  victoria ,  y  en  verdad  que  aquel  dia 
no  se  portaron  bien  los  amires  de  España ,  y  sdo  Aben  Abed  fué  de 
ellos  el  que  mereció  alabanza  y  eterno  nombre ;  y  lo  mismo  los  caballe- 
ros  sevillanos  que  acaudillaba ,  pues  él  y  los  de  su  oMnpañia  bicieroo 
proews  admirables.  Algunos  dicen  que  Aben  Abed  sacó  seis  gloriosas 
heridas,  y  él  mismo  hace  memoria  de  esto  en  unos  versos  que  escribió 
poco  después  á  su  hijo  Raxid  $  y  asimismo  cuentan  que  aquel  dia  á  pues- 
tas del  sol  en  tonto  que  Juzef  y  los  AlmcM'avidcs  seguían  el  alcance  á  los 
fogitivos  cristianos,  que  el  rey  de  Sevilla  se  quedó  en  su  pabellón  por 
cansa  de  sus  heridas,  y  con  el  contento  y  gusto  de  la  victoria  tomó  ua 
papel  estrecho  de  un  dedo  y  escribió  en  él  el  suceso  de  la  batalla  á  su  hijo 
Raxid,  que  estaba  en  Sevilla,  con  estas  breves  palabras :  «A  mi  bijoRaiid, 
que  Dios  le  haga  cumplido  de  su  gracia.  Se  encontraron  los  ejércitos 
muslímicos  con  el  soberbio  Alfonso ,  y  Dios  ha  dado  la  TictCHria  á  los 
muslimes  venciendo  por  sus  manos  á  los  infieles ,  gracias  á  Dios  por 
ello ,  que  es  el  sustentodor  de  todas  laa  cosas  :  haz  saber  esta  nueva  á 
todos  los  fieles  que  contigo  están.  Salud. »  Luego  cerró  esto  cédala  y  la 
ató  debajo  del  ala  de  una  paloma  que  habia  traido  consigo  desde  ScYilh 
para  este  fin ,  y  sirvió  de  mensagero  de  esto  gloriosa  nueva. 

Dice  Yahye  que  estaban  en  Sevilla  con  harto  cuidado  y  suspensos, 
deseando  saber  el  suceso  de  las  gentes,  cuando  vieron  venir  el  mismo 
dia  la  paloma  al  alcázar  de  Aben  Abed ,  tomáronla  y  quitaron  la  ceda- 
IHla  que  traía  en  el  ala ,  y  fué  leída  á  todo  el  pueblo  en  la  mezquita 
mayor ,  y  toda  la  ciudad  se  llenó  de  alegría  y  comenzaron  á  hacer  gran 
fiesta  y  regocijo  y  dieron  gracias  á  Dios ,  y  á  pocos  días  llegaron  reía- 
dones  mas  por  extenso,  y  el  mismo  Aben  Abed  escribió  á  Sevilla,  y 
asimismo  Metuakil  ben  Alafias,  y  Almudafar,  y  Abdalarey  de  Granada, 
y  los  demás  amires  cada  uno  á  los  suyos  enviaron  rdaciones  y  cartas 
de  la  victoria  que  se  divulgó  en  breve  por  todas  partes. 

La  carto  de  Aben  Abed  decía : « La  alabanza  á  Dios :  Venido  d  dia  12  de 
Regeb  del  año  479  (1086) ,  manifestó  Dios  un  decreto  de  su  eterna  to- 
luntod,  escrito  con  caractores  resplandecientos  de  divino  fuego  ea  la 
tobla  de  los  liados.  Este  decreto  nos  abrió  las  puertas  para  que  saliése- 
mos de  angustias  y  tribulaciones,  y  por  donde  entremos  en  nuevas  vea* 
turas  y  felicidades.  Concediónos  el  misericordioso,  el  liberal,  d  acep- 
todor  de  la  contrición ,  el  p^rdonador  de  los  pecados  que  enoontrásenM» 
al  arrogante  enemigo  :  principió  con  engaño  y  falsía  á  ofendemos ,  1 
cayó  en  el  mismo  lazo  que  nos  armaba ;  destinación  divina  de  la  eterna 
justicia :  y  su  priecipitada  falsía  nos  fué  presagio  de  felicidad  y  de  feo- 
tura  :  aura  de  victoria  y  de  felicidad  Ueño  de  suave 


nosotros  sa  engaSo ,  que  no  puede  ámpwt  oí  oicoreoer  te  fotoia.  Nae»^ 
tros  muslimes  preparan  sus  armas  resplandecientes  como  estrellas,  enh- 
cubicrtan  sus  caballos  cQn  cobertores  de  seda,  y  esperan  con  impadencia 
la  Tenida  del  día  en  que  se  mezclarán  y  envolverán  con  sus  enemigos , 
sedientos  de  abrevarse  en  la^os  de  enemiga  sangre.  Llegó  al  fin  la  au- 
rora de  la  felicidad  que  nos  hizo  venturosos,  apareció  llamándonos 
(bde  las  alturas  de  la  salud  y  como  que  nos  excitaba  y  deda  i  amane- 
ció, amaneció,  y  de  aqui  á  poco  saldrá  el  sol,  sus  resplandecientes 
rajos  abrasarán  ¿  los  infieles;  que  no  hay  sombra  ni  amparo  quo  los 
cobra  ó  defienda  del  resplandeciente  fuego  de  este  dia.  No  albweó  jal- 
mas aurora  mas  brillante  para  los  muslimes  i  ordenáronse  las  haces , 
los  caudillos  y  valientes  comenzaron  á  ponerse  bien,  y  ajustamos  los 
cabos  de  las  tocas  de  los  turbantes ,  no  sin  algún  movimiento  y  sobre^  ^ 
salto  del  corazón ;  hicimos  nuestra  breve  profesión  de  fe ,  y  en  aquel 
ponto  resplandeció  la  tierra  y  tembló  debajo  de  nuestros  pies  al  res- 
plandor de  la  victoria ,  que  fué  dada  por  Dios  al  ejército  suyo ;  amparo 
dlWno  que  no  puede  explicar  humana  lengua  ni  cabe  en  entendí- 
miento  criado.  En  los  primeros  encuentros  hubo  un  asonw>  de  venci- 
nuento  y  perdición  de  los  muslimes ,  que  el  Ímpetu  de  la  muchedumbre' 
enemiga  los  arrebató  como  impetuosa  avenida  de  corriente  rio ,  y  cor 
tonces  muchos  nobles  muslimes  perecieron  al  furor  enemigo ,  mas  deih 
paes  de  este  terrible  trance  hizo  Dios  que  la  victoria  descendiese  sobra 
nuestras  banderas,  y  los  filos  de  las  espadas  muslímicas  segaron  oopiosn 
mies  de  gargantas  infieles.  Anunció  Dios  la  victoria ,  prometió  buena 
suerte,  y  Dios  no  es  vano  prometedor,  y  cumplió  bien  cabal  la  promesa. 
Considerad  esta  felicidad,  alegraos  con  ella  como  nosotros  y  dad  gracias 
al  vencedor ,  que  ninguno  es  vencedor  sino  Dios,  ni  hay  fuerza  ni  po- 
der sino  en  él ,  y  decir  :  gracias  sean  dadas  á  Dios,  criador  y  sustentador 
de  todas  las  cosas,  por  la  felicidad  en  que  amanecemos  y  anochecemos,  v 
Esta  batalla  de  ¿alaca  fué  la  mas  próspera  y  venturosa  que  alcanza- 
ron los  muslimes  desde  la  batalla  de  Yarmuz  y  el  dia  de  Cadisia,  y  la 
bataDa  de  Zalaca  ó  resbaladero  fué  ocasión  de  la  firmeza  del  Islam  en 
Andalucía ,  y  donde  antes  resbalaban  los  pies  y  se  deslizaban  en  el  ca- 
mino de  Dios ,  se  afirmaron  y  volvieron  $ohre  si  del  deleznable  csladp 
que  antes  teoian. 


CAPITULO  XVIII. 

TmIu  d«  JttMf  á  AfHct.  ComrlM  úé  los  AlmoraY  As  y  de  Aben  Abed.  Tome  de  Huesea  por 
loe  QfielMDoe  despves  4e  U  viotoiU  de  Alcorua.  Segonde  venida  de  Juief. 

Cuentan  que  pocos  dias  después  de  esta  victoria ,  en  tanto  qua  se  ro- 
parlian  los  despojos  que  alli  se  ganaron,  asi  de  ropas  como  de  armas , 
opadas  doradas,  ricos  tahalíes,  lanzas  preciosas  tachonadas  do  marfil 
T  plata  y  otras  cosas ,  vino  al  campo  nueva  de  África  de  como  había 
muer  lo  en  Marruecos  Abu  Bekin  Scir,  hijo  del  rey  Juzef,  que  habia  que> 
dado  gravenoiente  enfermo.  Por  esta  causa  el  amir  se  entristeció  mucho, 


dS8  HISTORU  BE  LA  DOmNAClON 

y  se  templó  entre  los  moslíines  la  grande  alegría  de  la  victoria*  Asi  pues, 
sin  dilación  dispuso  su  vuelta  para  África,  que  si  no  fuera  por  este  acae- 
dmiento  no  se  tornara.  Díó  el  oiando  de  sus  Almorávides  para  conti- 
nuar en  España  á  su  caudillo  Syr  ben  Abi  Bekir ,  y  luego  parlió  para 
África ,  se  embarcó  y  pasó  á  Marruecos ,  donde  se.estuvo  hasta  el  ano 
ttO  (1087). 

£1  ejército  de  los  Almorávides  corrió  las  fronteras  de  Galicia,  reco- 
brando pueblos  y  fortalezas  que  habian  tomado  los  cristianos ,  y  los 
acompañaba  el  rey  de  Badajoz  Aben  Álaftas.  Syr  ben  Bekir,  el  masas- 
tuto  de  los  Almorávides ,  y  de  quien  mas  fiabli  su  señor  Juzcf  Aben 
Taxfin,  observaba  la  disposición  de  la  tierra  y  el  estado  de  los  pueblos  y 
fortalezas,  y  en  esto  pasó  hasta  el  año  480.  £1  rey  de  Sevilla  Aben  Abcd, 
que  entendía  mejor  que  los  otros  lo  que  pedia  la  ocasión,  trató  de  apro- 
vecharla en  su  favor ,  y  con  un  campo  volante  de  caballería  entró  cor- 
riendo la  tierra  de  Toledo,  y  ocupó  pueblos  y  fortalezas  que  por  su 
causa  y  alianzas  tenia  el  rey  Alfonso ;  asi  cobró  las  fortalezas  de  UUis, 
Huebte ,  Cuenca ,  Gonseora  y  otras.  INó  vuelta  á  tierra  de  Murcia  y  cd 
lo  de  Lorca  le  salieron  al  paso  ciertas  compañías  de  caballeros  cristia- 
nos que  pelearon  jcon  él  y  le  desbarataron  con  baria  pérdida,  y  estos 
eran  los  alcaides  fronteros  que  por  alli  tenia  el  tirano  Alfonso.  Refa- 
gióse  Aben  Ábed  á  Lorca ,  en  donde  le  recibió  bien  su  gobernador  Ma- 
bamad  ben  Lebún ,  hijo  de  Isa,  que  tenia  por  él  aquella  ciudad ,  y  había 
servido  y  peleado  como  bueno  en  la  batalla  de  Zalaca.  Allí  estaba  cuo 
él  su  esforzado  amigo  Huscin  Aben  Zerág ,  el  que  reprendió  á  Abu  fie- 
car  ben  Alcabotorna ,  porque  siendo  muy  valiente  caballero  se  detuvo 
en  Badajoz  durante  la  batalla  de  Zalaca.  Hizo  poco  efecto  en  tierra  de 
Murcia  la  entrada  de  Aben  Ábed  en  esta  ocasión ,  porque  los  cristianos 
se  habian  apoderado  de  la  fortaleza  de  Álid  á  doce  millas  ^  de  Lorca,  que 
es  fuerte  á  maravilla,  puesta  en  una  peña  tajada  y  sobre  un  alto  y  escar- 
pado monte ,  y  cuando  el  rey  Alfonso  lo  supo  mandó  ir  á  ella  muchos 
ballesteros  y  la  flor  de  sus  campeadores  para  que  mantuviesen  y  corrie- 
sen la  tierra,  talando  los  campos,  robando  los  ganados  y  qaémaDdt) 
los  pueblos,  y  cautivando  y  matando  á  los  infelices  moradores.  Las  al- 
garas que  desde  alli  hacían  eran  mas  terribles  que  las  tronadoras  tem- 
pestades ,  y  por  toda  la  tierra  de  Murcia  llevaban  la  desolación  y  estra- 
gos, sangre  y  fuego  que  todo  lo  destruían. 

En  fin  de  la  luna  de  Rabíi  postrera  del  año  480  (1087)  salió  d  rey 
Juzef  de  Marruecos,  y  recorrió  y  visitó  la  tierra  de  Álmagréb,  ioTor- 
mándese  del  estado  de  las  ciudMes  y  de  su  gobierno ,  y  oía  las  quejas  de 
sus  vasallos  y  cuanto  convenía  á  la  administración  de  justicia  y  buena 
policía.  En  tanto  que  en  esto  se  ocupaba ,  sus  Almorávides  continuaban 
sus  algaras  en  tierra  de  Galicia,  y  hacían  cautivos,  y  tomaban  pueblos 
y  fortalezas. 

El  rey  de  Zaragoza  Álmustain  Bila  Ábu  Giafar  cuando  creía  descan- 
sar ,  y  que  los  cristianos  escarmentados  en  Zalaca  le  dejarían  gozar  de 

1  Camino  de  medio  di« ,  dice  Yahxe. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  SS9 

li  felicidad  de  aquella  victoria ,  se  vio  acometido  de  muchedumbre  de  in- 
fieles que  acaudillaba  el  tirano  Aben  Radmir.  Salió  contra  él  c(hi  cuanta 
gente  pudo  allegar,  que  serian  veinte  mil  hombres  entre  caballeros  y 
peones,  gente  muy  esforzada  y  robusta,  columnas  del  Islam.  Encontrá- 
ronse estas  tropas  con  las  del  tirano  Aben  Radmir,  que  eran  igual  nu- 
mero entre  caballos  y  peones.  Fué  el  encuentro  de  estas  dos  huestes, 
decía  Ben  Hudeil ,  cerca  de  Medina  Huesca ,  fronteras  de  España  orien- 
tal, fortifiquelas  Dios  y  ampárelas.  Estaban  ambos  ejércitos  muy  con- 
fiados cada  uno  en  su  poder  y  en  el  valor  y  destreza  de  sus  caudillos, 
hijos  de  la  guerra ,  leones  embravecidos.  Presentáronse  la  batalla ,  y  al 
principio  de  ella  dijo  Aben  Radmir ,  destruyale  Dios ,  á  sus  principales 
onpeadores  .-  Vosotros  me  habéis  de  decir  quién  de  los  valientes  mus- 
limes, que  conocéis  como  nos  conocemos,  asiste  y  se  presenta  en  la  lid, 
y  quien  de  ellos  buscado  y  llamada  se  oculta  ó  falta  :  y  luego  dijo  á  otros 
nombrando  á  siete  por  sus  nombres :  Fulano  y  fulano  atenderán  en  nues- 
tra hueste  á  los  valientes  que  en  esta  batalla  se  distingan,  y  si  los  cono- 
cidos por  sus  proezas  se  portan  en  esta  ocasión  como  les  corresponde ,  y 
Kacen  lo  que  deben  á  su  nobleza  :  y  de  estos  nombró  ciento  muy  esfor- 
<aulo8,  y  les  dijo  :  Ea,  mis  amigos,  señalemos  con  piedra  blanca  este  dia ; 
ám'mo  y  á  ellos.  En  este  punto  se  trabaron  las  dos  contrarias  huestes 
con  igual  denuedo  y  valor,  y  fué  la  batalla  muy  reñida  y  sangrienta, 
que  ninguno  tornó  la  cara  á  la  espantosa  muerte,  ni  quería  ceder  ni 
perder  su  puesto  ni  fila,  y  mucho  menos  el  campo,  cada  uno  queria 
que  su  caudillo  le  viese  peleando  como  bravo  león ,  hasta  que  fatigados 
ambos  ejércitos  que  no  podían  menear  las  armas  suspendieron  la  cruel 
malanza  á  la  hora  de  Alazar.  Estuviéronse  mirando  unos  á  otros  como 
una  hora,  y  luego  haciendo  señal  ellos  con  sus  bocines  y  trompetas,  y 
nosotros  con  nuestros  atambores,  se  trabó  con  nuevo  ímpetu  la  porfiada 
; sangrienta  lid  :  acometiéronlos  cristianos  con  tal  pujanza  que  de  tro- 
pel entraron  dividiendo  nuestra  hueste,  y  asi  hendida  aquella  fortaleza 
que  se  mantenía ,  se  siguió  la  confusión  y  desordenada  fuga ,  y  la  espada 
del  vencedor  se  cebó  en  las  gargantas  muslímicas  hasta  la  venida  de  la 
noche ,  y  el  rey  Almostain  el  Zaguir  Aben  Hud  y  los  suyos  se  acogieron 
á  la  ciudad  de  Huesca. 

Luego  los  cristianos  cercaron  la  ciudad  y  la  combatían  con  máquinas 
¿  ingenios,  y  los  valientes  muslimes  salían  y  daban  rebatos,  y  se  los 
destruían,  y  en  uno  de  estos  fué  herido  y  muerto  de  saeta  Aben  Radmir^ 
ol  rey  de  los  cristianos;  pero  no  por  eso  levantaron  el  sitio,  antes  bien 
con  nuevas  tropas  vinieron  á  la  conquista.  Estaban  los  muslimes  muy 
apurados,  y  como  Almustain  hubiese  logrado  salir  de  la  ciudad  allegó 
muchas  gentes,  y  pidió  auxilio  álos  amires  de  Albarrazin  y  de  Játiva 
y  Denia ,  que  luego  fueron  en  su  ayuda.  Con  la  fama  de  la  venida  de 
este  socorro  los  cristianos  levantaron  su  campo  de  Huesca,  y  salieron 
con  poderosa  hueste  al  encuentro  de  los  muslimes.  Fué  el  encuentro  en 
cercanías  de  la  fortaleza  de  Alcoraza ,  acometiéronse  ooñ  grande  ánimo, 
y  la  pelea  fué  muy  reñida  y  sangrienta ,  que  duró  hasta  la  venida  de  la 
noche :  en  ella  los  muslhncs  recibieron  grave  daño,  y  muchos  princi- 


^0  UI^OMA  DE  Lk  DOMINACIÓN 

palos,  ast  <)ue  como  fuesen  gentes  diversas  culpando  los  nnoft  &  los  otros 
del  suceso ,  no  quisieron  esperar  al  dia  siguiente  la  suerte  de  nuevo  com- 
bate ,  y  unos  por  una  parte  y  otros  por  otra  se  retiraron  aquella  noche, 
dejando  muchos  muertos  y  heridos  en  montes  y  valles  para  agradable 
pasto  de  las  fieras  y  de  las  carnivoras  aves.  £1  rey  Almostain  se  retiró 
á Zaragoza  perdiéndola  esperanza  de  mantener  aquella  ciudad,  y  pocos 
meses  después  se  entregó  Huesca  &  los  cristianos  por  avenencia. 

El  rey  de  Sevilla  disgustado  de  la  jornada  de  Murcia  se  retiró  á  Gó^ 
doba,  y  de  allí  pasó  á  Sevilla  viendo  que  estorbaban  sus  empresas  los 
diferentes  intereses  de  los  amires  de  Andalucia  y  caudillos  de  Lamluna, 
y  que  él  solo  con  sus  fuerzas  no  podia  atender  á  la  guerra  que  por  va- 
rias partes  se  le  ofrecía ,  y  deseoso  de  servirse  á  discreción  de  los  Almo- 
rávides, envió  sus  cartas  al  rey  Juzef  ben  Taxfin ,  avisándole  de  las  en- 
tradas y  correrlas  que  los  cristianos  hacian  en  tierras  de  muslimes,  asi 
en  la  parte  oriental ,  como  en  el  mediodía  de  España  ¡  en  especial  le 
hablaba  de  las  algaras  del  Gambitúr  t,  principe  cristiano  que  infestaba 
^  las  fronteras  de  Valencia.  Decíale  que  sus  Almorávides  no  eran  acandi- 
liados  ni  conducidos  como  y  adonde  convenia ,  que  si  sos  cuidados  y 
ocupaciones  grandes  en  África  no  permitían  volver  por  su  persona  á 
España,  que  ¿1  partiría  á  recibir  sus  órddnes,  saber  sus  intenciones,  y 
aprovechar  acá  sus  fuerzas  y  la  fortuna  de  sus  vencedoras  banderas.  Sin 
aguardar  respuesta  á  sus  cartas  pasó  Almutamed  Aben  Abed  á  África, 
esperando  que  Juzef  le  diese  la  soberanía  y  acaudillamiento  desús  Al^ 
moravides ,  creyéndole  muy  ocupado  en  Almagréb.  Pasó  pues  el  mar  y 
encontró  al  amir  Juzef  en  la  Maamura  de  la  boca  de  Wadi  Sehia ,  reci- 
bióle muy  bien  Juzef  con  mucha  afabilidad ,  y  después  de  sus  cortesías 
le  preguntó  qué  causa  tan  grande  le  habia  traido  á  África ,  pues  bas- 
taría una  carta  suya  para  persuadirle  cualquiera  cosa.  Aben  Abed  le 
respondió  :  que  lo  principal  que  le  habia  movido  á  pasar  en  África  era 
por  visitarle,  que  en  eso  tenia  mucha  satisfacción  y  ganaba  y  merecía 
con  él,  y  también  por  persuadirle  la  necesidad  de  hacer  la  guerra á  los 
cristianos,  y  perfeccionar  el  amparo  y  defensa  de  la  ley,  que  tanTcn- 
lurosamente  habia  comenzado  por  sus  invictas  manos  :  que  aunque  en 
verdad  bastaría  una  carta  para  mover  á  esto  su  generoso  corazón;  pero 
que  habia  querido  venir  en  persona  él  mismo,  y  tener  joste  mérito,  y 
por  informarle  principalmente  de  lo  que  parece  mas  necesario  y  con- 
veniente al  estado  de  los  muslimes  en  España ,  y  que  no  se  malograsen 
los  frutos  de  su  gloríosa  expedición.  Le  habló  de  lo  poco  que  habían  ade- 
lantado los  Almorávides  en  Algarbe ,  por  estar  conducidos  por  caudillos 
mas  valientes  que  de  experiencia  y  conocimiento .-  le  dijo  los  daños  que 
hacian  los  crístianos  que  estaban  en  la  fortaleza  de  Alid ,  y  le  habló  ma- 
cho de  los  diversos  intereses  de  varios  amires  y  caudillos  de  Andalucia, 
sin  olvidar  lo  de  la  batalla  de  Huesca ,  y  como  por  falta  de  auxilio  y  de 
unión  se  perdería  aquella  tierra.  Esperaba  Aben  Abed  otra  comí  iH*ro 
el  amir  Juzef  salió  al  encuentro'á  sus  razones ,  y  le  consoló  de  las  des- 

<  El  Cüd  Gampfidor. 


BE  LOS  AAA&ES  EN  ESPAÑA.  39i 

gracias  y  pesadumbres  qac  en  su  corazón  no  sentía,  y  le  prometió  que 
sin  tardanza  pasaría  á  España,  y  remediaría  el  estado  de  los  males  qae  le 
afligían ,  y  trataría  de  arrancar  de  raíz  la  causa  de  la  opresión  que  á  los 
mndimes  angustiaba;  y  con  esto  le  despidió,  y  se  vino  Aben  Abed  á 
España  bien  asegurado  de  que  el  rey  Juzef  Tendría  luego  á  ella. 

Asi  fué  que  pasó  en  pos  de  Aben  Abed  de  alcázar  Mogez  á  la  isla  Y erde, 
y  ¿nando  esto  supo  Aben  Abed  Tolvíóá  recibirle  ¿  ella  como  la  vez  pri- 
mera ,  mandando  llevar  grandes  provisiones  y  regalos  para  hospedarle 
7  muchas  acémilas ,  y  mil  camellos  cargados ,  todo  con  la  mayor  magni- 
ficencia 7  aparato  que  le  faé  posible.  Luego  que  desembarcó  el  amir 
Juzef  escribió  y  despachó  sus  cartas  á  todos  los  amires  de  España,  para 
que  se  viniesen  á  juntar  con  él  para  la[sacra  guerra ,  dándoles  por  punto 
de  reunión  los  campos  de  la  fortaleza  de  Alíd ,  en  comarcas  de  Lorca ,  y 
sin  mas  detenerse  comenzó  á  marchar  en  la  lana  de  Babii  primera  del 
aSo  481  (1088),  y  dice  Yahye  que  llegó  por  Málaga  con  su  ejército  y 
la  gente  de  Aben  Abed  de  Sevilla ,  y  de  Málaga  salió  el  señoi^  de  ella  que 
era  entonces  Temim  hijo  de  Bali&in ,  hermano  del  rey  de  Granada  :  y 
despnes  le  alcanzó  y  siguió  con  su  campo  Almudafar  Abdala  ben  Balkin, 
rey  de  Granada  :  también  llegó  con  buena  compañía  Almutasim  ben 
Samida,  rey  de  Almería,  grande  aitiigo  de  Aben  Ahed,  y  este  venia  ves- 
tido de  albornoz  negro,  al  estilo  del  amir  Juzef  y  de  los  Almorá- 
vides ,  cosa  que  dio  ocasión  á  que  le  motejase  festivamente  su  ami- 
go Aben  Abed,  y  que  le  tratase  de  cuervo  entre  palomas,  porque  los 
caballeros  de  Almería  vestían  de  color  blanco :  asimismo  llegaron  los 
walies  y  cabezas  de  las  ciudades  de  Baza,  Jaén  y  de  Lorca,  el  esforzado 
Mubamad  ben  Lebun  ben  Iza  y  otros.  De  Murcia  vino  Abdelaziz.Aben 
Rasih ,  uno  de  los  principales  señores  de  España ,  que  tenia  la  ciudad  de 
Murcia  por  Aben  Abed,  pero  que  la  gozaba  como  soberano  sin  acudirle 
con  tributos  ni  rentas.  Asentaron  su  campo  delante  de  la  fortaleza,  en 
la  cual  había  doce  mil  peones  y  mil  cabáUeros,  gente  muy  esforzada  que 
hacían  frecuentes  salidas  y  rebatos  contra  el  campo  de  los  muslimes , 
que  kis  rechazaban  con  mucho  valor,  y  los  obligaban  á  encerrarse  muy 
escarmentados.  Combatían  los  muslimes  la  fortaleza  con  todo  género  de 
máquinas  y  de  ingenios;  pero  la  fortaleza  natural  del  castillo  era  tanta 
que  hadan  muy  poco  efecto ,  y  el  fuerte  se  mantenía  sin  esperanza  de 
tomarle.  Trabajábase  con  t(Mla  diligencia  en  el  cerco,  y  lo  guardaban 
los  «mires  de  Ajidalucia  por  su  orden  cada  uno  en  su  día ,  y  esto  duró 
algoooB  meses ,  y  recelando  que  vendría  socorro  del  rey  Alfonso  daban 
todos  gran  prisa  en  los  combates. 


392  mSTOBU  DE  LK  hOMOkaon 


CAPITULO  XIX. 

Desavenencia  entre  los  matlimes,  y  marcha  de  Jazefi  AMca  por  temor  de  Álfonio.  VoHv« 
á  Espafia,  llega  á  Toledo  y  va  á  Córdoba.  Los  Almorávides  donyaan  en  Espafta. 

Parecióle  al  rey  Juzef  y  Aben  Abed  que  sería  mas  acertado  correr  la 
tierra ,  y  hacer  entradas  en  las  fronteras  de  los  cristianos;  hubieron  su 
consejo,  y  hubo  diferentes  pareceres.  Abdelaziz  Aben  Rasih  no  quería 
que  se  apartasen  de  allí,  ni  se  suspendiese  el  cerco  hasta  entrar  la  for- 
taleza, y  lo  mismo  dccia  Ahnutasim  de  Almería  y  Lebun  de  Lorca,  y 
otros  caudillos  :  por  el  contrario  parecer  estaba  Aben  Abed  y  Abdala 
ben  Balkin  de  Granada ,  que  decían  que  lo  mas  conveniente  era  no  per- 
der  tiempo ,  que  se  levantase  el  campo  de  Alid,  y  dejasen  salir  á  los 
cercados,  que  mas  fácil  era  vencerlos  en  campo,  que  no  era  gente  que 
se  estaría  encerrada ;  que  detenidos  delante  de  aquella  fortaleza  ioac- 
cesible  se  perdía  el  tiempo ,  y  se  daba  lugar  á  los  cristianos  á  repararse 
de  sus  pasadas  pérdidas ,  y  todo  se  aventuraba.  La  discordia  de  opiniO' 
nes  fué  tomando  calor.  Aben  Abed  trató  de  ingrato  á  Abdclaziz  ben  Ra- 
sih ,  y  de  que  su  opinión  procedía  de  inteligencias  con  AlfoQso ,  y  Abde- 
laziz,  joven  ardiente,  puso  mano  á  la  espada  para  herir  á  At>en  Abed,  y 
el  rey  Juzef  mandó  que  le  prendiesen ,  y  el  mismo  Aben  Abed  le  pren- 
dió allí  delante  del  rey  Juzef ,  y  fué  encargado  de  guardarle  y  le  puso 
en  prisiones. 

Las  gentes  del  señor  de  Murcia  cuando  vieron  lo  que  pasaba  se  amo- 
tinaron y  con  mucha  diligencia  recogieron  sus  tiendas  y  aparato  de  guer- 
ra, y  se  marcharon  del  campo,  y  noiuéposiblc  persuadirles  queperma- 
neciesen,  porque  sus  caudillo^ se  tuvieron  por  muy  ofendidos:  asi  que, 
no  desistieron  de  su  propósito ,  acantonáronse  en  los  conGnes  de  aquella 
tierra ,  y  no  dejaban  pasar  las  provisiones  ni  la  gente  que  iba  al  real  de 
los  muslimes ,  que  estaban  en  el  campo  de  Alid ,  antes  bien  todb  lo  d^ 
tenían  y  robaban,  de  donde  vino  á  sentirse  hambre  y  deserción  en  el 
ejército.  Cuando  Alfonso  entendió  lo  que  pasaba ,  luego  con  un  campo 
volante  dé  escogida  caballería  partió  hacia  Alid ,  y  de  todas  partes 
mandó  que  se  moviesen  gentes  sin  cuento ,  y  fuesen  á  tierra  de  Murcia, 
y  mientras  Alfon$o  se  acercaba ,  Jujcef  habido  consejo  se  fué  reliando 
hacia  confines  de  Lorca  ^  y  tierra  de  Almería ,  y  por  alU  se  embarcó  y 
pasó  á  la  otra  banda ,  no  osando  esperar  á  Alfonso ,  que  llegó  con  sa 
gente  sobre  Alid ,  y  poco  antes  levantó  su  caibpo  el  rey  Aben  Abed,  y 
se  retiró  á  lo  de  Lorca  para  observar  á  los  enemigos.  Los  demás  amires 
partieron  á  sus  tierras  cada  uno  por  su  parte.  Desembarazó  Alfonso  el 
castillo ,  y  le  desmanteló  porque  veía  que  rodeado  de  las  tierras  de  los 
muslimes  no  se  podia  conservar,  y  ademas  necesitaba  de  mucha  gente 
para  mantenerle ;  sacó  de  allí  su  gente  hambrienta ,  miserables  rebuscos 
despreciados  en  la  vendimia  de  la  muerte ,  y  caminó  á  Toledo ,  y  Aben 

i  Dice  Vahyc  que  se  detuYo  en  Tiriasa ,  logar  ameno  y  de  muchas  faentei. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  '    S9S 

Abcd  que  le  óiMervaba  loego  entró  en  la  fortaleza  de  Alid ,  que  tanto 
había  dado  que  hacer  á  los  muslimes^  Tenia  en  su  defensa  cuando  le 
cercó  Jmef  Aben  Taxfin  doce  mil  cristianos  muy  valientes,  y  mil  ca- 
ballos coD  siervos  y  familia ,  de  los  cuales  muy  pocos  se  libraron  de 
morir  de  hambre ,  ó  por  la  espada  en  rebatos,  salidas  y  desafíos,  que 
apenas  sacó  de  allí  Alfonso  cien  caballeros :  esto  fué  en  483  (1090). 

Las  continuas  hostilidades  que  los  cristianos  hacían  á  los  muslimes , 
fias  cartas  de  Syr  ben  Bekir,  caudillo  de  los  Almorávides ,  movieron  al 
rey  Jiuef  á  pasar  tercera  vez  en  España.  No  vino  ahora  llamado  de  los 
rejes  de  Andalucia-,  antes  venia  Ueno  de  enojo  contra  ellos  y  de  nuevas 
intenciones ,  y  con  pretexto  de  venganza  le  traia  la  ambición ,  y  la  co- 
dicia de  apoderarse  de  los  reinos  de  España :  y  no  había  sido  tanta  su 
prudencia  y  disimulación  que  ya  antes  no  hubiese  dado  algunos  indicios 
de  lo  que  en  su  corazón  fraguaba.  Notaron  esto  algunos  de  los  príncipes 
andaluces,  y  principió  cada  uno  á  mirar  por  si,  con  la  mayor  diligen- 
cia y  recato  que  podía.  £1  primero  que  echó  de  ver  la  novedad  y  retira- 
miento del  ánimo  de  Juzef ,  fué  AbddabenBalkin ,  rey  de  Granada,  y 
o)oocído  esto  del  caudillo  de  los  Almorávides  escribió  á  su  señor,  y  fué 
ocasión  de  que  viniese  Juzef  tercera  vez  con  pretexto  de  la  sacra  guerra. 
Allegó  grandes  huestes  de  las  tribus  de  los  muslimes  Zenctes ,  Maza- 
mudes,  Gomares  y  Gazules,  y  con  ellos  desembarcó  on  Algezira  Alba- 
drá  COD  mucha  felicidad  :  y  en  esta  algazia  conforme  á  los  consejos  de 
sus  caudillos  pasó  en  seguidas  marchas  á  las  fronteras  de  Toledo ,  y  en- 
cerró al  rey  Alfonso  en  aquella  ciudad,  restituyala  Dios  al  Islam.  £1 
ejército  de  loe»  Almorávides  estragó  las  comarcas,  taló  sus  campos,  arrasó 
SDs  huertas  y  poblaciones,  matando  y  cautivando  gentes  sin  cuento.  Y 
en  esta  jomada  no  le  vino  en  ayuda  ninguno  de  los  principes  andaluces, 
que  ja  iban  conociendo  lo  que  pesaba  la  espada  de  Juzef  Taxfin ,  que  al 
paso  que  destruía  á  los  cristianos  amenazaba  también  á  sus  cabezas , 
imaginando  contra  ellos,  y  maquinando  engaños  y  traiciones,  jyianifestó 
que  DO  le  desagradaba  este  procedimiento  de  los  amires  de  Andalucía , 
que  así  le  daban  ocasión  para  tenerse  por  ofendido  de  ellos.  Sin  dete- 
oersemudio  en  tierra  de  Toledo  partió  con  su  campo  hacia  Granada,  y 
eotróen  la  ciudad  y  posó  en  su  alcázar,  hospedándole  en  él  y  recibién- 
dole con  maestras  de  mucha  conflanza  el  rey  Abdala  ben  fiaikin  ben 
lladis,  aunque  estaba  su  corazón  bien  Ueno  de  recelos  de  aquelhi  visita 
hecha  con  tanto  estruendo  v  aparato  de  gentes.  Sabia  el  rey  Juzef  por 
relación  de  su  caudillo  Syr  oen  Bekir  que  este  Abdala  sospechando  de 
sus  intenciones  había  hecho  tratos  secretos  con  el  rey  Alfonso,  favo- 
recia  sus  empresas  y  le  tenia  por  amigo  y  le  enviaba  sus  órdenes  y  (ra- 
tos de  su  tierra ,  y  que  se  ocupaba  con  mucha  diligencia  en  fortificar 
»us  fronteras ,  y  por  él  se  dijo  entonces  aquella  copla ; 

Tal  bay  que  sirve  de  muía  para  voltear  la  rueda , 

Y  con  su  sangre  ha  de  untarla ;       ó  cual  gusano  do  seda , 
Sn  eáreel  propia  ae  labra  en  donde  encerrado  moera. 

Dicosc  que  antes  que  llegara  Juzef  había  pensado  resistirse  y  cerrar 


394  JIISTOAIA  DE  LA  BOMU^ACION 

hs puertas  de  su  ciudad;  pero  Abu  Yahyecnetittqucdisiiinilüyleflalié 
á  recibir  y  le  llevó  A  su  alcázar.  Otros  dicen  que  descoofió  abiertamente 
de  él  y  le  cerró  las  puertas,  y  que  Juzcf  le  cercó  y  ajustaron  sus  coa- 
ciertos  ,  y  coa  pacto  de  seguridad  entró  en  Granada ,  y  el  mismo  Abdala 
ben  Balkin  sosegó  á  los  de  la  ciudad  que  estaban  alb(»t>tado6  y  dispues- 
tos á  pelear,  defendiéndose  hasta  la  muerte ;  pero  ya  fuese  lo  primot) 
ya  lo  segundo  después  de  dos  meses  que  alli  estuTO  apoder4do  de  la  du- 
dad prendió  al  rey  Abdala,  y  le  enrió  encadenado  á  Agm&t  de  Afria 
cerca  de  Marruecos ,  enyiándole  con  su  harem  y  familia.  Dorante  el 
tiempo  que  se  dcturo  en  Granada  disponiendo  el  gobierno  de  aqneDa 
ciudad  y  de  aquel  reino  llegaron  A  Granada  enviados  de  los  reyes  do  Se- 
villa y  de  Badajoz  para  darle  enhorabuena  de  aquel  nuevo  señorío, 
porque  se  publicó  que  Abdala  lo  cedia  por  ciertas  tierras  y  poscsioaes 
en  África;  pero  Juzef  no  los  quiso  recibir  ni  dio  lugar  A  que  le  hablasen, 
de  manera  que  se  volvieron  llenos  de  pesar  y  corridos  de  este  desprecio. 
Almoatesim,  rey  de  Almería,  envió  en  esta  ocasión  A  su  hijo  Obeidah 
Izeldola  Abu  MeruAn  para  que  le  diese  el  parabién ,  y  Juzef  con  vanos 
pretextos  le  detuto  ^  en  su  compañía  como  en  rehenes ,  hasta  que  des- 
pués consiguió  ganar  al  que  le  guardaba  y  disfrazado  escapó  y  por  mar 
se  restituyó  A  Almería.  Asi  pues  depuso  Juzef  ben  TaiÁi  al  rey  de 
Granada  Abdala  ben  Balkin  y  holgó  mucho  de  la  amenidad  de  la  tierra  j 
del  excelente  sitio  de  la  ciudad ,  y  propuso  pasar  en  ella  todo  el  tiempo 
que  en  España  se  detuviese.  Luego  se  partió  para  África  el  rey  JuzeT j 
se  nevó  consigo  al  rey  de  Granada  y  A  su  hermano  Almustensir  Tenúm, 
gobernador  de  MAlaga ,  que  le  salió  A  recibir,  y  tambieti  dispuso  del  go> 
bierno  de  aquella  ciudad  y  de  su  tierra ,  y  dejó  el  mando  de  las  trops 
almorávides  y  gobierno  de  Granada  A  Syr  ben  Beltir  el  Lamtuni , ;  cm 
esto  se  embarcó  y  pasó  A  Marruecos  en  la  luna  de  Ramaian  del 
año  483  (1090). 

El  rey  Aben  Abed  luego  conoció  el  mal  que  le  amenazaba ,  y  priod|»6 
ya  tarde  A  arrepentirse  de  haber  traído  los  moros  A  España.  Trató  de 
fortificar  sus  ciudades ,  y  los  muros  de  Sevilla  y  el  puente ,  y  á  poner 
mucha  diligencia  en  apercebirse  para  la  defensa.  Entonces  vino  á  élso 
hijo  el  principe  Abu  Hasen  Raxid  y  le  dijo :  Ya  vcia  yo  venir  esta  tem- 
pestad ,  padre  mió ,  y  bien  á  tiempo  te  la  anuncié ;  pero  tú  desateodisle 
mis  razones  y  las  de  otros  prudentes  y  nobles  jeques ,  y  quisiste  traer 
por  tu  mano  este  principe  de  los  desiertos  Ji  que  nos  ecluoe  de  nwstns 
amenas  tiaras  y  deliciosos  alcázares.  Aben  Abed  no  hallaba  razones  con 
que  excusar  su  yerro ,  y  solamente  dijo :  No  hay  diligencia  humana  que 
pueda  estorbar  lo  que  Dios  altísimo  tiene  decretado. 

£1  rey  Juzef  avisado  de  estas  prevenciones  de  losamires  de  Andalucía 
dio  orden  en  Cebta  para  que  pasasen  innumerables  tremías  A  España,  j 
esto  se  hizo  en  su  presencia ,  y  dio  orden  á  Syr  ben  Abi  Bddr  para  que 
se  fuese  apoderando  de  las  tierras  de  Sevilla ,  encargando  que  prioci- 
piasen  con  disimulo  y  cautela  para  tomarlos  mas  des|»*6venidos.  En  el 

i  Con  est*  motivo  escribió  unoi  elegdnies  vertot «  tn  padre  ^  y  ci  rey  le  respondió  een  mt^h 


t»E  LOS  ÁRABES  ÜN  ESPAÑA.  395 

ffcttipo  que  se  detuvo  en  Cebta  ttiandó  edificdr  la  mezquita  mayor  do 
aquella  ciadad ,  levantando  sus  torres  tanto  que  dominaban  toda  la  ciu- 
dad y  daban  vista  al  mar.  Labró  la  fuente  delColat,  de  muchos  caños,  y 
también  fabricó  el  muro  que  llaman  de  la  Almina  baja.  Ordenó  que  el 
ejército  que  babia  de  hacer  la  guerra  en  Andalucía  se  dividiese  en 
grandes  cnerpos  j  la  primera  división ,  que  formaba  un  buen  ejército ,  la 
encalcó  á  Syr  Abu  Bckir  para  que  fuese  á  ocupar  el  reino  de  Sevilla ,  y 
que  después  posase  contra  el  rey  de  Algarbe  Aben  Alaftas.  La  segunda 
división  encargó  á  Abdala  bon  Giag,  para  que  fuese  á  Córdoba  contra 
Abu  Naser  Alfetah ,  hijo  de  Aben  Abed ,  y  la  tercera  división  se  dio  á 
Abu  Zacaria  ben  Vesein  para  que  entrase  en  lo  de  Almería  contra  Mu- 
hamad  ben  Man  llamado  Almutasem,  rey.de  aquella  tierra,  y  la  cuarta 
se  encaí^  á  Gasnr  el  Lamtuni  para  que  fuese  á  tierra  de  Ronda ,  donde 
gobernaba  otro  hijo  de  Aben  Abed  llamado  Yezíd  Radila.  Partieron  estos 
campos  y  entre  tanto  quedó  el  rey  Juzef  en  Cebta  para  esperar  el  suceso 
de  la  expedición  y  proveer  desde  allí  lo  necesario. 


C^ITÜLO  XX. 

Conquistas  de  los  Almorávides  sobre  los  maslimes  de  EspaSa.  Ejército  del  rey  Alfonso  ^  faYOC 
de  Aben  Abed  vencido.  Toma  de  Sevilla.  Saerte  y  maerte  de  Aben  Abed.    • 

Entró  Syr  ben  Abi  Bekir  con  sus  Almorávides  en  tierra  de  Sevilla , 
paisando  si  el  rey  Aben  Abed  le  saldria  al  caniino  luego  que  lo  supiese 
pva  engañarle  oon  cautelas,  regalos  y  magníGco  bospedage,  pero  no  hizo 
^y  ni  salió  ni  eúvió  mensageros  que  le  saludasen  de  su  parte.  Entonces 
^jr  ben  Bdtír  le  enviá  una  carta  en  que  le  niandaba  quo  allanluse  la 
tierra  y  le  entregase  las  fortalezas ,  y  viniese  ¿  jurar  (4)edieDCia  á  Juzef 
beo  Taxfin,  príncipe  ée  los  muslimes.  No  cogió  de  improviso  esta  orden 
al  rey  de  Sevilla,  ni  se  sobresaltó  con  ella,  y  sin  responder  nada  á  la 
propuesta  trató  de  defenderse  como  pudiese ,  aunque  con  muy  desmaya^ 
^  corazón ,  porque  era  Aben  Abed  muy  dado  ala  estrellería ,  y  conoció 
<pie  había  llegado  el  punto  que  le  anunciaron  las  estrellas  en  su  nacif 
miento,  y  vio  cumplido  aquel  pronóstico  « de  que  su  dinastía  babia  de 
ser  destruida  fot  derta  gente  que  saldria  de  una  isla  que  no  seria  la 
pi^ofria  morada  de  ella.»  Y  anadian  desaliento  á  su  corazón  algunos 
Mednrientos  domésticos  de  triste  y  aciago  agüero,  como  el  oír  en 
saeoos  que  uno  de  sos  hijos  decía  en  degantes  versos : 

Tiempo  foé  en  que  la  próspera  Tonuna  Como  pasan  los  dias  y  las  noches , 

f n  rutilante  rarro  los  llevaba,  Asi  pasan  del  mundo  las  delicias , 

V  di^lgó  la  fanu  de  sus  nombres.  Y  la  grandeía  como  sueño  pasa. 

Abora  calla  y  con  seatidoa  ayos  Como  boyen  del  neblí  las  avecillas, 

Uü  llora  iucoDsoIablc.  Asi  tus  gentes  tímidas  se  ocultan. 

Salió  Aben  Abed  con  su  caballeria  contra  los  Almorávides,  y  era  tanto 
su  valor  y  destroza  en  las  armas  que  á  pesar  del  excesivo  número  de 
^contrarios  peleó  con  varia  fortuna  con  ellos  en  muchas  escaramu- 


39«  mSTORIA  ra  LA  DOIONACIOÜ 

zas,  eTf (ando siempre  el  venir  á  bataUa  de  poder  en  poder ,  y  parh  di- 
vidir su  atención  mandó  Syr  ben  Bekir  qne  el  caudillo  Bati  fuese  con 
una  división  á  Gien ,  el  cyal  con  mucha  diligencia  la  cercó  y  la  apretó 
tanto  que  se  entregó  por  convenio  y  la  ocaparon  los  Mmoravid». 
Escribió  Syr  ben  Bekir  esta  victoria  al  rey  Jozef ,  que  la  celebró  mucho, 
y  mandó  qae  no  se  desistiese  de  la  guerra  basta  despojar  al  rey  de  Se- 
villa ,  y  que  no  le  qaedase  una  almena  de  tantas  ciudades  como  tenía. 
El  caudiño  Bati  tuvo  orden  de  reunirse  á  la  división  de  Casur  Larntoni 
que  bacia  al  mismo  tiempo  guerra  en  lo^  de  Córdoba ,  y  la  tenia  cercadn ; 
per^  en  una  salida  que  hicieron  los  de  la  ciudad  acaudillados  dd  bijodc 
Aben  Abed  contra  los  Almorávides  les  causaron  horrible  matanza,  y  por 
esta  causa  fué  necesario  reforzar  aquella  división.  Con  la  llegada  de  las 
nuevas  tropas  que  conducia  Bati ,  apretaron  tanto  á  la  ciudad  que  fué 
forzoso  mover  tratos  de  entrega ,  y  concertados  con  seguridad  de  vidas 
y  haciendas  entraron  en  ella  los  Almorávides  en  dia  miérodes  3  de  Safer 
del  año  484  (1091) :  pero  después  que  entraron  en  la  ciudad  mató  Casar 
alevosamente  al  hijo  de  Aben  Abed  llamado  Aba  Naser  AJfetah  y  de 
apellido  Almamun.  En  este  mismo  tiempo  los  Almorávides  de  Syr  beo 
Bekir  entraron  en  Baeza ,  Ubeda ,  Castro  AlvelAd ,  Ahnodovar,  Assa- 
chira  y  Zacura.  La  división  que  estaba  en  Ronda  se  apoderó  también 
de  aquella  ciudad  después  de  muy  porfiada  y  noble  resistencia  del  walí 
de  ella  Yezid  Badila,  hijo  menor  del  rey  Aben  Abed,  que  asimismo  mn- 
rió  alanceado  por  Casur  Lamttmio  que  le  tenia  en  guarda ,  contra  la 
justicia  de  los  pactos. 

En  pocos  meses  no  quedaron  al  rey  Aben  AlM3d  mas  ciudades  de  todo 
su  reino  que  Sevilla  y  Carmona,  que  estaban  bien  defendidas.  El  rao- 
dillo  Bati  ben  Ismaíl  se  detuvo  en-Córdoba  hasta  que  la  dejó  bien  pr^ 
sidiada ,  y  aseguró  las  fortaleJ»s  de  la  comarca ,  y  envió  á  Calatrafa  qw 
era  de  las  mas  fuertes  de  los  muslimes  un  caudiflo  de  Lamtuna  con  mil 
caballos  almorávides ,  porque  hubo  asonadas  de  que  venia  el  rey  Al- 
fonso en  defensa  y  auxilio  de  Aben  Abed.  Asegurada  la  frontera  pasó 
Syr  ben  Bekir  contra  Carmona  y  la  cercó  y  combatió  con  indecible  ar- 
dor ,  hasta  entrarla  por  fuerza  de  espada  dia  sábado  al  anochecer  del 
17  de  Rabii  primero  del  año  484  (1091).  Perdida  esta  fuerte  dadad 
cayó  del  todo  la  esperanza  del  rey  Aben  Abed. 

Envió  á  pedir  socorro  al  rey  de  los  cristianos  el  tirano  Alfbnso  oft^ 
ciéndole  ciertos  pueblos,  y  este  principe  con  extraña  generoridad,  ol- 
vidando los  daños  que  por  su  causa  habia recibido,  envió  en  sn  ayuda 
ásu  caudillo  d  conde  Gumis  con  veinte  mil  caballos  y  enarcóla  mil 
peones;  porque  Aben  Abed  no  le  declaró  el  miserable  estado  de  sus 
cosas  9  ni  del  cerco  y  aptiro  en  que  se  hallaba.  Entró  este  poderoso  ejér- 
cito en  tierra  de  Córdoba  y  talsÁa  los  campos  y  quemaba  los  pueblos  {x^r 
donde  caminaba.  Salió  contra  esta  muchedumbre  por  orden  deSyrbeu 
Bekir  el  caudillo  Ibrahim  ben  Ishak  de  Lamtuna,  uno  de  los  masesíur- 
zados  alcaides  almorávides ,  llevando  consigo  diez  mil  caballos  zeneles 
y  gomares  y  de  Mazamudcs ,  gente  muy  escogida ,  y  una  buena  división 
de  peones,  toda  gente  muy  ejercitada  á los  horrores  de  las  batallas.  £a- 


i»E  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  397 

cootráronse  estas  dos  huestes  y  trabaron  muy  reñida  y  sangrienta  ba- 
talla en  que  los  cristianos  fueron  vencidos,  aunque  con  grave  pérdida 
délos  Almorávides;  huyeron  los  cristianos ,  que  solo  así  pudieron  sal* 
varse  de  la  muerte. 

Ealre  tanto  Syr  ben  Bekir  tenia  cercada  la  ciudad  de  Sevilla  y  á  su 
rey  Aben  Abed,  y  se  defendian  con  mucha  constancia  y  valor,  haciendo 
gallardas  salidas ,  escaramuzas  y  desafíos  :  pero  fueron  tantas  y  tales 
las  proezas  que  hicieron  los  caudillos  almcvavides^  que  la  ciudad  pidió 
al  rey  que  concertase  alguna  avenencia  con  tan  esforzados  enemigos  que 
00  era  posible  defender  la  ciudad  de  su  valor  y  ardimiento.  El  rey  Aben 
Abed  sopo  el  mal  suceso  del  ejército  de  los  cristianos  y  cayó  toda  su 
esperanza :  asi  que ,  con  mucho  dolor  de  su  corazón ,  se  concertó  la  en- 
trega de  la  ciudad  bajo  la  fey  amparo  del  rey  Juzef ,  pidiendoseguridad 
para  todos  los  yecinos  de  ella,  y  para  si,  sus  hijos,  hijas,  mugeres  y 
üunilia  de  su  casa ,  y  todo  fué  concedido  por  el  caudillo  de  los  Almora- 
Tídes  Syr  ben  Bekir  á  nombre  de  su  rey  Juzef  Aben  Taxflu.  Entróse  la 
dodad  por  los  Almorávides  en  domingo  ^ ,  dia  23  de  Regeb  del  año 

m  (1091). 

Q  caudillo  dé»  los  Almorávides  envió  luego  preso  y  á  buen  recaudo  á 
África  al  rey  Muhamad  Aben  Abed  llamado  Almutasem ,  y  también  á 
SQS  hijos  Abu  Husein  Obeidala  Arraxid ,  Abu  Becar  Abdala  Almoated, 
Aba  Zoleymaa  Arabio  llamado  Tag-dola  y  y  Abu  Hasim  Almoali  Zeino- 
dola  con  sus  mugeres ,  hijas  y  doncellas ,  y  la  que  él  mas  amaba  por  su 
discreción  y  hermosura  llamada  Otamida^  madre  de  Arabio,  que  era 
conocida  por  Saida  Cubra  (de  esta  hay  memoria  en  la  inscripción  del  dorio 
de  la  mezquita  año  478  (1085)  y  por  Romaikia  por/iue  la  compró  Aben 
AbeddeRomaikbenHegiag  :  átoda  esta  ilustre  familia  envió  á  África. 
Es  indecible  el  gran  llanto  que  hubo  en  las  naves  en  que  los  embarcaron 
al  apartarlos  de  su  hermosa  ciudad,  y  al  perder  de  vista  las  torres  de 
sos  alcázares  \  y  al  ver  desparecer  como  un  sueño  toda  su  grandeza. 
Este  es  el  estilo  del  mundo :  que  no  da  sino  al  quitar ,  ni  endulza  sino 
para  acibarar ,  ni  aclara  sino  para  enturbiar ,  y  aun  lo  mas  claro  de  él 
nu  deja  de  correr  turbio.  Llegaron  á  Ceuta,  y  el  rey  Taxfin  sin  consi- 
deración á  la  magostad  real  envió  preso  al  rey  Aben  Abed  y  á  sus  hijos 
i  la  ciudad  de  Agmát.  En  el  camino  un  alárabe  llamado  Abul  Hasen 
Hasorí  hizo  unos  versos  en  elogio  del  infeliz  Aben  Abed ,  y  aunque  no 
«ran  comparables  á  losque  le  solia  presentar  Aben  Zeidun  su  privado,  c<m 
todoeso  se  diceque  lediótreintay  seis  doblas  de  oro  -,  que  qpa  todo  lo  que 
consigo  llevaba ,  y  la  última  merced  que  pudo  hacer  en  su  vida.  En  lle- 
gando á  Agmát  le  encerraron  en  una  torre  donde  vivió  cuatro  años  con 
mocha  pobreza,  rodeado  de  sus  hijas  que  le  acompañaban  y  servían , 
n  bien  mas  que  de  consuelo  eran  ocasión  de  acrecentar  sus  pesares  y 
melancolía.  Su  amada  Saida  Cubra  murió  muy  en  breve ,  no  pudiendo 
sufrir  sa  corazón  la  desventura,  pobreza  y  «d)atimicnto  de  su  esposo. 
Bice  Aben  Lebana  que  con  o(^ion  de  darle  las  pascuas  entraron  á  visi- 

>  OiiM  dieen  dit  19  del  dteh»  DM. 


3d8  maroRu  d£  ia  iHmmJaw 

tarlealgonos  de  los  suyos  en  la  torre  donde  estaba  preso,  y  qoeleTienn 
rodeado  de  sus  hijas  que  estaban  vestidas  de  muy  polm  y  astrosos 
paños,  y  con  todo  esto ,  dice  que  resplandecía  en  sus  caras  la  magestad 
real ,  y  debajo  de  aquellos  pobres  vestidos  se  descubría  su  delicadeza  ; 
mucha  hermosura,  que  parecian  como  cuando  el  sol  estíi  edipsado,ó 
cubierto  de  nubes  que  oruscan  su  resplandor ;  pero  que  no  se  oculta  dd 
todo  su  perfección  :  dice  que  era  tan  extrema  su  pobreza  que  SevabaD 
sus  píes  descalzos ,  y  ganaban  su  sustento  hilando  ;  qi^e  como  todos  en- 
mudeciesen de  pesar  ,  el  rey  Aben  Abed  dijo  entonces  una  triste  elqpa, 
no  sin  lágrimas  y  profundo  dolor.  Sus  hijos  vivieron  pobres  en  Afnn , 
su  hijo  Almoated  murió  asesinado  en  Ramazan  del  aSo  484  (1091),  j 
aquel  día  había  enviado  á  su  padre  irnos  versos  con  un  h^o  sojo  pe- 
queño, en  que  le  consolaba  de  su  mala  vaitnra,  Yelmismo  Aben  AM 
murió  el  año  488  (1095)  :  su  reinado  fué  veinte  y  tres  años.  Ladinastíi 
de  estos  reyes  de  Sevilla  duró  sienta  y  tres  ano9  eorao  él  dice  en  dom 
versos ,  porque  la  poesía  fué  su  recreo  y  desahogo ,  aun  en  sos  majorefi 
desgracias ,  y  eran  tan  excelentes  y  hien sentidas  sus  cancioaes  qne  erai 
vulgares  y  sabidas  de  todo  género  de  gentes. 


CAPITULO  XXI. 

Toma  de  Alsa^  por  IO0  llffloitTides.  Entran  en  VáleneU.  Tentado  del  rey  de  Zmgou 

eon  iuief  • 

En  la  luna  de  Xaban  del  mismo  año  ocuparon  los  Almorávides  la  cis- 
dad  de  Novua,  y  en  la  luna  de  Xawal  del  mismo  ano  entró  el  caodilio 
Davud  ben  Aixa  en  Medina  Hariza,  y  escríbiqsu  victoria  y  oooquisU 
alamir  Juzcf  bcuTaxfin.  Era  este  alcaide  muy  esforzado  y  virios 
caudillo ,  sabio ,  justo  y  de  apacible  trato ,  que  nadie  tenia  queja  de  d, 
tal  era  su  moderación  y  prudencia ,  y  por  esta  vía  hizo  tantas  conque 
tas  como  por  las  armas.  En  este  tiempo  Mufaamad  ben  Man  de  los  Al- 
tegibies,  rey  de  Almería,  conocido  por  AlmoatesimMoez-Dola,  y  Avalic 
Olla,  grande  amigo  de  Aben  Abed,  fué  acometido  en  sus  tierras,! 
aunque  había  procurado  que  los  amires  de  Andalucía  procediesen  uni- 
dos en  la  defensa  de  sus  tierras,  luego  que  conoció  la  perfidia  deSjr 
ben  Bekir  y  del  principe  de  los  Almorávides ;  no  le  dieron  estos  tiempo 
para  que  concertase  sus  confederaciones,  y  una  división  de  los  Almorá- 
vides conducida  por  Abu  Zacaria  ben  Yscinis  le  cercó  en  su  ciudad  de 
Almería.  Era  este  príncipe  muy  amado  de  sus  vasallos  por  su  justicia  jr 
liberalidad,  y  amado  también  de  todos  los  principes  de  España,  f  pv 
esta  razón  dio  á  los  Almorávides  mas  cuidado  la  conquista  de  su  tieira, 
porque  recelaban  que  le  ayudasen  todos  asi  muslimes  como  oristíaooS' 
Cercáronle  con  tanto  rigor  y  vigilancia,  que  ni  por  mar  ni  por  tierra 
podía  nadie  entrar  en  la  ciudad ,  ni  salir  de  ella.  Viéndose  muy  apa- 
rado, y  sabiendo  que  era  imposible  el  librarse  de  sus  enemigos  qo® 
á  un  mismo  tiempo  hacían  guerra  á  todos  los  reyes  de  Empana ,  se  en- 


DC  liOS  ÁRABES  £K  £$PAÑA.  999 

(ristodá  tanto  y  se  angustió  hasta  perder  la  yida  de  despecho  y  pesar. 
Antes  del  momento  de  su  muerte  aconsejó  á  su  hijo  Abmed  Moez-Dda, 
qHe  si  Dios  le  libraba  de  sus  enemigos  se  acogiese  á  los  Aben  Hamides 
de  oríeole de  África,  y  se  hiciese  su  aliado  si  le  quedaba  algún  poderío 
en  ia  tierra.  Lo  mismo  dijo  al  menor  llamado  Iz-Dola ,  pero  este  no 
síprió  los  consejos  de  su  padre.  Asi  falleció  este  sabio  rey  Almuatesim 
de  Almeria  despoes  de  haber  reinado  con  mucha  felicidad  cuarenta 
alto.  Babia  seryido  al  $mir  Juzef  ben  Taxfin  en  la  batalla  de  Zalaca ,  y 
coosos  tropas  en  el  cerco  de  la  fortaleza  de  Alid  en  las  comarcas  do 
I^irca ;  pero  todos  estos  scrricios  no  fueron  parte  para  evitar  la  ruina 
soya  7  de  su  familia.  Lc^go  fuéprodamado  su  hijo  Ahmcd  Moez-Dola  * 
por  los  Tocinos  de  Almeria,  que  ya  antes  le  había  su  padre  declarado 
socio  del  mando  y  futuro  sucesor  :  hicieron  esta  proclama  el  dia  4 
deRabie  postrera  delaño  484  (1091).  No  permaneció  el  reinado  de  este 
Aba  Meroán  Moez-Dola  sino  un  mes  después  déla  muerte  de  su  padre, 
poes  como  llegase  nueva  de  la  entrada  de  los  Almorávides  en  Sevilla,  y 
^  la  deposición  del  rey  Aben  Abed ,  perdió  la  poca  esperanza  que 
tenia  en  la  suerte  de  aquel  príncipe ;  y  viendo  que  era  imposible  librarse 
oi  conservar  mas  tiempo  aquella  ciudad ,  apercibió  secretamente  una 
oavc ,  y  principió  á  tratar  de  la  entrega  de  la  ciudad.  El  cuidado  y  dili- 
gmcia  de  los  que  defendian  la  entrada  del  puerto  fué  desde  entonces 
n^  cuidadosa,  y  huyó  de  noche  con  su  familia  y  tesoros  á  la  parte 
oriental  de  África ,  y  abandonó  su  ciudad  y  dependencias  de  ella  á  sus 
enemigos.  Fué  su  fuga  en  la  luna  de  Ramazan ,  otros  dicen  en  25 
de  Xahan  del  año  484  :  y  se  llevó  consigo  á  su  hermano  Rafeldola 
^  sos  hijos  y  mugeres ,  y  se  acogieron  al  señor  de  Bejaya ,  y  estuvie> 
ron  en  aquella  ciudad  como  dependientes  y  vasallos  de  Almanzor  ben 
Aoasir  ben  Alanás  ben  Hamedi  ben  Balkin  ben  Zciri  ben  Menad  Zan- 
^i,  que  poco  después  le  dio  el  gobierno  de  Tunis  de  occidente,  y  su 
hermano  Rafeldola  fué  después  favorecido  del  Mezdeli ,  vrali  de  Telen- 
<^n,  y  alli  vivió  dadoálas  letras  hasta  que  falleció  año  539  (1144),  como 
Infieren  los  historiadores  andaluces,  Amru  Otman  de  Córdoba,'y  Zaca- 
rías de  Zaragoza ,  y  Alcodai  de  Yalencia.  Al  dia  siguiente  se  entregó  la 
nndad  de  Ahncria ,  y  entró  en  ella  el  caudillo  de  los  Almorávides  Aben 
Aixa ,  y  envió  algunas  tropas  que  ocuparon  los  lugares  dependientes  de 
Almería ,  y  cercaron  á  Montuxar,  que  es  á  veinte  millas  de  aquella  ciu* 
^,  y  fádlmente  se  ganó  como  los  otros  pueblos.  Envió  Aben  Aixa 
oaeras  de  su  conquista  de  Almeria  al  rey  Juzef  ben  Taxfin,  dándole 
(^uenla  de  como  en  año  y  medio  eran  ya  dueños  los  Almorávides  de  cinco 
reinos  de  Andalucía ,  que  habían  sido  de  Aben  Habux ,  de  Aben  Abed , 
^  Abn  Alhas  Man ,  de  Aben  Abdelaziz  y  de  Abdala  ben  Becar,  señor 
*?Gien,  de  Oyla  y  de  Ecija. 

£o  el  año  siguientede  485  (1092)  mandó  Juzef  que  su  caudillo  Davud 
ben  Aixa  fuese  áDenia,  ycamiuóáella,ylaocup6,  ytambien  Játiva,  que 
sinhas  las  tenia  Aben  Monead ,  que  estos  amires ,  y  Abu  Meruán  Huzeil 

'  LUMirit  olroi  Obeldalt  Moeidalt  Abu  Mcraán. 


400  HlSTCmiA  DE  LA  DOMmACIOIf 

de  Aben  Bazín ,  Murbiler  y  Valencia ,  se  habían  aliado  cou  los  cristianos 
y  con  su  caudillo  Kuderlc  el  CambKúr ,  y  pensaban  con  su  ayuda  de- 
fenderse de  los  Almorávides ;  pero  las  ocupó  Aben  Aixa  sin  mucha  di- 
ficultad ni  derramamiento  de  sangre.  El  estado  de  Aben  Razin  quedó 
dependiente ,  y  se  dio  el  gobierno  en  tenencia  á  Yahye  Abdelmclic  Abu 
MeruAn ,  su  señor  por  juro  de  heredad ,  en  que  sucedió  su  hijo  después, 
esto  por  su  antigua  posesión  y  alianzas  con  I09  Aben  Hades  de  Zaragoza. 
Desde  alH  partió  á  Secura,  y  entró  también  esta  ciudad ,  y  pasó  el  ejér- 
cito áValenciay  la  cercó.  Defendía  esta  ciudad  el  rey  Yahye  ben  Dylnúo, 
ayudado  de  los  cristianos  que  eran  sus  aliados ,  ó  mas  bien  sus  seiíores. 
En  una  salida  y  sangrienta  escaramuza  fué  herido  de  muerte  el  rejr 
Yahye,  y  ese  mismo  día  falleció  :  sucedióle  en  el  reino  y  defensa  de  la 
ciudad  Alcadir  Yahye  ben  Dylnún,  que  como  Tállente  y  sabio  caudillo 
defendió  y  disputó  con  sangrientas  salidas  y  rebatos  la  entrada  eo  ella. 
Yiendoqueera  imposible  mantenerla,  los  cristianos  se  retiraron  de  ella. 
y  Alcadir,  ayudado  del  esforzado  caudillo  Aben  Tahir, señor  deTadmir, 
la  defendieron  hasta  la  muerte  -,  y  hubiera  costado  mudio  tiempoy  mucha 
sangre  la  entradat  en  ella ;  pero  por  inteligencias  con  el  cadi  de  la  ciu- 
dad Ahmed  ben  Gehaf  Almaferí ,  se  abrieron  las  puertas  y  los  Almon- 
vides  entraron  espada  en  mano  haciendo  gran  matanza  en  la  gente  de 
Alcadir,  y  el  mismo  principe  pereció  con  muchos  nobles  caballeros, 
peleando  como  un  león.  Al  cadi  Ahmed  se  dio  en  premio  de  su  serrifio 
el  gobierno  de  la  ciudad ,  y  de  cadilcodá  que  habia  sido  en  ella,  subió 
á  wali  de  tan  excelente  ciudad ;  ¡  pero  qué  justa  es  la  divina  providencia 
en  la  necesaria  ley  y  cumplimiento  de  sus  eternos  decretos !  Lo  veremus 
después  en  la  muerte  de  este  cadi.  Escribió  Aben  Aixa  su  conquista  do 
Valencia  al  rey  Jtizef ,  y  le  mandó  continuar  hasta  que  sojuzgase  toda 
la  España. 

El  rey  Abu  Giafar  de  Zaragoza ,  de  la  indita  descendencia  de  Aben 
Hud ,  mantenía  con  justicia  y  heroico  valor  toda  la  parte  oriental  de 
España,  desde  Wadir  Higiara,  Medina  Celim,  Helga,  Daroca,  Cala- 
tayub ,  Huesca ,  Tudila,  Barbjasler,  Lérida  y  Fraga ,  y  era  asimismo 
poderoso  en  el  mar  por  la  parte  meridional  del  Pyren ,  y  enriaba  *os 
naves  al  oriente  de  África  á  Alejandría  cargadas  de  frutos  de  Espña, 
y  le  traian  mercaderías  de  tierra  de  Siria  y  de  otras  provincias  de  onenic. 
Era  el  mas  rico  de  los  reyes  de  España,  ademas  muy  afable  y  humaoo. 
y  muy  amado  de  sus  pueblos ,  que  podia  decirse  que  tenia  en  su  mano 
sus  corazones.  Asi  que,  de  todos  era  estimado,  sus  védnosle  respeta- 
ban, y  sus  enemigos  le  temian.  Por  esta  causa  d  rey  .Tuzef  no  se  atrevió 
¿  enojarle ,  ni  pensó  en  declararle  la  guerra;  pero  el  político  rey  Ah- 
med Abu  Giafar  temió  tenerle  por  enemigo,  y  viendo  sus  victorias 
contra  los  otros  reyes,  quiso  ceder  al  tiempo  y  preT,cnir  la  tempestad 
que  amenazaba.  Envió  al  rey  Juzef  ciertos  presentes  muy  preciosos  \ 
y  una  carta  con  su  propio  hijo  Imadola  Abu  Meruán  Abdetmdic,  j^ 

1  Dice  Alcodai  que  le  eofió  catorce  arrobas  de  plata  en  joya ,  marcadas  coa  los  selloi  át » 
abaelo  Almalamen,  que  Juaeí  recibió  estas  dádivas,  y  las  mando  «cufiar  eo  kiraief,ipi 
distribuyó  al  pueblo  de  Córdoba  en  día  dó  Id  Nahira ,  pascua  do  cameros. 


]>£  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  40Í 

elia  solicitaba  su  amistad  y  alianza  contra  los  cristianos :  y  entre  otra^ 
cosas  doda :  «  £s  mi  estado  el  muro  que  media  entre  tí  y  el  enemigo  de 
noestra  ley,  este  muro  es  el  amparo  y  defensa  de  los  muslimes  desde 
que  reinaron  en  esta  tierra  mis  abuelos,  que  siempre  velaron  en  esta 
frontera  para  que  los  cristianos  no  entrasen  á  las  demás  provincias  de 
España.  Será  mi  mas  cumplida  satisfacción  la  conflaoza  y  seguridad  de 
to  amistad ,  y  de  que  estés  cierto  de  que  soy  tu  buen  amigo  y  aliado. 
Mi  hijo  Abdelmelic  le  declarará  las  disposiciones  de  nuestro  corazón , 
joucsiros  buenos  deseos  de  servir  á  la  defensa  y  propagación  del  Islam.» 
A  esta  carta  respondió  el  rey  Juzef  en  estos  términos : 

«Del  rey  de  los  muslimes  amparador  de  la  fe  Juzef  ben  TaxQn,  al  con- 
fiado en  Dios  Ahmed  Abu  Giafar  Aben  Hud,  cuya  potencia  perpetué  y 
prospere  el  Todopoderoso  :  de  nuestra  corte  de  Marruecos,  guárdela 
Dios,  donde  llegó  tu  carta ,  clara  muestra  de  la  nobleza  y  valor  de  tus 
mayoix^s  :  damos  gracias  á  Dios  y  cumplidas  alabanzas,  y  le  rogamos 
nos  dirija  y  encamina  por  la  senda  de  los  rectos ,  y  enderece  nuestros 
pensamientos  á  saludables  flnes  :  rogamos  al  Señor  por  nuestro  señor 
Mahomad  su  siervo  con  quien  sea  la  divina  gracia  que  engrandezca  su 
perfección.  En  cuanto  á  lo  que  á  nos  bace  para  contigo,  fortifíquete 
Dios,  y  para  con  tu  sublimo  liberalidad  sabe  que  no  hay  en  nosotros 
sino  una  sincera  amistad ,  propia  de  nuestro  natural  que  Dios  nos  ha 
dado :  asimismo  ha  venido  á  nuestra  presencia  la  honra  de  la  grandeza , 
la  soblimidad  del  entendimiento.  Esto  es  Abu  Meruán  Abdelmelic,  hijo 
voestro  por  sangre ,  hijo  nuestro  por  amor  y  buena  voluntad.  Acre- 
rícnte  Dios  en  él  tu  amor,  pues  es  la  lumbre  de  tus  .ojos ,  y  alegría  de 
tu  corazón.  Llegaron  también  los  dos  honrados  vizires  Abú  Las  Bá  y 
Abu  Amir,  á  los  cuales  haga  Dios  merced  de  su  santo  temor,  y  á  todos 
Tuestros  servidores  y  á  cada  uno  de  ellos  según  su  calidad  los  hemos  hon- 
rado. Entregáronnos  tu  honrada  carta  y  de  nos  con  honor  recibida,  por 
ella  hemos  entendido  y  por  la  relación  que  de  palabra  'nos  han  hecho 
ron  mucha  discreción  tus  deseos ,  y  respondemos  nuestra  conformidad 
á  tus  dcmaudos ,  y  comunicando  y  habiéndoles  una  y  otra  vez  han  en- 
inidido  bien  lo  que  se  contiene  en  los  capítulos  de  nuestra  reciproca 
anjbtad  y  alianza ,  que  t(MÍos  se  dirigen  á  la  conservación  de  la  grandeza 
y  soberanía  del  estado  en  cuanto  sea  del  servicio  de  Dios.  Salud.  » 


CAPITULO  XXII. 

^ras  d«  los  cristianos  en  tierra  de  Fraga.  Conquista  de  Badajos  por  los  ÁtmoniTides.  Unkm 
^  Cjd  con  los  moros  oontra  eUos,  y  les  toman  á  Valencia.  Los  Almorávides  toman  laa 

Bilcaies. 

Quedó  muy  contento  de  esta  alianza  Abu  Giafar,  y  en  el  ailo  486 
Ü093)  pasaron  los  Almorávides  en  su  ayuda  contra  los  cristianos,  que 
^ian  liecho  una  terrible  entrada  en  sus  tierras,  ayudados  de  los  de 
^fnac  y  enlómanos ,  y  se  hablan  apoderado  de  Fraga  y  Barbaster,  ta- 
so 


i02  HISTORU  D£  IX  DOMUf  AaON 

lando  la  tierra ,  quemando  los  pueblos ,  robando  y  matando  á  los  mch 
radores.  Que  perecieron  en  estas  algaras  mas  de  cuarenta  mil  personas 
^ntre  gente  de  armas  y  demás ,  y  cautivaron  mucbas  mugeres^  duoce- 
flas  y  niño$.  Fueron  pues  en  ayuda  del  rey  Almustain  seis  mQ  ballesle* 
ros  almpravídes  y  mil  caballos ,  y  juntos  con  la  gente  del  rey  hicieroa 
cruda  guerra  á  los  cristianos  y  recobraron  las  fortalezas  ocupad  por 
ellos  j  y  entraron  los  muslimes  en  Barbaster  por  fuerza  de  armas,  y  no 
escaparon  con  vida  sino  muy  pocos ,  y  recobraron  también  la  ciudad  ds 
Fraga  venciéndolos  en  varias  batallas  muy  reñidas  y> sangrientas,  y  en- 
tró Almustain  en  Zaragoza  después  de  esta  jomada  con  cinco  mil  don- 
cellas cristianas ,  mil  armaduras  de  hombres  de  armas  y  muchos  despo- 
jaos muy  preciosos  9  ()c  los  cuales  envió  un  r^co  presente  al  rey  Juzrf  j 
Sje  confirmó  de  nuevo  su  amistad. 

£q  tanto  que  e^to  pasaba  en  la  parte  oriental  de  España,  Syr  beo 
Befi^jr,  e)  mas  astuto  de  fos  caudillos  almorávides,  se  encaminó  con  po- 
derosa hueste  de  Almorávides  á  tierra  de  Algarbe  para  ocupar  el  reino 
de  Badajo?:  que  tenia  Ornar  ben  Muhamad  ben  Alafias  apellidado  AIm^ 
luakil  Bila ,  ocupó  fácilmente  las  ciudades  de  Algarbe  y  muchas  forUle 
^asy  entró  enXelb  y  Ebora  y  vino  con  su  cainpo  delante  de  Badajoz, 
defendiéndose  con  valor  el  rey  Aben  Alafias ;  pero  la  ftM'tona  habla 
vi^elto  las  espaldas  á  estos  principes.  Era  vulgar  crédito  y  popular 
¿reencia  que  habla  una  profecía  que  anunciaba  la  irremediable  caidaie 
los  reyes  de  España ,  y  que  serian  vencidos  y  depuestos  por  unos  prío- 
eipes  de  África.  Esta  persuasión  popular  de  la  gente  del  vulgo  era  las 
perniciosa  en  este  tiempo ,  que  fué  gran  parte  para  que  los  Almorávi- 
des se  enseñoreasen  tan  fácilmente  de  España,  y  para  que  sus  prindpes 
no  hiciesen  cosa  de  provecho  ep  su  defensa.  Diósc  una  reñida  batalla 
én  que  los  de  Aben  Aiaftas  quedaron  vencidos,  y  presos  dos  hijos  del 
rey  que  acaudillaban  su  gen  te ;  es  tos  eran  Alfadil  y  Alabas,  que  no  cedie- 
ron hasta  que  muy  mal  heridos  y  abandonados  de  los  suyos  cayeron  en 
manos  de  los  Almorávides.  Los  de  la  ciudad  intimidados  con  el  horror 
del  suceso  de  la  batalla  forzaron  al  rey  á  concertar  la  entrega  de  la  cia- 
dad.  Ofrecióle  el  caudillo  ben  Abi  Bekir  que  saliese  seguro  con  sos  hi- 
jas, familia  y  cuanto  tenia;  pero  después  que  se  apoderó  de  la  ciudad 
con  esta  condición  y  le  dejó  salir  de  ella  cqu  sps  hijos ,  mugeres  y  escla- 
vos ,  luego  envió  cierta  tropa  de  caballería  de  Lamtuna  en  su  segin- 
miento ,  y  alcanzaron  á  esta  desgraciada  familia  en  cercañias  de  Bada- 
joz,  y  alli  alancearon  con  inhumana  crueldad  al  rey  Almetuakil  y  á  sos 
dos  hyos  Alfadil  y  Alabas.  Acaeció  esta  lastimosa  tragedia  en  sábado  dia 
7  de  la  luna  de  Safer  .del  año  487  (1094).  Todo  esto  fué  por  orden  de 
^nzefben  TaxQn.  Lanaeátaran  esta  desgrada  losmascéMMMpoeUsde 
aquel  tiempo,  y  amiaeniíeeaáe  todos  la  degia  del  wazfir  de  siipalado 
Abu  Muhamad  Abdelmegid  ben  Abdun.  Era  el  rey  Almetuakil  maj 
docto  y  agiigo  de  los  sabios ,  y  pasaba  con  ellos  el  tiempo  con  tanto  pla- 
cer que  se  olvidaba  de  todas  las  cosas.  Tenia  én  su  mismo  alcázar  por 
seóretário  alVazir  Abdelroeffid,  insigne  poeta  que  competjacoo  el  cik' 
brjBtordob'ésAbcíala  ben  Zcjáuh,  privado  del  re v  Abei?  4Jbe^.  wj* 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  403 

canciones  eran  él  encanto  de  las  musas  asi  de  Espanta  y  do  África  como 
de  Oriente.  Era  cadilcodá  do  sa  corte  ^1  sabio  Aben  Mocama.  Cuéntase 
de  este  rey  Alinetuakil  que  solazándose  en  sus  jardines  en  conipañia  de 
su  wazir  Abu  Talib  ben  Ganim  se  entretuvo  tanto  tiempo  que  se  le  pasQ 
labora  del  comer,  y  era  diaen  que  tepia  nobles  jeques  que  le  espera* 
bao,  y  como  llegase  ya  la  noche  y  el  rey  no  viniesii ,  los  jeques  pidieroi| 
de  comer  y  se  les  sirvió  parte  de  la  comida  del  rey,  y  recordándole  si} 
wazir  la  hora  y  los  convidados ,  y  le  dijese  uno  de  los  siervos  que  ya^  lui« 
bíaa  tomado  parte  de  su  comida ,  envió  al  wazir  para  que  le  excusase 
con  ellos ,  y  lomando  una  hoja  de  alcarambe  ó  de  atarfe  escribió  doü 
versos  refiriendo  la  causa  de  su  olvido  y  diciendo  que  los  culpados  ya 
tenían  recibida  la  pena  de  su  delito,  siendo  todos  recíprocos  ejccptores 
de  ella.  £1  hijo  de  Almetuakil  llainado  I\cgm-dola,  irali  de  Santarih,  fu^ 
encarcelado  en  Almithema ,  y  referia  Aben  Zarfon,  cadi  de  la  aljama  de 
Córdoba ,  que  en  cierta  ocasión  le  ^ntró  á  visitar  el  wazir  alcatib  Abii 
Bekar  ben  Alcabotorna  poco  después  de  la  desgracia  4q  svi  padre  y  ber^ 
manos ,  y  cuando  le  vio  no  pudo  contener  sus  lágrinias  mirando  j^p  {^ 
miserable  estado  al  que  babia  sido  señor  de  tan  ricas  ciudades,  y  red4-* 
cido  á  una  estrecha  prisión  el  que  soíia  vivir  en  magníficos  alcázarei^i 
rodeado  de  nobles  jeques  que  le  respetaban  y  servían.  Tales  vueltas  ¿fji 
la  fortuna  á  su  inquieta  y  deleznable  rueda.  Asi  a<;jibaron  los  reyqs  da 
Andalucía  -,  los  puso  en  el  trono  la  discordia  y  guerra  civil ,  vivieron  ep 
continuas  desavenencias,  destruyendo  por  sus  particulares  interósea  \^ 
fuerza  y  unidad  de  España  j  facilitaron  el  engrandecimiento  de  sus  ene-* 
migos,  en  tanto  que  ellos  en  provincias  y  ciudades  estableciap  3119  ^opi- 
les y  efímeras  soberanías ,  pues  como  decía  un  poeta  aad^m  de  <iqairt 
tiempo, 

En  España  los  paeblos  divididos 
Llaman  amir  amumenín  su  arráez, 

y  coamlo  o^noderon  so  yerro  y  pensaron  remediar  sus  males  llamaron 
en  su  auxilio  á  los  moros  dé  África  qué  desotaron  la  España  /vencieron 
á  los  cristianos ,  y  después  yencieroú  y  destronaron'  á  los  amiros ;  dáii- 
dídes  ea  pago  muerte  cruel  ó  vida  miserable  mas  cruel  que  la  muerte. 
Oívíilgóse  ep  toda  España  |a  nueva  de  la  muerte  del  rey  Alcadlr  de 
Valeftcia  y  la  entrada  en  eHa  de  los  Almorávides  por  industria  del 
cadi  Atañed  ben  Géáf,  y  también  se  decía  como  este  cadi  en  reooni* 
pensa  de  sus  servicios  bsdbia  quedado  por  wali  de  la  ciudad.  £1  seQor  de 
Santa  María  de  Aben  Razin,  que  era  Abu  Meruán  Abdclmelic  ben  Hit- 
zeil,  aliado  y  pariente  de  Alcadir,  excitó  á  los  arrayaces  de  Murbiter, 
Játiva  7  Dente ,  que  asimismo  estaban  ofendidos  de  los  Abnoravides,  y 
todos  estos  se  Juntaron  con  Ruderic  S  caudillo  de  ios  cristianos  conocido 
por  d  Gambitor  que  se  preciaba  de  ser  amigo  y  aliado  del  rey  Alcadir, 
de  Aba  Meraáo  y  de  sus  parientes.  Juntaron  una  escogida  irOpa  de  ca^ 
baOerisy  peones  asi  muslimes  como  cristianos,  y  acaudillados  del  Cam- 
Utor  cercaron  la  ciudad  de  Valencia  .-  apretó  tanto  á  los  de  la  ciudad 

I  Otro*  te  lUuMia  rtjr  ó  mi ,  iiraiiQ. 


404  HISTORIA  DE  LA  DOVINACIOIX 

que  oUigarOD  á  su  wali  Aben  Gcáf  á  que  la  entregase,  pues  no  tcaian 
esperanza  de  socorro  tan  pronto  como  la  necesidad  pedia.  Concertó 
Abmed  ben  Geáf  sus  avenencias  de  seguridad  para  él ,  su  familia  y  ve- 
cinos ,  que  por  ninguna  causa  ni  pretexto  se  les  ofendiese  en  sus  perso- 
nas ni  en  sus  bienes ,  y  asimismo  ofreció  el  Cambitor  que  le  dejaría  en 
posesión  del  gobierno  que  tenia.  Con  estas  buenas  condiciones  abrió  las 
puertas  de  la  ciudad  y  entró  en  ella  el  Cambitor,  maldígale  Alá ,  con 
toda  su  gente  y  aliados.  Esto  fué  en  Giumada  primera  del  año  487  (109i}, 
estúvose  en  ella  con  sus  cristianos  y  muslimes  sin  manifestar  sus  inten- 
ciones, y  con  mucha  conCanza  y  seguridad  de  Ahmed  ben  Geáf,  qoc  con- 
tinuaba en  su  empleo  de  cadilaniá ,  embobado  con  la  dulzura  del  man- 
dar, y  al  cumplir  el  año  cuando  menos  esto  recelaba  le  encarceló  el 
Cambitor  y  con  él  á  toda  su  familia.  Esto  lo  hacia  porqué  declarase  dónde 
paraban  los  tesoros  del  rey  Yahye  Alcadir,  sin  omitir  para  averígaarlo 
megos,  promesas ,  amenazas,  engaños  ni  tormentos.  Mandó  encender 
un  gran  fuego  en  medio  de  la  plaza  de  Valencia ;  tal  era  aquella  hetera 
que  su  llama  quemaba  á  mucha  distancia  de  ella.  Mandó  traer  alli  al 
encadenado  Ahmed  ben  Geáf  con  sus  hijos  y  familia  y  los  mandó  que- 
mar á  todos.  Entonces  claman  todos  los  presentes  así  muslimes  como 
cristianos ,  rogándole  que  siquiera  perdonase  á  los  hijos  y  familia  ¡no< 
cente,  y  el  tirano  Cambitor  después  de  larga  resistencia  lo  concedió. 
Había  mandado  cavar  una  grande  hoya  para  el  cadi  en  la  misma  plaza, 
y  le  metieron  en  ella  hasta  la  cintura ,  y  acercaron  la  leña  al  redcd(jr  j 
la  encendieron  y  se  levantó  gran  fuego ,  y  entonces  el  cadi  Ahmed  se 
cubrió  la  cara ,  y  diciendo  :  En  el  nombre  de  Alá  piadoso  y  miserícor- 
dioso ,  se  echó  sobre  él  aquel  fuego  que  en  breve  quemó  y  consumió  su 
cuerpo ,  y  su  alma  pasó  á  la  misericordia  de  Dios.  Pasó  esto  en  dia  ju^ 
ves  de  la  luna  de  Giomada  primera  del  año  488  (1095),  en  la  misma  luna 
en  que  el  año  anterior  había  entrado  en  Valencia  el  maldito  Cambitor, 
y  loa  vengadores  del  rey  Alcadir  Yahye  ben  Dylnun.  £i  i^razir  Aben 
Tahir  partió  de  Valencia  á  Murcia  y  se  llevó  consigo  el  cadáver  del  rej 
Alcadir  para  darle  allí  honrada  sepultura ,  y  después  marió  en  ella  el 
noble  Aben  Tahir  el  año  508  (11 14),  ya  de  mas  de  sesenta  años.  E&\c 
wazir  hizo  unos  versos  ala  muerte  de  Yahye  Alcadir  en  que  anunciaba 
la  venganza  que  yendria  al  que  fué  ocasión  de  su  temprana  muerte. 
El  Gambilor  ordenó  el  gobierno  de  la  ciudad  y  quedó  en  poder  de  cris- 
tianos para  asegurarla  á  los  aliados  muslimes ,  y  se  partió  con  el  prínd- 
pal  de  estos,  que  era  Abdeknelic  Aben  Meruán  ben  Huzeil,  señor  de  Santa 
María  de  Aben  Razin ,  y  en  Valencia  quedó  Abu  Isá  ben  Lebuo  ben 
Abddaziz ,  señoi^  de  Murbiter,  como  naib  ó  teniente  de  Abu  Meruán. 
En  este  tiempo  envió  Syr  ben  Abi  Bekir  sus  naves  á  que  ocupasen 
las  islas  del  mar  oriental  de  España,  y  tomaron  posesión  de  Yebíxát, 
Mayorca  y  Minorca  al  nombre  del  rey  Juzef  Aben  Taxfin  sin  resisten- 
cia alguna.  Tenian  el  gobierno  de  estas  islas  por  los  reyes  de  Vatancia 
y  de  Denia  los  Benixuhcid^  ilustres  jeques  deMurciaque  las  gobernaban 
on  paz  y  justicia  desde  que  el  año  440  (1048)  pasó  á  días  de  wali  Ahnied 
bea  Baricb  Aba  Alabas,  secretario  del  anur  de  Denia  Abu  GeíkMogehid 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA*  405 

icn  Abdak  Alam^i :  y  como  supiesen  que  toda  España  estaba  en  poder 
del  rey  Juzef  le  juraron  obediencia  de  buena  voluntad  y  se  pusieron 
bajo  su  fe  y  amparo. 

£n  el  año  493  (1099)  acaeció  que  Obcidala,  el  que  se  habia  alzado  eo 
AdcuD,  yerno  de  Abu  Meruáa,  d  señor  de  Santa  María  en  compañía  de 
iba  Iza  ben  Lebun,  señor  deMurbiter,  como  bubiese  llegado  á  cerca- 
olas  de  Santa  María  con  ciertas  taifas  de  algara  corriendo  la  tierra,  en 
íaolo  que  Abu  Iza  con  los  otros  almogávares  bacía  sus  correrías,  este 
Obddala  con  un  hijo  suyo'y  algunos  de  su  gente  entró  á  visitar  á  su  sue- 
gro Abu  Meruán  al  cual  hizo  tan  extrañas  peticiones  y  demandas  de  que 
le  nombrase  sucesor  de  su  estado,  que  le  sirviese  de  presente  con  tro- 
pas j  dinero,  que  Abu  Meruán  muy  enfadado  de  su  atrevimienUT  le  re- 
prendió con  aspereza ,  se  acaloraron  en  sus  razones,  y  sacaron  las  es- 
padas bijo  y  padre  contra  Abu  Meruán.  Defendíase  de  ellos,  y  alas  voces 
entró  en  la  sala  una  hija  de  Meruán  prometida  esposa  de  Obeidala,  que 
Tiendo  como  se  herían ,  dio  grandes  voces ,  acudió  la  familia  y  gentes 
de  Meruán,  que  al  verá  su  señor  acometido  de  aquellos,  luego  los 
atropeUaron  á  cuchilladas,  y  los  hubieran  acabado  si  Meruán  no  los  hu- 
biera contenido.  Mandólos  prender ,  y  habiendo  retirado  de  allí  á  su 
bija,  mandó  cortar  pies  y  manos  á  Obeidala,  y  sacarle  los  ojos ,  y  des- 
pués ponerle  clavado  en  un  palo ,  y  ¿  su  hijo  cortarle  los  pies  y  encer- 
rarle :  y  todo  se4)bedeció  al  punto  como  lo  mandaba.  Era  este  Abu  Me- 
raán  muy  amado  de  sus  gentes,  el  fuego  de  la  hospitalidad  ardía  en  su 
casa  de  día  y  de  noche ,  trataba  al  pueblo  con  mucha  afabilidad ,  y  era 
el  amparo  de  sus  necesidades  :  manteníase  con  la  amistad  y  alianza  del 
rey  de  Zaragoza ,  y  con  el  Cambitor,  caudillo  de  los  cristianos,  y  en  es^ 
pnHal  por  su  política  y  buen  gobierno. 

Acabada  la  expedición  á  las  islas  con  avjso  que  hubo  Syr  ben  Ahí  Bekír 
<le  la  entrada  de  los  cristianos  en  Valencia  que  le  comunicó  el  goberna- 
dor de  Almería,  hijo  de  Abmedben  Geáf  el  quemado  por  el  Cambitor, 
en>ió  toda  su  armada  de  naves  y  saetías  con  mucha  gente  de  desembarco 
.T  gran  ballestería  de  alárabes ,  de  moros  de  Lamtuna  y  Masamudes ,  y 
Tíoo  sobre  la  ciudad  de  Valencia ,  y  los  cristianos  y  los  muslimes  sus 
aliados  viendo  que  no  la  podían  mantener  y  que  no  esperaban  socorro 
la  abandonaron  después  de  largo  cerco ,  en  que  hubo  sangrientas  bata- 
'bs  y  reñidas  escaramuzas,  y  al  fin  por  la  constancia  de  los  Almorávides 
Dios  la  restituyó  venturosamente  al  Islam  en  la  luna  de  Regeb  del  año 
^95  (i  lOá) ,  y  en  esta  ocasión  volvieron  á  Valencia  muchos  nobles  y  doc- 
tos que  se  habían  ido  á  Liria  ^  á  Murcia  y  á  Jaén  cuando  entraron  en 
("Ha  loscrístíanos ;  entre  otros  Muhamadben  Bahr  ben  Aasí  Alansarí,  na- 
tural de  liria  y  jeque  de  su  patria ,  que  huyó  á  Jaén  y  estivo  allí  como 
Mete  años  y  se  dedicó  á  las  letras  con  Abu  H^ág  Alkefiz  y  Meruán  Aben 
^ág ,  tornó  á  Valencia  en  este  año  que  se  ganó ,  y  fué  en  ella  almo- 
(Ti  ó  lector  de  la  mezquita  mayor ,  y  escribió  sobre  las  variantes  del 
Alcorán  una  obra  muy  crítica  :  y  después  se  retiró  á  su  patria  Liria  y 
^Ilí  Talleció  á  la  hora  del  alba  en  domingo  día  6  Xawal  año  547  (1152), 
f  fué  enterrado  en  la  makbura  deBeni  Zenún ,  dd  aquella  población, 


40S  HiSTORU  DE  LA  DOMINACIOM 

Hiíó.oradóa  t)or  él  su  bcrmano  Alm  Mnhamad  :  habia  ñaddo  (fio  Í70 
(1078).  En  edte  año  496  (1103)  ralleció  Ábdelmelic  Aba  Mcnián,  sefior 
de  Aben  Razio,  y  le  sucedió  su  bíjo  Yahye;  pero  como  dependiente  dd 
^lerno  de  Valencia. 


CAPITULO  XXIII. 

ViielU  4f  luMf  á  Efpafia.  Jan  de  la  h^o  Aly.  Maerte  de  latef  ea  Aftka. 

Ascgui-adas  las  cosas  de  España  pasó  el  rey  Juzef  á  ella  el  año  49fi 
(1 1 03]^ por  yisilar  sus  nuevos  estados ,  y  pasaron  en  su  compañía  sus  dos 
hijos ,  el  mayor  llamado  Abu  Taír  Tcmim ,  y  el  menor  Abul  Hasen  Aly, 
y  aunque  este  era  de  menos  edad  tenia  mas  espíritu  y  valor  qae  suher- 
mano,  y  decía  de  él  un  poeta  andaluz  de  aquel  tiempo*. 

Aunque  en  los  afios  es  Al  y  postrero , 
aa  valor  le  coloca  por  primero. 
Asi  como  el  anillo  mas  preciado , 
En  el  dedo  peqoefio  es  colocado. 

Recorríó  ocm  cUoa  todas  las  provincias  y  le  agradó  sobre  manera  U 
disposición  y  naturaleza  de  la  tierra ,  y  la  comparaba  toda  á  una  ágtiih, 
y  decía  que  la  cabeza  era  Toledo,  el  pico  Akalé  d€  Raf/a^:  ú 
pecho  Jara ,  las  uñas  Granada :  d  ala  derecha  la  Algarbia,  li 
izquierda  la  Axarkia :  entendiendo  todo  esto  de  la  importancia  del 
gobierno  y  guarda  del  estado ,  que  en  cada  parte  convenia.  Acabada  sa 
visita  convocó  á  los  jeques  y  principales  caudillos  almmravides  j  trató 
con  ellos  de  declarar  futuro  sucesor  de  sus  estados  á  su  hijo  Aly  qac  es- 
taba en  Córdoba ,  y  mandó  que  todos  le  jurasen  óbediencíay  le  recono- 
ciesen por  señor  después^ de  sus  dias.  Celebróse  la  jura  con  moclia  »- 
lemnidad  y  gran  concorrencia  de  la  nobleza  y  caballtíria  de  África '7 
de  Espeña ,  y  mandó  á  su  wazir  Abu  Mubamad  ben  Abdelgafir  que  es- 
cribiese la  carta  del  pacto  de  sucesión  en  estos  términos  ^  «  Pacto  defolun 
fiucesien  y  compañía  de  imperio :  Alabanza  á  Dios  que  usa  de  misericor- 
dia con  los  ipie  le  sirven  en  las  herencias  y  sucesiones :  qoe  creó  ato 
reyefa  cabezas  délos  estados  por  causa  de  la  paz  y  ooiioordia  de  los  pue- 
blos :  como  el  amir  almnsUmin  Nasredin  Abu  Jacub  Juzef  Aben  Taxfin 
sabe  y  conoce  qtie  Dios  le  ha  hecho  cabeza,  guarda  y  defensor  de  lau- 
tos pueblos  que  sirven  á  Dios  y  son  fieles,  temeroso  de  que  d  dia  de 
mañana  le  puede  Dios  pedir  cuenta  de  lo  que  le  ha  confiado  y  dado  en 
guarda ,  y  hallar  queno  ha  procurado  dcjsur  en  su  lugar  on  sucesor  qoe 
los  ampare  como  rey  y  los  gobierne  en  paz  y  justicia :  sienda  constante 
que  Dios  mandó  hacer  testamento  y  disposición  de  cosas  de  menos  im- 
portancia ,  ¿cuánto  mas  será  conforme  á  su  divina  voluntad  esta  obli- 

1  En  otros,  CalatraTa. 

s  Dice  Alcodal  qae  vino  á  esta  Jura  el  ha^ib  Amad  dola  Abu  Meruán  Abdelmefíe,  uinoáf 
Almuciadir  Bila»  rej  de  ZMraKoia,  qae  le  envió  su  padre  con  un  preseiite  de  singaUr  r*rei«  7 
preciosidad  9  jr  mandó  Juief  bacer  de  él  kirates  de  oro  que  distribayó  al  pueble  de  Córdoba  e 
día  de  la  Bidnihar. 


ÜÉ  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  W 

pcion  en  las  cosas  grsíYes  y  de  tanta  consideración  como  las  del  gobierno 
de  k»  pueblos  que  tocan  al  provecho  de  todos  en  común  y  en  particular 
i  pobres  y  á  poderosos?  Asi  que,  el  rey  de  los  muslimes  por  lo  que  en 
esto  le  toca  y  en  particular,  y  especialmente  en  lo  que  Dios  puso  á  su 
cuidado  para  qae  viese  y  gobernase  lo  conveniente  á  sus  pueblos  asi 
en  las  cosas  del  mundo  como  en  lo  perteneciente  al  bien  y  defensa  dé  la 
ley,  tanteó  las  fuerzas  de  los  dos  extremos  de  sus  lanzas ,  y  el  templé  y 
agudeza  de  los  filos  cortantes  de  su  espada ,  y  dcspuei  de  bien  meditado 
ImU^  qnc  su  hijo  menor  Abul  Hasen  Aly  es  mancebo  mas  bien  dispuesto 
pra  las  grandes  y  altas  cosas ,  y  por  ésto  mas  acomodado  para  llevar  en 
sos  hombros  él  peso  de  la  administración  del  reino,  y  asi  lo  señala  y  dis- 
tingue, le  llama ,  proclama  y  eleva  á  la  magcstad  y  alteza  del  trono ,  j 
al  gobierno  del  reiiio ,  habiendo  antes  tomado  consejo  de  hombres  sabios 
7  prudentes  de  todas  partes,  asi  de  los  cércanos  como  de  loá  distantes , 
7  lodos  de  común  acuerdo  con  los  nobles  jeques  y  caballeros  del  reino 
han  manifestado  libremente  que  aceptan  y  reciben  contentos  y  bien  sa- 
tisfechos esta  declarada  sucesión,  puesto  que  su  propio  padre  de  díase 
contenta  y  complace  :  y  asi  le  reciben  por  su  amir  puesto  que  el  rey  su 
padre  le  escoge  y  elige  pot  amir ,  y  le  estima  por  conveniente  para  la 
alteza  y  magcstad  real.  > 

Entonces  fué  llamado  el  principe  Aly  á  la  presenda  de  su  padre  y  del 
consejo ,  y  le  propuso  el  rey  las  condiciones  con  que  le  nombraba  suce- 
sor y  heredero  de  sus  reinos,  y  dijo  que  las  aceptaba  y  que  era  muy 
contento  de  ellas,  y  juró  cumplirlas  :  se  echarcín  las  suertes  dé  la  Isti- 
hara,  invocando  á  Dios  pidiéndole  su  favor  f  auxilio  para  el  acierto, 
porque  todo  bien  y  prosperidad  esiá  en  su  mano.  Entonces  el  rey  Juzef 
hizo  una  vehemente  exhortación  á  su  hijo  encoméndándcflc  cuanto 
le  pareció  conveniente  para  cumplir  sus  grandes  obligaciones ,  y  el  prin- 
cipe repitió  sus  proifaesas  y  deseos  de  servir  á  Dios  y  cumplir  las  inten- 
ciones dé  su  padre.  Luego  certificó  el  wazir  alcatib  que  todos  cstabab 
contentos  de  esta  sucesión  y  qué  la  aceptaban  y  confirmaban  los  presen- 
tes por  sí  y  los  ausentes  por  sus  procuradores  :  y  como  el  principe  suce- 
sor jurado  del  imperio  habia  entendido  las  condiciones  de  su  sucesión  y 
hs  habia  aceptado ,  y  lo  firmó  de  su  nombre  el  irazir  alcatib :  y  fué 
esta  jura  en  Dylhagia  del  año  496  (1 103J. 

Las  conificiones  y  ordenanzas  que  elrey  Juzef  puso  á  su  hijo  perteiie- 
nentes  al  gobierno  de  España  fueron :  que  los  gobiernos  y  alcaidías 
de  provincias,  ciudades  y  fortalezas  las  confiase  siempre  á  los  Alinora- 
Tides  de  Lamtuna :  que  el  cuidado  de  las  fronteras  y  la  guerra  contra 
cristianos  la  hiciese  con  los  muslimes  andaluces  cotno  mas  ejercitados 
y  prácticos  en  la  guerra  de  estas  gentes  y  en  su  manera  de  pelear,  re- 
batos, entradas  y  correrías  :  que  preihiásc  con  armas  y  caballos  á  los 
que  se  distinguiesen  en  su  servicio  peleando  con  los  enemigos ,  y  repar- 
tiese con  ellos  vestidos ,  y  dinero  en  ciertas  ocasiones.  Que  mantuviese 
en  España  diez  y  siete  mil  caballeros  almorávides  repartidos  en  dife- 
rentes partes  determinadas ,  así  que  en  Sevilla  estuviesen  siete  mil ,  en 
Córdoba  mil ,  en  Granada  fres  mil ,  en  la  Axarkia  cuatro  mil,  y  los  de- 


408  BISTORU  DE  LA  DOMINACIÓN 

npas  en  las  fronteras  para  defenderlas  j  guardar  las  forlaleasas  cercanas 
¿  los  enemigos  ^ 

Acabadas  estas  cosas  el  rey  se  partió  para  Ceuta ,  y  al  pasar  pcur  la- 
cena suscitaron  á  los  judíos  que  moraban  en  aquella  dudad  qoe  debían 
hacerse  muslimes ,  porque  en  un  libro  antiguo  de  Aben  Muserra  el  cor- 
dobés se  halló  que  los  judíos  en  tiempo  del  profeta  habian  ofrecido  ha- 
cerse muslimes  si  al  llegar  el  año  de  5Ó0  (11 07)  de  la  hegira  no  les  bu- 
bicse  venido  el  Mesias  que  esperan ,  que  ellos  dicen  en  su  Tura  que 
había  de  ser  de  su  nación  y  que  su  doctrina  y  ley  había  de  durar  basta 
el  fln  del  mundo.  Gomó  ahora  se  les  recordase  esta  obligación  que  pre- 
tendían algunos  que  tenían  hecha,  apelaron  al  rey  Juzef,  y  con  su  wazir 
y  cadi  Abdala  ben  Aly  compusieron  por  gran  suma  de  ¿Mas  que  no  se 
les  molestase  sobre  esto ,  y  se  embarcó ,  y  estando  en  Ceuta  retirado  de 
los  negocios,  principió  á  sentir  debilidad,  que  era  ya  muy  viejo,  y  en  p1 
año  de  498  adoleció  mas,  y  le  llevaron  á  Marruecos ,  sin  dejar  de  agra- 
varse aada  día  mas  su  dolencia  y  debilidad  hasta  tanto  que  sus  fuerzas 
del  tododesaparecieron,  que  estaba  sin  movimiento  que  no  se  meneaba, 
y  asi  murió ,  Dios  haya  misericordia  de  él ,  á  la  salida  de  la  luna  de  Ala- 
harram  entrado  el  afio  de  500  (1107),  habiendo  vivido  cien  años ,  y  rei- 
nado cerca  de  cuarenta  desde  que  le  hizo  su  naib  su  *  primo  Abu  Bckir 
ben  Ornar :  desde  que  entró  en  Medina  Fez  año  46*2  (1070)  hasta  qoe 
murió  treinta  y  ocho  años,  y  desde  que  quitó  el  estado  de  Granada  á 
Abdala  ben  Balkin  hasta  su  muerte  diez  y  siete  años. 

Estando  ya  cercano  de  morir  el  rey  Juzef  llamó  á  su  hijo  el  príncipe 
Aly ,  y  entre  otras  cosas  le  mandó  que  no  hiciese  guerra  sin  necesidad. 
y  que  procurase  no  tenerla  nunca  con  los  moradores  de  los  montes  de 
Baren ,  ni  con  los  Masamudcs  que  están  detras  de  aquellas  simaras  á  la 
parto  del  Kibla.  Que  siempre  tuviese  amistad  con  los  de  Bene  Hud,  reyes 
de  la  Axarkia  de  España,  que  eran  como  el  nraro  que  con  tenia  á  los  cris- 
tianos ,  reparo  y  defensa  de  los  muslimes  de  Andalucía.  Que  honrase  á 
los  muslimes  de  España  y  en  especial  á  los  de  Córdoba ,  y  que  disímil- 
lase  faltas,  y  perdonase  á  los  que  le  ofendiesen.  Se  cuenta  de  este  rey 
Juzef  que  nunca  castigó  con  pena  de  muerto,  y  los  mayores  castigos 
que  hacia  eran  prisión  perpetua  y  destieiros  de  sus  reinos.  Fné  enlcr- 
radoen  su  mismo  alcázar  dentro  de  Marruecos,  hallándose  presentes 
sus  dos  hijos  Abu  Tair  Temim  y  Abulhasen  Aly  con  otros  muchos  ami- 
gos y  parientes  de  Lamtuna  y  de  Sanhaga.  Dicese  qua  protestó  al  morir 
su  deseo  do* propagar  la  ley  de  Dios,  y  Muhamad  ben  Half  dice  en  sa 
Bcian  Wadefa  ó  clara  manifestación ,  que  no  quedó  á  los  mudimes  en- 
tonces otro  consuelo  que  la  acertada  elección  que  les  dejaba  hecha  eo 
.  su  hijo  Aly.  Cuando  la  vicloría  de  Zalaca  en  que  acompañado  de  trere 
amircs  do  Andalucía  venció  al  rey  Alfonso^  mandó  mudar  la  zeca  de 
la  moneda  que  antes  corría  y  renovó  el  cuño  y  puso  en  la  míMieda  de 
oro  otras  inscripciones :  No  es  Dios  sino  Alá :  Muhamad  enviado  de  ALi : 

i  Pafabvn  cineo  wcudotf  al  mes  á  cada  caballero  y  le  mantenían ,  segun  Aleodai. 
*  Díee  Tahye :  desde  qve  recibió  la  naibla  de  Almagreb  y  partió  sa  primo  Aben  Onarat 
éctieito  trehiia  y  coairo  aAo9. 


DE  LOS  ÁRABES  EM  ESPAÑA.  409 

d  iráicipe  de  los  muslimes  Juzef  ben  Taxfin ;  y  al  contorno :  El  qae 
siguiere  otra  ley  que  el  Islam  no  será  recibida  su  fe ,  y  en  el  dia  último 
será  de  los  infelices.  Y  por  el  otro  lado :  £1  amir  Ai>dala,  príncipe  de  los 
fieles  Abasi :  y  en  el  contorno  el  lugar  y  el  año  del  cuño. 


CAPITULO  XXIV. 

Eolra  á  reinar  Aly  ben  Jojef.  Viene  dos  veces  á  Espafíé.  Batalla  de  UIlHs  en  que  murió 

el  infante  don  Sancho. 

Luego  fué  proclamado  en  Mairuecos  Aly  hijo  de  Juzef;  apellidábase 
Abu  Hasen  *.  la  madre  que  le  parió  era  cristiana  llamada  Gomaica. 
Había  nacido  en  Ceuta  el  año  477  (1 084),  era  blanco  y  colorado ,  de  her- 
mosos ojos ,  barba  suave ,  cabello  lacio  y  negro ,  de  bien  proporcionada 
nariz ,  graciosa  boca,  y  de  mediana  estatura  y  buena  complexión.  Fué  su 
proclamación  en  Marruecos  en  la  luna  de  Muharram  del  año  500  ( 1 1 07). 
Era  entonces  de  veinte  y  tres  años,  y  tenia  ya  tres  hijos ,  TesGn  el  wali 
que  le  sucedió  después  en  el  reino ,  Abu  Becar,  y  Syr.  Su  secretario  fué 
Aba  Mubamad  ben  Abcd,  de  los  hijos  del  rey  de  Sevilla ;  apellidóle  el 
pueblo  amir  amuminin  :  imperaba  sobre  todas  las  tierras  de  Almagréb 
desde  Medina  Beghaya  basta  extremos  de  Velad  Sus  Alaksá;  y  de  todo 
Alkibla  desde  Sigilmesa,  hasta  los  montes  del  Oro  en  Yclad  Saedán. 
Era  dueño  de  casi  toda  España  de  oriente  a  occidente ,  y  de  las  islas  del 
mar  de  Siria,  á  Mayorica ,  Mínorica  y  Yebisál.  Se  hacia  por  él  chotba 
en  mas  de  trecientos  mil  almimbares,  y  en  suma  era  el  mas  grande  y 
poderoso  rey  de  su  tiempo  y  de  su  familia.  Era  justo,  erudito,  esforzado 
guerrero,  y  buen  defensor  y  amparador  de  sus  fronteras,  preciándose 
de  seguir  en  todas  las  cosas  las  huellas  de  su  ínclito  padre.  Después  tuvo 
otros  hijos :  Abu  Afs ,  y  Omar  que  llamaban  el  mayor,  Tcmim  Ibraim , 
que  fué  en  perq2jinacion  á  Meca,  Isbac,  que  murió  por  venganza  á 
manos  de  un  sobrino  hijo  de  su  hermano  Ibrahim,  Abu  Ham ,  Daviid , 
Omar  el  menor,  Musdeli,  y  Otman,el  menor  de  todos ,  que  le  hubo  en 
noa  cristiana,  que  por  su  mucha  hermosura  llamaban  Fadelhusun. 
Fueron  sus  ^azires  en  el  principio  de  su  gobierno  Otman  ben  Omar,  y 
al  fin  de  él  Ishac  ben  Otman.  Cuando  este  wazir  principió  á  servirle 
tenia  diez  y  ocho  años ;  pero  su  espíritu  y  prudencia  en  tan  poca  edad 
era  la  admiración  de  los  sabios  y  de  los  viejos ,  y  por  esto  el  rey  Aly 
ben  Juzef  le  hizo  su  vrazir,  y  servia  este  empleo  muy  á  satisfacción  del 
rey,  y  sin  queja  del  pueblp ,  y  con  notable  ventaja  del  bien  común  y  de 
la  administración  de  jusRía ,  pues  era  tal  su  ingenio  y  natural  pruden* 
cia,  que  parecía  que  penetraba  los  corazones,  y  conocía  lo  pasado, 
presente  y  lo  por  venir.  Con  estos  ministros  y  con  su  propia  prudencia 
y  amor  á  la  justicia  principió  á  ordenar  muy  bien  las  cosas  del  gobierno, 
tomando  ademas  consejo  de  los  doctos  y  experimentados  en  el  conoci- 
miento de  los  negocios  de  paz  y  de  guerra ,  y  á  estos  daba  los  empleos 
y  principales  cargos.  Era  en  extremo  liberal  y  muy  compasivo  con  los 


410  HISTORU  DE  LA  DOMINACIÓN 

pobres :  tenia  mucha  gravedad  en  su  persona ,  y  así  todos  le  reTcrencia- 
ban,  y  por  sus  Tirtudes  y  potencias  le  amaban  y  temiáñ.  Juróle  tam- 
bién obediencia  su  hermano  mayor  Abu  Tahír  Tcmim.  Este  rey  fué  el 
primero  que  quiso  servirse  de  cristianos ,  dándoles  empleos  de  recau- 
dadores y  de  caballeros  de  su  corte ,  sin  que  por  eso  dejase  de  hacer 
cruda  guerra  por  su  persona  á  las  tierras  de  los  cristianos.  Testigos  de 
su  celo  las  comarcas  de  Toledo  y  de  Talavera ,  asoladas  y  destruidas 
por  sus  victoriosas  armas.  A  este  fin  pasó  cuatro  veces  á  Andalucia , 
como  veremos. 

Dicese  que  luego  que  anunció  la  muerto  de  su  padre ,  y  le  envolvió  en 
lienzos  funerales ,  se  presentó  trayendo  de  la  mano  á  su  hermano  Abu 
Tahir  Temim ,  y  le  anunció  <í  los  Almorávides :  y  entonces  su  hermano 
tomó  su  mano  derecha  con  la  suya ,  y  le  juró  y  dijo :  Llegad  y  jurad 
al  amir  de  los  muslimes ,  y  todos  los  jeques  almorávides  que  alli  estaban 
presentes  le  juraron,  y. los  de  Sanhaga  y  Masamudcs,  y  otras  tribus 
alímes  y  alfaquics  :  asi  se  celebró  esta  iura  en  Marruecos.  Luego  enTÍó 
sus  cartas  á  todas  las  provincias ,  asi  de  Almagrób  como  de  España ,  j 
á  Telad  ^Il^ibla,  dándoles  noticia  de  la  muerte  de  su  padre  y  señor,  y 
de  su  exaltación  al  trono ;  y  asimismo  les  mandaba  que  le  proclamasen 
en  sus  ciudades ,  y  se  hiciese  por  él  la  cholba  en  las  mezquitas.  En  osle 
tiempo  tuvo  noticia  de  Fez  de  como  su  sobrino  Yahye,  hijo  de  Abi  Bekar 
ben  Juzef ,  que  era  wali  de  aquella  ciudad  por  encargo  del  rey  Juzef 
su  abuelo ,  luego  que  supo  su  muerte  y  la  proclama  de  su  tio  Alv,  se 
alborotó  y  se  tuvo  por  muy  ofendido  de  aquella  jura ,  y  se  declaró  con- 
tra ella ,  y  no  permitió  que  se  hiciese  Cn  la  ciudad  de  Fez ,  conviniendo 
en  esto  con  él  muchos  nobles  cáudíTlos  de  Lamtuna.  Esta  inesperada 
nueva  disgustó  mucho  al  rey  Aly ,  y  al  instante  salió  de  Marruecos  contra 
su  sobrino.  Guando  ya  llegaba  con  su  hueste  cerca  de  Fez,  su  sobrino 
Yahye  no  sintiéndose  con  fuerzas  p^ra  oponerse,  resistir,  ni  defenderse 
de  las  de  su  tio ,  huyó  de  Fez ,  y  Aly  entró  en  ella  luego  miércoles  dia 
8  de  Rabii  postrera  del  año  500.  Algunos  cuentan  que  como  AI;  hu- 
biese llegado  á  Medina  Magalia  en  confines  de  Fez ,  que  escribió  á  sa 
sobrino  reprendiéndole  su  desobediencia  y  extravio  con  mucha  dalzura, 
y  convidándole  á  que  se  viniese  á  su  merced ,  y  le  jurase  obediencia 
como  habian  hecho  todos  sus  parientes ,  y  que  asimismo  escribió  á 
los  jeques  de  la  ciudad  amonestándoles  sobre  esto ,  y  anunciándoles  qñe 
sin  falta  iria  á  visitarles  muy  presto.  Que  recibidas  aquellas  cartas  por 
Yahye  congregó  el  mezuar  de  la  ciudad,  y  les  dijo :  que  se  dispusiesen 
á  la  defensa  de  ella ;  y  que  los  jeques  y  principales  se  opusieron  á  su 
parecer,  y  le  aconsejaron  que  no  hiciese  resifÉpncia,  que  se  fuese  ásu 
merced  y  le  obedeciese ,  que  esto  le  convenía ,  que  era  imposible  el 
mantener  la  ciudad ,  pues  todo  el  pueblo  estaba  por  su  lio  Aly,  y  qnc 
sin  el  pueblo  mal  se  podia  defender  la  ciudad ,  por  mas  que  todos  eUos 
se  empeñasen  en  ayudarle  y  morir  en  su  ayuda.  Que  oyendo  Yahye  este 
consejo  de  los  jeques ,  desconfió  de  ellos,  y  se  salió  de  secreto  de  la 
ciudad ,  y  partió  huyendo  á  Telencen ,  donde  era  wali  Mezdeli,  y  que 
este  caudiUo  le  encontró  en  Guadi  Mulua ,  que  venia  de  presentarse  y 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  41 1 

dar  el  parabién  al  amir  Aly  por  so  exaltación  al  trono.  ¥  como  Yahye  le 
dijese  la  intención  que  lleTaba  y  como  venia ,  Mezdeli  le  disuadió  de 
aqad  prepósito ,  y  le  dijo  que  en  lodo  caso  era  forzoso  dejarse  de  ello, 
y  tomaron  juntos  á  Medina  Fez ,  y  entró  Mezdeli  á  visitar  alrey,  y  entre 
taoto  Yahye  se  quedó  en  una  tienda  á  las  orillas  de  Guadixedrua ,  y  alU 
estaba  lleno  de  temores  y  de  sobresalto.  Entró  Mezdeli  y  saludó  al  rey, 
j  k  dio  parte  del  motivo  de  su  pronta  vuelta ,  y  de  como  babia  persua- 
dido con  mucha  facilidad  al  wali  Yahye  á  que  viniese  á  su  merced ,  y 
d  rey  le  dio  gracias  por  ello,  y  le  alabó  y  honró  su  agradable  servicio,  y 
k  dio  seguro  para  su  sobrino  Yahye ,  y  le  perdonó.  Luego  fué  avisado 
dedloy  se  vino  al  rey  Aly,  y  le  pidió  perdón  muy  rendidamente  y  le 
jaro  obediencia ,  y  el  amir  le  perdonó,  y  para  tenerle  con  mas  seguri- 
dad le  destinó  á  Gezira  Morca ,  y  desde  idli  sé  volvió  ¿  Sahva,  y  pasó 
desde  allí  al  Hegiaz ,  y  hizo  su  peregrinación  á  la  casa  de  Dios ,  y  des- 
pues  se  volvió  á  su  tio  que  le  dio  licencia  de  morar  en  la  corte  de  Mar- 
niecos,  donde  pasó  tranquilo,  hasta  que  por  sospechas  de  conjuración  y 
kvantamiento  se  le  prendió  y  envió  ¿  Gezira  Alhadrá ,  y  en  esta  ciudad 
permaneció  hasta  su  muerte. 

La  primera  vez  que  Aly  pasó  á  España  siendo  rey  fué  en  A 
año  500  (1 107) ,  y  luego  que  llegó  á  Algezira  vinieron  á  visitarle  los  ca- 
dtes  de  las  aljamas ,  los  sabios ,  los  walies  y  gobernadores  de  las  ciu- 
dades, muchos 'caballeros  y  gente  del  pueblo,  y  á  todos  recibió  muy 
bien ,  y  los  despidió  muy  contentos.  En  esta  ocasión  depuso  del  gobierno 
de  Córdoba  al  vfa\\  Abu  Abdala  bcn  Alhdg,  y  puso  en  su  lugar  al  al- 
caide Abu  Abdala  Muhamad  bcn  Zeifa :  y  babiendaordenado  otras  cosas 
coorenfentes  al  gobierno  de  Andalucía ,  se  volvió  á  África. 

En  el  año  de  501  (1108)  pasó  segunda  vez  con  ánimo  de  hacer 
gocrra  á  los  cristianos,  y  envió  antes  á  su  hermano  Temim  que  había 
sido  wali  de  Almagréb ,  para  que  previniese  lo  necesario ,  y  le  dio  el 
gobierno  de  Valencia ,  y  puso  en  su  lugar  en  Almagréb  Abu  Abdala  ben 
Alhig,  que  desde  Córdoba  habla  venido  á  ^sAi  de  Fez ,  y  solo  sirvió 
aquel  empleo  seis  meses.  Luego  que  Temim  llegó  á  España,  pasó  á  correr 
tierra  de  Axarkia  y  fronteras  de  Zaragoza. 

En  esta  ocasión  fbé  la  célebre  batalla  de  üklis  contra  los  cristianos. 
Temim  ben  Juzef  habia  pasado  á  Granada ,  y  allegó  poderosa  hueste  y 
escogida  caballeria ,  y  con  ella  hizo  cabalgadas  en  tierra  de  cristianos ,  y 
se  puso  sobre  la  fortaleza  de  Uklis,  en  donde  habia  gran  chusma  de 
cristianos  que  la  defendian.  Cercó  aquella  fortaleza  ,  y  la  apretó  tanto, 
qnc  los  cristianos  no  pudieron  mantenerla  y  la  entró  Temim ,  y  acorraló 
á  los  cristianos  haciéndoles  grandes  estragos  en  sus  campos.  Uegó  la 
noticia  al  rey  Alfonso,  que  se  ensañó  mucho  por  esta  pérdida,  y  ordenó 
que  Inego  partiesen  sus  gentes  á  la  frontera  para  contener  á  los  mus- 
limes, y  fué  consejo  de  su  muger,  que  puesto  que  Temim  era  hijo  del 
rey  de  los  muslimes ,  que  saliese  contra  él  Salcho ,  el  hijo  del  rey  de  los 
cristianos  y  suyo.  Oyóla  Alfonso ,  y  le  envió  con  gran  hueste  de  lo  mas 
aoble  de  sus  gentes,  y  vino  á  confines  de  Uklis,  y  cuando  Temim  en- 
tendió su  venida  quisiera  salirse  de  la  fortaleza ,  y  rethrarse  antes  de  sa 


412  HISTORU  DE  LA  DOMINACIÓN 

llegada  y  sin  encontrar  ¿  los  cristianos ,  y  le  aconsejaron  sobre  esta 
Abdala  Muhamad  ben  Fateroa ,  y  Mubamad  ben  Aixa  y  otros  valientes 
candillos  almorávides,  disuadiéndole  de  su  determinación,  y  animéa- 
dple  á  esperar  en  la  fortaleza  sin  temor  de  los  enemigos.  Instaba  Te- 
mim  y  le  dijeron :  No  bayas  temor  t  annque  no  seamos  nosotros  mas 
qoe  tres  mil  caballeros ,  gran  diferencia  hay  entre  ellos  y  nosotros ;  y 
con  esto  se  sosegó.  No  bien  habia  llegado  la  tarde  de  aquel  dia  cuando 
llegaron  los  cristianos  con  muchos  millares ,  y  todavía  queria  Temim 
que  abandonasen  aquella  fortaleza  y  huyesen  de  ellos ,  y  hubieron  sa 
consejo  los  caudillos  almorávides ,  y  no  hallaban  via  |mra  la  faga,  ni 
recursos  para  la  seguridad  y  para  mantenerse  en  la  fortaleza :  asi  qae, 
acordaron  dar  batalla.  Al  rayar  del  alba  salieron  con  ánimo  desesperado, 
y  acometieron  á  los  cristianos  con  tan  heroico  valor  y  denuedo,  que  no 
se  yió  pelea  mas  atroz  ni  mas  sangrienta.  EueUa  derrotaron  á  los  cris- 
tianos ,  y  murió  el  Salcho,  hijo  del  rey  Alfonso ;  y  con  él  cerca  de  veinte 
rail  cristianos ,  y  entraron  los  vencedores  muslimes  en  Uklis  espada  en 
mano  ' ,  y  muchos  lograron  aquel  dia  la  corona  del  martirio.  Coando 
la  nueva  de  esta  sangrienta  batalla  y  derrota  de  los  suyos  y  muerte  de 
su  hijo  llegó  al  rey  Alfonso,  fué  tanto  su  dolor  que  enfermó  de  pena, 
desesperación  y  tristeza ,  y  como  ya  era  viejo  y  débil  adoleció,  y  morió 
de  pesadumbre  *  á  pocos  dias  de  esta  derrota.  Escribió  Temim  esta  glo- 
riosa victoria  al  rey  su  hermano ,  de  las  mas  venturosas  que  tuvieron 
los  muslimes. 

En  el  siguiente  año  de  502  (1 109)  salió  de  Valencia  Muhamad  ben  Al- 
hAg  de  orden  de  Temim,  y  entró  en  tierra  de  Zaragoza  con  pretexto  de 
ayudar  al  rey  Almostain  ben  Hud.  Este  virtuoso  y  esforzado  rey  hada 
correrías  y  cabalgadas  en  las  fronteras  de  los  cristianos,  talaba  sus  cam- 
pos ,  arrancaba  sus  plantíos,  y  les  quemaba  los  pueblos.  £1  rey  Alfonso, 
aunque  muy  ocupado  en  guerras  con  otros  cristianos,  entró  por  riberas 
del  Ebro,  y  tomó  Tauste ,  Búrges  y  Magalia ,  y  sus  campeadores  hacían 
notable  daño  en  Jos  campos  de  Zaragoza  :  llegó  el  caudillo  de  los  Almo- 
rávides Aben  Alhág,  y  los  cristianos  levantaron  su  campo,  y  entró  con 
su  hueste  en  Zaragoza ,  y  desde  allí  escribió  su  victoria  al  rey  Alj '. 
Desconfiando  el  rey  Almostain  de  la  buena  fe  del  caudillo  de  los  almo- 
rávides, y  receloso  de  que  se  apoderase  de  su  persona  y  le  envíase  á 
las  torres  de  Agmát ,  sin  decirle  nada  se  partió  de  la  ciudíad ,  y  se  retiró 
á  ciertos  fuertes  de  frontera  en  aquella  comarca ,  acompañado  de  los 
mas  nobles  de  su  reino.  Aben  Alhág,  confiarme  á  la  orden  que  llevaba, 
salió  poco  después  á  correr  la  tierra  de  Barcelona ,  y  las  algaras  fueron 
muy  venturosas ,  y  en  su  ausencia  tornó  el  rey  Almostain  Aben  Hud  á 
Zaragoza ,  y  los  cristianos  cada  dia  le  talaban  la  tierra ,  y  era  tal  su 
osadía  que  llegaban  hasta  las  puertas  de  la  ciudad.  El  caudillo  de  ks 

t  Aqui  bay  una  eoirtradiccion.  Si  Temim  la  tomó  antes,  ¿cómo  la  entra  ahora  espada  ra 
mano? 

t  Dice  vAbdel  Halim,  á  veinte  dias. 
W*  Bicen  alKonos  que  iba  Aben  Albég  con  orden  de  permanecer  eo  Zaragma,  eomo  vatí  df 
ella  por  los  Almorávides. 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  413 

AliixHraTídes  Aben  Alfaág  yolvía  de  su  expedición ,  y  traia  muy  ricos 
despojos  y  louchos  cautivos  que  habia  hecho :  dirigía  estas  presas  por  los 
caminos  mas  grandes  y  fáciles,  y  con  su  gente  iba  por  ciertos  atajos  y 
Tcrcdas de  montaña,  tierras  ásperas  y  fragosas,  pero  pobladas  de  al- 
querías de  muslimes.  En  este  camino  áspero  de  guajaras  que  llevaba 
Aben  Alhág,  que  no  habia  pasado  por  alli  otra  vez,  estando  en  medio  de 
aquellas  fragosidades  le  acometieron  los  cristianos  que  estaban  allí 
emboscados,  y  asaltaron  á  su  gente  tan  de  improviso  y  con  tanto  furor  j 
que  no  tuvo  lugar  de  ponerse  en  mediana  ordenanza ,  y  los  muslimes 
bujeroD  con  mucho  desorden ,  y  padecieron  cru^l  matanza ,  tanto  que 
perecieron  casi  todos  los  caballeros  de  Lamtuna ,  ó  quedaron  heridos  y 
cautivos,  y  allí  murió  peleando  como  bueno  el  caudillo  Muhamad  beu 
Alhág ,  y  se  salvó  huyendo  en  una  ligera  yegua  el  alcaide  Muhamad 
Aben  Áixa ,  que  no  fué  poca  fortuna.  Cuando  la  nueva  de  esta  desven- 
torada  algazia  llegó  al  amir  Aly  pesóle  mucho  de  ella ,  y  fué  muy  sen- 
tida la  muerte  de  Aben  Alhág ,  y  nombró  el  rey  en  su  lug^r  á  Abu 
Beker  ben  Ibrahim  ben  Tafel&t ,  que  estaba  entonces  en  el  waliazgo  de 
Murcia ,  y  partió  sin  tardanza  á  las  fronteras  de  Zaragoza ,  pasando  por' 
Valencia ,  Tartuxa  y  Fraga ,  y  corrió  la  tierra  de  Barcelona ,  y  taló  sus 
campos,  quemó  las  alquerías,  y  robó  los  ganados  y  frutos  en  veinte 
días  que  campeó  sus  comarcas,  basta  que  volviendo  á  tierra  de  Zara- 
goza le  salió  al  paso  Aben  Radmir  con  mucha  gente  de  Bazit  Barcelona^ 
T  Velad  Aragúna ,  y  trabaron  sangrienta  y  reñida  batalla,  en  que  mu- 
rieron muchos  cristianos,  y  como  setecientos  muslimes  lograron  la 
corona  del  martirio. 


CATITÜIX)  XXV. 

Tercera  TeoidA  de  Aly ,  que  lítU  á  Toledo  y  tío  puede  tornería.  YietorUs  del  rey  Radmir. 

Correríaf  de  Meideli. 

Entendiendo  el  rey  Aly  que  era  necesaria  su  presencia  en  España  de- 
terminó pasar  á  ella  en  el  ano  503  (1 109) ,  con  propósito  de  asistir  eu, 
persona  á  la  sacra  guerra  :  pasó  desde  Ceuta  en  1 5  de  la  luna  de  Muhar- 
ram  de  dicho  año.  Traiá  para  este  fin  un  poderoso  ejército  de  cien  mil 
caballos ,  y  llq^ó  á  Córdoba ,  y  se  detuvo  en  ella  un  mes  i  de  allí  salió  á 
la  algazia ,  que  fué  cruel ,  entró  por  fuerza  de  espada  la  ciudad  de  Ta- 
bat,  y  veinte  y  siete  fortalezas  de  la  comarca  de  Toledo,  y  fué  tal  el 
estrago  y  espanto  que  causó  en  aquella  tierra,  que  los  pueblos  huian  de 
sus  casas ,  y  se  acogían  álos  fuertes  y  á  las  ciudades  y  montes  ásperos  é 
ioaccesiblcs ,  de  suerte  que  toda  la  tierra  quedó  asolada  y  como  desierta. 
IHiso  cerco  á  la  ciudad  de  Toledo  y  estuvo  la  gente  delante  de  ella  un 
Des,  y  hubo  sangrienta  pelea  en  Bab  Alcántara ,  y  la  ganaron  los  mus- 
limes con  gran  matanza  de  cristianos,  que  no  osaron  salir  mas  aunque 
)e  puso  el  campo  á  sus  puertas.  Fuera  de  la  ciudad  se  tomó  la  Almu- 
lia,  y  viendo  que  se  perdía  el  tiempo,  porque  la  ciudad  es  tan  fuerte 
loe  no  era  posible  entrarla  por  fuerza ,  se  corrió  la  tierra  y  se  entró  en 


4U  flISTORIÁ  DE  LA  DOMINACIÓN 

« 

Magdit  y  Guadilhigiara.  Luego  pasóla  hueste  contra  Medina  Talbiray 
la  cercó ,  y  dio  tan  fuertes  combates  que  fué  entrada  por  fuerza  de  aN 
mas ,  con  tanta  matanza  de  los  cristianos  que  había  en  día  ^  que  no  qned6 
uno  á  vida  :  y  con  esto  el  rey  se  volvió  triunfante  y  contento  con  esta 
venganza,  y  pasó  á  África.  Al  mismo  tiempo  el  virtuoso  y  esforzado 
rey  de  Zaragoza  Ahmed  Abn  Giafar  Almostain  Bila  Aben  Hud  salió 
contra  los  cristianos  que  tenian  puesto  céreo  á  la  fortaleza  de  Tudfla, 
que  está  á  la  ribera  del  Ebro ,  y  con  escogida  cabaDería  fué  á  sooomr 
á  los  suyos ;  los  cristianos  les  dieron  batalla  delante  de  la  ciudad  qae  fué 
muy  reñida  y  sangrienta ,  y  peleando  el  rey  Aben  Hud  valerosamente 
por  su  persona  le  pasaron  el  pecho  de  una  lanzada ,  y  cayó  muerto  de 
su  caballo  :  cuéntalo  Abdala  ben  Aita  que  se  halló  presente  en  la  ba- 
talla con  el  sabio  Asaflr  de  Gien.  Con  la  muerte  de  su  esforzado  rey  y 
caudillo  los  muslimes  cedieron  el  campo,  y  la  dudad  fué  entrada  por 
los  cristianos  :  acaedó  esta  derrota  y  grave  pérdida  para  el  Islam  ei 
año  503  (tttO).  Los  muslimes  llevaron  su  cuerpoá  Zaragoza,  yseie 
enterró  con  sus  propias  vestiduras  y  con  sus  armas  como  estaba ,  acom- 
pañando su  féretro  toda  la  ciudad  que  le  lloró  mucho  tiempo'  Y  luego 
fué  en  ella  proclamado  rey  su  hijo  Abdelmelic  ben  Ahmed  AbuMeniin 
llamado  Amad-Dola,  que  era  muy  esforzado  caballero,  ai  bien  menos 
político  que  su  padre  para  mantenerse  entre  tan  poderosos  y  ambicio- 
sos vecinos  :  ya  había  dado  claras  muestras  de  su  valor  en  la  batalla  de 
Huesca ,  y  en  las  algaras  deTanste  y  de  Lérida. 

Por  otra  parte  el  caudillo  de  los  Almorávides  Syr  ben  Bekir,  que  an- 
daba en  Algarbe  de  España,  tomó  las  ciudades  de  Zintiras ,  Badájor, 
Jabora ,  Bortecal  y  Lisbona ,  y  todos  los  pueblos  que  tenian  ocupados 
los  cristianos,  ó  no  habían  tomado  la  voz  d^  los  Almorávides  :  y  escribió 
el  estado  de  aquella  frontera  al  rey  Aly  en  la  luna  de  Dylcada  dd  año 
504(1111). 

En  tanto  que  con  varia  fortuna  peleaban  los  Almorávides  en  las  fron- 
teras contra  los  cristianos ,  cuidaban  los  nobles  jeques  de  Lamtuna,  qoc 
tenian  los  gobiernos  y  alcaidías  de  ciudades  y  fortalezas ,  de  ganar  la 
estimación  y  voluntad  de  los  pueblos ;  pero  estos  inaslos  miraban  como 
tiranos  opresores  que  como  au^iiliares  amparadores  y  amigos ;  perod 
temor  de  la  caballería  y  gente  de  guerra  que  de  contino  estaba  en  Es- 
paña ,  y  la  que  cada  día  desembarcaba  de  África,  tenia  á  los  naturales 
en  obediencia  de  estos  nuevos  señores.  Los  cadies ,  jueces  y  letrados  qae 
terminaban  sus  causas  eran  todavía  mas  insufribles  que  aquellos  can- 
dillos  nacidos  y  criados  en  los  desiertos  entre  leones  y  hamorientos  ti- 
gres ;  porque  por  lo  común  era  gente  sencilla  y  franca ,  enemiga  de  en- 
gaños y  vileza^,  y  no  tan  codiciosa  como  los  cadies  que  los  engañaban, 
y  á  su  sombra  oprimían  á  los  pobres  y  desvalidos ,  y  se  aprovechaban 
del  fhito  desús  trabajos  regado  con  el  sudor  de  sus  rostros.  Los  recao- 
dadores  de  las  rentas  solían  ser  por  lo  común  judíos ,  que  las  tenían  en 
cabeza  de  muslimes  y  de  cristianos,  que  no  eran  sino  ministros  de  la 
avaricia  y  codicia  insaciable  de  los  otros. ' 

El  caudillo  de  los  Almorávides  Syr  ben  Abi  Bekir ,  que  babia  vuelto 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPA5íA.  415 

de  siis  expediciones  de  Algarbc  á  Sevilla ,  enfermó  en  ella,  y  se  le  fué 
agraTaodo  sa  dolencia  tanto  que  como  era  ya  muy  viejo  no  le  sirvieron 
los  recursos  de  la  medicina,  y  pasó  á  la  misericordia  de  Dios  el  año 
507  [1 11 3),  y  fué  sepultado  en  aquella  ciudad.  En  su  lugar  se  dio  aquel 
gobierno  á  Muhamad  bcn  Fatima ,  que  lo  tuvo  tres  anos ,  que  no  vivió 
mas  tiempo. 

En  este  mismo  año  el  caudillo  Mezdeli  corrió  las  comarcas  de  Toledo 
con  espantosas  algaras ,  tajando  y  quemando  los  campos  y  alquerías  de 
aquella  tierra  hasta  la* misma  ciudad ,  derribó  el  fuerte  de  Servand  y  el 
de  Azquena ,  y  combatió  la  ciudad  ocho  días  con  muchos  ingenios ,  y  cu 
los  fuertes  degolló  cuantos  cristianos  habia  en  ellos ,  hasta  las  mugeres 
y  los  niños.  Gomo  la  nueva  de  estos  estragos  y  del  apuro  en  que  estaba 
la  ciudad  llegase  á  oidos  de  Albarhanis,  rey  de  los  cristianos ,  vino  á  su 
socorro  con  poderosa  hueste.  Mezdeli  cuando  entendió  su  venida  le- 
untó  su  campo,  y  talando  la  tierra  salió  como  á  su  encuentro ,  pasó  por 
delante  de  él  una  oscura  noche ,  y  siu  ser  sentido  pasó  hacia  Córdoba 
vencedor  y  cargado  de  despojos.  Luego  mandó  llevar  guarnición  á 
Arahina  y  la  fortaleció ,  y  puso  en  ella  caballeros  y  ballesteros ,  y  mucha 
gente  de  guerra.  Entonces  supo  Mezdeli  que  el  conde  Garcis,  señor  de 
Guadalgiara,  estaba  sobre  Medina  Celim,  y  partió  con  escogida  gente 
nmtraél,  y  como  tuviesen  aviso  cierto  de  su  ida  los  del  conde  Garcis, 
luego  levantaron  su  campo  y  huyeron  abandonando  el  cerco  ^  y  no  se 
engañaron  en  esto ,  que  luego  poco  después  llegó  el  Mezdeli ,  y  se  apo- 
deró de  sus  bagages  y  máquinas  que  habían  traído.  En  el  año  siguiente 
de  508  (1114)  murió  este  esforzado  caudillo  gobernador  de  Córdoba,  y 
fué  su  muerte  gloriosa  en  una  escaramuza  que  trabó  en  ocasión  de 
cierta  ^trada  contra  los  'cristianos,  en  que  pereció  peleando  coma 
bueno.  Se  escribió  su  muerte  al  rey  Aly  ben  Juzef ,  que  sintió  mucho 
la  pérdida  de  tan  valeroso  caudillo,  y  dio  el  waliazgo  de  .Córdoba  al 
hijo  del  mismo  llamado  Muhamad  ben  Mezdeli ,  no  menos  esforzado  y 
ardiente  que  su  padre ,  y  por  desgracia  no  le  duró  el  gobierno  ni  la  vida 
roas  que  tres  meses ,  pues  deseoso  de  vengar  la  muerte  de  su  padre 
salió  á  las  fronteras ,  y  murió  en  aquella  cabalgada  contra  cristianos, 
con  el  mismo  valor  y  destino  que  su  padre. 

£n  el  año  509  (1115)  envió  Juzef  sus  naves  alas  islas  de  oriente  de 
I^ña ,  porque  habían  entrado  en  ellas  los  cristianos  robando  y  ma- 
izudo á  los  muslimes ,  y  de  sola  la  fama  de  que  se  acercaba  la  flota  de 
los  muslimes,  huyeron  de  ellas  los  cristianos,  que  no  osaron  esperar 
<|Qe  los  echaran  por  fuerza  de  armas ,  y  se  llevaron  mucha  gente  cau- 
li^a,  y  mataron  no  poca  con  extraña  crueldad. 

Alm  Muhamad  Abdala  ben  Mezdeli  pasó  desde  Granada  con  buen 
luimerodc  tropas  de  cahalleria  á  Valencia,  eiitró  en  eUa  y  descansó,  j 
<feaUí  pasó  el  año  510  (1 1 16)  á  Zaragoza ,  que  la  tenia  en  gran  apriete 
el  roy  de  los  cristianos  Aben  Radmír ,  que  }a  cercaba  con  sus  gentes  j 
talaba  sus  campos  :  tuvieron  muy  reñidas  batallas ,  y  le  forzó  á  levantar 
^1  cerco  y  salir  de  la  tierra  y  comarcasde  Zaragoza.  jS  rey  ABiad-J)Q|a 
Mh»  Jlod  dcsconliaudo  del  caudillo  de  los  Almorávides  lupgoque  divo 


416  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

descercada  la  ciudad,  se  retiró  con  su  familia  y  riqueza  ala  fortaleza  de 
Roi-Alyehud,  y  falto  de  consejo  no  sabia  si  allegarse  á  los  enemigos 
cristianos  y  valerse  de  ellos,  ó  ponerse  en  manos  de  los  AlmoraTÍdcs  de 
su  misma  ley  y  sus  auxiliares ;  y  el  diablo  le  cegó  para  que  tomase  el 
peor  camino,  y  se  concertó  con  los  cristianos  que  sería  su  aliadoy 
amigo  contra  los  Almorávides.  Dice  Alcodai  que  disgustadoslos  de  Za- 
ragoza de  esta  alianza  de  su  rey ,  escribieron  ¿  Mubamad  ben  Alhág 
caudillo  lamtuni,  que  era  wali  de  Valencia  ,*>que«vino  á  ellos  y  toda  la 
tierra  se  declaró  por  los  Almorávides ,  y  que  dio  batalla  cerca  de  Zara- 
goza, y  venció  á  los  cristianos  año  512 ,  en  4  de  Ramazan.  El  rey 
Aben  Badmir  concibió  grandes  esperanzas  de  su  amistad ,  y  allegó  grao 
número  de  tropas,  y  volvió  con  todo  su  poder  contra  Abdala  ben Me^ 
deli  que  defendía  la  frontera  de  Zaragoza  :  encontráronse  en  cercanías 
de  aquella  ciudad ,  y  se  dieron  sangrienta  batalla  en  que  el  valerosa 
Mezdeli  murió  peleando  coa  los  roas  nobles  caudillos  de  los  muslimes, 
que  fueron  derrotados  con  grave  matanza ,  y  los  cristianos  los  persiguie- 
ron algunos  días.  Entonces  pasaron  los  cristianos  á  Lérida ,  y  la  tomaron, 
y  otras  fortalezas  del  Guf  de  aquella  tierra  :  y  después  que  fué  deshecho 
el  ejército  de  los  Almorávides  volvió  el  rey  Amad-Dola  Aben  Hud  á  en- 
trar en  Zaragoza ,  concertando  su  alianza  y  pérfido  trato  con  Abca 
Radmir. 

La  noticia  de  estas  pérdidas  excitaron  el  ánimo  del  rey  Aly ,  que  dis- 
puso pasar  á  España  el  año  51!  (11 17) ;  pero  sin  perder  tiempo  ordenó 
á  su  hermano  Temim,  que  mandaba  en  la  Axarkia  de  España,  que 
reuniese  muchas  tropas  y  fuese  á  socorrer  á  los  muslimes  de  las  fronte- 
ras de  Zaragoza  y  de  Lérida,  que  estaban  en  mucho  peligro  de  per- 
derse. Y  cuenta  Yahye  que  Aly  pasó  á  España ,  y  corrió  y  taló  la  tierra 
.  de  Galicia ,  y  tomó  por  fuerza  de  armas  la  ciudad  de  Galambria ,  y  ha- 
biendo hecho  grandes  estragos  se  volvió  á  Ceuta  :  esto  el  año  511 ,  y 
que  dejó  por  largo  tiempo  claros  rastros  de  aquella  terrible  entrada. 
Entre  tanto  congregadas  las  tropas  de  Andalucía  se  juntaron  con  Te- 
mim ben  Juzef  en  Valencia,  y  salió  en  su  compañía  Abu  Yahye  ben  Ta\- 
finsu  pariente,  gobernador  de  Córdoba ,  y  AI uharaad  ben  Alhag,  wali  de 
Valencia,  y  muchos  nobles  jeques  de  Lamtuna,  y  los  caballeros  almo- 
rávides ,  y  mucha  gente  de  guerra ;  corrieron  á  tierra  de  Lérida ,  y  huyo 
de  ella  Aben  Radmir  para  evitar  que  le  cercaran ,  y  le  encontraron  y 
se  dieron  sangrienta  batalla ,  que  fué  de  tanta  pérdida  para  los  unos 
oomo  para  los  otros ,  y  Temim  viendo  tan  disminuido  su  ejército  tuvo 
por  conveniente  el  suspender  aquella  jornada,  y  se  volvió  ¿  Valencia 
con  poco  mas  de  diez  mil  hombres. 

Cuando  esto  vio  Aben  Radmir  despreció  los  conciertos  que  tenia  con 
Amad-Dola,  y  le  pidió  que  le  dejase  la  ciudad  de  Zaragoza.  El  rey 
Amad-4)ola  se  vio  cogido  en  las  redes  que  él  mismo  había  ayudado  á 
tender ,  y  no  sabia  qué  partido  tomar :  y  sin  responder  al  rey  Radmir 
cuidó  de  fortificar  la  ciudad  cuanto  fué  posible,  y  proveerla  para  el 
eerco  que  esperaba.  No  se  descuidó  Aben  Radmir  en  buscar  gentes  de 
loa  montea  de  Afranc ,  y  con  infinita  chusma  de  gente  que  paredan  hor- 


D£  LOS  ARAfi£S  £N  £SPAI«A.  417 

nugaera ,  ó  tropas  de  langosta^  yinieron  á  cercar  la  ciudad  de  Zara* 
gon ,  j  ordenaron  sus  combates ,  y  labraron  torres  de  madera  que  con- 
dudan  con  bueyes ,  y  las  acercaban  á  los  muros,  y  ponían  sobre  ellas 
truenos  y  otras  Tcinte  máquinas ,  y  tenían  esperanza  cierta  de  tomarla, 
T  asi  apretaron  el  cerco ,  y  la  pusieron  en  tanto  estrecho  que  pereda 
de  hambre  la  mayor  parte  de  la  gente,  pues  como  la  ciudad  era  muy 
poblada  y  de  mucha  gente,  no  bastaron  las  provisiones  que  se  habían 
podido  Uéyar  antes  del  cerco :  y  asi  enviaron  á  tratar  de  avenencia  con 
el  rey  Riidmir ,  que  ya  no  esperaban  socorro  ^no  del  cíelo :  el  rey  Rad- 
mir  les  ofredó  seguridad  en  sus  vidas  y  haciendas ,  y  que  fuesen  libres 
eu  inorar  en  aquella  dudad ,  ó  retirarse  á  otra  parte :  y  con  esto  se  en- 
tregó la  ciudad ,  y  muchos  nobles  muslimes  pasaron  á  Valencia  y  á 
Murcia  :  esto  pasó  el  aiio  512  :  el  rey  AmadDola  se  retiró  con  toda  su 
ramilla  ala  fortaleza  de  Rot-Alychud.  Pocos  dias  después  de  entrada  la 
ciudad  do  Zaragoza ,  llegaron  diez  mil  caballos  que  enviaba  de  África  el 
^y  ^^J 1  7  como  entendiesen  que  ya  la  ciudad  estaba  en  poder  de  los 
cristianos  se  detuvieron  antes  de  llegar. 

£n  el  año  siguiente,  ufano  el  rey  Radmir  con  sus  victorias  congregó 
su  gente  y  entró  la  tierra  de  los  muslimes,  y  envió  contra  el  Temim 
una  Herida  tropa  de  caballería  y  peones  r  encontráronse  con  d  enemigo 
de  Dios  en  un  lugar  llamado  Cutanda  y  se  trabó  muy  reñida  batalla  en 
que  d  enemigo  rompió  y  deshizo  á  los  muslimes  con  cruel  matanza , 
pues  murieron  veinte  mil  voluntarios,  aunque  de  los  otros  ninguno; 
J  huyó  d  resto^el  ejérdto  desbaratado  á  Valencia :  murió  en  esta  ter- 
rible batalla  A  bu  Bekir  ben  Alari,  y  entre  otras  personas  y  caudillos 
do  cuenta  el  alfaquí  Ahmed  ben  Ibrahim  Abu  Aly,  que  era  cadi  dcXil- 
vis :  *fué  esta  desgraciada  batalla  en  jueves  1 9  de  Ranie  ^  primera ,  año 
514  (1120).  Con  esta  victoria  el  enemigo  de  Dios  entró  en  Medina  Gala- 
tAyüb, que  está  en  aquella  frontera  oriental  de  España,  y  desde  ella  ccn*- 
ría  y  talaba  las  tierras  de  los  muslimes  ^  y  se  fortiflcó  en  aquella  comarca 
sin  dejar  de  hacer  sus  cabalgadas  en  tierra  de  Alg&f . 

Estas  desgracias  llegaron  á  noticia  del  rey  Aly  ben  Juzef  y  ordenó  el 
pasar  en  España  con  propósito  de  hacer  la  sagrada  guerra,  y  mejorar 
<*!  estado  de  sus  fronteras,  y  esta  fué  su  tercera  pasada  á  España ,  y  pasó 
cou  él  innumerable  gentío  de  los  Almorávides ,  de  alárabes  voluntarios 
de  las  tribus  de  Zenetes  y  Masamudcs  y  otras  de  berberíes ,  y  habiendo 
pasado  venturosamente  llegó  con  su  ejército  á  Córdoba.  Allí  vinieron  á 
M  prcsenda  todos  los  walíes  y  alcaides  de  Andalucía  y  se  Informó  de 
ellos  del  estado  de  cacm  provincia  y  dudad  y  de  cuanto  pertenecía  al 
buen  gobierno  de  ellas :  dio  d  eadíazgo  de  Córdoba  que  tenia  Aben 
Raxid  al  cadi  Abul  Cascm  ben  Hamid,  y  partió  á  tierra  de  Algarbe,  y 
entró  por  fuerza  de  armas  en  Medina  Sanabría ',  matando  y  cautivando 
?entc ,  y  con  la  misma  crueldad  trató  á  muchos  otros  pueblos  dd  Al- 
S^rbc ,  estragó  los  campos ,  robó  los  ganados  y  pasó  destruyendo  y  que- 


'  fNro5,*i»  de  nabic  po»lrera. 

'  1*1  VM  fftá  fiudad  es  la  ll«iii«da  CalambrÍA  en  U  entrada  »f guuda. 


27 


4U  HISTORIA  DE  LK  DOMINACICMI 

mando  ciuunlo  encontraba  hasta  qne  sojuzgó  toda  aqadla  tierra ,  que 
dejó  asolada  y  como  desierta :  huian  los  cristianos  delante  de  su  Tcnce- 
dora  hoeste  despavoridos,  que  no  bailaban  refugio  para  defenderse  de 
aquella  torriUe  y  fidminanle  tempestad  sino  en  los  montes  y  oastill» 
roqueros  Inaccesibles. 


CAPITULO  XXVL 

Innirreeeiott  en  Górdoba  eontra  tos  AlmoráTides.  JUborolo  en  ACrica.  Origen  de'AbdaU 

ó  el  Mehcdi. 

Al  afio  siguiente  de  515  (1121)  se  volvió  el  rey  Aly  á  África  dejando 
encargadas  las  cosas  de  España  á  su  hermano  Temim,  que  no  tuvo  hora 
de  reposo. 

Dice  Yahye  que  la  ocasión  de  la  cuarta  venida  del  rey  Aly  á  España 
en  el  año  mismo  de  515  fué  á  causa  de  un  alboroto  é  insurrección  popa- 
lar  que  sucedió  en  Córdoba  siendo  wali  de  cUa  un  principal  caudillo  lla- 
mado Abu  Yahye  ben  Tobada.  Fué  la  causa  que  suscitó  el  alborotóla 
Insolencia  de  los  Almorávides  que  componían  aquella  guarnición ,  que 
hacían  todo  género  de  agravios  á  los  naturales  y  yecinos  de  la  ciudad , 
pues  no  solo  les  robaban  sus  bienes  y  estragaban  sus  jardines ,  sino  que 
entraban  en  sus  casas  y  les  forzaban  sus  hijas  y  mugcres.  No  bastando 
quejas  ni  venganzas  particulares  para  contener  la  inscdencia  de  aque- 
lla tropa  de  arrogantes  africanos,  los  vecinos  se  araotinaVon,  y  tomando 
las  armas  á  voz  de  común  acometieron  á  los  Almorávides  y  mataron 
muchos  de  ellos ,  y  como  se  hiciesen  fuertes  en  casas  y  torres  los.ccr- 
carony  minaron ,  entrando  en  ellas  con  furor,  y  degollaron  á  cuantos  se 
les  ponian  delante.  La  nueva  de  este  alboroto  llegó  muy  presto  al  rey 
Aly  que  estaba  en  Marruecos,  y  creyendo  que  era  necesario  su  presencia 
para  remediar  los  inconvenientes  que  de  este  suceso  podían  resaltar,  sí 
las  demás  ciudades  de  España  seguian  el  ejemplo  de  Córdoba,  luegodis- 
puso  volver  á  gran  prisa,  y  para  esto  congregó  mucha  gente  de  guerra  de 
las  cabilas  de  Sanhaga  y  Zeneta  y  Masamuda  y  de  los  berberíes  de  las 
sierras  *  de  Daren,  y  con  innumerable  gente  de  á  pié  y  de  á  caballo  paüó 
á  Andalucía,  y  sin  detenerse  llegó  delante  de  Córdoba ,  y  encootrú  las 
iTeliqoias  de  la  guarnición  y  al  valí  Abu  Yahye  que  hablan  podido  sal- 
Tarse  huyendo  del  furor  y  venganza  popular.  Los  de  la  ciudad  como  en- 
tendiesen la  venida  del  rey  Aly  cerraron  las  puirtas  de  Córdoba  y  bar- 
rearon las  calles  que  sallan  á  la  muralla,  y  se  fortiCcaron  y  apercibieron 
para  esperar  un  largo  y  riguroso  cerco :  asimismo  tuvieron  su  consejo 
sobre  lo  que  convenia  hacer  en  estas  circunstancias,  y  cómo  podían 
obrar  contra  su  rey  Aly  en  aquel  caso  en  que  sus  propios  ministros  j 
soldados  les  habian  dado  motivo  y  causa  justa  de  tomar  las  armas ,  y  los 
alimcs  y  alfaquíés  de  Córdoba  dijeron  que  convenia  hacer  sabi^*  al  rey 
que  aquel  alboroto  y  rebelión  no  había  sido  voluntario  en  los  de  la  ciu- 

1  Atlas  ó  montes  claro». 


DB  LOS  AEABES  EN  BSPAÑÁ.  419 

ÚMá ,  8Íao  fonadoe  dd  natural  derecho  defendiendo  sna  propias  yidas , 
sos  familias  y  nrageres ,  no  solo  sos  haciendas ;  que  el  origen  y  causa 
del  mal  habia  sido  la  insolencia  de  los  Almóratides ,  y  en  eUos  estaba  y 
de  sa  parte  la  injnsticia  dd  caso ;  qne  si  el  rey  Aly ,  después  de  infor- 
mado de  la  verdad  de  aquel  suceso,  porfiase  en  ayudar  y  proteger  el  ]par- 
Üdo  do  los  insolentes  y  soberbios  causadores  del  mal,  en  este  casólos 
de  Cárdoba  harían  justa  resistencia  al  rey  Aly  en  defensa  de  sus  perso- 
nas ,  vidas ,  honras  y  haciendas ,  y  debian  mantenerla  hasta  que  Dios 
quisiese  poner  remedio  &  las  desgracias.  Con  este  parecer  los  de  Córd(ri)a 
negaron  la  entrada  al  rey  Aly ,  que  combatió  la  ciudad  por  muchos  dias 
hasta  que  cansados  los  vecinos  de  las  fatigas  é  incomodidades  dd  cerco 
y  de  los  combates  se  convinieron  en  enviar  una  embajada  al  rey  Aly  para 
n^arle  que  tratase  ¿  la  ciudad  como  suya  y  se  acordase  de  los  encargos 
que  al  morir  le  habia  hecho  el  rey  Juzef  su  padre  acerca  de  Córdoba , 
que  perdonase  sus  excesos,  pues  si  miraba  la  ocasión  de  ellos  eran  harto 
disculpables.  Los  enviados  fueron  los  mas  nobles  de  la  ciudad,  y  el  rey 
los  recibió  bien  y  se  concertó  que  la  dudad  pagase  cierta  cantidad  de 
doblas  para  recompensar  ¿  los  Almorávides  que  hablan  perdido  sus 
bienes  en  la  insurrección ,  y  cuyas  huertas  y  casas  hablan  saqueado.  Asi 
se  concluyó  la  avenencia  á  satisfaccioa  de  todos ,  y  entró  el  rey  en  b  ciur 
dadjr  todo  quedó  sosegado.  Pocos  dias  se  detuvo  d  rey  Aly  cnCórdoba, 
pues  le  avisaron  de  África  queen  el  reino  de  Sus  Alaksá  se  habia  levan- 
tado el  Mehedi. 

Laa  asonadas  de  guerra  y  levantamientos  ¿e  gentes  en  África  que  fue- 
roD  causa  de  la  partida  dd  rey  Aly  fueron  ocasionadas  por  d  Mehedi^ 
coyo  aparecimiento  alborotó  toda  el  África  y  h  puso  en  armas  por  mu- 
chos años^  y  fué  causa  de  arruinar  el  poderoso  imperio  de  los  Almora* 
vides,  dueños  de  la  principal  parte  de  África  y  de  Espada ,  y  que  en 
ambas  r^íones  apenas  habia  pueblos  que  no  les  obedeciesen  y  temiesen 
ra  potenda.  £1  origen  de  estas  cosas  fué  de  esta  manera. 

Un  hombre  llamado  Abdala  hijo  de  Tamurt,  que  después  tomó  d 
WMnbre  de  dMehedi,  africano  de  k  tierra  de  Sus,  de  k  cabila  Masamudaí 
partió  á  oriente  y  oyó  á  los  sabios  de  aqudla  tierra ,  y  en  espedd  al  oó* 
lebre  Aben  Ahmed  AlgazaU,  con  el  cual  estuvo  tres  años :  después  de 
este  tiempo  se  tomó  á  Afriáiy  entró  en  día  al  príndpio  de  la  luna  Rabie 
primera  del  año  510  (1116).  Prindpióseá  divulgar  su  compostura  en  el 
vestir,  su  austera  santidad,  su  enérgica  y  libre  predicadon  reprendiendo 
loa  vicios  del  común  y  de  los  reyes ,  conmoviendo  é  inquietando  los  áni- 
mos del  pueblo,  y  dándose  d  titulo  del  Mehedi  para  atraerse  los  pue- 
blos ignmuites  y  supersticiosos  que  no  descubren  las  intenciones  tirá- 
nicas de  estos  impostores. 

Como  llegase  á  cierta  aldea  en  confines  de  Tdencen  llamada  Tejcm 
encontró  en  día  á  Abdelmumcn  ben  Aly,  mozp  de  buena  disposición  y 
liermoso  de  rostro,  que  estaba  de  camino  para  oriente  en  compañía  ée 
un  tío  suyo  que  lo  libaba  á  estudiar.  £1  Mehedi  se  concertó  con  d  y  le 
prometió  que  le  enseñaria  las  letras  que  iba  á  buscar  al  oriente,  y  el  lio 
de  Abdeimnmen  fué  contento  de  esto.  Ensenóle  cuanto  conducía  á  sus 


4:20  HISTORIA  DE  LA  DOMlflAGiON 

Intenciones  estando  en  d  anrabát  de  Mebla ,  y  en  especisl  ciertas  ^t(h 
fecias  escritas  en  un  libro  que  ]c  mostró,  donde  se  decia :  No  se  leyanfará 
el  imperio  de  la  Tida  y  de  la  ley  sino  con  Abdelmumen,  luz  délos  Almo- 
rávides. Luego  que  le  tuvo  instruido^y  acomodado  á  sus  designios  le 
nombró  su  vizir,  y  partieron  á  tierra  de  Beni  Xiris,  donde  le  sí^ió 
otro  mozo  llamado  Abu  Muhamad  Bckir,  y  pasaron  juntos  á  la  ciudad 
de  Fez,  y  desde  allí  á  Marruecos ,  y  en  esta  ciudad  acaeció  que  un  dia 
de  Giuma  en  que  todo  el  pueblo  estaba  en  la  mezquita  mayor  para  ha- 
cer su  azala,  este  Mubamad  ben  Abdala  se  adelantó  á  la  primera  hilera 
delante  de  todos  y  en  donde  solo  se  solia  poner  el  imam.  Todos  se  ma- 
ravillaron de  esto ,  y  un  ministro  de  la  mezquita  llegó  á  él  y  le  adyírlió 
que  alli  solo  podia  ponerse  el  rey  de  los  muslimes.  Aben  Abdala  volviu 
á  él  la  cara  con  mucha  severidad  y  grave  reposo  y  le  respondió  con  (v 
las  palabras  del  Alcorán  :  inne  el  me$agide  lillahi ,  ciertamente  los  tem- 
plos son  solo  de  Dios,  y  prosiguió  el  capítulo  teniendo  suspensos á to- 
dos, y  mirándole  todos  con  admiración.  Gomo  de  allí  á  poco  llegase  el 
rey  para  hacer  su  oración  todo  el  pueblo  se  levantó  para  hacerle  el  acos- 
tumbrado comedimiento ,  solo  Aben  Al)dala  no  se  movió  del  sitio  qnc 
había  tomado ,  sin  alzar  los  ojos  á  mirar  al  rey  ni  hacer  la  mas  mínima 
mudanza ,  todo  lo  cual  fué  muy  notable  para  el  pueblo,  que  se  maraTíDó 
mas  de  él.  Acabada  la  azala  fué  el  primero  que  se  levantó  á  saludar  a) 
roy,  y  al  fin  de  su  azálam  le  dijo  :  Remedia  los  males  é  injusticias  de 
tus  reinos ,  porque  Dios  t^  pedirá  cuenta  de  todos  tus  pueblos.  £1  rey 
Aly  no  le  respondió  palabra ,  y  las  palabras  de  Abdala  causaron  el  efecto 
que  él  deseaba  en  los  ánimos  leves  del  pueblo.  £1  concepto  que  d  rey 
hizo  de  él  fué  que  seria  algún  hombre  santo ,  qiie  debía  de  haber  hecho 
profesión  de  morabút  austero  y  celoso ,  y  le  mandó  decir  que  sí  tenia  al- 
guna necesidad  ó  negocio,  que  lo  dijese  para  que  se  le  despachase  á su 
voluntad ,  y  respondió  muy  mesurado  y  vano ,  que  sus  negocios  no  eran 
de  este  mundo ;  sino  en  cuanto  trataba  de  corregir  la  liviandad  y  mahs 
costumbres  de  los  pueblos.  Esto  puso  en  al^un  cuidado  al  rey  Aly.  y 
mucho  mas  entendiendo  que  predicaba  públicamente  contra  las  profa- 
nidades y  deleites  excesivos  así  en  las  plazas  como  en  las  mezquitas^  ha* 
cténdose  en  todas  partes  tan  notable  y  llevando  tras  si  mucliedumbrcdr 
pueblo  que  le  escuchaba  con  admiración.  £1  rey  mandó  á  sus  alímes  qoe 
le  tanteasen  y  examinasen  y  viesen  qué  concepto  podia  hacerse  de  cK  s 
ora  sabio ,  sí  sus  trazas  ó  intentos  erad  buenos  ó  cautelosos ,  y  dignos  de 
atención.  Entre  estos  alimes  había  uno  muy  principal  llamado  Abo  Ab- 
dala Melic  ben  Wahib ,  andaluz ,  y  para  cumplir  con  lo  quo  el  rey  les  en- 
cargaba conversaron  varias  veces  con  mucha  cautela  con  el  Mcliedi, 
y  trataron  con  él  de  ciencias  y  de  letras ,  y  en  otras  muchas  cosas ,  y  al 
fin  enterados  del  carácter,  ánimo  é  intentos  del  Mchedi,  y  tío  engaña- 
dos en  sus  sospechas,  vinieron  al  rey  y  le  diieron  el  juicio  qoe  habías 
formado  de  aquel  hombre,  y  como  entendían  que  se  debia  haaT  con 
él.  Señor,  dijeron  los  alimes,  no  hay  duda  que  este  trata  de  scdudr  y 
alborotar  los  pueblos  con  graves  novedades  y  escándalos ,  conviene  po- 
nerle én  prisión  y  aportarle  de  la  conmnicacion  del  ignorante  vulgo . } 


,  DE  LOS  ARAB£S  EN  ESPAÑA.  4;?f 

Melic  ben  Wahib ,  ano  de  ellos ,  dijo  :  O  rey,  que  Dios  parpétAe ,  haz 
puaesle  hombro  ona  prisión  de  hierro  si  no  quieres  que  le  hiaga  gastar 
ona  casa  de  oro :  otros  le  di jeron  :  Señor,  pona  este  hombre  en  hierros 
7  cadenas,  si  no  quieres  que  te  haga  mañana  oir  los  atambores  en  cam- 
pana. En  esta  junta  que  el  rey  tuvo  do  alimes  y  de  jeques  estaba  su  yidr 
(Hman  ben  Ornar,  y  pareciéndole  mucho  temor  el  de  aquellos  alimes,  y 
que  no  debia  de  dar  temor  á  un  tan  poderoso  rey  como  Aly  un  hombre 
hajo  j  de  ningún  valor,  soló  y  mexquino ,  dijo  al  rey  :  O  selSor,  vano  y 
sio  razón  es  el  temor  y  recelo  que  manifiestan  estos  alimes  :  no  cuide 
vuestra  grandeza  muy  sublimada  de  poner  sus  ojos  y  atención  en  un 
bombre  miserable  ni  en  sus  opiniones  y  extravagancias.  Con  este  consejo 
se  sosegó  el  ánimo  del  rey,  que  qo  hizo  mas  caso  por  entonces  del  Me^ 
kedi.  Este  continuaba  su  predicación  y  le  dejaron  ir  libre  divulgando 
^us  opiniones  f  retiróse  á  Fez  y  estuvo  en  aquella  mezquita  cuatro  años, 
hasta  d  514  (1120)  en  que  pasóá  Marruecos  sin  contenerle  la  presencia 
del  rey  y  de  la  corto  en  sus  celosas  predicaciones.  Entraba  en  plazas  y 
aljamas  siempre  acompañado  de  su  vizir  Abddmumen,  y  con  su  acos- 
tumbrada libertad  de  filósofo  reprendia  los  vicios  y  el  Úbertinage^  los 
abusos  en  el  vino  y  deleites,  y  rompía  lleno  de  celo  los  insírumentos 
QHisioos  que  acompañaban  los  bailes  y  cantares  de  disolución  *  todo  esto 
súi  licencia  de  los  ministros  de  las  aljamas ,  ni  del  rey,  que  solo  toleraba 
j  coQsentia  este  escándalo  porque  se  lo  ocultaban  ó  disminuían.  Llegó 
eo  fin  á  sus  oídos  el  alboroto  y  la  inquietud  que  este  hombre  elcitaba, 
y  le  hizo  venir  á  su  pre^ncia,  y  le  dijo  :  Ola,  buen  hombre^  ¿qué  es 
kqne  de  ti  me  dicen?  y  respondió  con  mucho  reposo  y  gravedad : 
¿Qué  te  pueden  decir  de  mi ,  sino  que  soy  un  pobre  que  anhela  por  la 
obra  vida  y  nada  quiere  de  esta?  yd  no  tengo  en  este  mundo  mas  nego-^ 
cto  que  el  mío  propio ,  que  no  es  en  verdad  de  este  mundo.  Maravilloso 
el  rey  Aly  de  su  respuesta,  y  mandó  que  los  alimes  disputasen  con  él  en 
stt  presencia.  La  plática  fué  larga  y  docta ;  pero  el  fin  de  ella  no  fué  de 
satisfacción  para  el  rey,  ni  de  convencimiento  para  los  sabios,  que  repi-» 
ftron  al  rey  sus  recelos,  y  le  aconsejaron  que  no  permitiese  que  aquel 
hMnhre  predicase  ni  enseñase  sus  doctrinas  y  novedades  :  que  seria 
bueno  que  le  hiciese  á  lo  menos  salir  de  la  ciudad ,  porque  seducía  y  al- 
borotaba loa  leves  ánimos  del  ignorante  vulgo.  Asi  lo  mandó  el  rey,  y 
partió  con  sü  vizír  y  amigo  Abdelmumen  fuera  de  la  dndaff ,  y  no  muy 
lejos  de  ella  :  allí  entre  unos  sepulcros  hicieron  una  choza ,  y  allí  per- 
maaeció,  y  alli  acudía  por  verle  y  oírle  mucha  gente ,  y  tantos  venían  á 
buscarle  y  tantos  concurrian ,  y  tal  fama  se  divulgó  de  su  virtud ,  que  le 
rodeaban  de  continuo  mas  de  mil  y  quinientos  hombres,  dispuestos  á 
Kguirle  adonde  fuese ,  y  prontos  también  á  cumplir  en  cuanto  les  man- 
case su  voluntad.  Aquí  principió á  ponderarla  irreligión  y  liviandad 
de  los  Almorávides ,  hablando  con  osadía  asi  de  los  vicios  del  común 
de  ellos,  como  también  de  los  principes  en  que  hallaba  harta  materia , 
y  en  este  tiempo  comenzó  á  decir  que  él  era  el  Mehedi  prometido  por 
Dios,  que  venia  al  mundo  á  reformar  las  costumbres  estragadas  de  los 
bombres ,  y  h  darles  instrucciones  rectas ,  y  encaminarlos  en  la  senda  de 


422  HOTOUA  DE  lA  MMIIUCIOII 

la  ?crdid  y  caaiaa  de  la  justicia  ^  y  ¿  anieilarifls  fae  solo  Dioi  es  d 
veicdadero  aeñor.  Grecia  el  crédito  éd  c\  Mehedi  y  el  oúoiero  de  sus  le- 
oaaces^  y  el  rey  Aly  temió  que  se  suscitase  alguna  subleyadoa  por 
causa  de  aquel  fanático ,  y  le  envi6á  decir :  que  temiese  á  Dios ,  que  no 
inquietase  al  pQd>lo ,  que  no  estuviese  mas  en  la  ciudad :  y  respondió 
el  Mebedi  i  Ya  obeded  tu  mandamiento ,  y  tívo  entre  los  muertos,  en 
una  miserable  choza,  y  no  pienso  sino  en  la  Tída  eterna  y  en  no  hacer 
easo  de  los  heregos.  Entonces  el  rey  mandó  quele  prendiesen  y  le  oorUh 
sen  la  cabeza ;  pero  el  mandamiento  no  fué  tan  secreto  como€on?enia, 
y  avisado  de  eUo  el  Mehedi  se  pasó  á  Agmát ,  seguido  de  sus  mas  feno- 
rosos  discípulos ,  y  desde  alli  pasó  á  Tínmál  en  tierra  de  SAs,  y  entró 
alli  en  la  luna  de  Xewal  del  aj|o  514  (1120).  AHi  predicaba  con  enten 
libertad  sus  nuevas  opiniones  y  ceremonias,  siguiéndole  muchedumbre 
de  gentes  de  aquellos  bárbaros ,  y  conociendo  que  ya  era  tiempo  de  pre- 
dicar armas,  violencias  y  guerra  á  los  que  él  llamaba  tiranos  y  h<HPego, 
habló  un  dia  á  sus  secuaces  estas  razones  :  Las  alábanlas  á  Dios  que 
hace  su  voluntad  sin  que  su  cumplimiento  pueda  resistirle  ninguna  fo- 
tenda,  ¡  ni  quién  estorbará  sus  eternos  decretos !  la  gracia  de  Dios  lea 
eon  nuestiro  señor  Muhamad  su  enviado :  el  cual  anunció  la  venida  del 
Mehedi  imam ,  que  llenará  la  tierra  de  j  nsticia  y  de  equidad ,  en  vet  de 
las  iiqustieias  y  maldades  de  que  está  cubierta ,  arrancará  la  tiraníaqne 
la  oprime  y  hace  gemir  debajo  de  sus  injustos  pies.  Enviarále  el  Seíor 
cuando'la  verdad  esté  oscurecida  de  la  falsia,  cuando  la  justicia  esté 
destorrada  y  suplantada  de  la  iniquidad ,  y  en  el  trono  de  la  bondad  j 
rectUud  esté  sentada  la  tiranía.  Su  patria  será  el  apartado  SAs  AUsá , 
su  tiempo  d  úHimo,  su  nombre  el  nombre,  y  su^npresa  la  de  encaod- 
Dar  oomo  buen  encaminador,  y  este  es  el  intento  que  me  ocupa.  Aera- 
das estas  palabras  se  levantaron  diez  varones  de  los  que  le  seguían^  y 
entre  ellos  su  vizir  y  amigo  Abdelmumen,  y  le  dijeron :  Señor  nuestro, 
loque  nos  acabas  de  dedr,  y  la  descripción  que  nos  has  hecho dd pro- 
metido Mehedi  á  ti  solo  conviene,  tú  eres  nuestro  Mehedi,  nnesiro 
imam ,  y  ¿  tí  juramos  cumplida  obediencia :  y  le  juraron  allí  debajodc 
un  algarrob9 ,  ¡prometiéndolo  de  estar  siempre  aunados  con  él ,  y  ser  sis 
núsmas  manos  para  defenderle  y  ayudarle  haciendo  guerra  á  todas  ges* 
tes  que  se  le  opusiesen ,  y  derramar  su  sangre  en  su  servicio.  Los  be^ 
beries  á  imitación  de  los  diez  varones  se  levantaron  también ,  y  jonra 
seguirle,  defenderle  y  ampararle,  haciendo  guerra  por  su  nnuodadoí 
qmend  quisiere,  y  morir  si  necesario  fuese  por  servirle ,  pues  á  en sa 
Mehedi,  sin  que  les  iutimidasen  los  trabajos,  muerte  y  afficdonefl  qoe 
por  su  causa  se  les  ofrecerían.  Los  diez  varones  que  primero  le  jOFarn 
fueron  estos  s  ^  Abddmumen  Ben  Aly,  Omar  bea  Aly,  Aznág  Abn  Mu- 
bmnad  Albaxir,  AbuGhtafax,  Aben  Yabye  ben  Yanti,  Sqliman  bcnChalaf, 
Ibrahim  bou  Ismail  Alhezregi,  Abu  Muhamad  Ahdel  WabidAladri, 
Abu  Amran  Muaá  ben  Temar,  y  Abu  Yahye  ben  Jalút, 
Después  de  estos  diez  le  juraron  otros  cincuenta ,  que  fberon  de  hs 

*  Hay  alsvat  aüértuelt  en  Im  nombres  d»  eitós  Tarenrt  en  todof  Im  lilitdriadoif»- 


W  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA*  4n 

princípile»,  y  daviies  de  «sU»  ciiieoealA9cpie9eQlivoná|iiNriefle«- 
tenia  Yarones,  que  bicíeron  los  mismos  jorwnaitosy  eeremonias  quo 
se  hab jaa  becbo  en  el  día  de  la  jora  común ,  yde  eatos  formó  dos  oodm» 
JM,  qaellamóddeloscíocuentay  el  délos  setenta  :  ypara  mayor  aa* 
toridadsoya^  los  negocios  mas  grayes  los  trataba  solo  con  los  dieipríii* 
opales  ministros  *.  los  negocios  de  menos  importancia  los  determinaban 
los  dd  consejo  de  los  cincuenta ,  y  los  fáciles  y  ordinarios  se  tratidwn  y 
decidían  en  el  de  los  setenta  ^  y  en  todos  era  absoluta  su  potestad.  Detn^ 
yiéroose  los  que  le  juraron  enTinmál,  basta  la  luna  de  Ramaiandél 
^515^  y  la  jura  soleóme  se  celebró  elGiumá  15  de  dicba  luna  de 
Ramaian,  ala  borade  la  a^alade  adobar,  y  ¿ la mafiana dd dia si- 
guiente sábado  pasó  ala  mezquita,  y  subió  al  almimbar,  y  les  predicó 
á  lodos,  y  confirmó  su  cargo  de  Mehedi  diciendo  :  Vanmes  de  TinlnAl  ^ 
joioy Tuestro  Afebedi  ó encaminador ,  queyengo  áenseiíarosA  conocer 
á  Dios,  Señor  y  Griad<»'  de  todas  las  cosas,  justo  Juez  de  todas  las  cria* 
tu^  i  y  los  eiliort6¿  seguir  sus  banderas  contra  los  hereges,  ydestdia 
rodeado  de  sus  diez  ministros  que  tenian  desnudas  sus  espadas.  Partió 
liu^  por  aquellos  montes  y  anduvo  vago  y  errante,  predicando  y 
atrayendo  aá  los  rústicos  moradores  de  aquellas  montañas,  de  manera 
que  cúligregó  gentío  innumerable ,  y  cada  dia  se  acrecentaba  viniemto 
ácl  gente  de  todas  partes ,  y  todos  le  admiraban  y  aplandian ,  y  le  He-* 
aaban  de  bendiciones ;  sus  discípulos  enseñaban  la  unidad  de  Dios  en 
kogna  berberí,  y  como  toda  «ra  gente  muy  rústica  ó  ignorante,  f  su 
unidad  de  Dios  muy  simple  y  sencilla ,  que  no  les  bablaba  de  atr ¿utos 
oideAIcoran,  todos  los  oían  con  gusto ,  y  se  acomodaban  ¿  su  doctrina  s 
asi  foé  que  llevaba  tras  si'  de  la  tribu  Masamuda  mas  de  veinte  mil 
boodnres,  y  de  estos  escogió  para  las  armas  diezmtl  valientes ,  y  con  la 
bandera  blanca  los  encargó  á  Muhamad  Albaxir ,  y  pasó  can  diosa 
Medina  AgmAt. 

CAPITULO  XXVII. 

Overra  entre  los  Almohades  y  Almoratides. 

Cuando  esto  sopo  el  amir  Aly ,  que  estaba  en  España ,  vino  luego  á 
África,  y  envió  /H>ntra  dios  un  ejército  de  los  Almorávides,  que  en- 
cargó al  wali  de  Sus  Abu  Bekir  de  Lamtuna,  d  cual  fué  á  buscar  al 
rebelde  y  alborotador  Mebedi ,  pensando  que  de  una  ves  acabaría  con 
sos  imposturas  y  escándalos  <  pero  informado  do  la  infinita  ohuama  quo 
le  seguia  de  las  csbüas  de  Herga ,  Tinmál ,  Hinteta,  Gidmtiua  y  Hescura, 
qpe  todas  son  tribus  y  familias  diferentes  de  berberíes,  y  del  orden  y 
disposidoD  de  guerra  ipietraian,  temió  el  pdear  con  ellas  y  se  retiró , 
J  refirió  al  rey  lo  que  pasaba  :  que  d  Mehedi  no  venia  seguido  de  sola 
RCDte  mezquina,  y  allegadiza ,  sino  de  bien  ordenadas  bandeas  de  com- 
batientes, que  á  cada  diez  bombres  de  guerra  tenia  un  cabo  ú  abnoca» 
den  que  los  dirigía ,  bien  repartida  la  caballeria ,  y  los  tiradores  y  balles- 
teros con  muchos  caudillos  esforzados ,  dispilestos  á  morir  en  defmsa  de 


4U  HISTORIA  1>K  LA  DOMINACIÓN 

8tt  imam.  Entonces  el  rey  Aly  mandó  allegar  mas  tropas  y  qoe  nnidüs  á 
las  que  tenia  Aba  fiekír*,  y  acaudilladas  lodas  por  sa  hermano  Aba 
Ishac  Ibrahim  fuesen  en  busca  de  los  rebeldes.  Encontráronse  en  ba- 
talla campal ,  y  estando  los  ejércitos  en  arden  de  batalla  nnos  enfrente 
de  otros  y  á  punto  de  acometerse ,  no  se  sabe  por  qué  súbito  temor,  ni 
qué  hubieron  de  ver  los  Agemies  y  demás  caballeros  que  estabas  en  h 
delantera ,  que  todos  Yolvieron  brida  y  huyeron  á  rienda  suelta ,  desor- 
denando y  atropcUando  á  todo  lo  demás  del  ejército ,  que  también  hizo 
lo  mismo ,  y  en  un  punto  quedó  el  campo  desbaratado ,  de  manera  qoe 
sin  pelear  quedaron  Tencidos  tos  del  rey  Mj ,  pero  los  del  Mehediqne 
los  sig^uieron  ensangrentaron  bien  sus  lanzas^en  sus  espaldaisí ,  y  mataron 
muchos  de  ellos.  Se  apoderaron  del  campo  y  de  las  riquezas ,  armas  y 
caballos  que  traían  el  tren  de  pabellones  y  provisión  de  los  Almorávides. 
Cuenta  Abu  Jair  que  no  dio  tanió  pesar  al  rey  la  derrota  y  vencimiento 
de  este  ejército ,  cuanto  le  entristeció  el  saber  de  cierto  que  se  le  había 
rebelado  la  tribu  de  Hinteta ,  y  otras  tribus  de  gente  muy  esforzada :  asi 
que  muy  encolerizado  mandó  poner  luego  en  orden  otro  ejérdlo  muy 
numeroso,  -y  lo  encargó á  un  cabaUero  llamado  Syr  ben  Musbdi de 
Iduntuna,  que  viniendo  á  encontrar  á  los  de  el  Mehedi  trabó  con  eUm 
muy  reñida  y  sangrienta  batalla ,  y  fueron  yencidos  los  Almorávides  eoo 
horrible  matanza.  Ufano  con  estas  victorias  preguntaba  el  Mehedi  á  los 
suyos :  O  Almohades,  que  asi  se  llamaban  sus  secuaces ,  ¡  qué  dicen  de 
vosotros  los  de  Lamtuna !  Y  le  respondieron  que  los  Uamatmn  por  infa- 
marles abarixes ,  apóstatas ,  renegados ,  y  les  dijo  Mehedi :  Pues  con 
mas  razón  los  podéis  vosotros  llamar  muxesimines  y  zerragines,  como 
apartados  de  k  verdad,  y  extraviados  del  verdadero  camino.  En  esta 
ocasión  escribió  el  Mehedi  una  carta  para  los  Almorávides  llena  de  so- 
berbia y  arrogancia,  que  decia  asi ;  «A  la  gente  engañada  del  demonio, 
contra  quien  Dios  misericcHrdioso  está  airado ,  á  la  junta  y  compañía 
enemiga,  á  la  soberbia  gente  de  Lamtuna  :  después  de  esto  :  en  verdad 
que  os  mandamos  hacer  lo  que  mandamos  á  nuestra  gente  y  á  nuestra 
misma  persona,  asi  acerca  del  temor  de  Dios  y  de  su  perpetua  obedien- 
cia ,  como  para  que  creáis  que  el  mundo  fué  criado  para  después  aca- 
bar en  nada ,  y  que  el  paraiso  6s  para  los  que  sirven  á  Dios  y  le  temen, 
y  Gihenam  y  sus  tormentos  de  eternidad  para  los  descreyentes  que  ofen- 
den á  su  divina  magestad  :  pues  es  razón  derla  seguala  ley  de  nuestra 
señor  y  profeta  Mahomad ,  que  nos  tenemos  imperio  con  derecho  sobre 
vosotros ,  y  que  si  pagáis  este  derecho  y  cumplís  esta  obligación  ten* 
dreis  paz ;  pero  sino,  sabed  que  ayudados  dd  invencible  poder  de  Dios, 
os  haremos  guerra  matándoos  y  destruyendo  vuestras  hadendas,  basta 
borrar  del  mundo  la  memoria  de  vuestro  nombro.  Quemaremos  vues- 
tros pueblos,  asolaremos  vuestras  ciudades,  no  quedará  de  vuestrascasas 
ni  de  vosotros  rastro  alguno :  y  sabed  que  esta  carta  servirá  de  disculpa 
de  lo  que  justamente  padeceréis,  pues  os  avisa  con  tiempo  de  loque 
os  conviene,  y  es  bien  cierto  que  se  disculpa  quien  antes  avisa  :  salud 
en  cuanto  permite  la  ley  queos  salude ;  pero  esta  no  concede  ni  consiente 
que  os  demos  salud  de  amistad. » 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  4?5 

Cnenla  el  Redarki  que  al  rey  Aly  dieron  gran  cuidado  las  victorias 
ddMehcdi,  qoe  estaba  triste  y  muy  solicito  sin  poder  desechar  d^ 
sa  corazón  d  deseo  de  venganza  que  le  atormentaba ,  y  traia  á  todas 
horas  en  su  imaginación  mil  pensamientos  y  trazas  para  acabarle  y  ven» 
cerle  :  asi  que  luego  dispuso  nuevo  ejército  que  fuese  contra  él,  y 
escribió  á  los  pueblos  y  cabilas  que  todavía  noestaban  rebelados,  exhor- 
tando á  todos  á  que  hiciesen  guerra  al  rebelde.  En  3  de  Xaban  del 
año5t6(1122),  se  juntó  un  nuevoejércitoconórdende  que  peleasen  de 
poder  á  poder  con  los  rebeldes  Almohades.  Encontráronse  los  ejércitos 
ytrabaron  cruel  batalla ;  pero  los  enemigos,  que  tenian  mucha  y  buena 
eaballeria ,  los  rompieron  y  desbarataron ,  de  manera  que  entró  cu  los 
Almorávides  tal  espanto  y  temor,  que  estaban  atónitos  y  atemorizados 
que  no  osaban  esperar  el  encuentro  de  los  enemigos,  y  todos  llegaron 
a  sospechar  un  desventurado  suceso  de  aquella  revolución  y  alzamiento 
de  él,  y  cuenta  el  Zuhairi  que  se  halló  presente  en  Marruecos,  y  vio 
salir  un  florido  ejército ,  que  el  rey  Aly  envió  á  las  montañas  contra  los 
Almohades,  que  iba  por  caudillo  de  la  hueste  Abu  TahirTemimsu 
hermano,  caudillo  de  tanto  valor  y  esperanza ,  que  este  poderosoejército 
sainó  las  sierras  en  busca  del  enemigo ,  y  estando  al  pié  de  los  montes 
en  que  andaba  la  gente  del  Mehedi  ordenó  Temim  sus  tropas  con  sumo 
concierto :  que  principiaron  á  subir  la  cima  de  la  montaña  por  diversas 
partes;  pero  cuando  llegaron  á  las  mayores  asperezas  y  guajaras  de 
aquellos  riscos ,  sin  saber  porqué  á  la  entrada  de  la  noche  se  desorde- 
naron y  comenzaron  á  echarse  por  aquellas  breñas  y  despeñaderos,  asi 
los  de  á  pié  como  los  caballeros,  con  tanta  precipitación,  que  la  mayor 
partede  ellos  Tueron  despeñados  y  quedaron  muertos  en  los  barrancos, 
jfoeron  vencidos  sin  pelear  ni  ver  al  enemigo,  de  suerte  que  pocos 
Tolvíeron  á  Marruecos.  Fué  esta  desgracia  cerca  de  un  pueblo  llamado 
Quig,  Los  Almohades  bajaron  persiguiendo  las  reliquias  del  ejército 
que  había  quedado  en  compañía  de  Temim  hasta  llegar  á  la  sierra  * 
de  Viríkua ,  alM  salió  al  paso  de  los  Almohades  el  caudillo  Yetti  de 
l^mtuna  con  tropas  de  Almorávides ,  que  pelearon  con  harto  valor  en 
ajuda  de  los  suyos ;  pero  al  fin  fueron  vencidos  y  desbaratados,  y  el 
caudillo  Yetti  murió  peleando  con  muchos  nobles  de  Agmát. 

Después  de  esta  victoria  se  retiró  el  Mehedi  á  Tinmál  y  dejó  aquellos 
montes,  y  trató  de  poner  su  asiento  en  aquella  fortaleza  tan  acomodada 
por  su  natural  disposición  para  resistir  á  cualquiera  potencia.  Cuando 
ile^ó  repartió  las  tierras  y  casas  entre  sus  compañeros  y  cercó  la  ciu- 
dad de  altos  y  bien  torreados  muros ,  y  en  el  monte  que  está  sobro  la 
ciudad  y  la  señorea  edificó  una  fortaleza  con  muy  fuerte  muro ,  y  desde 
aquella  alta  cumbre  dominaba  no  soto  la  ciudad  y  la  sierra  en  que  está, 
siwi  también  los  campos  que  tiene  á  la  otra  parte ,  de  manera  que  no  se 
sabe  que  haya  ciudad  mas  fuerte  que  la  de  Tinmál  :  no  puede  entrar  en 
ella  liombre  á  pié  ni  á  caballo  sino  por  dos  entradas,  una  á  oriente  y 
otra  á  occidente  que  es  como  de.  va  desde  Marruecos ,  cada  entrada  es 

*  EMá  á  (•  pane  meridiraal  de  Agmát* 


426  HiSTMUA  DK  LA  DOMIMACION 

una  «ngosla  senda,  de  manera  qne  es  fonsoio  apearse  para  cntfar  por 
oUa,  y  es  menester  ir  con  gran  cuidado  para  no  despeñarse  ?  este  cami- 
no tan  estrecho  está  abierto  ¿  roano  y  picado  en  k  dura  peña  tajada  y  de 
profundos  despeñaderos  por  un  lado,  y  por  el  otro  altos  y  escarpados 
riscos  :  en  partes  ta  senda  está  cortaüda  con  las  quiebras  formadas  de 
los  arroyos  y  derrumbaderos  de  agua  que  bajan  de  ks  cumbres;  pero 
estas  quiebras  y  cortaduras  de  la  peña  tienen  sus  puentes  de  madera  dis- 
puestos para  que  en  caso  que  sea  necesario  so  leyantcn,  y  entonces 
aquel  espantoso  camino  y  estrechura  queda  inaccesible  qne  no  es  posible 
pasar  adelante,  ni  Yolver  atrás.  La  longitud  de  cada  una  de  estas  en* 
tradas  es  camino  de  un  dia ,  y  k  ciudad  está  puesta  en  lo  mas  áspero 
de  los  montes  de  Duren ,  sierras  que  desde  el  océano  occidental  de  Africi 
corren  hasta  los  montes  de  Tclencen  donde  se  juntan  con  otras  cor 
dUleras  de  montes,  que  se  dividen  en  diversos  gajos  hasta  Gabis  y  Ha- 
mano  lejos  de  Trabólos ,  qne  es  camino  de  dos  meses.  Habiendo  Alehedí 
fortiGcado  k  ciudad  de  Tínmál  envmba  gentes  á  crarer  k  tierra,  j 
descendian  do  sus  montes  como  impetuosos  torrentes  de  invierno  y  en- 
traban en  los  campos  y  pueblos  del  rey  Aly ,  haciendo  en  ellos  muerlcs 
y  continuos  robos,  rebatos  y  alboradas.  Los  pobres  moradores  de  aqoelk 
tierra  se  quejaban  al  rey  de  sus  daños  y  continuo  desasosiego ,  y  pedían 
á  su  rey  que  los  librase  de  tan  crueles  enemigos.  Uabia  el  rey  censa- 
mido  grandes  tesoros  en  disponer  ejércitos  para  contener  á  los  rebel- 
des, y  deseando  atajar  sus  correrías  y  que  no  bajasen  de  la  sierra,  con- 
sultaba con  sos  caudillos  cómo  seria  bien  hacer  la  gnerra  á  esto 
rebeldes  y  acorralarlos  en  su  nido  de  Tinmál :  foéle  dicho  qne  eo  sos 
cárceles  habia  un  mancebo  andaluz  llamado  Faleki ,  honitoe  arriscado 
y  de  grande  ingenio  que  estaba  preso  por  famoso  kdron  y  salteador  de 
caminos ,  qne  este  tal  vez  cumpliria  los  deseos  de  su  mageatad,  ó  harii 
algo  de  lo  que  pretendk.  £1  rey  le  perdonó  y  le  mandó  qnehideK 
como  se  akjasen  las  correrlas  y  daños  de  los  de  Tinmál.  Y  d  FaleU 
mandó  labrar  una  fortaleza  en  tal  disposición  que  sin  mucho  riesgo  e^ 
torbaba  ks  correrías  de  los  Almohades  con  un  mediano  presidio  de 
gente  de  á  cabaUo  escogida ,  y  buenos  ballesteros ,  que  los  ^ñltaban  en 
las  angosturas  de  los  montes  yak  venida  ü  á  la  vuelk  los  acometían  j 
desbarakban  de  manera  que  por  este  medio  se  aseguró  la  tierra  Uaoa  de 
los  robos  y  continuos  sobresaltos  que  sus  moradores  padecían. 


CAPITULO  XXVIII. 

GoBtinua  la  materia  del  artieala  precwdenta. 

Tres  años  estuvo  el  Mehedi  sin  salir  de  Tinmál  sino  á  cortas  algaras 
contra  los  vasallos  del  rey  Aly.  Su  orgullo  y  vanidad  no  k  coosenüa 
estar  tanto  tiempo  encerrado ,  sabiendo  que  su  nombre  era  ya  tan  pú- 
blico y  temido  por  todas  partes  por  sus  extrañas  victorias  y  ventorosos 
sucesos ,  sin  haber  tenido  nunca  contraste  ni  desmán  nokUe.  Así  que 


M  LOS  ÁRABES  £11  ESPAÑA.  427 

peuó  que  daWa  esforzane  y  salir  abiertamente  contra  d  rey  Aly,  y 
cercarle  en  sa  misma  eorte  de  Marmecos.  Para  este  fin  escribió  ¿  las 
tribus  de  sa  obediencia  ^  mandándoles  qne  yiníesen  ¿  unirse  con  él  en 
Tinmál^  y  laego  vino  muchedumbre  innumerable  de  diversas  partes 
con  gran  aperdbimiento  de  armas  y  caballos ,  de  manera  qne  en  pocoa 
4ias  tenia  ^  cnarenta  mil  bomfares  la  mayor  parte  de  infantería ,  y  ncmn 
bró  por  CMdillo  de  ^stas  tropas  al  jeque  Abu  Mubamad  d  Baxir,  uno 
de  Im  dief  yarones  de  su  compañía ,  y  le  ordenó  que  fuese  contra  Mar- 
roeoos  oon  resuelta  determinación  de  apoderarse  del  imperio  de  África. 
No  filé  el  Mehedi  ¿esta  jornada  porque  se  sentía  enfermo.  Venían  estas 
tropas  hacía  Marruecos  y  se  les  juntaron  en  el  camino  los  de  Agmáty  las 
tnbos  de  Hesraga  y  de€hesm  y  otras ,  lo  cual  sabido  del  rey  Aly  mandó 
alistar  un  numeroso  ejército  de  cien  mil  hombres  de  ¿  pié  y  de  caba* 
Ueria.  Encontráronse  los  ejércitos  cerc¿i  de. Marruecos,  y  los  Almora* 
vides  aoometieEon  á  sus  enemigos  confiando  en  su  gran  muchedumbre , 
y  quiso  Dios  que  fuesen  yencidos  con  crud  matanza  y  yolyieron  huyen- 
do lleyando  sobre  sus  lomos  las  espadas  de  los  Almdiades,  que  los  alan- 
cearon hasta  las  puertas  do  la  ciudad.  Murieron  muchos  de  los 
Almorayides  asi  en  la  batalla  como  en  el  alcance  y  en  la  entrada  de  la 
andad.  Cercáronla  los  Ahnohades  con  propositado  no  leyantar  el  campo 
hasta  entrar  en  ella  ó  morir  en  la  demanda.  Salían  los  Almorayides  y 
ks  daban  recios  rebatos  y  trababan  sangrientas  escaramuzas  con  odio  y 
rabia  implacable ,  y  quedaba  el  campo  cubierto  de  cadáyeres  para  sa- 
broso pasto  de  ayes  y  fieras.  Había  en  la  ciudad  cuarenta  mil  caballos ,  ^ 
y  de  infanteria  y  ballesteria  muchedumbre  sin  cuento ,  y  cada  dia  se 
iban  disminuyendo  y  apocando.  Habia  entre  los  cercados  un  caballero 
andduz  llamado  Abdala  ben  Humusqui  que  era  capitán  de  cien  honsbres 
de  Anddttda,  y  era  de  las  compañías  del  caudillo  Abu  Ishak ,  y  como 
estuyiese  un  dia  en  pdado  delante  del  rey  con  otros  capitanes  y  cau'* 
díUos  hablando  de  las  cosas  de  la  guerra  y  de  sdidas  contra  los  enemi* 
gos,  dijo  bI  rey  t  Señor,  ninguna  cosa  nos  hace  mas  despreciables  á  los 
ojos  del  enemigo  que  d  estarnos  encerrados  detras  de  los  muros  de  la 
ciudad.  Rióse  el  rey  de  su  dicho ,  y  le  pareció  que  aquel  mozo  no  co^ 
noda  la  necesidad  de  defenderse  de  aquella  manera ,  habiendo  sido  ya 
yencidos  tantas  yeces  en  campo,  y  el  caudillo  Abu  Muhamad,  que  tam- 
bién tuyo  por  leye  su  razón ,  le  dijo  con  sonrisa :  Piensa  el  capitán  Abu 
Abdda  que  pelear  con  los  Almohades  es  pelear  con  los  cristianos :  y  dijo 
d  andduz :  Ya  conozco  el  modo  de  pelear  los  unos  y  los  otros,  y  también 
he  acaudillado  yo  á  los  Masamudcs  que  ahora  son  nuestros  contrarios , 
y  en  ycrdad  qne  si  seguimos  haciendo  como  hasta  ahora  adelantaremos 
muy  poco.  Escójase  los  tiradores,  quo  muchos  hay  entre  les  nuestros  de 
gran  destreza,  y  no  sean  mudios  que  se  estorban  unos  áotros,  y  estos 
yengan  puestos  entre  gente  escogida  de  á  caballo ,  qne  si  como  os  ruego 
me  ooncedds,  yo  saldré  con  trecientos  andaluces  y  número  de  buenos 
tiradores ,  y  se  yerá  la  razón  que  tengo.  Dióle  el  rey  licencia  y  escogió 

•  Mee  AMH  tfillin  traiiiU  mil. 


428  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIOK 

trcdentos  eaballeros,  y  como  hubiese  visto  que  los  cnemip)s  usaban 
de  lanzas  muy  largas  fxm  las  cuales  herían  de  mas  lejos ,  mmsáii  á  los 
suyos  acortarlas ,  y  que  no  tuviesen  mas  de  á  seis  codos  de  largo  cada 
una.  Asi  dispuesta  su  gente  salió  contra  los  enemigos  antes  del  alba ,  ó 
no  bien  entrado  el  día ,  acometiólos  en  su  campo  y  peleó  con  dios  de 
manera  que  los  arredró  y  acorraló  en  sus  tiendas ,  y  antes  del  medio 
día  volvieron  los  suyos  con  trecientas  cabe;ea8  4o  Almohades  á  la  cía- 
dad  ,  hazada  que  fué  muy  aplaudida  y  puso  ánimo  en  los  corazones  de 
los  cercados.  Viendo  el  rey  Aly  y  sus  ca^udillos  que  sus  enemigos  do 
eran  invencibles,  mandó  apercebír  la  gente  para  salir  todos  adarba- 
talla  á  los  Almohades.  Encargó  la  salida  al  jeque  Abu  Muhamad  beo 
Bannadin ,  y  al  otro  dia  de  mañana  salió  con  buen  ejérioito  y  acometió  á 
los  enemigos  r  la  pelea  fué  brava  y  cruel ,  y  los  Almorávides  se  hubieroo 
de  manera  aquel  dia  que  rpmpieron  y  desbarataron  álos  Almohades, 
atropdlaron  sus  p2d>e]Ioncs  y  llenaron  de  confusión ,  desorden  y  es- 
panto el  campo  enemigo,  y  quedaron  muertos  cuarenta  mil  Masamudes, 
que  apenas  se  salvaron  cuatrocientos  hombres  de  á  pié  y  de  á  caballo. 
Aquel  terrible  dia  murió  el  caudillo  de  los  Almohades  el  jeque  Abu 
Muhamad  Baxir,  que  era  de  los  decemviros  del  Mehcdi ,  y  no  hubiera 
quedado  hombre  á  vida  de  su  numerosa  hueste  sin  el  amparo  del  esfor- 
zado y  sabio  caudillo  Abdclmumen ,  que  mostró  en  esto  dia  un  valor  he- 
roico y  la  constancia  mas  admirable,  y  procuró  retirar  en  orden  las 
reUquias  de  su  ejército.  Siguieron  los  Almorávides  el  alcance  hasta 
Agmát:*en  la  sangrienta  retirada  murieron  otros  cinco  decem?irQ8 
peleando  como  leones  acosados  de  la  tropa  de  ardientes  cazadores.  B 
Mehedi  cuando  recibió  la  nueva  de  esta  espantosa  derrota ,  como  si  no 
cuidara  de  lo  que  le  decían  les  preguntó :  ¿  Pero  no  ha  muerto  Abdehau- 
men  ?  y  como  le  respondiesen  que  no,  dijo :  Pues  él  vive,  todavía  perma- 
nece nuestro  imperio.  Sin  embargo  se  notó  en  él  gran  pesadumbre^viendo 
Ik^ar  rotas  y  destrozadas  aquellas  tropas  tantas  veces  vencedoras  de 
sus  enemigos ,  y  esta  pena  acrecentó  su  enfermedad ,  y  en  mucho  tiempo 
no  salió  de  Tinmál  su  gente  de  guerra.  Fué  la  derrotael  ailo5l9  (t  t:25) : 
en  esta  ocasión  volvieron  á  la  obediencia  del  rey  lascabilasdeHinteta, 
Ganfysa,  Hezama,  y  otras  que  se  habian  rebelado. 


CAPITULO  XXIX. 

Entrada  de  Aben  Radmir  en  Andalucía. 

Con  estas  guerras  y  levantamientos  de  África  el  rey  Aly  do  había  po* 
dido  atcndefr  á  las  cosas  de  Espada  y  en  ella  sus  caudillos  hadan  la 
guerra  en  las  fronteras  con  varia  suerte ,  cuando  venido  el  año  519 
(1125)  llegó  á  Marruecos  el  cadilcodá  de  Andalucía  Abúl  Belít  ben 
Ruxd ,  persona  de  tanta  autoridad  que  por  honrarle  como  merecia  salió 
el  rey  Aly  á  recibirle.  Era  la  causa  de  su  venida  un  negocio  de  saina 
importancia  para  el  estado  y  defensa  de  Andalucía*  Tr^tó  con  el  re; 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.      .  429 

acercadeestoyledidáeiilender  como  los  cristiaiio»qae moraban  libres 
como  yasallos  entre  los  muslimes  tenían  inteligencias  con  los  cristianos 
enemigos ,  les  comunicaban  el  estado  de  la  tierra ,  la  disposición  de  las 
fortaleías,  y  ademas  los  solicitaban  á  entrar  j  hacer  daño  á  los  fieles , 
fallando  á  lo  que  debian  como  vasallos  j  quebrantando  sus  juramentos, 
Y  que  no  solamente  trataban  con  ellos  de  secreto,  sino  que  también  en 
los  lances  de  algaras  j  correrías  les  ayudaban  y  servian  de  guias  y  ada- 
lides. Guando  el  rey  Aly  oyó  esto  fué  muy  maravillado,  y  considerada 
la  gravedad  del  caso  consultó  con  sus  wazires ,  alimes  y  jeques,  lo  que 
oonvendria  que  se  hiciese  para  atajar  el  trato  de  los  cristianos  muhahi- 
dínes  con  los  erístianos  enemigos ,  y  evitar  los  males  y  daños  que  de 
eslo  resultaban.  La  resolución  que  el  rey  Aly  tomó  por  consejo  de  sus 
alímcs  fué  cpie  se  escribiese  á  los  vr alies  de  todas  las  ciudades  y  forta- 
lezas de  Andalucía ,  para  que  con  secreto  y  diligencia  sacasen  á  los 
cristianos  de  las  fronteras,  y  los  metiesen  en  lo  interior  de  Andalucía, 
y  que  los  dispersasen  entre  los  muslimes  de  ella ,  y  los  que  estuviese 
l»x)bado  que  incitaban  y  llamaban  á  los  cristianos  para  que  entrasen  la 
tierra,  ó  se  sospechase  que  habían  ayudado  en  ocasiones  á  los  de  su  ley, 
que  á  estos  se  les  echase  de  toda  Andalucía,  y  se  les  enviase  á  África, 
obligándoles  á  vender  ó  dejar  sus  posesiones  y  haciendas  que  tenian  en 
Andalucía ,  para  que  asi  les  fuese  forzoso  vivir  y  permanecer  en  Añrica, 
ó  en  aqudla  parte  que  se  les  señalase :  y  luego  fué  esta  orden  cumplida, 
ypasaron  muchos  cristianos  muhahídínes  á  los  confines  de  Mikenesa, 
Sale ,  y  otras  comarcas  -.  y  de  estos  muchos  murieron  con  la  mudanza 
del  clima  y  aire  de  África.  Fué  la  ocasión  de  esta  novedad  la  entrada 
que  hizo  Aben  Radmir  de  Araguna  en  tierra  de  Andalucía ,  que  do 
pudiera  haber  hecho  si  los  muhahidines  no  le  hubiesen  ayudado  y  lla- 
mado en  su  favor,  ofreciéndole  que  fácilmente  se  apoderaría  de  toda  la 
tierra.  Esto  pasó  de  esta  manera.  Los  muhahidines  de  tierra  de  Granada 
enviaron  sus  cartas  de  secreto  al  rey  Aben  Radmir,  rogándole  que  qui- 
siese ir  en  su  favor,  y  que  le  harían  dueño  de  aquellas  tierras  ásperas , 
y  de  la  costa  de  Granada.  Pusieron  en  esto  gran  diligencia ;  pero  el  rey 
Aben  Radmir,  ó  por  no  tener  á  punto  sus  cosas ,  ó  por  dudar  de  la  fe 
<le  aquellos  traidores  muhahidines,  no  concedió  por  entonces  aquella 
entrada.  Gomo  ellos  viesen  su  desconfianza  y  falla  de  resolución  acre- 
centaron sus  promesas ,  facilitaron  medios ,  y  concertaron  servirle  pú- 
blicamente con  doce  mH  hombres  escogidos  y  valientes,  y  que  enten- 
diese que  estos  eran  todos  conocidos  y  vecinos  de  pocas  ciudades ;  pero 
que  si  se  determinaba ,  que  muchos  millares  de  ellos  esparcidos  entre  los 
poebios  de  Andalucía  alzarían  cabeza  luego  que  se  viesen  auxiliados  de 
nn  poderoso  ejército :  y  todos  juntos  le  ayudarían  á  enseñorearse  de  tan 
rícas  y  fértiles  tierras ,  y  le  hicieron  una  larga  y  curíosa  descripción  del 
pais,  de  sus  montes,  valles,  ríos  y  fuentes,  de  su  abundancia  de  frutas 
y  hortalizas ,  herbosos  pastos  para  ganados ,  y  la  copia  de  caza  y  aves 
que  producía ,  sin  omitir  la  hermosa  situación  de  la  ciudad  de  Granada , 
la  fortaleza  de  su  Alkazaba ,  y  lo  principal  do  todo ,  (i  «ínimo  y  confor- 
midad de  los  muhahidines  de  ella  para  ayudarlo  á  conquistarla ,  y  desde 


4d0  HISnHUA  DE  LA  IK>MINAaON 

eibi  baoerledoeño  de  otras  mochas  fortalezas ,  pues  Granada  era  el  al> 
oáiar  j  defensa  de  aquella  tierra  bienareiitiirada. 

Tanto  incitaron  estas  promesas  y  negociaciones  el  ánimo  de  Aben 
Radmir  que  determinó  la  entrada.  Allegó  sns  gentes ,  y  escogió  cuatro 
BiU  caballeros  que  se  juramentaron  de  seguir  su  pendón  j  nunca  yoI- 
▼er  la  espalda  al  enemigo ,  y  de  morir  ó  vencer.  Salió  Aben  Radmir  coa 
so  gente ,  y  f oé  por  Zarajiora  ocultando  en  ella  su  resolución  á  los  mus- 
linies  ^  partió  de  eDa  en  el  fin  de  la  luna  de  Xaban  del  aüo  519  (1125) , 
y  pasó  por  Yalencia,  en  donde  era  'wali  el  jeque  Abu  Muhamad  Ycdar 
ben  Birca,'Con  una  buena  guarnición  do  Almorávides,  y  Aben  Rad- 
mir la  combatió  algunos  dias ,  y  sin  hacer  cosa  de  provecho  habiendo 
corrido  la  tierra  levantó  su  campo ,  y  luego  vinieron  á  juntársele  mu- 
chos muhahidines,  cosa  que  le  animó  á  pasar  adelante ,  y  estos  traido- 
res le  servian  de  guias ,  ó  adalides  en  los  caminos ,  avisándole  donde 
convenia  entrar  y  hacer  daño ,  y  de  donde  era  bien  guardarse.  Llegó 
por  Gezira  Xucar ,  y  combatió  la  fortaleza  algunos  dias,  pero  no  la  podo 
entrar,  y  perdió  ha^rta  gente  de  sus  cruzadas.  Llegó  á  Denia  y  la  dio  on 
fuerte  combate  en  la  pascua  de  Alfitra ,  salida  de  Ramazan ,  y  después 
de  algunos  inútiles  rebatos  y  escaramuzas  con  los  de  Denia ,  pasó  por 
el  Fax  de  Játi va ,  corrió  hasta  lo  de  Murcia ,  pasó  por  WadUman- 
scNra ,  y  llegó  á  Bturxana ,  y  después  dio  vuelta  á  pasar  por  Nabar  Taxtla , 
y  en  estas  algaras  se  detuvo  ocho  dias.  Partió  desde  aili  á  Medina  Baj», 
y  la  cercó  pareciéndole  que  seria  fácil  cosa  el  entrarla,  porque  estaba 
sin  muros ;  pero  sus  vecinos  la  dcfendieroo  con  tanto  valor  que  le  foé 
forzoso  desistir  de  su  empeño ,  después  de  hal>er  padecido  harto  daño 
en  su  gente.  Llegó  á  Badiaza  el  primer  Giuma  de  la  luna  de  Dyfeada, 
y  dio  fuertes  combates  á  la  fortaleza  por  la  Almicabira ;  pero  perdió  d 
tiempo  y  alguna  gente  :  asi  que ,  habiéndose  ocupado  alli  hasta  d  Iones 
«guíente  pasó  á  un  pueblo  llamado  Sérida  ^  al  otro  dia ;  y  dispuso  em- 
boscadas para  atraer  á  ellas  á  los  vecinos ;  pero  como  estuviesen  avisa> 
dos  fué  inútil  su  diligencia ,  que  no  salieron  del  lugar,  ni  los  cristianos 
se  atrevieron  á  entrarle.*  £1  miércoles  pasó  á  otro  lugar  Ikmado 
Cayana,  que  combatió  con  mucha  esperanza  de  entrarle,  porque  alli 
fueron  llegando  muchos  muhahidines  traidores ,  tanto  que  apenas  qoed6 
uno  en  toda  la  comarca  que  no  se  descubriese ,  y  no  viniese  con  sos 
armas  y  caballo  á  juntarse  con  el  rey  Aben  Radmir,  y  como  vio  que  so 
hueste  se  acrecentaba  cada  dia  con  nuevas  tropas ,  se  detuvo  en  Cayana 
como  un  mes  (asi  lo  dice  el  autor  de  la  Bargeliya ' ),  y  que  entonces  se 
vieron  claramente  las  tramas  y  sea*etos  tratos  de  los  cristianos  ándalo* 
ees,  en  especial  de  los  de  tierra  de  Granada.  El  wali  de  aquella 
ciudad  puso  mucha  diligencia  en  asegurarlos ;  pero  como  entendió  qac 
eran  en  gran  número  suspendió  el  encarcelarlos  por  no  alborotarlos 
mas,  y  que  procediesen  con  mayor  osadía  en  dar  favor  y  ayndar  i 
los  de  su  ley ;  y  so  contentó  con  sus  felsas  promesas  de  fiddidad  aun- 
que no  las  creia ,  y  atendió  á  fortificar  la  ciudad  y  dispone  enaolo 

1  Sinda.  >  Claridad  de!  rotimpagro» 


DI  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  431 

m  ooDteiiieiite  ptfa  m  defensa  $  pnes  bien  Teia  que  era  necesario 
guardarse  maa  de  los  muhabidtnes  qne  de  los  cristianos  de  Aben 
Badmir  Por  todas  partes  acudían  los  traidores  al  ejército  de  los  cris- 
tíaoos. 

Erai^ali  de  Andalada entonces  Abn  Táhir Temim,  hermano dd rey 
AJj,  d  cual  tenia  su  corte  en  Granada  ,*  pero  habia  pasado  poco  antes  ¿ 
África  para  ayudar  con  su  consejo  á  la  guerra  que  traia  su  hermano 
ooolra  el  Mebedi ,  y  como  entendiese  el  peligroso  estado  de  las  cosas  de 
Andalaeia ,  pasó  á  ella  con  buen  socorro  de  gente  de  caballería  x  asi 
qoe^  en  esta  ocasión  tenia  un  poderoso  ejército  en  Granada ,  y  dispuso 
Tetmm  qne  so  acampase  á  los  contornos  de  la  ciudad ,  la  cual  quedaba 
en  medio  como  el  centro  de  un  circulo.  Pasó  Aben  Radmir  con  sus 
gentes  que  ya  eran  muchas  desde  Gayana ,  y  asentó  su  campo  en  la  al- 
dea de  Degma  cerca  de  Granada.  Tem'a  mas  de  cincuenta  mil  hombres, 
la  mayor  parte  de  caballería,  de  manera  que  este  poderoso  ejérdto 
Uenó  de  espanto  á  los  de  la  dudad ,  que  no  se  tenían  por  seguros  aun- 
qne  sabían  las  fuerzas  y  ejéroít^que  estaba  en  su  defensa.  En  todas  las 
meiquitas  se  hizo  la  ^  azala  dd  temor,  y  la  gente  acudía  mas  á  las  ar- 
mas que  á  la  oración.  Tanto  que  la  azala  del  miedo  se  hizo  entonces  en 
Granada,  hasta  d  día  de  Id-Annaheri ,  ó  pascua  de  Víctimas,  que  lla- 
man pascua  de  carneros.  Luego  movió  su  campo  Aben  Radmir,  y  se  puso 
wbre  el  rio  Ferdux',  luego  desde  allí  á  la  alqucria  do  Muzabeca ,  y  desde 
allí  fué  á  poner  su  campo  á  la  alquería  de  ^[ibel ,  y  estando  en  este  lu- 
gar Tínieron  grandes  lluvias  y  nieves,  que  no  pudo  hacer  cosa  de  pro- 
vecho ,  y  hubiera  perecido  con  toda  su  gente  si  los  muhahidines  no  los 
bnbieran  acudido  con  las  provisiones  necesarias.  Allí  estuvo  diez  y  siete 
dias  incomodado  de  los  campeadores  almorávides,  que  no  cesaban  de 
ínquieCar  su  campo  con  espolonadas  y  rebatos.  €on  esto  pordió  la  espe- 
ranza de  entrar  en  Granada ,  y  vio  que  era  temeraria  resolución ,  y 
mal  fundada  persuasión  la  de  los  muhahidines ,  y  se  propuso  satisfacer 
aolo  su  codicia ,  y  robar  y  hacer  daño  en  la  tierra  que  no  podía  con^ 
quistar.  Levantó  pu\*s  su  campo ,  y  f ué  á  la  alquería  de  Mersana  hacia 
Veoix ,  de  allí  partió  ¿  Zequia  en  la  tarde  á  Alcalá  Yahsebi ,  de  esta 
pasó  á  la  aldea  de  Luc ,  luego  sin  detenerse  pasó  por  Yezjana ,  luego  á 
íode  Yizira,  y  después  á  Cabra  y  á  Alixena,  siempre  seguido  de  los 
campeadores  almorávides  que  no  los  dejaba  una  hora  de  reposo ,  ha- 
ciendo espokmadas  y  rebatos  en  su  retaguardia ,  y  en  ocasiones  trabando 
escaramuzas  muy  sangrientas  en  los  valles ,  acometiendo  á  diversas 
partes  de  loa^sostados  de  su  gente ,  en  términos  que  no  podían  perder 
su  ordenanza,  ni  salir  á  correr  la  tierra,  sino  el  mal  y  daño  que  hacían 
por  doodo  pasaban,  que  no  era  poco.  Gomo  llegasen  de  esta  manera 
cerca  de  Lyrena,  los  muslimes  deseosos  de  pelear  en  batalla  campal  con 
hs^crialianoa,  concertaron  el  acometer  á  la  hora  del  alba  á  los  cristianos 
que  iban  en  la  dcLmtera,  y  fué  tanto  su  ímpetu  que  los  arrollaron  y 

I  La  axaU  del  temor  es  en  MAMonea  de  miedo^quc  cumpi<*n  ron  abreviar  las  poatracione»  y 
'frfmonia»,  y  m  asisle  menos  á  la  mezquita ,  ó  no  se  aslsle  á  ellj ,  y  se  asbtc  con  armas  y 
^■grp,  eonia  ic  pinde. 


432  HISTORIA  DE  LA  DOMIMACKHÍ 

dedMrraUdroh ,  abandonando  sos  bagajes  y  aparato  de  toda  k  imeste 
cebáronse  los  mnslimes  en  la  presa  j  despojos  creyendo  qne  ya  estaban 
vencidos  y  desbaratados  todos  los  oristianos ;  Aben  Radmir  avisado  de 
los  fugitivos  de  sa  vanguardia  ordenó  su  gente,  y  acometió  de  impro- 
viso con  cuatro  batallas  de  caballería  á  los  desordenados  vencedores ,  y 
matando  muchos  de  dios  los  puso  en  fuga  y  los  persiguió  hasta  la  Te- 
nida de  la  noche.  Murieron  muchos  nobles  muslimes  en  esta  bataüa , 
procurando  esforzar  á  los  suyos  y  reanimarlos  y  traerlos  á  la  batalla ,  y 
hubiera  sido  mayor  la  matanza  si  la  llegada  de  las  almaíaUas  de  Aben 
Radmir  no  hubiera  sido  ya  á  media  tarde.  Los  muslimes  perdieroasos 
bagages  y  aparato ,  y  se  recompensaron  bien  los  cristíaDOs  de  la  pérdida 
y  desbaljjamiento  del  suyo.  Desde  aqui  siguió  el  rey  Aben  Radmir 
como  hacia  el  Mediterráneo,  y  siempre  seguido  de  los  Almorávides, 
que  ya  no  se  atrevían  á  cortarle  el  paso ,  que  fué  abriendo  y  cortando 
toda  aquella  tierra.  Al  pasar d  rio  de  Motril  por  aquellas  profondas 
angosturas  y  cenagosos  vados ,  dijo  Aben  Radmir  á  los  que  les  acompa- 
ñaban de  sus  mas  nobles  caballeros  en  lengua  cristianesca  m  Oh  que 
gentil  sqpultura  esta  si  hubiese  quien  desde  lo  alto  nos  echase  tierra  en- 
cima! Desde  aqui  se  inclinó  la  vuelta  de  Velad,  y  allí  en  la  playa  del 
mar  hizo  labrar  una  barquilla ,  de  que  se  valió  para  pescar  alli ,  como 
para  cumplir  un  voto  que  tenia  hecho  de  llegar  con  su  gente  de  gnerra 
á  la  costa  de  Granada  atravesando  la  tierra ,  y  comer  alli  de  la  pesca  que 
hiciese  en  la  misma  costa,  ó  tal  vez  para  dejar  esto  que  contar  como  si 
fuera  acción  muy  gloriosa.  Después  movió  su  campo  y  subió  hacia  Gra- 
nada, y  asentó  sus  reales  en  la  alquería  deDilar;  desde  esta  ala  de 
Emidam,  y  en  esta  mansión  hubo  algunas  escaramuzas  entro  los  cam- 
peadores almorávides  y  los  de  su  campo.  Luego  pasados  dos  dks  entró 
en  la  vega  de  Granada ,  y  acampó  en  la  fuente  de  la  Teja.,  donde  los 
-  Almorávides  no  daban  una  hora  de  reposo  á  los  cristianos ,  tanto  qoek 
fué  necesario  atrincherarse  y  fortiGcar  su  real  para  que  no  lo  eatraseo 
los  campeadores ,  ó  por  el  temor  de  estar  tan  cerca  de  la  ciudad,  donde 
sabia  que  no  faltaba  gente  de  guerra ,  para  no  padecer  algún  ímpreTisto 
desmán.  Desde  aquí  levantó  su  canipo  hacia  las  AlburagUát,  pasó á  La- 
gon,  y  después  por  Guadiaxi,  y  aquí  encontró  parte  de  sos  gentes  qoc 
dejó  en  una  fi^taleza,  y  siguiendo  á  la  parte  oriental  de  España,  pisó 
por  donde  había  venido  por  tierra  de  Murcia  y  Játiva  i  que  hasta  este 
lugar  le  siguieron  los  Almorávides  sin  perder  de  vista  para  evitar  que 
los  suyos  hiciesen  correrías  y  talaa  en  la  tierra ,  y  evitando  tamlrien  coa 
no  menor  cuidado  el  empeñar  batalla  con  su  gente.  Die^  qne  antes 
de  llegar  á  su  tierra  perdió  mucha  gente,  porque  de  los  trabajos  y  fa- 
tiga dd  largo  camino  enfermaron,  y  se  levantó  peste  en  los  snyc»,  y 
viendo  que  la  mcNrtandad  crecía  se  dio  gran  prisa  á  volver  á  su  tierra. 
Y  en  verdad,  dice  el  autor  del  Relámpago,  que  podía  vanagloriarse 
Aben  Radmir  de  su  atrevida  empresa , .  si  bien  es  cterto-  que  en  lodo 
aquel  trabajoso  y  temerario  camino  no  hizo  cosa  de  provedio,  sino 
quemar  algunas  alquerías ,  y  ahuymitar  á  los  miserables  moradores  de 
ellas,  pues  no  entró  ni  tomó  pueblo  cercado  chico  ni  grande,  de  manera 


D£  LOS  ÁRABES  fiüH  £SPAÑA.  ^33 

que  pance  que  biso  aquella  entrada  seriamente  oonira  rústicos  y  pasto- 
res de  alquerías ,  aldeas ,  casas  de  campo  y  cortijos.  Di(»  también  qne 
eslavo  el  rey  Aben  Radmir  en  esta  jomada  quince  meses ,  y  que  fué 
para  los  muslimes  roas  de  prorecho  que  de  daño ,  pues  mauifestó  clara- 
mente los  enemigos  que  tenían  en  sus  mismos  pueblos ,  y  les  avisó  para 
que  se  guardasen  de  traidores. 

A  causa  dé  esto  fué  la  ida  del  cadi  Abul  Belut  ben  Raxid  á  África , 
para  consultar  con  el  rey  Aly  como  se  atajasen  estos  males  que  amena- 
laban  á  los  muslimes  de  España ;  asimismo  hizo  presente  al  rey  que  seria 
bueno  quitar  él  reino  al  rey  de  Zaragoza ,  porque  no  babia  defendido 
aqodla  dudad  r  y  en  especial  por  estar  confederado  con  los  cristianos , 
que  enviaba  sus  dádivas  al  rey  Aben  Radmir,  y  que  de  esta  amistad 
podía  redundar  mucho  dado  álos  muslimes  de  España.  No  pareció  mal 
cslc  consejo  al  rey  Aly,  y  dijo :  que  siendo  como  ora  confederado  de  los 
cristianoB  dcbia  perder  el  reino :  asi  que,  sin  dilación  dio  orden  para  que 
ci  caudillo  Abu  Bekir  ben  Tefelit  entrase  con  un  buen  ejército ,  y  ocu* 
pase  los  estados  del  rey  Aben  Hút  de  Zaragoza,  á  nombre  del  rey  Aly 
ben  Juzef . 


CAPllUU)  XXX. 

Viene  a  Espaua  Taxfin  hijo  de  Jazef.  Sus  viclorias.  Otras  de  los  Almohades  en  África,  y  muerte 

natural  de  su  jefe. 

Gomo  entendiese  el  rey  Aben  Hút  la  determinación  del  rey  Aly ,  y 
como  estaba  resuelta  expedicimí  contra  él ,  escribió  al  rey  Aly  una  carta 
que  deda  en  sustancia :  r  Bien  sd>es,  señor,  qne  mi  padre  Atmustain  Bila 
cso^Mó  al  rey  de  los  raudimes  tu  padre  Juzef  Aben  Taxfin  rogándole 
qae  le  consintiese  en  posesión  de  sus  estados ,  y  quisiese  tener  paz  y 
amistad  con  él  para  ayudarse  reciprocamente  contra  sus  comunes  ene- 
loigos  y  y  pdr  susayeneneias  quedaron  confeda*ados,  y  nuestros  mayores 
lagraitm  no  tener  guerra  entre  si ,  y  disfrutar  de  los  bienes  y  luz  res- 
plandeciente de  la  paz  y  del  buen  consejo  qne  res[dandece  y  alegra  los 
oorazonea  de  los  pudbk».  Aú  hemos  gozado  de  la  paz  y  de  la  seguridad 
basta  ahora  de  parte  tuya ;  pero  desde  que  en  estas  tierras  han  acaecido 
nosé  qoédesgracias  cuyo  principio  ;  ocasión  ó  le  ignoro,  óha  consistidoen 
que  malos  consqeros  han  estorbado  tus  buenas  intenciones ,-  desde  este 
tiempo,  sedor,  sopla  en  esta  tierra  un  yientecillo ,  ó  por  decir  mejor,  un 
tioracaa  y  tempestuoso  tcurbellino  que  nos  atropella  y  derriba.  No  será 
josto  que  nos  prires-  de  nuestras  tierras  y  estados  cuando  siem|n^  he  - 
mes  guardado  la  amistad  sin  haber  faltado  á  ella  ni  por  pensamiento ,  y 
esloen  medio  del  abandono  aunque  involuntario  en  que  nos  hallábamos, 
y  seria  cierto  tenemos  por  gente  vil  y  despreciable  si  dejásemos  ocupar 
nuestras  ciudades  sin  razón.  No  permita  Dios  que  vengamos  á  este  rom- 
pimieoto  y  á  cansarnos  males  y  dados  que  celebrarán  nuestros  comunes 
("nemigus ,  y  pues  hasta  ahora  hemos  mantenido  en  público  y  en  secreto 
^  amistad  de  nuestros  antepasados ,  no  des  lugar,  por  malas  intenciones 

^    iS  ¡ 


I 


o  igwraQcia  de  ecnsejen»,  á  que  esta  buena  ammia  m  raapt,  que 
Dios  allirimo  qoe  penetra  los  secretos  de  los  ooraaones  sabe  oa  buena 
voluntad  j  pura  intención ,  nadie  puede  estorbar  lo  que  Dios  tiene  de- 
terminado ,  pero  llegará  el  dia  en  que  aparecerá  claro  él  causador  in- 
justo de  los  males  y  estragos  de  la  goerra,  j  Dios  es  el  jues  y  joslio 
juzgador  de  los  que  hacen  el  mal ,  y  de  los  que  ocasionan  las  desaTc- 
neneias  y  discorcUas  entre  nosotros  -  Tuelvoá  decir  que  Dios  es  el  joslo 
juez.  Sdud. » 

Cuando  llegó  á  manos  del  rey  Aly  esta  carta  de  Abu  Meruán  Aben 
Hnd  mudó  de  parecer  y  escribió  á  su  caudillo  Abo  Bekir  Aben  TeMU 
que  no  pasase  contra  las  tierras  dd  rey  de  Zaragoza.  En  este  tiempo  se 
ocupaba  d  rey  Aly  en  fortificar  la  dudad  de  Marruecos ,  y  la  cercó  toda 
de  fuertes  y  bien  twreados  muros  >  cuya  fábrica  se  prindpió  en  la  luna 
Giumada  primera  del  ano  530  (1 1S6) ,  y  se  emplearon  en  ella  setenta 
mil  mitcales  de  oro,  y  se  bizo de  todo  punto  aquelia  hermosa  y  durabk 
fábrica  en  ocho  meses ,  de  suerte  que  quedó  aoadmda  y  perfecta  y  noa 
de  las  mas  hermosas  dd  mundo :  edificó  asimismo  la  oM^qoita  mayor 
con  su  exodsa  torre  y  alminara. 

En  este  año  de  520  falleció  en  Andalucía  Abu  Tahir  Tcmim,  hermaDO 
dd  rey  Aly  y  siTkiaib  en  Espada.  Sintió  mucho  d  rey  la  faita  de  su  her- 
mano, que  fué  siempre  su  consuelo  en  sus  mayores  cuidados,  y  co 
quien  descansaba  el  peso  dd  gobierno  de  todas  las  provindas  de  España. 
Murió  en  Granada  y  en  ella  fué  enterrado  con  mucha  honra,  y  ootíó 
el  rey  en  su  lugar  á  España  á.su  hijo-Taxfin,  que  pasó  á  ella  coa  cinco 
mil  caballos  almorávides,  y  congregadas  las  tropas  de  Andalucía  pasó 
d  amir  Taxfin  á  tierra  de  Toledo  y  aorrió  sus  campos,  y  entré  por 
fuerza  de  armas  la  fortaleza  de  Haoena ,  y  tdó  toda  su  comarca.  Los 
cristianos  dlegaron  numerosas  huestes  en  Galida  y  Gastitta ,  ayudando 
á  sus  reyes  todos  los  nobles  de  los  cristianos ,  y  concerlaron  de  haoer 
entrada  en  tierra  de  Algarbe^  Guando  tuvieron  junta  su  gente  qoe  eran 
muchos  millares,  los  caudillos  cristianos  quisieron  entrar  pcMr la  tícm 
de  Mérida ,  y  llevábanlo  todo  á  sangro  y  fuego  ^  quenrando  los  pueblo», 
matando  las  gentes  y  robando  los  ganados.  Acudió  Taiífin  con  sai  Al- 
morávides para  amparar  la  tierra ,  y  llegando  á  comarcas  dé  Badajoz  se 
encontraron  loados  ejércitos,  no  lejoS'  dd  célebre  campo  de  Zabca^ 
donde  su  abuebhabia  antes  venddoá  los  cristianos.  Guando  estnviemn 
unos  á  vista  de  otros  ordenó  Taxfin  sus  haces  con  mucha  destreza,  qnc 
aunque  era  muy  mozo  tenia  en  esto  mucha  intetigenda.  Repartió  so 
caballeria  y  tiraidores  en  batallas  mny  bien  diq>ne8tas  y  compartidas ,  y 
en  la  almafalla  prindpal  se  puso  d  mismo  con  los  jeques  y  caadilto 
principales.  Llevaban  mny  hermosas  banderas  enastada»,  las  de  loa  Al- 
morávides blancas  con  le  ik  Alá,  le  galid  ile  Alá.  Las  dos  alas  de  batalla 
las  formaban  kis  andduces,  la  derecha  con  banderas  cdoradas  coa  varias 
figuras  muy  elegantes ,  y  los  zenetes  y  haximesy  gentedo  los  presidios 
en  la  izquierda  con  banderas  de  cdores;  y  con  mucho  estruendo  de 
trompetas  y  alambores  se  principiaron  á  mover  los  dos  cjérdlos,  y  cim 
t^rriUo  Ímpetu  y  gritería  se  trabaron  en  reñida  y  sangrienta  batalla. 


D£  tos  AftABES  £N  UPAEIA.  4S5 

Petarai  imparte  del  dteooniutr  le  igmli  pero¿lahoredeed(Aar 
príndpiaroo  á  ceder  los  cristianos.  Corría  Taxfin  á  todas  partes  exhof- 
lando  á  los  suyos,  y  peleando  por  so  persona  coa  admirable  valor.  Go- 
Doderon  su  irentaja  los  muslimes  y  prodamaron  victoria ,  con  lo  cual 
decityeroa  de  ánimo  los  crisüanos ,  y  los  muslimes  con  mayor  esfuerso 
cargaron  sobre  ellos  basta  que  los  echaron  del  campo,  que  entonces 
Tolvieron  la  espalda  y  huyeron  con  mucho  desorden ,  dejando  aquel 
campo  cubierto  de  cadáveres  para  pasto  de  aves  y  íkras.  Siguieron  los 
modimes  el  alcance  Jiasta  la  venida  de  la  noche.  Fué  esta  terrible  ba- 
talla en  Fohos  Assebftb ,  y  volvió  Taxfin  muy  contento  á  Górdbba  y 
eacribíó  á  su  padre  este  venturoso  suceso ,  que  fué  en  el  ado  520  (1 136}. 
foco  tiempo  después  volvieron  los  cristianos  á  «ntrar  la  tierra  con 
poderosa  hueste  hacia  los  montes  del  Garaz  haciendo  cruel  estrago  en 
(Nieblos  y  robos  do  ganados,  que  las  gentes  huian  atemoriíadas  á  las 
Cragosidades  de  las  sierras.  Guando  Taxfin  tuvo  noticia  de  esto ,  juntó 
wa  caudillos  y  les  preguntó  ¿quó  ánimo  tenian ,  si  pensaban  saUr  contra 
loa  enemigos  y  amparar  la  frontera  ?  y  le  respondieron  los  jeques  i  Se- 
ñor, ó  el  reino  es  nuestro ,  ó  pensamos  abandonarlo  á  los  cristianos  t  si 
es  nuestro  debemos  tratar  de  defend^'lo,  y  no  cuidar  de  los  peligros  ni 
dificultades  que  para  esto  puedan  ofrecerse ;  y  si  pensamos  abandonario, 
en  verdad  que  Dios  os  pedirá  cuenta.  Asimismo  consultó  á  los  andaluces, 
perqué  la  jomada  era  de  mucho  peligro ,  y  le  respondieron :  De  tanto 
BKríto  es  esta  guerra  que  quisiéramos  que  nos  enviaras  solos  para  que 
nadie  tuviera  parte  en  nuestra  gloria.  Quiso  también  saber  la  voluntad, 
ánimo  y  disposición  de  los  zenetes  y  haximes,  y  eslos  le  respondieron : 
Señor,  alas  armas :  loque  te  rogamos  es  que  si  por  fortuna  muriésemos 
en  la  batalla  que  cuides  y  mires  como  padre  á  nuestros  hijos  huérCanos. 
Viendo  la  buena  disposición  de  su  gente  les  dio  á  todos  gracias ,  y 
qilandió  su  buen  celo  y  les  aseguró  que  no  esperaba  menos  que  una 
victorja  gloriosa  para  los  muslimes.  Salió  con  sus  huestes,  y  conducidas 
de  sos  caudillos ,  y  avisadas  de  los  adalides  y  espias  fueron  á  buscará 
los  enemigos.  Trataban  estos  de  fortificarse  en  Gebel  el  Caur,  y  sa- 
biendo la  caballeria  de  los  muslimes  con  mucho  trabajo  á  lo  alto  traba- 
ron sangrienta  batalla  con  los  cristianos ,  que  no  pudieron  mantenerse 
nmcho  tiempo  en  sus  ordenanzas ,  y  principiaron  á  huir  por  aqoíflas 
saperas  cuestas ,  y  cayendo  predpítaifes  por  las  peñas ,  los  muslimes  si- 
goieron  el  ateanee ;  pero  la  fragosidad  de  la  tierra  estorbó  el  hacer  en 
ellos  mayor  matanza.  Abandonaron  los  cristianos,  sus  bagajes,  tiendas, 
preaas  de  ganados  y  cautivos  y  se  rompieron  las  cadenas  de  millares  de 
nuriimes  que  estaban  ensartados  de  cincuenta  en  dncuenta.  De  resul- 
tas de  esta  insigne  victtNriarecobró  Taxfin  treinta  castillos  de  los  buenos 
de  EqMila  y  escribió  á  su  padre  esta  venturosa  expedidon. 

£n  África,  pasados  tres  años  en  quietud  porque  d  Mehedi  no  se 
tintióoonfueniasferesalir  deTínniálydcloaltode  sus  sierras,  vohrió 
áenoenderae  la  guerra  con  nuevo  fmor.  Nombró  el  Mehedi  á  Ahdel- 
mumen,  imam  de  azak ,  y  le  envió  con  treinta  mil  hombres  á  correr  la 
tierra  de  Marruecos ,  volvieron  á  su  obediencia  las  cabilas  de  Hínieta , 


436  HISTOiOA  D£  LK  IM>JllI«AaOn 

Ganfysa ,  Hezama  y  <Hns  berberios,  y  acreccfkitada  su  Imeite  entra  en 
oercanias  de  Agmát :  salióle  alti  al  cncaenlro  el  amir  Aba  Befcir,  bijo  del 
rey  Aly,  con  munerosas  tropas  délas  tribus  Lamtana,  Sanhaga,  Hjudma 
y  otras  almorávides ,  y  hubo  entre  ellos  grandes  batallas  y  sangrientas 
escaramuzas  por  ocho  días ,  y  al  fln  ayudó  Dios  á  los  AlnMiades,  y  Ab- 
dclmumen  rompió  y  deshizo  á  los  Almorávides ,  y  siguieron  su  alcance 
despedazándolos  por  aquellos  campos ,  hasta  encerrar  en  Marruecos  las 
reliquias  del  vencido  ejército.  Tres  dias  estuvo  AbdelmnmeD  sobre 
Marruecos ,  que  después  levantó  su  campo  y  se  volvió  á  Tinmái :  fué 
esta*  venturosa  jomada  de  Abdclmumen  en  la  luna  de  Regeb  del 
año  524  (1130).  Cuando  los  vencedores  Almohades  lomaban  á  Tioinál 
salió  á  recibirlos  el  Mehedi  informándose  de  sus  hazañas  y  conquistas, 
y  después  de  haber  alabado  mucho  su  valor  y  constancia  les  dijo  que 
se  juntasen  todos  los  del  pueblo  en  la  mezquita  y  plaza  pública,  que 
tenia  que  despedirse  de  ellos.  Todos  fueron  muy  maravillados  de  esta 
resolución  porque  no  podian  persuadirse  que  pensase  dejarlos:  otros 
tomaron  gran  cuidado  viendo  como  habia  crecido  su  enfermedad,  y 
recelaban  que  la  despedida  fuese  para  el  otro  mundo.  Congregado  todoel 
pueblo  vino  el  Mehedi  y  les  predicó  exhartándolos  á  que  creyesen  en 
un  solo  Dios,  que  esta  es  obligación  de  toda  criatura  desde  que  tiene  oso 
de  razón ,  que  le  amasen  de  toda  buena  vcduntad  y  con  todo  su  corazón, 
que  pidiesen  al  Señor  todos  los  dias  que  les  ayudase  á  guardar  su  fe  por 
su  misericordia,  y  dijesen  :  O  señor  Alá ,  el  mas  misericordioso  de  te 
misericordiosos ,  tú  sabes  nuestros  pecados ,  perdónalos;  tu  sabes  nues- 
tras necesidades ,  cúmplelas ;  tú  conoces  nuestros  enemigos ,  aparla  de 
nosotros  el  mal  que  pueden  hacemos ,  y  basta  contigo ,  pues  eres  seoor 
nuestro  $  basta  contigo ,  pues  eres  nuestro  amparo  y  nuestro  criador.  Y 
después  de  otras  amonestaciones  y  buenos  consejos  les  dijo  como  se 
despedía  de  dios  para  la  eternidad ,  que  él  debia  mmir  muy  presto. 
Todos  lloraron  al  oir  estas  palabras  con  amai^s  lágrimas ,  y  él  te 
consoló  y  dijo  que  se  conformasen  con  la  voluntad  de  Dios ,  que  todofe 
dispone  para  mayor  bien  de  sus  aiatnras  ^  y  con  esto  los  despidió  nuj 
tristes.  Luego  se  fué  agravando  su  enfermedad  hasta  que  pasó  ¿  la  mise- 
ricordia de  Dios  dia  '  jueves  25  de  Ramazan.del  año  524  (1 130).  Dícfse 
que  le  avisó  su  muerte  un  pcrsonage  desconocido  veinte  y  ocho  dias 
antes ,  y  durante  su  enfermedad  hacia  Abdclmumen  oración  imbüca  por 
él.  Cuando  conoció  que  su  muerte  se  acercaba  llamó  á  su  vizir  At^- 
mumen  y  le  hizo  diferentes  encargos ,  le  dio  el  libro  Algefer  que  él  ba- 
bia  recibido  del  imam  Abu  Hamid  Algazali.  Asimismo  le  encomaidólo 
tocante  á  su  funeral  y  á  su  mortaja ,  y  le  previno  que  le  lavase  por  sm 
manos ,  y  que  no  le  pusiese  vestidos  en  la  sepultura ,  y  que  hiciese  por 
A  la  azala.  Encargóle  también  que  ocultase  su  fallecimiento  algunosdias 
faasla  que  hablase  al  pueblo  de  parte  suya,  y  lodo  se  hizo  y  eumpUó 
como  habia  mandado.  Lloráronle  todos ,  y  mucho  masque  lodos  Abdd- 
anumen;  pues  habia  vivido  tanto  tiempo  en  su  compañía,  desde  qw 


DE  LOS  ÁRABES  EH  ESPA5ÍA.  4Sf 

moy  maneeUllo  todavía  andaba  á  la  csrucla  en  Tahara ,  aldea  de  Han- 
ciz,  adonde  le  enviaba  su  padre  Aly  bcn  Yalí  ben  Meruán  á  la  mezquita 
á  aprender  á  leer ;  y  cuando  después  volvió  de  oriente  el  Mebedi ,  y  le 
encontró  con  su  tío ,  por  ciertas  señales  que  notó  en  él  de  talento  y 
lHienadlqN)sidon  le  tomó  por  su  vizir,  y  fué  siempre  la  persona  d<s  su 
confianza :  asi  que ,  dio  mayores  muestras  de  su  profundo  sentimiento : 
fué  la  bora  del  alba  cuando  espiró.  Su  forma  era  de  mediana  estatura , 
carítostado ,  color  aceitunado ,  barbilampiño ,  cabello  negro ,  ojos  her* 
nosos ,  austero  y  cruel ,  derramador  de  sangre  humana ,  asi  de  los  ene- 
migos como  de  sus  propios  vasallos :  usaba  el  enterrar  vivos  á  los  que 
quería  matar  con  crueldad :  en  las  batallas  animaba  su  gente  para  pelear 
<fioéndoles  t  O  Almohades ,  vosotros  sois  el  ejército  de  Dios  y  los  defen- 
sores de  su  ley  y  de  su  verdad ,  y  si  quedáis  muertos  en  el  campo  de 
batalla  conseguiréis  premios  deliciosos  ;  tales  que  ni  vieron  ojos ,  ni 
oyeron  of dos ,  ni  cabe  en  corazón  humano.  Propuso  á  los  suyos  una 
sQDdIla  exposición  de  fe ,  y  muy  fácil  práctica  de  azala  sin  arrakeas  ó 
posCradones,  de  manera  que  podian  hacerla  caminando  y  peleando 
para  no  perder  tiempo. 


CAPITULO  XXXI. 

Ortgen  de  el  Mehcdl.  Elección  de  Abdclmumen. 

Aba  Aly  ben  Raxid  cuenta  su  descendencia  desde  Abu  Taltb,  tio  del  pro- 
feta. También  la  trae  Aben  Gatham ,  y  despue»  la  abrevió  Abu  Meruán, 
bijo  del  autor  del  Salat ,  y  dice  que  su  nombre  propio  fué  Muhamad, 
<]Qe  de  sobrenombre  se  llamó  Abu  Abdalá ,  que  á  su  padre  llamaban 
k»  berberíes  Tbnmur  y  también  Enigar ,  y  por  mote  Ic  decían  Asif  u , 
qoe  en  lengua  berberí  quiere  decir  luz ,  porque  acostumbraba  su  padre 
te  lux  ó  encenderla  en  hi  mezquita  :  que  el  Mebedi  no  tomó  este  nombre 
'^s^ta  qoe  principió  á  levantar  los  pueblos  con  su  predicación  y  nuevas 
doetrinas ,  y  cuando  ya  le  seguía  mucha  gente ,  y  le  obedecía  como  ¿ 
>edor.  Aben  Gutbam  tratando  del  origen  y  cosas  de  Mebedi  dice  :  que 
salió  de  Herga ,  i^neblo  de  donde  era  natural ,  que  está  en  Sus  Alaksá , 
fpasóá  Andalocia  en  d  año  500  (1107)  para  estudiar  ciencias  en  Cór- 
doba, que  después  se  embarcó  en  Almería  en  una  nave  que  pasaba  á 
ffrkate ,  que  aUi  oyó  al  imam  Abu  Abdala  el  Hadrami ,  que  en  el  Cairo 
oyó  al  imam  Ábúl  Walid  do  Tortosa,  y  en  Bagdad  oyó  al  gran  Glósofo 
Aba  Hamid  AlgazaK  ^  autor  del  libro  Hiiao  Ulumi-Edinni ,  en  que  en- 
sHíó  cosas  ootttraria»  á  las  opiniones  ortodoxas ;  libro  que  condenó  la 
Mademiade  Córdoba  después  de  bien  examinadas  sus  doctrinas,  y  el 
qoe  primero  las  reprobó  y  llamó  heréticas  fué  el  cadi  de  la  aljama  de 
GMoba  Aben  Hamdin ,  y  fué  tanto  su  celo,  que  logró  con  su  autori- 
dad que  ae  declarase  por  herege  al  mismo  Algazali  -.  y  se  dio  cuenta  al 
rey  Aly,  que  aprobó  y  autorizó  esta  oondenacioadelas  obras  del  filósofo 
lieorieQto,  y  mandó  recoger  todos  los  libros  que  se  pudieron  hallar  en 


431  msToiiu  ns  la  DOnnAaori 

fii|Mlla  y  en  África  de  este  sabio,  y  se  qaemaroii  pAbUeaiiMIe,  yeso 
miimo  mandó  hacer  en  todos  sua  reinos  con  rigurosas  peras  áUis  qae 
los  guardasen  y  enseñasen  sus  doctrinas ,  pwa  que  no  qocdase  memoria 
de  aquellos  errores.  £1  autor  del  Salat  cuenta  que  era  opinkm  de  algit- 
noS)  que  lamina  de  los  muslimes  deoocidente  procedió  de  esta  conde- 
nación de  las  obras  de  Algaiali ,  y  refiere  que  llegó  á  Bagdad  en  donde 
enseñaba  Algazali  un  hombre  que  entró  en  su  escuela  sin  barha ,  y  con 
un  bonete  de  paño  etila  cabera,  que  luego  le  miró  Algaiali  fijando  en 
élsuso|os,  y  conociendo  que  era  forastero  lesatudó,  y  pregunló^de 
qué  pais  era  ?  y  le  respondió  t  De  Sés  Alaksá  en  tierras  de  ooeidenle. 
Y  entonces  le  preguntó :  ¿que  si  uo  había  pasado  por  Córdoba,  lacsoncb 
mas  célebre  de  todo  el  muirio?  y  el  forastero  le  respondió  que  sí.  Le 
preguntó  Algaiali  de  algunos  doctos  famosos  de  ella ,  y  á  roelta  de  otes 
preguntas  le  dijo :  i  si  tenia  noticia  de  su  libro  de  la  reaunneeimí  de  tai 
eieneiai  y  d$  la  ley?  ¥  respondió  que  si :  y  entonces  le  pregoñtó  ¿qvé 
se  deda  de  aquella  obra  en  Córdoba  y  demás  tierras  de ponientefá  lo 
cual  el  forastero  no  so  atrevió  á  responder,  y  su  yergiienxa  y  encogi- 
miento excitaron  mas  la  curiosidad  de  Algazali ,  le  instó  que  le  dijese 
con  franqueza  lo  que  se  deda,  y  cuanto  pasaba  acerca  de  su  libro.  El 
forastero  le  refirió  como  su  libro  se  habia  declarado  herético ,  y  se  había 
quemado  públicamente  después  de  grande  examen  y  consulta  de  doctos, 
por  orden  del  rey  Aly  ben  Juzef ,  asi  en  Córdoba  como  en  Marmecoa, 
y  en  Fez  y  en  Cairvan ,  y  otras  diversas  academias  de  occidente.  Al  oír 
esto  Algazali  se  le  mudó  el  color ,  y  tendiendo  sus  manos  al  ddo,  coa 
temblantes  labios  hizo  dradon  á  Dios  contra  los  corauHores  j  con- 
tra el  rey  que  habia  mandado  quemar  sus  libros,  y  que  respondieron 
todos  sus  disdptilos,  Amen :  y  cuenta  que  la  oradon  qn6  hizo  eantncl 
rey,  que  decia  :  ¡ODiosmio,  despedaza  y  destruye  sus  reinos  comoál 
ha  despedazado  mis  libros,  y  quitak  el  señorío  de  dios  1  Yqimáefto 
palabras  respondió  Abu  Abdala  d  Mehedi ,  que  estaba  preaentecniR 
sus  discípulos  :  Ruega  á  Dios,  o  imam ,  que  por  mis  manoaaeconpia 
tnpetidon  *.  y  dijo  Algazali :  Asi  sea,  señor  AUi^  por  manos  de  este.  Qtf 
poco  después  partió  Mehedi  de  Bagdad  para  venirse  á  su  patria ,  y  traía 
muy  en  memoria  la  wadon  de  Algazali ,  confiando  mudio  que  por  la 
medio  se  habia  de  destruir  d  imperio  de  los  Almoravides  en  Africs.  <Nb 
luego  que  llegó  á  Mahedia  prindpió  á  predicar  y  enseilar  sus  noetaa 
ophiiones,  y  á  inquietar  los  pueblos  de  aquella  tierra ,  por  lo  eaal  qoi» 
castígaiie  Ads  ben  Kacif)  perpnopudo  haberle  alas  manos,  pos 
avisado  de  que  intentaban  prenderle  huyó  á  la  ciudad  de  Bngia,  donde 
también  predicó  y  causó  mucho  escándalo  t  quiso  prenderle  Aben  fia- 
mid)  wali  de  aquella  ciudad ,  y  castigarle  por  alborotador  del  pneiilo ,  f 
entoncea  d  Mehedi  se  ocultó  y  estuvo  harta  tiempo  escondido,  lissts 
que  pudo  btiiif ,  y  pasó  ¿  Metala ,  y  en  ella  en  una  aUea  éaoontrá  á  aa 
disdpulo  y  sucesor  Abdelmuraen.  Toda  su  gente  la  tenia  dividida  es 
diez  clases  :  la  primera  y  mas  prindpal  era  la  eompailia  da  los  día 
varones ;  la  segunda  el  consejo  de  loa  cincuenta  varoaies;  la  teroénd 
couMJaM  coman  de  kaaetenla;  la  cuarta  tira.d  grado  d9  ka  alíMaf 


B&'  LOS  AHáWS  BN  fiWA&A^  «S» 


guie  doola;  la  i|liiiiltf  ctfa  de  haflzes^  ó  trftdícfcmfirCMi  \  la  seiUi era 
uMigiranittla  de  nobles  desu  ftuniUa  $  y  la  séptima  naturales  de  fierga 
n|Mitriailaocla?alagentodo  TianÁl;  la  norena  la  de  Ghirniba ;  la 
ütímM  la  gente  di  guerra  de  las  cabilas  Ganfysa,  Hintíba,  y  oirás  asi  da 
cabdkria  como  ballesteros  y  peones  ^qoe  cada  clase  tenia  so  lugar  apar^ 
ladocn  las  juntas  de  paa  y  de  guerra^  en  las  marchas  y  acampamentos^ 
fia  que  se  perturbara  este  orden  y  concierto  durante  la  vida  y  gobierno 
del  Mdiedi,  que  fué  desde  que  le  juraron  obediencia  los  Almohades 
kttta  el  día  de  su  muerte  ochocaios  y  odio  meses  y  trece  dias,  según 
labye.  Se  le  atribuyen  ciertos  ubres  ^  y  unos  loersos  en  alabanza  de  su 
tiiír  y  sucesor  Abdelmumen. 

loseompafleros  delMehedi,  que  eran  cuatro  los  que  de  los  úist  que* 
dsbsn,  pues  los  otros  seis  hablan  muerto  en  batalla  contra  los  Almora*- 
TídeSf  convinieron  después  de  su  muerte  en  confiar  el  mando  de  todos 
«Hos  á  uno  solo,  para  que  mas  (ádlmenle  los  gobernase  y  mantuyiese 
CB  d  estado  que  con  tantas  fatigas  y  sangre  habían  establecido,  á  pesar 
de  la  potenda  del  rey  de  Marruecos  t  asi  que,  hubieron  sus  consejos  con 
kseabaUeros  de  las  dos  principales  de  los  cincuenta  y  de  los  setenta,  y 
todos  pdr  común  consentimiento  eligieron  por  su  rey  y  señor  al  vizir 
Abdelniaiiienben  Aly,  unodelosctiatro  de  la  compañía  delMehedi)  y 
k  cansa  de  que  en  esto  no  hubiese  desavenencia  ni  discordia  oonststia 
iú  en  lat  excelentes  virtudes  de  Abdelnmmen,  como  también  por  la  me- 
aioria  del  Mehedl ,  que  como  eUos  muchas  veces  habían  visto  honraba 
y  distingoia  sobne  todos  á  este  Abddmumen ,  y  engrandecía  sus  hazañas, 
y  en  presencia  de  todos  habia  manifestado  las  grandes  esperanzas  que 
enélAiodaba,  asegurando  que  mientras  viviese  Abdelmumen  nada 
tomia  de  la  suerte  de  su  imperio.  Todos  pues  como  por  divina  inspira- 
ción leaMgieron  por  su  «^udAlo  y  absoluto  señor,  y  le  llamaran  alli  con 
ios  augnaloa  títulos  de  califa  amir  amuraínin ,  ó  principe  de  los  creym- 
les  :  y  luego  le  juraron  obedienciales  tres  compañeros^  y  después  los 
cincuenta  y  los  setenta  y  todos  los  Almohades. 

£1  abveviadcMr  de  las  historias  de  África  cuenta  esta  elecdoacon  harta 
diferencia,  y  por  ser  de  tanta  autoridad  entre  los  árabes  no  quiero 
onritír  wa  rdadon ,  aunque  tío  la  estfano  tan  cierta  como  la  de  Yahye. 
Dice  pues :  en  África  después  de  h  muerte  de  Mehedi  ^  que  estuvo 
ocolla  oMicho  Uempo  oonfomie  ordetió  el  mismo  Mehedi,  ó  por  indus- 
tria  de  an  Tisir  Abdelmumen ,  que  este  propuso  álosdd  consejo  de  los 
diea  qiie  le  proclamasen  por  sucesor ,  que  asi  lo  niandaba  Mehech ,  y  que* 
loa  del  consejo  vinieron  en  dto,  aunque  otros  autores  dicen  que  no  so 
conformaron,  que  cada  uno  pretendía  que  le  declarasen  sucesor  del 
Mehedi,  y  que  hubo  entre  ellos  mucha  desavenencia,  y  se  dividieron 
las  tribus  en  bandos ,  hasta  que  recelando  con  razón  que  estas  discordias 
fuesen  <»nsa  de  la  ruina  del  estado  se  convinieron  en  la  elección  de  Ab- 
deünumen.  £1  autor  del  libro  de  los  l^lncipes  cuenta  que  esto  pasó  de 
esta  manera.  La  muerte  del  Mehedi  estuvo  oculta  tres  años  ^  pues  sobre- 
>  ivió  muy  pooo  á  la  gran  derrota  y  vencímieoto  que  padecieron  los 
Almohades, que  sujual  se  agravó  con  aqudla  pesadumbre ^  y  cracKr  su 


440  HBTORU  DE  lA  MMQÜtAUm 

dolenda  y  manó :  qac  eslo  la  sabia  acdameiile  AbdelnMiitM9ii|iKgeker- 
naba  como  cu  su  sombre ,  y  como  si  todavía  lóese  vivo  d  Mehedi :  qoe 
en  este  tiempo  enseñó  un  leonciUo  ipie  criaba  á  q«ie  le  halagase  mocho; 
y  tomó  un  pájaro  y  lecnsedó  á  decir  en  arábigo  y  en  berberi  estas  pa- 
labras :  «Abdelmumen  es  la  defensa  y  apoyo  del  estado;»  y  cono  ya 
tavicse  perfecta  sa  enseñanza  asi  en  d  habla  del  pájaro  «on^en  ksiiar 
lagos  del  loon,  Mzo  en  nna  casa  fuera  de  Tinmál  una  gran  sala  y  en  dh 
poso  una  columna ,  y  encima  de  ella ocriocó  la  jaula  ddpigaro,  y  á  esta 
sala  congregó  las  juntas  de  los  varones,  principales  jeques  almohades, 
y  en  medio  de  la  sala  en  Ingaracomodadoenóerród  león.  Cuandola genio 
y  ayuntamiento  estuvo  congregado  en  la  sala,  sid>ió  Abdetannmenal 
mimbar  qué  estaba  en  la  sala  para  las  arengas ,  y  al  mismo  tiempo  serna 
de  jaula  secreta  al  león.  HMé  Abdelmumen,  dio  gradase  Dios,  ben- 
dijo al  profeta,  y  la  buena  memoria  del  Mebedi ,  y  imploró  la  ímA 
misericordia  sobre  él  y  sobre  ellos ,  y  les  anunció  su  muerte ,  y  los  ooo- 
soló  de  tan  grave  pérdida ,  y  fué  muy  grande  el  llanto  que  todos  Uderoo, 
y  les  dijo  :  Ya  el  imam  está  en  mas  ventnroso  estado,  y  solo  desea  qoc 
no  baya  entre  vosotros  discordia  ni  desavenenda',  queno  cedamos  á 
nuestras  pasiones  ni  particulares  intereses  <,  que  seamos  verdaderos  Al- 
mohades, que  convengamos  en  la  elección  de  un  califa  aunír  qué  nos  d^ 
fienda  y  gobierne  para  que  nuestros  enemigos  no  puedan  destmir  naeslro 
imperio.  Galló  en  esto ,  y  mientras  estaban  todos  en  silencio  y  km  jeqoes 
perplejos  y  suspensos,  el  pájaro  dijo  en  claras  y  distintas  palabñs: 
Auxilio ,  victoria  y  poder  á  nuestro  señor  d  caKfa  Abdehminien ,  prin- 
cipe de  los  fieles ,  apoyo  y  defensa  del  imperio. 

Al  mismo  tiempo  alzó  Abdelmumen  la  puerta  dñimulada  de  la  jaah 
del  león ,  que  luego  salió  en  medio  de  la  sala ,  ádí  cnd  todos  quedara 
muy  espantados  viendo  que  mostraba  sus  dientes,  se  aiolaAÑi  coosa 
cola ,  y  que  sus  ojos  centelleaban  como  foego ;  querían  huir  y  atemori- 
zados no  podían  moverse.  Entonces  Abdelmumen  se  presenté  con  mocha 
serenidad  al  león ,  el  cual  conforme  á  su  enseñanza  se  fué  llegando  á  él 
humildoso  y  coleando  hasta  halagarle  y  lamerle  sus  manos  mansa  y  api- 
dblemente.  Los  Almohades  que  esto  vieron  á  una  voz  le  prodamaron 
su  amir  y  ad>soluto  señor ,  diciendo  que  no  sepodia  ni  delHa  esperar  oas 
dará  muestra  de  la  voluntad  de  Dios  y  de  su  imam  el  Mehedi ,  y  le  ju- 
raron obediencia  y  fidelidad  en  el  mismo  dia ,  y  aquel  león  segnia  á  Ab- 
delmumen á  todas  partes,  y  hasta  en  la  azala  le  aoompajüába.jA» 
>  instrumento  de  la  exaUadon  de  un  prtnctpe  que  ensalzó  deqmes  H 
Islam.  Este  suceso  dio  ocasión  á  esoelentes  versos  de  Abi  Aly  Anas, 
'quededa : 

Fiero  ímh  con  eriíado  c«iTo  . 
Fué  tu  auxiliar  para  subir  al  trono  : 
Las  arecillas  cotí  humanas  toces 
Pregonan  tu  virtvd,  y  amir  te  Maman  : 
Bien  mereciste  Bimrala  llamiarle  >. 

Fué  SU  jura  particular  en  los  consejos  el  jueves  15  de  Ramaian 


D&LOftAHABi»  EN 


441 


ddaío  5d4  (113^) ,  y  k  soleiiine  y  píibltGa  do»  alÍos.deapaes  eneldia 
Giama  90  de  Rabii  primera  del  aik>  526,  y  le  juraron  primero  los 
ciocueDta  jeques  almíriíades ,  y  después  toda  el  pueblaen  la  aljama  de 
Tinaiál:  se  celebró  la  fiesta  con  venturoso  agüero ,  y  en  aquel  día  se 
oscureció  la  estrella  de  la  felicidad  de  los  Almorávides  y  los  abandonó 
su  fortuna  t  pues  ^ste  Ínclito  principe  consiguió  de  ellos  insignes  vic- 
torias ^  y  se  apoderó  de  sus  estados  con  mucha  gloría  conquistando  toda 
la  tierra  de  Álmagrób y  Y^d  África  hasta  Barca,  y  toda  la  tierra  de 
España,  y  sus  dependencias,  y  en  todos  estos  climas  fué  proclamado 
sobre  sos  almimbares. 


CAPITULO  XXXII. 

Vieloría  del  rpy  Alfonso  sobre  los  muslimes.  Epislola  consoUtoría  de  Zacaria  k  Taxfln,  . 

que  se  lU>ró  de  la  muerle. 

Entre  tanto  en  España  continuaba  Taxfin  la  guerra  contra  los  cris- 
tianos con  varia  suerte,  y  en  una  reñida  y  peligrosa  batalla  fué 
vencido  del  rey  Alfonso  de  los  cristianos,  que  muy  pocos  Almorávides 
escaparon  aquel  dia  de  su  vengadora  espada.  Los  cristianos  se  apode^ 
raron  del  real  de  k»  muslimes ,  y  el  esforzado  Taxfin  se  mantuvo  con 
pocos  de  los  suyos  sufriendo  con  admirable  constancia  los  mas  peli- 
grosos encuentros  de  la  caballería  enemiga  cubierta  de  hierro  y  bron- 
cíneas armas ;  que  á  pesar  de  su  valeroso  ánimo  no  le  fué  posible  el 
restaurar  la  batalla ,  y  sin  atemorizarle  el  horror  de  la  cruel  matanza , 
ni  el  riesgo  de  su  propia  persona ,  se  retiró  peleando  como  un  bravo  y 
herido  pardo  á  quien  persigue  ardiente  tropa  de  cazadores.  Con  oca- 
sión de  esta  sangrienta  batalla  Ic  escribió  el  faki  Abu  Zacaria  su  al- 
catíb  una  larga  casida  de  elefantes  versos  en  que  le  consuela  del  ven- 
cimiento  y  desgracia  de  aquel  dia ,  y  le  da  el  parabién  de  haber  salido 
con  vida ,  y  pinta  la  variedad  y  vicisitudes  de  la  fortuna  de  las  armas, 
i$as  riesgos  y  estratagemas,  con  muchos  avisos  militares* 


DE  ZAGABU. 


ínclito  rey  en  armas  poderoso, 
cQuién  de  vosotros  hay  tan  denodado 

Y  diestro  y  animoso  en  los  combates,  . 
Qoe  ai  enemigo  acometer  inleute 
Con  yira  fuerza  ú  cautelosa  maña 

AI  asomar  de  la  rosada  aurora ; 
O  en  la  tinlebla  de  la  oscura  noche , 
Sin  que  pavor  ni  timidez  invada 
So  corazón ,  cuando  á  los  mas  valientes 
Cíe  sobresalto  y  de  temor  palpita  ? 
Los  caballeros  en  la  lid  sangrienta 
Sa  Talor  muestran  y  ánimo  constante, 

Y  heridos  y  de  sangre  y  polvo  llenos, 
El  pundonor  los  vuelve  á  la  batalla , 

Y  la  aiguen  en  noche  triste  oscura ; 
Oseon  no « que  el  fofigo  de  las  voúm 


Y  el  resplandor  de  los  ilustres  hechos 
Tomó  la  noche  como  clara  aurora , 

Y  ellos  con  clara  luz  resplaudeeian  .* 
Fuego  de  santo  celo  los  guiaba 

A  pelear  con  las  infieles  haces 
En  batalla  campal  y  descubierta, 
O  en  cauteloso  ardid  y  en  emboscadas. 
Solos  cuarenta  las  espadas  vuelven, 

Y  en  torpe  fuga  buscan  salvamento, 
Vor  eso  de  la  muerte  atropellados 
Fueron  dos  mil,  y  mas  de  mil  cayeran 
Sin  el  amparo  de  otros  campeones , 
Que  como  montes  al  encuentro  salen, 

Y  el  Ímpetu  rechazan  del  corriente 
Arrebatado  del  brtdon  contrarío. 
Trábase  nueva  Ud«  espesot  folp«« 


44t 


BlMOKA  VE  lA  MHfOliCiM 


84  miütlpHiM  t  «üi*  «ÜtftttM 
]E9ireme«e  U  U^^ra,  y  con  las  Unías 
Cortas  se  embisten ,  tas  espadas  bierefi , 

Y  hMMi  lallaf  las  iMnáás  iMeÉu 
Be  los  armados,  y  al  sangriento  lafce 
Entrati  eomo  sí  fueseti  los  guerreros 
G«a0lloi  que  U  std  iiNliéAte  agiu , 
Cual  si  Meraseii  alu-evarse  en  sanfra 
Que  4  borbollones  las  heridas  brotan, 
Puebles  abiertas  eon  las  crudas  láitsaa. 
Las  golas  de  la  fresca  hiíimida  noebg 
Que  los  floridos  prados  rociaba 
Causan  dolar  á  las  san^^ríenuis  bocas. 
En  ella  hambrientos  y  feroces  lobos 
Con  los  valientes  osos  comba tian. 

Por  líUrmar  sus  pies  en  la  pelea 
En  la  vertida  sangre  resbalaban : 
Entre  los  altos  pabellones  vienen 

Y  las  tiendas  traspasan  arrojando 
Agudas  lanzas  que  las  armas  rompen , 

Y  con  ellas  también  los  fuertes  peehos. 
Da  Mngre  y  eanfuslon  llenan  el  camptt, 
Estratagema  usada  de  batalla , 

Que  en  las  batallas  el  engaño  es  baeno. 
Ni  te  parezca,  o  rey,  que  no  es  loable 
El  engaflar  con  arte  al  enemigo, 
Ni  ooM  dBftuaida  imtre  U  gente. 
Ba  todas  las  batallas  hay  engaños. 
Cada  dia  se  ven  sucesos  nuevos 
Bn  las  erudüa  balallas  por  destreza 
De  anfmosos  caadillds  avéladoa 
A  los  sangrientos  juegos  de  la  muerte. 
Capitanes  cual  id  los  Inventaron, 
I  Oh  el  maa  valientii  en  todos  loi  vallüitoa 
Cuantos  aquella  noche  te  seguían ! 
tloy  eres  ya  mas  sabio  y  esforzado 
Qua  Oliste  ayer,  y  crece  eada  dia 
En  Ü  el  valor,  el  ánimo  y  deitraza. 
Oye ,  mi  rey ,  de  la  e\periencia  y  uso 
La  utilidad  •  en  los  primeros  afibs 
SI  que  ha  da  caadillar  ohando  manotb» 
En  huestes  se  acostumbre  y  ejercite 
A  mirar  los  enbuentros  sin  espanto , 
Las  conltapueatas  baoaa  y  el  combate. 
Que  oiga  sin  turbación  ni  cobaidin 
Aquel  clamor  confuso  y  alarido 
De  los  varones  qoe  al  túfét  da  gttaita 
A  brava  lid  incita  y  arrebata : 
Que  no  le  dó  pavor  el  duro  estruendo 
De  las  crugientes  y  vibradas  armas , 
Ni  aquel  ruido  é  Ímpetu  brioso 
De  feroces  caballos  que  revuelvan 
A  todas  partes  bravos  campeones  j 
Que  la  pelea  ervda  ardieole  incitan , 
De  polvo  y  sangre  y  de  sndor  cubiertos. 
Lo  qoe  decirte  quiero ,  rey ,  ahora 
Consejos  ton  de  gaerra ,  estratagemas 
Qyo  osaron  otros  grandes  eapitanes 

Y  rayes  A  las  armas  Indinados, 

De  Ánimo  eomo  tú  noble  y  gnerrefo , 
No  porque  yo  «la  pMda  de  caadlRo 

Y  práotioo  en  batallas  los  recibas. 
Sino  porque  varones  muy  famosos 

Y  dáoairoa  en  la  gaerra  las  usaron , 

Y  en  ocasionas  grandes  venturosos 
A  nuestros  flaloi  ftoeroa  de  provecho. 
Por  aa»  ^  fof » M  ^  aMoo  tfrlioa, 


niMllIRo  Hü  iádltft  taelto. 
Procura  siempre  ventajoso  Ofrapa , 
En  sitio  f  espacio ,  entradas  y  salidas , 

Y  si  teolaréft  el  teltato  y  (iaita 

De  los  eanl^arioa « eoéea  de  honda  baa 
Tu  campo  todo :  si  en  campaña  rasa 
Blgoiendo Vas  al  enemigo,  ú  viene 
Sn  tu  BOgnida ,  toaToeinoa  campea 
Con  veloces  algaras  tala  y  roba , 
y  destruye  sus  pueblos  y  alquerías. 
Finge  asonada*  falaai  y  lobatos 
Con  buen  ardid,  de  jipefae  mnchas  (aeges 
Encenderás,  y  espesas  ahumadas 
De  dia  en  atalayas  y  altas  cumbres. 
Que  el  engañar  en  esto  no  ea  dañoso , 

Y  es  útil  dar  temor  al  enemigo, 

Y  á  sos  gentes  continao  sobresalto. 
Asi  pierde  osadía,  y  no  prosigoe 

Y  menos  adelanta  sus  algaras. 
Nunca  en  tus  haees  desmandada  gente 
Quieras  llevar,  ni  tralcas  á  pelea 
Sino  la  gente  buena,  nel  y  honrada 
Que  espera  del  valor  galardón  justo, 
De  mano  de  su  rey,  y  en  la  otra  vida 
Del  paraiso  la  deiieia  eteniat 

Antes  que  al  enemigo  des  batalla, 
Bn  talnpo  llano  dispondrás  to  geikte 
Esoogieodo  el  mae  añciio  f  eaeampade, 
O  con  propio  lugar  para  emboscadas. 
Kunca  tu  gente  eh  estrechura  pongas 
Ni  donde  laHa  eampo  á  tita  eaballei , 
O  estorben  f  atropollen  tos  poonea. 
En  todos  cuatro  lados  fortifica 
Ttt  hueste,  sin  dejarla  reUguardla. 
Sn  medio  ea  lugar  Pfomo  dol  eaodilla 
Que  da  vigor  y  movimiento  al  cuerpo 
Gomo  hace  el  éorazon  al  cuerpo  homane, 
Loa  oapiunea  á  la  f^nlo  envia  ^ 
Que  son  los  ojos  guías  de  la  hueste , 

Y  con  ellos  la  gente  denodada 

Y  mas  vállenlo  y  práailea  en  la  gmifa. 
insignias  do  tu  estado  conoeidaa 

Ko  conviene  vestir  en  la  batalla, 
Pues  basta  que  loa  tuyos  te  conoáan 

Y  loa  que  han  de  llevar  tus  mandaflrienM. 
Oculu  tu  poder  al  enemigo 

Cuando  es  mayor,  y  con  ficción  laengafis, 

Y  recela  emboscadas  enemigas, 

Qoe  el  infiel  usa  mucho  de  este  engaño. 
Al  principiar  de  la  cruel  pelea 
A  espaldas  de  tu  campo  nunca  tengas 
Raudo  rio  ú  pantano  cenagoso. 
Lagares  fuertes  haya  sin  peligro. 

Y  al  retirarle  cuida  déla  zaga , 
La  retaguardia  cubra  diligente, 
La  retirada  en  orden  v  concierto, 

Y  en  retirada  vence  ai  enemigo, 
Que  asi  lo  hicieron  nobles  capitanes. 
Cuando  de  tu  poder  desconfiando 
Recelares  del  fin  de  la  batalla , 
Procúrala  aicusaroofa  arlé,  y  nanea 
Ifuesires  temor,  y  dala  por  la  tarde , 

Y  en  el  trance  no  muestres  cobardía, 
Que  si  los  tuyos  tu  flaqueza  vieren, 
Desmayarán  y  cederán  el  campo. 
Cuando  en  estrechas  y  apifiadas  haces 
Mlrayei  ift  ta  tolva  de  eatnigoa. 


DI  LOÜ  AMBl»  IN  ESMUA. 


441 


BüMiichnréB  M  gente  conoettéilA  t 
T  en  buen  orden  las  últimas  hileras, 
Ssteii  asi  mientras  el  duro  trance 
Con  Atrla  Igiul  mil  moertM  MparllMiao , 
Fieroa  golpes,  heridas,  sangre  y  polvo 
Que  se  enciende  cual  fuego,  y  nubes  de  humo, 
Espadas  «fue  deslumhran  como  rayos 
T  las  herradas  pvsilas  de  las  lautas, 
Cuando  se  despedazan  como  lobos 

Y  ieroa  osos  con  rabiosa  safía. 

Y  tú  con  dlUgtencia  á  todas  partea 
Proveerás  lo  que  mejor  conviene. 
Como  caudillo  diestro  y  animoso , 
Para  llegar  á  la  elevada  cumbre 
De  la  Tieloriat  fin  de  tu  deseo. 

Si  algún  siervo  te  falta  mal  su  grado 
En  la  batalla  á  lo  que  tú  quisieras 
Ka  le  erales  con  safia,  ni  -le  mires 
Con  torva  fai ,  que  el  corazón  lastima 
t)e  los  Tállenles  el  mirar  airado 
De  su  caudillo ,  y  si  de  aquel  no  esperas 
Servicio  grande  ni  admirable  hazaña , 
Confia  de  los  otros  generosos, 

Y  lo  «irado  semblante  y  torvo  eefto, 
Del  ánimo  tori>ado  claro  indieio , 

Ño  les  muestres  jamss,  que  los  prudentes 
Con  palabras  agudas  y  cortantes 
GooM  espadas  que  hieren  y  lastiman 
.  Dirán  después :  Su  turbación  notamos; 
i  Cuándo  tnvistes  tú  pavor  ni  miedo  ? 
¿C«ánd«  al  pavor  tu  ooraion  dié  entrada, 
O  de  Sanbaga  estirpe  generosa  ? 
¿  T  ruando  estás  en  salvo  y  sin  peligro 
Muestras  temor,  deeid ,  no  sois  vosotros 
Loa  laMies  que  á  todas  partea  giran , 
Que  acechan  vigilantes  emboscados 
Bn  ef  verde  eafial  de  espesa  selva? 
i  Qmé  pudo  ser  lo  que  á  deshora  vino 
A  vuestro  rey,  y  con  descuido  tanto 
Faltasteis  de  su  lado  en  la  defensa? 
B  eawliilo  prodouie  y  valeroso 
Que  lo  va  todo,  y  lodo  lo  previene , 
Nunca  ocasión  tendrá  de  torpe  miedo. 
Ni  Tcitionaosa  fuga ;  adverso  lance 
Algnsa  vea  como  esta  sobrevino  f 
Que  no  siempre  el  mortal  es  venturoso , 
Que  la  fonuna  estable  y  permanente 
Solo  á  Juaef  tu  abuelo  fué  debida, 
Qoo  la  victoria  siempre  fué  colgada 
De  sus  banderas  en  famosas  lides, 
ForUiBU  que  también  Alá  concede 
Que  siga  Aly  tu  padre  y  no  otro  alnno , 
Con  vestigios  que  nunca  el  tiempo  borre ; 
¿  Cómo  á  Taxfin  «I  noble  y  generoso , 


Que  liberal ,  hHiéNo  t  htamu» 

A  todos  hace  bien ,  faltar  pudisteis  ? 

Asi  tnvo  ventaja  su  enemigo :  * 

Vuestros  ojos  lloeanMi  ládisgrMit, 

Mas  su  valor  dlsimutó  so  pena, 

T  no  visteis  en  él  so  sentimiento. 

i  A  quién  no  admira  queen  sus  tiernas  aftMi 

En  su  florida  edad  tan  tríate  lanoo « 

Y  matanza  cruel  y  atroz  pelea 

Ko  fe  ttirbase,  y  con  seteno  asjioeto. 
Con  foerce  y  libre  ooraaon  mándate  i 

Y  en  apuros  seguro  dispusiese 

Lo  conveniente  á  la  ocasiotí  terrible^ 
Después  ya  del  suceso  á  los  colpadoi 
Perdoné  generoso ,  inciit^  muestra 
De  su  grandeza  de  áointo ,  pudíendo 
Justa  severidad  usar  al  punto. 
Conviene,  o  Taxin,  qua  algunas  veces 
En  lu  campo  divulgues  falsas  voces 
De  nocturna  Incursión  y  violencia , 

Y  f^ena  superior  del  enemigo. 
Asi  verás  los  tuyos  avezados 

A  despreciar  temores  verdaderos , 

Y  entradas  y  rebatos  valerosos. 
Guando  de  noche  en  la  tiniebla  oseara « 
Asaltó  el  enemigo  tus  estancias , 
Llenando  de  pavor  tus  campeones, 
Con  la  feros  y  brava  acometidA 

De  sus  fuertes  caballos ,  y  espantados 
Huyeron  del  esfuerzo  de  tus  lanzas , 
¿  Cuántas  victorias  y  suceso»  grandoa 
En  Mis  pueblas  y  tierras  has  tenido? 
¿  Cuántas  veces  huSferon  sus  vallefites 
De  tu  valor  y  generoso  aliento? 
¿Gaáotaa  veces  sus  nobles  capitanes 
A  lu  espada  rendidos  se  humillaron 
Pidiéndote  merced  ?  Ínclito  joven , 
Tu  vida  es  nuestro  bien ,  en  U  canfielen 
Los  triunfos  y  victorias ,  y  tú  solo 
Eres  bien  y  alegría  de  tu  pueblo : 
Et«s  tú  su  contento  y  sus  delieiás » 

Y  á  todo  el  mondo,  á  los  nacidos  todos 
Les  doy  el  parabién  de  verte  salvo : 
SI  color  de  las  alas  vi  miidatoe , 

Y  pudo  ser  el  caso  doro  y  fuerte i 
Que  los  riscos  y  montes  conmoviera, 
Las  ágdilas  y  buitres  eamlceros 
Acudieron  al  punto,  no  dejaran 

En  toda  España  quien  á  Dios  loase. 
¡Oh  no  permita  Alá  que  tú  nos  faltes! 
Qoe  en  U  consiste  el  bien « aalod  y  aopan 
De  sus  pueblos  y  ley ;  Dios  te  prospere , 
Guárdete  Dios,  que  guarda  al  que  le  Invoca, 
T  pone  en  él  su  bien  y  su  espsrania. 


CAPITULO  XXXIII. 

Goerras  entre  ti^Almobadcs  y  Almorávides  en  África,  y  en  Espaffa  entre  muslimes 
y  erifUanos.  Elogio  poético  de  los  Almoraviaes  y  de  sos  jelbs. 

En  Rol-Aljehad ,  fortaleza  de  España  oríental ,  fallecióeste  aiSo  de  534 
(1130),  en  la  luna  de  Xaban ,  el  rey  de  Zaragoaa  Alm  AUtuAd  AMd- 


444  HISTORIA  DE  L.\  MMINACIOn 

melic  llamado  Amad-Dola.  Este  principe  y  tria  en  aquelh  inaccesible 
fortaleza,  .asilo  y  conran  retiro  délos  reyes  sas  antecesores;  por  sus 
pactas  7  alianzas  con  el  rey  de  los  cristianos  Alfonso  bcn  Remoiul  Asa- 
latain ,  estaba  muy  aborrecido  de  sus  yasaUos ,  qae  no  podían  lleTar 
con  paciencia  que  le  enviase  sus  dádivas ,  y  que  le  favoreciese  en  sus 
expediciones  contra  los  Almorávides.  Sucedió  á  su  padre  en  el  estado 
y  en  el  mal  consejo  su  hijo  Abu  Giafar  Ahmed  llamado  Sait-Dola ,  que 
en  tres  ailos  acabó  de  ceder  al  enemigo  las  fortalezas  que  todavia  con- 
servaban las  fronteras  orientales  de  España  :  apellidábase  Almostansir 
filia  y  Almostain  Bila ;  pero  no  quiso  Dios  ayudarle  ni  favorecerle  por 
sus  torpes  alianzas  con  los  cristianos,  de  suerte  que  cu  él  acabaron  los 
reyes  de  Bcni  Ilud ,  tan  poderosos  en  otros  tiempos. 

En  África  se  comenzó  de  nuevo  la  guerra  entre  los  Almorávides  y 
Almohades.  Abdelmumcn  habiendo  ordenado  lo  perteneciente  al  buen 
gobierno  do  Tinmál ,  y  de  las  tribus  que  le  obedecían ,  escribió 
sus  cartas  á  los  jeques ,  y  congregó  sus  gentes  para  salir  á  la  sanU 
guerra  contra  el  rey  de  Marruecos.  Consultó  con  sus  caudillos  adonde 
convendría  emplear  sus  armas  qtie  hiciesen  mas  venturosa  la  expedi- 
ción ,  y  determinaron  entrar  las  comarcas  de  Alziga.  Partió  Abdehnn- 
men  de  Tinmál  con  treinta  mil  hombres  en  día  jueves  M  de  Reble 
primera  del  año  526 ,  y  vencieron  y  sojuzgaron  aquellos  pueblos ,  alla- 
nando y  vendado  las  tiribus  que  se  resistían  victoria  tras  victoria,  r 
conquista  tras  conquista.  Entraron  en  tierra  de  Tésala ,  ocuparon  te 
ciudad  de  Deraa,  sujetaron  los  moradores  de  Yelad  Tifiír,  Velad 
Fezan ,  Velad  Guyuza  y  otras  tierras ,  y  pasando  adelante  se  pusieron 
sobre  la  ciudad  de  Marruecos ,  y  asentaron  su  campo  delante  de  ella, 
en  la  luna  de  Xewál  dd  mismo  año.  Combatió  sus  muros  algunos  días, 
y  luego  levantó  el  cerco  y  pas()  á  Velad  Tcdulat»  y  la  entró  por  fuerza , 
siguió  á  Derat,  y  de  esta  ciudad  partió  para  hi  de  Sale,  los  vedóos 
cuando  entendieron  que  se  encaminaba  contra  m  ciudad ,  salieron  de  pax 
á  rendirle  obediencia ,  y  se  pusieron  bajo  i»u  fe  y  amparo ,  y  entró  en 
aquella  ciudad  dia  sábado  á  'i4  de  Dylhagia  del  año  526  (1 1 3%).  Al  ano 
siguiente  de  5-i7^  continuó  sus  conquistas  el  victorioso  Abddmumen, 
y  sojuzgó  toda  la  tierra  do  Teze. 

•  En  España  continuaba  el  amir  Taxfin  haciendo  guerra  á  los  cris- 
tianos en  todas  sus  fronteras ;  pero  el  astuto  Alfuns  ben  Ronond  lo- 
gró con  malos  tratos  que  Almostansir  beuHud  Saif-Dola,  rey  de  Eq»na 
oriental ,  cediese  la  fortaleza  de  Rot- Alyehud ,  y  otras  muy  impor- 
tantes que  tenia ,  dándole  en  cambio  muchas  posesiones  en  Tcdedo,  y 
la  mitad  de  aquella  ciudad.  Estos  conciertos  se  hicieron  en  Dylcada  de 
aquel  año  de  527  (H32)  %  movióse  á  esto  Saif-Dola  porque  temía 
que  sus  mismos  vasallos  entregasen  sus  fortalezas  á  los  caudillos  al- 
morávides ,  porque  abonecían  sus  tratos  y  alianzas  con  el  rej  Alfonso 
ben  Remund ,  y  por  otra  parte  no  confiaba  mucho  podlpas  mantener  si 

«  Asi  Abdel  Halim,  atmquQ  Alcodai  dice  que  estos  conciertos  foeron  afto  &34 ;  ptfroaiiott«f« 
tñ  fto  ¥ivi«  Altoiía  boa  RoumihIi 


DE  LOS  ARABfiS  EII  E6PÁÑA.  iio 

este  (iraiio  se  apartaba  de  su  alianza  como  le  amenaiaba  mtidlád  yeoe». 
Ifano  con  estas  Tentajas  el  coemigo  de  Dios  Alfonso  ben  Remnnd , 
que  le  hacían  muy  poderoso  eu  las  riberas  del  Ginga  y  del  Seguiré , 
salió  con  baena  hueste  de  Mekineza,  y  vino  á  poner  cerco  á  Medina 
Froga.  Esta  ciudad  es  de  gran  fortaleza  por  su  natural  disposición  del 
8itío rodeado  de  quiebras,  y  puesta  sobre  tajadas  roc^  :  asi  por  esto 
coiDo  por  el  valor  de  los  muslimes  que  la  defendían  ne  bada  cpsa  de 
provecho,  y  se  alargaba  el  cerco:  Saliau  los  muslimes  algunas  veces 
oootra  el  campo  de  los  cristianos ,  y  se  trababan  reñidas  escaramuzas. 
Como  el  wali  Aben  Gañía  que  estaba  en  Lérida  entendiese  lo  que  pasaba 
en  el  cerco  de  JFraga ,  salió  con  una  escogida  compañía  de  caballeros  á 
correr  la  tierra ,  y  estorbar  las  provisiones  que  so  conducían  al  campo 
délos  cristianos,  y  quiso  Dios  qué  estando  los  muslimes  de  Medina 
Fraga  en  recia  escaramuza  con  los  cristianos  en  su  propio  campo,  so- 
brevino la  cabaUma  y  gente  de  gueira  que  traía  Aben  Gania.  El  rey 
ilfonsOf  viendo  aquel  tropel  de  calmlleros  que  venían  á  toda  rienda  a 
berir  en  loa  suyos,  sacó  parte  de  su  batalla ,  y  les  salió  ¿  encontrar; 
pero  no  fueron  poderosos  para  contener  el  ímpetu  de  la  eaballeria  de 
Abeo  Gania.  Aquellos  valientes  Almorávides  rompieron  y  atrope- 
liaron  á  los  cristianos ,  que  huyeron  vencidos  después  de  horrible  ma- 
tanza, que  p0€0s  escaparon  de  la  muerte ,  y  entre  ellos  y  de  los  pri- 
meros murió  el  rey  Alfonso,  cruel  enemigo  de  los  muslimes.  £1  campo 
quedó  cubierto  de  cadáveres  para  pasto  de  aves  y  de  Aeras.  Los  musli- 
luesrobayron  el  campo  do  los  cristianos,  en  donde  hallaron  muchas 
riquezas,  y  persiguieron  las  miserables  reliquias  de  sus  vencidas  gen- 
tes. Entonces  Aben  Gania  escribió  esta  gloriosa  victoria  y  venturoso 
suceso  de  sos  armas  al  amir  Taxfin ,  que  liolgó  mucho  de  dlo^  y  fué 
famoso  el  día  de  Fraga ,  que  no  le  olvidarán  los  cristimios.  Fué  esta 
gran  batalla  año  528  (1 1 34). 

Como  la  fortuna  de  las  armas  fuese  tan  contraria  al  rey  Aly  ben 
Juzef  de  Marruecos  y  á  sus  caudillos  almorávides  contra  Abdelmu- 
nien  ,  príncipe  de  los  Almohades,  las  continuas  derrotas  de  sus  qérd- 
tos,  las  provincias  conquistadas ,  y  las  calamidades  inseparables  de  una 
puerra  desgraciada  acabaron  los  grandes  tesoros  del  rey  Aly ;  men- 
guaron las  rentas  y  f ratos. eon  la  pérdida  de  tantas  tribus,  y  se  siguió 
mocha  carestía  en  toda  la  Mauritania ,  y  declarado  descontento  en  los 
ánimos  de  sus  oprimidos  pi^ebk».  En  este  triste  estado  aconsejaron 
algunos  nobles  Almorávides  á  su  rey  Aly ,  que  declarase  por  futuro 
sucesor  del  imperio  á  su  hijo  el  príncipe  Taxfin ,  que  como  todos  sabían 
era  muy  esforzado  y  de  grande  entendimiento ,  y  muy  famoso  ya  por 
sus  gloriosas  hazañas  y  grandes  hechos  de  armas  en  Andalucía ,  del 
cual  decían  lodos  que  era  lal  su  valor  y  experiencia  en  las  cosas  díe  la 
^erra ,  que  sí  Ic  hubieran  enviado  algunos  socorros  de  gente  de  Airica , 
hubiera  sojuzgado  á  toda  España  de  mar  á  mar;  y  que  en  todos  los 
encuentros  y  batallas  que  había  dado  á  los  cristianos ,  que  habían  sido 
muchas ,  sola  una  vez  le  habían  vencido ,  y  eso  por  casualidad ,  y  con 
irrave  daño  de  sus  enemigos.  El  rey  vino  en  eUo  y  le  mandó  enviar 


4tf 


iUlIQUA  IIE  U  HMUlUCttli 


ws  Wfim  pim  VIO  pisaie  á  Afiriot^  porque  las  MoeriéNta  do  h 
guarid  lo  pedían  para  que  se  opnaieao  al  nneyo  re7  de  los  Almohades, 
quf  ándate  trianfaiite  y  victorioio. 

£d  el  ano  de  5S8  (1 1 34)  celebró  Abdelnmaieii  la  6esia  aolenme  de  sa 
jora,  y  se  congregaron  en  Tinmál  los  jeques  de  todas  las  tribus  que  le 
obedecían,  y  le  aclamaron  amir  amurainin,  y  mandó  labrar  sa  no-, 
neda.  y  en  bonra  del  Mehedí  poníaeueUasanombre,  y  cola  de  piala 
mandó  escribir  por  nn  lado  i  «  No  es  Dios  sino  Alá,  el  imperio  todo  es 
^Dios.  No  bay  potencia  sino  en  Dios ; »  pordotro:  «  AJá  os  nnesfro 
sefioTí  Mubamad  nuestro  apóstcd,  el  Mebedi  nuestro  imam,  ó  prin- 
cipe, »  y  por  diferenciarse  de  la  de  los  Almorávides  la  mandó  labrar 
coadrada.  Luego  partió  á  tierra  de  Teze ,  y  en  el  ano  5S9  (1135)  mandó 
odiflcar  la  ciudad  do  RabAt  Teze ,  en  lo  que  se  ocupó  todo  él  año. 

En  España  continuaba  el  principe  Tbxfin  sus  expediciones  contra  los 
cristianos oon  harta  yentura,  y  en  el  alio  de  530  tuyo  una  sangriesta 
batalla  con  ellos  en  Fobos  Alia,  y  los  desbarató  y  yeneió  con  horrible 
mataosa ,  y  tomó  muchos  cantíTos  y  despojos ,  y  recobró  muchas  fcrta- 
lew  que  babian  ocupado  los  cristianos.  En  este  mismo  afio  de  5S0 
(U36)  d  wali  de  Granada  Mubamad  ben  Said  benJaser,  que  la  tenia  por 
los  Almorávides,  labró  en  eUa  una  magnifica  casa  toda  de  márniol 
que  parecia  un  aloisar,  con  hermosos  jardines  y  fuentes  muy  abondan- 
tes  en  pilas  de  jaspe  y  de  abibastro. 

En  fA  afio  531  (t  137)  el  prindpe  Taxfin  corrió  la  tierra  de  Huebte  j 
Ataroon,  y  como  se  resistiese  la  ciudad  4e  Cuenca  entró  en  día  por 
fuarsa  de  armas,»  y  degolló  á  sus  mOTadorea  sin  perdonar  vida ,  porque 
se  habían  rebelado  contra  los  Almorávides  que  la  gnamedaB :  y  «n  este 
tiempo  le  llegaron  nuevas  de  África  del  mal  estado  de  las  cosas  de  los 
Almorávides,  y  las  cartas  en  que  su  padre  le  enviaba  A  llamar  con- 
fiando que  su  valor  mejorarla  d  estado  y  fortuna  contraria  de  sas 
armas. 

8n  este  tiempo  Abu  Talib  Abdd  (SdMr  de  Jucar  hico  anos  versos ' 
en  que  elogiaba  á  los  Almorávides,  y  en  especial  al  ilustre  principe 
Taxfin ,  y  por  su  excdoncia  merecen  ser  eoooddos  en  la  posteridad. 


Gotn^D  Alá  elMM  y  pederMO  quise 

Que  su  divina  ley  fuese  eusalcada , 
Los  ánimos  unió  de  los  mortales , 
Hm  eltclr  un  adtUil  vállenle « 
Que  acaudillase  del  Islam  las  iropas. 
Éste  fué  de  Taifin  noble  pimpollo , 
ne  lAft  insigne  planta  procedido : 
Á\  mundo  pareció  omI  clara  aurora 
Que  á  la  (iuicbla  de  la  noche  sigue , 
Pum  Y  resplandeciente  como  el  agua 
D#oUra  fuenle  qm  aora  malutioa 
Orea  y  esclarece ,  y  nunca  adniiie 
Mancilla  en  si  que  su  cristal  enturbie. 
Alm  Jaeub  ftié  tal,  y  su  vanida 
Fué  de  águila  caudal,  su  presto  vualo 
Báeia  Zalaca  encaminó,  la  espada 


AlU  aagriaibá  la  dieaini  vmoadora. 
Día  faUs  y  campo  venturoso. 
Lo  que  nos  diste  tú ,  ¿quién  nos  badad«.* 
Vuelve  otra  ves ,  Settor,  tan  ImiMo  dia, 
i  O  célebre  Gium* ,  día  dioboao 
Cuando  la  santa  ley ,  atropellada 
Oel  arreganto  infiel,  con  victoriosas 
Armasse  levantó,  y  á  los  inSelet 
Bia  de  Juicio  fué,  y  allí  quedaron 
Gomo  viles  y  miseros  terrones. 
No  le  válié  aquel  día  ta  poiHBde, 
Soberbio  Alfonso ,  pues  allí  cumpliéss 
Lo  que  grabado  en  tablas  de  diamanie 
La  etema  vokinUd  de  Dioe  mía , 
Y  protegió  oon  su  divina  aeinbia 
La  gente  fiel ,  x  ^1  rayo  de  la  guerra 


i  Nncf  i|w  ütoe  ver#of  ae  Ueierett  despee*  de  le  nuierte  del  tty  Aly. 


Wt  ItUk  MkMMS  m  B^AiUL  447 

Jbegaró  el  IslaAi  cual  otras  veces ,  Hubo  despaes  las  riendas  d«l  imperíQ 

Si  Im  atitigiioi  tíenpos  veDloroiol ,  fla  hijo  Taxlfin  el  esfbnado , 

y  eo  todaa  partes  Ubres  y  MfiirM,  GpUMi  bf^vo  león ,  leoa  rabidM 

A  I«  alba ,  á  mediodía  y  4  la  noche ,  Cercado  de  crueles  cazadores  i 

Y  «n  tu  tioiebla  escara  sin  temores  Tiranos  ambiciosos  á  porHa 

Andibiii  por  do  quiera  |oi  mnsihilOf  •  Sns  etiadoi  invoden ,  los  robddeo 

Después  tomó  las  riendas  del  estadQ  $u  señorío  osi|rpi«n  { tantos  males 

El  h^o  de  Jozef ,  el  animoso  Y  sin  justicia ,  violencia  y  robo 

Aly ,  sabio,  pradento  j  Jasüeleré  i  Oo  «os ,  potente  Alá ,  remedie  esperan. 
El  cual  siguiendo  las  po(en)f  s  brollas 


CAPITULO  XXXIV. 

l4oraBtimÍ«nto.«ii  AlfltrbOy  en  Sevilla,  an  Valeneia  y  otras  parles. 

Después  de  la  partida  del  amir  Tai^&n  ben  Mj  á  Afríeai  se  principió 
á  suscitar  en  España  el  fuego  de  la  iosurrecdon  contra  los  AUnoravi- 
^j  J  en  Ja  parte  de  AJgarbe  se  encendieron  las  primeras  chispas ,  y  la 
<)casion  j  i»iroeros  movimientos  fueron  de  esta  manera.  Ahmed  bep 
floseiü  ben  Cosai,  natural  del  campo  de  Xilbe,  llamado  también  Abol 
CasimRumi ,  eq  su  primera  juventud  vendió  sus  bienes ,  peregrinó  á 
diyersas  partes ,  oyó  en  Almeria  el  célebre  Alarif ,  lomóá  su  aldea,  y 
fredioó  an  ella  U  doctrina  de  Alg^cali ,  condenada  en  España  por  el  go- 
bierno t  juntó  taifa  de  sooos  y  secuaces,  y  se  llamó  imam.  Pasó  á  Se- 
villa y  acrecentó  el  número  de  sns  discipuloB ,  y  entrado  al  año  639 
(1 144}  se  uftió  con  todos  los  suyos  al  bando  de  Muhamad  ben  Yahye  de 
^tís ,  conocido  por  Aben  Alcftbéla ,  que  asimismo  se  llamaba  Mustafa, 
7  tenia  también  gran  número  de  secuaces  y  admiradores.  Gomunkaban 
csktt  sus  doctrinas  y  designios  con  los  principales  mancdios  de  Algarbe, 
y  este  Aben  Cosai  persuadió  á  los  suyos  á  apoderarse  por  engaAo  6  por 
roerza  de  Calat  Mertula ,  d  mas  fuerte  castillo  de  Algarbe.  Escondió- 
ipose  en  los  arrabales  como  setenta  hombres ,  entraron  de  noche  y  di- 
úmulando  sus  intentos ,  y  á  la  hora  del  alba  del  dia  jueves  2  de  Safer 
fel  dicho  aoo ,  acometieron  las  puertas  de  la  fortaleza ,  las  rompieron 
r  entraron  en  ella ,  atropellando  y  matando  á  los  que  la  tenian  en  guar- 
lia.  Vino  en  ayuda  de  Aben  Cosai,  como  estaba  concertado ,  la  gente  de 
abura  y  de  Xelbe,  acaudiUada  por  Muhamad  ben  Omar  ben  Almondar 
Ibul  Waljd ,  mancebo  éd  la  principal  nobleza  de  Xelbe,  que  desde  pe- 
ioeiio  se  habia  criado  en  Sevilla ,  y  por  su  doctrina  y  nobleza  (era  hijo 
el  mezuar  de  Xílbe  su  patria)  estaba  también  tan  dado  á  las  nuevas 
octrioaa  y  secta  de  Algazali ,  que  en  el  fervor  de  su  juventud  se  retiró 
la  soledad  de  un  yeroM),  á  orillas  del  mar  en  Rabat  Raibána ,  y  dio 
e  limoana  sus  bienes,  y  era  de  los  mas  ardientes  secuaces  de  Ahmed 
bea  Coaai  ^  y  scgnia  so  bando ,  y  le  fomentaba  en  su  patria.  Ayudába- 
« Aba  Mnbamad  Sid-Ray,  hijo  del  wazir  de  Jabura,  que  ya  do  antes 
nui  lodoa  amigos.  Uniéronse  públicamente  todos  estos  con  Aben  Cosai , 
n  mea  después  que  se  apoderara  de  Calal  Mertula ,  esto  es  en  principio 
)  la  luiduHafaíe  segunda  delato  S39  (I  lU).  Gomo  ara  gente  tan  prin- 


448  HISTORU  D£  LA  DOMlNAGim 

cipal  Ueyaron  tras  si  machos  dd  pueblo ,  que  estaban  oprimidos  y  des- 
contentos de  las  insolencias  de  lós  AlmoraTides ,  y  con  ellos  emprendie- 
ron la  conquista  de  otros  fuertes ,  pasaron  á  Hisn  Mergcc ,  fortaleza  de 
tierra  de  Xilbe ,  donde  se  hablan  fortificado  los  Almoravid^,  y  Aben 
Gosai  acaudillando  á  los  suyos  con  mucho  valor  y  conocimiento  los 
venció,  mató  muchos  de  ellos ,  y  se  apoderó  déla  fortaleza  entrándola 
espada  en  mano,  y  huyeron  los  pocos  que  la  defendían  á  Medina  Beja. 
Viéndose  los  Almorávides  que  había  en  aquella  ciudad  amenazados  de 
la  misma  suerte ,  pidieron  seguro  de  los  del  mismo  pueblo  para  pas^  á 
SeviUa ,  y  después  que  ellos  salieron  entró  en  ella  Omar  ben  Abnondar 
con  la  gente  que  le  había  confiado  Sid-Ray,  hijo  del  wazir  de  Jabora. 
Estaban  en  esta  ciudad  algunos  parciales  suyos ,  entre  otros  su  hcrmaDo 
Ahmed  y  Abdala  ben  Aly  ben  Samail.  No  tardó  en  juntarse  con  eUos  d 
jefe  de  la  insurrección  Aben  Cosai ,  y  el  mismo  Sid-llay,  d  hijo  del  ira- 
zir,  y  á  este  por  su  autoridad  y  pditica  dio  Aben  Cosai  el  mando  de  Beja, 
y  á  Omar  ben  Abnondar  la  walfa  de  Xilbe.  Hubo  luego  entre  estos  dos 
caudillos  alguna  desavenencia  y  ciertos  disgustos ,  y  Aben  Gosai  los  em- 
plazó á  Gaiat  Mertula^  y  se  dieron  satisfacción ,  y  se  compusieron  ó  di- 
simularon sus  pasiones  :  y  Omar  volvió  á  su  lugar  y  allegó  gente  de 
Oksonoba  con  la  que  tenia  de  Xilbe ,  y  mucha  de  Mérida  que  se  le  juntó, 
y  se  volvió  ¿  reunir  otra  vez  con  Aben  Gosai  que  le  hizo  addantadoen 
toda  su  tierra,  dánd(de  parte  en  su  estado  y  mando,  y  le  üamaba 
Aziz  Bila.  Con  la  fortuna  de  estas  primeras  empresas  tomaron  osadía 
para  mayores  cosas,  y  determinaron  entonces  pasar  con  su  gente  el 
Guadiana ,  y  fueron  sobre  Welba  y  la  cercaron ,  y  sin  mucHa  resistencia 
la  entraron.  Pasaron  de  alli  á  Libia  y  la  pusieron  cerco  y  la  combatieron 
con  muchas  máquinas ,  y  vino  al  campo  en  su  ayuda  nueva  gente  de 
Algafbe ,  y  después  de  recios  combates  la  entraron  por  inteligencia  j 
favor  de  Juzef  ben  Ahmed  el  Podruchi ,  un  alcaide  de  los  rdbddes ; 
descontentos  de  aquel  tiempo,  que  les  entregó  una  de  las  torres  que 
defendía  pc»r  los  Almorávides. 

Este  venturoso  suceso  puso  mayor  esfuerzo  á  los  de  Aben  Gosai ,  7 
les  dio  ánimo  para  correr  con  algaras  la  comarca  de  Sevilla ,  que  estaba 
en  poder  delamir  que  la  fortificaba  y  defendía.  Partió  el  ejército  de  Li- 
bia hacia  Sevilla,  y  entró  las  fortalezas  de  Hisn  alcázar  y  de  ToQíata, 
que  son  de  las  principales  de  aquella  amella.  Era  ya  en  este  tiempo  moj 
numerosa  la  hueste  que  llevafcÁn ,  y  se  había  divulgado  en  toda  Espaoi 
la  fama  del  levantamiento  del  Algarbe.  Llegaron  á  Hisn  Azahar,  oo^n^ 
ron  las  cercanías  de  Sevilla ,  y  entraron  y  ocuparon  á  Atrayana.  Como 
esta  novedad  fué  sabida  del  mayor  general  de  las  tropas  almorávides  <k  1 
Espafia  Abu  Zacaria  Yabye  ben  Aly  Aben  Gania ,  que  se  hallaba  en  Cór- 
doba ,  al  punto  congregó  sus  tropas  para  remediar  y  conlCBer  los  des- 
órdenes  de  Algari)e  :  y  con  la  nueva  de  la  entrada  en  libia  ln<^se 
puso  en  marcha  para  la  gazna  de  aquella  tierra.  Antes  que  este  val 
llegase  á  Sevilla  fueron  avisados  los  rebeldes  que  estaban  en  Atraram  | 
de  su  venida,  que  en  todas  partes  teman  parciales  de  su  bando.  Lk^l 
este  wali  Aben  Gañía  á  Sevilla,  y  Omar  ben  Almondar  coo^sos  rebridc» 


BE  LOS  ABABES  EN  ESPAÑA.  449 

je  retífaroQ  sin  osar  esperarle ,  y  repasaron  el  Guadiana  hnyendo.  SU 
gmUos  Aben  Gañía  y  los  alcanzó ,  y  les  dio  batalla  en  qae  los  rompió  y 
deslMraló,  y  mató  mucha  gente  de  eUos,  los  persiguió  y  cautivó  mu- 

Ornar  ben  Almpndar  llegó  aquella  noche  á  Libia  y  la  fortiQcó  dos  dias, 
jse  jontó  en  Xilbe  el  alcaide  Juzef  Pedrucbi.  Llegó  Aben  Gañía  y  puso 
oeroo  á  la  ciudad ,  que  se  defendía  bien  haciendo  salidas  y  rebatos  en 
qae  había  sangrientas  escaramuzas;  pero  los  de  Aben  Gania  estaban  á 
b  inclemencia  del  tiempo,  que  era  en  medio  del  invierno,  y  padecían 
macho;  á  los  tres  meses  del  cerco  llegó  nueva  al  campo  de  Aben  Gania 
eooio  en  Córdoba  habían  asesinado  al  cadi ,  y  se  había  levantado  en  la 
graode  aljama  en  día  jueves  5  de  Bamazan  del  año  539  (1 1 44}  Abu 
Gíafar  iiamdain  ben  Muhamad  ben  Hamdain ,  y  se  había  apoderado  de 
la  ciudad  apellidándose  amir  Almansor  Bila.  Con  esta  novedad  le  Tuc 
forzoso  levantar  el  campo  de  sobre  Libia,  y  partió  hacia  Sevilla :  y  en 
el  camino  oyó  que  también  se  habia  alborotado  el  pueblo  de  Valencia, 
donde  estaba  de  'wali  su  sobrino  Abu  Muhamad  Abdala ,  hijo  de  su  her- 
mano Mubamad  ben  Aly  Aben  Gania ,  que  le  escribía  que  ni  por  si 
podo  nada  ni  por  la  autoridad  del  cadi  de  aquella  ciudad  Meruán  ben 
Abdala  ben  Meruán  Abul  Melic,  que  era  alli  cadi  puesto  por  TaxGn 
beo  Aly  el  amir  en  24  de  Dylhagia  del  año  538,  que  subiendo  á  la  tri- 
buna habló  al  pneblo  con  mucha  energía  ponderando  los  grandes  méri- 
los  y  santas  guerras  que  se  habían  debido  á  los  Almorávides  contra  los 
cristianos ,  el  auxilio  que  habían  dado  á  Gczira ,  los  socorros  y  libertad 
de  Valencia,  que  sus  esforzadas  tropas  habían  sacado  de  mano  de  ínGe- 
les;  pero  que  todas  sus  exhortaciones  fueron  vanas,  y  como  predicar 
rn  desierto ,  que  no  había  sido  posible  sosegar  al  alborotado  pueblo,  ni 
el  había  conseguido  contenerlos  con  sus  Almorávides,  de  manera  que 
le  habia  sido  forzoso  escapar  de  noche  con  su  familia  á  mía  de  caballo 
en  h  noche  del  miércoles  18  de  Bamazan ,  y  se  había  acogido  á  Játíva, 
donde  había  llegado  al  amanecer,  y  se  forlíGcaba  en  ella  con  los  suyos, 
fsfas  cartas  y  las  que  fueron  Uceando  del  levantamiento  de  Murcia,  de 
Almería  y  de  Málaga ,  donde  el  pueblo  forzó  á  los  Almorávides  á  re- 
traerse á  la  alcazaba  con  su  v^alí  Almanzor  ben  Muhamad  ben  Alhág, 
y  le  pusieron  riguroso  cerco ,  que  duró  siete  meses ,  y  de  otras  princi- 
pales chidades,  dieron  mucho  cuidado  al  caudillo  Abu  Zacaría  Yahye 
Aben  Gania ,  y  no  solo  perdió  la  esperanza  de  acabar  por  onlonccs  la 
guerra  y  ailráamiento  del  Algarbe ,  sino  que  temió  que  se  perdiese  toda 
Espada  para  los  Almorávides ,  viendo  las  turbaciones  y  movimientos 
que  en  todas  las  provincias  resultaban.  Asi  que ,  luego  escribió  á  su  her- 
mano Mabamad  ben  Aly  Aben  Gania ,  que  partiese  de  Sevilla  con  las 
naves  y  gente  de  los  Almorávides ,  que  tomase  también  las  que  estaban 
en  Almería ,  y  se  fuese  á  fortiBcar  y  apoderar  de  las  islas  Mayorcas,  que 
en  España  no  habia  seguridad ,  y  su  hermano  lo  hizo  sin  perdida  de 
tiempo.  Con  motivo  de  salir  de  Sevilla  las  naves  y  gente  de  los  Almorá- 
vides ,  fe  levantó  con  d  mando  en  aquella  provincia  Abdala  ben  May- 
mon,  alcaide  de  su  frontera  y  y  con  pérfidos  tratos  se  apoderó  de  la  du- 


4S0  HISTOai/k  DE  UL  BOUDIiCIOlf 

dad,  y  degolló  en  día  mochos  AlmoraTides,  y  no  pooos  TecfaiM qoe  k 
qaisieroQ  oponer  ¿  bos  tiránicas  Tiolencias.  En  Almeria  con  la  migma 
ocasión  se  Icyanló  Abdala  ben  Mardanis,  y  se  biso  dnefto  de  k  dudad. 
£n  Córdoba  el  tumultuario  y  alborotado  pueblo  depuso  á  los  catorce 
dias  al  rebelde  vali  Hamdain ,  movido  de  las  tramas  y  liberalidades  de 
cierto  bando  que  alli  se  suscitó  á  favor  de  Seir*Dola  Ahmed  Aben  Had , 
el  que  estaba  en  la  frontera  de  Toledo  favorecido  de  los  cristianos.  Sa 
real  prosapia ,  su  política  y  grandes  riqoeías  facilitaron  esta  novedad  «i 
d  populacho  de  Córdoba ,  y  lo  proclamaron  llamándole  Almostenrir 
Bila;  entró  en  Górddm  y  fué  muy  aplaudido  $  pero  á  los  ocho  dias  le 
fué  forxoso  salir  de  Córdoba ,  porque  el  pueblo  se  cansó  de  él  y  de  las 
violencias  de  los  suyos,  y  se  retiró  al  fuerte  de  Foronchidioe,  y  su  wi- 
lir  Samcbe  que  se  quedó  en  la  ciudad  fué  despedazado  por  d  ineOMtsole 
pueblo.  La  partida  de  Abu  Zacaria  Yahye  Al)eB  Gania  del  cerco  de  li- 
bia animó  á  los  rebeldes  de  Algarbe,  y  sabiendo  también  los  alborotos 
de  Córdoba  pensaron  abar  alli  su  bando ,  y  ordenó  Aben  Cosai  que 
Ornar  bcn  Almondar  y  su  gente  con  su  secretario  Muhamad  ben  Yshye 
el  Saltixi,  d  llamado  Alcabela  j  que  era  persona  de  su  confiansa,  fueieDá 
G^doba,  presumiendo  que  lograria  entrar  en  la  dudad ,  y  harían  valff 
su  partido  en  ella ,  esperanzas  que  les  ofhM^ian  algunos  parciales  suyos 
que  moraban  en  d  arrabal  de  la  Axarquia  de  aquella  dadad ,  y  ena 
gente  principal  en  día ,  como  Abul  Hasan  ben  Mumen ,  y  otros.  Los 
caudillos  Ornar  ben  Almondar  y  su  sodo  el  Saltixi  Alcabela  con  las  tro- 
pas de  Xeibe  y  Libk  se  pusieron  en  camino ;  pero  antes  de  llegar  supie- 
ron como  los  había  prevenido  el  político  Seif -Dola  y  los  de  su  bando  j 
que  los  de  la  dudad  estaban  por  él,  yqueen  varias  ciudades  le  prodar 
maban. 

£ntre  tanto  Abdala,  el  sobrino  de  Aben  Gania ,  hada  desde  JáÜfi 
grandes  algaras  y  correrías  en  Yalenda  y  talaba  sus  campos  y  amenas 
huertas.  Los  de  Valencia  para  ddenderse  de  sus  entradas  y  contener  sas 
(*slrag06  acudieron  al  ilustre  caudillo  Abu  Abdelmdic  Meroán  Abes 
Abddaziz ,  rogándole  que  los  amparase  y  defendiese ;  pero  este  noble 
jeque  se  excusó  porque  recelaba  de  la  inconstancia  dd  pueblo ,  y  de  lis 
intenciones  de  los  prindpales ;  y  coma  d  pueblo  persiguiese  á  los  Al- 
luoravides  que  quedaban  en  la  dudad  después  de  la  fuga  dd  vsU  Ab- 
dala, d  sobrino  de  Aben  Gania  Abddaziz,  se  ocultó  y  huyó  con  lossafos 
á  Jáliva,  que  muchos  te  seguían ,  hasta  que  lograron  persuadirte  Ab- 
dala ben  Mardanis ,  y  Abu  Muhamad  Abdala  ben  Ayadh ,  alcaide  detas 
fronteras ,  persona  de  mucho  crédito  y  autoridad.  Estos  oonsignicroii 
que  cediese  al  bien  común  su  comodidad  particular  y  aceptase  d  pdt- 
groso  mando  que  d  pueblo  le  ofreda,  y  asi  movido  de  tantas  instsocítf 
vinoá  Yalenciay  Icprodamaron  eneUaen3  deXawálddaiío5S9  (tl44)t 
y  encargó  el  cuidado  de  las  fronteras  y  su  comarca  al  alcaide  Abdala 
^  b(*n  Ayadh,  que  se  ocupó  desde  luego  en  aserrar  las  soyas  propissy 
*  las  de  su  yerno  Abdcila  ben  Mardanis  contra  fas  lamtonies  que  hacin 
gente  cu  tierra  de  Albacite ,  y  se  baciao  fuetes  en^u  fotiaiesas. 


D£  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  4Sll 

CAPITULO  X3ÍXV. 

Cóntinuin  los  alborotos  de  los  muslimes  en  Espsfia. 


Banidao,  hatriendo  logrado  ganar  segunda  vez  el 
Tohió  á  entrar  en  elk  doce  dias  después  de  su  salida ,  que  fué  en  10  de 
Dylhagia  del  año  539,  y  le  prQdamanMi  con  general  moYimiento  j  ale- 
gría del  poddo,  y  sus  parciales  y  parientes  le  proelamaron  en  yariay 
cÉiMbdes  de  Andalucía.  Su  alcatib  ó  secretarlo  Achil  ben  Edris  de  Ronda 
k  hizo  procteoiar  en  su  patria ,  y  ¿  su  nombre  ocupó  la  inaccesible  for- 
taleza de  aquella  ciudad ,  y  asimismo  se  apoderó  de  Arcos  Jeris  y  Sidu- 
Día  hadéndde  proclamar  en  todas  ellas.  En  Murcia  entró  Abdala  el 
Tbograi,  alcaide  de  Cuenca ,  luego  que  oyó  la  r^elion  de  Hamdain  en 
Córdkiba,  y  salió  con  ánimo  de  unirse  á  su  bando ,  y  al  llegaráMoraa 
trataba  d  pueblo  alborotado  ya  desde  el  dia  1 7  de  Ramazan  de  proda? 
mar  allí  por  adlílantado  &  cualquiera  de  sus  principales  jeques  ó  á  Mu- 
kunad  ben  Abderahman  ben  TaUr  el  Kisi,  que  era  de  lanobleía  de 
Tadmir,  ó  á  Abu  Mubamad  ben  Alhág  Lurki ,  ó  á  Abderahman  boi 
Gíafar  bai  Ibrabim.  Había  el  pueblo  proclamado  ¿  Hamdain  de  Córdoba, 
y  pusieron  por  su  adelantado  á  Mnhamad  ben  Alhág ,  y  este  no  quería 
aceptar  este  encargo  por  moderación.  Con  la  entrada  del  alcaide  de 
Cuenca  Abdala  ben  Fetáh  el  Tbograi  mudaron  de  faz  las  cosas ,  y  d 
bando  de  este  nombró  cadi  de  Murcia  á  Abu  Giafar  ben  Abi  Giafar,  y 
el  dia  martes  i5  de  Xawál  del  año  539  entró  á  Giafar  la  codicia  dd 
mando  y  excitó  un  alboroto  popular  contra  los  AlnKMraYides ,  y  por 
causa  suya  asesinaron  en  Auriola  aleTOsamentc  á  los  AhnoraYides  que 
bajo  de  palabra  de  seguro  habían  entrado  en  ella :  y  c(mforme  á  la  ins- 
trucción de  los  caudiUds  de  aqudb  pardalidad  entró  la  gente  de  las 
aldeas  y  campos  en  Murcia  y  proclamaron  por  su  amir  á  Abu  Giafar 
ben  Abi  Giafor,  y  cadi  á  Abu  Alabas  ben  Helal,  y  por  alcaide  de  la  ca- 
balleria  d  Thograi ,  y  nadie ise  les  opuso,  y  asi  este  caudillo  con  pi^ 
texto  de  proclamar  á  Hamdain  se  proclamó  á  ri  nnsmo ,  y  ocsopód 
alcázar,  y  se  ap^idó  amir  Anasir  Ledinalá ;  pero  le  duró  muy  poeo 
d  imperio,  como  diremos. 

En  Yaloida  fiormó  hueste  Aben  Abddaziz  para  saKr  contra  los  AI<- 
moraYides  de  Játiva  que  fortificados  en  su  abrazaba  y  acaudilladoa  de 
Abdala,  el  sobrino  de  Aben  Gania,  corrian  y  tdaban  la  tierra  hasta  la 
ciudad  de  Yalencia ,  robaban  y  quemaban  las  alquerías  y  cautivaban  las 
mngeres ,  y  por  esto  allegó  sus  gentes  y  salió  de  Yalencia ,  y  en  28  de 
Xawál  fué  sobre  Játiva :  asimismo  envió  á  pedir  socorro  al  wali  de 
Murda  Abu  Giafar  Mubamad  ben  Abdala  ben  Abi  Giafar,  y  en  postrero 
día  de  Xawéd  cercó  á  los  Almorávides  en  la  fortaleza  de  Játiva  que  se 
defen<fian  con  admirable  valor.  En  Murcia  los  del  partido  de  Abdala  el 
Tbogni  y  de  Aben  Tahír  alborotaron  el  pueblo  y  prodamaron  á  Scif* 
fida  en  fin  de  Xawál  dd  aSo  539,  y  bid»  pdea  catre  los  bandos  de 
AbaaGiato  y  ddThogrd,  y  este  caudillo  y  otroe  desu  pardalidail  he- 


452  HISTORIA  DE  LA  DOMINAGION 

ron  presos  y  encarcelados ,  y  se  dio  la  alcaidía  de  la  caballeria  á  Zoamnn 
de  Aurfola ,  y  se  salieron  de  la  ciudad  Aben  Tahir  y  Aben  Albág :  y  en 
esta  ocasión  se  apoderó  mas  del  estado  el  faki  AbaGiafar  Muhamad  ben 
Abdala  ben  Abi  Giafar  el  Ghuseni ,  y  se  hizo  dueño  de  Tadmir  lo  res- 
tante del  año ;  y  como  dos  meses  del  siguiente.  Decia  que  no  se  movía 
á  tomar  el  mando  sino  por  conservar  sa  lit)erlad  al  pueblo ;  y  luego 
dispuso  sa  partido  para  socorrer  á  Meruán  ben  Abdclaziz  contra  los 
AlmoraTídes  de  Játiva*  No  bien  faabia  llegado  al  cerco,  y  apenas  sus 
grites  se  habían  mczdado  en  las  escaramuzas  que  cada  dia  se  trababan, 
cuando  le  vino  aviso  de  nuevos  alborotos  ea  Murcia ,  que  el  bando  de 
Aben  Tahir  conmovió  la  plebe  y  sacaron  de  la  prisión  al  Thograi .-  al 
punto  partió  con  su  caballería  del  sitio  de  Játiva  y  con  presurosas 
marchas  llegó  ¿  Murcia  y  entró  en  la  ciudad  por  inteligencia ,  y  se  apo- 
deró de  la  fortaleza  otra  vez,  pero  no  pudo  haber  á  las  manos  al  Tho- 
grai, que  escapó  de  secreto  respirando  venganzas :  sosegó  el  alboroto,  y 
se  volvió  al  cerco  de  Játiva. 

En  este  tiempo  los  secuaces  de  Hamdain  que  moraban  en  Granada 
alborotaron  al  pueblo  contra  los  Almorávides ,  sin  que  (üése  parte  para 
contenerlos  la  autoridad  y  presencia  del  walí  de  aquella  ciudad  Aly  ben 
Abi  Bekir,  hijo  de  una  hermana  del  rey  Aly,  llamado  dd  nombre  de  sa 
madre  Aben  Finwa;  pero  las  novedades  de  Algarbe  tenían  ocupado  á 
su  caudillo  Abu  Zacaria  Yahyc  ben  Aly  Aben  Gania,  y  buena  parte  de 
las  tropas  almorávides,  que  componían  su  ejército.  Esto  facilitó  al  cadi 
de  la  ciudad  Aba  Muhamad  ben  Símek  el  levantamiento  del  pueblo  con- 
tra  loa  Almorávides  de  la  guarnición ,  y  la  tumultuosa  proclama  de 
Hamdain  de  Córdoba.  Los  caudillos  almorávides  nó  pudiendo  contener 
al  all)orotado  pueblo  les  fué  forzoso  retraerse  á  la  Alcazaba  y  aser- 
rarse en  aquella  fortaleza.  En  los  ocho  primeros  días  del  motín  hubo 
continuas  y  sangrientas  peleas  entre  los  Almorávides  y  los  vecinos. 
I/M  del  paeblo  daban  recios  combates  al  fuerte,  y  los  valientes  Almorá- 
vides hacían  frecuentes  y  sangrientas  salidas  contra  ellos.  En  una  de 
estas  terribles  escaramuzas  murió  el  cadi  ben  Siínek ,  y  los  vecinos  y 
parciales  de  Hamdain  nombraron  por  sucesor  á  Abul  Hasan  ben  Adha- 
Este  era  muy  político  que  mantenía  su  opinión  con  ambos  partidos ;  pero 
en  esta  ocasión  sirviendo  á  las  circunstancias,  y  siguiendo  d  aire  de  la 
fortuna  que  soplaba ,  se  declaró  contra  los  Almorávides ,  y  pidió.  auxilK» 
contra  ellos  á  los  cadies  rebeldes  de  Córdoba,  Gien  y  Murcia  para  que  le 
ayudasen  á  echar  de  Granada  á  los  Almorávides. 


CAPITULO  XXXVl. 

Goerra  en  África  entre  Almorávides  y  Alrnohadcs.  Muerte  desgraciada  de  Aly. 

Entre  tanto  no  iban  mejor  en  África  las  cosas  de  estos ;  espetaba  el 
rey  Aly  qué  la  fortuna  y  valor  de  su  hijo  Taxfin  remcdíaria  la  suerte 
de  la  guerra  que  le  hacían  los  Almohades ,  que  andaban  viettMosas  y 


DE  IOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  45S 

Iriimbntes  apoderándose  de  sus  tierras  y  estados ,  pues  en  diez  ailos  de 
implacable  j  porflada  guerra  no  babia  conseguido  ventaja  contra  ellos , 
antes  le  vencían  y  tomaban  sus  pueblos ,  y  señoreaban  las  proTíncias  en 
qae  moran  las  cabilas  de  Ateza ,  Gebala  y  Gíeza.  Pasó  como  dijimos  el 
príncipe  á  África  llevando  en  su  compañía  la  flor  de  la  caballería  de  los 
A]ox)ravid^s ,  que  hizo  notable  falta  para  las  revueltas  y  turbaciones 
que  en  España  se  suscitaron  con  su  ausencia :  y  asimismo  Heyó  cuatro 
mil  máncalos  cristianos  de  Andalucía ,  muy  diestros  en  las  armas ,  que 
servian  en  la  caballería  de  su  guardia.  Cuándo  llegó  á  Marruecos  al 
.  pautóse  dispuso  para  salir  contra  los  Almohades,  y  juntas  numerosas 
tropas,  salió  á  buscar  á  sus  enemigos ;  pero  no  tuvo  su  primera  expedí- 
ckm  la  misma  felicidad  q[ue  antes  había  tenido  en  Andalucía ;  pues  mu- 
chas veces  quedó  vencido  perdiendo  mucha  gente  de  los  suyos ,  experi* 
mentando  cada  dia  mas  contraria  la  fortuna.  £1  rey  Aty  su  padre, 
como  viese  fallidas  sus  esperanzas ,  y  no  recibiese  sino  nuevas  de  ven- 
cimientos y  derrotas  de  su  campo ,  tomó  de  ello  tanto  pesar  que  adoleció 
<ic  grave  enfermedad  nacida  de  su  profunda  tristeza  y  despecho,  y  fué 
recreciendo  su  mal  con  las  continuas  pesadumbres  que  recibía  basta  que 
se  Ic  acabó  la  vida  en  la  luna  de  Regeb  del  año  539  (1 144),  después  de 
haber  reinado  treiuta  y  nueve  años  y  siete  meses.  Acaeció  su  muerte  en 
SQ alcázar  de  Marruecos ;  su  hijo  se  hallaba  en  Aceya ,  y  estuvo  oculta 
la  muerte  del  rey  mas  de  tres  meses. 

Publicada  la  muerte  del  rey  Aly  fué  prodamado  rey  de  los  muslimes 
su  hijo  TaxOn ,  príncipe  jurado  sucesor  del  trono  de  los  Almorávides. 
Escribió  á  todas  las  provincias  su  proclamación ,  exhortando  á  los  pue* 
blos  á  la  continuaciou  en  su  obediencia  y  lealtad ;  asimismo  escribió  á 
1^)8  principales  caudillos  almorávides  de  España  Abu  Zacaria  Yabye 
Aben  Gañía ,  á  Ozman  ben  Adba ,  y  á  su  tío  Aly  ben  Abi  J^kir,  que  lue- 
go le  enviaron  sus  cartas  de  parabién  y  enhorabuena ,  y  desde  entonces 
>e  oyó  su  nonttire  solo  en  las  oraciones  públicas  de  las  mezquitas.  De- 
seoso df  contener  la  soberbia  de  Abdelmumen ,  príncipe  de  los  Almo- 
hades ,  allegó  grandes  huestes  para  ir  contra  él :  pues  viéndose  Abdel- 
mumen poderoso  de  gentes  se  atrevió  á  descender  de  los  montes  de 
Todula  y  sierras  de  Gomera  con  numeroso  campo  talando  la  tierra 
liana,  cautivando  y  matando  y  haciendo  grandes  estragos  por  todas 
partes.  Encaminóse  esta  desoladora  tempestad  á  las  sierras  que  están 
(*ntre  Fez  y  Telencen ,  corriendo  al  mismo  tiempo  con  algaras  de  ve- 
loces caballos  todas  las  cabilas  moradoras  de  uno  y  otro  lado :  alcanzó 
el  rey  Taxfin  estas  sangrientas  tropas  que  como  hambrientos  tigres  de- 
54^biui  cuanto  delante  se  les  ofrecía,  y  rodeándolos  con  la  muchedum- 
bre de  su  caballería  hizo  en  ellas  horrible  matanza ,  y  los  Almohades 
huyeroo  dejando  los  campos  cubiertos  de  cadáveres  para  agradable  pasto 
de  aves  Aeras.  Por  este  desmán  fué  forzoso  al  príncipe  Abdelmumen 
subirse  á  los  montes  y  encaramarse  en  la  fragosidad  de  aquellas  sierras; 
V  el  rey  Taxfin  le  seguía  por  las  tebamas  y  espaciosos  llanos.  De  dmdo 
procedió  que  los  Almohades,  aunque  menos  en  número,  se  defendían  do 
ta  m  ucbedarobre  con  la  fortaleza  y  fragosidad  de  los  montes ,  y  al  misn^ 


454  HISTORIA  DE  Lá  DOmNAaON 

tiempo  ahondaban  de  provisiODea  y  nrantc ^^imiento ,  qne  eacaaeaban 
pincho  en  loa  llanos  casi  desiertos,  para  bastecer  tantas  tropas.  Los 
berberíes  de  aquella  sierra  ^tahan  ¿  deTOcion  de  Ahdeinramcn  y  no 
oondttcian  provisión  á  los  Almbrayides.  Asentó  su  campo  en  los  montes 
de  Gomara ,  después  pasó  á  los  de  Telenoen  atrayendo  de  paso  á  su  obe- 
diencia las  cahitas  zenetesque  están  en  aquella  comarca.  El  rey  Taxfin 
que  los  perseguía  llegó  con  su  campo  á  Wadi  Teblit,  y  como  ftiese  ya 
muy  entrado  el  invierno  asentó  allí  su  campo  y  se  detuvo  dos  meses, 
que  fueron  de  tan  gran  Trio,  que  fué  forzoso  quemarlas  cabanas  y  casas, 
y  hasta  los  palos  y  astas  de  lanzas  y  pabellones  para  repararse  y  no 
perecer  helados.  Lurgo  enderezó  Abdeunumen  hacia  los  montes  deTe* 
icncen ,  siempre  siguiendo  los  montes,  y  también  volvió  el  rey  Taxfin  á 
perseguirle :  Abdelmumen  puso  su  campo  en  la  cumbre  de  los  montes 
que  están  sobre  Telencen,  y  desde  ellos  descendían  sus  algaras  ¿  correr 
la  tierra.  El  rey  TaxQn  había  pedido  ayuda  de  gentes  á  los  Beni  Amal 
de  Saohaga  que  comarcaban  al  (Miente  de  África ,  y  le  enriaron  una 
poderosa  taifa  de  caballería  y  peones.  Uegó  esta  gente  y  salió  á  reci- 
birla el  rey  TaxGn  con  todos  sus  principales  caudiUos.  Aeunidss  estas 
tropas  con  laft  suyas  llenaban  aquellos  campos,  y  parecían  tendidas 
bandas  de  langosta  en  que  bien  se  echaba  de  ver  el  poderlo  de  los  reyes 
de  Marruecos:  alegre,  maravillosa  y  estupenda  vista,  si  no  estuviera 
tan  cercana  la  destrucción  de  tanta  grandeza.  Recibió  d  rey  Taxfin  i 
los  caudiUos  con  mucha  honra ,  y  les  habió  de  la  satisfocdon  que  le 
causaba  la  vista  de  tan  hermoso  campo,  y  trató  con  ellos  de  sus  inten- 
tos de  acometer  al  enemigo ,  y  de  socorrer  y  fortificar  la  ciudad  de  Te* 
lencen,  que  era  la  que  estaba  amena^da.  Por  otra  parte  Abdclmomea 
estaba  oteando  desde  las  altas  cumbres  de  los  montes  cuanto  pasaba  ea 
los  llanos ,  y  no  temía  de  tan  numerosas  huestes  ni  le  ponían  pavor  sos 
infinitas  bianderas  de  diferentes  ccdores ,  ni  el  estmendo  de  sns  atabales 
que  estremecían  la  tierra  y  hacían  retumbar  los  apartados  montes. 

Mandó  el  rey  Taxfin  que  ciertas  tropas  ligeras  siilMesen  hacia  la  sierra 
donde  estaban  los  Almohades ,  y  subieron  por  la  parte  de  Wbad ,  que 
está  cerca  de  Telencen ,  y  por  ciertos  atajos  fueron  contra  los  enemigos. 
Los  Almohades  bajaron  al  encuentro,  y  la  batalla  fué  muy  sangrieotí 
en  aquellos  ásperos  collados ;  pero  los  Almohades  rompieron  y  d^ban- 
taron  á  estas  tropas ,  que  des<^ndieron  despeñándose  por  aquellas  qn^ 
bradas ,  y  los  que  pudieron  descender  á  los  llanos  llenaron  de  espanto  i 
la  muchedumbre  del  rey  Taxfin ,  de  manera  que  no  fué  parta  su  valor 
y  destreza ,  ni  los  esfuerzos  de  los  nobles  caudillos  para  mantener  en 
orden  á  la  multitud ,  que  huyó  vencida  maa  de  su  propio  temor  que  del 
Ímpetu  de  los  enemigos.  Los  Almohades  aprovecharon  la  ocasión  de  este 
desorden  y  terror  pánico.,  y  mataron  nnucba  gente  á  los  Almorávides ,  y 
los  persignieron  á  lanzadas  por  aquellos  campos* 

Después  de  esta  desgraciada  batalla  escribió  d  rey  Aly  á  todas  sos 

provincias  para  que  viniesen  á  servirle  en  aquella  guerra ,  y  no  tardó  ea 

ll^ar  nueva  gente  de  Sigilmesa,  de  fingía,  y  poco  después  llegó  tam- 

a^m  de  Andalucía  su  hijo  amir  Abn  Ishac  Ibrabim,  con  eacogüia  caba- 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  455 

Ikria  de  Almorávides  y  crbtianos  de  su  guardia  en  número  de  Goairo 
ipil  cahaUeros.  Mandó  el  rey  hacer  reseda  de  todas  sos  (ropas ,  y  dividió 
7  reparüó  eu  escuadrones  aquella  infinita  muchedumbre, que  ocupaba 
faota  tierra ,  que  causaba  admiración  el  ver  asi  la  innumerable  gente  do 
anuas  de  caballería  y  de  infantería ,  como  el  grande  aparato  de  provi- 
siones 7  de  tiendas ,  pastores  y  reb¿ios  de  ganados  de  toda  especie ;  do 
manera  que  pareda  estar  alli  junto  todo  el  poder  y  gente  de  África. 
Hiiose  el  alarde  fuera  de  Bab  Carmedin ,  y  se  extendia  la  gente  y  los 
apiñados  escuadrones  hacia  la  sierra  por  lodos  aquellos  campos,  hasta 
I  el  pié  de  los  mismos  montes  que  están  enfrente.  Cuenta  Aben  Iza  que 
este  fué  d  último  esfuerzo  de  los  principes  Almorávides.  Luego  movió 
sa  campo  Abdelmumen  caminando  como  hacia  Telepcen ,  y  asimismo 
rigváó  Taxfin  con  su  innumerable  ejército  procurando  atajarle,  y  obli- 
garle á  venir  á  batalla :  tanto  le  inquietábanlos  campeadores  de  TaxGn, 
que  le  obligó  á  descender  á  lo  llano  caminando  como  hacia  las  tierras  de 
los  zenetes ,  y  acosado  en  su  retaguardia  se  resolvió  á  dar  batalla  ¿  los 
Almorávides* 

Gomo  Abdelmumen  era  inferior  eu  número  de  infantería  y  de  caba- 
llos, para  pelear  y  defenderse  dispuso  una  solabataUade  toda  su  gente 
en  forma  cuadrada ,  y  á  cada  lado  sus  hileras  de  valientes  con  lanzas  muy 
largas  que  apoyaban  de  pies  y  de  manos ;  de  tras  de  estas  hileras  de  lan- 
ceros había  una  de  escuderos  con  espadas  y  grandes  pavesas  y  rodelas 
para  cubrirse  de  los  tiros  de  los  contrarios ,  y  detras  de  estas  órdenes  de 
armados,  había  dos  hileras  de  honderos  y  ballesteros ,  y  en  el  centro  y 
medio  de  este  cuadro  quedaba  una  gran  plaza  y  espacio  en  que  puso  toda 
la  caballeria,  quedando  asimismo  seüaladas  y  abiertas  calles  donde  so 
debía  abrir  salida  de  cada  parte  a  la  caballeria  para  salir  y  entrar  contra 
los  enemigoa,  sin  dailo  ni  des¿Hrden  de  la  infantería.  Gomo  Taxflu  no 
deseaba  sino  la  batalla  luego  ordenó  sus  haces ,  y  mandó  acometer  A  los 
Almohades  con  su  mayor  caballería.  £1  ímpetu  y  tropel  de  los  Almora- 
fídes  fué  terríble  *,  pero  la  defensa  de  las  muy  largas  lanzas  impidió  que 
rompiesea  el  fuerte  escuadrón ,  muchos  caballos  y  caballeros  quedaron 
espetados  en  ellas,  volvieron  sus  caballos  los  Almorávides  para  tomar  A 
acometCTt  sin  cesar  la  espesa  nube  de  los  honderos  y  de  la  ballesteria ,  y 
en  este  ptmio  saliendo  los  caballeros  almohades  por  ambos  costados  los 
alanceaban  en  las  espaldas ,  y  luego  se  retraían  al  centro  y  plaza  de  su 
escuadrón ,  donde  se  guarnecían  como  en  firme  alcázar,  huyendo  él  tro« 
peí  de  la  gran  caballeria  de  sus  enemigos.  Así  continuó  todo  el  día  esta 
langrienta  batalla,  y  la  pérdida  de  lo«  Almorávides  fué  tanta  que  no 
podieroQ  mantenerse  en  la  pelea.  Toda  la  caballeria  estaba  herida ,  y 
muertos  los  mas  valientes  soldados :  asi  que ,  la  victoria  y  el  campo 
quedó  por  los  Almdiades.  Acogióse  TaxQn  á  Telencen  con  mucha  dili- 
Beoda ,  desconfiando  ya  de  la  fortuna  de  sus  armas  :  reparó  sus  muros 
y  fortaiecas ,  y  cuando  el  victorioso  Abdelmumen  fué  con  su  hueste  con- 
tra la  ciudad,  la  halló  may  bien  guarnecida  y  fortalecida :  la  cercó  y  no 
t'esó  de  dar  recios  combates ,  ni  se  apartó  de  ella  hasta  que  cansa(k>  de 
la  resistencia  de  los  Almorávides  y  de  sus  rebatos  y  salidas  en  que  los 


456  HISTORIA  DE  lA  DOMUHAGlOü 

suyos  recibían  madio  daño,  levantó  sn  campo  y  partió  hacia  Medina 
Wliran ,  dejando  alguna  gente  que  mantuviese  el  cerco  de  Telencen. 
Tenia  el  rey  Taxfin  muy  fortiGcada  la  ciudad  de  Wbran,  y  la  miraba 
como  el  único  asilo  que  le  podía  quedar  eu  el  mal  estado  de  sus  cosas, 
para  en  caso  necesario  hacerse  allí  fucrle  y  pasar  á  España,  y  había 
escrito  á  su  alcaide  de  Almería  Abdala  ben  Maymon,  para  qac  le  tu- 
yiese  siempre  apercibidas  diez  buenas  nares  en  el  puerto  grande  de 
Whran  para  lo  que  pudiese  ofrecerse.  Puso  Abdelniuroen  su  campo  so- 
bre una  sierra  alta  que  está  sobre  Whran ,  con  ánimo  de  cercar  aqnelh 
ciudad  y  fortaleza.  Luego  el  rey  Taxfincon  escogida  gente  salió  de  Te- 
lencen, rompió  el  campo  de  Almohades  que  cercaba  la  dudad,  y  foéá 
socorrer  su  asilo  y  cíodad  de  Whran.  Llegó  á  las  cercanías  de  ella  y 
asentó  su  campo  á  vista  de  sus  enemigos ,  tuvieron  muchas  escaramans 
en  que  se  peleaba  con  varia  suerte,  aunque  las  mas  veces  con  mayor 
pérdida  de  los  Almorávides.  Dice  el  autor  del  Fen  Imamia  por  referan 
cía  de  Aben  Malruc  Alkisi ,  que  el  rey  Taxfln  penetró  y  rompió  el 
campo  do  los  Almohades ,  y  logró  entrar  en  Whran ;  pero  como  tícsp 
que  el  cerco  iba  largo,  que  sus  salidas  y  rebatos  no  hacían  mudar  de 
propósito  á  su  enemigo  que  le  apuraba  con  recios  combates,  perdióla 
esperanza  de  poderse  sustentar  en  el  reino  de  Marruecos :  asi  que,  fallo 
de  consejo  y  desesperado  se  salió  de  secreto  y  de  noche  de  la  ciudad,  con 
ánimo  de  pasar  á  la  fortaleza  del  puerto  grande  que  tenia  muy  fortale- 
cida, donde  esperaba  que  vendrían  sus  naves  para  pasar  á  E2spail8 :  salió 
pues  en  tma  yegua  suya  muy  generosa  y  célebre  por  su  ligereza  qoc  se 
llamaba  Rahihana,  que  no  tenia  par  entre  todas  sus  yeguas  y  caballos. 
Era  la  noche  muy  oscura ,  y  el  rey  iba  harto  turbado  temeroso  de  caer 
en  manos  de  sus  enemigos ,  y  llegando  á  una  alta  y  atajada  barranca 
parecióle  con  la  oscuridad  que  to¿  la  tierra  era  igual ,  y  se  despeñó  de 
allí  abajo ,  ó  tal  vez  la  yegua  se  espantó,  y  asombró  del  mar  coa  las 
sombras  de  la  noche ,  y  asi  murió ,  donde  fué  hallado  á  la  mañana  bedio 
pedazos,  y  también  la  yegua  allí  orilla  dd  mar.  Lleváronle  á  Abdebno- 
men ,  que  le  mandó  clavar  de  un  sauce,  y  envió  la  cabeza  á  Tínmál :  to 
Almorávides  no  supieron  esto  hasta  que  lo  oyeron  de  sus  enemigos,  con 
esto  cayeron  de  ánimo,  y  pocos  días  después  *  entró  Abddmumen  jfir 
fuerza  de  armasen  Whran,  en  elmesdeMnharram  del  año  S40  (1145). 
La  resistencia  fué  grande  y  no  la  hubiera  entrado  tan  presto  si  no  les 
hubiera  apurado  de  sed ,  que  les  cortó  el  agua  que  iba  á  k  ciudad,  yaÁ 
muchos  perecieron  de  sed ,  que  no  pudieron  hacer  mucho  en  su  defensa- 
Entró  la  mañana  de  pascua  de  Alfitra  según  Yahye ,  y  pasó  á  cuchillo  á 
los  Almorávides  que  en  la  ciudad  halló,  y  muchos  de  los  vecinos.  Fw 
el  tiempo  del  reinado  de  TaxOn  después  de  la  muerte  de  su  padre  basto 
el  dia  en  que  tan  sin  ventura  murió  dos  años  y  dos  meses :  y  según  «l« 
mismo  autor  murió  en  6n  de  Rámazan  del  S59,  y  cuenU  taflibiea  qnc 
había  ya  hecho  jorar  por  su  sucesor  á  sn  hijo  Aba  Ishac  Ibusbim" 
año  que  vino  de  Andalucía. 

t  Dice  Vthy^  fren  ellas. 


DE  LOS  ÁRABES  Elf  ESPAÑA.  457 


CAPITULO  XXXVII. 

Continoan  bs  guerras  contra  los  Almorávides  de  Eapafla. 

En  Andalucía  continuaba  la  guerra  y  levantamiento  contra  los  Almo- 
rayidcs  con  implacable  odio.  Seguía  Meruftn  bcn  Abdclazizel  cerco  de 
Játiva ,  y  se  defendía  bien  en  la  ciudad  Abu  Abdala  el  sobrino  de  Aben 
Ganiacon  sus  Almorávides.  Llegó  segunda  vez  Abu  Giafar,  el  valí  rebe- 
lado en  Murcia,  al  cerco  de  Játiva  en  ayuda  de  Meruán ,  y  le  fué  forzoso 
d  caudillo  de  los  Almorávides  retraerse  á  la  alcazaba  para  defenderse. 
Asimismo  acudió  en  ayuda  de  los  de  Valencia  el  alcaide  de  las  fronteras 
Aben  Ayadh  con  muy  escogida  gente  de  ella.  Entonces  AbdaLi  Aben 
Gaaia  trató  de  concertar  la  entrega  de  Játiva  por  avenencia ;  pues  veia 
que  no  era  posible  mantener  mas  tiempo  aquella  fortaleza ,  y  ajustadas 
7  convenidas  las  condiciones  salió  aquel  esforzado  caudillo  con  todos  los 
soyos  de  la  alcazaba  y  de  la  ciudad ,  y  se  encaminó  á  tierra  de  Almería 
con  propósito  de  pasarse  á  Mayorca  con  su  padre  si  las  cosas  no  mejora- 
ban. Luego  que  Abdala  Aben  Gania  salió ,  entró  en  la  ciudad  Meruán 
ben  Abdelaziz,  y  la  fortificó,  y  despidió  muy  contentos  á  sus  auxiliares, 
dándoles  preciosas  alhajas,  armas  y  caballos  :  y  asegurada  la  ciudad  y 
alcazaba  partió  para  Valencia ,  y  entró  en  ella  montado  en  un  hermoso 
dromedario  con  preciosos  vestidos  y  lucientes  armas ,  y  rodeado  de  los 
jeques  y  nobles  caballeros ,  y  este  dia  de  su  triunfante  entrada  en  Va- 
lencia fué  proclamado  con  general  alegría  del  pueblo :  esto  fué  en  Safer 
del  año  540  (1145).  En  esta  ocasjon  se  unió  Lec^nt  á  la  amelia  de  Já- 
tiva, y  esta  provincia  al  gobierno  de  Meruán  ben  Abdelaziz.  En  esta 
misma  luna  de  Safer  volvió  Abu  Giafar  á  Murcia ,  después  de  haber 
perseguido  en  su  retirada  á  los  Almorávides  de  Abdala  Aben  Gania,  ro- 
bándoles cuanto  pudo  hasta  que  se  retiraron  á  lo  de  Almería ,  donde  to- 
davía eran  poderosos. 

£q  Granada  continuaba  la  rebelión ,  y  los  Almorávides  se  defendían 
bien  en  la  Alcazaba ;  pidieron  socorro  los  rebeldes  á  los  de  Córdoba,  y 
escribió  el  cadi  Abul  Uasan  ben  Adba  á  sus  parientesy  parciales ,  y  envió 
Hamdain  á  su  sobrino  Aly  ben  Omar  Muhamad  Adba  conocido  por 
Omilimad,  y  deGíen  fué  el  alcaide  de  aquella  ciudad  Aben  Gozei,  con 
tropas  allegadizas  y  mil  caballos  de  la  Axarquia ,  que  unidos  á  las  tropas 
que  llevó  Abu  Giafar  de  Murcia  bacian  un  hermoso  campo  de  doce  mil 
caballos ,  y  mayor  número  de  peones.  Los  Almorávides  cuando  enten- 
dieron quo  venia  contra  ellos  aquella  tempestad ,  temieron  que  si  estos 
se  uniesen  con  los  rebeldes  de  la  ciudad  les  darían  harto  que  hacer ,  y 
así  habido  su  consejo  salieron  á  la  hora  del  alba  de  la  alcazaba ,  y  fueron 
á  encontrar  á  los  auxiliares  que  tenían  su  campo  en  cercanías  de  Gra- 
nada, y  con  extremo  valor  les  acometieron  cuando  menos  esperaban , 
los  desbarataron  y  rompieron  con  cruel  y  sangrienta  matanza ,  y  en  lo 
recio  de  la  batalla  murió  Abu  Giafar  el  rebelde  de  Murcia ,  y  los  suyos 


458  nlSTOniA  DE  LA  t)OteXAClO!t 

j  démas  auxiliares  huyeron  por  diversas  partes  con  torpe  fnga.  Los 
vencedores  Almorávides  se  volvieron  á  su  fortaleza  déla  Alcazaba. 

Las  reliquias  fugitivas  del  ejército  de  Murcia  lue^o  que  volvieron  á 
su  ciudad  eligieron  y  proclamaron  por  su  amir  al  noble  jeque  Abdcrah- 
manben  Tahir,  en  fin  de  Rebie  primera  del  año  540  (1145).  Al  mismo 
tiempo  el  walí  Almanzor,  que  estaba  cercado  con  sus  Almorávides  en  la 
alcazaba  de  Málaga ,  trató  de  rendirla  por  avenencia ,  y  entró  en  ella  de 
amir  Abu  Alhakem  Ben ,  en  Rebie  segunda  del  año  540 ,  y  se  retiró  i 
Murcia  donde  estaba  su  padre  Abu  Muhamad  ben  Albág.  Este  caudiUo 
Tahir  por  afición  particular  á  la  casa  de  Aben  Hud  pasó  al  alcázar  y 
apellidó  á  Seif-Dola  Aben  Hud ,  y  se  intituló  sunaib  en  Murcia  :  dióla 
alcaidía  á  su  hermano  Abu  Secar ,  y  escribió  al  rey  Seif-Dóla  que 
Viniese.  Con  esta  novedad  se  salieron  de  Murcia  Abu  Muhamad  beo 
Alhág  y  Aben  Suar^  y  otros  principales  caballeros  de  su  bando,  y  se 
fueron  á  Córdoba.  El  amir  Hamdain  los  recibió  muy  bien,  y  los  envió 
con  su  primo  Alfolfoli  y  sobrino  Omilimad  con  escogida  gente  de  ca- 
ballería para  que  mantuviesen  su  partido  en  Murcia,  y  echasen  de  dli 
al  jeque  Aben  Tahir.  Tembló  este  de  las  asonadas  y  aparato  de  estas 
tropas ,  y  para  defenderse  y  mantener  la  ciudad  procuró  traer  á  su  bando 
al  alcaide  de  las  fronteras  de  Valencia  Abu  Muhamad  ben  Ayadh ,  y  le 
rogó  que  viniera  en  su  ayuda  si  se  preciaba  de  amigo  de  Aben  Had. 
Este  caudillo  era  en  su  corazón  de* aquel  bando;  pero  lódisinralaba 
como  convenia  :  y  recibidas  estas  cartas  luego  á  gran  diligencia  se  puso 
én  camino.  Encontró  áZaonun,  alcaide  de  Auriola,  que  también  era 
de  su  bando ,  y  este  le  llevó  á  su  ciudad  y  le  proclamó  en  eUa  su  amir. 
Llegaron  á  Aurida  muchos  principales  de  Murcia ,  y  le  encendiert» 
mas  el  deseo,  y  le  animaron  á  ir  á  ella,  y  alli  le  proclamaron  amir  de 
Murcia  sin  saber  nada  de  esto  el  jeque  Aben  Tahir ,  que  lejos  de  pensar 
tal  novedad  disponía  el  recibimiento,  y  ordenaba  que  saliesen  sus  ca- 
balleros y  parientes  á  recibirle.  Salió  muchedumbre  de  pueblo  al  en- 
cuentro de  Aben  Ayadh ,  que  se  fué  á  hospedar  al  Alcazarquibir,  donde 
no  se  le  esperaba  ni  estaba  prevenido  para  él.  Esto  fué  en  10  de 
Giumada  primera  del  540  (1145),  y  Aben  Tahir  se  trasladó  á  Dar 
Saguir,  y  luego  que  entendió  las  cosas  concertadas  se  retiró  á  su 
casa  particular.  Incitaban  algunos  á  que  Ayadh  le  quitase  la  vida,  aco- 
sándole de  tramas  y  maquinaciones ;  pero  Aben  Ayadh  qtie  oonocia  sa 
virtud  y  sabiduría  se  abstuvo  de  derramar  su  sangre :  asi  fué  depuesto 
Abderahman  Aben  Tahir  á  los  cincuenta  días  de  su  waliazgo  por  sa 
autiliar. 

En  este  tiempo  cansados  ya  los  de  Valencia  del  gobierno  de  sa  amir 
MeruAn  ben  Abdelaziz  meditaron  su  deposición  :  tanta  es  la  inconstan- 
cia del  aura  popular  que  al  que  solicitaron  con  ansia  para  sa  s^or,  i 
poco  tiempo  le  aborrecen  y  desechan  haciéndoseles  intolerable  sa  poli- 
tica  y  gobernación.  Ix)s  principales  de  la  ciudad  y  los  alcaides  de  Le- 
cant,  Liria,  Gezira,  Jncar  y  Murbiter  escribierou  al  alcaide  de  las 
fronteras  Aben  Ayadh  que  estaba  en  Murcia  y  ya  era  dueño  de  dh ,  qoe 
viniese  con  toda  diligencia  á  tomar  las  riendaí»  de  aquel  estado  que 


m  IM  ÁRABES  BH  ESPAftA.  469 

taba  desooneerlado ,  y  sin  cabeza  que  le  rigiese  como  convenía.  No  se 
hizo  esto  tan  secreto  que  no  lo  llegase  á  entenderMernán  ben  Abdelaziz, 
y  sí  bien  qnisiera  poner  remedio  j  castigar  á  los  que  suscitaban  estas 
DOTedades;  pero  no  fué  posible,  que  ya  el  mal  babia  cundido,  y  era  ge- 
neral el  descontento  y  el  deseo  de  nuevo  amir,  y  como  sus  precau- 
ciones se  trasluciesen  luego ,  la  plebe  se  alborotó ,  y  le  fué  forzoso 
retirarse  del  alcázar  y  esconderse  en  casa  de  sus  amigos  ^  basta  que 
lalió  de  noche  descolgándose  por  el  muro  el  martes  26 ,  otros  dicen 
25  de  Giumada  jn'imera.  Iba  Meruán  disfrazado  y  con  sola  su  guia , 
qoe  por  desgracia  le  extravió,   y  perdido  el  camine  llegando  á 
los  montes  de  Almería^  cayó  en  manos  del  alcaide  Muhamad  ben 
Majrnoun  que  le  conoció  y  prendió ,  y  tratándole  como  á  rebelde  le  en- 
cadenó y  envió  á  Abdala  Aben  Gania  el  sobrino,  que  se  alegró  mucho  de 
tenerle  en  su  poder ,  y  le  llevó  mucho  tiempo  consigo  en  cadena  andando 
de  una  parte  á  otra  entre  Valencia,  Almería  y  Játiva  en  todas  sus  al- 
garas ;  pero  no  quiso  derramar  su  íangrc,  y  al  fin  se  le  llevó  después 
consigo  áMayorca.  Dicese  que  Meruán  ben  Abdelaziz  cuando  salió 
huyendo  de  Valencia  huyó  á  Golbira,  y  luego  tomó  disfrazado  á  Va- 
lencia y  entró  de  noche  en  ella ,  y  estuvo  en  su  casa  particular  hasta  que 
fué  descubierto  por  alguno,  y  se  le  buscó  con  exquisita  diligencia,  y  es- 
capó segunda  vez  de  secreto  y  se  fué  hacia  Murcia ,  que  allí  le  seguía 
los  pasos  Juzef  ben  Helál  para  prenderle ;  pero  qne  se  le  ocultó  y  le 
perdió  :  que  estuvo  en  Murcia  tres  dias ,  que  desde  allí  partió  con  un 
guia  que  le  extravió  en  tierra  de  Almeria ,  y  cayó  en  manos  de  la  ca- 
ballería de  Maymnn ,  y  este  caudillo,  como  ya  se  ha  dicho ,  le  conodó  jr 
entregó  á  Aben  Gania  el  sobrino :  que  la  familia  y  gente  de  Meruán 
vengó  después  la  poca  generosidad  del  alcaide  Maymun,  como  si  le 
hubiera  muerto.  (Xiaodo  el  pueblo  de  Valencia  entendió  la  fuga  de  su 
amir  Meruán  proclamó  á  Abdala  ben  Muhamad  ben  Sad  ben  Mardanis, 
que  era  naib  de  Aben  Ayadh  en  aquella  comarca ,  y  le  aposentaron  en 
el  alcázar  de  Valencia ,  y  en  fin  de  aquella  luna  de  Giumada  primera 
llegó  Aben  Ayadh ,  que  en  el  camino  tuvo  noticia  de  la  proclamación ,  y 
permaneció  en  la  ciudad  cuidando  del  gobierno  y  seguridad  de  las  fron- 
teras, y  luego  tornó  á  Murcia  dejando  allí  por  su  naib  á  su  suegro 
Aba  Muhamad  beu  Sad ,  tio  de  Abu  Abdala  ben  Sad ,  el  conocido  por  el 
de  Albacete  por  loque  después  veremos.  Prendió  su  gente  á  Abu  Giafar 
Ahmed  ben  Gubcir,  padre  de  Abu  Husein  el  Sabio,  que  defendió  el  al- 
cázar del  pueblo,  y  le  envió  en  cadenas  al  castillo  Maternisy  le  encer- 
raron en  una  torre ;  luego  se  rescató  por  tres  mil  doblas ,  y  le  quitaron 
sus  libros,  que  fué  su  mayor  sentimiento,  y  se  retiró  á  Játiva ,  y  allí  fué 
de^messegunda  vez  preso  por  los  de  Aben  Gania  con  otros  parciales  de 
MeruáD  ben  Abdelaziz,  y  estuvieron  en  oscura  prisión  que  no  distin- 
guían día  ni  noche  hasta  que  los  Uevaron  á  May  orea ,  como  diremos. 
Después  qoe  Hamdain  logró  que  el  voltario  é  inconstante  pueblo 
echase  de  Okdoba  á  Seif-Dohi ,  este  principe  ayudado  de  los  de  subando 
que  cada  día  se  le  juntaban  partió  á  Gien ,  y  ganó  el  ánimo  de  Aben 
Gozei,  alcaide  de  .aquella  dudad,  que  deseoso  de  vengar  la  pasada 


460  HISTORU  BE  LA  DOlDlf ACIOll 

derrota  qae  le  habían  causado  los  AlmoraTides  en  Granada ,  se  ofredó 
á  ir  en  su  compañía  conlra  cHos.  Llegaron  á  Granada  y  entraron  en  k 
ciudad  por  Bab  Morur  ^  y  salió  á  recibirle  el  cadi  de  la  ciudad  Aben 
Adha ,  que  salió  á  pié  por  mas  honrarle ,  y  le  saludó  y  hospedó  á  él  y  á 
su  hijo  Amad-Dola,  y  como  este  pidiese  agua  le  sirvióla  copa  Aben 
Adha,  y  al  ir  á  bebería ,  dijo  un  alima  que  alli  estaba  :  Sultán ,  no  la 
briías ,  que  está  confeccionada  :  y  no  la  bebió ,  y  arergomsado  Aben 
Adha  que  procedía  con  buena  intracion,  porque  no  se  creyese  que  en 
él  habia  malicia  se  bebió  al  punto  aquella  copa  que  estaba  preparada,  y 
así  quitó  toda  sospecha  de  sí;  pero  en  aquella  noche  murió,  pues  en 
verdad  estaba  confeccionada  con  ponzoña  agridulce ,  que  parecía  agua 
de  azúcar  y  naranja  :  foese  acaso  ó  maliciosamente  preparada  para 
acabar  con  quien  la  bebiera  de  los  Aben  Hudes.  Receloso  Aben  Hud  de 
la  inconstancia  del  pueblo  no  quiso  morar  en  la  ciudad,  aunque  mani- 
festaban todos  mucha  alegría,  en  especial  los  principales,  y  se  puso  en 
un  magnifico  pabellón  en  las  huertas  sobre  Granada ,  y  aUi  estuvo  diez 
dias :  luego  pasó  á  la  Alcazaba  Alamra ,  ó  de  los  principes ,  y  allí  hubo 
sangrientas  batallas  con  los  Almorávides ,  que  se  defendSan  valerosa- 
mente contra  Aben  Hud  y  los  de  la  ciudad,  y  asi  cada  día  morían  ma- 
chos de  cada  parte,  hasta  que  al  octavo  dia  de  combate,  qué  fué  muy 
reñido  y  sangriento,  los  Almorávides  rechazaron  á  los  de  la  dudad  y  á 
los  de  Aben  Hud ,  haciendo  en  ellos  horrible  matanza ,  y  fué  herido  y 
preso  este  dia  Amad-Dola ,  el  hijo  de  Seif-Dola  Aben  Hud,  y  aquella 
noche  murió  de  sus  heridas  en  la  Alcazaba ,  y  los  Almorávides  lo  envia- 
ron cafanado  á  su  padre  para  que  le  enterrase ,  y  le  pusieron  en  una 
preciosa  caja  de  grana  con  franjas  de  oro  llena  de  preciosas  aromas.  !No 
se  detuvo  Aben  Hud  en  Granada  sino  un  mes ,  porque  vio  al  pueblo 
cansado  de  los  males  y  afanes  de  la  guerra  que  tan  sin  fruto  hacían ,  que 
siendo  dentro  de  su  misma  ciudad  eran  mas  graves  y  sensibles  las  vio- 
lencias y  horrores  de  ella  :  asi  que,  levantó  su  campo  una  noche  y  se 
partió  á  Gien,  y  quedó  gobernando  en  la  ciudad  Abu  Hasan  bcn  Adba 
el  de  la  copa.  Los  de  la  dudad  se  concertaron  después  de  su  partida  con 
los  Alipora vides  de  la  Alcazaba,  y  ajustaron  sus  treguas ,  y  salieron  al- 
gunos principales  de  la  fortaleza,  y  se  retiraron  á  Almunccáb,  puerto 
de  Elbira,  para  estar  mas  dispuestos  para  pasar  á  África. 


CAPITULO  XXXVIII, 

Prosiguen  Us  guerras  entre  los  muslimes  de  Espsfts* 

Estaba  Seif-Dola  en  Gien  después  dé  haber  salido  de  Granada ,  j  le 
llegaron  enviados  de  Murcia  dándole  obediencia  á  nombre  de  aipidla 
dudad ,  y  rogándole  que  fuese  á  ella  :  montó  á  caballo  sin  dilación  acom- 
pañado de  muchos  nobles  caballeros  de  su  bando  y  adelantó  sus  cartas  á 
su  amigo  Aben  Ayadh  previniéndole  del  dia  de  su  llegada ;  que  á  su  an- 
tigua amistad  ó  inteligencias  secretas  que  entre  ellos  había  en  la9  fron- 


DE  LOS  ÁRABES  £K  ESPAÑA.  461 

terasdcAlgafia  debió  Aben  Had  esta  proclamación  de  amir  en  Mnr- 
da.  Enüró  en  ella  día  Giuma  18  dcRegebaño  5i0(1145},  salióle  á 
recibir  Aba  Muhamad  Aben  Ayadh  con  la  caballcria  de  Murcia  y  coa 
$a  hijo  Aba  Bccar,  y  el  dia  de  esta  entrada  fué  día  de  gran  fiesta  en 
ia  ciudad ,  y  le  prodamó  el  pueblo  con  maestras  de  mucba  alegría ,  que 
allí  Dose  salia  de  la  volontad  de  Aben  Ayadh.  Sin  detenerse  sino  pocos 
diasen  Murcia  salieron  juntos  y  pasaron  á\s|lcncia,  y  alli  también  tenia 
iiispae$ta  Aben  Ayadh  la  proclamación,  que  fué  muy  festiva,  y  de  gran 
concurso  de  pueblo  .-  y  á  pocos  días  volvieron  á  salir  y  vinieron  á  Denia, 
y  se  aposentaron  en  su  alcázar ,  y  fué  también  proclamado  en  ella  Aben 
Hud.  Luego  volvieron  á Murcia,  y  el  aroir  Aben  Hud  se  hospedó  en 
AlcazarqaSiir ,  y  el  caudillo  Aben  Ayadh  en  Alcazarsaguir;  pero  en  el 
gobierno  todo  se  hacia  por  Aben  Ayadh  á  nombre  del  amir  Seif-Dola 
Aben  Hud. 

Poco  tiempo  después  llegó  noticia  de  las  fronteras  como  el  Thograi, 
alcaide  de  Cuenca,  corria  la  tierra  de  Játiva,  y  los  cristianos  ^e  venian 
eo  su  ayuda  talaban  y  estragaban  los  campos;  y  á  pocos  dias  envió  sus 
cartas  el  naib  de  Valencia  Abdala  Aben  Sad,  en  que  decía  como  los  de 
el  Thograí  y  su  aliado  el  tagi  Aladfuns  tenían  cercada  la  dudad  de 
Játiva.  A  la  hora  el  amir  Aben  Hud  y  su  wali  Aben  Ayadh  juntaron 
sa  caballería  de  Murcia ,  Lorca  y  Lecant,  y  escribieron  al  naib  de  Va- 
lencia que  saliese  también  con  su  gente  para  ir  contra  ellos.  Guando  los 
cristianos  entendieron  estos  movimientos  levantaron  su  campo,  y  con- 
siderando quesería  mas  difícil  vencerlos  juntos ,  trataron  de  venir  á 
encontrar  á  los  de  Murcia ,  de  quienes  mas  temían,  y  dándoles  batalla 
revolver  contra  los  de  Valencia ;  pero  la  ligereza  y  diligencia  de  estas 
(ropas  fué  tanta  que  se  les  adelantaron ,  y  vinieron  á  juntarse  con  la 
gente  de  Murcia  un  dia  antes  de  que  se  avistasen  ambas  huestes.  Fué  este 
encuentro  en  los  llanos  de  Albacite ,  llamado  campo  de  Lug ,  en  cerca- 
nías de  Ghingila*  La  batalla  prindpió  á  la  hora  del  alba ,  y  se  trabó  cruel 
y  sangríenta.  De  ambas  partes  se  peleaba  con  igual  furor,  que  no  pare*- 
cían  hombres  sino  rabiosas  fieras  que  se  despedazaban.  Contendían  en 
aquel  campo  los  mas  diestros  y  valientes  campeadores ,  asi  de  los  mus- 
linces  como  de  los  cristianos ,  el  odio  implacable  de  ambos  pueblos ,  y  d 
valor  y  oonstancia  délos  mas  ejercitados  combatientes.  £n  lo  mas  recio 
de  la  batalla  cayó  herido  de  una  lanzada  el  esforzado  amir  Seif-Dola 
Aben  nuid ,  que  peleaba  en  lo  mas  ardiente  de  la  refriega ,  y  por  la  pro- 
funda herída  que  le  rompió  el  pecho  salió  á  vueltas  de  su  sangre  su  no- 
ble ánima.  También  murió  peleando  en  los  príiñeros  como  un  bravo 
león  Abdala  Aben  Sad,  el  naib  de  Valencia,  sobrino  de  Muhamad  Aben 
Sad  ben  Mardanis,  naib  de  Murcia.  Con  la  falta  de  estos  dos  ínclitos  cau- 
ros decayeron  de  ánimo  los  muslimes  de  Murcia  y  de  Valencia ,  y  á 
pesar  de  los  esfuerzos  y  heroico  valor  del  vrali  Aben  Ayadh  cedieron  el 
campo,  7 la  noche  protegió  oon  sus  sombras  la  fuga  de  los  vencidos, 
dando  treguas  á  la  cruel  matanza.  Escapó  Aben  Ayadh  con  las  reliquias 
de  su  gente ,  y  dicen  algunos  que  Aben  Hud  herído  en  la  batalla  murió 
aqodla  nodie  desangrado/  Acaeció  esta  derrota  de  los  muslínies  dia 


462  mSTORU  DE  Lk  DOMINÁaOll 

Giama  20  de  Xaban,  del  aSo  540  (1145),  otros  dicen  dk  sábado. 

Después  de  la  batalla  Abdala  elThograi  coo  sos  aliados  pasó  á  cercar 
la  ciudad  de  Murcia,  donde  babia  quedado  de  naib  Muhamad  ben  Sad 
Aben  Mardanis.  Este  caudillo  no  quiso  esperar  dentro  de  la  ciudad,  j 
con  la  poca  gente  de  armas  que  en  ella  tenia  salió  contra  elThograi,  j 
se  dieron  batalla  delante  (^  la  dudad ,  y  pelearon  con  mndio  Talor; 
pero  los  de  Aben  Sad  fnc^n  desluratados  por  el  mayor  número  de  su 
enemigos ,  y  mucbos  perecieron  ¿  manos  de  los  infiel»  que  sigoieron  d 
alcance.  Aben  Sad  escsqpó  huyendo  eu  un  buen  cdkllo,  y  se  acogió  coa 
parte  de  los  suyos  en  Lecant  Abdala  el  Thograi  entró  deqiiies  en  Mm^ 
da  á  primeros  dias  de  Dylhagia  del  afio  540  (1145),  procurando  ganar 
los  ánimos  de  los  yetínos  con  su  buen  trato ,  y  renoyar  sus  amistiides  j 
bando  en  ella ;  pero  no  pudo  conseguir,  aunque  lo  deseaba ,  que  ta 
cristianos  no  entrasen  en  Murcia ,  cosa  que  desagradó  mucho  á  lodos k» 
yecinos.  £1  wali  Aben  Ayadh  rcspiramk)  yenganias  reoorria  sos  tíenras 
y  allegal^  gentes  para  yenir  contra  sus  enemigos.  En  la  parte  de  Al- 
garbe  continuaba  Aben  Cosai  sus  conquistas  desde  Galat  Mertala,  yes- 
taba  apoderado  de  gran  parte  de  aquella  tierra,  obededéndoie  todoi 
sus  pueblos.  Ciomo  entendiese  los  yenturosos  sucesos  de  k»  Afano- 
hades  en  África,  y  la  muerte  del  rey  TaxBn  en  Wbran,  enyió  sos  cartas 
y  mensageros  al  prindpe  de  los  Almohades  Abdelmusicn  dándole 
cuenta  de  las  rey u^tas  de  Espaiía  y  como  él  se  había  apoderado  de  graa 
parte  de  Andalucía  contra  los  Almorayides,  á  los  cual»  trataba  de  be- 
reges  y  malos  muslimes ,  hacia  sus  protestas  de  las  opiniones  áA  Meheá 
y  doctrinas  de  Algazali ,  y  se  ofrecia  á  su  obediencia ,  conyidáMMe  i 
entrar  en  Andalucía  y  apoderarse  de  ella  :  asi  que  Abdetaaiimen  pa- 
gado de  estas  cosas  le  nombró  su  irali  de  Algarbe  en  Rebie  segunda  dd 
año  540. 

En  este  mismo  tiempo  el  caudillo  de  los  Almorayides  Ab«  Zacaría 
Yabye  Aben  Cania  sabiendo  el  mal  estado  de  las  cosas  de  sus  reyes  ea 
África  procuraba  sostener  en  Andalucía  el  yacilante  estado  asi  por  fuera 
de  armas  como  con  prudente  p<ditica :  corría  las  provincias,  exhorta  á 
los  pueblos  á  la  unión  y  obedienda  á  sns  legitimes  sdieranos,  j  donde  ao 
yalia  la  persuasión  empleaba  con  oportunidad  la  fuerza  y  el  rigor.  Asi 
mantenía  en  obediencia  muchas  prindpales  ciudades,  y  yiende  que  se 
multiplicaban  los  rebeldes  y  que  ya  eran  muy  poderosos  los  de  Ja  Axl^ 
quia  y  el  Algarbe,  fué  á  buscar  alianzas  con  tes  cristianos,  y  para  debili- 
tar los  mas  poderosos  bandos  sembró  entre  sus  caudillos  la  discordia  j 
fatal  desavenencia.  Como  entendieise  que  Husein  Aben  Cosai  había  es- 
crito á  los  Almohades  ofreciéndose  á  su  obediencia ,  y  que  Abdüuiunw 
le  babia  nombrado  wali  de  Algarbe,  aproyechó  esta  ocaaien  parasosei- 
tar  la  enyidia  en  sus  parciales  Muluúnad  ben  Sil-Ray.y  Ornar  Aben  Al- 
mondar.  Dedales  que  se  ddnan  apartar  de  suami^kSMl  y  mirar  poro, 
pues  Aben  Cosai  trataba  de  engrandeoerae  sdoy  tener  tosoberania del 
estado,  que  maquinaba  contra  te  libertad  de  todos,  y  quena  traer  ato 
fieros  AlBMihadc»  á  España  para  repetir  las  desgracias  que  loa  priaj^ 
7  caudiUoB  andaluces  bafaian  aofndo  en  k  yanida  de  ka  Aloaianrida^ 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  463 

coQ  la  difereocia  de  que  Juzef  TaxGn  vino  á  redimir  ¿  los  muslimes  de 
las  cadenas  que  les  echaba  el  tirano  Alfonso ,  pero  que  Aben  Cosai  no 
podia  excusar  este  mal  consejo  con  tan  loable  ocasión :  que  solo  su  des- 
medida codicia  del  soberano  mando  le  movia  á  traer  á  Espada  los  derra- 
madores de  sangre  de  los  muslimes  de  África :  que  su  intención  era  des- 
eoganarJos  :  que  él  no  aspiraba  sino  á  mantener  sin  mancilla  el  honroso 
ca^o  de  caudillo  y  amparador  de  las  fronteras  del  Islam,  permanecer 
;s<^ir  en  el  camino  de  Dios  basta  la  muerte,  qucesla  érala  verdadera 
gloria,  y  que  por  aquella  senda  se  subía  á  la  cumbre  inacGCsibic  de  la 
mas  permanente  fortuna.  Eran  ambos  caudillos  de  noble  y  generoso 
ánimo  y  se  persuadieron  de  las  razones  de  Aben  Cania ,  y  el  fuego  de  la 
emulación  que  no  se  babia  extinguido  en  sus  corazones  se  excitó  ahora 
de  Duevo,  y  luego  se  indispusieron  con  el,  reprobando  su  gobierno  y  sus 
aliaczas  :  llegaron  apunto  de  rompimiento  declarado ,  y  movieron  sus 
gentes  contra  Aben  Gosai.  Este  wali  para  defenderse  de  estos  bandos  pi- 
dió ayuda  al  tirano  Aben  Errik ,  señor  de  Golin^biria ,  que  luego  vino  en 
su  ajuda ,  y  entraron  juntos  la  tierra  de  Beja  y  de  Mérida ,  haciendo  los 
cristianos  hartos  estragos  en  aquella  tierra.  Salieron  contra  él  Muha- 
madSid-Rayy  Aben  Almondar,  y  tuvieron  sangrientas  escaramuzas,  y  le 
obligaron  á  retraerse  á  su  fortaleza  de  Calat  Mertula ,  esto  en  Xaban 
del  540  1145),  y  á  la  partida  de  los  caballeros  de  Aben  Errik  les  dio 
sus  dádivas  de  armas  y  caballos ,  y  se  habia  con  él  como  un  siervo  que 
movía  sus  pestañas  por  las  insinuaciones  del  otro.  Entonces  sus  enemi- 
gos le  disfan^aban  y  todo  el  pueblo  le  aborrecía ,  de  manera  que  sus  gen- 
tes no  querían  ya  defenderle ,  y  favorecían  las  empresas  de  sus  contras- 
ríos.  Ocuparon  estos  la  fortaleza  de  Galat  Mertula ,  y  suscitaron  contra 
él  un  alboroto  popular  y  fueron  aerearle  en  su  dcázar  de  Axaregib, 
^hq  era  donde  moraba,  y  le  c^^pron,  y  proclamaron  áMuhamad 
Sid-Ray,  que  entró  el  alcázar  y  ^^Kidió  y  encarceló  en  Medina  Beja. 
Entre  tanto  llevaba  su  voz  y  manram  su  bando  Abdala  ben  Aly  ben  Sa- 
maíl,  que  luego  logró  apoderarse  de  Beja  y  le  sacó  de  la  prisión,  y  Omar 
ben  AlmoDdaur  se  acogió  á  Sevilla. 


CAPITULO  XXXIX. 

Guerra  en  ACrica  entre  Almoravideü  y  Almoiíades. 

Entre  tanto  en  África  no  cesaba  la  sangrienta  guerra  entre  Almorá- 
vides y  Almohades.  El  mezuar  de  Marruecos  lu(^o  que  entendió  la 
de^aciada  muerte  del  rey  TaxOn  proclaAó  ¿  su  hijo  Ibrahim  Abu 
Ishak ,  á  quien  poco  antes  habia  enviado  su  padre  desde  Whran ,  y  tcr 
niéndose  de  su  contraria  fortuna  habia  ordenado  que  se  le  jugase  fu- 
turo sucesor  y  sodo  en  el  imperio ,  y  como  un  mes  antes  de  la  muerte 
de  Taxfin  había  sido  jurado  por  todos  los  nobles  de  Lamtuna  :  solamente 
sf  opuso  4  so  jara  y  solemne  declaración  de  rey  de  los  Almorávides  su 
tío  Istek  ben  Aly  negándole  la  obediencia  y  pretendiendo  que  le  procla- 


464  HISTORU  DE  LA  DOlTllKAaOIf 

masen.  No  faltaban  nobles  Almorávides  que  mantenían  este  desTenlu- 
rado  partido  en  el  despedazado  reino  de  Marruecos  para  dar  mayor  im- 
pulso á  su  destrucción  y  ruina  total :  al  mismo  tiempo  que  Abdelmumea 
no  dejaba  las  armas  de  la  mano,  victorioso  y  triunfante  sojui^aba  todos 
los  pueblos  y  los  ponía  en  su  obediencia.  Asi  fué  que  después  de  baber 
entrado  en  Whran  haciendo  en  ella  terrible  matanza ,  ocupó  la  fortaleza 
do  Marsaelquivir,  levantó  su  canipo  y  fué  sobre  la  dudad  de  TélenccD, 
la  cercó  y  dio  recios  combates  y  la  entró  después  de  largo  cerco  por 
fuerza  de  armas ,  y  como  la  defensa  hubiese  sido  tan  obstinada  se  vengó 
en  la  entrada  y  pasó  á  cuchillo  cuantos  se  pusieron  delante  de  sus  tro- 
pas feroces.  Fué  la  matanza  tan  espantosa  que  dice  Iza  que  pasaron  de 
cien  mil  los  muertos  en  aquel  «día  de  horror,  que  todos  los  moradores 
perecieron  á  Cío  de  espada ,  que  la  ciudad  fué  diada  á  saco  y  los  vence- 
dores soldados  robaron  y  mataron  hasta  hartar  su  codicia  insaciable  y 
su  inhmnana  crueldad.  Detúvose  allí  Abdclmumen  siete  meses,  y  envió 
sus  caudillos  al  cerco  de  Medina  Fez  sin  perder  tiempo ,  ocuparon  Me- 
quinez  por  avenencia  y  asentaron  su  campo  delante  de  la  gran  ciadad 
de  Fez.  Era  en  ella  gobernador  un  hijo  del  rey  Aly,  llamado  Yahye  Aba 
Becar,  y  tenia  por  amil  ó  proveedor  de  los  negocios  á  un  principal  cau- 
dillo de  Andalucía  llamado  Abdala  bcn  Chayar  el  Giepi ,  conocido  por 
Abu  Aly  de  Gfen.  Este  valeroso  caballero  defcndia  bien  la  ciudad  y  hacia 
todos  los  dias  fuertes  salidas  con  escogida  gente  bien  ordenada  en  bata- 
lla y  daban  rebatos  á  los  cercadores ,  y  trababan  sangrientas  escaramu- 
zas que  dallan  mucho  quehacer  á  los  Almohades.  Viendo  Abdelmameo 
que  el  cerco  se  alat^aba  y  que  los  de  la  ciudad  se  defendían  con  mucbo 
valor,  dispuso  una  extraña  estratagema  que  le  valió  mas  que  todas  las 
otras  máquinas  con  que  en  vanoJÉ|ombatia.  Allegó  gran  cantidad  de 
leños  y  corlados  árboles  y  con  ell^^^ndó  labrar  un  morallon  que  ata- 
jase el  rio  que  entra  por  en  mcdid^pi  ciudad.  Ayudaba  asa  propósi(t> 
la  natural  disposición  de  la  tierra,  pues  viene  el  rio  por  un  estrecho  va- 
lle ó  cañada  :  represó  con  aquel  jrecío  muro  toda  la  corriente ,  formóse 
un  grande  y  maravilloso  estanque ,  liasta  que  subiendo  el  agua  báck 
atrás  parecía  un  mar  capaz  de  ^ndes  naves.  Levantadas  á  mucha  altun 
las  aguas  se  derramaban  ya  por  los  campos ,  y  buscaban  nuevo  caoce. 
Entonces  Abdelmumen  hizo  romper  de  una  vez  aquella  muralla  y  con 
ímpetu  y  horroroso  estruendo  fué  la  inundación  á  dar  en  los  muros  de 
la  ciudad  y  se  llevó  y  arrancó  hasta  los  cimientos  de  una  gran  parle  de 
ellos,  destruyendo  también  los  ediGcios,  casas  y  puentes  que  la  ciudad 
tenia.  Era  la  hora  del  alba ,  y  en  aquella  misma  noche  celebraba  sus  bo- 
das el  wali  de  la  ciudad  Yitiye  Aben  Aly,  tío  del  rey,  con  una  hermoss 
doncella  de  quien  Abdala  el  Gieni  estaba  muy  enamorada ,  y  esto  le  te- 
nia con  grave  enojo  y  pesar  contra  el  principe ;  pero  sin  embargo  no 
faltó  entonces  á  su  obligación ,  y  como  oyó  el  estruendo  y  sintió  el  tem- 
blor de  la  tierra  al  punto  conoció  que  era  el  ímpetu  del  represado  rio 
que  rompió  los  muros;  y  luego  acudió  con  gente  de  armas  á  las  puertas 
mas  cercanas  y  salió  con  parte  de  la  caballería  á  dar  en  h»  eoemigo$, 
que  no  k>  esperaban,  y  á  los  demás  ordenó  que  se  pusiese  sobre  bs 


0£  IOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA. 

páms  y  gnardasen  d  derribado  lienzo  de  la  muralla.  La  profandidí 
estrago  del  corriente  defendió  la  entrada  á  los  enemigos,  que  al  mii 
tiempo  tuYíeron  que  atender  á  la  batalla ,  que  con  mucho  valor  les 
elGiení ,  asi  que  no  consiguió  por  entonces  Abdelmumen  el  triunfo 
pensaba.  Arrebató  «1  corriente  mas  de  mil  aduares  y  algunas  mez< 
Uu  y  otros  buenos  edificios.  Asi  fué  algún  tiempo  después ,  que  todos 
días  babía  entre  ellos  escaramuzas  en  que  peleaban  con  varia  sue 
No  habia  el  Gieni  olvidado  el  dolor  y  los  desesperados  zelos  de  su  ¡ 
dída  amante ,  cuando  otro  nuevo  disgusto  le  dio  ocasión  á  rompe 
mal  disimulada  cólera  é  indignación.  Fué  el  caso  que  el  amir  Yahj 
pidió  cuenta  de  ciertas  sumas  de  dineni,  y  quería  que  luego  se  le 
tregase.  Excusóse  Abdak  el  Gieni  con  las  urgencias  de  la  defensa  d 
ciudad ,  y  de  unas  en  otras  razones  se  acaloraron  y  trataron  mal ,  y 
tooces  Abdda  mudó  su  ánimo  y  concertó  con  Abddmumen  entreg 
la  ciudad,  y  asi  lo  hizo,  que  les  abrió  las  puertas  en  la  tarde 
miércoles  14  de  Dylcada  del  ano  540  (1 145)  y  fué  proclamado  en  ell 
rey  de  los  Almohades  Abdelmumen.  El  amir  Yahye  huyó  cou  su  fan 
lleao  de  espanto  y  se  fué  sin  parar  hasta  Tanja ,  que  alli  se  embari 
se  vino  á  Andalucía.  Abdala  ben  Chayar  el  Gieni  fué  muy  honrado 
▼izir  de  Abdelmumen  Abu  Giafar  Ahmed  ben  Giafar  ben  Atia,  anda 
natural  deCamarola,  alquería  de  Tartuxa,  en  oriente  de  Andalucia. 
ja  vizir  siendo  de  treinta  y  seis  aSos,  y  asi  él  como  su  hermano . 
Akil  Atia  gozaban  de  la  privanza  del  rey  de  los  Alnu^des  por  su  s 
doria.  Abu  Akil  tenia  veinte  y  tres  aik)s ,  y  ambos  favorecieron  mv 
al  Gieni,  y  él  escribió  elegantes  versos  en  elogio  de  Abu  Giafar,  de  c 
fortuna  hablaremos  después. 

Entrado  el  ado  541  (1146)  á  mediados  de  la  luna  de  Muhar: 
ocupó  la  ciudad  de  AgmAt  por  avenencia ,  y  después  de  la  conqt 
de  Fez  envió  Abdelmumen  sus  tropas  á  la  craquista  de  Sale  y  de  I 
kioeza,  y  á  esta  ciudad  fueron  seis  mil  cabaUos  de  las  cabílas 
Rucan ,  Mikilita ,  Zeneta  y  Quiznaya  que  asentaron  su  campo  dek 
de  ella ,  y  para  estorbar  las  frecuentes  salidas  de  los  cercados  fa 
carón  un  muro  á  la  redonda  de  la  ciudad ,  de  manera  que  no  poc 
aalír  por  parte  ninguna ,  y  solo  dejaron  ciertas  puertas  que  guarda 
los  Almohades  de  dia  y  de  noche  con  mucha  diligencia ,  y  por  c 
solian  entrar  á  pelear  con  los  valientes  de  la  ciudad  cuando  ellos  c 
riao.  £stavo  Abdelmumen  presente  á  estos  trabajos,  y  viendo  qu 
cerco  iba  largo,  dejando  dispuesto  lo  conveniente  para  seguir  el  ase 
partió  con  sus  prindpales  caballeros  al  cerco  de  Sale ,  y  antes  de  i 
sa  pabellón  luego  que  vino  al  real  salieron  los  de  la  ciudad  y  le 
raron  obediencia ,  y  asimismo  se  le  entregó  aqud  dia  la  alcaza 
fortaleza  muy  hermosa  que  habia  edificado  elrey  Taxfin  ra  el  ann 
de  la  ciudad. 


30 


466  HISTORU  DE  lA  DOlONAaON 

CAPITULO  XL. 

Paian  los  Almobades  á  Espafia.  Sus  primeras  conquistas.  Fin  del  imperio  de  los  AlmoraTides. 

Acabadas  oon  tanta  Tentara  aqaellas  conqoi^taa  de  Almagréb  se  dis- 
puso Abdelmumen  para  dos  jornadas  qae  traia  en  el  pensamiento,  y 
para  eUas  apercibió  sos  gentes  con  gran  aparato  de  armas ,  cabaUos , 
INTOvisiones  y  máquinas ,  y  cuanto  para  la  guerra  es  necesario.  Dis- 
puso que  su  caudillo  Aba  Amrán  Muza  ben  Said  con  diez  mil  caballos 
y  doble  infantería  pasase  el  esírecho  y  fuese  á  Andalucía,  porque  las 
revueltas  y  guerra  civil  que  en  ella  había  le  ofrecían  buena  ocasión 
para  apoderarse  de  ella.  Tenia  ya  preyenidas  naves  en  Tanjar  y  Cazar 
Algez  para  embarcar  sus  tropas ,  y  en  la  luna  de  Dylhagia  del  año  540 
(1145)  ya  estaban  listas  para  el  paso.  Híciéronlo  con  felicidad  á  fin  de 
Dylcada,  y  desembarcaron  en  las  playas  de  Algezira  Albadrá,  y  cer- 
caron la  ciudad,  que  luego  se  rindió.  Los  Almorávides  que  la  defendían 
no  esperando  socorro  de  ninguna  parte  luego  trataron  de  entregvla. 
Estando  Abu  Amrán  en  el  sitio  de  Algezira  vino  en  su  ayuda  Husein 
Aben  Cosai  con  una  banda  de  caballeros  de  Algarbe ,  y  Abu  Amrán  le 
salió  á  recibir  y  le  trató  con  mucha  honra.  Los  Almoravidea  viendo 
que  no  les  ofrecían  seguro ,  y  que  la  dudad  no  podía  defenderse ,  sa- 
lieron con  desesperado  ánimo ,  y  rompieron  el  campo  de  k»  Almoha- 
des,  y  se  abrieron  paso  á  lanzadas ,  y  huyeron  hada  Sevilla.  Los  Al- 
mohades entraron  en  Algezira  en  la  luna  de  Muharrara  del  ailo  541 
(1146) ,  los  de  la  ciudad  fueron  bien  tratados  porque  no  habían  hecho 
reristencia.  Luego  partieron  los  Almohades  hacia  Gebal-Taric ,  que 
asimismo  se  rindió  á  ejemplo  de  Algezira ,  y  sin  detenerse  pasó  d 
campo  contra  Jerez ,  y  asentarcm  su  real  con  ánimo  de  cercarla ;  pero  en 
el  mismo  día  salió  de  la  ciudad  el  alcaide  de  ella  Abol  Gamar ,  que 
era  de  los  Aben  Ganias,  acompañado  de  cien  nobles  caballeros,  y  vi- 
nieron de  paz  al  campo  de  los  Almohades,  y  oCrecieron  obediencia  á 
nombre  de  toda  la  ciudad,  y  prestaron  sus  juramentos  de  homenaje 
y  fidelidad  acogiéndose  bajo  su  fe  y  amparo.  Escribió  Abu  Ararán  es- 
tas victorias  y  venturosos  sucesos  á  su  señor  Abdelmumen ,  ponde* 
rándole  la  buena  voluntad  y  pronta  sumisión  de  los  jerezanos ,  y  d 
rey  Abdelmumen  holgó  mucho  de  esto ,  y  escribió  á  la  ciudad  de 
Jerez  manifestando  su  complacencia  en  que  hubiese  si(k>  la  primera 
dudad  de  Andalucía  que  se  había  puesto  en  su  obediencia ,  que  ella 
tomaba  bajo  su  fe  y  amparo.  Ordenó  entonces  que  el  ayuntamiento 
de  aquella  ciudad  tuviese  la  distinción  de  precedencia  en  sus  cortes  y 
oer^nonlas  de  azalam  publico  de  cada  año ,  y  que  se  les  llamase  ks 
precedentes  ó  adelantados  do  Jerez,  que  saludasen  los  primeros  al 
rey ,  y  tratasen  antes  que  los  de  otras  ciudades  sus  negodos  y  peticio- 
nes :  honor  que  se  les  mantuvo  durante  la  dinastía  de  los  Almohades. 
En  España  meridional  continuaba  la  guerra  civil.  Aben  Ayadh  sa- 
bida la  entrada  de  Abdala  el  Thograi  en  Murcia ,  y  la  victoria  que 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ^SPAftA.  46^ 

IttUa  eoasegüiáo  delante  de  ella  de  su  naib  Mnhamad  Aben  Sad,  de- 
Mosode  venganza  Juntó  mucho  número  de  tropas  de  la  tierra  de  Va- 
lencia, Larca  y  Lecant ,  y  vino  á  buscar  á  su  enemigo  á  la  ciudad  de 
Murcia.  Uegó  esta  poderosa  hueste  delante  de  la  ciudad ,  y  como  los 
vednos  estaban  descontentos  del  íhogral  porque  tenia  en  su  com- 
pañía á  los  cristianos  sus  aliados ,  entendió  Aben  Ayadh  que  no  tenia 
vas  que  vencer  y  escalar  un  muro  ü  romper  una  puerta  para  apode- 
nurse  de  la  ciudad.  Acometió  con  ímpetu  á  entrarla  por  fuerza ,  y 
luego  todo  el  pueblo  se  puso  en  armas  contra  los  cristianos  y  muslime^ 
de  Axarquia,  que  seguian  el  bando  del  Thograi ,  los  cuales  por  atender 
al  muro  y  á  los  de  la  ciudad  no  hicieron  cosa  de  provecho,  y  en  ambaá 
partes  túeron  vencidos  y  atropellados.  Abdala  el  Thograi ,  después  de 
baber  peleado  como  valiente  en  la  entrada  de  la  ciudad ,  viendo  el  al- 
boroto de  esta  y  la  confusión  y  desorden  de  los  suyos ,  huyó  con  al- 
gunos de  sus  caballeros  y  auxiliares  de  la  batalla ,  y  saliendo  por  la 
puerta  de  África  le  hirieron  el  caballo  en  la  cabeza  con  uúa  piedra  desde 
al  muro,  y  d  caballo  atónito  y  espantado  cayó  con  él  en  el  rio ,  y 
aUi  le  acabó  un  cierto  Aben  Fedá  sin  que  los  de  su  compañía  hiciesen 
cuenta  de  él ,  ni  atendiesen  mas  que  á  su  propio  peligro.  El  que  le 
mató  en  el  rio  le  cortó  la  cabeza  y  la  llevó  al  caudillo  Aben  Ayadh ,  que 
holgó  tnucho  de  aquel  presente ,  y  se  lo  pagó  bien.  Fué  esta  entrada 
de  Aben  Ayadh  en  Murcia  y  la  muerte  de  Abdala  ben  Fetáh  el  Tho- 
grai en  dia  7  de  Regeb  del  aflo  541  (1146).  Trató  Aben  Ayadh  con 
mucha  honra  á  los  caballeros  de  Murcia  que  favorecieron  abiertamente 
su  bando ,  y  perdonó  á  los  que  hablan  seguido  el  de  su  enemigo ;  pero 
DO  dio  cuartel  á  los  cristianos  que  se  cautivaron ,  que  á  todos  los 
mandó  descabezar  .*  y  (bé  segunda  vez  proclamado  amir  de  Murcia  y 
de  toda  la  Axarquia  de  España. 

En  África  se  ocupaba  Abdelmumen  en  el  cerco  déla  corte  de  Mar- 
ruecos ,  babia  puesto  su  campo  sobre  un  monte  que  está  á  la  parte  de 
poniente  de  la  ciudad  que  se  llama  Gebel  Gelez ,  que  es  una  colina  ó 
montecillD  pequeño  :  y  en  la  luna  de  Muharram  del  año  541  (1146) 
principió  á  edificar  alli  una  ciudad  para  abrigo  y  amparo  de  sus  gen- 
tes ,  creyendo  que  el  cerco  de  Marruecos  seria  largo.  Labró  en  medio 
de  día  una  mezquita  con  su  alta  torre  y  almenara  que  señoreaba  y 
descabria  toda  la  ciudad  de  Marruecos  y  los  cercanos  campos :  dispuso 
dentro  del  recinto  de  aquella  ciudad  apartadas  estancias  y  alojamien- 
tos para  las  diferentes  cabilas  de  su  poderoso  ejército ;  y  las  repartió 
y  señaló  el  mismo  Abdelmumen  con  mucho  concierto.  Después  que 
descansó  algunos  dias  la  tropa ,  mandó  que  la  mayor  parte  de  ella 
fuese  contra  Marruecos  á  dar  rebato  en  la  ciudad ,  y  otra  parte  de  sus 
tropas  puso  en  emboscadas  en  lugares  convenientes ,  quedando  con 
sns  principales  vizires  y  otros  caballeros  en  lugar  alto  de  donde  podía 
divisar  bien  cuanto  en  el  campo  pasaba.  Su  gente  llegó  muy  eif  orden 
hasta  los  muros  de  la  ciudad ,  y  salieron  contra  ellos  los  caballeros  y 
gente  de  guerra  que  había  en  la  ciudad  y  trabaron  cruel  batalla.  Los 
Almorávides  peleaban  con  mucho  valor ,  y  los  Almohades  resistían  con 


M8  HISTOIUÍl  de  la  DOMUUaON 


constanda  $  pero  de  propósilo  iban  cediendo  y  se  aftedfabtn  para  Be- 
Tartos  hasta  las  celadas  qae  tenian  dispuestas.  Abdelmomen  de  que  los 
Ti6  cerca  mandó  que  de  todas  partes  saliesen  á  ellos,  y  cargaron  con 
Ímpetu  haciéndoles  volver  brida,  que  no  les  fué  posible  resistir  á  los 
que  les  acometieron  de  refresco ,  y  atraillados  y  seguidos  huyeron  á 
la  ciudad  llevando  sobre  sus  lomos  las  espadas  de  los  Ahndbades  que 
bacian  en  ellos  atroz  matanza.  Llegaron  á  las  puertas  de  U  ciudad  y 
en  ellas  fué  mayor  el  atropellamiento  y  destrozo  por  la  estrechara  y 
prisa  de  entrar.  Escarmentados  del  mal  suceso  de  esta  salida  ksde 
Marruecos  no  osaban  ya  salir  á  pelear  con  sus  enemigos ;  los  Almo- 
hades no  hadan  mas  que  guardar  el  campo  para  estorbar  que  entrase 
provisión  en  k  ciudad,  y  el  cerco  se  alargaba.  Entre  tanto  en  fin  de 
Rebie  postrera  entraron  los  Almohades  en  Tanja.  En  Marruecos  el 
inmenso  gentío  y  las  bestias  que  la  ciudad  habla  acabaron  prontoy 
consumieron  todas  las  provisiones,  se  prindpió  á  padecer  escasez,  y 
luego  hambre ,  y  fué  creciendo  la  necesidad  hasta  oomer  las  bestias,  y 
cosas  malsanas  y  podridas,  y  bástalos  cadáveres  humanos,  y  enlu 
cárceles  se  sorteaban  y  comían  unos  á  otros  los  miserables  presos.  la 
mortandad  fué  tal  que  estaban  las  ¡dazas  y  calles  llenas  de  cadáveres, 
y  los  vivos  diferian  poco  de  los  muertos.  Murió  toda  la  infancia  y  ju- 
ventud ,  mas  de  doscientas  mil  personas,  los  pocos  que  todavia  dora- 
ban no  podían  llevarlas  arnias  ni  defend^w,  tanta  era  la  flaquezay 
extenuación  de  todos.  Un  espantoso  silencio  había  en  toda  la  dudad 
tan  populosa.  Tan  horrenda  calamidad  acompañaba  la  caída  del  im- 
perio de  los  Almorávides.  Dice  Aben  Iza  que  en  estas  terribles  dr- 
cunstandas  ciertos  cristianos  que  estaban  en  Marruecos  de  los  anda- 
luces que  servían  en  la  caballeria  tuvieron  secreta  inteligencia  cmi 
Abdehnumen  y  concertaron  que  le  darían  entrada  en  la  ciudad  pcnr  la 

£ierta  de  Agmát,  éí  dia  que  por  todas  partes  intentase  escalar  lado- 
d.  Prometióles  seguro,  y  dispuso  escalas  y  lo  necesario  para  el 
asalto  :  las  repartió  á  las  cabílas,  y  en  sábado  dia  18  de  la  luna  de 
Xawál  se  acercaron  á  la  infeliz  dudad  á  la  hora  del  allia;  arrimaron 
flus  escalas  sin  que  nadie  les  estorbase  y  entraron  por  eUas  oomora* 
biosos  Idxw  en  redil  de  tímidas  ovejas.  Los  de  Henteta  y  de  Tinmál  en- 
traron pw  la  puerta  de  Dukela,  los  de  Sanhaga y  Masamuda  por  h 
puerta  de  *...,  los  de  Escura  y  otras  diferentes  tribus  entraron  por  la  de 
Agmát.  La  defensa  fué  corta ,  s(do  hubo  alguna  resistencia  en  el  Al- 
cázar alhigar  porque  allí  estaba  el  rey  Abu  Ishak  Ibrahim  Aben 
Taxfin  con  los  prindpales  caballeros  y  toda  la  noUeza  de  su  corte  y 
caudillos  de  los  AlmcNravides.  Continuó  la  matanza  en  toda  la  dudad 
desde  la  mañana  hasta  puesto  el  poi ,  pues  aunque  los  infehoes  pedían 
misericordia  no  perdonó  vida  d  furor  de  los  vencedores,  m  atendió 
sus  ruegos  d  cruel  principe  de  los  Almdiades.  Entrado  d  Alcázar  sa- 
caron de  él  al  triste  rey  Ibrahim  y  á  muchos  nobles  jeques  y  prindpa- 
les caudOlos  que  le  acon^iafiaban  y  los  Uevaronddante  dd  implacable 

>  fúUk  en  el  ntaiMcrito  el  vmétt  <te  U  paerti. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÜA. 


m 


^MdnniiiieD  á  la  dodad  qae  lud>ia  edificado  en  GAá  Gdez,  y  cuando 
Tió  yenir  ú  rey  Ibrahim  sin  ventura  y  tan  en  la  flor  de  sa  mocedad  se 
compadeció  de  él  y  manifestó  ¿  sos  vizires  sa  compasión  ^  y  les  dijo  i 
•  Htf  ta  es  su  desgracia ,  dejémosle  llorarla  en  perpetua  prisión ; »  y  lo 
dijeron  :  «  Señor,  no  quieras  criar  un  leoncillo  que  después  nos  despe* 
d«»  6  ponga  en  peligro. »  Venido  el  rey  Ibrahim  con  los  otros  jeques 
delante  del  rey  Abdelmumen-se  postró  ¿  sus  pies  y  le  rogó  que  le  perdo- 
nase la  yida ,  que  él  en  nada  le  había  ofendido.  De  estas  palabras  tomó 
pan  safia  un  jeque  de  los  Almorávides ,  pariente  cercano  suyo ,  que  le 
ñamaban  amhr  Sir  ben  Alhak,  y  escupiéndole  en  la  cara  le  dijo  :  « Mi- 
seraUe,  ¿por  ventura  esos  ruegos  piensas  que  los  haces  á  un  padre 
aaioroso  y  compasivo  que  se  apiadará  de  ti?  sufre  como  hombre,  que 
esta  fiera  no  se  aplaca  con  l^^mas ,  ni  se  harta  de  sangre.  »  Estas  ra- 
mes  enojaron  mucho  él  rey  Abdelmumen ,  y  en  el  ardor  de  su 
cólera  mandó  malar  al  rey  Abu  Ishak  Ibrahim  y  ¿  todos  los  jeques  y 
caudillos  almorávides ,  y  mandó  que  no  se  perdonase  vida  á  ninguno 
dedk»,  y  en  aquel  terrible  dia  dice  Aben  Iza  que  murieron  todos 
los  principales ,  y  en  tres  días  no  cesó  la  matanza  que  murieron  mas 
de  setenta  míP  personas  en  aquella  miserable  ciudad.  Asi  acabó  el  im- 
perio de  loe  Almorávides.  Abu  Isbac  Ibrahim  fué  rey  dos  años  y  algu* 
nos  días.  Cuéntase  que  poco  tiempo  antes  de  esta   calamidad  un 
dime  llamado  Abu  Abdala  ben  Yerdi  decia  á  sus  familiares  y  amigos 
haberle  parecido  oir  en  sueños  estos  versos : 


Sn|{aftado  mortal ,  mezquino  y  Iristo 
Dispieru  de  tu  soefio ,  tus  oídos 
Oigan  U  voi  del  hado  inexorable : 
El  eterno  decreto  lo  dispuso , 
T  en  la  Ubla  fiaui  está  gratiado 
En  tabla  de  oro  y  letras  de  diamante 
Cuanto  AIA  poderoso  determina 
Con  volontad  eterna  y  permanente : 


El  cetro  real  de  Lamtuna  se  rompe 
En  la  cabeza  <Ie  Ibrahim,  y  el  triMe 
Paga  en  su  tierna  edad  lo  que  pecaron 
Los  soberbios  amircs  sus  mayores. 
De  Dios  es  el  imperio  y  la  potencia, 
£s  eterno  su  mando,  y  no  vacila 
De  su  grandeza  el  soberano  trouo. 


Eácribe  el  hijo  de  Sahib  Sala ,  que  Abdelmumen  entró  en  Mmnecos 
y  no  quiso  detenerse  en  día  ni  hacer  noche,  que  se  volvió  á  su  pa- 
bellón dejando  las  puertas  en  poder  de  sus  alaminos  para  que  nadie 
entrara  ni  saliera  t  y  en  este  se  estuvo  dos  meses,  después  se  juntó  la  ri- 
qnexa  y  tesoros,  y  repartió  los  esdavos,  y  vendió  las  mugeresy  niños, 
cnanto  hatria  en  Marruecos  t  solo  se  respetó  á  una  hija  del  rey  Aly,  nieta 
de  Juzcf,  y  aun  dicen  que  por  respeto  á  su  marido  lleuaniamar  de 
Musnfa  que  babia  seguido  el  bando  de  loa  Almohades ,  y  por  eso  les 
quedó  aa  hacienda.  Tres  dias  estuvo  la  ciudad  cerrada  y  como  desierta. 
Luego  se  purificó  según  doctrina  de  Mehedi ,  y  se  derribaron  sus  mez- 
quitas ,  y  d  rey  luego  mandó  labrar  otras  nuevas. 

En  Andalucía  el  caudillo  Abu  Zacaria  Yahye  Aben  G^ia ,  con  auxilio 
del  embalatnr  de  los  cristianos ,  rccd»ró  la  ciudad  do  Baiza  y  vino  á 
poner  cerco  á  la  de  GórtAba ,  síi^ueosaran  salir  contra  él  los  del  bando 
de  Hamdain.  Entro  tanto  el  ejército  de  los  Almohades  pasó  desde  Jerez 
y  dispuoa^cercgr  te  ciudad  de  ^illa  por  mar  y  tierra  con  ájvda  de  los 


470  HISTORU  HE  L4  DOMBUCiOp     ^ 

relieUes  de  Algarbe  Uasein  Aben  Oomi  j  Sid-IUy,  qM  víiívoq  eon 
mucba  gente  de  su  bando  ^  y  los  de  Hamdain  y  los  de  k  chidadcamados 
de  los  Abnorayides  fayorecíeron  á  los  Almohades ,  y  enlranm  en  k 
ciudad  miércoles  12  de  Xaban  del  ado54l  (1146).  Los  Almorávides dek 
goaroicion,  temerosos  de  la  venganza  popular  y  del  furor  de  los  veocft* 
dores  Almohades,  huyeron  hacia  Carmona  en  ^1  punto  qua  principiaioai 
entrar  los  Almohades  en  la  ciudaid,  que  fué  á  la  hora  de  alaxar.  Al  dk 
siguiente  se  hizo  la  chotba  por  Abdelmumen  en  todas  las  mesqoittiB  de 
la  ciudad :  en  el  mismo  tiempo  se  les  entrega  la  dudad  de  Málaga ,  j 
toé  puesto  alli  por  alcaide  de  ella  Alhakem  ben  HasnAn.  Los  cristianos 
auxiliares  de  Aben  Gania  tomaron  por  fuerza  la  fortadeza  de  Andojar, 
y  Baiza  y  otras :  Aben  Gania  entro  tanto  apretó  el  cerco  de  Córdoba, f 
fué  forzoso  á  los  de  la  ciudad  rendirse  i  la  constancia  de  este  candiDo: 
solamente  pudo  estorbar  que  el  primer  dia  entrasen  los  cristianos  m 
auxiliares  en  la  ciudad^  pero  en  el  segundo,  que  fué  en  fin  delaimí, 
entraron  los  inOeles ,  y  ataron  sus  caballos  en  la  aljama  mayor,  y  pro* 
fanaron  sus  manos  el  Musbaf  del  califa  Oünan  ben  Afán  quo  en  eUa  k 
conservaba ,  traido  de  Siria  for  los  reyes  Aben  Omeyas ,  preciosidad 
que  quiso  Dios  que  no  pereciese  en  sus  manos.  Padecieh>a  los  vecinot 
hartas  vejaciones  mientras  los  cristianos  permaneci^on  en  la  ciudad, 
aunque  no  fué  mucho  tiempo,  pues  como  entendiesen  que  los  Abno- 
hades  habian  entrado  en  Jeriz  Sidonia  y  en  Sevilla  tuvieron  su  oonsejo, 
asi  los  muslimes  del  bando  de  Aben  Gania  y  Almorávides  como  los  crifl- 
líanos  del  embala  tur,  y  acordaron  que  convenia  retirarse  á  sus  tierras, 
y  allegar  gentes  para  oponerse  con  todo  su  poder  á  los  Almohades.  Q 
embalatur  Aladf  uns  ben  Sancho  quena  quedarse  con  la  dudad  de  Cór- 
doba; pero  Aben  Gania  consiguió  que  se  contentase  con  la  dndad  de 
Bieza ,  que  estaba  mas  cerca  de  sus  fronteras  de  Toledo ,  restitnyaks 
Dios,  y  en  esto  se  concertaron ,  y  partió  de  Córdoba  la  gente  del  emln- 
latur,  y  quedó  en  Bieza  de  waíi  por  los  cristianos  el  conde  Almanrik. 
La  plebe  de  Córdoba  no  miraba  con  buenos  ojos  al  caudillo  Aben  Gank 
por  sus  alianzas  con  los  cristianos ,  y  como  en  su  compafila  estuviese  el 
caudfllo  Muhamad  ben  Omar,  el  pueblo  se  declaró  por  él  y  ]b  queríin 
fOf  su  amil ,  y  Aben  Gania  no  se  oponía  á  esto  por  su  p(4itica;  pno 
Aben  Qmar,  que  conocía  la  inconstancia  del  aura  pc^Nilar,  y  reodoso 
por  otra  parte  de  que  Aben  Gania  se  ofendiese,  cedió  álasínstaacte 
de  este  caudillo  y  á  los  deseos  del  pueblo ,  y  ¿  los  doce  días  de  su  pío- 
dama  avisando  su  determinación  ¿  Aben  Gania  desapareció  de  la  dudad , 
dejando  una  declaradon  escrita  de  su  mano  en  que  se  deqiedia  dd  eoa- 
sejoy  ayuntamiento  de  Córdoba,  porque  no queria esperar  que  la  iat- 
tahle  rueda  de  la  fortuna  le  predpitase  desde  la  cumbre  del  pelignoo 
mando,  y  se  fué  de  aventurero  á  servir  en  d  ejército  que  estaba  en 
Algarbe  contr^  los  rebeldes  del  bando  de  Abu  Muhamad  Samiel  Aben 
Wazír.  Como  s(i  virtud  y  mocho  valor  no  podia  estar  oculto,  en  lua 
ttttgrienta  batalla  fué  herido ,  y  tomada  prisioftero ,  le  conocieron  y  Ile- 
Tonm  al  rebdde,  que  olvidándose  de  su  antiguo  trato  y  amistad  le  mandó 
sacar  te  iqoa,  y  poner  en  rigurosa  pr^ion ;  pero  despMs  «laBéo  los 


M  W$  AHABIS  BN  BWAÑA.  471 

AlmolitidM  enlfttron en  Bcga  le  dieron  libertad  y  puááSalo  dondú  mu- 
rió aito  558  (1163). 

Eo  la  parte  meridioiial  de  España  el  caudillo  Aben  Ayadh  perseguía  á 
los  del  bando  del  Thograi ,  y  couteDía  á  les  cristianoa  que  intmitabaii 
extender  sus  oonquistas  en  tierra  de  Murda,  y  bacian  entradas  en  sos 
fronteras  t  y  como  hubiese  salido  con  una  buena  cabalgada  para  reoorrar 
la  tierra  y  ampararla  de  las  algaras  de  los  enemigos  y  de  loa  rebeldes 
deüeniGiomail  en  confines  de  liklis ,  pasando  cierta  noche  por  un  paso 
estrecho  que  domina  una  grande  altura  los  enemigos  arrojaban  contra 
SQ  gente  grandes  piedras  y  saetas ,  y  el  caudillo  Aben  Ayadh  f  né  herido 
de  saeta  tan  graTemente  que  solo  vivió  después  un  dia ,  y  pasó  ¿  la  mi- 
flerioordia  de  Dios  en  dia  Giuma  23  de  Rabie  primera  del  aiU>  542  (1 147). 
Los  caballeros  que  le  acompañaban  vengaron  bien  su  muerte  $  pero  no 
tuvieron  otro  consuelo.  Llevaron  su  cuerpo  cafanado  y  en  preciosa  caja 
á  Yalenda,  toda  la  ciudad  hizo  por  él  gran  llanto ,  y  fué  enterrado  om 
mucha  pompa  y  acompañáronle  con  tiernas  lágrimas ,  porque  fué  exce- 
lente caudillo  que  amparó  bien  sus  fronteras ,  y  en  extremo  era  liberal 
ygeneroso:  fué  el  tiempo  de  su  imperio  dos  años,  nueve  meses,  y 
Teintedtaa. 

Los  de  la  ciudad  proclamaron  luego  por  su  wali  á  Abu  Abdala  Mu- 
hsinad  ben  Sad  como  tenia  dispuesto  Aben  Ayadh :  y  en  Murcia  ast- 
misnio  cuando  llegó  nueva  de  la  muerte  de  Aben  Ayadb  recibieron  por 
wali  á  su  naib  Ali  ben  Obeidala  Abul  Jlasan ,  que  le  habia  dejado  oon 
este  encargo  el  nusmo  Aben  Ayadh  á  su  partida  á  la  jomada  do  Uklli, 
y  permaneció  en  el  gobierno  hasta  que  llegó  á  Murcia  Muhamad  ben 
Sad  d  Gazami  Aben  Mardcnis  en  fin  de  Giumada  segunda ,  y  le  salió  á 
recibir  Abul  Hasan  ben  Obeid  y  le  dijo  t  Ya  sabes ,  señor,  que  por  ti 
entré  en  esta  ciudad ,  y  por  ti  la  he  tenido ,  tuya  es :  y  aquel  dia  fhé 
proclamado  oon  scdemnidad  Abu  Abdala  Muhamad  ben  Sad  ^ :  y  le  vino 
á  visiUir  y  saludar  su  yerno  Aben  Herasek,  señor  de  Segura,  que  era  su 
naib  en  Valencia,  que  confiaba  mucho  de  él ,  y  después  acabadas  las 
fiestas,  que  fueron  muy  grandes,  Aben  Sad  se  volvió  á  Valencia  y  dejó 
por  wali  de  Murcia  á  su  yerno  Aben  Hemsek ,  y  este  puso  por  gober- 
nador de  Segura  al  caudíUo  Aben  Suar ,  que  la  tenia  por  él :  fué  hí  par- 
tida de  Aben  Sad  en  la  luna  de  Regeb  del  año  542  (1 147). 


CAPITULO  XLI. 

Co&tliitiM  loi  erteliftBos  stis  conquistas  sobre  los  muslimes.  Victorias  de  los  Almohades 

eo  AfHea.  MAquinas  prodigiosas. 

Los  cristianos  favorcddos  de  sus  alianzas  con  los  muslimes  del  parlido 
de  Aben  Gañía  y  de  los  descontentos  de  Murcia ,  y  del  bando  de  los  de 
Aben  Uud,  entraron  la  tierra  con  numerosas  huestes  de  la  frontera,  ta- 
laron los  campos,  robaron  los  ganados,  y  vinieron  sobro  Almeria. 

<  En  prAnera  dl4  de  Giumada  primera  dH  afio  H'i. 


472  mSTORU  DE  L4  DOMIlfÁCaKNI 

Yenia  por  caudillo  de  los  crtstíanos  el  embalatv  Aladfons  ooq  iafiíiUa 
chusma  de  caballería  j  de  infantería  que  cubría  montes  y  Banos ,  y  no 
les  bastaba  para  bebida  toda  el  agua  de  fbentes  y  de  ríos ,  y  para  mante- 
nimiento las  y^bas  y  plantas  de  aquella  tierra.  Temblaban  y  retumbar 
ban  los  montes  debajo  de  sus  pies.  También  acaudillaba  estas  tropas  el 
cónsul  Ferdelando  de  Galicia  y  el  conde  Radmi r,  y  el  conde  Armengadi 
y  otros  de  Afranc ,  y  de  todas  las  fronteras  de  los  cristianos :  yTino  por 
el  mar  con  muchas  naves  el  conde  Remond ,  y  cercaron  la  dudad  por 
mar  y  tierra  que  no  podía  entrar  en  día  sino  ¿güilas,  y  los  mnslimei 
faltos  de  mantenimientos,  no  esperando  socorro  de  parte  ninguna,  tra- 
taron de  entregarse  por  avenencia  porque  en  las  salidas  babian  ya  per- 
dido la  flor  de  su  caballería ,  y  no  quedaba  en  la  ciudad  quien  la  defen- 
diese después  de  tres  meses  de  cerco,  y  se  rindieron  al  embalaUír  oon 
seguro  de  sus  vidas  en  fin  del  aüo  542  (1147). 

En  Andalucía  el  caudillo  Aben  Gañía,  cansa  de  estas  desgracias,  corrn 
la  tierra  y  sojuzgaba  los  pueblos ,  y  procuraba  con  beneficios  miligar 
el  enojo  y  descontento  de  los  moradores :  dejaba  en  sus^  empleos  i  los 
alcaides  que  tenían  las  fiM'talezas  por  el  partido  de  Hamdaín :  asi  hiio 
con  Abul  Gasem  AchQ  ben  Edris  de  Ronda.  Este  habia  sido  secretario  de 
Hamdaín ,  y  su  almojarife  en  GMoba ;  habia  siempre  servido  á  sa 
sefior  con  mucha  lealtad ;  pero  en  el  gobierno  de  Ronda  su  patria  no 
permaneció ,  pues  luego  se  apoderó  de  día  por  fuerza  de  armas  AIhú 
Hamri,  alcaide  de  Arcos,  que  no  se  pasó  al  bando  de  los  Almohades  co- 
mo los  alcaides  de  Jeris  y  Sidonia,  y  los  de  Ronda  estaban  descontenU» 
del  gobierno  de  Achíl ,  y  ayudaron  al  alcaide  de  Arcos  para  que  mtran 
en  la  ciudad,  que  no  hubiera  podido  entrarla  sin  ayuda  de  ellos,  porque 
Acbil  la  tenia  muy  fortificada  á  maravilla ,  así  por  su  sitio  como  por  sa 
antigua  alcazbe  que  se  tenia  por  inaccesible.  Algunos  dicen  que  Adifl 
huyó ,  otros  que  le  prendió  Abul  Gamri  y  luego  le  dejó  ir  con  snsmo- 
geres ,  y  se  acogió  en  Málaga  en  casa  de  Abnlhakem  ben  Hasún ,  y  de 
allí  pasó  á  Marruecos  donde  se  estableció  y  m<»raba  vecino  de  Aba  áb- 
delmelic  Meruán  ben  Abdelaziz ,  el  wali  qne  fuera  de  Valencia,  y  de 
Aben  Taliir  de  Tadmir  y  otros  señores  de  Andalucía  que  vivían  aUi 
favorecidos  del  vizir  Abdelatia  Aba  Giafar  Aben  Atia ,  y  todos  estos 
andaluces  se  juntaban  de  noche  en  casa  de  Aben  Atia  y  pasaban  d 
tiempo  en  apacibles  cuentos  y  elegantes  poesías;  pero  AdúL  vino  des- 
pués de  cadi  á  Sevilla  por  favor  de  este  sabio  vizir  Abu  Giafar  Abeo 
Atia ,  y  en  ella  permaneció  muy  honrado  basta  que  murióaño  561  (11 66]. 
Después  que  Abdelmumen  se  apoderó  de  Marruecos,  en  el  mismo 
roes  vinieron  mensageros  de  las  tribus  masamudes  para  prestarle  jura- 
mento de  obediencia,  y  todas  las  de  Almagréb  se  pusieron  bajo  su  fe; 
amparo.  En  este  año  de  542  (1147)  se  alzó  contra  Abdelmumen  ea  Sale 
Muhamad  Aben  Hud ,  hijo  de  Abdala  Aben  Hud ,  que  se  llamaba  el 
Hedí ,  ó  Mehcdl ,  y  dicen  de  él  que  era  muy  pobre ,  que  ganaba  sa  vida 
curando  lienzos  en  el  mar  de  Sale  y  allegó  mucha  gente  á  su  partido  y 
salió  con  ella  contra  Abdelmumen,  después  que  le  habia  juradoobedicacía 
y  le  habia  servido  en  el  cerco  de  Marruecos;  fué  venturoso  en  las  pri- 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  473 

meras  batallas  y  venció  á  los  Almohades.  Los  rebeldes  hablan  ocupado 
áTemicena ,  y  le  seguían  las  tribus  de  Sanhaga ,  que  era  infinita  gente 
y  buena  cabsdleria ,  y  todas  estas  tribus  juraron  obediencia  á  este  Mu* 
hamad  Aben  Hnd,  de  manera  que  solo  quedaba  en  aquella  tierra  por 
Abddmumen  las  ciudades  de  Marruecos  y  Fez.  Envió  contra  los  re- 
beldes al  jeque  Abu  Hafas  Ornar  ben  Yahye  de  Hinteta  con  escogida 
gente  de  sus  Almohades  y  muchos  tiradores ,  y  caballeros  cristianos ,  y 
partieron  de  Marruecos  el  primer  dia  de  la  luna  de  Dylcada  del 
aüo  542  (1147),  y  Abdelmumen  seguia  en  la  retaguardia  hasta  que  llegó 
á  Tensifel  en  el  reino  de  Sus ,  en  donde  encontraron  el  ejército  del  re- 
belde que  se  habia  apoderado  de  Tensitena ,  y  se  trabó  entre  ambas 
huestes  una  reñida  y  sangrienta  batalla ,  y  en  lo  mas  recio  de  la  pelea  se 
encontraron  los  dos  caudillos  y  pelearon  ambos  con  mucha  destreza  y 
?alor,  y  murió  en  la  lid  Muhamad  Aben  Hud  pasado  de  una  cruel  lan- 
zada que  le  dio  el  jeque  Abu  Hafas  Seif  Ala,  y  con  su  muerte  los  suyos 
eedienm  el  campo  y  fueron  vencidos  con  atroz  matanza.  En  este  mismo 
tiempo  habían  llegado  a  Marruecos  los  enriados  de  Sevilla  que  venían 
á  prestar  su  juramento  de  obediencia  al  rey  Abddmumen  á  nombre  de 
aquella  ciudad ,  y  como  el  rey  estaba  ocupado  en  la  guerra  contra  las 
tribus  rebeldes  se  esperaron  año  y  medio  en  Marruecos  sin  verle  hasta 
que  las  sojuzgó  y  volvió  á  la  corte.  Después  de  la  victoria  conseguida 
contra  el  rebelde ,  volvió  Abdelmumen  sus  armas  contra  las  tribus  mo- 
radoras de  Velad  Dukela,  que  eran  veinte  mil  caballos ,  y  mas  de  dos- 
cientos mil  infantes ;  pero  no  era  gente  bien  armada ,  y  fácilmente  los 
Tcnció  y  los  hizo  retraerse  á  la  costa  del  mar,  hasta  tenerlos  en  las  mis- 
mas marismas.  Allí  ordenaron  sus  haces  en  batalla :  los  de  Dukela  pusie- 
ron toda  su  fuerza  en  la  vanguardia  porque  pensaban  que  Abdelmumen 
les  acometería  de  frente  con  su  caballería  y  tiradores ;  pero  Abdelmumen 
ns6  de  estratagema  y  ocultó  su  caballería  y  les  embistió  de  frente,  y 
por  un  lado  con  la  fuerza  principal  de  su  caballería.  Los  de  Dukela  (X)n 
este  mevimiento  inesperado  para  volver  sus  haces  se  desordenaron ,  y 
Abdelmumen  los  rompió  y  desbarató  haciendo  en  ellos  gran  matanza : 
defendierou  bien  nú  sitio  alto  que  ocuparon  -,  pero  al  fin  también  fueron 
echados  de  alU ,  y  siguiéndolos  hasta  el  mar  con  horrible  estrago  se 
metían  en  el  agua ,  y  en  ella  misma  perecían  á  lanzadas  y  ahogados 
machos.  Fueron  cautivas  sus  mugercs,  y  perdieron  sus  camellos  y  ga- 
nados ;  y  era  tanto  el  número  de  niños,  doncellas  y  niugeres ,  que  se 
vendía  alguna  cautiva  por  una  rubiOj  que  es  una  moneda  de  poco  valor ' . 
Sosegadas  estas  cosas  volvió  el  rey  Abdelmumen  á  Marruecos  y  entró 
en  ella  en  la  Idal  adhahea ,  ó  fiesta  de  las  Victimas.  Luego  se  le  presen- 
taron los  embajadores  de  las  ciudades  de  Andalucía ,  y  los  principales 
fueron  los  de  Sevilla  que  se  habían  adelantado  á  todos ,  y  eran  los  mas 
nebíes  de  todas  las  que  se  presentaron  en  esta  ocasión.  Estos  eran  el 
radi  Aba  Bekir  Aben  AJarabi  Aben  Muhafin ,  el  chatib  Abu  Bekir  Aben 
>lurber,  el  catib  Abu  Bekir  ben  Algid ,  Abul  Hasan  de  Zahra ,  y  Abul 

L*  Vakfe  die«  por  nn  adirhain  y  uii  muchacho  por  medio  adirham. 


474  fOBnÜtOk  DE  Lá  DOÍUNAOOll 

Hacen  Aben  Sabib  Salat,  célebre  historiador,  y  Abo  Beldr  ben  Xegir 
de  Beja  ,7  Alhazrí ,  Aben  Seiad ,  y  Aben  Zsdier,  con  oíros  muy  princt* 
pales  de  SeyiUa ,  y  d  cadi  Aben  Alarabi  habló  a  nombre  de  todos ,  y  fué 
tan  elegante  su  discorso  que  d  rey  se  pagó  mucho  de  su  buena  gracia 
y  elocuencia ,  y  le  dio  licencia  para  que  le  visitase  cuando  qmsiese ,  y 
conversó  con  él  muchas  veces  preguntándole  muchas  cosas  acerca  dd 
Mehedi  si  le  había  tratado  siendo  estudiante  en  Bagdad,  sihabia  asisUdo 
eon  él  alguna  vez  á  1^  escuela  del  imam  Algazali.  £1  cadi  le  respODdíó 
que  no ;  pero  que  muchas  veces  oyó  hablar  del  Mehedi  al  mismo  imam 
Algazali  que  le  alababa  mucho ,  y  decia  frecuentemaite  que  sin  duda  se 
alzaría  con  el  imperio  de  Occidente.  Asimismo  le  preguntó  AbdelmumeD 
si  habia  oido  decir  que  el  Mehedi  habia  recibido  de  Algacalí  su  maestiD 
el  libro  de  proverbios  de  Algefer^  y  le  hizo  otras  diversas  Guestioncs  ñu 
literatura  y  de  ciencias ,  y  recibida  muy  buena  respuesta  de  su  embaja- 
da ,  y  muchos  privilegios  para  la  ciudad  de  Sevilla  que  les  coneediá 
entonces  Abdelmumen,  se  despidiéronlos  embajadores  para  vdv^sei 
Andalucía,  y  entonces  enfermó  el  cadi  Aben  Alarabi  y  se  agravó  taslo 
su  dolencia  que  murió  alli  de  ella  y  le  enterraron  muy  honradameole  ea 
la  cyebana  ó  mikabira  d^  Fez<,  y  fué  la  vuelta  de  los  mensageroseo 
Giomada  segunda  del  aik>  543  (1144).  El  rey  Abdelmumen con  loa  too- 
ros  del  rey  Aly  hijo  de  Juzef  y  con  las  riquezas  de  Lamtnna  que  erao 
inestimables ,  y  no  hay  lengua  que  no  quedará  corta  para  rcferirJas  j 
contarlas ,  trató  de  reparar  la  ciudad,  y  edificar  mezquitas  y  colegioi. 
En  la  casa  ó  palado  que  llamaban  Dakalbijar  labró  una  mezquita  miyor 
y  mas  magnifica  que  la  que  habia  antigua  en  la  parte  baja  de  la  dadai 
fundada  por  el  rey  Aly.  Acabada  la  mezquita  labró  en  ella  unos  pasa- 
dizos ó  galerías  de  extraña  labor  y  artificio,  todos  secretos,  que  eolraba 
y  salía  sin  ser  visto  en  la  mezquita  por  espaciosas  bóvedas  que  conmm- 
eaban  con  su  palacio ;  asimismo  le  presentaron  un  almimbar  ó  pulpito 
de  maraviUoBa  labor;  todas  sus  piezas  eran  de  madera  aromática  qoe 
llaman  lit ,  y  de  sándalo  colorado  y  amarillo ;  las  chapas ,  abrazaderas  j 
barretas  y  toda  la  clavazón  y  tornillos  eran  de  oro  y  de  plata  deettraaa 
y  gradosa  labor.  También  le  hideron  entonces  una  maksura  ú  es(aiidi 
movible  que  se  mudaba  de  una  parte  á  otra  con  ruedas ,  tan  grande  qae 
cabían  en  ella  mil  hombres  t  tenia  sds  costOlas  ó  brazos  que  se  atiabas 
con  goznes ,  y  estos  y  las  ruedas  estaban  dispuestas  de  manoa  qae  bo 
hadan  ruido  al  moverse ,  y  se  levantaban  muy  á  compás ,  y  se  bajabaa 
cuanto  convenia ,  y  estaban  colocadas  estas  piezas  en  las  capillas  por 
donde  entraba  el  rey  á  la  mezquita :  tenían  ambas  piezas  tates  tomos 
hechos  por  geometría ,  que  cada  máquina  se  movía  á  la  par  luego  qae 
se  alzaban  las  cortinas  de  cualquiera  de  las  dos  puertas  ó  entradas  por 
donde  el  rey  venia  al  Gíuma  á  la  azala ,  y  luego  que  levantaban  la  cor- 
tina  se  principiaban  á  salir  la  maksura  de  un  lado ,  y  el  almimbar  dd 
otro  por  medio  de  sus  tornos  y  ruedas  con  mucha  pausa  y  magestad , 
y  se  iban  levantando  sus  brazos  ó  costillas  sin  diferencia  ni  discrepar 
un  movimiento ,  y  se  ponían  poco  á  poco  y  sin  ruido  alguno  en  lu- 
gares convenientes  de  la  capilla  principal ,  y  el  almimbar  tenia  tal  nó- 


DE  iOS  ÁRABES  EN  ESPAKA. 


475 


quilla  que  luq^o  que  el  chatib  6  predicador  subía  Im  gradas ,  se  iba 
abriendo  sa  paerta,  y  en  entrando  se  cerraba  por  si  misma  sin  que  se 
Tiese  ni  oyese  d  movimiento  admirable  de  estas  máquinas ,  y  el  rey  con 
m  guardias  ó  familia  salía  en  su  maksura  con  la  misma  facilidad ,  y  se 
retiraban  de  la  misma  manera.  Estas  fueron  obras  del  célebre  artífice 
Albas  Yahix  de  Málaga ,  el  mismo  que  fabricq  la  fortaleza  deGebaltarik 
de  orden  de  Abdelniumen.  Celebró  el  maravilloso  artificio  de  estas  mér 
quinas  en  elegantes  versos  elcatib  Aba  Bekir  ben  Murber  de  Febra  ^ 
una  casida  larga : 


Serás  feliz  en  cas  del  generoso 
Qoé  «kraia  tantos  pueblos  y  nadones 
Y  las  ampara  como  fuerte  raoro  : 
Bienhadado  serás  con  quien  abraza 
Ingeniosos  artiflees  y  sabios , 
Su»  inTeneione»  y  primor  premiando : 
Alli  verás,  secreto  prodigioso  ^ 
Máquinas  con  razón  y  movimiento : 
Puerta  Terás  de  proporción  sencilla » 
Que  la  grandeza  de  su  rey  conoce , 
y  a]  sentir  que  se  acerca ,  comedida 


Ábrese  humilde  para  darle  entrada , 

Y  lo  mismo  á  sus  nobles  y  Tizires : 
Máquina  que  se  mueve  ¿  visitarle , 

Y  á  recibirle  saje  muy  atenta ; 

Si  se  acerca ,  se  llega  :  si  se  vuelve. 
Ella  también  al  punto  se  retira 
Con  pausa  y  magostad  como  su  dueño : 
Su  forma  varia ,  nobles  sos  mudanzas , 
Eegulares  y  hermosas  cual  la  luna 
En  las  azules  bóvedas  del  cielo. 


Fuera  de  la  dudad  plantó  el  rey  Abdelmumen  una  amena  huerta 
que  tenia  tres  millas  de  cuadro,  y  en  ella  había  hermosos  frutales  de 
dulce  y  ag;rio,  y  de  cuantas  especies  se  conocían,  que  nada  se  podía 
desear.  Para  esta  huerta  mandó  traer  agua  desde  Agmát,  y  con  ella 
labr^  muchas  hermosas  fuentes,  y  cuenta  Iza  qiie  estando  él  en  Mar- 
ruecos el  año  543  (i  148)  se  arrendó  el  fruto  de  la  aceituna  de  aquella 
huerta  en  treinta  mil  doblas  almumines,  y  que  se  decía  que  era  muy 
barato  el  arrendamiento. 

En  este  ano  de $43  (1148)  se  apoderó  el  rey  de  Sicilia  déla  ciudad  de 
Mchedia  y  de  la  ciudad  de  Sifakís  y  Bona  y  otras,  con  graye  daño  de  los 
muslimes.  En  el  mismo  año  partió  Abdelmumen  á  Sigilmesa  y  la  entró 
por  avenencia  dando  seguro  de  las  vidas  á  sus  moradores,  y  se  tomó 
á  Marruecos,  y  estuvo  en  ella  algunos  días,  hasta  que  partió  contra 
los  de  Bení  Guete ,  y  tuvo  con  ellos  sangrientas  batallas  y  los  venció  y 
ahuyentó  Abdelmumen  sin  alzar  la  espada  de  sobre  ellos  hasta  que  los 
destruyó.  £n  este  estado  andaban  las  cosas,  cuando  se  levantaron  en  Gebta 
contra  ios  Almohades ,  y  los  cebaron  de  la  ciudad  ;  esto  después  que  le 
habían  reconocido  por  señor  y  le  habían  proclamado,  y  habían  recibido 
de  su  mano  muchos  beneficios,  pues  había  reparado  sus  muros  y  mea- 
quitas  :  fué  esta  rebelión  por  consejo  del  cadi  Ayadhbcn  Muza.  Él  pue- 
blo alborotado  dio  de  improviso  en  los  Almohades  y  degolló  á  cuantos 
no  tuvieron  la  fortuna  de  encapar  su  furor ,  y  quemaron  vivos  a  los 
príoeipales :  el  cadi  Ayadh  se  embarcó  y  se  pasó  á  España  para  pedir 
socorro  al  caudillo  Aben  Gañía ,  que  le  dio  tropas  acaudilladas  del 
Uarawl ,  que  era  muy  esforzado  capitán ,  y  con  este  auxilio  vohió  á 
Ceb  ta ,  y  luego  que  entraron  los  andaluces  proclamaron  los  vecinos  al 
^  ali  Aben  Gañía.  Aben  Gueta  se  juntó  con  este  caudillo  y  salieron  con- 
Ira  Abdebnumen  y  se  encontraron  y  dieron  sangrienta  bat^  ea  que 


476  EmOBlk  DE  Lk  DOMUfAaON 

Abdelmnmen  los  rompió  y  deshizo,  mató  la  mayor  parte  de  cüosy 
machos  cautivó,  y  el  Darawi  hoyó  y  envió  sos  cartas  al  rey  Abdelmn- 
men pidiéndole  perdón  y  rogándole  que  le  admitiese  en  su  obediencia  •. 
y  el  rey  le  perdonó  y  se  vino  á  su  merced  y  le  juró  y  recoDodá  por 
señor.  Guando  entendieron  esto  los  de  Gebta  se  tuvieron  por  perdidos, 
y  enviaron  sus  mensagecos  of redándose  humildes  á  sus  pies,  y  rogin- 
dolé  perdón  :  el  rey  los  oyó  con  mucha  satisfacción  y  k^  perdonó  á  dks 
y  alcadi  Ayadh,  al  cual  pcHrmas  asegurarse  de  él,  envió  ¿  Marroecos : 
luego  mandó  derribar  los  muros  de  Gebta ,  y  entcmoes  fueron  derriba- 
dos también  los  de  Mekineza ,  que  habia  tenido  cercada  casi  siete  aiks, 
y  la  entró  por  fuerza  de  armas  en  miérodes  3  de  Giumada  prímcra 
del  año  543  (t  148) :  degolló  á  los  vecinos ,  y  quintó  los  bienes  de  ks 
moradores  que  perdonó,  y  toda  la  ciudad  quedó  saqueada  y  destniidi. 


GAPITÜLO  XUL 

Toman  los  Almohades  áCórdolM  y  otras  ciudades  de  Andalada. 

En  este  año  pusieron  los  Almohades  cerco  sobre  la  dudad  de  Córdoba 
que  la  tenia  Aben  Gañía  y  la  dcfendia  con  admirable  valor,  cada  dia 
habia  salidas  y  rebatos  muy  sangrientos  y  reñidas  escaramuzas ;  f^ 
viendo  Aben  Gania  que  apenas  podia  ya  mantener  la  dudad  se  salió  de 
ella  de  secreto  en  cierto  dia  de  escaramuza  y  se  pasó  áGranada ,  dejando 
en  la  ciudad  á  su  wali  Yahye  ben  Aly  ben  Aasa ,  que  no  la  defendió  des- 
pués mucho  tiempo ,  antes  se  concertó  con  los  Almohades  y  les  entregó 
la  ciudad  con  sola  condición  de  seguro  para  los  Almorávides ,  los  caaks 
partieron  á  refugiarse  a  Garmona ,  y  otros  con  su  vrali  Yahye  pasaron 
áGranada.  El  caudillo  de  los  Almohades  se  apoderó  de  Córdoba fb 
entró  á  nombre  de  Abdelmumen  y  se  hizo  por  él  la  chotba  en  la  grande 
aljama,  qae  se  puriGcó  y  se  recogió  el  precioso  Mushat  de  Otman  ben 
Afán  para  presentárselo  al  rey  Abdelmumen.  El  caudillo  de  los  Almo- 
rávides Aben  Gania,  viendo  que  no  bastaban  sus  fuerzas  para  contener 
álos  Almohades  ^  imploró  el  auxilio  de  su  amigoelembalatnrrejde 
Toledo  pidiéndole  su  ayuda ,  y  el  Adfuns  le  envió  alguna  eaballería 
acaudillada  del  conde  de  Almanrik.  Gon  este  auxilio  y  sus  AbnoraTí- 
des  y  gente  de  su  bando  salió  á  buscar  á  los  Almohades ,  y  como  d  cau- 
dillo Yahye  ben  Aasa  pusiese  mal  corazón  á  los  Almorávides  ponderan* 
do  el  valor  y  destreza  de  los  caballeros  almohades,  no  lo  pudo  snfrír 
mas  Aben  Gania ,  y  sacando  su  alfange  le  derribó  la  cabeza  de  nn  (ajo, 
diciendo  :  Esto  debiera  yo  haber  hecho  antes  que  confiarte  la  defensa  de 
Córdoba.  En  lo  de  Gien  tuvo  varias  escaramuzas  con  los  Almohades  en 
que  pelearon  c(m  varia  su<»*te ,  hasta  que  apoderados  loa  Almohades  de 
Carmona  reunieron  todas  sus  fuerzas  y  osaron  entrar  en  la  vega  de 
foanada :  talaron  sus  campos  haciendo  en  toda  la  tierra  grandes  estra- 
gos. El  caudillo  Aben  Gania  quiso  aventurar  con  ellos  una  batalla  cam- 
pal que  fué  muy  sangrienta,  y  en  ella  fué  gravemente  herido  d  mismo 


DE  IOS  ÁRABES  EH  ESPAÑA.  477 

iben  Cania  de  nmchoa  botes  de  lanza  que  le  pasaron  las  armas,  y  de  su& 
wridas  mnríó  en  YÍemes  ^  21  de  Xaban  del  afio  M3  (1148} :  enterra* 
*oide  en  Cazbe  Baz  en  la  makbira  de  Ba<fis  ben  Habus,  rey  de  Granada. 
M  Almorávides  sintieron  mucho  sa  muerte ,  pues  en  él  acabaron  los 
aadfllosalmoraTides  que  tan  brillante  rastro  y  memoria  de  gloriosas 
iroezss  dejaron  á  la  posteridad.  Este  ftié  el  indito  caudillo  que  dio  la 
erríble  batalla  de  Fraga  á  los  cristianos ,  y  mató  al  mas  esforzado  de  sus 
'ejes ,  el  Adfuns  de  los  dos  reinos ,  aunque  oscureció  su  fama  con  sus 
iliaozas  con  cristianos  en  la  guerra  de  AlGtna  de  que  tratamos. 
£o  el  sáldente  ailode544(tl49)  ocuparon  los  Almohades  muchas 
iodades  de  Andalucía ,  y  llegaron  á  Gicn  y  la  cercaron  y  se  entró  por 
íTeDeocia ,  y  se  hizo  en  sus  mezquitas  chotba  por  el  rey  Abdelmumen. 
^  África  este  poderoso  rey  ocupó  con  sus  Almohades  muchas  tierras , 
^  la  dudad  de  Meliana :  y  en  el  mismo  ailo  se  levantó  contra  él  en  Te- 
Mzena  un  caudillo  conocido  por  Aben  Tomarkid ,  y  esto  le  dio  mucho 
lúdado  porque  se  le  juntó  y  proclamó  Aben  Gueta  él  rebelde  con  mu- 
bas  cabílas  de  berlK»*ies.  Estaba  Abdelmumen  bien  prevenido  y  luego 
Bé  contra  ellos  y  los  (Aligó  á  batalla  campal  de  poder  á  poder  que  fué 
noy  refiida  y  sangrienta,  y  Abdelmumen  los  venció,  y  murió  en  ella 
deando  él  rebelde,  y  su  cabeza  fué  enviada  ¿  Marruecos  con  la  nueva 
é  tan  señalada  victoria. 

Entrado  el  año  545  (1 150)  el  rey  Aladfiuis  de  Toledo  partió  en  ayuda 
e  Aben  Gama  y  de  sus  Almorávides,  y  aunque  ya  sabia  su  muerte  se 
edaró  amparador  de  los  de  su  bando,  y  no  paró  hasta  que  vino  á  los 
UDpos  de  Córdoba  y  cercó  la  ciudad ;  sus  campeadores  talaban  la  co- 
nrea y  quemaban  los  pueblos ,  y  robaban  los  ganados  y  mataban  á  los 
ifelices  moradores  de  Andalucía.  En  el  mismo  tiempo  en  África  coñ- 
uda el  rey  Abdelmumen  su  hueste  contra  Medina  Sale ,  y  allí  hizo 
ciar  aguas  dulces  desde  Rabatalfetah ,  y  estando  en  esto  ocupado  le  fué 
i  embajada  de  Andalucía  que  eran  quinientos  caballeros  muy  princi- 
^.  Todos  eran  jeques ,  aleadles ,  alfaquies ,  alchatíbcs  y  gente  docta } 
los  recibió  el  vizir  Abu  Ibrahim ,  y  el  vizir  Abu  Hafas ,  y  el  catib  Abu 
iafar  ben  Atia ,  y  los  hospedaron  con  mucha  honra  y  con  la  mas  cum- 
lida  hospitalidad.  Luego  los  presentaron  al  rey  Abdelmumen  y  le  salu- 
>nm ,  y  tres  dias  después  de  su  entrada ,  que  fué  el  primer  día  de  Mu- 
irram  del  año  546  (1151),  se  presentaron  otra  vez  :  y  entonces  habló  el 
x\ú  catib  alfaqui  Abu  Giafar  ben  Atia  de  las  cosas  de  Espada  apoyando 
I  qne  los  embajadores  decian ;  porque  este  secretario  acababa  de  llegar 
t  Andalucía ,  que  había  sido  enviado  de  Abdelmumen  para  ordenar  el 
)bienio  de  la  ciudad  de  Córdoba  recien  conquistada ,  y  para  dalr  pose- 
00  de  su  empleo  al  cadi  de  su  grande  aljama  Abul  Casem  ben  Alhág , 
con  este  motivo  describió  al  rey  el  estado  de  Córdoba.  La  capital  de 
&paña ,  decía ,  él  centro  de  los  muslimes  en  ella ,  está  combatida  y  cer- 
^  del  tirano  Aladfons ,  que  Dios  destruya ,  sus  campos  están  estraga- 
»  ooD  bárbaras  talas ,  sos  aldeas  destruidas  y  quemadas  con  continuas 

'  AUbar  dwc  la  da  Xaban  «a  jueves. 


478  HISTORU  BE  LA  DOMINACIÓN 

algaras.  Si  coniíletites ,  ácñor,  que  Córdoba  se  pierda,  decaerá  el  ánimo 
de  los  tnusllnies  que  con  tanta  constancia  la  mantienen ,  todos  esperan 
que  vayas  á  defenderla ,  j  a  echar  de  sus  comarcas  á  los  enemigos  del 
Islam.  Todos  ponen  en  ti  los  ojos  domo  en  un  encumbrado  monte  de 
donde  esperan  seguridad  y  cierto  amparo ;  no  defraudes  tan  excelentes 
y  bien  fundadas  esperanzas.  Lo  mismo  dijo  Abu  Bekir  Alged  en  una 
breve  y  elegante  súplica ,  que  oyó  Abdelmumen  con  gusto  y  atención, 
y  les  respondió  con  muy  buenas  razones  ofreciéndoles  su  ftiTor;  y  en- 
cargándoles que  luego  tornasen  á  servir  en  defensa  de  su  patria  sin 
tardanza ,  y  asi  lo  hicieron. 

Entrado  el  año  546  (1151)  movió  el  rey  Abdelmumen  sos  gentesá 
sojuzgar  ciertos  levantamientos  que  se  habian  suscitado  en  la  parte 
oriental  de  África ,  y  dejó  por  gobernador  en  Marruecos  á  Abu  Hafas 
ben  Yahye ,  y  partió  hacía  Medina  Sale.  Allí  estuvo  dos  meses ,  como 
si  preparara  su  marcha  para  Andalucía.  De  alli  pasó  á  Cebta  mam'fes- 
tando  la  misma  intención  de  pasar  á  España.  Alli  despidió  á  los  emba- 
jadoresde  Andalucía,  esto  es  de  Sevlllay  de  Córdoba,  que  se  embarcaron 
y  pasaron  á  su  país  muy  contentos  y  con  buenas  esperanzas.  Guando 
el  rey  hubo  allegado  sus  gentes  en  Alcázar  Abdelkerim  las  dividid ,  y 
ordenó  lo  que  cada  ejército  dcbiá  hacer ,  y  continuó  su  mardia  hasta 
Guadi-Mulua.  De  allí  partió  á  Telcncen  y  en  esta  ciudad  se  detuvo  un ! 
solo  dia ,  y  mandó  publicar  un  bando  en  su  hueste  que  decia  -.  O  mé  i 
gentes ,  cualquiera  de  vosotros  que  hablare  ó  dijere  sola  una  palabra 
que  indique  ó  descubra  adonde  nos  encaminamos  perderá  la  cabeza. 
De  esta  manera  caminó  con  su  ejército  hacia  Bugía  á  gran  diligencia,  y 
oon  tantosecretoque  no  supo  nada  el  rebelde  Asisbila  Yahye  bcsnAnasir, 
señor  de  Bugia ,  que  era  dclosBeni  Hamides  de  Sanhaga,  hasta  qoe 
habiendo  llegado  Abdelmumen  á  Algezair ,  entró  en  esta  ciudad  por 
avenencia  con  su  alcalde  ó  amil ,  que  desconflando  de  Abddmomcn 
huyó  el  dia  que  entró  el  rey  en  la  ciudad  con  avenencia  de  seg^uro  para 
todos  los  vecinos ,  á  los  cuales  recibió  bajo  su  fe  y  amparo.  El  anuí 
encontró  á  su  señor  á  la  salida  de  Bugia ,  y  le  dijo  como  ya  el  rey  Ab- 
delmumen era  dueño  de  Algezair  y  de  Medina ,  y  oyendo  esto  fué  mnj 
espantado,  que  apenas  lo  quería  creer ,  y  perdió  su  ánimo  y  se  tuvo  por 
perdido.  Caminó  el  rey  Abdelmumen  hasta  estar  cerca  de  la  ciudad ,  y 
luego  la  cercó ,  y  al  segundo  dia  le  abrió  sus  puertas  y  le  salió  á  redfaír 
ofreciéndole  la  ciudad  el  naib  que  en  ella  tenia  el  rey  de  Bugia ,  que 
se  llamaba  Abu  Abdala  ben  Simón ,  conocido  por  Aben  Hamdán ,  y  el 
rey  no  tuvo  mas  recurso  que  salir  huyendo  de  su  alcázar ' ,  y  meterse? 
en  Cosantina.  Envió  Abdelmumen  parte  de  sus  tropas  en  su  seguiniieoto| 
a)n  orden  de  cercarle  y  no  consentir  ni  dar  lugar  á  que  se  previniese  ni 
allegase  sus  gentes  para  defenderse,  y  asi  fué  puesto  en  tanta  estre- 
chura que  le  fué  forzoso  rendir  su  ciudad ,  y  entr^arse  con  pactos  de 
seguridad  para  su  persona  y  familia ,  y  asi  se  apoderó  el  rey  iLMelmu- 
men  de  toda  su  tierra '.  Lu^o  el  rey  volvió  á  Ahrruecos  y  se  trajo  con- 

1  Dic6  4bdel  ífalim  que  huyó  por  mar  á  Medina  G6na ,  y  de  GOna  á  M^MÍM  Gtitda. 
>  Dice  Abdel  Halim  queeniré  en  Begaya  en  la  luna  de  Jjylcada  de  517. 


DE  LOS  ARAB£S  EN  ESPAAa.  479 

agodre^de  Bogia  Aao»  Bfla  ben  Hamid,  j  le  dio  una  nagniflcacasa 
j  poMsiones  para  que  yíyiera  con  comodidad  y  como  conyenia  á  su 
nobleía ,  y  siempre  fué  muy  estimado  del  rey  Abdelmumcn.  Dicese 
que  este  rey  de  Bugia  yino  á  perder  el  juicio ,  y  se  recreaba  mucbo  en 
silirácazade  todo  género  de  fieras,  y  tomaba  leones,  tigres  y  pan* 
(eras  con  redes  de  hierro ,  y  presentaba  parte  de  su  caza  al  rey  Abdel* 
momeo ,  que  se  lo  agradecía  mucbo  y  recibía  sus  presentes  con  mucha 
estima ,  y  le  bada  fayores  por  ello.  Cuéntase  que  cierto  dia  le  presentó 
Aben  Hamid  un  leoncillo  nueyo ,  y  le  llevó  encadenado  al  palacio ,  y 
entró  á  la  sala  donde  tenia  su  tribunal  el  rey  Abdelmumen ,  el  cual 
viendo  el  león  ntiandó  que  le  soltase ,  y  el  Aben  Hamid  hizolo  asi  con 
e^Miotoy  gran  temor  de  todos ,  y  el  leoncillo  hicgoque  fué  suelto  se  fué 
derecho  hada  donde  estaba  el  rey  atrayesando  por  entre  las  hileras  de 
los  guardias ,  mirándolos  con  encendidos  ojos  que  paredan  ascuas  do 
encendido  fuego ,  y  llegando  sin  hacer  mal  á  nadie  se  echó  A  los  pies  del 
trono  dé  Abdelmumen  muy  quieto  y  con  extraña  mansedumbre  :  y  en 
el  mismo  día  presentaron  al  rey  un  pájaro  que  hablaba  arábigo  y  ber- 
berí ,  y  pronunciaba  palabras  claras  de  distintas  lenguas  y  le  saludó  eil 
voz  muy  inteligible ;  por  lo  que  \bu  Aly  de  Jcris  hizo  unos  yersos  alu- 
diendo á  que  ayei  y  fieras  saludaban  y  rendían  obedienda  al  rey  Ab- 
feimomen. 


CAPITULO  XUII. 

Colegios  y  escuelas  fondadas  por  Abdelmumen.  Júrase  por  sucesor  sujo  á  sa  btjo  Cid 

Muhamad.  Guerras  en  África  y  Éspafla. 

Sosegadas  las  cosas  de  África ,  y  puesto  en  ella  por  wali  al  jeque  Abu 
luhamad  ben  Abi  Afs ,  el  rey  se  dedicó  á  ilustrar  su  ciudad  de  Marrue- 
1^  con  aljamas  y  colegios ,  y  estableció  escuela  para  que  se  enseñasen 
iencian ,  y  se  adiestrasen  los  jóvenes  en  las  armas  y  en  la  caballería, 
ira  que  de  ellas  saliesen  no  solo  letrados  cadies  y  gobernadores  de  pro- 
indas-y  ciudades,  sino  también  caudillos  y  buenos  guerreros.  Para 
itos  colegios  juntó  los  muchachos  de  los  mas  nobles  de  Masamuda  y  de 
ras  tribus  do  su  obediencia  en  número  de  tres  mil  muchachos  de  igual 
lad ,  que  parecia  que  todos  hubiesen  nacido  en  un  diá ;  á  estos  nidos 
imabaa  hafites ,  por  otro  nombre  talbes ,  porque  estudiaban  y  apren- 
an  de  memoria  élMueíta^  consejos  de  el  Mehedi,  y  otro  libro  que 
(maban  el  CaJtema  yuilabu ,  el  mas  precioso  que  se  puede  desear,  y 
ros  diferentes,  y  los  Giumas  cuando  el  rey  iba  á  laazala  mandaba  salir 
i  en  8U  presencia  dentro  de  su  alcázar  á  los  baOtes,  y  les  mandaba* 
cir  lo  que  habían  aprendido ,  y  asi  los  animaba  al  estudio  para  que  fue-* 
1  doctoB  y  diesen  prontas  resoluciones  y  discretos  consejos.  En  otro 
I  de  la  semana  los  mandaba  industriar  en  el  manejo  de  armas  y  caba- 
ü  y  corriendo  y  jugando  las  lanzas  y  otros  ejercidos  y  gentilezas  ca« 
llereacas.  En  otro  dia  de  la  semana  los  ejerdtaba  en  tirar  con  destreza 
I  aroúft  y  baUeilones,  y  lanzar  dardos  y  yenablos.  En  otro  dia  los 


480  HISTORU  DE  lA  DOlDlf AQOü 

aTenbaná  nadar  ^  para  esto  ktaróan  grande  estamiiie  en  ralnteria  que 
pareda  un  mar ;  era  de  tredentos  pasos  en  cuadro,  y  les  hada  saltar 
en  barcos,  y  pelear  y  abordarse  unos  contra  otros,  y  para  este  fin  tenia 
navios  de  diferentes  tormas  y  varías  fastas  y  zd^ras,  algunas  de  inven- 
don  propia  del  rey  Abdelmumen  ,  de  hechura  extrada  y  nunca  vista.  Y 
los  ejerdtaba  en  remar  y  maniobrar  y  en  cuanto  creia  necesario  que 
aprendiesen  para  la  guerra ,  asi  de  tierra  como  de  mar,  y  en  estas  oca- 
padones  se  entretenian  toda  la  semana  con  dias  dertos  para  cada  cosa ,  y 
de  esta  manera  animaba  á  los  muchachos  con  premios  sedalados  para  los 
vencedores ,  con  regalos ,  alabanzas  4el  valor  y  virtud ,  y  con  amonesta- 
ciones carijk)sas,  y  asi  los  acuciaba  y  encendía  en  deseo  de  sobresalir 
y  merecer  la  estimadon  del  rey :  todos  los  gastos  para  esto  necesarios 
eran  de  cuenta  del  rey ,  que  asimismo  los  proveía  de  armas  y  cadradlos. 
Entre  estos  hafites  babia  trece  hijos  dd  rey  que  saliaron  muy  diestros  en 
todos  los  ejerdcios,  y  en  otras  prendas  muy  loables,  y  dedard  d  rey 
que  su  ánimo  era  poner  en  aquellos  mozos  todos  los  gobiernos  que  te- 
man sus  padres,  dejando  á  los  viejos  de  consejeros  de  los  mozos  para 
que  les  ayudasen  con  sus  avisos  y  adquirida  experienda.  Y  los  jeques  j 
nobles  rogaron  al  rey  qae  diese  á  sus  hijbs  los  prindpales  gobiernos ;  k 
rey  no  quería;  pero  no  cesaron  las  instandas  de  sus  jeques,  y  mas 
adalante  lo  concedió.  En  el  mencionado  aik>  de  546  (1151)  pasó  á  Es- 
paña Abu  Hafas  de  orden  del  rey  Abdelmumen  con  numerosa  hueste 
de  musUmes  almohades,  y  con  este  jeque  iba  Cid  Abu  Said,  hijo  de 
amir  amuminin,  con  propósito  de  algazua  contra  los  cristianos.  £1 
prindpal  encargo  que  llevaban  era  sacar  de  manos  de  ellos  la  dudad  de 
Almería,  y  para  esto  llevaron  mucho  aparato  de  naves  y  zabras  para 
cercarla  por  mar  y  tierra  :  luego  fueron  á  ella  y  la  cercaron  con  mucho 
ardor,  y  la  pusieron  en  grande  estrechura ,  que  no  omitieron  diligencia 
ni  máquina  que  no  movieron  contra  ella :  mandó  Cid  Abu  Said  levantar 
una  cerca  al  contorno  de  sus  muros ,  que  no  dejaba  entrada  ni  salida 
sino  á  las  águilas.  Los  cristianos  habían  pedido  socorro  al  rey  AladAms, 
que  sin  tardanza  envió  sus  caudillos  para  que  la  socorriesen ,  y  vinooon 
ellos  Aben  Mardenís  con  gran  hueste  de  á  pié  y  de  á  caballo ;  pero  do 
pudieron  hacer  que  los  Almohades  levantaran  el  campo,  ni  se  apartaran 
del  cerco ,  ni  ellos  pudieron  acercarse  á  la  dudad ,  ni  al  muro  levantado 
por  Abu  Said .  Entonces  los  cristianos  levantaron  otra  cerca  que  rodeaba 
la  de  Cid  Abu  Said  muy  alta  y  fuerte ,  y  cada  día  se  trababan  escaramo- 
zas  por  defender  y  estorbar  los  trabajos  en  que  se  hadan  maravillosas 
proezas  por  los  valientes  de  ambos  campos,  hasta  que  desesperando  de 
vencer  á  Cid  Abu  Said ,  levantaron  el  campo  Aben  Mardenis  y  los  cris- 
tianos, y  se  dividieron  sus  campos ,  que  no  volvieron  mas  á  juntarse. 
Desde  aUi  pasaron  á  cercar  las  ciudades  de  IJbeda  y  Baeza ,  que  haláan 
ocupado  los  Almohades  echando  de  eHas  á  los  cristianos  que  las  presi- 
diaban, y  lasjiabian  saqueado  en  tiempo  de  Aben  Gania,  en  aqnda  ex- 
pedición que  hizo  d  rey  Alfonso  en  su  ayuda,  en  que  taló  y  estragó  la 
Andatttda  tresmeses,  y  ocupó  estas  ciudí^  por  algún  tionpo  basta  que 
cansados  y  fatigados  con  los  rebatos  y  escaramuzas  continuas  que  ks 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  4$í 

dalNin  los  nnnlhiies  se  retiraron  vencidos  á  8a«  fronteras.  Cid  Aba  Said 
cootinnó  su  cerco,  quepor  la  fortaleza  de  la  ciudad  fué  muy  largo,  como 
veremos.  En  África  el  rey  Abdelmumen  envió  ¿  tranquilizar  algunos 
movimientos  de  rebelión  en  tierra  de  Begaya  y  en  Medina  Kintala,  qne 
allanadas  y  compuestas  las  cosas  puso  alli  por  cadi  á  un  talbe  de  los 
Almohades  para  que  gobernase  aquellas  comarcas.  En  el  año  de  548 
envió  Abdebnumen  á  buscar  á  Isallin  Coraib  Almehedi  y  le  pren- 
dieron ,  y  Tino  en  cadenas  á  Marruecos  desde  Cebta ,  y  le  mandó  empa* 
lar  á  la  puerta  de  Marruecos.  Después  de  hacer  esta  justicia  resolvió  el 
rey  ir  á  Tinmál  á  visitar  el  sepulcro  del  imam  Mehedi ,  y  dispuestas  las 
cosas  partió  con  grande  acompañamiento  de  caballería  y  banderas  y  y 
<iió  allí  grandes  limosnas  al  pueblo ,  mandó  edificar  una  hermosa  mez- 
quita ,  y  principiada  la  obra  partió  para  Sale ,  y  allí  se  entretuvo  el  resto 
del  año  548. 

Entrado  el  año  549  (tl54)  dispuso  la  declaración  y  jura  de  futuro  su- 
cesor del  imperio  de  los  Almohades ,  y  para  esto  escribió  á  todas  las  pro- 
vincias y  congregó  los  jeques,  y  declaró  por  sucesor  suyo  á  su  hijo  Cid 
Muhamad ,  y  mandó  que  se  mencionase  su  nombre  en  la  chotba  deqpues 
del  suyo.  En  estas  cortes  condescendiendo  á  las  instancias  do  los  jeques 
.Vlmohadea ,  repartió  los  gobiernos  y  amelias  de  su  imperio  entre  sus 
hijos ,  y  les  nombró  socios  consejeros  de  los  mas  principales  jeques  :  á 
Cid  Aira  Hafat  dio  el  gobierno  de  Telencen  y  sus  comarcas,  y  le  señaló 
por  socio  á  Abn  Muhamad  Abdelhac  Waldin ,  y  para  secretarios  suyos 
nombró  á  su  alfaqui  Abúl  Hazan  y  á  Abdelmelic  ben  Ayas  :  los  gobier^ 
DOS  de  Cebta  y  de  Tanja  á  su  hijo  Cid  Abu  Said ,  y  por  socios  le  señaló  á 
Abu  Mubamad  Abdala  ben  Suleiman  y  Abu  Otman  Said  ben  Maymun 
de  Sanhaga ,  por  secretarios  á  Abúl  Hakim  Hermus ,  Abu  Bekir  ben  To- 
fail  y  Abu  fiekir  ben  Genis  de  fieja ;  el  gobierno  de  Begaya  dio  á  su  hijo  Cid 
Abu  Muhamad  Abdala ,  y  por  socio  á  Abu  Said ,  y  por  teniente  de  este 
á  Aben  Alhasen  ;  el  gobierno  de  Sevilla  y  de  TaVT  y  sus  comarcas  á  su 
hijo  Cid  Aba  Jacub  Juzef ,  y  nombró  por  wali  de  Córdoba  y  sus  amelias 
taas  ójurisdiciones  al  jeque  Abu  Zaidc  ben  Nagib :  el  gobierno  de  Fez 
á  su  hijo  Cid  Abúl  Hascn,  y  por  socio  al  jeque  Abu  Jacob  Juzef  ben 
Soleiman ,  y  por  secretario  á  Abul  Abas  ben  Moda,  cada  uno  de  estos 
jeques  para  que  asistiesen  á  los  mozos  con  su  prudencia  para  que  acer- 
tasen en  todo  los  príncipes  gobernadores. 

Poco  después  do  haber  repartido  Abdelmumen  los  gobiernos  de  las 
provincias  entre  sus  hijos  y  de  haber  declarado  por  futuro  sucesor  á  su 
hijo  Muhamad,  y  la  justicia  Isallin  de  Coraib  Ahnchedi,  sin  que  esto 
sirviese  de  escarmiento  se  leyantaron  contra  cl  en  Medina  Fez  Abdelaziz 
V  Iza,  hermanos  del  infeliz  Isallin,  y  salieron  con  mucha  gente  allega- 
diza contra  Marruecos  por  d  camino  de  Almaadin ,  y  se  vinieron  á  en- 
contrar los  que  salían  de  Medina  Fez  con  Abdelmumen  que  salió  de 
Sale,  habiendo  dejado  en  Marruecos  á  su  vrali  el  vízír  Abu  Giafar  ben 
Atia ,  y  se  halló  con  la  nueva  inesperada  de  qne  los  dds  hermanos  ha« 
hian  entrado  antes  en  Marruecos  por  sorpresa ,  y  hablan  asesinado  á  su 
lobemador  Abu  Hala»  bea  Yaferagez ,  y  no  había  hecho  nada  Abu  Gí$r 

31 


i%Z  HISTORIA  D£  hk  DOMINACIÓN 

br  ben  Alia  basta  que  llegó  Abdelmomcn  a  Marruecos,  que  entro  con 
tanta  diligencia  y  secreto  que  nadie  entendió  su  venida ,  y  logró  pren- 
derlos con  mucha  cautela  y  los  mató  y  empaló  como  al  hermano.  E¿i  este 
mismo  año  entraron  los  Almohades  por  ñiorza  de  armas  en  Leila  despucs 
de  porfiado  y  largo  cerco :  habia  enviado  Abdelmumen  á  esta  expedición 
á  su  caudillo  Abu  Zacaria  ben  Yumur,  que  durante  el  cerco  manifestó 
su  valor  y  destreza  en  las  prácticas  de  la  guerra ,  y  consiguió  entrar  por 
asalto  la  ciudad.  Los  vecinos  y  la  mayor  parto  de  la  guarnición  se  habían 
retraido  á  los  arrabales  mas  apartados  de  la  parte  por  donde  entró,  j 
embravecida  su  gente  siguiendo  á  los  fugitivos  degolló  á  todos  cuantos  se 
les  ofrecieron  delante  sin  perdonar  vida^  y  aquel  dia  pereció  alli  mucha 
gente  ilustre  y  hombres  insignes  en  letras,  entre  otros  el  faki  Abm 
Hakem  ben  Batal,  el  célebre  historiador  y  tradicionero,  y  el  faki  Saleh 
Alfadil  Abu  Qmar  ben  Alhad.  En  solo  un  arrabal  murieron  ocho  mil 
personas,  y  en  los  contornos  de  la  ciudad  mataron  los  soldados  mas  de 
cuatro  mil  hombres.  Después  pusieron  en  venta  todas  las  mugeres,  don- 
cellas y  niños  y  todos  sus  bienes,  alhajas  y  vestidos,  y  esto  delM^o  de 
banderas,  como  si  fuese  mercado  de  guerra  y  de  orden  del  rey  Abdel- 
mumen. Cuando  tuvo  noticia  de  esto  le  pesó  mucho  de  ello ,  y  se  eosanó 
contra  el  caudillo  y  mandó  que  le  trajesen  á  Marruecos  encadenado,  y 
asi  se  hi20 ,  y  entró  en  la  ciudad  en  dia  de  pascua  de  Alfitra  de  sadida  de 
Ramazan ,  y  le  encarceló  afeando  su  crueldad  y  reprobando  su  determi- 
nación ,  y  después  de  larga  prisión  le  perdonó ;  pero  con  todo  eso  no  se 
restituyó  ninguna  cosa  á  los  infelices  moradores  de  Leila,  que  se  habían 
librack)  de  la  muerte ,  de  tanto  como  les  robaron. 

Entrado  el  año  550  (1155)  mandó  el  rey  Abdelmumen  rqmrar  las 
mezquitas  de  todas  las  provincias,  y  por  inclinación  y  gusto  pi^^pio  i 
la  erudición  mandó  también  que  se  permitiese  la  lectura  de  hadioes,  la 
escritura  y  enseñanza  de  ellos ,  y  prohibió  con  mucha  severidad  la 
quema  do  libros  de  caballerías ,  y  permitió  que  se  escribiesra  fatelMvs 
y  aventuras  y  cuentos ,  y  estas  órdenes  pasaron  y  se  pubUcaron  ea  todaí 
las  provincias,  así  de  África  como  de  Andalucía. 


'  CAPITULO  XLIV. 

Gon^uütÉ  de  l09  Aimébtdes  eli  Afrie«.  Sy  f}ército  y  ótú^n  de 

En  Andalncia  el  ejército  de  los  Almohades  corrió  la  tierra  de  Gra- 
nada ,  y  hoyó  de  ella  el  príncipe  Aly  de  los  Almorávides ,  y  se  retiró  á 
Almunecáb  con  ánimo  de  embarcarse  si  las  cosas  seguían  mal.  Ocupa- 
ban sus  gentes  las  fortalezas  de  la  costa  del  mar,  y  estando  en  Almune- 
cáb este  caudillo  murió  con  veneno  que  le  dieron  año  S51  (11 5€}.  Los 
Almohades  se  apoderaron  de  la  ciudad  de  Granada  que  entregó  por  ave- 
nencia el  naib  dNs  Aben  Gania ,  y  entraron  en  su  alcazaba ,  y  se  hizo  en 
sus  mezquitas  la  chotl>a  |)or  Abdelmumen ,  y  los  granadles  envyaron  sus 
juramentos  de  obcdicmia  al  rry,  vse  añadfú  esta  ciudad  á  la  regencia 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  4SS 

de  Cid  Abu  Said ,  y  se  nombró  irali  para  que  la  gobernase ;  pero  apa* 
lias  habian  salido  de  ella  las  (ropas ,  cuando  el  populacho  se  alborotó  j 
acomoiió  á  la  goarnicion ,  degollaron  parte  de  ella  y  al  gobernador,  j 
se  alzó  con  la  ciudad  Aben  Mardenís  con  ayuda  de  su  pariente  Aben 
Ucmsek,  señor  de  Xecura  y  wali  de  Murcia,  unido  con  cristianos. 

Venido  el  año  552  (1157)  el  príncipe  Cid  Abu  Said  apretó  tanto  d 
cerco  á  la  ciudad  de  Almería  por  mar  y  tierra  que  les  fué  forzoso  ren- 
dirse :  los  cristianos  que  la  presidiaban  pidieron  que  se  les  diese  aeguro 
de  sus  vidas  y  libre  paso  para  sos  tierras ,  y  asentó  con  ellos  las  condi* 
clones  de  la  entrega  el  vizir  alcatib  Abu  Giafar  ben  Atia ,  y  se  recobró 
esta  ciudad  y  su  inaccesible  fortaleza  diez  años  después  que  la  tomaran 
los cristíauos.  Se  hizo  en  sus  mezquitas  oración  por  Abdelmumen,  se 
Be|)araron  sus  muros  que  habían  padecido  harto  en  los  combates  ^  y 
luego  partió  el  ejército  á  lo4e  Granada ,  porque  mandó  Abdelmumen 
que  se  luciese  la  conquista  de  aquella  ciudad ,  y  se  sujetase  al  vecindad 
rio  Pa^esta  e&pedicion  envió  á  su  hijo  Cid  Juzef  y  al  caudillo  Otman 
coo  numerosa  hueste  :  juntáronse  con  estas  tropas  las  de  Cid  Abu  Said 
y  fueron  á  cercar  la  ciudad  de  Granada,  pusieron  delante  de  ella  aa 
campo ,  acudieron  do  auxiliares  de  loa  Ahnohades  tropas  del  Algarbe 
enviadas  por  el  wali  Sid-Uay,  «í  quien  se  confirmó  en  la  tenencia  de 
Xilbe  y  (]alat  Mertula ;  este  pra  hijo  de  Abdcl  Wahib  ben  Sid-Ray,  el  vi- 
zir que  también  habia  sido  \Fali  de  Algarbe :  se  puso  cerco  a  la  ciudady 
littbo  sangrientas  batallas  y  escaramuzas  entro  los  granadles  k  loa  Al- 
mobades,  y  se  combatió  la  ciudad  mucho  tiempo  con  diferentes  máqui* 
'uis  y  continuos  asaltos ,  y  se  entró  por  fuerza  de  armas ,  y  fué  el  dia  de 
la  entrada  dia  de  atroz  matanza  :  en  ella  murió  peleando  el  AercM  deloa 
cristianos ,  y  los  caballeros  que  le  acompañaban ,  que  eran  auxiliares  de 
Aben  Mardenis.  Este  caudillo  y  su  pariente  Ibrahim  Aben  Hemaek 
huyeron  con  buenos  caballos  y  se  libraron  de  la  muerte.  Decía  Matmc 
y  el  Sahib  Salat  que  la  sangrienta  entrada  de  esta  dudí^  habia  sido  el 
ano  557 ,  que  entcmces  fué  aquella  horrible  matanza  en  que  murieron 
el  héroe  de  los  cristianos  y  toda  su  gente.  Dios  lo  sabe.  Los  Almora vides 
viéndose  sin  esperanza  de  poderse  niantener  en  Andalucía  se  pasaron  ¿ 
31  ayorca  donde  estaban  sus  caudillos  Aben  Ganias,  padre  y  hijO|  que  fué 
so  asilo  en  esta  ocasión  en  que  nada  les  quedó  en  España. 

£n  este  año  552  (1157)  tuvo  el  rey  Abdelmumen  tantas  quejas  de  la 
conducta  de  su  vizir  Abu  Giafar  ben  Atia ,  que  le  obligó  el  deponerle 
porque  le  acusaban  de  haber  hecho  muchas  vejaciones  al  pueblo ,  y  de 
quo  estaba  muy  rico  \  por  esta  causa  se  suscitó  contra  él  la  envidia  y  le 
ptTdíó.  Mandóle  el  rey  poner  en  prisión  en  Xawalde  dicho  año  y  le  con- 
fiscó sus  bienes  ^  Dio  el  cargo  de  vizir  que  este  tenia  ¿  Abdel  Selem  ben 
Muhamad  Alcumi ;  porque  este  tenia  una  hermosa  hija  con  quien  es4aba 
casado  el  hijo  del  rey  Cid  Abu  Hafas ,  si  bien  no  se  acabó  el  concertado 
casamiento  hasta  después  de  la  muerte  de  Abu  Giafiír  ben  Atia^  que 

'  t>Kcn  quf  pn  csla  ocasión  Aben  Alia  cscrilná  niio5  versea  al  rry  cxrusando  su  IrataHo  qoe 
"•niil^S  Hc^alet  o  rarlgí,  y  «pie  el  rry  |r  |ierilonv:  i>ero  no  Ir  >oKi«j  A  empleo  ni  le  dio  i»u» 


••A»^, 


484  HISTOniA  DE  LA  DOMINACIÓN 

era  suegro  de  Cid  Aba  Hafas ,  y  Abdelmumen  su  padre  le  mandó  que 
repodiase  ¿  la  hija  de  Aben  Alia ,  aunque  la  amaba  mucho  el  principe ; 
pero  hubo  de  obedecer  á  su  pesar,  y  casó  con  la  hija  del  nuevo  vizir  Ab- 
delcelem ,  y  se  dice  que  este ,  sabiendo  que  Aben  Atia  favoreda  las  in- 
tenciones del  principe ,  y  le  mantenía  excusándose  con  su  padre  con 
muy  buenas  razones ,  le  dio  veneno  én  la  cerradura  de  unos  versos  que 
le  envió,  y  que  Atia  respondió  á  eUos  sin  sentir  novedad ,  excusándose 
con  él  de  las  intrigas  que  le  atribuia ,  y  que  al  segundo  dia^nurió  S  Era 
natural  de  Camarote  en  España  oriental,  estuvo  de  mogrebí  en  Se?i- 
lla  y  su  tierra  en  compañía  de  su  hermano  Yahye  ben  Atia  seis  años,  tres 
meses  y  diez  y  ocho  dias,  y  fué  viztr  quince  años ,  dos  meses  y  veinte 
dias  :  fué  excelente  ingenio  para  la  pocsia  y  muy  sabio  y  político,  fa- 
vorecia  en  Marruecos  á  los  andaluces ;  y  esto  le  produjo  enemigos.  Eta 
esfle  tiempo  mandó  el  rey  Abdelmumcif  que  se  escribiese  contra  las 
cuestiones  del  cordobés  Abúl  Rasan  Abdelme\íc  ben  Ayas.      ^ 

Venido  el  año  553  (1158)  fué  el  movimiento  y  expciUcíon  cintra  Ma* 
bedia  que  habian  antes  ocupado  los  cristianos  de  Sicilia,  por  mano  de 
Alhasen  hijo  de  Aly  ben  Yahye  ben  Temim  el  Maan  ben  Ycdis,  de  la  fa- 
milia de  Taxfin ,  y  la  tenia  por  herencia  paterna.  Entráronla  los  cristia- 
nos enemigos  de  Dios  acaudillados  del  señor  de  Sicilia,  que  la  combatió 
hasta  apoderarse  de  ella  por  fuerza  de  armas  después  del  año  540,  y  el 
príncipe  Alhasen  se  había  retirado  á  Medina  Algezair  y  allí  se  habia  es- 
tablecido ,  y  cuando  Abdelmumen  entró  con  su  hueste  en  Algezair  le 
salió  á  recibir  este  príncipe  Alhasen ,  y  Abdelmumen  pagado  de  su  gen- 
tileza y  de  su  noble  ascendencia  le  casó  con  una  hija  suya ,  y  le  llevó 
consigo  á  Marruecos  donde  les  dio  hermosas  casas  y  jardines ,  y  le  llevó 
oonsigo  para  esta  expedición  el  año  553   Escribió  á  las  provindas, 
allegó  mucha  caballería  y  gente  de  á  pié  innumerable  :  partió  de  Me- 
dina Sale  para  oriente ,  y  el  orden  y  disposición  de  sus  marchas  era  de 
esta  manera. -^o  principiaba  á  marchar  sino  después  de  la  azala  de 
Azohbi  poco  antes  de  salir  el  sol ,  y  algo  después  de  rayar  el  alba.  Para 
mardiar  se  hacia  señal  al  campo  con  un  alambor  grande  hecho  á  pn>- 
póñto  redondo ,  de  quince  codos ,  de  cierta  madera  muy  sonora ,  de  co- 
lor  verde  y  dorado,  la  señal  era  tocar  tres  golpes  en  aquel  enorme  tam- 
bor que  se  oian  media  jornada  en  día  sereno  y  sin  aire ,  y  tocado  en  lo- 
gar alto;  yhiego  todo  el  campo  se  ponía  en  movimiento  y  comenzaba á 
Bnarcbar,  que  todos  estaban  ya  apercibidos.  Cada  cabila  seguia  subaa* 
dera  y  en  la  marcha  todas  iban  cogidas ,  sino  la  de  vanguanlía  que  lle- 
vaba bandera  alta  y  tendida  blanca  y  azul  con  lunas  de  oro.  Las  tienda» 
y  pabellones  en  acémilas  y  camellos ,  y  lo  mismo  la  provisión  con  oa 
ejército  de  pastores  que  conducían  los  ganados ,  bueyes  y  cameros  qoe 
iban  para  mantenimiento  de  las  tropas.  Llegó  á  tener  Abdelmumen  en 
su  campo  setenta  mil  hombres  de  á  pié.  Llevaba  su  ejército  dividido  en 
cuatro  huestes,  las  cuales  caminaban  apartadas;  cada  una  llevaba  á  fat 
otra  un  día  ddante ,  para  que  no  faltase  provisión  de  agua ,  ni  oomodi- 

Alabar  que  on  el  alio  S9?. 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  485 

dad  de  Ingar,  sedo  caminaban  hasta  medio  dia,  y  desde  la  hora  de  adobar 
acampaban  y  descansaban  para  marchar  al  dia  siguienic  á  la  h<»ra  ya 
dicha.  Coo  este  lento  paso  tardó  Abdclmumcn  desde  Sale  hasta  Tonex 
seis  meses ,  siendo  camino  de  setenta  dias  para  gente  suelta  de  ¿  caballo. 
Cuando  el  rey  montaba  en  su  caballo  estaban  delante  de  él  todos  loa 
principales  jeques  y  caudillos  de  su  corte  y  ejército,  los  cuales  hacían 
con  él  la  azala ,  y  acabada  se  apartaban  á  cierta  distancia  guardando  el 
orden  que  les  convenía.  Ciento  de  estos  iban  delante  á  buena  distancia 
en  hermosos  caballos  con  jaeces  bordados  de  oro  con  franjas  y  borlonei 
de  excelente  labor,  con  lanzas  tachonadas  de  marfil  y  de  plata  con  ban- 
derolas de  cintas  de  varios  colores.  También  llevaba  Abdelmumcn  en 
sus  marchas  el  Mushaf  de  Otman  ben  Aran  el  tercer  califa ,  que  había 
traído  á  Córdoba  Anasir  Abderahman  III  de  los  ben  Omeyas  de  Andalu- 
cía ,  y  le  tenían  en  la  mezquita  grande  de  Córdoba  en  tiempo  que  ocupa* 
ron  aquella  ciudad  los  caudillos  del  rey  Abdelmumen.,  y  mandó  que  se 
le  trajeran,  y  gastó  en  su  adorno  un  tesoro  :  guardábase  en  una  rica 
caja  de  madera  preciosa  aromática  cubierta  de  planchas  de  oro  empe- 
dradas de  rubíes  y  de  esmeraldas  que  formaban  elegantes  labores,  y  en 
medio  de  cada  plancha  uurubi  labrado  en  íigura  de  uña  de  caballo  y  de 
su  misma  grandeza  :  las  cubiertas  interiores  eran  de  tela  verde  de  oro  y 
seda  sembrada  de  rubíes  y  esmeraldas  y  otras  piedras  muy  preciosas  de 
inestimable  valor,  y  todo  envuelto  en  paños  de  oro  con  bordaduras  de 
perlas  y  todo  género  de  riqueza  de  los  Omeyas ,  de  los  Aben  Abedes, 
Aben  Hudes  Almorávides  y  de  la  familia  de  Sanhaga ,  que  todos  los  pría- 
cipes  se  habían  esmerado  en  su  ornato.  Llevábase  la  caja  en  unas  andas 
preciosas ,  y  en  sus  cuatro  lados  iban  cuatro  banderas ,  y  estas  se  lleva- 
ban delante  del  rey  Abdelmumen  y  de  su  hijo  Abúl  Aafás  que  iba  con 
él  á  su  lado  :  detras  de  ellos  iban  los  demás  principes  sus  hijos  sin  mez- 
clarse con  su  hermano  mayor  :  á  estos  seguían  las  banderas  de  todas  las 
tribus  en  su  orden  y  una  tropa  de  atabaleros  en  grandes  caballos  con 
tambores  de  metal,  y  los  trompeteros  con  sus  grandes  trompas  y  ana- 
files  y  demás  música  de  guerra.  Luego  seguían  los  malíes,  alcaides^ 
vizires  y  ministros,  y  después  toda  la  demás  tropa  sin  incomodarse  ni 
estrecharse  unos  á  otros.  Luego  que  llegaba  la  hora  de  acampar  se  repar- 
tían en  sus  estancias  con  orden  y  repartimiento  muy  concertado,  y  nin* 
guno  podía  salir  de  su  alojamiento  sin  licencia  de  sus  arrayazes.  Asi- 
mismo era  bien  concertada  la  provisión  del  campo  y  ninguno  sentía  la 
fdlta  de  su  casa ,  pues  estaban  las  provisiones  necesarias  tan  abundantes 
romo  en  los  zoques  de  las  populosas  ciudades.  Con  este  innumerable 
ejército  de  Almohades ,  alárabes  y  zenetcs  cedria  las  tierras  de  oriente 
de  África ;  y  sojnzgó  con  ayuda  de  Dios  la  tierra  de  Zaba  y  las  fortale- 
zas do  eslas  regiones,  humillándosele  muchos  pueblos  rebeldes  en  las  co- 
marcas de  la  antigua  Gartago. 

Antes  de  llegar  á  Túnez  salió  embajada  de  la  ciudad :  los  enviados 
eran  loa  principales  de  ella ,  y  le  pidieron  seguridad  y  que  los  recibiese 
bajo  su  fe  y  amparo.  Abdelmumen  los  concedió  seguro  para  ellos ,  sus 
mugerca,  hijos  y  familia^  pero  sos  bienes  dijo  que  debían  repartirse 


m  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

entre  sus  tropas.  Esfa  respuesta  no  satisGzo  h  los  de  Túnez ,  y  cerraron 
aus  puertas ,  y  la  cercó  el  rey  Abdelmumen ,  y  estuvo  en  el  cerco  tres 
dias,  que  luego  pasó  adelante  dejando  tropas  que  la  mantuviesen  cer- 
cada :  levantó  su  campo  y  pasó  á  Gairvan  y  la  entró ,  y  tomó  también  la 
dudad  de  Susa  y  la  de  Safes ,  y  de  ella  caminó  á  la  Tuerte  chidad  de 
Mehedia.  Antes  de  llegar  á  ella,  las  tropas  que  tenían  cercada  la  ciudad 
de  Túnez  apretaron  tanto  ¿  los  vecinos  que  se  rindieron  con  las  condi- 
ciones puestas  por  Abdelmumen ,  y  como  le  avisasen  volvió  con  so  ca- 
bÉlleria ,  y  saqueó  la  ciudad ,  y  juntó  fuera  de  ella  todas  las  riquezas  de 
sus  moradores  que  dividió  con  mucha  igualdad  entre  sus  tropas ,  que 
hacían  después  feria  franca  de  sus  despojos  y  los  vendían  á  sus  dueños. 
Se  tomó  Medina  Túnez  entrado  d  año  554  ,  y  mandó  el  rey  fabricar 
en  lo  alto  de  la  ciudad  una  alcazaba  de  torres  triangulares  altas  y  her- 
mosas ,  y  entre  la  alcazaba  y  la  ciudad  estaban  los  maristanes  y  cole- 
gios. Acabadas  las  obras  pasó  al  cerco  de  Medina  Mahedia  que  presidia- 
ban los  cristianos  de  Sicilia,  que  también  eran  dueños  de  Medina  Sifakrs 
y  Bona  en  aquella  costa.  Guardaban  la  ciudad  de  Mahedia  tres  mil 
irisUanos,  y  bi  cercó  Abdelmumen  por  mar  y  tierra,  y  aplicó  máquinas 
contra  sus  mnros ,  y  truenos  asi  por  mar  como  por  la  parte  del  medio- 
día,  y  no  cesaban  los  combates  de  dia  ni  de  noche.  Por  la  parte  del 
mediodía  se  combatia  desde  un  sitio  estrecho  fortificado  con  fuerte 
muro ,  tan  ancho  que  podian  ir  por  él  dos  hombres  á  caballo  á  la  par. 
Vinieron  al  socorro  de  los  cercados  doscientas  naves  de  Sicilia  con  ma- 
dia  gente  de  armas,  máquinas  y  provisiones,  y  salió  contra  ellos  el 
alcajde  y  amir  del  mar  Abu  Abdala  ben  Maymun  con  gran  numero  de 
naves  y  gente  de  Andalucía  y  de  Almagrób ,  y  delante  de  la  puerta  que 
sale  de  las  Ataranas  alli  se  dieron  sangrienta  batalla  con  grave  malaoza 
de  ambas  parles ;  pero  vencieron  los  muslimes  tomando  muchas  naves 
de  provisiones,  y  quemando  otras  de  los  enemigos ,  con  grave  daño  eo 
la  gente.  Se  fué  alargando  mucho  el  cerco ;  pero  al  fin  todo  cedió  á  h 
constancia  de  los  Almohades ,  y  á  los  seis  meses  y  nueve  dias  fué  entrada 
)a  ciudad  por  fuerza  de  armas  degollando  á  todos  los  cristianos  que  en 
ella  estaban  sin  perdonar  vida.  Cuenta  Yahye  que  esta  ciudad  viendoel 
propósito  de  Abdelmumen  que  no  queria  alzar  mano  de  sobre  la  ciudad 
hasta  entrarla ,  que  le  enviaron  ocho  mensagcros  que  le  hablaron  coo 
mucha  humildad  y  le  adularon  diciendo  que  habían  liallado  en  ciertos 
Hbros  suyos  que  él  había  de  apoderarse  de  toda  aquella  tierra ,  y  asi- 
mismo de  su  ciudad,  pero  que  les  con  venia  á  los  vecinos  de  ella  ocultar 
y  disimniar  su  deseo  de  ponerse  en  su  obediencia  hasta  tiempo  de  seis 
meses,  que  entonces  le  debían  pedir  seguro  de  sus  vidas  y  ponerse  en 
sus  manos :  que  el  rey  Abdelmumen  los  creyó ,  y  les  dio  s^foro  para 
que  saHesen  libres  con  sus  bienes  y  armas ,  y  que  firmó  sus  ofrecimien- 
tos,  y  los  cumplió  y  se  fueron  libres  los  cristianos  á  Sicilia :  fué  la  con- 
quista en  el  año  de  555  (1160),  y  después  de  conquistada  Mahedia  las 
demás  ciudades  y  fortalezas  de  la  costa  se  rindieron  con  facilidad ,  j  foé 
ya  cosa  llíina  sojnzs^ar  toda  la  tierra  oriental  de  África.  Entraron  en- 
tonces an  su  obediencia  todas  las  cahitas  y  pullos  que  moran  y  vagan 


BE  LOS  AlliBES  EN  ESPAÑA.  48 


t 


éañt  Barca  hasta  Télcncen ,  sin  que  intcTmcdiasc  territorio  ni  señoría 
que  no  fuese  sayo ,  y  no  estuviese  bajo  su  fe  y  amparo ,  y  gobernado  por 
sus  walies,  amfles,  y  alcaides :  reparó  y  levantó  los  muros  y  torres  de 
muchas  ciudades  y  fortalezas ,  y  en  todas  edificó  mezquitas ,  hospitales 
y  colegios  para  ensefianza  de  los  niños.  En  este  tiempo  mandó  Abdcl- 
mumen  medir  por  millas  y  parasangas  las  tierras  de  África  desde  Barca 
hasta  Velad  Núl  en  Sus  Alaksá  por  su  largo  y  ancho ,  deducida  geomé- 
trifiamente  una  fracción  tercia  por  los  montes ,  asperezas,  rios ,  lagos  y 
rodeos  necesarios  de  los  caminos ;  por  estas  medidas  ordenó  que  se  re- 
partiesen las  tierras,  términos  y  comarcas  de  las  ciudades  y  pueblos,  y 
que  asi  se  arreglase  con  justicia  conforme  á  la  población  el  terreno  y 
las  contribuciones  de  frutos  y  ganados  que  debía  pagar  cada  provincia ; 
de  manera  que  se  atendiese  la  extensión  y  calidad  de  los  países  y  la  co- 
modidad que  ofrecían  para  beneficiar  los  frutos  do  la  labranza  y  pastoría 
qucson  las  verdaderas  riquezas  diüos  estados.  Dicen  que  fué  el  primero 
que  escribió  y  arregló  esto  en  Almagréb,  y  concluyen  Albornoz  y 
Hannoo  que  acabó  la  conquista  Se  Almabedia  en  dia  Axur  del  año 
555  (1160) :  en  este  año  fué  la  muerte  del  célebre  vizir  Abu  Giafar  Ah- 
m  d  Aben  Atia  con  veneno  que  le  paso  en  unos  versos  Abdel  Selem  de 
Sale ,  que  le  sucedió  en  el  empleo  cuando  el  rey  Abdelmumen  depuso  á 
este  insigne  andaluz.  En  este  mismo  año  los  cristianos  tomaron  la  forta- 
leza de  Alcázar  Alfetah  en  Algarbe ,  que  se  llamaba  alcázar  de  Abí 
Denis,  j  degollaron  á  los  que  la  defendían. 


CAPITULO  XLV. 

Acción  heroica.  Pasa  ÁJiídelrotunen  á  España ,  y  se  vuelT^loegp. 

Acabada  la  conquista  de  oriente  de  África  so  encaminó  Abdelmumen 
hacia  Tanjacon  ánimode  pasará  Andalucía :  continuó  sus  marchas  hacía 
Almagréb,  y  llegando  á  Medina  Whran  licenció  á  sus  tropas  para  que 
los  alárabes  tornasen  á  sus  tierras,  y  escogió  mil  de  cada  tribu  con 
sus  hijos,  mugeres  y  familia ,  y  fundó  alU  la  ciudad  de  Baleha.   La 
causa  y  ocasión  de  esta  puebla  fué  de  esta  manera.  Como  viesen  los 
Almohades  que  se  dilataban  sus  e^^pediciones,  y  se  alargaba  su  per- 
nuanencia  eñ  Oriente,  algunas  taifas  de  ellos  con  el  grande  y  vivo 
deseo  de  volver  á  sus  patrias ,  creyendo  que  para  esto  no  había  otro  me- 
dio ,  determüiaroQ  matar  al  rey  Abdelmumen.  Concertaron  entre  si  que 
el  modo  mas  fácil  era  asesinarle  de  noche  durmiendo  en  su  pabellón. 
Gerio  noble  y  honrado  jeque  entendió  algq  de  esta  conjuración ,  fué  al 
rey  y  le  contó  aquella  trama  que  se  urdía  contra  su  vida ,  y  le  pidió  que 
le  dejase  dormir  á  él  en  su  propio  lecho  aquella  noche,  sin  que  nadie 
sopiese  nada ,  que  el  rey  se  fuese  de  secreto  á  su  tienda ,  y  le  dijo  :  Se- 
ñor ,  de  esta  manera  redimo  tu  vida  con  la  mía  que  vale,  poco ,  y  hace- 
mos un  barato  de  suma  importancia  para  el  bien  común  de  los  muslimes, 
yo  e5(pero  que  Dios  me  lo  pagará  con  copiosa  recompensa  si  estos  mal- 


498 


mSTORU  DE  LA  DOMOUCaOll 


vados  ponen  por  obra  súmala  intención,  jsino  yo  habré coniplido por 
mi  parte  lo  que  debo  hacer  por  mesira  segundad  :  y  en  ambas  casos 
Dios  es  el  rcmuncrador.  Abdelmumen  creyó  que  no  debia  despreciar 
aquel  avisoy  aceptó  su  ofrecimiento ,  y  se  quedó  d  jeque  á  dormir  en  d 
p¿>ellon  y  cama  del  rey,  y  Abdehnumon  disCra^sado  se  aseguró  en  otra 
parte.  Aquella  noche  murió  mártir  el  jeque,  que  le  mataron  á  puñaladas 
en  la  cama  del  rey .  A  la  hora  del  alba  hizo  Abdelmumen  anazala  por  él, 
y  cuando  le  halló  muerto  le  amortajó  por  sus  manos,  y  le  puso  sobre 
una  camella  a  la  cual  mandó  dejar  suelta  y  que  nadie  la  guiase :  ella 
caminó  vagando  á  derecha  y  á  izquierda  hasta  que  se  cansó  y  se  echó, 
y  en  aquel  mismo  lugar  en  que  la  camella  se  habia  echado  mandó  hacer 
el  sepulcro  para  el  jeque,  y  le  enterró  alli  y  edificó  una  capilla  y  grande 
atrio,  y  al  contcM'no  de  la  capilla  ediCcó  una  buena  población^  y  ordenú 
que  de  cada  tribu  quedasen  alli  diez  hombres  de  las  tribus  de  Almagréb, 
y  que  morasen  en  aquella  ciudad ,  y  desde  entonces  el  sepulcro  dd 
jeque  ha  sido  de  mucha  vcncraciun^y  le  visitan  hasta  hoy  las  gentes  de 
la  comarca .  A  la  entrada  del  rey  en  Medina  Telencen  después  de  este 
viajü  prendió  y  encarceló  al  vizir  Abdelselem  ben  Mufaamad  Alcumi, 
y  le  mandó  dar  veneno  en  una  taza  de  leche,  con  lo  que  acabó.  Pifflió 
Abdelmumen  de  Telencen  y  UcgóáTanjaen  Dylbagiadel  año  555  (i  160) : 
y  en  este  mismo  roes  se  acabaron  las  fortificaciones  que  habia  mandado 
hacer  en  Gebeitarík  que  habían  principiado  en  9  de  Rabie  primera  del 
mismo  año.  Se  hicieron  las  fortalezas  de  su  orden,  y  por  mandamiento 
de  su  hijo  Cid  Abu  SaidOtman,  wali  de  Granada,  y  el  maestro  que  las 
dirigió  fué  Alhág  Yaix,  gran  arquitecto  de  Andalucía. 

Entrado  el  año  55G  (1161)  pasó  el  rey  Abdelmumen  á  Gebalfetahcn 
la  costa  de  Andaluda ,  que  es  Gebaltarik ,  y  le  contentó  mucho  la  dispo- 
sición y  fortaleza  de  aquella  ciudad ,  y  aprobó  las  obras  acabadas  de  so 
orden.  Estuvo  alli  dos  meses ,  y  le  vinieron  á  visitar  los  walies  y  caudillos 
de  Andalucía  y  so  informó  del  estado  de  España  y  de  cada  provinda : 
cada  dia  venian  jeques  y  gentes  principales  á  saludarle ,  y  yinieron  mo- 
chosalimesy  buenos  poetasandaluces  que  le  decían  versos  en  su  alabanza  -. 
entrerUros  oradores  y  poetas  se  presentó  Abu  Giafar  ben  Said  de  Gra- 
nada, que  era  muchacho  de  poca  edad,  y  entró  en  compañía  de  su  padre 
y  de  sus  hermanos  á  saludar  al  rey  :  y  le  dijo  estos  versos : 


DE  GIAFAR  BEN  SAID  DB  ANIA ,  GRANADINO. 


DI  lo  que  quieras ,  la  ocasión  ofreea 
Oido  A  ta  decir,  y  la  fortuna 
Ahora  ius  mandatos  obedece 
En  cuanto  ilustra  la  fulgente  luna  .• 
Sumiso  el  orbe  á  tu  mandar  parece, 

Y  nadie  manda  ó  ?eda  cosa  alguna, 
Sino  tú  t>odero8o  y  sublimado, 

A  quien  eterno  Ati  sujetó  el  hado. 

Ni  la  tierra  ni  el  mar  tempestuoio 
Osaran  ya  faltar  i  tu  obediencia , 
Antes  rendido  el  piélago  furioso 
I>or  ti  refina  y  elfie  tu  Tehemenott  : 

Y  fv  «ende  y  «larga  esirepifoM , 


Y  en  tu  Berricio  muestra  su  potencia 
Inmensas  tierras  tuyas  abrasando, 

Y  tus  enormes  naves  sasteniando. 
Inmensas  tierras  tuyas  conquistadas 

Y  unidas  i  tu  imperio  y  scnriduntee. 
Con  Talor  de  tna  tropas  tsfonadas. 
Cual  las  olas  del  mar  su  mudiedombic  ¡ 
En  tu  campo  las  huestes  congregadat 
At  punto  de  rayar  del  eol  la  lumbre 
En  movimiento  y  rebramar  hinchado 
Semejen'bravo  mar  alborotado. 

Tal  es  el  pueblo  luyo  innnmeraUt 
Que  ^llieioso  vigne  les  toiderm. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAAA. 


09 


laiipiitt  de  venloni  perdurable. 
De  trionfes  y  Tictoiias  verdaderas ; 
CoB  prestas  niTes  pasas  el  instable 
Piilage,  7  de  Aigecira  en  las  riberas    , 
Tos  gloriosas  U^ign^as  les  tremolas, 
Espanto  de  las  gentes  espafiolas. 

Pondrán  en  tu  obediencia  fAcilmente 
Al  audat  que  tu  imperio  usurpa  osado  ^ 
Sin  que  le  raiga  la  rebelde  gente 
Que  ligoe  so  penden  desventurado  : 
Aqoi  la  lanía  tuya  prepotente 


BenovarA  del  tiempo  ya  pasado 
Celebres  casos,  y  la  noble  historia, 
Que  eonsenra  en  sns  futoa  la  uMmoria. 

Renovarás  la  próspera  fortuna 
Del  tnclito  Tarik,  de  Muza  fiero , 
Que  del  Islam  con  la  ereclAite  tana 
Eclipsaron  los  rayos  al  lucero  : 
Ni  comparables  sois  en  cosa  alguna, 
Ben  Zayde  y  ben  Mnceir ,  ni  vuestro  acero 
Igual  al  de  Abdelmumen,  ni  su  estrella 
A  vuestra  luna  cede  llena  y  bella.. 


Entoiioes  mandó  el  rey  que  se  hiciese  gazna  en  tierra  de  Algarbe 
contra  los  cristianos  que  ocupaban  las  forlalczas  de  aquella  frontera, 
j  envió  diez  y  ocho  mil  caballos  Almohades ,  y  salió  de  Córdoba  el 
jeque  Abu  Muhamad  Abdala  ben  Abi  Ilafas  con  buena  gente ,  y  tomaron 
por  fuerzas  de  armas  la  fortaleza  de  liisn  Atarnikes  en  conCnes  de 
Badajoz,  y  no  perdonó  vida  á  ningún  cristiano  de  los  que  allí  estaban. 
Vino  el  rey  Alfons  de  Toledo  en  socorro  de  los  suyos ,  y  bailó  que  ya 
la  fortaleza  estaba  perdida  :  los  Almohades  le  salieron  al  encuentro  y 
le  dieron  batalla  que  fué  muy  reñida  y  sangrienta,  y  Dios  le  venció  y 
perdió  seis  mil  de  his  suyos ,  y  muchos  cautivos,  que  de  ellos  vinieron 
muchos  á  Córdoba  y  Sevilla  en  manos  de  los  vencedores  Almohades  :  se 
recobraron  en  esta  jornada  muchas  fortalezas,  ylasciudades  de  Badajoz, 
fieja,  Beíra ,  y  Hisn  Alcázar ,  y  puso  Abdelmumen  por  wali  de  esta  tierra 
y  fnMitera  á  Muhamad  ben  Aly  ben  Alhág  :  y  en  el  mismo  año  se  vol  vi<'i 
el  rey  Abdelmumen  á  África ,  y  á  descansar  á  Medina  Alarruecos. 

\  enido  el  año  557  (1 1 6*2)  mandó  el  rey  Abdelmumen  corregir  los 
cf>fos  y  divisiones  de  todas  sus  provincias  para  arreglar  las  contribu- 
nones  y  servicio  de  gente  que  podia  enviar  cada  una  para  la  guerra 
por  mar  ó  por  tierra  contra  los  Ínfleles ,  ó  contra  cualquiera  enemigo 
del  imperio ,  procurando  atender  á  las  poblaciones  de  cada  provincia , 
>'  á  la  proporción  de  sus  costas.  Mandó  sacar  cuatrocientas  plazas  de 
lli^ik  Álamora ,  y  de  su  puerto  ciento  y  veinte :  de  Tanja ,  Cebta ,  Be 
dis  f  Mersa  Arif  á  ciento  :  de  Velad  Afríka ,  Whran  y  Mersa  Ilenin  á 
ciento,  y  de  Andalucía  ochenta  plazas.  Asimismo  ordenó  la  cantidad 
y  calidad  de  armas  que  debía  dar  cada  provincia ,  y  los  caballos  y  c^cé- 
milas  y  camellos  con  que  debía  ayudar  cada  amelia  -.  resultando  que  se  fa- 
bricaban cada  día  diez  quintales  de  flechas  en  sus  estados,  y  espadas  y  lan- 
Eas  y  demás  armas,  asi  ofensivas  como  defensivas  sin  cuento,  que  podía 
irmar  con  ellas  á  toda  la  gente  do  África  y  España  si  fuese  necesario :  la 
[riba  Cumia  sola  contribuía  con  veinte  mil  caballos,  servicio  que  se  im- 
[insieren  sus  jeques  como  en  satisfacción,  porque  se  averiguó  que  habían 
(ido  de  ella  los  conjurados  que  intentaron  darle  muerte  cuando  sucedió 
u  que  ya  se  dijo  del  jeque  que  asesinaron  en  su  lugar ,  y  no  tomó  el 
*oy  de  dlOB  otra  venganza ,  sino  que  dejó  la  pena  al  arbitrio  do  los  jeques 
le  aquella  tribu.  Ofrecieron  salir  en  su  servicio  para  la  guerra  cuan- 
ris  pudiesen  manejar  el  freno.  Asi  fué  que  sin  avisar  ni  decir  nada 
uisleroD  cumplir  su  ofrecimiento,  y  se  pusieron  en  marcha  cuarenta 
sil  de  i  caballo  con  sus  armas  y  vestidos,  y  vinieron  hacia  Marrue- 


490  fflSTORIA  f>K  LA  MMlMACim 

eos  para  presentarse  al  rey  y  servirle  donde  les  mandaise.  Las  gentes  de 
los  pueblos  por  donde  pasaban  extrañaban  la  marcha  de  lanía  caballe- 
ría. Asi  que  corrió  voz ,  y  al  llegar  es4as  tropas  á  Wadi  Oro- Aabic  en- 
tendieron 1(B  Almobades  su  venida  ,  y  avisaron  de  aquélla  novedad  á 
Abdelmumen  muy  maravillados,  diciéndole  que  habían  preguntado á 
estas  gentes  quiénes  eran  y  dónde  caminaban ,  y  que  les  habían  rcspoih 
dido  :  Nosotros  somos  zeneles  de  la  tribu  Cumia  que  venimos  á  visitar 
al  amir  amuminin  y  á  saludarle  :  que  oída  esta  respuesta,  el  candiUo 
Abu  Hafas  y  su  caballería  se  venían  ¿  estar  al  lado  del  rey,  ol  cual  les 
agradeció  mucho  su  cuidado,  y  ordenó  que  todos  los  Almohades  estu- 
viesen dispuestos  y  prevenidos  para  lo  que  pudiese  acaecer ,  encar- 
gando con  graves  penas  que  por  su  parte  se  guardasen  de  dar  ocasm 
de  que  se  suscitase  algún  bullicio  ú  levantamiento  :  el  dia  de  la  entrada 
de  estos  zcnetes  en  Marruecos  fué  un  dia  de  gran  fiesta  :  púsolos  el 
rey  entre  sus  dos  cohortes ,  entre  la  tribu  de  Tinmál  y  la  tribu  Al- 
femea ,  como  en  segundo  lugar  de  sus  guardias^  y  les  permitió  hacer 
sus  gentilezas  á  caballo,  en  que  eran  muy  diestros ,  y  al  pasar  por  de- 
lante del  rey  humUlaban  sus  cabezas  y  hacían  arrodillar  á  sus  caballos 
con  ligereza  y  soltura  maravillosa. 


CAPITULO  XLVI. 

Guerra  enere  Almorividet  y  Almohade».  Tr«u  de  venir  á  E»p«Sa  pira  vet  AhMmmmm » 

y  muer«. 

En  este  año  de  557  en  tierra  de  Gicn  el  caudillo  Muhamad  bcn  Sad 
allegó  gente  de  armas  de  Guadis ,  Almunccáb  Alhadrft ,  y  de  las  Al- 
pujarras ,  y  con  numerosa  hueste  de  escogida  caballería  é  infantería 
que  acaud  liaba  en  compañía  de  Ibrahim  bcn  Ahmed  Hamsec,  y  de 
Abu  Ishac  Aben  Hamusec,  que  estaba  apoderado  de  Kcnénat,-y  de 
Ahmed  Abu  Giafar  hijo  de  Abdcrahman  Eloski ,  esforzado  alcaide  qoe 
había  sido  wali  de  las  fronteras  de  Granada,  de  Gicn  y  de  Murcia « d 
cual  no  era  menos  valiente  que  docto  y  buen  poeta.  Estos  caudillos 
TÍnieron  hacia  Granada  contra  los  Almohades.  Cuando  Ic^  de  la  ciudad 
lo  entendieron  salieron  contra  ellos  gran  caballería ,  y  se  encootraroo 
ambas  huestes  en  la  vega  el  dia  ^  jueves  28  de  Regeb ,  ordqnaron  con 
mucha  destreza  sus  haces ,  y  se  dieron  batalla  que  fué  de  las  mas  san- 
grientas que  hubo  en  España.  Por  ambas  partes  se  peleaba  coa  admi- 
rable valor  y  ar  iente  saña;  pero  vencieron  los  Almohades  con  he- 
roica constancia ,  y  la  caballería  de  Muhamad  ben  Sadi  hizo  prodigios 
de  valor ;  pero  quedó  despedazada  en  el  campo  la  mayor  parle,  j  la 
noche  libró  déla  muerte  las  valerosas  reliquias  de  ella.  Fue  muy  grave 
la  perdida  por  ambas  partes,  y  el  derramamiento  de  sapgre horrible, 
pues  salían  arroyos  de  ella  de  entre  los  combatientes,  y  por  eso  b 

t  Alabar  dice  Tiemes ,  y  qtie  »e  dio  la  batalla  on  Marg arracád. 


I^  LOS  ARABFuS  EN  ESPAÑA.  491 

Damaron  el  dia  de  Asabicftt  6  de  la  efusión  de  sangre.  I  os  esforzados 
randiUos  de  Andalucía  se  retiraron  aquella  noche  á  las  sierras  adonde 
se  refogiaron  las  fogili  vas  reliquias  de  su  gente.  Hamusec  entró  en  Gien, 
T  dejando  en  ella  al  waiir  Abu  Giafar  que  la  fortificó  de  buenas 
lorrcs,  se  Alé  á  Murcia.  Deseosos  de  vengarse  apellidaron  la  tierra  y 
se  les  juntó  mucha  gente  de  las  Alpnjarras ,  de  Guadis  y  otras  ciudades 
se  les  unieron  muchos  caballeros ,  y  no  confiando  en  sus  solas  fuerzas 
llamaron  en  su  ayuda  á  los  cristianos ,  que  enviaron  escogida  caballería 
de  tierra  de  Toledo.  Concertaron  que  se  juntarían  en  la  campiña  de 
Córdoba  y  llanos  de  übeda  para  ir  contra  los  Almohades.  Estos  no  se 
descuidaron  en  prevenirse,  y  salieron  al  encuentro  de  Muhamad  ben 
Sad,  de  Hamusec  y  sus  auxiliares  cristianos.  Avistáronse  ambos  ejér- 
citos en  las  llanuras  del  campo  de  Córdoba  y  se  dieron  cruel  batalla  en 
que  todos  pelearon  como  tigres  y  rabiosos  leones;  pero  el  valor  délos 
Almohades  triunfó  déla  desesperada  rabia  de  los  cristianos  y  muslimes 
de  Aben  Sad ,  los  cuales  huyeron  con  grave  matanza ,  que  el  campo 
quedó  cubierto  de  cadcávefes :  fué  esta  sangrienta  batalla  en  dia  do- 
mingo 12  de  la  luna  de  Xawal  del  mismo  año  de  557  (1 163).  Los  dos 
caudillos  Muhamad  y  Aloski  se  retiraron  á  tierra  de  Gien  y  á  Murcia , 
y  poco  después  entraron  en  Gien  por  avenencia. 

Entre  tanto  en  África  disponia  Abdelmumen  pasar  á  España  para  ha* 
cer  en  eUa  santa  guerra  cu  servicio  de  Dios,  y  paiwTeste  fin  partió  de 
3Iarruecos  dia  jueves  5  de  Rabie  primera ,  y  llegó  á  Rabat  Alfetáh, 
y  desde  alli  escribió  á  las  provincias  de  Almagréb ,  África,  Alkibla  y 
Sos ,  y  á  todas  las  tribus  de  su  obediencia ,  así  de  oriente  como  de  po- 
niente, exhortándoles  á  que  viniesen  al  algihed  de  Andalucía  :  y  la 
respuesta  fué  apresurarse  á  concurrir  de  todas  partes  Almohades,  alá- 
rabes de  diversas  tribus,  y  en  especial  de  las  tribus  zenetes ,  y  en  poco 
tiempo  se  le  juntaron  mas  de  trecientos  mil  caballos  ,  los  ochenta  mil 
de  gente  veterana  y  aguerrida,  y  cíen  mil  peones  y  ballestería.  Opri- 
mía su  muchedumbre  la  tierra  que  temblaba  debajo  de  sus  pies,  y  sus 
cam][>amentos  cubrían  altos  ,  llanos  y  valles,  los  campos  de  tierra  de 
Salé  desde  Ain  Gied  hasta  Aín  Chamis ,  y  se  dilataban  por  la  costa 
hasta  Holic  Almamora.  En  esta  ocasión  se  acibaró  el  placer  de  ver  el 
orden  y  estupenda  muchedumbre  de  tantas  tropas,  y  la  concertada 
disposición  de  sus  reales  cxm  la  repentina  é  inesperada  enfermedad  del 
rey  Abdelmumen.  Cada  dia  se  fué  agravando  su  dolencia ,  y  conociendo 
que  no  podía  durar  mucho ,  mandó  que  se  omitiese  én  la  chotba  el 
nombre  de  su  hijo  Cid  Muhamad ,  y  con  esto  le  depuso  de  la  futura 
sucesión  que  le  tenia  ya  declarada.  Tomó  el  rey  esta  determinación 
por  los  vehementes  indicios  de  levantamiento  que  tenia  contra  él  in- 
tentando anticiparse  la  posesión  del  trono.  Hizo  esta  declaración  de  su 
noluntad  en  dia  Giuma  2  de  Giumada  segunda  del  dicho  año,  y 
mandó  avis¿;r  á  todas  las  provincias  su  soberana  resolución.  Su  mal  se 
agravó  en  términos  que  falleció  la  noche  del  Giuma  8  de  la  dicha 
luna ,  otros  dicen  que  espiró  á  la  hora  del  alba  del  martes  10  de 
Giumada ,  segunda  del  afto  538;  loado  sea  el  que  nunca  muere,  cuyo 


492  HISTÜRU  DE  LA  DOIONACIOII 

imperio  y  eternidad  carece  de  principio ,  mudanza  y  fin.  Acaeció  sa 
enfermedad  y  muerte  en  Medina  Sale  :  cumplía  sesenta  y  tres  años  d 
dia  de  su  muerte.  Aben  Cboxeb  dice  sesenta  y  cuatro ,  Sahíd  Salat  dice 
que  fué  llevado  á  enterrar  á  Tinmál  á  lado  del  sepulcro  del  imam  Me- 
hedi ,  que  reinó  treinta  y  tres  años ,  cinco  meses  y  tres  dias.  Dejó  una 
tropa  de  hijos  ,  de  ellos  Abu  Jacob  el  sucesor,  y  su  mellizo  Cid  Aba 
Hafas ,  Cid  Muhamad  el  privado  de  la  sucesión  dd  imperio,  Cid  Ab- 
dala ,  iiiali  de  Begáya ,  Cid  Olman ,  wali  de  Granada ,  Cid  Alhascn ,  Gd 
Huscin,  Cid  Solimán ,  Cid  Davud ,  Gd  Iza ,  y  Cid  Ahmed  :  hijas,  Aisá 
y  ZaOa :  y  el  erudito  principe  Cid  Abu  Amrán  que  estaba  de  goberna- 
dor en  Marruecos  por  su  hera  ano  Juzef  Abu  Jac&b.  Estuvo  la  macrte 
oculta  algún  tiempo,  que  solo  la  sabianlos  ministros,  y  escribió d 
cadi  Abu  Juzef  á  Sevilla  al  principe  heredero  Cid  Juzef  Abu  Jacub,  que 
luego  Tino  y  fué  jurado  en  África  miércoles  II  de  la  luna  de  Giu- 
mada,  segunda  del  año  558  (1164) ,  aunque  hubo  algunas  diGcultades 
y  desavenencia  que  luego  se  disiparon  á  su  venida. 

Era  el  rey  Abdelmumen  de  color  blanco  bermejo,  ojos  muy  her- 
mosos ,  cabello  crespo ,  alto  y  grueso  en  buena  proporción ,  inquido 
de  pestañas,  nariz  bien  hecha,  suave  y  redonda  barba ,  suelto  y  ele- 
gante, de  buenas  costumbres,  elocuente,  amante  de  los  sabios,  j 
protector  declarado  de  los  buenos  ingenios.  Por  su  favor  florecieron 
las  letras  y  las  arte^  en  todos  sus  estados ,  y  en  especial  en  España ,  á 
pesar  de  las  inquietudes  continuas  de  la  guerra.  Era  de  ánimo  esfor- 
zado ^  pronto,  impávido  en  los  mayores  peligros ,  sufridor  de  trabajos, 
frugal  en  su  comida ,  de  genio  marcial ,  amajite  de  las  porcgrinacioaes 
y  de  la  guerra ,  conquistador  y  defensor  del  Islam  en  África  y  en  Es- 
paña ,  en  oriente  y  en  occidente.  Sus  conquistas  en  España ,  Almería, 
Ebora ,  Berja ,  3aeza ,  Badajoz ,  Córdoba ,  Granada ,  Gien ,  todas  estas 
por  fuerza  de  armas  en  España  :  en  África  todo  su  imperio.  Obede- 
cíanle tantas  tierras  que  habia  espacio  de  cuatro  meses  do  camino  ea 
sus  estados  de  oriente  á  poniente,  esto  es,  desde  Atralx)!  hasU  Sus 
Alaksá ,  y  de  Alguf  hasta  Alkibla ,  esto  es,  de  norte  á  mediodía  cíala 
anchura  de  sus  estados,  desde  la  ciudad  de  Córdoba  en  Andalucía  basta 
Sigilmesa,  camino  de  cincuenta  días.  El  tiempo  de  su  reinado  desde  la 
muerte  del  Mehedi  fué  treinta  y. tres  años,  ocho  meses  y  veinle 
y  cinco  dias  según  Yahye  :  fué  su  muerte  en  el  alcázar  del  arrabal  de 
Sale  llamado  del  Iletah  y  se  le  llo%'ó  á  Tinmál  á  enterrar  con  maravillo» 
pompa.  Fueron  sus  secretarios  Abu  Giafar  ben  Atia ,  y  su  hermano 
Yahye  ben  Alia,  Abul  liasen  ben  Ayas,  Maymun  Alhmarí  y  Abdab 
ben  Gíbal,  su  almocrí  ó  lector  Abu  Giafar  ben  Atia.  Después  de  la 
desgracia  de  este  le  sirvió  Abdcl  Selem  Alcumi,  después  de  la  desgra- 
cia de  este ,  su  propio  hijo ,  Cid  Abu  Hafas ,  luego  Edris  Aben  Gamea. 
Sus  cadies  fueron  Cid  Abu  Hafas,  Abu  Amrán,  Muz  lien  Sobar  de 
Tinmál,  luego  Abu  Juzef  II(^ah  ben  Juzef  ^  también  Abu  Bckerbeo 
Maymun  de  C(>rdoba,  hombre  doctísimo  y  célebre.  Algunos  dicen  que 
la  eicpedicion  de  ali^ihed  á  España  que  intentó  Abdelmumen  fué  d  ano 
TiiG  •  cuan(lo  di*sembarc6  en  Gebal  Fetad ,  y  mando  edificar  los  fuertes 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  49S 

j  reparar  la  ciudad  y  que  estando  allí  adoleció  do  la  cnrermedad  de 
qae  dcspaes  murió  habiéndose  vuelto  á  la  otra  banda  en  Medina  Sale 
ado  558  :  lo  cierto  os  lo  ya  referido ,  que  consta  de  las  notas  de  la  real 
cámara  de  Marruecos. 


CAPITULO  XLVII. 

Calú'aigo  de  aniuminin  Juief,  hijo  de  Abdelmumeii. 

Elamíraiunmíuin  Juzef,  hijo  dolrey  Abdelmunien  ben  AlyZeiicte 
Alcami ,  se  apellidaba  Abu  Jacúb,  la  madre  que  le  parió  se  Damaba  Aija , 
hija  delalfaqui  y  alcadi  Abu  Amrán  Tinmal.  Nació  en  jueves  día  3  de 
Regebdel  año  533  (1130),  Era  blanco  y  colorado,  de  buena  estatura, 
cabello  crespo  y  barba  mas  crespa,  ojos  hermosos,  bien  proporcionada 
nariz,  y  en  todo  grave  y  magestuoso ,  muy  liberal  y  compasivo.  Fué  el 
primero  de  los  principes  Almohades  que  pasó  á'  la  guerra  santa  por  su 
persona  j  conquistó  muchas  ciudades ,  allegó  muchas  gentes  y  mantuvo 
grandes  ejércitos ,  y  consiguió  inmensos  despojos  y  riquezas.  Reinaba 
desde  Suira  de  Beni  Matkác  Alcudias  de  África  oriental  hasta  VeladNúl 
en  extremo  de  Sus  Alalisá ;  y  hasta  extremos  de  Alkibla  :  y  en  España 
desde  Medina  Tudila  Alcudia  de  oriente  hasta  Medina  Santarin  en 
Algarbc,  sin  intermediar  señorío  extraño.  Tenia  bien  amparadas  y 
defendidas  sus  fronteras ,  y  asi  en  las  ciudades  como  en  los  despobla- 
dos vivían  los  pueblos  de  su  obediencia  seguros  y  conflados  por  su 
mucha  justicia. 

Su  providencia  miraba  lo  mismo  lo  cercano  que  lo  mas  distante,  y 
en  todo  el  gobierno  intervenía  por  su  persona  que  nada  queria  que  se 
le  ocultase ,  ni  descuidaba  el  mas  mínimo  negocio  del  estado :  no  influian 
eu  sus  órdenes  sus  hijos  ni  ministros,  aun  los  mas  privados.  Tuvo  diez 
)  ocho  hijos,  el  primero  Jacúb  que  le  sucedió ,  el  apellidado  Almansur, 
su  hermano  mellizo  Yahye,  Ibrahím,  Muza,  Edris,  Abdelaziz  Abu 
Beker,  Abdala,  Ahmed,  Yahye  el  Saquir,  Muhamad,  Abderahman, 
.Vbu  Mnhamad,  Abdelwahid  el  depuesto,  Abdelhak,  Ishak ,  y  Telha 
su  haglb,  que  era  quien  comunicaba  sus  órdenes  •  ni  Abu  Hafas  su  her- 
mano que  se  levantó  contra  él ,  ni  sus  vizires  tenían  influjo  en  su  corte. 
Estos  eran  Abu  Ola ,  Edris  bon  Gamea ,  Abu  Bakír  que  acompañaba  á 
su  hijo  Jacúb  en  el  juzgado.  Era  su  alfaqui  el  cadi  Abu  Juzef  Algagi ,  y 
segundo  Abu  Muza  Iza  ben  Amrán ,  y  después  el  cadi  Abul  Abas  ben 
Mida  de  Córdoba*  Sus  secretarios  Abul  Hasen  Abdclmelik  ben  Ayas ,  su 
novelista  Abul  Fadil  ben  Tahir  de  Bugia  que  era  de  grande  elocuencia^ 
y  maravillosa  erudición ,  que  también  sirvió  después  á  su  hijo  Jacúb 
Almanzor  y  á  su  nielo  Anasir  .-  su  médico  fué  el  vizir  Abu  Beker  ben 
Tafaíl,  y  después  de  este,  que  murió  el  año 581  (1185),  lofnéAbii 
Mcmán  Abdehnelik  ben  Cazim  de  Córdoba ,  y  el  ilustre  alfaqui  Abul 
Walid  ben  Raxid ,  á  quien  llamó  á  la  corte  de  Marruecos  el  amir 
amimiinin  para  que  fuese  su  médico  año  578  (1182),  y  luego  le  hizo 


m  HISTORIA  BE  LA  DMdNACION 

cadi  de  Córdoba ,  y  quedó  en  Marruecos  Abu  Bckir  ben  Zohar,  y 
después  se  volvió  otra  vez  á  España ,  y  al  fin  fué  otra  vez  llamado  á 
Marruecos  ano  578,  y  estuvo  basta  la  jornada  de  SanlarÍQ  en  que 
acompañó  al  amir  Almanzor.  Era  este  uií  sabio  muy  excelente  en  la 
medicina,  y  sabia  otras  muchas  ciencias ,  y  de  memoria  repetía  todas 
las  traducciones  del  fiochari,  como  cuenta  Aben  Alged,  y  asimisuM)  era 
buen  poeta,  y  murió  en  Marruecos  á  *2i  de  Dylhagia  año  595  (1 199]  de 
mas  de  noventa  y  cuatro  años,  y  desde  Sevilla  le  llevó  el  rey  á  Mar- 
ruecos para  wali  alhazina,  ó  tesorero.  £1  amir  Juzef  Aba  Jacúb  fué 
proclamado  después  de  la  muerte  de  su  padre  en  Arríca  dia  miérooles 
15deGiumada  segunda  del  año  558 ,  y  murió  después  peleando  en  la 
jornada  de  Santarin  en  tierra  de  Algarbedc  España ,  día  sábado  18  de 
Rabie  segunda  y  del  año  580  (1 16i),  y  era  entonces  de  cuarenta  y  siete 
años,  y  reinó  veinte  y  uno,  y  un  mes  y  dias,  se  dice  que  fué  jurado  i 
13  de  Giumada  segunda  del  dicho  año ,  y  se  cuenta  así. 

Guando  falleció  el  poderoso  rey  Abdelmumen  estuvo  oculta  su  muerte 
por  causa  de  la  ausencia  de  su  hijo  Juzef  Abu  Jacúb  el  sucesor  que 
debia  ser,  que  estaba  á  la  sazón  en  Andalucía.  No  se  divulgó  en  el 
pueblo  la  nolicia  del  fallecimiento  hasta  la  llegada  del  principe  Juzef 
que  vino  de  Sevilla ,  asi  lo  refiere  Aben  Cha\cb,  y  que  esto  se  dispuso 
así  por  cuidado  y  diligencia  del  cadi  AbulHegáh  Juzef  ben  Ornar.  Los 
historiadores  de  su  reinado  dicen  que  por  común  y  unánime  consenti- 
miento fué  proclamado  rey  día  viernes  8  de  Rebie  primera  del  año  560; 
esto  es,  dos  años  después  de  la  muerte  de  su  padre ;  porque  si  bien  los 
jeques  y  toda  la  gente  convenia  en  su  proclamación  ,  sin  embargo  se 
opuso  á  ella  su  hermano  Cid  Mubamad,  vrali  de  Begaya ,  y  Cid  Abdala, 
wali  de  Górdoba,  y  el  príncipe  Juzef  fué  tan  moderado,  que  no  con- 
sintió que  se  le  hiciese  la  solemne  proclama,  ni  que  sus  hermanos  le 
jurasen  obediencia  contra  su  voluntad,  y  así  en  los  dos  primeros  años 
no  se  quiso  llamar  amir  amuminin,  sino  amir  solo,  hasta  que  consiguió 
reunir  los  ánimos  discordes  y  traerlos  blandamente  á  su  obediencia. 
Cuenta  pues  Malruk  en  su  historia ,  que  cuando  la  muerte  de  Abdel- 
mumen estaba  su  hijo  Juzef  Abu  Jacúb  en  Sevilla,  y  que  los  ministros 
con  política  ocultaron  su  muerte  y  le  avisaron,  y  que  entonces  Juzef 
vino  en  muy  poco  tiempo  y  fué  proclamado  sin  dificultad  ni  desaveoeo- 
cia,  que  hizo  en  muy  corto  tiempo  el  viaje  desde  Sevilla  a  Sale,  que 
solo  unos  pocos  se  osaron  manifestar  descontentos,  délos  cuales  no  se 
hizo  caso.  Fué  su  prhner  mandamiento  enviar  á  sus  tierras  aquellas 
tropas  que  allí  estaban  congregadas,  y  que  luego  partió  á*Man1iecos. 
Estando  cu  su  corle  escribió  á  las  provincias  y  ciló^  los  jeques  y  al- 
caides para  la  solemne  jura  y  proclamación.  Concurrieron  de  todas  las 
provincias  los  Almohades  de  África  oriental,  de  Almagréb  y  AlkMa^  } 
de  Andalucía  sin  faltar  Córdoba  ni  Begaya,  que  también  convioierrm 
en  la  jura  aquellos  walics  sus  hermanos.  Se  publicó  asi  en  África  como 
en  España  su  proclamación.  En  las  fiestas  de  su  jura  hizo  grandes 
liberalidades ,  distribuyó  grandes  Usoros  al  pueblo,  á  loa  Almohades  y 
á  los  caudillos  de  todas  las  cubilas,  y  á  todas  stís  tro|Mis.  £u  el  ano  5¿9 


I>£  LOS  ÁRABES  £»  ESPAÑA.  49ü 

yíoo  á  la  corte  su  ba*mano  Cid  Aba  Mubaniad ,  wali  de  Begaya ,  y  Cid 
Aba  Abdala,  wali  de  Córdoba,  ambos  cod  grande  y  lucido  acompaíia- 
mienlo  de  sus  jeques,  alfaquies  y  letrados,  á  todos  los  cuales  recibió  muy 
bien  y  les  hizo  grandes  honras,  y  les  dio  muchas  preciosas  dádivas , 
pues  era  magnitico,  y  en  estremo  liberal  el  rey  Juzcf  Abu  Jacúb. 

£n  este  mismo  año  se  levantó  en  Gomera  el  Sanhagi  con  titulo  de 
rey,  j  acunó  monedas,  y  escribió  en  ellas :  Men  duria  algoralb  Nasraha 
Alali :  coraib^  y  le  proclamaron  muchas  gentes  de  Gomera  y  de  San- 
baga,  y  corrieron  las  comarcas  con  algaras ;  haciendo  grandes  vcbos, 
matando  y  cautivando  gentes ,  y  se  apoderaron  por  fuerza  de  armas  de 
iMediaa  Tarda ^  y  en  ella  cometieron  horribles  crueldades  y  atroz  ma- 
tanza :  luego  envió  contra  ellos  amir  amuminin  Juzef  Abu  Jacúb  un 
ejército  de  Almohades  que  los  vencieron  en  sangrienta  batalla,  y  la 
suerte  hizo  que  muriese  alli  peleando  el  Sanhagi ,  le  cortaron  la  cabeza 
7  la  enviaron  canforada  á  Marruecos. ' 

En  Andalucía  el  año  de  560  (11*65)  el  ejército  de  los  cristianos,  que 
era  de  trece  mil  hombres,  acaudillados  de  31uhamad  ben  Sad  Aben 
Mardenís  con  toda  la  gente  de  guerra  de  su  bando ,  acompañado  del 
célebre  caudillo  Aloski,  Hamusek  y  otros  jeques  rebeldes,  vinieron 
ronlra  la  hueste  de  los  Almohades  qué  conduela  Cid  Abu  Said  ben 
Abderahman.  Encontráronse  estos  ejércitos  en  un  campo  cerca  de 
31urcia,  en  un  espacioso  y  ameno  sitio  donde  se  celebraba  cada  año  una 
grao  feria;  en  este  lugar  se  avistaron  los  dos  ejércitos  al  rayar  el  alba 
del  día  sábado  8  de  Dylhagia^  y  de  común  acuerdo  y  resolución  se 
dieron  batalla,  que  fiié  terrible  y  sangrienta.  Fué  tan  horrísono  el 
estruendo  y  alarido  de  los  feroces  combatientes  que  con  igual  denuedo 
y  enemigo  ánimo  se  acometían  y  despedazaban,  que  sus  clamores  y 
gritería  espantosa  se  oyó  á  muchas  leguas  de  distancia;  la  matanza  fué 
atroz,  y  la  llanura  y  los  vecinos  campos  quedaron  cubiertos  de  cadá- 
veres para  agradable  pasto  de  aves  y  Ocras.  Los  de  Aben  Mardenis 
fueron  vencidos,  los  mas  desús  auxiliares  muertos,  que  pocos  escapa- 
ron de  la  saña  y  furor  de  los  vencedores  Almohades.  Por  causa  de  los 
clamores  y  confusos  alaridos  se  llamó  esta  terrible  batalla  el  dia  de 
Algeláb,  y  es  Cuna  que  algunos  dias  después  de  la  pelea  seoian  en  aquel 
campo  alaridos  y  estruendo  de  batalla ,  y  por  esta  razón  se  llamó  desde 
entonces  Fobos  Algeláb.  Escribió  el  principe  Cid  Abu  Said  esta  victoria 
á  su  bennano  Juzef  Abu  Jacub.  Aben  Mardenis  con  el  disgusto  de  esta 
desgraciada  batalla  trató  muy  mal  de  palabra  á  los  caudillos  Aloski  y 
Hamasck  su  suegro,  y  ofendidos  ambos  le  abandonaron.  iMoski  dejó 
ahiertameoie  su  partido,  se  retiró  á  Málaga ,  y  de  alli  para  seguir  mas 
libre  el  partido  de  los  Almohades  pasó  á  Marruecos. 

En  el  ado  siguiente  mudó  el  rey  Juzef  Abu  Jacúb  á  su  hermano  Cid 
Abu  Zacaria  al  gobierno  de  Begaya,  encargándole  que  visi!ase  sus 
provincias  y  las  demás  orient«ilos  de  África.  Entre  otras  cosas  que  le 
prevenía  le  mandaba  que  atendiese  las  quejas  de  los  pobres^  que  levan- 
tase ñ  los  caídos,  desagraviase  ú  las  agraviados,  y  humillase  á  los  tira- 
mi^  y  cruele$  que  con  arrogancia  y  riqueza»  oprimen  á  los  débiles  y  que 


496  HISTORIA  DE  LA  D0MINA€I0?I 

pueden  poco,  atropcllando  á  los  jueces  de  las  proviucias ,  ó  ganándolos 
con  sus  dádivas,  y  en  esto  le  encargaba  que  fuese  duro  é  inflexíMe ,  y 
no  permitiese  que  se  burlasen  de  su  justicia.  En  este  ano  56i  (1i66) 
se  rebeló  en  los  montes  de  Gomera  Juzef  ben  Monkefaid ,  y  no  en- 
vió contra  él  en  este  año ,  hasta  que  en  el  principio  del  siguiente  d 
mismo  amir  ainuminin  Juzef  Abo  Jácúb  morió  contra  el  rebeUc  con 
una  escogida  banda  de  caballos  almohades  que  conducía  por  si  mismo, 
y  los  llevaba  como  á  una  caza.  Encontró  fin  los  montes  al  rebdde,  le  dio 
batalla,  le  rompió,  venció  y  deshizo  sus  tropas,  y  le  persigoió  hasta 
prenderle ;  le  mató ,  y  envió  su  cabeza  á  Marruecos.  En  esta  expedidoo 
fué  reconocido  y  proclamado  en  las  serranías  de  Gomera,  y  en  d 
año  563  (1168)  tenia  todas  aquellas  tierras  sujetáis  á  sa  obedíendt, 
y  le  apellidaron  aquellas  provincias  de  gentes  bravas  y  rústicas  su 
amir  amuminin ,  esto  en  la  luna  de  Giumada  segicmda  del  mismo  año. 


CAPITULO  XLVIII. 

DetavciiencUs  «mire  los  Almohadesi  de  España.  EuTian  emb^dores  i  «iQiiJmiiin«  j  vieae 

k  Sevilla. 


Eu  la  Axarquía  de  España  se  suscitaron  desavenencias  y 
entre  los  principales  caudillos  del  partido  de  Abo  Abdala  Mohamad  ben 
Sad ,  y  se  apartó  de  su  amistad  y  obediencia  su  suegro  Ishak  ben  Hamo- 
sek ,  señor  de  Segura :  y  ofendido  de  estp  Aben  Sad  repudió  la  hija  de 
ben  Hamusek ,  aunque  luego  le  pesó  de  su  ligereza  y  la  volvió  á  lomar 
por  mugcr,  y  trató  de  renovar  su  amistad ,  y  escribió  también  al  caadHIo 
Alo^i  para  que  se  viniese  de  Marruecos  ofreciéndole  tencndas  y  srieai- 
dias  en  sus  estados ,  y  Aloski  propuso  tornar  á  Valencia,  y  le  respondió 
conforme  á  sus  deseos.  Entre  tanto  continuaba  Aben  Sad  sus  alianzi» 
con  cristianos  y  tenia  presidio  de  ellos  en  Valencia,  lo  cual  causaba  nuevo 
descontento  á  los  de  la  ciudad ,  y  los  principales  vecinos  se  salian  á  vivir 
en  los  campos  y  pueblos  de  la  comarca. 

En  Marruecos ,  no  bien  babia  descansado  el  rey  Juzef  Aba  Jacdb  de  la 
expedición  de  Gumera  cuando  llegaron  de  España  embajadores  de  ais 
provincias,  y  eso  mismo  de  las  de  Almagréb ,  Alkibla  y  Axarqoia  de 
África  para  darle  el  parabién  de  su  expedición  tan  venturosa ,  y  a!  nusmo 
tiempo  informarle  del  estado  de  sus  tierras;  venían  r>adies,  aUakies, 
alchatihes,  jeques  y  varones  principales.  Luego  que  entraron  en  Mar- 
ruecos se  presentaron  al  rey ,  que  los  recibió  muy  bien ,  habieoA)  anles 
entregado  sus  cartas  de  creencia,  y  aquel  dia  se  ocupó  en  responderá 
sus  peticiones ,  dudas  y  negocios  por  escrito ,  y  dadas  gradas  al  rey  le 
pidieron  licenda  para  volverse  á  sus  provincias.  En  este  ado  Inibo  en 
Marruecos  un  espectáculo  y  caza  de  leones  en  la  fiesta  de  Alfitrasdida 
de  Ramazan,  y  el  caudillo  andaluz  Aloski  de  Tala  vera  que  se  hallaba 
presente  mató  un  bravo  león  alanceándolo  é  caballo,  y  celdaró  esta  fiesta 
con  degantes  versos !  esto  fué  en  salida  deRamazaa  dd  aik>  561  (f  ÍB9). 


m  LOS  ARAHES  £11  ESPAÑA.  497 

End  ado  sigoieote  de  565  (1170)  eniió  á  sa  hermano  Cid  Abo  Hafas 
i  Aodalada  para  que  hiciese  en  ella  santa  guerra  contra  cristianos,  dio 
orden  para  que  le  acompañase  muy  escogida  cabaDeria,  y  en  poco  tiempo 
estovieron  listos  veinte  mil  caballos  almohades ,  la  flor  de  la  caballería 
de  Atanagréb.  Pasaron  el  estrecho  ^lor  Alcázar  Algez  á  Tarífa ,  y  luego 
corrieron  las  fronteras  y  tuvieron  varias  escaramuzas  con  I03  infieles. 
En  la  parte  oriental  continuaba  la  discordia  entre  loscaudiHos  del  bando 
de  Aben  Sad,  y  Abmed  ben  Muhamad  ben  Giafar  ben  Sofian  el  Mach- 
aimi ,  varón  virtuoso,  liberal  y  neo,  que  tenia  su  hermosa  casa  en  Ge- 
ara  Jucar,  se  apartó  también  de  la  obediencia  de  Aben  Sad ,  y  temiendo 
que  este  caudillo  con  su  mucho  poder  le  atropellase,  escribió  á  los  Al 
mohades  ofreciéndoles  su  obediencia  si  le  recibian  bajo  su  fe  y  amparo, 
y  entre  tanto  se  fortificó  en  Gezira  Jucar,  y  llevó  á  ella  muchos  de  sus 
parcides ,  entre  otros  al  austero  y  valiente  Abul  Abas  Ahmed  ben  Maad 
de  Udes  y  otros  arráyales  de  su  confianza ,  y  negó  la  obediencia  á  Aben 
Sad ,  deponiéndole  con  pública  deposición ,  tratándcde  de  mal  muslim  y 
amigo  de  infieles. 

£aelanode566  (1171)  mandó  el  principe  Cid  Abu  Hafas  edificar  Alcán- 
tara Tensifa ,  y  se  principió  la  obra  de  ella  en  domingo  dia  3  de  luna  Sa- 
fer  dd  dicho  año,  y  en  el  mismo  determinó  el  rey  Juzef  Abu  Jacüb  pasar 
á  España  para  asegurar  y  fortificar  sus  fronteras ,  y  dar  calor  á  la  santa 
guerra  contra  infeles.  Faso  venturo^mente  el  mar  Azakac ,  y  sin  de- 
tenerse á  otras  excursiones  de  guerra  llegó  á  Medina  Sevilla.  El  dia  de 
su  entrada  fué  dia  de  gran  fiesta,  le  acompañaba  la  principal  caballeria 
de  la  tierra,  y  le  recibió  toda  la  ciudad  con  grandes  aclamaciones.  Re- 
cibió las  visitas  de  enviados  de  las  provincias ,  cadies  y  alcaides  de  ciu- 
dades, y  los  alimes  y  aUaquies  do  toda  España  le  saludaron,  y  el  rey  se 
informó  del  estado  úq  las  provincias  y  de  cuanto  con  venia  para  su  se- 
guridad ,  quietud  y  buena  administración  de  justicia.  En  7  de  Dylba- 
gia  del  ano  566  ( i  1 71 )  se  acabó  la  obra  de  la  torre  de  Mirtula  que  mandó 
edificar  Cid  Abu  Abdala  ben  Abi  Hafas ,  y  cuidó  de  la  fábrica  el  alfaqui 
y  akadi  Abu  fiekir  ben  Abi  Barbostar.  En  la  parte  oriental  de  España 
en  que  como  se  ha  dicho  reinaba  y  no  sin  inquietud  y  continuos  sobresal-* 
tos  f  el  wali  Aben  Sad,  después  de  las  terribles  bataDas  de  Asabicat  y 
AgcUb  su  partido  iba  decayendo,  y  se  debilitaba  cada  dia  mas  con  la 
discordia  y  desavenencia  de  sus  parientes  y  caudillos,  y  apenas  podia 
mantener  sus  ciudades  y  fortalezas.  £1  pasaba  lo  mas  del  tiempo  en  Va- 
lencia y  desde  allí  recorria  sus  estados  y  las  ciudades  de  su  señorío,  que 
eran  todas  las  de  la  costa  del  mar  Mediterráneo  desde  Tarragona  basta 
Cartagena  Allialfe,  y  las  fortalezas  de  Murbiter,  Jucar,  Játiva ,  Denia, 
Lecant ,  Segura ,  Lorca ,  y  la  ciudad  de  Murcia  con  todas  sus  comarcas 
y  muchas  villas  en  sus  fronteras.  Su  suegro  Ibrabim  Aben  Hamusec 
que  tenia  por  el  la  ciudad  de  Murcia  se  habia  retirado  de  su  amistad ,  y 
despees  de  las  adversidades  pasadas  que  Aben  Sad  atribuía  á  su  falla  de 
valor,  Ibrahim  ofendido  se  retiró  de  Murcia  y  se  alzó  con  su  ciudad  de 
Segura ,  y  fortificó  algunos  castillos  contra  él,  y  entre  otros  el  Uamado 
de  «momlnreNodar  Aben  Hamasec.  Lo  mismo  Abu  Becar  Aben  S<^n, 


498  HISTORIA  M  LA  DOMIHACíOII 


wdi  de  Gezira  Jacar,  perdida  saoonfiania  y  amblad  biso  bando  conln 
a ,  se  fortificó  en  Jucar^  y  recelando  que  luego  vendria  oantia  éL  su 
amir  Aben  Sad,  escri))ió  á  los  caudillos  almohades  para  que  le  ayuda- 
sen. Aben  Sad  envió  conira  él  á  su  hijo  Abul  Hegiag  Juaef  Aben  Sad, 
que  era  caudillo  de  la  caballeria,  para  que  le  ocupase  la  tierra  y  le  cer* 
case  en  Gezira  Jucar,  y  luego  fué  conira  él  con  muchas  tropas  j  le  eatib 
en  su  Gezira  con  tanto  rigor,  que  desde  mediada  luna  de  XewaI  del 
año  566  (1171)  basta  mitad  de  luna  de  Dylhagía  no  pudieron  mirar  tino 
ágoilas  en  aquella  ciudad,  y  taló  y  estragó  la  tierra  durante  un  meg. 
Los  cercados  consumieron  cuanto  tenian ,  y  estaban  tan  aporadosy  tan 
sin  esp^anza  de  soo(»to  que  los  yednos  fio  podian  ya  sitf  rirlo  y  mor-' 
muraban  publicamente  do  Sofian  :  asi  que,  de  acuerdo  de  k»  priBci|iato 
entregó  la  fortaleza  Abu  Ayab  bon  Hilel,  que  era  uno  de  los  mas  oeUei 
y  respetados ,  y  les  persuadió  que  ya  no  podian  mantenerse  Gados  eo  h 
inaccesible  fortaleza  del  lugar,  pues  si  los  enemigos  inUmlaban  cntnr 
por  fuerza,  los  vecinos  y  hombres  mas  valientes  estábate  tan  débües  qoe 
no  tenian  fuerzas  para  andar  cuanto  menos  para  defcnderaey  pelear,  y 
asi  era  verdad ,  pues  de  hambre  y  Qaqueza  los  mas  robustos  quedan» 
después  débiles  toda  su  vida.  Entró  Abul  Hegiag  la  dudad  y  se  llert 
consigo  á  Murcia  ¿  este  Hild  y  le  tuvo  en  mucha  estimación.  Despaes 
dio  Abeu  Sad  el  cuidado  de  aquella  frontera  á  su  hermano.  Se  conser^ 
van  los  versos  de  Abu  Becar  beu  Sofian  en  que  pedia  auxilio  eBlando 
cercado  en  Jucar,  y  pondera  las  calamidades  que  padecían.  Abu  Becar 
se  acogió  ¿  los  Almohades,  y  por  su  industria  y  secretas  inteligencias 
lograron  entrar  en  Valencia^  que  los  de  la  ciudad  estaban  nmy  descoa* 
lentos  del  gobierno  de  Aben  Siui ,  y  qucrian  mas  estar  amparados  de  aa 
principe  tan  poderoso  como  Juzef  Abu  Jaeúb ;  acaeció  lodo  ealo  é 
año  566  (1171).  Luego  envió  Aben  Sadá  su  hijo  con  tropas  cfuecatnroa 
la  ciudad  tres  meses  por  mar  y  tierra ,  pero  se  defendió  Abu  Becar  bea 
Sofian  á  quien  se  confió ,  y  como  al  mismo  tiempo  redbiese  Abúl  Hegiag 
carta  de  su  padre  en  que  le  ordenaba  ir  á  socorrerle  á  Tairagona  por 
mar  y  tierra,  que  los  cristianos  le  hadan  alU  cruda  guerra ,  levantó  d 
campo :  y  ordenó  Abul  HegiAg  que  partiese  su  caudillo  Aly  ben  Casim 
con  las  navesá  Tarragona,  y  él  por  tierra  llevó  su  cabaHerk,  qneera 
muy  numerosa ,  y  dio  varias  batallas  á  los  enemigos  entre  ToHom  j 
Tarragona  con  varia  suerte.  £1  caudillo  Aly  bon  Catim  vendó  en  d  mr 
á  los  cristianos  en  horrible  batalla,  lomó  dgunas  naves  y  les  quena 
muchas  con  grave  matanza  en  sus  gentes. 


CAPITULO  XLIX. 

EnCraatB  de  los  AlmoluidM  en  tierra  da  crísUanot.  Vencen  4  Santd  IbaiBinU.  Teaun 
i  Tarragona.  Se  oaaa  Anraminin  tn  Ef^Qa,  |  vnetre  á  AfHea. 

Én  Akarbe  de  España  los  Almohades  triunfaban  en  sus  frontens. 
Salió  de  Sevilla  d  rey  con  ánimo  do  algaaun  y  rarrió  con  iMiaAieica^ 


ra  LOS  ÁRABES  EN  ESPAKA.  4d9 

bdgadas  la  tierra  de  Toledo  y  conquistó  las  fortalezas  de  Thogor  Gao* 
tara  al  Seif,  sus  fronteras  y  comarca  que  dejó  talada,  y  robados  sos 
pueblos  matando  y  cautivando  innumerable  muchedumbre  de  cristianos. 
Tomó  á  Sevilla  triunfante  y  sus  tropas  cargadas  de  despojos  llevando 
en  triunfo  sartas  de  cautivos.  Entrado  el  año  567  (1 172)  mandó  edificar 
ona  magnifica  aljama  en  Sevilla ,  y  fué  acabada  la  fábrica  en  Dylhágia 
dd  mismo  año :  nombró  por  su  primer  chatib  al  docto  Abu  Cazim  ben 
Gaflr  Abderahman  Alneboni ,  y  en  el  mismo  año  fabricó  el  puente  so- 
bre el  rio  con  barcos  encadenados ,  coa  grandes  edificios  para  almacenes 
á  la  salida  y  entrada,  y  edificó  el  Zaldic  del  muro  que  levantó  y  re- 
paró ,  y  desde  el  cimiento  en  Bab  Gehuar,  y  edificó  dos  ^atafanes  para 
descargaderos  de  cada^  dia  con  sus  gradas  á  la  orilla  del  río.  Trajo  el 
agua  del  castillo  Gábir  basta  la  entrada  de  Sevilla ,  y  en  estas  obras  con- 
sumió sumas  inmensas ,  y  en  esto  se  detuvo  cuatro  años  y  dies  meses  en 
Andalucía,  y  se  tornó  á  Marruecos  en  Xaban  bendito  del  ano  571 .  An- 
tes de  partir  de  España  hizo  en  ella  expediciones  muy  venturosas  en  Su 
Axarquia,  y  sojuzgó  muchos  pueblos,  unos  que  se  vinieron  á  su  obd- 
dieocia  de  su  propia  voluntad ,  y  otros  conquistados  por  fuerza.  En  5A7 
(1 172)  falleció  en  IVIayorca  el  amir  de  España  oriental  Aba  Abdala  Mu- 
hamad  ben  Sad,  otros  dicen  que  murió  el  año  569,  y  otros  qoe  el  561 
en  que  le  sucedió  Abul  Hegiag  Juzef  ben  Muhamad  ben  Sad  Aben  Mar- 
deuis  en  toda  España  oriental.  Dice  Abul  Feda  que  despue^  de  la  muerte 
del  amir  Aben  Sad  ben  Mardenis,  señor  de  España  oriental,  de  Valenoia 
y  de  Murcia,  y  de  otras  muchas  ciudades,  que  entonces  sus  hijos  se  aco- 
gieron al  rey  Juzef  Abu  Jacúb  de  África  y  le  entraron  todas  sos  tier- 
ras recelando  ellos  que  no  las  podían  mantener  porque  de  una  paile 
les  hacían  cruda  guerra  los  cristianos,  y  los  Almohades  africanos  los  in- 
oouMNlaban  por  otra ,  de  suerte  que  tomaron  este  partido  y  pusieron  en 
manos  de  Abu  Jacúb  todos  sus  estados,  y  la  fortuna  le  dio  de  gridd  lo 
qae  po  esperaba  ya  conseguir  por  fnorza  :  dio  á  los  Aben  Sades  nuevos 
títulos  y  estados ,  y  casó  con  una  hernmna  de  dícbosprincipes :  esto  acae- 
ció después  de  la  muerte  de  Muhamad  Aben  Sad  Aben  Mardenis.  ¥  en- 
tonces edificó  una  ciudad  en  Gebal  Fetah  por  ocupar  sus  cien  mil  sol- 
dados. 

£n  568  (1 1 73)  fué  la  entrada  dd  principe  Cid  Abu  Beker  en  tierra  de 
Toledo  que  llegó  hasta  la  misma  ciudad  matando  y  cautivando  genlcs , 
destruyendo  pueblos,  quemando  alquerias  y  aldeas,  y  cuando  atemo- 
rizados los  cristianos  estaban  pora  someterse  á  su  obedíenda  salió  contifti 
los  Almohades  el  caudillo  de  los  cristianos  Sanxo  el  conocido  por  AMU- 
barda  por  causa  de  que  solía  usar  de  una  preciosa  alabarda  de  seda  bot • 
dada  de  oro  y  nesgada  con  inestimable  pedrería  y  aljófcr,  y  allegó  na- 
merosa  hueste ,  y  se  encontraron  ambos  ejércitos ,  y  los  Almohades  con 
ayuda  deDios  rompieron  y  deshicieron  el  ejército  de  Séutlo  AbAlbarda, 
haciendo  en  él  terrible  matanza ,  y  cl  mismo  caudillo  murió  peleanéo 
como  valiente.  De  toda  su  tropa  y  caballeria  apenas  escapó  uno ,  y  di- 
een  que  cln&mero  de  los  muertos  en  esta  gazna  fué  de  treinta  yseit ovil 
hombres.  En  ék  año  siguiente  de  d69  (1 171)  favoreció  taiiriiien  la  fortttiía 


¿00  HISTORIA  BE  LA  DOMINACIÓN 

al  amir  arnuminin ,  y  conquistó  en  el  oriente  de  España  la  dudad  de 
Tarcuna,  y  sus  yencedoras  tropas  penetraron  en  aquella  tierra  como 
espantosa  tempestad  de  truenos  y  relámpag^os,  y  talaron  y  arrasaron  á 
sangre  y  fuego ,  matando  y  cautivando  á  los  moradores ,  robando  sos 
ganados ,  y  estragando  frutos ,  y  después  de  tan  venturosa  jomada  vol- 
Tíó  á  Sevilla.  En  el  año  de  570  (1 175) ,  deseoso  el  rey  Juzef  Abu  Jacúb 
de  asegurar  la  paz  y  tranquilidad  délos  muslimes  de  España,  casó  amir 
arnuminin  Juzef  Abu  Jacúb  con  la  hermosa  hija  de  At>en  Sad  ben  Mar- 
denis ,  hermana  del  señor  de  Donia  y  Játi va ,  y  de  gran  parte  de  España 
oriental,  y  para  recibirla  y  obsequiarla  hizo  labrar  una  mihergbána  mag- 
nifica, que  no  hay  lengua  que  pueda  describir  su  preciosidad  y  grandeza. 
Y  después  en  el  siguiente  de  57i  pasó  á  la  banda  de  África  y  se  fué  á 
Marruecos.  En  este  mismo  año  se  padeció  en  Almagréb  terrible  pestiieo- 
da  y  murieron  de  ella  en  M^irruecos  muchas  gentes ,  y  de  los  hijos  dd 
rey  Abdelmumen  murieron  Cid  Abu  Ibrahim ,  Cid  Abu  Said ,  Cid  Abu 
Zacaria,  gobernador  de  Bugia,  y  el  jeque  AbuHafas  ben  Yabye  dclatríba 
Henteta ,  progenitor  de  los  Abu  Ha6s ;  y  también  murió  en  esta  ocasión 
el  cadi  Abu  Juzef  Hagiag  ben  Juzef.  En  el  año  siguiente  de  572  (1176) 
murió  en  Alekineza  en  la  luna  de  Safer  el  jeque  Abu  Ishak  IbrabíiD 
Aben  Hamusec  .-  y  en  el  siguiente  de  574  (1 1 76]  murió  en  Marruecos  d 
célebre  jeque  Abderahman  benTahir,  \vali  que  habia  sido  de  Murda  de- 
puesto por  Aben  Ayadh,  después  siguió  el  bando  de  los  Almohades,  vsc 
pasó  á  África  y  en^Marruecos  murió.  Hacia  este  andaluz  elegantes  ver- 
ana y  se  conservan  los  que  escribió  á  su  hijo  Abdelhac ,  y  las  canciones 
amorosas  ¿  la  hija  del  vizir  Abdel  A  tia ,  y  otros  morales  que  referia  d 
Ziezarl  en  Yalenda  en  sus  pláticas  y  sermones.  En  este  tiempo  mnrió 
en  Málaga  el  célebre  caudillo  de  Aben  Sad  llamado  Ahmed  ben  Abde- 
rahman Eloski  de  Talayera ,  después  de  haber  yivido  algunos  años  en 
Marruecos  cuando  su  desavenencia  con  Aben  Sad ,  y  habiendo  ahora 
▼udto  á  Andaluda  falleció  en  Málaga  el  año  574.  Como  habia  sido  lao 
famoso  caudillo  y  tan  célebre  ingenio,  sus  apasionados  y  amigos  le  eo- 
terraron  con  gran  pompa  en  la  vega  de  Málaga  en  un  ameno  sitios ; 
plantaron  al  rededor  de  su  sepulcro  doce  árboles  hermosos  de  flor  y  fruto 
doUe :  se  conservan  sus  poesias  á  las  casas  de  leones  que  se  teniaii  en 
Marruecos,  y  las  alabanzas  á  la  flor  del  allozo,  que  anuncia  la  primavera, 
7  es  la  suave  risa  del  año  y  previene  la  estación  de  las  delidas. 

£1  rey  Juzef  Abu  Jacúb  se  estuvo  en  la  corle  de  Marruecos  basta  que 
tuTO  nueva  de  la  rebelión  de  Velad  Afrikia,  donde  se  levantó  contra  él  en 
Cafisa  el  caudillo  Aben  Ziri  revolviendo  y  sublevando  toda  la  provincia. 
Sin  tardanza  el  rey  escribió  á  sus  Walies  para  que  le  allegasen  tropas^  y 
en  principio  del  575  (1 1 79)  marchó  á  oriente  de  África  y  llegó  á  Ca&a 
y  la  cercó  y  combatió  de  dia  y  de  noche  con  continuos  rebatos,  basta  que 
entró  la  cipdad  por  fuerza  de  armas,  y  se  dio  sangrienta  batalla  en  h 
mianoá  plaza  de  la  dudad  y  en  ella  yenció  con  horrible  matanza  á  te  de 
Ziri,  y  él  mismo  murió  peleando :  asi  acabó  este  rebelde  :  ftaé^esle  su- 
ceso ya  entrado  d  año  576  (1180),  y  en  él  recorrió  el  rey  Juief  Aba  Ja- 
cUb  aquella  tierra ,  y  sojuzgó  las  tribus  inquietas .  y  sosegadas  las  pra- 


DE  LOS  ÁRABES  EK  ESPAÑA.  SOI 

Tiocks  volvió  Tictorioso  á  su  corte  de  Marruecos  y  entró  en  ella  d 
año  577  (1181).  En  el  Gn  del  año  anterior  murió  en  África muctia gente, 
y  en  este  mismo  Tino  al  servicio  del  rey  con  mucha  y  florida  gente  de  á 
caballo  Abu  ZargAn  Mesaud,  hijo  del  suUan  de  Ribai.  En  el  año  de.  578 
salió  el  rey  de  Marruecos  para  visitar  las  muchas  obras  que  babia  man- 
dado hacer  en  los  almadenes  ó  minas  y  ediGcó  el  castillo  de  Zicandar 
^  las  da  nombre. 

CAPITCLQ  L. 

Voelie  Amnmfnin  A  Kfpafia.  Sitio  de  Satit-Aren.  Singular  ocarrencia  y  muerte  de  Amuminin. 

Socédele  Jacqb  Aimaiuor. 

Venido  el  año  579  (1183)  pasó  el  rey  Juzef  Abu  Jacúb  á  su  tercera 
jomada  de  santa  guerra.  Había  salido  de  Marruecos  en  sábado  25  de  la 
luna  de  Xewal  de  dicho  ano  por  Bab  Delala,  con  propósito  de  ir  ala  pro- 
viocia  de  África,  y  como  á  su  llegada  á  Sale  viniese  ú  él  Abu  Abdala 
Muhamad  ben  Ishac ,  díciéndole  que  ^a  en  África  todo  estaba  tranquilo 
y  as^arado,  entonces  mudó  la  marcha  y  se  encaminó  ú  España  pa- 
sando á  ella  desde  Sale  en  jueves  30  de  Dylcada  do  dicho  año  >  y  llegó  á 
Bhaher  de  Velad,  y  estuvo  en  Dhaher  de  Sale  el  Giuma  segundo,  y 
llegó  á  Mekincza  miércoles  6  de  Dylhagia ,  y  alli  esluvo  la  Idaladhaha 
en  su  salida.  Luego  caminó  á  Medina  Fez  ^  y  alli  se  detuvo  lo  restante 
del  mes,  y  entrado  el  año  nuevo  de  580  (1184),  el  dia  4  de  Muharram 
salió  el  rey  Juzef  Abu  Jacub  de  Medina  Fez,  y  caminó  á  Cebta,  y  en 
día  se  detuvo  lo  restante  de  Muharram ,  en  tanto  que  se  congregaban 
las  tropas  que  babia  mandado  juntar  para  el  pasage.  Pasaron  las  pri- 
meras las  fribus  zenetes,  masamudes,  magaravas,  sanhagas,  oviraras, 
y  otras  diferentes  de  berberíes.  Luego  pasó  el  ejército  de  Ahnohades , 
algazaccs  y  ballesteros ,  y  cuando  acabó  de  pasar  la  gente  de  guerra , 
pasó  el  mismo  rey  Juzef  Abu  Jacúb  con  su  guardia,  vizires  y  nobles  de 
su  acompañamiento,  y  fué  su  paso  jueves  5  de  Safer  del  año  dicho,  y 
desembarcó  en  la  ciudad  de  Gebalfetah  en  su  seguro  y  espacioso  puerto. 
De  alli  pasó  áGezira  Alhadrá ,  y  de  ella  caminó  á  Gebal  Asalf,  y  á  Ca- 
lat-Cbulen,  á  Aukes,  á  Jeris ,  á  Ncbrija  y  á  Medina  Sevilla.  Después 
que  pasó  el  Giuma  23  de  Safer  entró  en  Guad-fiazar  :  dicen  que  salió 
á  recibirle  su  hijo  Cid  Abu  Ishac  ,7  los  alfaquies  de  Sevilla  y  jeques  de 
ella  para  saludarle ,  y  los  envió  á  decir  que  le  esperasen  en  AImnnia 
basta  que  allá  ll<^ara.  Hecha  su  azala  de  adobar  montó  á  caballo  y 
llegó  adonde  lo  estaban  esperando,  se  apearon  todos  luego  que  le  des- 
cubrieron y  le  vinieron  á  saludar  x  el  rey  se  apeó  y  abrazó  á  su  hijo,  y 
luego  tornaron  lodos  á  montar  y  caminaron  á  su  gazua  hacia  Medina 
San t' Aren  del  Algarbe  de  España,  y  llegaron  á  ella  el  dia  5  de  Rebie 
primera  del  año  580  ( í  1 84). 

Puso  el  rey  su  campo  delante  de  ella  y  la  cercó  y  combatió  con  di- 
ferentes máquinas  ó  ingenios,  dándola  continuos  rebatos  de  dia  y  de 
Oiichc  basta  estrecharbí  y  apurarla  mucho ,  y  en  la  noche  del  22  de 


SM  HiSTOIIIÁ  DE  LA  MUNACimi 

Behto  prfoMM  miidé  m  eampo  á  la  Algnfia  j  AlgaiWa  de  Snit-Aren. 
Esta  aradann  fué  moy  oonlra  vdantad  de  los  mas  práctioos  alcaides ; 
pero  no  oaaron  contradecir  la  rolontad  del  rey.  Tenida  la  noche  y  hecha 
aa  aiala  de  alaxA  áltfma  enyió  á  dedr  á  su  hijo  Cid  Aba  Ishac,  el  waU  de 
Sevilla ,  que  antes  del  alba  de  aquella  noche  partiese  da  cabalgada  hada 
Lisbona,  y  qoe  para  hacer  la  gatua  mas  Tentnrosa  Devase  consigo  h 
gente  do  Andalucía ,  y  que  fuese  su  marcha  de  dia.  Equivocóse  la  orden, 
y  entendió  Cid  Ishac  que  le  mandaba  partir  para  Sevilla  durante  la  no- 
che. El  diablo  esparció  la  voz  en  el  campo  de  que  el  rey  mandaba  mar- 
char aquella  noche  y  levantar  el  campo ,  y  divulgado  de  unos  en  otros 
fnisron  marchando  taifa  tras  taifa ,  y  caminaron  aquella  noche.  A  k  ve- 
nida del  alba  que  comenraba  á  rayar  el  dia  movió  Cid  Abu  Ishac  su  gente 
y  las  compañías  que  estaban  con  él ,  y  muchos  otros  marcharon  detra» 
de  ellos,  y  el  rey  estaba  sin  saber  esto  en  su  pabellón  ,y  á  la  hora  del  alba 
se  levantó  y  hizo  su  azala  de  azohfoi  y  clareó  el  dia,  y  descul»4ó  su  campo 
sin  gente  sino  la  poca  de  su  guardia  y  los  del  tren  de  su  bagage ,  y  algu- 
nos caudillos  andaluces  de  su  guardia  española ,  y  aquella  chusma  que 
no  sirve  sino  para  estorbo ,  y  no  había  podido  salir  antes  por  la  prisa  de 
la  marcha  de  la  gente  de  guerra.  Cuando  salió  el  sol,  como  los  cristianos 
viesen  desde  sus  atalayas  y  desde  los  muros  que  se  habia  levantado  d 
campo ,  y  que  no  quedaban  sino  aquellas  pocas  tropas  del  servicio  de  los 
bagages  del  pabellón  del  rey ,  certiGcados  de  sus  algázaccs  de  la  marcha 
de  todo  el  ejército  abrieren  sus  puertas  de  la  chidad ,  y  de  súbito ,  coa 
arrebatado  ímpetu,  salióla  caballeua  y  cuanta  gente  de  armas  estaba  enli 
ciudad ,  gritando  en  su  lengua :  A  ellos,  á  ellos,  á  él ,  ¿adonde  está  ?  Aco- 
metieron á  los  pabellones  de  la  guardia  y  mataron  á  todos  los  que  allí  ha- 
bia ,  Negaron  al  pabellón  del  rey ,  y  despedazaron  sus  paños  y  cortinas 
A  porfia ,  y  cerraron  con  éi ,  que  solo  con  su  espada  se  defendía ,  y  mató 
seis  de  los  primeros  que  le  vinieron  delante;  pero  rodeado  de  otros 
muchos  j  alanceado  de  ellos  cayó  herido  de  muchas  lanzas.  Asimismo 
fueron  cruelmente  alanceadas  algunas  doncellas  de  su  harem  que  aqoi 
tenia.  Apenas  el  rey  habia  caido  cuando  rompiendo  y  atropellando 
llegaron  dos  caballeros  almohades  seguidos  de  valientes  que  Dios  quiso 
que  llegasen ,  y  acometieron  y  arredraron  á  los  enemigos  despedazán- 
doles hasta  encerrarlos  en  su  ciudad.  Volvió  pocas  horas  después  graa 
parte  del  ejército,  se  renovó  el  cerco  y  se  combatió  la  ciudad  con  furor 
y  ardiente  deseo  de  venganza  hasta  entrarla  por  fuerza  de  armas ,  y  d^ 
gollaron  los  Almohades  en  su  entrada  mas  de  diez  mil  personas.  Los 
cercados,  como  no  esperaban  que  se  les  perdonase  la  vida,  pdesbanconfí 
desesperados 9  y  mudios  muslimes  musrieron  a(|uel  dia  peleando  cono 
rabiosos  leones  ó  heridos  tigres.  Entonces  levantaron  el  campo  y  marciió 
la  gente  sin  saber  adonde,  ni  acertar  á  decir  lo  que  les  pasaba :  sileo- 
ciosos  y  tristes  seguían  conducidos  de  los  timbales  y  entraron  en  Sevilla. 
En  el  camino  espiró  el  ínclito  rey  Juzef  Abu  Jacúb  desangrado  y  pasado 
de  graves  heridas,  que  la  menor  de  ellas  era  mortal.  Dice  Matruc  que 
su  muerte  fné  diá  sábado  12  de  Rebte  postrera  del  año  690  (1184),  J 
que  murió  cerra  de  Gezira  Alhadrd  caminando  para  pasw  a  Afirica,  qoe 


U  JüOS  AAABES  EN  UPAÜA.  .663 

iacttap|i5fiié  cendoeido  ¿  Ttomál,  j  allí  entemidii  oerca^M  sepoiero 
desa  ptdre.  Otros  dpeoii  que  no  murió  hasla  llegar  á  Manmeoos,  y  que 
le  le  Ueró  i  enterrar  á  Tínmái  de  6nteii  de  «a  M jo  y  aaeesor  Jaeúb, 
que  ftió  d  qa»  lomó  d  inando  de  laa  tropas  desde  d  dia  de  las  heridas  de 
su  padre*  JNoe  Yahjre  qne  d  rey  Jacef  mnrióal  paso  dd  Tajole?aiitado 
d  campo  de  SaalTAren ,  que  su  mnerlese  tuvo  secreta,  qae  Hegó  ¿  Se- 
▼iOa  7  se  le  embarcó  y  pasó  á  Sale ,  y  <pie  se  la  toYO  en  el  arratel ,  que 
llamaD  AUeth,  y  desde  alli  fqé  Gondaddo  ¿  Tinmál  y  enterrado  cérea 
dd  sepidcfo  dé  su  padre.  £1  tiempo  de  su  reinado  (taé  veinte  y  dos  años, 
un  mes  y  seis  días.  Ooullóse  la  muerte  dd  rey  de  orden  de  su  hijo  hasta 
llegar  á  Sale,  que  alli  se  puUicó :  solo  Dioses  eterno  y  nadie  es  señor 
como  d ,  ni  ser  vidor  oooM»  él . 

Amir  aonimininJacAh  Aben  Ju^f  se  llamaba  Abdab  JacAb ,  y  se 
apellidó  Almanaor  BifadH  Ahí.  La  madre  que  le  parió  era  hija  dd  Tiiir 
de  so  padre ,  y  nació  en  el  palacio  de  su  abuelo  Abddmnmen ,  en  Mar- 
mecos,  aSk>  555  (1160) :  se  llamaba  también  Abu  Juzef;  su  scílo  decfa : 
Mi  coiiftan«a  en  Dios.  Era  de  color  rojo,  mediana  y  justa  estatura, 
ojos  hermosos,  perfecta  naris ,  redondo  de  cara ,  pestañas  largas,  cejas 
anidas ,  cuello  ddgado ,  anchos  hombros :  de  ánimo  generoso  y  liberal , 
esforzado,  elocuente,  erudito,  amigo  de  los  sabios  y  de  los  hombres 
útiles  é  la  rdigion  y  al  estado.  En  su  consejo  tenia  los  hombres  de  mayor 
lama,  y  los  hMraba  en  Tida  y  en  muerte;  pues  solía  visitar  sus  sepul- 
cros, y  acompañaba  susoitlerros  :  todos  le  amaban  y  bendecian.  1\ito 
cuatro  Ujos  varones :  Ozman,  que  fué  sucesor  en  el  imperio,  Abu  Abdala 
Anasir,  Abu  Mubamad  Abdala  Alfadil ,  y  Abúl  (Ma  Edris  Almamun : 
sos  visires  y  dcatibes  los  de  su  padre ,  y  los  mismos  médicos :  sus  ca- 
díes  Abu  Alabas  ben  Medhama,  cordobés,  y  después  Abu  Amrán  Mmsft, 
hijo  del  cadi  Iza  ben  Amrán.  Fué  jurado  y  proclamado  domingo  dia 
19  de  Rebie  segunda  del  año  580  (1184),  y  fué  su  jura  solemne  y 
prindpd  en  dia  sábado  2  de  Giumada  segunda  del  mismo  año ,  por  la 
circuQStancia  que  obligó  á  ocultar  la  muerte  de  su  padre  todo  aqud 
tiempo :  su  jura  fué  pública :  su  muerte  en  jueves  22  de  Rebie  pri- 
mera año  595  (1 199) :  otros  dicen  que  en  dia  Giuma  d  fin  de  la  noche 
eo  Medina  Marruecos ,  y  que  foé  conduddo  á  Tinmál  y  enterrado  en 
elln ,  siendo  de  cuarenta  años  d  dia  de  su  muerte,  y  que  su  inqierio 
doró  anco  mil  dentó  y  noventa  y  dos  dias,  ó  lo  que  es  lo  mismo  catorce 
aüos,  once  meses  y  cuatro  días.  Su  primer  providencia,  después  ée  cele< 
brada  y  redbida  su  jura ,  fué  sacar  de  su  tesorería  den  mil  doblas  de 
oro ,  y  las  nsamló  di^ibnfar  á  los  pobres  por  los  aduares  de  tierra  de  Al-" 
mngréb,  y  eseriMó  á  las  provincias  para  poner  en  libertad  á  les  enear> 
celados  por  delitos  leves ,  y  que  se  determinasen  rin  tardanza  las  satis- 
fecdones  á  los  qne  se  debiesen  dd  tiempo  de  su  padre.  Perdonó  las 
deudas  que  le  deMan  sus  vasallos ,  y  los  atrasos  de  pagas  á  flsvor  dd 
erario.  Aumentó  las  pagas  y  sueMode  los  cadiesy  aUsqiues :  visitó  sus  pro- 
viadas,  inquirió  y  averiguó  el  estado  de  i^as  *.  Ibrtifloó  las  flronleras,  y 
puso  m  días  pmidios  de  gente  de  guerrs,  asi  de  caballeria  oomo  do 
tntanlrria,  pagando  con  mucha  liberalidad  á  los  sddados  almohades.  Kl 


504  HISTOBIA  M  lA  MMmACHm 

ordenaba  por  si  inisnio  coanto  conTenk  al  bien  del  ealado  y  <e  la  rdi* 
gion ,  y  fuéd  primero  de  los  principes  Almohades  qne  eseriMu  »  d 
principio  de  sus  cartas  y  mandanúentos  :  «  El  bamdoUllahi  ^tíaüi , » h 
alabaoEa  á  Dios  único,  y  asi  Dios  ilustró  y  ennobleció  su  remado,  y  le 
htxo  d  mas  noble  y  engrandecido  en  oriente  ^occidente  y  mcdiodia,  asi 
en  África  como  en  España ,  y  en  ella  eslavo  aqud  dia  glorioso  de  ákrea : 
y  corrió  sos  tierras  (tesde  Velad  Nul  hasta  Barca ,  y  en  Alares  foc  flus- 
tre :  fortiflcó  las  fronteras,  ediflcó  mezquitas  y  escudas  en  Almagréb, 
África  y  España ,  edificó  y  dotó  almarestanes  para  enfermos ,  y  aljamai 
para  doctos ,  y  ordenó  que  hubiese  sus  grados  y  disHncíoiies  entre  dkis 
señaló  los  premios  y  sueldos  á  médicos ,  maestros  y  sirvientes  de  te 
liospitalos  de  enfermos ,  cojos ,  mancosy  ciegos  en  todas  ans  provincias, 
ediflcó  torres,  puentes,  algibes  y  pozos  para  agua  en  los  caminos  y  (fe- 
siertos,  y  cuidó  de  que  se  pusiesen  mendto,  posadas,  faoqicdenas 
desde  Sus  Alaksá  basta  Soica  Mascnc,  y  por  sus  piadosas  intendocesjf 
buenas  obras  concedió  Dios  prosperidad  y  buena  ventura  al  Islam  eo  su 
tiempo,  y  sus  caudillos  fueron  siempre  vencedores  de  sus  enemigas,  sin 
ffod  en  sus  empresas  se  mezclase  nunca  advenidad. 

En  esle  mismo  ano  de  la  muerto  del  rey  Juzef  Aba  Jacúb  co  580 
(i  1 84) ,  el  señor  de  Mayorca  Aly  ben  Ishac,  de  la  familia  de  los  Aben  Ca- 
nias, principe  de  los  Almorávides ,  luego  que  supo  la  maerte  del  rey 
Ju2(^  Abu  Jacúb  allegó  grande  armada  y  pasó  á  África  y  puso  ceno 
á  Begaya ,  y  después  de  recios  y  continuos  coiiduites  la  entró  por  fama, 
y  echó  de  ella  á  su  Wali  Suleyman  ben  Abdala ,  nieto  dd  rey  Abddmo- 
men,  y  á  todos  sus  Almohades,  y  en  k  chotba  hizo  qne  se  rogase  á  Dios 
por  Nayr^Edin  Ala,  calila  de  Bagdad ,  y  sublevó  las  tribus  y  pueblos  de 
aquella  comarca. 


CAPITULO  U. 

PaM  á  Kspafia  JacAb  Atmanzor,  tala  la  tierra  y  se  vudvc  i  África.  I^  desafia  el  re;  de  kn 

crisiianoa ,  y  él  ref|ionde. 

En  d  ado  de  589  (1186)  por  causa  de  ciertas  sospediaa  mandó  Jaciik 
Almanzor  quitar  la  vida  á  sus  hermanos  Cid  Abu  Yahye ,  Cid  Ornar,  j 
á  PBL  tío  Cid  Ab&l  Rabie ,  y  en  este  mismo  adtose  le  rebeló  Medina  Gafi» 
7  Cabes  en  b  provincia  de  África ,  suscitando  en  ella  la  rebelión  el  ^ 
de  los  Almorávides  Aly  ben  Ishac.  Luego  allegó  sus  tropas  y  fué  contra 
*  ella  Jacúb  Almanaor  desde-  la  corte  de  Marruecos  en  3de  la  Inaa  de 
Xewaldcl  ailo582;  y  puso  cerco á  la  eiíadad con  nradias  tropas,  y  to^^ 
ella  se  defendieron  con  tanto  valor  que  se  alargó  el  cerco,  y  habia  es 
él  continuos  rebatos  y  escaramuaas  con  grave  daño  de  los  de  la  tíena 
hasta  que  la  entró  por  fuerza  de  amM  en  el  ado  583.  Después  de  so- 
juzgar la  ciudad  de  Cafisa  donde  hicocruel  escarmicato  en  tes  rebeldes, 
pasó  de  gazua  á  tierra  de  AlmagrM)  de  África,  y  rompió  y  deshilo  ta 
ejórdlos  de  los  rebeldes,  y  todas  las  cabilas  ae  vinieron  A  someter  á  sa 
obediencia ,  yaigunas  te  siguieron  en  la  misma  guara  contra  los  rAd- 


HE  LOS  ÁRABES  EN  BSPAfti^  S05 


des ,  j  le  sirvieioii  con  oradm  fiddidad .  Desjmos  de 

hote  toda  la  tierra  de  Ahuagréb  allanando  los  pueblos  snUevados ,  se 

lornó  JacAb  Almanxor  éso  corte  de  Marroecos. 

Después  qoe  descansó  de  sa  expedicioa  en  África ,  movió  sus  gentes 
con  ánimo  de  hacer  la  santa  guerra  en  Andalucía ,  y  en  especial  en  so 
Algarbe,  y  esta  foé  su  primera,  jomada  contra  infieles.  Pasó  A  ella 
desde  Alcáiar  Algez  á  Gesira  Albadrá ,  día  jueves  3  de  Rebie  primera 
del  aito  585  (1189) ,  y  partió  de  Albadrá  ¿  Sant^Aren,  y  dividió  las  al- 
garas contra  Medina  lisboaa ;  llegó  A  ella  talando  los  campos ,  arrasando 
la  tierra,  estragando  sus  fratoo,  mató  y  cautivó  la  gente ,  quemó  las 
miescs  y  poblaciones ,  y  llegaron  las  talas  y  la  desolación  basta  lo  samo, 
qoe  dejdNi  la  tierra  como  abrasados  desiertos.  Tomó  en  esta  jornada 
muchos  despojos  de  la  tierra  enemiga ,  y  se  pasó  á  la  otra  banda  con 
trece  mil  mugcr^  y  nidos  cautivos ,  presas  del  terror  y  de  la  violencia 
de  la  guerra  mas  vengativa  y  odiosa  que  hubonnnca  entre  dos  naciones. 
Llegó  el  vencedor  Jacúb  Almanzor  á  Medina  Fez  en  la  última  década 
do  Regeb  del  afk>  585 ,  se  detuvo  en  la  ciudad  algunos  días,  y  estando 
en  ella  descansando  lo  vino  nueva  de  como  la  ciudaddc  Almcison  África 
oriental  se  babia  rebelado.  Luego  partió  de  Fez  á  8  días  de  Xaban  del 
mismo  ado,  y  entró  en  Medina  Tunis  en  primero  de  Dyloada,  y  alli  le 
avisaron  que  ya  la  ciudad  de  Almeis  estaba  sosegada ,  y  que  el  rebelde 
de  Almeis  se  había  huido  á  Sabrá  luego  que  entendió  la  llegada  de  amir 
amumioin. 

£n  el  ajlo  siguiente  de  586  (1190)  los  cristianos  que  inquietaban  las 
fronteras  de  Algarbe  entraron  por  fuerza  de  armas  en  Medina  Xeib ,  y 
Ikja  y  fieira  de  Algarbe  de  España  :  esto  luego  que  entendieron  que  el 
rey  Jacúb  Almanzor  se  babia  tomado  á  África ,  y  que  en  ella  andaba 
muy  ocupado  en  sojuzgar  rebeldes  que  en  díaselo  levantaban ,  que  los 
enemigos  de  Dios  aprovecháronla  ocasión  de  su  ausencia.  Vino  esta  nueva 
desagradable  al  rey  Jactkb  Almanior^  le^esó  mucho  de  cslaspMidas, 
y  con  ira  y  descontento  mandó  sus  cartas  á  los  caudilloa  de  las  fronteras 
de  AiidaIocia,culp¿ndolesy  reprendiéndoles  con  mucha  aspereza  su  des- 
cuido, y  les  ordenó  que  estuviesen  ap^rcebidos  y  dispuestos  para  hacer 
la  cwiqvista  de  Algarbe,  que  él  seria  en  breve  con  dios,  que  partía  de- 
tras de  sos  cartas. 

Los  caudillos  ahnohades  de  Andaluda  redbidas  las  órdenes  de  su  rey 
faeroné  juntarse  con  Mahomad  ben  Juzef,  wali  de  Córdoba,  y  salló  con 
elk»  numerosa  hueste  de  Almohades  y  alárabes  y  andaluces,  se  diri- 
gieroa  hacia  Xel^,  y  pusieron  cerco  á  la  dudad,  combatióndolade  dia 
y  nuche  basta  que  la  entraron  por  fueraa.de  armas ,  y  después  entraron 
en  alcAiar  de  Abi  Deois  y  Medina fieja  y  fidra ,  que  asimismo  se  toreó 
por  foerza  do  armas,  y  con  esto  se  volvió  d  wali  (jriunfanleá  Córdoba, 
trayendo  ^tince  mú  cautivos  y  tres  mil  cristianos  r  y  los  entró  en  la 
ciudad  enracimados  en  sartas  de  dncueata :  esto  fué  en  Xewal  dd  ailo 
587  (i  191} ,  y  en  el  mismo  tiempo  volvió  Jacúb  Almanzor  de  la  provin- 
cia de  África  áocddente,  entró  en  Medina  Telencen,  y  se  detuvo  en 
ella  hajita  fin  de  dicho  año. 


S06  mSMUA  ra  UL  BMIllACieRK 

Entrado  daigiiieale  ¿  prineipaosile  Muhuram  taU6«trqr  i^tMb  Al- 
manior  de  Teleooea  ¿  Fez ,  y  eo  aquella  dodad  enfermó  de  grave  do< 
kncia  que  le  doró  siete  meses  :  luego  que  recobró  sus  fuerzas  partió 
de  alli  para  Marruecos,  y  se  entretuvo  <»i  suecffte  haála  el  año  590 
(1194) ,  en  que  salió  de  aqueHa  ciudad  para  Bspafia  oon  ánimo  de  hacer 
en  ellaguerra  santa,  que  fué  la  célebre  j<M*nada  de  Alarca,  ylasegnnda 
gazua  de  JacAb  Atananior  en  Espafia ,  Dios  le  haya  perdonado. 

Como  se  dilatase  Ja  ausencia  de  JadU)  Almanior  de  Espoiia  y  su  en- 
fermedad le  detuviese  en  África ,  los  enemigos  aprovecháronla  ocask» 
y  tomaron  grande  arrogancia  y  nolaUes  ventajas  sobre  los  imislhnes, 
de  manera  que  entraban  los  cristianos  on  saa  Uerras  oorao  lobos  ea 
rebaño ,  aoQsándc^  con  crueles  y  espantosas  cabalgadas ,  taiandoy  que- 
mando sos  campos  y  poblaciones,  de  suerte  que  no  dejaban  rincón  ea 
España  que  no  corriesen  y  estragasen  sus  tropas.  NóhaUabau  loe  pobres 
muslimes  consejo  ni  remedio  para  contener  sus  violencias ,  ^fanlo  qos 
llegaron  sus  malditas  huestes  á  cercar  y  acampar  victoriosas  y  sober- 
bias delante  de  Gezira  Alhadrá,  y  desde  esta  escribió  el  rey  de  los  cris* 
tianos  una  carta  desafiando  oon  extraña  imnoganda  al  amir  de  loa  fidfs 
Jacúb.  Decia  pues  así  la  soberbia  carta :  «En  el  nombre  de  Dios  clemente 
y  misericordioso :  el  rey  de  loa  cristianos  al  rey  de  los  mudimes :  puesto 
que  no  puedes  venir  contra  mi,  ni  enviar  tus  gentes,  envíame  barcos 
y  saetías  y  que  yo  pasaré  en  ellas  oon  mi  gente  adonde  estás ,  y  páearé 
contigo  en  tu  misma  tierra ,  con  esta  condición  que  si  me  vencieres  seré 
tu  cautivo,  y  habrás  grandes  despojosv,  y  tu  seras  d  que  dmrá  la  ley, 
y  si  yo  salgo  yeoceiav  entonces  todo  estará  en  mi  mano ,  y  la  daré  al 
Idam.»  Leida  que  fué  esta  carta  por  Jacúb  Almanzor  le  acaloró  y  en- 
cendió el  religioso  celo  de  vengar  loa  oprobios  que  se  hacían  al  Idam, 
mandó  que  se  leyese  á  sus  Almohades ,  alárabes,  á  las  cabOas  zenetes 
y  masamudes,  y  á  todos  los  demás  soldados,  y  todos  se  enasñaron ,  en- 
cendieron ,  tumultuaron  y  previnieron  para  la  vénganse ,  ramifestando 
•US  ardientes  deseos  de  pasar  á  la  sanlaguerra.  Entonces  Hanná  JacAb 
Almanaor  á  su  hf  jo  Cid  Muhamad,  su  futuro  sucesor,  y  le  di6  la  carta  y 
le  mandóque  respondiese  al  maldito  Alfonso.  L^óla,  yá  la  vu^tade 
eUa  escribió :  «Dijo  Alá  omnipotente :  Revolveré  emtra  eUoa  y  loshavé 
polvo  de  podredumbre  con  ejércitos  que  no  han  visto ,  y  que  no  podrán 
evitar  ni  escapar  dé  ellos ,  y  los  sumiré  en  proftendidad  y  los  deáiaré.i 
Llevóla  carta  ásu  padre,  el  cual  lejréndola  alabó  su  ingenio,  y  estufo 
un  poco  pensativo,  y  luego  la  entregó  almensagem  y  le  envi6  oon  etta', 
mandó  sacar  el  piÁclliim  rojo  y  la  espada  grande ,  y  qpe  loa  escondraatt 
de  Almohades  y  demás  tropas  se  pusieron  luego  en  mardiapara  la  santa 
guerra.  Esoríbió  áias  provincias  de  Almagra,  África  y  AlUik  para 
que  se  congregasen  las  gentes  para  algihed,  y  á  su  llamada acudimm 
las  gentes  mozos,  y  viejos  detodas  edades  y  regiones,  loa  moradores  de 
los  valles  profundos  y  de  los  alleamonlea,  y  loa  de  las  naa  apartadas 
regiones. 


BE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  507 

CAPITULO  UI. 

Pata  JaeAb  Alminzor  á  Espafia.  Disposiciones  para  la  batalla  de  Alarcof . 

Salió  de  la  corte  de  Marruecos  día  jueves  i 8  de  Giamada  primera 
aik>5^  (li95),  ordenólas  marchas,  dispuso  que  se  diesen  dos  comidas 
al  dia  á  las  tropas ,  y  caminó  aquella  in6nita  muchedumbre  sin  que  nin- 
guno Tolvicseia  cabeza  de  tanla  inranteria  y  caballería  que  no  bastaba  la 
tierra  para  pastos  ni  los  ríos  para  abrevarlos ,  y  todos  veniati  con  un 
misoM)  ánimo  y  con  igual  resolución  á  la  santa  guerra  contra  inGeles. 
Cuando  llegó  el  campo  á  Alcázar  Algez  fueron  pasando  las  taifas  unas  en 
pos  de  otras  :  la  primera  que  pasó  el*nar  fuédelas  tribus  alárabes,  luego 
las  Zenetas ,  Masamudcs,  Gomaras,  los  voluntarios  de  las  cabilas  de 
Almagréb  y  otras  de  AJgiazaces,  después  la  ballestería,  los  Almohades, 
guardias  de  servicio  pasaron  y  se  acamparon  en  las  playas  de  Algczira 
AlhadrA,  y  entonces  pasó  amíramuminin  detras  de  ellos  con  numerosa 
eompañia  de  jeques  almohades ,  vizires  y  alfaquies  de  Almagréb ,  y  quiso 
]>tos  que  pasase  con  mucha  felicidad ,  y  en  muy  breve  tiempo  acampó 
en  Alhadrá.  Fué  su  llegada  después  déla  azala  del  Giuma  20  de  Regeb 
del  ya  dicho  año :  detúvose  allí  á  vista  de  Alhadrá  un  dia,  y  luego  mo- 
vió SQ  campo  para  ir  contra  los  enemigos  antes  que  se  resfríase  el  fervor 
de  los  que  venían  deseosos  déla  santa  guerra ,  púsose  en  marcha  con  su 
soberbio  ejército,  que  había  do  ser  saludV  la  gloria  del  Islam  con  su  de- 
nodado ánimo  qiíe  no  retrocedía  de  su  buen  propósito.  No  bien  el  ene- 
migo se  había  retirado ,  cuando  se  tuvo  nueva  de  como  estaba  sobre 
Medina  Atarea  con  su  hueste  el  maldito  Alfonso ,  y  mandó  amir  amu- 
minin  Jacúb  Almanzor  ir  contra  él  confiando  en  Dios  y  en  su  hvor 
poderoso,  sin  entrar  en  otras  tierras  ni  distraerse á  otras  cosas,  ni  vol- 
ver siquiera  la  cabeza  -.  asi  que ,  con  prestas  marchas  caminó  contra  él 
hasta  llegar  adonde  entre  él  y  Medina  Atarea  no  había  mas  que  dos  cor- 
tas jomadas,  y  alli  acampó  dia  jueves  3  de  Xaban  del  año  591  (1 195). 

AIK  tuvo  el  principe  de  los  Oelcs  su  consejo  con  los  caudillos ,  jeques 
y  sabios,  y  les  dijo  que  viesen  lo  que  con  venia  para  vencer  al  enemigo 
de  Dios  en  la  pelea ,  según  Dios  manda  y  el  profeta  enseña ,  que  aquella 
es  la  formalidad  que  ordena ,  y  ñor  eso  alabó  su  pueblo,  según  aquello 
del  libro  de  Dios  :  « Consultan  sus  negocios  importantes ,  y  se  aconsejan, 
y  gastan  con  liberalidad  con  los  pobres  de  lo  que  les  damos , »  y  aquella 
otra  aleia  que  dice  :  «  Serás  piadoso  con  ellos ,  pedirás  perdón  por  ellos, 
y  con  ellos  le  aconsejarás  para  las  cosas  arduas  de  la  guerra ,  y  asi  confia 
en  Dios,  que  Dios  ayuda  y  amadlos  que  en  él  confian. »  Convocó  el  amhrá 
consejo  primero  á  los  jeques  almohades,  y  después  á  los  jeques  jarabes, 
y  á  los  de  Zeneta ,  y  á  los  de  las  cabilas  Masamuda ,  Gomara  y  Agza , 
y  á  los  voluntarios;  cada  uno  le  dio  su  parecer  en  cómo  se  haría  para 
la  venturosa  expedición  de  los  muslimes,  y  al  fin  llamó  á  los  caudillos 
de  Andalucía ,  y  luego  que  estos  entraron  delante  del  amir  y  les  habló 
romo  á  los  otros,  le  dieron  su  azalam  y  se  colocaron,  les  dijo :  O 


508  HISTORU  DE  LA  DOMIlUam 

andaluces,  en  yerdadqae  los  jeques  y  caadillosá quienes  he  oodsqIümIo 
antes,  si  bien  son  muy  prudentes  y  esforzados  caballeros  y  muy  prácti- 
cos en  las  cosas  de  la  guerra,  y  de  gran  constancia  en  las  batdfas  pan 
defensa  del  Islam ,  no  tienen  con  todo  eso  el  necesario  conocimiento  de 
las  estratagemas  de  los  infieles.  Vosotros  como  que  sois  sus  fronleriios 
que  de  continuo  andáis  en  guerra  con  ellos  sabéis  bien  sus  modos  de 
ordenar  las  haces ,  sus  estratagemas  y  engaites  en  las  batallas.  ESm 
le  respondieron  •  Seílor  de  los  fieles ,  nesotros  todos  hemos  puesto  k» 
ojos  en  un  esforzado  caudillo,  de  mucho  valor,  prudencia,  deslren 
y  uso  en  el  menester  de  la  guerra  y  de  sus  ardides ,  muy  práctico 
y  ejercitado  en  mirar  por  la  gloria  de  los  muslimes.  Este  te  dirá, 
señor,  loque  nosotros  tal  vez  no  acertaríamos  á  decir,  y  confiamos 
que  él  lo  dirá  como  deseamos  reste  es  el  ilustre  caudillo  y  honrado 
Abu  Abdala  ben  Senanid  que  viene  con  nosotros  :  fu  parecer  y  opi- 
nión, Dios  la  guie,  será  la  mas  acertada,  y  lu  mandamiento  d  mas 
provechoso,  Dios  se  pague  de  ti.  Todos  ellos  convinieron  en  que 
se  remidan  al  parecer  de  Senanid ,  y  luego  mandó  amír  que  vioiese 
á  su  presencia  dicho  caudillo,  y  habiendo  entrado  le  preguntó  so 
parecer  y  respondió  -.  O  amir  de  los  fíeles ,  en  verdad  que  los  cristia- 
nos, destruyalos  Alá,  son  muy  arteros  y  mañosos  en  las  trazas  y  e^ 
tratagemas  de  la  guerra,  y  es  conveniente  que  nosotros  también  haga- 
mos como  ellos  hacen.  Mi  opinión  es,  siüva,  señor,  la  tuya,  que 
para  dar  la  batalla  acometan  primero  los  Almohades  de  conocido  vdor 
y  lealtad  con  los  muslimes  andaluces  acaudillados  de  sus  jeques,  y  todos 
á  la  orden  de  un  esforzado  caudillo  de  los  mas  famosos «  y  con  estos  que 
son  la  flor  de  tus  tropas  y  la  escogida  gente  de  España  se  forme  la  pri- 
mera batalla.  Después  todas  las  cabilas  que  vienen  en  la  hueste  de  alára- 
bes ,  zenetes ,  masamudes,  de  Agza  y  oirás  provinciales,  y  los  vohmlaríos 
valentisimos  que  llevan  siempre  la  victoria  enlazada  en  sus  banderas. 
Con  estas  dos  haces  romperás  y  desharás  á  los  enemigos,  destrújulos 
Alá ,  y  tú,  señor,  con  tus  Almohades ,  que  Dios  guarde,  y  los  negros j 
guardias  estarás  cerca  del  campo  de  batalla  en  lugar  oculto  á  espaldas 
de  la  hueste  muslímica ,  y  si  con  ayuda  de  Dios ,  para  engrandecimieolo 
de  tu  imperio  y  soberanía,  vencemos  al  enemigo ,  saldrás  á  completar 
su  vencimiento  y  derrota,  y  si  no  acaeciere  asi  acudirá oportunameole 
lu  gente  toda  en  socorro  de  los  que  le  necesitemos,  y  de  esta  manera  se 
contendrá  y  arredrará  el  Ímpetu  de  su^ortaleza,  y  acabará  su  esfucno 
y  valentía,  ó  mas  bien  su  arrogante  y  vana  soberbia.  Esto  me  parece, 
señor,  lo  que  hace  al  caso,  asi  Dios  te  haga  venturoso  :  y  Almaozor  le 
dijo  :  Guala,  guala ,  que  tu  consejo  me  parece  dictado  por  et  Señor, 
bendito  sea,  y  pagúese  de  ti. 

Las  tropas  se  colocaron  y  distribuyeron  en  sus  puestos ,  y  el  prtodpe 
de  los  fieles  pasó  aquella  noche ,  que  fué  la  del  Giuma  4  de  Xaban. 
sobre  la  alfombra  de  azala  orando  y  pidiendo  á  Dios  excelso  su  pcderoso 
amparo,  que  ayudase  á  sus  muslimes,  y  que  destruyese á  los  inGoIe>. 
A  la  hora  del  alba  sus  ojos  fueron  vencidos  del  sueño ,  y  se  durmió  na 
poco  en  sq  arrnkea ,  y  dispertó  muy  alegre  y  acucioso  y  con  gran  solaf . 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  509 

y  enrió  á  llamar  á  los  jeques  almohades  y  átfaqaies.  Entrados  en  su 
presencia  les  dijo  :  Os  he  llamado  ahora  para  deciros  lo  que  Dios  me 
ha  manifestado  en  mi  sueño  en  esta  hora  vcnlnrosa.  Mientras  que  yo 
hacia  mis  postraciones  en  mi  azala  se  me  vencieron  los  ojos  de  sueño  y 
me  qaedé  traspuesto,  y  vi  abrirse  las  puertas  del  cíelo,  y  al  mismo  ins- 
tante pareció  salir  por  ellas  un  caballero  sobre  un  caballo  blanco  de 
gentil  figura  y  donaire,  y  en  su  mano  traia  una  bandera  verde  desple- 
gada que  llenaba  todo  el  espado  de  la  tierra ,  y  me  dio  azalam ,  y  le 
dije  :  ¿Quién  eres,  así  Dios  te  salve?  y  me  respondió .  Yo  soy  un  ángel 
de  los  ángeles  del  séptimo  cielo ,  y  te  vengo  á  anunciar  la  victoria  de 
parte  del  Señor  délos  mundos :  tú  y  los  que  vienen  contigo  á  la  santa 
guerra ,  y  militan  debajo  de  tus  banderas  por  la  Te ,  recibirán  los  pro« 
miofideAlá. 


CAPITULO  UIL 

BaUlU  de  Alanos.  Vuelve  Almanior  á  M arroecos  y  muere. 

Venido  el  sábado  5  de  Xaban  se  puso  el  amir  Jacüb  Almanzor  en 
su  pabelkm  rojo  preparado  para  la  batalla  contra  los  enemigos.  Llamó 
ai  Ínclito  Abo  Yahyc  Abu  Hafas,  que  era  su  mayor  vizir,  y  de  los  prin* 
cipales  caudillos  almohades,  hombre  virtuoso  y  austero,  gran  soldado, 
y  cuando  se  presentó  le  encomendó  la  delantera  delejcrcilo  y  cuerpo  de 
batalla ,  asi  de  los  andaluces  como  de  las  tropas  escogidas  de  los  alára« 
bes  y  zenetcs  y  demás  tribus  de  Almagréb-,  y  luego  le  desplegaron 
banderas  y  le  tocaron  atamborcs  como  á  caudillo  general ,  que  todo 
estaba  aquel  dia  á  su  cuidado.  Encargó  la  tribu  líentela  y  las  tn>pas 
de  Andalucía  á  ben  Senanid ,  y  al  caudillo  Germon  ben  Rebah  todas  las 
alárabes )  y  encargó  á  Merid  el  Magaravi  las  tribus  de  Magarava,  y 
á  Mohín  ben  Abi  Bekir  ben  Muhamad  todas  las  tribus  de  Mezani,  y  á 
(kd)ir  ben  Muhamad  ben  Juzef  las  de  Abdelwadi ,  y  á  Abdclaziz  Ata>  ' 
bani  las  de  Tahan ,  y  á  Thegir  las  tribus  de  Hescura  y  demás  de  Masa- 
mada ,  y  á  Muhamad  ben  Menafid  las  de  Gomara ,  y  á  Hág  el  Saleh  Abu 
Hariz  iJa  Warbi  los  voluntarios ,  y  todos  bajo  el  mando  y  orden  de  Abu 
Yabye  ben  AIh  Harás.  £1  amir  Jacúb  Almauzor  quedó  con  el  resto  de 
las  tropas  almohades  y  servicio  de  guardias ,  y  mandó  luego  marchar. 

Movióse  el  campo ;  iba  en  la  delantera  dd  ejército  el  jeque  Abu 
Yabye  en  un  feroz  caballo ,  y  el  caudillo  andaluz  Senanid  con  otros 
caballeros  y  alcaides  andaluces ,  y  su  caballería  que  era  la  flor  del 
ejército.  Cuando  levantaba  el  campo  Yabye  de  un  sitio  al  amanecer, 
allí  acampaba  á  la  tarde  amir  amuminin  :  hasta  que  los  adalides  y 
campeadores  de  Yahye  descubrieron  el  campo  de  los  cristianos ,  que 
estaba  acampado  sobre  un  alto  ribazo  al  pié  de  un  cerro  de  muchas 
quebradas ,  y  sus  tropas  ocupaban  las  alturas  y  el  llano  delante  de 
Alarca.  Desosndió  d  ejército  muslime  en  orden  compasado  al  alzarse 
d  sd  miércoles  9  de  Xaban  ilustre  dd  año  591  (H95);  y  ordenó 
Abo  Yabye  MU  haces  en  batdia  {  y  diólas  banderas  á  los  caudfflos  délas 


610  11I9I0RIA  DE  lA  DOimUClON 

tribofl  para  qae  les  sirviesen  de  anión :  dio  b  bandera  terde  á  los  toIob- 
taríos,  7  colocó  á  la  derecha  el  ejército  de  Andalucía ,  y  á  la  izquierda 
los  zenetes ,  alárabes  de  Masamuda  y  otras  tribus  de  Almagréb :  y  eoh 
delantera  puso  á  los  voluntarios  algazaces  y  ballesteros,  y  á  coo  la 
tribu  Hentela  quedó  en  el  centro  y  coraxon  del  cuerpo  de  batalk 
Cuando  todas  las  haces  estuvieron  en  la  ordenanza  y  puesto  oooTeniente, 
cada  tribu  reunida  bajo  su  propia  bandera ,  y  todo  el  ejército  en  admi- 
rable orden  y  concierto  y  á  punto  de  pelea ,  salió  GenñoD  ben  Rehala 
caudillo  de  los  alárabes ,  y  recorriendo  los  escuaifa^Bes  muslimes  por 
entre  las  filas  los  animaba  para  la  batalla  repitiéndoles  estas  akias : 
Ah  creyentes,  buen  ánimo,  constancia^  y  temed  solo  á  Dios,  qae 
Dios  os  ayuda  y  fortifica  vuestros  pies ,  y  por  ventara  seréis  feliccL 
!Eatre  tanto  los  enemigos,  destruyalos  Alá,  que  estaban  delante  de  día 
en  el  cabezo,  y  al  lado  de  la  fortaleza,  pusieron  en  movimiento  nni 
columna  de  su  hueste  de  siete  ú  ocho  mil  caballos  cubiertos  de  hierro, 
y  sus  caballos  asimismo  armados  de  escamadas  lorigas ,  y  de  acerados  j 
lucientes  morriones,  los  cuales  acometieron  denodados  rechinando  y 
crugiendo  las  broncíneas  armas,  y  embistieron  con  todo  el  ímpeta  deso 
fortaleza ,  y  como  sedientos  de  sangre  vinieron  á  herir  en  h  hueste  de 
los  muslimes.  Entonces  el  esforzado  caudillo  Yahye  clamó  :  Ea,  amigos 
míos ,  estad  firmes ,  nadie  pierda  su  puesto ,  ánimo ,  que  en  servicio 
de  Dios  peleamos,  tcnedle  en  vuestros  corazones ,  que  IKos  poderoso  7 
glorioso  os  hará  vencedores :  esta  es  la  primera  hazaña  ^  luego  se  sigoe 
el  glorioso  martirio  y  el  paraíso,  ó  la  victoria  y  ricos  despojos.  I^iego 
salió  también  el  caudillo  del  amir,  y  andando  en  su  caballo  por  eolre 
las  filas  decia  :  Ea ,  servidores  de  Alá ,  ánimo,  Alá  pelea ,  vosotros  sois 
soldados  de  Alá ,  y  los  que  siguen  su  partido  son  vencedores  :  ved  ([ue 
pone  Dios  en  nuestras  manos  á  nuestros  enemigos ;  ánimo  y  á  ellos. 

En  esto  llegó  aquella  impetuosa  hueste  de  la  caballcria  enemiga  que 
acometió  con  tal  denuedo,  que  vinieron  sus  caballos  faaata  espetarse  co 
las  lanzas  de  los  muslimes  :  retrocedieron  un  pooo  y  tomaron  otra  vez 
al  encuentro ,  y  fueron  de  la  misim  manera  rechazados  :  volvieroa  por 
tercera  vez  á  disponerse  al  terrible  encuentro ,  y  el  esforzado  Scoasid 
y  el  caudillo  de  amir  gritaron  :  Ea ,  compañeros,  firmes,  ea  mnslimes, 
afirme  Alá,  tan  alto  es !  vuestros  pies  para  esta  acometida  :  embislieroB 
entonces  los  cristianos  con  tanta  pujanza  y  fortaleza  al  centro  en  <ps 
iba  Yahye ,  pensando  que  allí  iba  amir  amuminin ,  que  rompieron  f 
desbarataron  el  escuadrón  de  los  valientes  muslimes ,  y  el  misoio  caá- 
dillo  Yabye  peleando  como  un  bravo  león  murió  por  sa  ky.  Loa  cris- 
tianos hacían  atroz  matanza  en  los  muslimes  de  la  tribu  Hentela  que  k 
rodeaban ,  y  de  los  voluntarios  y  de  otros  muchos ,  á  los  cuales  había 
sellado  Alá  la  corona  del  martirio ,  y  anticipó  en  aqud  día  las  delicias 
del  paraíso.  Oscurecióse  el  dia  con  la  polvareda  y  vapor  de  k»  qoe 
peleaban  que  parecía  noche :  las  cabilas  de  voluntarios  alárabes,  alga- 
zaces y  ballesteros  acudieron  con  admirable  constancia,  y  rodearon  coa 
su  muchedumbre  á  los  cristianos  y  los  envdvieron  por  ludas  partes. 
SenanidcoB  sus  andaluces,  awawtes,  masamades ,  goaM« , j olroit 


B£  LOS  ARABOS  EN  fiSPAJÍA.  51t 

se  adelantó  al  collado  doodo  estaba  Alfonso,  y  Mi  véneto ,  rmnpló  y 
deshúo  sus  tropas  infinitas,  que  eran  mas  de  trecientos  mil  entre 
caballería  y  peones. 

Alli  fué  muy  sangrienta  la  pelea  para  los  cristianos ,  y  en  ellos  hicie- 
ron horrible  matanza.  Había  entre  dios  como  diez  niil  calMilla*os  de  los 
armados  de  hierro  como  los  (H'imeros  qtíe  babian  acometido,  qaeera 
la  flor  de  la  caballería  de  Alfonso ,  y  habían  antes  hecho  su  azala  cris^ 
ttaDesca  y  jurado.por  sus  cruces  que  no  huirían  de  la  pelea  hasta  que  no 
quedase  hombre  á  vida ,  y  Dios  quiso  cumplir  y  verificar  su  promesa 
en  favor  de  los  suyos*  Cuando  la  batalla  andaba  mas  recia  y  trabada 
contra  los  infieles ,  viéndose  ya  perdidos,  comenzaron  á  huir  y  acogerse 
al  collado  caque  estaba  Alfonso  para  valerse  do  su  amparo,  y  encontra- 
ron alli  á  los  muslimes  que  entraban  rompiendo  y  destrozando,  y  dabail 
cabo  de  ellos.  Entonces  volvieron  brida  y  tornaron  sobre  sus  pasos,  y 
haycron  desordenadamente  hAcia  sus  tierras  y  donde  podían.  Segtiian 
en  su  alcance  los  alárabes  y  voluntarios ,  y  los  de  Hentetá,  atgazai^ 
j  ballesteros ,  y  los  tahonaban  y  molían  como  á  lena ,  y  los  acabaron. 
Así  fué  deshedia  la  fortaleza  de  Alfonso  y  su  caballería  en  que  tanto 
oonfiaba.  Algunos  caballeros  alárabes  avisaron  corriendo  al  aroir  amu- 
minin  que  estaba  en  su  celada  dícíéndolc  :  Ya  puso  Dios  en  fuga  á  los 
enemigos ;  y  salió  amir  JacAb  corriendo  con  sus  tropas  de  Almohades , 
y  entraron  en  la  batalla  en  que  destruía  Alá  á  los  infieles.  Metiéronse 
rompiendo  por  ellos  adonde  estaba  peleando  Alfonso  y  los  mas  valientes 
de  los  suyos  que  mantenían  con  bárbara  constancia  la  horrorosa  lid. 
Entró  primero  la  caballería  con  banderas  desplegadas,  y  seguía  la  in- 
fantería con  espantoso  estruendo  y  alarido  de  atakebiras  y  alambores, 
que  temblaba  la  tierra  y  retumboban  las  alturas  y  los  valles.  Cuando 
Alfonso  alzó  su  cabeza  vio  la  bandera  de  los  Almohades,  y  que  se 
acercaba  el  pendón  blanco  de  Alroanzor  que  iba  delante  y  bríltoban  sus 
letras  de  léAláy  iléAlá,  Muhamad  fíasúl  Alé^  le  galib  iU  Alá,  no 
es  Dios  sino  Alá ,  Mahomad  enviado  de  Alá ,  no  es  vencedor  sino  Alá :  V 
dijo  Alfonso :  ¿Qué  es  esto  ?  y  lo  respondieron  :  ¿Qué  hade  ser,  enemigo 
de  Dios?  el  amir  de  los  fieles  que  te^  vencido,  y  llega  con  su  reta* 
guardia,  que  sola  su  vanguardia  deshizo  tu  ejército,  r  puso  Dios  gran 
terror  en  su  corazón  y  huyó  y  le  siguieron  los  muslimes  el  alcance  ma- 
tando gran  gentío  por  todas  partes ,  afirmando  sus  espedas  y  lanzas  en 
sus  lomos  que  se  embriagaron  y  hartaron  de  éu  sangre ,  y  á  dios  les 
hicieron  apurar  hasta  las  heces  de  la  amarga  copa  de  la  moerte.  Cer- 
caroo  los  muslimes  la  fíortaleza  de  Alarca ,  creyenido  que  Alfonso  estaba 
dentro*  Pero  había  entrado  por  una  puerta  y  salido  por  otra ,  y  asi 
escapó  el  enemigo  de  Dios  sin  sacar  mas  que  el  freno  de  su  caballo  en  la 
mano*  Entraron  por  fuerza  en  la  fortaleza  los  vencedores  quemando 
sus  pfuertaa.  y  matando  á  los  que  las  defendían :  apoderáronse  de  cuanto 
allí  había  y  en  el  camp6  de  armas,  riquezas,  mantenimientos,  provi- 
síonea,  cabatloa  y  ganado,  cautivaron  muchas  mugeres  y  niños ,  y  ma- 
taron nmcbos  enemignaque  no  se  pudieron  contar,  p^es  su  número 
cabal  tolo  Djoi  qua  ki  crió  te  sabe.  ÍUllr«a»  eft  Atarea  Yetdle  mÜ 


ir- 


Ó12  HISTORU  ]>£  LA  DOMINACIÓN 

cautivos ,  á  kM  cuales  díó  libertad  amir  amumiuin  después  de  tenerlos 
CD  su  poder,  cosa  quc,desagradü  k  los  Almohades  y  á  los  otros  musli- 
mes, y  lo  tuvieron  todos  por  una  de  las  extravagancias  caballerescas  de 
los  reyes.  Fué  esta  insigne  y  gloriosa  victoria  dia  miérocAes  9  de 
Xaban  ilustre  del  año  591  (1195).  Habian  mediado  entre  esta  y  h 
famosa  batalh  y  matanza  deZalaca  dente  y  doce  años.  Fué  esta  yidorit 
de  Alarca  de  las  mas  célebres  y  venturosas  para  el  Islam,  y  la  my 
grande  que  alcanzaron  los  Almohades ,  que  Dios  ensalzó  en  ella  d 
Islam ,  y  exaltó  la  fama  de  los  Almohades.  Escribió  Almanzor  esta 
victoria  á  todas  las  provincias  de  los  muslimes  que  estaban  en  so 
obediencia ,  asi  de  Esfiada  como  déla  otra  banda  de  Almagréb,  Alkibta 
y  África ,  y  sacó  el  quinto  de  los  deqxi] os ,  y  dividió  y  repartió  el  resto 
entre  sus  tropas  almohades. 

Partió  luego  su  qérdto  á  OMrrer  tierra  de  cristianos  tomando  da- 
dades  y  fortalezas ,  quemando  aldeas  y  alquerías,  robando,  cautivando 
y  matando  hasta  llegar  las  algaras  A  Gebal  Suleyman ;  desde  allí  se  vol- 
vieron cargados  de  despojos  sin  que  osaran  loscristíanoa  incomodarles, 
y  llegaron  ¿  Sevilla,  y  entró  en  ella  triunfante  Jacáb  AbuJnzef  Alman- 
zor, y  luego  ordenó  que  se  edificase  una  magnifica  aljama  con  su  ahni- 
nar  muy  alio.  Entrado  el  año  592  (1 1 96)  salió  amir  amumiuin  Almanior 
de  Sevilla  á  otra  gazna ,  y  tomó  la  fortaleza  de  Galatra va ,  y-Wadhilhi- 
giara  y  Mahubit  y  Gebal  Suleyman,  Fih  y  Kés  de  confines  de  Toledo. 
En  esta  ciudad  estaba  el  rey  Alfonso  y  le  cercó  en  ella ,  y  le  estrechó 
y  cortó  el  agua ,  y  le  quemó  las  huertas  y  taló  sus  con  tomos ,  y  aplicó 
máquinas  á  sus  muros ;  pero  viendo  la  fortaleza  de  la  ciudad  levantó 
luego  el  campo  de  sobre  ella  y  pasó  á  Medina  Talamanca,  y  la  entró  por 
fuerza  de  armas ,  y  roatóá  todos  sus  moradores ,  llevando  cautivas  sm 
mugeres  y  niños ,  y  sus  bienes  fueron  saqueados  por  las  tropas;  quemó 
la  ciudad  y  asoló  sus  muros  y  la  abanderó ,  y  terrible  como  las  trona- 
doras tempestades  tornó  á  Sevilla  ocupando  de  paso  muchas  fortalezas , 
y  entre  ellas  la  de  Albalat  y  Torgiela ,  y  entró  triunfante  en  Sevilla  en  b 
luna  de  Safer  del  ano  593  (11 97).  Dio  luego  prisa  paca  acabar  la  aljana 
y  su  alto  alminar,  y  mandó  hacer  la  grande  y  hermosa  manzana ,  cuya 
grandeza  es  tal  que  no  tiene  s(»nejante ,  su  diámetro  tal  quo  para  en- 
trarla por  la  puerta  del  Almuedan  fué  forzoso  quitar  la  piedra  dd  ciotei ; 
y  el  peso  de  ía  gran  barra  de  hierro  en  que  está  puesta  es  de  cuarenta 
arrobas :  fué  el  que  la  hizo,  llevó  y  ccAocó  en  lo  alio  del  alminar  Aba 
Alait  el  Síkeli ,  y  se  apreció  la  manzana  en  cien  mil  adinares  de  oro. 

En  tanto  que  esto  pasaba  en  Andalucía ,  y  mientras  k  conquista  de 
Alarca ,  continuaba  en  Marruecos  de  orden  dd  amir  amuminin  lafi- 
brica  de  la  alcazaba  de  Marruecos  y  su  gran  torre ,  y  se  edificó  también 
el  almimbar  de  la  aljama  de  los  Gatabinas ,  y  la  ciudad  de  Rabal  Alfetab 
en  la  comarca  de  Sde  con  su  buena  aljama  y  almimbar.  Luego  qoe  tío 
acaba<b  la  aljama  de  Sevilla  mandó  edificar  Ilasn-Alfarag  sdirc  Goa- 
dalqnlvir,  y  partió  después  á  la  otra  banda ,  y  llegó  á  Marruecos  en  b 
hma  de  Xaban  del  afio  594.  En  esta  ocasión  halló  acabadas  diferentes 
obras  y  edificios  que  haUa  mandado  fieteicar,  ooaw  la  alcaidía,  bs 


DE  LOS  JIrABES  en  ESPAÑA.  Al 3 

alcázares ,  las  aljamas ,  y  sm  torres  en  qac  consamió  el  quinto  de  todos 
los  desfk>jos  que  babía  ganado  á  los  cristianos  y  otros  enemigos.  Cuéa- 
lase  que  estas  obras  se  hadan  por  cuenta  de  los  arquitectos  que  traba- 
jaban al  fiado ,  y  como  eran  obras  tan  grandes  estaban  apurados ,  que 
ya  no  tenián  de  que  gastar,  ni  osaban  pedir  lo  que  se  les  estaba  debiendo. 
Habjan  hecho  en  la  aljama  siete  puertas ,  por  las  siete  del  páraiso ,  y 
coaado  entró  amir  amuminin  en  ella  se  pagó  mucho  de  la  Tábrica ,  y  le 
contentó  en  extremo  la  labor  de  las  puertas ,  y  como  preguntase  qué 
puertas  son  est^s ,  y  porqué  son  siete  y  no  mas  ni  menos  ?  le  dijeron 
qoe  eran  las  siete  del  paraíso,  y  que  aquella  por  donde  entraba  amir 
amuminin  cora  la  puerta  Athamín,  del  preció.  Ya  to  entiendo ,  dyo  Ja- 
cúb ,  y  me  alegro  de  la  agudeza  y  oportunidad  del  aviso. 

Después  que  descansó  en  Marruecos  dispuso  la  jura  del  príncipe  su 
hijo  Mabamad  Abu  Abdala ,  j  le  declaró  stt  futuro  sucesor,  se  apellidó 
Anasir  Ledinala ,  y  le  juraron  los  principales  jeques  almohades,  y  los 
demás  de  otras  provincias ,  y  en  todas  fué  reconocido  asi  en  Andalucía 
como  en  Ahnagréb ,  Alkibla  y  África  desde  Atrablos  hasta  Telad  Sus 
AlacsA,  y  hasta  los  desiertos  de  Alkibla,  y  cuanto  hay  entre  estas  re- 
giones de  alcaerias ,  fortalezas ,  castillos  y  aduares  en  montes ,  valles  y 
tehamas ,  entre  gentes  cultas  y  bárbaras ,  que  en  todas  partes  fué  jurado 
y  se  añadió  su  nombre  en  las  oradoncs  públicas  del  Giuma.  No  mucho 
después  de  la  jura  de  Aba  Abdala  Anasir,  y  á  poco  de  haberse  sentado 
en  el  trono  principiando  á  gobernar  en  su  nombre  en  vida  de  su  padre, 
este  ínclito  rey  que  reposaba  tranquilo  á  la  sombra  de  sus  laureles  glo- 
riosos en  los  amenos  jardines  de  su  alcázar  fué  asaltado  de  la  dolenda 
que  le  acabó ;  y  cuando  vio  muy  agravada  su  enfermedad  y  que  estai)a 
muy  cercanode  la  muerte ,  del  plazo  que  acaba  las  esperanzas  humanas, 
dijo  i  los  vizircs,  qne  de  solas  tres  cosas  estaba  muy  pesaroso,  de  haber 
entrado  á  los  alárabes  en  Almagréb,  sabiendo  como  sabía  que  eran 
mestíisos  de  origen ;  de  haber  edificado  á  tanta  costa  y  dispendio  del  real 
erario  la  dudad  de  Rabat  Alfetah ,  y  principalmente  de  la  libertad  que 
había  dado  en  Alarca  á  los  veinte  mil  cristianos  cautivos :  y  á  poco  mu- 
rió Jacúb  Abu  Juzef  Almanzor,  haya  Dios  misericordia  de  él ,  después 
de  la  azala  de  aláxá  postrera  de  la  noche  del  Giuma  22  de  la  luna  de 
Rebie  primera  año  595  (1166).  FaUedóen  la  alcazaba  de  Marruecos.- 
qne  solo  Dios  es  eterno  y  eterno  su  imperio  y  señorío.  Fué  Almanzor 
de  los  mas  virtuosos  y  excelentes  reyes  muslimes ,  y  el  mejor  y  mas 
virtuoso  de  los  Almohades,  de  gran  consejo,  de  valor  y  de  admirable 
vírUid,  Diosle  baya  rcdbido  y  perdonado ,  que  Dios  es  perdonador  y 
galardooador  justo  de  las  virtudes. 


&Í4  HISTORU  PE  LA  DOllNAClON 

CAPITULO  UY. 

Cililmo  de  aminliila  Mi^amád.  Vtoae  á  Hipafii  eon  un  ^jétdf  fowüiUMt. 

El  amir  amominin  Moliaiiiad  ben  JacAb  ben  Juzef  ben  AbdébnuDeo 
ben  Aljr  Alcumi  Zooete  Almohade ,  apellidado  Abu  Abdala  Anastr  L»- 
dinala ,  la  madre  que  le  parió  ae  llamaba  Om  Átala ,  hija  de  Cid  Aba 
Ishak ,  hijo  do  Abdelmmnen  de  la  misma  real  prosapia^  pnao  en  sa  adío : 
«Mi  conflanza  es  Alá ,  y  en  Terdad  que  es  buen  fiador; »  y  en  sus  ban- 
deras 3  « La  alabanza  áDios  único. » Era  de  jostacstatora, blanco,  ddgar 
do  dc*cuerpo ,  hermosos  ojos ,  grande  y  negra  barba ,  cejas  mnypobb- 
di|s  y  largas  pestailas ,  miraba  como  pensativo.  Era  de  mucha  prudeocía 
para  todos  los  negocios  de  paz  y  de  guerra,  pero  tenia  una  grave  falta 
de  rey,  que  no  hacia  por  si  mismo  lo  que  conrenia  en  graves  negocios 
de  estado,  y  se  confiaba  demasiado  de  sus  ministros.  Fueron  sos  vizíra 
Aben  Said  y  Aben  Motani ,  su  hagib  ó  gran  vizir  Aba  Said  ben  Gamea. 
]^aé  jurado  en  vida  de  sv^  padre ,  y  se  renovó  la  solemne  jura  detraes 
de  su  muerte  en  todas  las  provincias  del  imperio  por  sna  jeques  aliDO- 
hadcs,  y  se  le  hizochotba  en  todas  las  mezquitas ,  y  se  le  puUicó  en 
todos  los  almimbares. 

Estuvo  Muhamad  en  su  corte  de  Marruecos  lo  restante  de  Rebie  pri- 
mera, toda  la  segunda,  y  salió  en  principio  de  Giumada  primera  dfl 
año  595  (1 199)  caminando  hacia  Medina  Fez,  y  se  detuvo  en  db  hasta  el 
último  jueves  do  dicha  luna  en  que  salió  para  }os  montes  de  Gomera ,  y 
en  ellos  venció  i  Aludan  el  Gamri ,  qué  se  había  rebelado ,  y  sojmgadi 
la  tierra  volvió  victorioso  á  Medina  Fes ,  y  se  entretuvo  en  ella  edifi- 
cando su  alcazaba  y  sus  muros  que  babia  derribado  su  abuelo  Abdel- 
mumcn  cuando  la  tomó ,  y  se  estuvo  allí  hasta  el  año  598  (1202}  ea  qae 
le  vino  nueva  de  como  el  Mayor Iti  adelantaba  sus  conquistasen  África 
y  se  habia  apoderado  de  muchos  pueblos.  Entonces  salió  d  rey  Asasir 
de  Fez  y  caminó  para  la  provincia  de  África ,  y  Degó  i  Gczair  de  Ma- 
aana ,  y  ordenó  que  de  alli  marchara  una  parte  del  ejército  cootia  d 
Mayorlu ,  y  conquistaron  ks  .ciudades  y  fortalezas  que  ocupaba ,  j  b 
ciudad  de  África  fué  entrada  por  fuerza  en  la  luna  do  Rebie  prünera 
»  del  año  600  (1204),  y  los  vecinos  se  presentaron  al  rey  Anasv  y  tesaltt- 
daron  y  juraron  rendida  obediencia ,  y  Anasir  los  perdonó  y  admitió  j 
los  puso  por  cadr  al  imam  Almuhadiz  Abdala  ben  Húfala,  y  sigtiió 
Anasir  sus  marchas  en  Africarodeando  y  requiriendo  toda  la  provincia, 
y  cl  estado  de  los  pueblos  de  aquella  comarca.  £1  Mayorki  y  todos  sos 
Almorávides  huyeron  delante  de  él  y  se  entraron  en  los  desiertos,  j  d 
Mayorki  se  acogió  á  la  ciudad  Almahedia  que  la  tenia  como  tirano  desde 
que  la  ocupó  cuando  le  hicieron  en  ella  vralí.  Era  este  Yahye  benlsit^ 
el  Mayorki  gran  soldado  y  muy  práctico  caudillo  en  los  ardides  de  b 
guerra.  Siguióle  Anasir  hasta  encerrarle  en  aquella  fuerte  dudad,  lo 
cercó  y  combatió  sus  muros  c<m  dirercntes  máquinas ,  ingenios  y  iroe- 
nos ,  díándola  rebatos  á  cada  hora  de  dia  y  de  noche  con  gran  porfia  j 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  5lS 

▼akr  de  los  Almotiades  y  tropas  de  Almagréb ;  pero  Y abye  el  Mayorki 
oomoeilbrtmlo  y  sabio  caadiUola  defendía  bien  y  hacia  desesperar  á  los 
Almohadea,  y  se  alargaba  el  cerco,  y  como  ya  se  hubiesen  pasado  algunos 
BKsesdecoDtiaida  fatiga  el  rey  Anasir  estrechó  mas  el  cerco,  aplicó  á  los 
moros  máquinas  é  ingenios  nnnca  vistos ,  de  tanta  grandeza ,  que  lan- 
xaiíaii  cada  unocien  enormes  tiros ,  de  manera  que arroinó  la  población, 
7 caían  grandes  piedras  al  medio  de  ella,  y  tiros  de  globos  de  hierro 
cjne  cayeron  sobre  la  sifla  de  vidrio  verde  y  en  lo  mas  alto  del  Icón  de 
metal.  Viendo  que  toda  la  dndad  estaba  armiñada  y  que  no  podia  ya 
mantenerla ,  acudió  á  implorar  la  clemencia  de  Anasir  y  le  envió  á  de- 
cir qoe  le  perdonase ,  y  que  á  lo  menos  concediese  seguro  de  las  vidas  á 
los  pobres  moradores ,  y  Anasir  le  perdonó  y  concedió  seguro  á  los 
vecinos ,  y  al  Mayorki  le  honró  mucho  y  le  dio  después  una  magnifica 
casa,  viendo  sus  buenos  servicios  con  los  Almohades,  y  asi  fué  Anasir 
jurado  y  recibido  en  Almahedia :  esta  conquista  ftié  él  año  601  (1205)» 

En  el  aüo  siguiente  de  602  se  dio  el  gobierno  de  la  provincia  de  África 
al  jeque  Abu  Muhamad  Abdel  wabid ,  hijo  de  Abu  Bekir  ben  Hafas ,  y 
al  punto  que  se  volvió  á  Almagréb ,  y  luego  á  Guadi  Xelaf ,  alli  vino  el 
Mayorki  Yahye  con  gran  hueste  de  alárabes  sanhagas  y  zenetes,  gente 
allegadiza  y  rebdde ,  y  hubieron  batalla  muy  sangrienta  con  los  Almo- 
hades ,  los  cuales  vencieron  al  Mayorki  y  á  los  suyos ,  causándoles  hor- 
rible maítanza.  El  Mayorki  huyó  por  la  ligereza  de  su  caballo.  Fué  esta 
sangrienta  batalla  día  miércoles  último  de  Rebie  pcimera  del  ano  604 
(1208).  Habiendo  venturosamente  echado  de  África  á  los  Almorávides  y 
secuaces  del  Mayorki ,  dispuso  Anasir  enviar  una  expedición  ¿  las  islas 
Mayoricas  donde  era  rey  Abdala ,  hermano  de  Yahye  ben  Isbak,  y  con 
muchas  naves  pasaron  sus  tropas  á  las  islas,  y  tomaron  por  fuerza  la 
de  Mayorica  que  la  defendían  bien  los  Almorávides  y  cercaron  en  la 
dudad  de  Mayorica  al  rey  Abdala,  y  la  entraron  por  asalto  y  prendie- 
ron al  rey  Abdala ,  y  lüegole  cortaron  la  cabeza  y  la  enviaron  caqforada 
á  Marruecos,  y  su  cuerpo  fué  puesto  en  los  garnos  del  muro  de  la  ciu* 
dad.  Las  islas  menores  de  Minoríca  y  de  lebiza  se  rindieron  por  a?e- 
ncnda.  En  este  mismo  año  mandó  Anasir  reediOcar  Medina  Alwahiday 
y  dio  gran  prisa  para  que  se  acabase  la  obra  en  la  luna  de  Regeb  del 
dicho  año.  Asimismo  dio  orden  para  reparar  los  muros  de  Mezma  ca 
Velad  Rif ,  y  se  edificó  la  alcazaba  de  Bedis.  En  la  luna  de  Xewál  del 
año  de  604  (f  208)  salió  Anasir  de  Fez  para  la  corte  de  Marruecos ,  y 
poco  después  mandó  abrir  la  acequia  á  la  parte  del  barrio  de  los  anda- 
luces y  mandó  llevar  el  agua  desde  la  fuente  de  afuera  de  la  puerta  dn 
Hierro,  y  entre  la  puerta  de  Algufiaj  la  subida  déla  aljama  de  los  an- 
dnlnoes,  y  atli  la  colocó.  Eti  estas  obras  consumió  grandes  sumas  ¿  edi- 
ficó tmnbien  una  mezquita  en  el  barrio  jde  los  alkaire vanes,  y  mandó 
qae  ninguno  hiciese  azala  en  la  de  los  andaluces ,  de  manera  qué  en  tres 
ailoi  toda  la  gente  tenia  que  ir  á  sus  azalaes  á  la  mezquUa  de  los  alkaí- 
revattes  ¡  pero  después  se  volvió  como  antes  á  frecuentar  la  mezquita  de 
h»  «ndaluees ,  ya  la  una  ya  la  otra, 

BstMdo  Anasir  en  Marruecos  el  ano  605  (120G)  le  vino  nueva  de 


616  HISTORU  IMB  lA  DOHDlAaOll 

Anddnda  como  el  maldito  AKO110O  baUa  vadlo  á  lenntir  cdwn  y 
corría  las  tierras  de  los  muslimes  y  talaba  sus  campos ,  estragaba  sos 
Tratos ,  qaemal»  los  pueblos  y  les  ocupaba  ba  fortaleías,  cantivandoy 
matando  las  gentes.  Imploraron  el  auxilio  de  Anasir,  qoe  sia  tardama 
mandó  congregar  sus  tropas  para  pasar  á  la  santa  guerra  de  AudAicía. 
Distribuyó  el  rey  cuantiosas  sumas  por  mano  de  sos  caudiUos  para  que 
se  repartiesen  ¿  los  soldados ,  y  escribió  sus  cartas  á  todas  las  protindas 
do  Almagréb ,  África  y  Alkfiíla ,  7  respondieron  de  todas  partes  ofre- 
ciéndose de  buena  voluntad  á  vemr  contra  infieles.  Principió  i  congre- 
garse innumerable  gentio  de  todas  las  provincias  y  4ribaa,  asi.de  á  |ri¿ 
como  de  á  caballo ,  ademas  de  la  que  venia  poroUigacion  dd  cmpa¿t>- 
namiento  de  las  provincias,  venia  gente  de  todas  edades.  Lnego  qoe 
estas  tropas  estuvieron  listas  salió  Anasir  de  la  ccNrto  de  Sferruecos  en 
19  dé  Xaban  ilustre  del  año  607  (Í2i0) ,  hasta  que  llegaron  é  Akáar 
Algez :  alli  acampó  /  estuvo  mientras  el  paso  dd  ejército  y  de  todas  las 
tribus ,  caballería,  armas,  municiones  y  todo  qireslo  de  pierra:  |Nrin- 
cipió  el  pasage  en  la  luna  de  Xewál  hasta  fia  de  Dylcadadd  mismo  ado, 
y  cuando  acabaron  de  pasar  los  Almohades  se  embarcó  d  amir  amumi- 
nin  Anasir  d  Hr.as  de  ellos,  y  desembarcó  con  feUcidaft  en  las  fdayas  de 
Tarifa  en  día  lunes  25  de  Dylcada ,  y  le  vinieron  alli  á  recibir  los 
daudlllos  de  Andalucía  y  sus  alfaquies,  y  le  saludaron  y  dieron  el  para- 
bien.  Se  detuvo  en  Tarifa  tres  dias  y  luego  pasó  ¿  Sevilla  con  un  ejér- 
citd  innumerable  como  de  langostas  esparcidas  en  bandas  qoe  cabria 
montes,  campos,  llanos  y  profundos  valles.  Gran  maravilla  y  soma 
complacencia  sintió  Anasir  en  su  corazón  viéndola  mucbedambre  ianih 
merable  de  sus  tropas.  Distribuyólas  en  cinco  ejércitos  ó  batallas ,  ona 
de  los  alárabes ,  los  zenetcs,  masamudes,  sanhagas,  gomares  y  otras 
tribus,  de  Almagréb  otra,  los  voluntarios  otra,  que  componía  denle 
sesenta  mil  entre  caballos;  peones.  Los  andaluces  con  sus  caudillos  otra , 
los  Almohades  otra ;  y  mandó  que  cada  división  acampase  apartada ,  y 
llegó  la  nueva  á  Sevilla  en  17  de  Dylhagia  del  año  607  (1210),  y  sede- 
tuvo  en  ella. 

Hubo  asonadas  de  esla  venida  en  todas  las  provindas  de  Empana,  y 
los  cristianos  cuando  supieron  qoe  tanta  muchedumbre  habla  pasado  se 
atemorizaron  con  estupendo  terror,  y  se  llenaron  de  pavor  loa  corazones 
de  sus  reyes.  Pusieron  mucha  diligencia  eu  fortificar  sus  fronteras  y  ea 
desmantelar  las  fortalezas  que  habían  conquistado  á  los  mudimes  eo 
ellas.  Algunos  le  escribieron  rogándole  con  ¿i  paz ,  y  que  los  dejase.  En- 
tre otros  se  vino  á  su  merced  el  rey  de  Bayona  ofreciéndose  vduntaria- 
mente  á  su  obediencia  y  rendida  sumisión ;  pues  luego  que  este  mahfito 
entendióla  entrada  de  Anasir  en 'Sevilla  se  llenó  de  miedo,  y  dando 
vueltas  en  su  ánimo  sobre  lo  que  le  convenia  para  seguridad  soya  y  de 
sus  tierras  envió  sus  mandaderos  pidiendo  licencia  d  amir  amonaiaiB 
para  venir  á  saludarle ,  y  se  lo  concedió  Anasir,  y  escribió  á  todas  1» 
tierras  de  Kpaña  por  donde  el  maldito  debía  pasar  para  que  le  hereda- 
sea  bien  tres  dias ,  y  d  cuarto  cuando  se  hubiese  de  partir  qoeleeaoer- 

asen  mil  eabdleros  de  su  ounyaAta.  Salió  pues  esta  maldito  de  sa  corte 


D&  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  5! 7 

€0D  80  gente  para  visüar  a}  amir,  j  cuando  Ucgó  en  tierra  de  muslimes 
le  salieron  i  recibir  los  caudillos  de  ellas  con  sus  (ropas  y  le  recibían  y 
trataban  oonfonne  á  la  orden  que  para  ello  tenían ,  hospedándole  con  la 
mas  excelente  hospitalidad.  Llegado  el  dia  de  su  marcha  le  detenían  mil 
de  ans  oAaUeros ,  y  no  cesaron  de  hacer  esto  mismo  hasta  llegar  á  Me- 
dina Carmona ,  que  no  quedándole  ya  mas  de  mil  de  su  gente,  pasados 
los  tres  dias  de  hospitalidad,  y  venido  el  dia  de  su  partida  le  encerraron 
los  mil  caballeros  que  le  quedaban ,  y  como  él  viese  esto,  dijo  al  alcaide 
de  Gamona  :  Si  asi  me  dejas,  ¿quién  ha  de  ir  en  mi  compañía?  y  le 
reqKMidió  :  Irás  bajo  la  salvaguardia  del  amir  de  los  fieles  Anasir,  y  á 
la  aombra  de  las  espadas  muslímicas.  Salió  este  maldito  de  Carmona 
con  sa  mnger  y  sns  principales  servidores.  Era  el  principal  motivo  de  su 
vifiMa  al  amir  el  presentarle  el  libro  del  profeta  en  una  caja  de  oro  con 
álnniake ,  cnbierta  y  gnarnecida  de  precioso  paño  de  seda  verde  con 
bordadiMs  de  oro  y  preciosos  rubíes  y  esmeraldas.  IJevaba  ¿1  este  rico 
présenle  en  sos  manos  profanas ,  que  habia  heredado  de  sus  abuelos  y  le 
tenian  con  gran  reverencia.  Habia  mandado  el  amir  que  se  le  recibiese 
por  la  poerta  de  Carmona ,  y  que  desde  esta  puerta  de  Sevilla  hasta 
Carmona  hnbiese  en  iodo  el  camino  dos  filas  desoldados  con  sos  vealidoa 
de  gala  y  armas  maf  Incidas,  espadas  desnudas  en  sus  manos,  lanzas 
altas,  y  la  ballesteria  con  arcos  tirantes :  es  la  distancia  de  una  á  otra 
cíiidad  de  cmurenla  millas. 

ÁM  qne,  salió  d  rey  de  Bayona  caminando  á  la  sombra  de  lanzas  y 
espadas  do  los  musliines,  y  al  acercarseá  Medina  Sevilla  mandó  el  amir 
que  se  pusiese  su  pabelloi\  rojo  delante  de  la  puerta  de  la  dndad  que 
sale  á  Carmona,  y  mandó  poner  tres  almohadas  en  medio  de  su  pabellón, 
y  luego  ordenó  qne  vüiiese  un  caudillo  aljamiado  que  se  llamaba  Aba 
Giax ,  y  venido  á  su  presencia  le  dijo  :  Ye  Abu  Giux ,  este  cafre  viene 
ante  mi  y  no  es  posible  qne  no  le  honre;  y  si  cuando  entrara  en  mi  pa- 
beiloo  me  levanto  do  mi  asiento,  después  estaré  pesaroso,  y  me  parece 
que  (aliaré  á  la  sonná  haciendo  este  lionor  á  un  cafre,  y  sime  estoy  sen- 
tado será  en  verdad  una  (Uta  de  cortesía  y  de  atención,  pues  al  fin  es 
no  rey  poderoso,  y  mi  huésped ,  qne  viene  de  tan  lejos  á  visitarme.  A 
mi  me  parece  que  te  asientes  tú  en  la  almohada  4e  en  medio  del  pa- 
beHoQ ,  y  cuando  él  entrará  poruña  puerta,  yo  entraré  al  mismo  tiempo 
por  otra,  y  tíi  te  levantarás  y  me  tomarás  á  mí  f Je  la  mano ,  y  me  senta* 
rásá  lnderccha,y  t<»narás  asimismo  á  él  deis,  mano  y  le  sentarás  ala 
jzqfoierdB  :  y  así  quedó  dispuesto.  Sentóse  Abu  Ginx  en  medio  del  pa- 
belioii ,  y  cuando  entraron  cada  uno  por  su  p  lerta  los  tomó  t'  e  las  ma- 
nos y  les  asentó  quedando  el  amir  á  la  dereclia,  y  el  rey  de  Bayona  á  la 
izipiienla.  Signlm>n  sns  cumplimientos  de  saludos  entre  ellos  diciendo 
prioiero  Abu  Ginx  al  rey  de  Bayona :  Este  es  amir  amuminin ,  mi  so- 
berano que  Dios  ensalce,  y  les  sirvió  de  darguman,  y  trataron  sus  ne- 
gocios cnanto  les  importalia :  y  acabada  su  conferencia  amir  montó  á 
caballo,  y  también  cabalgó  el  rey  deJBayona  y  seguía  un  pooodétras^  y 
cabalgaron  los  caudillos  almohades ,  los  jeques  y  tropa  de  la  guardia  y 
entraron  en  la  dudad.  Los  vecinos  bicieron  tm  pomposo  ttK^ibbnieqtQ  y 


618  BISlOálA  DB  L4  pamUGKIEI 

fué  este  dia  muy  señalado.  DelÜTcde  alli  él  amir  algon  üemfo  haciéiidoie 
mucha  honra,  y  dándole  dádivas  preciosas  como  á  tan  noUereycooTe- 
nia,  y  después  se  despidió  y  tornó  á  sos  tierras  por  doode  había  Temdo, 
muy  contento  y  pagado  de  la  honrada  acogida  que  le  había  hecho  d 
amir  de  los  fielea  Anasir,  y  por  todo  su  camino  fué  tambiea  obaequiaiio 
y  servido  eu  cuanto  pedia. 


CAPITULO  LV. 

BtUlto  da  Alaeib ,  y  muerte  4e  if uhamad  en  If trriieeos.    ' 

• 

Poco  después  de  la  partida  del  rey  de  Bayona  pensó  AJiasir  en  an  ei- 
pedición  y  saUó  para  la  gazua  A  la  tierra  de  Gastilia ;  ftié  su  aaliiia  d  ia 
primero  de  la  luna  Safer  del  año  608,  y  caminó  basta  ^  Sarbalera,  que 
es  una  gran  fortaleza  en  la  cima  de  los  encumbrados  montes  tan  altos 
que  parece  estar  pendiente  de  las  nubes.  Para  esta  fortaleza  no  hay  síbd 
un  solo  camino  por  cnire  estrechas  cuajaras  y  aspereza  muy  fragosa. 
Acampó  allí  el  ejército  y  la  puso  cerco,  y  se  dio  grao  prisa  i  oonh 
batirle ,  y  se  la  aplicaron  cuarenta  máquinas  que^destruyeroii  todas  sos 
obras  exteriores ;  pero  no  fué  posible  adelantar  cosa  <Ib  imporlanda. 
Era  su  vizir  Abu  Said  Aben  Gamea ,  que  no  era  délinage  délos  Atanolia- 
des,  antes  bien  era  muy  contrario  de  ellos,  y  desde  luego  que  tomó  d 
mando  de  hagib  y  primer  vizir  del  rey  Anasir,  trató  de  oprimir  y  fauín- 
Uar  á  la  nobleza  de  los  Almohades ,  en  tanto  |^o  que  muehoa  jeques  j 
noUea  caballeros  que  con  propio  valor  hablan  ensalzado  A  imperio  d- 
mohada,  se  vieron  forzados  á  retirarse  del  servicio  del  amir  de  los 
fieles,  hasta  que  él  se  quedó  solo  y  un  privado  suyo,  hombre  oseara 
llamado  Aben  Muneza,  y  era  tanta  la  privanza  de  andios,  que  nada  re- 
solvía Anasir  dn  consejo  y  vóhiptad  de  estos.  Al  pasar  con  d  ejército 
por  esta  tierra  para  la  jornada  de  Gastilia ,  se  manvUló  mucho  Anasir 
de  la  extrtóa  forldeza  del  castillo  de  Sarbatera ,  y  estos  doa  le  dijeron : 
Oamir,  no  ha  de  pasar  de  aquí  el  ejército  sin  que  entremos  por  Aiona 
de  armas  este  castillo,  y  esta  ha  de  ser,  d  Dios  quiere, la firimeim  victo- 
ria.  Fuese  alargando  el  cerco  tanto,  que  dicen  que  durante  A  anidó  ana 
golondrioa  sobre  su  pabellón ,  puso  sus  hueves,  ompoUó  y  votaron  ks 
piyarilkM.  Con  la  inesperada  detendou  que  pasó  de  oofao  meses  vinod 
invierno,  se  encrudeció  la  estación,  faltaron  las  provisiones  y  pasto  para 
Jas  eaballerías,  y  perederon  mudioascddadosaddela  intemperie,  como 
por  faltada  mantenimientos :  todo  el  ejérdtp^staba  disgostadodeaqnetta 
detención.  Cuando  esto  entehdió  Alfonso  y  que  la  fortalefea  y  esAaems 
de  los  mudimes  habían  perdido  sus  puntas  y  los  aceros  con  que  venia  se 
alegró  mucho  en  su  corazón,  y  sin  tardanza  aprovediando  la  oportu- 
nidiadquese  le  ofreda  alzó  sos  cruces  por  toda  tieiTa  de  infidca,  y  se 
congregaron  muchos  reyes  cristianos  con  numerosas  y  bien  provistas 

A  Dio»  StrlUU,  ^  ei  deprayaQ»«m  del  nomlire  Stlf «lieirt. 


BE  LOS  ARAMS  EN  ESPAftA.  519 

ImeBfta,  faeron  ji»tando  gente  do  todas  partes  y  como  saKcsen  al  encuen- 
tro tos  fronteros  y  sierros  de  Santa  Marta  los  vencieron  por  su  impru- 
dencia y  mal  consqo. 

Cuando  Alfonso  vio  allegadas  tan  numerosas  tropas  se  cumplió  su 
goiOf  y  le  faémiendo  mas  y  mas  gente  hasta  entrar  en  las  fronteras 
de  k»  muslimes ,  y  puso  cerco  á  la  fortaleza  de  Galatrava,  que  tenia  en 
guarda  el  esforzado  caudillo  Abül  Hegiagben  Gadis,  con  setenta  caba- 
lleros rausUmes  que  mantcnian  y  aseguraban  aquella  frontera.  Alfonso 
apretó  A  cerco  y  dio  uray  recios  combates  á  la  fortaleza ,  y  Aben  Cadis 
y  los  suyos  la  defendían  con  mucho  Tsdor  y  constancia.  Enviaba  cada  dia 
sos  cartas  al  amir  amumtnin  manifestándole  el  apuro  en  que  se  hallaba, 
y  pidiéndole  que  le  auiiUase ,  que  si  muy  presto  no  iba  en  su  socorro  que 
no  le  era  posible  d  defenderse  mas  tiempo.  Estas  cartas  no  las  veía  el 
rey  pmpie  su  yizir  las  ocultaba  para  que  no  levantase  el  campo  sin  ha- 
cer la  cDBqobta  de  Saibatera ,  y  lo  mismo  sucedia  en  otros  negocios  de 
oslado  <|ue  el  amir  no  sabia  nada  de  ellos ,  ni  llegaban  á  sus  oidos  las 
qneréUas y  representaciones  de  sus  vasallos,  que  todo  lo  reservaba  su 
viair.  Asi  fué  que  alargándose  el  cerco  en  que  Aben  Gadis  estaba  apu- 
rado que  ya  le  fallaba  la  mayor  parte  de  su  gente,  que  había  muerto  asi 
de  hambre  como  de  heridas,  le  fué  forzoso  entregarse ,  porque  ya  se 
cumpUa  d  tiempo  que  habia  aplazado  con  el  rey  Alfonso.  Asi  que,  la 
fortalesafué  dada  á  los  enemigos ,  que  por  su  parte  observaron  la  segu- 
ridad que  habian  ofrecido  á  los  que  dentro  estaban  para  irse  ó  quedarse, 
asi  á  la  gente  4e  guerra ,  conoo  á  los  vecinos  y  gente  de  scfrvicio.  Salie- 
ron toé»  los  muslimes  y  entró  el  enemigo  en  Galatrava.  Aben  Gadis 
partió  para  el  ejército  de  unir  amuMinin ,  y  le  quería  acotnpaftar  su 
suegro ,  que  era  un  caballero  nuiy  virtuoso  y  esforzado ,  que  bien  habia 
dado  pruebas  de  ello  durante  el  cerco ,  y  le  dijo  Aben  Gadis  que  no 
fneaeom  él,  que  iba  á  morir,  que  mas  seguro  quedaría  en  Galatrava ,  y 
este  caballero  le  respondió  que  de  ninguna  manera  le  dejaría  de  acom- 
pañar,  que  bien  sabia  la  suerte  que  le  esperaba ,  que  ya  antes  muchas 
veces  habia  of reddo  su  vida ,  y  la  habia  expuesto  á  mil  peligros  por  la 
defanaa  y  seguridad  de  los  mudimes  de  Galatrava ,  y  pues  alli  no  habla 
muerto ,  queria  morir  en  su  compañía ,  y  ad  hubo  de  consentir  y  de  lle- 
varle consigo.  Guando  llegaron  al  campo  del  amir,  salieron  á  recibirlos 
algunos  princlpdes  caudillos  de  Anddiuúa,  y  los  sdudaron  y  les  dijeron 
d  estado  de  las  cosas,  y  como  temían /nucho  de  su  fortuna.  Luego  ftaé 
infiMiBado  d  vidr  Abu  Said  Aben  Gamea  de  la  llegada  de  eslos,  y 
mandó  á  la  guardia  de  los  negros  que  los  hospedasen  y  los  tratasen  md , 
y  atadas  sus  manos  á  las  espddas  que  los  detuvieran.  Entró  el  vizir  al 
pabellea  del  rey ,  d  cual  le  preguntó  t  ¿Qué  es  de  AbenGaiBs ,  cíjtao  no 
viene  contigo?  y  respondió  el  vizir  :  Seilor,  los  traidores  no  se  presen- 
tan al  amir  de  los  fides  >  y  después  que  di^mso  d  ánimo  del  rey  cmitra 
ellos  los  mandó  traer  ásu  presencia ,  y  h»  mdtraló  de  paUbra  afeando* 
les  la  frdcion  que  no  habían  cooMtido;  y  sin  oirlos  excusa  alguna  man^ 
dolos  matar,  y  luego  los  sacaron  afuera  y  los  alancearon.  Todo  d'ejér- 
cito  se  horrorizó  y  Uevó  muy  ámd  este  prooedimieuto,  y  losque  maís 


S20  HISKmiA  DE  Lk  WMmkCim 

abiertamente  se  quejaban  eran  los  andaluces,  y  perdieron  los  buenos 
propósitos  que  tenian.  £1  vizir  entcndi^i  sus  quejas  y  desconGó  de  dios 
y  los  llamó,  y  á  la  presencia  del  amir  les  dijo  :  que  en  adelante  dk» 
nada  tenian  que  hacer  con  los  AÍmoluidcs,  que  acampasen  aparte,  y 
sirviesen  aparte.  El  rey  Anasir  sintió  mucho  la. pérdida  de  GalatraTa,  y 
fué  muy  grande  la  pesadumbre  que  por  esta  causa  tomó,  que  en  dgn- 
nos  días  no  podia  comer  ni  beber  de  üra  y  de  despecho.  Gnbio  supiese  h 
cercanía  de  las  tropas  de  Alfonso  mandó  dar  .grandes  y  rectos  combates 
á  la  fortaleza ,  y  estrechó  tanto  el  cerco  que  los  cristianos  se  rindieron 
ppr  convenio  en  lus  últimos  dias  de  Dylhagia  del  afio  de  608.  Goando 
Alfonso  supo  la  redención  del  fuerte  de  Sarbatera ,  movió  sus  tropn 
contra  el  rey  Anasir,  y  con  él  todos  los  reyes  cristianos  que  Tenían  ea 
su  ayuda.  Dióse  noticia  al  rey  de  la  libada  de  ios  cristiaBos,  y  sin  tsr- 
danxa  salió  al  encuentro  con  sus  musiiÉnes,  Avistáronse  anibos  ejércitos 
on  un  campo  llamado  Hisn  Alacáb ,  y  se  detuvieron  attí ;  y  hedía  panda 
el  amir  mandó  (¡jar  su  pabellón  bermejo  para  señal  de  batalla^  y  aero- 
locó  sobre  un  ribazo,  y  vino  Anasir  y  se  puso  en  él  sentado  sobre  una 
adarga  y  su  caballo  allí  ddante,  y  un  circo  de  sus  guardias  al  rededor  dd 
pabellón,  que  por  todas  partes  lo  ceñían  todos  con  sus  armas.  Debate 
de  sus  guardias  se  pusieron  las.  lineas  de  toda  la  tropa  con  sus  banderas 
y  atambores ,  y  con  ellos  el  vizir  y  caudillo  Abu  Said  ben  Gamea.  Mo- 
vióse contra  ellos  el  ejército  de  los  cristianos  con  sus  haees  bien  ordi^- 
nadas ,  de  tanta  muchedumbre  que  en  su  extensión  parecían  esparcidas 
bandas  de  langosta.  Saliéronles  al  encuentro  los  voluntarios  que  serian 
ciento  y  sesenta  mil  hombres  y  les  acometieróu  á  una,  espesáronse  y  se 
mezdaron  las  haces,  y  los  cristianos  los  envolvieron  con  sus  esonadbti- 
nes  haciendo  en  ellos  atroz  matamea^  Los  muslimes  se  mantenían  y  pe- 
leaban con  admirable  constancia,  y  peredan  innumerables  voluntarios 
que  lograron  la  corona  del  martirio  :  de  todos  dieron  cabo ,  hasta  d  id- 
timo  soldado  murió  peleando.  Entonces  los  cristianos^  cargaron  can 
nuevo  ímpetu  contra  los  Almohades  y  alárabes,  que  por  su  partchacían 
prodigios  de  valor,  y  en  lo  mas  redo  de  la  batalla  cuando  cl  polvo  j  b 
sangre  cubría  á  los  combatientes  de  ambos  ejércitos ,  los  caudillos  as- 
daluces  y  sus  escogidas  tropas  tomaron  brida ,  y  se  salieron  bojendo 
de  la  batalla.  Esto  hacían  por  d  odio  y  enemistad  y  deseo  de  venganza 
que  tenian  en  sus  corazones  con  ocasión  de  la  injusta  muerte  dd  esfor- 
zado y  noble  caudillo  Aben  GaJUs,  y  en  aquella  imp<M*tante  y  terrible 
ocasión  quisieron  vengarse  de  los  desprecios  de  Aben  Gamea ,  y  de  sos 
injustas  aitancrias  contra  ellos. 

Cuando  los  Almohades ,  alárabes  y  otras  tribus  berlieries  vieroa  h 
fuga  de  los  andaluces ,  y  que  los  valientes  voluntarios  habian  sido  des- 
pedazados 9  y  que  ya  todo  cl  peso  de  la  horrible  batalla  cargaba  solare ' 
ellos  por  la  derecha ,  y  que  aula  instante  se  aumentaba  el  ímpetu  de  los 
cristianos ,  principiaron  á  desordenase  también  y  á  huir  delante  de 
ellos.  Los  cristianos  siguieron  con  mayor  pujanza ,  y  los  ronqpieroo 
aUrayesando  y  atropellando  sus  lineas ;  aoomettéron  contra  el  drco  de 
lafguardias  de  negros  que  rodeabanal  amir,  y  MQbron  este  cercocomo 


.  DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  531 

impenetrable  muro  que  bo  pudieron  romper.  Reyolvicron  sus  feroces 
caballas  que  ofrecían  las  ancas  á  las  fuscas  punías  de  las  lanzas  dé  los 
Taliebtes  negros ,  tomaron  con  impelo  contra  dios ,  y  al  fin  lograron 
romperies  y  deshacer  su  cerco.  Entre  lanío  Anasir  se  estaba  sentado 
sobre  su  adarga  en  medio  de  su  pabellón  diciendo  .•  Solo  Dios  es  veraz, 
y  ^lan  es  p^fido :  y  cuándo  ya  casi,  llegaban  á  ellos  cristianos ,  y  los 
que  le  defendían  perecían  peleando  tantos ,  que  derlos  diez  mil  de  su 
guardia  muy  pocos  quedaban ,  vino  á  él  un  alárabe  con  una  yegua ,  y 
le  dijo :  Hasta  oiándo  te  estarás  sentado,  o  amir !  ya  está  decidido  el 
jaido  de  Dios  y  cumplida  su  voluntad,  los  muisUmcs  acaban  vencidos. 
Eaumcea  Anasir  se  levantó  y  fué  á  cabalgar  de  presto  en  su  caballo  que 
alU  tenia ,  y  d  alárabe  le  dijo :  Monta  en  esta  castiza  que  no  sabe  dejar 
mal  al  que  la  cabalga ,  y  quizá  Dios  te  librará ,  que  en  tu  vida  consiste 
la  seguridad  de  todos  :  y  montó  en  día  Anasir  y  el  alárabe  en  su  caba- 
llo, y  huyeron  envodtos  en  el  tropel  de  la  gente  que  liuia ,  miserables 
retjquias  do  «na  vencidas  guardias.  Siguieron  los  cristianos  el  alcance , 
y  duró  la  matanza  en  los  muslimes  hasta  la  noche ,  terribles  momentos 
ea  qoc  despotizaron  sobre  ellos  las  espadas  de  los  cristianos  hasta  no  de- 
jar uno  vivo  de  tantos  millares.  Mandó  pregonar  Alfonso  que  no  se  hi- 
ciesen cautivos,  que  se  matasen  todos  los  muslimes,  y  al  cristiano  que 
los  goiocdase :  asi  fué  que  en  esla  atroz  batalla  no  se  hicieron  cautivos. 
Fué  esta  espantosa  derrota  lunes  15  de  Saferdd  año  609  (1212],  y  con 
ella  decayó  la  potencia  de  los  muslimes  en  ^paña ,  pues  no  les  salió 
nada  bieo  después  de  ella  :  y  los  enemigos  la  enseñorearon  y  ocuparon 
rasi  toda ,  si  no  lo  remediara  en  parte  el  pasage  de>amir  amuminin  Abu 
Jacúb  Juzef  d  llamado  Ahooostansir,  hijo  de  este  Anasir  Aben  Jacúb 
Ahnanzer  bcn  Abddhac ,  que  Dios  haya  miseríccNrdia  de  él ,  que  resta- 
bleció las  cosas  y  levantó  los  alminares,  y  conquistó  tiercas  de  los  in- 
fieles ,  y  los  sojuzgó. 

Cuando  Alfonso ,  maldígale  Alá ,  acabó  tan  venturosamente  la  batalla 
de  Alacáb^^iasó  con  su  gente  victoriosa  á  Medina  Ubeda,  y  la  entró  por 
fuerza  de  armas,  y  no  dejó  en  ella  muslim  á  vida  chico  ni  grande ,  y 
después  en  lo  sucesivo  se  fué  apoderando  de  otras  tierras  unas  en  pos 
de  otras,  y  se  apoderó  de  todas  las  principales  dudades  sin  quedar  en 
manos  de  los  muslimes  sino  una  pequeña  parte ,  y  esta  perturbada  (de 
continuas  desavenendas ,  hasta  que  Dios  la  puso  en  manos  de  los  reyes 
BeniMerlnes,  prospérelos  Dios.  Se  dice  también  que  los  reyes  que  asis« 
lieron  á  la  batalla  de  Alacáb ,  y  entraron  en  Ubeda ,  no  quedó  uno  de 
ellos  en  aquel  año,  que  lodos  murieron  mala  muerte.  Anasir  llegó 
desde  Ahc&b  á  Sevilla  despnes*de  la  derrota  en  la  última  década  de  Dyl- 
hagia  dd  dicho  afio.  Este  amir  se  habia  compladdo  mucho  con  vana  y 
leve  presnndon  del  número  infinito  de  sus  tropas ,  de  la  fuerza ,  orden 
y  disposición  de  ellas ,  porque  habia  juntado  para  venir  á  esta  jornada 
tanta  mudiediunbre  de  caballería  y  de  infantería ,  que  nunca  antes  otro 
rey  balria  coagregado  tan  inmenso  gentío ;  pues  iban  en  aquel  ojérdto 
dentó  sesenta  mil  voluntarios  entre  caballería  y  peones,  y  trecientos 
mil  soldados  de  excelentes  tropas  almohades ,  zeneles  y  alárabes ,  y  fué 


522  HISTORU  DE  LA  DOMIR ACIOH 

tal  m  presunción  y  cmifiann  en  esta  attnchedaiDbrc  de  tropas,  que 
creía  que  no  había  poder  entre  los  hombres  para  yenosrie,  y  le  mani- 
festó Alá  poderoso  y  glorioso  que  la  victoria  está  en  sus  manos ,  y  lo 
mismo  la  gloria  y  poderío ,  tan  alto  os ,  y  tan  glorioso  y  lan  adorable. 

Entró  Ana&ir  en  Marruecos  después  de  la  infausta  jornada  de  Aladb, 
dispuso  la  jura  de  su  hijo  Cid  Aba  JacAb  Juzef ,  que  se  apellidó  Almos- 
tandr  Bila.  Juráronle  obediencia  los  printclpales  jeques  almohades,  y  se 
añadió  su  nombre  á  la  cbotba  en  todos  los  almimbares  del  msperio  tfué 
esto  en  flnes  de  la  luna  de  Dylhagia  del  ailo  d09,  leída  á  principe 
diez  años. 

Acabadas  las  ceremonias  de  la  jura  el  amir  de  los  fieles  se  apartó  del 
tratodela  corte,  y  se  ocultó  y  encerró  en  su  alcázar  entregándose  al 
ocio  y  á  las  secretas  delicias  de  sus  jardines.  £1  cuidado  y  gobierno 
quedó  en  manos  de  su  hijo  el  principe  y  de  sus  yizires,  que  á  nombre 
suyo  satisfacían  sus  particulares  pasiones  y  Tengantas.  Dieen  algunos 
que  se  retiró  por  despecho  y  tristeza  de  su  mala  fortuna  en  Aladib, 
otros  que  por  pereza  y  poqmdad  de  ánimo,  que  no  quería  cuidados, 
sino  placeres :  dio  este  amir  el  gobierno  de  la  proTinda  de  Afrícaáai 
pariente  el  jeque  Abu  Muhamad  Abdcl  Walid  ben  Abi  Hafos  Omar  bes 
Yabye,  de  la  tribu  Henteta,  progenitor  de  los  Beni  Mermes,  reyes  de  Tú- 
nez. Tuyo  entre  otros  un  yizir  de  poco  entendimiento  llamado  Aben  Mu- 
tenna.  También  se  tiene  por  cierto  que  le  adelantaron  el  térmiiiodesiis 
días  con  una  bebida  conficionada  que  le  dieron ,  y  á  pocas  horas  de  br 
berla  bebido  murió  en  dia  miércoles  11  de  luna  de  Xaban  ilustre  del 
año  610  (1213)  :  habiendo  reinado  quince  afios^  cuatro  n^sea  y  diei; 
ocho  d jas ,  su  primer  dia  el  Giuma  üS  de  Rebie  primera  del  afio  593 ,  co 
^ue  fué  proclamado,  y  el  último  d  diall  da  dicha  luna  en  que  falleció 


CAPITULO  LVI. 

Cilf raigo  de  Almoflansir  Bila.  Deagobierno  en  aa  menor  edad.  Sa  muerte.  Gaeina  ttkn 

ItMMtiOIU 

£1  amir  de  los  fieles  Jusef  Almostansir  Bila ,  que  también  se  llanaia 
Almanzor  Bila ,  hijo  de  Abu  Abdala  Anasir  ben  Jacub  bea  Juzef  bes 
Abdelmumen,  quedó  muy  mozo  y  de  poca  edad,  no  pasaba  do  oncesáos 
cuando  la  muerte  de  su  padre.  La  madre  que  le  parió  se  UamabaFsü- 
ma,  hija  de  Cid  Abu  Aly  Juzef  ben  Abdelmumin  de  la  misma  prosapia. 
Su  nombre  mas  común  fué  Abu  Jacúb^  era  de  buena  estatura  y  josü^ 
proporciones ,  florido  y  hermoso  color ,  cabello  largo  negro ,  cjos  asqí 
hermosos  negros  y  grandes  7  sus  alcatibes  fueron  los  desfu  fán^sm 
vizires  sus  propios  parientes,  ylos  jeques  almoluides  que  teman  la  con- 
fianza de  sus  parientes.  Gobernaban  sus  tíos  el  estado  con  absoluto  y 
despótico  poder ,  distríbuian  á  su  arbitrio  las  provincias  en  sus  privadoi. 
Luego  que  se  acabaron  las  fiestas  de  la  proclama  de  Aloiostaaflr,  pasú 
¿  España  por  wali  de  Valencia  su  tio  Cid  Abu  Muhamad  Abdab  bm  if 


BE  LOS  ASíKKS  EN  EEPAÑá.  S2S 

manzor.  Este  jeque  tenia  oona  soyas  las  eindades  de  Játif  a  ^  Denia  9 
Marcia  y  sus  dependencias  ^  y  Uevaba.el  peso  delosnegocios  en  su  nom- 
bre sa  naib  el  jeque  Zaid  ben  Bargan ,  uno  de  los  principales  caudillos 
almohades.  Su  üo  Abdala  el  viejo  pasó  á  la  provincia  de  África  para 
sosegar  y  allanar  ciertos  levantamientos  suscitados  en  ella  por  el  bando 
dd  Mayorki.  Cid  Aba  Abdala  mandaba  en  Andalncia  como  absoluto 
soberano  de  ella ;  daba  gobiernes ,  alcaidías  y  tenencias  como  queria, 
y  como  sus  vizires  y  consejeros  le  inspiraban ,  sin  atrad^rá  la  virtud  y 
mérito  de  loa  que  Uevaban  los  empleos»  sino  ¿  las  dádivas  que  le  ofre- 
dan.  fie  aqui  resaltaron  injusticias  y  vejaciones  en  los  pueblos  y  general 
desoonlento  en  él  craion  de  las- gentes.  Los  ricos  y  poderosos  torcían  á 
sa  sabor  la  balanza  de  la  juslicia ,  y  con  sos  tesoroa  alcanzaban  cnanto 
deseaban,  y  hasta  la  impunidad  de  stis  delitos.,  No  permanecía  un 
aleaide  ó  cadi  en  su  empleo,  sino  mientras  no  se  presentaba  un  preten- 
diente que  pagase  mas  la  tenencia  ó  judicatura.  Asi  no  babia  en  los  pue- 
blos defensores  de  la  justicia  y  mantenedores  de  lá  equidad,  sino  mer- 
cenarios codiciosos  y  mercaderes  avaros  de  la  fortuna,  gente  toda 
Tk>lenta  y  venal. 

Los  cristianos  aprovecharan  esta  buena  ocasión  que  se  leaofrecia  para 
adelantar  sus  conquistas,  uCuios  coa  la  vietoriadeAlaeáb  tan  venturosa 
para  ellos  como  in&iuata  y  desgradada  piura  los  mustimes,  sabiendo  como 
estos  estaban  muy  atemorizados,  y  que  en  lugar  de  recobrarse  y  reparar 
sus  pérdidas  pasadas  se  comenzaban  á  dividir  en  bandosy  parcialidEides, 
causa  perpetua  de  su  decadencia  y  ruina.  Allegaron  sus  g^tes  y  lesen- 
(raron  la  tierra  talando  sus  campos ,  robando  sus  ganados,  y  ocupando 
las  fortalezas  de  las  fronteras.  Así  Uegar(Hi  sin  que  nadie  les  estorbara 
á  paso  baste  Ubcda  y  Baesa,  que  ocuparon  algún  tiempoi  pero  que  no 
pudieron  mantener  por  ester  tan  adentro  en  tierra  de  muslimes.  £n  el 
año  de  613  (1216)  tomaron  por  fuerza  de  armas  los  pueblos  de  Donias  y 
de  Hisna  Bejor ,  y  después  fuenm  á  cercar  la  fortaleza  de  Akaraz,  que 
se  defendió  bien  por  la  aspereza  del  sitio  $  y  después  de  dos  meses  de 
recios  oombatimientos ,  perdida  la  esperanza  de  ser  socorridos ,  se  en- 
tregaron á  los  cristianos,  y  lo  mismo  otros  pueUos  menos  fuertes  en 
aquella  tierra.  Asimismo  en  la  parte  del  AIgarbe«ntraron  con  sangrien- 
tas algaras  y  takron  los  campos,  caulivaroa  y  tnataron  mucha,  gente, 
y  entraron  por  fuerza  de  armas  en  la  fortaleza  de  Cántara  de  Tajo.  En 
la  lana  de  Gíumada  primera  delaAo  614  (1217)  vinieron  los  cristianos  y 
los  franceses  por  mar  y  tierra ,  y  combatieron  Alcázar  Alfeltah  que  de- 
fendió bien  Abdala  ben  Muhamad  ben  Wazir^  que  era  wsílí  de  aquella 
fortaleza,  que  heredóla  tenencia  desu  padre,  y  después  de  muchos 
combates  y  rebatos  la  entraron  por  fuerza,  y  eortiuron  los  enemigos 
mas  de  mil  cabezas  de  caballeros,  Abdala  quedó  cautivo  y  después  se 
rescató  y  pasó  á  Marruecas,  tomó  á  Espaia  y  adelante  mnrió  trági- 
camente con  su  hermano  en  la  alGtna  de  Aben  Hud.  £1  jequeCíd  Mu- 
hamad, tio  del  rey  Almostansir,  tenia  la  provinda  de  Córdoba  y  sus  tron- 
trras ,  y  como  los  cristianos  el  año  614  viniesen  á  correr  la  tierra  de^e 
las  fronteras  de  Tcdedo  pasando  sus  algaras  por  Calalrava  y  Consuegra, 


524  mSTOlUA  BE  LA  DOMUVAaOll 

acgnzganda  la  tierra  llegaron  á  poner  cerco  á  Medina  Baiza;  pero  el 
jeqne  Cid  Mulianiad  estaba  dentro  de  la  ciudad  con  esoopda  caballería^ 
y  saUendo  contra  los  enemigos  los  venció  en  varios  rebatos  y  escaramu- 
zas, y  forzó  á  los  cristianos  ¿  levantar  sa  campo  y  retirarse  á  sos 
tierras. 

Cid  Abu  Aly ,  que  tenia  el  gobierno  de  Sevilla ,  y  sns  jeqoes  k»  de 
Sidonia,  Jerez,  £dja  y  Garmona  acudieron  á  defender  el  Algarbe, 
porque  los  cristianos  habían  entrado  la  tierra  con  poderoso  ejército ,  y 
pusieron  cerco  á  slcáaar  de  Abidem.  El  wali  de  Jeris  salió  contra  dios 
con  muy  buena  caballeria  de  Córdoba  y  de  Sevilla  para  socorrer  álos 
cercados  :  se  enoontrarcm  los  ejércitos  enemigos  y  se  dieron  una  san- 
grienta batalla  en  que  los  muslknes  hicieron  prodigios  de  valor ;  pero 
cedieron  el  campo  al  mayor  número  y  fortuna  de  los  cristianos,  los  cuales 
siguieron  el  alcance  y  mataron  á  gran  número  de  muslimes,  qoelieridos 
y  cansados  en  la  pelea  no  pudieron  escapar  de  su  furor.  De  aquí  se  siguió 
la  pérdida  de  aquella  fortaleza,  qneen^aron  los  cristianos  con  inhumana 
crueldad  sin  pwtonar  vida  á  ningún  muslim  do  cuantos  en  ella  estaban, 
varones,  nifios  y  mugeres  *.  fué  esta  desgraciada  ocasión  en  él  año  615 
(121 8).  En  este  añodc615,  maudó  Abu  Ibrahim  Isbac  edificar  el  alcázar  de 
Seid ,  que  es  un  grande  alcázar  aobre  Genil ,  fuera  de  la  dudad  de  Gra- 
nada, y  fabril  la  Rabiláis  eaterramientoreal  delante  del  mismo  alcázar. 

Al  afio  siguiente  intentaron  incitados  de  su  fortuna  conquistar  las 
dodades  de  Cazires  y  Torgiela,  y  vinieron  á  cercar  la  primera ,  y  ood- 
(ubñü  mucho  que  la  entrarían ;  peroia  caballeria  de  la  frontera  de  AI- 
garbe  que  estaba  secUenta  de  venganza  vino  á  dar  sobre  el  campo  de  i» 
cristianos  una  alborada  con  tan  terrible  imjifetu ,  que  lo  rompieroa  y 
atropellaron  hadendo  en  los  cristiaoos  atroz  matenza.  Todos  huyeron 
sin  orden ,  y  en  la. fuga  fueron  bien  danceados  de  los  caballeros  de  Je- 
rez y  de  Sevilla,  dejaron  d  campo  cubierto  de  cadáveres,  y  todas  sos 
tiendas,  máquinas  y  provisiones ,  ganados  f  cautivos  muslimes  que  te- 
nían, que  no  cuidaron  sino  de  salvar  sus  propias  vidas,  y  mudios  de 
ellos  no  lo  pudieron  lograr,  y  quedaron  para  pastb  de  aves  y  fieras.  la 
misma  suerte  tuvieron  sus  entradas  en  lo  de  Y  deuda ,  que  después  de 
baber  talado  los  campos  de  Almanza  y  Reklna  entraban  cargados  de 
dcqpojoB  en  tierra  de  Valenda;  salieron  contra  ellos  los  fronteros  y  ks 
dieron  batalla  en  Ganabat ,  y  los  rompieron  y  destrozaron  quitándoles 
toda  la  presa  y  cautivos,  y  haciendo  en  dlós  emd  matanza. 

Entre  tanto  el  amir  AlsBOstansir  pasaba  sus  dias  encerrado  en  los  al- 
cázares de  MaiTuecos  rodeado  de  doncellas  y  esdavos,  sin  pensar  siso 
en  las  ddidas  del  palacio  y  del  canqio,  no  sabia  ser  pastor  de  sm  pnc- 
Uos,  y  se  ocupaba  en  cuidar  de  la  pastoría  de  infinitos  rebaños  de  toda 
espede  de  ganados,  no  conyenába  sino  con  los  esdavos  y  pastor«ís.  Ta- 
queros y  yegüerizos,  y  al  mismo  tiempo  estragado  con  los  continuos 
placeres,  murió  en  la  flor  de  stt  mocedad ,  afio  620  (1223)  en  13  de  la 
lum  de  Dylbagta. 

.Como  el  fallecimiento  de  Ahnostansír  fué  repentino  é  inesperado,  y 
sin  dejar  sucesión ,  asi  después  de  su  muerte  se  susdió  la  alfitna  de  los 


BE  LOS  ÁRABES  Elf  ESPAÑA.  525 

Albabries,  gaerra  cíyil  j  desayenencia  entre  sus  parientes  sobre  la 
sucesión  del  imperio.  Desde  luego  logró  apoderarse  del  trono  su  tio 
Abul  Melic  Abdel  Wahid,  hijo  de  Abu  Jacúb  ben  Jnzef  ben  Abdelmu- 
men.  El  poder  desmedido  de  los  jeques  en  cada  provincia  facilitaba  los 
bando»  y  discordias :  asi  por  favor  de  un  poderoso  partido  se  alzó  con 
título  de  rey  en  Murcia  Abdala  Mubamad  el  conocido  por  Aladel-Bfla , 
hijo  de  Jacúb  Almanzor.  Este  era  muy  virtuoso  y  sabio,  y  pensó  reme- 
diar los  desórdenes  del  mal  gobierno  que  había  en  E^ña.  Su  severidad 
desciMitenió  ¿  infinitos  que  gozaban  gobiernos ,  alcaidías  y  otros  empleos 
lucrativos ,  y  se  cebaban  del  desorden ;  por  esto  cuanto  mas  procuró 
remediar  las  injusticias  y  el  poder  arbitrario  de  los  palies ,  tanto  mas 
fué  aborrecido  de  dios.  Sin  embargo  consiguió  que  los  jeques  de  su 
bando  en  Marruecos  depusieran  al  amir,  entronizando  alli  Abul  Melic 
Abdel  Wahid  enl3  de  Safer  del  aik>  621  (1284) ,  obligándole  á  abdicar 
con  juramento ,  y  después  que  proclamaron  al  amir  Aladel  quitaron  la 
vida  al  depuesto  Abdel  Wahid  á  los  tres  dias^  porque  recelaban  que 
ayudado  de  sus  parciales  baria  por  recobrar  el  trono  de  que  le  habían 
privado  contra  su  voluntad ,  y  tomaría  cruiel  venganza  de  su  ofensa ,  y 
reiné  solos  ocho  meses  y  nueve  días. 

En  este  mismo  tiempo  los  cristianos  entraron  en  tierra  de  Valencia 
con  poderoso  ejército ,  y  talaron  los  campos  y  robaron  la  tierra.  En  el 
mismo  año  entraron  en  Andalucía  con  mucho  poder.  £1  wali  de  Baeza 
Muhamad  viendo  que  no  podia  defender  la  tierra  se  ofreció  por  vasallo 
del  rey  délos  cristianos,  que  le  admitió  con  ciertas  condiciones  de  que 
le  diese  tríbulos ,  y  le  ayudase  á  sus  conquistas ,  y  asi  le  dejó  por  selk>r 
de  Baiza ,  y  ayudó  á  los  cristianos  en  aquella  guerra ,  y  tomaron  la 
fm-taleza  de  Huejada  por  fuerza  de  armas  con  grave  matanza  de  una  y 
otra  parte. 

Gomo  Abu  Mubamad  Abdala  el  Abdel  no  quisiese  consentir  el  despo* 
tismo  y  tiranía  de  los  jeques ,  y  por  su  rectitud  y  justicia  les  negase 
muchas  peticiones  ambiciosas ,  los  mismos  que  le  habían  proclamado 
se  desconcertaron  cond ,  y  no  nensaron  sino  endestruír«u  propia  dnra. 
CMrecióseles  buena  ocasión ',  porque  habiendo  entrado  los  cristíanoscon 
poderoso  ejército  en  sus  tierras  ayudados  dd  vaU  de  Bíeia,  tomaron 
algunas  fortalezas ,  entre  otras  Audujar,  Martis  y  Xudar,  y  como  Ala- 
del no  tuviese  fuerzas  para  contener  sus  conquistas  ni  oponerse  á  tanto 
poder,  se  concertó  con  ellos  y  se  hizo  su  apazguado  pensando  asegurarse 
en  el  trono ,  y  con  el  tiempo  mejorar  su  oondí¿ion  y  el  estado  de  las 
provincias.  Los  jeques  vituperaron  su  conducta^  le  trataron  de  mal 
mndim ,  alborotaron  contra  él  los  pueblos  púa  que  no  le  obedeciesen 
ni  le  acudiesen  con  sus  frutos  y  servido ,  y  con  pública  y  solemne  de« 
posición  le  declararon  poc  injusto  detentiMr  del  trono  <  y  porque  no  fue- 
sen vanas  estas  ceremonias  ganaron  á  los  principales  de  su  guardia ,  y 
le  mataron  secretamente  ahogándole  eif  su  estrado :  asi  aoabó  este  vhr- 
tnoao  rey  el  aSo  624  (1227) ,  habiendo  tenido  el  mando  del  imperio  tres 
n&oa  9  o¿o  awses  y  nueve  diea. 


536  HISTORU  D£  LA  tKMOlf Aam 


CAPITULO  LYII. 

Eleocion  de  Álmemun.  Reprime  á  los  jeques  y  vence  i  los  cnstUnof,  Pasa  i 

y  mnere ,  y  m  acaba  el  imperio  de  los  Almohades. 

De  eoman  oonsealtaiieiilo  prodamafoo  los  jeques  dnobadespor  rey 
á  Cid  AlmemiiQ  Ainflcda  Edrls  bea  JacAb  Almanzor,  indito  caudillo ,  de 
generoso  ánimo  y  gran  consejo ,  el  coal  despees  de  sos  victorias  en  la 
jNTOTinda  de  África  oriental  habia  venido  á  gobernador  de  ScTílla ,  en 
donde  era  muy  estimado.  En  fia  dd  año  6d3  (1226)  se  acabó  en  Mátap 
la  fábrica  de  alcázar,  llamado  de  Seid ,  obra  que  se  hizo  de  saórdeny 
por  su  propia  dirección.  Luego  que  los  puebkisle  proclamaron  procuró 
este  noble  rey,  siguiendo  las  buenas  máximas  de  su  hermano  Aladd, 
corregir  la  ilimitada  autoridad  de  ios  jeques  almohades  de  los  dos  con- 
sejos, y  principió  por  escribir  im  libro  contra  la  política  y  leyes  dd 
Meliedi ,  y  manifestar  sus  incouTenientes ,  los  desórdenes  y  mal  gobier- 
no que  de  ellas  procedian ,  y  manifestó  sus  intenciones  de  corregir  h 
constitución  del  gobierno  de  los  Almohades.  Era  su  vizir  Abu  Zacaria 
ben  Abi  Amir,  varón  sabio  y  de  proftmda  política,  que  inspiraba  estas 
novedades  al  rey ,  que  conocía  como  él  las  enfermedades  dd  estado ,  j 
los  remedios  convenientes ;  y  era  opinión  de  ambos  que  en  un  g<d)ícnio 
absoluto  y  despótico  no  habia  de  haber  otra  autoridad  ni  otras  leyes  qoe 
las  de  Dios;  y  la  voluntad  del  soberano. 

Cuando  los  jeques  almohades  conocieron  sus  miras ,  no  omitieron  dí- 
ligenda  para  evitar  su  propia  ruina ,  y  mantenerse  en  su  estado  de  au- 
toridad y  soberano  podar.  Mnnifestáronsele  contrarios  abiertamente  y 
despredando  las  proclamas  de  los  pueblos  como  tumultuosas,  y  su  elec- 
ción como  hecha  de  por  ftierza ,  y  mas  por  temor  que  de  su  propia 
vduntad  eUgierOn  por  sucesor  legitimo  del  amir  Aladd  al  jeqoe  Aln 
Zacaria  Yabye  ben  Anasir,  y  le  juraron  obedienda ,  y  íe  prodamarcn 
con  pública  pompa  declarando  por  intruso  y  usurpador  del  trono  deto 
Almohades  al  jeque  Cid  Ahnemun  Abulola ,  y  poco  después  de  la  so- 
lemne jura  le  enviaron  á  Espada  con  escogii^  gente  de  cabaUeria  y  de 
infcnteria  para  que  depusiese  al  usurpador  del  trono.  Luego  qnb  Atoe- 
mnn  entendió  la  venida  de  Yahye  Anasir  allegó  sus  gentes,  y  con 
atixiHo  de  cabdleros  cristianos  que  estalmn  en  Sevilla  salió  contra  so 
rival  y  se  encontraron  en  tierra  de  Sidonia ,  y  tuviaxm  sangrientas 
escaramuzas  con  varia  suerte ,  hasta  que  vinieron  á  batalla  campd  de 
poder  á  poder  en  d  año  624 ,  en  la  cual  Almennm  vendó  y  deditzo  d 
ejérdto  de  su  competidor  Yahye  Anasir,  que  se  vióforzado  á  huir  á  los 
montes  pata  salvar  la  poca  gente  que  Ic  quedaba.  No  perdgoió  Ahne- 
mun á  su  rival  ni  las  reliquias^de  su  ejátñto  le  daban  cuidado ,  y  así 

volvió  á  las  f^^cmterasá  contener  las  algaras  y  entradas  de  los  criathiics 
en  Andafaida ,  que  en  aqud  tiempo  andaban  tan  arrogantes  que  llega- 
ban sus  cabalgadas  hasta  lo  interior  de  Andalucia ,  y  habían  Uegadokis 
campeadores  cristianos  á  talar  las  vegas  de  Genil  y  comarcas  deGra- 


DE  tos  UUBBS  EN  ES^hAh.  kV 

nada,  y  habiaii  entrado  en  Loja  y  Alhanira ,  y  tenian  puesto  oeroa  & 
Gien.  Con  gran  diligencia  acudió  AlmemiiQ  al  soonrro  de  sus  tierras,  y 
negando  al  campo  de  los  cristianos  les  di6  sangrienta  bataUa  delante  de 
Gien ,  y  los  vendó  con  emel  matanza  (orzándoles  á  levantar  su  campo 
y  hnir  de  la  tierra,  abandonando  las  fortsJezas  ocupadas  y  cuanta  presa 
y  dcqMjos  habian  hecho  en  aquella  entrada. 

Qespnes  que  aseguró  sus  fronteras ,  deseoso  Almemun  de  castigar  la 
ios^encia  de  los  jeques ,  que  impedían  su  }ura  y  proclamación  en  Al- 
oiagréb  vAlIcibia  y  África  oriental,  disposo  pasar  á  la  otra  banda.  Asi 
que,  dgando  en  Sevilla  y  en  las  demás  ciudades  fieles  caudillos  se  embarcó 
y  pasó  á  Almagréb  el  dia  22  de  Xaw&l  delaño62i  (1227).  Enk  luna  de 
Ramaian  41^1  año  626  fué  la  sangrienta  bataUa  de  Gezira  Tarík ,  y  en 
ella  murió  Ibrahim  ben  Qamea ,  almirante  de  las  naves  de  Marruecos : 
erawalideCebta.  liego  á  Marruecos  con  un  campo  volante  de  caba* 
llena ,  con  tanto  secreta  y  diligencia  que  apenas  tenian  noticia  de  su  de- 
signio sus  contrarios ,  cuando  tuvieron  en  la  ciudad  al  rey ,  que  no  espe- 
raban. Con  ánimo  verdaderamente  real  entró  en  aquella  corte  donde 
gobernaban  los  jeques  y  consejeros  sus  enemigos ,  se  fué  á  su  alcázar  y 
mandó  llamar  á  su  presencia  á  los  jeques  de  los  dos  consejos  *.  allí  de- 
lante de  su  guardia  fes  reprendió  su  deslealtad  y  la  injnsticia  de  su  poder 
arbitrario,  les  oyó  sus  disculpas ,  ydespues  convenció  á  los  circunstantes 
de  la  perfidia  y  ambiciosas  intenciones  de  los  jeques ,  y  condenó  á 
maerte  á  todos  ellos  $  sentencia  que  ejecutaron  al  punto  sus  guardias  en 
los  presentes,  que  a*an  los  mas  soberbios  y  confodos,  y  sacándolos  al 
patio  del  alcázar  los  descabezaron.  Lo  mismo  mandó  hacer  en  los  au- 
sentes ,  y  en  todos  los  que  los  defendiesen  y  amparasen ,  y  fué  tan  rigu- 
rosa su  justicia  y  tan  exactamente  obedecida  su  orden ,  que  en  pocos  dias 
vinieron  á  Marruecos  cuatro  hiH  cabezas  que  mandó  poner  en  garfios 
por  los  muros  de  la  chidad.  Todos  temblaron  delante  de  este  rey ,  sos 
gnaráías  negros  y  andaluces  eran  temido^  en  Almagréb,  que  nadie  sabia 
hacer  otra  cosa  que  ol)edecer  temblando  al  severo  Almemun :  fué  esta 
justicia  hecha  en  el  año  627  (1290).  Gomo  la  causa  de  la  desmedida  au- 
toridad del  consejo  era  la  ley  y  constitución  del  Mehedi ,  anuló  Alme- 
mun sus  leyes,  yoorrigió  y  limitó  las  facultades  délos  dos  consejos 
reduciéndolos  á  consultores  del  cadi ,  sin  intervención  en  las  cosas  de 
cftlado  sino  en  la  administración  de  justicia  en  las  causas  ordinarias  y 
negocios  comunes  de  los  particulares.  Atropellando  las  preocupaciones 
del  vulgo  mapdó  que  se  omitiese  el  nombre  del  Mehedi  en  las  oraciones 
públicas  y  en  los  sermones ,  y  mandó  quitarle  también  de  las  monedas 
en  que  se  ponia ,  y  raerlo  de  las  inscripciones  públicas ,  como  que  no 
dcbia  permitirse  mantener  ni  autorizar  mas  tiempo  aqueHa  impostura 
dd  Mehedi  s  prohibiendo  con  graves  ¡Senas  se  le  nombrase  ni  mencio- 
nase en  ningún  acto  público  como  antes  se  acostumbraba.  Cosas  fuertes 

y  difíciles  de  llevar  addantc  eran  estas  que  mandó  Almemun,  pero  el 
espectáculo  de  las  cabezas  do  los  jeques  y  de  sus  parciales  tenia  á  todos 

atemorizados,  y  no  osaban  contradecir  ni  censurar  sus  mandamientos. 

Era  el  tiempo  en  que  se  engarfiaron  aquellas  cabezas  en  los  muros  de 


S28  msTOiuA  m;  la  DomNÁCion 

mucho  calor,  y  causaban  muy  mal  olor  en  toda  la  dudad :  representóle 
esta  incomodidad  su  alcatib  y  alfaki  Abu  Seid  de  Fez ,  y  le  respondió  el 
rey :  Los  espírílus  ^  de  esas  cabezas  guardan-esta  ciudad,  y  el  olor  de 
.  ellas  es  armnático  y  suave  para  los  que  me  aman  y  son  leudes ,  y  pesti- 
lente  y  mortal  para  losque  me  aborrecen ;  asi  que  no  os  dé  cuid^,  que 
yo  sé  bien  lo  que  conviene  á  la  salud  pública. 

En  este  mismo  año  do  627  (123(^  tuvo  un  encuentro  con  el  jeque 
Yahye  cerca  de  Marruecos,  y  fué  la  batalla  muy  sangrienta ,  y  Almc- 
mun  vencióálos  de  Abu  Yahye  con  grave  matanza ,  que  se  quedaron 
en  el  campo  mas  de  diez  mil  hombres  de  los  de  Yabyc,  y  el  jeque  se 
libró  huyendo  con  parte  de  los  suyos ,  y  se  acogió  á  los  montes  de  Fez. 
Aseguradas  las  cosas  de  Almagréb ,  como  tuviese  noticia  de  las  revueltas 
de  España  se  volvió  á  ella  el  rey  Almemnn ,  porque  con  su  ausencia  d 
jeque YahyeAnasir  y  sus  parciales  alfoorotaíian  contra  él  los  pueblos  en 
tierra  de  Granada ,  y  también  los  cristianos  ayudados  dd  wali  de  Bieza 
Muhamad  habian  entrado  la  tierra  y  babian  tomado  las  fortalezas  jie 
Sarbatera  y  Borgalhimar  y  otras ;  y  en  la  parte  oriental  de  Andalucía  y 
en  lo  de  Valencia  habia  perdido  su  hermano  la  fortaleza  de  Banisctria, 
y  temeroso  de  los  reveses  de  la  fortuna  se.  habia  concertado  con  el  rey 
Gacom  de  los  cristianos.,  Todas  estas  cosas  le  obligaron  ¿  dar  vuelta  á 
España.  Partió  para  día ,  y  luego  que  descansó  unos  dias  en  Sevilla  se 
dispuso  á  la  conquista  de  Medina  Bieza  que  estaba  en  poder  áék  rebelde 
jeque  Muhamad ,  aliado  deios  cristianos  que  los  abrigaba  y  favoreda, 
siendo  causa  de  que  mas  fácilmente  entrasen  aquella  tierra.  Allegó  sos 
gentes  de  Málaga  j  Sevilla  y  Córdoba ,  y  fué  á  cerrar  la  ciudad  con  pro- 
pósito de  no  levantar  el  campo  hasta  entrarla  pcM*  fuerza  ó  de  grado. 
Los  de  la  ciudad  que  no  llevaban  á  bien  las  alianzas  de  su  wali  oon  los 
cristianos  fav(Hrecieron  las  intenciones  de  Almemun,  y  en  pocos  dias 
le  abrieron  la  ciudad  y  le  presentaron  parasu  disculpa  la  cabeza  de  su 
vralí  Muhamad ,  diciéndole :  Esta ,  señor,  era  el  que  hospedaba  y  acogía 
á  los  cristianos,  y  nos  otdigaba  á  redbirios  y  darles  provisiones,  Hdgó 
mucho  Almemun  de  aquel  presente ,  y  recibió  la  ciudad  bajo  su  amparo. 
En  este  mismo  tiempo  se  apoderó  de  Murcia  con  ayuda  de  los  cristia- 
nos un  caballero  muy  principal  de  la  descendencia  de  lote  últimos  reyes 
de  Zaragoza,  que  se  llamaba  Abu  Abdala  Muhamad  ben  Juzcf  ben  Had 
Algiuzami ;  era  caudillo  muy  esforzado  y  virtuoso ,  y  en  la  dudad  fué 
bien  recibido  y  le  proclamaron  con  titulo  de  Almetuakil  Alé  Ala.  Para 
mantenerse  en  el  estado  se  unió  con  Abu  Zacaria  Yahye  Anasír  el  codh 
petidor  de  Almemun  que  andaba  en  tierra  de  Gicn  y  en  Alpujarras{ 
dio  mucho  cuidado  esta  alianza  y  rebelión  al  rey  Almemun ,  y  para  aten- 
der á  día  con  todo  su  poder  envió  sus  cartas  al  rey  FerikluHb  de  los 
cristianos  y  se  concertó  con  d ,  y  sehizosu  apazguado,  y  le  envió  sos 
dádivas  muy  preciosas  para  que  no  le  hidese  guerra  en  tanto  que  d  ea- 
tendía  en  allanar  los  levantamientos  de  sus  tierras ,  y  castigar  á  los  re- 
bddes  que  se  las  usurpaban.  En  tanto  que  Almemun  ateodia  á  concer- 

1  Ptttden  Mr  k»  hilitoi  6  tal  alauíl  é  eipiriuif . 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  5?9 

ttf  SUS  alianzas ,  Aben  Had  acometió  las  Uorras  de  Granada ;  salió  con- 
tra él  Gd  Aba  Abdala,  hermano  del  rey  Almemuu,  y  bobo  entre  ellos 
sangrientas  escaramuzas  en  que  peleaban  con  varía  suerte ;  pero  las  mas 
Teces  ]a  fortuna  se  puso  de  parte  de  Aben  Hud,  y  la  Tictoriasegniasus 
banderas,  hasta  que  Cid  Abu  Abdala  se  y  ió  forzado  á  encerrarse  en  Gra- 
nada, donde  Aben  Hud  lo  cercó,  y  por  industria  y  secretas  inteligen- 
cias de  sus  parciales  con  los  vecinos  de  la  ciudad  le  abrieron  las  puertas 
y  le  proclamaron  en  ella  el  ano  de  628  (1231) '.  Cid  Abu  Abdala  se  hizo 
fuerte  en  la  Alcazaba ,  y  viendo  la  disposición  de  los  de  Granada ,  y  la 
poca  seguridad  que  alli  tenia  se  salió  de  ella ,  y  se  vinoá  referir  á  su  her- 
mano Almcmun  la  pérdida  de  Granada,  y  le  encontró  en  Córd<^  pre- 
parándose para  ir  en  su  ayuda  :  desconcertó  mucho  este  suceso  las  in- 
tenciones de  Almemun ,  y  temió  la  pérdida  del  estado  con  esta  guerra 
civn.  Aben  flud  corrió  la  tierra  de  Granada  y  se  declararon  por  él  las 
ciudades  y  fortalezas  de  aquellas  provincias ,  fuera  de  las  que  ocupaba 
en  ella  sa  aliado  Yabyc  Anasir,  que  no  llevó  á  bien  la  rápida  fortuna  de 
Aben  Hud. 

Considerando  el  amir  Almemun  que  sus  fuerzas  no  eran  suficientes 
para  acabar  con  felicidad  aquella  peligrosa  guerra  contra  los  dos  rebel- 
des determinó  pasar  á  África ,  y  allegar  un  poderoso  ejército  que  hi- 
ciese temblar  á  todos  los  rebeldes  que  despedazaban  el  estado ;  y  con  esta 
determinación  partió  desde  Sevilla  con  mucha  diligencia.  Luego  que  el 
rey  partió  so  levantó  también  en  Valencia  contra  su  hermano  Cid  Aba 
Abdala  Mubamad  un  noble  jeque  de  aquella  tierra  llamado  Abu  Gio- 
mail  Zeyan  ben  Mudafc  Algiuzami ,  y  obligó  al  wali  Qd  Abu  Abdala  a 
salir  huyendo  de  la  ciudad  para  evitar  su  muerte ,  y  como  su  hermano 
ya  había  partido  para  África  se  acogió  Abu  Abdala  al  rey  Giaeuo^  el 
fiarceluni  que  era  suapazguado :  esto  en  fin  del  año  629  (f  232). 

Entre  tanto  el  amir  do  los  fieles  Almemun  llegaba  á  las  cercanías  do 
Guadalabid  caminando  á  Marruecos ,  y  alli  en  el  camino  le  salteó  la 
muerte  que  ataja  los  pasos  de  los  hombres  y  destruye  y  acaba  sus  in- 
tenciones y  vanas  esperanzas  :  fué  su  muerte  en  fin  de  la  luna  de  Dylha- 
gia  del  ano  629.  Con  la  muerte  de  este  virtuoso  rey  puede  decirse  que 
acabó  el  reino  de  los  Almohades  en  lüspaña  $  pero  no  será  fuera  del  caso 
compendiar  aquí  la  sucesión  de  esta  dinastía  que  toé  tan  poderosa  en 
Airicay  en  España. 

Cuando  llegó  á  Marruecos  la  nueva  de  la  muerte  del  rey  Almemun 
se  suscitaron  los  partidos  y  bandos  contraríos,  algunos  llevaron  la  voz 
del  sobrino  de  Almemun  llamado  Yahye,  hijo  de  su  hermano  Anasir 
Ledinala  Abu  Abdala  Muhamad  ben  Jacúb  Almanzor,  el  conocido  por 
Abu  Zacaria  Yahye  Almotesim  fiila,  y  escribieron  á  España  donde  man- 
tenía sos  pretcnsiones  al  trono  con  poca  fortuna  para  que  pasase  á  Mar- 
ruceos.  Otros,  y  en  mayor  número ,  proclamaron  en  lugar  de  Abúl  Ola 
Almeraim  Edris  á  su  hijo  Abu  Mubamad  Abdelwahid,  llamado  Raxid, 
y  se  hizo  su  jura  y  prodamadon  pública  asi  en  Almagréb ,  África  y  Al* 

>  ÁhM  BaliiB  dice  OM. 

Si 


5^  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

kibla  como  en  Andduda.  Su  primo  Yabye  fiíé  tan  poco  yreñtanso  en 
Almagréb  como  habia  sido  en  Andalucía ,  y  no  logró  hikcest  valer  su  le- 
gitimo derecho  al  trono  de  los  Almohades ,  y  después  de  sucesos  infaos- 
tos  muy  repetidos  falleció  en  Fex  de  Abdala  entre  Tessa  y  la  ciudad  de 
Fez  en  la  luna  de  Xawal  del  año  633  (1236).  Con  su  muerte  no  se  acaba- 
ron los  bandos  y  parcialidades  en  África  ni  en  Espada ;  y  ocupado  en 
ellas  el  rey  Abdelwahid  sin  poder  sos^arlas  vivió  en  perpetua  inquietud, 
y  pereció  ahogado  en  unas  mohedas  ó  pantanos  donde  le  metió  su  caba- 
llo desbocado :  fué  su  muerte  dia  9  de  Giumada  ídtima  a&o  640  (1242), 
habiendo  reinado  diez  años ,  cinco  meses  y  nueve  dias. 

Después  de  la  muerte  de  Abdelwahid  fué  proclamado  su  hermano 
Abúl  Hasen  Aly,  hijo  de  Almemun  AbAl  Ohi  Edris  :  apellidóse  Said ,  y 
en  su  tiempo  comenzanm  á  levantarse  en  África  oriental  los  Beni  Zeya* 
nes  y  Beni  Merines ,  familias  muy  nobles  de  aquella  tierra  *.  diéronie 
tanto  que  hacer  estos  que  en  lodo  su  reinado  no  hubo  hora  de  reposo. 
Sabo  el  amir  AbAl  Hasen  Aly  con  numeroso  ejército  de  la  gente  de  Al- 
magréb y  Alkibla  contra  Jagmerasin  ben  Zeyan,  que  se  llamaba  sultán  de 
TeleDcen ,  y  se  encontraron  en  la  sierra  de  Tamahajert  en  confines  de 
Telenecn ,  y  se  dieron  sangrienta  batalla  en  la  cual  venció  Abn  Yahye 
Jagmerasin  ben  Zeyan  al  rey  AbAl  Hasan  Aly,  que  murió  peleando  en 
lo  mas  recio  de  la  bataUa  en  dia  martes  29  deSafcr  del  año  646  (1248)  \ 
y  duró  su  reinado  cinco  años,  ocho  meses  y  veinte  dias  t  su  campo  se 
derramó  y  huyó  por  varias  partes. 

Sucedióle  en  el  trono  Ornar  ben  Abn  Ibrahim  Ishac  ben  amir  amn- 
minin  Abu  JacAb  Juzef  ben  Abdelmumen  t  se  apellidó  Almortadi :  era 
principe  sabio  y  virtuoso,  continuó  la  guerra  con  los  Beni  Merines  con 
varia  suerte ,  y  en  su  tiempo  se  apoderó  Abu  Yabye  ben  Abddhac  de  la 
ciudad  de  Tessa ,  y  también  de  la  de  Fez ,  y  asimismo  se  levantó  en  la 
cindaddeGebtaelfaki  Ab&lGazionbenel  faki  Abúd  Abas,  queerabonn 
bremny  docto,  natural  de  Azefa;  esto  en  año  647  (1249).  Hizo  este 
amir  un  viaje  á  Tinmál  por  visitar  el  sepulcro  del  Mefaedi ,  como  acos- 
tumbraban sus  antepasados  los  principes  Almohades.  Luego  se  levantó 
contra  él  un  pariente  suyo  llamado  Ab&l  Ola  Edris ,  hijo  de  Muhamad 
ben  Abi  Hafas  ben  Abdelmumen ,  que  se  apellidaba  Alwatik  BQa,  y  Al- 
mntamed  AleU ,  y  por  apodo  era  oonoddo  con  d  nombve  de  Abu  Di* 
bus ,  ó  el  de  la  maza ,  porque  solia  tener  siempre  consigo  una  maza  de 
armas ,  esto  cuando  estaba  en  Andalucía ,  y  aUi  le  pusieron  este  apodo. 
Codicioso  Abu  Dibus  de  la  soberanía,  y  olvidando  su  antigua  nobleza,  se 
concertó  con  los  enemigos  de  su  p^ia  casa,  y  ofreció  al  de  Beni  Merin 
que  si  le  daba  la  mitad  del  estado  le  baria  dueño  de  Marruecos,  y  por  so 
industria  le  entregaron  la  ciudad  acaudiUando  el  mismo  Abu  Ditas  hs 
tropas  y  caballería  do  Beni  Merin.  Hoyó  el  infeliz  rey  Omar  con  algunos 
caballeros  hacia  Azamor  donde  creia  poder  estar  seguro :  los  de  Azamor 
cuando  la  vieron  con  tan  poca  compañía  se  le  rebelaron  y  le  pusieron 
•en  prisión*  Con  promesas  y  oAreciraientos  logró  que  un  siervo  k  sacase 

1  Otro  041. 


n  LOS  tííkltÉS  tsM  tíSPA^k.  53Í 

de  la  eteod  de  nód^^  j  ácwAgkñábse  pof  d  muro  hnycron  en  caballos 
q«e  teotes  prerenidos }  pero  en  el  camino  le  cpiifó  la  vida  el  esclavo 
haUéndose  antes  defendido  mucho  tiempo  del  aleve  siervo  :  fué  su 
moerle  en  3  de  la  lona  de  Safer  dd  año  665  (1267) :  su  sepultura  faé 
nioy  eoDocida  y  Tiritada  :  fué  el  tiempo  de  su  reinado  diez  y  ocho  añps  ^ 
oaeTe  meses  j  veinle  y  dos  dias. 

Edris  Aba  JXboñ  M  apod«r6  del  estado  con  favor  de  los  Beni  Merinés , 
y  encaroeld  á  los  hijos  de  Ornar  Almortadi  y  los  tuvo  en  prisión  lod  dosí 
años  qoe  le  doró  d  mal  habido  imperio ,  pues  lueg;o  los  Beni  Merincs  le 
Uderon  guerra  por  no  emtiplir  ló  que  le  habian  ofrecido :  la  suerte  de 
las  armas  f oé  varia ,  y  las  mas  veces  eontraria  á  Edrís  ^  que  al  tercer  año 
entrado  de  su  trabajoso  rdno  quiso  aventurarlo  todo  en  una  batalla ;  se 
encontraron  los  ejérdtos  en  las  orillas  de  GuadilgaOr  á  2  de  Mubarram 
de  668  (1270),  f  se  dieron  una  sangrienta  batalla ,  mantúvose  igual  todo 
el  dia,  y  á  la  caida  de  la  tarde  le  rompieron  y  desbarataron  sus  enemi- 
gos ^  y  Edrís  murió  aOi  peleando  como  herido  león  :  su  cabe2a  fué  lle- 
vada á  Fe2  d  diá  9  de  la  misma  luna  :  todo  el  campo  quedó  cubierto  de 
sangre  j  de  cadáveres  para  agradable  pasto  de  aves  y  Aeras ,  que  pocas 
ttalaUas  de  África  fueron  mas  sangrientas.  Asi  acabó  el  imperio  de  los' 
Almobades  descendientes  de  Abddmnmen  sin  que  quedase  rastro  ni  se- 
ñal de  dios :  habla  dorado  tíento  y  cincuenta  y  dos  años :  alabado  sea 
DiM,  cuyo  imperio  no  se  acaba ,  cuyo  poder  es  infinito  y  eterno ,  y  üó 
hay  otro  IHos  stoo  d. 

CAPITULO  LVIll. 

Imperio  de  los  Beni  Herines. 

Esta  es  la  genealogía  de  Abdelhac  bfjo  de  Abichalld  Máhay u ,  nieto  de 
Ab^BdLÍr,  de  Hamema ,  de  Muhamad,  de  Quinart ,  de  Merln ,  de  Vcr- 
tagia,  deMdiúh,  de  Geríg,  de  Fatin,  de  Ikdar,  de  lahfit,  dé  Abdalá  y 
de  Yerlit ,  de  Maaz  ^  de  Ibrahim ,  de  Segib ,  de  Tatites ,  de  lalisten ,  de 
Mendr^  de  Zaqoia ,  de  Yersic ,  de  Zenat ;  de  Jana  y  de  Yahye ,  de  Jam- 
rít,  deDarís,  de  Rcgih,  de  Madagnis  Elebter,  de  lecid,  de  Cais,  de 
lian,  deModiúr)  de  Vezar,  áe  Maad ,  de  Adnán. 

Ab«  Bckír,  el  abuelo  de  Abdelhac,  era  un  noble  jeque  de  (ierra  de  ZSb 
en  AlkíUa  ^  y  pasó  á  Espaüa  con  el  amfr  de  los  Celes  Jacúb  Almanzor, 
y  se  halló  en  la  batalla  famosa  de  Alarca  en  que  padecieron  mucho  les 
zenetcs  entre  k»  cuales  peleaba ,  y  salló  de  aquella  célebre  gazua  herido 
de  valias  heridas  :  y  después  de  vuelta  de  Alarca  falleció  en  su  tierra  de 
Záb  el  ímo  592.  Su  hijo  Abu  Chalid  Mahayu  se  vino  á  tierra  de  Almagréb, 
y  «n  ella  su  hijo  Abdelhac  se  hizo  famoso  por  sus  proezas  i  pues  era  muy 
vñrtaoso  y  esforzado  que  no  temia  sino  á  Bios  :  mantuvo  grandes  guer- 
ras eon  Idl alárabes  de  Riyah  con  varios  y  notables  sucesos ,  y  al  íin  mu* 
rió  en  una  batalla  en  compailia  de  su  hermano  Idris  el  año  614  (1 21 7). 

Por  so  amerte  tono  el  mafndo  de  sus  tribus  su  hijo  Abu  Saíd  Ozman 
qae  ae  Un  Uaiaar  amir,  y  juró  vengar  la  derramada  sangre  de  su  padre 


5S2  mssoBik  m  ll  DomuGioii 

y  de  sa  tk>,  7  de  no  dejar  las  armas  huta  que  nMtaie  dea  naltojefBei 
de  las  tribus  enemigas  :  hizo  guerra  cmel  i  los  alárabes  y  sojugó  ma- 
chas tribus  de  ellos :  las  primeras  que  se  pusieron  en  su  obediencia  fue- 
ron estas :  Hobara ,  Zucara,  Túsala ,  Mekinesa,  Butnya,  Firtala,  Si- 
dcrala ,  después  de  estas  las  de  Buhlula ,  Mediula  j  Melidia ,  y  todas  se 
hicieron  sus  tributarias  sin  exceptuar  sino  á  los  hafitea  ó  doctotei  de 
pagarle  su  almahona  ó  vasaUage  :  estas  cosas  acabó  en  d  aüo  614.  Vim 
ademas  este  amir  ciertas aTenendas  con  los  de  Fez,  Yesoey  Alcázar  Ab- 
deikerim ,  y  tomaron  su  voz  y  le  pagaron  dorios  servidos.  Acreceoló 
mucho  sus  estados  con  la  prosperidad  continua  de  sus  armas  en  teinte 
y  tres  años  y  siete  meses  que  tuyo  el  mando  de  sus  Merinos  rnstiooi 
moradores  del  campo ,  que  fué  lo  que  le  duró  d  imperio  deede  la 
muerte  de  su  padre  A  bu  Muhamad  Abdelhac  hasta  d  aOo  638,  en  qoe 
le  mató  de  una  lanzada  que  le  dio  en  la  garganta  un  sierro  siqro  qae 
había  criado  desde  pequeño ,  y  que  antes  babia  sido  infid. 

Después  de  su  muerte  tuYO  el  imperio  de  los  Beni  Merinos  su  her- 
mano Abu  Moarref  Mohamad,  juráronle  dl»edíenda  fodoa  h»  jeqiics 
merinos ,  y  le  orrecieron  guerrear  contra  quien  guerrease ,  y  defender 
á  qm'en  defendiese.  El  amir  Moarref  continuó  como  su  hermano  la  re- 
ducción de  las  tribus  moradoras  de  Almagréb ,  y  las  fuéyimtnrosamente 
sojuzgando ;  era  muy  esforzado  y  diestro  guerrero,  y  yeoció  á  sus  eae- 
migos  en  muchas  batallas,  y  de  esto  fué  muy  cdebrado  por  los  poelae, 
que  su  reposo  era  el  pelear  de  día  y  de  noche,  y  susgalas  y  arreos eraa 
las  anuas ,  sus  juegos  sangrientas  lides  ?  sola  una  vez  le  vencieron  ka 
Almohades  y  en  aquel  dia  murió  peleando.  Fué  que  envió  contra  d  Aim 
Said ,  amir  de  los  Almohades ,  un  florido  ejérdto  en  que  iban  cerca  de 
Tcinte  mil  Almdiades  y  alárabes  de  Hescura ,  y  algunos  valientes  can* 
dillos  cristianos  :  se  encontraron  las  enemigas  huestes  en  conlinea  de 
Fez ,  y  se  dieron  atroz  batalla  que  fué  de  las  mas  porGadas  y  sangrientas, 
pues  príndpió  la  batalta  al  rayar  el  alba  y  se  mantuvo  hasta  ta  vejDída  de 
la  noche.  En  aquella  tarde  á  la  puesta  dd  sol  se  encontró  Moarref,  aoúr 
de  los  Beni  Merines,  con  un  esf^zado  caudillo  cristiano ,  y  se  acometie- 
ron en  singular  bateUa,  y  el  cristiano  mató  al  rey  Moarref  de  un  bole 
de  lanza,  que  su  cabaDo  estaba  ya  tan  cansado  de  pelear  qoe  no  se  re- 
vdvia  con  la  presteza  necesaria ,  y  asi  pudo  herir  al  rey  muy  á  su  salvo. 
Luego  que  Moarref  cayó ,  cayó  también  d  ánimo  de  los  suyos ,  y  cedie* 
ron  el  campo  y  quedaron  vencidos :  acaeció  esta  sangrienta  batalla  dia 
jueves  9  de  Giumada  segunda  del  año  642  (1^44). 

Por  su  traerte  tomó  el  mando  de  los  Merines  su  hermano  Abu  Bekir 
Yahyc ,  el  cual  era  hijo  de  madre  libre  y  muger  propia  legal  de  su  padre 
Abdelhac:  eraestadc  Abdelwad.  El  amir  Yahye  era  ambidextro  y  jugaba 
á  ta  par  dos  lanzas  con  mucha  facilidad  y  destreza.  Coando  los  joqoes 
merines  le  juraron  obediencia  repartió  con  ellos  todas  sus  tierras,  j  In 
cedió  las  rentas  de  Almagréb :  puso  su  campo  en  Ydad  Zarhn#,  y  (ksde 
alli  hizo  guerra  contra  Mikincsa  hasta  qoe  la  sojuq^ó  año  643  (t 245) ,  j 
tres  años  adelante  ganó  ta  ciudad  de  Fez ,  y  en  ella  fué  enterrado  denlro 
de  la  puerta  que  llaman  Bab  áGiseyin,  que  sale  hada  Andalucía^  cerca 


me  LOS  ÁRABES  EH  ESPAAa.  5S8 


M  tepatero  del  jeqae  Mtahamad  Fustal!.  Despnes  de  gu  mnerto  sucedió 
en  d  imperio  de  ios  Merlnes  Aba  Jazef^  hijo  de  Abdclhac  y  hermano 
de  ks  tres  anteriores  amires.  No  cesó  cs(o  esforzado  principe  de  guer- 
rear contra  los  Almohades  hasta  que  los  echó  de  todos  sus  tierras  y  los 
maneó  como  se  arrancan  las  yerbas  de  un  campo  que  se  cultiva,  sin  dejar 
raíz  ni  rastro  de  ellos  r  se  apoderó  de  Marruecos  y  entró  en  aquella 
dodaddia  Axura  del  aüo  678  (1279) :  y  cuatro  años  antes  hizo  su  pri- 
mer viaje  á  Espada ,  y  en  «u  ausencia  ftié  la  matanza  de  los  judíos  de 
Eez  d  año  674  (1275) ,  y  on  el  mismo  año  en  la  luna  de  XawaI  se  prii>- 
dpió  á  edificar  la  nueva  ciudad  de  Fez ,  que  se  llamó  Medina  Ibeida 
porque  blanqueaban  sus  nuevos  edificios ,  y  la  fábrica  se  acabó  el 
año  677,-  Alé  su  segundo  viaje  á  España  el  año  de  676,  y  pasóáTarifa 
con  ánifláo  de  ir  á  Sevilla ,  llevó  en  su  compañía  en  este  camino  á  los 
amnw  Al)a  Jacúb  y  Abn  Zeyan  Mendel ,  y  fueron  por  Konda ,  y  en  esta 
jomada  se  hizo  muy  temida  su  potencia  en  España.  El  tercer  yiaje  á 
España  fMdespues  de  k  conquista  de  Marruecos  en  el  año  de  681  (i  282), 
y  como  Tiese  mal  parados  los  muros  de  Algezira  Alhadrá  reparó  toda  la 
Bunia  y  la  fortificó  i  alli  se  juntó  con  él  su  yerno  Inad ,  que  estaba  en 
aqudla  comarca  de  Ronda  con  el  rey  de  Castilla ,  que  era  su  amigo ,  y 
logró  que  le  ayudase  contra  sos  rd>eldes.  El  cuarto  viaje  á  España  fué 
el  año  684  (1285) ,  y  también  pasaron  con  él  sus  dos  hijos  Abu  lacúb 
Juzef  y  Abu  Zeyan  Mendel,  y  en  esta  ocasión  cercó  la  ciudad  de  Jeris, 
y  se  detuvo  en  aqaeUa  cerca  cuatro  meses  :  y  en  Müharram  del 
año  685  (1286)  falleció  en  la  Almunia  de  la  isla  Verde ,  y  desde  allí  fué 
pasado  sa  cuerpo  4  enterrarle  en  Sale.  Fué  el  tiempo  de  au  reinado 
vehitey  ocho  años,  seismesesy  veinte  y  dos  dias.  En  su  tiempo  se  labró 
la  anoria  grande  en  el  rio  de  Fez.  Fueron  sus  hijos :  Abn  Melic  Abdel 
Wahid,  que  murió  en  vida  de  su  padre  siendo  ya  jurado  sucesi^ :  el  se- 
gondo  Abu  JacAb  Juzef,  que  le  sucedió  después  eñ  el  reino :  el  tercero 
Abn  Zeyan  Mendel :  el  cuarto  Abu  Salem  Mendel ,  que  murió  envidado 
sa  padre :  el  quinto  Abu  amir  Abdala,  que  murió  pdleando  en  batalla  coo^ 
tra  Almortadi :  el  sexto  AbuMoarref  Mnhamad :  él  séptimo  Abn  Yahy^. 
Bor  muerte  del  rey  Aba  Juzef  sucedió  en  el  reino  su  hijo  Abu  Ja¿lib 
Juzef.  El  tiempo  de  este  rey  ftié  veinte  y  un  años  y  nucjve  meses  y  ca- 
torce dtas :  fueron  sus  hijos  Aba  Salem  Ibrahim ,  Abn  amir  Abdala  y 
Abo  Korhan  Mafot ,  el  coal  murió  en  Taiga ,  y  Abdelmumen.  Pasó  este 
noble  rey  4  Andaluda  y  tuvo  cercada  la  ciudad  de  Bejer,  y  despnes  en 
Almagréb  cercó  la  ciadad  de  Telemcen ,  que  fué  largo  y  famoso  cerco 
ponfae  en  él  murió  en  la  luna  de  Dylcada  del  año  706  (1 806) :  de  alli  fué 
llevado  á  sepultar  á  Medina  Sale.  Por  su  muerte  sucedió  en  el  reino  su 
primo  Alm  Said  amir,  hijo  do  Abi  amir  Abdala ,  hijo  del  rey  Aba  Jacñb 
Juzef  ben  Abdelhac.  Diósele  obediencia  en  Telemcen  después  de  machas 
disensiones  y  contradicion  que  hubo  sobre  esto ;  pero  luego  que  ase- 
guró la  posesión  del  trono  quitó  las  vidasálos  mas  principales  contrarios  : 
su  reinado  ftaé  de  un  año  y  tres  meses ,  y  toda  su  vida  veinte  y  cuatro 
años :  morió  en  término  de  Tanja  en  la  luna  de  Safer  del  año  708  (1308), 
fué  enterrado  m  la  alcazaba  de  aquella  ciudad ,  j  despooi  trasladado  á 


&S4  QiSTcma  BE  Lk  MvmÁCsm 

^le  7  enterrado  jmto  á  m  abaelo.  Bespnea  A»  su  muerte  fliieedto  en  A 
reino  su  hermano  Abq  Rebie  Zuleymán  ben  amfr  Aba  amír  Abdak, 
hijo  del  re^  Aba  Jacúb,  En  sa  tiempo,  en  el  aSo  de  700  (1909),  volTióla 
ciudad  de  Ceuta  i  sos  primoroa  y  aatigaoa  señores  :  fué  an  reinado 
tiempo  de  dos  años  j  cuatro  mesea  y  T^nte  y  tres  días «  faileoióen  Tea 
ií  primeros  de  la  luna  de  Hegeb  en  el  aüo  de  710 :  bst  sepultado  en  d 
patio  de  la  mezquita  de  Texa.  Después  de  su  muerte  hnbo  el  raino  d 
tío  de  su  padre  Aba  Said  Ozman ,  hijo  del  rey  Abu  Jmef  JacAb  ben  Ab- 
delhak :  este  Jiabia  nacido  en  vida  de  su  abuelo  año  de  674  (11175) ,  fué 
el  tiempo  de  su  imperio  veinte  años  y  sds  meses,  falleeid  Ama  de  Feí 
viniendo  de  la  dudad  de  Telemcen  en  la  )una  de  Dylcada  año  731  (1371). 
Después  de  su  muerte  sucedió  en  el  reino  su  hijo  el  rey  Abul  Hastti  Aly, 
que  reinó  veinte  años  y  cuatro  meses;  falleció  en  la  sierra  de  lUntela 
conCncs  de  Marruecos  en  el  dia  último  de  la  luna  de  Rcbie  prineit 
año  752  (1351).  Después  de  su  muerte  sucedió  en  el  estado  Abo  loaa 
Farís  que  se  apellidó  Motewakil  Alé  Alá  amir  amumenin;  permaneció 
en  el  reinado  siete  años  y  nueve  meses,  falleció  dia  24  de  la  luna 
Dylbagía  año  755  (1354).  Después  de  él  sucedió  en  el  reino  su  hijo 
el  rey  Abu  Bekir  el  Said  que  mandó  solo^  siete  mesas  y  veinte  di¿, 
y  lo  sucedió  su  tío  el  rey  Abu  Salem  Ibrahim ,  hijo^dol  rey  Abul  Basen : 
so  apellidó  Almustain  Bila :  gobernó  el  estado  dos  años ,  tues  meses  y 
cinco  días :  fué  su  fallecimiento  en  la  luoaile  Dylc  da  del  ano  de  762 
(1361).  Sucedióle  su  hermano  Abu  amir  Tasifin,  hijo  d^  rey  Abul 
}Iaxeq  }  fué  el  tiempo  de  su  reinado  tres  meses,  y  después  de  su  muerte 
Sucedió  en  el  reino  su  sobrino  el  rey  Abu  Z^an  Mubamad ,  hijo  dd 
'  ftmir  Abu  Abderahman  Jaoúb ,  hyo  del  rey  Abul  Haxen :  tuvo  este  d 
mapdo  ciqco  años ,  murió  en  el  año  de  76S ,  y  sucedió ^n  el  estado  des- 
pues  de  él  su  tío  ol  rey  Abu  Farís  Abddaciz,  hjjo  del  rey  Abu  Hasen : 
duró  sq  re4nMo  cinco  anos :  niurió  en  Telemcen  en  la  luna  de  Bebie 
« primera ,  año  773  (t371).  Por  su  falleeimioíito  le  sucedió  su  hijo  el  rey 
Abu  Said  Afubainad,  que  era  niño  de  cinco  años ,  y  p^maneció  en  el  es- 
tado dos  fáim ,  los  cqiues  pasadoa  le  quitaron  ^  gobierno  en  la  Innn  de 
]i{ul)arram ,  año  775  (1373). 

Sucedió  en  el  imperio  después  de  su  muerte  el  rey  Aba  Zeid  Abda- 
r^tuníian  Motewakil  Alé  Alé,  hijo  del  amir  Abul  Haxen  Aly  ben  Abi  Said 
Qtiuan  b^n  Abu  Juief  Jacúb  ben  Abdelhalc  •  tomó  el  man^o  en  la  corte 
de  Marruecos  en  lona  Mnbarram  del  año  775 ;  el  cual  os  el  que  abora 
felizmente  reina  al  tiempo  de  acabar  este  libro ,  que  fué  en  jueves  ooee 
diaa  de  la  luna  Kebie  primera  del  año  783  (1381),  Ofrece  Dios  en  este 
rey  grandes  esperanzas  de  prosperidad ,  el  Señor  cumpla  lo  que  «tas 
pnuestras  y  señales  ofrecen ,  y  cuanto  del  buen  principe  se  espera,  victo- 
ria contra  infieles  y  toda  felicidad  é  los  mudimes.  Han  pasado  de  su 
reinado  siete  años  y  dos  meses.  Dios  haga  que  su  inperío  sea  siempre 
go()ernado  en  justicia  y  en  bien  y  provecho  de  los  masUmes según  su  so- 
beraqa  voluntad  y  deseo. 

liemos  llegado  al  fiu  de  nuestra  histoaia  con  la  brevedad  prometida^ 
caiuppndi4Pdu  pn  ella  lo  mas  digno  de  momo^  de  cuanto  b^  pasado 


DE  LM  ÁRABES  EN  BSPAAA.  $35 

basta  hoy  desde  la  fondacion  de  Medina  Marroecos,  desde  que  siendo 
manida  de  leones  y  pasto  de  ciervos  se  poso  en  ella  la  primera  piedra , 
qae  han  pasado  desde  entonces  hasta  ahora  trecientos  veinte  años.  Desde 
el  principio  gobernaron  en  ella  los  Almorávides  setenta  y  nueve  años , 
y  los  Almohades  ciento  veinte  y  seis  años ,  y  los  Beni  Mcrincs  desde  cl 
tiempo  que  acabaron  los  Almohades  hasta  el  tiempo  presente  ciento  y 
quince  años;  toda  la  suma,  porque  no  se  ignore,  es  de  trecientos  y 
veinte  año».  El  año  de  la  fundación  fué  el  de  462  (1070)  de  la  Hegira,  y 
él  presente  déla  perfección  de  esta  historia  el  de  783  (1381). 


SERIE  CRONOLÓGICA  DE  LOS  RETES  ÁRABES. 
Reyes  de  Córdoba. 

Gdiwar 435 

Mohamad  ben  Gehwar 452 

Reyes  de  Málaga. 

Aly  Aben  Hamud 408 

Alcasem  ben  Hamud 415 

Tahye  ben  Aly 417 

Edris  ben  Aly. 
Alhasen  ben  Aly. 
Edris  ben  Yahye. 
Muhamad  Almahdi. 

Aleasen  Almoztali 445 

Zagut  ben  Afnhamad 479 

De  Sevilla. 

Abnlcasim  Muhamad  ben  Abed 433 

Abu  Amru .461 

Muhamad  Almotamed.  •    484 

De  Toledo. 

Ismail  ben  Bylnun. 

Yahye  ben  Ismail 469 

AlcadirBilah 471 

Yahye  Adofar 478 

De  Zaragoaa. 

Almondar  ben  Yahye 430 

Miman  Algiiununi 438 

Ahmed  ben  Solimán 474 

Juzef  ben  Ahmed 478 

Ahmed  Abu  Giafar 503 

Abdelmalek  Abu  MeruAn 512 

Ahmod  Abu  Giafar  ben  Abdelmalek 540 


536  HISTORIA  DE  Lk  DOmNÁaON 

Be  Grcnadt. 

Abns  ben  Maksan 420 

Habas,  sa  sobrino 439 

Badis  ben  Habas 465 

Abdalah  bcn  Balkin. 483 

De  Badajoz. 

Sabur,  persa. 

Aba  Baker  Abdala. 

iNIahamad  Almudafar. 

Ornar  Alroetuakel 487 

De  Aiahila  y  Aben  Baifn. 

Aba  Meraán 401 

Muhamad  Gesan  Daala 47G 

Abdelmalck  ben  Gesan. 

Yahye  ben  Gesan 483 

De  Almerte  y  Denla. 

Cairan,  eslavo. 

Zoair,  eslavo 444 

Mahamad  ben  Man 484 

Obeidalah  Moez-Daola ^    .    .    .  48i 

e  De  Garmona  y  Ecija. 

Muhamad  ben  Abdala . 

De  Hnelba  y  Libia.    . 

Abdelazix  Albecrí 456 

Abdala  ben  Abdelaziz 487 

De  Loroa. 

Aba  Mabamad  Abdala 467 

A  bal  Hasan  ben  Elisa 484 

De  Tadmir  y  Maréia. 

Muhamad  Aba  Abderahman. 
Abderahman  ben  Taher. 

Ahmed  Aba  Abdala 508 

Aben  Ayadh.    . 540 

Mahamad  ben  Jazef. 540 

A  Iwatik  ben  Muhamad 540 

Abu  Abdala  Mahamad 569 

AbdakAlthoíFi 541 

Abnl  Hasan  ben  Abid 54i 

AbenHemsek 560 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAAA.  hZ7 

Pe  VtleMlt. 

Madafas,  eslavo «    .    .  400 

Mubarik,  eslavo. 

Lebib,  eslaro 452 

Abdelaziz  ben  AMerahman. 

Abdelnudek  ben  Abdelaziz 469 

Aba  Bakar  Abdelmalek 478 

Yahye  Adorar 508 

Aba  Abdala  Muhamad 569 

Aben  Hemsek 569 

GkHnail  bco  Zeyan 569 

De  Segure. 

Aben  Hemsek^ „    .    .    .    .  569 

Reye»  AlmoraTidee. 

Aba  Bckcr  ben  Qmar 453 

Jozef  ben  Taxfin 500 

Aly  ben  Jazef 534 

Taxfin  ben  Aljr r    ...  541 

Almohadei. 

Ahmcd  ben  Abdala  Almahadi 524 

Abdelmonaen  ben  Aly 558 

inzcTAbaJacúb 580 

Jacúb  Aben  Jnzef. 595 

Muhamad  ben  Jacúb 610 

Juzef  ben  Muhamad 620 

Abdelfrahíd 621 


SS8  mSTORU  DE  LA  DOnCUCKHI 


CUARTA  PARTE.* 


CAPITULO  I. 

« 

Gaerru  clTlleí  de  1m  muslimef  en  Bipela. 

Desde  la  desgradada  batalla  de  Alac&b  principió  á  decaer  en  Esprii 
la  noble  dinastía  de  los  Almohades.  El  Tencido  principe  Anasir  lleno  de 
despecho  atribuía aqucHa  desventura,  no  á  la  bondad  j  esfnenodeloi 
cristianos ,  sino  á  la  falta  de  los  caudillos  andaluces ;  y  asi  luego  qoe 
llegó  á  Sevilla  tomó  de  ellos  cmcl  venganza ,  descabezando  á  los  mis 
principales ,  y  privando  á  otros  de  sus  alcaidías  y  tenencias.  Con  esU 
injusta  satisfacción  dejó  muy  ofendida  á  la  nobleza  de  Andaluda,  jcoii 

1  Volvemos  á  implorar  en  este  tercero  y  Altimo  tomo  de  la  Historia  de  los  árabes  en  Espib 
la  Indulgencia  pedida  en  el  segundo ,  con  tanta  mayor  rason,  cuánto  los  sacesos  son  mas  hs- 
portantes,  y  la  época  mas  próxima  á  nosotros ;  y  aun  pudiéramos  aftadlr,  cuanto  Hieneiliiu4* 
y  correcto  el  manuscrito  que  dejó  el  sefior  Conde.  La  Importancia  de  los  sucesos  es  laoiaqoeM 
hay  necesidad  de  probarla.  Desde  la  conquista  de  HeYilla  y  Valónela  batU  la  do  Qnnada,  k 
ve  un  encadenamiento  de  Jiechos,  que  aun  descritos  por  plumas  enemigas  mafitfesiaad 
tesón,  la  constancia  y  el  valor  español,'  aJ  paso  que  se  observan  iguales  prendas fi l« 
árabes  españoles,  que  solamente  se  diferenciaban  de  sus  enemigos  en  los  prindptosrelisHKti 
y  morales  que  nacen  de  ellos.  Se  ve  que  peleaban  espafislet  contra  espadóles ,  y  de  aqsi  it- 
aullaban  los  estragos  horribles  de  las  algaras ,  guerras  y  batallas ;  á  cuya  perspectiva  cneiie 
admirará  el  lector  de  que  no  quedase  yerma  y  despoblada  la  tierra. 

Por  lo  que  hace  á  la  época ,  ya  no  era  aquella  en  que  nuestros  escritores  sé  asslwtatofta 
decir :  Dominut  Üidaeut  populavit  Burgts  :  FwU  ttrrametUa  mper  Cerveru.  Lucas  de  Tiy  J 
Rodrigo  Ximenex  pudieron  servir  de  modelo  á  otros  historiadores,  y  en  efecto  en  Imüm 
siguientes  se  escribía  con  menos  desalifio  y  con  mas  extensión ;  pero  no  llegaban  con  até* 
*  los  cristianos  á  los  árabes ,  aunque  á  proporción  que  decaía  el  imperio  d«  csies  ibw  drkík- 
tándose  las  ciencias  y  artes,  asi  como  se  acrecentaban  entre  los  cristianos  con  el  aomcottéei 
Imperio ;  que  aun  por  esta  razón  hubiera  necesitado  este  tomo  tercero  la  pluma  del  sefiorCvod^* 

Era  en  efecto  necesarV*  compara  eséritores  con  escritores;  y  la  época  qae  empeiá  es  ^ 
conquistas  de  Córdoba ,  Jaén ,  Sevilla  y  Valencia ,  y  acabó  en  la  de  Granada ,  hubiera  recM 
una  luz  muy  clara  y  brillante  para  lot  que  empiendiesen  escribir  la  historia  de  Espala.  Mt- 
mas  de  ser  esta  empresa  muy  superior  á  nuestras  faenas,  hubiera  retardado  la  p^Uiad» 
de  este  tercer  tomo ,  cuando  nosotros  estábamos  Impacienlea  psr  salir  de  naesno  tmf^- 
Nuestros  literatos  harán  lo  que  á  nosotros  no  nos  es  dado. 

Religiosos  observadores  (en  lo  posible )  de  lo  que  se  ofreció  en  el  prospecto,  eotoeaBSi  es 
este  tomo  un  pequeño  diccionario  de  algunas  voces  arábigas  que  se  hallan  ea  toda  la  «ftn.y 
á  nuestro  Juicio  debió  colocarse  en  el  primero.  Sin  duda  el  sefior  Conde,  que  le  dejó  «abMTMi 
y  este  incompleto ,  pensó  completarle  y  ponerle  en  dicho  tomo ;  pero  fuese  so  iniencíon  li  (^ 
quisiese ,  á  nosotros  nos  parece  necesario  en  este,  y  le  ponemos  cual  él  le  d^,  sis  enhifp 
de  que  no  se  oft^íó. 

Por  la  premura  del  tiempo  no  añadimos  la  declaración  de  cinco  monedas  árabes,qneacabide 
remitir  a  la  academia  de  la  Historia  so  correspondiente  don  Maleo Franeiseo  de  Ribas,  reds* 
de  Javalqninto;  pero  se  hallan  otras  semejantes  en  la  memoria  eaorita  per  el  difaMsO"^* 
que  se  insertó  en  el  lomo  quinto  de  las  Memorias  de  la  academia  de  la  Hisioria.  Hcoms  tec^ 
lo  que  ha  estado  á  nuestro  alcance  para  no  dejar  borlados  á  los  leetores.  Ellos  ^simnlei» 
nuestra  impericia.  ilf<^iUiaBikim4tí»^. 


m  IM  ÁRABES  EN  t»jAk.  M9 

el  natural  deseo  de  la  yenganza  imiy  diq^uestos  los  ánimos  de  tanta 
geole  honrada  á  manifestar  á  su  tiempo  los  efectos  de  su  descontento. 
Pasó  Anasir  ¿  África  sin  pensar  en  resarcir  y  reparar  sns  pasadas  pér^ 
didas  con  nuevas  jornadas  de  algazua,  y  como  ya  dijimos ,  luego  que 
llegó  á  Marruecos  ^e  ocultó  en  su  alcázar  y  se  dio  al  ocio  y  á  los  deleites 
y  morió  envenenado  á  manos  de  los  nunistros  de  sus  venganzas  y  pla*- 
oeres.  Su  hijo  Almostansir,  que  le  sucedió  en  el  trono ,  era  muy  mozo,  j 
vivió  siempre  gobernado  por  los  jeques  sus  parientes ,  los  cuales  re  ^- 
licron  entre  si  todas  las  provincias  de  África  y  de  EspaSa ,  no  con  Inlen- 
don  de  gd)emarlas  y  mantenerlas  en  justicia  durante  su  menor  edad, 
como  debian,  sino  para  disfrutarlas  y  destruirlas  con  entrañas  vejacio- 
nes que  inventaba  la  codicia  desmedida  de  los  wazires  y  vralies ,  porque 
todos  se  cebaban  en  d  general  desorden ,  y  no  trat  J>an  sino  de  apro- 
vechar la  ocasión  de  enriquecerse  y  mantener  con  dádivas  y  presentas 
el  inicuo  mando  que  les  confiaban.  En  tanto  que  su  mal  gobierno  em- 
pobrecia  las  provincias ,  los  cristianos  corrian  y  talaban  los  campos , 
quemaban  los  pueblos ,  mataban  y  cautivaban  á  los  infelices  moradores 
de  Andalucía ,  ocupaban  las  fortalezas ,  y  quedaban  sin  defensa  las  froli* 
leras  de  los  muslimes.  Almostansir  entre  tar  o  se  ocupaba  en  criar  re- 
baños de  toda  especie  de  ganados,  siendo  pastor  en  vez  de  defensor  de 
sos  pueblos ,  y  la  preciosa  grey  d^los  muslimes  de  España  era  cada  dia 
acumctida  y  despedazada  de  rabiosos  lobos.  En  fin  murió  sin  dejar  suce- 
sión ,  y  por  industria  y  políticas  tramas  de  sus  jeques  ocupó  el  trono  su 
lio  Abdelwabid ,  hijo  de  Abu  Jacúb  :  sus  hermanos  GideMuhamadyGide 
Abu  Aly  tenían  el  absoluto  imperio  de  España ,  que  ejercían  con  cetro 
de  hierro ,  y  entonces  el  descontento  de  k»  pueblos  de  Andalucía  prin- 
cipió á  manifestarse.  En  Murcia  so  alzó  con  nombre  de  rey  Abdala ,  el 
coopcido  con  el  ilustre  titulo  de  Aladel.  Los  jeques  de  la  provincia  se  de- 
dararou  á  sa  favor ,  y  á  la  sombra  de  esta  división  se  movieron  otrSs 
|Kircialid^esy  bandos.  Muhamad,  el  walidc  Baeza,  se  unió  con  los  cris- 
tíaDOs  para  mantenerse  en  su  scñorio ,  y  les  dio  f^vor  y  ayuda  para  que 
hiciesen  terrible^  entradas  en  Andalucía.  Estas  desventuras  hicieron 
muy  aborrecido  al  TjBy  Aladel ,  y  su  nombre  odioso  fué  maldito  de  loA 
pueblos,  y  con  solemnes  declaraciones  en  las  aljamas  fué  depuesto  y 
declarado  enemigo  de  Dios  y  perseguidor  de  los  fieles.  En  África  acaeció 
lo  mismo,  y  los  jeques  depusieron  al  rey  Abdelwabid,  y  proclamaron 
i  su  hermano  el  célebre  Cide  Abu  Aly  Almamún,  ínclito  principe  sí  la 
fortuna  no  se  hubieseya  conjurado  contra  su  familia.  Puso  mucho  miedo 
á  los  rebeldes ,  atenuMizó  á  los  cristianos ,  y  para  destruir  la  causa  de  las 
revueltas,  turbación  y  anarquía  que  inquietaba  su  imperio,  suprimió 
los  consejos  do  los  jeques  que  tenían  un  ilimitado  poder  en  el  gobierno 
do  los  Almohades.  Era  Almamún  demasiado  generoso  y  no  acabó  con 
los  ambiciosos  ministros  que  formaban  aquellos  consejos ,  y  así  luego 
se  levantaron  contra  él ,  y  le  suscitaron  nuevas  sediciones  en  África  y 
^n  España ,  en  donde  tan  encendido  estaba  el  fuego  de  la  discordia. 
Enviaron  contra  él  un  esforzado  caudillo,  y  por  mas  animarle  á  la  guerra 
le  decbffaroD  rey  y  legitimo  sucesor  dd  trono  de  los  Almohades*  Este 


540  msTúñsk  m  u  mmüiacioii 

f oé  el  jeipie  Tahye  bén  Anasir,  á  quien  Tenció*oon  so  mncha  perida  j 
herAioo  valor  el  rey  Abo  Aly  AlmanAn ,  j  U  obligé  á  retirarte  áki 
montea ,  donde  Tagaba  errante  asegurado  en  sn  fragoaidad  j  aspereza. 
Esto  paréele  qne  aseguraba  al  rey  Almamún  la  posesión  del  trono,  y 
aoaegadaalas  cosas  de  España  partió  con  esta  confianza  á  África,  y  no 
bien  babia  puesto  los  fies  en  cUa  cnando  en  España  se  levantó  un  po- 
deroso partido  contra  los  Almohades.  Aba  Abdala  Mnbamad  ben  Jnzef 
Aben  Hud,  noble  caballero  qne  descendía  de  los  reyes  de  Zaragoza, 
viendo  la  oportunidad  que  se  le  ofrecía  para  vengarse  de  los  Almohades, 
y  recuperar  los  antiguos  derechos  de  su  ftimilia,  que  como  ya  honos 
visto,  poseia  tan  floreciente  estado  en  la  parte  oriental  de  España,  con 
su  docueneia  y  generosidad  y  por  industria  de  sus  parciales  allef^  m 
crecido  número  de  vallmites  caballeros  que  se  declararon  por  ¿I  y  ofre- 
cieron morir  en  su  servicio.  En '  Escuriante,  lugar  áspero  y  may  for- 
liflcado  por  naturaleza  en  la  Taa  de  Ujijar ,  se  congregaron ,  y  de  co- 
mún y  concorde  ánimo  le  juraron  y  proclmnaron  rey  de  los  musüma 
de  España.  Fué  su  solenme  jura  *  en  primero  de  Ramazan  dd  año 
625  (1226) :  para  acreditarse  y  animar  á  los  pueblos  á  que  le  ágmam 
y  se  apartasen  de  la  obediencia  de  los  Almohades ,  publicó  que  traiabí 
de  restituir  la  libertad  á  los  pueblos  oprimidos  con  injustas  vejaciones; 
que  estableceria  las  fardas  ó  imposidfenes  legales ,  abiriiendo  las  volim- 
fittias  cargas  que  habian  echado  lo^tiranos  (este  titulo  aborredirte  se 
les  daba) ;  se  detestaba  desupocardigion,  y  losimames  y  alchatibesj 
otros  ministros  de  la  religión  predicaban  que  las  mezquitas  estaban  pro- 
fanadas, y  para  excitar  el  fanatismo  popular  las  bendedan  y  purifica* 
ban  conlustradones  y  públicas  ceremonias.  Toda  la  nobleza  y  d  mismo 
rey  tomó  vestidos  de  luto  como  en  muestra  de  aflicdon  y  de  dolor.  Al 
mismo  tiempo  suscitó  otra  revolución  en  Yalenda  el  walí  Giomail  Abn 
Zeyan  ben  Mardenis ,  y  á  la  fama  de  estos  movimientos  cobró  ánimo 
Yabye  Aben  Nasir,  que  andaba  fugitivo  en  los  montes  de  Almonecáb,  y 
por  su  parte  aumentó  la  discordia,  y  fomentó  la  desavenencia  y h 
guerra  civil  contra  los  Almohades.  Entonces  d  Ínclito  amir  Aba  Aly 
^Almamún  tomó  á  Andalucía,  y  lo  primero  que  hizo  fué  concertar  tre- 
guas con  el  rey  Ferdeland  de  los  cristianos  que  le  bada  guerra  con  vam 
fortuna  en  las  fronteras  de  Córdoba,  y  convenidas  por  ambas  partes, 
luego  Almamún  partió  con  cuanta  gente  pudo  allegar  en  busca  de » 
enemigo.  Encontró  el  ejérdto  de  Aben  Hud  en  loé  campos  de  Tarífo, 
avistáronse  aHi  ambas  huestes,  y  con  enemigo  ánimo,  como  si  no  faesen 
hombres  ^e  una  misma  ley,  trabaron  sangrienta  batalla .-  pdearon  bkh 
cha  parte  del  diasin  que  se  dedarase  la  victoria  por  ningún  partido,  y 
á  la  puesta  dd  sol  cansados  de  matarse,  de  común  acuerdo  suqMSidieroo 
la  atroz  pdea.  La  venida  de  la  noche  mantuvo  la  breve  tregua  de  eslos 
valientes ,  y  á  la  hora  del  alba  del  siguiente  dia  se  óomenzó  de  noe^^o 
la  reñida  contienda ;  pero  los  Almohades  no  pudieron  mantenerla  mo- 
cho tiempo  siendo  inferiores  en  número  á  los  andaluces.  Queda  Alma- 

%  Hice  Alcodai  en  SuMr  y  q«e  ftié«n  fin  de  Begéb. 

t  Dice  AlcódaienfindeBefB^,  qiieeel9l|)i«lloqii#waiet«Blee. 


D£  LOS  ÁRABES  EN  ESPAAA*  541 

mAn  Tencido  coa  pérdida  do  sus  mas  pripcipalefl  caudillos ,  entre  estos 
sosparienCes  Ibrahim  bcn  Edris,  ben  Abi  Isbat,  wali  de  Coila,  y  Aba 
Zqrad  Almegajed,  i?ali  de  Badajoz,  y  qaedó  herido  Abol  Hasan,  hijo  del 
mismo  amir  Aba  Aly  AlmamAn,  que  mandaba  la  delantera  del  ej^dlo 
de  su  padre.  Fué  esta  célebre  y  sangrienta  batalla  diaC  de  Ramazan  del 
ailo626(1229).  NoquisoelreyAbu  AlyAlmamAnprobarotra  vez  la  suer- 
te de  las  armas,  y  se  retiró  del  campo  aunque  vencido  todavía  respeta- 
He,  y  Aben  Hud  no  so  atrevió  á  molestarle  en  su  retirada,  porque  los 
Almohades  habían  vendido  muy  cara  aquella  victoria ,  y  se  persuadió 
de  aquello  de ,  al  enemigo  que  huye  hacerle  la  puente  de  plata ,  y  mas , 
que  los  Almohades  eran  muy  valientes  caballeros.  Pensó  Almamún  que 
k  convenia  pasar  á  África  y  juntar  un.  poderoso  ejército  que  le  ase- 
gurase con  su  muchedumbre  el  superar  el  valor  de  los  que  seguian  las 
afortunadas  banderas  de  Aben  Hud.  Asi  pues  con  este  propósito,  enco- 
mendadas las  cosas  de  España  ¿  su  hijo  Abul  Hasan  y  á  sus  hermanos 
Cidc  Abdala  y  Cide  Muhamad,  partió  para  África. 

Giomail  ben  Zeyan  aprovechando  estas  revueltas  se  apoderó  de  Valen- 
cia, echando  de  ella  al  irali  Cide  Muhamad  Almanzor,  hermano  de  Alma- 
múo ;  diéronse  algunas  batallas  en  que  Cidc  Muhamad  peleó  con  mucho 
valor,  pero  con  mucha  mala  fortuna,  y  abandonado  délos  mas  de  los  suyos 
seacogíóalamparodel  reyGaymis  de  los  cristianos  con  quien  estaba  apaz- 
gaado.  El  tirano  Gaymis  ,como  enemigo  mortal  de  losmuslimes,  aunque 
le  recibió  bien  no  pensó  en  vengarle  ni  restituirle  en  su  estado,  si  bien  se 
valió  de  este  pretexto  para  hacer  mal  y  daíH)  en  la  tierra  entrando  en 
ella  como  defensor  dd  agraviado  wali ,  y  ocupando  en  su  nomine  las 
fortalezas.  Fué  el  levantamiento  de  Giomail  en  Valencia  año  627  (1230). 

Yahye  Anasir,  como  tuviese  noticia  de  la  victoria  de  Aben  Hud  contra 
el  rey  Almamún,  le  envió  luego  sos  mensageros  dándole  enhorabuena 
y  ofreciéndose  por  su  amigo  y  aliado,  y  movió  con  sus  gentes  y  bajó  de 
los  montes  ¿  correr  la  tierra  -,  pero  como  ni  en  el  imperio  ni  en  el  amor 
quieran  los  hombres  compañeros ,  el  rey  Aben  Hud  no  le  respondió 
como  él  esperaba,  sino  como  diligente  caudillo  adelantó  un  cuerpo  de 
caballería  que  acaudillaba  Aziz  ben  Abdelmelic ,  y  por  industria  y  valor 
de  este  arraizy  de  su  cadi  Abúl  Hasan  Aly  ben  Muhamad  el  Castelise 
apoderó  de  Murcia ,  favoreciéndole  en  esta  expedición  ciertas  compa- 
ñías de  caballeros  cristianos.  Luego  pasó  en  persona  á  la  ciudad  y  fué 
proclamado  en  eDa  y  manifestó  al  pueblo  sus  intenciones,  que  decia  no 
ser  otras  que  librar  á  España  de  la  tiránica  opresión  de  los  Almohades, 
corruptores  de  las  costumbres  de  los  muslimes ,  y  origen  de  las  discor- 
dias y  decadencia  del  estado;  tratólos  de  bárbaros,  bereges  y  crueles 
que  no  tenian  por  hermanos  á  los  muslimes  que  no  eran  Almohades. 
Como  el  pueblo  padecía  tanto  por  su  mal  gobierno ,  y  la  nobleza  estaba 
asimismo  ofendida  de  aquellos  principes,  no  fué  difícil  el  disponer  los 
ánimos  contra  ellos;  asi  que,  con  piíblicas  aclamaciones  fué  jurado  rey 
de  Murcia  Muhamad  ben  Juzef  Aben  Hud.  Sus  excelentes  prendas  de 
cuerpo  y  almay  su  mucha  elocuencia  Uevaban  tras  si  todos  los  partidos, 
7  en  pocos  meses  fué  daeAo  de  toda  aquella  tierra  *.  pusoen  Mareta  por 


542  mSTOlUA  BE  LA  DOlIflfACIOll 

sa  wali  á  n  caudillo  Atk  hm  Abdelmelic,  en  qtuen  tenia  gfan  confianza, 
en  Játíva  á  Yabye  ben  Mohomad  baa  Iza  Abúl  Husein  deBenia ,  y  en  la 
dndadde  Senia  al  hijo  deesteHuaein  :  d  pneblo  apellidó  á  ga  rey  Aben 
Hnd  con  el  titulo  de  AbneUiakU  Ale  Ala. 


CAPITULO  II. 

GontiaMn  Ui  guenrai  de  !••  masKines.  Ei  nf  J«im«  toat  Ut  lili»  d«  MillMeái  Itaim 

¿  Ibiía.  Bluere  AUiuiDaii. 

4 

Con  la  ausencia  del  rey  Abu  Aly  Almamún,  y  con  la  pasada  Tidoria 
y  felic^  sucesos  de  Murcia  todo  parccia  ya  llano  A  los  que  segmas  i 
bando  de  Aben  Hud ,  y  como  entendiese  que  el  wali  de  Sevilla ,  hermano 
de  Abu  Aly ,  habla  juntado  gente  y  yenía  contra  ellos,  partieroo  á bol- 
earle. £1  wali  de  Sevilla  juntaba  gentes  en  Algarbe,  y  sabiendo  qae  Abeo 
Hud  se  disponía  contra  él  se  valió  de  los  cristianos  de  Galicia  panqué 
le  auxiliasen,  y  con  toda  su  caballcria  vinieron  i  tierra  de  Mérida,  }se 
juntaron  con  los  caudillos  de  Cide  Abu  Abdala ,  y  alli  cerca  de  Alhanje 
se  encontraron  los  de  Aben  Hud  con  dios,  y  trabarcm  sangrienta bi- 
talla,  y  quedaron  vencidos  los  caudillos  de  Qde  Abu  Abdala  y  sosaon- 
liarcs,  y  se  acogieron  á  Mérida.  Abdala  benMuhaniad  ben  Wazir,  qK 
había  sido  wali  de  alcázar  Alfctah  que  se  llamaba  también  alcázar4e 
Abidcnis,  que  ocuparan  entonces  los  cristianos  con  Montanchis  y  olroi 
fuertes ,  y  su  hermano  Abderahman  también,  se  acogió  á  Mérida.  £b 
ella  habiá  muchos  esforzados  caballeros  almohades,  pero  muchos  id0 
de  los  afectos  al  partido  de  Aben  Hud ,  y  por  industria  de  estos  faeroi 
aquella  noche  entregados  por  traición  á  los  caudillos  dd  rey  Ab^  Hai. 
Fué  esta  sangrienta  batalla  de  Mérida  en  principio  dd  ano  629  (1632)  ^ 
De  vueltas  de  la  frontera  de  Algufla  llevaron  á  los  dos  caudUlos  Abdala 
ben  Muhamad  ben  Wazir  y  á  su  hermano  Abu  Ornar  Abderaiimafiá 
Sevilla  su  patria ,  y  en  ella  la  plebe  alborotada  los  atropeUóá  pesar  de 
su  mérito  y  nobleza ,  y  los  acuchillaron  y  despedazaron ,  no  coa  pooo 
sentimiento  del  rey  Abenllud,  que  apreciaba  mucho  á  AbdcrahaiaD  Aba 
Ornar  por  su  erudición  y  admirable  ingenio.  Este  fué  el  que  glotóia 
excelente  canción  elegiaca  de  su  padre  Abu  Becar.  Cuéntase qoe  este 
wali  pasando  por  un  ameno  valle  que  llaman  Wadfilhaméma  que  está 
entre  Arcos  y  Medina  Aben  Zelim  oyó  el  triste  y  dulce  canto  de  (UA 
torcas ,  y  compuso  los  bellos  versos  del  llanto  de  la  paloma^  qoelos de 
Algarbe  suelen  cantar  de  noche  ¿la  luz  de  la  luna.  Otros  dicen  qoeesle 
Ínclito  caudillo  Abu  Omar  y  su  hermano  murieron  alanceados  de  (x- 
den  del  rey  Aben  Hud  poco  tiempo  después  cuando  este  príncipe  |iaú 
desde  Marruecos  á  tierra  de  Granada  con  poderosa  hueste.  En  esta  ex- 
pedición se  vinieron  á  su  partido  todos  los  alcaides  de  aquella  tierra,  I 
fué  recibido  con  aclamaciones  de  alegría  y  de  triunfo  eakdodad  j  ^ 

*  la  üeo4ti  wr ,  por  «rtor. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAIIA.  541 

6Íb  dioeti  que  le  presenf  aron  ¿  estos  dos  caudHlos  almohades  qne  iban 
presos  sufriendo  con  admirable  constancia  su  ád.Tcrsidad,  y  luego  los 
mandó  matar,  que  ni  sus  virtudes  propias  ni  la  celebridad  del  padre 
podieron  evitar  el  irrevocable  decreto  del  hado  ,j  acabaron  alanceados 
de  orden  de  un  principe  que  se  preciaba  de  humano  y  amante  de  las  le- 
im.  Los  cristianos  de  tierra  de  Toledo  corriéronlas  tierras  de  Cazorla 
y  oeuparon  sos  fuertes ,  y  el  de  Quixaja  que  poco  después  tornaron  á 
recuperar  k»  muslimes  de  la  frontera  echándolos  de  ella.  En  la  parte 
de  Algarbe  se  apoderaron  de  Torgiela  con  grave  pérdida  de  los  mudi- 
mes  de  la  comarca  de  Batadyns.  Era  wali  de  ella  Ibrahim  ben  Muhamad 
tea  Stnenid  Alansári,  Samado  Abu  Ishac. 

En  este  afto  con  gran  poder  y  aparato  de  naves  fué  el  tirano  Gaymís 
contra  Mayorcas ,  entendiendo  Gidé  Muhamad  y  los  suyos  que  iba  en  su 
favor  y  ayuda.  Se  apoderó  de  los  puertos  y  entró  en  la  isla  principal , 
vendendo  los  esfuerzos  y  gloriosa  constancia  del  ^ali  de  ella  Said  ben 
Albakem  Aben  Otman  el  Goraisi  de  Tabira  de  Algarbe.  Este  caudillo 
poso  emboscadas  á  los  cristianos  y  les  causó  en  ellas  gran  matanza,  que 
00  les  permitía  dar  paso  que  no  le  regasen  antes  con  su  propia  sangre ; 
pero  fué  forzado  á  retraerse  y  encerrarse  en  la  fortadeza  en  dia  martes 
U  de  Safer  del  año  629  (1232),  y  en  ella  se  defendió  a^un  tiempo;  pero 
como  no  kahia  eaperansa  de  socorro  se  entregaron  quedando  tributarios 
con  ruines  condiciones,  y  lo  mismo  hicieron  los  jarifcs  de  Minorca  y 
de  YeNzet,  que  se  ofrecieron  por  vasallos  y  tributarios  del  rey  Gaymis. 
firan  estos  cuatro  jeques  Abdala  Sahib  de  Hasnaijuda,  Aly  de  Beni 
Saida ,  Aben  Yahye  Sahib  de  Beni  Fabin  y  Muhamad  Sahib  de  Alcayor, 
los  cuales  otorgaron  su  vasallage.  Quedó  Aben  Otman  por  wali  de  las 
idas  á  petición  de  los  muslimes,  y  permaneció  hasta  que  se  levantó  alli 
contra  él  por  envidia  el  cadi  Abu  Abdala  Muhamad  ben  Ahmed  ben  Hi- 
sem ,  y  sus  desavenencias  fueron  causa  de  que  los  cristianos  los  visita- 
sen otra  vez  y  les  agravasen  el  tiránico  yugo  que  les  habian  puesto* 

En  este  aflo  acaeció  la  inesperada  muerte  del  amir  de  los  Celes  Abu 
Aly  Ahnamün  cerca  de  Marruecos ,  y  con  este  infausto  suceso  cayó  del 
todo  la  esperanza  de  los  Almohades  de  España.  El  rebelde  Yahye  Anasir 
prodamó  de  nuevo  sus  derechos  y  pretensiones  al  trono  de  los  Almoha- 
des como  Jurado  rey  de  ellos  en  Marruecos ;  pero  sí  bien  su  derecho 
era  el  mejor,  su  partido  valia  mocho  menos  que  el  de  Aben  Hud ,  que 
ya  de  antes  le  miraba  como  su  único  rival.  Entre  tanto  que  ellos  con- 
tendían y  se  disputaban  la  posesión  de  Andalocia,  Giomail  ben  Zcyan 
procuraba  dilatar  su  estado  de  Valencia ,  y  asi  ocupóla  ciudad  de  Denía , 
y  puso  en  ella  por  vrali  á  su  primo  Muhamad  ben  Sobayc  bou  Juzef  Al- 
gezanri ,  y  echó  de  ella  á  Husein  ben  Yahye ,  que  se  acogió  á  su  padre  el 
wali  de  Játiva  Abmed  ben  Iza  el  Ghazragi ,  que  por  su  riqueza  y  servi- 
dos y  por  su  parentesco  con  Abu  Ornar  ben  A  ti  era  wali  de  su  patria , 
con  cayo  auxilio  la  recuperó  poco  después ,  y  la  conservó  hasta  que  en- 
traron en  ella  los  cristianos,  como  después  diremos. 

Yahye  ben  Nasar  allegó  sus  tropas ,  requirió  y  exhortó  á  sus  parciales 
y  amigos,  y  con  favor  do  todos  congregó  muy  lucida  hueste  en  Arjona, 


544  HISTORU  DE  lA  DOMÜlAaOn 

dio  él  mando  délas  tropas  á  su  sobrino  Muhamad  Aba  AbdáU  ben  JozeT 
ben  Nasar  de  Arjona ,  mancebo  de  ado^irables  prendas,  yirtaosoy  i»ru- 
dente  como  un  anciano ,  valiente  y  dieslro  caadillo  como  d  famoso  At 
manzor  ben  Abi  Amer.  Era  este  mozo  conocido  por  Aben  Alahmar,  y 
muy  estimado  y  célebre  entre  la  juventud  de  Andalucía  por  sa  Talor  y 
gentileza.  Deseoso  de  señalarse  en  servicio  de  su  tio  fué  con  la  caballería 

sobre  Gien  y  la  entró  por  fuerza  de  armas  dia  Giuma  de  la  lona  de 

año  629  (1232)  :  en  la  entrada  de  esta  ciudad  fué  herido  gravemente  su 
tio  Yahye  y  poco  después  falleció  de  sus  heridas ,  dejando  á  su  sotxríno 
encomendada  su  venganza ,  y  en  herencia  la  sucesión  de  sus  tierras  y 
pretensiones.  Ocultó  Muhamad  la  muerte  de  su  tio  hasta  que  en  sa 
nombre  ocupó  las  ciudades  de  Guadix  y  Baza,  y  viéndose  aj^udido  j 
estimado  de  aquellos  pueblos  publicó  la  muerte  de  su  tio  Yahye  ben  Na- 
sar, y  fué  proclamado  rey  de  Arjona ,  Gien ,  Guadix  y  Baza  y  de  todas 
sus  fortalezas,  y  se  declaró  enemigo  del  rey  Aben  Hud  y  de  todos  sus  p^ 
dales. 


CAPITULO  IIL 

Entrada  del  rey  Ferdeland  haaia.  Jem.  BaUllt  de  Gnadtlela.  Ctnipafiaa  «&  ii«g»i 

y  Andalucia.  Tómanse  UJieda  i  Córdoba. 

El  rey  de  los  cristianos  Ferdeland  era  muy  enemigo  de  los  muslimes 
y  le  abrasaba  el  deseo  de  apoderarse  de  todas  sus  tierras  de  Andaluda. 
y  las  corría  y  talaba  sus  campos  con  continuas  algaras ,  destruyendo  y 
quemando  alquerías  y  pueblos.  Favorecía  su  intención  la  discordia  y 
guerra  civil  que  había  entre  los  de  Aben  Hud  y  los  del  bando  de  Gio- 
mail  ben  Zeyan,  y  este  nuevo  y  poderoso  de  Muhamad  Aben  Atebmar : 
los  pueblos  estaban  entre  si  desunidos,  los  alcaides  y  uralies  apoderadas 
de  sus  tenencias  no  sabían  á  quién  seguir,  y  muchos  de  ellos,  mas  co- 
diciosos que  prudentes  y  honrados,  se  declaraban  señores  iodepeodieotes 
de  sus  pueblos  y  fortalezas  por  no  ayudar  a  ningún  partido.  Los  recioos 
por  su  parte  se  engañaban  también  con  aquella  apariencia  de  paz  y  tras- 
quiiídad  que  les  ofrecían ,  y  asi  se  creían  seguros  y  venturosos  cuando 
quedaban  solos  y  desamparados  sin  fuerzas  bastantes  para  defeodenseí 
resistir  ú  oponerse  al  poderoso  que  les  acometía.  Era  tanta  la  di^bioo 
y  desconcierto,  que  los  enemigos  de  Alá  fundaban  muy  segura  espe- 
ranza en  estos  bandos  que  andaban  entre  los  muslimes  para  esforzarse 
y  dar  el  último  combate  al  estado  niiserable  y  ruinoso  de  Andalucia,  y 
aun  era  de  creer  que  por  si  mismo  se  arruinaría  y  acabaría  de  todo,  && 
dejar  shio  lastimosas  y  tristes  memorias  de  lo  que  fué.  £n  esta  ccasioD 
el  rey  Ferdeland  llegó  con  sus  cabalgadas  hasta  tierra  de  Córdoba  y 
tomó  algunas  fortalezas,  cautivando  y  matando  á  los  moradores.  Entra- 
ron los  suyos  por  fuerza  en  Balma  y  degollaron  á  los  vecinos  sin  per- 
donar á  los  ancianos,  mugeres  ni  niños ,  que  no  se  abstuvieron  de  der- 
ramar aquélla  sangre  inocente.  Atemorizó  la  crueldad  á  los  pueblo»,  y 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.        •  •  545 

los  crisUaiK»  sin  haDar  quien  les  estorbase  el  paso  atravesaron  hasta 
tierra  de  Sevilla  y  de  Jerez. 

El  noble  rey  Aben  Hud  se  dólia  mucho  de  estos  males  que  sus  pue- 
blos  padedan ,  y  olvidando  las  ventajas  que  conseguía  su  nuevo  rival  en 
tierra  de  Granada  preparó  sus  gentes  para  salir  contra  los  cristianos , 
apellidó  b  tierra  y  allegó  muy  poderosa  hueste  de  á  pié  y  de  á  caballo , 
que  cabria  su  muchedumbre  montes  y  llanos.  Partió  Aben  Hud  en  busca 
de  los  enemigos  de  Alá  que  estaban  acampados  á  las  riberas  del  célebre 
Guadalete,  cerca  de  Jerez ,  y  alli  tenian  sus  ricas  presas  de  cautivos  y  de 
ganados.  Caminaban  los  muslimes  muy  conCados  que  no  se  les  podrían 
escapar  aquellos  atrevidos,  y  avistáronse  los  dos  ejércitos.  Aben  Hud 
pQso  sus  tiendas  en  los  olivares ,  y  luego  salieron  como  mil  caballeros 
muslimes  á  escaramuzar  con  los  cristianos ;  pero  no  osaron  salir  enton^ 
ees,  y  dispusieron  su  gente  para  dar  la  batalla ,  y  desesperados  de  esca- 
par con  la  vida  quisieron  antes  tomar  una  cruel  é  inhumana  venganza^ 
y  asi  puestos  delante  los  tristes  muslimes  que  lenian  cautivos  y  atados, 
los  pasaron  á  cuchillo  sin  perdonar  vida ,  y  su  caudillo  para  animarlos 
á  pelear  sin  esperanza  de  salvarlas  vidas  íes  dijo :  El  mar  tenéis  á  la  es- 
palda ,  y  los  enemigos  delante ,  no  hay  remedio  sino  el  del  cielo :  va* 
IDOS  á  morir  bien  vengados.  Los  caballeros  del  rey  Aben  Hud  oyendo  el 
alarido  de  los  cautivos  que  degollaban  los  crueles  cristianos  acometieron 
contra  ellos  impetuosos  y  denodados :  todo  el  campo  se  movió  al  instante 
con  grandes  voces  de  atakebiras  y  con  espantoso  estruendo  de  atambo- 
res  y  bocinas  que  parecía  hundirse  cielo  y  tierra.  Los  cristianos  asi- 
mismo salieron  con  horrible  tropel  y  se  trabó  una  sangrienta  lid  en  que 
todos  peleaban  como  Aeras  rabiosas ;  rompieron  los  cristianos  con  su 
apiñada  unión  á  los  caballeros  muslimes  que  los  hablan  tomado  en  me- 
dio para  alaiicearlos  amfiados  en  su  esfuerzo  y  muchedumbre,  y  por  en 
me(Bo  de  la  infantería  se  hadan  paso  atrepellando  y  derribando.  U)S 
caballeros  muslimes  revolvieron  contra  ellos  y  se  aumentó  el  desorden 
y  la  confusión  de  la  infantería ,  y  por  seguir  á  los  cristianos  revueltos 
con  ellos  se  metieron  en  los  olivares.  De  esta  suerte,  aunque  con  grave 
pérdida ,  consiguieron  escapar  aquel  dia.  También  murieron  alli  mu- 
chos musUmes  voluntarios  y  nobles  caballeros  de  la  guardia  de  Aben 
Hud ,  y  habiendo  enviado  ciertos  caudillos  al  alcance  se  retiraron  á 
descansar  y  curarse  de  las  heridas  á  Jerez  y  á  Sidonia.  Acaeció  esta  ba- 
talla de  Gnadalete  en  fin  del  año  630  (1233). 

En  la  parte  de  oriente  Abu  Giomail  ben  Zeyan  para  vengar  la  der* 
ramada  sangre  de  los  muslimes  corrió  la  tierra  de  Aragón  talando  los 
campos ,  quemando  y  destruyendo  aldeas  y  lugares ,  hasta  llegar  á  Hisn- 
amposta  y  Tortosa ,  y  volvió  de  la  cabalgada  con  muchas  riquezas  y 
cautivos.  Los  cristianos  por  su  parte  ocuparon  la  Benisola ,  Castellón , 
Bofiol  y  Alcalatén ,  y  en  la  orillai  de  Jucar  entraron  de  noche  pw  sor- 
presa en  Hasnalmanzora ,  y  en  fin  del  año  tomaron  también  Motelia  y 
pusieron  cerco  á  Burriana ,  que  se  entregó  por  avenencia  con  seguri- 
dad para  los  vecinos  y  aldeanos  de  aquella  comarca.  Esto  en  el  año  631 
(1234).  Eolre  tanto  Aben  Alabmar  se  iba  apoderando  de  las  ciudades  de 

as 


546  HISTORIA  I>£  LA  DOMINACIÓN 

Lqja  y  de  Alhama ,  y  de  toda  la  sierra.  Los  crisUaoos  alentados  y  eava- 
necidós  coa  este  vcoturoso  suceso  TÍnieron  después  sobre  Ubeda  y  la 
cercaron  y  combatieron  con  diferentes  máquinas  é  ingenios  y  «m  ma- 
cha porfía  y  y  como  la  ciudad  era  harto  populosa ,  aunque  bien  murada, 
no  se  pudo  defender  mucho  tiempo ,  y  el  vali  de  ella  la  entregó  al  rej 
Ferdeland  con  ciertas  condiciones  y  ayencncias  que  observó  el  rcj 
dando  seguridad  y  amparo  á  las  personas  y  bienes  de  los  moradores.  Fué 
la  pérdida  de  esta  ciudad  en  la  luna  do....,  del  año  632  (1235),  y  en  d 
mismo  año  en  lo  de  Algarbe  las  cabalgadas  de  los  cruzados  se  apodera- 
ron de  Albanje  y  de  otras  fortalezas ,  sin  que  los  muslimes  pudieseo  es- 
torbarlo por  sus  desavenencias  fatalosu  La  misma  suerte  tuvieron  Me- 
delin  y  Múdela,  pueblos  de  los  Beni  Meddeli  Beni  Mardenís,  y  la  misiDi 
desgracia  estaba  ya  decretada  contra  la  cabeza  del  estado  de  Andahicía 
la  antigua  y  populosa  Córdoba. 

Juntaba  sus  gentes  en  Ecija  el  rey  Aben  Hud  para  ir  en  defensa  éa 
Ubeda ,  y  pasar  desde  allí  á  lo  de  Granada  :  cuando  acaeció  que  los  cris- 
tianos del  presidio  de  Ubeda ,  sabiendo  el  descuido  y  mala  gnarda  que 
habia  en  Córdoba,  acometieron  una  temeraria  empresa  oonOadoseo^iiie 
¿  osados  favorece  la  fortuna.  Asi  que ,  con  mucho  secreto  jnptos  ios 
fronteros  que  estaban  en  Andujar  con  algunos  de  los  de  Ubeda,  escala- 
ron sus  muros  en  una  oscura  noche ,  y  se  apoderaron  do  una  torre,  d^ 
gollando  á  los  descuidados  guardas  y  veladores.  Era  esta  tocre  por  la 
Axarquia.  A  la  hora  del  alba  se  entendió  en  la  ciudad  aquella  scnrpresa  j 
acudieron  los  mas  esforzados  á  combatir  la  torre ;  pero  era  tan  fuerte  j 
estaba  tan  bien  defendida  que  todos  sus  esfuerzos  fueron  vanos.  Se  en- 
TÍO  aviso  al  rey  Aben  Hud  de  esta  desgracia ,  y  del  apuro  en  qae  la  du- 
dad estaba  con  gran  riesgo  de  perderse  porque  á  los  cristianos  les  venía 
mucha  gente ,  y  se  decía  que  el  rey  Ferdeland  con  gran  can^po  llegaba 
en  su  ayuda.  Luego  se  puso  en  marcha  el  rey  Aben  Hud  para  socorrer 
á  la  ciudad  de  Córdoba ,  y  á  la  mitad  del  camino  tuvo  nueva  de  como ks 
cristianos  se  habian  apoderado  ya  de  todo  el^  arrabal  de  la  Axarquia,  1 
que  de  Extremadura  habia  llegado  el  rey  Ferdeland  con  mucha  geole 
al  campo  de  Alcolea.  Hubo  Aben  Hud  su  consejo  con  sus  alcaides  jor- 
que no  sabia  qué  acuerdo  tomar  :  unos  querían  que  fuesen  luego  á  pe- 
lear con  los  cristianos,  y  anioaar  á  los  cordobeses;  otros  mas  timidos 
decían  que  no  era  prudente  consejo  acometer  á  los  enemigos  sinoonoGÍ- 
miento  de  su  número  y  disposición.  Estaba  el  rey  Aben  Hud  perplejo, 
y  envió  á  un  don  Suar  que  estaba  en  su  campo  á  saber  dd  ejérciio  de 
los  cristianos.  Este  enemigo  de  Dios  vino  con  engaño  y  falsía  poiMÍe< 
rando  las  fuerzas  de  los  enemigos ,  que  decia  ser  innumerables  -.  ooa  esto 
y  con  un  mensajero  que  llego' en  a<|uella  ocasión  enviado  desde  Besia 
por  el  valí  Aba  Giomail  ben  2e^an ,  en  que  le  escribía  que  hahia  oUi- 
gado  á  los  cristianos  á  levantar  el  cerco  de  CuJIcrai  pero  que  le  habiut 
tpmado  á  Hisn-Montcat  en  las  llanuras  de  Valencia ,  y  los  enemigos  de 
IMos  amenazaban  tomarle  toda  Ja  ii^rra ,  que  le  rogaba  quisiese  ir  ea  sa 
ayuda  para  defenderse  del  tirano  Gaymcs ,  que  si  le  aDqKunba  le  ofrp- 
cia  ser  su  vasaUo ,  que  mas  que^  tenerle  á  ¿1  por  señuMft  V^.  IW^  ^ 


ÍH^l06  con  iFües  condiciones  al  rey  de  los  cristianos.  Con  esta  carta  qffe 
leyó  á  los  caudillos  el  rey  Aben  Hud  se  resolvió  al  punto,  ya  por  ver  el 
<h»aiiento  de  sus  tropas  atemorizadas  <con  lo  de  Jerez  y  con  el  miedo 
que  les  inlundia  el  cercano  peligro ,  ya  por  la  confianza  de  ganar  el  co* 
razón  y  el  estado  de  Giomail  bcn  Zeyan ,  todo  esto  bizo  que  el  rey  to- 
mase el  infausto  partido  de  aban<^onar  á  Cordela ,  y  seguir  el  impulso 
irresistible  de  la  fatalidad  que  estaba  grabada  en  taUas  de  diamante  por 
la  mano  de  la  eterna  proYidencia.  Persuadióse  que  Córdoba  no  se  per- 
dería tan  fiiicHmente ,  y  aunque  se  perdiese ,  que  el  mal  no  era  irreme- 
(Bable;  pues  los  cristianos  no  la  podrían  mantener  estando  tan  dentro 
de  Andalucia ,  y  qiüe  después  todo  seria  venir  con  poderosa  hueste  y  re- 
cobrarla. Entre  tanto  en  la  ciudad  se  daban  recios  y  sangrientos  com- 
ibles ,  los  vecinos  muchos  y  esforzados  peleaban  con  gran  esfuerzo  por 
b  patria,  libertad  y  vida ,  y  en  callea  y  plazas  se  4aban  batallas  reñidas  y 
inaotenímise  con  admirable  constancia  por  la  esperanza  que  tenían  de 
ser  socorridos  j  pero  cuando  entendieron  que  el  rey  Aben  Hud  }(^  Mabia 
abandonado  cayeron  de  ánimo ,  y  desde  este  punto  no  hicieron  cosa  de 
proTccbo,  y  perdida  la  esperanza  que  los  animaba  acordaron  de  ren- 
dirse con  buenas  condiciones ;  pero  los  x^isiianos  ■<,  que  estaban  seguros 
de  su  triunfo ,  solo  concedieron  á  los  moradores  la  vida  y  libertad  de  ir 
adonde  bien  les  pareciese.  Asi  se  perdió  la  principal  ciudad  de  Andalu- 
cía,  y  se  entregó  á  los  enemigos  día  domingo  á  23  de  la  luna  de  XaiVfél 
delaik)  633,  que  contaban  los  infieles  fin  de  junio  del  año  1236.  Luego 
posicroB  sus  cruces  sobre  los  alminares  de  las  mezquitas,  y  profaiuuron 
la  grande  aljama  de  Abderahman ,  y  la  hícieiiop  su  iglesia.  Los  tristes 
muslimes  salieron  de  Córdoba ,  restituyala  Dios ,  y  se  acogieron  á  otras 
ciudades  de  Andalucia ,  y  los  cristianos  se  repartieron  sus  casas  y  here- 
dades. Algunas  fortalezas  y  pueblos  sabida  la  rendición  de  Córdoba  se 
pusieron  bajo  la  fe  y  amparo  del  rey  Ferddand ,  desconfiando  de  poder 
resistir  aso  poderío ,  entre  otras  Baeza ,  Astiypa ,  Ecya  y  AjmipdoviM^j  j 
el  rey  lasr^c^ió  por  tributarias. 


CAPITULO  IV. 

DflMv^neneitf  entra  U$  moálUna».  Toma  al  rey  Jaime  á  Talencia.  El  prtncli^  AlOMPibea 
Ferdeland  llega  i  Huieia  y  hace  convenioi.  Gobierno  del  rey  de  Crranada. 

Aba  Giomail  ben  Zeyan  allegó  muy  numerosa  hueste,  y  animado  de 
la  esperanza  de  que  Aben  Hud  iba  en  su  auxilio  fué  sobre  Hísn  San(a 
María  y  cercó  la  fortaleza ,  y  puso  en  grande  apuro  á  los  cristianos  qqe 
la  defendían ;  estos  eran  muchos  y  esforzados,  y  b  defendían  bien ,  y 
daban  rebatos  en  el  campo  de  Zeyan  en  que  se  peleaba  con  mucbo  valor 
de  arabas  partes,  hasta  que  desesperados  de  humano  socorro,  hfimtirieQ- 
los  y  como  rabiosos  lobos  sali^ón  cierto  dia  á  la  pelea ,  y  fué  tan  san- 
grienta, que, fué  forzo^  al  rey  Zcym  Ij^vantar  el  campo  y  rclir^r$e  á 


SI8  HISTCmiA  DE  LA  DOmNÁaOR 

Valencia  qnedatdó  la  fortaleza  en  poder  de  los  cristianos :  fué  esta  ba- 
talla en  fin  de  Dylhagia  del  año  634  (1237). 

Entre  tanto  el  rey  Aben  Hñd  siguió  con  sos  gentes  hacia  Almería  con 
ánimo  de  embarcarse  alli  para  pasar  á  lo  de  Valencia  y  unirse  con  Gio- 
mail  ben  Zeyan.  Llegó  á  Almería  y  le  hospedó  su  alcaide  Abderahman 
en  la  alcazaba  del  alcázar,  y  le  hizo  gran  fiesta  y  espléndido  banquete 
aquel  dia,  y  lo  mismo  á  todos  los  principales  caudillos  de  su  hueste, 
y  en  aqueBa  misma  noche  de  jueyes  27  de  Giumada  primera  iA 
año  635  (1238)  le  ahogó  en  su  propia  cama  con  cruel  j  bárbara  alcTO- 
sia.  Asi  acabó  este  ilustre  rey  prudente  y  esforzado,  digno  de  mejor 
fortuna.  Fué  su  reinar  una  continua  ludia  é  inquietud ,  áe  gran  roido, 
vanidad  y  pompa ;  pero  de  ello  no  dejó  á  los  pueblos  en  herencia^ 
peligros  y  perdición ,  ruinas ,  calamidad  y  tristeza  al  estado  de  los  nras- 
limes.  Celebró  sus  virtudes  y  heroico  valor  en  elegantes  versos  Molía- 
mad  Asabuni  de  Sevilla.  Los  de  su  hueste  no  sospecharon  la  traícioo ,  f 
se  divulgó  á  la  mañana  que  había  muerto  de  apoplejía ,  otros  dedan  qv 
de  embriaguez ;  pero  en  verdad  fué  que  le  Uegó  el  fatal  plazo ,  y  se  cnm' 
plió  en  él  la  irrevocable  voluntad  de  Dios ,  tan  alto  es  y  poderoso.  Con 
la  muerte  de  su  rey  y  señor,  aquellas  tropas  se  tornaron  á  sus  tierras,  J 
no  les  fué  posible  á  los  caudillos  detenerlas  ni  que  siguiesen  d  comea- 
zado  intento  de  auxiliar  á  los  de  Valencia.  En  Murcia  sabida  sa  moerie 
prodamaron  ásu  hermano  Aly  ben  Juzef  apellidado  Adid-Dola.  Estoíoé 
en  día  4  de  Muharram  del  año  siguiente  de  636  (1239) ;  pero  luego  re- 
volvió contra  él  en  aquella  ciudad  Abu  Giomail  ben  Mudafe  ben  Jozef 
ben  Sad  el  Gazemi,  y  con  engaños  y  perfidias  logró  en  corto  tiempo 
prevalecer  contra  Á ,  y  con  favor  del  pueblo  le  acometió  en  día  Chi- 
ma 15  de  Ramazan  y  le  prendió;  y  poco  despnes  día  lunes  de h 
misma  luna  le  descabezó  :  eran  poco  religiosos  j  por  eso  se  perdie- 
ron. £1  alevoso  alcaide  de  Almería  Abderahman  por  concluir  sa  dcskai- 
lad  y  congraciarse  con  Muhamad  ben  Nazér  Aben  Alahmar,  seoor  de 
Arjona  y  de  Jaén ,  hizo  que  los  de  Almería  y  su  tierra  se  dedaraseo  por 
él,  y  le  proclamó  con  grandes  fiestas :  el  wali  de  Jaén  Aben  Cbalidpm- 
curó  también  pw  su  parte  ganar  los  ánimos  de  los  granadinos ,  jWii^ 
mad,  que  no  se  descuidaba  un  punto  por  aprovechar  aqndla  ocasioo, 
corrió  la  tierra  y  fué  redbido  en  todas  partes  con  adamadones ,  j  entró 
en  Granada  en  fin  de  Ramazan  del  año  635  (1238).  Encomendó  hp* 
bemadon  de  las  ciudades  á  los  que  en  valor  y  prudencia  se  distin^ 
y  adelantaban  á  los  demás ,  y  los  que  sabían  serían  mas  agradables  á  ta 
pueblos. 

Los  cristianos  acaudillados  delrcyGacum,  que  otros  llaman  Gaymi^* 
corrían  y  talaban  las  tierras  de  Valencia ,  y  desde  d  Hísn  Sanb  Mam 
salieron  juramentados  para  ganar  la  ciudad  de  Yalenda ,  que  era  d 
vergel  de  amenidades  Ar  España.  Allegaron  grandes  huestes  de  mas  ^ 
ochenta  mil  infieles  y  pasaron  el  Guadalabiad ,  y  aunque  la  cabaDeriade 
Giomail  salió  contra  ellos  para  impedirles  que  asentasen  su  campo,  J 
escaramuzó  con  ellos  muchos  días ,  no  fué  posible  impedido ,  y  Degaroi 
á  cercar  la  dudad  por  mar  y  por  tierra  infinita  gente  de  AfniM^  7 '^ 


DE  LOS  ÁRABSS  EN  ESPAÑA.  Si9 

Barcehnia,  qae  fsxAo  podía  oontarlos  Dios  qne  los  crió :  pusieron  eeroo 
á  la  ciadad  el  día  17  dé  Ramazan  del  año  635  (1238) :  y  la^^  comea- 
zaroD  á  oombaür .  sus  muros  con  máquinas  y  trabucos.  El  rey  Gio- 
maíl  ben  Zeyan  la  defendía  muy  bien  con  sus  gentes ,  y  envió  á  pedir 
soc(»Toasi  á  los  de  Andalucía  como  á  los  de  África ,  y  en  especial  á  los 
Beni  Zeyan  que  eran  sus  parientes :  estos  se  dispusieron  luego  á  venir 
á  su  auxilio ,  y  vinieron  con  sus  naves ;  pero  el  socorro  pareció  y  estuvo 
muchos  días  ¿  la  vista,  mas  por  el  temporal  no  pudieron  desembarcar 
en  toda  la  costa ,  y  les  fué  forzoso  tomarse.  De  Andalucía  no  vino  so- 
corro porque  todo  estaba  alli  en  inquietud  y  temor,  y  los  walies  de 
Murcia  andaban  muy  revueltos  y  desavenidos,  que  todos  se  querían 
alzar  con  el  imperio  de  aquella  tierra.  Apurados  los  muslimes  de  Yalen- 
cia  con  las  incomodidades  del  largo  cerco,  y  cansados  de  defenderse  de 
asaltos  y  escaladas ,  obligaron  al  wali  Giomail  ben  Zeyan  á  que  propu* 
siese  tratos  de  avenencia  y  entrégasela  ciudad  con  buenas  condiciones 
Salieron  para  esto  dos  caudítfos  de  su  mayor  confianza ,  y  concertaron 
con  el  rey  Gacum  que  la  ciudad  le  seria  entregada  ofreciendo  seguridad 
i  todos  sus  moradores ,  y  libertad  para  Irse  á  otra  parte  donde  quisiesen 
con  todos  sus  haberes ,  y  que  los  que  quisiesen  permanecer  en  ella  fue- 
sen tributarios  como  los  otros  vasallos  del  rey  Gacum,  permitiéndoles  el 
libre  uso  de  su  religión ,  leyes  y  costumbres ,  y  á  todos  para  disponer  de 
sos  personas  y  de  sus  bienes,  libertad  y  seguridad,  y  ciertos  plazos. 
Ajustáronse  también  treguas  por  algunos  años,  y  firmadas  por  ambas 
partes  estas  condiciones,  y  dado  el  día,  se  entregó  la  ciudad  de  Valencia 
al  rey  C^cum  el  dia  17  de  Safar  del  año  636  (1238)  K  Los  musUmes  sa- 
HeroQ  de  aquella  hermosa  ciudad  en  cinco  dias,  y  se  pasaron  aquende 
el  Jacar  por  no  tenerse  por  seguros  de  morar  entre  cristianos.  Asi  acabó 
el  estado  de  Giomail  l^fiti  2eyan,  y  el  imperio  de  los  muslimes  en  Y.a- 
Icncia. 

Mubamad  Aben  Alahmar,  rey  de  Granada,  era  la  única  columna  del 
estado  de  los  muslimes  en  España.  Asi  que ,  para  remediar  por  su  parte 
tan  repetidas  calamidades,  luego  que  ordenó  lo  conveniente  ala  policía 
7  buen  gobierno  de  la  ciudad  de  Granada ,  que  encargó  á  wazires  do 
mucha  prudencia  y  muy  estimados  en  aquella  ciudad,  hizo  llamamiento 
de  sus  gentes,  y  acudieron  todos  sus  caudillos  con  muy  lucida  caballe- 
ría, que  serian  tres  mil  caballos,  y  con  los  de  la  ciudad  y  mil  quinien- 
tos peones  salió  á  correr  la  tierra  de  cristianos ,  y  fué  á  poner  cerco  á 
la  fortaleza  de  Martes,  y  asentó  su  campo  delante  de  ella ,  y  la  cercó  y 
puso  en  mucho  aprieto,  que  ya  trataban  los  cercados  de  rendirse,  cuando 
sobrevino  socorro  á  los  cristianos  de  la  gente  de  la  frontera,  y  le  fué 
forzoso  levantar  el  campo.  Empeñáronse  los  cristianos  en  echarle  de  la 
lierray  en  acorralarle,  y  el  animoso  Aben  Alahmar  revolvió  contra 
ellos  con  su  escogida  cabaJleria,  y  pelearon  los  muslimes  con  tanto  do* 
Quedo  y  con  tal  ventura  que  en  pocas  horas  rompieron  y  desbarataron 
i  los  cristianoa  causinddes  gran  matanza ,  sin  quedar  de  ellos  sino  po- 

*  Dti  df  un  Mifiiíl. 


55(^  HISTORIA  m  tk  DOflTlNAGKM 

eos  qne  huyeron  ñtsáe  el  principio  de  la  bátáHa..  Cn  esle  tiempo  los  de 
Mnrcia  andaban  diridídos  en  bandos  j  parcialidades ,  los  alcaide  estaban 
apoderados  de  las  dadades  j  fortalezas ,  y  disputaban  cada  día  los  ténm- 
nos  de  sus  amclias  con  grave  daño  de  los  pueblos ,  que  no  sacaban  de 
sns  contiendas  sino  muertes  y  desolación  ^  de  snerte  que  todos  tirian 
ÍJBtigados  y  estaban  descontentos  de  aquella  desavenencia.  En  esta  oca- 
sión como  entendiesen  que  el  rey  Ferdeland  de  Castilla  enriaba  contra 
ellos  á  su  hijo  Alfonso  con  poderosa  hueste ,  temiendo  los  males  y  danos 
que  les  haría  con  su  entrada ,  y  no  riendo  disposición  en  sus  ánimos  para 
unirse  como  debían  á  la  coinun  defensa ,  acordaron  de  enviar  cada  cual 
por  sü  parte  mandaderos  que  le  ofreciesen  allanamiento  y  obediencia 
con  las  mas  humildes  sAplfcas.  El  principe  Alfonso  los  recibió  á  todas 
muy  bien ,  y  concertó  con  ellos  las  condiciones  del  vasallagc  que  le  ofre- 
cían ,  y  Ormaron  sus  cartas  de  avenencia  Muhamad  ben  Aly  Aben  Hod, 
que  era  wali  de  Murcia ,  y  los  alcaides  de  Lecant,  Elche,  Orlóla,  Alhama, 
Alido ,  Accca  y  Ghinchila  -,  pero  no  vinieron  en  esté  concierto  el  wáB  de 
Loí'ca  Aziz  ben  Ábdelmelic  ben  Muhamad  ben  Chatib  Abo  Becar,  que 
siendo  wali  de  Murcia  por  el  rey  Aben  Hud  pretendía  alzarse  coa 
la  soberanía  después  de  la  muerte  de  su  seüor,  y  tenia  puestos  alcai- 
des de  su  bando  eñ  Muía  y  en  Cartagena.  Otorgáronse  estas  avenen* 
cias  en  Alcaraz ,  y  desde  allí  pasó  pacificamente  el  principe  Alfonso 
ben  Ferdeland  á  Murcia,  acompañado  de  muchos  caballeros  y  alcaides 
que  todos  le  trataban  como  á  su  señor,  requirió  y  visitó  la  tierra  como 
suya  sin  ofender  á  los  moradores ,  y  el  dia  de  sti  entrada  en  Mnrcia 
fué  un  día  de  gran  fiesta ,  y  con  este  buen  tratamiento  allanó  y  sojuigó 
otros  muchos  pueblos  que  al  principio  no  quisieron  entrar  en  su  obe- 
diencia. 

En  Andalucía  corriaii  los  cHstianos  déla  frontera  la  tierra  áe  Arjooa, 
T  talaron  los  campos  de  Jaén  y  Alcabdat ,  y  pusieron  cerco  sobre  Ar- 
fona ,  qUé  no  pudlcndo  defenderse ,  y  desesperada  de  socorro,  seentn^ 
á  los  enemigos  sacando  salvas  sus  vidas;  luego  ocuparon  el  alcázar,  y 
salieron  de  la  ciudad  todos  los  vecinos  que  se  retiraron  por  diversas 
partes.  l)esde  alli  siguieron  ocupando  pueblos  y  fortalezas,  entre  otras 
Pegalhajar,  Mentexax  y  Carchena,  y  entraron  por  la  vega  de  Granada 
sin  que  los  muslimes  pudiesen  resistir  aquella  tronadora  tempestad , 
hasta  que  el  esforzado  rey  Aben  Alahmar,  que  no  se  dormía ,  alfegando 
de  presto  tres  üiil  caballos  y  algunos  peones,  salió  contra  estos  valientes, 
y  peleó  con  ellos  y  los  venció  y  arredró  de  la  tierra ,  haciéndoles  dejar 
gran  patte  de  la  presa  y  saqueo  que  llevaban  de  sus  pueblos ,  y  madto 
de  ellos  quedaron  tendidos  en  los  campos  para  agradable  pasto  de  ares 
y  fieras.  En  fin  de  Xaban  del  año  639  murió  en  Játiva  el  wali  de  aquella 
ciudad  Ahmed  ben  Iza  el  Cbazregi ,  que  la  había  tenido  antes  del  rej 
Aben  Hud ,  y  ahora  le  sucedió  sü  hijo  Yahyo  Abul  Husein,  y  era  arraií 
de  ella  Abu  Becar  Muhamad. 

£1  principe  Alfonso  antes  de  partir  de  tierra  de  Murcia  se  apodero  de 
la  fortaleza  de  Muía ,  que  era  fuerte  y  bien  poblada ,  con  hermoso  alcá- 
zar cercado  de  torreados  muros ,  y  de  paso  taló  la  tíeM'íl  de  Cartaffw 


DE  LOS  ARA6ES  Elf  ESPAÑA.  551 

7  de  Ldrea  qne  oenpaba  el  trali  de  Mahamad  bcn  Aly  ben  Had ,  y  tío 
habia  querido  cederla  á  sa  señor,  ni  entrar  en  ayenencia  con  el  principe 
Alfonso.  £1  rey  Aben  Alalimar  cuidó  de  asegurar  sus  fronteras ,  reparó 
los  muros  de  sus  fortalezas ,  y  se  tornó  á  Granada ,  edificó  en  ella  her- 
mosos edificios ,  almarestanes  para  enfermos,  hospitales  para  pobres 
uicianos  y  peregrinos ,  colegios ,  casas  de  enseñanza ,  hornos ,  baños , 
carnicerias  y  excelentes  alhoriles  para  guardar  provisiones.  Estas  obras 
le  oUigaron  á  imponer  algunas  contribuciones  temporales ,  pero  como 
•el  pueblo  veia  la  frugalidad  de  la  casa  del  rey ,  y  que  todo  se  empleaba 
en  obras  de  utilidad  y  provecho  común,  no  sentia  el  pagar  estos 
nuevos  tributos.  Labró  fuentes  públicas  y  hermosas  con  la  comodidad 
que  para  esto  ofrece  aquella  ciudad ,  hizo  acequias  muy  abundantes 
para  el  regadío  de  las  huertas,  y  procuraba  con  particular  esmero 
que  hubiese  abundante  y  fácil  provisión  de  todo  lo  necesario  para 
la  vida.  Para  mantener  estas  obras  no  bastaba  la  renta  que  percibía 
de  la  décima  de  Zunna  y  Xara ,  y  fué  necesario  valerse  de  otros  arbi- 
trios. Al  mismo  tiaupo  se  ocupaba  en  los  consejos  con  sus  jeques  y 
cadies ,  y  daba  audiencia  ¿  pobres  y  á  ricos  dos  días  en  la  semana.  Visi- 
taba las  escuelas  y  colegios  y  los  hospitales ,  y  se  informaba  del  servicio 
y  asistencia  de  los  médicos ,  preguntando  á  los  mismos  enfermos  y  me- 
nesterosos. En  el  gobierno  particular  de  su  casa  no  era  menos  admirable. 
Tenia  en  su  harem  pocas  mugeres ,  y  las  veía  pocas  veces ,  cuidando 
siempre  que  estuviesen  bien  servidas.  Sus  mugeres  eran  hijas  de  los 
principales  señores  del  estado  y  las  trataba  con  mucho  amor  y  las  tenia 
contentas  y  amigas  entre  si ,  para  lo  cual  empleaba  todo  su  buen  in- 
genio. Procuró  también  cultivar  la  amistad  de  los  amires  mas  pode- 
rosos de  África ,  y  envió  sus  cartas  y  mcnsagcros  al  rey  de  Túnez 
Abu  Zacaria  Yahye  ben  Hafsi  y  á  Yugomarsan ,  y  á  los  Zeyanes  y 
Bcni  Merinesque  estaban  en  guerra  con  los  Almohades,  y  favorecían 
con  esta  diversión  el  establecimiento  de  la  casa  de  Nasar,  y  por  des- 
gracia también  las  ventajas  de  los  cristianos  en  todas  sus  fronteras.  En 
la  parte  de  Algarbc  entraron  los  cristianos  con  gran  poder  y  talaron 
los  campos ,  robaron  los  ganados ,  quemaron  los  pueblos  y  aldeas,  ma- 
taron y  cautivaron  muchos  infelices  muslimes ,  y  ocuparon  las  fortale- 
zas de  Lerina ,  Merina  y  Alisbona ,  estragando  toda  la  comarca :  esto  eJ 
año  64o  (1242). 

CAPITULO  V. 

El  rey  Gaeam  toma  á  Denla  y  Ferdeland  á  Jaén  y  otras  plaiaa. 

Entre  tanto  Giomail  bcn  Zcyan  ben  Mardenis ,  pl  que  había  perdido 
la  ciudad  de  Yalencia,  quiso  probar  fortuna  en  lo  de  Murcia  y  entró 
con  buena  hueste,  y  se  apoderó  de  algunas  fortalezas.  Salió  contra  él  A2iz 
ben  Abdelmelic  con  su  caballería  y  pelearon  en  cercanías  de  Lecant ; 
pero  el  vrali  Atiz  fué  vencido  y  muerto  en  la  pelea  en  dia  domingo  26 
de  Aamazan  del  año  640 ,  y  Giomail  se  apoderó  de  Lorca  en  la  luna  de 


552  HISTORIA  DE  tk  DOlQNAaON 

Xawál  con  fayor  del  wali  Muhamad ,  y  de  Cartagena ,  y  en  este  mismo 
año  murió  el  wali  de  Lorca  Muhamad  ^  En  tanto  que  Giomail  andaba 
venturoso  en  tierra  de  Murcia ,  el  rey  Gacum  ó  Gaymis  de  los  crisUanos 
fué  con  poderosa  hueste  sobre  Denla ,  y  la  cercó.  Guardábala  desde  el 
tiempo  de  Aben  Hud  el  esforzado  caudillo  Yabye  ben  Muhamad  Iza 
Abul Husein,  que  la  defendía  bien,  y  el  rey  Gacum  la  combatió  con 
muchas  máquinas  é  ingenios  asi  por  mar  como  por  tierra ,  y  después  de 
largo  y  porGado  cerco  se  entregó  la  ciudad  j  y  entró  en  eÚa  el  enem^ 
el  primer  dia  de  Dylhagia  del  ano  641  (1243). 

£1  rey  Aben  Alahmar  enviaba  muchas  provisiones  á  las  plazas  de  la 
frontera  que  siempre  estaban  en  riesgo  de  ser  cercadas ,  y  como  hubiese 
mandado  abastecer  la  ciudad  de  Jaén  salió  de  Granada  una  gran  recoa 
de  mil  y  quinientas  acémilas  cargadas  de  armas  y  de  mantenimientos, 
con  escolta  de  quinientos  caballeros.  Tuvieron  noticia  de  eslo  los  cris- 
tianos de  la  frontera,  y  luego  salieron  en  gran  número  y  pusieron  dcrtss 
celadas  en  el  camino  por  donde  debian  pasar.  Descubriéronlas  algunos 
campeadores ,  y  avisaron  de  ello  á  los  caudillos  de  la  recua ,  y  se  toma- 
ron ,  que  no  quisieron  pasar,  aunque  algunos  temerarios  decían  que  sa 
obligación  era  pasar  adelante,  y  que  era  gran  mengua  no  aventurar 
una  batalla  por  servir  á  su  rey ;  pero  Aben  Alahmar  aprobó  la  deter- 
minación prudente  de  los  arrayazes ,  y  alabó  la  valentía  de  los  jóvenes 
que  iban  en  la  escolta.  Poco  tiempo  después ,  como  sospechaba  Abeo 
Alahmar,  cercaron  los  cristianos  la  ciudad  de  Jaeo  que  tenia  por  él  Abu 
Omar  Aly  ben  Muza  de  Cordel,  caudillo  de  la  cabialleria ,  varón  muy 
esforzado,  y  de  quien  el  rey  mas.confiaba.  Este  caudillo  defendía  bien  la 
ciudad,  y  los  cristianos  como  eran  muchos  corrieron  la  tierra  talando 
las  huertas ,  vifias  y  olivares  sin  dejar  cosa  que  no  estragasen ,  y  ar- 
paron la  fortaleza  de  Alcalá  de  Aben  Zay  de ,  y  quemaron  y  destruyeron 
á  lUora,  robando  ganados  y  aldeas ,  y  matando  y  cautivando  hombres, 
mugeres  y  niños.  Salió  el  rey  Aben  Alahmar  contra  ellos  con  cuanta 
gente  podo  allegar  y  peleó  con  extraño  valor  en  Hisn  Bolallos,  que  está 
doce  millas  de  Granada.  La  batalla  fué  muy  sangrienta;  pero  como k 
mayor  parte  de  la  gente  de  Aben  Alahmar  era  allegadiza  y  poco  acos- 
tumbrada á  las  armas  y  horribles  combates ,  decayeron  de  ánimo  y  co- 
menzaron á  huir  y  desordenaron  y  llenaron  de  temor  aun  á  los  buenos 
caballeros ,  de  manera  que  le  fué  forzoso  ceder  el  campo ,  y  patkdó 
notable  matanza  en  la  retirada.  Sobrevinieron  grandes  lluvias  y  crudo 
temporal ;  pero  no  por  eso  desistían  los  cristíanos  del  porfiado  ceno^  y 
era  tan  penoso  que  ni  los  de  la  ciudad  ni  los  cercadores  descansaban  una 
hora :  de  dia  y  de  noche  se  daban  combales  y  rebatos.  Conociendo  el  rey 
Aben  Alahmar  el  Gnus  propósito  y  constancia  del  rey  Ferdeland ,  que 
baUa  jurado  no  levantar  su  campo  hasta  tener  en  su  poder  aqndla  du- 
dad ,  tomó  una  resolución  extraña,  y  con  gran  confianza  se  fué  al  campo 
del  rey  de  los  cristianos,  y  se  puso  bajo  su  fe  y  su  amparo,  didéndole 


t  ikbftr  diee  qae  mwtfA  MMtr»  Ú  Cisco  iftoi  l&ftpmf^J  )pn  éa  cüa  oenifos  ülm  dt 


DE  LOS  ÁRABES  Blf  ESPAÜA.  553 

qotéoera,  y  qoeseponia  en  sus  manos  con  cnanto  tenia^y  le  besóla 
mano  en  señal  de  cí^ediencia.  £1  rey  Ferdeland  no  qniso  qne  Aben 
Alabmar  le  excediese  en  generosidad  y  confianza ,  y  le  abrazó  y  llamó 
su  amigo ,  y  no  le  quiso  tomar  nada  de  lo  sayo ,  contento  de  recibirle 
por  8tt  vasallo  y  que  fuese  dueño  de  todas  sus  tierras  y  ciudades :  con- 
certó que  le  pagase  cierta  cantidad  de  mitcales  de  oro  en  cada  año ,  que 
fuese  obligad  á  servirle  con  cierto  número  de  caballeros  cuando  le  lia* 
mase  para  dguna  empresa ,  y  de  ir  á  sus  cortes  cuando  le  convocase , 
como  hacian  sus  grandes  y  ricos  hombres.  Asimismo  pidió  Ferdeland 
que  hubiese  presidio  de  cristianos  en  Jaén ,  y  que  se  tuviese  aquella 
ciudad  como  en  rehenes  por  sus  caudillos.  Firmáronse  estas  avenencias 
en  el  campo  delante  de  Jaén  el  año  643  (1245),  y  luego  se  despidió  Aben 
Alahmar  del  rey  Ferdeland,  que  le  hizo  muchas  honras.  Partió  luego  á 
Granada  llevando  ea  su  compañía  al  ivrali  de  Jaén  Aben  Muza ,  y  le  dio 
el  mando  de  la  caballería.  Detúvose  ocho  meses  en  Granada  continuando 
las  obras  y  fortalezas  principiadas ,  y  al  fin  de  este  tiempo  le  vinieron 
cartas  del  rey  Ferdeland  de  Castilla  de  cotno  quería  ir  contra  Sevilla , 
y  esperaba  que  el  rey  Aben  Alahmar  le  acompañase  en  aquella  jornada. 
Luego  previno  á  sus  caballeros  los  que  pensaba  llevar  en  su  compañía , 
y  todos  dispuestos  salió  de  Granada  con  quinientos  caballeros ,  gente 
muy  escogida,  y  juntos  con  los  cristianos  entraron  la  tierra  de  Sevilla 
y  su  aljarafe  y  ocuparon  la  fortaleza  de  Alcalá  de  Guadaira ,  que  como 
primicia  de  la  expedición  dio  el  rey  Ferdeland  al  rey  de  Granada.  Ex- 
tendieron los  cristianos  sus  algaras  hasta  Carmona ,  donde  estaba  Ábul 
Hasan ,  hijo  de  Abu  Aly ,  que  defendió  la  tierra  y  la  ciudad  con  mucho 
valor,  y  como  entendiese  que  el  intento  de  los  cristianos  era  ir  contra 
Sevilla  dejó  encargada  la  ciudad  á  un  esforzado  alcaide ,  y  con  la  mas 
gente  que  pudo  se  fué  á  meter  en  Sevilla  para  defenderla ,  y  lo  mismo 
hicieron  otros  caudillos  de  orden  de  su  vali  Cide  Abu  Aldala,  príncipe  de 
los  Almohades ,  tío  de  Abul  Hasan ,  que  estatw  en  Sevilla.  Llegaron  las 
talas  basta  Jerez ,  y  arrasaron  huertas,  viñas  y  olivares ,  y  cuanto  ha- 
bía de  puertas  afuera.  Los  muslimes  veían  estos  estragos  con  tanto 
dolor  que  mas  querían  rendirse  y  vivir  tributarios  délos  cristianos ,  que 
mirar  taladas  y  destruidas  las  huertas  y  plántales  que  con  tanto  cuidado 
y  trabajo  cultivaban.  De  esto  procedió  que  los  de  Carmona  y  Constan- 
tina  obligaron  á  sus  alcaides  á  enviar  sus  mandaderos  pidiendo  al  rey  de 
los  cristianos  que  los  recibiese  por  sus  vasallos,  y  no  permitiese  que  les 
destruyesen  sus  haciendas.  Lo  mismo  hicieron  los  de  Lora  por  consejo 
de  los  caballeros  de  Granada ,  y  entregaron  su  castillo.  Acaeció  que  los 
cristianos  atravesaron  el  Guadalquivir  por  ciertos  vados,  y  sin  cono-> 
cimiento  del  terreno  se  metieron  en  los  tremedales  y  pantanos,  y  vién- 
dolos allí  anbarazados  salieron  contra  ellos  los  de  Cantillana  y  les  cau- 
saron gran  daño  que  no  se  podían  mover  bs  caballos  ni  hacian  cosa  de 
provecho  los  caballeros,  pero  acudiendo  mucha  gente  de  infantería  los 
encerraron  en  su  pueblo.  Los  cristianos  deseosos  de  vengarse  cercaron 
el  lugar  y  lo  combatieron  con  mucha  porfía  hasta  entrar  en  él  por  fuena 
y  lucieron  horrible  matanza  en  los  infelices  vecinos.  Veta  estas  cosas 


554  mSTOMA  DB  L4  BOmUAGIOII 

Abett  Al^hmar  con  niiidio  dolor,  j  habló  sobre  dio  d  rey  FferMaiid 
rogándole  qae  ordenase  á  su  gente  que  en  todos  los  pueUog  y  fortaleías 
se  osase  primero  de  persuasión,  y  cuando  no  se  aviniesen  nt  atendiesen 
razones  se  podia  usar  de  ia  fuerza ,  sin  comprender  nunca  en  tales  vio- 
lencias á  los  ancianos,  niños  y  mujeres,  y  á  cuantos  se  orreciesen  ren- 
didos y  desarmados.  El  rey  Ferdeland  aprobó  su  consejo ,  f  el  mismo 
Aben  Alahmar  escribía  cartas ,  y  enviaba  sus  caballeros  á  los  pueblos 
para  aconsejarles  lo  que  bien  les  estaba,  y  por  este  medio  evitó  muchas 
desgracias,  y  mucha  efusión  de  sangre.  El  primer  pu^k>  que  se  rindió 
ásus  insinuaciones  fuéGutlIena.  Luego  pasaron  acercar  la  fortaleíade 
Alcalá  del  rio  que  defendía  un  esforzado  caudillo  llamado  Abnl  Xetaf, 
que  salió  con  sus  caballeros  y  dio  un  rebato  sangriento  á  los  cristianos, 
y  les  causó  mucho  desorden  y  gran  matanza ,  y  lo  pasaran  todavía  mas 
mal  los  cristianos  si  no  llegaran  tan  á  tiempo  los  caballeros  granadinos  j 
el  rey  Aben  Alahmar,  gente  que  no  cedían  á  ningunos  del  mondo  en 
revolver  sus  caballos  y  manejar  la  lanza ,  y  con  este  socorro  vencicroa 
á  los  de  Abu  Xetaf  y  los  obligaron  á  tornar  brida.  Los  crisltanos  y  los 
granadinos  los  cargaron  tan  bravamente  que  no  les  dejaron  camino  pan 
tomar  á  la  fortaleza  y  se  acogieron  á  la  ciudad  de  Sevilla.  Entono» 
Aben  Alahmar  persuadió  á  los  de  Alcalá  que  se  pusiesen  en  manos  dd 
rey  Ferddand ,  que  él  allanaría  y  facilitaría  que  los  recíbicso  bajo  su  fe 
y  amparo ,  y  asi  lo  hicieron  ellos,  y  le  entregaron  su  fwtalexa. 


CAPITULO  VI. 

Cerca  el  rey  FerdeUnd  á  Sevilla ,  y  la  toma  después  de  diei  y  ooho  meses  de  sitio.  Sa  muerte. 

El  rey  Alfonso  conquista  varias  ciudades. 

Tenido  el  año  644  (1246)  se  puso  cerco  á  Serilla  por  mar  y  por  tierra. 
Los  de  la  ciudad,  que  tenían  buena  y  florida  caballeria,  daban  continiios 
rebatos  á  los  cristianos  que  estaban  acampados  á  una  y  otra  banda  dd 
rio.  £1  rey  Aben  Alahmar  estaba  con  su  gente  cerca  de  Hasnalfarag,  y 
delante  de  la  puerta  del  alcázar :  allí  había  muy  reñidas  y  sangrientas 
escaramuzas  con  la  caballeria  de  Algarbe  que  acaudillaba  Mohamad , 
señor  de  Niebla,  y  dio  ocasión  á  grandes  proezas  y  hechos  maraTüknos 
de  armas  de  parte -de  Aben  Alahmar  y  de  sus  caballeros ,  y  los  mas  es- 
forzados caudillos  cristianos  los  yeian  con  admiración  y  euTidia ,  y  d 
mismo  rey  Ferdeland  estaba  muy  pagado  del  buen  servido  y  irálor  de 
Aben  Alahmar  y  de  sus  caballeros.  Hubo  también  sangrientas  batallas 
entre  las  galeas  y  gente  de  mar  de  los  crbtianos  y  de  los  musUmes ,  j 
morian  muchos  de  cada  parte  y  se  hundían  unos  á  otros  loa  barcos  con 
cruel  porfía.  Los  del  castillo  de  Atra^ana  salian  muchas  reces  á  pelear 
con  los  cristianos,  y  en  suma  por  todas  partes  se  combatía  y  defendía  h 
ciudad  con  mucho  talor.Diezyocho  meses  habían  pasado  kxs  cristianos 
en  el  cerco  cuando  Aben  Alahmar  propuso  al  rey  Ferdeland  que  pan 
estorbar  los  socorros  y  mantenimientos  que  entraban  en  la  ciudad  con- 


fiE  LOS  ÁRABES  Eft  ESPAÑA*  555 

Tenía  quemarles  sus  nayes  y  cortarles  la  comunicación  con  Atrayana. 
Parceló  bien  al  rey  este  consejo,  y  se  dispusieron  máquinas  y  mistos 
ÍDcend!aríos  de  ollas  de  alquitrán  para  quemar  las  nares ,  y  asimismo 
se  prepararon  dos  grandes  naos  de  carga,  que  llevadas  con  ímpetu  del 
Tiento  y  del  corriente  del  rio  y  de  su  propio  peso ,  fueron  á  dar  en  la 
mitad  del  puente  de  encadenadas  barcas  que  servía  para  comunit;arsc 
los  de  la  ciudad  con  los  de  Atrayana  y  su  castillo ,  y  con  su  fuerza  é 
ímpetu  rompieron  las  fuertes  cadenas  de  hierro  que  trabábanlas  barcas, 
y  se  inipidió  que  los  cercados  se  ayudasen  como  antes. 

En  tanto  que  en  Sevilla  continuaba  el  cerco  con  tanta  constancia ,  los 
cristianos  acaudillados  del  conde  de  Barceluna  pusieron  cerco  á  la  ciu- 
dad de  Játíva ,  y  la  cercaron  y  combatieron  con  todo  género  de  máqui- 
nas é  ingenios .  y  la  apretaron  tanto  que  el  wali  de  ella  Yahye  ben 
Ahmed  Abúl  Husein  trató  de  entregarla  con  las  mejores  condiciones 
posibles ;  pero  siempre  fueron  ruines ,  ni  se  podía  esperar  sino  muerte 
íi  abatimiento  de  los  pérfidos  y  fraudulentos  tratos  del  Barceluni.  Ofre- 
ció que  dgaria  á  los  vecinos  en  sus  casas  y  dueños  de  sus  bienes ,  y  en 
el  libre  uso  de  su  religión .-  entró  en  la  ciudad  en  fin  de  la  luna  de  Safar 
del  año  644 ,  y  poco  después  echó  de  la  ciudad  y  de  sus  cercanías  mi- 
llares de  muslimes ,  que  se  esparcieron  por  diversas  partes  pobres  y 
miserables,  y  el  que  esto  escribe  *  vio  al  wali  Yahye  y  á  su  arrayaz  Abu 
Becar  andar  tan  desgraciados  que  vivían  á  espensas  de  sus  amigos  er- 
rantes por  toda  la  tierra.  Al  principio  del  año  645  murió  en  Lorca  el 
wali  de  aquella  ciudad  Muhamad  beh  Aly  Abu  Abdala ,  hombre  vir- 
tuoso y  muy  político  que  procuró  á  los  de  Lorca  muchos  beneficios , 
abrió  acequias  de  riego,  labró  casas  de  expósitos  para  pobi*es  y  peregri- 
nos, y  en  las  guerras  de  Murcia  se  distinguió  por  su  ingenio  y  valor, 
y  favoreció  la  entrada  de  Giomail  en  aquella  tierra ,  engañando  á  los 
cristianos  que  estaban  de  presidio  en  Murcia. 

£n  el  campó  de  Sevilla  continuaban  los  horrores  de  la  guerra :  los 
cristianos  entraron  en  Gules ,  y  quemaron  el  arrabal  de  Ben  Alfofar,  y 
el  de  Bab  Macarena  fué  robado  y  hubo  en  ello  mucha  matanza  :  los  cer- 
cados todavía  se  defendían  con  mucho  valor  con  tiros  y  máquinas  ex- 
trañas, que  algunas  lanzaban  cien  tiros,  y  los  dardos  que  arrojaban  de 
ciertas  máquinas  salían  con  tal  fuerza  que  pasaban  de  un  lado  á  otro  los 
caballos,  aunque  estuviesen  armados :  los  cristianos  combatían  con 
igual  empeño  y  guardaban  las  entradas  de  la  ciudad  porque  no  entrase 
provisión  en  ella.  Durante  este  largo  cerco  el  año  645  (1247)  los  musli- 
mes que  vivían  en  el  reino  de  Valencia  no  pudiendo  sufrir  las  cargas  y 
vejaciones  de  los  cristianos ,  cansados  de  su  abatimiento  y  servidumbre, 
se  retiraron  asi  de  Valencia  como  de  otras  ciudades  y  aldeas ,  en  espe- 
cial los  que  no  eran  muy  ricos,  y  llevados  de  la  fama  del  buen  gobierno 
y  seguridad  que  gozaban  los  granadinos ,  pasaron  muchos  á  tierras  de 
Aben  Alahmar,  que  dio  orden  para  que  se  les  acogiese  y  tratase  como 
sus  desgracias  pedían,  y  les  concedió  exenciones  de  tributos  por  ciertos 

*  Alabar  Alcodai  de  Valencia. 


S&6  HISTORIA  DE  Li  DOMÜfiíaOll 

afios ,  procurando  aliviarlos  por  todos  medios  y  ganar  útiles  Tednoa  que 
acrecentasen  con  el  tiempo  hs  riquezas  y  fuerzas  del  estado. 

Los  de  Sevilla  fatigados  del  largo  cerco  y  sin  esperanza  de  que  les 
fuese  socorro  de  ninguna  parte,  trataron  de  rendirse  á  la  necesidad ,  y 
propusieron  sus  condiciones  por  medio  de  los  alcaides ,  y  el  rey  Ferde* 
land  les  concedió  cuanto  le  propusieron ,  tanto  deseaba  el  verse  dneno 
de  la  cabeza  del  estado.  Las  condiciones  de  la  entrega  fueron :  que  los 
muslimes  pudiesen  quedar  en  la  ciudad  y  vivir  en  ellaoon  toda  libertad, 
gozando  de  sus  casas  y  posesiones  seguramente ,  sujetos  solo  al  mode^ 
rado  tributo  que  solian  pagar  á  sus  reyes  por  Zunna  y  Xara :  que  los 
que  no  quisiesen  permanecer  en  la  ciudad  tuviesen  libre  disposidon  de 
sus  cosas,  y  tiempo  conveniente  para  salir  de  la  ciudad  y  de  su  tierra : 
que  durante  un  mes  se  les  diese  por  los  cristianos  á  los  que  desde  luego 
quisieron  partir  acémilas  por  tierra ,  si  querían  ir  por  tierra ,  j  naves , 
si  querian  pasarse  á  África  ó  á  otra  parte  donde  les  pareciese.  Al  vrafi 
Abul  Rasan  dijo  el  rey  Ferdeland  que  bien  podia  quedar  en  SeviDa  y 
en  cualquiera  parte  de  sus  estados ,  que  le  daría  con  que  viviese  á  su 
placer ;  pero  luego  que  entregó  las  llaves  de  la  ciudad  el  dia  12  de 
Xaban  del  aik)  646  (1 248),  *  en  el  mismo  dia  se  embarcó  y  pasó  á  África. 
El  rey  Ferdeland  ocupó  el  alcázar,  y  sus  caudillos  las  fortalezas  de  la 
ciudad  y  sus  cercanías.  Comenzaron  luego  á  salir  los  muslimes  de 
aquella  populosa  ciudad ,  muchos  aceptaron  la  protección  del  rey  Abeo 
Alahmar  y  se  fueron  á  tierra  de  Granada,  otros  á  lo  de  Jerez  y  demás 
ciudades  y  al  Algarb^ ,  y  pocos  pasaron  á  Ceuta  con  los  Almohades.  Asi 
acabó  el  imperio  de  estos  principes  en  Sevilla ,  y  los  muslimes  perdie^ 
ron  esta  hermosa  ciudad :  sus  torres  y  mezquitas  se  llenaron  de  cruces 
y  de  Ídolos ,  y  se  profanaron  los  sepulcros  de  los  fieles  muslimes.  El  rey 
Aben  Alahmar  se  despidió  del  rey  J^erdeland ,  que  quedó  ocupado  en 
repartir  las  tierras  y  casas  de  los  muslimes  á  sus  caballeros.  Tomóse 
Aben  Alahmar  mas  triste  que  satisfecho  de  las  ventajas  de  los  cristianos, 
que  bien  conocía  que  su  engrandecimiento  y  prosperidades  produdrian 
al  fin  la  ruina  del  estado  de  los  muslimes ,  y  solo  se  consolaba  coa  es- 
peranzas que  su  imaginación  le  ofrecía,  de  que  tal  vez  tanto  poder  y 
grandeza  mudando  de  señor  se  arruinaría  y  caería  de  su  propio  peso, 
confiando  en  que  Dios  no  desampara  á  los  suyos.  El  dia  de  su  entrada 
en  la  ciudad  fué  un  dia  de  gran  fiesta ,  todos  salían  á  ver  á  su  rey  y  re- 
sonaban las  aclamaciones  por  todas  las  calles.  Dedicóse  Aben  Alahmar  á 
fomentar  la  industria  y  aplicación  de  sus  vasallos ,  concediendo  premios 
y  exenciones  á  los  mejores  labradores ,  yegüerizos ,  armeros ,  tejedores 
y  guarnidoneros.  Asi  florecieron  las  artes  en  sus  estados,  y  la  tierra  qw 
de  su  natural  es  feraz  con  el  buen  cultivo  se  hizo  feracísima ,  protegió 
mucho  la  cria  y  fábricas  de  seda ,  y  llegó  en  Granada  á  tanta  pcrfecckm 
que  aventajaba  á  las  de  Siria.  Se  beneficiaron  minas  de  oro  y  plata  j 
de  otros  metales ,  y  cuidó  mucho  de  que  sus  monedas  deoro  y  de  piala 
fuesen  bien  cendradas  y  hermosas.  Tomó  por  armas  escudo  campo  de 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÍU.  557 

plata ,  banda  diagonal  azul ,  y  en  ella  escrito  en  letras  de  oro :  Ze  ga^ 
lib  ilé  Alá :  no  es  yencedor  sino  Dios ,  porque  sus  pueblos  le  solían 
saladar  con  el  titulo  de  galib,  vencedor,  y  él  replicaba  :  fya  le  galib 
Ué  Alá,  j  no  bay  mas  vencedor  que  Alá  \  los  extremos  de  la  banda  del 
escudo  en  bocas  de  dragones.  Esta  misma  empresa  llevaron  siempre  sus 
descendientes  aunque  variaron  los  colores  del  escudo,  y  solían  ser  rojos , 
azules  y  verdes ,  y  lo  mismo  variábanla  banda;  pero  todos  conservaron 
la  empresa  de  Aben  Alabmar.  Puso  sabios  y  virtuosos  maestros  á  sus 
tres  hijos :  el  mayor  se  llamaba  como  él  Mubamad,  el  segundo  Aben 
Fargía ,  y  el  menor  Juzef :  y  en  los  ratos  en  que  estaba  ocíos<i  él  mismo 
los  instruía.  Gustaba  de  leer  historias  y  de  oirías  contar  á  su  ruya  ó 
contador  de  hadizes ,  y  se  entretenía  mucho  en  sus  jardines ,  y  cultivaba 
plantas  aromáticas  y  flores.  Principió  la  obra  grande  de  la  Alhambra  y 
él  mismo  dirigía  la  obra  y  andaba  enU*e  los  alarifes  y  arquitectos  muchas 
veces.  Sus  principales  consejeros  eran  Abu  Meruán  Abdelmelic  Juzef 
ben  Senanid ,  natural  de  Jaén ,  y  de  las  mas  ilustres  casas  de  aquella 
ciudad,  este  fué  su  primer wazhr :  Aly  ben  Ibrahim  Asaibani  Azadi ,  na- 
tural de  Granada  y  muy  noble  y  rico  en  ella,  era  su  segundo  wazir: 
Muhamad,  hijo  del  wazir  Aly,  era  su  alcaidey  capitán  de  su  guardia .-  el 
wali  ó  principal  caudillo  de  sus  tropas  era  Abu  Abdala  Muhamad  Arra* 
mim ,  y  el  padre  de  este  Muhamad  era  su  almirante ,  ó  caudillo  de  mar  t 
Aben  Muza  era  alcaide  de  su  caballería,  y  secretario  de  su  mezuar  ó  con- 
sejo Tahye  ben  Alcatib  de  Granada.  Tenia  ademas  otros  tres  alcatibes  ó 
secretarios  para  órdenes  y  cartas,  Abul  Basan  Aly  Arrayni,  Abu  Becar 
ben  Chatab  y  Abu  Omar  Juzef  ben  Said  Alyahsi  de  Loja :  los  alcadies  ó 
jueces  de  corte  eran  siete ;  los  mas  célebres  de  su  tiempo  fueron  Abu 
Amer  Yahye  Alascbari ,  Abu  Abdala  Muhamad  Alansarí ,  célebre  ju- 
risconsulto como  acreditan  sus  obras,  Abu  Abdala  el  Tamimi  de  los 
Asalamies  de  Loja ;  este  era  cadi  de  lo  criminal :  Aben  Ayadh  ben  Muza 
el  Yahsabi ,  Aben  Adha ,  Abúl  Casem  Abdala  ben  Ahí  Amer,  Aben  Fat 
d  conocido  por  Alasbaron  de  Sevilla. 

En  tanto  que  Aben  Alabmar  gozando  de  la  paz  que  con  los  cristianos 
tenia  fomentaba  la  agricultura  y  las  artes  en  su  reino ,  y  hacia  venturo- 
sos á  los  que  Vivían  en  sus  estados,  el  rey  Ferdeland  de  Castilla,  el  con- 
quistador de  Córdoba  y  de  Sevilla,  cedió  al  irresistible  decreto  de  Dios , 
tan  alto  es ,  que  llegó  en  la  noche  dd  día  Giuma  21  de  la  luna  de  Rabio 
primera  del  ailo  650  (1252).  Luego  que  Aben  Alabmar  tuvo  esta  noticia 
envió  sus  mensageros  al  rey  Alfonso  para  darle  el  pésame,  y  al  mismo 
tiempo  envió  sus  cartas  para  renovar  con  él  sus  tratados  de  paz  y  alianza 
en  los  mismos  términos  que  las  habia  tenido  con  su  padre.  Ú  rey  Al- 
fonso vino  en  éDo  y  le  agradeció  su  cumplimiento.  Era  este  rey  de  los 
cristianos  muy  generoso ,  muy  sabio ,  y  de  mucha  bondad  y  nobleza  en 
todos  sus  bedios.  No  pasaron  dos  aik»  cuando  este  rey  escribió  al  de 
Granada  que  pensaba  entrar  la  tierra  de  Jerez  y  del  Al^be,  y  queria 
que  le  enviase  de  sus  caballeros ,  ó  pasase  él  mismo  á  servirie  y  acom- 
pañarle en  esta  expedición ,  y  añ  lo  hizo  aunque  en  su  ánimo  lo  sentia , 
7  en  esta  ooQsiOQ  solía  dedr  i  sos  caballeros  t  i  Qoé  angosta  y  miseraUo 


¿5»  HISTOPU  PE  hk  JDOXmAOOrf 

seria  nuestra  vida  si  no  fuera  tan  dilatada  y  espaciosa  nnestra  esperaioa! 
Juntas  las  fuerzas  del  rey  Alfonso  con  las  de  Aben  Alahmar  eotf aron 
la  tierra  de  Jerez,  y  pusieron  cerco  á  la  ciudad.  Los  primeros  dias  sa- 
lieron los  caballeros  jerezanos  y  Almohades  á  dar  rebatos  y  escarama- 
zar  con  los  del  campo ,  y  como  de  ambas  partes  había  muy  gentQes 
hombres  de  á  caballo ,  era  cosa  de  ver  cuan  bien  peleaban.  Todos  k» 
dias  se  disting^Qieron  los  granadinos  en  la  destreza  y  facilidad  derevolTer 
sus  caballos,  entrar  y  salir  entre  sus  enemigos:  asi  que,  losjerezanoi 
tenían  poca  ventaja  en  estas  ocasiones.  Los  vecinos  porque  no  les  tala- 
sen sus  huertas,  viñas  y  arboledas,  obligaron  al  valí  de  la  dudad  Abea 
Ubeid,  que  estaba  en  el  alcázar,  áque  concertase  sus  avenencias  coa  1m 
cristianos.  £1  wali  desconfiado  de  humano  socorro  trató  de  entregar  la 
ciudad ,  y  ajustó  con  el  rey  Alfonso  sus  condiciones,  que  permitiese 
salir  libres  con  sus  riquezas ,  oro,  plata  y  vestidos  á  los  vecinos  queno 
quisiesen  permanecer  en  la  ciudad ,  que  los  que  gustasen  morar  en  dh 
quedasen  seguros  y  libres  para  tomar  el  partido  que  bien  les  estariese^ 
que  no  se  les  privase  de  sus  casas  y  posesiones,  y  se  les  tratase  comi 
los  otros  sus  vasallos :  que  se  diese  seguro  para  todos  los  Almohades  f 
sus  familias :  asi  fué  asentado  y  firmado ,  y  se  entregó  la  dodid 
ano  652  (t  254}. 

Puso  el  rey  Alfonso  en  el  alcázar  á  un  caudillo  muy  erforzado  <iae  se 
llamaba  don  Gomis,  que  era  délos  más  nobles  de  su  corte :  lo^  bé 
contra  las  ciudades  de  Arcos,  Sidonia  y  Nebrisa,  y  dejando  en  el  cerco 
á  su  hermano  Anric  se  partió  el  rey  Alfonso  á  Sevilla ,  y  Aben  Alahmar 
á  Granada.  £1  príncipe  Anric  forzó  estos  pueblos  á  rendirse  ooo  las 
mismas  condiciones  que  Jerez.  Poco  después  de  estas  oonqubtas  este 
principe  Anric  tuvo  desavenencia  con  su  hermano;  hay  quiea  díeeqoe 
por  rivalidad  de  amores ,  y  siéndole  forzoso  salir  de  la  corte  de  Alfonso, 
envió  sus  cartas  al  rey  Aben  Alahmar  con  quien  habia  trabado  intioa 
amistad  para  acogerse  á  Granada ;  pero  el  ^y  Aben  Alahmar  por  ex- 
cusar disgustos  con  Alfonso  le  respooíidió  con  un  caudillo  de  su  oMifiaiua 
que  pasase  á  África ,  y  le  dio  cartas  para  su  amigo  el  rey  de  Tnnezea 
que  le  encomendaba  que  le  tratase  como  á  su  propia  porsona.  El  jfí^ 
cipe  Anric  tomó  su  oonsqjo  y  sus  cartas  y  pasó  á  Túnez ,  donde  fiíéred- 
bido  con  mucha  honra  y  hospedado  en  la  casa  del  rey  y  ^tadocomosa 
valor  y  nobleza  requería. 


CAPITULO  vn. 

ConeiertodelMmasUiiiesGOBlra  Alfonáo.8ele  rebelan, y  inatanJngciitasyfM  loe 

aoomete  laegp. 

Dos  anos  habían  pasado  después  de  la  conquista  de  Jerez ,  coando  d 
rey  Alfonso  escribió  á  Aben  Alahmar  que  le  ayudase  para  la  gnern 
del  Algarbe,  que  trataba  de  echar  de  £^iia  á  los  Almohades  sos  co- 
munes enemigos ,  y  así  el  rey  de  Qranada  pasó  al  punto  sus  órdenes  a 
tos  de  Málaga  p»i;agii^  fuca^n  coüeUey  Alfonso  á.la  guaqua,  y  el  wali 


PE  U)8  MUB£$  £M  £SPiJ[A.  5S9 

de  Hákfa,  que  em  de  los  Baiii  Esealiola,  juntó  sus  caboUerosyse  unió 
COD  ím  del  rey  Alfonso  y  pusieron  cerco  á  la  ciudad  de  Niebla ,  y  oor- 
rieroB  toda  la  tierra  de  Saltis ,  en  donde  era  wali  Aben  Muhamad ,  cau* 
díllo  de  loa  41>Bobadea;  La  ciudad  era  fuerte,  sus  muros  altos  y  bien 
torreados,  todo  de  piedra  muy  bien  labrada,  y  en  ella  había  mucha 
gente  de  guerra,  que  liaciau  calidas  y  rebatos  á  los  del  campo ,  y  resis- 
tían los  combates ,  y  lauzaban  piedras  y  dardos  con  máquinas ,  y  tiros 
de  trueno  con  fuego  :  así  que,  el  cerco  fué  muy  largo ,  y  á  los  nuove 
meses  cansados  los  de  la  cáudad  y  apuradospor  fsdta  de  (nrovi^ion,  vienda 
que  de  ninguna  parte  esperaban  socorro,  persuadieron  á  Aben  Ufaeid 
que  oonoertaae  su»  avenencias  con  el  rey  Alfonso ,  y  A  mismo  salió  á 
tratar  de  ellas  con  el  rey,  que  fué  tan  generoso  que  no  le  negó  cosa  que 
le  pcopuso.  GoQiprendióse  en  esta  avenencia  la  entrega  de  toda  tierra 
de  Algarbe ,  y  el  rey  Alfoqso  dio  al  wali  muchas  tierras  en  que  pudiese 
vivir,  y  entre  oirai»  la  Algaba  de  Sevilla  y  la  huerta  del  rey  con  sus 
torres ,  y  ademas  la  décima  del  aceite  de  su  aljarafe ,  que  hacia  una 
cuantiosa  reuta.  Este  fué  el  precio  en  que  se  dio  ¿  los  cristianos  la  ciu* 
dad  de  Niebla ,  Uuelba ,  Gebaloyún ,  Serpa ,  Mora ,  Alhaurin ,  Tabira , 
Far,  Laule,  xiuiboa,  y  casi  todo  el  Algarbe ,  tierra  rica ,  muy  bien  po- 
blada, y  fortalecida ,  de  ameno  y  delicioso  temperamento :  acabó  esta 
conquista  el  año  655  (1257). 

Aben  Alahmar  en  este  tiempo  recorrió  sus  tierras ,  visitó  lo^as  sus 
taas,  y  fbrüQcó  los  piteblQS  de  siu  fronteras ,  que  ya  veía  que  seria 
ooM  difícil  que  durase  mucho  tiempo  su  amistad  con  los  cristianos,  pue» 
siendo  naturales  enemigos,  con  leve  ocasión  se  mueven  á  dañarnos, 
que  nunca  el  Mintió  m  bi  eoloquinta  ^  dejaron  su  amargura,  ni  se 
debe  espemur  qw  bi  zarca  produzca  uvas.  Estuvo  algún  tiempo  en  ús  ciu« 
dadea  de  Goadix,  Málaga,  Tarifa ,  y  Algecira,  y  reparó  los  muros  de 
Geballaric ,  y  estando  allt  llegaroa  á  visitarle  cimrtos  caballeros  musiimea 
de  Jerex,  <lte  Arcos,  deSideoia,  y  lambiea  de  Murcia,  y  le  díreciero» 
que  tomariaii  su  voz  y  le  reconooerian  por  su  rey  si  les  ayudaba  á  sa^ur 
djr  el  duro  yugo  de  servidumbre  que  los  cristianos  les  habían  puesto. 
Ofrecpóks  el  rey  que  les  respondería  oon  brevedad ,  y  se  tornó  á  Gra-* 
nada  coa  loa  walies  Abu  AUiac  y  Abu  Bacar,  vrazir  de  Murcia,  y  luego 
juntó  aa  oooseío y  coasulló  el  negocio  coa  sns  waziresy  consejeros ,  y 
loa  Boas  fueron  de  parecer  que  se  debía  ayudar  á  sus  hermanos,  y  que  se 
Fooipíese  la  paz  con  el  rey  Alfonso,  que  su  engrandecimiento,  era  ya 
muy  de  temw,  y  que  en  esta  guerra  todoa  los  ñÁs  seguirian  sus  ban- 
deras. £1  rey  Aben  Alahmar  les  dabó  su  buen  celo  y  les  puso  delanle 
loa  peligros  é  áiconveoieates  de  la  guerra  abierta  coi^rael  rey  Alfonso, 
j  les  d^o  que  seria  bueno  favorecer  á  los  de  Murcia,  pero  con  disi^ 
mulo  :  que  la  cercanía  de  la  tierra  heilitaba  d  ayudiatrlcs,  y  que  al 
aaismo  tiempo  los  de  Jerez  y  de  Algarbe  suscitasen  su  IcvanlaBuentOr 
que  ai  el  rey  Alfonso  dividía  sus  fuerzas  y  atcoeion  se  podía  e8))erar  que 
le  eaviase  á  pedir  elaeosUuabradosf^^iciayeralaooaaiQadenegarsa 

%  1C«tadaanitrfBtiBiaiD. 


1 


560  mSTORU  DE  LA  I>OM«ACIOII 

con  cnalquieni  pretexto,  y  que  la  amistad  se  rompiese  á  las  claras  por 
sa  parte :  que  entonces  los  de  Granada  le  oorrerian  las  tierras  y  harían 
mncho  dado  á  los  cristianos ,  y  ayudarían  á  sus  hermanos.  Aprobóse 
este  parecer,  y  se  escribió  á  los  de  Jerez  y  de  Algarbe  y  á  los  de  Murda 
para  que  todos  se  alzasen  en  un  mismo  dia,  y  echasen  de  sus  ciudades  á 
ios  cristianos  que  estaban  de  presidio  en  elias.  Los  principales  motores 
de  esta  revolución ,  para  animar  á  sus  pueblos,  les  hicieron  creer  que  d 
rey  de  Granada  los  habia  ya  tomado  bajo  su  fe  y  amparo,  y  que  al 
mismo  tiempo  entraba  en  tierra  de  cristianos  hadénd^es  sangrienta 
guerra. 

No  fué  menester  mas  para  que  el  bárbaro  pueblo  se  acaloraae,  y  m 
otra  consideración ,  ciego  y  amigo  de  noredades  y  yenganzas ,  tomó  hs 
armas  y  alzó  el  grito,  y  aclamando  á  Muhamad  Aben  Alahmar  aoone- 
tió  á  los  cristianos.  En  el  mismo  dia  fué  él  movimiento  en  Murda, 
Lorca,  Muía,  Jerez,  Arcos,  Nebrisa  y  otros  pueblos,  matando  y  ediando 
ftiera  de  las  fortalezas  á  los  cristianos  que  las  tenian.  En  Jarez  hubo 
gran  matanza.  £1  conde  don  Gomis  defendía  con  extrafio  valor  A  aká* 
zar.  Toda  su  gente  estaba  ya  muerta ,  y  él  mismo  cubierto  de  sangre  y 
lleno  de  heridas  peleaba  como  un  león ;  pero  atropellado  del  gran  nú- 
mero de  sus  contrarios  cayó  y  murió  desangrado.  Gcxno  la  reaialeQ- 
cia  de  los  cristianos  que  tenian  el  alcázar  de  Jerez  fué  tanta ,  y  por 
todas  partes  se  apellidaba  al  rey  Aben  Alahmar,  los  i^alies  de  Tarifa 
y  Algecira  se  vieron  obligados  de  la  plebe  á  salir  con  gente  en  ayuda 
de  los  de  Jerez,  y  se  entró  en  el  alcázar  con  la  vkritenda  que  ded« 
mós.  Fué  este  movimiento  en  el  afio  659  (1261).  Q  ejemplo  de  la  re- 
belión cundió  en  aquella  tierra  y  muchos  pueblos  recobraron  su  li- 
bertad, y  se  vengaron  de  los  cristianos  que  los  tiranizaban,  las  de 
Murcia  fueron  socorridos  de  gente  de  Granada  y  consiguieron  so  li- 
bertad. El  rey  don  Alfonso  de  Castilla  luego  envió  sus  caudillos  á  to- 
das partes ,  y  envió  al  rey  de  Granada  para  que  le  fuese  á  servir  en 
lo  de  Murda.  Aben  Alahmar  se  excusó  con  motivos  de  religión  y  de 
política,  y  todavía  dijo  que  para  cumplir  con  sus  pudrios  le  seria 
predso  no  estarse  ocioso  en  aquella  ocasión  :  ari  romirió  la  anns- 
tad  que  tenia  con  el  rey  Alfonso  en  términos  de  poder' volver  &  ser  su 
amigo  si  fuese  necesario,  que  no  lo  deseaba  en  su  corazón.  Uiego  se 
dispuso  para  la  guerra,  escribió  á  los  alcaides  de  las  fronteras  y  aper* 
cibió  su  caballería.  El  rey  Alfonso  poco  satisfecho  de  su  respuesta  díé 
orden  á  sus  fronteros  para  que  tratasen  á  los  de  Granada  como  á  enemi- 
gos ,  y  ellos  antídparon  las  hostilidades.  Con  esta  nueva  safio  Aben 
Alahmar  de  Granada  y  corrió  y  taló  los  campos  de  Alcalá  de  Aben 
Zayde.  El  rey  Alfonso  salió  con  su  hueste  y  se  encontraron  á  la  yista  de 
aquella  dudad.  La  pdea  fué  sangrienta,  y  los  caballeros  zeneles  que 
aeompaüaban  al  rey  Aben  Alahmar  le  dieron  este  dia  la  honra  dd 
eampo.  Fué  esta  batalla  de  Alcalá  de  Aben  Zayde  en  d  año  660  (1^69). 
Después  cada  dia  habia  escaramuzas  y  reencuratros  con  varia  snerle, 
sin  que  acaedese  fiíng^inji  señalada  victoria.  El  rey  Alfimso  envió  sos 
lucgorai  caudillos  á  sojuzgar  á  los  rdieldes  de  Algíoiie,  y  entre  laoi» 


D£  LOS  ÁRABES  £1^  ESPAÑA.  &6Í 

Aben  Alahmar  talaba  con  súbitas  algal^s  todas  las  fronteras  de  los  ci*is- 
tianos  robando  ganados  y  cautivando  gente.  Para  acudir  á  los  de  Mnr^ 
da  que  imploraban  su  auxilio  allegó  mucha  gente  de  á  pié  y  de  á  caba-« 
'  lio ,  7  los  armó  y  dispuso  y  repartió  las  compañías  y  señaló  los  caudillos 
de  ellas.  En  esta  ocasión  porque  babia  distinguido  á  cierlos  caballeros 
zenetes  v  cegries  ódo  la  frontera  se  ofendieron  tres  nobles  walics  que 
eran  de  los  £ksQÍ  Éscaljola :  Abu  Mubamad  Abdala ,  gobernador  de  Má« 
laga ,  Abul  Hasan,  wali  de  Guadis,  y  Abu  Ishac,  wali  de  Gomares,  y  al- 
gunos otros  que  eran  de  su  bando ,  y  se  excusaron  de  pasar  con  él  en 
esta  jomada  de  Murcia  diciendo  que  hacían  falta  en  sus  ciudades.  Disi- 
muló Aben  Alafamancon  ellos  y  les  permitió  que  partiesen  á  sus  go- 
biernos ,  pero  esta  suaridad  y  disimulo  no  pudo  curar  la<  llaga  que  esto^ 
walies  llevaron  en  sus  corazones.  Aben  Alahmar  antes  de  partir  á  la 
guerra ,  considerando  la  incertidumbre  de  las  cosas  humanas ,  por  si  la 
muerte  atajaba  sus  pasos ,  y  también  por  ^ejar  mayor  autoridad  que  le 
representase  en  su  ausencia,  quiso  declarar  á  su  hijo  el  mayor  futuro 
sucesor  del  trono ,  y  socio  en  el  gobierno  :  y  le  hizo  jurar  y  proclamar, 
y  que  se  añadiese  su  nombre  á  la  chotba  pública  en  todas  las  aljamas  del 
reino  :  esta  jura  del  sucesor  de  Aben  Alahmar  fué  en  principio  del 
año  M2  (1264).  Losv^aliesde  Málaga,  Guadis  y  Gomares  fueron  los 
tiníoos  que  no  se  esperaron  á  la  fiesta. 

Los  tres  walies  de  caaam  acuerdo  enviaron  sus  cartas  al  rey  Alfonso 
declarándose  por  sus  vasallos ,  y  acogiéndose  bajo  su  fe  y  amparo ,  ofro- 
ciéndolc  salir  contra  el  rey  de  Granada  y  no  hacer  con  él  nunca  paz  ni 
treguas  sin  su  consentimiento ,  y  que  el  rey  Alfonso  tenia  de  ayudarles 
y  defenderies  en  las  ocasiones  que  con  él  tuviesen.  Holgó  sobremanera 
d  rey  Alfonso  de  esta  embajada ,  y  les  prometió  en  todo  su  fiiv(N*  y 
ayuda ,  y  les  propuso  que  sin  tardanza  comenzasen  á  guerrear  contra  el 
de  Granada ,  que  de  ello  pasaba  noticia  á  todos  sus  fronteros  para  que 
los  tratasen  como  á  sus  apazguados  y  buenos  scHrvidores.  Los  walies  lo 
hicieron  como  lo  tenían  en  su  corazón ,  y  esparcieron  sus  algaras  en  b 
tierra  de  Granada.  Esta  diversión  estorbó  al  rey  Aben  Alahmar  la  ida 
de  Murcia ,  y  el  rey  Alfonso  pudo  mas  á  su  salvo  hacer  la  guerra  á  los 
levantados  de  Andalucía  y  de  Murcia.  Puso  cerco  á  Jerez  y  la  comba- 
tió y  estrechó  por  largo  tiempo,  corriendo  durante  el  cercólas  tierras  y 
fortalezas  cercanas ,  y  al  fin  de  cinco  meses  de  sitio  los  muslimes  de 
Jerez  se  entregaron  por  avenencia  salvas  solamente  his  vidas,  y  asi  los 
echó  fuera  de  la  ciudad  que  se  quedó  despoblada ,  y  todos  sus  morado^ 
res  se  esparcieron  en  pequeñas  taifas  por  diversas  partes  de  Andalucía ; 
todos  iban  pobres  y  miserables,  muchos  pasaron  á  lo  de  Granada ,  y 
otros  se  embarcaron  y  fueron  á  África  -.  Málaga  y  Algecira  sirvió  de 
asilo  á  estos  infelicea  t  fué  esta  despoblación  de  Jerez  el  año  663  (1365). 
También  se  entregó  Sidonia ,  Rota,  Solncar,  Nebrisa  y  Arcos,  y  de  to^ 
das  salieron  los  miserables  moradores  sin  otra  cosa  que  sus  personas , 
y  los  mas  se  acogieron  al  reino  de  Granada,  de  suerte  que  Aben  Alah- 
toPT  por  una  parte  perdía  la  tierra,  y  por  otra  acrecentaba  su  pobla- 
cfCo«  Dividió  su  Iraestc  con  teimo  de  ayudar  á  los  de  Murcia  que  se 


^  HISTORIA  DE  LÁ  POmNAaON 

mantBQian  y  defendían  bien,  y  con  la  cdiaUeria  de  Granada  sáU6  & 
mismo  contra  Iob  do  Gnadis  y  fronteras  de  Jaon ,  y  con  este  can^  vo- 
lante 4  tpdo»  atendía  y  en  todas  partes  se  hallaba* 


CAPiTüu»  vni. 

Elfej  GácaiB  y  el  rey  Alfonso  soUeilan  OAda  udo  la  conquUU  de  Morcia.  Inlriguy  awBeacitf 

«obre  etlo.  DeMveuencia  enU e  Alfonso  y  Aben  AUlunar. 

Vinieron  contra  Murcia  los  del  rey  Gacnm  qne  pretendían  hacer  &ia 
conquista  por  su  parte,  y  el  rey  Alfonso  también  envió  sus  cabalieros 
pretendiendo  ganar  aquella  tierra  que  era  su  primera  conquista, ;  ha- 
cer rey  de  ella  &  su  hermano  don  Manuel ,  á  quien  mucho  amaba.  EsU 
competencia  estorbaba  sus  intentos ,  y  se  acordaron  los  dos  reyes  ea  que 
el  principe  don  Manuel  casase  con  la  hija  de  Gacum ,  y  asi  estaban  coq- 
venidos.  La  reina  lolant ,  muger  de  Alfonso,  era  hija  de  Gacum  y  ber- 
•  mana  de  la  que  se  destinaba  para  reina  de  Murcia  y  lolant  era  vana  j 
envidiosa  y  no  tan  bella  como  su  hermana,  y  sentía  en  d  alma  que 
aquella  conquista  shr viese  para  coronar  á  la  que  aborrecía :  así  que,  ui 
perdonó  diligencia  para  estorbarlo,  y  escribió  al  rey  de  Granada  coa 
grande  ínteres  de  restituir  la  paa  entre  ambos  estados,  rogándole  que 
propusiese  al  rey  Alfonso  unas  paces  que  les  facilitase  á  loa  dos  el  logro 
de  sus  deseca ,  que  el  rey  de  Granada  allanaría  ¿  loa  walies  que  habiao 
dejado  su  obediencia,  y  el  rey  Alfonso  acabaría  de  reducir  á  losrd3dde$ 
de  Murcia.  Al  mismo  tiempo  hizo  entender  al  rey  de  Granada  qoe  sos 
intentos  eran  estorbar  que  Gacum  ni  alguno  de  su  casa  fuese  dueóo  de 
Bílurcia  por  satisfacer  ciertas  vengannu  domésticas  en  que  ella  leo». 
sumo  interés.  £sta^  cartas  y  la  confianí^  y  conodmiento  que  Atxn 
Alahmar  tenia  del  que  las  había  traído ,  hicieron  que  sin  dudar  na  ponto 
enviando  sns  gentes  á  Murcia ,  escribiese  al  rey  Alfonso  conforme  á  Iüs 
deseos  de  la  reina ,  y  á  esta  ofreció  que  haría  cuanto  pudiese  en  sa  ser- 
vicio. £1  rey  Alfonso  aprobó  los  partidos  de  Aben  Alahmar;  sin  em- 
bargo le  convidó  á  unas  vistas  en  Alcalá  de  Aben  Zayde  para  tratar  sui 
cosas  t  al  mismo  tiempo  hizo  entender  á  los  walies  que  no  los  abando- 
naría aunque  para  sus  cosas  le  conviniese  hacer  pacea  coo  Abea  Ahli- 
mar.  Señalaron  día  y  ambos  reyes  se  hallaron  en  Alcalá ,  y  se  trataroa 
con  mucha  confianza, 

Después  de  largas  pláticas  concertaron  amistosamente  que  d  rey  Abes 
Alahmar  y  su  hijo  el  amir  sucesor  del  estada  renunddian  h  toda  preteo- 
iion  y  derecho  qne  creyesen  tener  á  lo  de  Murda,  y  por  su  parto  A 
rey  Alfonso  no  ayudaría  ni  ampararía  á  los  vraUes  de  Málaga,  Gaadte  j 
Gomares  para  quo  pudiese  Aben  Alahmíir  reducirlos  á  su  obedi^iciir 
y  el  rey  Alfonso  ofreció  procurar  por  si  la  avenencia  y  allanamienlo,  J 
|Mdió  por  ellos  un  ano  de  tregua  durante  el  cual  si  no  conseguíaquesf 
aviniesen  con  el  rey  de  Granada  los  desampararía  pava  queá  su  salvo  to 
sojúzgate :  que  el  reinode  Murcia  «piedaria  en  obedimcta  del  rojde 


DE  LOS  ÁRABES  £N  ESPAÑA.  56$ 

CasiSky  y  siempre  unido  á  ella  i  pero  qae  se  habia  de  dar  en  tenencia  á 
un  príncipe  muslim  que  lo  gobernase  según  su^  leyes  y  costumbres,  y 
que  no  se  exigiese  á  los  moslimes  otro  impuesto  que  el  de  la  décima  que 
soúan  pagar  de  todos  sus  bienes ,  y  de  esto  la  tercia  parte,  fuese  para 
mantenimiento  del  rey :  asimismo  se  concertó  que  se  perdonaba  á  los 
walies  y  demás  cabezas  de  la  rebelión ;  pero  que  saldrían  desterrados  del 
reino  de  Murcia  el  wali  Abu  Alhaki  y  los  iirazires  Abu  Bekre,  Abu 
Adha  y  Abu  Amra  Aben  Galib.  Que  Aben  Alahmar  en  vez  del  servicio 
de  la  caballería  que  tenia  de  hacer  al  ^ey  de  Castilla  en  tiempo  de  guerra 
le  pagaría  ciertas  parias  en  cada  ano,  y  solo  acudiría  á  las  cortes  que  se 
tuviesen  de  puertos  aquende  :  que  Aben  Alabmar  Xacilitaria  el  allana- 
miento  de  los  de  Murcia  con  las  condiciones  referídas.  Firmáronse  estos 
tratos  de  Alcalá  de  Aben  Zayde  por  ambos  reyes  ^  y  por  el  amir  sucesor 
del  reino  de  Granada,  y  por  otros  muchos  ¿obles  de  la  corte  de  Alfonso 
y  de  la  de  Granada :  esto  en  afio  664  (1264). 

En  tanto  que  en  Alcalá  se  concertaba  lapas,  los  caudillos  del  rey  Aben 
Alahmar  saltearon  una  gran  recua  de  provisiones  que  iba  para  d  campo 
de  los  cristianos,  y  pelearon  venturosamente  con  los  que  la  guardaban 
y  conducían.  Con  esta  falta  de  mantenimientos  y  con  los  rebatos  y  sali- 
das de  kw  cercados  estaban  los  cristianos  á  punto  de  abandonar  el  sitio , 
y  en  especial  por  la  mala  inteligencia  que  había  entre  los  aragoneses  y 
los  de  Castilla  que  unos  á  otros  se  mataban ,  y  se  alegraban  mutuamente 
de  sus  desgracias.  Partió  el  rey  Aben  Alahmar  á  Murcia  con  el  rey  Al- 
fonso, y  escribió  á  los  walies  de  la  ciudad  y  de  las  fortalezas ,  y  les  per- 
suadió que  se  viniesen  á  merced  del  rey  Alfonso  conforme  ¿  lo  acwdado 
eu  Alcalá  de  Aben  Zayde ,  que  era  el  mejor  partido  que  se  podía  sacar, 
.  pues  bien  conocían  que  era  imposible  resistnr  solos  al  gran  poderío  de 
das  reyes  como  eran  el  de  Castilla  y  el  de  Aragón.  Inspiróles  asimismo 
que  pidiesen  por  condición  de  su  allanamiento  que  no  querían  pertene- 
cer á  otro  principe  crístiano  que  al  rey  de  CastiUa ,  v  asi  lo  hicieron  de 
muy  buen  grado,  y  ajustaron  su  avenencia  y  entro  en  Murcia  el  r^f 
Aben  Alahmar  con  el  rey  Alfonso  y  con  muchos  nobles  caballeros,  y  los 
de  la  ciudad  reconocieron  por  su  rey  y  seior  á  Mubamad  Aba  Abdíla 
Aben  Hud  ^  hermano  del  célebre  n^  Aben  Hud ,  que  esto  caballero  fué 
el  nombrado  por  el  rey  Alfonso ,  que  le  estimaba  muobo  por  su  mode- 
ración y  su  sabiduría.  Aben  Alahmar  ofreció  casas  y  posesiones  en  su 
reino  it  ios  walies  que  debían  salir  desterrados  de  Murcia  y  se  dispu- 
sieron á  seguirle.  £1  pueblo  de  Murcia  estaba  muy  contento  de  tener  un 
rey  de  su  propia  religión  y  de  casta  de  reyes ,  y  lo  mas  importante  de 
tanta  virtud ,  justicia  y  sabiduría.  Asi  el  rey  Alfonso  satisfizo  sugenerosa 
vanidad  de  tener  reyes  por  vasallos ,  y  la  reina  lolant  logró  d  triunfo 
que  deseaba  porque  su  hermana  no  fuese  reina.  El  rey  Aben  Alahmar 
quedó  bien  con  todos  y  se  despidió  del  rey  Alfonso  y  se  volvió  á  Granada 
muy  acompañado. 

Venido  el  año  de  665  (1267) ,  escribió  el  rey  de  Granada  al  de  Castilla 
on  como  pensaba  principiar  la  guerra  contra  los  wsdíes  de  Málaga , 
Guadis  y  Gomares,  pues  no  manUcstabw  pensamiento  de  entrar  oo  su 


56i  HISTORIA  DE  LA  D(»mAClOH 

obediencia  sino  por  fuerza.  El  rey  de  Castilla  todavia  intercedió  por 
dios ;  pero  Aben  Alahmar  envió  sus  caudillos  conüra  ellos.  I/)s  walíes 
acudieron  á  su  defensa,  y  al  mismo  tiempo  reiteraron  sus  súplicas  y 
ofrecimientos  al  rey  de  Castilla  para  que  no  los  abandonase.  Ocuparon 
los  de  Aben  Alahmar  algunos  pueblos  y  fortaleías  de  los  rebeldes ,  y  el 
rey  Alfonso  escribió  al  de  Granada  que  desistiese  de  la  guerra  ó  enten- 
diese que  la  habría  con  él :  que  era  menester  avenirse  con  los  walies,  y 
que  81  los  reconocía  independientes  y  le  daba  las  ciudades  de  Tarifa  y 
Algezira  continuarían  en  su  amistad. 

Cuando  Aben  Alahmar  vio  tal  perGdta  se  llenó  de  saña  y  di6  orden 
para  allegar  sus  gentes  y  entrar  en  tierra  de  cristianos.  Guando  estaba 
todo  ¿  punto  le  pareció  responder  antes  al  rey  Alfonso ,  y  le  cscriWó 
como  estaba  jostamentc  quejoso  de  que  no  le  guardaba  las  posturas  de 
Alcalá  de  Aben  Zayde,  y  ademas  ahora  le  pedia  no  algún  castiDo  de  la 
frontera  sino  las  llaves  de  su  reino,  que  considerase  la  sinrazón  que  la 
quería  hacer,  que  no  atendiese  á  malos  consejos,  y  se  acordase  de  obrar 
conforme  á  la  nobleza  de  su  corazón ,  y  á  lo  que  su  buen  procedimiento 
y  servicios  merecían  t  que  por  su  parte  no  trataba  sino  de  reducir  á  k)$ 
rebeldes  de  Málaga,  Guadis  y  Gomares,  y  no  entraría  en  tierras  del 
rey  Alfonso  en  tanto  que  él  no  se  mezclase  en  ayudarles  ni  favorecerles, 
y  esta  orden  tenían  todos  sus  fronteros.  Envió  estas  cartas  á  tiempo  que 
el  príncipe  Filibo,  hermano  del  rey  Alfonso ,  el  zaim  don  Nunto  y  otros 
ilustres  caballeros  de  Castilla  se  desavinieron  con  su  rey  llerando  á  mal 
sus  cosas  porque  se  dejaba  gobernar  mas  por  su  muger  que  por  su  biKo 
consejo ,  y  se  vinieron  á  Granada  al  amparo  de  Aben  Alahmar^  coya  no- 
bleza tenian  bien  conocida. 

edbiólos  como  á  tan  buenos  caballeros  se  debia ,  y  todos  fueron  apo- 
sentados en  casas  muy  principales  y  muy  honrados  del  rey  y  de  lodos 
BUS  walies  y  wazires,  y  ellos  se  ofrecieron  á  servirle  en  la  guerra  con- 
tra los  rebeldes,  y  le  rogaron  que  excusase  cuanto  fuese  posible  el  ir 
contra  el  rey  de  Castilla,  que  solo  contra  él  no  le  servían ,  y  Aben 
Alahmar  alabó  su  nobleza,  y  luego  partieron  contra  los  de  Guadis  es 
compañia  del  amir  Mnhamad  sucesor  del  reino.  En  esta  guerra  faícJe- 
ron  estos  caballeros  notables  proezas  á  competencia  de  los  mas  esforza- 
dos muslimes ,  y  el  rey  Aben  Alahmar  les  daba  parte  en  las  presas,  y 
en  todas  ocasiones  los  honraba  mucho.  Como  tenia  tan  divididas  sus  fuer- 
zas no  se  hacia  cosa  de  importancia ,  sino  talar  la  tierra  y  robar  los  pue- 
blos ,  y  pasaban  las  estaciones  y  los  años  en  una  guerra  que  no  tenía  fin  ■ 
asi  que,  Aben  Alahmar  cansado  de  tan  predijo  guerrear  quiso  llamar  en 
su  ayuda  al  rey  Abu  Juzef ,  y  le  escribió  para  que  le  enviase  alguna 
gente  de  caballería  de  Marruecos  para  contener  la  soberbia  del  rey  d^ 
Castilla ,  y  obligar  á  los  walies  de  Málaga ,  Guadis  y  Gomares  á  scnir 
á  la  defensa  de  los  muslimes  de  España  y  no  á  su  acabamiento  y  perdt* 
cion.  Estas  súplicas  del  rey  Aben  Alahmar  fueron  enviadas  el  ano  670 
(1272) ,  y  los  caballeros  crístianos  sintieron  mucho  que  el  rey  quisiese 
truc»*  á  España  á  los  Beni  Merines ,  y  se  llenaron  de  temor  todus  te  crt^ 
llanos  luego  que  se  divulgó  que  vendría  el  rey  Abu  Juzef. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  565 


CAPITULO  IX. 

Muere  Aten  AUhmtf ,  y  le  sneede  su  hijo  Mohamad  11.  Vence  á  los  rebeldes.  Entrevista 

de  M uhamad  y  Alfonso  en  Sevilla. 

Entre  esperanzas  y  temores  pas6  aquel  año,  y  venido  el  sigrnienle 
avisaron  los  alcaides  de  las  fronteras  al  rey  Aben  Alahmar ,  qne  los  wa- 
li<*s  entraban  la  lierra  con  machp  poder ,  que  les  enviase  socorro  de  ca- 
ballería y  peones.  Encolcrii^óse  el  rey  sobre  manera ,  y  muy  acalorado 
dijo  que  luego  se  dispusiesen  todos  sus  caballeros,  que  quería  salir  á 
poner  Gn  á  tan  larga  y  desventurada  guerra.  Procuraron  tranquilizarle, 
poro  no  fué  posible,  y  montó  á  caballo  acompasado  de  la  flor  de  su  ca- 
biilleria,  y  también  de  los  cristianos  que  estaban  en  su  corte,  salió  de  la 
ciudad  :  al  salir  de  la  puerta  se  rompió  la  lanza  al  primer  caballero  qne 
iba  en  los  adalides,  y  esto  tuvo  cl  pueblo  por  mal  agüero ,  aciaga  é  in- 
fausta señal ,  «in  que  fuese  mas  que  el  descuido  de  no  bajarla  al  tocar 
en  el  arco. 

A  poco  mas  de  medio  día  de  camino  se  principió  el  rey  á  sentir  indis- 
puesto ,  y  á  Ui  medía  hora  le  asaltó  un  grave  accidente,  fué  forzoso  vol- 
verle á  la  ciudad  en  una  silla  acompañado  y  asistido  de  todos  los  caba- 
llerosast  muslimes  como  cristianos  que  seguían  sus  banderas.  La  dolencia 
se  agravó  en  extremo  antes  de  llegar  á  la  ciudad ,  lijaron  allí  su  pabe- 
llón ,  los  físicos  le  rodeaban  sin  saber  qué  hacer ,  y  á  pocas  horas  le  dio 
un  vómito  de  sangre  y  convulsión ,  y  le  llegó  el  decreto  de  Diosa  labora 
de  almagréb  ó  puesta  del  sol  del  día  Giuma  29  de  Giumada  postrera  del 
año  671  (1273),  y  pasó  á  la  misericordia  de  Dios.  Hasta  el  punto  qne 
espiró  estuvo  á  su  lado  el  principe  Filibo ,  hermano  del  rey  Alfonso. 
Luego  se  esparció  la  noticia  de  su  fallecimiento,  y  todos  lloraron  la 
muerte  de  este  rey  como  si  á  cada  uno  hubiese  muerto  su  propio  padre. 
Enterróse  con  gran  pompa  en  su  propio  cementerio,  embalsamado  en 
caja  de  plata  cubierta  de  preciosos  mármoles,  en  que  su  hijo  mandó 
poner  este  epitafio  con  letras  de  oro :  «  Este  es  el  sepulcro  del  sultán 
alio ,  fortaleza  del  Islam ,  decoro  del  género  humano,  gloría  del  dia  y 
de  la  noche ,  lluvia  de  generosidad ,  roció  de  clemencia  para  los  pueblos, 
pulo  de  la  secia^  esplendor  de  la  ley ,  amparo  de  la  tradición,  espada  de 
verdad,  mantenedor  de  las  criaturas,  león  de  la  gueira,  ruina  délos 
enemigos,  apoyo  del  estado,  defensor  délas  fronteras,  vencedor  de  las 
huestes,  domador  de  los  tiranos,  triunfador  de  los  impíos,  principe  de 
los  fieles ,. sabio  adalid  del  pueblo  escogido ,  defensa  déla  fe ,  honra  de 
U9S  reyes  y  sultanes  ^  el  vencedor  por  Dios,  el  ocupado  en  el  camino  de 
Dios,  Abu  Abdala  Muhamad  bcn  Juzef  ben  Nasar  el  Ansari,  ensálcele 
l^i€ts  al  grado  délos  altos  y  justificados  y  le  coloque  entre  los  profetas, 
i  u^^tos,  mártires  y  santos,  y  complázcase  Dios  de  él  y  le  sea  miserícor^ 
ífoso,  pues  fué  servido  que  naciese  el  año  591  (1195),  y  que  fuese  su 
r/tiisiCo  dia  Giuma  después  de  la  azala  de  Alasar  á  29  de  la  luna  Giu^ 
yiada  postrera  ano  671  (1273).  Alabado  sea  aquel  cuyo  imperio  no  fina , 


m  HMTOMA  DS  U  DOMCfAÚON 

cuyo  reinar  no  principió ,  cayo  tiempo  no  fallecerá ,  que  no  hay  mas 
Dio0  que  ti,  el  misericordioso  y  clemente.  » 

Luego  fué  proclamado  rey  Muhamad  su  hijo  con  general  aplauso, 
paseóá  caballo  las  principales  calles  déla  ciudad  acompadado  de  la  flor 
de  la  caballería ,  y  después  de  acabadas  las  exequias  de  su  padre  note 
olvidó ,  antes  se  propuso  tenerle  como  presente  en  todas  sus  empresas , 
indtándcdey  sigiriendosus  ejemplos  de  prudencia  y  de  virtud.  E^  este 
Muhamad  Segundo  magnifico,  animoso  y  prudente :  no  hiso  novedad  eo 
los  principales  empleos  de  la  corte ,  ni  mudó  el  orden  y  división  que  so 
pa¿e  tenia  en  los  encargos  y  disüneioties ,  asi  de  paz  como  de  gucm : 
conservó  la  guardia  que  su  padre  tenia  de  caballeros  africanos  y  ao- 
daluees. 

A  los  africanos  mandaba  un  principe  de  los  de  Beni  Merin ,  ó  de  Besi 
Zeyan^  los  capitanes  eran  nobles  Masamudes ,  Zenetes ,  ó  Sanhagas . 
á  los  andaluces  mandaba  un  principe  de  la  casa  real ,  ó  algún  candiBo 
principal  del  reino  distinguido  por  su  valor.  En  esta  ocasión  por  haber 
fallecido  los  dos  hermanos  del  rey  era  caudillo  de  los  andaluces  Abra 
Muza ,  el  mismo  que  tenia  su  padre.  Amplió  las  pagas  y  distinciones  así 
á  los  andaluces  como  ¿  los  bárbaros  .-  pensaban  algunos  cortesanos  ad^ 
lantar  su  fortuna  con  el  nuevo  rey ,  pero  desengailados  con  el  tiempo 
formaron  bando  de  descontentos,  y  con  pretexto  de  que  Mnhamad  des 
conocía  sus  méritos,  y  que  era  doro  é  intratable,  le  abandonaron  y  se 
ftaoron  al  partido  de  los  rebeldes  de  Málaga ,  Gnadis  y  Gomares. 

Ordenadas  las  cosas  del  gobierno  salió  con  su  caballería  contra  los  re- 
beldes, que  hablan  aprovechado  la  ocasión  y  llevaban  gran  presa  de  gi* 
nadp  y  de  riquezas  que  hablan  robado  en  tierra  de  Oranada  :  acomiia- 
aáronle  los  caballeros  de  Castilla  y  alcanzaron  cerca  de  Antekaria  á  la 
rebeldes ,  trabóse  sangrienta  batidla  y  los  cristianos  hicieron  prodigios 
de  talor  á  competencia  de  los  de  Granada,  y  rompieron  y  deshíderoB 
el  ejército  de  los  walies  quitándoles  la  rica  presa  que  UevalMuí ,  y  de^mes 
de  haberlos  perseguido  algunas  leguas  tomaron  á  Granada  j  entraroe 
en  ella  triunfantes.  El  rey  Muhamad  honró  mucho  á  los  castellanosyks 
hizo  ricos  presentes  de  armas ,  vestidos ,  caballos  y  jaeces. 

En  este  tiempo  volvió  de  África  el  principo  Anric ,  y  fué  la  causa  de 
su  venida  que  sospechó  que  el  rey  de  Túnez  trataba  de  matarle;  porque 
acaeció  que  esperando  Anric  al  rey  para  salir  á  caza ,  le  agnanlaha  ea 
un  patio  del  alcázar.  Estaba  solo  á  la  sazón ,  y  sin  saber  por  dóndese 
halló  con  dos  bravos  leones  que  él  rey  tenia  enjaulados,  y  el  esfor- 
zado caballero  sacó  su  espada  para  defenderse ,  y  los  leones  no  le  osan» 
acometer ,  y  sin  turbación  ni  miedo  se  salió  del  patio ,  y  avisó  á  los  leo- 
neros que  los  guardasen  mejor.  £1  rey  se  excusó  diciendo  que  babk 
sido  acaso ;  pero  Anric  no  se  confió  mas  y  se  despidió  del  rey  y  se  vino 
á  España.  Su  venida  llenó  de  cuidados  la  casa  de  su  hermano  d  rey  de 
Castilla,  y  desaprobó  el  favor  que  daba  á  los  rebeldes  de  Málaga  y  de 
Guadls ,  y  le  dijo  que  debía  temer  que  el  de  Beni  Merin  quería  pasar  a 
España  en  auxilio  dd  rey  de  Granada.  Con  este  recdo  d  rey  Alfoi^n 
hizo  escribir  secretamente  á  su  hermano  y  á  loa  otros  caballeros  qo^ 


DE  LOS  ÁRABES  EN  BSPAltA.  667 

estaban  en  Granada  para  qne  volviesen  á  sos  tierras  y  dvidasen  las 
cosas  pasadas,  y  asimismo  les  manifestó  que  redbiria  gran  servicio  en 
qae  tratasen  alguna  manera  de  avenencia  con  el  rey  Muhamad.  Gomo 
estos  caballeros  eran  tan  estimados  del  rey  Muhamad  no  fué  menester 
mucho  para  que  accediese  á  sus  propuestas,  biensatisf^chodelaaoUeía 
7  verdad  de  sus  seguridades,  y  de  cuanto  por  su  parte  le  ofrecían.  De- 
seoso de  la  paz  do  su  reino  concertaron  unas  vistas,  y  acompañado  el 
rey  Muhamad  de  sus  principales  caballeros ,  y  del  principe  Filipo ,  y  del 
zaim  don  Nunio  y  don  Lop ,  y  de  los  otros  castellanos,  salió  deOtatiada 
y  entraron  en  Córdoba :  descansaron  allí  ciertos  dias,  y  entraron  en 
Sevilla ,  y  el  rey  Alfonso  salió  á  recibirlos  á  caballo  con  gran  pompa ,  y 
aposentó  al  rey  Muhamad  en  su  propio  alcázar,  y  le  hizo  grandes  fies- 
tas,  y  Ip  armó  caballero  á  la  usanza  de  Castilla ,  y  le  abrazó  como  amigo, 
y  por  su  mediación  concertó  las  desavenencias  que  tenia  con  su  her- 
mano y  con  los  otros  caballeros  ^  y  todos  lo  agradecían  al  rey  Muhamad, 
y  le  atribuian  todas  sus  satisfacciones.  Era  Muhamad  de  gentil  disposi- 
ción ,  y  tenía  todas  las  gracias  de  una  florida  juventud  :  juntábase  á  esto 
SQ  mucha  discreción  y  la  elegancia  con  que  hablaba  la  lengua  de  Gas- 
tilla  :  por  esta  razón  se  entretenía  muchas  veces  con  la  reina  lolánt  y  i 
con  sus  doncellas ,  y  como  cierto  dia  hubiese  entrado  á  visitar  á  la  reina , 
esta  le  sorprendió  con  una  impertinente  súplica ,  qtie  no  esperaba  Mu- 
hamad tratar  n^ocios  de  poUtica  en  el  estado  de  la  reina.  Dijole  esta 
que  tenia  que  hacerle  una  súplica,  y  esperaba  que  se  la  concediese, 
poes  era  cosa  que  estaba  en  su  mano.  Muhamad  con  mucha  cortesía  y 
comedimiento  la  respondió  que  le  mandase.  Entonces  la  reina  le  rogó 
muy  encarecidamente  que  concediese  un  año  de  tregua  á  los  i^alies  de 
Málaga,  Guadix y  Gomares,  que  ai  este  tiempo  se  trataría  con  ellos  de 
avenencia.  Góncedióselo  Muhamad  disimulando  su  pesar,  conociendo 
claro  que  la  intención  de  los  cristianos  era  tenerle  asi  apremiado  y  su- 
jeto con  aquella  guerra  interior  que  le  podían  suscitar  cada  y  cuando 
quisiesen.  Pocos  dias  después  trató  con  el  rey  Alfonso  sus  avenencias  y 
convinieron  en  la  paz  que  entre  ellos  habla  de  haber,  la  comunicacioii 
y  trato  de  sus  vasallos  con  iguales  seguridades  y  franquezas ,  y  el  servi- 
cio de  cierta  cantia  de  mitcales  de  oro  que  debería  pagar  Muhamad  en 
cada  año  por  el  servicio  de  la  caballería  que  su  padre  solia  hacer  al  rey 
(le  Castilla.  En  el  negocio  de  los  walies  el  rey  Alfonso  propuso  lo  mismo 
que  ya  había  dicho  la  reina  lolant ,  y  se  acordó  conforme  á  la  palabra 
({ue  había  dado  Muhamad.  Luego  se  despidió  del  rey  Alfonso  y  de  la 
reina  lolant  y  de  los  infantes  sus  hermanos  que  todos  estimaban  mucho 
í  Muhamad,  y  el  infante  Filipo,  y  don  Manuel  y  don  Anríc  le  acompa- 
laron  hasta  Marcbena  :  fueron  estas  vistas  de  Sevilla  en  Ramazan  del 
iño671  (1273). 


568  HISTORU  I>E  lA  DQMINACKMI 


CAPITULO  X. 

EserilM  llttlwDMd  á  Abu  Juef  el  estado  de  las  cosas ,  y  este  viene  á  EspafU.  Sa  priaen 
victoria.  Muere  el  Infante  don  Sancho  despnes  de  la  batalla. 

Uegó  Mobamad  á  Granada  muy  poco  satisfecho  de  esta  Degodackm , 
y  asi  estaba  descontento,  pues  veia  perdida  k  ocasión  de  entrar  en  tierra 
do  Gnadis  y  de  Gomares ;  que  debia  esperar  un  año  para  hacer  guerra 
álos  rebeldes,  que  entre  tanto  tenían  comodidad  para  repararse  y  pre- 
venirse. Preveia  que  pasado  el  plazo  serian  auxiliados  como  antes  del  rcj 
de  Castilla,  que  tanto  se  interesaba  en  mantener  aquella  guerra  cItjI; 
que  élbabia  compuesto  las  desavenencias  de  sus  enemigos  los  cristianos, 
y  estos  le  tenian  á  él  enredado  en  las  siiyas  é  imposibilitado  de  acabarlas 
sin  una  violenta  determinación.  Todo  esto  revolvia  en  su  pensamiento": 
asi  que  pospuesto  todo  inconveniente,  escribió  al  rey  Atuí  Juzef,  refi- 
riéndole los  males  que  aquellos  walies  le  causaban  con  su  rebeldía ,  que 
^  unidos  con  los  cristianos  le  corrían  y  talaban  la  tierra ,  y  debilitaban  el 
estado  en  términos  que  solo  existia  el  Islam  en  Andalucía  por  su  ingenio 
y  mañeria  en  contemplar  á  los  cristianos.  Que  en  la  división  que  los 
walies  causaban  no  había  fuerzas  para  oponerse  con  prudencia  al  poder 
de  los  cristianos,  sus  naturales  y  comunes  enemigos.  Que  esperaba  re- 
cuperar toda  la  Andalucía  si  el  rey  Ábu  Juzef  le  socorría ;  que  para  que 
pudiese  venir  con  mayor  comodidad  le  daba  los  puertos  de  Alhadrá  y  de 
Tarifa  porque  le  sirviesen  de  presidios  en  que  pusiese  sus  armas  y  pro- 
visiones. Con  gran  contento  recibió  Abu  Juzef  estas  cartas ,  y  luego  res- 
pondió al  rey  Mubanoad  aceptando  sus  ofrecimientos ,  y  desde  ínep) 
envió  diez  y  siete  mil  hombres  que  entraron  en  aqneóas  ciudades ,  y 
poco  después  dispuso  mas  gentes  para  pasar  él  mismo.  Toda  España  % 
atemorizó  de  este  pasage  de  los  Beni  Merines.  Los  walies  de  Máh^  y 
Gomares  y  Guadis  temieron  el  primer  golpe  de  esta  máquina ,  y  se 
aprcsuraroná concertarse  con  el  rey  Muhamad,  que  respondió  biená  sos 
intenciones.  Entre  tanto  las  tropas  de  Abu  Juzef  se  encamíoarcMi  desde 
luego  á  tierra  de  Málaga  conforme  les  estaba  ordenado  por  su  amír. 

Pocos  días  después  desembarcó  el  rey  Abu  Juzef  con  gran  caballería 
é  infantería  innumerable  que  tardó  mucho  tiempo  en  cruzar  el  estrecho. 
Los  walies  salieron  á  recibirle ,  y  estuvieron  con  él  hasta  que  Uegó  Mu- 
hamad el  rey  de  Granada.  El  rey  Abu  Juzef  compuso  sus  desavenen- 
cias, y  refX'endió  á  los  walies  su  discordia  tan  perjudicial  al  bien  de  los 
muslimes,  les  mandó  que  estuviesen  en  adelante  uuTdos  y  siempre  en 
servicio  del  rey  de  Granada ,  como  que  no  podian  conservar  sus  cslados 
sin  esta  unión  y  obediencia.  Luego  se  trató  de  la  manera  en  que  debiaa 
hacer  su  entrada  cotitra  los  cristianos ,  y  acordaron  que  Abu  Juzef  en- 
trase en  comarca  de  Sevilla  y  comenzase  á  talar  la  tierra  de  £cl|a ,  que 
el  rey  Muhamad  con  algunas  compañías  de  caballos  alárabes  mandadla 
por  Yahye  y  Osman ,  dos  caudillos,  hermanos  muy  esforzados ,  y  ooo  fa 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  $69 

* 

cabaUeria  de  Ckranada  acometería  lo  de  Jaén ,  y  los  wálies  de  Málaga  ^ 
Gaadis  y  Gomares  entrarían  la  tierra  de  Córdoba. 

La  nueva  del  pasage  de  Aba  Juzef  llenó  de  pavor  á  los  cristianos , 
apeUidaron  la  tierra ,  hicieron  llamada  de  sos  gentes  y  loda  Espada  se 
coomoTíó.  Allegaron  de  presto  sos  huestes ,  y  el  esforzado  zaim  don 
Nunioque  mandaba  en  la  frontera  salió  cerca  de  Ecija  contra  los  mus- 
limes :  los  que  le  acompañaban  eran  la  flor  de  la  caballería  de  los  cris* 
tíanos ,  y  muy  buena  infantería.  Avistáronse  los  pendones  de  estas 
huestes ,  y  si  bien  don  Nunio  entendió  que  los  de  Abu  Juzef  eran  muy 
^an  gente  doble  que  la  suya,  todavía ,  ó  por  vano  y  temerario ,  ó  por 
fatalidad,  le  pareció  que  no  podía  sin  mengua  excusar  la  pelea ;  asi  que, 
sin  dilación  ordenó  sus  haces  y  acometió  á  los  muslimes.  Abu  Juzef  hizo 
también  que  acometiese  su  caballería;  la  tierra  se  estremeció  al  es- 
truendo de  los  alambores  y  trompetas,  y  al  horrible  alarido  de  los  com- 
batientes. Dilataron  los  muslimes  sus  haces  y  rodearon  á  los  cristianos 
que  peleaban  con  mucho  valor;  pero  envueltos  por  los  alárabes  fueron 
vencidos,  V  solo  se  salvaron  los  pocos  que  huyeron  á  la  cercana  ciudad 
de  Écíja.  Don  Nunio  murió  peleando  como  un  bravo  león,  y  por  su 
lanza  murieron  muchos  valientes  muslimes.  De  los  cristianos  quedaron 
en  el  campo  mas  de  ocho  mil  cadáveres,  y  entre  ellos  el  del  ya  dicho 
caadillo.  Fué  esta  insigne  victoria  al  principio  del  año  672  (1 273).  Envió 
Aba  Juzef  al  rey  de  Granada  la  cabeza  de  don  Nunio ,  y  una  carta  en 
<|ue  le  refería  las  circunstancias  de  aquel  día  de  gloriosa  venganza  del 
Islam.  Dcdale  también  como  le  enviaba  la  cabeza  del  caudillo  de  los 
cristianos ,  aunque  mas  hubiera  querido  tomarle  vivo  y  enviársete  en ' 
cadena. 

Muhamadel  rey  de  Granada,  si  bien  holgó  mucho  de  aquella  victoria 
de  los  muslimes ,  todavía  mostró  que  le  pesaba  en  el  alma  de  la  muerte 
de  don  Nunio ,  y  al  ver  su  cabeza  cortada  apartó  sus  ojos  de  ella  y  se 
tapó  la  cara  con  ambas  manos  diciendo :  Guala,  mi  buen  amigo,  que  no  me 
lo  merecías !  porque  este  caudillo  fué  muy  su  apasionado,  y  le  acompañó 
7  honró  mucho  cuando  Muhamad  estuvo  en  Córdoba  y  en  Sevilla,  y  le 
habia  siempre  mantenido  amistad  desde  que  estuvo  retirado  en  Gra- 
nada. Mandó  Muhamad  canforar  la  cabeza  y  ponerla  en  una  preciosa 
caja  de  plata ,  y  después  la  envió  á  Córdoba  muy  honradamente  para 
qac  la  enterrasen. 

Abu  Juzef  cercó  al  dia  siguiente  la  ciudaddeÉcija ;  pero  los  cristianos 
la  defendieron  tan  bien  que  los  alárabes  no  osaban  acercarse  á  sus  mu- 
ros ,  por  el  g^an  daño  que  les  hadan  con  las  ballestas.  Esto  forzó  á  poner 
el  campo  mas  apartado  de  la  dudad ,  y  esparció  sus  algaras  que  corrie- 
ron toda  la  tierra  de  Córdoba,  y  pasaron  el  Guadalquivir  y  robaron  los 
ganados  que  los  cristianos  habían  pasado  allende  el  rio  temerosos  de  los 
almogávares ,  y  el  rey  Abu  Juzef  puso  su  campo  entre  Écija  y  Palma. 
Muhamad  con  los  de  Granada  entró  con  poderosa  hueste  por  tierra  de 
Jaén  y  corrieron  y  talaron  loda  la  de  Harf  y  Marios ,  robando  ganados  y 
cautivando  mugeres  y  niños ,  y  alli  se  juntaron  también  las  algaras  de 
los  tialies de  Málaga ,  Guadis  y  Comares ,  y  los  arrayaccs  de  Aqdarax 


570  HtSTOtOÁ  DK  LA  DOttMAOOll 

y  de  Baía.  Estos  y  las  compaftias  de  aMcanos  qtte  acaúdillabati  Taliye  y 
Osman  so  detuTieroa  cerca  de  Martes  cotí  el  despojo  y  gran  presa  ifae 
llevaban. 

Los  cristianos  que  hablan  venido  de  Tolaitola  y  de  Calatraya  y  otras 
partes  de  Castilla  venían  acaudillados  del  principe  don  Sancho,  y  tu- 
vieron alU  noticia  de  esta  gran  cabalgada  de  los  moros  de  África  y  y  este 
como  joven  ardiente  y  poco  práctico  en  las  cosas  de  guerra ,  deseoso  de 
gloria  se  adelantó  con  su  caballería  desde  la  torre  del  campo ,  y  sin  es* 
perar  que  llegase  toda  su  gente  acometió  á  los  muslimes  con  iocrdbk 
ímpetu  y  denuedo,  pero  los  caballos  alárabes  los  rodearon  por  todas 
partes  y  alancearon  á  todos  sus  caballeros.  £l  principe  fué  conoddopor 
sus  vestidos  y  le  tomaron  vivo ,  y  como  los  africanos  quisiesen  enviarle 
á  su  señor  Abu  Juzef ,  y  los  arrayazes  de  Andarax  y  Baza  á  Mohamad  de 
Granada,  hubo  entre  ellos  contienda  sobre  quién  le  llevaría,  y  á  quién 
con  mas  razón  perteneciese.  Los  africanos  con  gran  soberbia  se  atríbniao 
la  victoria,  y  decian  que  sin  su  venida  y  asistencia  nunca  los  granadles 
hubieran  visto  las  aguas  de  Guadalquivir.  Ofendidos  de  esto  los  anda- 
luces revolvieron  sus  caballos  y  estaban  á  punto  de  trabar  entre  á 
cruda  pelea.  Entonces  el  arraiz  Aben  Nazar,  que  era  de  la  casa  de 
Granada ,  dando  de  espuelas  á  su  caballo  arremetió  al  cautivo  don  San- 
cho y  le  pasó  de  una  lanzada  diciendo :  No  quería  Dios  que  por  un  perro 
se  pierdan  tantos  buenos  caballeros  como  aqui  están.  £1  infeliz  cayó 
muerto  y  le  cortaron  la  cabeza  y  la  mano  derecha ,  y  se  dividid  entre  los 
.  dos  partidos ,  los  alárabes  se  llevaron  la  cabeza .  y  los  de  Andalucía  la 
mano  del  anillo.  Al  día  siguiente  llegaron  los  cristianos  acaadiUados  de 
Alfonso  ben  HerandO|  rey  de  Castilla,  y  con  el  deseo  de  vengar  la  muerte 
de  don  Sancho  ^  acometieron  con  mucho  esfuerzo  á  los  muslimes  cerca 
de  Hasn  Assahara :  la  batalla  fué  muy  porGada  y  sangrienta ,  que  de 
ambas  partes  pereció  mucha  gente ;  pero  los  muslimes  se  mantuvieron 
en  el  campo,  y  aquella  noche  se  retiraron  con  su  presa ,  que  los  cnstianos 
no  les  pudieron  cobraif . 


CAPITULO  XL 

Tregoas  de  Aba  Jazef  con  Alfonso.  l*one  este  sitio  á  Algezinis  con  tnfeüi  ¿ilto.  Ki«r«»  tftfsis 
entre  Alfonso  y  Aben  Juief.  Concierto  evitre  el  rey  de  Córdoba  y  el  principe  don  Sastcfco. 
Armase  contra  él  sn  padre.  Muere  este. 

Entre  tanto  el  rey  Abu  Juzef  corría  libremente  la  tierra  de  Sevilla, 
y  como  tuviese  nuevas  de  que  los  cristianos  aUegaban  gran  g«nte  de  tn- 
das  sus  provincias ,  y  que  armaban  sus  naves  para  eslortMorie  la  viNlfi 
á  África,  se  retiró  hacia  Algecira  Alhadrá  con  rica  presa  de  ganad»  y 
cautivos.  Las  naves  de  los  cristianos  cruzaban  el  mar  dd  estrecho  y  no 
le  fué  posible  pasar  á  la  otra  banda ,  su  numerosa  hueste  piktecia  p 
falta  de  provisiones,  asi  que  antes  de  venir  á  mayor  apuro  trat6  de 

t  Su  hijo  aftade  Alehatib. 


DE  tos  ARAIBES  EN  fSPMt^X.  571 

areneDcia  y  tr^as  con  el  rey  AlfoiuK) ,  y  la  concertaron  por  dos  aflos 
muy  á  i^to  de  ambos,  y  sin  consejo  ni  comunicación  con  el  rey  Mu- 
hamad  de  Granada ,  que  hubo  gran  pesar  de  estos  tratos  que  no  espe- 
raba de  la  nobleza  de  Abu  Juzef.  Los  walies  de  Málaga  y  dé  Guadis 
cuando  vieron  en  tregua  con  los  cristianos  al  rey  Jnzef  se  retiraron  á 
sus  ciudades,  y  el  de  Málaga  se  fué  para  el  rey  Alfonso  y  se  concertó 
con  él  y  se  ofreció  como  antes  á  sií  obediencia ,  excusándose  de  lo  pa- 
sado por  el  gran  poder  del  rey  Abu  Juzef  que  le  habia  obligado  á  unirse 
con  el  de  Granada. 

Muhamad  procuró  fortificar  sus  fronteras ,  armó  sus  gentes  y  se  dis- 
puso á  cuanto  Tiniese ,  desconfiando  de  Abu  Juzef  qaesolo  atendía  á  su 
provecho  y  olvidaba  cnanto  debia  á  su  amistad ,  á  su  generoso  procedi- 
miento con  él ,  y  en  suma  vio  que  solo  puede  el  hombre  confiar  en  su 
Criador :  este  si  que  es  verdadero  amparador.  Sobre  todo  le  pesaba  de 
haberle  cedido  los  dos  puertos  de  Algezira  y  de  Tarifa ,  que  eran  las 
naves  de  Andalucía.  Dos  años  pasaron  sin  guerra  abierta ;  pero  habia 
frecuentes  entradas  de  frontera  por  los  campeadores  cristianos  y  almo- 
gávares granadles.  Entre  tanto  el  rey  Muhamad  prevenía  cuanto  era 
necesario  para  comenzar  la  guerra  auxiliado  de  su  primer  wazir  Aziz 
ben  Aly  b^  Abdelmenam  de  Denla ,  y  en  los  ratos  que  hurtaba  á  estos 
principales  cuidados  se  entretenía  en  la  poesía  y  en  la  elocuencia  con 
este  Ajdz  ben  Aly  su  wazlr,  que  este  asi  como  era  muy  parecido  al  rey 
en  el  semblante  y  [en  la  gentil  disposición ,  también  tenia  las  mismas 
prendas  de  ingenio  y  de  erudición ,  los  mismos  gustos  y  la  misma  edad ; 
de  suerte  que  todas  las  virtudes  concurrían  á  reunir  sus  ánimos.  Te- 
nían frecuentes  conferencias  entre  si  y  con  los  mas  distinguidos  sabios 
de  Andalucía,  y  era  franca  la  entrada  en  el  alcázar  á  los  sabios ,  filoso^ 
f06 ,  médicos  y  astrónomos. 

En  este  tiempo  el  rey  Alfonso  puso  cerco  á  Algezira  por  mar  y  por 
tierra ,  aplicó  máquinas  é  ingenios  que  la  combatían  de  día  y  de  noche , 
y  en  d  mar  puso  muchas  galeras  armadas  que  no  permitían  entrar  pro« 
yision  en  la  ciudad.  Los  muslimes  hadan  salidas  muy  fuertes  y  trababan 
escaramuzas  muy  sangrientas  con  los  del  campo.  Durante  el  largo  cerco, 
como  faltase  provisión  á  los  de  las  naves  y  á  los  del  campo ,  por  una  y 
otra  parte  se  descuidó  el  fervor  del  sitio ,  y  los  de  las  galeras  enfermaron 
y  les  fué  forzoso  dejar  el  mar ,  y  acamparon  en  la  isla  quedando  las 
naves  desamparadas.  Elrey  Abu  Juzef,  que  estaba  cñ  Tanja  avisado  ipor 
sus  espías  del  descuido  de  los  cristianos  y  de  la  falta  de  gente  que  tenían 
sos  naves,  hizo  pasar  de  Tanja  catorce  galeras  grandes  bien  armadas 
llenas  dé  gente  muy  escogida ,  y  dieron  de  improviso  en  la  armada 
cristiana  y  quemaron  las  galeras  y  á  cuantos  habia  en  ellas ,  espectáculo 
muy  alegre  para  los  cercados ,  y  de  mucha  desesperación  y  rabia  para 
los  del  campo.  Todavía  intentaron  los  muslimes  desembarcar  y  contra 
su  esperanza  hallaron  tan  poca  resistencia  de  parte  de  los  cristianos  que 
todos  saltaron  en  tierra ,  mataron  á  cuantos  pudieron  alcanzar,  y  que- 
maron todas  las  chozas  que  los  cristianos  tenían  en  la  costa ;  asi  con 
ayuda  de  Dios  se  libró  la  Algezira  Alhadrft ,  que  estaba  ya  para  per- 


572  HISTORU  DE  U  DOKINjiaON 

dcrse,  y  con  pocos  mnslimes  se  logró  áestniir  á  los  enemigos,  y  sacar 
¿  los  vecinos  de  las  aogustías  de  la  noche  á  la  respiración  del  dia  15  de 
Rabie  primera  del  año  678  (1279).  Los  fugitivos  del  campo  llegaron  á 
Sevilla  llenos  de  pavor.  Luego  fué  la  nueva  ¿  Tanja ,  y  d  rey  Juzef 
pasó  muy  contento  á  AIgczira  y  se  basteció  con  provisiones  y  armas,  y 
mandó  el  rey  poblar  una  nueva  ciudad  en  el  mismo  campo  que  habían 
ocupado  los  cristianos ,  y  con  este  motivo  se  detuvo  allí  machos  días ,  y 
el  rey  Alfonso  viendo  que  la  fortuna  no  favorecía  sus  empresas  escribió 
al  rey  Juzef  y  concertaron  sus  treguas. 

Muhamad  el  rey  de  Granada  salió  á  correr  la  frontera  y  entró  hacia 
Martos ,  robando  y  talando  la  tierra  de  Ezija  y  de  Córdoba.  Por 
su  parle  el  rey  Alfonso  allegó  su  hueste  contra  el  rey  de  Granada,  y 
quiso  acaudillarla  por  su  persona,  y  en  Alcalá  de  Aben  Zayde  enfermó 
de  los  ojos  y  no  pudo  pasar  de  allí ,  y  envió  con  la  gente  que  traía  á  su 
hijo  el  principe  Sancho, que  corrió  la  tierra  talando  viñas  y  olivares.  £1 
rey  IMuhamad  mandó  poner  ciertas  celadas  en  cercanías  deHisnMoclio, 
los  fronteros  de  Granada  los  fueron  llevando  á  las  celadas ,  que  los 
cristianos  creían  fuga  lo  que  era  estratagema,  y  los  seguían  con  mocha 
seguridad  y  Cereza.  En  llegando  á  las  celadas  Muhamad  les  dio  horrible 
batalla  en  que  murieron  casi  todos  los  cruzados  y  otros  muchos  de  los 
principales  caballeros  :  mas  de  dos  mil  y  ochocientos  quedaron  en  el 
campo  para  pasto  de  aves  y  Ceras ,  y  los  siguieron  alanceando  hasta  su 
campo.  £1  príncipe  Sancho  dio  aquel  día  muestras  de  gran  caballero,  que 
siempre  estuvo  peleando  en  la  delantera  como  un  bravo  león ;  pero  d 
rey  de  Granada  le  obligó  á  retirarse  á  sus  fronteras  :  esto  fué  al  princi- 
pio del  año  679  (1280).  Al  año  siguiente  los  cristianos  deseosos  de  ven- 
ganza entraron  con  poderosa  hueste  en  la  vega  de  Granada ;  el  rey 
Muhamad  que  estaba  bien  prevenido  salió  contra  ellos  con  dncnenla  mil 
hombres  que  armó  en  pocos  días ,  y  con  lo  mas  florido  de  este  grande' 
ejército  se  adelantó  contra  los  cristianos,  y  les  dio  una  sangrienta 
batalla  :  el  príncipe  Sancho,  aunque  muy  animoso  y  diestro  en  los  ardi- 
des de  la  batalla,  fué  forzado  á  ceder  el  campo,  y  con  grave  pérdida  se 
volvió  á  sus  fronteras. 

El  principe  Sancho  por  desavenencias  que  tuvo  con  su  padre  el  r^ 
Alfonso  envió  sus  cartas  al  rey  Muhamad,  y  le  ofreció  su  amistad  y 
alianza  contra  todo  el  mundo ,  y  Có  al  rey  de  Granada  el  fuerte  de  Are- 
nas que  había  tomado  el  rey  Alfonso,  Viéronse  ambos  en  Priego  y  se 
trataron  como  si  de  largo  tiempo  hubieran  sido  amigos ,  concertaron 
sus  tratos  de  alianza ,  y  sentadas  sus  cosas  partió  cada  uno  á  prepararse 
para  la  guerra.  Luego  que  el  rey  Alfonso  entendió  los  tratos  de  sa  hijo 
con  Muhamad  temió  mucho  de  sus  alianzas,  y  escribió  al  rey  Jnzef, 
que  estaba  en  su  nueva  obra  de  Algezira ,  rogándole  que  le  quisiese  ayo- 
dar  contra  su  hijo.  Respondió  bien  á  sus  ruegos  el  rey  Juzef,  y  le  en- 
vió una  buena  hueste  de  caballería,  y  él  mismo  salió  con  su  infantería 
y  fueron  juntos  contra  el  principe  Sancho,  qne  se  fortíGcó  en  Córdoba, 
y  los  del  rey  Alfonso  y  los  de  Juzef  le  cercaron  en  ella  cerca  de  un  mes, 
y  combatieron  la  ciudad  con  muchas  máquinas  y  truenos ;  pero  toáis- 


D£  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  573 

tíanos  la  defendieron  bien.  Levantaron  el  campo  avisados  de  que  el  rey 
Muhamad  iba  contra  ellos  con  todo  su  poder,  y  corrieron  con  la  caba- 
llería la  tierra  de  Andujar  y  la  de  Jaén ,  y  pelearon  cerca  de  Ubeda  con 
h  caballería  de  Granada  que  les  obligó  á  retirarse  sin  que  pudiesen  ocu- 
par ciodad  ni  fortaleza,  ni  sacar  presa  alguna,  y  con  esto  Abu  Juzefsc 
tornó  á  Algezlra  y  el  rey  Alfonso  á  Sevilla ,  y  poco  después  el  rey  Juzef 
se  partió  á  Tanja. 

£3  deseo  de  venganza  y  las  instancias  del  rey  Alfonso  hicieron  que 
Abu  Juzef  tornase  á  pasar  á  Andalncia  con  nuevas  tropas  de  caballería 
y  de  infantería  para  hacer  la  guerra  al  rey  Muhamad  y  al  principe  San- 
cho, y  en  esta  pasada  llevó  en  su  compañía  ásu  hijo  Abu  Jacúb.  Pasa- 
ron ambos  á  Sevilla  y  los  recibió  y  hospedó  con  mucha  honra  el  rey  Al- 
fonso, y  en  Hasn  Azahara  concertaron  cómo  harían  la  guerra,  que 
Abu  Juzef  entrase  contra  el  rey  de  Granada  y  llevase  mil  caballeros 
cristianos  que  tenia  el  rey  Alfonso.  Salieron  estas  tropas  y  pelearon 
cerca  de  Córdoba  con  los  del  principe  Sancho  y  los  vencieron  y  se  reti- 
raron á  la  ciudad ;  en  el  alcance  tomaron  los  cristianos  del  rey  Alfonso 
algunos  prisioneros  y  enviáronlos  á  Sevilla ,  y  con  ellos  las  cabezas  de 
alanos  principales  caudillos  del  bando  del  principe  Sancho ,  de  que 
holgó  mocho  el  rey  Alfonso. 

£1  rey  Muhamad  de  Granada  salió  contra  la  hueste  de  Abu  Juzef  y 
contra  el  wali  de  Málaga,  que  también  se  había  unido  con  el  rey  Juzef 
y  con  los  cristianos ;  pero  estos  y  sus  auxiliares  nunca  quisieron  entrar 
en  batalla  campal  de  poder  á  poder,  sino,  en  reñidas  escaramuzas ,  evi- 
tando siempre  el  trabarse  ni  ocuparse  todos.  Los  cristianos  que  iban  en 
la  hueste  de  Abu  Juzef  todo  lo  querían  llevar  á  sangre  y  fuego,  y  el 
rey  Juzef  no  lo  permitía,  procurando  hacer  la  guerra  con  el  menor 
daño  posible.  De  aquí  procedió  que  estos  caballeros  cristianos  impacien- 
tes y  acalorados  se  retiraron  de  la.hueste  y  se  fueron  a  meter  en  Sevilla, 
llenando  al  rey  Alfonso  de  sospechas  y  desconfianzas  de  la  amistad  del 
rey  Aba  Juzef.  Contáronle  como  no  permitía  que  las  algaras  talasen  los 
campos ,  ni  quemasen  las  aldeas ,  ni  matasen  los  hombres,*  contentán- 
dose con  Irobar  las  poblaciones  y  tomarles  los  £^anados  que  encontraban 
al  paso ;  que  se  veia  claro  que  Abu  Juzef  no  guerreaba  de  corazón 
contra  los  de  Granada ,  que  tal  vez  no  atendía  sino  á  ganar  los  pueblos  y 
alzarse  con  la  Andalucía.  £1  rey  Alfonso  se  dejó  llevar  de  estas  cosas 
que  sus  caballeros  le  decían ,  y  escribió  al  rey  Juzef  con  mucha  amar- 
gura dicióndole  :  que  se  retiraba  de  Sevilla  porque  estaba  temeroso  de 
estar  tan  cerca  de  sus  enemigos ,  y  porque  conocía  que  aun  los  que  se 
preciaban  de  ser  sus  amigos ,  ó  le  abandonaban  ó  no  hacían  por  él  cuanto 
pudieran  :  asegurándole  al  mismo  tiempo,  que  jamas  le  había  pasado 
por  pensamiento  el  recelar  de  él  ingratitud  ni  perQdla.  Abu  Juzef 
extrañó  mucho  las  desconfianzas  del  rey  Alfonso,  y  como  le  fuese  for- 
zoso partir  para  Algezira  escribió  al  rey  para  que  no  recelase  de  su  sin- 
cera amistad ,  ni  cayese  en  sospecha  deque  trataba  de  abandonarle  ,  di- 
ciéndole  que  ho  le  faltaría  mientras  viviese ,  y  que  haría  cuanto  en  él 
estuviese  porque  triunfase  de  sus  enemigos,  y  lograse  vivir  en  segura 


574  HISTOaU  lOb  LA  pOMIMAaOIl 

tranquilidad ,  que  bien  sabia  que  él  era  rey  de  la  noble  casta  de  los 
reyes  do  Beni  Merín ,  que  se  preciaban  de  generosos  en  la  protección  de 
sus  amigos,  basta  prodigar  sus  propias  vidas  por  defender  á  los  que  so 
acogen  bajo  su  fe  y  amparo.  Poco  después  A  rey  Abu  Juzef  se  reUró  á 
Algezira.  £1  rey  Alfonso  adoleció,  y  con  sus  pesadumbres  domésticas  se 
agravó  su  dolencia  y  acabaron  sus  dias.  Fué  este  rey  un  hombre  muy 
discreto  y  bien  entendido,  muy  gentil  filósofo,  astrólogo  y  matemático, 
y  compuso  las  tablas  astronómicas  celebres  que  de  su  nombro  se  llaman 
Alfopsinas.  Era  muy  humano  y  franco ,  á  todos  bada  bien,  y  tratain 
siempre  con  sabios  muslimes,  judíos  y  cristianos;  pero  so  rtínado  fué 
de  poca  ventura  por  causa  de  sus  hijos  y  hermanos,  que  le  movieraQ 
guerras  civiles ,  y  no  le  dieron  hwa  de  reposo. 


CAPITULO  XII. 

Congreso  d«  los  reyes  y  vaHes  maslimof «  Maerto  do  Abu  Joxef.  Toma  don  Sanoho  á  Tarifa 

después  de  «lueniar  la  escuadra  de  Abu  Jaoüb. 

Sucedió  en  todos  los  estados  de  Alfonso  su  hijo  el  principe  Sandw. 
El  rey  de  Granada  Mubamad  le  envió  sus  mensageros  que  le  diesen  la 
enhorabuena  de  su  proclamación.  Todos  los  pueblos  de  Castilla  le  reco- 
nocieron y  juraron ,  y  revalidó  su  amistad  con  el  rey  de  Granada.  El 
rey  Abu  Juzef  sintió  mucho  la  muerte  del  rey  Alfonso ,  y  envió  suscar- 
tas  de  pésame  al  rey  Sancho  con  el  arraU  Abdelhac ,  y  ¿í  misnio  tiempo 
le  daba  muestras  de  que  el  amigo  del  padre  siendo  rey  podia  también 
serlo  del  hijo  siendo  rey :  que  deseaba  saber  cómo  quería  pasar  con  él. 
El  rey  Sancho  respondió :  Decid  á  vuestro  señor,  que  basta  ahora  me  ha 
talado  y  corrido  las  tierras  con  sus  algaras ,  que  ^  yo  estoy  dispuesto  á  k> 
dulce  y  á  lo  agrio ,  que  escoja  k)  que  quiera.  Con  esta  respuesta  Abu  Jo* 
zef  se  ensañó  y  mandó  correr  la  tierra  de  Sidonia ,  Alcalá  y  Jer^M ,  ha- 
ciendo iant^  estrago  como  una  tempestad.  £1  rey  Sancho  juntó  gran  ca- 
ballcria  así  de  cristianos  como  de  muslimea ,  y  partió  contra  d  rey 
Juzef,  que  tenia  cercada  la  ciudad  de  Jerez ,  y  la  tenia  puesta  en  mocho 
aprieto ;  pero  avisado  Abu  Juzef  de  los  campeadores  de  su  hijo  Alm  Ja- 
cúb  que  llevaba  la  delantera  de  su  hueste ,  no  quiso  av<»iturar  una  ba- 
talla con  aquella  gente  tan  osada  conducida  de  un  rey  joven  y  belicosa , 
lleno  de  esperanzas  y  sin  género  de  tem<H>  :  asi  que ,  Aba  Juzef  se  re> 
tiró  á  Algezira,  y  poco  después  escribió  al  rey  Muhamad  de  Granada 
diciéndole  que  él  no  había  venido  á  Andalucía  para  mal  de  los  moalimes, 
y  que  deseaba  antes  de  su  partida  componer  las  desavenencias  que  ^tre 
ellos  había ;  pues  eran  tan  fatales  que  arriesgaban  la  seguridad  dd  es- 
tado :  que  le  rogaba  si  sé  preciaba  de  buen  muslim ,  quo  concurriese  á 
unas  vistas  en  Algezira ,  ó.seualase  lugar  que  mejor  le  pareciese,  que 
allí  vendrían  también  los  walies  d^  Málaga,  Guadi&y  Gomares,  j  todos 

1  Dlcon  nuestras  crónicas :  Ya  tengo  en  una  mano  el  pan  y  en  olra  el  j»alo ,  qu*  t»»^  ta 
queq^íüra. 


P^  tos  AIUBE$  EH  lUlPAÑA.  m 

qoedarian  en  paz  y  como  conveaia,  £1  rey  Mnhamad  holgó  de  esta  pro- 
posldon  de  Abu  ímef,  y  respondió  auele  placia,  que  luego  pencaba 
ponerse  en  camino  para  Algezirai  y  asi  lo  hizo.       # 

Jontáronse  allí  ambos  reyes  y  laego  llegaron  los  \r alies ,  y  ^tró  ep  el 
coosejo  Abu  JacAb,  hijo  de  Abu  Juzef.  Este  Ic^  habló  d^  la  necesidad  do 
la  concordia  de  los  principes  muslimes ,  que  entendía  que  estando  dios 
anídos  podían  muy  bien  mantener  sus  tierras  contra  el  poder  de  los 
cristianos  sus  naturales  enemigos ;  pero  que  sí  vivían  desunidos,  y  an-> 
daban  en  guerra  y  desavenencias  entre  si,  no  ora  posible  conservarse. 
Al  rey  de  Granada  dijo  que  á  él  pertenecía  principalmente  el  cuidado  do 
los  muslimes  de  España  ¡  pues  era  el  principe  mas  poderoso  de  ella ,  que 
no  confiase  tanto  de  la  amistad  del  rey  de  Castilla ,  que  siempre  1oí9« 
pnercos  comer&n  bellotas ,  y  las  cabras  tirarán  al  monte ,  que  los  cris- 
tianos no  perdían  un  punto  del  pensamiento  el  dañarles ,  y  sedo  hacían 
con  ellos  paces  cuando  no  tenían  comodidad  para  hacerles  la  guerra , 
qne  sus  tratos  procedían  siempre  de  sus  urgencias  y  particulares  inte- 
reses, no  dohorror  á  los  males  y  atrocidades  que  trae  la  guerra ,  ni  por 
humanidad  y  beñevolenciai.  A  los  walics  de  Málaga,  Guadis  y  Gomares 
dijo  que  era  necesario  que  se  pusiesen  en  obediencia  de)  rey  de  Granada 
ó  suya ,  pues  no  podían  mantener  por  sí  el  señorío  que  ocupaban.  Los 
walíes  replicaron  que  no  habían  venido  á  las  vistas  para  que  se  tratase 
de  despojarles  de  sus  posesiones ,  sino  á  tratar  de  paz  y  de  concordia 
entre  si ,  que  el  rey  Juzef  proponía  cosas  muy  discretas  y  prudentes  ; 
pero  concluía  muy  mal ,  que  ellos  estaban  prontos  á  unirse  con  cual- 
quiera principe  muslim  que  guerrease  contra  los  cristianos ;  pero  que 
no  consentirían  dejarse  alropeUar  de  principes  muslimes  que  se  concer- 
tasen para  arruinarlos ,  pudicndo  valerse  en  tal  caso  del  favor  y  ayuda 
de  quien  quiera  que  fuese  poderoso  para  ampararlos,  £3  rey  Mnhamad 
dijo :  que  no  tenia  mas  ínteres  que  la  gloria  del  Islam ,  que  lo  que  decía 
Abu  Juzef  era  muy  fundado ,  y  la  experiencia  y  la  histeria  acreditaban 
la  solidez  y  firmeza  de  sus  razones.  Asi  acabó  la  conferepda  sin  conduir 
cosa  de  provecho.  £1  rey  Mnhamad  partió  para  Granada ,  y  los  walíes 
quedaron  menos  satisfechos  del  disimulado  desinterés  de  Mubamad ,  que 
de  la  franqueza  y  sinceridad  del  rey  Abu  Juzef,  y  dú  secreto  concerta- 
ron con  él  de  estar  en  su  obediencia  y  pagarlo  cierto  servicio.  El  rey  Ju- 
zef  holgó  do  esto  y  se  partió  á  Málaga  con  el  wali  de  aquella  ciudad , 
persuadióle  tanto  y  le  hizo  tales  promesas  (otros  dicen  que  fueron  ame- 
nazas) que  el  wálí  le  cedió  el  señorío  de  Málaga ,  y  tomó  posesión  de 
ella  en  29  de  la  luna  de  Ramazan  del  año  679  (1281),  y  puso  en  ella  por 
wali  á  su  caudillo  Ornar  bcn  Mobly  el  Batuy,  y  para  evitar  toda  oca- 
sión de  levantamiento  ú  sedición  envió  á  África  el  wali  de  Málaga ,  y 
le  dio  en  Marruecos  alcázar  de  Kotama  y  otras  buenas  posesiones. 

Cuando  el  rey  de  Granada  entendió  los  secretos  tratos  dolos  walíes, 
y  cómo  Abu  Juzef  había  tomado  clseñorio  de  Málaga,  tuvo  de  eUogran 
pesar,  y  le  llegó  al  alma  el  ver  en  noumos  mas  poderosas  aquella  preciosa 
joya  de  su  cocona  que  12$  tenían  usurpada ;  con  todo  eso  disimuló  su  scn- 
timieoto  y  (ralo  de  cultivar  su  s^nistad  con  el  rey  Sancho  de  CastiUi)^ , 


576  HlSTiHUA  DE  LA  DOMlMACION 

esperando  que  el  (iempo  y  las  circunstancias  le  orrecman  oportunidad 
para  reparar  sus  cosas.  £1  rey  Abu  Juzcf  tornó  á  Algezira  Alhadrá,  j 
allí  enfennó  y  se  l^agravó  su  dolencia  hasta  que  pasó  á  la  misericordia 
de  Dios  el  ano  685  (1286)  en  la  luna  de  Safer.  Sucedióle  en  el  reino  sa 
hijo  Juzef  Abu  Jacúb,  que  luego  pasó  á  Marruecos  donde  fué  procla- 
mado y  recibió  la  jura  de  todas  sus  provincias.  Acabadas  las  fiestas  de 
su  proclamación  tornó  otra  vez  á  España ,  y  le  salió  á  yisitar  el  rey  Mu* 
hamad  de  Granada,  y  le  encontró  en  Myrtola  y  allí  conGrmaron  sus 
amistades ,  y  pidió  el  de  Granada  al  rey  Abu  Jacúb  que  no  amparase  á 
los  T^alies  de  Guadis  y  Gomares^  que  intentaban  mantener  la  discordia 
y  desavenencia  entre  los  muslimes  de  Andalucía.  Abo  Jacüb  le  pidió 
*que  los  tratase  de  persuadir  y  ganar  mas  por  Tia  de  negociación  que  por 
fuerza  de  armas ,  que  de  las  discordias  áa  los  grandes  siempre  el  daik> 
y  la  mala  ventura  principia  con  la  destrucción  de  los  pequeños.  Muha- 
mad  le  manifestó  los  mismos  deseos ,  y  le  aconsejó  que  tratase  de  paces 
con  el  rey  de  Castilla,  y  Abu  Jacub  por  complacer  al  de  Granada  en- 
vió sus  cartas  y  mensageros  al  rey  Sancho  para  apazguarse  con  él ,  y  el 
de  Castilla  respondió  bien  á  sus  deseos.  Con  esto  se  volvió  á  África  á 
continuar  alli  las  guerras  en  que  estaba ,  y  Dios  le  dio  insignes  victo* 
rias :  y  como  después  de  largo  cerco  tomase  la  ciudad  de  Telemcen  se 
entretuvo  en  ella  mucho  tiempo  adornándola  de  fuentes ,  baños  y  mez- 
quitas. 

Después  que  Abu  Jacúb  se  partió  á  África  el  rey  de  Granada  ganó  coo 
muchas  dádivas  á  Omar  el  Batuy ,  ^ali  de  Málaga ,  que  la  tenia  por  el 
rey  de  Marruecos ,  y  le  dio  la  fortaleza  de  Salubenia  en  propiedad  poi^ 
que  se  hiciese  su  vasallo ,  y  asi  lo  concertaron :  al  mismo  tiempo  enfió 
id  alcaide  de  Andarax  para  una  negociación  con  el  rey  Sancho,  recelando 
que  el  rey  Abu  Jacúb  quisiese  eutrar  en  Andalucía  con  gran  poder. 
Luego  tuvo  noticia  de  estos  tratos  el  rey  Abu  Jacúb ,  que  no  eran  cosas 
de  tan  poca  monta  que  pudiesen  estar  mucho  tiempo  secretas :  en  especial 
le  ofendió  la  felonía  del  wali  de  Málaga ,  y  trató  de  venir  á  castigarla. 
Allegó  sus  tropas  y  pasó  á  Algezira  y  entró  la  tierra  y  puso  cerco  á  ¿jer  y 
la  combatió  ;pero  so  dQfendiabicn  aquella  fortaleza.  Luego  como  enten- 
diese que  el  rey  Muhamad  y  el  de  Castilla  enviaban  contra  éi.  muchas 
(ropas,  y  que  por  mar  le  querían  estorbar  la  retirada  en  África,  se  re^ 
tiró  á  Algezira ,  y  de  alli  secretamente  pasó  á  Tanja.  En  llegando  hizo 
llamamiento  de  sus  provincias,  y  allegó  las  mas  numerosas  cabHas,  y 
entre  ellas  juntó  doce  mil  caballos.  Todo  estaba  á  punto  para  embarcar 
su  gente,  cuando  sobrevino  la  armada  de  los  cristianos  con  muchas  na- 
ves grandes,  y  á  la  vista  del  ejército  quemaron  todas  las  barcas  que 
estaban  en  la  costa  de  Tanja ,  sin  que  el  numeroso  ejército  que  lo  mi- 
raba pudiese  impedirlo,  que  cierto  fué  de  gran  pesar  para  todos.  Esta 
desgracia  fué  el  año  691  (1292} ,  y  q1  rey  Abu  Jacúb  lleno  de  despecho 
partió  á  Fez  donde  le  llamaron  otras  urgencias  del  estado,  l^oco  después 
el  rey  Sancho  de  Castilla  fué  á  poner  cerco  á  Tarifa  y  la  puso  en  grande 
aprieto,  combatióla  con  mudbas  máquinas  é  higenios  por  mar  y  por 
tierra ,  y  aunque  los  de  la  ciudad  se  ctefendian  bien,  al  fin  la  entró  por 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  577 

fuerza  de  armas  j  cansó  gran  matanza  en  la  cindad :  puso  en  ella  un 
DoUe  alcaide  llamado  don  Guzman ,  que  era  de  los  mas  esforzados  ca< 
iMlleros  de  su  hueste. 


CAPITULO  XIII. 

DefenM  de  Tarifa  por  Giuman  y  ocarrencia  de  su  hijo.  Toma  don  Sancho  á  Quesada 

y  Alcabdat,  y  muere.  Algaras. 

Poco  tiempo  después  el  principe  Juan ,  hermano  del  rey  de  Castilla , 
desavenido  con  su  hermano  se  pasó  á  África,  y  se  amparó  del  rey  Abu 
Jacúb.  Recibióle  bien  y  le  prometió  su  ayuda,  y  el  principe  Juan  ofre- 
ció que  si  le  daba  tropas  que  ganaría  la  fuerza  de  Tarifa,  y  Abu  Jacúb 
ordenó  á  sus  caudillos  que  acompañasen  al  principe  con  cinco  mil  ca- 
ballos y  fuesen  á  cercar  la  fortaleza  de  Tarifa.  Desembarcaron  en  sus 
playas,  y  con  la  gente  que  se  les  juntó  de  Algezira  la  cercaron  y  comba- 
tieron con  máquinas  é  ingenios ;  pero  la  defendía  bien  don  Guzman. 
Aparado  el  principe  Juan  por  no  poder  cumplir  su  palabra  que  habia 
dado  al  rey,  acordó  de  probar  por  otra  Tia  lo  que  por  fuerza  no  era 
posible.  Tenia  en  su  servicio  un  hijo  mancebo  de  aquel  alcaide,  y  le 
mandó  encadenar  y  que  le  presentasen  á  vista  del  muro,  y  llamando  de 
su  parte  á  don  Guzman  le  propusieron  que  entregase  la  fortaleza  si  no 
quería  ver  morir  á  su  hijo;  pero  el  alcaide  no  respondió,  sino  desnu- 
dando su  espada  la  arrojó  al  campo  y  se  retiró.  Los  muslimes  enfurecí* 
dos  de  la  expresión  de  esta  respuesta  descabezaron  al  mancebo,  y  lan- 
zaron su  cabeza  al  muro  con  un  trabuco  para  que  su  padre  k  viese. 
Cansados  de  la  constancia  de  los  cercados  levantaron  el  cerco  y  se  reti- 
raron á  Algezira. 

En  este  tiempo  el  rey  Muhamad  de  Granada  solicitó  que  el  rey  Sancho 
le  restituyese  la  ciudad  de  Tarifa  que  era  suya ,  y  se  la  habia  usurpado 
el  rey  de  Marruecos.  Don  Sancho  de  Castilla  le  respondió  que  era  su 
conquista,  y  que  si  valia  alegar  derechos  antiguos  de  posesiones  perdi- 
das ,  que  él  pCMlia  demandarle  toda  la  tierra  de  Granada.  Con  estose  des- 
avinieron, y  el  año  694  (1295)  entraron  los  fronteros  de  Granada  en 
tierras  de  cristianos  y  las  talaron  y  robaron ,  y  el  frontero  de  Vera  Alha- 
zan  Aben  Bucar  ben  Zeyan  corrió  la  tierra  de  Murcia  con  mil  y  quinien- 
tos caballos,  y  peleó  con  los  cristianos  que  acaudillaba  el  infante  don 
Juan,  hijo  de  don  Manuel,  que  era  mancebo  de  doce  anos ;  pero  no 
pudo  evitar  la  tala  de  las  mieses,  viñas  y  olivares.  El  rey  Sancho  ben 
Alfonso  por  otra  parte  llenó  de  terror  á  los  muslimes ,  y  tomó  con  gran 
hueste  impetuoso  y  bravo  la  fortaleza  de  Quesada  en  la  luna  de  Muharram 
ddañosignientede695(t296),y  después  puso  cerco  á  Medina  Alcabdat  y 
la  conad>atíó  con  máquinas  é  ingenios,  y  la  entró  por  fuerza  de  armas  ma- 
tando la  mayor  parte  de  sus  morador  es ,  y  cautivando  los  demás,  y  asi- 
mismo se  apoderó  de  otros  fuertes  de  aquella  tierra.  Pero  no  se  gozó 
mucho  tiempo  el  rey  Sancho  de  sus  triunfos  y  crueldad ,  que  poco  des- 

87 


578  HISTORIA  DE  hk  POHUlAaOIf 

pues  la  Ueyó  Dios  altísimo  4  Gcbanam  \  M  vej  Mnhainad,  pir«  dUiwr 
las  nubes  do  la  aurora  de  su  imperio  como  correspondía  á  ln  noblea  y 
protección  propia  de  los  Nazares,  acudió  denodado  con  su  caballeria  al 
amparo  y  defensa  de  sus  fronteras.  Tres  años  continuos  estuvo  armado 
y  en  dura  guerra  de  algaras  y  cabalgadas  haciendo  mucho  daño  á  los 
cristianos ,  arruinando  sus  labranzas  y  robando  sus  ganados.  En  mitad 
del  año  *  697  (1298)  recobró  la  ciudad  de  Quesada,  y  la  pobló  de  musli- 
mes y  gente  de  Alhama :  y  puso  cerco  á  la  de  Alcabdat ,  la  combatió  f 
derribó  sus  muros ,  y  entró  en  ella  por  fuerza  de  armas  *.  cercó  en  su  al- 
cázar á  los  que  la  defendían  y  los  lanzó  de  la  fortaleza ,  que  Dios  estre- 
meció las  plantas  de  sus  pies ,  y  puso  esta  ciudad  en  su  poder  &  la  hora  de 
azala  de  adobar  dia  domingo  8  de  Xawál  año  697  (1298).  Es  esta  do- 
dad  de  muy  apacible  sitio  y  al  mismo  tiempo  de  mucha  (c^rtaleza,  el 
campo  de  lo  mas  fértil  y  ameno  de  aquel  pais ,  de  n^ucba  frescura  y 
abundancia  de  agua  muy  excelente.  La  conquista  fué  muy  gloriosa,  de 
mucha  dificultad,  y  costó  mucha  sangre:  poblóla  de  muslimes  de  la  fron- 
tina y  de  gentes  de  Alhama ,  y  reparó  sus  muros  y  abrió  fm  fo^os ,  y  la 
hizo  atalaya  de  algaras. 

Con  el  suceso  de  Tarifa  desconfió  el  rey  Abu  Jacub  de  las  empresas 
que  le  proponían  en  Andalucía ,  y  concertó  con  el  rey  Muhamad  que  te 
diese  cierta  cuantía  de  mitcalcs  de  oro  y  le  restituiría  la  Algocíra  Al  a- 
drá ,  que  ya  no  quería  posesiones  en  España.  Gonviniéroose  con  fadlidad, 
y  el  rey  de  Granada  recobró  su  ciudad ,  y  Abu  Jacúb  cuidó  de  sus  cosas 
de  África  sin  pensar  mas  en  Andalucía.  Asimismo  obligó  Mubamadá 
los  T^alies  de  Guadisy  de  Gomares  á  entrar  en  su  obediencia ,  porque  se 
rieron  solos,  ycedieronála necesidad- QuisoelreyMubámadaproTecbar 
la  ocasión  que  le  ofrecían  las  revueltas  de  Castilla ,  qqe  por  la  muerte  dd 
rey  Sancho  y  por  la  menor  edad  de  su  hijo  andaba  todo  turbado,  y  los  cris- 
tianos en  guerras  entre  si.  Como  entendiese  la  gran  falta  de  dinero  qoe 
había  en  Castilla  prometió  al  príncipe  don  Anric  veinte  mil  doblas  de  oro 
yalgunasfortalezás  de  la  frontera  porque  le  cediese  la  fortaleza  de  Tarifa; 
y  si  bien  don  Anric  venia  en  ello,  los  wazires  de  la  reina  y  el  alcaide  qoe 
tenia  la  ciudad  no  lo  consintieron.  Entonces  el  rey  de  Granada  corrió  h 
tierra  y  dró  batalla  muy  sangrienta  á  don  Guzman  cerca  de  Arjona,  en 
que  le  venció  y  rompió  su  caballería  con  gran  matanza  :  fué  esto  d  año 
699  (1299)  •,  y  luego  fué  sobre  Tarifa  y  la  cercó  y  combatió  con  roge- 
mos y  máquinas ,  pero  no  fué  posible  tomarla,  que  los  cristianos  la  de- 
fendían muy  bien.  Revolvió  Muhamad  con  sus  huestes  por  Andalucía 
y  puso  cerco  á  Medina  Jaén ,  y  quemó  los  arrabales  de  Baepa ,  dando  al 
mismo  tiempo  grandes  combates  á  la  ciudad;  pero  considerando  difidl 
por  entonces  su  conquista  levantó  el  campo  y  eorrió  aquella  tierra,  y  se 
apoderó  de  la  fortaleza  de  Balmar.  Asi  ilustraba  es(e  noble  rey  su  glo- 


f  Le  \naé  Dios  Aitisimo  en  Gebanam :  diee  Alcballb  que  falleeió  don  Sneho  afio  <N ; 
tal  vea  aera  Calta  on  la  copia ,  piua  acaba  de  decir  qq^  tomó  ia  cíiidad  de  Q«Mad«  eo  HflMr- 

ram  de  69$. 

•  E»  mí  copia  de  Alcbalib  dice  «w ,  pero  ya  he  dicho  la  fácil  depraTadon  del  alele  j  d  vnen 
en  lai  eopiaa  antignaa  y  ain  ápice^.  . 
s  Otros  dicen  S97* 


PE  iOS  ÁRABES  £N  E8BAHA.  ¿79 

rioflo  feioado,  cmndo  la  parca  qoe  acaba  y  dealniye  las  decías  do  la 
vid^  7  todas  las  esperanzas  de  los  hombres  le  atajó  los  pasos ,  y  fué  á  la 
misericordia  de  Dios  en  la  noche  del  domingo  8  de  Xaban  del  afio 
701.  Babia  principiado  ¿  reinar  en  domingo  7  de  Xaban  del  aSo  671 
(1302).  Había  nacido  en  Granada  el  año  633  (1235),  fnó  llevado  del  rei- 
nado de  esta  vida  al  eterno  estando  en  su  azaía  con  gran  quietud  y  tran- 
quilidad y  sin  aparente  quebranto  en  su  buena  salud  :  notándose  solo  en 
HPS  mejillas  s^aks  de  copiosas  lágrimas.  Fué  enterrado  en  sepultura 
aparte  del  ccmienterio  de  sus  mayores  en  la  parte  oriental  de  la  gran 
mezquita ,  en  las  bqertas  contiguas  á  las  casas  que  edificó  sn  nieto  * 
descendiente  del  sultán  Abi^l  IVdid,  y  después  le  dejó  en  ruinas  el  mas 
generoso  de  su  estirpe  el  sultán  amír  de  los  muslimes  Abul  Hegiag,  hijo 
de  su  bija,  Bios  los  baya  á  todos  en  su  misericordia  y  en  su  grada  am- 
pUsinia  fx>n  felicidad  de  sus  descendientes.  Dejó  el  rey  Muhamad  tres 
hijos  c  el  sucesor  y  socio  de  sa  imperio,  de  que  hablaremos  á  honrado 
Bjoe ;  Ferag,  el  que  conspiró  contra  la  vida  de  su  hermano ;  y  Naser,  el 
amir  después  de  su  hermano  depuesto  por  él  mismo.  Su  principal  wa- 
zir  ya  se  ba  dicho  que  fué  Abu  sultán  Azis  ben  Aly  ben  Abdebnenam 
de  DiMiia.  Sus  catibes  ó  secretarios  losde  su  padre ,  y  los  hijos  de  aque- 
llos Abo  Bec^r  ben  Juzef  de  Loja  el  Yabsabi ,  después  los  otros  dos  her- 
manos Abo  Aly  Albasen  y  Abu  Aly  Husein ,  hijos  de  Muhamad  ben  Juzef 
de  Loja ,  qoe  suoesi vamente  le  sirvieron :  ambos  eran  de  mucha  erudición 
j  de  excelentes  prendas.  Eran  de  una  casa  muy  principal  de  Loja  que 
por  sus  antepasados  tenia  parentesco  con  la  fainilla  real  de  losNasares. 
Después  fué  su  catib  Abid  Casem  Muhamad  ben  Alaabed  el  An- 
sari  :  este  era  de  los  jeques  mas  doctos  de  aquel  tiempo  :  sirvióle 
hasta  que  cansado  el  rey  de  su  genio  le  apartó  del  empleo  y  lo 
que  menos  pensaba  de  su  amistad,  y  le  privó  de  los  honores  de 
sa  clase.  Después  fué  su  caiib  el  docto  historiador  J^n  Abdala 
Muhamad ,  hijo  de  Abderahman  ben  Alhakem  Arramedi ,  que  des- 
pués filé  vriMir  de  su  hijo,  y  este  le  sirvió  hasta  el  fin  de  sos  días. 
Fperoii  ^us  cadies  ó  joeces  Abu  fiecar  Muhamad  ben  Fetah  ben  Aly 
de  Seyüla,  el  llamado  Istbaron,  desde  que  encargado  de  la  policia 
de  1^9  placas  encontró  un  dia  á  un  soldado  borradho  que  insultaba  á 
muchedumbre  de  gente  que  le  rodeaba,  y  el  mismo  cadi  por  su  mano 
le  prendió,  y  después  hizo  con  él  un  escaffinicnto  coando  estaba  en  so 
juido  ]  lo  que  le  dio  insigne  fama  de  rigoroso ,  y  juntó  las  dos  autori* 
dadas  de  policia  civil  y  criminal  de  las  plaias.  Después  fué  su  cadi  y 
jefe  de  los  cadies  ó  walilooda  el  justo  juea  Abu  Abdala  Muhamad  ben 
Hisém,  el  célebre  por  su  integridad  de  que  el  rey  mismo  hizo  muchas 
veces  experiencia  :  este  le  sirvió  basta  el  fin  de  su  vida.  Sn  su  tiempo 
fué  rey  de  los  moslimes  en  Almagréb  el  insigne ,  virtuoso  y  vencedor 
Abu  Josef  Jacúb  beo  Abdelbac ,  el  qoe  prevaleció  contra  los  Almoha- 
des y  los  echó  4e  todas  sos  tierras,  y  se  apoderó  de  sos  estados,  y  pasóá 
Andalocia,  como yi|  dijimos,  tr ea  ó  mas  vecM « y  eonsígoió  victorias  dd 

t  Eitoef:  MI  AiM  nieto  d  bisnieto  éuiaranieíA. 


580  HISTORIA  D£  LA  DOMIMACION 

enemigo,  y  tnvo  paces  y  guerras  con  los  reyes  de  España ,  y  nnirió  en 
Algezira  Aihadrá  de  pútridas  en  Muharram  del  año  685  (iS86).  Soce- 
dióle  en  el  reino  su  hijo  el  gran  sultán  sabio  y  excelente  Aba  Jacúb 
Juzef,  que  pasó  á  España  en  su  tiempo,  y  se  yió  con  Mobamad  de  Gra- 
nada en  Marbella  en  compañía  de  su  padre ,  y  fueron  sobre  Esbilk  y 
Córdoba  y  tierra  de  Murcia  y  otras.  Estuvo  un  tiempo  unido  con  Alfonso 
ben  Fcrando  hasta  que  se  alzó  contra  él  su  hijo  Sancho,  y  Alfonso  se 
acogió  al  rey  de  Almagréb  que  le  protegió,  y  fué  ¿  ampararse  de  d  al 
campo  de  ^teltera ,  como  es  bien  sabido :  luego  murió  Alfonso  y  le 
sucedió  su  hijo  Sancho,  que  reinó  lo  mas  del  tiempo  de  nuestro  rey  Mn- 
hamad ,  y  tuvo  con  él  paz  y  guerra  hasta  que  murió  año  694  (1294) ,  y 
le  sucedió  su  hijo  Herando  de  diez  y  siete  años  ^ ,  que  era  mny  niño 
pequeño,  y  en  este  tiempo  hubo  en  España  muchas  revueltas.  Eo  Ara- 
gón reinaba  Alfonso  ben  Gaymis  ben  Pedro  bed  Gaymis,  que  luego 
murió,  y  le  sucedió  su  hijo  Gaymis ,  d  que  entré  Almería  en  tiempo  de 
Nazar  el  hijo  de  Muhamad.  En  este  tiempo  fueron  las  divisioaes  de  lus 
Bani  Escaliula.  En  Medina  Guadis  los  arraezes  Abu  Muhamad  y  Abúl 
Hasen,  y  en  Málaga  y  Gomares  arráez  Abu  Muhamad  *Abdala,  y  en 
Gomares  hasta  el  fln  arráez  Abu  Ishac ;  y  cuando  murió  arráez  Abo 
Muhamad  tomó  su  estado  su  hijo,  y  el  hijo  de  su^  hermanad  dicho  rey: 
después  la  cntregó^por  convenio  al  rey  de  Ahnagréb,  que  la  dio  á  los 
Beni  Mohli ;  después  de  haber  estado  tanto  tiempo  en  mano  de  estos 
arrayaces  de  Bani  Escaliula ,  el  último  la  dejó  en  cand>io  de  alcázar  de 
Ketamaal  rey  de  Almagréby  la  recobró  en  fin  Muhamad,  como  se  ha 
dicho. 


CAPITULO  XIV. 

Gtterrai  en  Espaffa  y  África.  Toma  de  Gebai  Tarif  por  los  cristianos. 

A  este  ilustre  rey  sucedió  su  hijo  Abu  Abdala  Muhamad ,  de  tan  ber 
moso  cuerpo  como  ingenio,  amigo  de  los  sabios ,  excelente  poeta,  muy 
elocuente ,  de  mucha  afabilidad ,  muy  aplicado  al  gobierno ,  tanto  que 
velaba  las  noches  enteras  por  terminar  los  negocios  principiados  en  d 
dia.  No  había  ministros  que  pudiesen  astsürie  tanto  tiempo  como  traba- 
jaba, y  se  relevaban  en  las  horas  déla  noche :  esto  le  hizo  perder  la  sa- 
lud. Apenas  este  principe  subió  al  trono  cuando  su  pariente  Abul  He- 
giag  ben  Nasar  se  apartó  de  su  obediencia  en  la  ciudad  de  Guadis  donde 
era  waU ,  negándose  á  venir  á  la  solemne  jura  como  todos  los  walies  se 
presentaban.  Tenia  el  rey  dos  wazires  de  mucha  confianza,  el  primero 
el  que  lo  fué  de  su  padre  Abu  sultán  Aziz  ben  Aly  de  Denia,  y  él  se- 
gundo Abu  Abdala  Muhamad,  hijo  de  Abderahman  ben  AlhakemAm- 
medi.  £1  favor  que  el  rey  diqíensaba  á  estos  dos  vf  azires  ofendió  á  ma- 
chos y  en  eqieciál  á  los  parientes  dd  rey.  Sus  secretarios  ó  alcatibes 
Alerón  todos nmy  eruditos,  prindpalmenfe  Abu  Beqmr  ben  SfltoiD, 

i  Tal  wx  ¡  de  »¡cto  ú  diei  aío«. 


»B  LOS  ABABES  EN  ESPA&A.  58i 

^ba  Abdalá  bea  Assem ,  Aba  Ishac  ben  Gcbir ,  y  Aba  Abdala  Aloschi, 
¡osígno  poeta ,  y  AbúI  Hegiag  Dertosi.  Sas  aleadles  ó  jaeces  faeron  Mo- 
íiamad  bcn  Hisém  de  Elcbe  y  Aba  Giafar  Alcarsi ,  conocido  por  Farcon. 
Co  el  primero  mes  de  sa  reinado  concertó  sus  avenencias  con  el  rey 
üaymis  de  Aragón  en  fln  de  Xaban  del  año  701  (1302),  y  declaró  guerra 
il  rey  de  CastiUa. 

Su  primera  salida  fué  contra  la  ciodad  de  Almandhar  que  combatió 
r  entró  por  fuerza  de  amas ,  y  entre  las  preciosidades  que  en  ella  tomó 
r  muchos  cautivos  fué  una  muy  hermosa  doncella  que  entró  en  triunfo 
in  Granada ,  llevándola  en  un  roagnlGco  carro  rodeado  de  otras  muchas 
^ambien  muy  lindas.  Esta  circunstancia  aumentó  la  gloría  de  esta  in- 
»goe  victoria  del  rey.  La  fama  de  la  hermosura  de  esta  doncella  llegó 
I  África,  y  el  rey  de  Almagréb  envió  sus  mensajeros  á  Granada,  y  so 
a  pidió  muy  encarecidamente  al  rey  Muhamad,  que  se  la  hubo  de  con- 
ceder, aunque  con  alguna  repugnancia  de  su  corazón  porque  la  amaba, 
f  pretirió  el  bien  de  la  amistad  á  su  propio  gusto. 

£n  el  año  703  {\  303)  salió  el  rey  Muhamad  con  escogida  caballería 
OQtra  su  primo  Abul  Hegiag  bcn  Naser,  el  vali  de  Guadix ,  ayudan- 
lole  su  primo  para  destruirle ;  diéronse  una  sangrienta  batalla ,  en  que 
i  de  Guadix  quedó  vencido  y  huyó  con  pocos  de  los  suyos  que  se  sal- 
daron y  acogieron  á  la  ciudad.  £n  este  mismo  año  envió  sus  cartas  al 
f y  de  los  eristianos  solicitando  treguas  que  se  concertaron  por  cierto 
iempo ,  y  asimismo  solicitó  que  le  vendiesen  ó  cambiasen  la  fortaleza  de 
Tarifa ,  pero  no  lo  pudo  conseguir  :  en  el  año  siguiente  envió  á  su  cu- 
iadoFerag,  wali  de  Málaga ',  con  tropas  desde  Algezira,  y  cercó  la  ciu- 
biddeCebta  por  mar  y  tierra,  la  combatió  y  puso  en  tanto  apuro  que  el 
ey  Abu  Taleb  Abdala  ben  Hafsi  no  tuvo  mas  recurso  que  salir  de  elb 
nrtivamente,  y  luego  se  rindió  la  ciudad :  fué  esta  venturosa  jornada  en 
1  luna  do  Xawál  del  año  705  (1306)  :  asimismo  se  apoderó  después  de 
tras  fortalezas  de  este  rey  y  en  Cebta  encontró  el  gran  tesoro  que  este 
snia  escondido  :  fué  el  hallazgo  en  la  luna  de  Muharram  del  año  706 
1306).  Con  estas  ventajas  trató  de  hermosear  la  ciudad  de  Granada  con 
Iganos  edificios  magníficos  :  entre  otros  mandó  edificar  una  suntuosa 
lezquita  que  quiso  que  fuese  la  mayor ,  llenóla  de  mármoles  y  verdes 
ispes ,  labrada  toda  y  pintada  con  mucha  hermosura  :  labró  también 
n  gran  baño  publico  con  grandes  comodidades  t  este  dice  que  se  hizo 
e  los  tributos  de  los  cristianos  y  de  los  judíos,  y  los  réditos  del  baño 
^  aplicó  para  la  mezquita,  y  también  la  dotó  con  muchas  tierras  y 
acrtas. 

En  este  año  706  (1307),  en  3  de  Dylcada,  acaeció  en  África  que  el 
7  Juzcf  ben  Jacúb  de  los  Merines,  que  tenia  cercada  la  ciudad  de  Te- 
ncen,  y  puesta  en  mucho  apuro,  fué  asesinado  por  un  eunuco  dentro 
7  su  propio  haram,  sin  que  se  supiese  cómo  pudo  el  aleve  esconderse 
li  eh  su  entrada  como  en  su  salida .  Herido  de  muerte  el  rey  dio  voces  A 

t  Bsie  Peng  ben  Naur  muU  catado  con  una  haraatta  dal  ray  Xitamad  tlT  i  y  da  MU 
rron  lil|«a  Umail,  rey  «fuinio  da  Granada»  y  Mabamad ,  rey  oc tarai 


58$  Hiftloiuá  DE  LA  DOimAam 

súá  guardias  y  le  Bi^iiieron  j  arcanzaltmeiialMlo  ««taba  jra  páraMhrahé 
en  la  ciudad,  y  á  las  mismas  puertas  de  ella  le  alancearon  :  titió  toda- 
vía d  rey  como  doce  horas  y  cspir6.  Sucedióle  en  el  trono  su  nieto 
Amer  ben  Abdala  ben  Jucef ,  apdlidóse  Aba  Tbabet  i  en  el  mismo  dit 
leyantó  el  campo  y  fué  con  su  gente  contra  su  tio  Abu  Yabye  que  estaba 
en  Fez ,  y  le  yenció  en  sangrienta  batalla  :  volvió  á  Telencen  y  concertó 
paces  conMujEabenZeyan  que  mantenia  aquella  ciudad;  esto  fué  causa 
de  grandes  é  inesperadas  alegrías,  y  con  esta  ocasión  se  labró  en  Te- 
lencen puoneda. 

En  este  tiempo  Zuleyman  Aben  Rabie,  que  tenia  el  gobierno  de  la  du- 
dad de  Akneria,  quiso  akarse  con  titnlo  de  rey  en  ^,  y  se  entendió 
que  andaba  en  secretas  intdigencias  con  el  señor  de  Denia  el  barce- 
lonés Aben  Gaymis.  Luego  el  rey  Muhamad ,  sin  daiie  tiempo ,  túé 
contra  él ,  y  sorprendido  estuvo  en  gran  riesgo  de  venir  á  manos  dri 
rey  s  pero  por  su  fortuna  se  salvó  y  se  acogió  al  enemigo  mas  cruel  de 
los  muslimes,  y  le  incitó  á  que  hiciese  guerra  al  rey  de  Granada :  ñi¿ 
esta  jornada  del  rey  Muhamad  en  el  año  705  (1305).  Por  otra  parte  el 
rey  de  Castilla  de  acuerdo  con  el  barcelonés  entró  con  gran  hueste  k 
tierra  :  diólo  Muhamad  quejas  de  este  injusto  rompimiento,  y  respon- 
dió con  vanos  preteltos ,  y  con  mucha  altanería ,  y  iUé  ¿  poner  cerco  i 
la  ciudad  de  Algezira  Alhadr4 ,  y  sentó  su  camjk)  en  21  de  la  luna  de 
Safar  del  año  *  708  (1 308} .  El  cruel  Aben  Gaymis  envió  su  hueste  contra 
Almeria  en  el  mismo  tiempo  y  la  cercó  por  mar  y  por  tierra  :  oomo  los 
muslimes  de  la  ciudad  hiciesen  frecuentes  salidas  contra  su  campo  lo 
fortificó  de  barreras  y  honda  cava. 

El  rey  Muhamad  allegó  su  caballeria  y  fué  á  socorrer  á  los  creados 
de  Algezira :  pero  las  copiosas  lluvias  y  recio  t^spcM^al  no  le  dejaron  ha- 
cer cosa  de  provodio.  Zuleyman  Aben  Rabie  auxiliado  de  los  eHstianos 
pasó  á  África  y  levantó  gente  y  fué  contra  Gebta ,  que  era  del  rey  de  Gra- 
nada, y  la  cercó  por  mar  y  por  tierra :  elrey  de  Castilla  como  ebténdiese 
que  la  fortaleza  de  Gebaltaric  estaba  mal  guardada  envió  parte  de  sa 
gente,  la  cercó  y  combatió  con  ingenios  y  máquinas  de  truenos ,  y  los 
cercados  se  la  entregaron  por  avenencia  saliendo  con  sus  personas  y  Ne- 
nes ,  y  como  mil  y  quinientos  muslimes  se  pasaron  ¿  AÍHca.  Los  cristiii- 
nos  repararon  los  muros ,  y  la  torre  del  monte,  y  las  adarásanas,  que 
estaban  medio  caldas.  Viendo  Muhamad  la  constancia  del  rey  de  Castflh 
que  cercaba  la  ciudad  de  Algezira,  que  los  cercados  estaban  ya  en  gran<ie 
apuro,  que  lo  de  Almeria  era  muy  urgente,  y  que  en  la  corte  se  susdP 
taban  sediciones ,  y  que  era  imposible  atender  á  todas  estas  cosas  como 
la  importancia  de  ellas  requería ,  envió  al  rey  de  Castilla  sus  cartas  con 
el  arráez  de  Andarax :  proponíale  que  si  levantaba  él  c^tx>  de  Algezira 
y  desistia  de  la  guerra  le  daría  las  fortalezas  de  Quadros,  ChaoqidB, 
Quesada  y  Baliliar,  y  ademas  hasta  cinco  mil  doblí^  de  oro.  Aoeptó  d 
rey  de  Castilla ,  y  dadas  seguridades  de  ambas  partes  el  rey  de  Gastilte 
levantó  el  cerco  de  Algezira ,  y  los  muslimes  respiraron  de  su  larga  as- 
fsstia :  filé  esto  i  fines  de  Xaban  del  año '  708  (1306). 

1  AlCAtib  dic«  T09.  *  Átcatib  dice  fM. 


ht  tm  ÁRABES  SN  ESPAJtA.  583 


CAPITULO  XV. 

Rfbelioii  en  Granada  y  renancia  de  M ohamad.  Le  sacede  Naxar.  Muerte  del  rey  Hertnde 

en  Aleabdat,  y  de  Muhamád. 

Eq  tanto  que  Mubamad  se  ocupaba  eo  el  gobierno  y  defensa  dd  estado 
sin  descansar  un  punto,  se  babia  levantado  en  Granada  nn  partido  A 
faTor  de  su  hermano  el  principe  Naxar ,  hijo  de  Mohamad  ben  Juzef  ben 
Naiar,  llamado  Abnlgins.  £1  pretexto  era  que  el  rey  estaba  enfermo  de 
los  ojos ,  y  que  necesitatm  en  todo  fiarse  de  los  ágenos ,  que  necesitaban 
las  cosas  del  reino  un  principe  de  hermosos  y  penetrantes  ojos.  En  todo 
esto  se  enyolvia  la  envidia  de  los  principales  jeques  y  caballeros  al  pri- 
mer waadr  del  rey ,  y  el  deseo  ambicioso  de  probar  fortuna  en  laS  ttoTe-* 
dades  del  estado.  Concertaron  su  conjuración  con  harta  sagacidad ,  y  no 
se  traslució  ni  pudo  remediar  cuando  solo  parecían  hablillas  y  murmu- 
nciones  vulgares.  A  la  hora  del  alba  del  dia  de  la  fiesta  de  Álfitra  6  Sá* 
lida  de  Ramaian  del  afio  708  ^  cacaron  el  alcázar  muchas  gentes  del 
bajo  pueblo,  sin  intentar  la  entrada ,  ni  hacer  mas  violencia  que  gritar 
y  decir :  Viva  nuestro  Muley  Nazar,  viva  nuestro  rey  Nazar.  Otra  infi-^ 
nita  chusma  de  gente  menuda  aclidtó  á  la  casa  del  vazir  A  bu  Abdala  el 
Lschmi  y  la  entraron  por  fuerza,  robando  y  saqueando  oro ,  plata ,  ves- 
tidos, armas  y  caballos,  destruyendo  preciosas  alhajas,  y  quemando 
muebles  y  preciosos  libros  que  tenia.  Luego  corrieron  al  alcázar  y  con 
pretexto  de  buscar  al  wazir  que  se  había  refugiado  en  él  atropellaron  á 
k)s  pocos  guardias  que  quisieron  contenerlos ,  entraron  furiosos  sin  res- 
petar la  casa  real  ni  la  magestad  misma  del  rey  Muhamad  que  les  salió 
al  paso,  y  en  su  presencia  maltrataron  de  muerte  al  wazir,  y  se  cebaron 
en  robar  y  despojar  el  mismo  palacio.  Guando  el  pueblo  sale  de  la  de- 
bida sumisión  y  con  cualquiera  pretexto  se  desenfrena,  parece  que  apro- 
vecha los  instantes  de  su  impunidad  para  vengarse  del  respeto  y  de  la 
forzada  y  necesaria  obediencia  que  ha  prestado  antes.  Los  caudillos  de 
la  sedicioo,  en  tanto  que  la  desordenada  plebe  robaba  cuanto  habia,  cer- 
caron al  rey  Muhamad  y  le  intimaron  el  decreto  del  sd>erano  pueblo , 
que  abdicase  la  corona ,  ó  perdiese  la  cabeza ,  que  el  pueblo  proclamaba 
é  su  hermano  Nazar.  á  buen  Muhamad  viéndose  solo  entre  tantos  ene- 
migos no  dudó  un  punto,  y  con  mucha  solemnidad  renunció  aquella 
noche  el  reino  en  su  hermano.  Nazar  no  quiso  por  entonces  verle  y  le 
mandó  llevar  al  palacio  del  Principe  fuera  de  Granada ,  y  le  mandó  con- 
ducir A  Almuneoab,  y  asi  se  hizo.  Juraron  todos  obediencia  al  rey  Nazar, 
paseó  las  calles  á  calmllo  entre  festivas  aclamaciones.  Entre  tanto  los 
cristianos  de  Castilla  tomaron  la  fortaleza  de  Témpul,  y  en  Añrica  Zu- 
Icyman  Abn  Rabie  se  apoderó  de  Cebta  y  de  toda  su  comarca  ayudado 
de  los  cristianos.  Fué  esta  conquista  de  Cebta  en  la  luna  de  Safar  del 
aüo  709  (1309).  Procuró  ú  rey  Nazar  concertar  treguas  con  d  rey  do 
GasliUa  para  atender  ala  guerra  de  Almería ;  pero  no  tuvieron  efecto  las 

*  Parec«  que  debU  ser  709. 


S84  HISTORIA  0E  LA  IVOMOIACIOII 

negociaciones.  Los  cristianos  eran  muy  altaneros  y  difíciles  cuando  se 
les  pedia  la  paz,  y  muy  apacibles  y  humildes  cuando  la  demandaban  .- 
condición  de  enemigos  poco  generosos.  Allegó  Nazar  sus  gentes  y  fué  á 
socorrer  á  los  cercados  de  Almería.  Salióle  al  paso  el  tirano  Aben  Gay- 
nús  el  barcelonés,  y  trabaron  muy  sangrienta  batalla.  La  matanza  foé 
tan  cruel  que  los  campos  quedaron  cubiertos  de  cadáveres ;  la  nodie  los 
separó  de  la  pelea ,  y  al  dia  siguiente  los  cristianos  levantaron  el  cerco, 
que  no  quisieron  entrar  en  otro  tal  combate.  Con  esto  amparó  á  los  afli- 
gidos que  estaban  ya  para  entregarse  al  enemigo.  Fué  esta  yictoría  en 
fin  de  Xaban  del  año  709  (1310).  Nazar  volvió  triunfante  á  Granada, 
aunque  perdió  en  la  jornada  gente  muy  escogida. 

Poco  después  de  esta  expedición  se  dio  aviso  al  rey  Nazar  de  como  sa 
sobrino  Abul  Said,  hijo  de  su  hermana  y  de  Feragben  Nazar,  irali  de 
Málaga,  andaba  suscitando  partidos  y  haciendo  bandos  con  miras  muy 
ambiciosas ;  mandóle  el  rey  prender ;  pero  esto  no  fué  tan  secreto  como 
convenia ,  y  el  mancebo  huyó  de  Granada.  Escribió  el  rey  á  su  cuñado 
para  que  lo  corrigiese,  y  el  padre  en  vez  de  castigarle  puso  alas  á  los 
deseos  ambiciosos  de  su  hijo ,  y  respondió  al  rey  con  amenazas  y  recon- 
venciones sobre  lo  pasado  con  su  buen  hermano  Muhamad.  A  fines  de 
la  luna  de  Giumada  postrera  del  año  710  asaltó  á  Nazar  un  violento  y 
súbito  accidente  de  apoplejia :  los  médicos  acudieron  con  muchos  reme- 
dios que  no  aprovecharon ,  y  entonces  todos  le  tuvieron  pe»-  moerto. 
Apenas  se  divulgó  la  noticia  en  la  ciudad  cuando  los  amigos  de  Muha- 
mad ,  que  habian  estado  al  aire  de  la  f(Vtuna  que  soplaba,  y  pocos  k 
habian  acompañado  en  su  destierro,  se  alborotaron  y  corrieron  ¡nnesii- 
rosos  á  traerle,  y  á  su  pesar  le  sacaron  en  una  litera  de  Almuneeab  y  le 
entraron  en  Granada  á  primeros  de  la  luna  de  Regeb  del  mismo  año :  pero 
¡  cuál  fué  la  sorpresa  de  estos  cuando  entendieron  que  Nazar  recobraba 
su  salud ,  y  que  toda  la  dudad  estaba  en  fiestas  por  su  inesperado  resta- 
blecimiento !  el  buen  Muhamad  pretextó  que  su  venida  h¿m  sido  á  vi- 
sitarle sabiendo  el  quebranto  de  su  salud.  Nazar  disimuló  y  manifestó 
agradecimiento.  Mandóle  volver  á  Almuneeab,  y  que  le  acompañasen 
los  que  le  habian  traido.  No  faltaron  consejeros  que  insinuaron  áMaztf 
que  pusiese  en  rigurosa  prisión  á  su  hermano;  pero  él  que  conocía  sa 
buen  corazón  no  permitió  que  se  le  incomodase. 

Todavía  hubo  malsines  que  atribuyeron  al  depuesto  Muhamad  la  en- 
trada que  hizo  el  rey  Herando  de  Castilla :  entró  con  gran  hueste  ta- 
lándolos campos,  viñas  y  olivares ,  y  cercó  la  ciudad  de  Alcabdat^  y  por 
avenencia  se  entregó*.  Gomo  entendiese  estas  cosas  Muhamad  escribió  al 
rey  de  los  cristianos  que  por  su  antigua  amistad  no  hiciese  guerra  en 
tierras  de  su  hermano,  y  que  siquiera  entrase  en  lo  de  Málaga,  pues 
aquel  wali  era  enemigo  de  Granada,  que  de  esta  manera  le  libraría  de 
mala  sospecha ,  pues  le  querían  culpar  sobre  lo  de  Alcabdat.  El  rey  de 
Castilla,  por  amistad  ó  porque  para  su  intento  era  lo  mismo,  UevósQ 
hueste  ocrntra  Málaga,  y  antes  de  partir  del  campo  de  Alcabdat  le  tono 
la  muerte ,  y  la  ocultaron  tresdiasy  le  trasladaron  áGien,  donde  nim- 
bUcó,  y  le  proclamó  sti  hQo  Alftmso» 


BE  LOS  ÁRABES  EH  ESPAÑA.  S85 

De  esta  muerte  del  rey  Herando  y  de  sos  circanstancias  se  dicen  cosas 
muy  extrañas ,  de  que  be  tratado  en  mi  obra  de  casos  raros.  No  mucho 
después  faUeció  también  el  buen  rey  Mubamad '  á  principios  de  la  luna 
de  Xawál  del  año  71 3  (1 314).  Mandó  su  bermano  Nazar  sepultarle  en  el 
cementerio  de  sus  mayores,  donde  se  le  puso  este  epitaGo :  «  Este  es  el 
sepulcro  del  sultán  virtuoso ,  principe  j  usto ,  sabio  en  el  temor  de  Dios, 
uno  de  los  reyes  virtuosos ,  sufrido  en  sus  trabajos ,  laborioso  en  el  ca* 
mino  de  Dios,  el  apacible,  el  austero,  el  temeroso  de  Dios ,  el  bumildc, 
el  resignado  en  Dios  en  las  desventuras  y  en  las  prosperidades ,  mora- 
dor de  ios  dos  paraisos  pon  su  meditación  y  sus  alabanzas,  el  que  enca- 
minaba á  las  criaturas,  y  mantenía  la  justicia,  camino  patente  de  la 
confianza  y  de  la  bondad,  mantenedor  del  pueblo  en  su  honra  con  vic- 
torias ganadas  con  propio  valor,  justicia  del  trono,  decoro  y  luz  res.- 
plandeciente  del  estado,  puerta  de  la  ley  y  de  la  fe :  constante  loador  de 
Dios  en  sus  males  y  en  sus  desgracias:  lucirá  en  el  día  de  la  cuenta, 
exacto  en  la  tradición  y  en  las  obras  de  la  ley  y  en  las  altas  puriGcacio- 
nes :  el  dispuesto  siempre  contra  inGeles  con  paso  de  Grmeza  y  merito- 
rio, observador  de  la  justa  medida,  carta  franca  de  humanidad,  ampa- 
rador de  los  templos ,  defensor  de  la  religión ,  el  escogido ,  el  Ínclito ,  él 
heredero  de  los  Nazares ,  heredero  de  sus  estados  y  de  su  justicia  y  labo- 
rioso celo  en  la  defensa  y  gobierno  de  los  pueblos,  y  en  acrecentar  sus 
ventajas  y  utilidades,  el  clemente  rey ,  príncipe  de  los  muslimes,  honor 
de  los  creyentes,  domador  irresistible  de  los  incrédulos,  el  vencedor 
por  la  gracia  de  Dios  Abu  Abdala ,  hijo  del  principe  de  los  fieles ,  el  sul- 
tán excelso ,  prefecto  de  la  dirección ,  nube  de  rocío ,  vida  de  la  tradición, 
apoyo  de  la  secta ,  el  laborioso  en  el  camino  de  Dios ,  amparador  de  la 
ley  de  Dios,  Abu  Abdala,  hijo  del  príncipe  de  los  fieles,  el  vencedor  por 
Dios  Abu  Abdala  ben  Juzef  ben  Nazar,  honre  Dios  su  mansión  y  séale 
gracioso  por  su  bondad :  nació,  complázcase  Dios  de  él ,  en  día  miércoles 
3  de  Xaban  honrado  del  año  655;  y  murió,  santifique  Dios  su  espíritu 
y  refrigere  su  sepulcro  con  las  copas  suaves  de  su  benignidad,  en  dia 
lunes  3  de  Xawál  del  año  71 3.  Elévele  Dios  á  las  mas  altas  mansiones 
de  los  justos ,  por  la  verdad  de  la  ley ,  y  bendiga  á  los  que  quedan  de  su 
casa.  Bendiga  Dios  á  nuestro  señor  y  nuestro  dueño  Mubamad  y  á  los 
suyos  con  bendición  cumplida.  • 

Por  el  otro  lado  de  la  piedra  se  puso  otro  elogio  de  sus  virtudes , 
rogando  á  Dios  le  conceda  el  premio  de  eUas ;  que  refrigere  con  bcnig* 
Das  auras  su  sepulcro,  que  le  riegue  con  apacible  rocío  y  liberales 
nubes  de  clemencia ,  que  le  vista  y  adorne  de  las  pifeciosas  vestiduras 
de  su  misericordia ,  que  le  coloque  en  las  eternas  y  felices  moradas  del 
paraiso. 

t  Abogado  en  ana  laguna ;  se  ignora  si  cayó  por  traición  ó  por  pora  desgracia. 


iw  naKoniA  m  u  mmürmiqí 

CAPITULO  XVi. 

RéMi  y  ^ieirdé  Ioe||6  él  reino  N«sar.  Átgárás  del  rey  Pedro  de  Caáiílla. 

Déspaéil  de  lá  muerte  del  bnen  rejr  Mühamad  todos  los  paHldos  se  dé- 
beHAti  haber  desparecido ,  pues  d  rey  Nazar  prUicipiaba  en  este  punto 
á  poseer  legitlmámeute  el  trono  que  antes  ocupaba  sin  razón ;  pero  no 
ftié  asi,  qUé  desde  luego  hubo  inquietudes  y  sedición.  Era  Nazar  de  ga- 
llarda eátíitUra  ^  hermosos  ojos ,  y  elefantes  proporciones ,  de  singular 
Ingenio ,  buen  hatural ,  arante  y  apacible  con  todos ;  era  moderado  y 
muy  estudioso  y  dado  á  las  dencias ,  en  especid  á  la  astronomía,  fira 
su  maestro  eil  ella  el  sabio  Abu  Abdala  ben  Arracank ,  hombre  Íncom< 
parable  en  la  maqtünaria,  que  inventó  muy  ingenldtos  relojes  y  taUas 
astronómicas.  Tenia  el  rey  Nazar  cuándo  su  primera  pro^lamadon 
Teinte  y  tres  años ,  y  con  su  presencia  ganaba  las  toluntades  de  todos ; 
asimisino  era  muy  liberal ,  y  enemigo  de  la  guerra.  Asi  fué  que  desde 
el  principió  de  sU  gobierno  procuró  hacer  paces  oon  los  cristianos,  y 
enyió  sUs  mensageros  al  principé  Pedro  dé  Castilla  para  que  le  recibiese 
en  su  amistad.  £1  cristiano  holgó  mucho  de  esto  y  concertaron  sos 
aliahieas.  Stts  wa¿ires  fueron  Abu  fiecar  ben  Atia,  y  Abu  Mubamad  ben 
Almul  de  Górdoha,  ilustre  por  su  nobleza ,  valor  é  ingenio ,  y  Muha- 
mád  ben  Aly  el  Hagi,  hombre  astuto  y  ambicioso,  causa  de  grandes  alte- 
raciones en  el  estado,  y  en  suma,  el  que  perdió ál  rey  Nazar.  Su  único 
alcatib  ó  secretario  fué  Abul  Hásan  ben  Algiab  que  le  sfa'Tió  toda  h 
vida ,  y  su  alcadi  tatnbien  único  Abu  Giafar  el  Carsi  llamado  Alforcon. 
Lá  ambición  desmedida  de  este  wazir  Alhagi  tenia  descontentos  á 
muchos  principales  señores,  pues  ft  todos  los  apartaba  dd  palacio ,  y  no 
queria  que  ninguno  pudiese  llegar  al  rey  sino  por  stt  mano ,  y  i  los  que 
veia  en  la  gracia  de  Nazar  los  perdía  con  artiflcios  y  engaños.  Eran  ys 
tantos  los  ofendidos  de  la  altátieria  y  envidia  del  vazir  que  formaron 
bando  para  destruirte ,  y  si  era  menester  al  mismo  rey  que  le  estimaba 
y  confiaba  en  él.  Aprovecharon  los  descontentos  la  ocasión  que  ofhHria 
el  wali  de  Málaga,  cuñado  del  rey^  el  éual  Ihvorecia  las  ambteiosas  miras 
de  su  hijo  Abul  Walid ,  que  no  aspiraba  menos  que  á  levantarse  con  d 
reino.  EscHbteron  los  descontentos  al  de  Málaga,  y  este  wáli  los  llenó 
de  esperanzas  y  ativó  el  fuego  de  la  sedición.  Envió  sus  agentes  k  Gra- 
nada ,  y  levantaron  un  niotin  pidiendo  la  cabeza  del  wazir  Alhagi :  lodo 
el  pueblo,  amigo  siempre  de  novedades,  reforzó  la  voz  de  los  sedidosos, 
y  osarotí  demandar  al  rey  la  cabeza  del  wazir.  Este  tuvo  ianla  élocoeo- 
cia  y  tenia  al  rey  Un  persuadido  de  sus  buenos  servicios ,  que  el  rey  k 
ofreció  seguridad  en  cuanto  á  su  vida.  Salió  el  rey,  apaciguó  con  sos  pa- 
labras al  pueblo ,  y  les  dijo  que  él  baria  qiie  aquel  wazir  no  les  incomo- 
dase mas.  Con  esto  se  calmó  la  tempestad  ^ ;  pero  el  rey  no  hizo  mas  que 
privar  al  wazir  de  su  empleo.  Esto  no  satisfizo  á  los  descontentos,  y 

*  Dice  Alcatib  que^u  sedición  faé  el  dia  25  de  Ramatan  del  afie  Tis. 


M  tdS  AJUMA  tñ  fiSPAüA.  si» 

por  inflojo  del  mismo  Watir  pAdeéian  persecilcioii ,  y  el  i^ef  tíralábá  dé 
«castigar  &  los  sedldoaot  poooápooo.  No  tardaron  ellos  eii  entendí  está 
reaoliidoQ,  j  machos  de  los  mas  culpados  huyeron  á  Málaga  y  aidmá- 
ron  al  wali  á  qne  intentase  el  apoderarse  del  reino,  asegurándole  de  laá 
buenas  disposiciones  que  habla  en  Granada  para  salir  bien  de  la  empresa : 
asi  fué  que  Abul  Walid  allegó  gran  hueste  y  partió  hacia  Granada  coii 
grandes  esperanzas.  Allanó  con  poca  dificultad  las  fortalezas  que  hay  en 
el  camino ,  y  se  acercó  con  su  formidable  campo  delante  de  Granada. 
AHÍ  acampó  dia  28  de  Xawál  del  ailo  713.  En  ese  mismo  dia  salió  mucha 
genle  de  Granada  y  se  incorporó  con  su  campo ,  al  mismo  tiempo  otros 
sediciosos  alborotaron  la  ciudad  derramando  dinero  entre  la  gente  me- 
nuda ,  y  ofreciendo  mucho  mas  á  otros  mas  considerables.  Toda  la  ciu- 
dad se  diyidió  en  bandos ,  y  los  unos  y  los  otros  robaban  y  matabah , 
sadando  unos  su  codicia  ^  y  otros  sus  resentimientos  y  particulares  Ten-* 
ganzas.  En  esta  revuelta  y  desorden  esturieron  gran  parle  de  aquel  diá 
y  toda  la  nodie,  y  al  amanecer  los  que  mas  padecían  abrielx>u  las  puer- 
tas de  la  ciudad  que  están  á  la  banda  del  arrabal  delante  del  Albayzin , 
y  sin  que  nadie  lo  estcn'bara  entró  la  gente  de  Abul  Walid ,  y  ocupó  lá 
fortaleza  que  está  enfrente  de  la  Albamra,  y  después  se  apc^eraron  del 
alcázar ;  fué  esto  el  dia  29. 

El  rey  Nazar  con  los  suyos  se  habia  retraído  á  la  Alhamra ,  y  luegb  le 
cercaron  los  de  Abul  Walid.  Yiéndose  en  apuro  y  sin  tener  á  quien  acu^ 
dir,  se  acordó  de  enviar  á  pedir  socorro  al  principe  Pedro  que  estaba 
en  GónMMi ,  y  le  escribió  la  gran  necesidad  que  tenia  de  su  favor,  y  lé 
rogó  que  le  viniese  á  librar  de  su  sobrino  el  wali  de  Málaga,  que  le  te* 
nia  cercado  en  la  Alhaimif  que  todavía  tenia  muchos  de  su  partido  que 
le  ayudarían  si  él  pareciese,  como  esperaba  de  su  amistad*  Luego  este 
principe  de  Castilte  juntó  su  gente ;  pero  no  fué  tan  presto  como  las  dr^ 
cunstandas  requerían.  El  vrall  de  Máhga  estrechó  tanto  á  If azar  qué 
sus  gentes  le  rogaron  que  se  entregase  con  buenas  condidones,  que  tió 
eqierase  socorro  sino  del  délo.  Pmoádiósc  Nazar  de  sus  razones ,  f 
concertó  con  sü  sobrino  que  le  cediese  la  dudad  de  Guadix  y  su  co^ 
itiarca ,  y  seguridad  y  perdón  para  los  que  habian  seguido  ^u  bando. 
Todo  lo  Cf^c^Uó  el  vencedor  con  mucha  generosidad ,  cotitento  de  ba- 
bel* logrado  tan  fácilmente  ét  fin  de  sus  deseos.  Luego  salió  el  depuesto 
rey  Nazar  para  Guadií  la  noche  del  martes  3  de  Dylcada  con  poca  com» 
pafllá ,  bien  desengañado  de  la  vanidad  de  las  prosperidades  htunanas, 
viendo  en  su  desgrada  la  misma  suerte  que  él  habia  hecho  probar  á  stt 
hermano  Mühamad.  Entre  tanto  el  pueblo  de  Granada  celebraba  con 
grandes  fiestas  la  proclamación  desu  nuevo  rey .  Por  otra  parte  el  prindpe 
Pedro  de  Castilla  venia  con  escogida  gente  de  á  caballo  al  socorro  de  su 
amigo  Nazar,  y  en  el  camino  tuvo  nuevas  de  como  ya  el  wali  de  Málaga 
9é  habla  apoderado  de  la  Alhamra ,  y  todos  lé  tenían  ya  por  su  rey. 
Asimisttio  supo  que  él  t^  Nazar  depuesto  caminaba  para  Guadix  con<^ 
tcMo  de  su  fortuna:  Ckm  fodo  eso  el  enemigo  de  Dios,  ya  que  nopasóft 
Granada  como  era  su  ánimo,  no  quiso  pmier  la  ocasión  de  hacer  dafio 
en  la  tierra,  y  puso  cerco  ala  fortaleza  de  Rttte$  y  ittinquo  «M  de  Myo 


Sa8  HISTORIA  DE  LA  DOMINAGIOII 

harto  fuerte ,  y  estaba  bien  defendida ,  la  combatió  y  entró  en  eDa  por 
fuerza  de  armas  matando  y  cautivando  á  los  defensores.  Con  esto  se  re- 
tiró contento  y  triunfante  á  Córdoba.  £1  buen  rey  Nazar  pasó  contento 
¿  so  retiro  de  Guadix ,  y  como  moderado  y  sabio  no  aspiró  á  recobrar 
sus  reinos ,  aunque  no  faltaban  algunos  que  se  lo  aconsejaban ,  y  le  pro- 
metian  ayuda  y  oportunidad  para  conseguirlo.  Asi  pasó  su  vida  tran- 
quilo hasta  el  miércoles  día  G  de  la  luna  de  Dylcada  año  723,  en  que 
murió.  Fué  depositado  su  cadáver  en  la- mezquita  de  la  alcazaba  de 
aquella  ciudad,  y  de  alli  trasladado  á  Granada  dia  primero  de  Dylhagia  del 
mismo  año.  Se  le  hizo  muy  honrado  entierro,  á  que  asistió  el  rey  sa  so- 
brino con  muy  noble  acompañamiento ,  el  rey  tuzo  sobre  el  féretro  sn 
oración  de  alejar,  y  con  mucha  pompa  y  solenmidad  fué  puesto  en  el 
cementerio  de  sus  padres  el  jueves  dia  6  de  dicha  lona  :  y  se  le  puso 
este  epitaGo :  « Este  es  el  sepulcro  del  sultan  alto,  poderoso,  ilustre ,  de 
muy  gran  casa ,  descendiente  de  los  reyes  muy  nobles ,  y  de  la  mas  prts 
ciada  prosapia  de  los  excelentes  Alansares ,  el  mas  alto  en  linage ,  es- 
plendor real  y  defensa  inaccesible  de  los  suyos.  El  cuarto  de  los  reyes  de 
Bcni  JNazar,  defensores  de  la  ley  y  de  la  dirección ,  escogidos  oeiAdores 
laboriosos  en  el  camino  de  Dios,  el  rey  clemente  con  los  hombres,  liberal 
entre  los  liberales ,  en  su  bondad  noble,  generoso,  bien  inteocionado, 
santo,  misericordioso,  A  bul  Giux  Nazar,  hijo  del  sultan  alto,  ampara- 
dor, ilustre,  defensor,  rey  justo,  indito,  humano,  defensor  déla  ley, 
del  Islam,  aniquilador  de  los  idólatras,  el  favofecido,  el  vencedor,  el 
piadoso ,  el  santo  principe  de  los  Celes  Abu  Abdala ,  hijo  del  sultán  no- 
ble rey,  honor  de  los  hombres,  caudillo  de  los  fieles,  rey  de  k»  qat 
temen  á  Dios ,  y  de  los  bien  intencionados ,  deporto  fiel  ^  de  ta  tmdkkm 
y  palabras  del  Islam ,  amparo  de  la  religión  y  de  la  fe ,  d  v^icedor  por 
Dios,  el  victorioso  por  la  gracia  de  Dios,  el  santo,  el  misericordioso 
principe  de  los  muslimes  Abu  Abdala  ben  Nazar,  sálvele  Dios  y  cóbrale 
con  su  misericordia  y  su  clemencia ,  colóquele  en  morada  de  santidad , 
escribalc  entre  aquellos  con  quienes  se  complace.  Fué  su  nacimiento 
dia  lunes  24  de  la  luna  de  Ramazan  el  grande,  año  de  686  (1287).  Fué 
jurado  en  dia  viernes  2  de  Xav^al  año  708  (1309),  y  murió  sepioitado  la 
noche  del  miércoles  6  de  la  luna  de  Dylcada  año  722  (1 3i2)«  Alabado  sea 
el  rey  de  verdad ,  el  claro  heredero  de  la  tierra  y  de  lo  que  hay  sobre 
ella,  que  él  es  el  mejor  de  los  herederos.  »  Y  en  versos : 

«  I O  sepulcro  del  generoso !  sobre  tu  polvo  caigan  nubes  odestes  de 
amparo ,  de  misericordia  y  do  paz :  en  tu  estrado  se  oiga  siempre  la  ben- 
dición á  un  rey  noble  generoso  de  los  mas  generosos ,  delicia  dd  género 
humano,  bondad  lie  corazón  s(d>re  todas  las  criaturas,  caridad ,  bmuhui- 
tial  perenne  de  gloria ,  seas  feliz  con  Nazar,  el  coarto  de  los  reyes  de 
Beni  Nazar  defensores  del  Islam.  Desde  la  salida  del  lucero  de  la  rdi- 
.  gion ,  desde  el  alba  de  la  ley  fué  su  trono  de  ellos  él  mejor  amparo  de  ka 
criaturas.  O  señor  de  la  bondad  y  de  la  humanidad,  tu  casa  füó  mina 
de  juicio ,  do  prudencia^  do  virtud  y  de  beneflcanctai  y  ÍmUhtoii  m  Ú 

i  Baflt,  ti  <!««  Mbe  lai  ttidldooM. 


DE  LOS  ÁRABES  CN  ESPAÑA.  589 

k>  que  deseaban  cuantos  tnyieron  la  suerte  de  oonocerte  j  acercarse  ¿ 
ti :  la  nobleza  y  excelencia  del  orbe ,  el  resplandor  de  la  bondad  en  su 
cara  como  la  luz  del  día  que  quila  las  sombras.  Nunca  estuTO  la  luna 
en  mas  perfecto  y  hermoso  plenilunio :  los  altos  méritos  de  Abu  Giux 
dan  de  si  olor  vivo  como  el  mosco  precioso  se  descubre  aun  en  sellado 
bote.  Cúbrale  Dios  con  su  misericordia ,  con  la  cual  se  sirya  ponerle  en 
eterna  mcnrada  de  deudas. » 


CAPITULO  XVII. 

De  los  reyes  de  sa  tiempo. 

En  Almagréb  el  sultán  Abu  Rabie  Zuleyman  ben  Abdala  ben  Abi  Ja- 
cúb  Juzef  ben  Abi  Juzef  Jacúb  ben  Abdelhac  entró  en  el  imperio  des- 
poes  de  la  muerte  de  su  hermano  el  sultán  Abu  Thabet  Amer,  que'mu- 
rió  en  confines  de  Tanja  en  Safer  del  año  708  (1308).  Fué  célebre  su 
reinado  y  en  su  tiempo  toIyíó  Gebta  al  poder  de  los  Merínes  :  luego 
murió  en  Tezi  en  luna  de  Regeb  del  año  71 0 ,  y  tomó  el  imperio  des- 
pués del  tío  de  su  padre  el  sultán  noble  y  grande  Abu  Said  Othman  ben 
Abi  Juzd*  Jacúb  faüen  Abdelhac ,  que  {Nrolongó  su  reinado  mas  tiempo 
que  el  de  este  rey  de  Granada ,  y  mas  todavía  en  dias  de  su  sucesor.  En 
Telencen  el  principe  Hamu  Muza  ben  Otman  ben  Yagomarsan ,  sabio  y 
buen  rey  que  mantuvo  el  estado  hasta  que  le  quitó  su  hijo  Abderahman 
Abu  Taxfin  afio  718  (1318).  En  Túnez  el  principe  Alcalifa  Abu  Abdala 
Muhamad,  hijo  de  Yahye  ben  Almostansir  Abu  Abdala  Muhamad  ben 
amir  Abu  Zaouria  ben  Abu  Chafas  ben  Abdel  Wáhid :  este  murió  en  luna 
Rabie  postrera  del  año  709,  y  tomó  el  imperio  su  pariente  amir  Abu 
Bdíer  ben  Abderahman ,  y  se  siguieron  grandes  diferencias  y  guerras 
civiles  hasta  el  año  713  (1309).  Be  los  reyes  cristianos ,  en  Castilla  He- 
rando  hen  Sandio  ben  Alfonso  ben  Herando ,  que  fué  contra  Algezira 
y  levantó  el  cerco  por  avenencias :  luego  tomó  la  fortaleza  de  Alcabdat , 
y  alli  murió  y  fué  trasladado  á  Jaén.  Sucedióle  su  hijo  Alonso,  que 
prolongó  sus  dias  hasta  el  año  750  (1349). 

£a  Aragón  Gaymis  ben  Pedro,  el  que  fué  contra  Almeria  y  la  cercó 
y  puso  en  gran  apuro ,  y  d  ejérdto  de  los  muslimes  le  dio  sangrienta 
batallaylevantóel  cerco  ?  sus  dias  se  prolongaron  mas  que  los  deeste  rey. 

IsmadhijodeFeragbenNazar,IsinailbenJuzefben  Muhamad  ben  Ab- 
dedbenMuhamadben  Hasain  ben  Ocailel  Ansari  el  Ghazregi,  amir  de  los 
muslimes  en  Andalucía,  se  apellidaba  como  ya  hemos  visto  Abúl  Walid  y 
Abúl  Said.  Erahijodel  walideMálaga,  y  sobrino  de  Nazar  ,hijode  hermana 
dd  rey « era  de  hermoso  cuerpo ,  y  de  muy  noble  aspecto,  de  ánimo  cons- 
tante ,  liberal  y  franca  condición ,  muy  casto  y  enemigo  de  torpes  amores. 
I>ebió  k  so  temeridad  y  ¿  su  fortuna  el  alzarse  con  el  reino  de  su  tio. 
;  Cuántas  vecesuna  indiscreción  sude  producir  utilidades  y  ventajas  que 
no  conaigiie  la  prudencia  !  Lo  que  parece  una  locura  suele  tener  los 
cfeclot  4k«na  empcesa  meditada  con  aagaddad :  y  d  contrario  lo  que 


__  J 


paraq^  íntontiidQ  ím  madura  j  oportiiiiída4  8Q  nudagrii  y 
paradas  ^aigraciaii,  ÁlaniQ^sta  pri:|eba  de  que  el  BKAmioo  Miitro  del» 
qriatwas  popduce  por  sa  poderosa  mmo  U»  acpioiiea  do  los  bombres  á 
los  finep  quo  4e&tín6  8u  dÍTÍna  yolimtad.  ¿Cómo  podía  esperar  el  jóvea 
JsQuiU  veair  á  sor  r^y  de  Granada  cuando  por  ^us  temerarias  j  vaass 
pretepsioues  fué  perseguido  y  ochado  de  la  dudad  ?  ni  en  el  tiempo  de 
la  revolución  y  conjura  contra  su  tío  Muhamad  podo  tonar  pulido 
contra  ningún  bando ;  se  dice  que  después  en  tiempo  de  Nazar  Tolvió  á 
Granada  y  estuvo  incógnito  en  ella;  pero  averiguadas  sus  tramas  fbé 
segunda  vez  echado  de  la  ciudad ,  hasta  que  descubiertamente  se  declaró 
enemigo  de  su  tío ,  allegó  tropas  y  favoreció  en  público  los  sediciosos  de 
Granada.  Fué  en  su  ayuda  con  mucha  caballería,  acampó  en  primero 
de  Muharram  del  712  (1312)  en  la  aldea  que  llaman  Atocha,  salió  con- 
tTA  él  su  tío  Nasar  con  los  cabaU^ras  de  su  bando  y  con  sus  guardias; 
pero  allí  principió  )a  fortuna  á  fayoreiior  i  manos  Uonas  al  principe  Is* 
inail:  venció  á  los  de  Nanr  y  huyeron  todos  píMT  donde  podieroQ ,  yd 
mismo  Nazar  huyó  á  rienda  suelta  atrayasan^ki  una  lagaña  dúode  dahai 
de  beber  á  los  buoyes»  y  pudo  escapar  por  la  b<mdad  y  ligerea  de  m 
(aballo  s  ontró  en  )a  ciudad  y  so  defendió  en  día  i  esto  fué  dia  13  deh 
mísmn  )nni^  ^  Muharram.  Ia  prudenoia  del  rey  Naiar  logró  calnar 
aquella  tompestad,  concertó  sus  avenencias  con  Ismail  en  Rabie  pri- 
mera del  ano  712  (1312) ,  y  con  esto  se  tomó  con  sn  gente  á  Hál^a, 
ooptopto  de  )as  disposiciones  que  veía  para  alcansar  jo  que  tanto  da- 

U^  caballeros  principales  de  Granada  no  podiendo  sofrír  y  a  la  día- 
p^ia  4e}  prinior  waair  trataron  de  perdi»*le.  Se  le  trataba  de  traidor,  de 
amigo  secreto  de  los  cristianos ,  de  usurpador  de  la  soberana  autoridad, 
de  enemigo  de  todos  los  muslimes,  y  cuando  ya  el  vulgo  eafalia  íoflanado 
con  estas  especies  sediciosas,  los  autores  de  ellas  no  tavieron  mas  que 
derramar  algunas  doblas  de  oro  entre  los  pobres,  y  en  25  de  la  lona  de 
l^amazan  dol  ano  713  (18(4) ,  á  la  hora  del  alba  se  llenaron  las  caUes  de 
la  ciudad  de  alborotada  gente  qpe  pedia  que  se  les  entregase  A  waiir 
Alhagi,  salió  el  rey  Nazar  con  sus  guardias,  haUó  al  poeblo,  proawtíi 
darle  cumplida  satisfacción ,  y  sin  uiber  entonces  bacor  otra  eoaa  la  mri- 
titud  se  retiró  tranquila ;  los  sediciosos  temieron  el  inflijo  del  vFaiír 
Albagi ,  aunque  depuesto  de  sn  empleo,  y  desoosos  de  so  vengaim  te- 
ron  i  buscar  al  wali  de  Málaga  t  recibiólos  este  muy  bien  dlqáUes  anti- 
cipadas albricias  do  hi  que  le  ofredan  t  salió  con  su  gente  y  oenpóáo 
violencia  la  ciudad  de  Loja ,  le  proclamaron  en  eUa  rey  de  Gnaadi ; 
naso  contra  esta  y  en  sus  campos  vendó  y  deshizo  d  ejéralo  dd  rif 
pazar  que  le  salió  al  paso,  y  lo  pcrsigiuó  basta  los  raiiitis  de  la  ciudad: 
fierráronse  las  puertas  de  ella,  Nazar  se  acogió  y  fortificó  en  la  Alhanra. 
lo»  principales  vecinos  estaban  en  el  campo  con  Ismail  y  teniaB  laato 

Krtido  en  la  ciudad  que  lograron  que  se  les  abriesen  las  peevCas  dd  AI- 
yzin,  y  se  apoderó  Ismail  sin  otra  resisteneia  de  la  forlakaa  antifiia 
do  la  piqdad.  £1  rey  Naz«r  viendo  tan  acrecentado  d  partido  de  su  le- 
WiP9 1  y  Wi  «iwanf»  de  BiBjw  totium,anTÍi  i^^ 


roo ,  Nafar  pidió  la  <síii494  y  copwcade  Gnadií,  j  Mgwidad  y  miMiro 
para  cqanlos  habían  seguido  ^u  bando :  IsmaU  no  oagó  nada  á  quian  lo 
daba  todo,  y  Qrniaron  #99  avenenciafi-  Ssdi6  Nawr  con  toda  su  familia 
y  coQ  muchas  prepjQsidadcis  al  dja  88  de  la  luna  de  Xawil  del  aüQ  71  a , 
y  pasó  en  Guadix  el  reftto  de  sus  dias  como  ya  dijimos ,  y  al  joven  Ismaií 
logrólo  que  tanto  anbalubaf  y  quedó  du^a  y  señor  del  reino« 


CAPITULO  XVJIL 

Reiiu4«  rfe  Ismail.  Batalla  da  Fortuna.  Correrías  del  rey  don  Pedro ,  qua  gana  varias  plazas. 

|fl}ert<)  4»toi  4«>  principes  de  Castilla. 

Era  Ismail  fervoroso  en  la  creencia ,  ardiente  y  arrebatado  defensor 
de  ella ,  y  comp  en  cierta  oeasion  se  tratase  delante  d6  él  de  loe  fiwdaT 
montos  y  verdad  de  ella,  cansado  de  oir  sutilezas  de  los  alfoquíes  y  alimea 
que  diq)utaban ,  se  levantó  y  dijo  :  ¥0  no  conozco  ni  entiendo  otros 
principios  ni  quiero  mas  raines  que  la  firme  y  cordial  cre^eia  en  d 
omnipotente  Alá ,  y  mis  argumentos  están  aquí ;  y  empuiió  su  espada. 
Era  muy  observante  de  las  prácticas  de  la  ley,  eorrigió  el  abuso  que 
babia  sobre  la  prohibición  del  vino :  mandó  que  los  judíos  llevasen  una 
sedal  en  el  vestido  que  los  distinguiese  de  los  muslimes ,  y  tes  impuso 
cierto  tributo  por  las  'moradas  y  baños  qnp  ant^  no  pagaban. 

Como  tuviese  nu^ya  de  cierta  cabalgada  que  enriaba  d  rey  de  Gfis^ 
tiUa  para  escoltar  un^  gran  recua  de  provisión  que  iba  á  Gnadim  á  ma- 
gos del  rey  Nazar  con  quien  tenían  amistad  los  er^tíanos,  envió  Ismail 
sa  caballeria  á  Umaac  <$ta  recua  y  escarmentar  á  los  que  la  condudan  1 
llegaron  á  encontrarse  con  ellos  en  Hasn  Alíay ,  eran  los  eristianos  mu- 
chos y  esforzados  fronteros  de  Martos ,  y  se,  trabó  entro  ambas  huestes 
uoa  sangrienta  batalla,  y  fuó  forzoso  á  los  muslimes  ceder  el  campo ,  y 
retirarse  peleando  contra  la  muchedumbre  de  los  contrarios  i  quedaron 
muertos  muchos  de  los  mas  valientap  campeadores  y  cruzados  cristia- 
nos, y  de  los  muslimes  mil  y  quinientos  caballos :  esta  fué  la  batallado 
Fortuna  I  que  para  los  fides  fuó  bien  infausta  :  fué  en  principio  del 
año  71#  (1316). 

Bel  suceso  do  esta  batalla  procedió  d  atrevimiento  de  los  eristianos , 
que  en  el  mismo  aHo  cercaron  las  fortalezas  de  Cambilf  Mátamenos, 
Bcgigia ,  Tíscar  y  Rute :  dieron  tan  recios  combates  á  GanÁil  y  Alhawar 
que  los  lomaron  por  fuerza ,  y  OH^rieron  y  talaron  las  viSas  y  huertas 
de  aquella  tierra.  Dispuso  d  rey  Ismail  su  gente  piu»a  contener  el  ímpetu 
de  tos  cristianos ,  pero  estos  en  sabiendo  la  gente  que  contra  ellos  salía 
se  retiraron  á  sus  fronteras  contentos  con  la  presa,  Quiso  Ismail  por 
aprovechar  aquella Uainada  desús  gentes  jr  contra  Gobaltaric  para  qui- 
tar esta  Uave  dd  reino  á  los  cristianos ,  y  quitar  también  al  rey  Zuley* 
man  de  los  Merines  de  África  la  faciUdad  de  pasar  á  España  siendo  dueño 
de  Cebta.  Envió  sus  gentes ,  <pe  cercaron  la  fortaleza  y  la  e^»nbatiti|ron 
ftlguB  «lempo ;  pero  luego  los  fronteros  de  Sevilla  (to^IOa  i  tOCíVrar  9 


592  HISTOBU  DE  lA  DOMUf AaOff 

los  cercados,  y  por  él  mar  también  enyiaron  socorro ;  asi  que ,  los  mus- 
limes leyantaron  el  campo ,  y  no  quisieron  ayentorarsc  á  ana  batalla : 
entonces  el  principe  Pedro  vino  en  cabalgada  y  corrió  la  tierra  desde 
Jaén  ala  sierra,  y  llegó  tres  leguas  de  Granada ,  pasóá  Hasnallias^yla 
combatió  y  quemó  el  arrabal  con  muchas  provisiones  que  alli  habia : 
pasó  á  Pina  y  entró  también  darrabal,  y  en  Montexicar  taló  j  quemó 
una  hermosa  huerta :  aqui  llegaba  cuando  Ismail  fué  contra  él  y  no  le 
osó  esperar,  y  se  retiró  perdiendo  gran  parte  de  la  presai  j  cautivos,  j 
se  volvió  por  Gambil  á  Jaén  y  á  Ubeda.  Poco  deqraes  el  obstinado  ene- 
migo volvió  á  entrar  la  tierra  y  puso  careo  á  Yelmez ,  población  fuerte 
por  naturaleza,  la  combatió  un  dia ,  y  la  entró  por  fuerza,  los  mora- 
dores se  retiraron  al  castillo ,  y  allí  también  los  cercó  y  combatió  coa 
muchas  máquinas  é  ingenios ;  fueron  al  socorro  los  fronteros ,  pero  do 
pudieron  acometer  al  gran  número  de  los  enemigos ,  y  como  se  retira- 
sen estos  campeadores ,  los  del  castillo  perdieron  esperanza  y  se  entre- 
garon. Ufano  con  esta  conquista  el  enemigo  fué  á  cercar  la  fortalende 
Tiscar.  Guardábala  bien  su  alcaide  Mnhamad  Hamdon;  peroenuoi 
noche  muy  oscura  escalaron  los  cristianos  la  peña  Negra ,  que  es  un 
escarpada  altura  que  domina  el  castillo ,  y  confiados  en  su  aspereza  j 
natural  defensa  se  descuidaron  los  que  la  guardaban,  y  fueron  degolla- 
dos; justo  castigo  porque  no  velaban  como  convenia.  Al  dia  siguiente 
ocuparon  por  fuerza  la  villa ,  y  el  alcaide  Hamdun  y  los  vecinos  se  reti- 
raron peleando  como  valientes  al  castillo ;  pero  tomada  la  peiSa  Ncgrano 
se  podia  defender.  Con  todo  eso  se  mantuvo  hasta  que  la  falta  de  pto- 
visiones  y  el  cansancio  de  su  gente  le  obligó  á  rendirse  con  buenas  coo- 
diciones ,  y  todos  salieron  salvos  con  sus  armas ,  vestidos  y  cnanto  pu- 
dieron llevar  .*  salieron  mil  quinientos  hombres  y  muchas  mugeres  y  ni- 
ños que  pasaron  á  Baza. 

La  nueva  de  esta  pérdida  llenó  de  pesará  los  de6ranada,yél  rejlsmañ 
vio  en  ella  la  natural  mudanza  de  los  favores  de  la  fortuna,  y  susacostam- 
bradas  vueltas ;  pero  estas  mismas  desgracias  presagiaban  á  su  coraim 
animoso  prosperidad  y  venganza.  Sabia  por  espcriencia  que  en  las  cosas 
humanas  hay  solo  constancia  en  esta  alternativa  y  sncesion  de  bien  a 
'  mal,  y  de  gozoá  pesar,  y  de  desventura  y  miseria  á  felicidad  y  bienan- 
danza. Desde  la  fortaleza  de  Tiscar  entró  el  principe  de  Castilla  F^J 
su  hermano  don  Juan '  corriendo  y  talándola  v^a  desde  Alcabdathasti 
Alcalá  de  ben  Zayde ,  cercaron  la  fortaleza  de  Illora  ,  y  quemaron  el 
arrabal,  pasaron  á  otro  dia  sobre  Pinos,  y  la  mañana  de  San  Juan  pa- 
recieron ala  vista  de  Granada.  £1  rey  Ismail  habló  á  sus  caudillos  y  le> 
representó  la  mengua  que  se  les  seguia  de  aquellas  libres  algaras  qn^' 
hadan  los  cristianos,  provocándoles  á  pelear  y  afrentándolos  de  su  poc^' 
celo  y  poco  valor.  Armóse  toda  la  juventud  de  Granada  y  se  uDÍeroai 
la  guardia  del  rey  :  dióles  él  por  caudillo  al  esforzado  parsío  Mahn- 
gian ,  y  con  lo  demás  de  su  gente  de  reserva  salió  Ismail :  ordeoóso^ 

i  En  oiro  Hasnalox. 

s  Este  don  Joan  no  era  henaano»  sino  tio,  qu«  fué  benoiao  (toUey  doa  Swcb»}  padrede » 
Pedro :  er«  tefior  de  Vúc«ya.  ^ 


DE  LOS  ÁRABES  Eff  ESPAÑA.  S93 

baoes  d  parsk)  y  llevó  los  maslimes  á  la  yicioria.  No  pudieron  Ips  ene- 
migos resistir  á  tanto  valor ,  j  luego  comenzaron  á  retirarse  y  ceder  el 
campo  •  rompieron  y  desbarataron  su  ordenanza ,  los  acosaron  y  rodea- 
ron por  todas  partes ,  y  los  dos  esforzados  principes  de  Castilla  murie- 
ron allí  peleando  como  bravos  leones :  ambos  cayeron  en  lo  mas  recio 
y  ardiente  del  oMnbate.  Los  muslimes  siguieron  el  alcance  hasta  la 
noche,  que  favoreció  con  su  oscuridad  álos  infelices  que  huían.  Hallaron 
los  muslimes  al  oiro  dia  que  el  campo  estaba  cubierto  de  cadáveres,  y 
el  real  de  los  cristianos  les  premió  con  muchas  riquezas  el  trabajo  de  en- 
terrarlos ,  que  asi  se  hizo  de  orden  de  Ismail  por  evitar  la  infección  del 
aire.  Los  caballeros  muslimes  que  murieron  aquel  dia  fueron  enterrados 
con  sus  propios  vestidos  y  armas  ,*  esta  es  la  mas  honrada  mortaja  que 
puede  sacar  del  mundo  el  buen  muslim.  Celebróse  en  Granada  esta  vic- 
toria con  grandes  Gestas  y  alegrías :  fué  esta  en  fines  del  año  718  (1319). 

Luego  corrió  la  tierra  y  recuperó  Jas  fortalezas  perdidas.  Envió  ¿ 
Córdoba  el  cuerpo  del  infante  don  Juan ,  que  fué  reconocido  por  los 
cristianos  cautivos ,  asi  que  agradecidos  los  mstianos  le  pidieron  tre- 
guas, que  concedió  Ismail  para  ciertas  fronteras,  y  los  esforzados  mus- 
limes tuvieron  campo  abierto  para  la  gloria.  Entraron  en  las  fronteras 
de  Murcia  y  ocuparon  por  fuerza  las  fortalezas  de  Huesear,  Oresy  Ga- 
lera ,  pueblos  del  adelantamiento  de  Cazorla. 

Acabado  el  tiempa  de  las  treguas  qpie  fueron  tres  años ,  sabiendo  Is- 
mail que  los  de  Castilla  andaban  en  desavenencias  entre  si  allegó  sus. 
gentes  y  dispuso  una  entrada  que  se  prometió  venturosa.  Asi  que  en  la 
luna  de  Regebdel  año  724  (1335)  fué  á  cercar  la  ciudad  de  Baza  que  ha- 
bían iomaA>lo6  cristianos  \  acampó  y  fortificó  su  real ;  combatió  la  ciu- 
dad de  dia  y  noche  con  máquinas  é  ingenios  que  lanzaban  globos  de 
fuego  con  grandes  truenos ,  todo  semejantes  álos  rayos  de  las  tempesta- 
des, y  hacian  gran  estrago  en  los  muros  y  torres  de  la  dudad.  Tanto 
la  estrechó  y  apretó  que  se  entregó  por  avenencia  al  rey  Ismail  el  dia 
24  de  la  misma  luna.  Al  año  siguiente  de  725  ftié  el  rey  con  poderosa 
hueste  y  bien  provisto  de  máquinas  é  ingenios  á  cercar  la  ciudad  de 
Marios ;  la  opmbatió  desde  el  dia  10  de  Regeb  con  incesante  fuc^odc 
las  máquinas  de  truenos  y  se  apoderó  por  fuerza  de  la  fortaleza*  Cintra- 
ron los  vencedores  muslimes  en  la  ciudad  y  apenas  dejaron  hombre  á 
vida ;  lascalles  corriansangre,  y  todo  estaba  lleno  de  cadáveres.  Aquella 
tarde  hicieron  su  azala  de  almagréb  ó  puesta  del  sol  sobre  los  sangrien- 
tos destrozos  de  la  vict(Nria,  y  á  la  mañana  la  de  azohbi  ó  del  alba  sobre 
la  misma  purpúrea  alfombra.  Y ol  vióse  Ismail  á  Granada,  donde  entró  en 
triunfo  dia  24  de  Regeb  llevando  consigo  muchas  riquezas  de  los  des<^ 
pojos  de  Marios ,  y  hermosas  cautivas  y  niños.  Murió  en  esta  ocasión 
Aben  Ozmin,  joven  de  la  primera  nobleza  de  Granada ,  y  su  muerte  fué 
muy  sentida  át  toda  la  ciudad.  Entre  las  mugeres  cautivas  venia  una 
hermosa  doncella  que  encantaba  á  cuantos  la  veian.  Habiala  sacado  de 
entre  las  sangrientas  manos  de  los  s<ddadosMuhamad  Aben  Ismail,  hijo 
del  wali  de  Algezira ,  y  primo  hermano  del  rey ,  coslándole  mucho  tra- 
bajo y  riesgo  de  su  propia  vida  el  librarla  de  los  crueles  y  codiciosos 


594  HISTORIA  DE  LA  DOHINACIOll 

que  la  tenían.  Guando  el  rey  Ismail  la  tÍÓ  ,  sin  ser  poderoso  para  hacer 
otra  cosa  mas  digna  de  un  rey  la  tomó  por  suya  y  la  mandó  Ueyar  á  sa 
haram  despóticamente.  Ofendióse  macho  de  esta  tirania  Muhamad  y  se 
quejó  al  nnsmo  con  Uen  sentidas  razones.  El  rey  que  no  sufría  reoon- 
Tenciones  le  mandó  callar  y  que  saliese  de  su  presencia,  y  que  si  no 
queria  permanecer  en  Granada  que  se  fuese  de  ella ,  y  pasase  al  bando 
de  los  rebeldes  y  enemigos  de  su  rey.  El  dia  de  esta  entrada  del  rey  Is- 
mail ftaé  un  dia  de  gran  fiesta.  Toda  la  ciudad  le  recibió  coo  adama- 
dones  de  trmnfo ,  las  calles  dQ  la  carrera  estaban  cubiertas  y  eotddadas 
de  ricos  patios  de  seda  y  de  oro ,  y  por  todas  se  quemaban  anmias  que 
perfumaban  el  aire  con  mucha  suavidad.  Todos  rebosaban  de  alegría, 
solo  estaba  triste ,  despechado  y  bramando  como  un  toro  el  irali  Muha- 
mad ,  y  en  su  profundo  sentimiento  propuso  en  su  corazón  tomar  cmn- 
|dida  venganza.  Otminnicó  sus  penas  con  sus  amigos,  que  eran  mochas 
y  muy  principales ,  y  todos  le  procuraban  consolar  lo  mejor  que  podUan. 
Descubrió  á  los  mas  inthnos  su  pensamiento  y  firme  resolución  de  Ten- 
garse ,  y  le  juraron  ayudarle  en  cuanto  Intentase.  No  descansaba  el  in- 
quieto corazón  de  Muhamad  agitado  áA  ofendido  pundonor,  deiabioaos 
felos,  y  de  furiosa  y  justa  indignación,  y  asi  estaba  su  ánimo  oomba- 
lido  y  eomo  mar  tempestuoso.  No  quiso  dilatar  su  meditada  Tenganza 
por  uo  dar  tiempo  á  su  rival  de  que  gozase  de  su  presa,  A  los  tres  dias 
de  la  entrada  ddrey  estando  este  en  el  alcázar  de  te  Alhamra  BegA  á  las 
puertas  del  palacio  Muhamad  el  primo  del  rey  con  su  hermano,  y  ayu- 
nos amigos  los  mas  yalientes ,  toaos  con  puñales  escondidos  en  hk  man- 
gas dé  h^  aljubas ,  y  armados  de  fuertes  jacos  debajo  de  los  alqirioeles ; 
dijeron  á  los  eunucos  y  guardia  que  querían  hablar  al  rey  á  su  salida, 
y  por  eso  eq)eraban  sdli.  No  tardó  mucho  en  salir  el  rey  aoompoñaib 
Ae  su  ivazir ,  luego  se  adelantaron  Muhamad  y  su  hermano  á  saladar 
al  rey  al  paso  de  la  puerta,  y  al  punto  Muhamad  le  hirió  ooa  tres  pro- 
fundas puñaladas  en  la  cabeza  y  en  el  pecho ;  cayó  el  rey  diciendo :  ¿"n^ 
dores!  El  veazir  sacó  su  cspa<hi  por  defender  al  rey  y  deflsnderse;  pero 
luego  ftoé  mu^to  á  puñaladas  por  los  otros  conjurados.  Fué  tan  rápkh 
esta  operación  que  cuando  llegaron  los  eunucos  y  guardias  ya  los  mata* 
aoves  estaban  fuera  de  palacio  y  los  mas  en  salvo. 

Ibmaron  al  rey  los  ministros  y  le  llevaron  á  la  cámara  de  la  saltana 
madre,  los  físicos  curaron  sus  heridas ,  pero  eran  mortales.  El  segundo 
vrazir  informado  de  quiénes  eran  los  matadores  puso  gran  diUgettcfa  ca 
prenderlos ;  pero  los  mais  ya  estaban  fnera  de  la  ducbd :  á  losqne ludid 
por  mas  confiados  los  descabezó  y  mandó  poner  en  escarpias.  CtandD 
Volvió  á  palacio  halló  toda  la  guardia  alborotada  y  al  caudIBo  Ozmin  qoe 
era  parcial  de  los  conjurados,  y  preguntó  á  este  cómo  estaba  el  rey, 
y  toda  la  gente  que  estaba  á  las  puertas  preguntaba  lo  mismo :  á 
respondió  que  el  rey  estaba  tíyo  ,  que  suis  heridas  eran  teres,  y 

Eesto  le  v¿rian  sano;  con  esto  tos  dseguró.  Entró  d  ivazir  á  la 
I  rey  y  le  halló  espirando  *.  con  todo  eso  volvió  á  salir  y  dijo  áln 
día  y  al  caudillo  Ozmin  que  el  rey  iba  muy  bien.  SaKó  por  fat  Gindadj 
habló  á  sus  amigos,  y  les  Ajo  que  fuesen  á  palado  para  aolonnry 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAfiA.  5d5 

defender  16  que  conTenfa  al  bien  común  y  parlicülaf  de  toddá  eOos. 
Voltio  con  dios  á  palacio  y  los  dejó  en  el  palio  con  las  guardias :  entró 
y  haUd  que  ya  el  rey  habla  espirado.  Entonces  envió  á  decir  á  Ozínin 
y  á  los  demás  caballeros  alcaides  y  jeques  que  viniesen  al  salón,  que  0I 
rey  les  qucria  hablar.  Receló  muchio  Ozminsi  el  rey  sabria  algo  desús 
secretas  inteligencias  con  los  conjurados ,  y  mas  sentía  el  no  tener  allí 
sino  pocos  de  sus  amigos :  con  todo  eso  disimulando  sus  recelos  entró 
con  los  demás  caballeros  en  el  salón  :  allí  salió  el  wazir  y  y  cuando  toda 
la  nobleza  estaba  junta,  el  hijo  mayor  de  Ismail  se  presentó  Este  era 
Muhamad ,  muchacho  todavía  de  poca  edad  $  luego  el  wazir  les  dijo  que 
el  rey  quería  que  reconociesen  y  jurasen  por  su  sucesor  al  príncipe 
Mohamad  que  alli  tenían  ^  que  el  rey  se  sentía  malo  y  por  causa  de  sus 
berídas  no  les  hablaba.  Todos  le  juraron  obediencia ,  y  al  acabar  la  ce- 
remonia les  anunció  la  muerte  del  rey.  Ozmin,  que  estaba  recelando 
inayores  males,  se  al^ó  mucho  de  la  propuesta  Jura ,  y  no  le  pesó  de 
ia  muerte  del  rey :  asi  que ,  fué  el  primero  á  decir  á  los  guardias :  £n- 
nlce  Dios  á  nuestro  rey  Mtúey  Muhamad  ben  Ismail.  Toda  la  nobleza 
y  la  guardia  repitió  lo  mismo  y  salieron  por  las  calles  y  le  proclamaron 
con  alegría  :  así  i^uda  el  Señor  sus  horas.  En  el  principio  del  dia  todo 
ibé  susto  y  tem(»*es ,  al  medio  dia  y  á  la  tarde  algazaras  de  júbilo  y  fiesta. 
Asi  acabó  el  gran  rey  Ismail  ben  Ferag  ben  Nazar ,  llamado  Abul  Walid 
y  Abul  Said :  al  dia  siguiente  al  amanecer  del  martes  fué  enterrado  con 
gran  pompa  en  el  cementerio  de  la  familia ,  y  sobre  su  sepulcro  se  puso 
este  qritaflo  •. 

« Úie  es  el  sepulcro  del  rey  mártir  conquistador  de  las  fronteras ,  de- 
fensor de  la  religión ,  el  Ínclito ,  el  escogido,  el  reparador  do  la  familia 
de  los  Nazares ;  él  principe  justo ,  el  amparador ,  el  denodado ,  el  héroe 
de  la  guerra  y  de  las  batallas ,  el  noble ,  el  generoso ,  el  mas  afortunado 
de  los  reyes  de  su  dinastía ,  el  mas  aventajado  en  piedad  y  celo  de  la 
iMmra  de  Dios ,  espada  de  la  guerra  santa ,  muro  de  los  pueblos ,  forta- 
kta  de  loscaudillos ,  amparo  de  los  nobles,  alivio  de  los  pobres,  el  com- 
pasivo con  los  que  temían ,  el  domador  de  los  soberbios ,  laborioso  en 
d  camino  de  Dios ,  vencedor  por  la  gracia  de  Dios ,  principe  de  los  mus- 
limes Abul  Walid  Ismail,  hijo  del  amparador  excelso,  del  vencedor  es- 
cogido ,  noble  vengador ,  engrandecedor  de  la  familia  Nazaria ,  columna 
de  la  dinastía  AlgaUbia,  el  piadoso,  el  compasivo  Abu  Said  Ferag,  hijo 
del  noble  y  esclarecido  defensor  de  los  defensores  del  Islam ,  decoro  de 
los  principes  Algalibes,  honor,  alteza  de  la  prosapia ,  el  santo ,  el  piadoso 
Abul  Walid  Ismail  ben  Nazar,  santificado  sea  su  espíritu  en  bienaven- 
turanza, sea  refrigerado  con  el  rocío  de  la  misericordia,  séale  conce- 
dido amplío  galardón  por  premio  de  sus  certámenes  meritorios ,  por  su 
martirio,  pues  te  hizo  Dios  conquistador  de  pueblos,  debelador  de  so- 
berbios reyes  enemigos  suyos,  y  fué  atesorando  méritos  hasta  el  dia  se- 
ñalado que  Dios  le  destinó  para  que  llegado  el  plazo  sellase  sus  dias  con 
buenas  obras,  recíbale  y  colóquele  en  lugar  de  retribución  y  honra ^ 
lugar  que  le  tenia  preparado  por  su  santo  celo  :  murió ,  tMos  le  perdone, 
iltndcioD;  pero  con  gloría  y  en  la  firme  y  pura  confesión  délos  reyes 


S96  HISTORU  DE  LA  DOMINACIÓN 

siu  antepasados ,  y  faé  elevado  alas  moradas  de  eterna  felicsdad :  nadó^ 
complázcase  Dios  de  él,  en  hora  bienaventurada  entre  manos  dd alba 
del  día  Giuma  17  de  la  luna  de  Xawál  aik)  677  (1278) :  fué  jurado  dh 
jueves  27  de  Xawál  año  713  (1313),  y  fué  muerto  en  día  lunes 26  de 
la  luna  de  Regá)  insigne,  año  725  (1325) :  alabado  sea  el  rey  verda- 
dero ,  que  mientras  todas  las  criaturas  acaban  y  se  suceden  permanece 
eterno  é  inmutabte. » 


CAPITULO  XIX. 

Reinado  do  Mohtmad  ben  bmail.  Sus  guerras  eon  cristianos  y  africanos.  Ttsu 

a  Gobaltaric 

Dejó  el  rey  Ismail  cuatro  hijos  •.  Midiamad  el  mayor,  que  le  sucedió, 
lenia  doce  años ;  Farag  el  segundo ,  que  murió  en  prisión  en  Almena 
como  veremos ;  Abul  liegiag,  que  sucedió  en  el  reino ,  y  el  mas  peqoeno 
Ismail ,  que  estuvo  desterradk)  en  África.  Fueron  los  ^azires  delrej  Is- 
mail ,  d  caudillo  Abu  Abdala  Mubamad,  hijo  de  Alnil  Fath  Nasír  bes 
Ibrahim  el  Fehri ,  de  las  mas  nobles  casas  de  Andalucía ,  y  su  compañero 
Abul  Hasan  Aly  ben  Masud  Almoharabi,  también  noble  y  ricocaballero 
de  Granada ;  pero  muy  ambicioso  y  que  procuró  perder  á  su  compañero 
por  ser  solo  en  el  mandoy  en  la  gracia  y  favor  del  rey  :  y  lo  vinoalfia 
á  conseguir.  Fué  su  cadi  d  hermano  del  wazir  el  jeque  y  alfaki  Abo 
Becar  Yahye  ben  Mesaud  ben  Aly,  y  conservó  la  judicatura  dorante 
la  vida  del  rey.  Sus  alcalibes  ó  secretarios  fueron  ^u  Giafar  beoSc- 
fuan  de  Málaga  que  le  sirvió  antes  de  cadi  asi  en  Málaga  como  en  dea- 
mino  y  en  Granada  <  después  tomó  el  rey  por'secretario  al  docto  alfaqoí 
Abul  Hasan  ben  Algiam,  granadino,  de  la  principal  nobleza  de  la  dodid. 
Era  capitán  de  su  guardia  de  algarbies,  guardia  que  introdujo  este  rej, 
Otman  Abu  Said ,  hijo  de  Abilali  Edris  ben  Abdclhac,  caudiUo  degian 
valor  y  de  mucha  prudencia,  y  de  la  sangre  real  de  los  de  Fez. 

Este  virtuoso  rey  en  el  tiempo  que  sus  guerras  le  permitia-on  edificó 
en  Granada  hermosas  mezquitas ,  labró  fuentes,  plantó  jardines,  n»- 
joro  la  policía  de  la  ciudad ;  distribuyó  los  gremios,  distir^ió  las  dase», 
y  en  los  ralos  que  hurtaba  á  estas  serias  ocupaciones  se  entretoiia  es  la 
caza  de  aves ,  y  en  ejercicios  de  caballería  y  otras  gentilezas. 

Proclamado  rey  Muhamad  hijo  de  Ismail ,  llamado  Abu  AlidaU,  el 
mismo  dia  de  la  infausta  muerte  de  su  padre ,  como  era  tan  mozo  y  de 
poca  edad,  que  no  tenia  mas  que  doce  años ,  gd)ernaba  por  él  sa  waiir 
Abul  Hasan  ben  Masud ,  y  el  caudillo  de  la  caballería  de  algarbia  Ot- 
man. Poco  después  murió  el  wazir  Masud  que  habia  servido  también  á 
su  padre,  y  sucedió  en  su  empleo  el  dia  3  de  Ramazan  ddaDO"^ 
Muhamad  Almahruc  de  Granada,  hombre  pditiooymuy  ambicioso. 
Las  chrcunstancias  eran  muy  oportunas  para  satisfacer  su  pasión  y  vani- 
dad. Asi  fué ,  que  durante  el  tiempo  que  el  rey  Muhamad  se  goberoó 
por  su  cornejo  logró  este  wazir  oprimir  á  sus  iguales ,  abatir  á  la  prú* 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  697 

cipal  nobleza ,  oscnrecer  el  mérito  qne  se  distiDguia ,  y  apartar  del 
trono  hasta  los  hermanos  mismos  del  rey.  Consiguió  desterrar  al  prin- 
cipe  Ferag  á  Almería ,  y  alli  le  pusieron  en  prisión  donde  al  fin  murió : 
y  almenor  hermano  Ismail  con  vanos  pretextos  le  envió  á  África,  donde 
esíUYO  expatríado  durante  la  vida  del  rey  Muhamad  su  hermano.  Ea 
soma  este  wazir  Almahruc  llenó  la  corte  y  el  reino  de  desavenencias  y 
descontento.  El  caudillo  Otman  fué  también  de  los  ofendidos  y  se  retiró 
de  Granada  con  ánimo  de  pasarse  á  África  y  de  servir  al  rej  porque  se 
guiaba  por  los  consejos  de  Almahruc ,  y  no  hacia  caso  de  sus  represen^ 
taciones  y  bien  fundadas  quejas.  Tenia  el  rey  Muhamad  admirables 
prendas  :  era  muy  hermoso  de  cuerpo,  y  de  sutil  entendimiento,  de 
apacible  trato ;  pero  grave  aun  en  sus  pocos  años ,  elocuente ,  magnifico 
y  en  extremo  Uberal,  robusto,  de  mucha  destreza  en  la  caballería  y 
en  toda  suerte  de  gentilezas  y  de  armas :  era  muy  aficionado  alas  justas, 
parejas  y  torneos,  y  era  sin  igual  en  estas  gallardías  de  á  caballo.  Tam- 
bién gustaba  de  la  caza ,  y  era  muy  curioso  de  las  genealogías  y  razas  de 
caballos  generosos :  no  habia  para  él  dádiva  mas  preciosa  que  la  de  un 
cabaUo ,  y  mantenía  muchos  para  premiar  á  los  que  se  distinguían  en 
los  ejercicios  ecuestres  y  en  la  guerra.  Asimismo  era  apreciador  de  los 
doctos  y  de  los  buenos  ingenios,  gustaba  de  leer  elegantes  poesías  y 
discursos  floridos  de  historias  caballerescas  y  amorosas.  En  el  año  726 
(1325)  hizo  su  caudillo  Otman  entrada  en  tierra  de  cristianos ,  taló  la 
tierra  y  les  tomó  la  fortaleza  de  Rute ,  que  cercó  y  rindió  en  un  dia. 

Luego  que  el  rey  tuvo  edad  para  gobernarse  por  si,  y  discreción 
para  oonocer  la  ambición  de  su  wazír  Almahruc ,  le  depuso  de  su  em- 
pleo y  le  mandó  poner  en  prisión  segura.  Con  esta  resolución  tomada 
por  si,  porque  nadie  osaba  decir  nada  al  rey  del  poderoso  wazir,  puso 
gran  temor  en  sus  cortesanos,  y  no  menores  esperanzas  de  su  valor  é 
intrepidez  y  amor  á  la  justicia  :  nombró  en  su  lugar  por  wazir  á  Muha- 
mad ben  Tahye  Alkigiati ,  hombre  estimado  de  todos.  Al  principio  del 
año  727  taro  el  disgusto  de  saber  que  su  caudillo  Otman,  que  habia  par- 
tido de  Granada  con  su  hijo  Ibrahim,  habia  alborotado  los  ppeblos  de  la 
tierra  de  Andarax,  y  en  ellos  proclamaban  á  su  tío  Muhamad  ben  Fe- 
rag  ben  Ismail,  que  estaba  en  Telencen  de  África,  y  se  decia  que  este 
principe  pasaba  ya  á  España  con  mucha  gente  que  le  seguía.  Sin  perder 
tiempo,  tan  precioso  siempre ,  salió  el  rey  á  castigar  los  rebeldes,  peleó 
con  ellos  con  varia  fortuna,  porque  les  favorecía  la  aspereza  de  la  tierra, 
y  les  ayudaba  la  inteligencia  del  caudillo ;  pero  siempre  andaban  enfoga 
de  las  tropas  del  rey.  Ibrahim  el  hijo  de  Otman  fué  de  orden  de  su  padre 
á  Sevilla  á  incitar  á  los  cristianos  contra  su  patria ,  ¡extremo  furor! 
como  si  los  enemigos  necesitasen  tal  consejo ,  siempre  desvelados  en 
nuestro  daño ,  y  pensando  en  nuestra  ruina.  El  diablo  les  presentó  her- 
mosa esta  ocasión  y  la  aprovecharon.  Entraron  sus  fronteras  y  corrieron 
la  comarca  de  Vera ,  y  se  rindió  esta  ciudad,  y  Olbera,  Pruna  y  Aya- 
monte  :  j  en  cercanías  de  Córdoba  riberas  de  Wadalorza  peleó  Muha- 
mad con  los  cristianos  acaudillados  por  don  Manuel ,  señor  de  Alhojra 
en  tierra  de  Murcia ,  y  fM  muy  sangrienta  batalla  en  que  los  muslimes 


SM  HISTOMA  DB  U  DOHmACM» 

perdieron  la  flor  de  la  caballería.  El  rey  Mobamad  se  retiró  áGrwiMbí, 
y  Tiendo  qne  el  yfBik  Almahrac  habia  sido  la  causa  de  esta  faid  gnem 
dvU,  el  día  mismo  qne  entró  en  Granada  le  mandó  descabezar  enb 
prisión ,  día  2  de  Muharram  del  año  729  (1338). 

Con  las  asonadas  que  babia  de  que  entraba  gente  de  África  eo  ayuda 
de  los  rebeldes ,  envió  á  su  T?azir  Alkigiati  á  Algezira  para  que  rogase 
¿  su  tio  el  wali  de  aquella  ciudad  que  defendiese  el  estrecho  y  no  dejase 
pasar  gente  de  África,  ane  bien  sabia  que  allí  le  buscaban  enenúip». 
Pocos  dias  después  de  la  llegada  del  ^azir  á  Algezira  se  YÍeron  acome- 
tidos de  tropas  africanas ,  pelearon  los  andaluces  con  modio  valor,  pero 
cedieron  al  nómero ,  y  los  africanos  se  apoderaron  de  aquella  dudad, 
y  después  de  MarbaUa  y  de  Ronda,  y  el  esfuurzado  wazir  Alkigiati 
murió  peleando  en  el  campo  de  Algezira  en  17  de  Regeb  del  aito 
7M  (1320). 

La  nueva  de  estas  desgracias  intimidó  á  los  granadles ,  el  rey  se  dis- 
puso para  salir  A  la  campaña ,  y  nombró  por  su  primer  virazir  y  hagek 
de  su  casa  al  caudillo  Abul  Naim  ReduAn ,  que  se  babia  criado  en  casa 
de  su  padre.  Este  caudillo  era  gran  político  y  buen  scddado ,  y  tenia  ma- 
cba  popularidad  y  estimación.  Salió  el  rey  Muhamad  de  Granada  coa 
muy  Incida  gente  de  infantería  y  caballería ,  entró  la  tierra  de  los  crísda* 
nos  y  tomó  por  (berza  de  armas  la  ciudad  de  Cabra  y  la  fortaleza  da 
niega,  Gomo  en  esta  ocasión  le  diesen  sus  caballeros  la  enhorabuena, 
y  entre  ellos  hubiese  muchos  doctores  y  hombres  de  letras  que  á  compe- 
tencia alababan  sus  disposiciones  y  pericia  militar,  les  dijo  :  ¿A  qv¿ 
tanto  aplauso?  parece  que  habéis  hallado  al  rey  de  la  sabiduría,  como 
allA  se  acostumbraba  en  las  academias  de  Córdoba  y  ScvÍQla  :  maaifeh 
tando  en  esta  su  respuesta  su  ampr  4  las  letras  y  consideración  A  ba  coa- 
lumbres  de  la  juventud  en  las  escuelas. 

Con  pocas  y  escogidas  tropas  hizo  entrada  en  bis  (hmferas  de  lose» 
tianos  y  se  propuso  la  conquista  de  la  ciudad  de  Baena,  Admiraban  su 
caudiUos  la  determinación :  muchos  nobles  caballeros  la  tenían  por  te- 
meraria empresa,  y  con  varios  pretextos  excusaban  de  ir  en  su  tDUfh 
nía]  pero  el  tey  juró  hacer  aquella  conquista ,  y  fué  con  sn  geote  soive 
aqueHa  ciudad ,  la  cercó ,  y  como  los  cristianos  vieron  tan  poca  geale, 
que  nías  parecía  h'gera  cabalgada ,  que  aparato  de  conquista  y  sitio,  »• 
lieron  muy  confiados  contra  su  campo ,  y  le  dieron  batalla  i  perodity 
con  sus  esforzados  caballeros  los  rechazó  y  metió  á  lanzadas  en  la  dft- 
dad,  y  siguieron  el  alcance  hasta  las  mismas  puertas^  Iba  el  rey  ea  h 
delantera ,  y  arrojó  su  lanza  qne  era  guarnecida  de  oro  y  piedra  jt^ 
ciosas  á  un  cristiano,  que  atravesado  con  ella  siguió  hüyondo  coo  ni  ca* 
bailo  para  entrarse  en  la  ciudad  :  seguíanle  muchos  muálimes  por  qaí- 
társela ,  y  el  rey  dijo  á  estos  soldados  :  Dejadlo  al  pobre,  que  si  sd 
muere  presto ,  tenga  conque  curar  sus  heridas )  y  los  detuvo  y  toroóal 
real.  Poco  después  la  ciudad  se  entregó ,  y  pasó  corriendo  la  tieira  J 
derribó  los  muros  de  Casares,  y  la  hubiera  entrado  sino  hubieaedilatado 
el  asalto  al  dí^  siguiente ,  en  el  cual  avisado  por  los  campeadores  maadá 
levantar  el  cerco  y  salió  al  encuentro  ¿  los  cristiaiv)s  qw  Teniaa  esa^ 


DE  LOS  AHABES  EN  ESPAÑA.  999 

eorro  de  la  ciudad.  IHóles  una  sangrienta  batalla  en  que  desbarató  y 
rompió  su  caballería ,  la  puso  en  fuga  y  siguió  el  alcance  algunas  le* 
guas  :  así  que,  sin  volver  al  sitio ,  acudió  á  lo  de  Gd)altaric.  Gomo  en** 
tendiese  que  la  fortaleza  de  Gebaltaric  estaba  mal  guardada  fué  contra 
ella  con  su  campo  volante ,  y  la  cercó  y  estrechó  en  términos  que  á  pe* 
sar  de  las  máquinas  é  ingenios  con  que  los  cristianos  la  defendían  se 
apoderó  de  ella  por  fuerza ,  y  la  ocupó.  Asimismo  se  apoderó  de  Ronda 
y  Marbalia  y  de  Algezira,  que  habían  poco  antes  tomado  los  africanos  de 
Beni  Merin  ayudados  de  Otman  y  de  otros  rebeldes  vasallos.  La  liabia 
ocupado  por  inteligencia  Otman  el  Hada  el  día  13  de  Dylhagía  de  729| 
pero  en  esta  ocasión  recobró  el  invicto  Muhamad  cuanto  la  discordia 
dfil  babia  hecbo  perder,  y  cuanto  se  había  rebelado  durante  su  menor 
edad.  Entre  tanto  vinieron  los  cristianos  sobre  Gebaltaric  y  la  cercaron 
por  mar  y  tierra. 

£n  este  mismo  tiempo  acaeció  la  rebelión  de  Omar ,  hijo  de  Olman«  que 
se  levantó  contra  su  padre  con  muchos  conjurados  y  pardales ,  ¿é¿ 
ronle  varias  batallas  en  que  le  vencieron  y  obligaron  á  huir  de  Fea  i 
asimismo  ganóOmar  por  intrigas  é  inteligencias  las  ciudades  de  Tden- 
cen  y  Sajutanesa,  ayudándole  su  hermano  á  que  se  apoderase  de  todo  el 
reino  de  su  padre :  el  buen  viejo.ptman  Abu  Said  no  pudo  resistir  & 
tantas  desventuras  y  falleció  en  fia  do  Dylcada  del  a&o  730  (1330)  K  Sih 
tODces  su  hijo  Abul  Basan  Aly^  después  que  había  ayudado  á  su  her* 
mano  para  despojar  del  estado  á  su  padre^  se  levantó  contra  el  hermano^ 
y  fué  tan  venturoso  en  la  guerra  ^le  venció  y  mató  en  una  batalla. 


CAÍITÜLO  XX-. 

llMiliiiiaMQkamádiSi«aiDpifl«**fl«oort«Aldi«McaAof  deG6teli«rte,y  l#aMiiiiaii. 

Le  sucede  Jasef. 

En  Andalucía  el  rey  Muhamad  de  Granada  vino  en  socorro  de  los 
sayos  cercados  en  Gebaltaric ,  y  la  fama  de  su  cercanía  obligó  á  los  cris- 
tianos á  levantar  el  cerco.  Desde  allí  los  cristianos  ñieron  á  cercar  Tcba 
de  Ardalis  por  Osuna ,  y  el  rey  Muhamad  ñié  luego  con  su  caballería 
contra  ellos ,  y  acampó  en  Toron  cerca  de  l'eba ,  y  enviaba  sus  cam- 
peadores á  Waditeba  por  estorbar  que  los  cristianos  diesen  agua  á  sus 
caballos :  se  entregó  entonces  la  peña  y  fortaleza  de  Pruna ,  y  el  alcaide 
que  la  entregó  se  vino  con  su  gente  al  campo  de  Muhamad.  Entonces 
mandó  el  rey  á  sus  caudillos  que  fuesen  con  tres  mil  caballos  al  rio  ^  y 
acometiesen  al  real  de  los  cristianos ,  y  con  otros  tres  mil  se  fué  á  poner 
en  una  celada  en  un  valle  una  legua  del  campo  de  los  cristianos.  Los 
tres  mil  caballeros  entraron  muy  de  recio  en  el  real  do  los  cristianos , 
y  los  pusieron  en  mucho  desorden  y  les  causaron  gran  matanza.  Luego 
conforme  la  orden  qae  tenían  se  principiaron  á  retirar  para  llevarlos  á 
la  celada  del  valle  i  pero  los  cristianos  fueron  avisados  y  no  pasaron  de 

«OtrettSl. 


600  HISTORIA  DE  LA  DOHINAaON 

media  legua  en  el  alcance ,  basta  qnc  fueron  reforzados  con  mucha 
gente  que  les  envió  el  rey  Alfonso ,  y  yinieron  con  buen  orden  de  batalla 
y  entraron  en  el  real  de  los  muslimes  y  bobo  sangrienta  batalla  entre 
ambasbucstcs,  en  que  murieron  muchos  de  ambas  partes.  Loa  cristianos 
robaron  algunas  tiendas  y  cautivaron  algunos  muslimes  que  estaban  des- 
cuidados en  el  real,  y  con  esto  se  tornaron  al  cerco,  y  los  de  TdMfse  entre* 
garon  por  avenencia,  saliendo  salvos  con  sus  armas  y  vestidos.  También 
ocuparon  á Friega ,  Qañete  y  la  torre  délas Guevasy  de  Qrtexicar.  En- 
tre tanto  el  nuevo  rey  de  Fez  Abul  Hasan  pasó  el  estrecho  y  se  apoderó 
de  Gebaltaric  como  de  cosa  que  le  pertenecía.  El  rey  Muhamad  sinlii» 
mucho  esta  pérdida ;  pero  no  quiso  romper  con  este  principe  tan  pode- 
roso y  guerrero ,  y  cuya  fama  era  ya  muy  grande  asi  en  África  como  en 
Andalucía,  y  le  escriláó  sus  cartas  cediéndole  de  grado  la  fortaleza  que 
Abul  Hasan  babia  ocupado  por  fuerza ,  y  asi  quedaron  aliados  j  amigos. 
Andaba  Muhamad  entonces  en  tierra  de  Córdoba ,  y  puso  cerco  á  Castro 
del  rio ,  y  le  combatió  de  dia  y  de  noche ;  perodefendianle  bien  los  cer- 
cados ;  asi  que ,  levantó  el  campo  y  pasó  talando  la  tierra  y  se  volvió 
por  Cabra  á  Granada. 

Los  cristianos  fueron  con  gran  poder  sobre  la  fortaleza  de  Geballa* 
rlc ,  porque  veian  su  importancia ,  y  que  era  la  llave  de  Andalocia.  Los 
caudillos  de  Abul  Hasan  defendian  bfén  la  plaza  -,  pat>  la  constancia  de 
k»  cristianoslosfuéapurandopocoápooo,y  las  provisiones  se  les  aca- 
baban ¿  mas  andar;  asi  que,  ni  les  quedaba  esperanza  de  socxnro  de 
parte  de  África  porque  los  cristianos  tenian  cercada  la  fortalesa  por 
mar  y  por  tierra ,  y  sus  galeras  cruzaban  sin  cesar  él  estredio ,  y  no  de- 
jaban llegar  bastimentos  á  los  cercados.  Hicieron  entender  por  algu- 
nos fugitivos  al  rey  Muhamad  de  Granada  en  cuánto  aparo  los  tenian 
los  cristianos ,  que  los  socorriese  c<mio  aliado  que  era  de  su  weñatéí  rey 
Abu  Hasan.  Entonces  el  rey  Muhamad  allegó  de  presto  sos  cabaDeros 
y  fué  á  socorrer  ¿  los  africanos  que  estaban  cercados  en  Gehallaric. 
Uegó  á  Algezira  y  de  alli  delante  de  Gebaltaric  peleó  ventorosamenle 
contra  los  cristianos  y  los  venció  y  forzó  ¿  levantar  él  cerco ,  socorrió  á 
los  cercados,  y  como  mozo  y  vanaglorioso  de  sus  triunfos  motejaba  á 
los  caudillos  africanos  y  les  deda  que  los  cristianos  eran  muy  buenos 
caballeros ,  que  no  se  habian  querido  meter  con  los  de  África ,  pofqoe 
todos  los  andaluces  lo  tenian  á  mengua ;  que  habian  sido  muy  corteses 
y  comedidos  con  sus  paisanos  los  granadies ;  que  habian  quebrado  eoa 
dios  muy  bien  sus  lanzas  y  les  habian  cedido  el  campo,  y  la  gloria  y 
mérito  de  dar  pan  á  los  mezquinos  y  hambrientos  africanos.  Estas  gra- 
cias ofendieron  á  los  caudillos  de  Abul  Hasan ,  y  como  entendiesen  que 
trababa  de  despedir  su  gente  y  pasar  á  visitar  á  su  amigo  el  rey  Abol 
Hasan ,  dios  concibieron  el  aleve  pensamiento  de  matarle.  4si  fué,  que 
despidió  el  rey  Muhamad  la  caballería  de  Granada  „y  quedaron  solo  con 
él  los  pocos  que  le  debían  acompañar  en  su  paso  á  África.  Los  vengati- 
vos africanos  pagaron  ciertos  asesinos  que  le  d)servascn ,  y  como  al  dia 
siguiente  á  la  partida  de  los  granadinos  le  viesen  subir  al  monte  coa 
poca  compañía  de  su  guardia ,  tomaron  ciertas  angosturas  ispens  que 


DS  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  601 

aOi  hay,  y  en  lo  mas  fragoso  le  acometieron  y  pasaron  á  lanzadas  donde 
no  podo  revolrer  su  caballo ,  ni  le  pudieron  defender  sus  guardias , 
que  todos  iban  caballero  tras  caballero  por  lo  estrecho  y  áspero  de  la 
subida :  dicen  que  el  primero  que  le  hirió  fué  un  siervo  de  su  padre  lla- 
mado Zeyan  :  asi  murió  este  noUe  rey  dia  miércoles  IS  de  Dylhagia  del 
año  733  (1 333).  Sus  guardias  y  soldados  que  estaban  en  el  campo  fueron 
luego  avisados  de  la  desgracia  de  su  señor  por  los  pocos  que  le  acompa- 
ñaban ,  que  descendieron  huyendo  del  monte.  Aunque  eran  pocos  bien 
quisieran  en  aquel  punto  vengar  la  muerte  de  su  noble  rey;  pero  los 
africanos  temiéndose  de  ellos  cerraron  las  puertas  de  la  fortaleza.  'El 
cuerpo  del  rey  Muhamad  estuvo  abandonado  y  desnudo  en  el  monte , 
hecho  d  escarnio  de  los  soldados  de  África ,  á  quienes  acababa  de  salvar 
de  la  muerte.  í  Cuan  ingrata  y  desconocida  es  la  barbarie !  Los  granadies 
llevaron  la  infausta  nueva  á  Granada ,  y  en  ella  fué  muy  sentida  de  to- 
dos ,  como  si  cada  uno  hubiese  perdido  su  propio  j^adre.  Los  wazires  y 
nobleza  proclamaron  por  rey  á  su  hermano  Juzef  Abul  Hagiag.  Este 
principe  mandó  recoger  el  cuerpo  de  su  hermano ,  y  fué  llevado  á  Má- 
laga ,  y  enterrado  en  una  huerta  del  rey  fuera  de  la  ciudad ,  en  una  ca- 
pilla que  se  fabricó  de  propósito  para  decoro  de  su  sepultura ;  en  ella  se 
puso  este  epilaflo : 

«  Este  es  el  sepulcro  del  noble  rey ,  fuerte ,  magnánimo ,  Kberal , 
esclarecido  Abu  Abdala  Muhamad  de  feliz  memoria ,  de  la  real  prosapia, 
prudente,  virtuoso,  insigne  guerrero,  vencedor,  caudillo  de  vencedo- 
ras huestes ,  de  la  antigua  é  indita  familia  de  los  Nazares ,  principe  de 
loa  fides ,  hijo  dd  sultán  Abul  Walid  ben  Ferag  ben  Nazar,  á  quien  Dios 
haya  perdonado  y  tenga  en  descanso.  Nació  (el  Señor  se  complazca  de 
él )  dia  8  de  Muharram  del  año  715 ,  fué  proclamado  rey  por  muerte  de 
aa  padrea  26  de  Regeb  del  año 725,  y  murió  (Dioslep^onc)  á  13  de 
Dylhagia  del  año  733.  Loor  y  gloria  á  Dios  altísimo  é  inmortal. » 

Guando  se  divulgó  en  d  ejército  de  Granada  (que  volvia  de  (rebalfa- 
ric)  la  infausta  muerte  dd  rey  Muhamad  fué  general  el  sentimiento, 
las  protestas  de  venganza  y  la  desesperación ;  pero  el  remedio  era  inútil 
pan  mal  tan  grande,  y  la  pérdida  irreparable.  Hallábase  en  aquella 
huaile  el  bemumo  dd  difunto  rey,  el  erforzado  Abul  Hagiag ,  y  luego 
fué  prodamado  por  aquellas  tropas,  y  le  juraron  obediencia  en  su  pa- 
bellón á  la  orilla  de  Wadalsefain  Ijue  pasa  por  los  campos  de  Gezira 
Albadrá  (esto  en  la  tarde  del  miércoles  13  de  Dylhagia)  todos  los  cau- 
dillos de  las  tropas,  y  se  adelantó  á  ellas  y  fué  á  Granada,  donde  también 
le  proclamaron.  Era  este  Juzef  ben  Ismail  ben  Ferag  conoddo  por  Abul 
Hegiag  mozo  de  hermoso  cuerpo,  de  grandes  fuerzas ,  de  mucha  grave- 
dad ;  pero  amable  y  de  fácil  trato,  erudito ,  buen  poeta  y  sabio  en  dife- 
renles  dencias  y  facultades,  mas  dado  á  la  paz  que  al  ejercicio  de  las 
armas.  Luego  que  acabaron  las  fiestas  de  su  proclamadon  trató  de  con- 
certar paces  con  los  príncipes  muslimes  y  cristianos,  y  envió  á  Sevilla 
sos  cartas  y  mensageros  y  negoció  una  tregua  ipor  cuatro  años  con  bue- 
nas condiciones.  Luego  se  dedicó  á  reformar  las  leyes  y  prácticas  civiles 
del  rdoo^  que  cada  dia  se  iban  adulterando  con  sutUezas  de  alcatibcs  y 


602  HISTORU  M  LA  DOMUIAGIOR 


malos  ateadies.  Ordenó  formidaríos  mas  breyes  j  aencflloa  para  las  es- 
enturas  y  actas  públicas ,  j  los  alimes  y  doctos  oscribi^tm  buenos  tra- 
tados y  explicaciones  de  las  fórmulas  dispuestas  por  d  ngr.  Creó  mielas 
distinciones  para  premiar  y  galardonar  los  buenos  seryicios  do  los  em- 
pleados públicos ,  y  de  los  caudíUos  de  las  fronteras  :  mandó  escriUr 
artes  para  los  oficios  y  profesiones ,  y  libros  de  estratagemas  y  arte 
tar,  y  otros  diversos. 


CAPITULO  XXI. 

RsiiUHlo  de  Jaief .  Batalla  de  WadaoiliU)  ganada  por  loa  oriatíanoa. 

En  el  principio  de  su  reinado  falleció  el  waiir  que  había  sido  también 
de  su  padre ,  el  ilustre  ReduAn,  y  dio  este  encargo  i  Atm  Ishac  ben  Ab- 
delhar,  caballero  muy  principal  y  rico  quo  entró  en  esta  dignidad  el  dia 
3  de  Mubarram  del  ajk)  734.  Apenas  se  divulgó  en  Granada  sa  nom- 
bramiento cuando  todos  los  nobles  y  caudillos  que  babia  en  la  ciudad 
se  presentaron  al  rey,  y  le  acusaron  de  altanero,  yano,  yengaüTo,  y 
que  sin  duda  seria  ocasión  de  bandos  y  discordias ,  y  rogaron  al  rey  nmy 
encarecidamente  que  le  depusiese  de  su  empleo  si  deseaba  la  quietud  y 
tranquilidad  del  estado.  El  rey  les  ofreció  que  baria  lo  mas  eonyeimote 
al  bien  común ,  que  les  agradeda  el  aviso  y  buen  oelo  que  manifealabaa 
de  su  mejw  servido  i  y  pocos  diaa  después  le  depuso  y  nondvó  en  n 
lugar  al  bageb  Abul  Naim,  bijo  de  Rednán,  cabidlero  limy  Yvtnoso) 
fno  duro  de  condición  y  tan  iracundo  como  justiciero.  En  el  tíenspo  de 
su  gcrt)ierno  to^os  temblaban  de  parecer  en  juido  deknte  de  él,  y  por 
oonlemplacion  oon  la  noblesa  estaba  encargado  de  la  pdttcia  gwienl ,  y 
en  este  tribunal  no  babia  privilegiada  ningima  dase  dvil  ni  mflitar,  lo- 
dos debían  ¡Hresentarae  en  d  citados  que  f^iesenó  como testígoa  6 
plazados  t  su  severidad  y  su  iracnndia  Junto  con  la  brevedad  y 
de  los  juidos,  Uevó  al  suplicio  ¿  muchos  por  muy  leves  camas,  y  le 
cortaron  no  pocas  cabezas  inocentes.  Elrey  queá  todos  oia,  yqneesli* 
maba  tan  bien  las  quejas  de  los  pobres  y  desvalidos  como  las  de  los  po* 
derosos ,  habiendo  entendido  algunas  violendaa  y  justicias  aoekmdas 
procedidas  mas  de  su  iracundia  y  negro  humor  que  do  la  severidad  de  n 
justicia ,  y  de  la  equidad  y  rectitud  de  su  corazón^  le  puse  en  pgfaionei  el 
dia  22  de  Regeb  dd  año  740  (1340). 

Gomod  rey  Juzef  benlsmail  Abul  fleglag  estaba  en  pac  eon  todos  In 
principes ,  y  en  treguas  oon  los  enemigos  cristianos,  tuvo  lugar  para  de- 
dicarse á  ennoblecer  la  dudad  con  obras  magnificas ,  y  effifloA  la  dlfana 
mayor  con  gran  magnificencia  y  con  todo  el  primor  del  arte ;  la  éMét 
cuantiosas  rentas  anuales,  y  ordenó suSconsUtudones  para  gohiemode 
los  imames,  alfaquies,  almocries ,  almuedanes  y  bafizes,  asi  para  el 
cumplimiento  de  sus  obligaciones  y  servicio  como  para  la  puntoal  y  có- 
moda manntendon  de  estos  ministros.  En  cercanías  de  Málaga  edificó 
un  suntuoso  alcáiar  muy  altoy  de  admirable  beBoEa  w  que  gastó  in- 


DE  LOS  ABABAS  EN  ESPAÜA.  (0> 

mensas  samas;  pero  se  hizo  célebre  por  aqoella  insigne  fábrica :  pues 
no  solo  se  le  debía  d  gnsto  y  pensamiento  de  tan  magníficos  edificios  | 
sino  también  el  plan  y  disposición  de  ellos. 

El  caudillo  de  la  frontera  de  Murcia  Reduán ,  y  el  arraiz  de  la  ca- 
ballería de  Algarbe  Abu  Tabet  Ornar  ben  Otman  ben  Edris  ben  Ab- 
delhac,  que  era  de  la  sangre  real  de  Beni  Merín,  f nerón  acorrer  la  tierna 
de  Murcia ,  robando  ganados ,  y  talaron  los  campos  quemando  de  paso 
la  fortaleza  de  Wadalhimar,  y  entraron  triunfantes  en  Granada  con  maa 
de  mil  cautivos  cristianos ,  hombres ,  mugeres  y  niños ;  se.  celebró  ma«* 
cbo  esta  cabalgada  y  hubo  grandes  fiestas  y  zambras.  El  arraiz  de  Al^ 
garbe  asi  por  su  nobleza  como  por  la  importancia  de  su  grado  en  la  ca- 
baDeria ,  principalmente  por  su  discreción  y  gentileza,  era  muy  priyado 
del  rey  ben  Juzef  ben  Ismail :  era  arbitro  y  dispensador  de  todas  sus 
gracias ,  nadie  hablaba  al  rey  sin  su  licencia ,  ni  se  hacia  en  palacio  cosa 
diica  ni  grande  sino  por  orden  suya.  Acaeció  que  pocos  días  después  de 
la  llegada  de  estos  caudillos  de  la  iVontera  el  rey  mandó  prender  al 
arraiz  Omar  su  grande  amigo  y  ¿  sus  hermanos ,  y  los  puso  en  rigu- 
rosa prisión  el  dia  29  de  Kabie  primera  del  año  741.  Este  suceso  mará** 
Tilló  mucho  á  la  gente  y  se  extrañó  en  todo  el  reino,  j  mas  todavÍK 
viendo  que  el  rey  dio  su  plaza  al  primo  de  Omar  Yahye  ben  Omar  beu 
Rehu.  En  general  se  ignoró  la  causa  de  haber  caido  de  la  gracia  dd 
rey ;  pero  entre  los  cortesanos  se  decía  que  d  rey  le  había  hecho  su  con- 
fidente en  ciertos  amores ,  y  por  desgracia  Omar  era  su  rival  en  ellos,  y 
mas  favorecido  de  la  enamorada  que  lo  que  el  rey  quisiera.  También  ao 
ailadia  que  Yahye  había  descubierto  al  rey  los  secretos  amores  de  su 
primo ,  3i  ya  no  fué  todo  hablillas  populares.  Asimismo  privó  del  wazi- 
razgo  por  queja  del  pueblo  á  Abiü  Hasan  Aly  ben  Múl,  y  puso  en  su 
lugar  al  secretario  que  había  sido  del  rey  su  hermano  Abul  Basan  ben 
Algiab,  hombre  de  probidad,  muy  docto  y  muy  prudente. 

£n  este  tiempo  vino  nueva  al  rey  Juzef  ben  Ismail,  como  el  rey  dd 
Fez  Aly  Abul  Hasan  ben  Otman  ben  Jacúb  ben  Abdelhac  de  Beni  Merin 
había  pasado  el  estrecho,  y  conseguido  una  completa  victoria  naval  de 
los  cristianos,  que  había  peleado  con  ellos  el  dia  Giuma  9  dp  Safer 
del  ano  741  (1 340) ,  que  su  armada  era  de  ciento  y  cuarenta  galeras,  qno 
con  ellas  bahía  rodeado  á  las  de  los  enemigos ,  y  muchas  babia  biin^Uda 
y  muchas  apresado  con  toda  su  gente  y  provisiones.  Esta  ventárosla 
nueva  se  celebró  en  Granada  con  iluminaciones,  fuegos  y  grandes 
fiestas  y  zambras,  que  duraron  toda  la  nocbe ,  y  al  punto  mandó  el  rey 
que  sus  caballeros  se  dispusiesen  para  ir  en  su  compañía  á  recibir  y  visi- 
tar al  rey  de  Fez.  Luego  fueron  viniendo  los  alcaides  de  las  fronteras  y 
otros  principales  caballeros,  y  partió  d  rey  á  su  visita  con  muy  lucido 
acompañamiento,  y  llegó  á  Algezira  Alhadrá  el  dia  30  *  del  mismo 
mes,  y  d  rey  de  Fez  hcdgó mucho  de  aquella  visita  de  Juzef  ben  Ismail, 
y  comieron  juntos  con  sus  principales  caudillos.  Traía  el  rey  de  Fes 
graa  gentío  de  infantería  y  caballería ,  y  para  no  perder  tíenqx)  concer^ 

<  El  SalaflMni  y  otros  dicen  que  faé  en  sáb«do  6  de  Xawál,  y  el  campo  de  Tarifa  eniS  de 
M«b«niDi  del  «fio  T4i ;  pero  no  parece  cierta  la  fecha. 


604  mSTORlA  DE  LA  DOMINACIOR 

taron  poner  cerco  á  la  ciudad  de  Tarifa  y  luego  movienm^  sos  gentes,  j 
ftaeron  delante  de  Tarifa  j  acamparon  allí  en  3  del  siguiente  mes,  j 
principiaron  á  combatirla  con  máquinas  ¿  ingenios  de  truenos  que  hm- 
zaban  balas  de  hierro  grandes  con  ñafia ,  causando  gran  destrucción  en 
sus  bien  torreados  muros.  Durante  el  largo  cerco  envió  el  rey  de  Fez 
sus  caudillos  Aly  Atar  y  Abdelmelic  con  ciertas  escogidas  compañías  de 
zenetes ,  gomares  y  masamudes  á  correr  la  tierra  de  Jerez  y  de  Sido- 
nía ,  Lebrija  y  Arcos,  y  fueron  sus  algaras  estragando  la  tierra,  ro- 
bando ganados,  quemando  casas  de  campo,  y  asolando  aquella  comarca 
como  una  tempestad  de  truenos  y  relámpagos.  Los  cristianos  que  guar- 
daban aquella  frontera  salieron  contra  este  campo  de  almogávares  que 
tanto  mal  y  daño  les  hacia,  y  hallaron  á  los  muslimes  donde  menos  lo 
recelaban  estos.  Sobresaltados  con  el  improviso  ímpetu  de  los  enemi- 
gos ,  y  embarazados  con  la  rica  presa  apenas  acertaron  á  ponerse  en  ór* 
den  para  defenderse,  y  llenos  de  confusión  y  espanto  sin  atenderá  sus 
valientes  caudillos  huyeron  de  los  cristianos.  Entre  los  que  peleando 
vendieron  bien  caras  sus  vidas  fueron  los  dos  Ínclitos  caudillos  Abdehne- 
lic  y  su  primo  Aly  Atar ;  ambos  cayeron  de  los  primeros  por  animar  á 
los  suyos  á  la  pelea:  entre  los  que  hicieron  lo  que  les  convenía  quedaron 
mil  quinientos  muslimes,  zenetes  y  gomares  tendidos  en  los  campos  de 
Arcos  para  agradable  pasto  de  aves  y  Aeras. 

La  nueva  de  este  desmán  llenó  de  sentimiento  á  todos  los  mosUmes 
y  de  despecho  al  rey  de  Fez  y  al  de  Granada ,  en  especial  por  la  pér- 
dida de  aquellos  dos  nobles  caudillos.  Escribió  el  rey  de  Fez  á  sos 
alcaides  de  África  que  le  enviasen  nuevas  tropas,  y  también  d  de 
Granada  hizo  llamada  de  sus  gentes  con  ánimo  de  tomar  cumplida 
venganza. 

Los  cristianos  que  estaban  cercados  veían  cada  día  aumentarse  d 
campo  de  los  muslimes,  y  que  su  innumerable  gentío  cubría  ya  montes 
y  llanuras.  Enviaron  sus  cartas  repitiendo  súplicas  á  sus  reyes  pan 
que  los  socorriesen ,  asi  al  rey  de  Castilla  como  al  de  Portucal.  El  de 
Castilla  estaba  á  la  sazón  en  la  ciudad  de  Sevilla ,  y  luego  allegó  sos 
gentes  y  vino  con  poderosa  hueste,  y  también  vino  con  escogida  ca- 
balleria  el  de  Portucal ,  y  vinieron  con  gran  chusma  estos  dos  tiranos, 
y  cuando  llegaron  á  *  Hijarayel  avistaron  el  campo  de  los  muslimes  que 
si  punto  se  movió  contra  ellos,  pues  los  campeadores  habian  anua- 
dado  la  venida  del  enemigo.  Acaudillaban  los  dos  reyes  sus  esforzadas 
tropas ,  y  los  dos  tiranos  también  ordenaron  sus  haces  para  la  pelea ; 
pero  como  ya  fuese  á  puestas  del  sol ,  á  los  unos  y  á  los  otros  pareció 
poco  espacto  de  tiempo  el  que  del  dia  quedaba  para  darse  batalla ,  y 
no  quorian  que  la  ya  cercana  venida  de  la  noche  interpusiese  treguas 
á  sus  hostiles  intenciones.  Asi  fué ,  que  en  aquella  tarde  ni  los  campea* 
dores  salieron  de  sus  ordenanzas,  ni  se  permitió  salir  á  escaraminar 
con  los  contraríos ,  y  ambas  huestes  se  temieron  y  respetaron  mutua- 
mente. Pasaron  aquella  noche  esperando  con  impaciencia ,  con  incer- 

1  La  pefta  det  Ciervo. 


D£  LOS  ÁRABES  £N  ESPAÑA.  605 

tidumbre  j  temor  la  venida  del  alba.  Los  caudillos  dieron  sns  órdenes  ¿ 
los  capitanes  j  adalides ,  j  estos  en  sus  banderas  esforzaban  á  sus  tro- 
pas para  la  pelea  ofreciéndoles  la  victoria  si  mantenían  animosos  y 
coDStontes  la  sangrienta  lid.  A  la  venida  del  alba  y  en  el  punto  que 
principiaba  á  clarear  el  dia  se  oyemn  las  trompetas  de  los  enemigos  y 
estremeció  la  tierra  el  estruendo  de  los  atambores  muslímicos ,  con- 
faodiéndose  con  los  alaridos  y  atakebiras  el  agudo  sonido  de  los  le- 
lilíes y  bocinas.  Corría  en  medio  de  ambos  campos  el  Wadacelito ,  y  los 
campeadores  cristianos  se  adelantaron  al  paso  del  rio ,  salieron  á  en- 
contrarlos á  toda  brida  los  esforzados  zenctes  y  gomares  y  la  caba- 
Ueria  de  Granada  -  trabárcHise  ambas  huestes  peleando  con  igual  valor 
y  constancia ,  y  en  lo  mas  recio  de  la  sangrienta  batalla  comenzaron  á 
remolinarse  ciertas  cabilas  alárabes ,  atropelladas  de  la  caballería  ar- 
mada y  cubierta  de  hierro  que  las  acometió,  de  suerte  que  fueron 
ded)aratadas  y  divididas  por  los  enemigos.  Al  mismo  tiempo  salieron 
de  la  ciudad  los  cercados  y  se  apoderaron  del  real  de  Abul  Hasan ,  de 
su  harem  y  riquezas ,  y  al  punto  todos  los  africanos  abandonaron  el 
campo  de  batalla,  que  mantenían  solos  los  andaluces  acaudillados  de 
ra  rey  Juzef.  Viendo  este  que  la  flor  del  ejército  enemigo  cargaba  sobre 
los  suyos,  y  que  los  africanos  huían  por  todas  partes,  mandó  á  sus 
alféreces  retirarse  peleando  hacia  Algezíra  antes  que  todo  el  ejército 
vencedor  los  rodease ,  y  así  lo  hicieron  dejando  sangrientas  huellas  en 
sn  retirada.  El  rey  de  Fez  se  acogió  á  Gebaltaric,  y  en  el  mismo  dia  in- 
fausto de  la  batalla  se  embarcó  y  pasó  á  Gdbta.  Fué  esta  cruel  batalla 
de  Wadacelito  dia  lunes  7  de  la  luna  de  Giumada  *  primera  del  año  741 
(1340).  £1  campo  quedó  cubierto  de  armas  y  cadáveres,  y  fué  me- 
morable esta  matanza  y  pasó  á  proverbio  entre  los  enemigos  aquel 
aciago  dia. 

Avisaron  los  campeadles  al  rey  Juzef  ben  Ismail  como  los  enemi- 
gos le  tenían  tomados  los  pasos  de  su  retirada  con  innumerable  chusma , 
y  asi  volvió  á  Granada  por  mar  en  sus  naves  y  desembarcó  en  Almu- 
necab.  En  la  ciudad  hubo  gran  duelo,  porque  en  aquella  batalla  mu- 
rieron muchos  nobles  granadies ,  y  entre  ellos  el  principal  cadi  de  An- 
dalucía Abu  Abdala  Muhamad  Alascari.  Después  de  esta  victoria  fué  el 
rey  de  Castilla  sobre  Calayaseb  y  k  cercó  y  combatió  con  máquinas , 
y  los  de  la  ciudad  atemorizados  se  entregarqn  al  rey  Alfonso  por  ave- 
nencia saliendo  salvos  los  moradores.  También  se  rindió  por  avenencia 
Friega  j  ben  Anexir,  que  todo  cedía  á  la  fortuna  de  los  enemigos.  En 
el  año  siguiente  también  fueron  desventuradas  las  armas  muslímicas  : 
en  las  bocas  de  Wada  Menzil  tuvieron  sangrienta  bataUa  las  naves  de 
África  y  de  Granada  con  las  de  los  cristianos ,  y  estos  enemigos  que- 
maron muchas  de  ellas,  y  murieron  peleando  los  amires  que  las 
mandaban. 

1  El  SalanKUi  dice  Giumada  postrara. 


606  HISTORIA  DE  LA  DOMUIACK» 

CAPITULO  XXII. 

Toman  los  cristianos  á  AJgexira.  Treguas.  Eftlkia  del  rey  Jnsef.  OrdeBamienios  nüfiosas. 


La  fortuna  estaba  declarada  contra  los  muslimes  en  este  tiempo.  Q 
rey  Alfonso,  ufano  de  sus  Yictorias ,  deseaba  apoderarse  de  la  dudad  de 
Algezira  Alhadrá,  puerta  de  España ,  dudad  hermosa  y  fuerte,  de  ex- 
celentes campos,  y,  en?ió  sus  gentes  que  la  cercasen  en  tanto  que  él 
mismo  por  otra  parte  corría  la  tierra  del  rey  de  Granada,  haciendo 
mucho  daño  en  miescs  y  huertas.  Llegaron  los  cristianos  delante  de 
Algezira  en  medio  del  verano ,  y  acamparon  alli  rodeando  sus  reales  de 
fosos  y  hondas  cavas.  Los  cercados  salían  á  estorbarles  sus  trabajos ,  y 
les  daban  sangrientos  rebatos  en  cada  dia  ^  en  que  mataban  nuidios  de 
sus  cruzados  y  buenos  caballeros  :  y  muchas  veces  pelearon  en  campo 
abierto  con  varia  fortuna  con  todos  los  cristianos  que  andaban  en  d 
cerco.  Levantaron  los  cristianos  grandes  máquinas  y  torres  de  madera 
para  combatir  la  ciudad ,  y  los  muslimes  las  destruían  con  piedras 
que  tiraban  desde  sus  muros ,  y  con  ardientes  balas  de  hierro  que 
lanzaban  con  tronante  nafta  que  las  derribaba  y  hacia  gran  daño 
en  los  del  campo.  El  rey  Juzcf  ben  Ismail  salió  de  Granada  con  su  c»- 
balleria  para  socorrer  á  los  cercados ,  y  acampó  riberas  de  Waifijaro. 
Bien  quisiera  el  rey  acometer  luego  ¿  los  enemigos ;  pero  sos  candólos 
no  osad>an  venir  á  batalla ,  ni  acometer  á  los  cristianos  en  su  campo 
fortificado ,  sino  esperar  que  saliesen  contra  ellos  á  escaramoar ,  por- 
que la  infantería  estaba  muy  intimidada  desde  la  batalla  de  Tarifa.  El 
rey  Juzef ,  recelando  que  la  ciudad  estuviese  muy  aparada  y  que  se 
perdería  si  no  la  socorriese ,  animó  sus  gentes  y  llegó  una  madrugada  i 
la  hora  del  alba  á  la  orilla  del  río  Palmoncs ,  que  mediaba  entre  los 
dos  campos.  Parecióle  que  la  sorpresa  seria  muy  importante ,  y  así  or- 
denó que  acometiesen  antes  del  día,  cuando  los  cristianos  menos  pen- 
sasen. La  arrancada  fué  muy  denodada  é  impetuosa ,  que  puso  en  grao 
conrusion  á  los  enemigos,  pero  las  cavas  profundas  y  anchos  fosos  qoe 
los  defendían  desordenaron  mucho  á  los  caballeros  nroslimes ,  y  oo 
pudieron  hacer  todo  el  efecto  que  deseaban :  rompieron  y  desbarataroo 
sin  embargo  cuanto  se  les  puso  delante ;  pero  quedaron  mncbos  ca* 
balleros  espetados  en  la  espesa  selva  de  lanzas  que  lea  opusieron.  Acu- 
dió á  defender  sus  reales  tanta  muchedumbre  que  fué  pmdeocía  de 
los  caudillos  retroceder  sin  meterse  mas  adentro  de  las  bien  guardadas 
trincheras.  Los  de  la  ciudad,  que  padecían  gran  falta  de  provisiones,  7 
veían  que  el  rey  Juzef  no  podía  obligar  ¿  los  cristianos  á  levantar  el 
cerco,  le  enviaron  á  decir  por  los  pocos  bateles  que  bastecían  de  nodie 
la  ciudad ,  que  ya  no  era  posible  mantenerse,  que  procurase  avenencias 
con  los  cristianos.  Envió  Juzef  ben  Ismail  á  Gebta  á  pedir  anxiKoal  rey  de 
Beni  Merin ,  pero  se  excusó  con  sus  urgencias  domésticas ,  y  le  aconsejó 
que  hiciese  sus  paces  con  el  rey  de  Castilla.  Asi  lo  procuró  Jaaef :  pero 
el  rey  Alfonso  no  quiso  dar  oidos  á  ninguna  prcqiuesta  si  no  se  k  en- 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  607 

tregaba  la  cladad.  Todavía  intentaba  JazeF  hacer  un  esfuerzo  y  pelear 
contra  los  cristianos ,  pero  sus  caballeros  le  dijeron  que  no  era  posible 
romper  el  campo,  y  que  serla  aventurarlo  todo  por  conserrar  una 
sda  cicdad :  asi  que,  persuadido,  concertó  con  el  rey  Alfonso  la  en- 
trega ,  y  que  desde  luego  los  muslimes  pasasen  de  la  ciudad  nuera  á  la 
antigua  con  cuanto  tuTícsen,  y  en  conrcniente  plazo  pudiesen  reti-^ 
rarse  de  alli  adonde  bien  les  pareciese  con  todos  sus  bienes  bajo  la  té 
y  amparo  del  rey  de  Castilla ,  y  asimismo  concertaron  treguas  de  diez 
müos  para  repararse  de  tan  prolija  guerra.  Entraron  los  enemigos  en 
Algezira  después  de  reinte  meses  de  cerco  en  *  M uharram  del  año  714 
(f  243).  El  rey  Alfonso  trató  con  mucha  honra  á  los  caudillos  de  Juzef 
ben  Ismail  que  trataron  con  él  la  entrega ,  y  también  á  los  de  la  ciudad, 
7  todos  quedaron  muy  contentos  de  su  generosidad. 

Eki  el  largo  tiempo  de  la  tregua  con  el  rey  de  Castilla ,  se  ocupó  el 
rey  Jnzef  en  beneficio  de  sus  pueblos,  estableció  escuelas  en  todos  con 
enseñanzas  uniformes  y  sencillas ,  mandó  que  en  los  pueblos  que  habia 
aljama  principal ,  se  predicase  y  leyese  todos  los  jnmuas ,  y  en  laí  mez- 
quitas en  que  hid>iese  mas  de  doce  vecinos  se  había  de  hacer  alhotba  y 
había  de  tener  alfaqoi  y  alimam ,  y  que  no  hubiese  mezquita  en  donde 
no  pudiese  haber  ásala  asi  en  invierno  como  en  verano  t  sus  cinco  alazas 
i  sus  llorad  convenientes  de  asofabi ,  adobar,  azalar,  almagréb  y  ala- 
terna :  que  en  la  alhotba  se  observase  la  piadosa  práctica  de  alabar  i 
Dios,  hacer  azala  soImto  el  bienaventurado  Mubamad ,  la  repetición  de 
aleas  del  Alcorán ,  que  amonesten  y  enseñen  al  pueblo  con  declaración 
y  ejemplos  para  que  lo  entiendan  todos,  y  pedir  perdón  y  misericordia 
por  todos.  En  la  segunda  después  de  las  alabanzas  á  Dios  se  hará  honrosa 
mención  de  los  de  la  Sihaba  como  caudillos  primeros  de  los  muslimes , 
ae  ensalzará  la  ley  de  Mubamad  pidiendo  pmlon  por  todos ,  y  prospe- 
ridad y  todo  bien  para  el  rey,  su  familia  y  estado.  Que  en  la  iMnra  de  la 
aaala  del  Giuma  no  se  pudiese  vender  ni  comprar,  ni  otras  ocupaciones 
profanas.  Que  na  s^  hiciese  alhotba  en  dos  mezquitas  cuando  el  pregón 
lie  una  se  puede  oir  en  h  otra ,  sino  que  se  hiciese  en  la  mas  noble  ó 
mas  antigua.  Que  todos  estaban  obligados  á  ir  á  la  alhotba  del  Giuma 
tanto  trecho  cuanto  puedan  ir  á  oiría  á  tiempo  saliendo  con  sol  de  su 
casa ,  y  volviendo  á  ella  también  con  sol ,  y  con  sumidad  en  el  camino, 
probariendo  que  ninguno  morase  en  yermo  y  tan  apartado  de  mezquita 
que  partiendo  de  su  casa  de  mañana  no  alcance  á  llegar  á  hora  de  ado- 
bar, quees  la  déla  azala,  ala  mezquita,  ó  qneno  pueda  volver  adonde 
TI  ve  antes  de  la  puesta  dd  sol.  Para  esto  dispaso  que  no  viviese  nadie  i 
mas  de  dos  leguas  de  población ;  y  en  las  alquerías  que  hubiese  mas  de 
doce  casas  se  edificase  mezquita.  Que  en  las  mezquitas  estuviesen  los 
fliOGhadios  tras  de  los  viejos ,  y  las  mugercs  tras  de  los  muchachos  y 
apartadas  de  todos  los  hombres,  y  en  la  salida  que  se  estuviesen  quedos 
loa  kombres  y  muchachos  hasta  que  ya  entiendan  haber  salido  las  mn- 
:  que  las  doncellas  no  asistan  á  las  mezquitas ,  si  no  hay  en  cuas 


'  OSraadioviiSifiBr. } 


608  HISTORU  DE  lA  DOMINAaOll 

lugar  apartado ,  y  cuando  le  haya  que  fuesen  muy  cubiertas  y  coa  mu- 
cha compostura.  Ordenó  queen  el  dfia  Giuma  lodomualim  se  pomae  sos 
mejores  vestidos  manifestando  su  exterior  aseo  y  limpien  laque  deboi 
tener  en  sus  corazones ,  y  qae  se  ocupen  en  visitar  y  remediar  pobres , 
y  tratar  con  sabios  y  conversar  entre  si  de  cosas  apadbks  y  virtuosas. 
Asimismo  renovó  las  piadosas  costumbres  de  la  sonna  para  la  cél^yra- 
cion  de  las  dospascuas,  de  la  de  Alfitra  ó  salida  de  Ramazan ,  y  la  délas 
Victimas  ó  fiesta  de  carneros :  en  una  y  otra  se  habían  introducido  pro- 
fanidades y  locuras  mundanas ,  y  andaban  las  gentes  como  locas  por  las 
calles  echándose  aguas  de  olor  y  tirándose  naranjas  y  otras  frutas,  7 
andaban  tropas  de  mozos  y  bailarinas  con  estrepitosas  zambras  por  to- 
das las  calles :  prohibió  los  desórdenes ,  y  mandó  que  se  celebrasen  con 
alegrías  virtuosas ,  con  limpias  y  preciosas  vestiduras  como  cada  uno 
pudiese ,  con  flores  y  perfumes  aromáticos  por  honra  de  las  pascuas , 
que  se  ocupasen  en  asistir  á  las  mezquitas ,  visitar  pobres ,  enfermos  y 
sabios ,  y  cn*distríbuir  limosnas  como  cada  uno  pudiese :  y  para  sacar 
mayor  provecho  mandaba  juntar  la  asadaka  ó  limosna  de  cada  ciudad  ó 
aldea,  fuese  en  dinero,  en  pan  ó  en  grano  ü  ihitas,  y  después  la  mandaba 
repartir  pc^  dos  ó  mas  personas  de  confianza ,  y  si  fuese  muy  abundante 
la  limosna  se  depositaba  el  grano ,  se  repartía  á  los  pobres  y  huérfanoi, 
en  rescatar  cautivos ,  reparar  mezquitas ,  fuentes,  caminos  y  puentes  y 
otros  pasos  difíciles  ó  trabajosos.  Prohibió  que  anduviesen  por  las  calles 
las  rogativas  por  agua,  porque  las  calles  ni  las  plazas  no  son  lagares  de 
demencia  ni  de  adoración ,  y  ordenó  que  en  las  ocasiones  de  seca  ó  íálía 
de  agua  que  pareciese  necesaria  la  rogativa  se  saliese  á  los  campos  coo 
mucha  devodon  y  humildad  pidiendo  á  Dios  perdón  de  sus  pecados  na 
días  veces,  y  didendo  con  afecto  muy  cordial  *.  Sedor  Alá  piadoso ,  tn 
nos  criaste  de  nada,  y  sabes  nuestros  yerros,  por  tu  piedad,  Sedor,  que 
no  nos  quieras  destruir,  no  mires  á  nuestros  yerros ,  mira ,  Señor,  á  lo 
gran  piedad  y  clemencia ,  que  tú  no  tienes  necesidad  de  nuestros  serri- 
dos :  Señor,  usa  de  piedad  por  las  criaturas  inocentes ,  por  los  aaimaks 
simples  y  por  las  aves  del  cielo  que  no  hallan  que  comer,  mira  la  tierra 
que  criaste  y  sus  yerbas  mustias  por  falta  de  las  aguas :  Seik>r,  ábrenos 
tus  cielos,  vuelve  las  tus  aguas,  vuelve  los  tus  aires ^  y  envía  las  las 
piedades  que  refrigeren  y  rocíen  -y  vivifiquen  le  tierra  muerta ,  y  sos 
yerbas ,  que  den  mantenimiento  á  tus  criaturas ,  y  no  digan  los  infieles 
que  no  oyes  á  tus  creyentes,  por  tu  piedad  y  por  tu  clemencia,  que  tú 
eres  sobre  todas  las  cosas  piadoso :  Señor,  á  ti  adoramos ,  en  ti  creemos, 
y  en  tí  esperamos  perdón  de  nuestros  yerros  y  remedio  de  nuestras  ne- 
cesidades. También  prohibió  las  juntas  de  diversas  familias  en  vigilias 
nocturnas  dentro  de  las  mezquitas ,  que  las  mugeres  no  tuviesen  no- 
venas sin  su  marido ,  ó  con  otras  mugeres ,  ó  con  hombres  de  aqueUns 
con  quienes  no  les  es  licito  casar,  como  en  compañía  de  padre,  hermano, 
hali,  ami  ó  sobrino,  y  no  con  otras^  y  lo  mismo  las  viejas :  á  las  don- 
cellas no  quería  que  fuese  lidto  el  ir  á  novenas ,  ni  seguir  y  acompañar 
entierros.  Mandó  que  ninguno  se  amortajase  con  seda ,  ni  con  piala  ni 
oro ,  sino  envuelto  en  tiras  de  lienzo  blanco  sobre  camisa ,  después  da 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  609 

bien  lavado  y  con  olores  buenos :  mandó  en  esto  qne  no  fuesen  mugcrcs 
sino  la muger,  madre,  ama,  ó  hala  del  difanto,  y  que  no  se  diesen 
Toces  ni  gritos,  ni  fuesen  plañideras  alquiladas  para  manifestar  senti- 
mientos 7  llanto  que  no  tienen  :  prohibió  que  se  hiciesen  elogios  del 
muerto  por  ninguno,  sino  que  el  alfaqui  ó  la  persona  mas  honrada  del 
acompafiamiento  alzando  sus  manos  al  cielo  de  cara  alquibla  á  par  de  la 
alcbaneza  diga :  Alá  hu  akbar,  alabanzas  sean  dadas  á  Dios  que  mata  y 
resucita ,  de  Dios  es  la  grandeza  y  la  mayoría ,  él  es  sobre  todas  Tas  co- 
sas poderoso :  Señor,  bendice  á  Muhamad  y  á  los  de  Muhamad  ^  apiádate 
dcMuhamad  y  de  los  de  Muhamad :  Señor,  este  es  tu  siervo,  tú  lo  criaste 
7  k)  mantUYiste ,  y  tú  lo  resucitarás :.  tú  sabes  su  secreto  y  su  paladino, 
venímoste  á  rogar  por  él ;  Señor,  á  tí  nos  avecinamos,  que  tú  erescumplido 
dehomenage :  Señor,  defléndelo  en  la  tentación  de  la  fuesa,  defiéndelo 
délas  penas  de  Gihanam.  Señor,  perdónale  y  hónrale  su  morjida ,  en- 
sáncbaie  su  ñiesa ,  limpia  sus  mancillas  y  pecados,  dale  morada  mcjot 
que  so  nx»*ada ,  dale  compañía  mejor  que  la  que  tiene :  Señor,  si  es 
bueno  crécele  en  descanso ,  y  si  es  que  faltó  en  tu  servicio  perdónale  sus 
yerros  y  pecados,  que  tú  eres  sobre  todas  las  cosas  piadoso  ypoderoso. 
Señor,  afirma  su  lengua  y  dale  valor  al  tiempo  de  la  pregunta  de  su  fbesa , 
no  le  repruebes.  Señor,  ni  le  acuses  dé  lo  que  sabes  que  no  tiene  poder 
para  defenderse ;  perdónale.  Señor,  perdónale ,  no  le  niegues  tu  miseri- 
cordia ni  le  prives  de  tu  galardón.  Luego  después  de  decir  tres  veces 
Alá  bu  akbar,  dirá :  Señor  Alá,  perdona  nuestros  vivos  y  nuestros 
muertos,  los  presentes  y  los  ausentes,  grandes  y  pequeños,  hombres  y 
mogeres,  que  tú  sabes  nuestros  destinos ,  tenemos  esperanza  en  tu  pie- 
dad querrá  nasada  á  nuestros  yerros  .*  señor  Alá ,  á  quien  ha  hecho 
bien  acrecienta  su  bondad ,  y  á  quien  ha  hecho  mal  perdónale  sus  peca- 
dos. Señor  Alá,  defiéndenos  y  danos  valor  en  la  fuesa ,  líbranos  de  las 
penas  de  Gihanam  y  danos  bpen  fin  de  nuestros  dias :  al  echarle  en  la 
/nesa  áirk :  Señor,  nuestro  hermano  vuelve  á  ti ,  nuestro  hermano  dejó 
el  mundo  y  vuelve  á  ti,  acójale.  Señor,  y  cúbrale  tu  misericordia.  Pro^ 
hibió  que  escribiesen  la  demanda  y  respuesta  de  la  fuesa ,  y  la  enterra* 
sen  con  el  difunto,  y  lo  mismo  el  ponerle  aleas  ni  alismas  en  la  cabeza 
ni  en  el  pedio.  En  bs  fiestas  de  buenas  fadas  para  poner  nombre  á  los 
recien  nacidos,  en  que  se  juntan  los  parientes,  y  en  las  bodas  y  otras 
fiestas  de  familia  pemutia  que  hubiese  zambras  alegres  y  decorosas ,  y 
que  las  walimas  ó  convites  fuesen  opulentas,  pero  con  discreción  y  sin 
abusos  de  embriaguez  ni  de  otras  vanidades,  y  costumbres  viciosas, 
porque  había  mucha  licencia  en  tales  fiestas.  Perfeccionó  la  policía  de  la 
ciudad  y  puso  vrazires  de  barrios ,  y  uno  para  el  zoco  que  asistía  siem- 
pre en  la  alcana  y  cuidaba  del  buen  orden  en  los  mercados.  Estableció 
que  se  cerrasen  y  atajasen  de  noche  los  barrios ,  y  que  hubiese  en  cada 
uno  ronda  nocturna,  con  horas  señaladas  para  cerrar  y  abrir  las  puer- 
tas,  y  lo  mismo  las  principales  de  la  ciudad.  Escribió  ciertas  ordenanzas 
sobre  la  guerra  y  mantener  frontera ,  y  el  modo  y  orden  de  las  cabal- 
gadas. Poso  pena  do  muerte  al  caballero  que  huyese  de  los  enemigos , 
cuando  no  fuesen  mas  de  dos  tantos  mas  que  los  muslimes ,  ano  ser  por 


610  HISTORIA  D£  LA  DOlUNAaON 

6rden  de  sos  caudillos  que  saben  los  secretos  y  estratageoiasdela  guerra, 
y  cuando  conviene  acometer  y  cuando  retirarse  de  la  pelea:  prohibió 
que  los  campeadores  ó  almogávares ,  ni  otros  cuerpos  de  gente  de  guerra 
matasen  á  los  niños ,  ni  á  ks  mugeres ,  ni  á  los  viejos  sin  fuerzas ,  ni  á 
los  enfermos ,  ni  á  los  frailes  de  vida  apartada ,  salvo  cuando  cstaTícreB 
armados  y  ayudasen  á  los  enemigos  por  sus  manos. 

Mandó  que  los  despojos  y  presa  se  repartiese  con  justicia,  sacando 
el  rey  su  quinto,  de  las  cosas  de  comer  que  cada  uno  tome  lo  que 
necesite ,  y  lo  demás  se  dividiese  con  orden,  al  caballerodos  parles ,  al 
do  á  pié  una,  y  á  los  que  trabajen  en  la  hueste  de  cualquiera  trabajo, 
ol  rey  usará  de  albedrio  para  premiarlos  por  las  relaciones  de  los  cau- 
dillos :  que  al  que  se  tomare  muslim  en  la  villa  ó  fortaleza  conquistada 
80  le  restituya  todo  lo  suyo ,  y  si  ya  estuviere  repartido  se  le  abonará  sa 
justo  precio  :  prohibió  que  los  hijos  de  familia  pudiesen  salir  en  ctia^ 
gada  sin*Íicencía  de  sus  padres ,  fuera  de  un  caso  de  necesidad  6  defensa 
del  pueblo  :  y  eso  mismo  el  que  no  pudiesen  hacer  su  alhige  ó  peregri- 
nación á  la  casa  santa  de  Mecca  ó  de  Alaksá,  sin  eiq^resa  lioencia  de 
padre  y  madre ,  y  en  su  falta,  do  sus  abuelos  u  haMes :  ordend  que  es 
los  delitos  de  adidterios  y  homicidios  y  otros  que  se  castigan  con  pena  de 
muertesilos  cómplices  y  reos  no  confiesan,  no  se  les  pueda  dar  b  pena 
de  muerte  si  no  hay  cuatro  testigos  de  vista  que  depongan  de  ma  obra 
y  de  un  mismo  tiempo.  Los  adúlteros  tenian  pena  de  morir  apedreados, 
y  los  solteros  que  cometen  fornido  tienen  pena  de  den  azotes,  el  varoa 
desnudo ,  y  la  muger  sobre  su  alcandora ,  y  después  el  varón  on  ano  de 
destierro ,  y  el  rey  Juzcf  ordenó  que  hid>iese  on  estos  delitos  albedrb 
de  juez  y  los  pusiese  en  prisión ,  y  siendo  iguales  los  obligase  á  casar  j 
pagar  azidake  á  la  muger,  y  también  mandó  que  á  los  que  por  justicia 
fuesen  muertos  se  les  lavase  y  cafanase ,  y  se  les  enterrase  oon  las  aa- 
laes  y  en  los  mismos  cementerios  que  á  los  otros  muslimes.  Tambiei 
estableció  que  hubiese  albedrio  de  juez  en  las  penas  de  los  hurtos»  La 
ley  era ,  que  cuando  alguno  hurtare  de  casa ,  huerto ,  ó  ténnino  cer- 
cado de  señorío  ageno ,  que  no  sea  en  baldio ,  ywmo  y  cosa  sin  guarda, 
que  sea  su  valcMr  cuarto  de  dobla  de  oro ,  ó  peso  de  tres  adirhames  de 
plata  óde  ahi  arríbale  corten  la  mano  derecha,  sea  varón  6  hembra, 
siervo  ú  libre ,  si  el  varón  tiene  ya  quince  ailos  y  la  hembra  trece ,  por  d 
prímer  hurto  la  mano  derecha,  por  el  segundo  el  pié  izquierdo ,  y  por  d 
tercerola  mano  izquierda,  por  el  cuarto  el  pié  derecho ;  y  por  di  quintóse 
le  atormentaba  y  ponia  en  prisión  perpetua.  Quiso  el  rey  que  por  d  pri- 
mer hurto  se  le  azotasey  encarcelase,  por  el  segundo  se  le  cortase  la  mno 
izquierda  ó  el  pió,  y  ordenó  otras  muchas  cosas  para  el  buen  gobieraa 
Acabó  las  obras  comenzadas  en  Granada ,  y  las  mezquitas  las  mandó 
pintar,  y  adornar  de  hermosas  labores ,  y  asimismo  su  alcáaar ,  y  á  sa 
qomplolos  señores  de  Granada  hicieron  también  obras  en  sos  moradas . 
y  se  llenóla  ciudad  de  casas  altas  y  bien  hechas  con  mudias  torres  de 
madera  de  alerce  maravillosamento  labradas ,  y  otras  de  ¡Medra  eos 
ludentes  capiteles  de  metal  y  dentro  de  las  casas  grandes  salas  fireicas 
oon  zaqulzamis  de  menudas  labores,  y  las  paredes  y  tedios  de  oro  j 


D£  LOS  AHABES  £N  ESPAfiA.  61i 

azul,  j  tambieD  hM  suelos  de  las  casas  labrados  de  piezas  menudas  de 
azulejos  al  estilo  de  obra  mosaica  :  y  en  las  de  los  grandes  seiKores  con 
hermosas  fuentes  de  agua  dulce  que  las  hace  mas  frescas :  todo  este 
esmero  de  arquitectura  era  de  moda  en  su  tiempo ,  j  asi  fué  Granada 
en  sus  dias  como  una  taza  de  plata  llena  de  jacintos  y  esmeraldas. 
Mientras  vivió  conservó  amistad  con  los  reyes  de  Fez  y  en  especial  con 
Abul  Basan,  y  con  su  hijo  Fares ,  el  que  se  apoderó  del  estado  de  su 
padre  después  que  pasó  derrotado  de  Algezira  y  de  Tarifa ,  y  que  fué 
por  Alniotuakil. 


CAPITULO  XXIII. 

Muerte  del  rey  Alfoato.  Lulo  de  los  masUmes.  Aiesina  un  loco  ti  rey  de  Grtnede. 

Bucédele  iU  hUo  Mahamad* 

Pasados  los  aiokM  de  la  tregua  con  los  cristianos  que  observó  por  su 
parte  bien ,  aun  hubiera  querido  prolongarla  hasta  qumce  anos;  pero 
no  quiso  el  rey  Alfonso  ben  Femando  de  Castilla  y  nieto  de  Sancho,  d 
cual  envanecido  con  la  fortuna  de  sus  victorias  cuando  rompió  y  deshizo 
i  los  muslimes  en  la  batalla  grande  de  Tarifa,  y  con  la  conquista  de 
Algezira  Alhadrá,  pensó  continuar  sus  prósperas  expediciones  contra 
loa  musUmes,  y  con  gran  poder  vino  ¿  cercar  la  ciudad  de  Gebaltarie, 
que  tenia  gran  pena  de  haherla  perdido  en  su  tiempo,  y  queria  reco- 
brarla. Allegadas  sos  gentes  acampó  en  el  arenal  cerca  del  mar  entre  la 
ciudad  y  Algezira ,  en  la  primavera  del  año  750  (1349),  y  luego  la  com- 
batió con  ingenios  y  máquinas;  pero  como  la  dudad  es  tan  fortificada 
por  naturaleza ,  y  tenia  buena  y  esforzada  guarnición,  no  hada  cosa  de 
provecho ,  y  cráó  de  combatirla  y  cuidó  de  tenerla  bien  cercada  espe- 
rando tomarla  por  hambre  $  pero  quiso  Dios  que  este  esforzado  rey|, 
enemigo  acérrimo  del  Islam ,  que  pensaba  apoderarse  de  todo  cuaoto 
poseían  los  muslimes  en  Espada ,  murió  de  peste  á  lOde  Muharram  del 
ado  751  (1350)  ^,  en  d  Giuma.  Su  estatura  mediana  y  bien  propor- 
cionada,  de  buen  talle ;  blanco  y  rubio,  de  ojos  verdes, graves,  de 
mucha  fuerza  y  buen  temperamento ,  bien  halado  y  gradoso  en  su 
dedr,  muy  animoso  y  esforzado,  noble,  franco  y  venturoso  en  las 
guerras  para  mal  de  los  muslimes. 

Elrey  de  Granada  hacia  sus  correrias  y  cabalgadas  desde  Ronda, 
Zahara,  Estepona  y  Marbclla,  y  tenia  buenas  compañías  de  caballos 
contra  los  cristianos  que  cerchan  á  Gebaltarie ,  y  cuando  entendió  la 
muerte  del  rey  de  Castilla,  como  quiera  que  en  su  corazón  y  por  d  bien 
y  seguridad  de  sus  tierras  holgó  de  su  muerte,  con  todo  eso  manifestó 
sentimiento,  porque  decía  que  había  muerto  uno  de  los  mas  excdentes 
príndpes  del  mundo ,  que  sabia  honrar  á  todos  los  buenos,  asi  amigos 
como  enemigos,  y  muchos  caballeros  muslimes  tomaron  luto  por  el  rey 

1  Bo  eéie  aflo  murió  eo  Almería  el  prtoeip«  Ftrag,  hermano  del  rey  Mobaouid  de  Granada» 
eo  la  prúion  en  que  le  leniaB. 


612  HISTORIA  DE  LA  DOMINACIÓN 

Alfonso ,  y  los  que  estaban  de  caudillos  con  las  tropas  de  socorro  pan 
Gebaltaric  no  incomodaron  á  los  cristianos  á  su  partida  cuando  lleva- 
l)an  d  caerpo  de  su  rey  desde  Gebaltaric  á  Sevilla. 

Pocos  años  adelante  estando  el  rey  de  Granada  en  la  mezquita  en  A 
día  Id-Alfitra  primero  de  Xawal  del  año  755,  un  hombre  vil,  fuñosoé  ir- 
rilado  se  arrojó  al  rey  que  estaba  en  su  azala  en  la  postrara  arnika ,  y  le 
hirió  con  el  puñal  que  üevaba ;  el  rey  gritó  herido,  se  interrampió  h 
oración,  se  alborotó  la  mezquita,  corrimos  y  acudimos  loiíosoonlas 
espadas  desnudas  y  hallamos  al  rey  espirando,  le  llevamos  en  nuestros 
brazos  ai  alcázar,  y  allí  murió  al  punto  que  llegamos :  el  traidor  fué 
despedazado  y  quemado  su  cuerpo  delante  del  pueblo ,  y  el  mismo  día 
de  esta  desgracia  fué  proclamado  rey  su  hijo  mayor.  Él  cuerpo  del  tq 
fué  sepultado  á  la  tarde  entre  dos  luces  en  magnifico  sepulcro  en  é 
cementerio  de  su  alcázar,  y  se  le  puso  un  epitafio  en  prosa  y  yersoqoe 
compuso  Sadir  ben  Ama ,  y  se  grabó  en  mármol  con  letras  de  oro  y 
azul,  que  dice  : 

« Aqui  yace  d  rey  mártir  y  de  noble  linage,  gentil ,  docto ,  virtuoso, 
cuya  clemencia  y  bondad  y  demás  excelentes  virtudes  publica  d  reino 
de  Granada ,  y  hará  época  en  la  historia  la  felicidad  de  su  tiempo . 
soberano  principe ,  Ínclito  caudillo ,  espada  cortante  del  pud)lo  mus- 
lime ,  esforzado  alférez  entre  los  mas  valientes  reyes ,  que  por  la  grana 
de  Dios  aventajó  á  todos  en  el  gobierno  de  la  paz  y  de  la  guerra ,  que 
defendió  con  su  prudencia  y  valor  al  estado,  y  que  consiguió  sos  de- 
seados fines  con  la  ayuda  de  Dios ,  el  príncipe  de  los  fieles  Juzef  Abd 
Hagiag,  hijo  del  gran  rey  Abul  Walid,  y  nieto  del  excelente  rey  Ata 
Said  Farah  ben  Ismail  de  la  familia  Nazari ,  de  los  cuales  el  uno  fué  Icoa 
de  Dios,  invencible  domador  de  sus  enemigos  y  sojuzgador  de  los  pue- 
blos, mantenedor  de  los  pueblos  en  justicia,  con  leyes,  y  defensor  de 
la  religión  con  espada  y  lanza ,  y  digno  de  la  memoria  eterna  de  ks 
hombres  :  el  otro  á  quien  Dios  haya  recibido  por  su  miseric(»'dia  entre 
los  bienaventurados;  pues  fué  columna  y  decoro  de  su  familia, y 
gobernó  con  loable  felicidad  y  paz  el  reino  mirando  por  la  pUdica  y 
privada  prosperidad  :  que  en  todas  las  cosas  hacia  notar  su  prudencia , 
justicia  y  benevolencia,  hasta  que  Dios  todopoderoso ,  colmado  ya  de 
méritos  le  llevó  del  mundo  coronándole  antes  con  la  corona  dd  mir- 
lirio ,  pues  habiendo  cumplido  la  obligación  dd  ayuno ,  cuando  hnmiUe- 
mente  oraba  postrado  en  la  mezquita  pidiendo  á  Dios  perdón  de  sos 
debilidades  y  deslices ,  la  violenta  mano  de  un  impío,  permitiéiidQio 
asi  Dios  justísimo,  para  pena  de  aquel  malvado,  le  qui  tola  vida  cuaado 
mas  cercano  estaba  de  la  grada  dd  Todopoderoso :  lo  que  acaeció  el  & 
primero  de  Xav^ál  año  de  755.  i  Ojalá  esta  muerte  que  hizo  ilnstre  d 
lugar  y  la  ocasión  le  haya  sido  de  galardón ,  y  haya  sido  recibido  en  lis 
moradas  deudosas  del  paraíso  entre  sus  felices  mayores  y  antepasad»! 
Principió  á  reinar  miércoles  14  de  Dylhagia  año  733  (1333).  Halm 
nacido  dia28  de  Rabie  postreraaño  718  (1318):  alabado  sea  Dios  único  y 
eterno  que  da  la  muerte  á  k»  hombres,  y  galardona  con  la  bienaveD- 
turanza. » 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAJ^A.  613 

Mnhamad  ben  Juzef  ben  Ismail  ben  Farag  sucedió  á  su  padre ,  y  fué 
proclamado  la  (arde  del  dia  de  Alátra  del  año  755  (1354).  Era  de  veinte 
años  de  edad ;  hermoso  de  cuerpo ,  de  inalterable  condición ,  de  apaci- 
ble trato,  muy  humano ,  liberal  y  franco  :  tan  compasivo  que  muchas 
Teces  sus  lágrimas  manifestaban  cuanto  sentia  su  corazón  las  aflicciones 
y  calamidades  que  le  referían ,  y  asimismo  tan  benéfico  y  liberal  que 
ganaba  el  amor  de  cuantos  tenian  la  fortuna  de  tratarle :  nególa  entrada 
de  su  alcázar  á  los  aduladores  y  ministros  de  lujo  inútil  y  de  vana  os- 
tentación ,  y  estableció  en  su  casa  un  arreglado  número  de  sirvientes  y 
cuanto  convenia  á  la  decente  magnificencia  de  la  casa  del  rey,  de  un 
estado  ni  opulento  y  vicioso  ni  pobre  ó  malandante.  Con  estas  virtudes 
solo  era  aborrecido  de  los  malos  y  viciosos  cortesanos ,  pero  los  princi- 
pales y  gente  noble  del  reino  le  estimaban ,  y  todo  el  pueblo  le  miraba 
con  respeto ,  amor  y  confianza  :  sus  principales  entretenimientos  y  di- 
versiones eran  los  libros  y  los  ejercicios  de  caballería ,  torneos  y  genti- 
lezas á  cabaUo. 

Puso  sus  avenencias  con  el  rey  de  Castilla  y  con  Abu  Salem  de  Fez, 
y  gozaba  el  reino  de  bonancible  calma.  Luego  que  subió  al  trono  cedió 
á  su  hormano  Ismail  y  á  sus  hermanos  y  madrastra  el  alcázar  vecino  al 
principal  palacio  de  su  padre ,  donde  él  moraba ,  casa  magnifica  y  llena 
de  comodidades,  para  que  la  habitasen  con  toda  su  familia.  La  sultana 
madre  de  Ismail  habia  sacado  inmensas  riquezas  el  dia  de  la  muerte  del 
rey  Juzef,  y  desde  lue^  trató  de  destinarlas  en  facilitar  el  camino  del 
trono  á  su  hijo  Ismail  ^ta  ganó  á  su  hija  que  habia  casado  su  padre 
con  uno  de  los  principes  de  la  sangre  llamado  Abu  Abdala  que  amaba 
perdidamente  á  su  esposa,  y  por  sus  persuasiones  entró  en  las  intencio- 
nes de  la  reina  madre  de  Ismail  y  de  su  muger,  y  por  este  principe  y 
derramando  riquezas  formaron  un  numeroso  partido  de  conjurados. 


CAPITULO  XXIV. 

Conjoraeioii  contra  Mohamad.  Le  usurpa  el  trono  so  hermano  Ismail.  Muerte  desgraciada 

de  este.  Sucédele  Abu  Safd. 

En  el  afk)  756  (1355)  á  6  de  Dylcada  se  alzó  con  titulo  de  rey  en  6i- 
braltar  el  vrali  de  aquella  fortaleza  Iza  ben  Alhasan  bén  Abi  Mandil 
Alascari ,  y  oprimió  álos  ciudadanos  fieles  que  intentaron  oponerse  á  su 
rebelión ;  pero  su  avaricia*  y  crueldad  le  hizo  tan  aborrecible  á  sus  ve- 
cinos ,  que  desamparado  de  todos ,  como  se  levantase  contra  él  todo  el 
pueblo  se  vio  forzado  á  encerrarse  con  su  hijo  en  el  castillo  el  dia  26  del 
mismo  mes ,  y  allí  cercado  se  entregó  y  le  enviaron  preso  á  Gebta  con  su 
^0,  y  allí  acabaron  en  cruelisimos  y  singulares  tormentos  que  les 
mandó  dar  el  rey  Abu  Anan  en  pena  de  su  rebelión  y  deslealtad.  En 
este  üempo  envió  el  rey  Anan  sus  cartas  al  rey  cristiano  de  Sevilla,  y 
poco  después  le  envió  sus  parientes  y  serrinos ,  y  al  hijo  del  rey  Abid 
Hasan  Ibrahim  para  que  permaneciese  en  la  corte  del  rey  de  Sevilla } 


€14  RISTOIUA  DE  LA  DOMIlf ACIÓN 

• 

este  les  enrió  nna  naye  A  la  costa  de  Gomom  para  que  pasami  y  los 
recibió  con  mocha  honra,  j  los  hospedó  como  A  tales  personas  ooiiYenit. 

Entre  tanto  no  cesaban  las  ambiciosas  tramas  de  Ismail  7  de  sa  madre, 
y  de  su  cañado  Abu  Abdala ,  y  creyéndose  ya  en  estado  de  dar  él  golpe 
que  meditaban  escogieron  cien  valientes  de  los  mas  osados  del  partido, 
los  cuales  escalaron  de  noche  la  parte  mas  alta  del  alcAzar  de  Muhamad, 
favoreciendo  las  tinieblas  esta  escalada  se  ocultaron  hasta  la  media  no- 
che al  canto  del  gallo  del  día  28  de  Ramazan  del  ailo  7M,  y  dada  h 
seftal  acometen  con  armas  y  teas  encendidas,  dando  grandes  voces,  atro- 
pellando  y  matando  A  cuantos  se  les  presentan.  Al  mismo  tiempo  ronh 
pieron  otros  y  quebrantaron  las  puertas  de  la  casa  del  vizir  y  le  matih 
ron  A  él  y  A  su  hijo  y  muchos  de  su  familia,  robando  las  casSs  como 
enemigos,  y  lo  mismo  hacian  los  que  hablan  entrado  en  palacio,  y  ceba- 
dos codiciosamente  en  el  robo  no  hicieron  lo  que  se  les  habia  encargado. 
Abu  Abdala  con  el  príncipe  Ismail  y  otros  revoltosos  acudieron  al  pa- 
lacio aclamando  por  rey  A  Ismail ,  y  no  dudaban  que  ya  faabrian  muerto 
al  rey  Muhamad ;  pero  los  encargados  como  se  vio  eran  mas  oodidosos 
que  crueles ,  y  solo  atendían  al  saqueo.  EstdMi  el  rey  Muhamad  en  um 
secreta  estancia  del  alcAzar  con  una  hermosa  doncella  del  haram  que  k 
yistió  como  una  esclava ,  y  salieron  ambos  disfrazados  entre  la  coofusioo 
y  ruido  de  las  gentes ,  bajaron  A  los  jardines  en  donde  hallaron  al  hijo 
del  rey  Juzer,  que  asimismo  estaba  asustado  del  mido  y  altiorolo ,  y  »- 
liándose  de  los  jardines ,  en  ligeros  caballos  <mc  la  fortuna  les  propor 
cionó  huyeron  aquella  noche  y  llegaron  A  Gullix  libres  del  p^gro ;  ka 
ciudadanos  le  recibieron  como  A  su  rey  y  sefior,  y  le  pusieron  eaeolla  ca 
su  palacio. 

B  usurpador  del  reino  Ismail  fué  proclamado  en  Granada ,  Devia- 
dole  A  caballo  por  las  calles  su  cufiado  Abu  Abdala  y  aus  pardales ,  7 
sin  perder  tiempo  ^nvió  sus  cartas  al  rey  de  Castilla  para  que  le  bro- 
reciese  y  le  tuviese  por  su  vasallo  y  apazguado ,  lo  que  consiguió  fác3- 
mente ,  porque  el  rey  de  Castilla  estaba  en  guerra  con  los  de  Barcdona. 
El  rey  Muhamad,  aunque  confiaba  en  los  de  Guadix  que  estaban  muy  á 
su  favor,  quiso  valerse  del  poder  y  autoridad  del  rey  delPez,  7  le  envió 
sus  mensageros  el  primero  de  XawAl ,  y  también  al  rey  de  los  cristia- 
nos, que  viendo  que  no  le  socorrían  partió  acompañado  de  nmnerosa 
compafiia  de  caballeros  y  de  peones  el  lOde  Dylhagia  A  MarbeDa,  y  de 
allí  se  fué  A  Fez  el  dia  miércoles  6  deMuharram  del  afio  761  000  bri- 
llante aocmpafiamiento  de  la  nobleza  de  Andalucía.  Recibióie  d  r«7 
Abu  Salem  con  mucha  honra ,  y  le  salió  A  recibir  en  un  hermoso  criíalb 
muyaoompafiadodela  flor  de  su  caballería ,  todos  con  preckxns  veiti- 
dos ;  le  hospedó  en  la  casa  real ,  y  le  obsequió  con  nunca  visto  apartio 
y  opulencia ,  y  le  prometió  su  auxilio ,  y  con  tanta  generoaidad  qoe 
luego  mandó  allegar  dos  ej&ritos  que  fuesen  en  su  ayuda ,  j  allí  se  de- 
tuvo hasta  el  18  de  Xxwkl  del  762  :  que  el  rey  Muhamad  se  emiiarou 
con  ellos  y  pasó  k  Espafla ,  escribió  al  rey  de  los  cristianos  el  estado  áf 
sus  cosas ,  y  lo  qoc  le  había  obligado  A  bascar  en  África  aqad  sooom» 
de  trepes.  Toda  Espaffa  tembló  A  la  asonada  de  estedescmbaroo,  j 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  '  615 

el  parttdo  de  Ismail,  que  recelaba  y  sabia  contra  quien  iba  á  descargar 
esta  tempestad.  Salieron  los  partidarios  de  Ismail  á  estorbarles  el  paso  y 
no  osaban  presentarse  contra  estos  ejércitos ;  pero  quiso  la  suerte  de 
Muhamad  y  la  fortuna  que  ya  se  habia  declarado  contra  él ,  que  estas 
huestes  recibieron  nueva  de  la  infausta  muerte  de  su  rey  Abu  Salem, 
que  estando  sobre  Fez  la  antigua ,  por  sugestiones  de  sus  enemigos  al- 
zaron por  rey  á  su  hermano  Abu  Omar  Tasfin  el  loco ,  y  le  abandonaron 
todos  los  suyos ,  y  cayó  en  manos  de  sus  contrarios ,  que  al  otro  dia  le 
mataron  delante  de  Fez  la  nueva  dia  20  de  Dylcada  del  año  762 ,  y  por 
esta  causa  se  maqdaba  á  los  caudillos  tornar  á  África  desde  el  lugar  en 
que  esta  noticia  les  alcanzase.  Con  esta  vuelta  de  aqueUas  tropas  caye« 
ron  las  esperanzas  del  rey  Muhamad  :  los  ejércitos  se  embarcaron  para 
África  9  y  Muhamad  se  vino  á  Ronda  que  estaba  declarada  por  él.  Re- 
pitió sus  cartas  y  súplicas  al  rey  de  los  cristianos  para  que  le  amparase 
y  defendiese ,  y  viendo  que  los  cristianos  no  le  ayudaban  escribió  al 
nuevo  rey  de  Fez  Muhamad  Abu  Zeyan ,  nieto  del  rey  Abul  Hasan ,  ro- 
gándole encarecidamente  que  le  ayudase  á  recuperar  su  reino ,  que  le 
enviase  tropas ,  que  el  rey  de  los  cristianos  permitia  que  pasasen  por 
tierras  de  su  obediencia ,  y  d  vizir  del  rey  de  Fez  facilitaba  y  favorecía 
estas  tropas  auxiliares.  Entre  tanto  su  hermano  Ismail  ben  Juzef  ocu- 
paba en  Granada  el  trono ;  era  de  buena  estatura  y  de  muy  hermoso 
semblante  que  parecia  muger  hermosa ;  pero  también  el  ánimo  era  afe- 
minado ,  débil  y  dado  á  los  deleites  y  al  amor  de  las  mugeres ,  y  por  lo 
mismo  poco  á  propósito  para  la  gravedad  del  soberano  poder,  y  para 
llevarlos  grandes  cuidachM  del  imperio.  Gomo  debía  la  corona  á  las  tra- 
mas infemes  de  Abu  Said ,  pariente  suyo ,  y  al  favor  de  otros  malvados 
ambiciosos ,  estos  le  dominaban ,  y  en  especial  este  Abu  Said  le  trataba 
con  desprecio,  y  como  si  fuese  un  esclavo  hacia  de  él  cuanto  se  le  anto- 
jaba ,  sin  respeto  á  la  dignidad  y  autoridad  real ,  por  lo  cual  poco 
tiempo  le  duró  el  gobierno,  como  ahora  diremos. 

Isoaail  el  mismo  dia  que  fué  proclamado  eligió  por  su  vizir  á  Mtaha- 
mad  ben  Ibrabim  Alfat  Alfahrí ,  que  sobrevivió  poco  á  su  seiior.  Di- 
cese  pues  que  Abu  Said ,  que  todo  lo  mandaba  despóticamente ,  con- 
firmó en  su  empleo  al  vizir  Muhamad ,  y  poco  después  le  calumnió  que 
habia  escrito  ciertas  cartas  de  traición  al  rey  de  Fez ,  y  por  mas  que  el 
infeliz  Muhamad  procuró  librarse  de  esta  falsa  acusación  que  se  le  hizo, 
le  condenó  á  muerte  á  él  y  á  su  primo ,  y  los  llevaron  de  su  orden  á  Al- 
menkd  y  los  ahogaron  en  el  mar.  Era  secretario  de  Ismail  Abdelhalk 
ben  Atía  Almaharabi,  que  lo  fué  hasta  su  muerte ,  y  sus  cadis  Abu  Bakar 
ben  Giazi ,  que  era  do  la  nobleza  de  Granada ,  y  después  Abul  Gasem 
Salmun  ben  Aly,  y  caudillo  de  sus  tropas  el  mismo  que  teuia  su  her- 
mano. 

El  ambicioso  Abu  Said ,  no  contento  con  el  despótico  influjo  que  tenia 
en  todo  el  gobierno,  quiso  tener  también  lo  único  que  le  faltaba ,  que 
era  el  nombre  de  rey.  Asi  que ,  procurando  hacer  odioso  al  rey  Ismail , 
y  ganando  á  los  caudillos ,  cosa  que  no  le  fué  difícil ,  siendo  el  arbitro 
de  las  mercedes  y  galardones  del  estado  en  todas  las  clases ,  propuso  á 


616  -HISTORIA  BE  LA  OOMINAQON 

los  mas  osados  é  insoleiites  sa  intención ,  y  se  la  aplandierott ,  en  espe^ 
cial  le  ayudó  con  su  industria  y  política  de  falsía  y  engaíios  el  tizít 
Mauro  con  quien  comunicaba  todos  sus  pensamientos  ^  y  acordaron  el 
suscitar  un  motín ,  y  en  la  rcTuelta  pedir  la  deposición  del  rey  Ismail, 
y  que  le  proclamasen  á  él.  Escogieron  para  apoyar  su  intento  una  nume- 
rosa tropa  de  valientes  caballeros  y  peones ,  los  cuales  d  sábado  26  de 
Xaban  del  año  761  (1360)  cercaron  el  alcázar  y  comenzaron  el  alboroto 
pidiendo  la  deposición  del  rey  Ismaíl  y  su  cabeza.  £1  infeliz  Ismañ  huyó 
como  pudo ,  y  se  acogió  á  la  fortaleza  que  está  en  lo  mas  alto  de  la  du- 
dad con  unos  pocos  guardias  y  algunos  ciudadanos  :  desde  allí  hacia  sos 
proclamas  al  pueblo  que  le  socorriese ,  pero  las  disposiciones  de  sus 
contrarios,  y  la  reciente  injusticia  suya  hizo  inútiles  sus  diligencias. 
Sin  embargo  falto  de  experiencia  y  confiado  en  la  juventud  que  le  ro- 
deaba salió  contra  los  insurgentes  y  les  dio  batalla ,  en  que  sus  enemi- 
gos pelearon  prósperamente ,  y  los  suyos  fueron  desbaratados  y  Tend- 
dos ,  y  él  mismo  cayó  en  manos  de  sus  enemigos.  El  cruel  y  pérfido  Aba 
Said  le  trató  con  desprecio ,  le  acusó  de  los  delitos  que  él  mismo  le  ha- 
bía inspirado,  y  le  mandó  despojar  de  sus  preciosos  vestidos,  y  poner 
en  una  prisión  con  otros  facinerosos,  y  antes  de  llegar  á  la  cárcel 
mandó  á  los  soldados  que  le  llevaban  que  le  matasen ,  y  luego  sin  tar- 
danza fué  despedazado  de  aquellos  sangrientos  satélites.  Cortada  su  ca- 
beza la  presentaron  á  los  conjurados  y  al  bárbaro  y  atónito  popnladiD 
que  estidm  delante :  luego  trajeron  á  su  hermano  menc»*  Cays  y  le  de- 
gollaron al  punto ,  y  despedazaron  horriblemente  su  cuerpo.  IjOs  solda- 
dos tomaron  al  hombro  las  dos  cabezas  asidas  de  la  guedeja  larga  qne 
ambas  tenían ,  y  las  llevaron  por  las  calles ,  y  sus  cuerpos  despedaadcs 
ño  hubo  quien  osara  recogerlos  y  se  pudrieron  al  aire ;  horrendo  y  in- 
humano espectáculo  :  y  en  el  dia  de  estos  hontures  fué  proclamado  por 
el  ejército  y  por  la  gente  menuda  y  baldía  del  pueblo  A  rey  Aba  Said, 
que  luego  trató  de  premiar  á  los  malvados  que  le  auxiliaron  para  entro- 
nizarse. 


CAPITULO  XXV. 

Concierio  entre  Bluhamad  y  el  rey  de  Castilla.  Heroica  detcnntnacioii  del  primerD.  A4e»i!it 

el  rey  Pedro  á  Abo  Said. 

El  rey  Muhamad  hizo  tantas  instancias  al  rey  de  Castilla  para  qoe  le 
ayudase  á  recuperar  su  reino,  antes  que  los  de  Granada  se  acostonibra' 
sen  al  despotismo  del  usurpador,  que  el  rey  leofreciósuayada^y 
luego  puso  en  marcha  una  poderosa  hueste  de  infantería  y  caballcrta 
con  mil  quinientos  carros  cargados  de  máquinas  de  guerra  que  usabao 
los  cristianos,  y  vino  este  ejército  á  Ronda  d  primero  de  Ginmadapi- 
mera  año  763  (1362).  Cuando  llegaban  á  Ilisn  Casxara  salió  el  rey  Nn- 
hamad  con  sus  gentes  y  se  juntó  con  el  rey  de  Castilla.  El  pérfido  Aba 
Said  por  cstotbar  este  auxilio  había  salido  á  correr  la  frontera  dek)6 
cristianos,  y  envió  sus  cartas  al  conde  de  Barcelona  y  so  hizo  sa  aliadtx 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  617 

El  ejército  de  Castilla  y  el  del  rey  Mnhamad  continiiaron  sos  marchas 
mezclados  como  si  faesen  de  una  sola  gente,  los  soldados  con  los  soldados 
y  los  caadillos  con  los  caudillos  entraron  en  Hisn  Atara ,  y  la  ocnparon 
y  cuantas  fortalezas  y  pueblos  hay  en  su  comarca,  que  luego  se  entrega- 
ban al  rey  Muhamad ,  no  quedaba  alli  mas  por  tomar  qne  la  alcazaba 
vieja;  peroTicndo  el  rey  Mubamad  las  inevitables  vejaciones  y  estragos 
que  causaba  en  sus  muslimes  el  ejército  vencedor ,  no  lo  pudo  sufrir  su 
paternal  corazón ,  y  rogó  al  rey  de  Castilla  encarecidamente  que  se  qui- 
siese tornar  con  sus  gentes ,  porque  no  podía  ver  sin  dolor  las  calami- 
dades qne  causaba  la  guerra  en  sus  pobres  pueblos ,  y  que  por  toda  la 
riqueza  y  poderío  del  mundo  no  quería  hacer  á  sus  muslimes  tanto  mal 
y  daño.  £1  rey  de  Castilla  aprobó  la  resolución  del  rey  Muhamad ,  y 
ofreciéndole  con  buen  ánimo  y  sincera  vduntad  su  auxilio  cuando  quier 
que  le  necesitase ,  se  tomó  á  sus  tierras  que  asaz  revueltas  andaban :  y 
el  virtuoso  Muhamad  quiso  mas  ser  prívadode  su  reino  contra  razón, 
querecobrariehaciendomalasus  vasallos,  incurriendo  por  aquel  camino 
en  su  odio  y  aborrecimiento.  Asi  pues  fué  que  se  tornó  á  Ronda  el  dia  8 
del  mismo  mes ,  y  en  ella  pasaba  muy  contento ,  haciendo  felices  á  los 
que  vivian  en  los  límites  de  su  jurisdicción  justa  y  paternal ,  visitaba  sus 
pueblos  y  requería  el  estado  de  sus  fortalezas  y  fronteras. 

ÍMS  insolencias  y  tiranías  de  Abu  Said  le  hacian  aborrecible  á  sus  va- 
sallos á  pesar  de  dgunas  ventajas  que  alcanzaron  sus  armas  contra  los 
cristianos,  y  como  en  una  sangrienta  algara  hubiese  desbaratado  á  los 
fronteros  de  Andalucía  hicieron  sus  caudillos  prisioneros  á  muchos  no- 
bles de  Castilla  y  al  maestre  deCalatrava  y  los  llevaron  á  Granada  en 
triunfo;  y  sabiendo  Abu  Said  que  el  maestre  era  hermano  de  la  reina 
de  Castilla  le  pareció  buena  ocasión  para  ganar  al  rey  la  voluntad  y 
apartarlo  de  la  alianza  que  tenia  con  el  rey  Muhamad  enviárselo  sin 
rescate ,  y  así  lo  puso  por  obra  con  consejo  de  Mauro  su  vizir ,  y  junto 
con  la  libertad  dio  al  maestre  y  á  otros  caballeros  muchos  ricos  dones 
para  que  obligados  de  su  liberalidad  intercediesen  con  el  rey  de  Castilla, 
y  le  dispusiesen  á  su  favor ,  y  estos  caballeros  así  se  loprometian. 

En  este  tiempo  vino  nueva  de  como  su  enemigo  Muhamad  habia  sido 
proclamado  en  Málaga ,  cosa  que  no  esperaba,  y  que  le  perturbó  y  llenó 
de  cuidado,  y  comenzó  á  desconflar  de  su  fortuna  que  hasta  entonces 
le  habia  sido  muy  favorable.  Aumentaban  sus  recelos  las  continuas  des- 
lealtades  de  sus  mas  privados  y  favorecidos  que  le  abandonaban  y  se  iban 
tras  los  qne  le  seguían  viento  próspero  de  la  buena  fortuna,  y  asimismo 
le  estrechaba  la  falta  extrema  de  sus  rentas  recaudadas  por  manos  poco 
Beles.  Así  que,  apurado  por  todas.partcs,  tomó  una  determinación  fatal 
y  perniciosa ,  pero  asi  lo  quiso  Dios.  Creyó  Abu  Said  que  le  convenia 
pasar  á  Castilla  y  ponerse  en  manos  del  rey  don  Pedro,  y  valerse  de  su 
favor ,  esperando  de  su  generosidad  que  repararía  los  reveses  de  su  in- 
fausta suerte ,  y  que  por  esta  vía  se  aGrmaria  en  el  mal  seguro  y  deles- 
nablc  trono;  pero  nunca  prosperan  los  que  buscan  amparadores  y 
auxilios  y  no  de  Dios.  Estos  son  como  la  arana  que  se  labra  sus  moradas ; 
¡  obcttán  débiles  moradas  las  de  la  araña !  Partió  pues  de  Granada  el  mal 


618  HISTORIA  DE  L4  MHüfACIOIl 

aoonaejado  Aba  Said  coa  aparato  real  y  gran  oompafiia  de  nobles  eaba- 
Heros ,  llevando  conaigo  las  mas  ricas  joyas  y  preciosas  alhajas  que  tenia, 
así  en  pedrería  de  esmeraldas  y  balages ,  aljófar  y  tejidos  de  oro  y  seda 
y  ricos  paños ,  y  no  pequeña  cantidad  de  doblas  deoro,  caballos  y  jaeoes, 
finas  y  bien  labradas  armas ,  pensando  con  esto  ganar  el  ánimo  del  rqr 
y  de  los  ministroa  de  su  consejo  para  que  le  diesen  ayuda  contra  sos  ene- 
migos ,  y  dejar  asentada  su  alianza  con  el  rey  de  los  cristianos.  IJefóá 
Sevilla  y  fué  recibido  con  mucha  honra  del  rey ,  que  encargó  ¿sos  mi- 
nistros que  le  sirviesen  y  obsequiasen  como  ¿  un  rey  convenía.  Des- 
pués hulK>  su  consejo  con  los  principales  de  su  casa  y  acordaron  que  para 
tranquilidad  y  bien  del  estado  convenia  matarle  por  nsurpadcnr  del  trono 
de  Granada  y  enemigo  del  rey  Muhamad  su  apazguado  y  buen  amigo, 
y  asi  contra  el  seguro  que  le  habian  dado  y  contra  las  sagradas  Iqrcs  de 
la  hospitalidad  por  apoderarse  de  sus  riquezas,  dedumbradodel  resplan- 
dor de  los  balages ,  jacintos  y  esmeraldas ,  olvidando  la  nobleza  díe  m 
mayores,  convino  el  rey  en  esta  maldad,  y  ordenó  que  aquella  noche 
matasen  á  loa  nobles  caballeros  de  la  comitiva  en  el  alcázar  en  qae  los 
tenian  hospedados ,  y  asi  lo  hicieron  los  ministros  de  su  thrania.  Goando 
venido  el  día  se  divulgó  en  la  ciudad  la  muerte  de  los  caballeros  de  Gra- 
nada toda  la  gente  de  la  ciudad  se  horrorizó  y  tembló  de  pavor  de  tan 
alevosa  perfidia  y  crueldad;  pero  su  rey  les  ofreció  aquel  mismo  día 
otro  espectáculo  todavía  mas  inhumano.  Sacó  á  un  campofuerade  la  do- 
dad  al  infeliz  rey  Abu  Said ,  y  por  su  propia  roano  le  alanceó  y  mató,  j 
se  dice  que  al  verse  herido  por  el  rey  de  Castilla  le  dijo  :  ¡O  Pedio, 
qué  torpe  triunfo  alcanzas  hoy  demi !  { Qué  ruin  cabalgada  hiciste  con- 
tra quien  de  ti  se  fiaba!  Amontonaron  los  cadáveres,  horrible  espe^ 
táculo,  y  pusieron  sus  cabezas  en  un  lugar  alto  que  de  toda  la  ctndad 
se  descubría.  Tal  fin  tuvo  el  infeliz  Abu  Said,  ejemplo  extraño  para  que 
los  hombres  entiendan  que  no  hay  seguridad  ni  poder,  que  libre  al  md- 
vado  de  la  justicia  de  los  eternos  decretos. 


CAPITULO  XXVL 

VaelTe  Mobamad  al  trono  de  Granada.  Hace  treguas  eon  el  rey  de  Casitlla.  Muerai  ]Métk 

Voló  la  nueva  de  la  muerto  de  Abu  Ssdd,  y  llegó  á  Málaga  donde  á 
la  sazón  estaba  el  rey  Muhamad ,  que  holgó  de  ella  como  de  la  nomerte 
de  su  enemigo ;  pero  le  estremeció  la  perfidia  y  traición  délos  Cristian 
nos.  Al  punto  acompañado  de  la  nobleza  de  Andalucía  partió  paraGia- 
nada ,  y  entró  en  ella  entre  populares  aclamaciones ,  y  todas  las  daies 
de  la  chidadle^dieronla  enhorabuena,  basta  los  parientes  de  los  malhada- 
dos que  habian  ido  con  Abu  Said  temerosos  de  mayores  desventuras  si  oo 
prevenían  con  su  pronta  y  rendida  sumisión  el  ánimo  del  rey  Muhannd, 
todos  se  presentaron  y  le  besaron  la  mano  felicitándole  de  que  hubiese 
recuperado  su  reino  y  su  ciudad  :  fué  su  entrada  á  la  hora  de  adobar 
del  sábado  QO  de  Giumada  postrera  del  año  763  (1369),  que  Dios  le 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  619 

ayadó  y  favoreció :  dicen  algunos  qne  envió  el  rey  de  Castilla  al  rey  de 
Granada  la  cabeza  de  Aba  Saidcanforada  en  una  preciosacaja,  y  que  el 
enviado  que  la  llevaba  cuando  entró  á  la  presencia  del  rey  Mubamad  la 
arrojóásus  pies  díciéndole :  Asi  veas,  ínclito  soldán  de  Granada,  todas  las 
de  tus  enemigos :  y  que  el  rey  Muhamad  holgó  mucho  de  aquel  presente, 
y  envió  al  rey  de  Castilla  veinte  y  cinco  caballos  hermosos  de  la  yeguada 
real,  criados  en  riberas  del  Genil,  y  los  diez  con  preciosos  jaeces  y  ri^ 
eos  alfanges  guarnecidos  de  oro  y  piedras  preciosas ,  y  asimismo  dio  sus 
dones  al  mensagero.  Pocos  meses  después  le  suscitaron  una  rebelión  al- 
gunos descontentoa ,  y  con  auxilio  de  ciertos  soldados  insolentes  pro- 
clamaron al  v^ali  Aly  ben  Aly  Ahmed  ben  Nazar,  de  la  familia  real ; 
pero  con  el  favor  4e  Dios ,  valor  y  felicidad  de  sus  caudillos ,  le  venció 
ea  diferentes  batallas ,  y  le  forzó  á  huir  y  vagar  errante  y  sin  asilo ,  y 
felizmente  sojuzgó  á  todos  sus  enemigos  y  reinaba  tranquilo  el  año 
765  (1365) ,  en  que  escribia  el  autor  de  estas  memorias  su  alcatib  y 
leal  ministro  Abdala  Alchatib  Assalami ,  conocido  por  el  vizir  Uzan- 
Eddin.  Agradecido  el  rey  Muhamad  al  cruel  beneficio  del  rey  de  Cas- 
tilla envió  libres  sin  rescate  todos  los  cristianos  cautivos  que  habia  en 
Granada ,  y  le  escribió  sus  cartas  de  amistad  y  perpetua  alianza  que  fué 
firmada  por  ambos  reyes. 

Con  las  revueltas  que  andaban  en  Castilla  no  tuvo  guerras  el  rey  de 
Granada ;  pero  le  envió  á  pedir  auxilio  de  tropas  el  rey  de  Castilla  con- 
tra el  de  Aragón,  y  contra  su  hermano  que  intentaba  destronarle,  y  to- 
cios sus  pueblos  le  faltaban ,  porque  este  rey  era  muy  aborrecido  por 
su  crueldad  y  tiranía.  Asi  que,  el  rey  de  Granada  le  envió  seiscientos  ca- 
balleros, gente  muy  escogida,  la  flor  de  la  caballería ,  y  por  caudillo  de 
estos  ¿  Farag  Reduán ,  ilustre  y  esforzado  arráez,  que  le  sirvieron  con 
admirable  valor,  y  como  instase  el  rey  de  Castilla  por  nuevos  auxilios  para 
flojozgar  las  ciudades  rebeldes  que  seguían  el  partido  de  su  rival ,  envió 
el  rey  de  Granada  siete  mil  caballos  y  mucha  infantería ,  y  estas  tropas 
de  Muhamad  cercaron  la  ciudad  de  Córdoba ,  y  la  pusieron  en  gran 
estrecho,  tanto  que  estuvo  ya  casi  en  poder  de  los  muslimes ,  que  su- 
bieron ¿  escala  vista  en  sus  muros  y  tomaron  al  alcázar  viejo ;  pero  los 
cordobeses  los  rebatieron  y  forzaron  á  salir  de  la  ciudad ,  y  al  tomarse 
el  ejército  á  Granada  saqueó  y  robó  las  ciudades  de  Ubeda  y  de  Jaén , 
y  los  campos  de  Andalucía  y  de  Matrara ,  y  trajeron  gran  número  de 
cautivos. 

Como  las  gueijas  de  Castilla  fuesen  poco  venturosas  al  rey  don  P^edro, 
envió  sus  cartas  á  Granada  para  que  el  rey  Muhamad  le  socorriese  con 
el  mayor  poder  que  tuviese :  y  el  rey  Muhamad  hizo  sus  llamadas  y  alle- 
gó un  formidable  ejército  para  ir  en  su  ayuda ;  pero  no  quiso  Dios  que 
llegase  á  tiempo  esta  hueste  para  socorrer  al  rey  de  Castilla,  que  murió 
á  manos  de  su  propio  hermano  en  el  campo  de  Montiel ,  y  todo  el  reino 
se  dedaró  por  el  hermano  -.esto  acaeció  año  771  (1369).  Esta  nueva 
suspendió  la  marcha  del  ejército  de  Granada.  Por  no  perder  la  ocasión 
de  estas  guerras  civiles  en  qne  se  ocupaban  los  cristianos ,  determinó  el 
f^Mahamad  hacerles  la  gmara  con  pretexto  de  su  amistad  con  el  des- 


620  HISTORIA  DE  LA  BOIONACION 

gnr'aciado  rey  de  Castilla ,  y  aunque  d  nuevo  rey  Enrique  le  ofreció  la 
paz  se  desentendió  do  su  propuesta ,  y  con  excelente  cabalg^ada  entró  en 
la  frontera  y  corrió  la  tierra  libremente,  robando  y  cautivando  cuanto 
hallaban  de  muros  fuera,  que  no  entró  ninguna  fortaleza.  Al  año  si- 
guiente fué  con  todo  su  poder  sobre  Algezira  Alhadrá,  que  estaba  mal 
defendida ,  y  la  tomó  por  fuerza  de  armas,  y  recelando  que  no  la  po- 
dría mantener,  para  que  no  aprovechase  á  los  cristianos ,  la  quemó, 
arruinó  y  arrasó  sus  muros  :  esta  jornada  fué  en  el  año  772  (1370). 

El  nuevo  rey  de  Castilla  le  envió  sus  cartas  con  d  maestre  de  Cala- 
Irava  y  le  ofreció  su  amistad ,  para  atender  mas  libremente  á  las  guer- 
ras que  le  ocupaban ,  y  el  rey  Muhamad  holgó  mucho  de  ello  por  pro- 
veer h  la  justicia  y  gobierno  de  su  estado  que  mucho  lo  necesitaba ,  y 
quedaron  concertadas  treguas.  En  el  tiempo  de  estas  paces  mandó  el  rey 
Muhamad  ediGcar  la  casa  de  Azake  para  recogimiento  de  pobres  y  alivio 
de  sus  enfermedades  :  principió  la  obra  á  20  de  Muharram  del  año  777 
(1 375} ,  y  se  acabó  á  20  de  Xa wál  del  año  do  778 ,  edificio  magni6co  con 
todas  las  comodidades  que  sabe  proporcionar  la  sabia  arquitectura  y  la 
riqueza  de  un  generoso  principe,  con  fuentes  y  espaciosos  estanques  de 
pulidos  mármoles  para  recreo  de  los  melancólicos  :  también  hermoseó 
con  edificios  la  ciudad  de  Guadix  adonde  pasaba  una  buena  temporadt 
cada  año.  Durante  la  larga  paz  que  tenia  con  todos  los  principes  ved- 
nos  fomentó  las  artes  y  manufacturas,  el  comercio  y  la  agríciütnra,  y 
venían  á  Granada  traficantes  de  todas  las  partes  de  Siria ,  Egipío, 
África ,  Italia  y  Almería  .-  era  la  escala  céld>re  de  España.  Andaban  en 
Granada  gentes  de  diversas  naciones,  asi  muslimes  como  cristianos  y 
judíos ,  y  parcela  la  patria  común  de  todas  las  naciones.  En  este  tiempo 
propuso  la  jura  de  su  hijo  Abu  Abdala  Juzef,  que  fué  muy  celebrada, 
y  se  concertó  el  casamiento  con  la  bija  del  rey  de  Fez,  y  poco  después 
vino  á  traer  la  esposa  el  príncipe  de  Fez ,  y  se  casó  en  Granada  con  b 
hermosa  Zahira ,  hija  de  Abu  Ayan ,  caballero  rico  de  la  principal  no- 
bleza de  Andalucía.  Con  este  motivo  se  celebraron  justas  y  torneos  j 
muchas  gentilezas  de  caballería ,  y  en  ellas  entraron  caballeros  ¿ 
África,  de  Egipto  y  de  España  y  de  Francia,  que  todos  tenían  sqpiro  áá 
rey  Muhamad ,  y  eran  honrados  en  su  corte ,  y  estaban  hospedados  en  d 
fondaf  de  los  genoveses ,  y  otros  en  casas  particulares  de  caballeros. 

Envió  el  rey  Muhamad  ricas  joyas  y  preseas  al  rey  de  Castilla  coa 
ocasión  de  prolongar  el  tiempo  de  la  tregua  que  se  acababa ,  y  oonM>pooo 
después  acaeciese  la  muerte  del  rey  de  Castilla  hubo  mal  intencionados 
que  atríbuian  sutnuerte  á  maldad  del  rey  de  Granada ,  como  que  le  hu- 
biese enviado  unos  borceguíes  preciosos  inficionados  de  reneno  mortal,- 
pero  nunca  fué  traidor  ni  asesino  el  noble  rey  Muhamad,  y  la  ronerle 
fué  natural ,  y  porque  sus  días  eran  cumplidos  según  la  divina  vo- 
luntad. 

No  pasaron  muchos  años  cuando  también  el  rey  Muhamad  dejando 
los  palacios  del  mundo  pasó  á  morar  eternamente  én  los  alcázares  del 
paraíso ;  falleció  con  general  sentimiento  de  todos  los  buenos  año  794 
(1391).  Fué  lavado  su  cuerpo  y  enterrado  en  Genealarife  al  amanecer  t 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  621 


VI  lili' 


poco  después  de  la  azala  del  alba  se  hizo  oradon  por  él ,  y 
sa  alchaneza  todas  las  clases  del  estado. 

Sacedióle  en  el  trono  su  hijo  Aba  Abdala  Jozef,  que  fué  proclamado  con 
la  solemne  proclama  besándole  la  mano  toda  la  nobleza  de  Granada,  y  los 
principales  alcaides  y  walies  de  todas  las  taas  del  reino.  Imitaba  las 
Tirtndes  de  sa  padre  .*  era  asimismo  may  amante  de  la  paz ,  y  acabadas 
las  fiestas  de  sa  proclamación  escribió  sus  cartas  á  los  reyes  cristianos 
ofreciendo  mantener  las  treguas  y  amistad  que  habia  heredado  de  su 
padre.  Para  (Aligar  mas  al  rey  de  Castilla  puso  en  libertad  sin  rescate 
algunos  cautivos  que  hablan  tomado  sus  campeadores  en  la  guardia 
de  la  frontera,  y  los  enyió  con  el  alcaide  de  Málaga  y  juntamente  seis 
cabaHto  muy  hermosos  con  ricos  jaeces  y  armas  para  el  rey ,  cubier- 
tos de  paños  de  oro  preciosos.  El  rey  de  Castilla  estimó  mucho  estos 
presentes,  y  honró  como  á  enviado  de  tal  príncipe  al  wali  de  Málaga, 
y  concertadas  las  treguas  envió  con  el  de  Málaga  sus  mcnsageros  para 
que  asentasen  sus  treguas  con  el  rey  de  Granada. 


CAPITULO  XXVIl. 

RcioAdo  y  muerte  de  Jazef.  Sucédele  su  hijo  segundo  Muhamad.  Pasa  á  Toledo  de  incógnito 

á  verse  con  el  rey  de  Castilla. 

Tenia  el  rey  Juzef  cuatro  hijos ,  el  mayor  se  llamaba  de  su  propio 
nombre  Juzef,  el  segundo  Muhamad ,  Aly  el  tercero  y  Ahmed  el 
cuarto :  el  segundo  era  de  genio  yiolento,  ardiente  y  en  extremo  am- 
bicioso, y  como  viese  que  asi  por  la  naturaleza  como  por  afección  de 
su  padre  era  preferido  Juzef,  y  presuntivo  sucesor  del  trono ,  concibió 
contra  él  un  odio  implacable ,  y  olvidando  los  respetos  paternales  in- 
tentó levantarse  contra  su  padre  y  destronarlo  si  la  fortuna  le  ayudaba. 
Valióse  para  esto  del  falso  pretexto  del  celo  al  Islam.  Murmuraba  el 
pueMo  al  rey  Juzef  su  amistad  y  trato  con  los  cristianos ,  porque  fa- 
Toreda  en  su  corte  á  muchos  caballeros  refugiados  en  ella ,  y  los  tra- 
taba con  mucha  familiaridad :  asi  fué  que  Muhamad  fácilmente  dio  valor 
y  bulto  y  acreditó  por  industria  de  sus  parciales  la  opinión  popular  de 
que  su  padre  era  mal  musHm ,  que  en  su  ánimo  era  cristiano  y  favo- 
recedor público  de  infieles.  Cundió  esta  mala  censura,  y  se  desenfre- 
naron los  maldicientes  y  descontentos  contra  el  rey  Juzef,  hasta  tanto 
qae  incitados  ios  mas  insolentes  por  los  parciales  de  Muhamad  se  atre- 
Tieron  cierto  dia  á  pedir  públicainente  su  deposición  :  principió  el  al- 
boroto delante  del  alcázar ,  y  d  rey  Juzef  estaba  á  punto  de  renunciar 
sa  soberanía  y  ponerse  en  manos  de  su  rebelde  hijo ,  cuando  el  emba- 
jador  de  Fez  que  estaba  con  él  en  palacio ,  y  era  hombre  de  mucha  au- 
toridad ,  sabiduría  y  elocuencia ,  salió  á  caballo  á  la  plaza  y  habló  á  los 
alborotados  con  tanta  gracia  y  energía ,  que  persuadió  á  los  del  bando 
de  Muhamad  á  la  debida  obediencia  y  sumisión  á  su  señor  y  rey.  Les 
manifestó  los  horrores  de  la  guerra  dvil ,  la  ventaja  que  de  cUa  resid- 


$22  UISTORU  D£  ÍA  DOMUUCION 

taba  á  sus  enemigos,  y  como  siempre  aquellas  divisiones  y  bandos 
habían  redundado  en  daño  y  empobrecimiento  de  los  muslimes  :  que  la 
decadencia  del  imperio  de  los  Omeyas ,  de  los  Almorávides ,  Almo- 
hades y  Aben  Hudes  en  España  y  habia  provenido  siempre  de  la  guerra 
civil :  que  como  buenos  muslimes  reuniesen  sus  fuerzas  y  aprovecha- 
sen la  ocasión  que  les  ofrecían  la» revueltas  de  Castilla,  y  entrasen 
contra  los  cristianos  que  eran  sus  naturales  enonigos  :  que  ahwa  no 
les  hacían  guerra  porque  no  podían ,  y  que  sin  pérdida  de  tiempo  hi- 
eiesen  entrada  en  las  fronteras  :  que  su  buen  rey  Jnzef  los  acaudilb- 
ría ,  y  verían  qué  principe  Un  esforzado  y  tan  noble  habian  ofendido. 
Las  aclamaciones  populares  pusieron  término  al  discurso  del  emba* 
jadc»*,  que  luego  entró  á  palacio,  y  se  dispusieron  las  tropas  pa^i  unt 
entrada  do  algazia  en  tierra  de  cristianos :  corrieron  k»  campos  de 
Murcia  y  Lorca ,  talando  vidas  y  huertas ,  robando  ganados ,  quetoando 
aldeas  y  matando  y  cautivando  á  los  infelices  moradores.  Salieron  con- 
tra ellos  los  fronteros  y  pelearon  con  varia  fortuna ,  y  loe  muslimes 
entraron  con  parte  de  su  presa  en  Granada ;  y  como  d  rey  Juzef  hada 
la  guerra  contra  su  voluntad  admitió  fácilmente  la  tregua  que  le  pro- 
puso el  roy  de  Castilla ,  y  algunos  dicen  que  él  mismo  la  pidió  teme- 
roso de  las  prevenciones  que  contra  él  se  hacían  en  (Aragón  y  encas- 
tilla ,  y  para  evitar  mayores  males  la  concertó  con  acuerdo  de  sus  mi- 
nistros y  de  sus  caudillos. 

Durante  esta  tregua  acaeció  que  un  teiperarío  maestre  de  Alcántara 
entró  en  la  vega  de  Granada  acaudillando  una  buena  hueste  de  gente 
baldía  y  allegadiza ,  y  puso  cerco  á  la  torre  de  Hasn  Egea ,  y  como 
esto  supo  el  rey  Juzef  envió  contra  él  las  tropas  de  caballería  que  habia 
en  Granada  y  la  infantería  que  de  presto  se  pudo  juntar.  £1  maestre 
levantó  el  cerco  y  tuvo  osadía  para  venir  á  batalla  con  los  moslimei, 
en  la  cual  fué  muerto  con  toda  su  caballeria  que  peleaban  como 
desesperados  y  vendieron  bien  caras  sus  vidas ,  de  manera  que  fné 
sangrienta  la  pelea ;  pero  de  los  cristianos  que  entraron  en  batalla  no 
quedó  hombro  á  vida.  Poco  después  llegaron  cartas  del  rey  de  Castilla 
y  de  sus  fronteros ,  excusándose  del  rompimiento  temerario  de  aipiel 
maestre  que  había  entrado  la  tierra  sin  licencia  de  su  sedor  ^  rey  de 
Castilla  i  pero  bien  pagó  su  loco  atrevimiento.  Fué  esta  victoria  daña 
798 ,  y  con  las  cartas  y  satisfacción  de  los  fironteros  se  sosegaron  ks 
ánimos,  que  el  pueblo  acalorado  con  aquella  próspera  batdila  pedia 
guerra  contra  cristianos.  £1  rey  Juzef  faUedó  poco  después  y  se  deda 
que  su  muerte  había  sido  por  maldad  y  falsía  dd  rey  de  Fez  Ahmed 
ben  Amir  Zelim  que  se  preciaba  de  muy  su  amigo,  y  le  habia  enviado 
con  otros  ricos  presentes  una  aljuba  inficionada  de  ponzoña  tan  eficaz , 
que  luego  que  la  vistió,  como  hubiese  corrido  un  caballo  y  ccm  h  agi- 
tación hubiese  sudado ,  luego  sintió  graves  dolores ,  y  pasó  muy  ator- 
mentado poco  mas  de  treinta  días ,  y  al  cabo  murió ,  si  bien  otros  dicen 
que  murió  de  otra  dolencia  que  mucho  antes  padecía. 

Las  intrigas  y  mañosas  arles  de  Mtjdiamad,  hijo  segundo  dd  rey  JnzeT, 
valieron  tanto  con  la  nobleza  y  caballeria  de  Granada,  que  atrope- 


D£  LOS  ÁRABES  £N  £SPAMA.  628 

liando  d  dereeho  de  sa  hcnnano  mayor  y  la  disposidoü  de  su  padre 
qae  le  encargaba  el  reino  ¿  Juzef ,  se  declararon  iodos  por  Muhamad , 
y  le  prodhmaron  con  solemnidad  antes  de  sepultar  á  su  difunto  padre , 
y  al  Qia  siguiente  de  orden  del  nuevo  rey  se  hicieron  las  debidas  exe- 
quias á  su  padre  y  se  le  sepultó  en  Genealarife  cerca  de  su  padre  y 
líbuelo.  La  primera  providencia  de  Muhamad  fué  prender  á  su  her- 
mano que  contento  con  la  vida  privada  no  salía  de  su  casa  ni  pensaba 
en  novedades  ni  alborotos ;  pero  su  hermano  quiso  asegurarse  de  su 
persona ,  y  le  envió  preso  ¿  la  fortaleza  de  Xalubania,  con  orden  de 
que  se  le  tuviese  bien  guardado ;  pero  que  nada  faltase  para  su  como- 
didad y  regalo  :  envióle  con  buena  escolta  y  le  pennitió  llevar  su  haram 
y  la  necesaria  familia. 

Era  Muhamad  hermoso  de  cuerpo ,  de  ingenio  vivo,  de  grande 
ánimo  y  valor,  con  mucha  afabilidad  y  gracia  para  grangear  las 
voluntades  del  pueblo.  Temeroso  de  venir  á  rompimiento  con  el  rey 
de  Castilla,  con  incomparable  resolución,  sin  comitiva  ni  aparato  real^ 
partió  de  Granada  con  pretexto  de  recorrer  las  fronteras,  y  de  secreto 
fingiendo  ser  embajador  de  su  corte,  acompañado  de  veinte  y  cinco 
esforzados  caballeros  pasó  á  Toledo  y  se  presentó  al  rey  de  Castilla ,  que 
le  honró  y  trató  con  muestras  de  intima  amistad ,  y  comieron  juntos , 
y  asentaron  sus  paces  y  renovaron  los  conciertos  puestos  por  su  padre. 
Esto  acaeció  el^ño  800  (1397) ,  y  muy  contento  y  pagado  del  rey  de 
CastiUa  tornó *á  su  reino,  en  áóaáe  no  se  sabia  de  su  atrevido  viaje. 
Antes  de  su  partida  habia  escrito  sus  cartas  al  rey  de  Fez  excusándose 
de  la  determinación  que  habia  tomado  de  encerrar  á  su  hermano  por 
bien  de  paz  y  para  asegurar  la  tranquilidad  de  su  reino. 
^  Poco  tiempo  después  los  fronteros  de  Andalucía  entraron  y  corrie- 
ron la  tierra  de  Granada  contra  lo  asentado  en  las  treguas.  £1  rey  Juzef 
que  era  tan  político  como  soberbio ,  no  quiso  quejarse  al  rey  de  Castilla 
de  este  rompimiento,  sino  tomar  por  su  mano  la  debida  venganza  •  asi 
que ,  allegando  un  buen  ejército  entró  la  tierra  de  cristianos  por  el  Al- 
garbe  talando  los  campos ,  quemando  las  alquerías  y  aldeas  y  robando 
y  cautivando  ganados  y  pastores ,  y  por  fuerza  de  armas  entró  la  for- 
taleza de  Ayamonte  y  volvió  á  Granada  triunfante  llevando  rica  presa 
de  aquella  algara. . 

Vinieron  luego  á  Granada  enviados  del  rey  de  Castilla  pidiendo  al 
rey  que  cumpliese  las  condiciones  de  la  tregua  y  restituyese  la  forta- 
leza de  Ayamonte,  y  aunque  la  respuesta  del  rey  de  Granada  fué  come- 
dida, diciendo  que  solo  habia  sido  aquella  algara  para  castigar  la  inso- 
lencia de  los  fronteros,  no  trató  de  entregar  entonces  aquella  fortaleza, 
-sino  propuso  que  se  considerasen  los  daños  de  las  talas  que  babian  he- 
cho en  su  tierra  los  fronteros  primeros  transgresoros  de  la  paz.  Poco 
satisfecho  el  rey  de  Castilla  de  su  respuesta  mandó  á  sus  caudillos  de 
frontera  que  hiciesen  guerra  al  reino  de  Granada  para  reducir  al  rey 
IMLu^mad  á  cumplir  lo  acordado.  £1  rey  de  Granada  salió  con  todo  su 
podier  contra  los  cristianos  y  peleó  con  ellos  con  próspera  fortuna, 
aunque  las  victorias  costaban  mucha  sangre ,  y  ios  mas  valientes  ca- 


634  mSTORIÁ  BE  LA  DOMÜfAOOIf 

bulleros  quedaban  en  el  campo  de  batalla.  Snqpemfió  el  inTiemo  con 
sos  mochas  aguas  la  princiiHada  guerra  y  el  rey  de  GastíUa  falledó : 
cuando  el  de  Granada  esperaba  que  Tinlese  por  su  pawnia*á  invadir 
sus  tierras  con  poderosa  hueste  la  muerte  atajó  sos  pasos ,  y  le  sucedió 
su  hijo  Yahye  que  era  muy  niño ,  y  gobernó  por  á  so  tío  'don  Fer- 
nando ,  caliente  y  sabio  caudillo ,  que  luego  hizo  guerra  al  reino  de 
Granada,  y  pasó  con  poderosa  hueste  contra  Zahara  y  la  combatió  y 
tomó  por  avenencia ,  y  cercó  y  tomó  la  fortaleza  de  Azeddin ,  y  luego 
fué  contra  Setenil  y  la  cercó,  y  los  muslimes  la  defendían  bien;  j 
viendo  que  se  alargaba  el  cerco ,  envió  parte  de  su  poderoso  ejército  á 
correr  la  tierra ,  y  tomaron  durante  el  cerco  de  Setenil  la  forUdeza  de 
Ayamonte ,  Priego ,  Lacobin  y  Ortegiear.  El  rey  Muhamad  no  quiso 
oponerse  á  este  ejército  vencedor ,  y  para  dividirlo  y  Catigarlo  entró  ea 
lo  de  Jaén  haciendo  grandes  talas ,  y  así  los  cristianos  por  acudir  á 
contenerle  levantaron  el  cerco  de  Setenil  en  donde  perdieron  mucha 
gente. 

CAPITULO  XXVIII. 

Muere  Mubamad  y  le  sucede  Juzef,  condenado  á  muerte  ya.  Hace  treguas  con  los  cristi^iio*. 

Muere. 

Al  año  siguiente  el  rey  Muhamad  fué  sobre  AlcabdaRt  con  siete  mil 
caballos  y  doce  mil  de  infantería ,  y  tuvo  este  florido  ejército  varios  en- 
cuentros  con  los  cristianos  en  que  unos  y  otros  pelearon  con  extremado 
valor  y  con  igual  varia  fortuna :  y  como  los  muslimes  y  los  eristianos 
hubiesen  perdido  los  mejores  caudillos  y  soldados,  de  común  acuerdo 
trataron  de  apazguarse  y  Concertaron  treguas  por  ocho  meses ,  y  envió 
el  rey  Muhamad  sus  mensageros  al  rey  de  Castilla ,  y  firmaitm  las  tre- 
guas en  su  nombre.  En  el  tiempo  de  esta  tregua  el  rey  Mulmmad  se 
sintió  enfermo  y  de  tan  grave  dolencia  que  sus  ñsicos  desoonGaron  de  sa 
salud  y  conocieron  que  el  término  de  su  mal  ^a  la  muerte.  El  rey  Mu- 
hamad con  mucha  repugnancia  lo  creyó  asi ,  y  muy  al  cabo  de  sus  ifias, 
y  por  asegurar  la  sucesión  en  su  hijo  al  reino  de  Granada  ordenó  dar 
muerte  á  su  hermano  Juzef  que  estaba  preso  en  Xalidiania.  Así  que, 
cierto  de  su  cercana  muerte ,  que  solo  Dios  es  eterno ,  escríbM  al  al- 
caide de  Xalubania  una  carta  en  que  dcda :  «  Alcaide  de  Xalubania  mi  ser- 
vidor, luego  que  de  manos  de  mi  arraiz  Ahmed  ben  Xarac  recibirás  esla 
carta  quitarás  la  vida  á  Cid  Juzef  mi  hermano ,  y  me  enviarás  su  caben 
con  el  portador .-  espero  que  no  hagas  (alta  en  mi  servicio. »  A  la  Ikgaib 
del  arraiz  á  Xalubania  con  esta  orden  jugaba  al  ajedrez  d  principf 
Juzef  con  el  alcaide  de  la  fortaleza ,  sentados  sobre  preciosos  tapices 
bordados  de  oro ,  y  en  almohadones  de  oro  y  seda ,  que  en  comodidad  j 
tratamiento  vivia  alli  Juzef  como  principe.  Luego  que  el  alcaide  leyó  h 
orden  se  inmutó  y  turbó  sobre  manera ,  p(vque  la  bondad  y  e^iceicnles 
prendas  de  Juzef  tenian  ganados  los  corazones  de  cuantos  le  rodeaban. 
El  arraiz  djdm  prisa  al  cumfdimiento  de  su  mandadería,  y  d  alcaide  no 


K  {X)S  ÁRABES  fiH  fiSPAÑA.  S2I» 

osaba  dar  parte  al  principe  de  tan  cruel  é  inhumano  decreto ;  pero  co- 
nociendo la  importancia  de  la  orden  y  sa  cuidado  en  su  turbación  y 
semblante ,  le  dijo  Jazef:  ¿  Qué  manda  el  rey  ?  ¿trata  de  mi  muerte  ? 
¿  pide  mi  cabeza  ?  Entonces  el  alcaide  le  dio  la  carta,  y  dijo  Juzef  al  verla : 
Permíteme  algunas  horas  para  despedirme  de  mis  doncdlas  y  distribuir 
mis  alhajas  entre  mi  familia.  Replicó  él  arraiz  que  no  podia  detenerse  la 
ejecución  y  que  por  horas  estaba  tasado  el  tiempo  de  su  vuelta.  Pues  á 
lo  menos  acabemos  el  juego ,  y  acabsffé  perdiendo.  La  turbación  dd  al- 
caide era  tanta  que  no  mudaba  pieza  con  tino  ni  concierto ,  y  el  rey 
Juzef  le  avisaba  sus  inadvertencias ,  cuando  en  aquel  punto  llegaron 
dos  caballeros  de  Granada  aclamando  á  Juzef  y  pregonando  la  muerte 
de  su  hermano  Muhamad.  Dudaba  de  su  fortuna  y  apenas  creia  lo  que 
pasaba  cuando  la  venida  de  otros  caballeros  prindpales  asq^aron  á 
los  dos  y  partieron  á  Granada  muy  apresuradamente :  su  entrada  fué 
magnifica  y  le  salió  á  recibir  toda  la  caballería ,  las  callea  estaban  ador- 
nadas de  arcos  de  triunfo ,  cubiertas  de  flores  calles  y  plazas  al  paso ,  y 
las  paredes  cubiertas  de  ricos  paños  de  seda  y  oro;  entró  rodeado  de 
aclamaciones  populares,  y  paseó  la  ciudad  dos  dias  manifestando  su 
agradecimiento  y  amor  á  los  vecinos :  su  afabilidad  y  virtud  era  muy 
conocida  y  todos  esperaban»  en  él  un  rey  cumplido  que  renovase  la 
meuMMia  de  Nazár,  de  Abu  Abdalah ,  y  de  sus  Ínclitos  abuelos. 

Luego  envió  sus  cartas  y  embajada  al  rey  de  Castilla  con  su  amigo  y 
privado  Abdalah  Alamin,  para  comunicarle  su  entronizamiento  fOt 
YOto  general  del  pud>lo,  y  para  manifestarle  sus  pacificas  intenciones , 
y  cuanto  deseaba  vivir  en  paz  y  amistad  del  rey  de  Castilla.  Recibieron 
bien  los  cristianos  al  embajador  y  concertaron  las  condiciones  de  las  tro» 
goas  como  las  que  tenian  con  Muhamad,  hermano  del  rey ,  y  enviaron  su 
mcnsagero  para  que  las  aceptase  el  rey  Juzef,  y  las  firmase.  Envió 
rey  de  Granada  ricos  presentes  al  de  Castilla  de  buenos  caballos  con 
preciosos  jaeces,  espadas  y  nobles  pafios  de  oro  y  seda,  y  se  prorogó  la 
tregua  por  dos  años. 

Pasado  este  tiempo,  elrey  de  Granada,  que  era  muy  amante  de  la  paz , 
envió  á  su  hermano  Aly  para  que  concertase  la  próroga  de  la  tr^[ua,  y 
los  seilores  de  Castilla  proponían  que  el  rey  Juzef  se  declarara  vasallo 
del  rey  de  Castilla,  como  otros  sus  mayores  lohabian  sido,  y  que  pa- 
gase cintas  parias  cada  a£k>  en  sedal  y  reconocimiento  de  vasallage.  El 
infante  Cid  Aly  se  negó  á  esta  humillación  y  dijo  que  no  tenia  licencia 
de  su  hermano  el  rey  para  tan  extraña  obligación ,  y  se  retiró  sin  con- 
certar las  treguas.  Asi  que ,  lu^o  que  acabó  el  tiempo  de  las  anteriores 
el  infante  ám  Femando  entró  con  gran  poder  en  el  reino  de  Granada, 
y  puso  cerco  á  la  ciudad  de  Antequera :  los  muslimes  que  la  defendían 
lucieron  sangrientas  salidas  y  rebatos  contra  los  cristianos  y  trababan 
cada  dia  muy  refiidas  escaramuzas ,  tanto  que  para  evitarlas,  é  impedir 
el  socorro  de  gente  que  enviaban  los  hermanos  del  rey  de  Granada  Cid 
Afamad  y  Cid  Aly,  que  hablan  venido  al  socorro  de  la  ciudad  con  mucha 
caballeria  y  peones ,  mandó  levantar  el  infante  don  Femando  una  fuerte 
i*erca  muy  alta  que  rodeaba  toda  la  ciudad  y  no  dejaba  salida  libn*  ni 


enlradt*  Daraiiteal  lar^o  cerco  los  doeheriDanos  Gidl  Aly  y  Cid  Ahmad 
hicieroQ  muchas  proezas  por  socorrer  la  plaza  {  pero  los  4e  la  dudad 
faüfados  do  hambre  y  estrechados  de  los  cristianos  hicieron  suavenea- 
cía  y  entregaron  la  ciudad ,  salieron  salvos  los  moradores  con  todos  sos 
haberes  i  fusimismo  se  rindi<>  Hasna  Hijar  y  otras  fortalezas  de  la  co- 
marca. 

£n  este  tiempo  los  muslimes  de  Geballaric  oprimidos  de  su  goberna- 
dor, y  cansados  de  la  siiyecíon  al  rey  de  Granada ,  escribieron  al  rey  de 
Fez,  y  se  ofrecieron  por  sus  vasallos  si  Jes  socorria,  y  se  pusieron  bajo 
su  fe  y  «npiuro.  £1  rey  de  Fez  Abu  Said  holgó  mucho  de  esta  embajadaí 
y  encaigóásu  hermano  Cid  Abu  Satd  que  pesase  con  dos  mil  hombres 
á  ocupar  aqudla  importante  forUdeza,  que  es  la  Uavede  £qpana.No  tanto 
lo  hacia  por  su  posesión  como  por  apartar  de  su  lado  con  esta  ocasiona 
su  hermano  que  por  sus  eicdentes  prendas  era  muy  estimado  del  pue- 
blo, y  temía  que  le  alzasen  por  su  rey  y  le  depusiesen  i  él,  si  biend 
infante  Abu  Said  era  tan  virtuoso  que  estaba  bien  lejos  de  taa  ambicio- 
ios  pensamientos.  Pas6  con  aqneUa  gepte  i  Gebeltarie,  y  loa  de  la  ciu- 
dad le  abriéronlas  puertas  y  se  apoderó  de  día.  El  alcaide  se  retiró  á  h 
fortaleza,  y  viendo  que  no  le  venia  socorro  de  Gtvnada  trató  de  ave- 
nencia con  Abu  Said.  En  esta  saam  llegó  el  infante  Gd  Ahnuid  con  ua 
*  gran  escuadrón  de  cabaUeria  y  de  infantería ;  y  cercó  la  ciudnd  y  sooor- 
rió  al  alcaide  que  ya  estaba  para  entregarse.  El  infante  de  Fez  pidió 
auxilio  i  su  hermano,  que  deseoso  de  su  pérdida  le  envió  abuna  pro- 
Tision  en  pequeños  barcos  y  muy  poca  gente.  El  infante  de  Granada»* 
trecho  el  cerco,  y  viéndose  peidído  Abu  Said  se  entregó  al  de  Granada 
y  puso  en  su  poder  la  ciudad :  el  infante  perdonó  por  su  inlereesíon  i 
los  rdMldes,  dejó  guarnición  en  GebaUar  je  y  llevó  prisionero  á  Granada 
al  infante  Abu  Said,  al  cual  trataban  como  á  huéspíad  con  mueha  bonia 
y  regalo.  Luego  vinieron  al  rey  de  Granada  embajadores  del  rey  de  Fes 
en  que  le  ofrecía  su  amistad  y  le  rogabi  que  hiciese  atosigar  i  sn  ket- 
mano  Cid  Abu  Said ,  que  asi  le  convenia  para  seguridad  y  qoielnd  de  su 
oslado.  El  rey  de  Graimda,  que  habia  padecido  mudio  por  la  injustida  j 
tiranía  de  su  hermano,  sabia  cnán  d^nosson  de  compasíoa  Iob  qoeaá 
se  hallan  perseguidos,  y  lejos  de  consentir  á  la  freicicm  le  unmifeMó 
aquellas  cartas,  y  le  ofkreeió  su  auxilio,  tropas  y  tesoros  paro  la  van- 
ganza,  y  si  no  quería  tomarla ,  le  aseguró  su  amistad  y  le  seAdóeasa  j 
jardines  para  su  habitación  y  recreo. 

£1  infante  Abu  Said  concibió  tal  aborrecimiento  al  rey  40  hsmam 
que  propuso  pasar  en  África  y  vengarse.' Asi  que,  aceptó  k»  ofirecimien- 
toa  del  rey  Juzef  de  Granada,  y  con  escogida  cs^iaUerit ,  ymodins  ri- 
quezas que  le  dio  el  rey  Juzef,  pasó  desde  Almeria ,  y  cnanto  su  her- 
mano le  contaba  por  muerto  y  sacrificado  á  su  desconfianza  y  croaUíd, 
aupo  que  venia  con  poderosa  hueste,  cpie  de  todas  las  tribqa  ae  le  jaa- 
taban  los  mas  valientes,  y  que  llegaba  cerca  de  Fez.  Mió  contra  ¿i  y 
peleó  desgradadamcnte  y  huyó  á  la  ciudad  y  le  cercó  en  ella  Aba  Saai: 
la  mayor  parte  del  ejército  del  rey  habia  quedado  tendida  an  el  canyo 
debatalla.  Asi  914  f  disgustada  la  plebe,  pnidamó  al  infante  Abo  SaM 


y  k  abrió  las  puertas,  y  se  apoderó  de  la  dudad  y  de  $11  heniHmo  á  qpieii 
encerró  y  poco  después  murió  de  pesar  y  despecho.  Agradecido  al  rey 
de  Granada  le  envió  ricos  ¡nresentes  y  le  pagó  sus  beneficios  ofrecién- 
dole perpetua  amistad. 

Receloso  el  rey  Jnzcf  de  los  sucesos  de  la  guerra  concertó  sus  treguas  con 
él  rey  deCastillaano  1417al  principio  del  año,  y  le  ofreció  y  envió  sin  res- 
cate cien  cautivos  cristianos ,  y  dio  á  los  embajadores  y  ministros  de  estas 
treguas  qu$  se  hicieron  por  dos  anos  muchas  preciosas  alhajas  como 
acostumbraban  los  reyes  de  Granada.  Mientras  vivió  el  rey  Juzcf  hubo 
siempre  paz  con  los  cristianos ,  y  su  corte  era  el  asilo  de  los  caballeros 
agraviados  de  Castilla  y  de  Aragón :  allí  iban  á  tratar  sus  desavenencias 
y  le  hacían  su  juez ,  y  les  daba  campo  para  sus  desafios  y  combates  de 
honor,  y  era  tan  pacificador  que  solía  darles  campo,  y  apenas  princi- 
piada la  díd  dábalos  por  buenos  caballeros  y  los  hacia  tomar  amigos  y 
salir  juntos  y  honrados  de  su  corte :  por  lo  que  de  propios  y  extraños 
era  muy  amadp  el  rey  Juzef ,  y  en  especial  de  la  reina  madre  de  Gai$- 
tilla  con  quien  mantenía  correspondencia  may  familiar,  y  se  hacían 
mutuos  presentes  cada  aQo,  y  por  consejo  de  la  madre  cuando  el  rey  de^ 
Castilla  estuvo  en  edad  de  gobernar  por  si  prolongó  la  tregua  que  ha- 
bía con  el  rey  Juzef,  y  le  aseguró  de  su  amistad.  Asi  pues  se  mantenía 
floreciente  d  estado  con  las  comodidades  de  la  pa^ ,  y  los  granadinos 
gozaban  con  ella  lais  anticipadas  delicias  del  paraíso  ep  sus  amenas  huer* 
tasy  casas  de  campo  s  y  como  e)  rey  Juzef  hubiese  licuado  al  plaiso  que 
le  señalaba  la  tabla  de  los  hados  íaUeció  de  m  ^í(o  acpidentc  ^ii^  ha^ 
leerse  aptes  sentido  de  pingnna  indíspoi^io9, 


CAPITULO  XXIX, 

á 

Es  proclamado  Male j  Mshamad ,  depuesto  laego,  y  entnmlEácfo  Mahatead  él  ttiqait 

Le  deponey  maiA  Malay.  - 

»  • 

En  el  mismo  día  fué  prodamadosu  hijo  Miday  Muhnoad  Nazar  Aim 
Josef,  conocido  por  el  Hayzari  ó  izquierdo,  4  cansa  da  que  lo  era,  sí  bieia 
algunos  quieren  decir  que  tenia  este  nombre  no  poriá  ddeeto  patural 
<ic  las  manos,  sino  por  suaviesa  y  avarosa  fortuaavUespnes  quecumjdí^ 
ODQ  las  exequias  debidas  á  su  padre,  que  fué  sepultado  en  Gfei¿alarife  con 
ana  mayores,  luego  envió  sus  carias  ¿  todas  las  cuides  y  pueblos  prin- 
cipales de  cada  taa ,  para  que  celebrasen  su  inauguración  con  la  solen^ 
Dídad  acostumbrada,  y  los  walies  y  alcaides  enviasen  sus  protestas  dp 
reoonodmiento  y  sumisión.  Debiémiose  haber  propuesto  por  modelo  lip 
buen  gobierno  la  política  de  su  padre ,  cuidó  solo  de  imitarle  en  una 
parte  de  eUa,  que  Dié  en  procurar  la  amistad  y  alianzas  de  los  principeB 
de  África  y  de  España,  y  para  esto  envió  sus  embajadores  para  asentar 
las  treguas  que  hd^ian  de  manten^  la  felicidad  del  estado  j  pero  descuida 
del  todo  d  enltivav  la  benevolencia  y  amor  de  sus  pueblos,  que  en  eslp 
coBBÍBle  el  maa  seguio  y  fir j»a  aik^o  de  laaob^ryoia.  Era  vano  jr  ^fkr 


699  BISTOHA  M  LA  D(>iI12<A€l01Í 

berbio ,  y  trataba  como  esclavos  á  sos  ministros  y  á  los  principales  cau- 
dillos. Sa  altanería  era  cada  dia  mas  insufrible,  y  se  pasaban  semanas 
enteras  y  meses  en  que  no  daba  audiencia  á  ningún  rasállo ,  sin  exo^ 
loar  á  los  walics  que  le  buscaban  para  consultar  con  él  loa  mas  graveí 
negocios.  Toda  su  atención  era  no  quebrantar  las  treguas  con  k»  cris- 
tianos ,  ni  dar  ocasión  de  rompimiento  por  su  parte.  Con  el  mismo  es- 
mero conservaba  la  amistad  del  rey  de  Túnez  Muky  Aben  IFaris :  asi- 
mismo desdeñaba  el  trato  de  sus  ciudadanos ,  y  no  permitia  justas  ri 
torneos,  ni  las  otras  usadas  diversiones  de  la  nobleza  y  caball¿ria,  por 
lo  cual  comenzó  á  ser  malquisto  con  todos,  nobles  y  plebeyos  le  aborre- 
cian ,  y  solamente  privaba  con  él  su  vizir  y  cadi  de  Granada  Svaet  Aben 
Zeragh,  caballero  ilustre  de  la  mas  noble  y  poderosa  familia  del  reino, 
que  por  su  autoridad  contuvo  algún  tiempo  á  los  infinitos  desoonlmtos 
que  meditaban  la  deposición  del  rey  Muhamad ;  pero  ni  su  prudenda 
ni  autoridad  bastaron ,  que  al  fin  suscitada  una  popular  insorreodon , 
proclamaron  por  su  rey  á  Muhamad  el  2aqm'r,  primo  dd  rey,  y  entra- 
ron violentamente  en  el  alcázar,  y  el  rey  Mubamad  favorecido  de  dign- 
ónos leales  guardias  salió  por  los  jardines  y  escapó  de  las  manos  de  ks 
alborotados.  El  depuesto  rey  Muhamad  pasó  disfrazado  como  pescador 
en  una  pequeña  barca  á  África ,  y  se  acogió  á  su  amigo  Abu  Faris,  rej 
de  Túnez ,  que  le  recibió  y  honró  en  su  palacio  ofireciéndole  su  favor  sí 
la  foriuna  se  manifestase  algún  dia  favorable  á  sus  cosas. 

Muhamad  el  Zaquir  fué  solemnemente  proclamado  en  Granada  y  ea 
te  otras  ciudades  principales  del  reino :  dio  fiestas  al  pueblo,  torneos  y 
justas ;  él  mismo,  que  se  preciaba  de  gentil  caballero,  entraba  eo  las  pa- 
rejas y  contiendas ,  y  hacia  notables  gallardías  arrojando  las  cadas  con 
acierto  y  ligereza^  y  evitando  los  tiros  con  facilidad,  volviendo  y  re- 
volviendo con  sin  igual  destreza  su  cabaUo.  Gomia  muchos  días  con  sns 
caballeros,  y  les  hacia  ricos  presentes,  y  discurría  ingeniosas  invenciones 
para  honrarlos  y  d^Uqguirlos.  Al  mismo  tiempo  no  se  descuidaba  en 
destruir  el  partido  de  su  antecesor  el  depuesto  Muhamad :  asi  fué  ibr- 
sado  á  saUr  de  la  ciudad  el  vizir  Juzef  Aben  Zeragh  y  muchos  de  los  de 
su  Hnage ,  caballeros  muy  estimados  en  Granada ,  porque  no  se  aeomo- 
daban  á  la  nueva  carie  dd  rey  Muhamad  el  Zaquir,  y  él  recdoso  de 
algunas  inquietudes  ó  bandos  que  contagiasen  el  reino  traté  de  perder- 
los^ y  como  estos  clibslleros  tenian  tan  intimas  relaciones  ood  toda  la 
nobleza  fueron  avisados  á  tiempo,  y  se  retiraron  de  secreto  al  reino  de 
Murda.  Algunos  mas  confiados  que  se  detuvieron  en  Granada  experi- 
naentaron  el  rigor  del  tirano  que  iba  ya  perdiendo  el  temor  y  daca- 
briendo  su  condición  dura  y  crud.  Salieron  con  él  vizir  Joñf  Abeo 
Zeragh  cuarenta  caballeros  principales  que  fueron  muy  bien  recSndos 
en  Lorca  del  alcaide  de  aquella  ciudad ,  y  lo  mismo  en.  Murváa ,  y  de  allí 
babido  seguro  del  r^  de  Castilla  fueron  á  besarte  las  manos,  y  to  trató 
con  mudia  honra,  y  le  pesó  mucho  de  la  desgracia  de  su  aliado  el  rey 
Muhamad ,  y  entendiendo  por  la  relación  de  Juzef  Aben  Zeragh  cono 
estaba  en  Túnez  en  la  corte  del  rey  Abu  Faras,  y  como  hablan  kndD 
dsGraaada  mas  da  quinientos  caballeros  principales ,  unos  i  África ,  j 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPlíf  A.  629 

Otros  habían  venido  á  sus  reinos ,  el  rey  de  Castilla,  que  era  jiáven,  com* 
pasiTO  y  generoso  y  de  cumplida  nobleza ,  ofreció  al  vizir  rcstitair  al 
trono  al  depuesto  rey  Mubamad  el  Hayzari ,  y  castigar  al  tirano  usurpa- 
dor. Para  asegurar  la  empresa  acordó  que  en  compañía  del  alcaide  de 
Murcia  pasase  Juzef  Aben  Zcragb  á  Túnez  con  sus  cartas  para  que  el 
rey  Abu  Faris  ayudase  á  cobrar  d  reino  de  Granada  y  restituir  al  trono 
á  su  legitimo  soberano :  pedíale  el  rey  do  Castilla  al  de  Túnez  que  le  en- 
Tíasc  al  despojado  Mubamad  el  Hayzari,  que  Ü  baria  como  fuese  resti- 
tuido. 

Estos  embajadores  ftieron  bien  recibidos  del  rey  de  Túnez ,  y  luego 
dio  orden  para  que  pasase  á  España  con  quinientos  caballeros  y  muchas 
riquezas  el  rey  Mubamad  el  Hayzari ,  y  con  él  alcaide  de  Murcia  envió 
para  el  rey  de  Castilla  telas  de  seda  y  oro ,  y  linos  muy  delicados,  aro- 
mas ,  y  muchas  preciosidades »  y  una  cria  de  leoncillos  domesticados ,  y 
otras  rarezas,  y  con  esto  se  despidieron  los  reyes  con  mucho  amor. 
Pasó  á  Oran  aquella  compañía ,  y  allí  se  embarcaron  y  pasaron  el  m«r, 
y  saltaron  en  la  tierra  de  Granada  y  llegaron  á  la  ciudad  de  Yera ,  que 
luego  recibió  á  su  rey  Mubamad  el  Hayzari ,  y  partieron  sus  gentes 
Almeria ,  que  luego  envió  á  llamar  á  su  rey  y  señor,  y  le  recibió  con 
gran  pompa,  amor  y  reverencia. 

Gomo  el  rey  Muhamad  el  Zaquir  tuviese  esta  noticia  se  aHiorotó  y 
apesadumbró  mucho  de  ella ,  y  con  gran  brevedad  envió  á  su  hermano 
con  setecientos  caballos ,  gente  muy  escogida  para  desbaratar  y  i»*end^ 
n  fluese  posible  al  rey  Mubamad  el  Hayzari ;  pero  mas  de  la  mitad  do 
esta  gente  des(»*tó  de  sus  banderas  y  se  pasó  con  los  del  rey  el  Hayzari  ^ 
7  el  infante  no  se  atrevió  á  pelear  con  la  gente  que  le  había  quedado  y 
se  Ydvió  ¿  Granada.  Esto  facilitó  el  paso  ¿  los  del  rey  Mubamad  el 
Hayzari ,  entraron  enGuadix,  y  esta  ciudad  abrió  sus  puertas  y  le  reci* 
bió  como  i  su  señor,  y  le  juró  obediencia  en  el  mismo  dia.  Vinieron  á 
estar  dudad  muchos  caballeros  de  (kanada  y  le  animaron  á  pasar  á  día, 
asegurándole  tan  buena  acogida  como  en  Guadix  y  Almeria.  Asi  que, 
aunque  con  algún  recelo  conflando  en  la  fortuna  partió  á  Granada  Ue- 
ifando  ya  consigo  innumerable  gentío  que  de  todas  partes  le  seguía  á  su 
venida  de  África ,  daba  grande  autoridad  y  peso  con  el  populacho  á  m 
pretensión ,  y  sin  otra  causa  ni  motivo  le  aclamaba  aquella  muchedum  • 
Ih^.  El  rey  Muhamad  d  Zaquir  se  vio  abandonado  de  toda  la  nobleza  y 
eoo  pocos  sddados  para  oponerse  á  su  rival)  asi  que ,  de  noche  se  pasó 
á  la  fortaleza  de  la  Akmra  y  se  fortificó  en  día.  Entró  al  dia  siguiente 
d  rey  Muhamad  el  Hayzari ,  y  le  recibió  la  ciudad  con  general  ackima- 
cion,  y  luego  cercó  la  fortaleza  con  tanto  denuedo  y  ardor  de  los  sóida*» 
dos ,  que  los  del  rey  Muhamad  d  Zaquir  acd>ardaron  y  no  quisieron 
ei^xmerse  al  rigor  dd  asalto ,  ydlos  mismos  entregaron  á  su  rey,  que 
luego  fué  descabezado ,  y  sus  hijos  puestos  en  rigurosa  prisión ,  con  lo 
cual  quedó  pacificamente  apoderado  de  su  ciudad  y  reino  de  Granada , 
y  lal  fué  el  fin  del  infeliz  Muhamad  el  Zaquir,  digno  de  mejor  fortuna 
por  su  valor,  habiendo  reinado  dos  años  y  pocos  meses. 


6S0  IflStOllf A  AE  U  DOKflVAClOll 

* 

CAPITULO  XXX. 

6aérraB  de  Granada ,  y  mnerte  de  Jaut  Aben  Alahmar. 

El  fef  Mohamad  Alhajrzañ  cuando  habo  allanado  iás  oosasy  aoaégado 
los  ánimos  del  temor  que  les  daba  la  incerUdnmbre  de  sü  maneta  de 
gobernar,  puso  en  su  empleo  de  irarir  del  reino  ¿  su  privado  Jnxet  Aben 
Zeragh ,  que  siempre  le  babia  servido  con  tanta  lealtad ,  envió  sos  em- 
bajadores al  rey  de  Castilla  para  darle  gracias  por  sus  buenos  auxilios, 
j  comunicarle  el  estado  de  su  reino ,  pidiéndole  treguas  ó  mas  Uen  per- 
petua paz  7  amistad ,  j  como  entendiese  que  d  rey  de  Castilla  andaba 
en  guerras  y  revueltas  con  sus  parientes  envióle  sus  cartas  con  Abdel- 
menam ,  noble  caballero  de  Granada  y  privado  ^uyo ,  ofreciéndole  auxi- 
lio de  tropas  contra  sus  enemigos.  Llegó  este  embajadora  Burgos  donde 
á  la  sazón  estaba  el  rey  do  Castilla  y  le  recibió  bien  y  agradeció  y  no 
aceptó  los  ofrecimientos  del  rey  de  Granada,  y  solo  se  trató  de  treguas 
y  de  que  el  rey  de  Granada  le  pagase  cada  año  cierta  cantia  de  áM» 
de  oro  á  Tuer  de  su  vasallo ;  pero  no  vino  ett  esto  el  rey  de  Granada, 
confiado  que  bailándose  el  de  Castilla  metido  en  guerras  se  contoitaría 
con  lo  que  de  sü  voluntad  qui§iese  darle.  Asi  fué  que  sin  conecftu- 
nlnguna  cosa  se  tornó  Abdelmenam  á  Granada ,  y  al  misiiio  tiettipo  d 
rey  de  Castilla  envió  sus  cartas  al  rey  de  Túnez,  quejándose  de  la  ia- 
gratitud  del  rey  Mubamad  Albayzari ,  y  asimismo  rogándcrie  que  no  le 
ayudase  en  la  guerra  que  pensaba  hacerle  para  obligarle  á  com^  h 
que  débia :  prometiólo  asi  Abu  Faris  de  Túnez ,  y  nd  le  envió  las  ga- 
leras y  gente  qtíe  le  tenia  ofirecida,  y  le  escribió  aconsejándole  que  pa- 
gase al  rey  de  Castilla ,  á  quien  debia  la  corona ,  la  <x>ncértada  suma  de 
doblas  que  le  pedia ,  y  que  de  no  hacerlo  no  esperase  su  ayuda  Inientras 
viviese,  y  al  rey  de  GastÜla  escribió  suplicándole  que  tratase  mi  vea- 

S atiza  con  moderación ,  y  no  llevase  al  extremo  de  rigor  él  castigo  áe 
fuhamad  Albayzari  sti  pariente. 

El  rey  de  Granada  no  temia  lo  qué  le  amenazaba ,  y  ctmo  c3  de  (Ms- 
ülla  hubiese  hecho  sus  paces  conlos  itifantes,  envió  iiráñn  k  sna  fronteros 
para  correr  la  tierra  de  Granada ,  y  entraron  en  ella  y^  talaron  los  cam- 
pos de  Konda ,  y  por  otra  parte  entró  el  adelantado  de  Cazoria  con 
buena  hueste  de  ced^alleria ,  y  el  rey  Mubamad  salió  contrtí  este  y  peleó 
con  tan  buena  ftnrluna  que  le  rom^ó  y  deshizo  su  escuadfon ,  que  casi 
todos  los  cristianos  quedaron  muertos  en  el  campo  de  batalla.  No  an 
igual  la  suerte  én  todas  partes ,  que  al  mismo  tiempo  que  trionitti 
Mubamad  de  los  valientes  campeadores  de  Cazorla ,  le  tamaron  hs 
cristianos  la  fortaleza  de  Jimena ,  y  le  llegó  nueva  de  como  el  rey  de  Ce- 
tilla  venia  Con  gran  poder  contra  él ,  por  lo  cual  recelando  que  eoo  el 
temor  ya  sonado  de  la  venida  del  rey  de  Castilla  se  suscitase  en  Granada 
alguna  sedición .  dejó  el  mando  del  ejército  á  sus  caudillos,  y  sé  vjnoá 
Granada  con  cinco  mil  caballos,  y  luego  armó  veinte  mñ  hombfcs 
de  la  ciudad  para  que  hiciesen  guarnición  y  la  defendiesen.  Entre  tanto 


M  LOS  áRAfefiS  Clf  VS»kñk.  6S1 

loé  critHaliM oQltláfl  y  talábáii  tad  tíot^  Alari, 

Ardildona  j  otros  lagares ,  y  coü  rica  presa  se  tomó  él  rey  de  Castilla 
á  Ecija ,  y  de  allí  á  Córdoba. 

Gomo  Mahamad  se  recelaba,  se  suscitó  en  esta  coyuntura  tma  terrible 
conjura  y  poderoso  bando  contra  él.  Un  caballero  de  la  sangrereal,  lla- 
mado Jttzef  Aben  Alahmar,  bombrerico  y  ambicioso,  se  propuso  en  esta 
ocasión  derribarle  del  trono ,  y  apoderarse  del  reino  valiéndose  del  rey 
deCastilla.  Comunicó  su  pensamiento  con  sus  muchos  amigos  y  pardales, 
y  de  común  acuerdo  enviaron  por  embajador  á  Córdoba  á  un  caballero 
de  los  Benegas  llamado  Gelil  ben  Geleil ,  esposo  de  la  infanta  Ceti  Merier , 
con  quien  casara  por  amores.  Era  muy  noble  y  esforzado  aunque  de 
linage  de  cristianos ,  el  rey  le  tenia  desterrado  en  Álhama.  A  este  pues, 
como  que  sabia  bien  la  lengua  castellana ,  se  encargó  la  embajada  para 
que  tratase  con  el  rey  de  Castilla  de  esta  rebelión.  Ofrecía  Juzef  Aben 
Alahmar  que  luego  que  el  rey  de  Castilla  entrase  en  la  vega  se  te  juik- 
taria  con  mas  de  ocho  mil  hombres ,  gran  parte  caballeros  de  la  mayor 
nobleza  del  reino,  y  que  si  con  el  favor  y  ayuda  del  rey  de  Castilla, 
como  esperaba  se  apoderase  del  reino ,  le  seria  fiel  vasallo.  Fué  bien 
oida  esta  propuesta  por  los  cristianos ,  comoquiera  que  siempre  pensaba 
el  rey  de  Castilla  entrar  á  correr  la  vega.  Volvió  Aben  Luke,  y  llevó 
de  palabra  también  la  respuesta  del  rey  de  Castilla ,  sus  promesas  y  se- 
guridad á  los  que  se  ftiesen  á  sü  ejército.  Animados  con  esto  los  del 
bando  de  Juzef  se  fueron  retirando  pocos  á  pocos  de  la  ciudad  Cbn*pre- 
texto  de  ir  al  ejército  de  la  frontera.  El  rey  de  Castilla  con  gran  poder 
entró  en  la  vega ,  Juzef  Aben  Alahmar  se  le  presentó  y  le  heno  la  mano, 
j  después  llegaron  los  caudillos  y  gente  de  su  bando ,  que  serian  ocho 
mil  hombres,  gran  parte  muy  lucida  caballeria.  Acampó  él  rey  de  Cas- 
tilla en  un  recuesto  á  la  falda  de  sierra  Elvira,  y  desde  alli  se  deleitaba 
en  mirar  las  hermosas  torres  de  Granada ,  y  le  informaba  de  sus  prin- 
cipales edificios  y  fortalezas  Aben  Alahmar,  y  se  le  sefiálaba  la  Alam- 
bra, Torres  Bermejas,  y  el  Albaycin.  Los  caudillos  de  Grauada  y  su 
cabdleria ,  gente  valiente  y  aguerrida,  salieron  contra  el  ejército  cris- 
tiano, y  habia  muchas  escaramuzas  entre  los  campeadores ,  hasta  que 
cierto  dia  ambos  ejércitos  vinieron  é  l)atalla  campal  que  fué  muy  reñida, 
7  asi  los  muslimes  de  Granada  como  los  cristianos  pelearon  con  ádmi- 
rabte  valor,  y  principalmente  la  caballeria,  que  hizo  lo  mas  cruel  y  san- 
griento de  la  pelea.  La  matanza  fué  horrible  de  ambas  partes  y  se  man- 
tuvo igual  la  batalla  todo  el  dia  hasta  que  á  la  tarde  comenzaron  á  ceder 
los  muslimes,  y  favorecidos  de  la  venida  de  la  noche  dejaron  el  campo, 
qae  estaba  ciÁierto  de  despedazados  cadáveres ,  y  regado  de  sangré. 
Nunca  el  reino  de  Granada  padeció  mas  notable  pérdida  que  en  esta  ba- 
talla ;  pues  asi  en  el  bando  vencido  como  en  el  vencedor  murió  la  flor 
de  la  caballeria,  y  si  aquellas  lanzas  muslímicas  entre  si  contrapuestas 
bnbicran estado ,  como  debían ,  juntas  contra  sus  enemigos,  hubieran 
dado  á  los  de  Castilla  un  día  tan  sangriento  y  detestado  como  el  de 
Alarcos. 

El  suceso  de  esta  batalla  llenó  de  tristeza  y  luto  á  los  de  Granada ; 


tXt  raSTORIA  DE  LA.  MWNAGK»! 

pero  k  presencia  del  rej  Mabamad  Alhayzari ,  qae  no  perdió  ánimo  por 
este  desmán ,  no  les  dejaba  tomar  otro  partido  qae  el  de  la  defensa.  La 
tierra  misma  manirestó  conmoverá  y  tomar  parte  en  el  sentimiento  de 
sas  moradores ,  y  tembló  y  se  estremeció  con  grandes  vaivenes ,  y  sub- 
terráneos bramidos  y  truenos  qne  en  sos  entrañas  se  oian  atemorizaban 
á  los  mas  valientes,  y  todos  esperaban  y  temían  graves  cosas.  Taló  el 
rey  de  Castilla  la  vega  y  levantó  sn  campo,  y  bien  á  pesar  de  Aben 
Alahmar  se  tornó  á  Córdoba.  Alli  para  consolar  á  Jazef  de  su  despecho 
y  á  los  suyos  de  la  desconfianza  que  tomaron  viendo  que  el  rey  de 
Castilla  contento  con  lo  que  babia  hecho  los  quería  abandonar  perdidas 
sus  haciendas  y  su  patria ,  mandó  proclamar  rey  de  Granada  á  Juzef 
Aben  Alahmar,  y  delante  de  toda  su  corte  y  de  las  tropasquc  solonniza- 
ban  la  proclama  le  ofreció  de  nuevo  el  ponerle  en  el  trono  de  Granada, 
y  alli  mismo  encargó  á  los  adelantados  de  sus  fronteras  que  le  ayudasen 
basta  conseguirlo.  Esta  declaración  fué  de  gran  efecto,  porque  luego 
tomaron  su  voz  machos  pueblos  del  reino  de  Granada,  y  se  le  entregó 
Montefrio,  y  con  su  gente  y  auxilio  de  los  cristianos  se  le  dieron  los 
pueblos  de  lUora ,  Cambil ,  Alhabar,  (h*tejícar,  Taxarxa ,  ílisnalloz , 
Ronda  y  la  ciudad  de  Loja,  de  donde  se  le  juntaron  cuatrocientos  caba- 
lleros. £n  Ardides  hizo  su  carta  de  reconocimiento  de  señorío  al  rey  de 
Castilla,  obligándose  á  servirle  cada  año  con  cierta  cantia  de  doblas  de 
oro ,  y  en  tiempo  de  gu^ra  con  mil  quinientos  caballos ,  y  de  acudir  á 
sus  car  tes  cuando  las  celebrase  de  acá  de  los  montes  de  Toledo ,  ^enviar 
alguna  persona  de  sn  casa  la  mas  considerable ,  y  otras  condictones  de 
alianza  y  recij^roca  amistad.  Lu^o  partió  con  poderoso  ejército  hada 
Granada  y  envió  contra  él  Muhamad  Alhayzari  á  su  vizir  Juzef  Aben 
Zeragh ,  y  trabaron  batalla  muy  sangrienta ,  y  en  ella  murió  peleando 
como  un  león  el  esforzado  vizir  Aben  Zeragh ,  y  luego  su  ejértí to  fué 
desbaratado  y  huyó  con  gran  espanto  y  ll^ó  á  Granada  ponderando  la 
innumerablehueste  que  los  babia  vencido ,  y  como  la  mayor  parte  había 
quedado  muerta ,  que  no  daban  cuartel  los  unos  á  los  otros.  Con  esta 
victoria  que  hizo  maycnr  la  fama  y  el  temor  de  los  pueblos',  casi  todas  las 
laas  del  reino  tomaron  su  voz ,  y  para  evitar  las  talas  y  males  de  b 
guerra  salían  á  porfia  á  presentarse  los  pueblos  y  á  jurarle  obediencia, 
y  Juzef  Aben  AJahmar  desde  i  llora  se  encaminó  con  ejército  innume- 
rable á  Granada.  La  nueva  de  su  cercanía  alborotó  los  ánimos ,  intimidó 
al  menudo  pueblo,  y  se  suscitó  una  conmoción  popular  en  la  dadad. 
Los  nobles  y  principales  vecinos  representaron  al  rey  que  no  era  po- 
sible defenderse ,  que  se  pusiese  en  salvo,  y  no  quisiese  exponer  la  da- 
dad á  las  violencias  de  una  entrada  por  fuerza.  Entonces  Muhamad 
Alhayzari  acompañado  de  sus  mas  Íntimos  y  pardales,  tomando  los 
tesoros  del  alcázar,  su  haram ,  y  los  dos  hijos  del  rey  Muhamad  el  Za- 
quir  que  tenia  presos,  huyó  á  Málaga  en  donde  tenia  gran  partido. 

Juzef  ben  Alahmar  entró  en  Granada  con  solos  seiscientos  cabaDeros 
de  guardia  para  quitar  todo  temor  de  vi(dcncia  á  los  ciudadanos,  reci- 
bióle la  nobleza  y  le  acompañó  hasta  el  alcázar  de  la  Alambra :  hizo  sa 
ayuntamiento  de  los  jeques ,  alcaides ,  walies  y  alcadis  del  rano  y  fué 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA-  6dS 

solemiieiiiciite  jurado.d  rey,  y  paseó  la  dadad  con  gran  pompa.  Así 
consiguió  el  trono  después  de  tres  años  que  le  habia  ocupado  fOt  se- 
gunda yez  Mtthamad  Alhayzarí.  £kivió  Juzef  Aben  Alahmar  sus  emba- 
jadores al  rey  de  Castilla  con  las  protestas  y  reconocimiento  de  agrade- 
cido vasallo  suyo ,  ofreciéndole  pagar  las  doblas  de  oro  que  sus  mayores 
habían  pagado :  y  escribió  al  rey  de  Castilla  la  siguiente  carta :  «  Juzef 
Mubamad  Aben  Alabmar,  rey  deGranada  vuestro  vasallo,  beso  vuestras 
manos  y  me  encomiendo  á  vuestra  merced ,  ala  que  suplico  dignesaber 
como  parti  de  Illora  y  fui  á  mi  ciudad  de  Granada ,  y  me  salió  á  recibir 
toda  la  caballeria  de  ella  y  me  besaron  las  manos  por  su  rey  y  señor,  y 
me  entregaron  la  Alambra ,  y  todo  esto ,  señor,  por  la  gracia  de  Dios  y 
por  vuestra  fortuna.  £1  rey  Alhayzari  se  huyóá  Málaga  y  llevó  consigo 
al  hermano  del  alcaide  Ahnaf  su  s<d)ríno ,  y  dos  hijos  del  rey  Muhamad 
Zaquir  que  dicen  ha  mandado  degollar,  y  antes  de  partir'  robó  estos 
alcázares  y  se  llevó  cuanto  en  ellos  habia.  Ahora,  señor,  con  la  ayuda  y 
gracia  de  Dios,  y  con  el  auxilio  de  vuestra  grandeza ,  que  Dios  pros- 
pere ,  va  contra  él  vuestro  adelantado  don  Gómez  Rivera ,  y  mis  caba- 
lleros llegarán  á  Málaga  donde  él  está,  y  espero  en  Dios  que  con  el  favor 
de  vuestra  alteza  yo  le  habré  en  mis  manos.» 

Envió  Juzef  Aben  Alahmar  esta  carta  con  un  noble  caballero  que 
fué  bien  recibido  del  rey  de  CastiUa,  que  holgó  con  estas  nuevas.  Al 
mismo  tiempo  llegó  enviado  de  Túnez  al  rey  de  Castilla,  en  que  Abu 
Fans  pedia  al  rey  que  mirase  por  su  pariente  el  rey  Muhamad  y  no 
quisiese  arruinarle  ni  despojarle  de  su  reino.  Yenian  estas  quejas  del 
rey  de  Túnez  por  mano  de  un  traficante  genoves ,  y  el  rey  de  Castilla 
envió  sus  excusas  al  de  Túnez.  Seis  meses  habia  que  Juzef  Aben  Alah- 
mar reinaba  felizmente  en  Granada  cuando  le  asaltó  la  muerte  que 
asalta  y  turba  la  tranquilidad  y  delicias  de  los  hombres.  Era  ya  anciano 
y  achacoso  y  no  pudo  resistir  los  cuidados  del  reino ,  que  tomó  sobre  si 
con  demasiado  fervor.  Su  muerte  acabó  los  bandos  y  desavenencia  que 
dividía  á  los  granadinos,  y  unos  y  otros  proclamaron  al  retirado  y  fu- 
gitivo Muhamad  Alhayzari,  que  volvió  tercera  vez  á  ocupar  el  trono. 
Llególe  esta  nueva  á  Málaga  y  holgó  de  ella  como  de  la  muerte  de  su 
enemigo.  Practicó  sus  diligencias  para  asegurarse  de  la  fidelidad  y  sin- 
ceridad de  los  que  le  proclamaban ,  y  pasó  á  Granada  muy  contento. 
Hizo  su  vizir  á  un  caballero  muy  noble  y  estimado  en  Granada  llamado 
Abdelbar,  que  le  aconsejó  enviase  sus  mandaderos  á  Castilla  y  á  Túnez 
para  apazguarse  con  el  rey  de  los  cristianos,  y  asi  lo  hizo  de  buena  vo- 
luntad ,  y  se  concertaron  treguas  por  un  año ,  y  después  se  prorogaron 
por  otro  más.  Pasado  el  tiempo  de  las  treguas  entraron  los  cristianos 
en  la  tierra  de  Granada  y  tomaron  la  fortaleza  de  Beni  Maurel  después 
de  haber  combatido  reciamente  sus  muros :  por  la  parte  (Sé  Murcia  en- 
tró la  caballería  de  aquella  frontera  acaudillada  del  esforzado  Fayard, 
y  le  salió  al  encuentro  el  vizir  de  Granada  Abdelbar  con  escogida  caba- 
llería de  Algarbe  y  de  Granada.  Avistáronse  los  dos  escuadrones  y  tra- 
baron sangrienta  batalla,  en  que  los  cristianos  fueron  vencidos,  y  quedó 
muerto  su  esforzado  caudillo  que  se  empeñó  en  mantener  la  batalla 


eu  HisnmtA  va  u  Miiiiiácioii 

cilaiiao  yáb  fUáym*  parte  Ab  los  so^  Iban  hitjrendó.  Al  nlino  tiempo 
eotraroo  pot  flier^a  de  armas  los  cristía&os  la  Tilla  de  Huesear,  qoe 
defendieroo  yalerosamente  los  mnsUmes,  y  al  cabo  cod  graninortandad 
fué  tomada  la  villa,  y  los  valerosos  defensores  se  aoogieron  át  la  fortaleza, 
donde  fueron  cercados  por  los  cristianos.  Vino  en  su  aynda  el  arraix  de 
Baza  Alcawmi  que  metió  alguna  gente  en  el  castillo  rompiendo  por  eo 
medio  de  los  cristianos  $  pero  como  se  les  acabase  la  provisión  y  faltasen 
mantenimientos  hicieron  su  avenencia  y  rindierpn  el  castillo  saliendo 
todos  los  muslimes  libres. 


CAPITULO  XXXI. 

Guerras  entre  moroS  y  cristíanos ,  J  destronamiento  de  Mubamad  el  Hayiarf  por  Habimad 

Aben  Otmin.  Otro  partido  proclama  i  Aben  bmail. 

En  el  año  MO  (1436)  el  caudillo  y  vizir  de  Granada  Abdclbar  v«iciói 
los  cristianos  en  unas  angosturas  v  los  siguió  y  hizo  en  ellos  cmel  ma- 
tanza en  término  de  Archidona.  Habian  intentado  sorprender  la  Tula  j 
caminaban  con  gran  cautela  por  extraviados  caminos ;  esperólos  Alh 
dclbar  en  un  paso  estrecho  y  alli  les  acometió  y  los  desordenó  ;  ks 
causó  horrible  destrozo  y  tomó  las  banderas  del  maestre  de  Alcántara  y 
casi  toda  su  gente  fué  cautiva  ó  muerta ,  y  el  maestre  se  libró  á  aña  dé 
caballo  con  unos  pocos.  Desde  alli  pasó  Abdclbar  y  acometió  á  los  cris* 
tianos  que  tenian  puesto  cerco  á  la  fortaleza  de  Haelma,  y  los  fonóá 
levantar  el  campo ,  y  se  retiraron  h  Jaén,  que  no  osaron  venir  i  iiatalli 
con  el  Ínclito  Abdelbar. 

En  el  año  siguiente  de  841  hubo  varias  batallas  con  los  cristiaoos  éo 
que  peleó  con  próspera  fortuna  en  las  campiáas  de  Goadix  y  vega  de 
Granada ,  y  en  ellas  murieron  los  mas  valientes  caudillos  de  las  Castillas. 
Al  año  siguiente  los  fronteros  de  Murcia  acaudillados  del  addantado 
Aben  Fayard  entraron  la  tierra  y  tomaron  por  avenencia  las  fortalens 
de  y  alad  Blanco  y  Valad  Rubio*,  y  los  moradores  quedaron  por  mude 
jares  ó  mercenarios  del  rey  de  Castilla  por  evitar  las  talas  y  vejaciones 
que  aquellos  fronteros  les  causaban  con  sus  continuas  algaras.  Goad 
mismo  intento  solicitaron  rendirse  al  rey  de  Castilla  los  delascindadesde 
Guadix  y  Baza  ^  pero  pretendían  quedar  libres  y  no  sujetos  á  sus  ade- 
lantados, y  no  tener  parte  en  las  guerras  que  se  hiciesen ;  pero  el  iqr 
de  Castilhi  queria  que  le  apoderasen  en  sus  fortalezas ,  para  desde  aÚ 
hacer  la  guerra  á  los  de  Granada,  y  esto  no  se  concitó ,  ni  se  evitarai 
aquel  año  las  talas  y  correrías,  que  fueron  muyemeles,  y  se  apoderaros 
los  cristianos  de  Galera  y  otros  fuertes  con  las  condiciones  de  quedv 
por  mudejares  de  Castilla.  Asimismo  fueron  los  cristianos  contra 
Gibraltar  y  la  cercó  el  señor  de  Niebla ,  y  salieron  los  de  la  ciudad  con- 
tra  él  y  le  dieron  un  rebato  que  pusieron  en  desorden  su  campo,  y  á  la 
retirada  como  huyese  sin  orden  muchos  se  ahogaron  en  el  rio  Psalmoon 
que  estaba  crecido  con  la  marea ,  y  alli  pereció  el  señor  de  Ki^l 


M!  LOS  ARAÉÉS  tíH  ESPAÑA  «SS 

mnchos  de  los  sayos  qne  hablan  escapado  dé  las  espadas  de  los  valientes 
moalinies  que  defendían  la  fortaleza ;  pero  no  fneron  tan  felices  en  el 
año  siguiente  842  (1438)  los  de  Hnebna^qne  se  rindieron  á  los  cristianos 
que  acaudillaba  el  séilor  de  Buytrago ,  gran  soldado  y  excelente  poeta , 
que  dejó  salir  salvos  á  los  moradores. 

En  este  mismo  tiempo  el  valeroso  caudillo  Aben  Zeragh ,  hijo  de  Juzef 
Aben  Zeragh ,  sali6  contra  los  cristianos  que  corrían  la  tierra  acaudl  • 
liados  del  adelantado  de  Gazorla.  Encontráronse  ambos  escuadrones  en 
una  espaciosa  Uanurs^,  y  con  gentil  denuedo  se  acometieron  y  pelearon 
todo  el  dia  con  tanta  animosidad  y  constancia  que  no  parecían  hombres 
sino  fieras  que  se  apedazaban ;  pero  él  esforzado  Aben  Zeragh  hizo  tantas 
proezas  y  apretó  tanto  á  los  cristianos  que  los  desbarató ,  y  encendido 
en  la  matanza  y  horrores  de  la  pelea  murió  desangrado  por  muchas  he- 
ridas que  había  recibido :  y  también  murió  en  aquella  bataUa  el  ade- 
lantado de  Gazorla  don  Fulan  Perea ,  que  era  valiente  caballero ,  y  casi 
todos  los  suyos,  que  muy  pocos  se  libraron  de  la  muerte. 

Con  este  suceso  perdieron  ánimo  los  de  Castilla  y  no  osaron  entrar 
mas  en  tierra  de  Granada.  La  muerte  del  indito  Aben  Zeragh  fué  muy 
llorada  en  todo  el  reino ,  y  en  especial  fué  sentida  de  la  noble  juventud 
de  Granada ,  y  de  las  damas ,  de  quien  era  muy  favorecido  por  su  her* 
mosura  y  gentileza.  Gomo  enGastilla  se  hubiesen  suscitado  nuevas  re- 
vueltas y  parcialidades  parece  que  el  contagio  había  pasado  á  Granada, 
y  muchos  caballeros  de  esta  ciudad  ofendidos  del  rey  Muhamad  dejaron 
el  reino  y  se  fueron  al  servicio  del  rey  de  GastiUa,  y  el  principal  de 
iodos  estos  descontentos  itié  Muhamad  Aben  Ismaíl ,  sobrino  del  rej,  que 
se  dio  por  ofendido  porque  Muhamad  le  negó  un  casamiento  que  soli- 
citaba, y  prefirió  á  otro  caudillo  privado  suyo.  No  fué  esta  la  única 
inquietud  que  se  suscitó  en  el  reino.  Otro  sobrino  de  rey  llamado  Aben 
Ozmin  que  estaba  en  Almería  este  año  de  848  (1444)  como  entendiese 
las  desavenencias  y  disgustos  de  los  caballeros  de  Granada  con  su  tio, 
se  vino  de  secreto  á  la  ciudad  con  muchos  parciales  que  tenia ,  y  derra- 
mando mudio  oro  entre  la  gente  menuda,  y  animando  las  pasiones  y 
descontentos  de  los  nobles ,  en  poco  tiempo  conmovió  los  ánimos ,  y  con 
8U  industria  y  política  movió  un  alboroto ,  y  se  apoderó  de  la  Alambra 
y  de  todas  las  fortalezas  de  la  ciudad ,  y  tomó  preso  á  su  tío  Muhamad 
el  Hayzari ,  y  le  puso  á  buen  recaudo :  y  fué  este  azaroso  principe  ter- 
cera vez  depuesto  de  su  trono  después  que  reinaba  trece  años. 

Muhamad  Aben  Ozmin  el  Ahnaf  fué  proclamado  rey,  aunque  no  con 
general  aplauso,  que  muchos  le  dejaron ,  y  entre  otros  el  poderoso  par- 
tido  del  Ínclito  vizir  Abdelbar  que  se  retiró  á  Montefrio  con  todos  sus 
parientes  y  amigos.  Acaeció  esta  súbita  é  inesperada  revolución  el 
año  849  (1 445) .  M  vizir  Abdelbar  viendo  que  no  era  fácil  restituir  al  rey 
depuesto  en  su  trono,  y  que  el  tomarse  su  voz  seria  apresurar  su 
muerte,  escribió  al  infante  Aben  Ismaíl  que  estaba  en  Gastilla  ofrecién- 
dole él  reino  de  Granada ,  y  para  que  pudiese  salir  de  Gastilla  sin  qne 
fuese  estorbado  por  el  rey  de  los  cristianos  le  envió  sus  cartas  escritas 
con  cierto  secreto ,  y  las  llevaron  disfrazados  dos  nobles  caballeros  pa- 


6^6  mSTORU  DE  L4  MMOIIACIW 

rientes  rayos*  Entrcgáronselas  y  hablaroD  al  infante  sobre  la  manera 
de  salir  de  Castilla  sin  ser  conocido.  Pero  Aben  Ismail  confiando  en  h 
generosidad  del  rey  de  Castilla  no  quiso  partir  sin  su  licencia,  y  le  co- 
municó abiertamente  ci  negocio  qoe  trataba  y  la  pretensión  en  que  se 
metia.  El  rey  de  Castilla  no  solamente  le  concedió  licencia  sino  qne  le 
ofreció  su  ayuda,  y  le  dio  cartas  para  que  sus  frontaros  le  auxiliasca 
para  conseguir  su  intento. 

Partió  el  infante  Aben  Ismail  con  los  caballeros  que  estaban  eo  sa 
compañia  en  seryicio  del  rey  de  Castilla ,  y  desde  la  frontera  le  acom- 
pañaron los  adelantados  con  muy  escogida  caballeria.  Llegó  á  Monte- 
frio  y  le  salieron  á  recibir  Abdelbar  y  los  de  su  bando,  y  alli  le  procla- 
maron rey  de  Granada.  Entre  tanto  el  rey  Mubamad  Al»en  Ozmín  que 
estaba  en  Granada,  sabiendo  que  los  cristianos  fayorccian  ¿  su  primo 
Aben  Ismail ,  determinó  vengarse  de  ellos,  y  con  poderosa  hueste  aco- 
metió á  las  fronteras ,  aproyecbando  la  ocasión  de  las  guerras  y  rerad- 
tasque  andaban  en  Castilla.  Con  maravillosa  diligencia  llegó  sobre  Be- 
namaurel,  la  cercó,  combatió  y  entró  por  fuerza  de  armas,  y  mató  y 
cautivó  á  los  cristianos  que  la  defendían ,  y  entre  ellos  ¿  su  alcaide  Her- 
rera, y  los  fronteros  de  Andalucía  no  osaron  esperar  la  batalla ,  ni  es- 
torbar el  paso  al  victorioso  rey  Mubamad  Aben  Ozmin ,  escarmentados 
de  la  violenta  entrada  de  Benamaurel :  luego  sin  que  nadie  se  le  opu- 
siese llegó  á  la  fortaleza  de  Aben  Zulema ,  que  defendía  buena  guamí- 
cion  de  cristianos.  Propúsoles  el  conquistador' Aben  Ozmin  por  aiedio 
del  alcaide  Herrera  que  se  rindiesen  y  no  quisiesen  probar  la  suerte  mi- 
jserable  de  los  de  Benamaurel  y  y  los  cristianos  despreciaron  sus  amena- 
zas.* Acometieron  los  muslimes  con  tanto  ardor  que  tomaron  la  totVáeu 
¿  escala  vista,  y  no  dejaron  hombre  á  vida  de  cuantos  hallaban  en  ella, 
y  se  tornó  el  rey  Aben  Ozmin  triunfante  á  Granada,  y  con  rióos  despo- 
jos de  ganado,  armas  y  cautivos. 


.       CAPITULO  XXXII. 

Huye  Aben  Osmin  d«  Grwuida»  y  et  proclamado  Aímh  luralt. 

En  el  año  siguiente  dividió  Aben  Ozmin  sus  tropas  en  dVerentcs 
cuerpos ,  unos  entraron  la  frontera ,  y  otros  fueron  oonüra  sa  priino 
Aben  Ismail.  £1  trozo  principal  que  acaudillaba  el  rey  pcnr  sa  persona 
corrió  la  tierra  de  Andalucía ,  y  tomó  las  villas  de  Huesear,  Vdadabíad 
y  Veladalahmar,  y  ocupó  sus  fortalezas ,  taló  y  robó  la  tierra ,  y  oogi6 
muchos  cautivos,  hombres  y  mugeres,  y  gran  cantidad  de  ganado,  presa 
inestimable ,  y  contento  y  rico  se  tornó  ¿  Granada.  Como  supiese  el  rey 
Aben  Ozmin  que  los  reyes  de  Aragón  y  Navarra  estaban  desavenidos 
con  el  rey  de  Castilla,  ks  envió  sus  carias  y  con  los  mensageros  mochos 
ricos  presentes ,  paños  de  oro ,  armas  y  cabaflos  enjaezados ,  y  concerlft 
con  ellos  alianza  contra  el  rey  da  Castilla ,  y  qne  mientras  los  da  Aragón 


MS  ÍM  ARASES  fiTI  ESPAAA.  6S7 

j  Nayarra  le  hadan  gaerra  por  sus  fronteras  entraría  el  rey  Aben  Oz* 
min  por  las  snyas. 

Venido  el  aiBo  signiente  aDegó  Aben  Ozmin  sns  gentes  y  entró  en 
tierra  de  Mnrda  y  taló  sns  campos ,  y  robó  y  quemó  aldeas  y  alquerías, 
y  como  saliese  contra  d  don  Tellez  Girón  con  sus  gentes  pelearon  cerca 
de  ChinehiHa ,  y  el  esforzado  Aben  Ozmin  vendó  á  los  cristianos ,  y 
mató  y  prendió  muchos  que  trujo  en  triunfo  á  Granada.  Alano  siguiente, 
de  acuerdo  con  los  de  Aragón  y  Navarra  entró  el  rey  Muhamad  Aben 
Ozmin  por  tierra  de  cristianos  y  taló  los  campos  de  Andalucía,  y  puso 
en  gran  temor  á  toda  la  tierra,  que  temían  que  iba  contra  Córdoba ,  y  á 
cercar  aquella  dudad ;  pero  se  contentó  con  talar  la  tierra  de  Arcos  y 
robar  ganados ,  matar  y  cautivar  á  los  infelices  moradores. 

Al  ado  siguiente  envió  á  su  caudillo  Muhamad,  hijo  de  Abdelbar,  á. 
oorrer  la  tierra  de  Murcia.  Este  mancebo  entretenido  en  unos  amores 
no  había  querido  seguir  el  bando  de  su  padre  el  vizír  Abdelbar,  y  con 
esperanzas  de  conseguir  en  premio  de  sus  buenos  servicios  su  deseado 
casamiento  permanedó  en  Granada ,  y  d  rey  Aben  Ozmin  le  estimaba 
por  su  valor,  y  le  encargaba  las  mas  honrosas  y  difídles  emj»*esas :  así 
que,  entrada  la  primavera  de  esté  año,  envió  Abdilbar  á  lo  de  Murda, 
y  en  día  hizo  muy  venturosa  algara ,  y  como  ya  tuviese  gran  presa  de 
ganados  y  cautivos ,  por  consejo  de  a^nos  temerarios  alcaides  que 
iban  con  él  se  propusieron  correr  la  tierra  de  Lorca,  y  llevando  ante- 
cogida su  pre^  caminaban  hadendo  mal  y  daño  en  la  vega  de  Lorca. 
Los  de  la  ciudad  salieron  con  escogida  caballeria ,  y  los  nobles  muslimes 
esperaron  la  batalla,  que  por  ambas  partes  fué  muy  sangrienta,  y  murie- 
ron allí  muchos  valientes  caballeros ,  y  les  quitaron  los  cautivos  que 
llevaban :  pero  Abdilbar  después  de  haber  peleado  como  ún  bravo  león 
tomó  por  bien  la  vuelta  por  la  presa ,  y  ll^ó  con  pocos  de  los  suyos  á 
Granada ,  y  el  rey  Aben  Ozmin  sabiendo  su  mal  recaudo  le  dijo  olvi* 
dando  todos  sus  buenos  servidos  :  Puesto  que  no  has  querido  morir 
como  bueno  en  la  lid ,  yo  quiero  que  mueras  como  cobarde  en  la  pri- 
sión ;  y  le  mandó  matar. 

£1  rey  Aben  Ismail,  que  estaba  en  Montefirio,  defendia  sus  pueblos  y 
los  aseguraba  de  algaras  por  su  alianza  con  los  cristianos,  y  esperaba 
que  el  rey  de  Castilla  desembarazado  de  sus  guerras  le  pudiese  ayudar 
contra  su  primo ,  y  entre  tanto  no  cesaba  de  animar  á  sus  parciales  con 
ofrecimientos  y  buenas  esperanzas.  Los  que  meditaban  la  conjuración 
contra  Aben  Ozmin  tenían  á  su  favor  el  general  descontento  que  cau- 
saba la  crueldad  del  rey,  que  ufano  de  sus  triunfos  contra  los  cristianos 
ae  había  hecho  altanero  y  soberbio ,  y  tan  sanguinario  que  todos  tembla- 
ban i  su  preseñda ,  y  con  el  mas  leve  motivo  y  sin  causa  mandaba  ma- 
tar á  loa  hombres  mas  principales  del  reino ,  despojaba  de  sus  alcaidías 
y  empleos  á  los  leales  y  viejos  caballeros  que  los  tenían ,  para  premiar  á 
loa  arrayaoes  compañeros  de  sus  venturosas  algaras  :  asimismo  hacia 
los  matrimonios  de  la  juventud  á  su  antojo ,  y  forzaba  á  los  padres  á  dar 
sos  hijas  ¿  quien  él  queria  contra  la  voluntad  de  ellos,  y  sin  atender  á 
las  incKnaekmes  de  ellas.  De  aquí  resultaban  grandes  disgustos  y  justas 


m  HISTQUA  US  U  DOlfDUCKNil 

quejas,  j  era  por  estara^on  idKirreddo  déla  nobleía,  y  por  m  crnal- 
dad  temido  y  no  amado  de  sus  vasallos.  Estas  cosas  facilitaroii  y  abríe- 
roo  camino  á  sus  enemigos  para  adelantar  sus  intenciones,  y  ooaio  d 
rey  de  Castilla  hubiese  hecho  sus  avenencias  con  los  de  Angoo  y  Na- 
varra ,  deseoso  de  castigar  al  de  Granada  envió  uq  ejército  de  escogidas 
tropas  al  rey  Aben  Ismail,  y  con  este  auxilio  y  sus  gentes  partió  contra 
Aben  Ozmin,  que  salió  al  encuentro  á  su  primo,  y  avistados  ambos  ejér- 
citos se  dieron  una  sangrienta  batalla  en  que  ambos  primos  pelearon  con 
heroico  valor ;  pero  al  cabo  fué  vencido  Aben  Ozmin  de  los  crístiaDQs 
y  muslimes  que  acaudillaba  su  primo  Aben  Ismail ,  y  fué  forzado  á  huir 
con  las  reliquias  do  su  caballería  á  Granada.  Hizo  llamada  de  sw 
gentes,  que  hostigadas  de  su  crueldad  vinieron  en  corto  número,  y  co- 
nociendo que  su  fortuna  se  había  mudado  trató  de  vengarse  de  cuantos 
irecelaba  que  no  eran  en  su  servicio ,  y  llamando  ¿  muchos  príncípalefi 
caballeros  ala  Alamra  los  hizo  matary  se  fortificóallíi  pero  Tiendo  qne 
toda  la  ciudad  se  alborotaba  y  proclamaba  á  su  primo  Ismail  antes  qne 
llegase ,  no  se  creyó  seguro  en  aquella  fortaleza ,  se  salió  de  ella  antoi 
de  sor  cercado ,  y  le  acompañaron  en  su  fuga  algunos  caballeros  sus  mas 
privados ,  porque  de  todos  desconfiaba ,  por  el  poco  amor  que  todos  k 
teniao,  y  desapareció  y  se  metió  en  las  sierras  el  ano  859  (1454). 

Entró  Aben  Ismail  en  Granada  y  le  recibió  la  caballería  y  noUen,  y 
con  gran  pompa  fué  proclamado  rey  así  en  aquella  dudad  oomo  en  te 
otras  mas  principales  del  reino.  Envió  sus  cartas  y  mensage  al  rey  dt 
Castilla  y  se  declaró  su  vasallo ,  y  manifestó  su  agradedmiento  enviuMlo 
muchos  ricos  presentes  de  paños  de  oro^  y  seda,  caballea  y  jaeces  pie- 
dosos ;  pero  como  el  rey  don  Juan  de  Castilla  que  le  ayudó  á  sahir  ai 
trono  hubiese  fallecido  poco  después ,  no  renovó  la  tregua  j  amisiad  coa 
su  hijo  don  Enrique  por  no  desoont^tar  á  sus  granadinos,  que  üevabaí 
á  mal  su  amistad  con  los  cristianos.  Asi  que,  dio  licencia  á  sus  ^im^*"^ 
para  entrar  en  las  fronteras  y  talar  la  tii^a,  y  asi  lo  bicieroii,  y  hé 
grande  la  ¡nresa  de  ganados  y  cautivos  que  de  esta  vez  hiciwon  por  ei 
descuido  y  confianza  que  los  cristianos  tenían.  No  babiendo  ocasión  pan 
este  r(»npimient(» ,  el  rey  don  Enrique  se  maravilló  de  esta  vidienda  y 
mandó  apercibir  gran  huestey  vinocouUra  Granada  con  catonse  mil  caba- 
llos y  peones  sin  cuento ,  y  enUró  por  tierra  de  Granada  lleviodofe  lodoá 
sangre  y  fuego ,  quemó  las  mieses ,  arrasó  los  árbdes  y  cuaato  bailahaa 
de  muros  afuera.  £1  rey  Aben  Ismail  no  se  quiso  exponer  al  riesgo  dr 
una  batalla  de  poder  á  poder,  y  solamente  permitió  salir  nmdiasoQia' 
padías  sueltas  de  campeadores  que  intrépidos  se  presentaban  á  gineler 
y  escaramuzar  con  los  cristianos ,  en  que  les  hacían  mucha  ventaja  y  te 
mas  veces  salían  vencedores ,  y  en  tanto  en  la  ciudad  todos  estaban  list» 
y  sd)re  las  murallas  y  torres,  y  en  las  plazas  todos  sobre  las  anuas  p«a 
lo  que  se  ofreciese.  Viendo  el  rey  de  Castilla  que  los  muslioiesno  sahao 
á  batalla,  y  solo  querían  escaramuzas,  conociendo  que  los  caballerea 
de  Granada  eran  mas  ligeros  y  mañosos  para  aquellas  lides  y  artaaelt- 
das,  mandó  que  no  saliesen  sus  gentes  contra  dios,  porque  en  aqnelte 
ligeras  peleas  habían  muerto  y  herido  k  los  mas  esfionadoado  Caslilk 


locaal  Uevatea  niqy  4  mal  0118  c{iball0ro6 ,  y  mudioB  ^  d88^ 
saliao.  Contento  el  rey  Enrique  con  l^  talas  se  retiró ,  y  al  otro  ano 
yoMó  k  correr  la  tierra ,  y  como  saliesen  los  campeadores  de  Granad^  a 
estorbar  el  daño  qne  bacian  se  fué  trabando  tan  recia  escaramucea  qua 
sin  que  lo  pudiera  excusar  el  rey  de  Castilla  toda  su  caballería  peleaba 
en  trosos  y  pelotones  con  los  de  Grafisida  con  Taría  fortuna,  y  en  estas 
escaramuzas  murió  Garcilaso  de  la  Vega  su  privado,  y  en  venganza 
hizo  mas  cruel  talaen  lavega^ypesóácucbilloálos  yacinos  de  Jimena 
y  ocupó  la  fortaleza. 


CAPITULO  XXXIII. 

Afeaeneia  de  Ismtil  eon  el  rey  de  Castilla.  Algaras  del  príncipe  11  uley  Abul  Hacen. 

Sueede  á  su  padre. 

£1  rey  Aben  Ismail  por  evitar  los  daños  que  cpu  sus  talas  bacian  los 
cristianos  envió  sus  cartas  de  avenencia  al  rey  de  Castilla,  y  aunque 
con  mucba  repugnancia  se  concertaron  treguas  por  cierto  tiempo,  y  con 
ciertas  condiciones,  y  no  se  comprendió  en  la  tregua  la  frontera  de  Jaén, 
que  por  alli  era  abierta  la  guerra  ¿  las  dos  naciones.  Aprovechando  esta 
proporción  los  esforzados  caudillos  de  Granada  entraban  en  lo  de  Jaén 
y  hadan  mucho  daño  á  los  cristianos ,  y  en  una  algara  los  desbarataron 
y  prendieron  al  adelantado  Castañeda  y  le  llevaron  en  triunfoá  Granada, 
Gobernaba  Aben  Ismail  con  mucha  prudencia  y  justicia  y  era  amado  de 
sus  vasallos ,  plantó  arboledas,  y  mejoró  los  edificios  y  casas  de  campo 
que  las  guerras  habian  maltratado,  gustaba  de  justas  y  torneos  y  en- 
traba algunas  veces  en  sus  parejas,  que.  era  muy  diestro  en  el  manejo 
del  caballo  I  tenia  dos  byos ;  d  mayor  ya  era  mancebo  y  se  llamaba  Mu- 
ley  Abul  Hacen,  muy  buen  caballero,  valiente  y  animoso  $  el  menear 
CU  Abdalab.  £1  principo  Muley  Abul  Hacen ,  deseoso  de  manifestar  so 
yalor  en  dguna  jomada  contra  cristianos ,  sin  respeto  á  la  tregua  que 
8u  padre  tenia  con  ellos ,  tomó  un  escogido  escuadrón  de  caballería  y 
entró  la  tierra  de  Andalucía  robando  en  las  comarcas  de  Estope  gana- 
dos ,  y  cautivando  y  matando  á  los  moradores  y  gente  del  campo  y  de  las 
aldeas.  Salieron  contra  él  los  fronteros  de  Osuna  y  hubo  con  ellos  reñida 
balaUa  en  que  murieron  muchos  de  anUns  partes ,  y  le  fué  forzoso  dejar 
la  presa  por  la  vuelta. 

Al  año  865  (1460)  en  el  otoño  hiiEO  otra  terrible  algara  que  le  fué  mas 
útil  y  menos  peligrosa ;  y  los  cristianos,  acaudillados  del  duque  de  Sido- 
siia,  cercaron  la  fortaleza  de  Geballaric  y  la  tomaron,  pérdida  grande 
para  losnmsUmes  t  y  por  otra  parte  don  Pedro  Girón  cercó  y  combatió 
la  fortaleza  de  Arcbidona ,  que  se  rindió  por  avenencia  como  la  de  Ge- 
baltaric. 

£stas  pérdidas  obligaron  al  rey  Aben  Ismail  á  suplicar  al  rey  de  Cas 
tilla  leotcMTgase  tfeguas,  y  el  rey  de  Castilla  las  concedió,  y  vino  el  rey 
de  los  cristianos  deide  Gebaltaric  á  la  vega  para  verse  con  el  rey  Aben 
Ismail  que  le  salió  i  recibir  año  868  (1463),  con  mu(^  grandeza,  y  co» 


6iO  HISTORIA  füE  L4  DMlIfÁCaOfl 

mieron  juntos  en  un  magnifico  pabellOD ,  y  concertare»  sus  paces,  y  d 
rey  Aben  IsmaQ  le  dio  un  rico  presente ,  y  el  de  Castilla  asimisnao  le  dio 
una  preciosa  joya  de  inestimable  valor,  y  se  despidió  el  rey  de  Castilla, 
y  le  acompañaron  hasta  la  frontera  muchos  principales  caballeros  de 
Granada ,  y  algunos  fueron xx>n  él  ¿  su  corte,  y  era  esta  paz  y  avenen- 
da  recíproca,  que  en  Granada  entlraban  y  salían  libremente  los  cristianos 
y  asi  mismo  los  muslimes  andaban  en  la  corte  de  Castilla  tan  favorecidos 
y  seguros  como  en  la  corte  de  Granada.  Asi  fué  que  vivió  en  paz  Abca 
Ismaíl  todo  el  resto  de  su  vida  hasta  que  le  asaltó  la  muerte  estando  en 
su  alcázar  de  Almería  con  su  su^ro  Qdi  Yahye  Alnayar  en  la  primavera 
del  aik>  870  (1466). 

Después  de  la  muerte  del  rey  Aben  Ismaíl  sucedió  en  el  reino  su  hijo 
mayor  Muley  Abul  Hacen  :  llamábase  A}j  Abul  Hacen  t  era  Doagnáninio 
y  esforzado,  amante  de  la  guerra  y  de  los  peligros  y  horrores  de  día,  y 
por  esta  ocasión ,  causa  de  la  pérdida  de  su  reino ,  y  de  la  ruina  dd  Isbm 
en  Andalucía.  Tenia  dos  mugeres  muy  hermosas  en  su  haram  á  las 
cuales  amatMi  mas  que  á  las  otras ;  la  prindpal  era  su  prima ,  ca  quien 
hubo  al  infante  Muhamad  Abuabdilah ,  y  la  otra  Z<H*aya ,  hija  del  alcaide 
de  Martos,  de  línage  de  cristianos ,  en  quien  tuvo  dos  hijos,  qae  fueron 
en  mal  punto  y  hora  menguada  nacidos ,  pues  ayudaron  d  acabamiento 
de  su  patria ,  como  veremos  adelante.  Los  primeros  años  de  sa  reinado 
fueron  tranquilos,  y  cuando  se  disponía  para  acometer  la  tierra  dek» 
cristianos  y  buscaba  ocasión  para  su  rompimiento  se  rebeló  contra  él  en 
Málaga  d  alcaide  de  aquella  ciudad ,  hombre  de  mucha  autoridad  y  va- 
lor, y  de  gran  reputación  en  el  reino  de  Granada.  Llególe  la  nueva  de 
esta  rebelión,  y  luego  procuró  Aly  Abul  Hacen  sujetarle  y  privarle  de 
la  dcaidia :  nombró  por  alcaide  á  un  pariente  suyo  y  caudillo  de  mucha 
experiencia  y  valor,  que  con  escogidas  tropas  partió  contra  el  rebelde. 
Sin  perder  ánimo  por  esto  el  alcaide  de  Málaga  envió  sus  cartas  al  rey 
de  Castilla  para  que  le  ayudase  contra  el  rey  Abul  Hacen,  enemigo  aoér> 
rimo  de  los  cristianos,  como  podían  entender  de  haberles  qad»ranlado 
sin  razón  la  tregua  que  con  ellos  había.  El  rey  Enrique  U^  a  Ardo- 
dona  el  aüo  874  S  y  el  alcaide  de  Málaga  fué  á  visitarte  y  le  Uevó  ricos 
presentes  de  hermosos  caballos  enjaezados  y  con  armas  finas ,  y  d  rey 
Enrique  le  recibió  bien,  y  el  alcaidó  se  puso  bajo  su  fe  y  amparo  y  te 
prometió  auxilios  contra  el  rey  de  Granada.  Supo  Abul  Hacen  estas  vis- 
tas y  se  ofendió  mucho  del  prometido  favor,  y  para  vengarse  salió  por  su 
persona  á  correr  la  tierra  de  cristianos  hadado  en  ella  grandes  talas  y 
daños ,  y  penetrando  sus  campeadores  dentro  del  reino  de  Córdoba  j 
hasta  lo  de  Sevilla ,  que  todos  los  pueblos  estaban  atemorizados ,  y  ks 
fronteros  no  les  podían  defender  de  la  pujanza  de  sus  algaras  espatrcidas 
libremente  por  toda  Andalucía. 

Lo  mismo  el  rey  Abul  Hacen  el  año  876 ',  y  puso  gran  espanto  ea  los 
cristianos,  que  nunca  se  vieran  tan  acosados  de  los  muslimes ;  peroooo- 
tentó  con  talar  y  robar  la  tierra  no  ocupó  ninguna  f(»*taleza.  En  esle 

1  1460  según  Mariana. 
*  1471  tegun  Hariaiía. 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  641 

afio  pidió  campo  al  rey  de  Granada  donDiego  de  Córdoba  contra  don  Alonso 
de  Agnilar  con  qaien  estaba  enemistado,  j  habiéndolo  pedido  al  rey  de 
Castilla  su  señor  no  se  lo  habia  concedido.  Recibióle  bien  Abul  Hacen 
7  le  señaló  campo  en  la  yega,  y  como  detenido  por  su  señor  el  rey  no 
Tiniese  él  dia  aplazado  don  Alonso  de  Agnilar,  el  rey  de  Granada  le  de- 
claró por  yencido.  Estaba  presente  cierto  caballero  pariente  del  rey, 
amigo  del  cristiano  Agnilar,  y  se  ofreció  á  tener  campo  por  el  ausente  y 
pelear  con  su  contrario,  asegurando  que  don  Alonso  era  tan  buen  caba- 
llero que  no  ftltaba  por  su  yoluntad  á  la  aplazada  lid ,  y  que  no  consen- 
tiría que  se  le  declarase  por  yencido  ni  por  cobarde.  El  rey  Abul  Hacen 
no  le  permitió  salir  á  pelear  diciendo  que  iiabia  dado  seguro  á  don  Diego 
de  Córdoba ,  y  como  aquel  caballero  porfiase ,  el  rey  le  mandó  prender ; 
y  como  se  resistiese  ]e mandó  matar  por  su  falta  de  respeto,  y  por  in- 
tercesión de  don  Diego  á  quien  el  rey  Abul  Hacen  estimaba  mucho  le 
perdonó. 

Al  año  876  (1471)  enyió  el  rey  de  Granada  su&  caudillos  á  correr  la 
tierra  de  los  cristianos ,  y  entraron  por  diferentes  partes  en  la  frontera 
hadendo  inucho  mal  y  daño,  y  tornaron  á  Granada  con  ricos  despojos 
de  ganado&y  cautiyos :  pero  no  pudieron  eyitar  que  don  Ruy  Ponce  de 
León,  frontero  de  Andalucia,  les  éntrasela  tierra  y  tomase  por  sorpresa 
la  y  illa  de  Montejicar.  Volaron  los  esforzados  caudillos  y  campeadores 
de  Granada  al  socorro  y  la  entraron  por  fuerza  echando  de  alli  á  los 
cristianos.  En  los  tres  años  siguientes  se  ocupó  en  la  guerra  contra  su  her- 
mano el  rebelde  alcaide  de  Málaga  Abdolah  y  pelearon  con  yaria  for- 
tuna ,  siguiéndose  mucho  mal  á  los  muslimes  que  perdían  la  ocasión  de 
hacer  mal  á  sus  naturales  enemigos  los  cristianos.  Cesaron  las  continuas 
y  yenturosas  algaras  que  contra  ellos  hacia  Abul  Hacen,  y  qIIos  por  su 
parte  tampoco  acometian  ni  dañaban  eq  el  reino  por  atender  á  las  gran- 
des reyueltas  y  alteraciones  en  que  sus  cosas  estaban :  asi  fué  que  en 
las  fronteras  hubo  cuatro  años  de  sosiego. 


CAPITULO  XXXIV. 

Muere  Enrique  }  se  hacen  treguas.  Discordia  en  Granada.  Reyes  caiólícos  en  SeriUa.  Algaras. 

JES  año  879  (1474)  murió  el  rey  Enrique  de  Castilla ,  y  por  consejo 
é  industria  de  don  Úiego  de  Córdoba,  que  pasaba  mucho  tiempo  en  la 
corte  de  Granada  y  era  muy  estimado  en  la  casa  del  rey,  se  concertaron 
treguas  con  los  cristianos ,  las  cuales  fueron  bien  guardadas  por  ambas 
partes :  y  asimismo  se  hicieron  ayenencias  con  Abdala ,  alcaide  de  Má- 
laga ,  aunque  no  fueron  sinceras  como  el  estado  necesitaba.  En  este 
tiempo  se  ocupó  Abul  Hacen  en  acabar  algunas  obras  de  su  alcázar,  y 
labró  torres  y  casas  en  los  jardines  con  grande  hermosura,  y  entre 
tanto  su  hijo  Abdalah  se  entretenía  en  ejercicios  de  caballería  y  otras 
gentilezas  :  y  no  faltaban  discordias  en  su  liaram  entre  sus  mugeres. 
Amaba  d  rey  en'extremo  ú  la  bija  del  alcaide  de  Nartos  en  quien  tenia 

41 


a42  HISTORU  DE  fJí  WmmKClQi» 

()09  bij06,  Gidi  Yabye  y  Gidi  Alinayar ,  y  la  sollana  Zoraya,  madre  áá 
príncipe  Abdalah,  no  solo  aborrecía  de  muerte  á  su  combleza  la  madre 
de  estos  infantes,  sino  que  trataba  de  perderla  y  perderlos.  Esta  ene- 
mistad no  quedaba  encerrada  en  los  limites  deLalcázar,  sino  que  se 
difundía  en  toda  la  ciudad  y  ocupábalos  ánimos  de  la  primera  noUeza. 
El  genio  duro  y  cruel  del  rey  Abul  Hacen  perdia  cnanto  ganaba  la  afa- 
bilidad y  graciosos  modales  de  su  hijo  Abu  Abdalah. 

Gomo  espirase  ya  el  tiempo  de  las  treguas  envió  el  rey  Abid  Hacea 
sus  embajadores  ¿  los  reyes  de  GastiUa  para  prorogar  las  fregaaa :  lie- 

5aron  á  Sevilla]  d  afk)  883  (1476),  donde  á  la  sazón  estaba  la  reina 
sabel  y  d  rey  Ferpando  su  esposo :  recibieron  bien  á  los  embajadores 
y  concedieron  IfBts  tf  eguas ;  pero  con  la  condición  de  que  d  rey  de  Gra- 
nada pagase  ciertas  parias  cada  año  á  los  de  Gastílla ,  como  otras  sas 
ipayores  las  babian  pagado.  Respondieron  los  embajadores»  que  ao 
traían  facultad  para  otorgar  las  treguas  en  tales  términos.  Los  reyes  ée 
Gastilla  enviaron  con  ellos  sus  embajadores  para  que  en  Granada  las 
concertasen  y  firmasen :  presentáronse  al  rey  Abul  Haceo ,  y  cuando 
oyó  aquella  propuesta  les  dijo :  « Id  y  decid  á  vuestros  sob^^nos  Vt 
ya  murieron  los  royes  de  Granada  que  pagaban  tributo  á  loa  cris* 
tianos',  y  que  en  Granada  no  se  labra  sino  alfanges  y  bi^roa  de  lama 
contra  nuestros  enemigos.  »  Gon  esto  los  despidió,  y  luego  OMndó 
prevenirse  para  hacer  la  guerra ,  sin  embargo  de  que  los  crislianQS 
concedieron  la  tregua  sin  otra  condición. 

Entrado  el  año  de  886 ,  omio  tuviese  noticia  del  descuido  de  ios  cris- 
tianos en  la  frontera ,  allegó  su  escogida  caballería  y  fué  cou  gran  dili- 
gencia sobre  Zabara ,  fortaleza  que  está  entre  Ronda  y  Sidonia ,  y  la 
tenían  los  crbtianos  bien  defendida.  Llegó  á  ella  una  noche  oscura , 
tempestuosa  y  de  lluvias  y  grandes  huracanes ,  toda  la  paturaleía  se 
oponía  á  este  impro?iso  rompinSiento  i  pero  pudo  mas  el  ánimo  y  reda 
condición  del  Abul  Hacen ,  que  las  saludables  reconvenciones  y  conse- 
jos de  sus  walies ,  y  que  la  aciaga  y  amenazadora  faz  del  ciclo.  Acome- 
tió con  bárbaro  ardimiento  á  las  puertas  de  la  fortaleza ,  y  escaló  por 
diferentes  partes  sus  bien  torreados  muros.  Los  cristianos  atemorizados 
sin  saber  adonde  mas  debían  acudir  no  pudieron  resistir  el  ímpetu  de 
los  muslimes ,  gran  parte  de  ellos  fueron  muertos  á  filo  de  espada ,  y 
los  demás  cautivos  fueron  llevados  en  triunfo  á  Granada.  £1  rey  Abal 
Hacen  mandó  fortiQcar  el  pueUo,  dejó  en  él  buena  guarnición  y  se 
volvió  á  Granada  muy  satisfecho  y  contento  del  venturoso  fin  de  sa 
empresa.  Acudieron  lo^  jeques  y  ^faquies  de  la  ciudad ,  y  toda  la  no- 
bleza, á  dar  al  rey  la  enhorsüiuei^  de  su  conquista,  y  se  dice  que  ú 
jeque  Macer ,  anciano  alfaqui,  dy  o  con  in^qbo  valor  al  salir  del  alciaar  i 
ci  Las  ruinas  de  este  pueblp  .caerpn  &c¿i:e  nuestras  cabexas ,  o|«it 
mienta  yo ,  que  el  ánimo  me  da  que  el  fin  y  acatiamiento  de  nnestia 
fieñorio  en  España  es  ya  llegado. »  Sin  embargo  el  rey  Abul  Hacen 
no  hacia  caso  ni  de  las  señales  del  délo  ni  de  los  avisos  y  amenazas  su* 
persüciosas  de  los  alinies  y  vanas  observancias  de  los  aUaquíes,  toda 
lo  deHircciaba ,  y  con  pretexto  de  cabalgadas  y  algaradas  al  priócvtf 


HE  IM  ARABBS  fiN  ESPAÑA.  M 

dd  900  sigaiente  de  887  (U82)  aeometíó  i  Castellar  y  Olbcra:  pero 
no  las  pudo  tomar,  que  los  crístiaoos  avisados  con  la  sorpresa  de  Zahara 
eslabaa  con  mayor  cuidado  y  vigilancia ;  pero  con  buena  presa  vidvió 
á  Granada.  Al  mismo  tiempo  los  fronteros  de  Andalucía  Ruy  Ponce  y 
los  cristianos  de  Sevilla  fueron  con  poderosa  hueste  de  caballeria  y 
peones  contra  Albama  :  ocultáronse  de  úia  en  unos  profundos  vadles 
rodeados  de  recuestos  y  collados  muy  altos  que  están  á  media  legua  de 
Albama ,  y  de  noche  sin  ser  sentidos  se  adelantaron ,  y  como  haUaseo 
que  todo  estaba  en  gran  sosiego  en  el  castillo  pusieron  con  silencio  escalas 
y  subieron  á  la  muralla  muy  denodados  y  animosos ,  mataron  las  cen**' 
tinelas  que  hallaron  dormidas  y  degollaron  á  los  que  pudieron ,  abrie- 
ron las  puertas  de  la  fortaleza  de  parte  del  campo ,  y  dieron  entrada  á 
sus  gentes.  Los  muslimes  espantados  con  el  sobresalto  unos  corrieron 
á  las  armas  animosos,  y  los  mas  huyeron  cerrando  las  puertas  del  pue- 
blo. Procuraron  defenderle  cop  palizadas  y  barreras ,  y  á  I^  venida  del 
dia  se  comenzó  el  asalto  del  pueblo :  acercaron  escalas  por  diferentes 
partes  y  defendíanle  m  todas  valienteinepte,  y  epn  gran  mortandad  lo- 
graron eqtrar  en  él  los  cristiaiios ,  eq  las.calles  se  atrinoberaban  los 
valerosos  muslimes,  y  en  elll^  se  peleaba  con  admirable  oonstaneia- 
Duró  la  petejí  todo  el  dia  sin  on  instante  de  reposo,  y  cuando  con  laosca- 
aidad  de  la  noche  parecía  que  habría  tregua  tan  atroz  matanza  9  se  re- 
novó la  batalla  por  la  llegada  de  nuevas  tropas  de  cristianos,  l^ós  mus- 
limes fueron  vencidos  y  muertos,  y  las  mugeres  y  nifios  que  se  habían 
acogido  como  débiles  é  inermes  á  la  mezquita  jfueron  inhumanamente 
degollados :  así  se  perdió  Albama ,  y  sus  muros,  calles  y  templo  queda- 
ron llenas  de  cadáveres  y  bañadas  eq  sangre - 

Cuando  llegó  la  pueva  de  esta  pérdida  á  QAnada  toda  la  ciudad  fué 
^luy  espantada;  pero  Abul  Hacen  sin  tardan^  salió  la  vuelta  de  Al- 
hama  con  tres  mil  caballeros  y  cincuenta  mil  soldados  que  juntó  de 
presto.  Por  marchar  tan  apresuradamente  no  llevó  artillería :  asi  que, 
no  pudo  re(X)brar  la  forUleza ,  dividió  su  ejército  y  le  envió  á  tomar 
los  pasos  y  atajar  los  socorros  qij^e  en viaban  los 'Cristianos ,  y  hubo  mu- 
chas y  reñidas  batallas  con  ellos  con  varia  suerte  ;  y  comq  hubiesen 
reunido  grandes  fuerzas  levantó  el  campo  y  se  tornó  á  Graqada. 

Pocos  meses  después  tornó  el  rey  Abul  Hacen  al  cerco  por  acallar 
laa  murmuraciones  populares  y  hablillas  que  le  culpaban  de  aquel  mal 
suceso  y  de  la  ocasión  de  tan  brava  guerra  :  y  al  mismo  tiempo  envió 
ciertas  bandas  de  caballeria  á  robar  los  campos  de  Andalucía  :  y  pitfo 
apretado  cerco  á  Albama  con  propósito  do  no  levantar  su  campo  hasta 
tomarla,  y  cuando  mas  adelantado  tenia  el  cerco  le  avisaron  que  le 
convenía  Ur  á  Granada  porque  se  tramaba  contra  él  cierta  conjura. 
Partió  el  rey  Abul  Hacen ,  y  halló  que  el  principal  motor  de  aquellas 
alteraciones  era  su  hijo  Abu  Abdalah ,  y  con  gran  disímido  le  pren- 
dió,  y  le  puso  en  una  torre  con  su  madre  la  sultana  Zoraya  que  ib- 
mentaba  su  bando. 

En  este  tiempo  los  cristíanos  pnsierpn  nueva  guarnición  en  Alhama 
y  00)9  poderoso  ^lército  fueroa  á  aerear  la  dudad  á&U^j  da  taa  mas 


644  mnOKUk  DE  lA  DOIUfAOOll 

fuertos  y  principales  del  retoo :  defendíala  el  esforjeado  alcaide  Alj 
Atar  con  tres  mfl  caballeros ,  gente  muy  agaerrida.  Hada  este  saleroso 
alcaido  machas  salidas  y  daba  fuertes  rebatos  á  los  cristianos ,  entrando 
espada  en  mano  basta  sus  roisnios  reales,  y  en  una  de  las  diferentes 
salidas  desordenó  y  puso  en  fn{^  á  los  cristianos,  y  mat6  muclios de 
ellos,  y  se  apoderó  de  sus  reales  causándoles  terrible  espanto,  y  entre 
los  cristianos  que  perecieron  peleando  murió  el  maestre  de  CalatraTS 
don  Ruy  Tellis  Girón,  herido  de  saeta  con  yerba  en  la  flor  de  su  edad,  y 
mudx»  muy  principales  fueron  muertos  con  él :  estoen  13  de  julk> 
deiM2. 


CAPITCLO  XXXV. 

Alboroto  en  Granada.  Sale  Abol  Haeen  á  socorrer  á  toja.  Entre  tanto  ocupa  el  Iroiio  AktaMk 

itt  hijo  I  y  se  retira  á  MAlege.  Tictoria  sobre  los  cTistienos. 

Disponíase  el  rey  khúl  Hacen  para  ir  sobre  Alhama ,  y  enyió  sos 
cartas  á  África  pidiendo  auxilio  al  rey  de  Marruecos ,  cuando  una 
terrible  rebelión  dividió  abiertamente  los  ánimos  de  los  granadinos. 
La  sultana  Zoraya,  teoiiendo  de  la  cnieldad  dd  rey  Abul  Hacen  que  quí- 
tase la  Tida  á  su  hijo  que  tenia  encerrado  en  torre  de  Gomares,  valiéft- 
dose  del  favor  ¿  industria  de  sus  doncellas,  y  preparando  á  los  de  su 
bando,  que  formaban  una  poderosa  parcialidad,  le  sacó  de  la  torre  con 
cuerdas  descolgándole  las  doncellas ,  le  recibieron  los  caballeros  de  so 
partido,  y  le  aclamaron  rey  alborotando  la  dudad ,  que  toda  se  puso 
en  armas.  Las  expedicio|ies  desventuradas  de  Abul  Hacen ,  y  sus  crueles 
procedimientos  con  la  nobleza  dieron  mucha  gente  al  bando  de  Ahdahh, 
Al  ruido  acudió  la  guardia  del  ve ali  de  la  ciudad  y  A  vizir,  y  hubo 
refiida  pelea  con  los  rebeldes  que  se  apoderaron  éel  Albaycin ,  y  se  forti- 
ficaron en  aquella  parte  de  la  ciudad.  Acudió  allí  mas  tropa  venida  la 
madana,  y  se  renovó  la  sangrienta  pelea.  La  gente  menuda  del  pueblo 
que  siempre  sigue  la  novedad  se  aplicó  al  bando  de  Abdalah ,  y  los  qne 
intentaban  mantener  al  rey  Abul  Hacen  fueron  desbaratados  y  echados 
de  todas  las  plazas  en  quehacian  gente  por  el.  Muchos  nobles  caballe- 
ros de  ambos  partid^  murieron  aqod  dia ,  y  el  rey  Abul  Hacen  vién- 
dose inferior  acudió  á  su  hermano  el  infante  Zelim  de  Almería ,  y  con 
su  ayuda  y  la  de  sus  caballeros  se  apoderó  de  la  fortaleza  de  la  Alam- 
bra, menos  de  una  de  sus  torres  que  defendía  el  alcaide  Aben  Qmixa , 
que  estaba  por  el  rey  Abdalah  cl  Zaqutr ,  que  asi  le  apellidaban  pan 
distinguirte  de  su  padre ,  á  quien  Uamalmn  el  Jeque  por  distinción  ó 
iiespredo  en  aquellas  revueltas.  Con  esta  ventaja  del  partido  de  Abul 
Hacen  y  de  sus  secuaces  osaron  bajar  á  lo  llano  de  la  ciudad  á  pelea' 
con  los  del  rey  Zaquir ;  piero  por  el  número  fueron  vencidos  y  desba- 
ratados. En  medio  de  tanta  confusión  algunos  nobles  caballeros  que 
no  querian  sino  la  paz  procuraban  desarmar  al  pueUo  y  á  los  de  ambos 
bandos;  pero  trabajaiían  cu  vano,  tal  era  el  odio  de  estos  partidos  qoe 
se  amnentaba  con  las  muertes  y  venganzas  que  se  iban  ocasionando  i 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA*  Ui 

cada  hora ,  que  no  oiaa  raioii  ni  atendían  sino  á  orcndcrse  y  des- 
truirse. EncasüUados  los  regres  el  Zaquir  en  su  Albaycin  y  d  Jeque  en 
su  AUuunbra  suspendieron  los  horrores  de  la  guerra  dvil,  cansados  de 
matarse ,  mas  que  persuadidos  ni  ccmcertados  por  los  nobles ,  alimes  y 
alfaqoies.  £1  peligro  de  Loja ,  que  estalla  cercada  por  los  cristianos  ^ 
llamó  la  atención  del  rey  aBuI  Hacen ,  y  con  cuanta  gente  y  caballeria 
pudo  idlegar  partió  de  Granada  al  socorro.  Luego  que  salió  de  la 
Alambra  el  alcaide  Aben  Omixa  se  apoderó  de  to¿i  la  fortaleza,  y  la 
entregó  al  rey  Abdalah  el  Zaquir,  que  con  ella  se  creyó  duefio  de  todo 
el  reino  de  su  padre. 

Abul  Hacen  llegó  á  las  cercanías  de  Loja  con  sus  gentes,  ycomo  ani- 
moso y  diestro  guerrero  los  animó  al  combate.  Por  la  llegada  de  loa 
campeadores  del  ejército,  y  por  las  señales  que  se  hicieron  para  ayisar 
á  los  onceados  conocieron  los  cristianos  la  tempestad  desoladora  que  les 
amenazaba  :  así  que ,  sin  tardanza  levantaron  el  cerco  y  se  dispusieron 
á  la  retirada  y  á  la  batalla.  Acometióles  Abul  Hacen  con  la  caballería, 
con  tanto  denuedo  que  los  pusieron  en  desorden ,  y  se  les  aumentó  el 
espanto  y  la  turbación  con  la  salida  del  alcaide  Aly  Atar ,  que  sin  per- 
der tiempo  les  acometió  con  buen  número  de  caballos  en  lo  mas  redo  de 
la  batalla ,  y  por  el  Talor  é  industria  del  animoso  rey  y  del  esforzado 
Aly  Atar  fueron  desbaratados  y  yencidos  los  cristianos  delante  de  Loja, 
y  perseguidos  por  los  olíTares  hiriendo  y  matando  á  toda  su  infantería , 
y  machos  de  sus  caballeros  que  los  querían  defender. 

Con  este  venturoso  suceso  volvió  Ahul  Hacen  sobre  Alhama ;  pero 
viéndola  muy  defendida  partió  con  su  campo  volante,  y  sorprendió  y 
tomó  la  villa  de  Cañete,  y  matóy  cautivóá  los  que  se  hallaban  en  ella , 
quemó  las  casas ,  y  arrasó  todos  sus  edifidos. 

Cuando  tornaba  triunfante  de  esta  expedición  le  partidparon  que 
Granada  estaba  toda  por  Abdalah  su  hijo :  asi  que,  de  consejo  de  su 
hermano  Abdalah  se  retiró  á  Málaga ,  que  esta  dudad  que  era  de  sa 
alcaidía,  y  las  de  Guadix  y  Baza  quedabap  fleles  todavía  al  rey  Abol 
Hacen  y  á  su  hermano. 

El  año  888  entraron  tres  divisiones  de  tropas  asi  de  infantes  como  de 
caballeria  en  la  Axarquia  de  Milaga,  acaudilladas  del  maestre  de  San- 
tiago, del  marques  de  Cáliz  y  del  conde  de  Cifuentes,  valientes  y  esfor- 
zados capitanes :  llegaron  talando  y  robando  la  tierra,  quemando  las 
mieses  y  arrasando  árboles  y  viñas :  los  de  Málaga  vdan  desde  sos  tor- 
res el  fuego  y  las  columnas  de  humo  que  oscuredan  el  aire.  El  rey 
Abul  Haeen  no  k)  podía  sufrir ,  y  quena  salir  contra  eflos ;  pero  por  sus 
años  y  fatigas  pasadas  no  le  permitieron  salir  Abdalah  su  hermano  ni 
Rednan  Benegas.  Estos  dos  valientes  caudillos  con  la  gente  de  guerra 
dividida  en  dos  escuadrones  salieron  contra  ellos,  llevaba  la  mayor  parto 
de  la  caballeria  Abdalah  el  hermano  del  rey;  y  fué  por  las  llanuras  A 
buscar  al  enemigo.  Reduan  Benegas  con  la  mayor  parte  de  los  bailes* 
teros  y  alguna  adiaUería  fué  por  los  montes  encubiertamente :  los  cris- 
tianos avisados  de  sus  atajadcnres  querian  evitar  la  bataUy  y  encaentro 
de  Abdalah  por  sacar  la  presa  de  cautivos  y  ganados  qoe  baUaQ  hecho  I 


64a  mSTORIA  DE  LA  DOimACIOIf 

pero  la  diligenda  del  infante  faé  tanta  qne  loe  alcanzó  en  el  váDe  A 
medio  dia,  y  luego  fué  á  todo  tropelá  herir  en  ellos.  El  Ímpetu  de  esta 
escogida  eaballerta  desbarató  y  desordenó  á  los  erisUanos  que  acau- 
dillaba el  maestre, qne  hayeron  á  la  montaña  llenos  de  espanto :  alli  los 
aocMnetieron  los  de  Redaan  Benegas  y  se  renovó  el  combate  oon  atroi 
matanza.  Llegaron  los  rencedores  caballeros  muslimes  al  segundo  es- 
cuadrón de  los  cristianos,  que  ya  estaba  medio  Tencido  con  el  miedo  y 
espanto  de  los  fugitivos  del  primero ,  y  sin  mucha  dificultad  los  atro- 
peUaron  y  desbarataron  haciendo  horrible  matanza  en  ellos.  I>escendi6 
al  valle  Reduan  Benegas  y  se  completó  la  victoria ,  los  cristianos  fueron 
destrozados  y  perdieron  la  presa  y  sus  pendones  :  el  esforzado  Aeduao 
libró  de  la  muerte  al  conde  Cif aentes  que  peleaba  cercado  de  seia  caba- 
lleros, entró  á  la  rueda  y  les  dijo  :  Esto  no  es  de  bueoos  cabaUeros, 
y  le  dejanm  solo  9  y  á  la  primera  arremetida  le  derribó  y  le  hiio  sn  pri- 
sionero. 


CAPITULO  XXXVI. 

Con  lindan  los  tiandos  en  Granada.  Algara  desgraciada  del  Za(|uir,  ^iie  quedó 

'    Pacto  de  libertad. 

• 

Esta  ventajosa  empresa  puso  mudio  espanto  en  los  cristianoa  y  animó 
á  los  muslimes,  se  renovaron  los  bandos  y  parcialidadea,  y  gran  parte 
del  pueblo  aplaudía  y  proclamaba  al  hermano  de  Abul  Hacen ,  y  dédi 
que  solo  Abdalah  el  Zagal  podía  remediarlos  males  de  la  infansla  goem : 
ya  murmu^ban  de  Abdalah  el  Zaqoir,  y  le  tenian  por  mas  Inútil  que 
su  viejo  padre ,  que  aunque  agobiado  díe  ailOs  no  esquivaba  los  pdigm 
y  horrores  dé  la  guerra.  Estas  hablillas  excitaron  el  pnndotior  de  Ab- 
dalah el  Zaquir ,  y  quiso  hacer  alguna  hazaila  que  le  diese  refnladoa 
entre  los  de  sü  bando.  Gcnno  entendiese  que  Lucena  estaba  mal  goanMi 
quiáo  hacer  entrada  hacia  el}a ,  y  intentar  su  conquista  :  allegó  su  cabí* 
lleria ,  que  era  la  flor  de  la  noblexa  de  Granada ,  y  dicen  que  al  salir  ooa 
gran  acompañamiento  por  la  puerta  Elvira  se  rompió  su  lanxa  ea  h 
bóveda  de  la  puerta  ^  cosa  que  los  supersticiosos  tuvieron  á  mal  agüen» 
y  aciaga  señal  del  suceso  de  esta  jornada  ^  y  algunos  se  lo  dijeron ;  pero 
;Abdálah  no  creia  ni  temia  agüeros  ni  vanas  observaciones,  y  póisabi 
que  iba  á  una  cierta  victoria.  Don  Diego  de  Gikdoba,  que  estaba  en  La- 
cena, fortiBcóla  ciudad  y  avisó  á  los  fronteros  don  Alonso  de  Aguibr 
y  al  alcaide  de  los  Donceles  que  viniesen  oon  su  caballería,  que  tema 
noticia  por  sus  eSpias  de  la  algara  del  rey  Zaquhr.  Entró  este  oon  sas 
gentes  por  tierra  de  Aguilar  y  término  de  Lucena  haciendo  mal  y  daio. 
y  tomando  gran  presa  de  cautivos  y  ganados  ^  y  llegaron  delante  de  La- 
cena, amenazaron  al  alcaide  que  si  no  la  entregaba  que  la  tomiriu 
por  fuerza  de  armas ,  y  seria  degollada  la  gualrnicion.  El  alcaide  ó  pr 
temer  la  entrada,  ó  por  malicia,  propuso  que  se  tratase  de  avenenda,  j 
<  para  esto  pidjf!^  hiÁla  con  él  array az  Ahmed  Aben  Zeragfa,  que  era  amigo 
su^y  venia  tala  cabalgada,  (km  propuestas 7  dificulladeB  se  tapó gias 


VE  LOS  ÁRABES  fiN  ÉSPÁÜÍA.  647 

parte  del  dia ,  ;f  nd  se  concluyó  nada ,  cnatído  de  sSbilo  aimrecierori  los 
campeadores  de  la  frontera  qne  Tcnian  en  socorro  de  Lacena  :  Inego  la 
infantería  se  llenó  de  espanto  j  comenzó  á  retirarse  sin  orden  hasta  pasar 
d  río.  La  caballería  no  cuidó  de  los  peones  qne  no  eran  la  fuerza  de  la 
cabalgada ,  y  les  dieron  lugar  de  retirarse  con  la  presa  mientras  dispues- 
tos para  la  pelea  ordenaron  sus  haces  y  salieron  contra  los  cristianos. 
La  acometida  fné  muy  impetuosa  y  la  batalla  que  se  trabó  de  las  mas  re- 
ñidas y  sangrientas,  los  mas  esforzados  y  diestros  ginetes  de  Andalucía 
peleaban  en  aquel  campo,  pero  como  fuese  aumentándose  el  número  de 
los  cristianos  y  saliesen  de  la  ciudad  en  lo  mas  recio  de  la  batalla  los  que 
la  defendían  entrando  con  tropel  en  la  refriega,  principiaron  á  ceder  los 
musUmeá  y  á  irse  retrayendo  á  la  otra  parte  del  rio. 

Un  s^nndo  tropel  y  socorro  de  caballos  de  don  Alonso  Aguilar  puso 
en  fuga  á  los  granadinos,  que  huyendo  y  revolviendo  los  caballos  pclea- 
ban con maraTíllosa  constancia.  £1  esforzado  caudillo  Aly  Athár,  alcaide 
de  Loja,que  estaba  al  lado  del  rey,  cayó  pasado  de  lanzadas,  habiendo 
hecho  aquel  dia  proezas  de  valor  superiores  á  lo  que  sus  muchos  años 
prometían,  y  en  aquel  sangriento' campo  de  batalla  logróla  corona  que 
sus  heroicas  hazañas  merecían.  Con  la  muerte  de  es(c  valeroso  alcaide  y 
de  otros  cincuenta  caballeros  que  defendían  al  rey  polcando  como  leones, 
quedó  sok)  y  cercado  de  sus  enemigos;  quiso  salir  de  la  pelea ,  pero  su 
caballo  estaba  tan  cansado  que  conoció  que  no  le  podía  poner  en  salvo  -. 
entonces  al  paso  áú  rio  se  dejó  caer  de  su  caballo  y  se  escondió  en  los 
sauces  y  arbustos  del  río  :  seguíanle  de  cerca  tres  cristianos,  y  viéndose 
acometido  de  ellos.,  temeroso  de  perder  la  vida ,  el  infeliz  declaró  que 
era  el  rey ,  y  le  prendieron  y  llevaron  á  sus  caudillos  que  bien  le  cono- 
cían, los  cuales  le  trataron  con  amor  y  respeto  como  á  rey,  aunque 
desgraciado,  convenía.  Yoló  la  fama  de  este  infausto  suceso  á  Granada, 
toda  la  ciudad  se  llenó  de  aflicción  y  de  luto,  la  flor  de  la  caballería  había 
perecido ,  en  unas  casas  lloraban  al  padre,  en  otras  al  hermano,  en  esta 
loshijos,y  en  aquella  el  amante  ú  esposo  :  decayéronlos  ánimos  del  han- 
dodel  desventurado  rey,  y  muchos  de  sus  secuaces  se  pasaron  al  rey  Abul 
Hacen ,  aue  siempre  los  hombres  siguen  el  partido  de  aquellos  á  quien 
favorece  la  fortuna.  Si  el  rey  Abul  Hac^i  se  alegró  de  este  desmán  acae- 
cí do  á  su  rebelde  hijo,  esononie  lo  pregunte  ninguno.  Luego  de  acuerdo 
de  su  hermano  Abdalah  partió  á  Granada  y  se  apoderó  de  la  fortaleza 
de  la  Alambra  sin  qne  los  del  bando  de  su  hijo  se  lo  estorbasen.  La  sul- 
tana madre  del  rey  Zaquir  envió  luego  sus  embajadores  al  rey  de  Cas- 
tilla para  tratar  del  rescate  dd  rey  su  hijo,  y  envió  gran  tesoro  para 
é»l]o ,  y  á  su  hijo  para  consolarle  y  animarle  en  su  desventura  aconse- 
Ji^bale  que  ofreciese  al  rey  de  Castilla  cuanto  quisiese ,  que  atendiese  á 
conseguir  prontamente  su  libertad,  y  todo  lo  demasío  pusiese  en  máhos 
de  su  fortuna,  que  tal  vez  aquella  que  patéela  desgracia  era  el  camiho 
masseguro  de  conseguir  lo  que  deseaba ,  que  bien  sabia  como  su  abuelo 
Jsmail  subió  al  trono  de  Gradada  con  ayuda  del  rey  de  Castilla ,  v  qtfe 
muy  mas  fácil  cosa  seria  en  esta  ocasión  en  que  ¿I  tenia  tan  pouerost> 
bando  en  todo  el  reino. 


648  HISTORU  DB  LA  DOXIUáCIOII 

El  rey  Zaqair  prometió  por  su  rescate  al  rey  de  GaslQla  perpeCm  su- 
misión y  yasallage ,  y  en  reconocimiento  de  senorio  pagarte  cada  año 
doce  mil  doblas  de  oro^  ademas  de  una  gran  can  tía  de  presente  y  setecieii- 
tos  cautivos  cristianos  de  los  que  estaban  en  Granada ,  los  que  el  rey  de 
Castilla  escogiese :  que  tendría  á  su  servicio  como  le  mandase ,  y  cuando 
quisiese,  asi  en  paz  como  en  guerra ,  y  en  rehenes  y  seguridad  ofreció 
dar  su  hijo  único  heredero ;  pero  que  el  rey  de  CastiDa  le  había  de  ayu- 
dar á  cobrar  los  pueblos  que  estaban  fuera  de  su  obediencia,  y  seguían 
el  partido  de  su  padre. 

i3  rey  de  Castilla  tuyo  su  consejo  sobre  esto ,  y  en  él  había  diversos 
pareceres ;  unos  querían  que  no  se  le  diese  libertad ,  y  otros  por  di  con- 
trario decían  que  luego  se  admitiesen  sus  ofrecimientos  y  se  le  miviase 
libre  para  continuar  la  división ,  bandos  y  desavenencia  en  el  reino  de 
Granada,  y  asi  aprovechar  la  ocasión  de  estas  revueltas  y  arminarlos,  y 
apoderarse  de  sus  tierras.  Este  consejo  como  el  mas  astuto  y  fatal  para  los 
muslimes  fué  seguido  del  rey  de  Castilla,  y  se  acordó  que  con  las  ofrecidas 
condiciones  se  le  diese  libertad  ysoleayudase  áodurar  su  reino,  mejor  di- 
rían á  fomentar  las  horrorosas  guerras  civiles  que  habían  de  hartar  de 
sangre  las  vegas  y  amenos  campos-de  Granada.  Uevtie  d  alcaide  de  Por 
cunaáCórdoba  y  fué  presentado  al  rey  délos  cristianos,  quele  trató  muy 
honradamente  y  con  mucho  amor,  y  no  quiso  que  le  besase  la  mano, 
antes  le  abrazó  y  llamó  de  amigo.  Firmaron  sus  condartos  muy  favora- 
bles para  los  cristianos,  y  fatales  para  losmuslimes,  y  entonces  la  enemiga 
estrella  del  Islam  esparció  malignos  influjossobre  España ,  y  se  concertó 
el  acabamiento  del  imperio  muslímico  en  Andfducia. 


CAPITULO  XXXVII. 

BncttmUaQte  \o$  bandos  en  Oran«4ii.  NoUblediicurao  del  alime  Macer.  ProclamaD  á  Abdalik 

el  Zagal. 

Luego  fué  enviado  el  desventurado  rey  Zaquir  á  Granada  con  buena 
Gompañia  de  caballeros  cristianos ,  y  avisada  la  sultana  su  madre  envió 
los  principales  de  su  corte  para  que  le  redbiesen  y  escoltasen.  Su  bando 
estaba  muy  disminuido  por  sus  desgracias ,  y  cada  dia  se  iba  apocando 
mas  el  número  de  sus  secuaces,  sabiendo  sus  condertos  con  los  cris- 
tianos. Sin  embargo,  los  suyos  le  introdujeron  en  la  dudad  ,  y  por 
industria  de  ciertos  c9l)alleros  de  su  mesnada  lograron  que  se  apoderase 
del  Albaydn,  tomando  de  noche  un  postigo  por  el  cual  se  introdojo 
con  notable  valor  con  algunos  caballeros  que  luego  le  llevaron  á  Lb 
torres  de  la  Alcazaba ,  y  á  la  mafiana  se  divulgó  por  toda  la  dudad  qoe 
el  rey  Zaquir  estaba  en  la  Alcazaba ,  y  como  d  pueblo  es  tan  amigo  de 
novedades ,  unos  al  hilo  de  lá  gente ,  y  otros  por  sus  particulares  inte- 
reses ,  se  juntaron  enlas  plazas  y  dandooidos  á  los  que  tenian  su  voz  le 
volvieron  á  prodamar ,  diciendo :  Viva  nuestro  rey  Af  uhamad  Abdalah , 
sea  feliz  Granada  con  este  nuestro  rey  Zaquir.  Im  tesoros  de  la  snltam 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  649 

WaKdft  derramados  oportonameiite  entre  el  pneblo  menudo  acrecentó 
80  bando ,  y  el  rey  Zaqnir,  que  en  el  mismo  dia  decretó  machas  mer- 
cedes, y  prometió  alcaidías  y  otros  empleos ,  ganó  también  á  muchos 
codiciosos ,  y  asi  todos  tomaron  las  armas  por  él. 

El  rey  Abul  Hacen  su  padre  que  estaba  en  la  Alambra ,  en  la  misma 
noche  fué  aTtsado  de  la  entrada  de  su  hijo,  y  de  como  le  habían  apoderado 
en  la  Alcazaba,  y  tenia  gran  partido  y  ayuda  de  cristianos.  Juntó  sus 
consejeros  y  principales  caudillos,  y  todos  resolvieron  que  convenía 
echarle  de  la  ciudad  por  fuerza ,  y  quitar  las  alcaidías  á  los  que  las 
tenían  por  el  rey  Zaquir.  Tratóse  de  la  humillación  y  vileza  á  que  re- 
ducía la  magestad  real ,  la  sujeción  del  tributo  y  vasallagc ,  y  sobre  todo 
se  ponderaba sa  poca  fortuna  y  su  debilidad.  El  rey  Abul  Hacen ,  como 
quier  que  senüa  los  horrores  de  la  guerra  civil,  no  podía  llevar  el  verse 
despreciado  y  despojado  del  trono  por  su  hijo,  y  tenía  presentes  ciertos 
aciagos  anuncios  que  le  pronosticaron  los  astrólogos  el  dia  infausto  en 
que  su  hijo  naciera ,  y  así  se  resolvió  á  que  á  la  mañana  se  acometiese 
al  Albaycín ,  y  se  diese  batalla  á  los  del  contrario  bando. 

Amaneció  el  triste  y  horroroso  dia  y  toda  la  ciudad  se  estremecía  con 
el  estruendo  de  los  atambores  y  trompetas.  Los  vecinos  no  osaban  abrir 
.sus  puertas,  por  las  calles  corrían  en  tropel  las  gentes  armadas  unas 
proclamando  al  rey  Zaquir,  otras  al  rey  Jeque ,  y  en  las  plazas  se  divi- 
dían para  disputar  la  sangrienta  querella.  Los  de  Abul  Hacen  acome- 
tieron primero  á  los  rebeldes ,  que  eran  ya  mas  en  número ,  pero  gente 
allegadiza  y  del  menudo  pueblo  que  luego  huyó  á  las  calles  fortíGcadas 
y  barreadas  :  alli  fué  mayor  la  resistencia  y  mas  reñida  y  sangrienta  la 
porfía :  todo  el  día  duró  la  matanza  con  enemiga  rabia ,  y  la  venida  do 
la  noche  puso  trenas  á  tantos  h<^rores.« 

Aparejábanse  ambos  partidos  aquella  noche  para  renovar  la  pelea, 
y  como  el  rey  Abul  Hacen  tuviese  juntos  sus  aUmes  y  los  jeques  y 
caballeros  de  la  principal  nobleza  y  se  lamentase  de  las  muertes  de  tantos 
buenos  caballeros,  la  defensa  y  esperanza  del  reino,  y  manifestase 
cuántosentia  aquellas  desventuras,  unalíme  llamado  Macer  se  ofreció  á 
proponer  á  los  dos  partidos  una  concordia  que  el  mismo  Abul  Hacen 
aprd)ó  aquella  noche  en  su  consejo ;  especialmente  le  persuadió  su  hijo 
el  infante  Gidi  Alnayar  dicíéndole  que  dejase  las  inquietudes  y  turba- 
ciones del  peligroso  mando ,  que  el  trono  de  Granada  fluctuaba  en  un 
tempestuoso  y  alborotado  mar,  que  ya  sus  muchos  años  pedían  tran- 
quilidad y  reposo ,  que  pusiese  aquellos  cuidados  en  hombros  mas  ro- 
bustos, y  se  retirase  ¿  vivir  quieta  y  sosegada  vida  adonde  quisiese ,  que 
nadie  turbaría  la  paz  en  el  asilo  que  escogiese  para  pasar  sus  restantes 
dias. 

Venido  el  dia ,  el  ronco  son  de  las  trompetas  y  tambores  anunciaba  á 
los  infelices  moradores  de  Granada  el  principio  de  las  horrorosas  bata- 
llas civiles  que  los  despedazaban  :  los  ánimos  encendidos  en  el  deseo  de 
las  venganzas  estimulaban  á  los  valientes  caballeros  á  presentarse  á  la 
defensa  de  su  parcialidad ,  todos  estaban  en  armas,  y  al  punto  de  aco- 
meterse, cuando  el  alime  Macer,  hombre  do  grande  autoridad  en  las 


650  mSTORU  DE  LA  DOHDIACIim 

jautas  populares,  con  alta  yof  les  habló  asi !  ¿Qué  fom  as  IS  TtiestrO, 
ciadadanos  ?  ¿hasta  cn¿ndo  seréis  tan  desacordados  y  frenétíoNi que  por 
las  pasiones  y  codicias  de  otros  oa  olvidéis  de  vosotros  mismos ,  de  tik»- 
tros  hijos,  de  vuestras  mugeres,  y  de  vuestra  patria?  iGoán  gravé 
locura  y  ceguedad  es  la  vuestra !  ¿  cómo  asi  queréis  servir  de  victimas  á 
la  ambición  injusta  de  un  mal  hijo  los  unos,  y  todos  de  dos  hombres  sin 
valor,  sin  virtud,  sin  ventura  y  sih  prendas  reales?  Ambos  ptetenden 
y  se  disputan  d  imperio  que  ninguno  merece,  ni  sabe  ni  puede  defen- 
der. ¿  JVo  es  vergüenza  vuestra  mataros  por  estos?  Añ  que ,  o  ciuda- 
danos ,  si  no  os  mueve  la  inbtnia ,  muévaos  el  peligro  en  qoe  lodos 
estáis.  Si  tanta  indita  sangre  se  derramara  peleando  contra  nuestras 
enemigos ,  y  en  defensa  de  nuestra  cara  patria ,  llegarían  nuestras  ven- 
cedoras banderas  al  Guadalquivir  y  al  apartado  Tajo.  ¿Esperáis  que  d 
nombre  del  Zaquir  y  la  vana  sombra  de  Jeque,  reyes  sin  faena  iá 
poder,  os  deflenda  y  ampare?  Dejad  vuestra  demenda ,  que  sino ,  moy 
cercano  veo  nuestro  arábamiento.  No  falta  en  el  reino  algún  héroe  y 
varón  esforzado ,  nieto  de  nuestros  ilustres  y  gloriosos  reyes,  que  coi 
su  prudencia  y  gran  corazón  pueda  gobernarnos  y  acaudillariias  á  h 
victoria  contra  nuestros  enemigos  :  ya  entenderéis  que  os  hablo  del 
infante  Abdalah  el  Zagal ,  wali  de  Málaga ,  el  terror  de  las  fttnteras 
cristianas.  Al  decir  estas  ídlimas  razones,  todo  el  bando  del  rey  AM 
Hacen  alzó  la  voz  y  gritaron:  Viva  el  inflínte  Abdalah  el  Zagal ,  viva 
el  wali  de  Málaga ,  y  sea  nuestro  caudillo  y  señor.  La  voz  se  prcqpagó  y 
todos  los  principales  de  ambos  bandos  acordaron  enviarle  á  Málaga 
embajada ,  rogándole  quisiese  tomar  el  gobierno  del  reino  $  porque  su 
hermano  Abul  Hacen  estaba  ya  viejo  y  para  poco ,  y  de  su  voluntad 
cedia  el  mando  en  él ,  y  su  sqbrino  Abdalah  el  Zaquir  era  malquisto  y 
aborrecido  de  la  nobleza  del  reino  por  su  amistad  con  los  cristianos, 
de  quienes  se  había  hecho  vasallo  y  tributario.  Los  embajadores  partie- 
ron á  Málaga  y  á  su  llegada  ya  Abdalah  estaba  informadd  de  so  venida 
por  cartas  que  pocas  horas  antes  había  recibido  enviadas  por  su  her- 
mano Abul  Hacen ,  en  que  le  prevenía  de  lo  concertado  en  su  oonsqo. 
Así  que,  los  recibió  muy  bien ,  y  oída  su  embajada ,  manifestó  su  agra> 
decimiento  á  los  que  le  hacían  tanta  honra ,  y  dijo  que  aceptaba  b 
corona  que  le  ofrecían.  Luego  puso  en  órdeu  su  partida  y  sriió  de 
Málaga  bien  acompañado,  llevando  consigo  á  Reduan  fienegas,  á  quien 
ofreció  el  gobierno  de  Granada.  En  el  camino  como  al  entrar  en  sierra 
Nevada  avistasen  sus  gentes  noventa  cabaUeros  cristianos  que  habías 
salido  de  algara  desde  Alhama,  dieron  sobre  ellos  y  los  mataron  á  todos, 
que  no  se  salvó  ninguno  de  ellos ,  y  con  este  suceso  entró  más  contento 
en  Granada ,  en  donde  fué  recibido  como  en  triunfo.  Fuese  á  hospedar 
derechamente  á  la  Alambra,  abrazó  allí  á  su  hermano  el  rey  Abd 
Hacen,  que  se  avino  en  cuanto  su  hermano  le  propuso,  y  luego  partid 
con  su  haram  y  riquezas  á  lUora  ,  llevando  consigo  á  los  infantes  sos 
hijos  Cidi  Yahye  y  Cidi  Alnayar  :  asi  de  su  voluntad  dejó  él  reino  Abd 
Hacen  año  889  (148i). 


BE  LM  ÁRABES  EN  ESPAAa.  6S1 

CAPITULO  iXXVIlI. 

GBnqiiistts  de  los  eríttiános.  Gontinaa  la  guerra  civil  entre  los  tbasUmés. 

La  composición  hecha  no  era  de  todos  bien  admitida ,  y  menos  de 
Abdalah  el  Zaquir ,  que  tío  qniso  allanarse  á  ninguna  cdndiciotí  que 
fuese  priyarle  del  reino,  ó  disihinuir  su  autoridad.  Propúsole  su  til) 
Abdalah  que  ambos  reinasen  en  Granada ,  y  partiesen  las  taasdel  reino, 
qae  A  estaría  en  la  Alambra ,  y  el  otro  yiyiria  en  el  Albaycin :  que  lo 
que  importaba  era  atajar  las  conquistas  de  los  cHstianos  y  atender  á  la 
felicidad  del  reino,  ó  á  lo  menos  á  impedir  su  acabamiento,  que  estaba 
muy  cerca  si  continuaba  la  guerra  civil.  Por  aparentar  celo  del  bien 
común  manifestó  aquietarse  con  estas  propuestas ;  pero  no  cedió  tii  se 
allanó  á  cosa  de  provecho.  Escribió  Abdalah  el  Zagal  al  infante  Zelim 
su  cuñado ,  que  era  i^ali  de  Almería^  para  que  le  ayudase  contra  el  rey 
Zaquir,  y  A  defender  la  tierra  de  los  enemigos  :  eso  mismo  hizo  con  su 
sobríno  el  infante  Yahye,  hijo  de  Zelim ,  que  era  irali  de  Guadix ,  y  am- 
bos le  prometieron  estar  de  su  partido  y  contra  el  rey  Zaquir. 

Este  desventurado  rey  escribió  por  su  parte  á  los  cristianos  de  la 
frontera,  que  le  ayudasen  porque  se  veia  de  muchos  principales  aban- 
donado ,  y  en  riesgo  de  ser  echado  de  Granada.  Los  cristianos  por  man- 
tener las  desavenencias  y  guerra  civil  qtie  tanto  les  convenia  para  ade- 
lantar sus  conquistas,  luego  le  enviaron  socorro  de  caballeria  y 
ballesteros  ^  con  lo  cual  tanto  cpmo  se  fortalecia  de  gente  inGel  y 
socorros  enemigos  le  iban  faftindo  los  iiobles  y  principales  caballeros. 
Al  mismo  tiempo  que  los  cristianos  auxiliaban  al  rey  ¿iquir  para  man- 
tener  la  discordia  que  arruinaba  á  los  muslimes  en  lo  interior  del  reino, 
allegaron  poderosa  hueste  y  fueron  contra  Alora ,  villa  muy  fuerte 
asentada  sobre  pedas  ala  orilla  del  mar  Zaduca ,  y  la  cercaron  y  com- 
batieron con  arlilleria  que  derribó  sus  torreadas  murallas,  y  los  mora- 
dores espantados  de  tanto  aparato  y  estruendo  hicieron  sus  avenencias, 
y  entregaron  la  villa  saliendo  libres  con  (odas  sus  alhajas.  Era  alcaide 
de  esta  villa  de  Alora  el  muy  honrado  cabaUero  Gide  Aly  el  Bazi.  Tam- 
bién se  les  rindió  Cazara-Bonela  y  otros  pueblos  comarcanos,  y  cerca 
de  Cazara-Boncla  salieron  los  campeadores  de  Aiiteqnera  y  pelearon 
con  los  cristianos,  y  fué  muy  sangrienta  aquella  escaramuza,  que  costó 
la  vida  á  muchos  esforzados  caballeros  $  pero  los  muslimes  cedieron  el 
campo  á  la  muchedumbre ,  y  se  retiraron  á  las  sierras.  El  ejército  de  los 
cristianos  llegó  aquel  verano  á  la  vega ,  y  en  ella  hizo  grandes  talas, 
quemando  las  mieses  y  arrasando  las  arboledas.  Al  otoOo  de  este  año 
volvieron  los  cristianos  á  correr  la  tierra  y  cercaron  y  combatieron  la 
fortaleza  de  Setenil  con  todo  el  espantoso  estruendo  de  la  ariiUeria, 
y  también  esta  fortaleza  no  siendo  socorrida  se  rindió,  sidiendo  salvos 
los  moradores  con  sus  bienes  y  alhajas. 

Los  reyes  de  Granada  no  cesaban  de  destruirse ,  y  por  sus  particulares 
intereses  dejaban  perder  todo  el  reina  Los  que  seguían  el  partido  del 


652  HISTORIA  DE  U  BOHDlÁaOír 


rey  Zaqnir  se  creían  harto  yentorosos  con  estar  libres  de  las  armas  de 
los  cristianos ;  pero  cada  dia  veían  talados  sus  campos  y  arrasadas  sns 
arboledas  por  sus  mismos  aliados ,  que  solamente  atendían  á  empobrecer 
y  acabar  el  reino  con  cualquiera  pretei^to.  El  rey  AMalab  el  Z»gal  envió 
sus  cartas  á  los  reyes  de  África  y  al  soldán  de  Egipto,  para  que  le  en- 
viasen auxilio  contra  los  cristianos  que  le  iban  ocupando  las  tierras ,  y 
pensaban  acabar  con  d  imperio  de  los  muslimes  en  Andalucía ;  pero  yi 
el  decreto  eterno  escrito  en  la  tabla  de  los  hados  estaba  en  su  plazo  y 
término ,  y  de  ninguna  parte  fué  socorrido  el  reino  de  Granada. 

Los  cristianos  corrian  la  tierra  de  Loja,  y  á  no  faera  socorrida  por 
la  caballería  de  Granada ,  que  envió  el  rey  Abdalah  el  Zagal,  la  hubieran 
lomado  los  cristianos  que  la  tenían  muy  apretada ,  sin  embargo  del 
temporal  riguroso  del  invierno  y  muchas  aguas.  Después  deesta  jomada 
trató  el  rey  Zaqnir  de  echar  de  Granada  á  su  tío  el  rey  Abdalah ,  y  hu- 
bo entre  ambos  partidos  varias  peleas  en  las  plazas  y  calles  de  la  ciudad, 
con  gran  escándalo  de  todos  los  honrados  y  buenos  muslimes.VEn  Al- 
meria  por  industria  del  infante  Zelim,  y  en  Guadix  per  su  hijo  Tahye, 
se  levantaron  aquellas  ciudades  contra  el  rey  Zaquir,  y  tomaron  la  voz 
del  rey  Zagal  llamando  al  Zaquir  renegado  y  mal  muslim.  En  este 
mismo  tiempo  ocuparon  los  cristianos  la  fortaleza  de  Cohín ,  y  arrasaron 
sus  muros ,  degollaron  en  aquel  pueblo  á  los  defensores  por  su  resis- 
tencia :  luego  pasaron  sobre  Cártama ,  que  asimismo  se  rindió ,  y  desde 
allí  fueron  sobre  Ronda ,  ciudad-  y  fortaleza  inaccesible  puesta  entre 
ásperos  y  altos  monti^ ,  y  rodeada  del  rio  y  de  enriscados  peñascos.  La 
defendían  los  mas  valientes  muslimes  defino ,  y  todos  sus  moradores 
eran  esforzados  y  aguerridos,  diestros  en  las  armas ,  y  de  mudia  cons- 
tancia en  los  trabajos.  Cercáronla  los  cristianos ,  atajaron  todos  los  ca- 
minos para  que  no  pudiesen  ir  socorros  de  los  pueblos  txnnarcanos; . 
pero  la  ciudad  estaba  bien  bastecida  de  todo  género  de  vituallas  y  de 
armas :  asi  que ,  los  cristianos  adelantaban  poco,  y  el  céreo  iba  muy  á 
la  larga.  Los  reyes  do  Granada  dejaban  pasar  el  tiempo,  y  no  ponían 
atención  á  socorrer  aquel  muro  del  reino.  Durante  el  cerco  hicieron  los 
valientes  de  la  ciudad  muchos  rebatos  y  salidas ,  y  los  cristianos  para 
estar  mas  listos  á  defenderse  pusieron  ciiico  reales ,  y  asi  tenían  en  cinco 
sitios  al  contorno  su  ejercito.  Los  combates  no  cesaban  de  dia  ni  de 
noche,  que  no  dejaban  reposar  á  los  infelices  moradores,  los  cuales 
viendo  que  no  los  socorrían  y  el  grave  riesgo  en  que  estaban  de  ser 
entrados  por  fuerza  de  armas,  movidos  de  los  ruegos  y  lágrimas  de  sns 
mugeres  y  de  stt3  pequeñudos  hijos  trataron  de  rendirse  por  avenen- 
cia, y  entregaron  la  ciudad  con  buenas  condiciones  el  dia  "23  de  mayo 
del  año  1485' ,  y  los  cristianos  pusieron  guarnición  y  repararon  k» 
adarves  y  torres  que  habían  destruido.  También  tomaron  entonces  k 
ciudad  de  Marbalia ,  que  está  cerca  del  mar. 

El  rey  Zaquir  con  ayuda  de  los  cristianosr  se  roantenia  en  cl  Albayrin, 
y  tenia  harta  gente  menuda  y  labriega  en  su  partido  ^  que  no  roindHin 

«  Sefun  Mariana. 


HE  tX)S  ÁRABES  EN  ESFAAa^  66d 

mas  que  la  comodidad  presente  qoe  ofircda  la  canteiesa  alianza  del  rey 
de  Castilla  oonsa  señor.  Los  aiimes,  alfaquies,  alcaris  y  alcadies  del 
reino  todos  le  aborrecían  y  miraban  como  instrumento  de  la  pérdida  y 
mina  del  reino.  Los  principales  alcaides  y  arraczes  estaban  en  el  bando 
de  Abdalah  el  Zagal ,  y  por  sos  intereses  y  parcialidades  daban  fomento 
á  la  continua  y  cruel  guerra  civil ,  que  apocaba  las  fuerzas  del  estado. 
Llegó  nueva  de  que  los  cristianos  estaban  sobre  la  ciudad  de  Yelez  Má- 
laga ,  y  conocieado  los  arrayaces  y  alfaquies  de  Granada  de  cuánta  im- 
portancia era  la  conserracion  de  aquella  dudad ,  rogaron  encarecida- 
mente al^rey  Zagal  que  fuese  á  socorrerla ,  y  olvidase  por  entonces  la 
guerra  civil^  que  en  esto  baria  su  servicio ,  y  daría  gran  autoridad  á  su 
pretensión  y  partido.  Deseaba  el  rey  Abdalab  concluir  algún  convenio 
oou  su  sobrino  el  rey  Zaquir  antes  de  su  partida ;  p^o  este  desconfiaba 
de  cuanto  le  proponía,  y  no  quiso  venir  en  nadar  Con  todo  eso  el  rey 
Abdalab ,  Tiendo  el  escándalo  que  andaba  en  la  ciudad  porque  no  se  en- 
viaba socorro  á  los  de  Yelez  IMÚlaga ,  se  resolvió  á  salir  en  persona  con 
mucha  y  escogida  caballeria :  dividióla  en  dos  trozos ,  y  la  delantera  iba 
acaudillada  de  Rcduan  Benegas  su  primo ,  y  el  otro  le  conducia  el  rey. 
Lo  primero  llegaron  al  campo  que  los  cristianos  tenian  en  Modin,  que 
tenian  cercado  este  fuerte  pueblo  y  se  defendia  bien  asi  por  la  fortaleza 
de  sus  murallas  y  sitio  como  por  el  valor  de  los  cercados :  acometió 
Beduan  Benegas  á  este  campamento  un  dia  á  la  bora  del  alba  y  dio 
sobre  ellos  con  tal  furia  que  los  desbarató  y  rompió  matando  toda  su 
infantería  y  los  mejores  caballeros,  y  los  |mas  huyeron  precipitada- 
mente. 

Asimismo  el  rey  Zaquir  quiso  manifestar  que  tomaba  interés  en  la 
defensa  y  amparo  de  sus  pueblos ,  y  allegó  sus  gentes  y  se  dispuso  para 
ir  en  defensa  de  los  de  Loja.  Entre  tanto  los  cristianos,  que  no  perdian 
tiempo,  se  apoderaron  de  Albahar  y  Gambil ,  dos  fortalezas  que  separa  el 
ría  Frió,  que  las  gentes  que  las  guardaban  no  las  defendieron  como 
dd)ian.  Partió  pues  el  rey  Zaquir  con  sus  gentes  y  entró  en  Loja  rom- 
piendo el  campode  los  que  la  cercaban,  que  no  era  mucha  gente.  Luego 
que  los  cristianos  supieron  que  babia  ido  alli  el  rey  Zaquir  se  prome- 
tieron tomar  la  ciudad ,  y  fueron  á  reforzar  el  sitio  nuevas  tropas.  Salió 
d  rey  Zaquir  con  quinientos  caballeros  escogidos  á  impedir  el  paso  á  los 
cristianos  en  unos  parages  ásp(Hros  y  fragosos ;  pero  aquello  era  negocio 
de  infantería  y  no.de  caballos ,  y  no  hizo  cosa  de  provecho ,  volvió  á  la 
dudad  á  tiempo  que  los  cristianos  llegaban  á  los  arrabales  de  ella ,  y 
tato  una  sangrienta  escaramuza  con  eUos  y  entró  dentro  forzado  de  los 
enemigos  i  rompieron  los  cristianos  el  puente  de  la  ciudad  y  estorbaron 
el  hacer  salidas  á  la  caballería  que  estaba  en  la  ciudad,  que  era  muy 
buena.  Combatieron  los  muros  y  derribaron  un  gran  lienzo  de  ellos.  £1 
rey  Zaquir,  viéndose  en  peligro  de  caer  segunda  vez  en  manos  de  sus 
enemigos  y  aliados,  mandó  que  se  tratase  de  rendir  lá  plaza  por  conve- 
nios, y  se  concertaron  saliendo  todos  los  muslimes  salvos  y  llevando 
consigo  cuanto  pudiesen  de  sus  bienes.  Asi  se  entregó  aquella  preciosa 
ciudad.  El  rey  Zaquir  se  excusó  con  los  cristianos  que  le  daban  qu^as 


654  HUTOBU  DC  UL  DIMIOIACIOI 

de  haber  quebrantado  sus  paoesy  áliaiua ,  y  les  protestó  que  «¡odio  ha- 
bía sido  hecbo  por  necesidad  y  fuerza ,  que  su  ánúno  era  siempre  el 
mismo,  y  que  no  era  desleal  el  que  faltaba  contra  su  voluntad.  Ckwio 
los  cristianos  tenian  interés  en  creerle  le  disculparon  y  disimalaruBcofi 
él  para  fomentar  las  discordias  que  destruían  aquel  reino.  Desde  alU 
pasaron  los  cristianos  á  otros  pueblos  de  la  comarca,  y  él  rey  Abol  Baisen, 
que  oportunamente  se  babia  retirado  con  su  famÓía  de  niora  á  Alma- 
necab  por  huir  de  la  proximidad  de  los  enemigos ,  falleció  allí  antes  de 
yer  el  acabamiento  de  su  reino.  Algunos  dicen  que  le  procuró  la  oioerte 
su  hermano  d  rey  Zagal ;  pero  Dios  lo  sabe,  que  es  el  únioo  eterna  é 
inmutable.  Las  ventajas  de  los  cristianos  fueron  este  año  muy  grandes : 
lomada  la  ciudad  de  Loja  se  apoderaron  do  Modín  y  de  |lkna ,  los  das 
ojos  de  Granada,  y  poco  después  de  Zagra ,  Baños ,  y  otras. 

El  rey  Zaquir,  aproTechando  la  ocasión  en  que  su  tio  el  ny  lagd 
estaba  ocupado  en  la  guerra  y  en  contener  á  los  cristianos  que  se  enca- 
minaban  á  Yelez  Málaga ,  ti^nó  á  Granada  y  ocupé  lodos  k»  fberics  de 
la  ciudad ,  y  se  aposentó  en  la  Alambra. 


CAPITULO  XXXIX. 

Toman  los  cristitnos  muchas  plazas  á  los  moros. 

Después  de  la  victoria  que  consiguió  Reduan  Benegas  de  loa  cristia- 
nos cerca  de  Modín  pasó  de  orden  del  rey  Abdalah  el  Zagal  á  sooomr 
á  los  de  Velez  Málaga  que  estaban  muy  apurados ,  que  les  habían  en- 
trado los  arrabales  y  les  combatían  los  adarves  con  gran  eslraendo  de 
artillería ,  y  d  mismo  siguió  con  sus  tropas  para  ayudarle  oodm>  convi- 
niese ,  porque  consideraba  que  en  el  peligro  de  aquella  ciudad  sn  arries- 
gaba todo  el  reino.  El  ejército  de  Abdalah  se  componía  de  yeínte  nil 
caballos ,  y  con  la  gente  aldeana  y  allegadiza  componía  otros  ▼tínte  ni 
peones.  Acometió  Reduan  Benegas  al  campamento  de  los  cristíaiios  coa 
su  caballería  y  atropello  y  rompió  cuanto  se  le  puso  delante ;  pero  la  dis- 
tancia y  lenta  marcha  del  ejército  de  Abdalah  fué  causa  de  no  oom^ 
tar  aquel  día  con  uoa  venturosa  batalla  :  no  lo  quiso  Dios,  y  coaads 
llegaron  los  caballos  de  Abdalah  ya  los  cristianos  que  tenian  nanerosa 
hueste  repartida  en  diferentes  partes  se  habían  reunido  y  puesto  eo  er- 
denanza  y  á  su  llegada  le  acometieron  con  tanto  denuedo,  que  fné  des- 
baratado y  vencido ,  y  aquella  muchedumbre  de  gente  poco 
huyó  por  donde  pudo  salvarse ,  sin  osar  volver  la  cabeza  á  sus 
£1  esforzado  Reduan,  que  en  la  batalla  andaba  ccMno  león  sañudo,  vtendD 
la  gente  muslime  desordenada  entró  en  k  ciudad  con  buen  golpe  de 
valientes  caballeros. 

El  rey  Abdalah  el  Zagal  después  de  este  desmán  tomó  á  Gramas  otm 
algunos  caballeros ,  reliquias  del  destrozado  ejército ,  y  oomo  nradba 
fugitivos  de  la  pdea  se  le  adelantasen  á  entrar  en  Granada  cem  la  la- 
fsusta  nueva  de  su  derrota ,  éSboieotAéo  el  pucMe  maideciin  al  mf 


Vj^  L09  ÍEABES  EM  espasa.  6&& 

cidQ ,  y  iMtfta  1q6  mas  adheridos  á  su  bando  le  dejaron  y  se  unieron  al  par- 
tido die  su  sobrino  d  rey  Zaquir,  y  cuando  llegó  le  cerraron  las  puertas 
al  desventurado  :  y  todos  de  común  consentimiento  dieron  obediencia 
al  rey  Zaquir.  Asi  siempre  los  hombres  desamparan  á  los  perseguidos 
de  la  fortuna.  £1  rey  Abdalah  el  Zagal  con  sus  gentes  se  retiró  á  lo  de 
Guadix,  que  estaba  por  él ,  y  lo  mismo  Almería  y  Baaa,  que  tenian  su 
Yoz ,  y  donde  fué  bien  recibido  del  infante  ^elim  y  de  su  hijo  Yahye ,  que 
las  tenian  como  walis  de  ellas  por  heredad. 

Defendióse  Yelez  Málaga  cpn  mucha  constancia  haciendo  rebatos  y 
salidas  el  esforzado  Reduat^  contra  los  cristianos  en  que  les  hacian  no* 
table  daiio  i  pero  pedida  ya  la  esperai^za  de  poderse  mantener  mas 
tiempo  pei^uadió  e|  esforzado  Reduan  -  Penegas  á  los  de  la  ciudad  á  tra- 
tar de  ^venenpía  y  por  su  mediación  con  el  conde  de  Gifuentes ,  con 
quien  teni^  amistad  desde  que  ifué  su  cautivo  eu  Granada;  se  concertó 
la  entrega  cqu  condición  de  salir  Ubres  adonde  quisieren  llevando  todos 
sus  bienes.  Rindióse  esta  ciudad  en  27  de  abril  de  1487* 

Poco  después  á  ejemplo  de  esta  ciudad  se  dio  tanibien  á  los  cristianos 
la  fortaleza  de  Bentqme,  y  cpn  estas  pérdidas  vieron  los  de  Málaga  mas 
cerca  la  terrible  tempestad  gue  les  amenazaba. 

La  hermosa  y  antigua  ciudad  de  Afálaga  está  asentada  á  la  orilla  del 
mar  qiie  la  baña ,  y  la  proporciona  puerto  y  atarazanas  :  está  la  mayor 
parte  en  llano  sino  por  la  parte  en  que  se  levanta  un  recuesto  donda 
tiene  dos  fortalezas ,  la  mas  alta  Gebalfaró ,  y  la  otra  mas  baja  la  Alea* 
zaba :  por  la  parte  de  tierra  tiene  hermosos  montes  y  collados  llenos  de 
vidas  y  huertas ,  y  cas^s  ^  recreo  de  los  ciudadanos.  Con  el  temor  de 
los  enemigos,  hahia  procurado  aumentar  su  guarnición  el  alcaide  Aben 
Muza,  caballero  ilustre,  pariente  del  rey  Ahdalah  el  Zagal,  y  hahia 
traído  á  sueldo  gente  de  África  feroz  y  brava.  Luego  que  los  cristianos 
pusieron  cerco  á  la  ciudad  por  evitar  los  danos  que  padecería  si  fuese 
combatida  trató  primero  de  avenencia  cpn  los  cristianos ,  y  andando  en 
Gstas  pláticas  los  ^Ibarbares  de  África  creyendo  que  se  trataba  de  ven* 
derlos  y  ^utregarlos  á  los  enemigos ,  y  por  qso  se  les  ocultaban  las  nego- 
ciaciones ,  se  alborotaron  y  acometieron  de  improviso  á  la  fortaleza  de 
la  Alcazaba  y  se  apoderaron  de  ella ,  degollando  la  guarnición.  El  her- 
viaoo  de  Ahén  Conista,  que  era  el  arraiz  de  aquella  fuerza,  fué  muerto 
por  eUos  en  el  primer  Ímpetu  de  la  sublevación ,  asimismo  se  apodera* 
ron  de  las  murallas  y  de  las  puertas  y  no  permitían  salir  ai  hablar  con 
los  cristianos  á  ninguno  de  la  ciudad ,  y  el  que  lo  intentaba  moría  por 
ello  s  con  gran  diGcultad  consiguió  tranquilizarlos  Aben  Conixa;  pero 
entre  tanto  los  cristianos  adelantaron  su  campo ,  y  principiaron  á  cer- 
car la  ciudad  de  mar  á  mar  con  valladares  y  foso ;  salían  cada  día  los 
mudimos  á  estorbar  el  trabajo,  y  entraban  espada  en  mano  al  real  de 
los  cristianos,  hiriendo  y  matando  con  admirable  valor,  que  los  tenian 
en  continuo  sobresalto,  y  asi  fué  siempre  durante  el  cerco ;  pero  como 
la  ciudad  estaba  muy  poblada  y  no  entraba  provisión  se  comenzó  á  sen- 
tir falta  de  mantenimientos ,  y  los  ciudadanos  ricos  y  regalados  no  podían 
sufrír  el  hambre  ;  así  que,  de  secreto  procnrahaq  U^tar  de  refidicion. 


656  HÍSTORU  DE  LA  BOHINAGION 

El  principal  de  estos  fué  un  caballero  noble  y  muj  rico  de  la  cmdad  Ha- 
mado  Aly  DordoY,  que  salió  determinadamente  á  tratar  de  esto ;  pero  d 
rey  dé  Castilla  dijo  que  se  le  entregasen  á  su  voluntad,  y  esta  lespaesta 
dio  al  pueblo;  pero  de  secreto  ofreció  grandes  mercedes  á  Aly Dordax 
si  facilitaba  la  conquista.  Este  mirando  mas  á  sus  particulares  intereses 
que  al  bien  y  utilidad  común  de  sus  ciudadanos  éáó  entrada  á  los  ene- 
migos en  el  castillo ,  y  toda  la  ciudad  incierta  y  llena  de  confusión  no 
sabia  si  era  traición  ó  entrega  paciOca ;  pero  presto  los  sacó  de  sa  dada 
el  enemigo  que  saqueó  y  robó  la  ciudad ,  y  cautivó  á  los  dcfenscves  ({oe 
no  pudieron  huir  por  el  mar,  por  donde  muchos  se  salvaron.  Losínf»- 
lices  vecinos  de  Málaga  vieron  por  sus  ojos  enfardelar  sus  riquezas, y 
que  los  dejaron  pobres  y  esclavos :  solo  libró  bien  Aly  Dordux,  que  fué 
nombrado  ^ali  de  la  ciudad, para  que  ajustara  y  cobrara  d  rescate  de 
sus  infelices  conciudadanos  :  asi  se  perdió  aquella  hermosa  y  antigua 
ciudad  de  Málaga ,  y  quedó  sujeta  al  rey  de  Castilla  :  fué  entrada  en  18 
de  agosto  de  1487  \ 

El  rey  Ábdalah  el  Zagal  se  retiró  como  dijimos  á  Guadix ,  y  desde 
dli  procuraba  hacer  cuanto  mal  y  daño  podia  en  las  fironteras  de  Mur- 
cia ,  y  le  ayudaba  desde  Almena  el  infante  Zelim ;  pero  con  bien  dife- 
rente ánimo.  El  rey  Zaquir  desde  Granada  envió  sus  cartas  y  rióos  fre- 
sen tes,""  caballos  hermosos  y  jaeces  al  rey  de  Castilla,  y  preciosas  tdasde 
oro  y  seda ,  cajas  de  aromas  orientales  para  la  reina ,  dándoles  la  enho- 
rabuena de  la  toma  de  Málaga  y  de  sus  venturosas  conquistas,  esp^ 
rando  por  esto  tenerlos  gratos ,  y  que  no  le  perturbasen  la  posesión  de 
su  reino.  Los  reyes  cristianos  tuvieron  gran  placer  con  su  embajada; 
pero  prosiguieron  con  mayor  esfuerzo  la  comenzada  emjN'esa  dd  acaba- 
miento de  los  muslimes  en  España. 

Ufano  el  rey  de  Castilla  con  la  rendición  de  Málaga  y  de  los  otros 
pueblos ,  deseoso  de  llegar  al  fin  de  sus  deseos  y  apoderarse  de  las  de< 
mas  ciudades  del  reino  de  Granada ,  salió  con  un  campo  volante  á  ooirer 
la  tierra  de  Almería  y  contener  las  algaras  de  los  muslimes  de  aqnda 
ciudad .  Salió  contra  él  con  escogida  caballería  el  infante  Zelim  y  so  hijo, 
y  le  obligaron  á  retirarse.  El  rey  Abdalah  el  Zagal  hizo  una  ventana 
entrada  en  la  frontera  de  Alcalá  Yahseb  y  taló  y  quonó  los  campos, f 
robó  mucho  ganado  y  volvió  triunfante  con  esta  rica  presa  á  la  andad 
de  Guadix.  Toda  la  atención  de  los  cristianos  era  entonces  hacer  h 
guerra  por  lo  de  Almería.  Pusieron  cerco  á  Ycra,  que  está  á  la  rttKradd 
mar,  y  los  moradores  se  entregaron  fácilmente  por  evitar  el  rigor  de 
los  vencedores.  Asimismo  se  dieron  á  los  cristianos  Muxacras  J  Velad 
Alahmar,  y  otras  fortalezas  de  la  comarca  que  estaban  sin  guaraídúa 
bastante ,  ayudando  á  los  cristianos  el  temor  y  espanto  quelosmnsliB^s 
habían  tomado  de  saber  la  pérdida  dé  Málaga  y  de  Ronda ,  asi  lapbiff 
porque  los  naturales  dcscouGados  de  ser  socorridos  de  sus  reyes^  oíbqi^ 
rían  defenderse  por  evitar  que  les  destruyesen  sus  campos.  Poscron 
luego  cerco  á  la  fortaleza  de  Taberna ,  sitio  inexpugnable,  y  leconl»' 

t  Según  Marítnt ;  pero  fué  el  88. 


D£  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  657 

lian  de  dia  y  de  noche  los  cristianos.  Acudió  á  socorrerla  el  re;  Abda- 
lah  el  Zagal  desde  Guadix  con  mil  caballos ,  y  gran  hueste  de  infantería, 
gente  allegadiza  de  las  sierras,  mal  armada ;  pero  animosa  y  endurecida. 
Púsose  el  rey  con  aquella  gente  en  los  bosques ,  y  desde  alli  hacia  mu- 
cho daño  á  los  cristianos ,  y  les  forzO  á  levantar  el  cerco  haciendo  en 
ellos  gran  matanza  con  arremetidas  y  escaramuzas ,  y  les  echó  de  la 
frontera  y  recobró  los  pueblos  perdidos.  Lo  mismo  les  sucedió  en  Hues- 
ear y  en  las  yegas  de  Baza,  en  que  la  cabaUeria  de  la  ciudad  salió  con- 
tra los  cristianos  y  los  vencieron  y  pusieron  en  fuga,  y  en  una  sangrienta 
escaramuza  mataron  al  maestre  de  Montesa ,  sobrino  del  rey  de  Gas- 
tilla. 


CAPITULO  XL. 

Entrega  d0  Gaadix  y  Almeria. 

Conociendo  los  cristianos  que  en  la  discordia  y  desunión  de  los  reyes 
muslimes  consistia  el  buen  suceso  de  sus  armas ,  procuraron  encender 
mas  la  división ,  y  para  este  fin  enviaron  sus  cartas  y  condiciones  de 
alianza  con  el  rey  de  Granada  Abu  Abdalah  Zaquir,  y  le  propusieron 
que  le  ayudarian  contra  sus  enemigos  y  le  defenderian  sus  tierras ;  pero 
que  en  apoderándose  el  rey  de  los  cristianos  dé  las  ciudades  de  Guadix, 
Baza  y  Almeria,  que  estaban  por  el  rey  Abdalah  el  Zagal  su  tio ,  y  por 
el  infante  Zelim ,  ó  fuese  por  fuerza  de  armas  ó  por  avaiencia  y  concier- 
tos, el  rey  Zaquir  les  habia  de  entregar  la  ciudad  de  Granada  y  ponerse 
á  su  merced ,  de  que  debía  esperar  grandes  riquezas  y  señorío  pacifico  y 
seguro  en  el  reino  de  Granada  siendo  vasallo  del  rey  de  los  cristianos. 
£1  desventurado  rey  Zaquir,  apocado  y  envilecido ,  ciego  y  sin  razoo, 
firmó  estas  paces  y  alianza ,  y  quedó  asentado  todo  lo  propuesto  por  sus 
enemigos  que  trataban  de  ser  sus  defensores ,  y  le  cebaban  para  devo- 
rarle. El  miserable  rey  se  veía  cada  dia  mas  alx>rrecido  de  los  suyos,  asi 
por  su  poco  valor,  como  por  su  enemiga  fortuna.  Gomo  le  veian  tan 
en  amistad  con  los  cristianos  le  llamaban  mal  muslim ,  y  si  estos  últi- 
mos tratos  hubieran  sido  entendidos  del  pueblo  le  hubieran  depuesto  y 
quemado  vivo;  pero  eran  secretos  que  solo  los  sabian  su  madre  y  su  vi- 
sir Muza  ben  Ahnelic.  También  le  incitó  á  firmarlos  el  temor  de  su  tio  y 
oompetidor  Abdalah  el  Zagal ,  y  receloso  de  que  le  viniese  ¿  echar  de 
Granada  después  de  sus  victorias  en  lo  de  Baza  y  Huesear,  dio  oidos  á  las 
liüsas  y  enemigas  propuestas  de  los  cristianos  para  que  divirtiesen  ¿  su 
tio  con  asoladm  guerra  en  lo  de  Guadix,  Baza  y  Almeria. 

Estaba  el  rey  Abdalah  el  Zagal  en  Guadix  cuando  tnvo  nueva.de 
como  d  rey  deCastflla  habia  asentado  sus  paces  con  su  sobrino ,  y  que 
poefto  en  el  triunfante  carro  de  la  esperanza  que  tan  fácil  le  presentaba 
aquel  desventando  rey,  venia  con  doble  fervor  y  ánimo  á  renovar  la 
guerra  contra  d ,  y  supo  que  hacia  alarde  de  sus  gentes  en  Jaén,  y  en- 
traba con  cincuenta  mil  hombres  y  doce  mil  caballos ,  gente  muy  csco> 
icida ,  y  llagaban  á  la  fortaleza  de  Gujar,  y  se  encaminaban  á  cercar  su 

4j 


M8  mSTORU  BE  LA  DOVDUaOll 

dndid  de  Baza.  Escribió  hiego  al  infante  Qái  Tahje,  hijo  dd  Infaiite  Ze- 
lim  de  Almería  que  acababa  de  morir :  ¡feliz  principe  que  no  vio  por 
sus  ojos  las  cabmidades  y  acaiíamiento  de  sa  patria !  El  infante  Yahye 
tomó  laego  diez  mil  muslimes  de  los  mas  esforzados  del  reino ,  y  se  fué 
i  meter  en  Baza  para  defenderla :  está  la  dudad  paesta  en  la  ladera  de 
nn  GoUado ,  y  por  la  parte  llana  pasa  un  rio,  por  lo  demás  está  rodeada 
de  unas  cuestas  y  pendientes ;  habia  en  ella  bsrta  proyision  y  la  gente 
que  la  gnarnecia  llenaba  de  conGanza  los  ánimos  de  los  vecinos. 

Luego  que  los  cristianos  asentaron  su  real  salió  contra  ellos  el  infante 
Yahye  con  escogida  gente ,  y  acometió  á  los  cristianos  con  grande  Animo, 
la  pelea  fué  brava  y  sangrienta ,  y  arredró  y  desordenó  el  campo  de  los 
cristianos,  llenándole  de  espanto  y  de  despedazados  cadáveres.  No  se 
pasaba  dia  en  que  los  muslimes  no  saliesen  á  dar  rebatos  y  escaramuzas 
en  el  real  de  los  cristianos ,  y  estos  se  vengaban  con  talarles  los  sembra- 
dos y  airasar  las  huertas.  Ordinarios  danos  de  la  guerra  qae  no  podiaa 
mirar  sin  dolor  y  lágrimas  los  pobres  dueños  y  labradores.  YienA)  ks 
cristianos  la  resistencia  de  los  cercados  y  el  gran  dailo  que  recibian  con 
sus  salidas  y  ret>atos ,  acordaron  de  rodear  todo  sa  campo,  y  aaimismo 
las  avenidas  y  entradas  á  la  ciudad  con  hondo  foso  y  vallatoes ,  y  le- 
vantaron á  trechos  algunas  torres ,  y  de  esta  manera  estorbaron  las  sa- 
lidas de  los  valientes  muslimes,  que  durante  el  cerco  hicieron  admiraUs 
proezas  contra  los  cristianos ,  que  los  tenían  acobardados,  que  no  osa- 
ban escaramuzar  ni  salir  á  contenerlos.  Seis  meses  habían  pasado  de 
continuos  combates  cuando  el  infante  Gidi  Yahye  escribió  al  rey  Abda- 
lab  el  Zagal ,  que  estaba  en  Guadix,  díciéndole,  que  si  no  le  ayodíaba  que 
era  forzoso  entregar  la  ciudad ,  y  al  mismo  tiempo  envió  al  real  de  Im 
cristianos  al  jeque  Hacen,  gobernador  de  la  ciudad ,  para  que  moviese 
plática  de  avenencia  con  los  cristianos.  £1  rey  Abdalah  tomó  gran  pe- 
sadumbre con  las  cartas  do  su  primo  el  infante  Yahye,  á  qui^i  así  por 
su  parentesco  como  por  su  mucho  valor  estimaba  y  tenia  gran  respeto, 
y  como  viese  el  valor  y  esfuerzo  con  que  habia  mantenido  la  dudad ,  y 
que  sus  tropas  no  bastaban  para  socorrerle ,  ni  de  Granada  podía  espe- 
rar socorro  por  la  alianza  de  su  sobrino  con  los  cristianos ,  escribió  al  in- 
fante conformándose  con  su  parecer,  y  permitiéndole  hacer  la  entrega 
de  la  ciudad  con  las  condiciones  que  pudiese.  Llenó  de  oonfuaíon  y  de 
pena  esta  respuesta  á  los  de  la  ciudad ,  todo  era  triateza-y  desesperarioa 
en  los  hombres ,  llanto  y  gemidos  en  las  mugeres.  £1  alcaide  Hacen  trató 
eon  don  Gutier  Cárdenas ,  y  gustaron  las  condiciones  de  la  entrega :  d 
infante  Gidi  Yahye  y  otros  principales  caballeros  salieron  al  campo  de 
los  cristianos ,  y  estos  le  presentaron  á  sus  reyes,  que  le  tucicron  grande 
honra  y  trat^on  como  á  tan  noble  principe  y  esforzado  caudillo  se  de- 
bía. Las  caricias  y  agrado  paternal  que  estos  reyes  manifestaron  al  ia- 
fimte  Yahye,  le  ganaron  el  corazón  en  términos  que  juró  no  sacar  asaca 
la  espada  contra  tan  noUes  reyes.  Hicíéronle  grsindes  mnroedieB,  y  le 
^ron  cuantiosas  rentas ,  y  la  reina  de  Castilla  muy  pagada  do  sa  gen- 
tileza le  dyo  que  teniéndole  en  su  partido  creía  ya  felizmento  acabaéi 
la  guerra  que  asolaba  el  reino  do  Granada*  Por  m  iw^to  ¡atmetió  el  ir 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÍU.  659 

fante  Gdi  Yahye  Alnayar  Aben  Zelim  procurar  con  todas  8iu  fuerzas 
que  sa  primo  el  rey  Abdalah  el  Zagal  entregase  pacificamente  las  ciu- 
dades de  Guadix  y  Almería ,  evitando  la  desolación  de  la  tierra  y  las 
muertes  y  calamidades  de  la  horrorosa  guerra  *.  en  agradecimiento  ofre- 
cieron los  reyes  de  Castilla  á  este  infante  y  á  sus  hijos  grandes  hereda- 
niientos  en  el  reino ,  y  desde  luego  la  taa  de  Marchena  con  Tillas ,  tierras 
y  vasallos.  Dicen  algunos  que  á  persuasión  de  la  reina  de  Castilla  se  hizo 
cristiano  de  secreto  para  que  no  le  aborreciesen  y  abandonasen  los  de 
sa  bando,  hasta  completar  la  conquista  y  acabamiento  del  reino  que 
por  su  industría  confiaban  hacer. 

El  infante  Cidi  Yahye  Alnayar  partió  á  verse  con  el  rey  Abdalah  el 
Zagal  que  estaba  en  Guadix,  y  le  habló  del  mal  estado  y  caida  de  las 
cosas  en  el  reino  de  Granada ,  propúsole  que  se  aviniese  con  los  cristia- 
nos; pues  tan  infausta  guerra  no  podía  acarrear  sino  la  desolación  del 
reino  y  muerte  de  sus  moradores :  que  confiase  en  la  justicia  y  genero- 
sidades de  los  reyes  de  Castilla ,  y  esperase  de  ellos  mas  que  de  la  ene- 
miga fortuna  que  tan  claramente  les  había  vuelto  las  espaldas :  que  se 
acordase  de  los  fatales  anuncios  que  su  hermano  el  difunto  rey  Abul 
Hacen  babia  tenido  cuando  los  astrólogos  miraron  el  horóscopo  del  naci- 
miento del  rey  Zaquir,  que  si  bien  es  verdad  se  hablan  creído  ;fa  cum- 
plidos cuando  fué  preso  en  la  algara  de  Lucena ;  pero  que  ciertamente 
las  estrellas  mas  que  pasagera  pérdida  del  reino  amenazaban :  que  él 
creía  que  aquella  era  la  voluntad  de  Dios ,  y  que  todos  los  sucesos  iban 
manifestando  que  la  corona  de  Granada  habia  de  caer  en  manos  de 
aquellos  poderosos  reyes  á  quienes  Dios  habia  dado  antes  otro  poderoso 
reino  en  España.  Calló  en  diciendo  esto ,  y  el  rey  Abdalah  que  le  oía 
con  mucha  atención  y  sin  mover  pestaña ,  después  de  haber  estado  gran 
espacio  pensativo  y  sin  responder,  dando  un  profundo  y  triste  suspiro 
le  dijo :  Alahuma  Subabana  Hu :  ya  veo ,  primo  mió,  que  asi  lo  quiere 
Alá  y  que  cuanto  le  aplace  se  hace  y  cumple ;  que  si  Alá  Azza  Wajal  no 
tuviera  decretada  la  caída  del  reino  de  Granada ,  esta  mano  y  esta  es- 
pada la  hubieran  mantenido.  Con  esto  acordaron  hablar  al  rey  de  Cas- 
tilla ,  y  salieron  juntos  y  fueron  á  su  campo  que  estaba  en  tierra  de  Al- 
mería; Recibiólos  con  gran  honra  y  concertaron  la  entrega  de  Guadix  y 
de  Almería,  las  dos  mas  preciosas  joyas  de  la  corona  de  Granada,  y 
también  gran  parte  de  la  serranía  de  Granada  que  llega  hasta  el  mar  y 
estaba  por  él.  Ofreció  el  rey  do  Castilla  su  favor  y  amistad  perpetua  á 
Abdalah  el  Zagal,  y  que  serían  suyas  en  heredad  la  taa  de  Andaraz ,  el 
valle  de  Alhaurin  con  todas  las  alquerías ,  aldeas  y  posesiones ,  y  la  mitad 
de  las  salinas  de  Maleha ,  pequcaao  y  vil  precio  del  vendido  reino.  Los 
moradores  de  las  cmdades  entregadas  quedaban  libres  y  duefios  de  sus 
bienes  y  posesiones,  francas  como  antes  las  tenían ;  pero  como  vasallos 
del  rey  de  Castilla  y  sujetos  á  su  seüorio  pagarían  lo  mismo  que  solian 
dar  á  sus  reyes  por  Zunna  y  Xara.  Publicáronse  estas  avenencias  el  dia 
en  que  fueron  ocupadas  aquellas  ciudades.  Asi  los  muslimes  como  los 
cristianos  no  creían  lo  mismo  que  estaban  viendo,  y  pensaban  que  todo 
era  en  soefios :  los  de  los  pueblos  oomarcanosse  espantaron  de  laentrega 


660  HISTORIA  DE  LA  DOMIMAaOff 

maravillosa  de  estas  fuertes  ciadades :  y  apenas  se  aseguraban  de  qae 
fuese  cierto :  los  infelices  vecinos  de  ellas  ayudaban  ai  engaño  de  todos 
los  de  la  comarca ,  y  contentos  y  á  su  parecer  mas  venturosos  que  antes, 
sin  los  sobresaltos  y  temores  de  la  desolación  de  la  guerra,  les  aconseja- 
ban que  siguiesen  su  ejemplo.  Asi  fué  que  se  rindieron  de  su  vdootad 
las  fortalezas  de  Taberna  y  Serón ,  y  las  grandes  é  inexpugnables  ipe 
están  sobre  el  mar  de  Almunecab  y  Xalubama.  Todas  estas  grandes 
pérdidas  sucedieron  el  año  de  896  (1490  y  1 491 ),  en  las  lunas  deMuiíar- 
ram  y  de  Safer. 

CAPITULO  XU. 

Contlnatn  lo§  alborotos  en  Granada. 

En  Granada  se  oyeron  estas  nuevas  con  espanto.  El  paeUo  qae  cadi 
dia  estaba  mas  desabrido  y  descontento  de  su  rey  Muhamad  Aba  Abda- 
lah  elZaquir,  á  quien  miraba  como  el  odioso  causador  de  los  males  y  rain 
del  reino ,  con  estos  últimos  sucesos  acabaron  de  detestarle ,  y  no  imm 
de  llamarle  públicamente  traidor,  cobarde  y  enemigo  de  su  patria  y  de 
su  religión  :  y  de  unos  m  otros  fomentada  la  ira  y  el  encono  se  alboro- 
taron contra  él,  y  fueron  de  tropel  al  alcázar  amenazándole  y  bramamfo, 
que  parecia  que  no  desistiesen  hasta  tomar  venganza  y  privarle  de  la 
vida  y  del  reino.  Los  jeques  y  venerables  alfaquícs  de  la  ciudad  no  cesa- 
ban de  amonestar  al  inquieto  y  alborotado  pueblo  que  se  sosegase,  q« 
atendiese  que  el  mayor  mal  de  las  repúblicas  y  de  todos  los  hombres  es 
la  división  y  desavenencia  :  que  las  cdamidades  del  reino  habian  prore- 
nido  de  sus  inconsideradas  sediciones  y  bandos  ?  que  así  como  h  roim 
y  acabamiento  del  estado  nada  de  la  división,  su  bien  y  su  único  reparo 
era  la  unión  que  con  su  enlace  y  concordia  le  conservase  y  ^obast^ 
ciese.  Los  parciales  del  rey  enviaron  á  pedir  socorro  á  los  cristianas  át 
la  frontera  como  aliados  y  amigos  de  su  rey :  no  perdieron  esta  ocasínii 
los  cristianos  de  entrar  en  la  vega  de  Granada,  y  talar  sus  campos.  La 
nueva  de  esta  entrada  hizo  mayor  efecto  en  el  populacho  que  las  razones 
y  consejos  de  los  alfaquies,  el  ver  sus  campos  talados  les  hizo  tratar  de 
salir  á  defenderlos,  y  cesó  el  alboroto. 

Con  ocasión  de  este  suceso  escribió  el  rey  de  GastQla  al  rey  Abo  Ab- 
dalah  Zaquir  de  Granada,  recordándole  el  convenio  y  capituladonesq» 
tenian  h^lias,  en  que  habia  ofrecido  ser  su  vasallo ,  y  entregarle  la  át 
dad  de  Granada  luego  que  el  rey  de  Castilla  por  arenenda  ó  por  armas 
fuese  dueño  de  Guadix,  Baza  y  Almena.  El  miserable  y  desgraciaib 
Abdalah  conoció  ya  tarde  su  inconsideración  y  ddiilidad,  y  resposA 
excusándose  de  poder  cumplir  como  quisiera  aquellas  postaras  i  4« 
liabia  en  Granada  mucha  gente  principal  y  gran  caballería,  qne  so  se 
allanaban  ni  consentían  á  que  las  cumpUese :  asi  que ,  su  alteza  le  per- 
donase y  fuese  contento  con  las  venturosas  conquistas  que  Wos  k  late 
dado. 

Al  mismo  tiempo  se  rebelaron  los  de  Guadix  pcHrque  los  cristiaoo^  )^ 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  661 

forzaban  á  salir  de  la  ciudad  y  á  que  morasen  en  los  arrabales,  y  les 
privaban  de  lleyar  armas,  recelosos  de  que  se  levantasen  contra  ellos.  Y 
como  los  cristianos  tenían  bnena  guarnición  y  eran  dueftos  de  las  forta- 
lezas  sosegaron  á  los  revcdtosos :  eso  mismo  acaeció  enla  taa  de  Anda- 
rax,  que  se  alborotaron  contra  su  señor  Abdalab  el  Zagal ,  y  le  quenan 
matar ;  pero  se  ocultó  y  vino  al  rey  de  Castilla ,  que  le  ofreció  su  ayuda 
para  que  sujetase  sus  vasallos;  pero  Abdalah  entendió  que  le  convenia 
pasar  á  África  y  dejar  la  desgraciada  patria.  Asi  lo  propuso  al  rey  de 
Castilla,  que  le  dio  licencia  para  que  biciese  lo  que  mejor  le  estuviese  : 
renunció  parte  de  sus  bienes  y  las  salinas  de  Maleha  en  su  primo  y 
collado  Cidi  Yabye  Alnayar,  hijo  del  infante  Zelim,  y  las  veinte  y  tres 
villas  y  aldeas  que  le  pertenecían  en  Andarax  y  valle  de  Alhaurin  vendió 
al  rey  de  Castilla  que  se  los  babia  dado ,  por  chico  millones  de  marave- 
dises, y  habiendo  recibido  muchas  riquezas  y  tesoros  de  los  reyes  de 
Castilla  se  embarcó  y  pasó  á  África. 

No  satisfecho  el  rey  de  Castilla  de  las  excusas  del  rey  2Saquir,  deter- 
minó oMigarle  pcH*  fuerza  á  cumplir  lo  que  necia  y  torpemente  habia 
ofrecido :  allegó  grande  y  poderosa  hueste ,  y  declaró  la  guerra  al  rey 
de  Granada. 

GonOando  Abdalah  que  deshechos  sus  competidores  si  reunia  todo  su 
poder  se  defenderia  de  los  cristianos,  envió  sus  aUmes  y  venerables 
alfaquíes  á  predicarla  concordia  y  reunión  para  la  guerra  sagrada.  No 
fué  inútil  diligencia ,  que  luego  se  rebelaron  contra  los  cristianos  muchos 
pueblos :  toda  la  serranía  se  juntó  y  tomó  su  voz,  y  entre  otros  pueblos 
Adra,  que  está  en  la  costa  del  mar,  y  Castil-Ferruh,  y  otros  varios.  Salió 
con  mucha  caballeria  y  peones  á  cercar  Xalubania ,  y  otro  cuerpo  de  sus 
tropas  cercó  Alhendin ,  y  le  tomó  y  arrasó  la  fortaleza  degollando  la 
guarnición :  fué  este  acaecimiento  en  el  otoño  del  año  896  (U91).  Los 
cristianos  enviaron  á  socorrer  la  tierra  de  Granada  y  por  vengarse  tala- 
ron los  panizos  y  mijo ,  única  cosecha  que  se  esperaba  hacer  aquel  año, 
pues  en  la  primavera  y  verano  quemaron  los  sembrados  y  las  micses 
antes  de  la  siega.  Asimismo  fué  un  poderoso  socorro  de  gente  á  Xaluba- 
nia :  y  con  armada  naval  fué  contra  los  de  Adra  el  infante  Alnayar,  hijo 
de  Cidi  Yabye,  que  seguían  las  banderas  del  rey  de  Castilla  ayudando  á 
la  ruina  y  acabamiento  de  su  patria.  £1  padre  era  caudillo  de  un  ejér- 
cito de  muslimes  sus  vasallos,  que  andaban  sojuzgando  los  pueblos  del 
rio  de  Almanzora  y  de  la  taa  de  Marcbena ,  lo  que  consiguió  mas  por 
industria  y  persuasión,  que  por  fuerza  de  armas.  El  infante  Alnayar 
asimismo  sujetó  á  los  rebelados  de  Adra  disimulando  que  las  naves  que 
mandaba  eran  de  cristianos :  vistió  de  musUmes  á  los  marineros  y  tropa, 
y  puso  banderas  de  África :  los  de  Adra  que  esperaban  socorros  de  África 
loa  creyeron  muslimes ,  y  asi  se  apoderaron  del  puerto ,  y  entre  tanto  su 
padre  con  sus  tropas  llegó  de  parte  de  tierra  :  los  moradores  conocido 
el  engaño  quisieron  defender  el  pueblo ,  y  se  trabó  sangrienta  batalla  en 
que  hubo  gran  matanza  y  fueron  vencidos  los  de  la  ciudad  de  Adra ,  y 
se  acogieron  y  fortificaron  en  ella.  El  rey  Abdalah  el  Zaquir  que  iba  ¿ 
socorrerlos  ¿sdc  Xalubania  como  tuviese  noticia  dé  la  victCHria  de  los 


662  mSTORIA  DE  lA  DOHDIáaON 

enemigos,  y  también  deqnei  su  lleipidA  ya  se  habría  dado  al  enemigo, 
se  Umió  sobre  Xalobania  que  tenia  muy  apretadas  en  Adra  se  sopo  que 
el  rey  no  babia  osado  llegar  de  miedo,  el  Tulgo  asi  lo  paHicaba ,  y  con 
esto  perdida  toda  esperanza  de  socorro  asi  por  mar  como  por  tierra  se 
rindió  por  ayenencia  como  otras  fortalezas. 

Los  cristianos  que  defendian  la  fortaleza  de  Xalubania  ayisaron  de  so 
peligro,  y  el  rey  de  Castilla  mandó  que  partiese  un  poderoso  ejercí  lo  á 
socorrer  aquella  plaza .  Antes  que  los  campeadores  de  esta  hoeste  llegó  la 
fama  al  ejército  de  Abdalah  el  Zaquir,  y  sin  querer  aventurarse  á  mu 
batalla  leyantó  el  cerco  aquel  timido  y  desventurado  rey ;  pero  anto 
de  volver  á  Granada  corrió  la  taa  de  Marchena ,  salieron  contra  él  los 
adelantados  que  la  defendian  pcH*  su  tio  el  infante ,  y  el  principal  era  al- 
caide de  Moratalla ,  peleó  con  ellos  venturosamente  y  los  rompió  y 
deshizo  sos  tropas  forzándoles  á  entregar  las  fortalezas  ^  y  las  arrasó, 
taló  y  quemó  las  poblaciones  en  odio  de  los  infantes  enemigos  de  sa  pa- 
tria t  y  con  esta  venganza  entró  victorioso  y  ufano  en  Granada. 


CAPITULO  XUL 

Sitio  y  eaplUiUdoii  de  Orinada. 

Venida  la  primavera  del  año  897  se  renovaron  los  hcHTOres  de  la 
guerra,  los  cristianos  entraron  con  cuarenta  mil  peones  y  diez  Bd 
caballos  en  la  vega  de  Granada ,  y  asentaron  su  campo  en  las  facnles 
de  Guetar ,  dos  leguas  de  la  ciudad.  Uenó  de  espanto  á  los  raoradores 
esta  nueva ,  y  hasta  los  mas  esforzados  caudillos ,  aunque  tan  avetados 
y  aguerridos ,  temblaron  en  esta  ocasión  con  desusado  miedo.  El  rej 
Abdalah  tuvo  su  consejo  en  el  alcázar  de  la  Alambra ,  y  acordaron  alü 
sus  alcaides  y  jeques  lo  que  mas  convenia  para  la  defensa.  El  waiir  de 
la  ciudad  Abul  Gazim  Abdelmelic  presentó  el  estado  de  las  provisioaes 
de  la  ciudad ,  sin  contar  lo  que  tuviesen  los  vecinos  ricos  y  oomercisn- 
tes  en  particular  :  se  presentaron  matriculas  y  nóminas  de  los  varones 
ea  edad  de  tomar  armas.  «  La  gente  es  mocha,  pero  la  muchedumbre 
de  los  ciudadanos ,  decía  el  wazir ,  i  qué  nos  puede  prestar  sino  cui- 
dados? bravean  y  amenazan  en  la  paz ,  y  tiemblan  y  se  esconden  en 
ks  ocasiones  de  la  guerra.  »  El  esforzado  caudillo  Muza  ben  Abfl 
Gazan  dijo  :  «  No  hay  que  desconfiar  en  nuestras  fuerzas ,  sí  se 
dirigen  con  valor  y  con  inteligencia  :  ademas  de  la  gente  de  ar- 
mas asi  de  á  pié  como  de  á  caballo,  que  es  la  flor  de  Andalodi, 
muy  endurecida  y  acostumbrada  á  la  guerra,  tenemos  veíate  ni 
mancebos  en  el  fuego  de  su  juventud  que  en  la  presente  guem, 
en  defensa  de  su  patria  harán  tanto  como  los  scAdados  veteranos  y 
de  mas  experiencia  en  las  armas. »  El  rey  Abdalah  les  dijo  á  s» 
caudillos  y  jeques  :  «  Vosotros  sois  el  amparo  del  reino ,  y  los  que  con 
ayuda  de  Alá  Azza  Wagel  vengarán  las  injurias  hechas  á  muestra  re- 
ligión ,  las  muertes  de  nuestros  amigos  y  parientes ,  y  los  uUrajo 


INB  LOS  ÁRABES  EN  ESPAJU,  S$3 


bechot  á  nuestras  mngerefl  :  disponed  lo  que  oonTenga  en  este  g^ooiM^ 
qae  en  vuestras  manos  y  valor  estala  salad  oomnni  la  seguridad  de 
la  patria  y  la  libertad  de  todos.  »  Luego  repartieron  sus  órdenes^  el 
wazir  se  encargó  de  las  provisiones  y  armas ,  y  de  alistar  las  gentes  : 
el  caudillo  Muza  de  la  defensa  y  salidas  de  la  ciudad  contra  los  cristia- 
nos con  la  cat»llería  :  Naim  Reduan  y  Muhamad  Aben  Zayde  osan  sus 
ayudantes,  Abdel-Kerim  Zegri  y  otros  arrayaces  guardaban  las  mn- 
rallas  :  y  los  alcaides  de  la  Alcazaba  y  de  Torres  Bermejas  cuida'^ 
ban  de  sus  fortalezas.  lx>s  primeros  meses  de  este  aSo  no  se  cerraron 
las  puertas  principales  de  la  ciudad,  y  todos  estaban  seguros  por  el 
valcHT  y  prudencia  de  Muz¿.  Cada  dia  salian  tres  mil  caballos  á  escara- 
muzar con  los  campeadores  cristianos,  y  á  defender  las  recuas  defpro^ 
visión  que  de  la  serranía  venian  á  Granada ,  y  para  solo  esto  se  destinó 
á  Mubamad  Zabir  ben  Atar,  que  con  quinientos  caballos  andaba  en 
los  montes ,  y  hacia  mucho  mal  y  daño  en  los  cristianos  que  talaban 
y  corrian  aquella  tierra.  Cerca  de  Padul  tuvo  una  reñida  refriega  en 
que  murieron  muchos  valientes  muslimes,  y  muchos  mas  de  los  enemi- 
gos. Muchas  aldeas  fueron  saqueadas  y  quemadas  por  los  cristianos 
para  impedir  la  provisión  que  de  ellas  se  sacaba.  El  esforzado  caudillo 
Muza  con  sus  vidientes  caballeros  daba  continuos  rebatos  al  campo  de 
los  cristianos ,  y  se  trababan  muy  reñidas  escaramuzas  que  dejaban  el 
campo  bañado  ^en  sangre  y  cubierto  de  cadáveres  x  acometia  el  vato^ 
roso  Muza  con  tanta  intrepidez  y  denuedo  que  tenia  espantados  á  los 
cristianos.:  Uq^aba  muchas  veces  gineteando  y  metia  á  lanzadas  ¿  los 
cristianos  dentro  de  sus  reales.  Asimismo  los  otros  caudillos  y  caballeros 
de  Granada  hacían  muy  señaladas  proezas.  Las  continuas  escaramuzas 
y  arremetidas  de  los  caballeros  que  salian  de  la  ciudad  eran  tantas  y 
tales ,  que  los  cristianos  para  defenderse  cercaron  sus  reales  de  fosa  y 
de  valladares,  como  buenas  murallas,  en  que  manifestaron  mas  su 
resolución  de  no  levantar  el  campo  que  su  valor  para  defenderlo.  Como 
viese  Muza  aquella  obra  dijo  al  rey  que  queria  cercar  ¿  los  cristianos 
en  sus  reales ,  y  cierto  dia  á  la  hora  del  alba  salió  con  toda  la  caballe- 
ría y  peonage  de  la  ciudad ,  y  con  gran  estruendo  de  alambores  y 
trompetas  salieron  al  campo.  Los  cristianos  no  rehusaron  el  salir  al 
encuentro  como  otraS  veces ,  y  se  trabó  una  recia  batalla  en  que  la  ca«* 
balleria  hizo  maravillas  de  valor ;  pero  la  infantería  no  sufrió  el  acome- 
tíaiienlo  de  los  cristianos  y  huyó  desordenada  á  la  ciudad,  y  los  cris- 
tianos se  apoderaron  de  la  artillería  y  llegaron  persiguiendo  á  los 
muslimes  hasta  cerca  de  las  murallas  de  la  ciudad.  £1  ínclito  caudillo 
Muza  desesperado  y  lleno  de  rabia  volvió  bramando  como  un  agarro* 
diado  toro  ü  herido  león  hacía  la  ciudad,  y  juró  de  no  salir  mas  al 
campo  con  la  infantería.  En  esta  ocasión  se  apoderaron  los  cristianos 
de  las  torres  de  las  atalayas,  y  pusieron  en  ellas  arcabuceros  y  guar- 
nición. 

Mandó  Muza  cerrar  las  puertas  de  la  vega ,  desconfiando  de  la  de- 
fensa de  los  peones  y  ballesteros  que  las  guardaban.  Las  talas  y  robos 
de  los  cristianos  habían  cerrado  el  paso  á  las  provisiones  que  de  las 


6€4  HISTORIA  DS  LA  DOHOIÁGIOII 

sierras  solian  entrar  en  la  ciudad ;  asi  f ué ,  qne  se  principió  á  notar 
falta  de  mantenimientos.  La  inmensa  población  y  modicdombre  de 
gente  no  acostumbrada  ¿  comer  poco ,  poso  en  sumo  cuidado  al  rey  y 
al  wazir  Abul  Gazim :  hubieron  su  consejo ,  y  los  jeques  y  prindpades 
ciudadanos  que  asistieron  manifestaron  que  ya  no  podian  lle?ar  los  in- 
cesantes trabajos  de  la  g:uerra ,  que  ya  se  yeia  el  propósito  de  k» 
cristianos ,  que  no  pensaban  apartarse  de  allí  hasta  rendirlos :  ¿  Qué  re- 
medio nos  queda,  dedan,  sino  la  cierta  muerte?  £3  rey  Abdalah  Za- 
quir  se  acuitó  con  esto  y  no  pudo  responder  nada.  Todos  los  del  oon- 
sejo  se  inclinaron  á  tratar  de  avenencia  con  el  rey  de  Castilla.  Sedo  d 
vfidiento  Muza  decia  qne  todavía  era  temprano,  que  no  estaban  apura- 
dos todos  los  recursos,  ni  habia  el  pueblo  hecho  ningún  esfuerzo,  ni 
habia  tomado  las  armas  de  la  desesperación ,  que  en  ocasiones  raleii  las 
Tictorias  y  mas  cumplidas  venganzas.  Sin  embargo  se  acordó  que  el 
vazir  Abul  Gazim  Abdelmalec  saliese  á  proponer  avenencia  con  los 
cristianos. 

Salió  este  noble  anciano  y  fué  bien  recibido  de  los  reyes ,  y  deqmes 
de  muchas  y  graves  propuestas  se  acordó  que  el  rey  de  Granada  no 
siendo  socorrido  por  mar  ni  por  tieira  en  dos  meses  de  aquel  dia  con- 
tados entregase  las  dos  fortalezas  de  la  ciudad ,  torres  y  poerlas  de 
ella  :  que  el  rey  y  sus  caudillos  jurarían  obediencia  y  lealtad  al  rey  de 
Castilla ,  y  todos  los  moradores  de  Granada  le  tuviesen  por  su  sedor  y 
rey  :  que  se  pusiesen  en  libertad  sin  rescate  todos  los  cautivos  cristia- 
nos que  hubiese  en  la  ciudad,  y  que  entre  tanto  que  todo  esto  se  cum- 
ptia  diesen  en  rehenes  quinientos  nobles  mancebos  de  los  principales  de 
Granada  :  esto  á  los  doce  días  de  Grmadas  las  condiciones  :  que  al  rey 
se  dejasen  ciertas  taas  y  lugares  para  poder  vivir  como  rey ;  las  que 
señalase  de  la  Alpujarra  :  que  todos  los  muslimes  sean  y  queden  libres 
len  sus  casas  y  posesiones  como  al  presente  las  gozan ,  y  eso  mkmo  eoo 
sus  armas,  caballos  y  demás  bienes  que  tengan ,  que  vivan  sin  estorbo 
ni  impedimento  público  ni  secreto  en  su  ley,  que  tengan  sos  mez- 
quitas con  libertad  de  sus  ceremonias,  usos,  costumbres,  vestidos  j 
lengua ,  que  sean  gobernados  por  sus  propias  leyes  por  aleadles  de  sa 
secta  queservirán  de  consejeros  para  hacerles  justicia  los  gobernadores 
qne  pusieron  los  cristianos ,  que  no  se  les  impongan  mayores  tribatos 
que  los  que  por  Sunna  y  Xara  pagan  á  sus  reyes  :  y  que  por  tres  amos 
de  ahora  en  adelante  no  se  les  pida  ningún  tributo :  asi  se  concertó  esto 
por  Abul  Cazim  Abdelmalec ,  vrazir  de  Granada ,  y  Gonzalo  de  Cór- 
doba, capitán  del  rey  de  Castilla ,  y  el  catib  Fernando  de  Zafra,  y  se 
firmó  por  todos  y  se  juró  su  cumplimiento  á  25  de  noviembre  del  aao 
1491 ,  que  convenía  con  el  22  de  la  luna  de  Muharram  del  año  de  897. 


DK  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  665 


CAPITULO  XUII. 

Cómo  fué  recibida  la  capitolacioD.  Notable  discuno  de  Miua.  Fin  del  imperio  miuUm 

en  Espalla. 

Caando  el  wazir  presentó  las  capitaladones  en  d  consejo  no  pudie- 
ron contenerse  las  lágrimas  de  los  presentes,  solo  el  intrépido  Muza 
les  dijo :  Dejad ,  señores ,  ese  inútil  llanto  á  los  niños  y  á  las  delicadas 
hembras  :  seamos  hombres  y  tengamos  todavía  corazón  no  para  der- 
ramar tiernas  lágrimas,  sino  hasta  la  última  gota  de  nuestra  sangre  : 
llagamos  un  esftierzo  de  desesperación ,  y  pdeando  contra  nuestros 
enemigos  ofrezcamos  nuestros  pechos  á  las  contrapuestas  lanzas  :  yo 
estoy  pronto  á  acaudillaros  para  arrostrar  con  denuedo  y  corazón  va- 
liente la  honrosa  muerte  en  el  campo  de  batalla.  Mas  quiero  que  nos 
cuente  la  posteridad  en  el  glorioso  número  de  los  que  murieron  por 
defender  su  patria,  que  no  en  el  de  los  que  presenciaron  su  entrega. 
Y  si  este  valor  nos  falta,  oigamos  con  paciencia  y  serenidad  estas  mez- 
quinas condiciones ,  y  bajemos  el  cuello  al  duroy  perpetuo  yugo  de  en- 
vflecída  esclavitud  :  veo  tan  caídos  los  ánimos  del  pueblo  que  no  es  po- 
sible evitar  la  pérdida  del  reino ,  solo  queda  un  recurso  á  los  nobles 
pechos ,  que  es  la  muerte ,  y  yo  prefiero  el  morir  libre ,  á  los  males  que 
nos  aguardan.  Si  pensáis  que  los  cristianos  serán  fieles  á  lo  que  os 
prometen ,  y  que  el  rey  de  la  conquista  será  tan  generoso  vencedor 
como  venturoso  enemigo,  os  engañáis  j  están  sedientos  de  nuestra  sangre, 
8C  hartarán  de  ella :  la  muerte  es  lo  menos  que  nos  amenaza.  Tor- 
mentos y  afrentas  mas  graves  nos  prepara  nuestra  enemiga  fortuna ,  el 
fobo  y  saqueo  de  nuestras  casas ,  la  profanación  de  nuestras  mezqui- 
tas ,  los  ultrajes  y  violencias  de  nuestras  mugeres  y  de  nuestras  hijas, 
opresión,  mandiunientos  injustos,  intolerancia  cruel  y  ardientes  ho- 
gueras en  que  abrasarán  nuestros  miseros  cuerpos  :  todo  esto  veremos 
por  nuestros  ojos,  lo  verán  á  lo  menos  los  mezquinos  que  ahora  temen 
la  honrada  muerte ,  que  yo  por  Alá  que  no  lo  veré. 

La  muerte  es  cierta  y  de  todos  muy  cercana,  ¿  pues  porqué  no  emplea- 
mos el  breve  plazo  que  nos  resta  donde  no  quedemos  sin  venganza? 
vamos  á  morir  defendiendo  nuestra  libertad ;  la  madre  tierra  recibirá 
lo  que  produjo,  y  al  que  faltare  sepultura  que  le  esconda  no  le  faltará 
cíelo  que  le  cubra.  No  quiera  Dios  que  se  di  ja  que  los  granadíes  nobles 
no  osaron  morir  por  su  patria. 

Galló  Muza ,  y  callaron  todos  los  que  alli  estaban ,  y  él  viendo  el  aba- 
timiento y  silencio  de  los  jeques ,  arrayaces  y  alfaquies  que  estaban  pre- 
sentes se  salió  de  la  sala  muy  airado ,  y  dicen  que  habiendo  en  su  casa 
tomado  armas  y  caballo  se  partió  de  la  ciudad  por  puerta  Elvira  y  nunca 
mas  pareció.  Después  de  largo  y  triste  silencio  el  rey  Abu  Abdalah  el 
Zaquir  les  dijo ,  que  en  la  ciudad  y  en  todo  el  reino  habia  faltado  á  un 
tiempo  el  ánimo  y  las  fuerzas  para  resistir  á  tan  poderosos  enemigos. 
Que  no  extrañaba  que  los  que  á  duras  penas  hablan  escapado  la  vida  en 


666  talSTOBU  ÜE  Lá  DOHDUami 

las  ocasiones  de  imtallas ,  no  se  ofreciesen  con  gnsto  ¿  nneros  peUgros, 
perdida  la  esperanza  de  mejor  yentnra :  qne  todos  los  recursos  faltaban 
y  los  habían  llevado  tras  si  la  avenida  y  tempestad  de  su  mala  fortuna. 
El  yizir  y  los  principales  jeques,  temiendo  que  el  pueblo  se  amotinaseen 
los  dias  que  restaban  hasta  el  plazo  señalado  con  los  acalorados  discur- 
sos de  Muza  y  de  otros  valientes  caballeros,  aconsejaron  al  rey  que 
escribiese  al  de  Castilla  que  para  evitar  alborotos  y  novedades  quería 
entregarle  la  ciudad  sin  dilación ,  que  no  baUaba  otro  medio  para  atajar 
revoluciones  y  desgracias ,  que  pues  tal  era  la  voluntad  de  Dios  al  dia 
siguiente  quería  entregarle  las  fortalezas  y  la  ciudad.  Con  esta  carta 
salió  Aben  Tomixa  su  vizir  con  un  presente  de  caballos  castizos  con 
ríeos  jaeces  y  alfanges.  Recibióle  el  rey  de  Castilla  con  mucha  honra ,  y 
holgó  de  su  aviso ,  y  respondió  al  rey  que  asi  se  baria  todo  bien  al  día 
siguiente  como  el  rey  de  Granada  decia,  al  cual  aseguró  de  nuevo  sus 
promesas  de  seguridad  y  amistad  y  la  propiedad  de  la  taa  y  vaUe  de 
Purehena,  Tersa ,  Dalias,  Marchena ,  Yolodui,  Luchar,  Andarax ,  Jo- 
viles  ,  Xixar ,  Jubiiem ,  Ferreyra ,  Poqucira  y  Orgiba ,  con  todos  k» 
heredamientos,  pechos  y  derechos  de  las  dichas  taasy  lugares  y  grandes 
rentas  con  que  viviese ,  y  lo  mismo  ¿  Juzef  Benegas ,  á  ben  Tomiza,  y 
á  todos  los  vecinos  la  propiedad  y  seguridad  de  todos  sus  bienes :  y  que 
estas  cartas  de  seguro  quedasen  en  poder  del  rey  Abdalah ,  ó  de  quien 
su  alteza  mandase  para  satisfacción  de  los  muslimes.  Esto  se  concertó  el 
dia  4  de  Rabie  primero  del  año  897  (1492) .  Ordenó  el  triste  rey  Abu  Ab- 
dalah que  al  dia  siguiente  á  la  hora  del  alba  partiese  su  famüia  la  via 
de  la  Alpujarra  con  todas  las  riquezas  y  tesoros  mas  preciosos  del  al- 
cázar :  y  encargó  la  entrega  de  las  fortalezas  al  vizir  Aben  Tomixa. 
Venido  el  fatal  dia  se  oyó  el  estruendo  de  clarines  y  tambores  del  ejér- 
cito cristiano  que  en  orden  de  batalla  venia  á  la  ciudad.  £1  rey  Abo 
Abdalah  con  cincuenta  caballeros  principales  y  sus  vizires  salió  á  recibir 
á  los  cristianos :  y  el  rey  de  Castilla  se  adelantó  acompañado  de  sus  cao- 
dillos  y  de  mucha  caballería ,  y  el  rey  Abu  Abdalah  cuando  llegó  á  su 
presencia  hizo  ademan  de  quererse  apear,  como  lo  hicieron  sus  caba- 
lleros, mas  el  rey  de  Castilla  no  se  lo  permitió  y  acercándose  ambos  á 
caballo,  el  rey  Abu  Abdalah  le  besó  el  brazo  derecho  y  bajando  sus  ojos 
con  profunda  tristeza  le  dijo :  «  Tuyos  somos ,  rey  poderoso  y  ensalzado, 
esta  ciudad  y  reino  te  entregamos ,  que  asi  lo  quiere  Alá ,  y  confiamos 
que  usarás  de  tu  triunfo  con  clemencia  y  generosidad,»  y  le  entrólas 
llaves  el  vizir.  £1  rey  de  Castilla  le  abrazó  y  le  consoló  diciéndtde  que 
en  su  amistad  ganaba  lo  que  la  adversidad  y  suerte  de  la  guerra  le  ha- 
bia  quitado ,  que  viviese  seguro  de  su  protección  y  amor.  £1  rey  Aba 
Abdalah  no  quiso  volver  hacia  la  ciudad  y  tomó  el  camino  de  las  sierras 
para  alcanzar  á  su  familia.  Los  caudillos  crístianos  acompañados  de  ks 
vizires  entraron  en  la  ciudad  y  se  apoderaron  délas  fortalezas,  primero 
de  Toires  Bermejas ,  luego  de  la  Alcazaba  y  Albaycin.  Entraba  tacaba- 
Ileria  de  los  cristianos  sin  que  pareciese  nadie  en  las  calles  de  la  populosa 
ciudad,  que  todos  sus  vecinos  gemian  encerrados  en  sus  casas.  Luego 
que  pusieron  sus  banderas  y  cruces  sobre  las  altas  torres  entró  mucfas 


DB  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  667 

tropa  de  infantería,  j  los  principales  caballeros  de  Granada  se  presenta- 
ron al  conde  de  Tendilla ,  alcaide  nombrado  de  la  ciudad ,  y  ftieron  muy 
honrados ,  y  pasearon  la  ciudad  en  compañía  de  los  caudillos  cristianos 
como  vasdlos  de  un  mismo  principe :  entraron  los  reyes  de  Castilla  en 
su  conquistada  ciudad,  y  dieron  el  gobierno  de  los  muslimes  en  ella  al 
infante  Cidi  Yahye  Anayar,  y  á  su  hijo  el  mando  de  la  costa  de  Granada : 
premio  de  su  inCdelidad  y  de  los  seryicios  con  que  ayudaron  á  la  ruina 
de  su  patria ;  asimismo  fueron  muy  bien  heredados  los  hijos  del  rey 
Abul  Hacen.  El  triste  rey  Abu  Abdalah  al  llegar  á  Padul  toItíó  los  ojos 
á  mirar  por  la  postrera  vez  su  ciudad  de  Granada,  y  no  pudo  contener 
sus  lágrimas ,  y  dijo :  Alakuakbar. . .  y  dicen  que  la  reina  su  madre  lo 
dijo :  Razón  es  que  llores  como  muger,  pues  no  fuiste  para  defenderla 
como  hombre;  y  este  sitio  se  llamó  desde  entonces  Feg  Alah  huakbar, 
y  so  Tizir  Juzef  Aben  Tomixa  que  les  acompadaba  le*  dijo  t  Considera , 
señor,  que  ks  grandes  y  notables  desventuras  hacen  también  famosos  á 
los  hombres  oomo  las  prosperidades  y  bienandanzas,  procediendo  eneQas 
con  valor  y  fwtaleza :  y  el  cuitado  rey  llorando  le  dijo :  ¿Pues  cuáles 
igualan  á  las  extraordiiuarias  adversidades  mías? 

Asi  acabó  el  imperio  de  los  muslimes  en  España  el  dia  5  de  Rabie  pr^ 
oiero  del  año  897  (1492). 

El  rey  Abu  Abdalah  vivía  triste  y  deq>echado ,  no  pudiendo  llevar  la 
condldon  de  particular  á  que  su  fortuna  le  tenia  reducido ,  y  sin  noticia 
ni  expreso  consentimiento  suyo  su  vizír  vendió  al  rey  de  Castilla  la  taa 
de  Purchena ,  y  le  presentóla  suma  de  ochenta  mil  ducados  de  oro  de  su 
precio  en  Andarax  aconsejándole  que  partiese  luego  á  África  y  se  apar- 
tase de  aquellas  tierras  en  que  antes  había  reinado :  lo  mismo  le  per-* 
suadía  Juzef  ben  Egas,  caballero  noble ,  pariente  y  gran  privado  suyo , 
asi  que  el  rey  Abu  Abdalah,  viendo  que  ya  era  cosa  acabada  y  que  no 
tenia  remedio,  pasó  con  su  familia  á  África  año  898  (1493),  y  el  infeliz 
que  no  tuvo  ánimo  para  morir  en  defensa  de  su  patria  y  reino,  murió 
peleando  en  batalla  por  conservar  el  de  su  pariente  Muley  Ahmed 
ben  Merini  Fez  en  la  batalla  del  vado  Bacuba  en  el  rio  Wadíl- 
8wed  peleando  contra  los  dos  Jarifcs ,  que  tal  destino  le  estaba  preparado 
en  el  libro  de  los  eternos  decretos :  alabado  sea  Dios  ensalzadw  y  humi- 
llador de  los  reyes  que  da  el  poderío  y  la  grandeza  como  quiere ,  y  el 
abatimiento  y  la  pobreza  según  su  divina  voluntad,  y  el  cumplimiento 
de  eUa  es  la  eterna  justicia  que  rige  los  acontecimientos  humanos. 


66S  msTORiA  DE  LA  DOMraAaon 


ANÉCDOTA  CURIOSA. 


En  el  tiempo  qne  Antequera  estaba  ya  en  poder  de  cristianos  y  fron- 
tera contra  el  reino  de  Granada ,  había  en  ella  un  caballero  alcaide  de 
aquella  ciudad  que  se  llamaba  Narvaez.  Este  como  era  costumbre  hacm 
entradas  en  tierra  de  Granada  algiuas  veces,  otras  enviaba  gente  suya 
que  las  hiciese  :  el  mismo  estilo  tenian  los  granadinos  en  todas  aqudlas 
fronteras.  Acaeció  una  vez  que  Narvaer  envió  ciertos  caballos  á  correr, 
los  cuales  partiendo  á  la  hora  que  conviene  partir  para  aquel  efecto 
entraron  bien  dentro  de  la  tierra  de  Granada :  y  yendo  pcnr  su  camino 
no  hallaron  otra  presa  sino  fué  un  esforzado  mozo ,  el  cual  venia  de  h 
manera  que  aquí  se  dirá ;  y  por  ser  de  noche  no  pudo  escaparse  porque 
sin  pensar  dio  en  los  caballos  de  Narvaez ,  y  ellos  también  en  él :  y  vien- 
do que  no  había  otra  cosa  en  que  ganar  y  avisados  del  jóvoi  que  toda 
la  campaña  estaba  limpia ,  otro  día  de  mañana  se  volvieron  á  Ronda  y 
presentáronle  á  Narvaez.  Era  este  mancebo  de  hasta  veinte  y  dos  á 
veinte  y  tres  años ,  caballero  y  muy  gentil  hombre  :  traía  una  marbti 
de  seda  morada  muy  bien  guarnecida  á  su  modo,  una  toca  corta  muy 
fina  sobre  un  bonete  de  grana,  en  un  caballo  muy  excelente,  y  una  lanza 
y  una  adarga  labrada  como  suelen  ser  las  de  moros  principales.  Nar- 
vaez le  preguntó  quién  era,  y  él  dijo  que  era  hijo  del  alcaide  de  Ronda, 
biea  conocido  entre  cristianos  por  ser  hombre  de  guerra.  Preguntan* 
dolé  dónde  iba,  no  respondió  palabra  porque  lloraba  tanto  que  las  lá- 
grimas le  impedían  el  habhi.  Narvaez  le  dijo  :  Maravillóme  de  ti ,  que 
siendo  caballero  y  hijo  de  un  alcaide  tan  valiente  comoes  tu  padre  y  sa- 
biendo que  estos  son  casos  de  guerra,  estés  tan  abatido  y  Urares  como 
muger ,  pareciendo  en  tu  disposición  buen  soldado  y  buen  caballero.  A 
esto  respondió  el  moro  :  No  lloro  por  verme  en  prisión,  ni  por  ser  tu 
cautivo ,  ni  estas  lágrimas  son  por  la  pérdida  de  mi  libertad,  sino  por 
otra  muy  mayor  y  que  me  duele  mas  que  verme  en  la  fortuna  qne  me 
veo.  Oídas  estas  palabras ,  Narvaez  le  rogó  mucho  que  le  dijese  la  causa 
de  su  llanto,  y  el  mancebo  le  dijo :  Sábete  que  ba  muchos  días  que  yo  soy 
servidor  y  enamorado  de  una  hija  del  alcaide  de  un  tal  castillo,  y  bda 
servido  con  mucha  lealtad ,  y  muchas  veces  he  peleado  por  su  servido 
contra  vosotros  los  cristianos ,  y  ella  ahora  viendo  la  obligación  queme 
tenia  era  contenta  de  casarse  conmigo ,  y  habíame  enviado  á  llamar  para 
que  la  sacase  y  venirse  en  mi  compañía  á  mi  casa ,  dejando  la  de  su  pa- 
dre por  amor  de  mi ,  y  yendo  yo  con  este  contentamiento  esperando  al- 
canzar cosa  tan  descada,  quiso  mi  mala  fortuna  que  me  tomasen  cau- 
tivo tus  caballos,  y  perdiese  mí  libertad  y  todo  el  bien  y  buena  ventura 
que  pensaba  tener  -.  si  esto  te  parece  que  no  merece  lágrimas,  yo  no  sé 


DE  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÑA.  669 

con  quemostrar  lamiseria  en  que  estoy.  Fué  tanta  la  piedad  que  Narvaez 
tnvo,  que  le  dijo  :  Tú  eres  caballero,  y  si  como  caballero  me  prometes 
de  volver  á  mi  prisión ,  yo  te  daré  licencia  sobre  tu  fe.  £1  moro  lo 
aceptó,  y  dándole  palabra  se  partió,  y  aquella  noche  llegó  al  castillo 
donde  estaba  su  dama,  donde  tuvo  muy  buena  forma  de  hacerla  saber 
que  estaba  alli,  y  ella  se  dSó  tan  buena  maña  que  le  dio  hora  y  lugar 
donde  la  pudo  hallar  á  solas ;  mas  todo  el  razonamiento  del  moro  fue- 
ron lágrimas  sin  poderla  hablar  palabra  :  y  maravillada  la  mora  de  esto 
le  dijo :  ¿Cómoes  esto  ?ahoraque  tienes  lo  que  deseas,  pues  me  tienes  en 
tu  poder  para  llevarme,  muestras  tanta  tristeza?  El  m(Ht)  le  respondió  : 
Sábete  que  viniendo  á  verte  yo  fui  cautivo  délos  caballos  de  Konda,  y  me 
llevaron  áNarvaez,  el  cual  como  caballero  sabiendo  mi  mala  fortuna  me 
tuvo  lástima ,  y  sobre  mi  fe  me  dio  licencia  que  te  viniese  á  ver ,  y  asi 
yo  vengo  á  verte ,  no  como  libre ,  sino  como  esclavo ,  y  pues  yo  no  tengo 
libertad,  no  plegué á  Dios  que  queriéndote  yo  tanto,  te  lleve  adonde 
pierdas  la  tuya  :  yo  mct  volveré,  porque  he  dado  mi  fe,  procuraré  res- 
catarme ,  y  volveré  por  ti .  La  mora  le  respondió :  Antes  de  ahora  me  has 
mostrado  lo  que  me  quieres ,  y  ahora  me  lo  muestras  mejor ,  pues  tienes 
tanto  respeto  á  mi  libertad ;  mas  pues  eres  tan  buen  caballero  que  miras 
loqueámi  me  debes,  y  lo  que  debesá  tu  fe,  no  plegué  á  Dios  que  yo  esté 
en  compañía  de  nadie  si  no  fuere  la  tuya ,  y  aunque  no  quieras  me  he 
de  ir  contigo ,  y  sí  fueres  esclavo  seré  esclava ,  y  si  Dios  te  diere  liber- 
tad,  á  mí  me  la  dará  también  :  aquí  tengo  este  cofre  con  muy  preciosas 
joyas ,  tómame  á  las  ancas  de  tu  caballo,  porque  yo  soy  muy  contenta 
de  ser  compañera  do  tu  fortuna.  Dicho  esto  se  sahó  con  él ,  y  él  la  tomó 
á  las  ancas  (fd  caballo,  y  otro  dia  llegaron  á  Ronda  donde  se  presentaron 
delante  de  Narvaez ,  el  cual  los  recibió  muy  bien ,  y  les  hizo  mucha  fiesta 
dándoles  algunas  cosas ,  y  alabando  el  amor  de  la  mora  y  la  palabra  y 
verdad  del  moro ,  y  otro  día  les  dio  licencia  que  se  fuesen  libres  á  su 
tierra,  y  los  mandó  acompañar  hasta  ponerlos  en  salvo.  Esta  aventura, 
el  amor  de  la  doncella  y  del  granadino,  y  mas  la  generosidad  del  al- 
caide Narvaez  fué  muy  celebrada  de  los  buenos  caballeros  de  Granada  y 
cantada  en  los  versos  de  los  mej(»:es  ingenios  de  entonces. 


670  rasnroRiA  be  ul  DOimiAawi 

SERIE  DE  LOS  RETES  MOROS. 

S«THla.  Afios  de  Cristo. 

Aben  Hoz.  Perdió  la  corona  oonqoistada  Sevilla.    1248 

ValencU. 

GiomaU  ben  Zeyao,  que  la  perdió 1238 

Mareta. 

Abdala  Aladel. 

Mohamad  ben  Jozef  Aben  Haz. 

Granada. 

Mühamad  Aben  Alabmar  1 1273 

Mubamadll 1302 

Abu  Abdala  Mahamad  III ,  destronado  en  1308. .  1314 

Nazar.  Depuesto  en  1313.  Mario  en.         .     .    .  1322 

Abid  Walid  y  Abul  Said  Ismail ,  que  murió  en.   .  1325 

Moley  Muhamad  IV 1333 

Juzef  Abul  Hagiag 1354 

Muhamad  Y,  destronado  por  Ismail '  1359 

Ismail ,  destronado  por 

Abu  Said ,  que  murió  ¿  manos  del  rey  don  Pedro.  1361 

Muhamad  VI 1391 

Abu  Abdala  Juzef. 1395 

Muhamad  VII 1399 

Juzef 1420 

Muley  Muhamad  VIII.  Depuesto. 
Muhamad  Zaquir  IX.  Asesinado. 
Muhamad  Aihayzari ,  depuesto  tres  veces. 

Juzef  Aben  Alabmar,  destronado 1433 

Muhamad  Aben  Ozmin ,  huyó  en 1454 

Aben  Ismail 1466 

Abul  Hacen 1484 

Abdalah  el  Zagal  y  Abdalah  el  Zaquir  acabaron 
con  el  imperio. 


DB  LOS  ÁRABES  EN  ESPAÜA.  071 


DECLARACIÓN 

DE  ALGUNOS  NOMBRES  DE  ESTA  HISTOIUA. 

Alah.  Dios. 

Alislam^  ó  Islam,  La  religión  mahometana. 

Alcorán.  Leyenda  por  excelencia  :  la  ley  de  Mahoma* 

Aljama,  Concejo ,  ayuntamiento. 

Alcadi,  CadU  Joez  de  aljama. 

Alcadiy  Alkabir,  Gran  juez,  presidente  del  concejo. 

Alfaki.  Doctor. 

Alime,  Sabio. 

Alhageb,  Ministro  principal  de  palacio.  Primer  ministro  en  Córdoba. 

Alcaide.  Gaadillo ,  gobernador  de  ciudad ,  fuerte  ó  frontera. 

Almocri.  Lector  de  mezquita. 

Ain.  Fuente. 

Alimam.  Prefecto  de  la  oración  en  la  mezquita. 

A  zalá.  Oración.  Eran  cinco.  Azohbi,  del  alba  :  Adohar,  del  medio  día  : 

Alasar,  de  la  tarde  :  Almagrib,  al  ponerse  el  sol :  Alaterna  j  al  anochecer. 
Almimbar,  Pulpito. 
Alminar.  Faro,  torre  de  mezquita. 
Almuéden.  Sacristán ,  muñidor  de  mezquita,  que  pregona  y  llama  á  la  oración 

desde  el  alminar. 
Alchatib.  Predicador  de  la  mezquita. 
Alhafít.  Doctrinero. 

Almucadem,  Capitán ,  adelantado  de  frontera. 
Alnahibe.  Capitán  de  caballería. 
Alférez.  £1  que  lleva  la  bandera. 
Alfaraz.  Caballero  de  lanza  y  espada. 
Almogarábes,  Campeadores.  Caballería  de  lanzas  y  ballestas. 
Alhige,  Peregrinación  santa. 
Algazazes.  Batidores  y  espías. 
Algara.  Correría,  cabalgada. 
Algiet,  Guerra  santa. 
Algacia.  Conquista ,  expedición  de  guerra. 
Alwaeir.  Alguacil.  Ministro  principal  de  ciudad  ó  de  palacio. 
Amir,  Gefe,  capitán ,  general ,  príncipe. 
Amir  amumenin.  Príncipe  de  los  fieles. 
Amelia.  Provincia ,  gobierno  de  ella. 
Alcudia.  Alcaldía,  terrítorio  y  jurisdicción  de  un  alcalde. 
Alcatib.  Secretario. 
Algarbia.  Parte  occidental. 
Afrane.  Francia. 
Alcarria.  Pueblo,  villar. 
Aldea.  Lugar  corto. 
Alhaci.  Tutor. 

Alhali.  Autorizador  de  casamiento. 
Alhace.  Mandato  de  tutoría. 
Acidaque.  Dote. 
Algufia.  Parte  norte. 


672  HISTORU  DE  lA  DOMINACIÓN  DE  LOS  ÁRABES. 

Jletüa.  Castillo. 

AlcoUa.  Castillejo. 

Alcocer.  Palacio  pequeño. 

Alkibla,  Parte  meridional. 

Axarquia.  Parte  oríenlal. 

Borg.  Torre. 

Cadi.  Jaez. 

Catib,  Escribano. 

Chothba.  Oración  pública  por  el  rey. 

ad.  Señor.  Cidi.  Señor  mió. 

Gacira.  Isla. 

Geb€d.  Monte. 

Guadij  Giéoda.  Rio. 

Hans.  Castillo. 

Medina.  Cindad. 

Munimes.  Fieles. 

Naib.  Capitán. 

Said'Almedina,  Prefecto  de  las  ejecaciones  de  jostída. 

Toa.  Obediencia,  territorio  jurisdiccional. 

Wazir.  Ministro  prihcipal ,  gobernador  de  ciudad. 

Walt,   Prefecto,  caudillo  principal ,  gobernador  de  provincia »  general  de 

ejército. 
Wala,  Por  Dios,  jnramenlo. 
Wadi ,  y  Wada  qae  se  pronuncia  Guadi. 


FIN. 


índice  de  los  capítulos. 


PRéLOOO Vj 

PRIMERA  PARTE. 

Gapitiilo  i.  De  los  «nttgaot  árabei i 

Cap.  n.  Del  prineipio  del  Islam a 

Cap.  m.  De  las  eipedleienes  militares  de  los  primeros  eallfas  contra  griegos  y  persas.  .  4 

Gap.  IY.  Enerada  de  los  árabes  en  África,  y.eonqnista  de  la  drenaica. f 

Gap.  V.  Conquista  de  Berbería,  y  fandacion  de  Cainran 7 

Cap.  VI.  Conquistas  de  Musa  en  Almagréb  ó  Mauritania u 

Cap.  TD.  Imperio  del  califa  WalidbenAbdelmelie ib. 

Cap.  YOL  Propnesta  é  intentos  de  pasar  á  Espaffa la 

Cap.  ££.  Entrada  de  Tarie  en  Bspafia I4 

Cap.  X.  De  la  batalla  de  Ooadalede is 

Cap.  XI.  De  la  entrada  de  Mnia  en  Espafla,  y  conquistas  de  Tarie  en  Andalucia.    .    .    .  i« 

Cap.  Xn.  De  la  conquista  de  Toledo  y  de  sus  comarcas 20 

Cap.  XID.  De  la  conquista  de  Herida,  y  ? enida  de  Abdelaxis  á  Espafia ib. 

Cap.  XIV.  De  la  Tenida  de  Muía  A  Toledo ,  y  de  las  desaTcneneias  de  ambos  caudillos.  33 

Cap.  XY.  De  las  conquistas  de  Abdelaaia  en  tierra  de  Murcia 3S 

Cap.  XYI.  Conquistas  de  Tarie  en  la  Espafia  oriental ,  y  de  Musa  en  tierras  del  norte  do 

Espafia 37 

Cap.  XYn.  De  la  partida  de  Musa  y  Tarie  de  Espafia  para  Damasco 38 

Cap.  XYm.  Del  imperio  del  califa  Suleiman So 

Cap.  XBL  De  la  muerte  de  Abdelasii  y  gobierno  de  Ayub 3i 

Cap.  XX.  Del  Imperio  del  eulilii  Omai  ben  Abdelaiii,  y  gobierno  de  AlhaAr  en  Bspafia.  34 

Cap.  XXI.  Del  imperio  del  eulilii  Jftíd  bea  Abdelmelie,  y  goblemo  de  Alsama.    ...  as 

Cap.  XXn.  Del  imperto  del  eaüfi  Hizém ,  y  gobierno  de  Abderabman  y  de  AmUsa  en 

Espafia. 37 

Cap.  XXm.  Eleeeiones  y  destitncionee  de  Tartos  amlres  de  Espafia s» 

Cap.  XXIY.  Gobierno  de  Abderabman  ben  Abdala ,  y  muerte  de  Otman  ben  Abi  Neia.    .  4 1 

Gap.  XXY.  Eipedidon  de  Abderabmao  á  Us  Gallas 4S 

Cap.  XXYI.  De  la  eleccioB  de  Abdelmelie  ben  Cotan  panamlr  de  Bspafia,  y  su  Tenida 

á  ella 44 

Cap.  XXVIl.  Gobierno  de  Ocba  ben  Albeglg 46 

Cap.  XXYm.  De  la  Tuelta  de  Ocba  á  Bspafia,  y  de  en  muerte. 41 

Cap.  XXIX.  De  la  rebelión  de  los  berberies  de  África  contra  los  árabes,  y  entrada  de 

Baleg  en  Andaluda. ib. 

Cap.  XXX.  Guerra  ciril  do  Baleg  y  Aben  Cotan  en  Bspafia 40 

Cap.  XXXI.  Del  imperio  del  eaHfi  Walid  ben  ieiid ,  y  del  calila  Jeiid  ben  WaUd.    .    .  S3 

Cap.  XXXII.  De  las  revueltas  de  África,  sosegadas  por  Hantala  ben  Sefuán &3 

43 


674  ÍNDICE  DE  LOS  CAPÍTULOS. 

Cap.  XXXÜL  De  la  eleceton  de  Rosám  ben  Dhirar  para  amir  de  Espafia,  y  de  m  go- 
bierno en  ella si 

Cap.  XXXIV.  Del  imperio  del  califa  Ibrabim ,  y  de  la  guerra  civil  eo  Siria ST 

Cap.  XXXV.  De  la  guerra  civil  entre  los  caudillos  Samail ,  Thueba  y  Hasám  ben  Dhinr.  s8 

Cap.  XXXVI.  Gobierno  de  Thneba  y  elección  de  JuBuf  el  Fehri té 

Cap.  XXXVII.  Gobierno  de  Jusuf  el  Fehri,  y  división  de  las  provincias  de  Espafia.    .    .  6i 

Cap.  XXXVIU.  Del  imperio  del  califa  Meruán ,  último  de  los  Omeyas  en  oriente.  ...  a 

Cap.  XXXIX.  De  otros  sucesos  trágicos  de  los  Beni  Omeyas  después  de  la  nuierte  de 

Meruán » 

Cap.  XL.  De  la  guerra  cítíI  de  los  caudillos  árabes  en  Espafia M 


SEGUNDA  PARTE. 


Cap.  i.  De  Abderahman  ben  Hoavia,  errante  entre  los  alárabes  del  desierto u 

Cap.  n.  Del  consejo  de  los  jeques  de  Siria  y  Egipto,  establecidos  en  España 75 

Cap.  III.  De  la  embajada  de  los  Jeques  á  Abderahman n 

Cap.  rv.  Del  fin  de  la  guerra  contra  Alabdari n 

Cap.  V.  De  la  venida  de  Abderahman  á  Espafia :* 

Cap.  VI.  De  la  guerra  contra  Jusuf  y  Samail M 

Cap.  Vn.    Del  allanamiento  y  entrega  de  Córdoba ts 

Cap.  Vin.  De  la  continuación  de  la  guerra ,  y  avenencia  de  Jusuf. U 

Cap.  IX.  De  la  entrada  de  Abderahman  en  Mérída,  y  nacimiento  de  Hixém M 

Cap.  X.  De  la  insurrección  de  Jusuf,  y  su  muerte ti 

Cap.  XI.  Del  tributo  impuesto  á  los  de  Castilla,  y  entrada  en  Toledo 13 

Cap.  XII.  DelosmovimientoadeBarcerah,y  delhijode  Jusuf. tt 

Cap.  XIII.  De  la  prisión  y  muerte  de  Samail m 

Cap.  XrV.  De  la  insurrección  de  Ben  Adra  en  Toledo m 

Gap.  XY.  De  la  Tenida  del  wali  de  Gainran  contra  Abderahman » 

Gap.  XVI.  Del  lerantamiento  del  alcaide  de  Sidonia n 

Cap.  XVII.  De  la  Tenida  del  M eknesi  contra  Abderahman. tf 

Gap.  XVIU.  De  la  eipedidon  á  Galicia,  y  guerra  contra  el  Meknesi  y  Sekelebl.     .    .   .  9S 

Cap.  XIX.  Déla  entrada  del  Meknesi  en  Sevilla  y  y  de  su  muerte n 

Cap.  XX.  Del  leTantamiento  de  Hnsein  el  Abdari  en  Zaragosa,  y  de  la  edueaeiOQ  de  \m 

hijos  de  Abderahman im 

Cap.  XXI.  De  la  fuga  del  hijo  de  Jusuf  de  la  prisión  de  Córdoba it: 

Cap.  XXII.  De  la  guerra  contra  Abulaswad,  sus  aventuras  y  muerte i» 

Cap.  XXni.  Del  vii^*  d^  Abderahman  á  Lusitania  y  Galicia iH 

Cap.  XXIV.  De  la  construcción  de  la  mezquita  mayor  de  Córdoba :  jura  sqlenme  de 

Hizém,  y  muerte  de  Abderahman ic 

Cap.  XXT.  Del  rey  Hixém,  y  alteraciones  de  sus  hermanos jr 

Cap.  XXVI.  De  la  baUUa  de  Bnlche ,  y  allanamiento  de  los  principes m 

Gap.  XXVn.  De  la  rebellón  y  guerra  en  Espafia  oriental m 

Gap.  XXVm.  De  las  obras  del  rey  Hixém .    • ut 

Cap.  XXDL  De  la  Jura  del  principe  Albakem ,  y  muelle  de  Hixém ni 

Cap.  XXX.  Del  rey  Albakem  ben  Hixém ,  y  de  las  alteraciones  que  anscitaroo  sus  tíos, 

y  victorias  en  Espafia  oriental. it( 


índice  de  los  capítulos.  67$ 

Pág. 

Cap.  XXXI.  De  Ut  numu  ? ieloriat  de  AHukem,  muerte  de  Solefanan ,  y  aTeoencia  cou 

Abdala 118 

Gap.  XXXIL  De  las  entradas  de  loa  de  Afranc  en  España  oriental .•    •    •  ii9 

Cap.  XXXIII.  De  la  venganza  de  AmrA  en  Toledo,  y  alboroto,  de  Metida 130 

Cap.  XXXIY.  De  los  movimientos  de  los  de  Afranc,  tregua  con  tos  de  Galicia,  y  conspi- 
ración en  Córdoba 122 

Cap.  XXXV.  De  la  guerra  contra  cristianos  en  las  fronteras .  123 

Cap.  XXXVI.  De  la  jura  del  príncipe  Abderahman,  y  batalla  del  arrabal  de  Córdoba.    .  12S 

Cap.  XXXYII.  De  la  guerra  en  las  fronteras  y  en  el  mar,  y  muerte  del  rey  Alhakem.  .    .  127 

Cap.  XXXYin.  Del  reinado  de  Abderahman  ben  Alliakem,  y  movimientosde  su  tio  Abdala.  129 

Cap.  XXXIX.  De  la  expedición  del  rey  á  Barcelona .  iSa 

Cap.  XL.  De  las  expediciones  á  las  fronteras,  y  educación  de  los  principes isi 

Cap.  XLI.  De  varios  sucesos,  y  conmoción  del  pueblo  de  Mórida ,    .  134 

Gap.  XLII.  De  la  sedición  y  alboroto  del  pueblo  en  Toledo 136 

Cap.  XLni.  De  la  entrada  de  los  rebeldes  en  Mérida iS7 

Gap.  XLIV.  De  la  guerra  en  las  fronteras,  y  por  mar  en  las  costas  de  Marsella.     .    .    .  140 

Cap.  XLY.  De  la  venida  de  los  nortmanos  á  las  costas  de  España i4i 

Cap.  XLVI.  De  varios  sucesos  y  obras  del  rey  Abderahman,  y  de  su  muerte i42 

Cap.  XLYU.  Del  reinado  de  Mubamad,  hijo  de  Abderahman 143 

Cap.  XLYIII.  De  la  guerra  en  las  frontesas  de  Galicia  y  en  Toledo 144 

Cap.  XLIX.  De  la  venida  de  los  magioges  á  las  costas  de  España 146 

Cap.  L.  De  la  guerra  en  Galicia,  y  origen  del  rebelde  Hafsun 147 

Cap.  U.  De  la  perfidia  de  Hafsun • 148 

Cap.  m.  De  la  entrada  de  Almondfair  en  Rotalyehud i49 

Cap.  UII.  De  las  expediciones  á  Galicia  y  A  los  montes 150 

Cap.  UV.  De  la  entrada  de  Almondhír  en  Zaragoza,  y  del  rey  en  Toledo.   ......  152 

Cap.  LV.  De  nuevas  entradas  en  Galicia ,  y  de  varios  acaecimientos  y  calamidades.  .    .  154 

Cik>.  LYI.  De  la  entrada  de  los  de  Afranc  con  Hafsun ,  y  batalla  de  Aybar 15S 

Cap.  LYIl.  De  la  declaración  de  sucesor  del  reino  en  el  principe  Almondhir,  y  muerte 

del  rey 156 

Gap.  LYIII.  Del  reinado  del  rey  Almondhir,  hijo  de  Muhamad 158 

Cap.  UX.  De  la  muerte  del  rey  en  batalla 161 

Cap.  LX.  Del  reinado  del  rey  Abdala,  hijo  de  Muhamad 163 

Gap.  LXI.  Déla  guerra  de  los  principes,  y  del  rebelde  Aben  Hafsun.    .......  16 4 

Cap.  LXn.  De  la  continuación  de  los  bandos  y  guerra  civil 165. 

Cap.  LXm.  De  la  victoria  de  Almudafar,  y  prisión  de  los  principes. Muhamad  y  AlcasíuL  168 

Cap.  LXIY.  De  la  entrada  de  los  rebeldes  en  Galicia ,.  y  batalla  de  Zamora.    .   .    ...    .  I7i^ 

Cap.  LXV.  De  las  treguas  con  el  rey  de  Galicia ,  y  otros  sucesos I7i 

Cap.  LXYI.  Del  retiro  del  wali  Abu  Otman ,  y  otras  ocurrencias  en  Córdoba 175 

Cap.  LXVII.  De  la  educación  dei  principe  Abderahman,  y  muerte  del  rey  su  abuelo.    .  177 

Cap.  LXVIII.  De  Abderahman  AnasirLedinala 178 

Cap.  LXIX.  De  la  expedición  del  rey  Abderahman  Anasir  al  mediodía  de  España.    .    .  I81 

Cap.  LXX.  Délas  disposiciones  del  rey  para  guardar  las  costas  de  España 182 

Cap.  LXXI.  De  la  visita  del  rey  Abderahman  á  sus  ciudades  de  Murcia,  Valencia  y  Za- 

ragou 18S 

Cap.  LXXII.  De  las  expediciones  A  sierra  Elbira 184 

Cap.  LXXin.  Déla  rendiciott  de  Toledo iSft. 


67$  ÍNDICE  DE  LOS  CAPÍTULOS. 

Cap.  LXXiy.DeluooMtdellltgréb,y«tta(todelotBflBiBdriseaF« i» 

Cap.  LXZY.  Del  estado  de  iMBeni  AgUb  en  Afrioa iM 

Gap.  LXXVI.  De  los  reyes  Xf  jeis,  que  aparederen  en  Ib  de  este  eealeaar  en  Aftiet.  .  m 

Cap.  LXXVn.  De  U  guerra  auxiliar  en  AUnagréb w 

Cap.  LXXyni.  De  las  algaru  en  Galieia w 

Cap.  LXXEL  De  la  ftindadon  de  Medina  Aaalirt. m 

Cap.  LXXX.  Déla  entrada  en  Galleta  y  batalla  de  Alliandle m 

Cap.  LXXXI.  De  U  ynelta  del  rey  Anasir  á  Córdoba ,  y  de  Tarlos  'soeesos ut 

Cap.  LXXXÜ.  De  U  batalla  de  Gormai,  y  treguas  eon  los  erislianos. tu 

Cap.  LXXXm.  DelaconspiraeiondeAbdata.biJo  deirey u( 

Cap.  LXXXIY.  Dota  Tenida  deles  mensageros  deGreeta,  y  otros  sacesos m 

Cap.  LXXXV.  De  ta  presa  de  nna  na^e  de  Afriea ,  y  otros  sneesos in 

Cap.  LXXXYI.  De  la  tenida  de  Abo  AlayxiáEspafia,  y  otros  sacesos ts^ 

Cap.  LXXXVII.  De  Tartas  obras  del  rey  Abderahman ,  y  de  su  muerte tt 

Cap.  LXXXYm.  Del  reinado  del  rey  AlbakemAImostansirBilah » 

Cap.  hXXXEL,  De  la  entrada  del  rey  en  fronteras  de  Galleta tu 

Cap.  ZC.  De  Tartos  acaecimientos  y  proTidencias  del  rey  Albakem tn 

Cap.  ZGI.  De  las  nueras  guerras  en  Hagréb. tH 

Cap.  XCD.  Dota  Tenida  del  amir  de  África  á  Córdoba,  y  otros  sucesos. tff 

Gap.  3UaiI.  De  ta  Jura  del  principe  Hixéra ,  y  memorft  de  los  sabios  de  Andafaida.  .  .  w 

Gap.  XCIT.  De  oosu  notables  del  gobierno  del  rey  Albakem,  y  de  su  muerte.   .  .  .  .  to 

Cap.  XGV.  Del  reinado  de  Hitém  el  Mayad  BOa. w 

Cap.  XGVI.  De  las  primeras  expediciones  de  Almanion mí 

Cap.  XGYII.  De  otras  entradas  de  Almanior  en  Galicia ssi 

Cap.  XCVUI.  De  cómo  Almanior  bonraba  A  los  doctos,  y  de  otros  sucesos 1S4 

€áp4  XdX.  De  las  bodas  del  b(Jo  de  Almanior,  y  de  sucesos  de  Magréb ^ 

Cap.  C.  De  la  entrada  de  Almantor  en  Galieta,  y  prisión  del  rey  Garda ^ 

Cap.  a.  De  Tartos  sucesos  de  África  y  de  EspaiU ^ 

Gap.  en.  De  la  batalta  de  Calat  Anosor,  y  muerta  de  Almanior. tn 

Cap.  Cm.  Dd  gobierno  de  Abdelmdic,biJo  de  Almanior. n> 

Gap.  dY.  Del  gobierno  de  Abderabman,  bijo  de  Almanior,  y  de  su  muerte ^ 

Cap.  CV.  Del  reinado  de  Mnhamad  el  Mobdi  Bila ^ 

Cap.  CVf.  De  Suldman  Almostain  Bila *< 

Gap.  GVn.  Déla  batalla  de  Guadiaro,  y  muerta  de  Muhamad Vi 

Gap.  CVin.  De  otros  sucesos  dd  cerco  de  Córdoba ,  y  entrada  de  Wadba  en  Toledo,  y  de 
Suleiman  en  Córdoba ^ 

Cap.  CIX.  Dd  gobierno  del  rey  Suleiman,  y  nuoTa  guerra  dTil ,  y  otros  sucesos.  .  .  •  ^s 

CAP.  ex.  Del  reinado  de  Aly  ben  Bamud ffí 

Cap.  CXI.  De  Abderahman  Almortadi a* 

Gap.  CXn.  De  Alcasimiben  Hamud w 

CAP.  GXIU.  De  Tabye  ben  Aly. ^ 

Cap.  GXIV.  De  Abderahman  Ahnostadir  Bila ^ 

Gap.  GXY.  De  Muhamad  Mostacfl  Bila ^ 

Cap.  CXVI.  De  Tabye  ben  Aly ^ 

Cap.  CXTII.  Del  reinado  de  Hlxém  el  Motad  Bila ^ 


m>lCE  DE  LOS  CAPÍTULOS.  077 

TERCERA   PARTE. 

Cir.  I.  Elaeelon  de  Gehvar,  SQ  gobierno ,  y  efUdo  de  las  provincias sis 

Cap.  II.  Gaerris  civiles  entre  los  muslimes. 322 

Gap.  ni.  Muerte  del  rey  de  Córdoba  Gebwar,  y  le  sucede  su  bijo  Mubamad.  Continua  la 

fuerra  entre  los  muslimes 927 

Cap.  IV.  Guerra  entre  los  reyes  de  Toledo  y  Córdoba.  Traición  negra  del  rey  de  Sevilla 

para  tomar  á  Córdoba 333 

Cap.  y.  Despoja  el  rey  de  Toledo  al  de  Yaieneia,  y  nraere  el  rey  de  Sevilla 336 

Cap.  YI.  Guerra  entre  el  rey  de  Toledo  y  el  de  Sevilla,  con  auxilio  de  eristianos  por  las 

dos  partes .* 338 

Cap.  YU.  Toma  el  rey  de  Toledo  á  Córdoba  y  Sevilla.  Muere  en  esta  ciudad  recobrada 

por  Aben  Abed 340 

Cap.  Yni.  Tratado  entre  Aben  Abed  y  Alfonso  de  Galicia.  Este  entra  en  el  reino  de 
Toledo,  y  se  retira  por  venir  contra  él  el  rey  de  Badejot,  que  muere  luego.  Tómase 

á  Toledo.  Muerte  de  Omar 344 

Cap.  OL  De  los  Almorávides  y  sus  guerras  en  AMca 349 

Cap.  X.  CalifaigodeJuiefbenTazibi 354 

Cap.  XI.  Continúan  las  conquistas  del  Almoravide  Juief. seo 

Cap.  XII.  Concierto  de  loe  muslimes  de  Espafia  y  Jnxef  contra  el  rey  Alfonso.  Este, 

tomada  Toledo ,  escribe  al  rey  de  Sevilla 364 

Cap.  Xm.  Respuesta  de  Aben  Abed  al  rey  Alfonso ,  y  conversación  de  aquel  con  so  byo.  368 

Cap.  XIY.  Embs\Jada  de  Aben  Abed  á  Juxef. S7i 

Cap.  XY.  Ylene  el  rey  Juief  á  Espafia,  y  reúnense  los  emires  contn  Alfonso 37S 

Gap.  XYI.  Batalla  de  Zalaca 380 

Cap.  XYn.  Relación  de  la  victoria  de  Zalaea  enviada  'por  Jasef  á  la  otra  banda,  y  por 

AbedáSevUU 364 


Cap.  XYni.  Yuelta  de  Jusef  á  AfHca.  Correrlas  de  los  Almorávides  y  de  Aben  Abed. 
Toma  de  Huesea  por  los  cristianos  después  de  la  victoria  de  Alcoraia.  Segunda 
venida  de  Juief. S8r 

Cap.  XIX.  Desavenencia  entre  los  muslimes,  y  mareba  de  Juief  á  África  por  temor  de 
Alfonso.  Yuelve  á  Espafia,  llega  á  Toledo  y  va  á  Córdoba.  Los  Almorávides  domi- 
nan enEspafia. 999 

Cap.  XX.  Conquistas  de  los  Almorávides  sobre  los  muslimes  de  Espafia.  Ejército  del  rey 
Alfonso  en  favor  de  Aben  Abed  vencido.  Toma  de  Sevilla.  Suerte  y  muerte  de  Aben 
Abed. 39S- 

Cap.  XXI.  Toma  de  Almería  por  los  Almorávides.  Entran  en  Yaiencia.  Tratado  del  rey  de 

Zaragoza  con  Jusef S98> 

Cap.  XXn.  Algaras  de  los  cristianos  en  tierra  de  Fraga.  Conquista  de  Badajoz  por  los 
Almorávides.  Union  del  Cid  con  los  moros  contra  ellos,  y  les  toman  á  Yaiencia. 
Los  Almorávides  toman  las  Baleares 49t 

Cap.  XXni.  Yuelta  de  Jnxef  á  Espafia.  Jura  de  su  bij*  Aly.  Muerte  de  Joaef  en  AfHca.   406. 

Gap.  XXIY.  Entra  á  reinar  Aly  ben  Juxef.  Yiene  dos  veces  á  Espafia»  Batalla  de  UUis  en 

que  murió  el  infante  don  Sancbo 409. 

Cap.  XXY.  Tercera  venida  de  Aly,  que  sitia  á  Toledo  y  no  puede  tomarla.  Yietoriao  del 

rey  Radmir.  Gorrerías  de  Meideli 4i3. 

Cap.  XXYI.  Insurrección  en  Córdoba  contra  los  Almorávides.  Alboroto  en  África.  Origen 

deAbdalaóel  Mebedi 418 

Cap.  XXYII.  Guerra  entre  los  Almohades  y  Almorávides 423 

C4r.  XXYIII.  Continua  la  materia  del  articulo  precedente 4so 


678  índice  de  LOS  CAPITÜliOS. 

Cap.  XXUL  Entrada  de  Aben  Radmir  en  Andalucía itt 

Cap.  XXX.  Viene  A  España  Taxfln  hijo  de  Juief.  Sos  Tictorias.  Otras  de  los  Almohades  en 

África,  y  muerte  natural  de  so  Jefe 433 

Cap.  XXXI.  Origen  de  el  Mehedi.^  Elección  de  Abdelmomen.    .    «    .    « 43? 

Cap.  XXXII.  Victoria  del  rey  Alfonso  sobre  los  moslimes.  Epístola  consolatoria  de  Za- 

caria  á  Taxfin ,  que  se  libró  de  la  muerte 44i 

Gap.  XXXin.  Guerras  entre  los  Almohades  y  Almorávides  en  África ,  y  en  Espafia  entre 

moslimes  y  cristianos.  Elogio  poético  de  los  AlmoraTides  y  de  sos  jefes.    ....  443 

Gap.  XXXIV.  LoTantamiento  en  Algarbe,  en  Sevilla,  en  Valencia  y  otras  partes.   .    .    .   44T 

Cap.  XXXV.  Gontinoan  los  alborotos  de  los  moslimes  en  Espafia 4át- 

Gap.  XXXVI.  Goerra  en  África  entre  Almorávides  y  Almohades.  Moerte  desgraciada  de 

Aly.  .  .    , » 45Í 

Gap.  XXXVn.  Gontinoan  las  guerras  contra  los  Almorávides  de  Espafia ,   i» 

Cap.  XXXVm.  Prosiguen  las  guerras  entre  los  muslimes  de  Espafia 4<s 

Cap.  XXXIX.  Guerra  en  África  entre  Almorávides  y  Almohades 443 

Cap.  XL.  Pasan  los  Almohades  á  Espafia.  Sus  primeras  conquistas.  Fin  del  Imperio  de 

los  Almorávides.  . « 4M 

Cap.  XLI.  Continúan  los  cristianos  sus  conquistas  sobre  los  muslimes.  Victorias  de  los 

Almohades  en  África.  Máquinas  prodigiosas 4Ti 

Cap.  XLII.  Toman  los  Almohades  á  Córdoba  y  otras  ciudades  de  Andaluda 47« 

Cap.  XUII.  Colegios  y  escuelas  fundadas  por  Abdelmumen.  Júrase  por  sucesor  suyo  á 

su  hijo  Gd  Muhamad.  Guerras  en  África  y  Espafia.    .    .    , 479 

Gap,  XLIV.  Conquista  de  los  Almohades  en  África.  Su  ejército  y  orden  de  marchas.  .  .  iSi 

Cap.  XLV.  Acción  heroica.  Pasa  Abdelmomená  Espafia,  y  se  vuelve  luego Ui 

Cap.  XLVl.  Guerra  entre  Almorávides  y  Almohades.  Trata  de  venir  A  Espafia  otra  ves 

Abdelmumen,  y  muere ....49i 

Cap.  XLVII.  Califazgo  de  amuminin  Jusef ,  bijo  do  Abdelmumen 493 

Cap,  XLVIII.  Desavenencias  entre  los  Almohades  de  Espafia.  Envian  embajadores  A 

amum¡nin,y  viene  A  Sevilla « , 4H 

Cap.  XLIX.  Entradas  de  los  Almohades  en  tierra  do  cristianos.  Vencen  A  Sanio  AbAI- 

barda.  Toman  A  Tarragona.  Se  casa  Amuminin  en  Espafia,  y  vuelve  A  África.    .   .   m 

Gap.  L.  Vuelve  Amuminin  A  Espafia.  Sitio  de  Sant-Aren.  Singular  ocurrencia  y  muerto 

de  Amuminin.  Sucédele  Jacub  Almanzor sat 

Cap.  LI.  Pasa  A  Espafia  JacOb  Almanzor,  tala  la  tierra  y  se  vuelve  A  África.  Le  desafia  el 

rey  de  los  cristianos ,  y  él  responde. sm 

Cap.  Ln.  Pasa  Jacúb  Almanzor  A  Espafia.  Disposiciones  para  la  batalla  de  Alarcos.    .   .  se? 

Cap.  Lili.  Batalla  de  Alarcos.  Vuelve  Almanzor  A  Marruecos  y  muere .  ses 

Cap.  LIV.  Califazgo  de  amuminin  Muhamad.  Viene  A  Espafia  con  un  ejército  formidable.  5t4 

Cap.  LV.  Batalla  de  Alacáh,  y  muerte  de  Muhamad  en  Marruecos Sis 

Cap.  LVI.  Califazgo  de  Almostansir  Bila.  Desgobierno  en  su  menor  edad.  So  moerte. 

Guerras  sobre  la  sucesión » so 

Cap.  LVII.  Elección  de  Almemun.  Reprime  A  los  jeques  y  vence  A  los  cristianos.  Pasa  A 

Africa,y  muere,  y  se  acaba  el  imperio  de  los  Almohades i» 

Cap.  LVlIt  Imperio  de  los  Beni  Merinos S3i 

I 

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\ 


ÍNDICE  DE  LOS  CAPÍTULOS.  679 


CUARTA  PARTE. 

€&p.  I.  Gnerras  ciriles  de  los  masUmes  en  Egpafia S38 

Cap.  II.  Gontinoan  las  guerras  de  los  maslimes.  El  rey  Jaime  toma  las  islas  de  Mallorca, 

Menorca  é  Ibiza.  Maere  Almamún 542 

Cap.  lü.  Entrada  del  rey  Ferdeland  hasta  Jerez.  Uatalla  de  Guadalete.  Gampafias  en 

Aragón  y  Andalucía.  Témanse  Cbeda  y  Córdoba 544 

Gap.  IV.  Desavenencias  entre  los  muslimes*  Toma  el  rey  Jaime  á  Valencia.  El  principe 
Alonso  ben  Ferdeland  llega  á  Murcia  y  hace  convenios.  Gobierno  del  rey  de 

Granada S4T 

Cap.  T.  El  rey  Gacum  toma  á  Denia  y  Ferdeland  á  Jaén  y  otras  plaias 55i 

Cap.  VI.  Cerca  el  rey  Ferdeland  á  Sevilla ,  y  la  toma  después  de  diez  y  ocho  meses  de 

sitio.  Su  muerte.  £1  rey  Alfonso  conquista  varias  ciudades SS4 

Cap.  VII.  Concierto  de  lo^ muslimes  contra  Alfonso.  Se  le  rebelan,  y  matan  su  gente; 

pero  los  acomete  luego « 558 

Cap.  Vin.  £1  rey  Gacum  y  el  rey  Alfonso  solicitan  cada  uno  la  conquista  de  Murcia.  In- 
trigas y  avenencias  sobre  esto.  Desavenencia  entre  Alfonso  y  Aben  Alahmar.    .    .    562 

Cap.  IX.  Muere  Aben  Alahmar,  y  le  sucede  su  hijo  Muhamad  II.  Vence  á  los  rebeldes. 

Entrevista  de  Muhamad  y  Alfonso  en  Sevilla 585 

Cap.  X.  Escribe  Muhamad  A  Abu  Juief  el  estado  de  las  cosas ,  y  este  viene  á  Espaffa. 

Su  primera  victoria.  Muere  el  infante  don  Sancho  después  de  la  batalla.    ...    588 

Cap.  XI.  Treguas  de  Abu  Juzef  con  Alfonso.  Pone  este  sitio  á  Algeziras  con  infeliz  éxito. 
Nuevas  treguas  entre  Alfonso  y  Aben  Juzef.  Concierto  entre  el  rey  de  Córdoba 
y  el  principe  don  Sancho.  Armase  contra  él  su  padre.  Muere  este 570 

Cap.  XII.  Congreso  de  los  reyes  y  walies  muslimes.  Muerte  de  Abu  Juzef.  Toma  don 

Sancho  á  Tarifa  después  de  quemar  la  escuadra  de  Abu  JacAb.    , S74 

Cap.  Xin.  Defensa  de  Tarifa  por  Guzman  y  ocurrencia  de  su  hijo.  Toma  don  Sancho  A 

Quesada  y  Alcabdat,  y  muere.  Algaras 577 

Cap.  XIV.  Guerras  en  Espafia  y  África.  Toma  de  Gebal  Tarif  por  ^los  cristianos.    ...    580 

Cap.  XV.  Rebelión  en  Granada  y  renuncia  de  Muhamad.  Le  sucede  Nazar.  Muerte  del 

rey  ^erando  en  Alcabdat,  y  de  Muhamad 583 

Cap.  XVT.  Reina  y  pierde  luego  el  reino  Nazar.  Algaras  del  rey  Pedro  de  Castilla.    .  .    588 

Cap.  XVn.  De  los  reyes  de  sú  tiempo 589 

Cap.  XYlll.  Reinado  de  Ismail.  Batalla  de  Foftuna.  Gorrerías  del  rey  don  Pedro ,  que 

gana  varias  plazas.  Muerte  de  los  dos  principes  de  Castilla 59i 

Cap.  XIX.  Reinado  de  Muhamad  ben  Ismail.  Sus  guerras  con  cristianos  y  africano^. 

Toma  á  Gebaltaric S9$ 

Cap.  XX.  Continua  Muhamad  sus  campañas.  Socorre  A  los  africanos  de  Gebaltaric,  y  le 

asesinan.  Le  sucede  Juzef. 599 

Cap.  XXI.  Reinado  de  Juzef.  Batalla  de  Wadacelito  ganada  por  los  cristianos 602 

Cap.  XXII.  Toman  los  cristianos  A  Algezira.  Treguas.  Policia  del  rey  Juzef.  Ordena- 
mientos religiosos 606 

Cap.  XXm.  Muerte  del  rey  Alfonso  de  los  muslimes.  Asesina  un  loco  al  rey  de  Granada. 

Sncédele  su  UJo  Muhamad 6ii 

Cap.  XXrV.  Conjuración  contra  Muhamad.  Le  usurpa  el  trono  su  hermano  Ismail.  Muerto 

desgraciada  de  este.  Sucédele  Abu  Said 6i3 

Cap.  XXV.  Concierto  entre  Muhamad  y  el  rey  de  Castilla.  Heroica  determinación  del 

primero.  Asesina  el  rey  Pedro  A  Abu  Said 6i6 

Cap.  XXVI.  Vuelve  Muhamad  al  trono  de  Granada.  Hace  treguas  con  el  rey  de  Castilla. 

Mueren  los  dos 6i8 


«    « 


680  índice  be  los  CAPÍTULOS. 

Gap.  XXVU.  Reinado  y  muerto  de  Juief.  Sncédele  tn  hijo  segando  Mnhimad.  Ptu  á 
Toledo  de  ineágnlto  á  Teñe  eon  el  rey  de  GafUUa. m 

Gap.  XXVUI.  Muere  M ohamad  y  le  soeede  Jnief  oondenldo  á  muerte  ya.  Hace  tragnii 
con  los  cristianos.  Iloere.    . ' 9i{ 

Gap.  XXIX.  Es  proclamado  Maley  Mnhamad ,  depoesto  ioago  y  enlroniíado  ■J^fc**»»*  « 
el  Zaqnir.  Le  depone  y  mita  Moley 9ti 

Gap.  XXX.  Guems  de  Granada,  y  nmerte  de  JoaeC  Aben  Alahmar cst 

Cap.  XXXI.  Guerras  entre  moros  y  cristianos,  y  destronamiento  de  MnlMmad  el  fláy- 
sari  por  Mahamad  Aben  Osmin.  Otro  partido  proclama  á  Aben  Ismaü 04 

Gap.  XXXII.  Hoye  Aben  Osmin  do  Granada,  y  es  proclamado  Aben  Ismall w 

Gap.  XXXUI.  Avenencia  de  ilsmail  con  el  rey  de  Castilla.  Alfana  del  pclndpe  Mnley 
Abol  Haeem.  Sucede  á  sn  padre. €» 

Gap.  XXXIY .  Muere  Enrique  y  so  baoen  treguas,  Diseordla  en  Otanada.  Reyes  Catéieos 
en  ScTilla.  Algaras fií 

Gap.  XXXV.  Alboroto  en  Granada.  Salo  Abnl  Hacen  á  soconer  á  Loja.  Entra  tanto  oeapi 
el  trono  Abdalah  su  hijo ,  y  se  retira  á  Málaga.  Yicloria  sobre  ios  cristianos.    .  .  Ui 

Gap.  XXXVI.  Continúan  los  bandos  en  Granada.  Algara  desgraciada  del  Zaqoir,  qse 
quedó  prisionero.  Pacto  de  libertad Sü 

Cap.  XXXVH.  Bneatnisanse  los  bandos  en  Granada.  Notable  dlseorso  del  aUme  Msmr. 
ProeUmaná  Abdalah  el  Zagal MI 

Cap.  XXXVm.  Gonquistude  los  cristianos.  Gontinaa  la  piena  cítíI  entro  los  musUnei.  isi 

Cap.  XXXIX.  Toman  los  cristianos  mochas  plaias  á  los  moros.    •    .   ^    ' (M 

Cap.  XL.  Entrega  de  Gnadiz  y  Almeria .  «n 

Cap.  XU.  Continúan  los  alborotos  en  Granada m 

Gap.  XLH.  Sitio  y  capitulación  de  Granada m 

CAP.  XUU.  Cómo  Alé  recibida  la  capitulación.  Notable  discurso  doMun.Fin  del  im- 
perio mnslim  en  Espafta Ms 

AnlCDOTA  cuaiosA .  .  w 

Declarattoir  de  algnnos  nombres  de  esta  histeria. <rt 


Fin  DBL  IN»ICB. 


PAB19 —  EN  LA  IMPBBNTA  DE  fJdH  Y  THUNOT , 

Calle  Rarine  .  tf^ .  cerfs  M  Od^on.